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El término metacognición es complejo. Se puede resumir como el conocimiento sobre el
propio conocimiento, es decir, la habilidad de conocer y regular cómo pensamos y que
engloba el control a nivel consciente de procesos cognitivos como la memoria, la atención
y la comprensión.
La metacognición nos aporta esa flexibilidad extra que caracteriza a la mente humana. Así,
hay que entender la metacognición como un conocimiento de segundo orden, en cuanto se
tiene a sí mismo como objeto. De ahí el prefijo “meta”. Esto nos permite evaluar los
procesos ejecutivos y actuar en consecuencia para mejorar nuestras actuaciones.
Conocimiento metacognitivo
Este término hacer referencia a aquello que las personas saben sobre sus procesos
cognitivos y los de los demás en general. Así, esta cara de la metacognición se refiere a los
aspectos del contenido o del conocimiento propiamente dicho. Es un conocimiento
declarativo que por ejemplo practicamos cuando pensamos sobre nuestras capacidades
intelectuales, aprendizajes o capacidad de memoria.
Control metacognitivo
El control metacognitivo hace referencia a la supervisión activa, y su consecuente
regulación y organización, a tenor de los procesos que actúan en un momento dado. Es
decir, se refiere a la habilidad para estar atentos a los posibles fallos y actuar en
consecuencia para reducirlos. Es importante matizar, que el proceso metacognitivo está
presente antes, durante y después de la tarea objetivo.
Conclusión
La metacognición es un aspecto clave en el procesamiento de la información. De hecho, en
la gran mayoría de tareas observamos que los aspectos metacognitivos se encuentran
presentes y con un gran peso; tanto el conocimiento metacognitivo como el control
metacognitivo. Y hay que entender que la diferencia entre cognición y metacognición es
una linea muy delgada, lo cual nos lleva a pensar en un aspecto dimensional más que en
categorías estancas.