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Concepto
La clasificación del art. 1252, que divide a los contratos en reales, solemnes y
consensuales, se realiza en atención al modo de perfeccionarse el contrato.
Perfeccionamiento equivale a conclusión o formación de un contrato, un
contrato es perfecto cuando, al reunirse todos sus elementos esenciales, nace a la
vida jurídica. Antes del perfeccionamiento, el contrato no existe, a lo sumo puede
estará en vías de formación.
La producción del efecto obligacional típica del contrato, coincide con el momento
en que éste se perfecciona. (Arts. 1246 – 1247)
En los contratos consensuales es suficiente el consentimiento de las partes, por
cualquier manera que éstas lo expresen. En los contratos reales no basta el
consentimiento por sí solo, sino que la ley requiere de algo más, la entrega de la
cosa.
El contrato real se perfecciona con la entrega de la cosa.
Hay muchos contratos en donde tiene lugar la entrega de la cosa, como en los
contratos de compraventa, pero estos no son reales. La diferencia es que la
entrega se requiere como elemento de perfeccionamiento de la cosa.
En el contrato real se da coincidencia cronológica entre la entrega y el
perfeccionamiento.
La clasificación de requisitos esenciales y de eficacia, nos permite entender la
trascendencia de la entrega de la cosa en los contratos reales.
La entrega no es como la legitimación para disponer en el negocio dispositivo, un
requisito de eficacia, el cual atañe a los efectos de un negocio ya formado.
La ausencia de un requisito esencial obsta a la formación de un negocio; y por
eso, el paralelo debe hacerse con los requisitos esenciales para la validez de los
contratos enumerados en el art. 1261. Trasladándolo al contrato real podemos
decir:
1. El contrato real solo se considerará perfecto después de entregada la cosa.
2. En tanto esa entrega no se haya producido, cualquiera de las partes puede
arrepentirse y dejar sin efecto el contrato.
No hay duda que en el plano del derecho positivo uruguayo, el legislador quiso
consagrar la categoría del contrato real.
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No sólo incorporó una clasificación donde figura el contrato real (art. 1252), sino
que además legisla como reales a 6 contratos.
1. mutuo o préstamo de consumo (art. 2197)
2. Comodato o préstamo de uso (art. 2216 inc. 1º)
3. depósito (art. 2239 inc. 1º)
4. prenda (art. 2292 inc. 1º)
5. anticresis (art. 2349)
6. Renta vitalicia (art. 2183)
Importancia de la clasificación
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Estas conclusiones corresponden a una concepción del contrato real de acuerdo a
la doctrina tradicional y son inaplicables a la figura del contrato real que consagra
nuestro derecho positivo.
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3. Contra la doctrina de Sánchez Fontáns según la cual este acuerdo de
voluntades produce una obligación de entregar, cuyo cumplimiento hace
nacer el contrato real.
Antes de que Sánchez Fontáns escribiera su trabajo, se creía que en el inc. 2º del
art. 1252 se hablaba de promesa de contratar.
Sánchez demostró que la palabra promesa no corresponde al contrato de
promesa, sino a la oferta o propuesta de contratar.
Dice Sánchez que el simple consentimiento de partes es suficiente para generar la
obligación de entregar o recibir la cosa, pero no en el contrato real, el cual sólo
nace con la entrega. Por consiguiente, la entrega, realzada en cumplimiento de
ese acuerdo de voluntades, perfecciona el contrato real, el que resulta entonces
un negocio de formación sucesiva.
Pero cuando se produce la entrega, no hay un nuevo contrato, por cuanto no hay
una nueva manifestación del consentimiento, al contrario, al consentimiento
definitivo prestado en la promesa, se agrega la entrega, que completa el tipo
contractual. Normalmente los contratos reales son consensuales, porque en
principio el consentimiento puede manifestarse libremente y tiene carácter
vinculante, aun cuando sólo genere una situación jurídica preliminar. La entrega
no es un elemento necesario para que exista el contrato, sino para que exista
determinado tipo contractual, para que exista el contrato real.
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en real cuando se entrega la cosa. Pero como ya dijimos, un contrato no cambia
su naturaleza jurídica en el período de ejecución.
Sánchez afirma que la entrega es un elemento tipificante, que no es necesario
para que exista el contrato, sino cierto tipo de contrato. El contrato existiría
genéricamente como tal desde el acuerdo de voluntades.
Si hay un solo contrato como él sostiene, este resultaría consensual, porque tal es
su naturaleza en la etapa de perfeccionamiento y entonces no puede admitirse
que la entrega de la cosa, que corresponde al período de ejecución, haga nacer
un contrato real porque según Sánchez Fontáns:
1. no hay un nuevo contrato
2. Un contrato no altera su naturaleza jurídica en el momento de su ejecución.
La construcción de Sánchez según Gamarra tiene el propósito de defender la
supervivencia del contrato real.
Si el contrato nace con el acuerdo de voluntades, este contrato es consensual.
En doctrina se habla de elementos esenciales comunes a todos los contratos (art.
1261 consentimiento, capacidad, objeto y causa) y de elementos especiales o
típicos, que son aquellos que confieren al contrato su fisonomía propia.
Estos elementos esenciales se requieren para la formación misma del negocio, su
ausencia produce invalidez.
El contrato real es complejo, ya que si el acuerdo de voluntades por si solo
produjera obligaciones, el tipo sería simple. Además la entrega corresponde al
período de cumplimiento y por ende no puede ser un elemento esencial o
constitutivo. En la tesis de Sánchez la entrega pasa a ser un efecto esencial del
negocio.
Admitir un negocio jurídico antes de la entrega sería lo mismo que admitir, en la
esfera de los contratos solemnes un acuerdo vinculante sin la forma solemne.
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Requiere para perfeccionamiento del contrato, sino para el perfeccionamiento de
la obligación de restituir. El contrato puede nacer sin la entrega, la obligación de
restituir no.
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realización de un segundo contrato, mientras que los otros contratos, llamados
definitivos, tienen funciones diversas.
Cada uno conserva su autonomía, su propia estructura y por supuesto su función
propia. Ni el preliminar absorbe al definitivo ni el definitivo al preliminar. Hay dos
contratos y no uno.
En doctrina se suele distinguir dos clases de contrato preliminares:
unilaterales
Bilaterales
Según se obligue una sola de las partes a celebrar el contrato futuro o se obliguen
ambas.
Una base fundamental para ver si existe un contrato preliminar es examinar si las
partes se comprometieron o no a celebrar un nuevo y segundo contrato.
Hay dos situaciones que deben separarse bien.
1. Cuando las partes se comprometen a celebrar un contrato futuro
(preliminar).
2. Cuando concluyen el propio contrato definitivo, difiriendo su ejecución.
En la promesa de contratar las partes no difieren para otro tiempo la ejecución del
contrato, sino la conclusión misma de ese contrato. No se quieren obligar ahora,
sino que lo harán en el futuro.
Hay que recordar que hay dos etapas en la vida de todo contrato:
a) el perfeccionamiento o conclusión
b) La ejecución o cumplimiento.
El contrato cuando se perfecciona, nace a la vida jurídica. Se perfecciona y genera
obligaciones. Cuando las obligaciones se cumplen la relación jurídica se extingue.
Pero las partes pueden diferir el cumplimiento de esas obligaciones.
En un caso se difiere el cumplimiento de las obligaciones, y en otro se difiere el
surgimiento mismo del contrato definitivo.
Por el contrato preliminar las partes se obligan a celebrar un contrato futuro, a
emitir la manifestación de la voluntad (consentimiento) para perfeccionar el
contrato definitivo. Estas obligaciones emergentes del contrato preliminar se
clasifican como obligaciones de hacer.
Como el contrato preliminar se rige por los principios generales, resulta
consensual, mientras que el contrato definitivo, puede ser consensual, real o
solemne.
El preliminar siempre tiene una función preparatoria, mientras que el definitivo
puede tener cualquiera de la que los contratos son capaces, cambio, crédito, etc.
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2. La promesa de compraventa o contrato preliminar jamás puede ser titulo
hábil para transferir el dominio. El contrato definitivo (la compraventa) si lo
es.
3. La función del contrato preliminar es única e invariable, prepara la
formación del contrato definitivo. El contrato definitivo tendrá su propia
función, según el tipo contractual del que se trate, cambio, crédito, etc.
4. Sea cual fuere el contrato definitivo, el contrato preliminar tiene un
contenido obligacional invariable, siempre está integrado por obligaciones
de hacer, en cambio el definitivo, puede consistir en un dar, hacer o no
hacer.
5. La dependencia funcional del preliminar no afecta su autonomía estructural,
ya que tiene su propia individualidad. Los requisitos del preliminar pueden
diferir de los que le corresponden al contrato definitivo en cuanto a forma y
capacidad. El contrato preliminar se rige por los principios generales.
6. Mientras que la promesa de venta solo confiere acción para indemnizar los
daños y perjuicios en caso de incumplimiento, la compraventa permite exigir
la entrega de la cosa. (sin perjuicio del art. 521 de la ley de 1970 y 8.733)
Promesa de compraventa
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La doctrina señala que se recurre al contrato preliminar cuando la cosa que es
objeto del derecho no resulta disponible de inmediato, cuando no se conocen los
datos, etc.
El código francés anuló esta primera etapa, este efecto preliminar y el propio
contrato que lo genera, con la fórmula “la promesa de venta, vale venta”. En el
derecho francés cuando las partes prometen vender, venden actualmente.
En nuestro derecho, si las partes optan por celebrar una promesa de venta, deben
realizar luego un segundo contrato, el definitivo, para el cual se requiere una
nueva manifestación de voluntad o consentimiento. En esta segunda etapa
perfeccionan la compraventa, negocio obligacional que genera obligaciones de
entregar la cosa y pagar el precio.
La doctrina que niega la categoría del contrato preliminar sostiene que no hay dos
contratos, sino el desarrollo de una compleja relación contractual.
El tema para que exista es que en la promesa las partes no quieren que se
produzca desde ya la totalidad de los efectos jurídicos, quieren los efectos
preliminares, no quieren el negocio jurídico todavía.
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Forma
La forma del contrato preliminar es libre, aunque para el contrato definitivo esté
prescripta una forma vinculante o necesaria.
El principio general en nuestro derecho es el consensualismo, la solemnidad tiene
origen legal. Como ningún precepto legal establece una forma especial para el
contrato preliminar, este es consensual.
El contrato preliminar es autónomo y las formas solemnes no son de aplicación
analógicas.
En nuestro país se ha sostenido que la promesa de contrato solemne debe estar
revestido de las mismas formas que exige la ley para el contrato prometido.
El argumento que se utiliza para rechazar esta tesis es que el art. 1664 núm. 2º
admite la validez de la promesa de compraventa de inmuebles hecha en
instrumento privado
Capacidad
Tesis B
Esta tesis es impugnada por aquellos que admiten la ejecución forzada específica
de la promesa, advirtiendo que por este procedimiento se llega a la conclusión del
contrato definitivo, o a sus efectos, sin que se requiera una nueva manifestación
de la voluntad del obligado.
EFECTOS
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Eficacia de contrato preliminar. La acción personal
En esta materia del derecho positivo uruguayo tuvo una evolución que se centró
en la promesa de compraventa de inmuebles y tres textos hacen a esta
transformación:
1. ley del año 1931 sobre la promesa de enajenación de inmuebles a plazos
2. reforma del art. 51 de esta ley (8733) del año 1965
3. art. 521 de la ley de 1970 que culmina el proceso
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Estudio de la ley 8733 (junio de 1931) en su proyección en el ámbito general de la
teoría general del contrato preliminar.
Fundamentalmente esta ley creo un derecho real de garantía, que asiste o auxilia
el derecho personal del promitente adquirente. Extiende la eficacia del derecho del
promitente adquirente, volviéndolo oponible a terceros.
Además el art. 31 permite la ejecución forzada directa, lo que es innegable es el
derecho del promitente adquirente de obtener la transferencia de la propiedad,
aunque su contraparte se resista.
En una etapa previa o instrumental, amparándolo frente a los derecho que
puedan ser esgrimidos por los terceros
Y en la situación final, asegurando el traspaso de la propiedad del bien, aún
contra la voluntad del promitente enajenante (art. 31)
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Este derecho real que es auxiliar respecto de un derecho personal, permite tutelar
la posición jurídica del promitente adquirente frente a cualquier enajenación que
realice el promitente vendedor o cualquier gravamen que padezca la propiedad
luego de inscripto el contrato.
Esta ley creo una cesión legal del contrato. En caso de enajenación o traslación a
terceros del bien prometido en enajenación, la relación contractual creada por el
contrato de promesa de enajenación de inmuebles a plazos se mantiene
incambiada. Este puede suceder porque el tercero está enterado de la relación
jurídica a través de la publicidad registral y sabe de la existencia de un contrato
respecto del bien, según el cual el propietario asumió la obligación de transferir la
propiedad.
La inscripción del contrato de promesa aparece como un medio apto para proteger
la posición jurídica del promitente. Esto es importante, porque la no inscripción
coloca al promitente comprador en una situación de extrema debilidad.
Otra innovación de esta ley fue la ejecución forzada específica. El art. 31 permite
al promitente adquirente reclamar la ejecución forzada, puesto que para el caso de
resistencia, el Juez otorgará en representación del enajenante la escritura de
traslación de dominio.
Una de los problemas de esta ley era el art. 4, la cual establecía una serie de
requisitos sin los cuales no se podía inscribir en el registro.
La ley de diciembre de 1965 (art. 154) corrigió en parte este defecto y se podía
inscribir el contrato a pesar de que alguno de los requisitos del art. 4 faltaran, pero
era necesario que las partes lo acuerde de un modo expreso. De modo que
cuando las partes no lo acordaban expresamente, el contrato no era inscribible si
faltaba alguna de los puntos del art. 4 y quedaba regido por el derecho común y
por consiguiente:
1. no nacía el derecho real en beneficio del promitente adquirente porque este
derecho nace cuando se inscribe el contrato.
2. No es posible la enajenación forzada específica prevista por el art. 31
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La promesa de contratar y el registro. El art. 154.
En los registros solo resultan inscribibles aquellos contratos que el legislador hizo
un previsión expresa, y en principio los contratos preliminares no son inscribibles.
En la promesa de enajenación de inmuebles a plazos, la inscripción da al
promitente adquirente un derecho real y le otorga la facultad de reclamar la
ejecución forzada específica. Pero dentro de la ley de 1931, la inscripción en el
registro era difícil por dos cosas.
1. existían muchos contratos de promesas de enajenación de inmuebles a
plazos que no contenían todas las constancias del art. 4 y quedaban fuera
del registro.
2. En los casos que no se pagaba en cuotas sucesivas o periódicas.
Para permitir la inscripción, jerarcas del Registro patrocinaron la tesis que las
promesa no típicas, que las mismas se podían inscribir siempre que las partes lo
hubieran acordado expresamente, de acuerdo al art. 51.
Pero esto era ilegal, porque lo que se podía inscribir era las promesas de
enajenación a plazos (art. 1) El plazo para el pago de las cuotas estaba fijado por
la ley entre un mínimo de un año y un máximo de 30 (art. 51 – art. 5º D). Cuando
las cuotas debían pagarse en un plazo menor de un año, igualmente podía regir la
ley y por lo tanto inscribirse el contrato si las partes así lo acordaban
expresamente (art. 51).
El art. 154 de la ley del 65 tiene por finalidad subsanar la ilegalidad de la doctrina
sustentada por el Registro.
1. permite la inscripción de los contratos de promesa de enajenación de
inmuebles a plazos que hubieran omitido alguno de los requisitos del art. 4.
2. Permite la inscripción de promesas de enajenación de inmuebles a plazos
que no sean promesas de enajenación de inmuebles a plazos, aunque el
precio pactado no se hubiere de pagar en cuotas.
Esto es un error, porque la ley del 31 quería plasmar un negocio, que era el
contrato en que tiene la particularidad que el precio se paga en cuotas.
Lo que se quería hacer era inscribir también las promesas de enajenación
de inmuebles a plazos cuyo plazo fuera menor de un año, y ahora con esta
ley, es claro que además se pueden inscribir otros contratos que no son
promesas de enajenación de inmuebles a plazos
En este art. 521 hay una separación bien clara entre el contrato llamado promesa
de enajenación de inmuebles a plazos y el contrato de promesa de compraventa.
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Ahora la ley separa, como corresponde, dos contratos distintos. La inscripción los
equipara tan solo en cuanto al régimen jurídico.
No puede cuestionarse ahora que la promesa de compraventa de bienes
inmuebles resulta inscribible en el Registro.
La última parte del inciso, en cuanto dispone que la inscripción sujeta a la
promesa de compraventa a todas las normas de la ley de 1931, en sustancia,
significa que el promitente comprador queda amparado por el derecho real de
garantía que consagra el art. 15 y además que puede recurrir a la ejecución
forzada específica.
Es discutible si se requiere el acuerdo de partes para que la inscripción sea
procedente.
1. La calidad de registrable de un contrato no depende de la voluntad de los
contratantes.
2. La parte económicamente más fuerte impondrá su voluntad y no querrá
inscribir y con ello desaparece la protección al promitente comprador que la ley
busco.
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Por lo tanto la promesas de enajenación de inmuebles a plazos tiene origen en la
prohibición del pacto de reserva de dominio en la compraventa.
Es así que la ley del 31 lo consagra definitivamente.
Permite que la propiedad de bienes inmuebles se transfiera en base a un titulo
otorgado en instrumento privado.
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El inc. 1º del art. 1338 (ejecución forzada por equivalente) aunque encabeza la
sección, no consagra el principio general que está expresado en el art. 1339.
Cuando el deudor no cumple, el aparato coercitivo debe tender, en primer lugar a
la ejecución forzada específica, y solo luego a la ejecución forzada por
equivalente. El acreedor contrata para obtener la prestación y a ello tiene
derecho. La sustitución pro una suma de dinero procede solo cuando la ejecución
forzada específica no puede realizarse por imposibilidad de cualquier especie.
Lo que surge de esto es ¿se trata de cosa que pueda ser ejecutada por un
tercero?
¿El hacer que deriva del contrato preliminar, es fungible o infungible?
La doctrina que está a favor, a la que adhiere Gamarra, dice que este aspecto
personal infungible no aparece en el contrato preliminar. La prestación del
obligado por una promesa de contrato es fungible y el problema queda resuelto
por el art. 1339.
Si bien se mira, el querer en si mismo no tiene nada de infungible.
En el instituto de la representación se permite la fungibilidad de hacer, que
consiste en manifestar una voluntad productora de efectos jurídicos, una voluntad
que es manifestada por el representante y vale como si fuera expresada por el
representado, porque la sustituye o la remplaza.
El contrato preliminar es un contrato, o sea que obliga a las partes como la ley
misma (art. 1291). No existe libertad de no cumplir.
La fungibilidad de esta manifestación de voluntad deriva de que no es una
voluntad libre de querer en un sentido u otro, porque el obligado no puede no
querer cumplir, y si no quiere cumplir, su voluntad no puede ser tomada en cuenta.
Es una voluntad que solo puede manifestarse en un único sentido, el del
cumplimiento, y por eso es que el Juez puede sustituirla.
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Según el art. 31 de la ley 8733, en caso de resistencia del promitente enajenante,
el Juez hará la tradición y por tanto otorgará el consentimiento necesario para la
misma.
Se trata de una manifestación de la voluntad (y por consiguiente de hacer),
necesario para que la obligación de dar (en el sentido de transferir la propiedad)
pueda cumplirse o ejecutarse. Y ese hacer, que depende del deudor, puede ser
sustituido por el Juez, fungibilidad de consentimiento.
En este caso, nuestro derecho admite la ejecución forzada específica,
considerando que la prestación es fungible.
La analogía es posible cuando se trata de normas sólo excepcionales
relativamente, es decir que si bien constituyen una derogación a normas generales
de orden superior, son también generales, a su vez, respecto de la materia
particular para la que fueron establecidas, dice Coviello.
La regla general, aplicable a la materia particular se apoya en derecho positivo
uruguayo en tres disposiciones:
1. art. 31 de la ley 8733
2. art. 1º del decreto ley de 1943
3. art. 770 del Código Civil
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CONTRATO DE OPCIÓN
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El optante tiene que manifestar su voluntad en dos oportunidades:
- en la primera situación para perfeccionar el contrato de opción
- en la situación final, aceptando la propuesta.
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Actualmente la doctrina piensa que no hay una obligación de no hacer, sino que
se renuncia al poder revocar, irrevocabilidad, por lo que no existe una obligación y
si no se cumple no pasa nada, es irrelevante.
Clases de opción
La opción puede estar dirigida a producir efectos:
- constitutivos – creación de un segundo contrato
- modificativos – en el arrendamiento se puede poner una cláusula que
otorga al arrendatario la potestad de prorrogar el plazo del contrato por su
sola voluntad. (El plazo de este contrato será de dos años con opción de
parte del arrendatario a un año)
- extintivos
- Opción mediatoria.
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LA opción mediatoria se acompaña con una cláusula de exclusividad a favor del
intermediario y generalmente se fija una prima u otro beneficio. También es
importante el plazo.
Los que admiten esta tesis se basan en que el contrato ya está formado antes de
que el optante manifieste su voluntad. El ejercicio del derecho de opción opera
como cumplimiento de la condición y por lo tanto el perfeccionamiento del negocio
corresponde al tiempo en que se formo el contrato de opción.
Esta doctrina dice que no hay dos contratos sino uno, pero bajo condición
suspensiva.
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El contrato preliminar en cambio solo puede referirse a un contrato
definitivo.
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La tesis que predomina hoy es que la opción es una propuesta u oferta de
contratar que se vuelve irrevocable por un acuerdo de partes.
La irrevocabilidad es un efecto del contrato de opción y en nuestro derecho deriva
de los arts. 1291 y 1294.
La eficacia de este vínculo subsiste no obstante la muerte o incapacidad
superviniente del concedente.
Esta irrevocabilidad de la propuesta puede entenderse como:
1) consecuencia de una obligación negativa de no revocar
2) como un acto abdicativo, de una renuncia del concedente.
La opción es un contrato
Estructura de la opción
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Nos encontramos ante dos contratos autónomos. El primero (contrato de opción)
es un contrato que existe actualmente, un contrato perfecto desde el momento que
se realiza el acuerdo de voluntades.
Esta propuesta mira hacia el segundo contrato, que es eventual, en la medida que
podrá celebrarse o no.
En la tesis que acepta la contrato bajo condición suspensiva o el contrato
preliminar unilateral, las obligaciones emergentes del contrato previsto por la
opción existen a partir del momento de la opción.
En cambio, en la tesis de oferta irrevocable, la oferta no genera obligaciones hasta
tanto no haya sido aceptada por el optante. Las obligaciones que produce el pacto
de opción, si de obligación de trata, es únicamente la de no revocar la propuesta.
Forma
Efectos
Los efectos de la opción son los mismo que los de la propuesta irrevocable. Efecto
inmediato y directo.
Tenemos los efectos que son esenciales o típicos, los efectos secundarios y
contingentes.
Como en todos los contratos la opción genera derechos personales. No tiene
efecto respecto a terceros. Nuestras leyes registrales no prescriben la inscripción
del contrato de opción.
Efectos secundarios – obligación negativa del concedente de no impedir la
formación del tipo o la producción de los efectos finales.
Efectos contingentes – la obligación del optante de pagar un precio o premio por el
derecho de opción que se le confiere.
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CONTRATO DE DURACIÓN
El período de ejecución atiende a esa actividad del deudor, que tiene por finalidad
satisfacer el interés del acreedor. Para que el contrato se ejecute, se necesita la
cooperación del deudor. Cuando este cumple, extingue la obligación emergente
del contrato y pone punto final a la situación jurídica.
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Contratos de ejecución instantánea y contratos de ejecución diferida
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Contratos de ejecución repartida o escalonada
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tiempo transcurrido, de manera que respecto a la parte en la cual el
cumplimiento se ha verificado, la retroactividad no puede operar.
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CONTRATO DE ADHESIÓN
Caracteres
Naturaleza jurídica
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2. Los contractualistas
En suma, estos contratos producen los mismos efectos que los ordinarios y
quedan regidos por las mismas normas que regulan a estos últimos
La propuesta
1. En primer lugar la desigualdad entre las partes permite que el más fuerte
abuse del más débil, mediante cláusulas abusivas o leoninas.
2. En segundo lugar, la particular formación del contrato por adhesión encierra
el peligro de que la declaración del adherente no signifique una
concordancia plena con la regulación plena con la regulación contractual
Frente a esto, hay una corriente doctrinaria y jurisprudencial que reclama una
actividad del juez dirigida a discriminar, dentro del contrato de adhesión, cual es la
parte que el adherente aceptó efectivamente.
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Separa las cláusulas esenciales (generalmente verbales o manuscritas) de las
cláusulas accesorias (generalmente impresas)
Frente a esta doctrina, la opuesta afirma que el contrato es un todo. Por lo tanto al
adherente no le está permitido aprobar una parte del esquema y rechazar la otra.
Hay aceptación en bloque o no hay aceptación.
Otra hipótesis se da cuando se firma o acepta sin leer íntegramente el contrato o
sin leer la fuente externa a la cual este reenvía. Todas estas situaciones relevan
un comportamiento negligente o culposo que impide ampararse en él (principio de
irresponsabilidad)
Contrato típico
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Esta disciplina legal permite que una vez llenado un núcleo mínimo, todos los
restantes aspectos de la operación resulten colmados por las normas supletivas,
que son atraídas y cristalizadas en torno a ese núcleo.
Por otra parte, la regulación del tipo, permite la intervención legislativa sustraer
ciertos requisitos que entiende que deben quedar fuera del alcance de la
autonomía privada.
Además junto al tipo, aparece un sub-tipo, cuando se mantiene los elementos
esenciales integrado con otros , que la ley introduce dando lugar a otro negocio.
El contrato atípico
Esta figura se presenta cuando el contrato está formado por elementos diversos
que son propios de distintos contratos típicos. Ej. Contrato de pensión, contrato
de portería.
Aquí la forma contractual aparece forjada con la reunión de elementos ya
disciplinados y contemplados por la ley en oportunidad de regular los contratos
típicos.
No se puede confundir el contrato mixto con aquel contrato típico que las partes
modifican alguna de los elementos de su regulación legal para plegarlos a su
necesidad particular del momento. Esta nota descarta una de las tres tesis que
hay al respecto:
1. tesis de la absorción – se debe individualizar un elemento preponderante en
el contrato, para fijar toda la disciplina del mismo, mediante la absorción de
los elementos secundarios. Esta tesis es inaceptable, porque es probable
que no exista un elemento preponderante.
2. Teoría de la combinación – desintegra las prestaciones que forman el
contrato mixto, haciéndolas regir por la disciplina previstas para cada una
de ellas. Este procedimiento quiebra la unidad del contrato, es una
vivisección. Los elementos no son disociables porque están comprendidos
y fundidos en una nueva unidad.
3. La doctrina que recurre a la analogía, ubica al contrato mixto dentro de la
categoría de los atípicos.
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CONTRATO INTUITUS PERSONAE
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