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¿Cómo es el México que queremos y
la comunicación que necesitamos?
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Charla con Héctor Aguilar Camín

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24/09/2010

Por Regina Santiago Núñez

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CONTENIDO

¿CÓMO ES EL MÉXICO QUE QUEREMOS? .............................................................................. 2


Reflexiones sobre la exclusión de Hernán Cortés de la historia patria .............................. 5
¿CUÁL ES LA COMUNICACIÓN QUE NECESITAMOS? ........................................................... 11
Los medios deben cumplir un papel de intelectual colectivo .......................................... 12
Los medios tienen que asumir una actitud responsable frente al tema de la violencia. . 15
El debate en Twitter convocado por el observatorio de medios de la UIA ..................... 17
El reto de los medios tradicionales es acercarse a la sociedad ........................................ 20
Estrategias criminales de propaganda del terror ............................................................. 24
Recuerdos de un estudiante de Comunicación de la Universidad Iberoamericana. ....... 25
Evocación de Carlos Pereyra ............................................................................................ 29
La crisis de 1982, punto de quiebre en la vida del país y de Aguilar Camín..................... 29
EVOCACIÓN DE ANDRÉS HENESTROSA ................................................................................ 32

1
¿CÓMO ES EL MÉXICO QUE QUEREMOS?

F inalmente llegó el viernes 24 de septiembre, día pactado para la plática con


Héctor Aguilar Camín. Mis dedos recorren ansiosos el guión preparado para
la entrevista mientras aguardo a que alguna de las asistentes en la revista Nexos
anuncie mi llegada. Héctor quiere, por mi conducto, compartir algunas reflexiones
con alumnos de la carrera de comunicación de diversas universidades del país;
jóvenes, en su mayoría, de entre 18 y 22 años que asistirán al encuentro
organizado por CONEICC.

¿Cuál es la comunicación que necesitamos para construir el México que


queremos? Ese es el eje temático de la reflexión convocada por los
organizadores. Esa será la columna vertebral de esta charla con Héctor Aguilar
Camín, quien alguna vez fue alumno de la carrera de comunicación en la
Universidad Iberoamericana; el que luego estudió la maestría en Historia en el
Colegio de México y actualmente, junto con Jorge Castañeda, tiene un programa

2
en Milenio televisión en donde actúa como una especie de sinodal de los
aspirantes a la presidencia de México.

Estoy ya en el despacho de Héctor. Frente a mí el enorme ventanal por donde se


asoman los árboles de la Avenida Mazatlán, en el corazón de la colonia Condesa.
Me recibe con cordialidad; le acepto un café exprés. Muchas ideas se agolpan en
mi mente, Mientras saco mi cámara portátil que he llevado para tener una toma de
protección. Desde luego, llevo el guión que revisé minutos antes, pero la riqueza
de una entrevista en directo es que hace posible el diálogo, la improvisación; la
ventaja de una entrevista grabada en video es que permite captar no sólo el
lenguaje verbal, sino el lenguaje de un rostro, una mirada, una manera de
subrayar las frases por medio de actitudes. He decidido emplazar mi pequeña
cámara a mis espaldas, con una toma que permita al espectador sentirse parte de
la charla; no nos observa desde lejos… “está sentado” casi junto a mí; participa de
este encuentro.

Héctor sonríe mientras toma su lugar frente al escritorio y se acomoda los lentes y
la corbata.

−Bueno, dice finalmente. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuánto tiempo quieres que
grabemos, o qué piensas que hagamos?

−Yo por mí puedo platicar contigo hasta la noche, así es de que…

− ¡Vaya!, señala divertido. Muy bien.

− Si te parece, pues sigamos hasta donde nos dé la charla.

− Hablé con Gaby Warkentin para decirle que no voy a poder ir a dar la charla con
los muchachos. Le dije que íbamos a tener esta entrevista y que a lo mejor se
podían usar, según su conveniencia, algunas partes de la charla para pasarlas
durante el encuentro, como si fuera una videoconferencia, y suscitar ahí alguna
discusión.

− De acuerdo.

− Gabriela me había dicho que les hablara sobre la situación de los medios frente
a lo que fue la misión de la escuela de comunicación en la Ibero; pero tú dime y yo
te contesto y a ver qué sacamos… y a ver para qué sirve.

− A ver qué va saliendo, Héctor, le digo mientras doy un sorbo al café, abro la
libreta de apuntes y me dispongo a comenzar formalmente la entrevista.

3
2010: Año emblemático. ¿Cómo pasar de la pirotecnia a la reflexión?

−Tengamos presente, Héctor, que estamos en el 2010, un año emblemático. Son


200 años de la Independencia de México; 100 años de su Revolución; 100 años
de la fundación de la Universidad, que en un principio no fue autónoma; 50 años
de que se abrió la carrera de comunicación en la Universidad Iberoamericana…
Pero, bueno, finalmente esos son números; tenemos una cifra. Lo que creo que
necesitamos saber es cómo le hacemos, Héctor, para pasar de la pirotecnia y los
carros alegóricos a una conmemoración.

Héctor me observa con las manos entrecruzadas sobre el escritorio. Luego coloca
la mano izquierda en la barbilla mientras va asintiendo con la mirada.

¿Cómo pasamos, Héctor, a una reflexión sobre lo que tú planteabas en el texto


que publicaste en enero de este año en la revista Nexos, ese texto que llamaste
―Actualidad del Pasado‖? Ahí decías: La historia está en nosotros o en ninguna
parte. Hago una pausa para enfatizar la frase que deberá dar pie a su respuesta
¿Qué significa eso, Héctor?

−Bueno, Regina… No hay un lugar físico en donde esté la historia, está en la


conciencia de la gente. La historia, por definición, es la memoria que la gente tiene
de lo que sabe que sucedió.

Eso que sucedió está plasmado físicamente en edificios… en monumentos… en


ciudades… en catedrales… Pero todo eso es mudo si no lo sabemos hacer hablar,
si no lo estudiamos, si no le añadimos la significación original que tuvo.

Esa es la tarea del historiador, reconstruir a partir de unas reliquias --que pueden
ser papeles, que pueden ser monumentos-- el sentido del acontecer de una época
que por definición no está frente a ti.

Entonces… si la historia no está en tu conciencia, no está en ninguna parte; y si tu


conciencia es nula respecto del conocimiento histórico, entonces la historia no
existe para ti como conciencia, existe sólo como una serie de costumbres, de
hábitos, de creencias, que tú tienes, que son la herencia de tu historia, pero que tú
no sabes que son tu historia. Te parece que así son las cosas, que así han sido
siempre y que tú vives como en una especie de mundo natural en el que las
situaciones que se te presentan son así. Tus emociones, son así. Tus valores, son
así…

¡No es cierto!, exclama Héctor mientras golpea ligeramente el escritorio con las
manos juntas. ¡No es cierto! ¡Todo es historia! Y en la medida en que hay la
capacidad colectiva de una sociedad para, a través de sus historiadores, de sus
escuelas, de sus instituciones y de sus medios de comunicación, adquirir una
sólida, compartida, conciencia histórica, en esa medida tienes una comunidad
4
imaginaria, una comunidad profunda, de valores que llamamos nación, que
llamamos sociedad, que llamamos país.

Todo eso está construido. Todo eso es parte del conocimiento adquirido y
transmitido. Y una cosa, digamos que preocupa de un año como el 2010, es en
muchos sentidos la pobreza de nuestra conciencia histórica. Porque es una
conciencia histórica que está llena de exclusiones, que está llena de fabricaciones
y de mentiras que hacen difícil inducir una madurez colectiva, cívica, ciudadana,
respecto de quiénes somos y respecto de quiénes hemos sido.

Añadimos a esta conciencia débil… Héctor duda e interrumpe lo que iba a ser esa
reflexión.

REFLEXIONES SOBRE LA EXCLUSIÓN DE HERNÁN CORTÉS DE LA HISTORIA


PATRIA

−Bueno, Regina, pongamos dos ejemplos de exclusiones.

5
−Eso te iba a proponer…

−Es la hora que no podemos incluir en nuestra conciencia histórica, en nuestro


sentido de la herencia del pasado, a Hernán Cortés. El conquistador de México, el
personaje que representa el antes y el después de la historia de México. El antes
es el mundo prehispánico y el después es el contacto de este territorio y de la
gente que vivía en este territorio, con el mundo; un contacto que se da a través de
España.

Este personaje no es parte todavía de nuestra conciencia histórica. Los mexicanos


no sentimos tener dentro de nosotros algo de Hernán Cortés. Más aún, es uno de
nuestros villanos, es una de nuestras figuras que no queremos.

− ¿Por qué construir esos villanos? O sea... ¿Por qué una historia de héroes y
villanos?

Héctor abre los brazos para enfatizar que le parece un despropósito tener una
historia de héroes y villanos. Luego, conforme vaya explicando su punto de vista
irá moviendo las manos sobre el escritorio como si fuera moviendo fichas en un
tablero.

−Porque en distintos momentos políticos la historia va adquiriendo la tonalidad de


las querellas y de las rivalidades del momento. Y entonces Hernán Cortés, a la
hora de la Independencia, representa todo lo que los independentistas quieren
apartar de México, que es la raíz española. Y entonces empieza la construcción
de la leyenda negra, absurda, de la Nueva España como los tres siglos de
opresión, de oscuridad.

Hace una pausa y bebe un sorbo de agua mineral mientras escucha la siguiente
pregunta.

− ¿Qué tanto le hace daño a un país esta parte de las leyendas negras?... a un
país o al mundo en general… ¿Qué tanto daño hace esta construcción histórica de
las leyendas negras?

−Es parte de la producción de la conciencia histórica. Pero pensemos que


mientras un país sea más capaz de llegar a un acuerdo con su pasado, será
mucho más rico.

El otro gran personaje excluido de nuestra conciencia histórica es Iturbide. Una de


las fabricaciones de la historia oficial, de la historia patria mexicana, es que la
Independencia empieza en 1810 y se consuma en 1821. Es una mentira.

En 1810 hay una rebelión fracasada que deja una secuela de violencia
absolutamente estéril, que no conduce a ninguna independencia de ningún tipo.

6
Mientras explica este punto, Héctor mueve ambas manos, juntas, de un extremo a
otro. Mira fijamente, desafiante, para enfatizar su punto de vista.

En 1821 se hace la independencia en México. No se consuma, se hace. No había


ningún proceso en camino, esa es una fabricación histórica. Se hace la
Independencia en México por uno de los procesos de negociación política más
ejemplares de la historia de México, en torno a un plan, que es el Plan de Iguala,
quizás el plan político más eficaz de toda nuestra historia, porque es un plan que
le da a cada uno de los sectores, que habitan en la Nueva España, a cada uno de
los intereses que conforman la Nueva España, un espacio y una garantía. A
todos… empezando por los españoles, por lo europeos, siguiendo por los criollos,
siguiendo por los mestizos, por las corporaciones. Y la Independencia de México
se hace, en lo fundamental, sin violencia. Como un pacto político.

Conforme va avanzando en su argumentación, Héctor se vuelve más enfático y


alza la voz; y mueve los brazos haciendo círculos en un espacio imaginario; vuelve
a clavar en mí su mirada para decir:

Eso…eso que sería una de las grandes lecciones de nuestra historia… ¡Eso está
excluido de nuestra historia! En cambio tenemos puesto en el altar de la patria la
rebelión sangrienta y estéril.

Lo que quiero decir es que es demasiado borrar y demasiado falsificar. Los dos…
dos de los más grandes políticos, de los más grandes políticos que hayan pisado
esta tierra, están excluidos de nuestra conciencia histórica. Me refiero a Hernán
Cortés y Agustín de Iturbide.

7
−Justamente, Héctor, nos estás llevando a una reflexión respecto a estas
construcciones. A una reflexión sobre por qué nos hacen que como sociedad
conmemoremos o incluso festejemos la guerra y no nos hacen festejar los
acuerdos políticos. Yo creo que esta es una parte que tendríamos que…

Héctor me interrumpe para iniciar inmediatamente la respuesta:

Nosotros tenemos una historia de una complejidad extraordinaria y una mixtura


incomparable. Es una historia que tiene el sabor complejo y contradictorio de la
vida real. Pero hemos construido una historia patria… como son todas las historias
patrias…digámoslo, ¡son cuentos! Tenemos entonces una historia patria
maniquea, en blanco y negro, y excluyente.

A continuación, Héctor moverá las manos de un extremo a otro del espacio


imaginario, para enfatizar sus señalamientos sobre la separación extrema que se
hace entre buenos y malos.

En lugar de ver la riqueza de la mezcla y explicarla, cortamos y separamos entre


buenos y malos, y excluimos aquí y excluimos acá, e incluimos… Excluimos
satanizando aquí e incluimos, glorificando, acá. Las dos cosas son falsas, la
satanización y la glorificación.

¿Qué historia deberíamos poder enseñar en México?... Una historia con todos sus
detalles.

La que está cifrada en un maravilloso aforismo de Arturo Arnáiz y Freg:‖ Hechas


todas las cuentas, la verdad es que la conquista de México la hicieron los indios y
la Independencia de México los españoles".

−Ok.

− ¿Qué está diciendo Arnáiz? <Señores, sin las etnias contrarias al Imperio
Azteca que se aliaron con Hernán Cortés, Hernán Cortés no hubiera podido
conquistar la gran Tenochtitlán>.

La conquista mediante una gigantesca alianza con las comunidades indígenas,


con las naciones indígenas oprimidas por el Imperio Azteca. Esa es la grandeza
política de su conquista, no la hazaña militar, sino entender que hay un imperio
muy fuerte cuya debilidad es que sus súbditos quieren terminar con él. Y él se
erige en el líder de esa gran alianza para acabar con el Imperio Azteca. Sin los
indios no hay conquista.

8
Hace una pausa, para tomar impulso y continúa.

Hablemos ahora de Agustín de Iturbide. El primer artículo del Plan de Iguala es


para dar garantías a los europeos, a los españoles. ¿Por qué?... Son muy pocos.
Pero son quizá el sector… Bueno, son desde luego el sector más rico, el sector
más productivo y el sector más talentoso en materia de trabajo y en materia de
cultura y de tradición de identidad, de pertenencia al Imperio Español, que ha
llegado de España.

Luego siguen los criollos, que también son ricos, pero no son tan eficaces,
trabajadores, ni son tan productivos, ni tienen, digamos, esas posiciones
fundamentales en estructura económica y social de la Nueva España.

Y el primer pacto de la Independencia es con los españoles que quieren dejar de


ser parte del Imperio Español. Entre ellos los militares, los comerciantes, los
mineros. Son la élite económica, militar y política española. Es el primer aliado
fundamental de la Independencia de México respecto de España.

Suena contradictorio, ¿no? Suena extravagante. Así es. Contradictorio,


extravagante y extraordinario.

Eso, la explicación de eso nos la ha quitado la historia patria que tenemos. Es una
historia patria… como todas... son cuentos de hadas... pero ésta es un cuento de
hadas de baja calidad.

9
Héctor bebe otro sorbo de agua mineral mientras escucha la siguiente pregunta.

−Yo apuntaría también a este problema… a este problema de construir este


cuento de hadas en torno a las guerras, insisto.

−Sin duda.

− ¿Cómo se vive una guerra, Héctor? ¿Cuáles son realmente los costos para la
gente? ¿Nos hemos puesto a reflexionar en los libros de historia, en esta
construcción de la historia oficial, reflexionamos suficiente sobre esos costos de
esta guerra?

−En absoluto. Y tampoco reflexionamos en la contradicción terrible que metemos


en la cabeza de los niños cuando les decimos: Tus héroes son tus guerreros. Los
que han fundado tu nación son los grandes guerreros de tu nación, los grandes
rebeldes incendiarios. Pero al mismo tiempo lo que nosotros queremos que tú
hagas es que seas un ciudadano pacífico, democrático, tolerante y conciliador-.

¿Cómo concilias eso en la cabeza del niño? ¿Cómo, si no haces una explicación
adecuada, si no creas una crítica también de esa violencia y del carácter no
necesario de esa violencia? Incluso la condena de esa violencia. ¿Cómo puedes
construir a partir de la glorificación de la violencia, porque fundó la patria, la
construcción de un ciudadano que quieres pacífico, conciliador, tolerante,
democrático, respetuoso de la ley y de las minorías, y de las opiniones de los
demás? ¿Cómo lo vas a lograr si lo que estás diciendo es que tu nación ha sido
fundada sobre la sangre, sobre la intolerancia, sobre la abolición del otro? Sobre
todo eso que implica la guerra en materia de pasiones desbordadas y de
intolerancias armadas.

Hay un problema ahí y no es un problema mexicano, es un viejo problema de la


Historia Universal. Freud decía: "Eso que enseñamos como historia universal en
su mayor parte, no son más que las matanzas y los degüellos, las opresiones y las
barbaridades militares que deberían avergonzarnos".

Pero si tu revisas la Historia Universal… ¿Los grandes héroes que te vienen a la


cabeza en la Historia Universal, quiénes son? Los grandes guerreros, los grandes
asesinos: Alejandro Magno, Julio César, los grandes conquistadores, ¿no?...
Napoleón. Y si pones tu cabeza en el S. XX, dime quiénes son los nombres
grandotes que te vienen primero a la cabeza, sino Stalin y Hitler.

Hay algo profundo, digamos, en la naturaleza del ser humano, algo arcaico que
celebra a sus guerreros y a sus sanguinarios. Quizá porque de ellos dependió en
alguna época la seguridad, la supervivencia de la tribu, del clan. Quizá… Parte de
la región límbica de nuestro cerebro.

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Pero nuestro trabajo es construir esa segunda naturaleza que no es la región
límbica de nuestra historia natural, sino que es la vida civilizada, la vida con reglas,
la vida en la que lo que hay que construir son las convenciones que nos permiten
estar juntos, aceptar nuestras diferencias, construir destino común a partir de
nuestras diferencias… en fin, lo que queremos hoy en México: una sociedad
democrática, una sociedad plural, una sociedad constructiva, una sociedad
tolerante en su maravillosa diversidad. Entonces ahí tenemos una asignatura
pendiente de la construcción de nuestra conciencia histórica civilizada.

¿CUÁL ES LA COMUNICACIÓN QUE NECESITAMOS?

Bueno, Héctor, todo este primer segmento lo hemos dedicado a una reflexión
sobre cómo podemos transformar las fiestas de los centenarios en un ejercicio
crítico que nos ayude a crecer como país; cómo quitarle al 2010 su carácter de
mera cifra para hacerlo un espacio de memoria de la sociedad. Eso era parte de
una reflexión necesaria.

Esto nos llevaría a centrarnos en nuestro encuentro con los estudiantes de


comunicación y a este lema que me parece muy afortunado; este lema que nos
pone a pensar sobre ―el país que queremos y la comunicación que necesitamos‖.

Ya nos has planteado las contradicciones respecto a cómo se nos ha conducido y


cómo se nos ha formado en las escuelas respecto a los ideales de país. Ahora
hablemos, Héctor, sobre la comunicación que necesitamos.

11
LOS MEDIOS DEBEN CUMPLIR UN PAPEL DE INTELECTUAL COLECTIVO
Mira Regina, yo creo que los medios de comunicación en México, y la opinión
pública, tienen el sonido inconfundible de la vida democrática, el sonido de la
discordancia, de la diversidad, de la insatisfacción y de la crítica. Y creo que en
esto los medios en México han dado un paso histórico junto con la transición
democrática mexicana. Son medios más libres, más críticos, más independientes
que nunca. Al mismo tiempo… también hay que reconocer que son más ricos. Hay
mucho dinero en la sociedad para esos medios. Al mismo tiempo, yo sí echo de
menos, Regina −y esto lo digo como alguien que estudió la carrera de
comunicación−, yo sí echo de menos en los medios un compromiso más allá de
sus virtudes críticas y de su independencia informativa y analítica.

Yo creo que en un país como México, en donde vemos tantas deficiencias en los
instrumentos públicos para educar e informar a la gente, tantas deficiencias en
nuestras escuelas, los medios tienen que jugar un papel social mucho más
trascendente que el de sólo entretener, sólo informar y sólo expresar la diversidad
crítica de un país.

Los medios tienen que tener una responsabilidad social, tienen que ser los
intelectuales colectivos de su sociedad, tienen que pensar por su sociedad, tienen
que enseñar a pensar a su sociedad, y tienen que ser más inteligentes que su
sociedad a la hora de revisar en dónde está esa sociedad, a dónde puede y a
dónde debe ir.

Jesús de Polanco, el dueño, el fundador, el creador empresarial del periódico El


País −porque el creador periodístico es Juan Luis Cebrián, pero el creador
empresarial es Jesús de Polanco− decía esto: ―Al final yo creo que El País −gran
diario español− se puede definir como un intelectual colectivo‖.

El País es el intelectual colectivo que está al servicio de la sociedad española.


Tienen sus intereses económicos, tienen su línea ideológica, tienen sus
convicciones periodísticas y profesionales, cumple con todos los protocolos del
periodismo de calidad, independiente, crítico de una sociedad moderna. Pero
también es el colectivo que quiere transmitir a sus lectores, a su comunidad, una
visión inteligente, compleja y moderna de la vida… en todos los aspectos de la
vida.

El País es el colectivo que quiere hacerte más inteligente para ver los deportes y
entenderlos, más inteligente para ver la bolsa y el curso de la economía y
entenderla, más inteligente para tomar tus decisiones respecto de eso. Más

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inteligente para saber, conocer y entender cómo se mueve tu sociedad, de qué
está compuesta. Más inteligente para entender y saber cómo se mueve tu política
y que tú, a través del periódico te vuelvas un ciudadano más inteligente de lo que
eras antes de tomar el periódico.

Y esa inteligencia incluye algo que está ausente por completo de prácticamente
todos los medios mexicanos. Implica, por parte de los medios, eso que tanto
reclamamos de los políticos: una idea de país, un proyecto de país, un
compromiso con las cosas que deben ser transformadas para poder llegar a tener
ese país. Un compromiso crítico, específico, subrayado, potenciado, contra todo
aquello que estorbe el camino hacia la construcción de ese país deseado.

En México, nuestros medios hacen como que no juegan, hacen como que no
saben, hacen como que no quieren nada en especial. La frase que utilizan mucho
nuestros medios y que me empieza a resultar cada vez más molesta es: ―Nosotros
sólo somos el mensajero. Nosotros sólo somos el espejo. No nos reclamen a
nosotros la fealdad que se refleja en nuestras páginas. No es más que la fealdad
de la sociedad en que vivimos‖.

Héctor hace una breve pausa para tomar impulso y luego señalar las siguientes
frases con vehemencia.

13
¡Mentira!... ¡Mentira absoluta!... ¡Mentira de principio a fin! Cada cosa que se
publica en un periódico es la decisión intencionada de alguien. La demostración es
que cada periódico y cada medio es distinto y da en México una visión muy
distinta, tanto en la valoración de sus primeras planas, como en el enfoque de sus
primeras planas.

Esto apenas sucede en periódicos u organizaciones periodísticas maduras, como


la norteamericana o la española. Si tú vez el New York Times o el Washington
Post, de las cuatro o cinco noticias de primera plana que tienen, tres o cuatro son
las mismas. Ahora ve un periódico mexicano y vas a ver hasta qué punto esos
espejos son espejos que están inclinados por alguien a mirar lo que le interesa a
ese alguien.

Pero no basta tampoco con ser espejos. En México hay que tener… los medios
tienen que ser una fuente de pedagogía pública. Tienen que ser medios que
educan a su sociedad. ¿Por qué? Pues en particular porque tenemos una
sociedad de grandes desigualdades educativas… y los medios −en particular los
medios masivos, los medios de la televisión y de la radio− tienen que ser medios
que mejoren la inteligencia, que mejoren la información, que mejoren la calidad de
compresión de esa sociedad educativamente desigual.

En México los medios no sólo no lo hacen, sino que ni siquiera se lo plantean. Y a


mí me parece que esa es la crítica profunda que se puede hacer, la crítica
histórica, de una de las grandes ausencias que hay en la construcción de la
opinión pública y de la conciencia histórica de México, que es la ausencia de los
medios como un intelectual, como una inteligencia, una parte de la inteligencia que
debería tener la sociedad para explicarse, para informarse y para entenderse a sí
misma.

−Bueno Héctor, al escucharte no pude dejar de recordar aquel momento, hace


algunos meses, en donde platicamos por teléfono y el Observatorio de Medios de
la Universidad Iberoamericana te hizo la invitación a que planteáramos un debate
a través de Twitter respecto a unos textos muy polémicos que acababas de
publicar.

Yo quisiera que recordáramos aquella experiencia, porque me parece que si


reflexionamos sobre ese asunto, nos puede dar también la oportunidad de ver un
antes y un después en el tipo de relaciones que permite una plataforma como
Internet; pensar la comunicación de manera menos vertical, mucho más
horizontal. Y, desde luego, la participación creativa de la sociedad al través de
estas nuevas plataformas de comunicación.

14
Nosotros nos educamos, Héctor, en algo así como la prehistoria de esta época
que ahora estamos transitando… (risas) Una prehistoria donde no había celulares,
no había internet, no había Twitter, no había todo esto que hoy son instrumentos
muy importantes que tenemos a nuestro alcance. Todo eso no existía cuando tú
yo estudiamos comunicación, pero pues hemos tenido que tratar de adaptarnos a
esos cambios.

Entonces, Héctor, recordemos ese momento… aquella tarde en que te llamé para
proponerte el debate vía Twitter. En aquella conversación tú me decías: ―¿Bueno,
y todo esta reflexión sobre los medios y la violencia la tenemos que hacer en 140
caracteres? ¿Se puede plantear una reflexión seria en 140 caracteres?

Hablaron los resultados, ¿no? ¿Qué pasó con eso? ¿Qué sentiste cuando se te
presentó un desafío de esta naturaleza?

LOS MEDIOS TIENEN QUE ASUMIR UNA ACTITUD RESPONSABLE FRENTE AL


TEMA DE LA VIOLENCIA.

Bueno, Regina, a mí me interesaba mucho el tema que estábamos discutiendo


porque era mi cuestionamiento a la posición de los medios respecto a la forma de
tratar la violencia en México. Y en aquel entonces yo traía una discusión con los
medios −y la traigo todavía− a propósito de la manera en que tratan ese tema.

15
Mi postura la puedo resumir de la siguiente manera: Cada uno de los muertos
terribles de los que nos dan cuenta los medios todos los días, cada noticia sobre la
violencia brutal que registra México en estos días, que aparece en los medios, es
verdad. Cada una de esas informaciones es cierta.

Pero la imagen que se ha construido al final, la imagen de que México es un país


más peligroso que Irak, en una espiral de violencia que no tiene parangón en el
mundo, porque es uno de los países más violentos del mundo… la imagen de este
México como incendiado por una guerra, que es el resultado de la suma de esas
noticias verdaderas, esa imagen final es falsa. Entonces estamos en una paradoja.
¿Cómo hacen los medios para construir una imagen falsa, diciendo siempre la
verdad? ¿Qué ha sucedido?

Héctor hace una pausa, bebe otro sorbo de agua mineral y continúa
cuestionándose a sí mismo.

¿Por qué digo que es una imagen falsa? Porque después de toda esta espiral de
violencia brutal, irresistible para los medios, en el sentido de que no puedes dejar
de informar de ella, el número de homicidios en México por cada 100 mil
habitantes, según las cifras de la ONU, es de 11.5 homicidios por cada 100 mil
habitantes. En el año 2007 era de 8, por cada 100 mil habitantes; en 1990 eran
20, por cada 100 mil habitantes, había bajado a 8 y volvió a subir a 11.5.

Eso, 11.5, es la mitad de los homicidios que hay en Brasil; es la tercera parte de
los homicidios que hay en Colombia; es la octava parte de los homicidios que hay
en Washington y es la décima parte de los homicidios que hay en Nuevo Orleans.

16
Ahora tú dime, ¿por qué nosotros, nuestros medios, hemos construido, con estas
cifras, una imagen de México como un país mucho más violento y peligroso que
Brasil, Colombia, Washington o Nuevo Orleans?

Yo creo que hay algo serio que pensar ahí respecto a los medios, respecto de si
están o no están diciendo la verdad; respecto a si están o no están informando a
su sociedad de una manera inteligente sobre lo que pasa; respecto a si están
siendo inteligentes como el lugar en donde la sociedad se informa y piensa sobre
sí misma. Tenemos que preguntarnos si los medios no han cometido un gran
error durante estos años al enfrentar los temas de la violencia de esta manera.

A mí me podrán decir que ellos no inventan nada… y efectivamente no inventan


nada, pero yo les tengo que decir que al final, el México que ellos reflejan es un
México parcial, deformado y minoritario. Es un México falso. No porque no sean
verdad los homicidios, sino porque eso no es lo único ni lo más importante que
sucede en este país. Y estamos, todos encima de la sangre… y encima de los
homicidios… y encima de los muertos.

EL DEBATE EN TWITTER CONVOCADO POR EL OBSERVATORIO DE MEDIOS


DE LA UIA

−Bien Héctor, esto que ahora me estás diciendo lo publicaste en Milenio.


Posteriormente también estuviste en Tercer Grado debatiendo con los
participantes en el programa… y se planteó también mediante este espacio tan
especial que era Twitter.

¿Qué sucedió en ese debate de Twitter? Bueno, a mí me llamó muchísimo la


atención que… bueno, tú estabas en Puebla, había gente que estaba escribiendo
desde España, habíamos los que estábamos en la Ciudad de México… era un
Jueves Santo… un jueves de Semana Santa, y se fue sumando mucha gente.

Y se logró una interacción muy interesante, porque bueno, pues tu planteabas tu


postura, te cuestionaron bastante la situación de si las cifras podían realmente
reflejar lo que estaba sucediendo… o sea, que a pesar de que las cifras no
mostraran estos grandes índices de violencia, para la gente común y corriente
basta la cercanía con un muerto para que…

17
−Bueno, Regina, mi respuesta es que entre las cifras que indican la realidad, por
imperfectas que sean… a lo mejor no son 11, son 12 ó 13 homicidios… son 15.
Pero no son 150. Entre esas cifras que indican la realidad y la percepción de la
gente, ¿quién está?

−Los medios.

− ¿Tienen algo qué pensar?... Toda mi pregunta es: ¿Tienen algo que pensar los
medios respecto al abismo que hay entre lo que dicen las cifras de la realidad
nacional y la percepción que tienen los ciudadanos a través de los medios? ¿Hay
algo ahí qué pensar desde el punto de vista de la ética, de la verdad, de la
responsabilidad social de los medios… o no hay nada? ¿O los medios son
espejos?... ¡Los medios son espíritus puros!

−Es que también, justamente la otra parte de la reflexión ahí con los twiteros fue
esa precisamente… Esa inconformidad de muchísimos de nosotros con la calidad
de la información respecto a la violencia. Esa inconformidad con el hecho de que
los medios no estén dispuestos a asumir esta responsabilidad social. Y eso estuvo
reflejado en los planteamientos que se te hicieron.

−Y el otro tema es que los medios somos muy exigentes con la calidad, con la
transparencia, con la responsabilidad de los otros actores sociales. Le exigen a los
políticos, a los empresarios, a los deportistas… ¡cuánto no les exigimos a nuestros

18
deportistas!... Los medios somos muy exigentes con nuestros jueces, con nuestros
policías. Pero los medios casi nunca hacemos la autocrítica de los medios. Los
medios no existen en los medios, son transparentes.

Otra vez… es como si no hubiera en los medios intereses, ideología, distorsión,


opacidad, corrupción, mala fe, calumnia, difamación, mentiras. Como si los medios
fuesen espíritus puros. No hay la información plena de tirajes, de ingresos, de
auditorios, del valor comercial de las empresas, de márgenes de utilidad, de
clientes.

−Esto, Héctor es algo que debiera formar parte de una costumbre de rendir
cuentas.

−Pero si nadie… nadie puede exigir más rendir cuentas que los medios. Nos
pasamos la vida exigiendo rendición de cuentas... a todos… menos a nosotros
mismos. Creo que hay algo que pensar en esto; y algo que pensar muy serio
respecto de la profesión. Hay que dejar atrás la autocomplacencia, la idea de que
somos espejos… espejos puros de la sociedad; que no tenemos pasiones,
distorsiones, ni intereses.

Los medios tenemos que preguntarnos, con todo rigor crítico, si estamos
sirviéndole a nuestra sociedad, realmente, o estamos siendo simplemente un
factor más de confusión, de discordia, de falta de claridad hacia el futuro, de
confusión del proyecto del país que puede ser, y de desconocimiento del
verdadero país que somos.

Ahora me ha dado por decir una cosa que es una exageración, pero que no deja
de gustarme. México es un país… México es una ballena que se piensa un
ajolote… Es un país enorme, diverso, potente.

El director gerente del Banco Mundial acaba de decir que México tiene todo para
convertirse en los siguientes 30 años, en la quinta economía del mundo. ¡No lo
vemos!... Otros lo ven… ¡nosotros no lo vemos! Nosotros pensamos que es un
país chiquito, desabrido, fracasado, inepto, sangriento, corrupto. Todo eso también
es… todo eso también es, pero no es todo, ni lo más importante. Entonces yo creo
que los medios deberían empezar a volverse su propio espejo también, su propio
espejo crítico y ser menos autocomplacientes consigo mismos, más exigentes.
Exigirse… no te digo mucho… con que se exigieran una quinta parte de lo que les
exige a los otros actores políticos…

19
EL RETO DE LOS MEDIOS TRADICIONALES ES ACERCARSE A LA SOCIEDAD

−Mira Héctor. Yo creo que también, ahora que estamos reflexionando para un
público de estudiantes de comunicación, respecto a cuál es la comunicación que
el país necesita, pues habría que subrayar la necesidad de que los propios medios
se vayan adecuando a las formas de comunicación que está desarrollando la
sociedad. Porque si no, Héctor, vamos a tener unos medios cada vez más
rebasados por los mecanismos alternos que va desarrollando la propia sociedad.

Me refiero a que los medios tradicionales en este momento sí son un poder, sí son
un poder económico, pero justamente el hecho de estar todavía con un concepto
de una comunicación vertical, autoritaria, que te impone sus propios criterios, los
va alejando de la sociedad. Y si los comunicadores nos alejamos de la sociedad,
pues entonces dejamos de tener razón de ser y eso es lo que no se está
reflexionando.

En ese debate de Twitter yo recuerdo que había mucha gente que decía: ―Bueno,
los medios siguen pensando que todo lo que es sangre es morbo y vende‖. En
ciertos sectores sí, pero hay cada vez más gente que está rechazando ese tipo de
mecanismos para ―atraer‖ lectores. ¿Por qué? Porque ya nos estamos hastiando;
y porque ya ciertas partes de la sociedad están también en un ánimo en que ya no
quieren toda esa táctica de ventas que exhibe colgados, decapitados, etcétera.

20
−Lo que pasa, Regina, es que la violencia a veces se vuelve irresistible y vuelve a
derrotar, digamos, todos los hartazgos.

Pero bueno, déjame hacer un paréntesis para recordar ese intercambio de Twitter
que en efecto fue muy divertido… Déjame decir algo sobre el tema de los 140
caracteres. En realidad lo que hace esa limitación de espacio es que obliga a una
mayor concisión y a una mayor elocuencia; y yo creo que es un gran ejercicio
tratar de poner lo que sea en 140 caracteres.

Pero volviendo al tema de la violencia, la pregunta es ¿Qué vas a hacer también


cuando la violencia está ahí? Por eso señalo que son irresistibles los momentos
de violencia. ¿Qué vas a hacer cuando estás tratando de poner las cosas en su
proporción y matan al candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas? ¿Qué vas a
hacer cuando van a una fiesta y acribillan a 15 inocentes? ¿Qué vas a hacer
cuando resulta que esos que acribillaron a esos inocentes estaban presos en el
Cereso de Durango, de Gómez Palacio, y salen de ahí con armas, y con
autorización del propio Cereso, a hacer la matanza, para regresar y tener una
coartada e impunidad?

Es decir, no podemos negar que están pasando cosas muy serias y entonces…
Claro, la realidad te va ganando y te va imponiendo la narrativa de ciertos
acontecimientos. Por eso yo hago la reflexión en el largo plazo, digamos, hay que
salir también un poco del día con día y tratar de ver el conjunto del efecto de la
prensa, y empezar a hacer la autocrítica.

Ahora, volviendo al caso del Twitter… Para mí, digamos, Twitter es el instrumento
de organización política − o de organización en general− con mayor impacto
político que he visto en los últimos años. Pienso también en la campaña de
Obama y en cómo reclutó a través de Internet muchos donantes de 200 dólares,
millones de donantes de 200 dólares, en lugar de un donante de una enorme
cantidad de dólares.

En México, tuvimos también pruebas de la eficacia de las redes sociales con algo
que aquí le llamaron Internet necesario. No sé si lo recuerdas...

−Efectivamente, Héctor, un movimiento que tuvo mucho éxito…

−Yo ya había percibido la importancia de esa comunicación horizontal del Twitter


en el tema del voto nulo, del que yo fui un abierto partidario; pero en aquel
entonces no se percibió tanto la presencia del Twitter.

21
Pero lo del Internet necesario me pareció una experiencia, digamos,
comprobatoria y superior a la del voto nulo. Porque fue una experiencia que tuvo
una consecuencia política inmediata, silenciosa, quirúrgica, y de una eficacia como
no hay dos, que fue que los twiteros vieron el tema de que el impuesto a la

22
telefonía y al Internet iba a limitar el acceso e iba encarecer el uso de esta
herramienta efectivamente horizontal y democrática.

Los usuarios de Internet y de Twitter se presentaron ante un político, Carlos


Navarrete, que entonces estaba presidiendo el Senado, que no tenía idea de lo
que era esa red de ciudadanos. Se lo explicaron, lo entendió y en tiempo real supo
que ahí, sin mantas, sin sombrerazos, sin gritos, había 40 mil ciudadanos
diciéndole: ―Este impuesto no‖. Cuarenta mil ciudadanos. Además, digamos, que
son los anticipadores del futuro, los ciudadanos más tecnologizados, más en la
frontera de los instrumentos de la sociedad y del conocimiento. Y Carlos Navarrete
tomó nota… él y los otros legisladores… y echaron abajo el impuesto. No recuerdo
un movimiento político más eficaz, de consecuencias más precisas, más
quirúrgicas que Internet necesario.

Entonces ahí, tú tienes la razón, la potencialidad de eso, no sólo para la


información… (pausa para reflexionar y enfatizar los siguientes planteamientos)
pero la potencialidad para la organización ciudadana y para la presión legítima…
aunque también tiene potencialidad para la presión ilegítima, porque el
instrumento al final de cuentas es neutro, depende de quién lo use y cómo lo
use… Tiene también el otro lado. El otro lado de una sociedad twitera muy mal
educada por los medios, en el rumor, en la irresponsabilidad de difundir rumores.

−Pero eso no es exclusivo de Twitter, Héctor.

−No. Yo creo que eso se aprende en otro lado o eso se aprende en los medios,
pero…

−De repente los medios tradicionales también…

− Ahora que estuve en Reynosa. Te acuerdas del gran escándalo de la toma de


Reynosa… ¿Te acuerdas de cómo todas las redes sociales detonaron el tema de
que Reynosa estaba tomada por los narcos?

−Lo recuerdo

−Las redes sociales reportaron que Reynosa estaba tomada, que había una
balacera, que no se pasara por ahí, que había una balacera… y bloqueos. Nada
de eso… nada fue cierto.

La toma de Reynosa no existió más que en la red y eso me parece que también es
algo que habría que registrar, porque, como digo, el instrumento es muy poderoso
y te puede servir igual para construir una demanda muy potente y muy deseable, o
para construir una más de las fantasías y de los rumores que suelen construir en
nuestros medios, ¿no?

23
ESTRATEGIAS CRIMINALES DE PROPAGANDA DEL TERROR

−Un referente que no teníamos en el momento del debate en Twitter, era el abierto
reconocimiento, la conciencia sobre las estrategias de propaganda del crimen
organizado. Eso no lo conocíamos en ese momento, no era tan explícito; hoy ya
tenemos que vivir con eso. ¿Cómo vamos a hacer, Héctor, para asimilar esta
situación? Porque yo sí creo que hay un antes y un después del secuestro de los
periodistas en Durango, donde grupos del crimen organizado hicieron evidente la
intención de imponer a los medios de comunicación de alcance nacional e
internacional una agenda informativa acorde a sus intereses.

- Tenemos que aprender, Regina… Como todo, ¿no? No hay un regreso de ahí,
ese es el mundo… ese es el futuro que viene hacia nosotros. Tenemos que vivir
con eso y tenemos que aprender a utilizarlo. Y tenemos que admitir que como
todas las cosas tiene un lado inadecuado, un lado que no nos gusta, un lado que
puede ser riesgoso, pero como toda la modernidad crea destruyendo. Va trayendo
nuevos instrumentos, desplazando viejos. Los nuevos instrumentos tienen
grandes ventajas, pero también tienen grandes defectos que no ves si no en el
tiempo, con el uso, con su aclimatación efectiva en la sociedad. Pero esa es la
historia… esa es la historia.

Yo empecé escribiendo en máquinas de escribir y pasé a las computadoras.


Nunca pensé que alguna vez iba a tener la posibilidad de comunicarme con 15 mil
o 20 mil gentes a través de un mensaje que pongo en el Twitter. Nunca pensé que
alguna vez podría tener en la mano un teléfono celular.

24
Bueno, esa cámara que pones ahí y que parece una especie como de tubito y
tiene dentro una gran complejidad; una sabiduría y un conocimiento acumulado
extraordinario, una capacidad de compresión... Entonces… bueno… En eso
estamos. Estamos en el cambio dramático, y muy rápido, del mundo. Yo creo que
simplemente, hay que tratar de usar la tecnología lo mejor posible.

RECUERDOS DE UN ESTUDIANTE DE COMUNICACIÓN DE LA UNIVERSIDAD


IBEROAMERICANA.

-Bueno, Héctor, vayamos ahora a


una reflexión más personal.
Entremos, si te parece, al
territorio de los recuerdos.
Pensemos en aquel
estudiante de comunicación
que paseaba por una Ibero
que era totalmente diferente; la
universidad inclusive estaba
ubicada en otro espacio físico.

¿Qué se mantiene, Héctor, de aquellos sueños del estudiante en comunicación?


Muchas cosas han cambiado. Bueno, ya me has contado qué es lo que ha
cambiado. Cuéntame ahora qué se mantiene. ¿Cuáles son los recuerdos y qué
significan?

− Mira, Regina, se mantiene lo fundamental. Yo no sabía entonces que quería ser


escritor; que quería escribir ficción; que quería ser parte de la discusión pública.
No pensaba entonces que iba a ser historiador. Yo me hice historiador por razones
alimenticias, porque había una beca en el Colegio de México y había la
oportunidad de que gente que no había estudiado Historia optara por un puesto en
el doctorado de Historia en el Colegio de México. Pero básicamente yo pensaba
en lo mismo. No sabía muy bien cómo, ni de qué iba a escribir, ni si iba a ir a
escribir a los periódicos, a la televisión o a la radio, pero para mí las dos pasiones
básicas eran claras: Yo quería escribir y quería participar en la discusión pública.
Y eso yo creo que sí tiene que ver mucho con el espíritu mismo de la Carrera de
Comunicación.

Cuando yo entré estaba muy vivo el ―evangelio‖… esto es, el ideario del fundador
de la carrera, del padre Sánchez Villaseñor; un ideario que me parece que
conforme pasa el tiempo adquiere mayor peso y una mayor pertinencia.

25
Él lo que decía es que esa carrera debía formar gente capaz de pensar por sí
misma, gente capaz de entender el mundo que la rodea, y con acceso y dominio
de los instrumentos de la comunicación, que permitiera transmitir esa
comunicación y compartirla y volverla influyente, y volverla de peso en el
comportamiento, en el desarrollo de la sociedad. Lo decía con un sentido muy
filosófico, muy ético, de tener un mundo mejor. No tenía un componente religioso,
ni profesional, ni proselitista, sino que era realmente una idea muy humanista, muy
de un hombre con una formación humanista y con unos instrumentos de
comunicación modernos. Y yo creo que si tú revisas la historia de esa escuela
desde entonces podrías decir que Sánchez Villaseñor consiguió… o que el tiempo
le hizo justicia a Sánchez Villaseñor, con su propósito de entones.

Porque si tu revisas – aquí no hablo de las otras escuelas de comunicación, sino


sólo de la Ibero− si tú revisas la trayectoria de los egresados de esa escuela y ves
su presencia, su impacto, su capacidad de comunicar lo que han pensado, lo que
han sentido, lo que han inventado… si tú revisas esa capacidad de comunicar todo
eso a su sociedad… pues es realmente impresionante.

Héctor hace una pausa para beber un poco más de agua mineral y tomar impulso
para señalar con vehemencia:

Es realmente impresionante lo que tienes ahí de comunicadores, de cineastas, de


escritores, de grandes ejecutivos de la comunicación. Es realmente impresionante
lo que es su dominio de medios, que suponen un poder extraordinario. Y el
espíritu de modernidad y de atención al presente, a las cosas que están
sucediendo, que son la materia misma del oficio de los estudiantes y los
egresados de esta escuela.

Yo diría que Sánchez Villaseñor fue un visionario en el sentido de que lo que él


planteó se ha ido haciendo mundo, en unas proporciones que yo creo que a él ya
le hubiera dado vértigo. La primera generación de la carrera de Ciencias de la
Comunicación tuvo 14 estudiantes; para la segunda generación ya eran 25
estudiantes; de la tercera generación han de haber sido… pues quizá otros 25, y
la cuarta, que es la mía, pues creo que éramos como 50. Para ese momento
Sánchez Villaseñor ya había muerto, es decir, realmente sólo tuvieron trato y
contacto con él… yo diría que la primera y la segunda generación, no recuerdo
con exactitud. Yo por ejemplo no lo conocí y yo fui de la cuarta generación.

Entonces creo que sería interesante volver a leer… a mí me gustaría volver a leer
cuál era su planteamiento, porque creo que vuelve a ser pertinente este tema de la
responsabilidad de los medios y de su papel en la sociedad moderna y en
particular en la sociedad mexicana.

26
Yo creo que puede ser inspirador volver a esa visión del comunicador con un
ethos, con una ética, con una idea de hacia dónde es conveniente inducir el
desarrollo de una sociedad: Hacia qué valores, hacia qué solidaridades, hacia qué
tipo de transformación, de equidad, de desarrollo. Sigue siendo, digamos, la gran
asignatura pendiente de México, volverse el gran país que puede ser. Y esto
implica eso… implica riqueza, implica equidad, implica democracia e implica
solidaridad. Estamos en construcción de eso.

HÉCTOR AGUILAR CAMÍN Y SU RELACIÓN CON EL PODER

−Bien, Héctor. Tú has transitado de la comunicación, a la historia, a la literatura…


una gran riqueza dentro de toda tu formación; pero además, eres un intelectual
muy cercano al poder. ¿Cuáles han sido los momentos más importantes sobre tu
relación con el poder que tú podrías narrar… recordar? ¿Cuáles han sido los
momentos de tu relación con el poder sobre los que vale la pena reflexionar en
este momento? ¿Cuáles serían las posibilidades y los límites que puede tener un
intelectual que está cerca del poder, que –como tú− muchas veces tiene influencia
en la toma de decisiones fundamentales para el país?

−Influencia no es poder.

−Cercanía… estábamos hablando de la cercanía.

−Cercanía tampoco es poder. Ni estoy seguro de haber estado tan cercano del
poder.

27
Mira, Regina, la gente que está cerca del poder es la que trabaja en el poder y la
que trabaja por del poder todos los días. Tomando decisiones, discutiendo
decisiones, buscando espacios, abriéndose espacios; son los políticos
profesionales. Ellos son los profesionales del poder.

La influencia de un medio es una forma de poder. Y los medios de gran influencia


son grandes… grandes espacios de poder. Yo nunca –enfatiza-- NUNCA, he
tenido en mis manos un medio con gran influencia de poder. He trabajado siempre
en medios minoritarios, en medios de élite como la Revista Nexos, medios que
nunca han tenido una influencia que te permita decir que con eso tú eres capaz de
ejercer un poder en el sentido de imponerle a otros poderes una conducta; de retar
la decisión de otros poderes en algún sentido o inducir la toma de decisiones por
parte de otros poderes en el sentido que a ti te interesa.

Yo nunca he tenido, ni
remotamente, en mis manos, la
administración de un medio con
esa influencia que permita decir
que es un poder. Nunca he
dirigido Televisa, nunca he
dirigido TV Azteca, nunca he
dirigido un periódico nacional. Lo
más que he dirigido es una
editorial que se llama Cal y Arena,
que es una editorial pequeñita, y
la Revista Nexos, ahora por
segunda vez.

−Pero hay pequeñas revoluciones posibles y hay estas posibilidades de influencia


cuando de alguna manera te sientas a la mesa con alguien que tiene esa
capacidad de tomar decisiones. ¿Qué es lo que se puede hacer? Precisamente en
esos niveles también. Porque finalmente… tienes razón, a veces pensamos en las
grandes empresas que sí tienen estas capacidades de imponer decisiones. Pero…

−Es que eso es realmente el poder. Lo otro es fantasía de poder; lo otro es la


percepción que la gente tiene del poder.

El poder que no es capaz de inducir, impedir o condicionar decisiones no es


poder. En ese sentido yo el único poder que he ejercido es el de dirigir un

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programa de televisión de muy poco rating, que pasaba muy tarde, por la noche.
He dirigido esta revista; y el único poder que yo siento ha cruzado a través de
estos medios es el de sembrar –con otras muchas gentes, por cierto— algunas
ideas. Algunas preocupaciones de élite que al principio parecen extravagantes y
remotas o ilusorias, y que poco a poco, por alguna razón, se van volviendo un
lugar común y una especie de… digamos… una especie de lugar de paso
obligatorio para todas las gentes que quieran pensar, por ejemplo, en el espacio
público.

EVOCACIÓN DE C ARLOS PEREYRA


Un viejo y querido amigo… amigo de esta casa… amigo mío… Carlos Pereyra…
en algún momento… quizás de los años 70… de finales de los 70… o de
principios de los 80… Carlos Pereyra empezó a utilizar en esta revista, Nexos, el
término ―sociedad civil‖. Era un concepto complejo, un concepto venido de
Gramsci, que él empezó a utilizar como para decir que había algo más que los
espacios públicos capturados por el Estado; y que en la sociedad civil había algo
más que gobiernos, corporaciones empresariales y sindicales. Hoy, el término
sociedad civil casi se ha vuelto un sustituto de la palabra pueblo; ya nadie habla
hoy del pueblo, ahora se habla de la sociedad civil. La forma en que hoy se utiliza
el concepto sociedad civil no es lo que quería decir Carlos Pereyra, pero, digamos
que se acuñó de tal manera que no hay forma de evitar, en el discurso público
actual, ese término.

−Y el valor de haber vuelto más compleja la reflexión que al utilizar la palabra


pueblo, ¿no? Me refiero a la riqueza y al valor de haber planteado esa
complejidad.

L A CRISIS DE 1982, PUNTO DE QUIEBRE EN LA VIDA DEL PAÍS Y DE


AGUILAR C AMÍN

−Ahora, Regina, el otro asunto que es muy importante en mi caso personal es el


siguiente: Yo, en la crisis del año de 1982, entendí una cosa muy importante en mi
vida intelectual y en mi vida personal, entendí que el Estado, aquel Estado muy
grande, muy bofo, muy magnificado, que había llegado a ser el Estado Mexicano,
no era parte de la solución de los problemas fundamentales de México, sino que
era parte del problema. Y que había que desmontar eso y que había que abrir un
espacio de muchas mayores libertades económicas, políticas y sociales, y que el
Estado grande era en gran medida la raíz del problema, y no el principio de la
solución.

29
Y en el año 88 escribí un libro que se llama ―Después del Milagro‖, en donde
planteaba con bastante claridad todo esto que ahora estoy contando. Ahí señalaba
cómo se habían agotado ya prácticamente todas las virtudes del sistema
corporativo mexicano: las del Presidente absoluto; las del partido hegemónico; las
de las corporaciones campesinas; las de las organizaciones obreras; las de las
organizaciones empresariales. Señalaba yo también, la presencia de un nuevo
pueblo, de lo que después, como hemos dicho, se denominaría como una nueva
sociedad civil, que estaba reclamando otras cosas: Libertades económicas,
desconstrucción del Estado, democratización del poder.

Eso fue lo que quedó escrito en aquel libro de 1982, y de ahí no me he movido. No
me he movido, en el sentido de que en todo lo que yo he coincidido desde
entonces con el poder ha sido sólo en sus proyectos de modernización. En
proyectos de distintos sexenios, de distintos presidentes, proyectos que han tenido
como propósito abrir este país al mundo, abrir la economía a la competencia y a la
libertad, y a la competencia económica; a la libertad de comercio; a la libertad de
emprender; y al Estado, abrirlo también a la pluralidad y a la democracia.

Ese ha sido mi trayecto y mi relación con el poder; y he apoyado siempre que he


visto en el poder, en el gobierno, decisiones que van en ese camino. Son las que
apoyé desde el 88 y son las que apoyo hoy. No quiero, desde entonces, más
Estado grandote, corrupto, a cuenta de la justicia social. No quiero más sindicatos
no comprometidos; no quiero más tabús petroleros; no quiero más fantasías de
que Pemex es el orgullo de México. Tampoco quiero más presidentes repartiendo
los recursos públicos como si los sacara de su bolsa o le cayeran del cielo; y no
quiero más poderes fácticos quedándose con las rentas de los mexicanos.

Yo lo que quiero es un México próspero, quiero un México democrático, un México


equitativo; y eso sólo lo vamos a conseguir por la vía que nos han demostrado ya
varios países que tenemos enfrente, de los que hablamos continuamente como
que son dignos de ser imitados, pero que no imitamos; países, por ejemplo, como
España y como Chile, que lo que hicieron fue reconocer que el punto fundamental
es crear la riqueza y que no hay ningún mecanismo más eficaz para eso que el
mercado; y por tanto tenemos que tener una economía de mercado lo más libre, lo
más potente, lo más eficaz que podamos.

Y por otra parte… (pausa) desde luego que necesitas un Estado, pero un Estado
democrático, un estado eficaz, un Estado que tome de la riqueza generada un
porcentaje muy importante y convierta en políticas públicas esos recursos para
darle a la sociedad un piso de equidad parejo, lo más alto posible, y un piso de
cohesión social.

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Eso es lo que han hecho las sociedades europeas social-demócratas. Eso es lo
que México tiene que hacer. No hacer eso lo único que hace es retrasar el tiempo
en que México ha de volverse… como se volverá, de eso no cabe la menor
duda… y lo puedes leer, en las páginas finales de ´Después del Milagro´, de
1988… México se volverá el país moderno, el país próspero, el país equitativo y
democrático que puede ser… que en cierto sentido ha empezado a ser.

Sí te digo, Regina, que la diferencia ahora es que cuando yo terminé de escribir


―Después de Milagro‖, en el 88, es que yo estaba seguro de que yo iba a ver ese
país próspero, equitativo y democrático. Ahora ya no estoy muy seguro de que lo
vaya a ver yo… pero estoy seguro de que lo van a ver mis hijos; de eso sí estoy
absolutamente seguro.

−Es un país que se está construyendo… que lo estamos construyendo.

Percibo que es momento de que esta charla vaya llegando a su fin.

Te agradezco, Héctor, que hayas accedido a compartir algunas reflexiones,


algunas inquietudes, para transformar estas fechas emblemáticas en algo más
que un festejo con carros alegóricos. Es importante que los mexicanos nos demos
la oportunidad de tener una conmemoración que vaya acompañada de una
reflexión; que vaya acompañada de un ánimo de construcción.

- Eso es muy importante, Regina, reivindicar nuestra capacidad de construcción.


Lo bueno que tiene el Bicentenario es que ya terminó. Lo mejor que tiene es que
ya terminó y ya empezó el Tricentenario.

Entonces −dijo Héctor haciendo una breve pausa para buscar mi mirada
cómplice− ahora tenemos que mirar hacia atrás, pero para mirar hacia adelante,
¿ehhh?

−Así ha de ser, Héctor. Muchas gracias.

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−Así es.

− ¿Hay algo que quisieras agregar?

−No, respondió con una sonrisa. Creo que hemos abordado varios temas. Vamos
a ver qué queda. De todos modos, mándame la transcripción cuando la tengas y si
veo que faltó algo, pues se lo agrego.

EVOCACIÓN DE ANDRÉS HENESTROSA

Mientras guardaba mi equipo de video una


pregunta taladró mi mente. Cierto, como dijo
Héctor, que fue una charla muy rica. Entonces…
¿por qué esta sensación de que algo falta? ¿Qué
se me quedó en el imaginario tintero?

Llegan entonces a mi mente las palabras que


tantas veces le escuché a Andrés Henestrosa,
escritor, político, amigo oaxaqueño.

<Somos los libros que hemos leído; estamos


hechos de frases que hemos ido recogiendo en el
camino de la vida; el ser humano se enriquece con
el aprendizaje continuo.

Un buen texto, una buena conversación, no es la


que genera alguna buena respuesta, sino la que ha generado y seguirá generando
muchas buenas preguntas. Por eso yo siempre lo que pido es que lo que he dicho
le deje a algún lector una frase, una palabra… que le sirva para hacer nuevas
preguntas.

El día que yo crea que he dicho la última palabra, será el día en que ya no habré
logrado eludir a esa señora que siempre me persigue, esa señora molesta, esa
señora… la muerte>. Así, evadiendo las conclusiones, los cierres definitivos, las
verdades absolutas, Andrés Henestrosa llegó a vivir 101 años.

<La historia está en nosotros o en ninguna parte>, escribió Héctor Aguilar Camín
en el ejemplar de Nexos, de enero de 2010. Está en nuestra conciencia, en
nuestra capacidad de reflexionar sobre los tiempos que se han ido, pero también

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sobre los tiempos que nos está tocando vivir… ¡Cierto! –me digo con una sonrisa
satisfecha−, quizás faltaron y ojalá falten todavía algunas cosas por decir. Pero
esta charla en algo habrá de ayudar a construir ese México que queremos… esa
comunicación que necesitamos.

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