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GUILLERMO TORIELLO GARRIDO

ISBN: 978-9929-702-10-3
Primera edición, 2016
Colección de Ciencias Sociales
Centro de Estudios Latinoamericanos “Manuel Galich” (CELAT)
Escuela de Ciencia Política
Universidad de San Carlos de Guatemala

Diseño e impresión: Litografía Mercurio (2251 3245)

Esta es una reproducción facsimilar de la edición de Editorial Ateneo,


Caracas, 1980, para lo cual nos amparamos en la Ley de derecho de autor y
derechos conexos (Decreto No. 33-98), Título IV, Capítulo único, Artículo
66, que literalmente dice así: “Será lícito, sin autorización del titular del
derecho y sin pago de remuneración, con obligación de mencionar la
fuente y el nombre del autor de la obra utilizada, si están indicados.
d) Incluir en una obra propia, fragmentos de obras ajenas de naturaleza
escrita, sonora o audiovisual, así como obras de carácter plástico,
fotográico u otras análogas, siempre que se trate de obras ya divulgadas
y su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, con ines
docentes o de investigación”.

Queda prohibida la reproducción parcial o total del presente texto por


cualquier tipo de soporte, sin la autorización expresa del autor, quién
tiene reservados los derechos de ley correspondientes.
PROLOGO

Julio Gómez Padilla

De este nuevo libro de Guillermo Toriello Garrido po-


dría decirse, sin vacilaciones, que constituye una enér-
gica y documentada denuncia contra el imperialismo
yanqui y la burguesía agro-exportadora y subordina-
da guatemalteca que, desde la intervención mediante
mercenarios implementada por los Estados Unidos
en nuestro país en junio de 1954 (año que marca el
reciclaje de la traición y la entrega), han redoblado
los mecanismos de superexplotación y represión en
contra de obreros, campesinos, revolucionarios y pa-
triotas: han ampliado y reinado los expedientes de
pillaje monopolista de las riquezas y trabajos nacio-
nales*, con la asesoría del Departamento de Estado
y el Pentágono, el terror estatal, la actuación de los
“boinas verdes” y la actuación y genocidio de la CIA y
las bandas paramilitares del “fascismo” cipayo.

Pero asentar una cosa tan general, aunque señale


uno de los principales méritos de la obra, sería vago
y de ninguna manera suiciente: “Más de Veinte Años
de Traición”, a nuestro juicio, representa mucho más
que esto; porque en cuanto al “caso de Guatemala” y
en relación a Toriello (por cierto, uno de sus exposito-
res más positivos) lo étipo-subjetivo no puede desvin-
cularse de lo histórico-objetivo.

Queremos decir que no es nada fácil, sin caer en luga-


res comunes, prolongar un trabajo de Toriello en una
época tan crítica como la actual: tan compleja y con-
tradictoria, por llena de avances prometedores hacia el
futuro de la humanidad (Cuba, Vietnam, Angola, Etio-
pía, etcétera), de zigzagueos y de criminales retrocesos
(fascistización de Guatemala, Brasil, Chile, Uruguay,

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Argentina, etcétera). Y no es fácil la prolongación no
únicamente porque en un periodo tan turbulento y pa-
ralógico la deinitiva palabra: la voluntad irreversible
de los pueblos en contra de sus opresores y hacia una
vida genuinamente humana, no está todavía, como lo
estará antes de lo que se espera, incontrastable y mul-
titudinariamente airmada en la práctica histórica de
este submundo del subdesarrollo y la dependencia;
sino también porque las transformaciones, los progre-
sos, vaivenes y relujos de la realidad socioeconómica
y las “vías de desarrollo” o “las pruebas de fuego” que
apasionadamente se discuten en la teoría o se adoptan
sobre la marcha intuitivamente, condicionan y modi-
ican nuestras personalidades. Y siendo así, el juicio
que un proceso histórico o su análisis por otros nos
sugieren, o resulta demasiado supericial y mecánico o
adolece de subjetivismo anectótico; cuando no desata
la negación total de los Catones contemporáneos.

Me parece constructivo como cuestión previa, recor-


dar algunas airmaciones del escritor y compatriota
nuestro Luis Cardoza y Aragón (prologuista de “Tras
la Cortina del Banano”, obra anterior de Toriello) y,
al mismo tiempo, disentir radicalmente de su criterio
en cuanto al carácter de la revolución guatemateca.
La vida política de Toriello no está vinculada sobre
todo al gobierno revolucionario de Arbenz, porque sus
anteriores y destacadas actuaciones en las gestas pa-
trióticas y anti-oligárquicas de 1944/54, cabalmente
se superan y dan un salto cualitativo hacia adelante
en la X Conferencia Interamericana de la O.E.A., ce-
lebrada en Caracas en marzo de 1954. Allí, Guillermo
Toriello, como canciller de la Revolución Guatemalte-
ca* enfrentada por necesidad histórica al omnipresen-
te imperialismo norteamericano, expresó las aspira-
ciones inmediatas y más sentidas de nuestro pueblo
(reforma agraria -antifeudal-, independencia econó-
mica antiimperialista, libertad política, justicia social,
etc.) y en los años subsiguientes, sin desmentir ni un

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segundo la responsabilidad asumida como Canciller y
Presidente de la Delegación de Guatemala a la batalla
política de Caracas, fue profundizando su conciencia,
vigorizó su actitud revolucionaria, alejándose progre-
sivamente de lo meramente democrático-burgués, que
ambos, como muchos otros revolucionarios de la épo-
ca, defendíamos todavía en 1954.

La “Batalla de Guatemala” (primer libro de Torie-


llo, marzo 1955, México), antecedente de la presente
obra-denuncia, no es únicamente su obra más exten-
sa, sino su primero y más irme paso en el camino de
la revolución guatemalteca. La batalla de Guatemala es
una lid que el pueblo guatemalteco sí libró y cuya pér-
dida es explicable por la traición de ciertos jefes milita-
res,** las vacilaciones de algunos dirigentes revolucio-
narios y sobre todo (y esto hay que subrayarlo), por las
atenazantes condiciones internacionales de la “guerra
fría” de Foster Dulles, y la paranoica ola “macartista”.
“La Gloriosa Victoria” del Secretario de Estado de los
Estados Unidos y la CIA, únicamente fue la expresión
de la prepotencia casi sin contrapeso, en este Conti-
nente, del imperialismo yanqui pro- atómico, asesino
de los Rosemberg; pero también esa victoria pírrica evi-
denció la bancarrota de su política ultrarreaccionaria
y anticomunista en todo el planeta. Los más signiica-
tivos sucesos de 1954 para acá lo fueron demostrando
elocuentemente. Basta citar el triunfo y consolidación
de la revolución socialista cubana y la reacción impe-
rialista, trasunto de frustración diplomática, del neo-
fascismo en este hemisferio, freno irracional y genocida
a la marcha incontenible de los pueblos hacia formas
superiores de producción y de vida.

Por eso, sostenemos que la más acertada manera de


evaluar justamente la nueva obra de Toriello, es si-
tuarla en su contexto lógico- histórico, en el luir de
los acontecimientos de nuestros días y no dentro de
categorías absolutizantes.

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A nuestro regreso de la trinchera político-diplomática
de Caracas, Venezuela, convencidos íntimamente de
que la invasión norteamericana a nuestro país se rea-
lizaría, escribimos unas líneas en “Tribuna Popular”
el 30 de abril de 1954, tratando de situar en sus jus-
tos términos pero con todas sus limitaciones el triun-
fo de Guatemala en Caracas. Me parece procedente
reproducir aquí algunos de aquellos conceptos, pues
contribuirán a aclarar mi punto de vista en cuanto a
la signiicación y trascendencia de la obra teórica y
práctica de Toriello, entonces él como yo y muchísi-
mos otros medianos y pequeños burgueses e intelec-
tuales que apenas nos iniciábamos en la problemática
revolucionaria, todavía no un socialista. Nosotros es-
tábamos convencidos de que en Guatemala en aquel
tiempo, la tarea histórica era más limitada: enterrar
los resabios feudales y aún esclavoides, modernizan-
do al país dentro de los moldes de un capitalismo mo-
derno... ¡ ¡eso sí, con cierta “justicia social”!!

En “Tribuna Popular”, órgano del Partido Guatemalte-


co del Trabajo (PGT) argüíamos: “El éxito logrado por
Guatemala en la Décima Conferencia Interamericana,
es de tipo político y moral. Tiene raíces hondas en la
conciencia popular de este continente y del resto del
mundo; todo revolucionario lo sabe y airma así, aun-
que algunos no sepan deinir con precisión ni señalar
especíicamente los alcances del tal éxito”...

“Muy pocos creen que tal éxito ha sido en lo parti-


cular de los miembros de la Delegación que asistió a
Caracas, quienes con habilidad parlamentaria o argu-
mentos lógicos e impresionantes, lograron inclinar el
criterio y la simpatía de otras representaciones y de la
opinión pública. O creen que el acierto de Guatemala
estuvo en saber atacar...” (con hidalguía) al Goliat mo-
derno... “Nada de eso nos parece exacto”... “Nosotros
estimamos que el éxito de Guatemala ante la Décima
Conferencia Interamericana, política y moralmente,

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estaba asegurado de antemano. Podía preverse con
certeza. Expliquémonos:

“Guatemala está realizando un programa político-eco-


nómico deinido, tendiente al desarrollo integral, a la
elevación del nivel de vida del pueblo y al fortaleci-
miento de la Democracia. Está elevando los niveles
de ingreso de la población; poniendo en rendimientos
sus riquezas naturales y redistribuyendo equitativa-
mente la tierra improductiva; capitalizando la econo-
mía y sentando las bases para la industrialización del
país; rompiendo los monopolios en los transportes y
en el comercio internos y externos, en la energía hi-
droeléctrica, en los puertos, etcétera. Y esta política
de recuperación nacional, por la dinámica misma de
los hechos, afecta los grandes privilegios que se man-
tienen y enriquecen a costa de las miserias y las pri-
vaciones del pueblo. Dichos privilegios y monopolios
especialmente los extranjeros, desatan campañas de
propaganda y de calumnia contra el movimiento re-
volucionario guatemalteco y su gobierno; ensayan la
presión política y la económica, el fomento de las se-
diciones regresistas y posturas fascistoides; redactan
pastorales, organizan intervenciones y subvencionan
traidores”... “ ¡Pero el caso de Guatemala no es úni-
co ni está aislado! Todos los países insuicientemente
desarrollados que han tratado de superar sus condi-
ciones de atraso y de miseria y han procurado que
sus recursos naturales y el trabajo de sus habitantes
beneicien de preferencia a éstos; todos los países que
han luchado por relaciones comerciales internas y ex-
ternas justas, siempre se han visto atacados y calum-
niados por los intereses monopólicos y las fuerzas que
los apoyan. Y si tal es cierto”... “con el procedimiento
simple de decir la verdad: de exponer objetivamente
nuestra historia, haciendo ver a todo el mundo que el
caso es el de la Guatemala presionada por los grandes
monopolios extranjeros y los intereses políticos que
los apoyan”... “Simplemente con señalar esas verda-

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des obvias, la justicia de la causa de Guatemala tenía
que reairmarse en la conciencia de todo el mundo”...
“La Delegación de Guatemala debía relejar y relejó en
lo internacional, los esfuerzos y los ideales de un pue-
blo que está empeñado en construir un futuro mejor y
un mayor bienestar”... ( ¡ese fue el secreto de su éxito!)
(Y hasta aquí la autocita).

Todo eso (pensamos) que explica la vigencia del “Caso


de Guatemala” veinticuatro años después y la conti-
nuación actual de la lucha de nuestro pueblo por su
liberación deinitiva dentro de las condiciones de un
capitalismo subordinado, claudicante y fascistizado
(hijo putativo de la Revolución de Octubre), conduce
a la conclusión de que el movimiento revolucionario
iniciado en 1944/54 pudo ser frenado y desvirtuado
pero nunca vencido enteramente: una nueva batalla de
Guatemala, con metas políticas más profundas, se está
librando en estos momentos, ¡y esta vez será irreversi-
blemente victoriosa, a largo o quizá a plazo menor!

Ahora mismo podría repetir una por una aquellas pa-


labras de ayer, pero ¡claro!: con una conciencia más
cabal: sabiendo que hoy la historia nos plantea solu-
ciones y métodos cualitativamente superiores. Toriello
(¡basta leer sus últimas obras y la presente!) lo com-
prende así demasiado bien; asumió toda la responsa-
bilidad histórica del evento de Caracas, con excepcio-
nal coraje y consecuencia; jamás se ha estancado y
menos retrocedido. Por eso su obra no ha de juzgarse
aisladamente, sino como parte de una trayectoria de
progreso subjetivo asentado sobre los parámetros de
la realidad: a la luz de la verdad dialéctica de que el
pensamiento, por muy individual que se maniieste
aquí o allá; invariablemente es producto y relejo de
la esencia y polifacéticos aspectos del movimiento del
mundo objetivo que nos rodea. Porque creemos en este
hallazgo cientíico de la Sicología Social, desde hace
mucho rato desistimos para siempre de ampliar algu-

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na vez “La Verdad de Guatemala: Credo de América”
con la narración, sin remedio cargada de subjetivismo,
de algunas pequeñas escaramuzas conceptuales en la
Conferencia de Caracas.* (Estas desde la óptica cien-
tíicamente justa y desde el ángulo de las actitudes
fundamentales de los hombres, fácilmente se confun-
dirían con la anécdota, la seudo hazaña o el chisme).

Un enfoque consecuente y revolucionario, materialis-


ta, nos impone valorar la obra de Toriello de 1944/54
para acá, como recia denuncia y como documento
avalado por la honradez ciudadana innegable del au-
tor y por una paciente investigación, acopio y engar-
ce apasionado de datos, informes y testimonios de
primera mano, en cuanto a la agresión imperialista
desatad@ sobre nuestro inerme pueblo, que en aquel
sórdido entonces, tuvo la osadía antineocolonialista,
y democrático-burguesa de impulsar el desarrollo de
sus fuerzas productivas dentro de marcos capitalistas
pero (utópicamente): sin dependencia,* y que hoy mis-
mo se esfuerza heroicamente por sacudirse la expolia-
dora dictadura oligárquico- imperialista, militar y pro-
fascista, y por descubrir los cauces históricos concre-
tos hacia la construcción del socialismo, recurriendo
para ello incluso (a veces desesperada y torpemente:
hay que reconocerlo) a la crítica de las armas cuando
las armas racionales de la crítica y la lucha económica
y política de los oprimidos y explotados son aplasta-
das mediante las torturas, el terror, los asesinatos, el
genocidio (como en Sansirisay y Panzós) y la bestiali-
dad infrahumana de las bandas paramilitares, idea-
dos e implementados directa o indirectamente por el
imperialismo.

El presente libro de Toriello, continuación natural e


histórica de la “Batalla de Guatemala”, “¿A dónde va
Guatemala?” y “Tras la Cortina de Banano”, escri-
tas con justa ira contra el macartismo y la agresión
fascista de Foster Dulles, se inscribe en la presente

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época del tránsito del capitalismo al socialismo a es-
cala mundial, en la época de transformación de las
revoluciones democrático-burguesas y de liberación
nacional en movimientos socialistas. Se reiere a la
descarnada brutalidad imperialista descargada con la
complicidad anticomunista de las “democracias” co-
lonizadas de la OEA, sobre un pequeño pueblo cen-
troamericano que ayer simplemente buscaba superar
su atraso secular: un temerario pionero dentro de
las agresivas condiciones de la llamada “guerra fría”
cuando apenas se insinuaba la airmación decisiva
del campo socialista. Esta airmación, hoy es una ver-
dad histórica irrefutable que, para los antidialécticos
o ahistóricos, es argumento suiciente para negar su
carácter a la revolución guatemalteca de 1944/54.

La magnitud y honda signiicación de un periodo de


alumbramiento y tránsito históricos así y la pequeñez
del “caso de Guatemala” (éste, preocupación central
de las obras de Toriello), parecieran compaginarse
tan poco -salvo a nivel de ejempliicación- que, a pri-
mera vista, se podrá antojar exagerado o meramente
formal nuestro juicio laudatorio. Pero bien analizado
el asunto la conclusión resulta polarmente diferente.
Veamos.

Estamos convencidos hoy de que el movimiento social


de 1944/54 se produjo en un momento histórico en
que objetivamente resultaba ya impracticable el de-
sarrollo de una revolución democrático-burguesa de
tipo clásico: las citadas leyes del tránsito del capita-
lismo al socialismo a escala mundial y de la trans-
formación de las sublevaciones populares actuales en
saltos hacia el socialismo, conllevan la conversión de
las burguesías nacionales “subdesarrolladas” en fuer-
zas medrosas y regresivas, cuando no con marcada
vocación fascista y, ergo: ferozmente anticomunistas.

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Es ilustrativo recordar a este respecto tres casos su-
cesivos en este continente que, creemos, revelan la
acentuación de idéntica tendencia histórica: Uno, la
revolución mexicana de 1910/17 con algunos aspec-
tos socializantes, que aún logra desarrollarse por lo
menos hasta el periodo cardenalista, como revolución
democrático-burguesa y antiimperialista. Dos, la revo-
lución guatemalteca de 1944/54 que, por la dialéctica
misma de la historia, en la práctica tendía a profundi-
zarse y a avanzar más allá de los programas limitados
de los partidos burgueses que hacían gobierno, pero
que cabalmente por eso fue sofocada, invadida pre-
ventivamente por el imperialismo. Y tres, la revolución
cubana, que de democrático-burguesa se transformó
aceleradamente en socialista y que, asombrando a
quienes sostenían la invencibilidad del semidiós yan-
qui y la fatalidad de la geopolítica, heroicamente hizo
morder el polvo de la derrota al imperialismo invasor
en Playa Girón en 1961. Ello evidenció que la correla-
ción de fuerzas en el mundo había cambiado a favor
de las fuerzas progresistas.

Esto, que de tan transpartente parece un lugar común


repetirlo, no podíamos mirarlo claramente los revolu-
cionarios guatemaltecos de 1944/54 quienes, fuera del
PGT, no éramos (hay que confesarlo) más que peque-
ños burgueses más o menos radicalizados que apenas
intuíamos ¡y nebulosamente! qué era en realidad el
imperialismo. Nos parecía que este monstruo tentacu-
lar se reducía a la United Fruit Company, a la Electric
Bond and Share Company, etcétera. No podíamos en-
tender entonces que ese “buen vecino” o “buen socio”
en la terminología de Foster Dulles: “sin amigos pero
con intereses”, cuando ve amenazados sus privilegios
y oportunidades de jugosas inversiones y saqueos, re-
acciona golpeando irracionalmente, brutalmente, sin
importar que se trate del “comunista” Arbenz en Gua-
temala o del “justicialista” Perón en Argentina o del
“nacionalista” Vargas en Brasil. Ningún progreso inde-

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pendiente ni gesto realmente popular son tolerables,
menos si constituían un mal ejemplo que pudiera ser
imitado por otros pueblos: reforma agraria, código de
trabajo, organización sindical, puertos propios, desa-
rrollo con recursos nacionales, política internacional
independiente, legalización de un partido comunista...
¡De ningún modo! “¡Peligra la seguridad del continen-
te!”, máxime cuando esto último: un Partido Guate-
malteco del Trabajo (PGT), tendía a ser la vanguardia
estimulante del proceso revolucionario y mediatamente
de su conversión en algo más odiado, por profundo y
popular, por la oligarquía y sus padrinos imperialistas:
la construcción del socialismo.

Y cabalmente, por ser la guatemalteca la primera re-


volución democrático-burguesa de este siglo asixiada
preventivamente por el imperialismo (en nombre de
la “solidaridad continental”) por eso: por democráti-
co-burguesa en este lapso histórico del ocaso de la
burguesía, de la liberación de los pueblos y del enfren-
tamiento frío y caliente entre los dos campos opuestos
(capitalista y socialista), hecho que condiciona todo el
acontecer mundial ha venido a constituir una fuen-
te invaluable de experiencias revolucionarias, relejos
condicionados cavernarios y, ya sofrenada y desvir-
tuada: un campo de ensayo de represión “contrainsur-
gente”. Esto también explica por qué “el caso de Gua-
temala” lejos de perderse en el olvido o la indiferencia,
constantemente se reactualiza, se reanaliza y debate
a la luz de las nuevas situaciones que en el mundo
se van creando. De nuestro patético caso aprendieron
algo importante tanto Fidel Castro como el Che Gue-
vara, previendo las debilidades pequeñoburguesas y
profundizando a su debido tiempo la revolución cuba-
na en una línea proletaria y socialista. De él también
extrajeron lecciones los militares peruanos de Velasco
Alvarado y seguidores, ensayando, con signo opuesto,
una modernización burguesa calculada (para paliar
los desbordamientos populares), afectando apenas

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en lo indispensable las añosas y descompuestas es-
tructuras del capitalismo dependiente, y decíamos, en
este mismo laboratorio histórico: Guatemala, pueblo
admirablemente indomeñable, ha venido experimen-
tando del imperialismo en las últimas décadas sus ge-
nocidas métodos de contra- insurgencia y de paliati-
vos o disimulos “desarrollistas”, aprendidos y usados
con atroz vileza y rotundo fracaso en las ciudades y
campos del indómito Vietnam.

De tal manera que una obra como la de Toriello: “Más


de Veinte Años de Traición”, que combina el argumen-
to contundente y el dato sólido con la noticia concre-
ta, a veces interpretados con pasión difícil de aceptar
por los puritanos de la sociología; que señala sin vaci-
laciones a los traidores y asesinos a sus inspiradores
internos y externos; que alerta sin ambages con la pa-
labra hirviente contra ese poder deshumanizado, avo-
razado y sin recato alguno, que tanto puede esgrimir
hipócritamente la pacíica biblia en una mano como
la infernal bomba de neutrones en la otra, o bien es-
pecular con los terremotos y otros cataclismos pro-
vocados por los técnicos; una obra de alguien que ha
evolucionado hacia el materialismo histórico al ritmo
de los acontecimientos: que no obstante su madurez
biológica continúa siendo de pensamientos e impul-
sos jóvenes, no puede considerarse como un adicional
libro de denuncia. Es un vivo documento que merece
la atención acuciosa y la crítica constructiva de todos
los hombres progresistas. Hay que asimilar aciertos,
ainar estrategias o tácticas, reorientar posiciones, co-
rregir errores: toda tarea humana los tiene.

Para nosotros prologar un libro de Toriello ha sido do-


blemente satisfactorio. Primero, porque a través de su
lectura y su enlace con los escritos y actuaciones del
autor entre 1944/54 y hoy, hemos podido compro-
bar lo que ya dijimos y ratiicamos: Guillermo Toriello
ha dado un gran salto cualitativo, es sin duda alguna

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un hombre de su tiempo. No cualquiera, y menos con
extracción burguesa como la suya, asume una res-
ponsabilidad ( ¡y sus consecuencias!) de la magnitud
aludida, que deinitivamente lo divorcia y enfrenta a
su clase. Y segundo, porque pudimos comprobar que
nosotros, como relejo de lo acaecido en nuestra Gua-
temala y en el mundo desde nuestra frustación par-
cial en junio de 1954, también hemos avanzado otro
trecho: ahora entendemos mejor que ayer las leyes
histórico-dialécticas de esta segunda mitad del siglo

XX. Nos hemos, pues, despojado ambos de nuestros


ilusos proyectos de reforma pequeñoburguesa y de
nuestros subjetivismos y seudo heroicidades de ayer,
para colocarnos ideológicamente en la trinchera co-
lectiva de los obreros y los campesinos, al lado del
socialismo, presente parcial todavía, pero ya mañana
pleno de la humanidad y del Hombre genuino.

Cuernavaca, México Mayo de 1978

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ADVERTENCIA

Muchos de Ustedes, amables lectora o lector, antes de


entrar en las páginas de este libro, se habrán pregun-
tado el por qué del título: “Más de Veinte Años de Trai-
ción”. Es muy razonable y lógico que se planteen tal
interrogante quienes desconocen mi última obra pu-
blicada bajo el acápite: “Tras la Cortina de Banano”.*

En ella relato la historia de nuestra Revolución de Oc-


tubre durante el decenio que logró sobrevivir (1944-
1954); su carácter democrático- burgués; los ideales
que la inspiraron; su acción nacionalista y antiimperia-
lista; sus notables conquistas en los campos político,
social, económico y cultural, hasta el día en que su
proceso fue frenado por la descarada intervención de
los Estados Unidos, perpetrada el 27 de junio de 1954.

Finaliza esa obra reseñando los tres primeros años


de administración yanquimalteca (primeros de la trai-
ción antinacional), cuando el Departamento de Esta-
do, a raíz del derrocamiento del gobierno constitucio-
nal que presidía del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán,
impuso en su lugar a un lacayo del imperio, Coronel
Carlos Castillo Armas.

De junio de 1954 a la fecha han pasado más de veinte


años. Para ser exacto, veinticinco. Durante ellos, la
traición interna no ha tenido reposo. Tampoco la ha
tenido la internacional. Los iniciadores de la infamia
fueron unos militares, entonces altos jefes del Ejército
Nacional quienes gozaban de toda la conianza y com-
pañerismo del Presidente de la República, Coronel Ja-
cobo Arbenz Guzmán, a la vez, Jefe Supremo de las
Fuerzas Armadas. No obstante tales circunstancias,
ese grupúsculo castrense, cumpliendo las exigencias
de la Embajada de Estados Unidos en Gutemala, fue
el ejecutor del artero golpe de Estado que culminó con

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la caída del gobierno constitucional y la implantación
en su lugar, del primer régimen neofascista en Amé-
rica Latina.

Coludidas con esos militares desleales se hallaban las


clases más reaccionarias del país, entre ellas, la oli-
garquía: (terratenientes feudales, el clan agro-expor-
tador, un fuerte sector de la industria y el comercio
y, naturalmente, la Iglesia Católica reaccionaria). Ya
en las postrimerías de la administración del Coronel
Arbenz, buena parte de la clase media -siempre va-
cilante e impermeable a los cambios trascendentales
que puedan modiicar lo establecido- también se alió
a la conspiración contrarrevolucionaria que dirigía el
triángulo United Fruit Company - Departamento de
Estado - CIA.

De los yanquimaltecos que asaltaron el poder todo era


de esperarse. Castillo Armas y su maia estaban al
servicio incondicional del imperialismo. Eran los or-
gullosos portaestandartes de la traición interna. Mas
no podía imaginarse siquiera que los más conspicuos
dirigentes de los partidos políticos que habían ope-
rado legalmente en la República y blasonaban de su
apoyo incondicional al proceso revolucionario dieran,
a los pocos meses, el cínico cambiazo. Inmediatamen-
te salió a luz la baja condición de aquellos trapecistas,
tránsfugas y veletas. Se evidenció sobremanera su fal-
ta de convicciones revolucionarias, su carácter opor-
tunista y su deslealtad. Durante el lapso comprendido
desde la intervención yanqui hasta hoy, su pertinacia
en mantener y usufructuar posiciones políticas los
hizo acomodarse a muchos de ellos, mientras otros
-cuando se autorizó de nuevo la organización política-
se reagruparon en nuevos partidos políticos burgue-
ses, llevando a ellos la total corrupción. A tal extremo
esta conducta reprobable, que sin el más mínimo es-
crúpulo han hecho alianzas y pactos con las organiza-
ciones oiciales, contribuyendo así a los vergonzosos

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fraudes electorales y a dar a los usurpadores, visos de
ascendencia legal al poder.

De estos seudorrevolucionarios, al ver sus temores y


vacilaciones ante la agresión extranjera de 1954, el
Coronel Arbenz -en su última Junta de Gabinete- hizo
este comentario: “...ellos están como los monos aga-
rrados a las ramas de dos árboles, para ver de qué
lado se van...” ...Y yo me permito agregar: se fueron
del lado de la antipatria...

Debo dejar constancia de que el Partido Guatemalteco


del Trabajo (Partido Comunista, reconocido legalmen-
te en 1949), no llegó jamás a estar en esa condena-
ble actitud. A pesar de su inmadurez, en los primeros
-años de su existencia; de la labor de zapa de algunos
agentes provocadores incrustados en sus ilas; de los
muchos errores y serias equivocaciones de algunos de
sus miembros en la correcta aplicación cientíica del
marxismo-leninismo (algunas de las cuales aún per-
duran), su lealtad a esos principios y su consecuencia
con el desarrollo de la Revolución de Octubre, los hace
acreedores de nuestro más alto respeto.

Sus dirigentes, obligados desde 1954 a vivir en la


clandestinidad, en permanente lucha por mantener la
organización y llevar adelante sus tareas, han demos-
trado un gran valor y irmeza que raya en lo heroico.
Asediados y cercados por el Ejército y sus fuerzas re-
presivas de seguridad, así como por las organizacio-
nes paramilitares castrenses y de extrema derecha,
muchos de sus más destacados líderes han sido tor-
turados y asesinados vilmente.

Durante el régimen del fascista Coronel Enrique Pe-


ralta Azurdia, en marzo de 1966, 28 personas, en-
tre ellas altos miembros del PGT, fueron apresados
y después de torturas inenarrables, ultimados y sus
cadáveres lanzados al mar desde aviones de la Fuerza

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Aérea Nacional. En 1973, bajo el régimen criminal del
Coronel Carlos Arana Osorio (hoy también General),
otra redada que realizaron sus bandas de genocidas
en una casa de barriada, logró capturar a once per-
sonas (diez miembros del PGT y una infeliz empleada
-“sirvienta”- de dicha casa). Todos fueron asesinados,
incluyendo la infortunada empleada “...para que no
hablara...” Y bajo la satrapía de otro lamante Gene-
ral -electo por un escandaloso fraude- Kjell Laugerud
García expresidente “Constitucional” de la República),
en el mes de diciembre de 1973, se despedazó -sacán-
dole previamente los ojos- al Secretario General del
PGT, Licenciado Huberto Alvarado, intelectual desta-
cado y patriota ejemplar.

Tales hechos monstruosos (ni Pinochet se atrevió a


ultimar a Luis Corvalán, también digno Secretario del
Partido Comunista Chileno) no tuvieron la difusión y
por ello no obtuvieron la repulsa mundial que ameri-
taban. Tampoco existió una vigorosa protesta por par-
te del internacionalismo socialista, tal y como merecía
semejante asesinato.

Estoy seguro que Usted amable lectora o lector, ig-


noraba estos crímenes y desconocía también que en
Guatemala el genocidio cometido contra su pueblo
-desde 1954 hasta hoy- ya alcanzó la pavorosa cifra
de sesenta mil personas, entre muertos y desapareci-
dos.* Si sumamos todas las matanzas realizadas por
los “cristianos” regímenes fascistas de Chile, Uruguay,
Argentina, Paraguay, Bolivia, Nicaragua, El Salvador
y otros, el total no alcanza a igualar las perpetradas
en mi patria. Baste recordarles que el tremendo terre-
moto del año pasado (4 de febrero de 1976) que asoló
muchas ciudades de nuestro territorio nacional, dejó
un saldo de 23.000 muertos y que para igualar el ge-
nocidio cometido por los regímenes impuestos por los
Estados Unidos en Guatemala (1954-1977), se nece-
sitarían casi tres cataclismos de la magnitud del su-

18
frido en nuestro país... Hasta esos increíbles extremos
de barbarie ha llegado el sistema “anticomunista” que
impera en la República.

Debe aclararse naturalmente que no todos los miem-


bros del Ejército Nacional son responsables y cóm-
plices de la acción antipatriótica y antinacional, en-
treguista y criminal, a la cual ha sido arrastrada la
Institución por el grupo de altos Jefes y Oiciales que
han logrado dominar los puestos claves de las Fuer-
zas Armadas, en los últimos veintitrés años. Por el
contrario, del seno de ellas mismas han salido heroi-
cos combatientes que han ofrendado hasta la vida por
limpiar al Ejército de los bandidos con uniforme y se
han puesto del lado de la causa popular y en defensa
de la patria contra el saqueo de sus riquezas natura-
les y contra la intervención extranjera.

Los gloriosos nombres de Alejandro de León, Luis Au-


gusto Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa y de mu-
chos más, han quedado grabados en el corazón de la
ciudadanía, por haber rectiicado su posición y el haber
sido los iniciadores de la lucha armada popular. Sus
acciones guerrilleras en contra de tropas norteamerica-
nas (Boinas Verdes) y del propio Ejército Nacional (que
actúa como Ejército de ocupación de su propio país),
así como su hermosa lucha contra la injusticia social y
en defensa de la soberanía nacional, los ha hecho me-
recedores del más alto respeto y admiración.

El sacriicio de sus vidas no ha sido en vano. Otros


militares han seguido su ejemplo y cada día se suma-
rán más. Así, hombro con hombro con los civiles, en
la actualidad continúan la acción armada guerrillera
en diversos frentes, como una de las formas de la lu-
cha revolucionaria y de respuesta al sistema de vio-
lencia institucionalizada que ejercen contra el pueblo,
el régimen de turno y un sector de la oligarquía.

19
Es un deber histórico dejar constancia de la ejemplar
conducta revolucionaria de los trabajadores guatemal-
tecos. Desde la intervención yanqui en nuestra patria,
en 1954, fueron blanco feroz de la contrarrevolución:
sus organizaciones, declaradas fuera de la ley “por co-
munistas”; sus principales líderes perseguidos hasta
la muerte; sus locales y bienes, coniscados; y cientos
de obreros encarcelados y muchísimos cesados en sus
labores. Hambre, miseria, enfermedad, cárcel, tortu-
ra y asesinato, ha sido el injusto acontecer para esta
combativa clase, hoy más explotada que nunca. Pero
el imperialismo y las clases dominantes que usurpan
el poder en Guatemala, se equivocaron totalmente al
pensar que habían logrado someter y anular las aspi-
raciones y el espíritu de lucha de esta gallarda clase,
al ejercer contra ella los métodos salvajes del sistema
fascista.

De nada les ha servido a los genocidas el haberse em-


papado las manos con tanta sangre inocente y el ha-
ber llevado el luto y la desesperación a tantas familias.
Hoy, como “El Ave Fénix”, el movimiento obrero renace
de sus propias cenizas y se consolida, fortalecido por
la dramática experiencia vivida, con un espíritu mu-
cho más combativo y con la decisión inquebrantable
de lograr un cambio deinitivo de la injusta estructura
económica que los oprime y explota.

¡Con cuánta felicidad -desde el fondo del mar, a donde


su cadáver fue lanzado junto con 27 compañeros- ve
el patriota ejemplar y Secretario de la Confederación
General de Trabajadores de Guatemala, Víctor Ma-
nuel Gutiérrez, la reestructuración del movimiento la-
boral de sus hermanos!

¡Y cómo no referirnos con emoción fraternal a nues-


tros compatriotas campesinos, víctimas seculares de
la injusticia, el despojo, la explotación y la muerte!

20
Tan pronto como quedó instaurado el régimen de la
traición antinacional en 1954, después que éste de-
rogó el Decreto 900 del Congreso, el cual contenía la
justísima Ley de Reforma Agraria (que asentó en el
campo, en menos de un año, a cien mil familias cam-
pesinas), a balazos despojó de sus tierras a todos los
que las habían recibido, les quemaron los ranchos
que habitaban y se masacró a miles de ellos. Se can-
celaron todos los sindicatos campesinos y los líderes
que no cayeron en prisión o fueron ultimados, tuvie-
ron que huir del país o esconderse por años.

Cuando en 1962 se inició la lucha armada del pueblo


y años más tarde (1966-68) tomó una fuerza alar-
mante, por sus triunfos contra el Ejército Nacional,
los campesinos le brindaron un apoyo decidido en
muchas zonas. Pero una vez semianiquiladas las
guerrillas, por los Boinas Verdes yanquis y 12.000
soldados del Ejército, la venganza de las clases do-
minantes no se ha saciado hasta la fecha. Miles y
miles de campesinos han sido torturados, mutilados,
marcados con hierros candentes y luego acribillados
a tiros.* Según estadísticas publicadas cada 23 de
diciembre sobre la violencia en la República (Diario El
Gráico de Guatemala), en 1976 hubo 826 asesinatos
(reconocidos oicialmente), de los cuales el 720/o fue-
ron de campesinos.

Este bárbaro genocidio, sin paralelo actual, ni aun


en el Cono Sur, donde el imperialismo ha entroniza-
do a otro grupo de verdugos de sus pueblos, no ha
logrado intimidarlos. Aunque analfabetos en un 80%
y carentes de una verdadera conciencia política sa-
ben, sin embargo, por intuición y elemental sentido
de autodefensa, que los guerrilleros y el PGT son sus
únicos amigos; de los primeros piensan que son su
brazo armado justiciero y les prestan toda ayuda; por
el PGT saben y comprenden que deben aliarse con los
obreros, sus hermanos también explotados y que sólo

21
unidos podrán librarse de la ignominia de un régimen
canalla como el que impera en la nación y que los
mantiene sumidos en la miseria y en la desesperación.

¡También su líder máximo Bernardo Castillo Flores,


quien fuera Secretario de la Confederación Nacional
Campesina -sacriicado en el citado grupo de los 28
desaparecidos- contempla el vigoroso resurgimien-
to de la lucha de sus compañeros, en un plano más
combativo y organizado, y piensa que no está lejano el
día en que vuelvan a formar su nueva Confederación!

La Universidad de San Carlos de Guatemala, que es-


pecialmente durante la última década, se ha visto más
asediada y bajo constante amenaza de intervención
por los enemigos de la inteligencia que gobiernan el
país, ha tenido una actitud de dignidad y excepcional
posición combativa frente a los desmanes de los re-
gímenes yanquimaltecos y los sectores reaccionarios
que los apoyan.

En el seno de esta tricentenaria y benemérita Insti-


tución Académica, sobre todo en estos últimos años,
sus autoridades, maestros y estudiantes (a pesar de
que han sido iniltrados o inluenciados por agentes
provocadores de la CIA -ultra derecha y ultra izquier-
da- y por otros grupos de las clases dominantes), han
tenido la gallardía, el patriotismo y el valor de actuar,
como un todo, en defensa de la soberanía nacional y
del lado de las justas demandas populares.

Ni las constantes amenazas, ni los atentados, ni los


crímenes cometidos en contra de tantos estudiantes
y de algunos de sus maestros y altas autoridades,*
los ha hecho retroceder. Por el contrario, todos esos
ataques los han compactado y fortalecido en su jus-
ta y heroica lucha. Como egresado de esa Alta Casa
de Estudios, me siento orgulloso de la digna posición
adoptada por sus autoridades, maestros y estudian-

22
tes frente a la escalada fascista del régimen gobernan-
te, en defensa de la autonomía universitaria y de la
soberanía nacional.

En cuanto a la agresión internacional cometida contra


Guatemala en 1954 por los Estados Unidos y los go-
biernos lacayos de Honduras, El Salvador, Nicaragua,
Costa Rica y República Dominicana, en mis libros an-
teriores he demostrado documentalmente que aquella
arbitraria e injustiicable intervención, constituyó una
cínica y lagrande violación de todas las normas del
derecho internacional y de los tratados e instrumen-
tos jurídicos vigentes (Carta de la ONU, Carta de la
OEA, Tratado de Río, etcétera), de los cuales los paí-
ses agresores y Guatemala eran signatarios.*

He caliicado tal agresión internacional de “traición”


porque en rigor de verdad, lo fue. Guatemala, desde
el inicio de la revolución de 1944, se empeñó en man-
tener y lo realizaba sinceramente, las más amistosas
relaciones con todos los países de la tierra. Excepción
hecha de Nicaragua y República Dominicana, cuyos
sátrapas gobernantes le fueron hostiles desde un
principio; con Centroamérica sus lazos eran fraternos.

De ahí que la baja acción de tipo lacayuno de esos go-


biernos, al confabularse con los Estados Unidos para
darle a nuestra patria una puñalada por la espalda,
sin otro motivo que la obediencia ciega a los mandatos
del imperio, no merece otro caliicativo. Traición no
tan sólo contra el pueblo de Guatemala, sino contra
sus propios pueblos que eran solidarios de la lucha
desigual, heroica y patriótica que realizaba el gobier-
no de Jacobo Arbenz en defensa de la soberanía na-
cional y de la dignidad de toda nuestra América frente
a los aviesos ines del imperialismo.

¿Y cómo designar a la artera actitud de los Estados


Unidos? ¿No fue una gran traición de la entonces

23
nación más poderosa del planeta, volcar toda su in-
luencia y sus medios en favor de tres desacredita-
dos monopolios yanquis y para mantener sus injustos
privilegios, aplastar un movimiento democrático y pa-
triótico que realizaba una pequeña nación indefensa
e inofensiva? ¿No fue una descarada traición a los ca-
careados principios de respeto a la autodeterminación
de otros pueblos enunciados por el Presidente Eisen-
hower el 16 de abril de 1953: “El derecho de cualquier
nación a formar un gobierno y un sistema económico
de su propia selección, es inalienable” y “El intento de
cualquier nación de dictar a otras naciones su forma
de gobierno, es indefensible”...? ¿Y no tiene todos los
visos de una gran traición el que Estados Unidos haya
engañado al mundo entero airmando que se trataba
de erradicar en Guatemala un grave “peligro comunis-
ta” cuando en realidad perseguía apoderarse -como lo
ha hecho- de toda la economía y de los recursos natu-
rales de nuestro país?

Y airmo que la “traición internacional” no ha teni-


do solución de continuidad, porque la agresión im-
perialista contra Guatemala sigue viento en popa. La
masacre de los guatemaltecos ha sido dirigida, tecni-
icada y fomentada por el imperialismo. Y no obstan-
te la “doctrina Carter” de hipócrita protección a los
“derechos humanos”, la ayuda y el decidido apoyo al
régimen fascista que Estados Unidos entronizó desde
1954 para saquear nuestras riquezas nacionales, no
ha variado un ápice.

En este nuevo ensayo demostraré, también documen-


talmente, de qué modo la economía guatemalteca ha
caído deinitivamente en las garras de las transnacio-
nales imperiales, acción que han logrado los Estados
Unidos mediante la sumisión absoluta a su servicio
del “Ejército Nacional” y el control deinitivo sobre los
gobiernos títeres que han impuesto y manipulado du-
rante más de dos décadas.

24
Abro pues, las ventanas de mi patria para que las lec-
toras o lectores puedan asomarse a ella y sean testi-
gos del drama que vive nuestro pueblo bajo el sistema
de violencia y terror fascista impuesto y sostenido por
el imperialismo.

Desde ese mismo mirador también podrán observar


a mis compatriotas, quienes haciendo honor a su ya
probada vocación libertaria, no se rinden ni claudican
frente a sus enemigos internos y externos. Presencia-
rán cómo luchan día a día, gallarda y heroicamente,
en las calles de las ciudades, en las fábricas, en las
escuelas, en las universidades, en los barrancos y en
todos los ámbitos de la República, contra la opresión
y la violencia oicial del sistema fascista imperante.

Esa cruenta batalla de nuestro pueblo es el más claro


testimonio de su alto espíritu combativo y demostra-
ción de su capacidad organizativa que avanza acelera-
damente hacia el logro total de la unidad de todas las
fuerzas democráticas y revolucionarias, único medio
para alcanzar el triunfo deinitivo del pueblo contra
sus opresores.

25
CAPITULO I

LA VITRINA LUMINOSA

En mis libros anteriores ya mencionados, quedó ple-


namente establecido -por medio de documentos oi-
ciales irrefutablesque los Estados Unidos, violando las
más elementales normas del Derecho Internacional,
intervino y agredió violentamente a Guatemala con el
único in, no de erradicar -como falsamente quiso jus-
tiicarlo y lo propaló en todo el mundo- un supuesto e
inexistente peligro “comunista”, sino de instaurar un
régimen colonial a su exclusivo servicio.

También se ha expuesto detalladamente en dichas


obras, cómo el Departamento de Estado de aquella
nación, en cínica connivencia con la Agencia Central
de Inteligencia (CIA) y con su Embajada acreditada en
nuestra patria, después de gobernar “detrás del tro-
no”, institucionalizar la violencia y el terror, establecer
el primer sistema fascista en el Continente, decidieron
y ordenaron la eliminación física del yanquimalteco
Coronel Carlos Castillo Armas, de quien se habían
servido como “hombre de paja”, pero cuya maniiesta
ineptitud y la corrupción administrativa de su régi-
men espurio, les resultaba un serio escollo para llevar
adelante los planes imperiales de dominación integral
de Guatemala.

Dentro del referido lapso, además de gobernar mo-


viendo los hilos de sus títeres y la maquinaria lacayu-
na de los sectores de la “iniciativa privada” y de las
clases más reaccionarias del país, los Estados unidos
se habían quitado, de una vez por todas, la hipócrita
máscara de “defensores de la civilización cristiana” y
el “mundo libre” y dejaban al descubierto su temible
rostro de piratas internacionales. Se hizo evidente la

27
ambición de extender y prolongar indeinidamente el
control que ya ejercían sobre toda la nación. Su si-
guiente paso era obvio: debían caer en sus manos to-
dos los demás recursos y riquezas naturales, de tal
forma, que sus avorazados inversionistas no encon-
traran en el futuro ningún valladar que les impidiera
el dominio absoluto y total de nuestra economía.

Recordemos que de toda nuestra América, sólo Gua-


temala, con su admirable revolución democráticobur-
guesa (1944-1954), había logrado librarse del yugo
imperial durante ese histórico periodo. Revolución
admirable y ejemplar -si se toma en cuenta la correla-
ción de fuerzas de entonces y que se llevó a cabo du-
rante la “Guerra Fría”- por sus proyecciones interna-
cionales, especialmente latinoamericanas, donde sin
disputa constituyó la vanguardia de un movimiento
emancipador, antiimperialista, patriótico, nacionalis-
ta y defensor de los recursos y riquezas naturales a
los cuales tienen derecho nuestros países, en ejercicio
legítimo de la soberanía nacional.

Esa “osadía” de la revolución guatemalteca, de haberse


enfrentado al imperio, era imperdonable para la Admi-
nistración del Presidente Dwight Eisenhower y sobre
todo para su canalla vicepresidente, Richard Nixon
quien inmediatamente después del derrocamiento del
gobierno constitucional del Coronel Arbenz, y la impo-
sición del régimen lacayo de Castillo Armas, se apre-
suró a declarar: “...el objetivo del Presidente Castillo
Armas, `de hacer más por el pueblo en dos años que
todo lo que los Comunistas fueron capaces de hacer
en una década’ es muy importante. Esta es la prime-
ra vez en la historia en que un gobierno Comunista,
ha sido remplazado por uno libre. El mundo entero
está observando quién hace mejor el trabajo. Si Casti-
llo Armas realiza su meta, el Comunismo recibirá un
golpe demoledor, del cual nunca podrá recuperarse
en las Américas”.* Para que el grupo de vendepatrias

28
impuestos por el Departamento de Estado, cumpliera
esa meta soñada por Washington, era indispensable
que la Administración del inescrupuloso binomio Ei-
senhower-Nixon, le diera todos los elementos necesa-
rios, en especial, económicos para que no fracasara,
ya que en caso contrario, sería el “hazme reír” del es-
fuerzo anticomunista estadounidense.

Los “geniales” estrategas políticos yanquis aconseja-


ron a su gobierno que además de prestarle a los regí-
menes impuestos toda la ayuda económica (a Castillo
Armas, antes de su asesinato le había dado cien mi-
llones de dólares), era indispensable crear una ima-
gen especial de la nueva Guatemala “liberada”, que
fuera muy diferente a las pobres condiciones en que
se hallaban las otras naciones de Centroamérica. Se
le debería convertir en una “vitrina luminosa” donde
se pudieran exhibir las más altas virtudes de la libre
empresa y de la nueva democracia vertical (tipo fas-
cista) que fuera un ejemplo extraordinario, no sólo
para América Latina, sino para el “mundo libre”. Así
éste podría constatar lo que signiicaba la “liberación”
de un pueblo de las garras del “comunismo interna-
cional” y la acción benefactora de los Estados Unidos
realizada con “la mejor buena fe y en forma desinte-
resada”.

Debe tenerse presente que durante los tres primeros


años que gobernó Castillo Armas, a pesar de las nu-
merosas inyecciones de ayuda económica y de todo
tipo, suministradas por los Estados Unidos, éste no
pudo alcanzar ninguno de tales objetivos, tanto por
la incapacidad de los administradores, como por la
corrupción que carcomía al sistema. Apenas pudo so-
brevivir ese vergonzoso periodo inicial.

La preocupación de los imperialistas no tenía límites.


No podían permitirse el lujo de que sus minuciosos
planes de presentar a Guatemala como un modelo

29
de bondades “anticomunistas”, pudieran fracasar.
Mucho menos iban a tolerar la pérdida de las sumas
invertidas con ese in y, sobre todo, no alcanzar sus
propósitos de dominación integral del país. Sin em-
bargo, no perdían la esperanza de llevar adelante sus
torvos designios mediante el cumplimiento del plan
de sus estrategas, el cual consistía en esencia en la
realización de tres puntos que consideraban funda-
mentales y determinantes: 1° la sumisión y control
total del Ejército Nacional; 2° la imposición y someti-
miento absoluto de los próximos gobiernos; y 3° el im-
plantamiento deinitivo del sistema fascista iniciado
con Castillo Armas, institucionalizando la violencia y
el terror en todos los ámbitos de la República.

Una vez tomada esa decisión y seguros de llevarla a


la práctica, los Estados Unidos se sintieron tranqui-
los. Sólo así, ejerciendo esa amorosa “pax america-
na” lograrían la aluencia de sus “generosos” inver-
sionistas, base esencial para la consecución de sus
objetivos de dominio económico y para el acelerado
desarrollo capitalista dependiente de Guatemala, na-
turalmente, no en beneicio de las grandes mayorías
muertas de hambre de nuestro país, pero sí de las
compañías transnacionales estadounidenses y de la
minoría de guatemaltecos que integran la clase domi-
nante, quien, sin lugar a duda, les prestaría todo su
concurso incondicional y lacayuno.

30
CAPITULO II

DOMINIO Y CONTROL SOBRE EL “EJÉRCITO


NACIONAL”

Breve historia del Ejército

Hacer la historia del Ejército Nacional de Guatemala,


sería una tarea ajena a los propósitos de este ensa-
yo. Empero, se hace indispensable -para información
de los lectores- una brevísima referencia de algunos
antecedentes que sirvieron de base a su estructura
actual, con el propósito de que se pueda comprender
fácilmente la infortunada posición a que ha sido ori-
llado desde hace más de dos décadas, por un grupo de
militares de alto rango, antipatriotas y entreguistas;
posición que implica una absoluta contradicción con
los altos intereses nacionales y con los nobles ines
que debería desempeñar en defensa de la soberanía
y de los legítimos derechos del pueblo guatemalteco a
una vida digna, democrática e independiente.

Antes de 1871 en que se llevó a cabo la histórica e


importantísima revolución liberal, encabezada por
los Generales Miguel García Granados y Justo Rui-
no Barrios, no existía en Guatemala un ejército pro-
fesional. Los alzamientos y las luchas armadas intes-
tinas se organizaban con grupos de campesinos indí-
genas, mestizos y algunos elementos de la pequeña
burguesía, dirigidos por “caudillos” que sustentaban
banderas patrióticas o eran movidos a veces, sólo por
ambiciones personales. Los gobiernos integraban sus
tropas con iguales elementos de combate, y a veces se
lanzaban con ellos, aun hasta la seria empresa de una
guerra internacional con los países vecinos de Centro-
américa. Los soldados eran reclutados casi siempre
en calidad de mercenarios y se dio el caso de que, en

31
los conlictos internos, después de haber peleado en
un bando, meses después combatieran en el bando
opuesto, esto según la importancia de la remunera-
ción económica que se les ofreciera.

Entre las reformas realizadas por el General Barrios,


una de ellas fue en 1873 la creación de la academia
militar, que desde entonces se designó con el nombre
de Escuela Politécnica. Necesitaba una fuerza militar
tecniicada y con formación estrictamente castrense
para consolidar la Revolución Liberal y llevarla a toda
Centroamérica. Sólo así podría, además, remplazar el
poder de la Iglesia Católica a la cual, de un tajo, había
separado del Estado, en una de las decisiones más im-
portantes tomadas durante su gobierno. Le era impera-
tivo también ejercer un absoluto dominio sobre las ne-
fastas fuerzas conservadoras, aliadas de aquella iglesia
y que conjuntamente, por 30 años, habían dominado la
República, oponiéndose subversivamente a los cambios
fundamentales que realizaba la revolución liberal.

Con ese mismo in estableció el servicio militar obliga-


torio. Las clases dominantes y la pequeña burguesía,
desde entonces, han evadido sistemáticamente el cum-
plimiento de esta disposición; lo más que han aceptado
“los señoritos” ha sido recibir la instrucción militar los
domingos y días festivos: en parques y campos depor-
tivos. Los altos jefes militares encargados del cumpli-
miento de dicho servicio militar, se han hecho “los de
la vista gorda”, no tan sólo por el respeto a la oligar-
quía, sino por el temor de darles instrucción castrense
y armas, que en un momento dado podrían causarle
al Ejército problemas serios. En cambio los infelices
campesinos no han podido escapar de prestarlo. Me-
diante reclutamientos forzosos han sido y son llevados
a los cuarteles, dejando abandonados a sus familias y
pequeños cultivos. Los militares alegan que les hacen
un bien, pues se les enseña a leer y escribir, se les
dan normas básicas de higiene, ventajas que más tar-

32
de, trasladan a sus comunidades. Pero lo que ocultan
es el desquiciamiento que la separación forzosa y por
dos años, causa en el seno de las familias, fuera de la
lesión a sus mínimos patrimonios. Lo más grave es que
se les enseña, ahora más que nunca, a matar a sus
hermanos y a todos aquellos que desde hace más de
veinte años a la fecha, son acusados de “comunistas”.
Y esto lo hacen por la obediencia ciega a que el soldado
está obligado ante sus Jefes, según la disciplina militar
vigente. No pueden razonar, ni pensar si sus hermanos
están en una lucha justa por ellos y por la patria. “Ya
se les dio la orden y hay que cumplirla, so pena de se-
rios castigos, inclusive el fusilamiento.”

Pero volvamos al General Barrios: la ilosofía liberal


que sustentaba, perseguía establecer un total laicismo
en la estructura de todas las instituciones revoluciona-
rias. Los nuevos elementos del futuro Ejército profesio-
nal que se convertirían en Jefes y Oiciales, recibieron
esa clase de ideología tan importante para aquella épo-
ca. La Escuela Politécnica fue dirigida por instructores
de diversas nacionalidades, en su mayoría fueron es-
pañoles, estadounidenses y un mexicano, alternando
sus periodos de dirección con militares guatemaltecos.
Los estudiantes adquirieron conciencia de sus deberes
fundamentales de lealtad a la patria, a la Constitución
de la República de la cual, para su época, fue una de
las más avanzadas y progresistas de nuestra América,
y a las instituciones democráticas. Se les enseñó el de-
ber a la defensa de la integridad, la independencia y la
soberanía nacional y se les inculcó un alto sentido del
llamado honor militar.

Como era de esperarse, esta nueva clase no era vis-


ta con buenos ojos por los oiciales que habían sur-
gido directamente de las fuerzas armadas populares
reclutadas en la forma que ya señalamos antes, y
que se habían ganado sus grados militares a veces
en combates, o dentro del proceso de ascensos dentro

33
de la jerarquía castrense, por tiempo de servicio en
los cuarteles, sin haber asistido nunca a la Escue-
la Politécnica y careciendo, muchos de ellos, de toda
instrucción elemental. Nació así un sentimiento de ri-
validad explicable entre los dos bandos, y aunque en
algunas ocasiones alcanzó proporciones dramáticas,
generalmente “la sangre no llegó al río”, se concreta-
ba a la peyorativa designación entre los respectivos
grupos de: Oiciales de “escuela” y Oiciales de “línea”.
Pugna que ha perdurado hasta nuestros días.

No obstante que las administraciones liberales actua-


ron en forma progresista desde 1871 a 1899, desde
este año hasta el de 1944, cambiaron totalmente de
rumbo, actuando en forma antinacional y antipatrió-
tica. Entronizaron en la República las más terribles
tiranías y dictaduras contra el pueblo, con el in de
merecer el apoyo incondicional de los Estados Unidos,
país al que permitieron la desenfrenada y arbitraria
instalación de sus monopolios imperiales.

Durante ese periodo el Ejército Nacional estuvo al


servicio de aquellas tiranías y de dichos monopolios.
Su acción fue más que todo, de caracter policíaco y
represivo contra la ciudadanía. De nada había servi-
do su tecniicación, ni las enseñanzas recibidas en la
Escuela Politécnica. Naturalmente no todos los mili-
tares actuaron así. Hubo muy honrosas excepciones
que sacriicaron hasta su vida al luchar valerosamen-
te contra aquellas satrapías y por salvar el honor del
ejército. De los Cadetes de la Escuela Politécnica salió
el gesto heroico de atacar y dar muerte al torvo tirano
de los 22 años, Licenciado Manuel Estrada Cabrera,
quien se hizo designar: “Benemérito de la Patria y de-
fensor de la juventud estudiosa”. El atentado, perpe-
trado el día 20 de abril de 1908, cuando el sátrapa
visitaba dicha Escuela, fracasó. La terrible venganza
de Cabrera llegó al extremo de que, además de aniqui-
lar a toda la compañía y a muchos de sus parientes y

34
amigos, ordenó la demolición del ediicio que ocupaba
la Politécnica.

Durante las jornadas cívicas de junio de 1944, en las


que tuve el honor de participar en primera ila y que
obligaron al tirano, General Jorge Ubico, a renunciar
del poder, el Ejército Nacional estuvo en contra del
pueblo y actuó salvajemente en contra de las manifes-
taciones pacíicas que realizábamos en ese entonces.
Para defender al tirano y al sistema, utilizó al escua-
drón de caballería que a sablazos atacó inclusive a
mujeres indefensas que desilaban vistiendo luto por
los caídos en esa mañana del 25 de junio; minutos
después otra compañía de infantería les salió al frente
disparando sobre ellas con saldo de muertos y heri-
dos. Algunos varones que escoltábamos el desile, sal-
vamos la vida inexplicablemente.

Un trío de militares, todos generales, asumieron el go-


bierno provisionalmente y uno de ellos, Federico Ponce
Vaides se quiso “comer el mandado”. Estando intacta
la maquinaria de represión, la siguió usando contra
el pueblo, pero éste, con el triunfo alcanzado contra
Ubico, se hallaba dispuesto a los mayores sacriicios.
Fue entonces que un pequeño grupo de militares jó-
venes, encabezados por el entonces Capitán Jacobo
Arbenz Guzmán, el Mayor Francisco Javier Arana y el
civil Jorge Toriello Garrido, quien representaba a un
sector, también de civiles, dispuestos a la lucha, los
que iniciaron la gesta del 20 de Octubre de ese mismo
año, la que hizo posible el advenimiento del proceso
revolucionario que fue recibido por el pueblo con las
mayores demostraciones de júbilo y apoyo en todos
los ámbitos de la nación.

Pueblo y soldados fraternizaron y los líderes políticos


llamaron a la institución “Ejército del Pueblo”. Duran-
te la presidencia del doctor Juan José Arévalo se trató
de concientizarlos en sus tareas, no sólo castrenses,

35
sino del más alto contenido nacionalista. Además de
considerarlos como “Ejército de la Revolución”, se les
colmó de seguridades para ellos y sus familias. Y esto
constituyó uno de los tantos errores cometidos ya que
se comenzaron a “engallar” y a pensar que constituian
una “casta privilegiada” digna de un tratamiento de
privilegio y excepción. Era imposible en pocos meses
cambiarles la mentalidad y hacerles comprender el
sentido de la revolución y su obligación de defenderla
patrióticamente. En mis libros ya citados se encuen-
tra un análisis sobre este tema en el cual señalo los
errores cometidos por los presidentes Arévalo y Arbenz
con relación al Ejército en sus respectivos periodos en
el poder. Si en Arévalo son muy explicables sus coque-
teos con las Fuerzas Armadas, dados su temperamen-
to y personal concepción “espiritualista” del proceso
revolucionario, en Arbenz se lamenta su fe ciega en
“sus compañeros de armas” que tenían bajo su con-
trol los puestos claves de mando y en su mayoría se
negaron a combatir al enemigo y se opusieron rotun-
dametne a que se armara al pueblo (como Arbenz lo
ordenó) cuando los mercenarios dirigidos, armados,
inanciados y contratados por el Pentágono y la CIA,
agredieron a nuestra patria en 1954.

Pero volvamos a los primeros meses de la revolución


de 1944. Arana encarnaba y representaba a los milita-
res de “línea” y Arbenz, a los graduados de la Escuela
Politécnica, de donde él era egresado. Los dos grupos
pugnaban por tener dentro del Ejército la supremacía
en el mando, al grado de que en la Constitución de
1945, para limar las diferencias, se creó el cargo es-
pecial de Jefe de las Fuerzas Amadas para que fuera
ocupado por Arana mientras que Arbenz fue nombra-
do por Arévalo, quien había sido electo Presidente de
la República, Ministro de la Defensa Nacional. Así se
esperaba mantener el equilibrio dentro de la oicia-
lidad de los dos grupos y acabar con la vieja pugna.
Había un tercer sector del Ejército integrado por mili-

36
tares de “línea” y de “escuela” a los cuales por razones
políticas se les había dado de baja.

Cuando el triángulo United Fruit Company - Depar-


tamento de Estado - Agencia Central de Inteligencia
(CIA), inició los numerosos complots y se llevaron a
cabo las acciones subversivas en complicidad con la
reacción interna, para derrocar al gobierno de Aréva-
lo, algunos miembros activos del Ejército y muchos de
los que se hallaban de baja, participaron activamen-
te en estas aventuras. El propio Jefe de las Fuerzas
Armadas, ya ascendido a Coronel, Francisco Javier
Arana, azuzado por el Departamento de Estado y sus
cómplices, entre los cuales se hallaba el nefasto arzo-
bispo Rosell y Arellano, se rebeló, junto con un grupo
de traidores a la revolución (1949), pero la asonada
fue derrotada por el Coronel Arbenz a quien respaldó
el pueblo y un fuerte grupo del Ejército.

Durante la tiranía del General Jorge Ubico (1930-


1944), cinco directores de la Escuela Politécnica fue-
ron de nacionalidad yanqui y, naturalmente, también
lo fueron los asesores militares del Ejército Nacional.
Al desencadenarse la Segunda Guerra Mundial, aquel
sátrapa de los catorce años, permitió el establecimien-
to de bases militares de los Estados Unidos en la Re-
pública y se acantonaron en nuestro territorio más de
dos mil soldados yanquis listos para ejercer “la defen-
sa continental”.

Durante los gobiernos revolucionarios ya no hubo


más Directores extranjeros en la Politécnica y se nom-
braron guatemaltecos, las bases militares estadouni-
denses fueron canceladas, pero los asesores militares
siguieron en sus puestos. Su participación en la agre-
sión armada de junio de 1954 fue decisiva, pero más
lo fue en la labor de catequización ideológica “antico-
munista” de los jefes militares guatemaltecos, quienes
se pusieron al servicio de los intereses antinacionales.

37
Desde el momento en que Estados Unidos instauró
el régimen neocolonial (1954), una de sus principales
preocupaciones fue “ganarse” al Ejército Nacional de
Guatemala, empleando para ello, todos los medios de
que es capaz. Halagos personales a los Jefes y Oicia-
les; dotación en gran parte, gratuita, de toda clase de
equipos militares para la infantería y modernos avio-
nes de combate para la fuerza aérea. Puso in al blo-
queo económico contra la República y también al boi-
cot de suministros de repuestos para la aviación civil
que había prácticamente paralizado la operación del
transporte aéreo interno e internacional. Se aumentó
el personal de la embajada de un total de 10 miembros
estadounidenses y 18 guatemaltecos hasta 1954, a la
cantidad de 185 empleados de los cuales únicamente
35 eran nacionales. Se tuvo buen cuidado, en aque-
llos primeros días de la “liberación” de seleccionar un
alto número de elementos importantes de la CIA, cuya
principal labor fue la fundación del Comité de Defensa
contra el Comunismo, la organización de los cuerpos
investigadores y represivos de la Policía Nacional para
la institucionalización del terror y la violencia contra
el pueblo y la persecución de toda la ciudadanía. Ade-
más, dentro del personal de la Embajada se aumentó
apreciablemente el número de agregados militares y
aéreos, cuya tarea especíica sería, además de la de
tipo político, el adiestramiento de oiciales del Ejército
Nacional en el manejo de los nuevos equipos y arma-
mentos militares, así como en el de los modernos avio-
nes ya entregados en virtud de los Pactos de Ayuda
Mutua (suscritos entre ambos gobiernos).

Otro aspecto de esa política de “ganarse al Ejército”


consistía en ofrecerles invitaciones -con todos los gas-
tos pagados para que fueran a entrenarse y profesio-
nalizarse en la Escuela de las Américas en Panamá,
en la Zona estadounidense del Canal, y en Fort Ben-
ning, Georgia. Esta táctica ya la habían empleado, en
escala menor, durante los gobiernos revolucionarios.

38
Además unos pocos eran seleccionados para ir opor-
tunamente, en calidad de Agregados Militares a Was-
hington y asistir como delegados a la Junta Interame-
ricana de Defensa. Otros grupos viajaban en calidad
de estudiantes al Colegio Interamericano de Defensa,
dependencia de aquel organismo.

El objetivo primordial y de fondo de estas gratuitas in-


vitaciones consistía, y ha seguido teniendo como in,
“indoctrinar” a los participantes en la ideología anti-
comunista que imparte el Pentágono en esos centros
del imperio, y más aún, “colonizarlos” para que acep-
ten convencidos, su triste papel de lacayos de Estados
Unidos. Entre los años de 1956 a 1970, 2.080 oicia-
les guatemaltecos han sido “preparados” en esos cen-
tros. Todo ello se disfrazaba y se sigue disimulando
bajo el pretexto de uniicar los medios defensivos de
los ejércitos latinoamericanos para fortalecer la segu-
ridad de Hemisferio y para la aplicación de las estipu-
laciones del TIAR (Tratado de Asistencia Recíproca) de
Río de Janeiro, por si llegara a desatarse una agresión
extracontinental (?), por parte del “comunismo inter-
nacional”.

El impacto sufrido en el propio seno del Ejército des-


de la caída del gobierno constitucional que presidió el
Coronel Jacobo Arbenz, como ya se dijo, produjo una
escisión entre sus integrantes. Los inconformes que
eran leales al gobierno y a la Patria, les fue imposible
resignarse con la acción traicionera del puñado de Je-
fes y Oiciales que la cometió; no pudieron contener
su deseo de vindicar el honor de la Institución. Deben
recordarse los levantamientos de Cadetes y Militares
el 2 de agosto de 1954 y, meses más tarde “la rebelión
de los sargentos”. Ambas fueron aplastadas.

Después de aquellos sucesos los jefes militares arras-


traron al Ejército por los viejos caminos del oprobio.

39
Aunque algunos sectores de las’ fuerzas armadas no
participaban de esta humillante situación, la estruc-
tura de la jerarquía castrense les impedía tomar la
acción impostergable para limpiar la mancha estam-
pada sobre sus pechos y en contra de sus voluntades.
Pero nada podían hacer debido al espionaje interno y
la constante vigilancia de los jefes y oiciales incrusta-
dos en los puestos claves.

En tales condiciones, desde entonces, el Ejército se


salió del marco honorable que le había impuesto la
Constitución de 1945 y que le señalaba atribuciones
y deberes especíicos. Dejó de ser la institución apolí-
tica, no deliberante, organizada con el in esencial de
garantizar el respeto a la Constitución y a las leyes
de la República, así como el de defender la integri-
dad, la independencia y la soberanía nacional. En lu-
gar de tan altos y hermosos ines, fue convertida por
sus ambiciosos y perversos jefes, en una organización
dependiente de un poder extranjero, dirigida y mani-
pulada por los agregados y asesores militares esta-
dounidenses, garantes de los monopolios extranjeros
y de las nuevas inversiones antinacionales, defensor
de los intereses de la minoritaria clase dominante, y
transformado en un instrumento de represión contra
el pueblo guatemalteco.

Mas no vaya a pensarse que el grupo de militares que


por su traición a la patria había escalado posiciones
tan importantes en el mando del Ejército se iba a con-
formar sólo con eso. Cada uno de los integrantes as-
piraba a ser “Presidente de la República” aunque vis-
tiera la casaca de lacayo de Washington. Y así ha sido,
como lo narraremos más adelante.

Los estrategas del Pentágono ensayaron en Guatema-


la una nueva modalidad: en vez de crear el fementido
Ejército Continental -al cual se oponían con dignidad
varios países- les era mucho más fácil entronizar a

40
las oligarquías militares y de esta manera tendrían
“perros de presa” para la defensa sacrosanta de sus
intereses y monopolios.

La experiencia del “caso de Guatemala” probó a los


Estados Unidos que tal estrategia era el acierto más
grande para su política de dominación continental, y
veinte años más tarde la pusieron en práctica en todo
el Cono sur al instalar en la región los actuales regí-
menes fascistas, incondicionales del imperialismo.

Sería muy difícil, tal y como dijimos al principio de


este capítulo, tocar en tan corto espacio muchos otros
puntos relativos a la historia pasada y presente del
Ejército Nacional guatemalteco, pero antes de inali-
zar este sumario debo apuntar lo siguiente:

Quede bien claro que dentro de la institución castren-


se existen serias contradicciones y luchas intestinas
por las diferentes tendencias ideológicas de sus inte-
grantes, su extracción de clase y la natural inluencia
del contexto social que las rodea. Así como durante
los gobiernos de la Revolución de Octubre (1944 a
1954) prevaleció el sector juvenil y de tendencia de-
mocrática, es un hecho comprobado que a partir de
los últimos meses del gobierno del Coronel Jacobo
Arbenz Guzmán, el grupo de traidores militares apo-
yados por la Embajada yanqui fueron minando la ins-
titución, atemorizando a los vacilantes y “engallando”
a los reaccionarios de la derecha con la falsa propa-
ganda del “peligro comunista”, hasta lograr quitarle
el apoyo al Presidente Arbenz -cuando más lo necesi-
tó- en el momento de la agresión imperialista armada,
no sólo negándose dichos sectores militares, como era
su ineludible deber, a pelear contra los mercenarios
invasores y las quintacolumnas que los acuerpaban
(salvo las excepciones honrosas, entre otros militares
dignos, del Coronel Terencio Guillén, Gobernador de
Escuintla y del Capitán César Augusto Silva Girón, en

41
Gualán), sino que se opusieron a dar armas al pueblo
cuando Arbenz se lo ordenó.

De 1954 a la fecha la camarilla de coroneles y genera-


les que han gobernado al país, todos reaccionarios, de
ultra derecha, “anticomunistas”, “cristianos”, genoci-
das, entreguistas y peculadores de alta escuela, repre-
sentan al sector más antidemocrático y siniestro que
ha manejado y manipulado a las Fuerzas Armadas en
detrimento, cada día mayor, de aquel que tuvo en la
época revolucionaria. Pero es indiscutible también, que
existe en su seno un grupo de oiciales y de militares de
alta graduación que desean una apertura democrática
y que comprenden el ingrato papel en que se ha coloca-
do a las Fuerzas Armadas por el grupúsculo reacciona-
rio que actualmente domina la Institución.

Este fenómeno de pugna interna entre los sectores


profascistas y aquellos otros que los adversan, no
puede circunscribirse al Ejército guatemalteco. Se da
en todas las latitudes de nuestra América y es posible
que a corto o largo plazo, tengan éxito en su lucha.

En nuestra Guatemala, la creciente organización del


pueblo, su combatividad y los avances constantes ha-
cia la unidad de las fuerzas democráticas y revolucio-
narias, han estimulado el movimiento antifascista den-
tro de las Fuerzas Armadas. Pero es indispensable que
haya entre los sectores progresistas y revolucionarios
organizados, un mayor acercamiento y comunicación
con los grupos antifascistas del Ejército. Los próximos
meses serán decisivos en esa tarea impostergable y
abrigamos la esperanza que también lo sea en esa lu-
cha interna por el poder que se ha desencadenado den-
tro del seno de las Fuerzas Armadas, en la cual ha de
prevalecer la tendencia democrática y ponerse al lado
de las patrióticas y justas luchas del pueblo contra los
fascistas y genocidas que han ensangrentado la nación
y la han puesto en las garras del imperialismo.

42
CAPITULO III

SUMISION DE LOS GOBIERNOS IMPUESTOS

Mercado de candidatos a Presidente

Después del asesinato del yanquimalteco Coronel


Carlos Castillo Armas, ordenado por la CIA, entre los
otros vendepatrias se desencadenó una encarnizada
lucha por el mando, en la cual participaron los más
audaces traidores del grupo cómplice de su muerte.
Todos se ofrecían a la Embajada de Estados Unidos
de manera indigna y los intermediarios exaltaban las
virtudes de los favoritos, como en aquellos desprecia-
bles mercados de esclavos de ingrata recordación. Los
amos yanquis hacían cálculos con papel y lápiz; dis-
cutían y regateaban: este no nos parece porque tiene
ideas liberales; este otro, tampoco, porque además de
ser civil es inteligente; quizás aquel otro podría inte-
resarnos porque además de tonto nos ofrece entregar-
nos “hasta los peces del mar”; en in, ya decidiremos
oportunamente...

No hago mención, por intrascendentes, de los breves


gobiernos interinos. En los primeros meses de 1958
se llamó a elecciones para Presidente de la República.
Entre los candidatos iguraba el General Miguel Ydí-
goras Fuentes, gorila viejo y artero quien en 1954 se
había ofrecido al Departamento de Estado para jefear
la agresión armada contra su patria, pero fue descar-
tado por haber escogido el Departamento, a Castillo
Armas. A pesar de tales antecedentes Ydígoras apare-
cía como candidato de la oposición (?) al continuismo
de civiles y militares “liberacionistas”. Por una serie
de contradicciones internas entre los electores, por
la equivocada estrategia de los partidos de izquierda,
aun del PGT (desde la clandestinidad), se dio la con-

43
signa de votar por él. Es posible que haya inluido en
los electores revolucionarios los ofrecimientos del Ge-
neral de que daría amnistía para todos los exiliados en
1954, y en las derechas su anuncio de que gobernaría
“con mano de acero inoxidable”. Así la oligarquía se
sentía protegida, pues recordaba que había sido iel
servidor de Ubico.

Fue electo y se puso un sueldo de 150.000.00 quetza-


les o dólares anuales y un millón de quetzales o dóla-
res extras, también anuales, para gastos conidencia-
les privados de la Presidencia.

Aunque no realizó un régimen estrictamente militar,


se valió del ejército para efectuar sangrientas repre-
siones contra el pueblo, en especial contra los secto-
res estudiantil y obrero.

Gobernó intrascendentemente. Nunca se preocupó de


la defensa de los intereses nacionales. Su táctica para
aianzarse en el poder consistió en halagar el fana-
tismo religioso haciéndole mayores concesiones a la
Iglesia Católica reaccionaria. Promovió también, en
forma escandalosa, la corrupción dentro del Ejército
y la burguesía.

Después del triunfo de la gloriosa Revolución Cuba-


na-1° de enero de 1959- que dos años antes había
iniciado el heroico grupo comandado por Fidel Castro
Ruz, los Estados Unidos decidieron destruirla. John
F. Kennedy, el falso demócrata, gobernaba el imperio
en esa época. Comprometido con Eisenhower y Nixon,
debía llevar adelante los planes de invasión de la Isla
fraguados por éstos. Sus “astutos” consejeros le hicie-
ron creer que una estrategia parecida a la que se había
empleado con Guatemala en 1954 sería efectiva para
terminar de una vez por todas, con aquella molesta
revolución. De ahí que era indispensable usar otra vez

44
a peones centroamericanos. Así escogieron a Somoza y
a Ydígoras, quienes aceptaron con alacridad.

Ydígoras, con violación de nuestra soberanía nacio-


nal, le otorgó bases a los Estados Unidos para entre-
namiento de un ejército mercenario de más de 2.000
hombres, en su mayoría “gusanos” cubanos y de otras
nacionalidades, todos bajo el mando descarado de ase-
sores militares norteamericanos. Se instalaron por un
tiempo en la inca Helvetia, en Retalhuleu, propiedad
de un tal Roberto Alejos, enriquecido a la sombra del
poder y a quien Ydígoras, entre otros pagos por “esos
servicios” lo nombró “Embajador de Malta”. Después
estas tropas fueron trasladadas a modernas instala-
ciones construidas por expertos yanquis en El Petén
(región norte del país). De allí partirían, en marzo de
1961, transportados en aviones de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos traídos directamente de Panamá, ha-
cia Nicaragua donde también barcos estadounidenses
los trasportarían hasta Playa Girón, en Cuba, para
realizar la invasión, que resultó la primera gran derro-
ta militar del imperialismo en nuestra América.

En Guatemala la simpatía popular por el éxito de la


gloriosa revolución que se desarrollaba en la Isla de
Martí, hizo que fuertes sectores populares manifes-
taran su júbilo por las calles de la ciudad Capital. Al
mismo tiempo aprovechaban para expresar su repu-
dio contra el régimen ydigorista que se hallaba impo-
sibilitado de contener el desconento nacional. Existía
un clima de inseguridad cada día más evidente y los
bombazos, los complots y las protestas estaban a la
orden del día. Para apaciguar a la burguesía, cuyo
apoyo al régimen se estaba agrietando, el taimado Ge-
neral, obedeciendo instrucciones de Washington, rom-
pió relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba.

45
Mientras tanto, dentro de las fuerzas armadas aumen-
taba el disgusto. Algunos elementos pundonorosos se
sentían ofendidos por el ambiente de corrupción que
invadía el Ejército, por la maniiesta incapacidad del
gobernante y por los abusos de los asesores militares
yanquis quienes dentro de la inca Helvetia, impedían
a los militares guatemaltecos la entrada a las instala-
ciones, usándolos simplemente de guardianes de las
alambradas que rodeaban la propiedad.*

El 13 de noviembre de 1960, ciento veinte Oiciales y


unos tres mil soldados habían acordado derrocar al
régimen y hacer una reforma sustancial en las fuerzas
armadas. Carecían de una ideología revolucionaria y
sólo pensaban en un golpe de Estado. A última hora
por delaciones y ambiciones personales, así como por
otras circunstancias, no hubo el acuerpamiento pro
metido por los sectores rebeldes en las otras insta-
laciones milita res de la República. El grupo alzado
era reducido pero bajo el mando de Alejandro de León
(comandante de la compañía de cadetes de la Escuela
Politécnica) y los tenientes Luis Turcios Lima, Marco
Antonio Yon Sosa, Rodolfo Chacón y Luis Trejo (quie-
nes más tarde, en 1962 fueron los iniciadores de las
históricas guerrillas guatemaltecas), en carros blin-
dados de los cuales se habían apoderado, se fueron
hacia Zacapa, tomaron la base militar de esa región,
se les unió la de Puerto Barrios y desde allí hicieron
un llamamiento al resto de las Fuerzas Armadas, en
particular a los grupos que habían prometido alzar-
se. La Fuerza Aérea vaciló. La intervención directa del
Embajador de los Estados Unidos al lado de Ydígoras
y las amenazas de bombardearlos con aviones traídos
de Panamá y con los pilotos mercenarios cubanos que
se hallaban en La Helvetia, los hizo desistir.

Ydígoras envió columnas de tropa contra Zacapa y


Puerto Barrios, pero lo que determinó el fracaso del

46
alzamiento fue el bombardeo aéreo hecho por pilotos
“gusanos” cubanos y yanquis estacionados en la cita-
da inca de Alejos, quienes emplearon aviones P-26 en
sus ataques. Algunos de los jefes coludidos en el golpe
y que se hallaban en la capital comenzaron a asilar-
se en las Embajadas. Alejandro de León y su grupo
de valientes oiciales, pelearon hasta lo último, pero
careciendo de aviación les fue inútil resistir y se refu-
giaron en El Salvador y Honduras.

47
48
CAPITULO IV

LA LUCHA ARMADA POPULAR REVOLUCIONARIA

Se inician las guerrillas

Ydígoras dio una sospechosa amnistía a los compro-


metidos que no llegaron a participar en la asonada y
poco a poco perdonó, aun a los alzados. De los que
habían salido del país, casi todos volvieron y hasta
se reincorporaron al Ejército, pero veintitrés jóvenes
Oiciales, rechazaron el perdón del General. Sí regre-
saron a Guatemala, vía Honduras, pero para inter-
narse en la espesa selva de la Sierra de las Minas, en
el noroeste de la República. Allí se hicieron fuertes, al
principio, bajo el mando del teniente Marco Antonio
Yon Sosa, quien al igual que sus valientes compañe-
ros: Turcios, Trejo, de León, Chacón y otros, paradó-
jicamente habían sido entrenados en las escuelas de
contrainsurgencia que los Estados Unidos tienen en
su propio territorio (Fort Gulick y Fort Bragg), y en la
zona del Canal (Escuela de las Américas), en Panamá.
De esta manera se inició el heroico movimiento gue-
rrillero de Guatemala, el cual entre los años de 1965 a
1967, fue el más importante del Continente y estuvo a
punto de tomar el poder en la República.

Ydígoras, como ya lo relatamos en páginas anterio-


res, al ceder las bases militares en nuestra nación
para el entrenamiento de los mercenarios que inva-
dirían Cuba, creyó que por ese gesto amistoso hacia
sus amos yanquis -pero antinacional y antipatrióti-
co-, lograría mayor respaldo de ellos y, sobre todo,
una abierta ayuda económica que en alguna forma
pudiera aliviar la caótica situación a que había ori-
llado al país en ese campo. Pero el imperio es duro
con sus esclavos. Los fustiga, los humilla y luego les

49
tira mendrugos. Así es que poco fue lo que obtuvo el
viejo gorilla y el descontento contra su régimen fue
creciendo.

No sólo Ydígoras se equivocaba respecto a la política


interna guatemalteca sino en la exterior. Su compli-
cidad con los Estados Unidos para hacer posible la
invasión de Cuba por Playa Girón o Bahía Cochinos
(por la calidad moral de los invasores, de los directo-
res intelectuales y de sus cómplices), resultó un fra-
caso. Al imperialismo en esa criminal acción, “le salió
el tiro por la culata”. Creyó que contra Cuba realiza-
ría otro “guatemalazo” y nunca pudo imaginar que el
gran Fidel Castro y el heroico “Che” Guevara, habían
estudiado juntos y muy bien las causas de nuestro
fracaso en 1954 contra la agresión yanqui y cambia-
ron la estructura del Ejército, transformándolo en un
ejército popular integrado por obreros, campesinos,
estudiantes y profesionales revolucionarios. Washin-
gton olvidó que en 1960 el “Che”, al saludar al Coro-
nel Arbenz que se hallaba en Cuba, dijo: “...nosotros
quisiéramos extender un especial saludo a Jacobo Ar-
benz, presidente de la primera nación que en América
Latina elevó su voz contra el colonialismo; una nación
que realizaba una valiente reforma agraria y llenaba
de esperanzas a las masas campesinas. Quisiéramos
expresarle nuestra gratitud y también a la democracia
desaparecida, por el ejemplo que nos dio y por la im-
portante experiencia que obtuvimos de las debilidades
que ese gobierno no pudo superar. Esto nos ha permi-
tido llegar a las raíces del problema y alertar a los que
tienen el poder y a los que le dan su apoyo...”

Mientras tanto el ydigorismo iba en picada. Se acen-


tuaba el malestar general debido a la angustiosa si-
tuación que vivía la nación. El grupo guerrillero de
Yon Sosa -que había tomado el nombre de “Movimien-
to Revolucionario 13 de Noviembre”había realizado
hazañas audaces en contra de instalaciones militares.

50
Buscaba alianza con los partidos pequeñoburgueses
que se ocupaban de ganar las elecciones al Congreso
y pedían a Yon Sosa un compás de espera. Pretendie-
ron también dirigir desde la capital a los guerrilleros.
En esta ocasión la alianza fracasó.

Un gran movimiento de protesta promovido por casi


todos los sectores de la ciudadanía, algo parecido a
la compactación popular que en 1944 dio al traste
con Ubico, puso al borde del despeñadero a Ydígoras.
La pertinacia en la corrupción y el fraude cometido
por el régimen en las citadas elecciones de diputados
(diciembre 1961) aglutinó en las calles de la Ciudad
a miles de manifestantes. Estas concentraciones se
recuerdan como las “Jornadas Preinsurreccionales
de marzo y abril de 1962”, donde el papel principal
lo jugó el movimiento estudiantil, fundamentalmente
los alumnos de educación media a través del Fren-
te Unido de Estudiantes Guatemaltecos Organizados
-FUEGO-, como parte de un potente movimiento de
masas y que llegó hasta la petición de renuncia del
gobernante. No fue por habilidad que el régimen se
sostuvo. Después de varios días de enfrentamientos
en la vía pública con las fuerzas represivas y de haber
paralizado el comercio y el tráico en el centro de la
ciudad, el gobierno se tambaleaba.

En lo más álgido de las manifestaciones contra la ad-


ministración en el poder, el PGT (Partido Guatemal-
teco del Trabajo) tomó la decisión de ir a la lucha ar-
mada. Pensó que las condiciones eran favorables a
este tipo de acción. Rápidamente organizó un peque-
ño grupo guerrillero formado por jóvenes militantes
y universitarios. El propósito era extender la lucha
al campo y se pensó que un “foco” en las montañas
de Concuá, Departamento de Baja Verapaz, a 80 ki-
lómetros de la capital, era un buen punto estratégi-
co. Al mando del Coronel Carlos Paz Tejada, ex jefe
de las Fuerzas Armadas de Arbenz, militar honesto y

51
de limpia trayectoria, su grupo de 23 hombres sería
acuerpado por la fuerza campesina. Infortunadamen-
te, la improvisación, el absoluto desentrenamiento de
los participantes, la falta de conocimiento del terreno,
y la ignorancia de la lengua indígena, los hizo fraca-
sar en su empresa. Avisado el Ejército de esta acción
aventurera, mandó un fuerte destacamento que rodeó
a la pequeña columna, casi desarmada, causándole 8
muertos, entre ellos, al “Patojo” el famoso amigo del
“Che” Guevara -su ex compañero de exilio en Méxi-
co-, varios heridos y prisioneros; el resto, entre ellos,
Paz Tejada, lograron salvar la vida ocultándose en los
bosques. Como más tarde en una revisión autocrítica
(1969) lo reconoció el PGT: “la ausencia de una con-
cepción clara del desarrollo de la lucha guerrillera y
de la inluencia que podía tener en la situación prein-
surrecional que entonces se vivía”, fueron las causas
de esa trágica derrota.

Ante la acción del movimiento policlasista y nacional


que estaba a punto de dar al traste con el gobierno de
Ydígoras Fuentes, éste desató una violenta represión
contra la ciudadanía y inalmente hizo varios cambios
en su gabinete para aminorar el descontento contra
su administración. Las jornadas fueron perdiendo
poco a poco su fuerza por una falta esencial de direc-
ción política y carecer de una sólida base obrera. Ya
pasado el peligro para el régimen, el Arzobispo Metro-
politano Mariano Rosell y Arellano (el Arzobispo “fru-
tero”, como lo llamaba el pueblo), apasionado partida-
rio de la intervención extranjera, tenía que defender
al gobernante, quien, como ya se explicó antes, por
razones políticas le había concedido mayores canon-
jías a la Iglesia Católica reaccionaria. He aquí la parte
de la Pastoral que el 24 de abril de 1962 publicara en
el Diario Impacto de Guatemala

“1° Es deber de todo cristiano `estar alerta y actuar


con ánimo irme para impedir que esta conspiración

52
-o sea la del comunismo internacional- contra nues-
tras mejores tradiciones, se realice’; de paso recuerda
la pena de excomunión para los católicos que coope-
ren con el partido comunista; 2°- El episcopado no
puede auspiciar formas de gobierno ni favorecer de-
terminada tendencia partidista, pero `está obligado a
defender la fe y la moral cristianas en las instituciones
y estructuras estatales y particulares’; 3°- Los católi-
cos deben cooperar urgentemente al restablecimiento
del orden público y `respetar a la autoridad legalmen-
te constituida, siempre que ésta no actúe contra los
dictados de la moral cristiana’.”

La importancia de todos esos sucesos fueron muy


aleccionadores para las fuerzas revolucionarias. Des-
de 1954 era la primera vez que habían logrado uniicar
los partidos pequeñoburgueses existentes con vastos
sectores democráticos bajo el marco de una Coordi-
nadora de Organizaciones Revolucionarias (COR) en
estrecha relación con la “CORINA” que, dentro de la
COR, representaba la alianza del PGT y las fuerzas
políticas, obreras y estudiantiles más avanzadas. No
había que perder, entonces, la esperanza de alcanzar
más victorias en el futuro. Renacía la fe en la decisión
combativa del pueblo.

Aunque el Movimiento Revolucionario 13 de Noviem-


bre (MR 13), aún seguía pensando en que sanear al
Ejército Nacional, sería la única solución al problema
del país, el PGT, como ya apuntamos, se había deci-
dido por la lucha popular armada. Ese mismo año,
en diciembre (1962), se dio el paso más importante y
revolucionario desde la intervención yanqui (1954), al
uniicarse las dos entidades en una nueva organiza-
ción que tomó el nombre de Fuerzas Armadas Rebel-
des (FAR). La dirección política la tendría el PGT y el
MR 13 se encargaría de la acción militar. Un Frente
Unico de Resistencia (FUR) se encargaría de coordi-
nar la alianza de todas las fuerzas democráticas que

53
apoyaron los gobiernos de Arévalo y Arbenz. Adelante
veremos cómo el FUR fue inoperante y las guerrillas
quedaron bastante aisladas pues el PGT más se pre-
ocupaba de hallar soluciones “democráticas” a los in-
gentes problemas con los cuales se enfrentaba en la
Capital ante la nueva situación surgida después de
las históricas jornadas.

Golpe de Estado contra Ydígoras

En el año 1966 debían celebrarse elecciones para el


cargo de Presidente de la República, pues terminaba
el régimen ydigorista. Se anunciaba que competiría,
oportunísticamente, como candidato, el ex Presidente
Juan José Arévalo Bermejo. Se tenía la certeza de que
ganaría los comicios, porque en ese entonces, aún se
le respetaba y no había sacado las uñas “anticomunis-
tas”, ni había dado totalmente el “cambiazo” a favor del
imperialismo. Ante esa perspectiva, los sectores más
reaccionarios del Ejército, presionados por la Embaja-
da norteamericana en Guatemala, le dieron a su Jefe
máximo, golpe de Estado. Ydígoras fue echado del país
en un avión. La cabeza visible del incruento suceso,
era el Coronel Enrique Peralta Azurdia (quien ocupaba
el cargo de Ministro de la Defensa de Ydígoras), acuer-
pado por todos los jefes de las zonas militares.

El nuevo régimen de facto acordó gobernar por “uka-


se”. Por tres años Peralta estableció un régimen mili-
tar retrógrado y ultraderechista. Ofreció poner orden
y terminar con la subversión en la República. Prohibió
el funcionamiento de varios partidos políticos y res-
tringió los derechos de otros. En nombre de la “demo-
cracia” también prohibió, como delito, viajar a todos
los países socialistas. Derogó la Constitución de la Re-
pública. Demagógicamente habló de realizar durante
su gobierno la “Operación Honestidad”, que resultó
una gran estafa, por carecer de los principios éticos y
morales, tanto él como sus colaboradores. Fue preci-

54
samente en las postrimerías de su régimen (después
que el Departamento de Estado, de los EE.UU., les
exigió con votar a elecciones presidenciales y emitir
previamente nueva Carta Magna), cuando para dejar
mesa limpia al sucesor, se capturó y dio muerte vio-
lenta a 28 personas, cuyos cadáveres horriblemente
torturados fueron lanzados al mar desde aviones de la
Fuerza Aérea Nacional (marzo, 1966).

Sinopsis de las FAR

Un brevísimo resumen de la historia de las FAR ayu-


dará a los lectores a comprender el movimiento gue-
rrillero guatemalteco, el cual llegó a ser el más pode-
roso y grande en el acontecer latinoamericano de esos
años.

Los tres jefes del MR 13 de Noviembre: Comandante


en Jefe, Marco Antonio Yon Sosa (“El Chino”); Coman-
dante Luis Turcios Lima y Comandante Luis Trejo Es-
quivel, encargados de llevar adelante el plan militar,
decidieron abrir tres frentes en regiones distintas.

Frente N° 1.- Bajo el mando de Yon Sosa y con el nom-


bre, primero de “Alaric Bennet” (en recuerdo de este lí-
der del sindicato de la UFCO a quien las mesnadas de
Castillo Armas le hicieron estallar una granada en la
cara, en las instalaciones de esa Compañía, en Bana-
nera) y más tarde de “Alejandro de León” (uno de los
pioneros de la lucha armada, asesinado en la Capital
por el Jefe de la Policía Judicial, Arnulfo González,
alias Siete litros), operaría en la parte nororiental de
la Sierra de las Minas, sobre el norte del lago de Iza-
bal; su jurisdicción abarcaría la población de Morales
y parte de las montañas del Mico. Su lugar- tenien-
te y compañero Rodolfo Chacón quedó encargado de
abrir un “foco” cerca de Puerto Barrios. El pequeño
grupo estaba integrado por antiguos militares miem-
bros del MR 13 obreros y campesinos. Yon Sosa se

55
encargó personalmente de adiestrarlos en escuelas de
cuadros, ayudado por sus compañeros militares. Dá-
banles cursillos de veinte días, después de los cuales
volvían a sus labores, pero ya quedaban enrolados y
como reservistas.

Frente N° 2.- Bajo el mando de Turcios, con Rigoberto


Molina como segundo (quien fue ultimado en México
en 1972) y Ricardo Ramírez “Orlando”, como respon-
sable político; los tres juntos formaban la dirección
de este frente que con el nombre de Edgar Ibarra (en
memoria de un estudiante asesinado), se instaló en la
región suroriental, también de la Sierra de las Minas
y con jurisdicción sobre parte de Izabal y Zacapa. Ini-
cialmente se componía de 21 hombres: 5 obreros de la
ciudad, 6 indígenas cakchiqueles (en la región se ha-
blaba el kekchí), 10 combatientes pequeño burgueses
(estudiantes, militares e intelectuales) y 8 militantes
de la JTG (ala juvenil del PGT). Increíble, pero cierto,
a los pocos meses este núcleo guerrillero se convir-
tió en uno de los más poderosos y políticamente más
inluyentes de nuestra América. Frente N° 3.- Bajo el
mando de Luis Trejo Esquivel, su grupo se acomodó al
sur de las montañas de La Granadilla, bastante cerca
de la ciudad de Zacapa. La composición de esta gue-
rrilla era muy compleja: unos cuantos veteranos del
MR 13 de mentalidad golpista, campesinos sin traba-
jo, ex miembros de la policía militar, algunos militan-
tes de las juventudes comunistas y lumpen de Zacapa
y otras poblaciones. Como señalaremos adelante, esta
disparidad ideológica fue causa determinante de que
no existiera entre ellos la indispensable cohesión, aun
militar, frente al enemigo. Esquivel, valeroso hombre
de armas, más que político, no se dio cuenta de ese
peligro sino cuando fue demasiado tarde.

56
Ante la fuerza indiscutible que en su conjunto iba al-
canzando en las áreas campesinas y los serios golpes
que los miembros del frente “Edgar Ibarra” comanda-
dos por Turcios, asestaba dentro de las poblaciones
bajo su jurisdicción y en la propia capital (sabotajes,
secuestros para obtener fondos destinados al sosteni-
miento de la lucha, ajusticiamientos de verdugos del
pueblo.y de militares “traidores”, así como de inque-
ros que daban trato inhumano a sus trabajadores,
ataques relámpagos a patrullas policíacas y militares,
etcétera), el Ejército Nacional evidenciaba su mani-
iesta incapacidad para poner in a la “subversión”,
como lo había prometido Peralta Azurdia. Ante esa
dura realidad el Departamento de Estado -amo y se-
ñor de los destinos guatemaltecos “liberacionistas”- se
hallaba cada día más alarmado y en estrecho contacto
con sus asesores militares y civiles (pentagon-univer-
sitas), decidieron cambiar sus estrategias para com-
batir la insurgencia.

Ya desde ines de 1960 y principios de 1961 en Gua-


temala -su nueva posesión colonial- habían iniciado
una nueva modalidad combativa, la cual con relativo
éxito, habían ensayado antes en Vietnam. En la his-
toria de América Latina era la primera vez que se iba
a experimentar este método. Se trataba de la “Acción
Cívica” de las fuerzas armadas. Tenían la convicción
de que su empleo, sería muy eicaz y esencial para
cambiar en el pueblo, especialmente en las áreas ru-
rales, la odiosa y desacreditada imagen del Ejército
Nacional, que de él se habían formado, como instru-
mento de represión y muerte, desde la intervención
yanqui en 1954.

Un grupo de asesores estadounidenses se trasladó al


país bajo la dirección del Mayor Carl Krueger, quien
se incorporó a la Misión Militar de Esados Unidos en
Guatemala. La AID -Agencia Internacional para el De-
sarrollo- inanció este nuevo tipo de operación con la

57
cantidad de cinco millones de dólares. Por supues-
to, la inalidad esencial de la tal “Acción Cívica”, era
contrarrestar en el campo el apoyo y la simpatía que
los campesinos daban a los guerrilleros, cuyos éxitos
los consideraban suyos. Con ese in, bajo el pretexto
de una piadosa “acción cívica” se dedicaron a aplicar
sistemáticamente los mismos métodos de terror, ase-
sinatos y torturas, contra aquella indefensa población
rural, que habían usado en Vietnam. Naturalmente el
programa, para publicidad nacional e internacional,
se disfrazaba con propaganda de este tipo, impresa en
grandes cartelones:

“Acción Cívica Militar: Seguridad y Progreso Obra So-


cial del Ejército de Guatemala:

“De profundo sentido humano y vastas proyecciones


nacionales es la obra social que realiza el glorioso
Ejército de Guatemala por medio del organismo de
Acción Cívica Militar, que a través de todo el territo-
rio nacional realiza una misión de suma importancia,
conforme al postulado que establece que: Acción Cí-
vica Militar signiica el empleo de los recursos de las
Fuerzas Armadas para ayudar a resolver problemas
económicos, sociales y culturales del país, dentro de
un proceso de gran trascendencia en el futuro de una
nación. Para cumplir esta misión tan grande, patrió-
tica y humanitaria, Acción Cívica Militar desarrolla
nueve programas que son: 1° Servicio Médico Militar
Asistencial; 2° Agua Potable; 3° Alfabetización; 4° Pro-
grama Nutricional; 5° Batallón de Ingenieros (que está
construyendo la gran carretera Guatemala-Petén); 6°
Organización de la Juventud; 7° Desarrollo de la Co-
munidad; 8° Ayuda en casos de desastres comunales;
y 9° Programas Culturales y Recreativos...”

“Las gráicas que ilustran esta página (el cartelón),


darán al público una idea de la vasta obra social que

58
realiza nuestro Instituto Armado, mereciendo el reco-
nocimiento y el aplauso del pueblo guatemalteco...”

Al mismo tiempo y en tanto se llevaba adelante esa


operación “acción cívica”, los Estados Unidos estable-
cían en Mariscos, Izabal, una base secreta antigue-
rrillera. Las instalaciones fueron dirigidas por cinco
miembros de las fuerzas especiales estadounidenses
que eran veteranos de la técnica de contrainsurgencia
en Laos. Para que los vecinos del lugar no sospecha-
ran nada, estos soldados hablaban perfectamente el
español y eran de origen puertorriqueño o mexicano.
El grupo fue aumentado con quince oiciales guate-
maltecos entrenados en Fort Gulick y en la Escue-
la de las Américas de la Zona del Canal de Panamá.
Todas estas acciones eran el preludio de la segunda
intervención y agresión militar abierta de los Estados
Unidos contra el pueblo de Guatemala.

Las acciones guerrilleras seguían adelante. Cosecha-


ban nuevos éxitos y frecuentemente derrotaban a los
grupos del Ejército que se enviaban para combatirla.
El respaldo popular hacia la lucha armada, cada día
era mayor. Infortunadamente entre los jefes guerrille-
ros se generó una grave pugna de carácter ideológico,
que debilitó profundamente la unidad que era indis-
pensable para el triunfo. Perdieron la perspectiva de
la situación caótica que había hecho presa al enemigo
común y no se percataban a cabalidad de que cundía
el desconcierto y la desmoralización en ciertos secto-
res del Ejército Nacional y la clase dominante.

Las Segundas FAR

Debe señalarse que las guerrillas se hallaban prác-


ticamente aisladas en sus frentes y carecían de una
comunicación indispensable con la dirección política
acordada con el PGT.

59
Yon Sosa, molesto como lo estaban los otros coman-
dantes, por la falta de suministros prometidos, se
puso en contacto con un guatemalteco trotskista:
Francisco Amado Granados. Era el agente en Guate-
mala del Buró Latinoamericano de la IV Internacional
y de inmediato accedió a la petición del “Chino” para
que le hiciera llegar un cargamento de armas que se
hallaban en el exterior. En pocas semanas cumplió el
encargo y ayudó al inanciamiento de otros embar-
ques, logrando así ganar la absoluta conianza de Yon
Sosa. Hábilmente se iniltró así, en el MR 13, el “po-
sadismo” brazo del trotskismo continental y pronto
al lado de Amado se hallaron como consejeros el ar-
gentino Adolfo Gilly y los mexicanos Felipe Galván y
Evaristo Aldana. Redactaban un periódico Revolución
Socialista que planteaba la inevitabilidad de la guerra
mundial y llamaba a los obreros a tomar las fábricas,
a los estudiantes a asaltar la Universidad, a los cam-
pesinos a ocupar todas las tierras y luego al pueblo
-así de fácil- a escalar violentamente el poder. Eran
en realidad grandes provocadores y quién sabe si no
agentes de la CIA.

Hubo otro acontecimiento que debilitó seriamente la


posición estratégica de las guerrillas. El frente No 3
(La Granadilla), fue descubierto por rastreadores del
Ejército y durante tres días consecutivos fue bom-
bardeado con cargas de Napalm y explosivos de alto
poder, desde aviones provenientes directamente de la
Zona estadounidense del Canal de Panamá. Varios
anticomunistas se rindieron, culpando a los comunis-
tas del fracaso, que en realidad obedeció más que todo
a la falta de cohesión ideológica y falta de interés revo-
lucionario en la mayoría de sus integrantes.

Ante esos hechos, Turcios, cuyo frente “Edgar Ibarra”


había alcanzado en un año de combates y acciones
exitosas contra el Ejército Nacional un prestigio muy
merecido nacional e internacionalmente, al darse

60
cuenta cabal de que el trotskismo había hecho presa
del MR 13 y del abandono en que lo tenía el PGT, les
dirigió una carta-documento (octubre de 1964) simul-
táneamente al Comité Central del PGT y a la dirección
del MR 13, espresándoles su disgusto y ijando clara-
mente su posición. Dio un plazo de dos meses para
llegar a un nuevo acuerdo, bajo amenaza de que si
no se revisaban las posiciones de esas dos entidades,
actuaría en forma autónoma.

Dentro de ese lapso, la dirección del frente “Edgar Iba-


rra” decidió enviar a Turcios a discutir con el MR 13 y
a Ricardo Ramírez, miembro del PGT a entrevistarse
con el Comité Central del Partido.

Turcíos se enfrentó, en el campamento “Las Orquí-


deas” con Yon Sosa y sus asesores trotskistas, quie-
nes le propusieron redactar en nombre de las FAR un
documento más “revolucionario”, más “izquierdista”
que se llamaría “La Declaración de las Minas”; no qui-
so irmarlo. De regreso a su cuartel general se ente-
ró que dicha declaración había sido publicada con su
nombre, por lo cual presentó su dimisión del MR 13.

Finalmente en marzo de 1965 se formaron las nue-


vas FAR (sin el MR 13), donde se juntaban en plan
de igualdad las juventudes del PGT, las “regionales”
de las FAR y la guerrilla “Edgar Ibarra”. Todas esas
fuerzas actuarían bajo la dirección del Centro provi-
sional de Dirección revolucionaria (CPDR) que a su
vez nombró una comisión ejecutiva de tres miembros:
Alvarado Monzón, secretario del Partido; Gabriel Sa-
lazar, secretario de las juventudes comunistas; y Luis
Turcios, comandante de la guerrilla.

Los Estados Unidos aumentan la presión

Los Estados Unidos estaban cada vez más preocupa-


dos por el fortalecimiento del movimiento guerrillero
guatemalteco. Presionaban fuertemente al régimen
61
de Peralta Azurdia para que les diera totalmente “ma-
nos libres” en la represión, pero éste pensaba que ese
paso era innesario ya que con la ayuda que le da-
ban en asesoría técnica, armamento, aviones, y la fe-
mentida “Acción Cívica Militar” que ellos inanciaban
y dirigían, el Ejército Nacional tendría que dar mate
a los guerrilleros. Sin embargo la presión yanqui au-
mentó drásticamente cuando el 9 de febrero de 1965
un pequeño comando guerrillero urbano del MR 13,
ajustició al jefe de la Misión Militar de los Estados
Unidos en Guatemala, Coronel Harold Houser. El MR
13 explicó en un boletín que la inalidad de ese acto
era protestar por la acción del imperialismo, tanto en
Guatemala como en Vietnam. Ante ese hecho Peralta
Azurdia quiso hacer una demostración de su eicien-
cia y ordenó un gran despliegue de fuerza militar en
las zonas guerrilleras y en la propia capital, sin lograr
mayores resultados positivos.

El día 6 de marzo de 1966, fecha límite que el Depar-


tamento de Estado había ijado a Peralta Azurdia para
poner in a su gobierno, iban a celebrarse las elec-
ciones para presidente de la República bajo la nueva
constitución política (la misma actualmente en vigor:
reaccionaria, desorbitadamente protectora de la libre
empresa” y la propiedad privada) que había sido ado-
bada e impuesta por su régimen. Los días 4 y 5 del
mismo mes, por delaciones recibidas por las autori-
dades, la policía y el Ejército se enteraron que varios
guerrilleros y dirigentes políticos de oposición se reu-
nirían en determinada zona de la capital. La rodearon
y lograron capturar a un total de veintiocho perso-
nas, dentro de las cuales se encontraban iguras de la
más noble estatura cívica, consecuencia y abnegación
revolucionaria, entre otros, Víctor Manuel Gutiérrez,
ex Secretario General de la Confederación General de
Trabajadores y Leonardo Castillo Flores, ex Secretario
General de la Federación Nacional Campesina. Todo
el grupo fue secuestrado por la policía y el ejército,

62
conducidos a uno de los cuarteles militares, interro-
gados y horriblemente torturados durante dos días,
para luego acribillarlos a balazos. Sus cuerpos fue-
ron lanzados al mar desde aviones de la Fuerza Aérea,
para que no quedara ningún rastro del genocidio.

De esta manera el régimen saciaba su venganza por


las derrotas sufridas en el campo de batalla y servía
mesa sangrienta, pero libre de obstáculos al nuevo
régimen que estaban seguros, sería también militar
(concursaban dos de ellos y un civil).

Peralta Azurdia y su clan creyeron que con esa “valien-


te hazaña” mantendrían siempre el favor y la simpatía
de sus amos yanquis, mas su vil acción les mereció
aun de ellos, el más olímpico desprecio. La vergüen-
za y la indignidad ha sido un baldón que no podrán
quitarse nunca los autores y cómplices de esta injus-
tiicable carnicería: los funcionarios militares y civiles
que ocultaron el crimen; los jefes militares del Fuerte
Matamoros que permitieron el uso de sus instalacio-
nes para el feroz asesinato; y los jefes y pilotos de la
Fuerza Aérea que llevaron los cadáveres hasta el mar
y los tiraron para que fueran pasto de los tiburones.

63
64
CAPÍTULO V

SUMISIÓN DE OTRO GOBIERNO

Los abogados del diablo

Para felicidad del Departamento de Estado, de los tres


candidatos que competían (dos militares: Coroneles
Miguel Angel Ponciano y Juan de Dios Aguilar: y un
civil: Licenciado Julio César Méndez Montenegro), este
último les pareció el más viable, en la compleja situa-
ción que afrontaban y era además, el más acomoda-
ticio. Sustituía en la candidatura a su ya muy desa-
creditado hermano Mario (de los mismos apellidos),
quien había muerto días antes en forma sospechosa,
pero oportuna, de un tiro en la cabeza. Fue postulado
por una organización política oportunista y contrarre-
volucionaria, la cual cínicamente se autodesignaba y
sigue denominándose “Partido Revolucionario”.

El lamante hermano hizo su campaña sobre falsas


promesas: amnistía a los guerrilleros y satisfacción
de ciertas demandas populares. Sorprendió la buena
fe de los sectores revolucionarios, ofreciendo que su
régimen sería el “Tercer Gobierno de la Revolución”
(los dos anteriores habían sido los de Arévalo y Ar-
benz). Mucha gente creyó ingenuamente esa propa-
ganda, pues en su juventud Méndez había partici-
pado en las lides estudiantiles contra Ubico y en la
lucha armada del 20 de octubre de 1944. Para forta-
lecer su candidatura se alió con otro oportunista, un
viejo y cimarrón periodista vocero de la reacción, Li-
cenciado Clemente Marroquín Rojas, de pluma agre-
siva y veleta, dueño de varios periódicos desde donde
defendía ferozmente a la contrarrevolución fascista y
a los regímenes de fuerza.

65
Engañadas las masas, las fuerzas de oposición demo-
cráticas y revolucionarias, así como un fuerte sector
del PGT y las guerrillas, le dieron su apoyo a esa man-
cuerna y, para desgracia de la Revolución y de la Pa-
tria, salieron victoriosos.

Aunque el Ejército Nacional se oponía a la platafor-


ma de dichos licenciados, pues ya estaban encariña-
dos con el poder, la Embajada de los Estados Unidos
intervino para que los aceptaran. El Ejército obede-
ció dócilmente con una sola condición: que Méndez
y Marroquín suscribieran un pacto con el Ejército:
el más vergonzoso que recuerda la historia, impues-
to a un Presidente “Constitucional de la República”
y a su Vicepresidente. Aceptaban lisa y llanamente
que las Fuerzas Armadas serían los amos decisorios;
les perdonaba todos los crímenes cometidos y los que
realizaran en el futuro; les garantizaba la seguridad
personal y la de sus bienes; y sobre todo: les daba
mano libre para acabar con la “subversión” en cual-
quier forma. En dos palabras, a ciencia y paciencia,
los dos “Señores Licenciados” aceptaron ser un pobre
par de “peleles constitucionales” y telón de fondo del
periodo más represivo y sangriento de la historia del
país y la América de hoy.

El pacto quedó oculto por varios años, pero el Vice-


presidente Marroquín Rojas, bien conocido por su
inescrupulosidad en las lides políticas, por diferencias
con su cómplice, lo traicionó haciendo público el do-
cumento en uno de sus periódicos, La Hora (órgano de
la oligarquía, sostenido en gran parte por ésta, con las
dádivas de políticos “liberacionistas” y con anuncios
de las empresas transnacionales yanquis), sin calcu-
lar que su actuación de periodista decidido a vender
hasta su propio pellejo, era como “tirar piedras al te-
jado ajeno, cuando el propio es de vidrio...”

66
He aquí algunos párrafos del denigrante pacto.

“PRIMERO: el ejército de Guatemala garantiza la en-


trega del Poder Público a las personas que como pre-
sidente y vicepresidente de la República proclame po-
pularmente electos el Congreso de la República; así
como la permanencia de dichas personas en el ejer-
cicio de sus cargos durante el periodo constitucional,
siempre que se cumplan las condiciones que se con-
signan en este documento.

SEGUNDO: el gobierno que se instale cumplirá y hará


cumplir estrictamente a la letra y el espíritu los artí-
culos 27 y 74 de la Constitución de la República. Asi-
mismo cumplirá y hará cumplir las demás leyes que
proscriben tanto las actividades comunistas, indivi-
duales y colectivas, como las actividades que tiendan
a fomentar esa ideología en el país, debiéndose man-
tener vigentes dichas leyes.

TERCERO: el futuro gobierno constitucional conti-


nuará la lucha contra los grupos y facciones subver-
sivos que perturban la paz y la seguridad nacionales
y en ningún caso y bajo pretexto alguno, entrará en
entendimientos o pactos con tales grupos o facciones
y dará al ejército toda la colaboración necesaria para
eliminarlos.

CUARTO: el presidente y vicepresidente constituirán


un gobierno de unidad nacional, dando participación
en el mismo a elementos capaces, aunque no perte-
nezcan al partido que los postuló, haciendo exclusión
absoluta de elementos comunistas, aines al comunis-
mo y proclives a esta ideología.

QUINTO: el gobierno constitucional respetará y pro-


tegerá la persona y los bienes de todos los funciona-
rios civiles y militares del actual régimen. En tal vir-
tud, ninguno de ellos será objeto de acción represiva

67
alguna, administrativa, judicial o de cualquier otra
índole, por los actos ejecutados con motivo de sus
funciones. El respeto y protección a que se reiere
esta cláusula, se extiende a los familiares de dichos
funcionarios.

SEXTO: el ejército continuará con la composición que


tiene el actual gobierno y mantendrá autonomía plena
a su integración, organización y administración. La
designación del ministro de la Defensa Nacional será
hecha por el Presidente de la República, a propuesta
de los otros miembros del Alto Mando del Ejército, y
el Jefe del Estado Mayor del Ejército será nombrado a
propuesta del ministro de la Defensa Nacional.

SEPTIMO: el ejército mantendrá su apoliticidad ins-


titucional y el gobierno constitucional deberá respe-
tar ese carácter y evitará toda injerencia política en el
mismo.

OCTAVO: el Congreso de la República, con anteriori-


dad a la toma de posesión del presidente y vicepresi-
dente de la República, emitirá un Decreto otorgando
amnistía por todos los actos que, en represión de acti-
vidades subversivas o conexas con ellas o en represión
de actividades tendientes a atacar, vulnerar o destruir
el sistema democrático en que se basa la vida institu-
cional de la nación, hubieran realizado miembros del
ejército o de las policías del Estado. Este Decreto será
emitido de acuerdo con proyectos redactados a satis-
facción del ejército...”

El citado humillante pacto fue escondido y aun nega-


do por mucho tiempo y, por lo tanto, no se enteraron
de él ní la ciudadanía, ni las fuerzas democráticas, ni
las FAR. Estas últimas acataron caballerosamente la
propuesta gubernativa del cese de fuego y aceptaron
de hecho la tregua. El PGT quedó a la expectativa y
el CDR (Consejo Directivo Revolucionario), publicó un

68
documento llamando a la conciliación. Toda esa acti-
tud se basaba en la buena fe y en la ingenua suposi-
ción que el nuevo gobierno llevaría adelante, como lo
había prometido, por lo menos los principios postula-
dos esenciales de la Revolución de Octubre.

Entre tanto, los Estados Unidos enviaron a Guatema-


la a sus hombres de mayor experiencia fogueados en
Vietnam, especialistas todos ellos en lucha antiguerri-
llera, es decir en el crimen, la tortura, el genocidio y la
acción en combate.

Antes de la equivocada tregua, las FAR ejercían po-


deroso dominio en Izabal, Zacapa, Chiquimula y Alta
Verapaz. En algunas poblaciones, prácticamente
convivían con las autoridades locales (hasta ese ex-
tremo llegaba su inluencia revolucionaria y el res-
paldo masivo que les daba la población rural). Esta
situación las orilló a tal imprudencia que algunos
guerrilleros regresaron a la capital y abandonaron
sencillamente sus estratégicas posiciones en el cam-
po y la montaña.

En vista de que por orden del Gobierno el Ejército,


aparentemente, también respetaba la tregua y tácti-
camente retiró sus tropas de los distintos frentes gue-
rrilleros, las FAR comenzaron a desmovilizarse, aban-
donando muchas de las más elementales precaucio-
nes, llegando al colmo de circular temerariamente por
aldeas y poblaciones. Concedían entrevistas públicas
a periodistas locales y extranjeros y hasta se dejaron
fotograiar. A ese punto llegó su buena fe (¿ingenui-
dad?) en la palabra empeñada por los gobernantes
maiosos y, también, su increíble falta de madurez.

Mas, en setiembre de 1966, Turcios Lima se dio


cuenta cabal del grave error que habían cometido al
aceptar la tregua y de la burda trampa en que habían
caído las fuerzas rebeldes y las de izquierda. Se en-

69
teró de la gran ofensiva que el Ejército estaba orga-
nizando y aceleradamente comenzó los preparativos
para la defensa. Hizo un serio y urgente llamamiento
a la unidad inmediata de todos los frentes guerrille-
ros, pero le prestaron “oídos sordos” a su alerta. Cé-
sar Montes, otro notable patriota y combatiente que
era su mano derecha y hombre de total conianza, lo
secundó y juntos se dedicaron a fortalecer sus fren-
tes de lucha.

Pocos días antes de que se iniciara la ofensiva del


Ejército, en octubre de 1966, Turcios Lima pereció en
un no bien aclarado accidente de automóvil. Aprove-
chando su estancia en la capital, donde asistió a va-
rias entrevistas clandestinas, envió su vehículo a un
taller para urgentes reparaciones. Cuando éste le fue
entregado partió esa misma noche, sin su chofer, a
quien había castigado por indisciplina mandándolo a
su casa. Es posible y casi seguro que le colocaron una
bomba de tiempo en el cofre de su Austin deportivo,
pues cuando velozmente cruzada la ciudad en compa-
ñía de una compañera de la guerrilla, una tremenda
explosión destrozó el auto incendiándolo y Turcios pe-
reció carbonizado. La compañera, seriamente herida,
logró escapar antes de que llegaran las autoridades.
Su entierro fue una demostración de consternación
popular. Más de mil personas asistieron al sepelio en-
cabezado por casi todos los jefes guerrilleros podero-
samente armados. Al pasar frente a la Escuela Poli-
técnica, de donde era egresado con el grado de sub-
teniente, el oicial de guardia, hizo que se le rindieran
honores militares a su féretro. Ya en el cementerio,
Camilo Sánchez pronunció la oración fúnebre. Gran
número de policías de la secreta, también fuertemente
armados, se hallaban presentes, pero al inal no hubo
ningún incidente.

70
Turcios Lima que ya era un héroe popular, con su la-
mentable muerte se convirtió en una igura histórica.
Sus hazañas temerarias y un insospechado valor per-
sonal, se evidenciaron más aun cuando en mayo de ese
mismo año infringió una seria derrota en Zunzapote a
numerosas tropas del Ejército Nacional, combatiendo
al frente de un puñado de sus valientes camáradas
guerrilleros. Con la muerte de ese insigne caudillo, los
expertos yanquis creyeron llegada la hora para que el
“Ejército Nacional” bajo su control, desencadenara la
ofensiva general contra los frentes de las guerrillas.

Veamos antes, cómo se había preparado al Ejército y


la Policía.

71
72
CAPITULO VI

VIETNAMIZACION DE GUATEMALA

Institucionalización de la violencia y el terror

El General yanqui William Westmoreland quien co-


mandó varios años las infames operaciones contra
el pueblo vietnamita, hizo cínicas declaraciones que
ilustran lo que harían sufrir en el futuro a los lati-
noamericanos; orgullosamente dijo que: “...Después
de seis años y cuatro millones de muertos, jugosas
‘lecciones’ y nuevas `enseñanzas’ han emergido de la
experiencia en el Vietnam, ellos están revolucionando
la estrategia en la guerra moderna”. Agregó que esas
lecciones le serían traspasadas a aquellos ejércitos la-
tinoamericanos que confrontaran similares amenazas
revolucionarias... “Que el primer paso sería enviar-
les el personal adecuado que se había fogueado en
el Vietnam”. Sólo a Guatemala, entre los años 1964
a 1.973 viajaron veinticinco agentes cuyos nombres
son: Newton B. Knox (ROCAP, 1964); Alfred Nauro-
ki (consejero en seguridad pública, 1.965); Robert E.
Zimmerman (USIA, 1966); David Jickling (consejero
en administración pública, 1966); Lucille E. Martin,
F.R. Worthen y Dudley Burris (respectivamente: asis-
tente en administración, ingeniero y consejero en se-
guridad pública; los tres en 1967); Richard A. Bar-
th, Richard E. Kaegi y Sara Shonk (respectivamente:
auditor, asistente dirección desarrollo de operaciones,
oicial de enlace; los tres en 1.968); Russell L. Hale,
oicial controlador; Stan W. Jorgensen, oicial con-
sular; James L. Roush, sin cargo; Drayton Phillips,
oicial de evaluación de programas (todos llegados en
1969); Leo Ecrampsey, especialista en administra-
ción; Gerald D. Brown, consejero de seguridad públi-
ca; Nathan Pakchar, oicial de presupuesto; Robert

73
E. Culbertson, director de AID y Jack Forcey, conse-
jero de seguridad pública (todos arribaron en 1970);
Rudy V. Fimbres, oicial de sectores múltiples; Nobert
F. Holz, oicial de sectores múltiples; Karl L. Mahler,
oicial ejecutivo; Carl M. Fisher, ingeniero de caminos;
Robert R. Parker, oicial de sectores múltiples (llega-
ron en 1971); y Raymond F. Burghardt Jr., oicial po-
lítico (1973). Todos fueron adscritos al personal de la
Embajada yanqui en Guatemala.

Gerald D. Brown, Alfred Nauroki y Jack Forcey estu-


vieron trabajando en la agencia de paciicación de la
CIA, CORDS (Civil Operations and Rural Development
Support), el resto trabajó en otros países en activida-
des propias de la CIA.

El primer paso que aconsejaron los “expertos” fue la


organización de escuadrones de asesinos, para sem-
brar el terror, al principio, entre la población campesi-
na que daba su apoyo y su concurso a los guerrilleros,
y, luego, deberían extender su acción a los centros
urbanos, principalmente en la capital de la República.

Los mencionados expertos yanquis explicaban al Ejér-


cito, a la Policía, a los partidos de extrema derecha, a
grupos de la alta burguesía (terratenientes, industria-
les, comerciantes, etcétera), el gran éxito que alcanzó
en Vietnam del Sur dirigido por el propio William F.
Colby (ex Director de la CIA), la “Operación Phoenix”.
El plan de la “Operación” fue exterminar a los simpa-
tizantes del Frente Nacional de Liberación Vietnamita,
y con ese in habían contratado a un fuerte grupo de
ex gangsters con el cual formaron las conocidas “Uni-
dades Provinciales de Reconocimiento”. En los años
que operaron y según informe oicial del gobierno de
Estados Unidos, después de torturar, castrar, mutilar,
asesinaron a 20.587 personas; las principales vícti-
mas fueron estudiantes, empleados, budistas, y aun
anticomunistas que se oponían al fementido gobierno

74
de Thieu. (Michael Klare, Operation Phoenix; Libera-
tion, Mayo 1973, p.p. 21/27).

De esta manera los discípulos guatemaltecos, dirigi-


dos por los asesores de la CIA, con un grupo también
de reos y delincuentes, policías y soldados, organiza-
ron, el 3 de junio de 1966, un cuerpo paramilitar con
el nombre de la “MANO” (Movimiento Anticomunista
Nacional Organizado); meses más tarde, en febrero de
1967, crearon otro nuevo grupo: “NOA” (Nueva Orga-
nización Anticomunista). Operando clandestinamente
y con toda la impunidad, por la protección que les
daba el gobierno y el ejército, iniciaron un baño de
sangre en todo el país. Trabajaban principalmente
de noche, asaltando casas, usando la más inhumana
violencia contra gente indefensa. La MANO se ocupó
particularmente de las poblaciones del noroeste del
país: Los Amates, Teculután, Morales, Río Hondo,
Chiquimula y Zacapa.

Aviones ligeros militares dejaban caer sobre las ciu-


dades la propaganda de aquellas organizaciones cri-
minales, que advertía a la población, que serían cas-
tigados “los guatemaltecos renegados y traidores a la
Patria”. Pero la matanza estaba en realidad encamina-
da a eliminar a cualquier personalidad progresista, a
los intelectuales, estudiantes, obreros y campesinos,
que habían tenido alguna signiicación política en los
gobiernos revolucionarios, o que seguían añorando
las conquistas de la Revolución de Octubre de 1944,
o simplemente, porque eran parientes, amigos o sim-
patizantes de la lucha guerrillera, o le prestaban su
colaboración directa o indirectamente.

Mientras las organizaciones paramilitares sembra-


ban el terror en todas las áreas del país, el Coronel
Carlos Arana Osorio fue designado por Méndez Mon-
tenegro, Comandante militar en la Zona de Zacapa,
donde la guerrilla había sido más eicaz. Empleando

75
los métodos que le aconsejaban los asesores milita-
res yanquis y sus propios conocimientos adquridos
en contrainsurgencia, cuando siendo Agregado Militar
de Guatemala en Washington fue entrenado y coloni-
zado, prepararon juntos un vasto plan para un asalto
masivo a los frentes guerrilleros. Este consistía: 1° En
el ejercicio de la “Acción Cívica Militar”; 2° En ataques
con patrullas del Ejército sobre sitios sospechosos en
las montañas; y 3° Ejercer toda clase de violencia te-
rrorista contra los civiles de las poblaciones aledañas
a esos lugares. Con esta bárbara estrategia lograron
obtener información de casi todos los lugares donde
se hallaban los focos de la guerrilla. Se aprovechaban
de la ingenua tregua que las FAR, sincera y caballero-
samente cumplían por su parte.

Una vez preparado el ataque general, con 10.000 sol-


dados del Ejército y otro tanto de la Policía, rodearían
todos los centros guerrilleros para dar la batalla dei-
nitiva. Acordaron desencadenar la ofensiva en octu-
bre de 1966, utilizando previa y fundamentalmente los
grupos de asesinos de la MANO para aterrorizar, en las
áreas rurales, a los simpatizantes y colaboradores de
los guerrilleros. La Policía Nacional prestaría también
eicaz ayuda con su moderno equipo y sus lamantes
oiciales ya entrenados en los Estados Unidos.

Es indispensable señalar que la OPS (Oicina de Se-


guridad Pública), dependencia estadounidense de la
AID, suministraba instrucción gratuita a policías gua-
temaltecos, en la Academia Internacional de Policía
(IPA) de Washington, D.C. y en otros institutos como
el de Consejeros de Seguridad Pública (PSC). En la
primera oicina se adiestraba a oiciales de alto rango
y en los otros, a los de menor categoría. Se les intruía
en cursos especiales denominados “La amenaza hacía
América Latina” y la “Sociedad Cambiante”, dedicados
a la indoctrinación anticomunista y a la lucha políti-
ca, complementados estos cursos con la enseñanza

76
práctica y técnica de espionaje, lucha anti motines,
operaciones paramilitares, etcétera. Otros grupos
eran llevados a una Academia secreta en Texas, donde
aprendían a fabricar bombas y a manejar toda clase
de explosivos. Los instructores, invariablemente eran
miembros de la CIA. De los altos oiciales extranjeros
que recibían entrenamiento superior, grupo de 165,
fueron 18 los guatemaltecos agraciados.

Durante los años de 1957 a 1965 la AID había su-


ministrado sólo 759.000 dólares (1 dólar = 1 quet-
zal) a la Policía de Guatemala, pero durante el go-
bierno de Méndez-Marroquín (1966 a 1970), la cifra
sobrepasó los dos millones seiscientos mil dólares
(US$2.600.000.00). Recibió además, de regalo, una
red completa de radio, construida por expertos esta-
dounidenses, radiopatrullas y armamento que el Car-
denal- Arzobispo de Guatemala, Mario Casariego, se
apresuró a bendecir. Pero las cosas no quedaron allí.
Con fondos también de la AID se construyó en 1970,
en la capital de la República, un gran ediicio para la
Policía Nacional que costó 410.000.00 dólares. Entre
1971 y 1974 los oiciales guatemaltecos de alto ran-
go entrenados en los Estados Unidos fueron 452, de
los cuales 160 lo fueron sólo en el periodo nefasto de
Méndez- Marroquín.

Los consejeros de Seguridad Pública yanquis, entre


1966 y 1970, eran siete; sólo el Brasil sobrepasaba
ese número. Según propia declaración de la AID, más
de 30.000 policías guatemaltecos fueron entrenados
por dichos consejeros dentro de la República. Esta
preparación masiva es la más grande jamás hecha
por la “Oicina de Seguridad Pública” de los Esta-
dos Unidos en un país de América Latina. Los cur-
sos abarcaban operaciones de patrullaje en las áreas
urbanas y rurales, mantenimiento de vehículos y
equipo, comunicaciones, espionaje, etcétera. De todo
el gran personal entrenado seleccionaron cerca de

77
12.000 aptos para el servicio, llegando a constituir
una poderosa fuerza represiva casi igual, en número,
a la del Ejército cipayo.

Para sostener este vasto cuerpo policíaco, la OPS (Ofi-


ce of Public Safety), como ya se dijo, dependencia de
la AID, aumentó de tal manera las donaciones que,
de 650.000.00 dólares gastados en el periodo 1964
a 1966, crecieron a 1.275.000.00 entre 1967-1969,
destinados únicamente a comunicaciones, vehículos,
entrenamiento y servicio de inteligencia. (Tom and
Marjorie Melville, Guatemala, Politic of Land Owners-
hips, New York, Free Press, 1971, p. 275).

Los envíos de armamento de desecho (surpluss) entre-


gados por los Estados Unidos a Guatemala en virtud
del MAP (Pacto de Ayuda Mutua?) y de otras clases
de equipos recomendados por el MAAG (Military As-
sistance Advisory Group), adicionados con la totalidad
de armamento que sirvió para el entrenamiento de los
“gusanos” cubanos y demás mercenarios lanzados a la
fracasada invasión de Cuba, alcanzaron cifras increí-
bles, más si se toma en cuenta la desproporción numé-
rica entre las fuerzas guerrilleras a combatir (unos 400
valientes patriotas mal armados) y las del Ejército Na-
cional: 10.000 efectivos apoyados con 12.000 policías.
El siguiente cuadro es aleccionador para comprender
el interés que tenían los Estados Unidos en la “paciica-
ción” de Guatemala, el objeto de lograr sus propósitos
de dominación política y económica de la región. (Datos
tomados de la obra en inglés NACLA, página 196; y el
diario guatemalteco El Imparcial, 3 de abril, 1963):

78
La ofensiva del Ejército

Una vez cumplido en gran parte el entrenamiento de


los cuerpos de asesinos de la organización parami-
litar como la MANO, las de la Policía Nacional y las
del Ejército, los asesores yanquis, no saciados aún,
pidieron al Pentágono el envío de los “Boinas Verdes”
(Green Berets), de tan ingrata recordación en la gue-
rra vietnamita, el asedio y muerte del Che Guevara en
Bolivia y en otras regiones del mundo.

La ofensiva se desató en el mes de octubre de 1966,


dando principio en la zona de la Sierra de las Minas.
Con las nuevas técnicas enseñadas por los expertos
estadounidenses en contrainsurgencia y dirigidos por
ellos, ocuparon aldeas y poblaciones.

Al igual que en el Vietnam, declararon “zonas libres de


fuego” a grandes extensiones de terreno donde creían
que habían centros guerrilleros y, sin importarles la
existencia en ellos de caseríos y aldeas habitadas por
familias campesinas, bombardearon esas áreas día y
noche con Napalm y bombas explosivas de alto poder.
Estos ataques aéreos eran ejecutados por aviones y
pilotos yanquis que se trasladaban directamente des-
de sus bases aéreas en la Zona del Canal de Panamá.

Los “Boinas Verdes” dirigían el frente del Ejército en


las operaciones terrestres. Ese cuerpo especializado
estaba formado en su mayoría por yanquis, pero había

79
un fuerte núcleo de latinoamericanos naturalizados
estadounidenses: cubanos (anticastristas), puertorri-
queños y algunos mexicanos (dominando el español
les era fácil manejar a los soldados y éstos no podían
identiicarlos como extranjeros). Tomaban prisioneros
a campesinos indefensos y después de torturarlos lo-
graban, en algunos casos, información sobre los lu-
gares donde estaban los focos guerrilleros; luego les
obligaban a servir de guías hasta los mencionados si-
tios. Después de utilizarlos, los mataban a sangre fría.

Para complementar la acción militar, los consejeros es-


tadounidenses acordaron aumentar sus esfuerzos de
acercamiento con la población civil. Para el efecto fue
traído a Guatemala y nombrado Jefe de los asesores
el Mayor Frederick F. Woerner, quien había sido Jefe
de la U.S. Civic Action (Acción Cívica de los Estados
Unidos) y era veterano de más de cincuenta acciones
patrulleras efectuadas en el Vietnam. Este personaje
cambió la estrategia y el programa usado por la simi-
lar organización guatemalteca durante los regímenes
de Ydígoras y Peralta Azurdia, por uno nuevo, donde
las fuerzas de seguridad, las bandas para- militares
MANO, etcétera y la Acción Cívica Militar, trabajarían
coordinamente. Su plan era muy sencillo: después de
ultimar campesinos simpatizantes o colaboradores de
los guerrilleros y luchadores revolucionaios, llegaban
a la población rural los miembros de “Acción Cívica
Militar” a ofrecer a las familias de los ultimados y a
los demás habitantes: medicinas, libros, víveres, al-
fabetización y mejorar los servicios de agua potable,
electricidad, etcétera.

Por falta de espacio sería imposible en este ensayo tra-


tar exhaustivamente toda la lucha interna de los jefes
guerrilleros y los problemas que también afrontaron
con el Centro de Dirección Revolucionaria. Tal estudio
requiere una información muy completa y el testimonio
de algunos de los revolucionarios (Jefes o combatientes

80
que aún se hallen con vida). Me concreto a relatar aho-
ra el hecho conocido de que a la muerte del heroico Co-
mandante Turcios, el CPDR hizo nuevos nombramien-
tos: César Montes, fue designado Comandante en Jefe
de las FAR; Camilo Sánchez, Comandante del Frente
Guerrillero “Edgar Ibarra”; Leonardo Castillo John-
son, Comandante 2° en la regional “costa sur” y Néstor
Valle, Comandante 3° en la región nororiental; Pablo
Monsanto y Socorro Sical fueron nombrados capitanes.
Camilo Sánchez dividió su frente en varios grupos de
combatientes, los cuales fueron abatidos, uno a uno,
por el Ejército y sus asesores extranjeros.

El MR 13 y el frente “Alejandro de León” sufrieron


igualmente serias derrotas. Yon Sosa logró escapar
del cerco que le había tendido el enemigo y regresó a
la capital donde se puso de nuevo en contacto con las
FAR y el Partido. La guerrilla había recibido reveses
muy serios en distintas áreas, pero no estaba vencida.
Los frentes Occidentales y del Sudeste no habían sido
atacados tan duramente como los otros y aún se man-
tenían activos y fuertes. Pero era lamentable la divi-
sión cada vez mayor y más honda entre los miembros
directivos de los frentes guerrilleros. Camilo Sánchez
y César Montes habían roto deinitivamente. Para col-
mo y desventaja de la lucha armada revolucionaria,
sus dísensíones se acentuaban tanto más, cuanto
mayor era la ofensiva del Ejército yanquimalteco. Era
indudable que la base de esos problemas se origina-
ba, más que todo, de la composición de clase de los
guerrilleros y la falta de madurez política en sus pro-
pios caudillos. No debe olvidarse que la mayoría de
ellos pertenecía a la pequeña burguesía, mientras en
la base, su mayoría era de extracción campesina poco
politizada (muchos integrantes eran pequeños propie-
tarios ladinos). Otra gran falla, en conjunto de todos
los frentes, era la falta de participación de la masa in-
dígena. Sólo Turcios tenía la irme convicción de que
era indispensable incorporarla a la lucha. Un peque-

81
ño grupo cakchiquel, dirigido por Emilio Roldán, alias
Pascual, sí formó parte del frente “Edgar Ibarra”, pero
las grandes mayorías de los otros grupos étnicos de
ancestro maya, estuvieron al margen completamen-
te. Tampoco se hizo esfuerzo alguno para incorporar
en esa guerra popular a las mujeres; las pocas que
se aliaron y combatieron heroicamente, lo hicieron de
manera espontánea.

En 1967, además de la MANO, se había organizado


otro grupo terrorista: NOA (Nueva Organización An-
ticomunista), cuyo lema era: “comunista visto, comu-
nista muerto”. Los métodos de la MANO para sembrar
el terror eran los siguientes: cartas y llamadas telefó-
nicas anónimas llenas de amenazas, pintura de una
cruz negra en la casa de las personas sospechosas
de ser “de izquierda”, secuestros y asesinatos, pre-
vias torturas: castrar, arrancar la lengua y cortar la
mano de sus víctimas antes de ultimarlas. La NOA y
otra organización, el CADEG (Consejo Anticomunis-
ta de Guatemala), con su lema: “Muerte a los traido-
res”, trabajaban con elementos de la policía vestidos
de paisanos, mientras la MANO lo hacía con militares
en traje de civil.

Entre los horrendos crímenes e incontables atroci-


dades cometidas por estas agrupaciones, en diciem-
bre de ese año (1967), conmovió la opinión pública
nacional e internacional el asesinato de Rogelia Cruz
Martínez, “Miss Guatemala 1959”, quien debido a sus
conocidos sentimientos revolucionarios fue secuestra-
da, violada, torturada y salvajemente mutilada.

Además del Embajador de Estados Unidos en Gua-


temala en esa época, Gordon Mein, quien en reali-
dad era la autoridad suprema en la preparación de
la contraofensiva (naturalmente con sus asesores en
la materia) y amo de los destinos guatemaltecos, lle-
garon a dirigir la misión militar estadounidense los

82
coroneles John Weber y Ernest Munro. Eran además
los jefes de la campaña de represión y Weber llegó al
colmo de ofrecer recompensas económicas por cada
“comunista” muerto.

Cuando Leonardo Castillo Johnson, hijo de Leonardo


Castillo Flores (el Secretario General de la Confede-
ración Nacional Campesina, asesinado en la masacre
de los 28, en marzo de 1966, durante el régimen de
Peralta Azurdia), se enteró del crimen cometido con-
tra su compañera Rogelia Cruz Martínez, abandonó la
“regional” de Occidente que comandaba, y se trasla-
dó de inmediato a la capital. Allí organizó con un co-
mando bajo su dirección una serie de golpes y atenta-
dos temerarios. Entre otros, ajustició a los coroneles
yanquis Weber y Munro y también a Alfonso Alejos,
conocido explotador y terrateniente feudal. En lucha
con una patrulla del ejército, perdió la vida el propio
Castillo Johnson.

Mientras tanto, Camilo Sánchez y Yon Sosa se habían


unido y hacían planes para abrir otro frente guerrille-
ro. Yon Sosa había roto ya con los trotskistas, pues
aunque tarde, había comprendido su gran equivoca-
ción. Infortunadamente, en marzo de 1968, las FAR se
desligaron completamente del PGT. Camilo Sánchez
con el in de mantener muy en alto la moral y la dis-
ciplina entre sus combatientes, extremó las medidas
realizando drásticas purgas entre ellos. Las FAR, aun
con todos los golpes sufridos, se mantenían activas,
principalmente en la capital.

En agosto de 1968 la MANO secuestró al Arzobispo


Mario Casariego. Aunque se trató de inculpar a las
FAR de ese hecho, nadie creyó en la burda manio-
bra de la extrema derecha y “monseñor” tuvo que ser
puesto en libertad. Méndez Montenegro presionado
por un sector del Ejército y para evitar mayores pro-
blemas a su Gobierno, mandó fuera del país a tres

83
Jefes militares responsables de dicho secuestro y de
las masacres paramilitares: Coroneles Carlos Arana
Osorio, Rafael Arriaga Bosque* y Sosa Avila. Se trata-
ba en el fondo de un arreglo para aplacar el repudio
popular contra ellos y para salvarles la vida ante las
seguras represalias guerrilleras y del partido. ¡Nunca
fue un acto sincero de cambio de política del binomio
Méndez-Marroquín!

Ese mismo mes en la capital, la policía capturó a Ca-


milo Sánchez. Inmediatamente las FAR organizaron la
captura del Embajador de los Estados Unidos, John
Gordon Mein, para canjearlo por Sánchez. Meín, como
ya dijimos, era el supervisor de la lucha de contrain-
surgencia, frenético partidario de los militares y pro-
piciador de la “línea dura” contra el pueblo. Mein trató
de evitar la captura y bajándose de su automóvil co-
rrió sin obedecer el alto que se le marcaba y fue ajusti-
ciado por uno de los jóvenes captores. Ese mismo día
en medio de torturas salvajes fue asesinado en uno de
los cuarteles de policía, Camilo Sánchez.

Inmediatamente el régimen de Méndez-Marroquín,


desencadenó una nueva ola de terror sin precedentes,
en contra de todos aquellos presuntos sospechosos de
la lucha armada y de sus simpatizantes o de los fami-
liares de los guerrilleros, de sus amigos y hasta de sus
inocentes vecinos.

A todo esto, la acción criminal del régimen Méndez-Ma-


rroquín, había cobrado en el periodo de la ofensiva
contraguerrillera de 1966 a 1968, más de ocho mil
víctimas entre la población civil de áreas rurales, ale-
dañas a los centros guerrilleros y en la propia capital
de la República. Estas cifras no incluían a los cientos
de desaparecidos, quienes habían sido secuestrados
por las organizaciones paramilitares del ejército, la
policía y la oligarquía, auspiciadas y toleradas por el
propio gobierno.

84
Nunca en la historia de Latinoamérica un pueblo ha
sido sometido a un genocidio sistemático y tan salvaje,
de las proporciones dantescas, como del que ha sido
objeto, desde 1954, el pequeño pueblo guatemalteco.
Y esta acción criminal es tanto más repudiable cuanto
que ha sido decidida, coordinada y ejecutada por un
poder extranjero: los Estados Unidos, con el único in
de llevar adelante sus designios de dominación eco-
nómica y política de nuestra patria. Por ello resulta
monstruosa la complicidad de los regímenes que han
gobernado el país, y especialmente, la complicidad de
los civiles “universitarios”: Julio César Méndez Monte-
negro, Clemente Marroquín Rojas y Eduardo Cáceres
Lenhoff (éste, como se verá después, hizo mancuerna
como vicepresidente con el Coronel Carlos Arana Oso-
rio, sucesor de Méndez).

Párrafo aparte merece el sector servil del Ejército Na-


cional. Sometido lacayunamente a los dictados de
militares estadounidenses, se ha valido de bandas
de asesinos, una integrada por elementos del propio
ejército (MANO), y de otras (NOA, Ojo por Ojo, CA-
DEG, Buitre Justiciero, Escuadrón de la Muerte, et-
cétera) para diezmar a la población civil, tanto en el
campo como en las ciudades. No bastarían los peores
epítetos para caliicar su historia infame, su antipa-
triotismo y sus crímenes. Corresponderá a los tribu-
nales populares y a los mismos elementos jóvenes de
las fuerzas armadas someter a juicio implacable a los
directamente responsables de estas masacres inca-
liicables e injustiicables. Los ejemplos de Vietnam,
Laos, Kampuchea, Portugal, Angola, Etiopía, etcétera,
son aleccionadores. No se trata de una utopía. Todos
estos hechos vienen a conirmar el cambio irreversi-
ble de la correlación de fuerzas en el mundo de hoy,
lo ineluctable de la dialéctica de la historia y la in-
quebrantable voluntad de los pueblos, cuando éstos
deciden realizar su verdadera liberación y ejercer su
propio destino.

85
En agosto de 1967 después de la gran ofensiva del
Ejército, planeada, instigada y dirigida por los aseso-
res yanquis, el frente “Edgar Ibarra” había sido des-
truido y los combatientes de Yon Sosa dispersados.
Prácticamente puede decirse que en ese mes dejó de
existir la guerrilla rural organizada en la República.
Las causas de esta derrota son múltiples, pero es ne-
cesario señalar las fundamentales.

Indiscutiblemente la falta de cohesión entre los dife-


rentes grupos guerrilleros, unido a la ausencia de una
dirección política eicaz; las rivalidades profundas en-
tre los comandantes que llegaron a extremos verda-
deramente irreconciliables; la carencia de madurez
ideológica en la mayoría de los caudillos; la falta de
constante comunicación con el Centro Provisional de
Dirección Revolucionaria (CPDR) que obligó a muchos
de los jefes de la guerrilla a viajar a la capital, donde
fueron reconocidos por la policía, capturados y ulti-
mados; la composición de clases de los combatientes
y el quebrantamiento de las disciplinas esenciales de
tipo militar, etcétera.

Por otra parte, debe indicarse aquí: que conjuntamen-


te los guerrilleros armados apenas llegaron a sumar
400 hombres (sólo con armamento ligero), mientras el
Ejército movilizó en su contra 10.000 efectivos y 12.000
policías, equipados a manos llenas con tanques, ca-
rros de combate, helicópteros blindados, aviones de
guerra A-37B, Jets T-33 y bombarderos supermoder-
nos, etcétera. En una palabra, el Ejército poseía un
armamento como para hacerle la guerra a toda Cen-
troamérica junta... En el acontecer de nuestra Améri-
ca ningún país de tan limitada extensión territorial y
poblacional, había recibido semejante y desproporcio-
nada cantidad de equipo militar de parte de Estados
Unidos como el que esta nación entregó a Guatema-
la. Pero es que los expertos militares estadouniden-
ses no querían que el “glorioso Ejército Nacional” que

86
ellos habían entrenado, fuera a perder la “guerra”; sí,
mis estimados lectores, la “guerra” contra su propio
pueblo. Porque no hay que perder la atención de que
con las acciones terroristas empleadas contra los in-
defensos campesinos y sus infelices familias, sólo en
un año, las organizaciones del Ejército, la Policía y la
oligarquía (MANO y CADEG), asesinaron, entre 1966 y
1967, más de 7.000 personas, sin contar los desapa-
recidos. Esta era la clase de “guerra” que realizaba el
citado Ejército “para paciicar” Guatemala.

Y cabe preguntar: ¿Cuáles otros objetivos perseguían


las fuerzas yanquimaltecas con esa masacre de la po-
blación? La respuesta es fácil: 1° acabar con la resis-
tencia popular a la tiranía impuesta por los Estados
Unidos desde 1954; 2° destruir los heroicos grupos de
brazos armados del pueblo que en absoluta desventa-
ja numérica. y equipo militar, pero con muy alta moral
revolucionaria, no obstante sus equivocaciones, man-
tuvieron entonces, y siguen sosteniendo hasta hoy,
casi catorce años, una valiente actitud combativa; y 3°
limpiar la mesa a sus amos yanquis para que siguie-
ran hartándose con las riquezas y recursos naturales
de la nación, como en los casos del níquel, el petróleo,
etcétera.

¿Habrán logrado estos regímenes y su Ejército, sus


antipatrióticos propósitos, como lo sostienen algunos
derrotistas? Evidentemente que no. En primer tér-
mino, porque a pesar de la tortura, las cárceles, las
desapariciones y los asesinatos, la resistencia popular
sigue en pie y cada vez más irme; en segundo lugar,
porque los héroes caídos han dejado trazada, con su
valeroso y ejemplar sacriicio, una senda que condu-
cirá a la reconquista de nuestra patria integralmente,
bajo la orientación de otros caudillos y dirigentes po-
líticos que saldrán como aquéllos, de la propia entra-
ña del pueblo; y por último, porque las riquezas y los
recursos naturales, que esa cáila de apátridas “anti-

87
comunistas” han puesto en manos de los monopolios
estadounidenses. serán recuperados y nacionalizados
a favor de la República y para exclusivo beneicio de
las grandes mayorías del pueblo trabajador.

88
CAPITULO VII

SUMISION DE OTRO GOBIERNO

La Espada y la Cruz

Para las elecciones presidenciales que debían reali-


zarse en 1970 era un hecho que el Ejército tenía el
mando absoluto en el gobierno títere de Méndez Mon-
tenegro- Marroquín Rojas. Los partidos minoritarios
oiciales de extrema derecha MLN (Movimiento de Li-
beración Nacional) y PID (Partido Institucional Demo-
crático), lanzaron como su candidato al Coronel Car-
los Arana Osorio (a quien el pueblo puso el mote de:
Chacal, por las matanzas que él dirigió personalmente
contra los campesinos, como Jefe de las operaciones
antiguerrilleras) y como vicepresidente al Licenciado
Eduardo Cáceres Lenhoff, fanático goebbelsiano: ¡La
espada ensangrentada y la cruz fascista en estrecho
contubernio!

El desacreditado seudo “Partido Revolucionario” de-


signó a un civil: el Licenciado Mario Fuentes Perucci-
ni, y la Democracia Cristiana, al Coronel Jorge Lucas
Caballeros. Estas agrupaciones cumplieron bien su
antipatriótico papel divisionista y desorientador, sien-
do las responsables, en gran parte, del arribo al poder
de la planilla “liberacionista”.

Arana-Cáceres hacían su demagógica campaña ofre-


ciendo la completa “paciicación” de Guatemala, es
decir: ¡más represión y crimen!

El PGT y el MR 13 propugnaban por votar en con-


tra de Arana, y las FAR por votar en blanco, con la
idea de que si llegara a triunfar Arana, la represión
sería inevitable y en consecuencia la lucha armada

89
popular se fortalecería. Estas serias contradicciones
de concepción, estrategia y táctica revolucionaria, evi-
denciaban que el movimiento guerrillero confrontaba
nuevas y profundas diferencias que minaban su débil
estructura.

Del total de electores en toda la República solamente


el 25% votó. De estos escasos votos, Arana-Cáceres
obtuvieron apenas el 30%. Al no haber obtenido ma-
yoría absoluta de sufragios ninguno de los candidatos
participantes, tocaba al Congreso de la República de-
cidir a quién daría la victoria; pero resultaba claro en
el contexto real de la política de sometimiento a los
dictados del imperio que, mientras la Embajada de
los Estados Unidos no diera su opinión al Congreso,
nada podían decidir sus “representantes del pueblo”.
El Departamento de Estado vacilaba en dar su apoyo
al Coronel Arana, consciente del repudio popular ha-
cia su odiosa persona. Pero un hecho de serias com-
plicaciones internacionales, vino a cambiar la indeci-
sión estadounidense.

Un comando de las FAR, empeñado en que el régi-


men Méndez- Marroquín pusiera en libertad a varios
guerrilleros que se hallaban en prisión, secuestró en
la capital a Karl von Spretti, Embajador de Alemania
Federal y, entre otras demandas, planteó al gobierno
el canje de los prisioneros por el Embajador. Méndez
Montenegro y Marroquín Rojas no se atrevían a decir
la verdad: que los guerrilleros reclamados no estaban
presos, sino que habían sido sacados de las cárce-
les desde hacía varias semanas, siendo torturados
y inalmente, asesinados. En esas circunstancias el
gobierno daba quitas y esperas, mientras las fuerzas
de seguridad se movilizaban en toda la capital y po-
blaciones aledañas tratando de dar con el lugar don-
de tenían escondido al Embajador. Pero los plazos se
cumplen y el que los guerrilleros dieron al gobierno
se venció sin que el gobierno Méndez-Marroquín, pre-

90
sionado por la Embajada yanqui, cumpliera ninguna
de las condiciones demandadas por el comando y éste
ejecutó a von Spretti.

Ante ese hecho consumado, los Estados Unidos deci-


dieron y así se hizo saber al Congreso, que sus miem-
bros deberían reconocer como triunfadores a la man-
cuerna: Arana Osorio-Cáceres Lenhoff. Se abrían así,
de par en par, las compuertas para seguir y acrecentar
el genocidio contra el pueblo. Inmediatamente surgió
otra organización paramilitar: Ojo por Ojo y comenzó
la enésima ola de terror y muerte. Periodistas, profe-
sionales, maestros, estudiantes, obreros y campesi-
nos, fueron implacablemente asesinados.

Después de otro rompimiento con las FAR, el “Chino”


Yon Sosa operaba en la región occidental de la Repú-
blica. Objeto de especial persecución por las tropas
del ejército yanquimalteco y después de varios en-
cuentros, diezmados sus compañeros, se internó en
territorio mexicano. Transcribo la versión publicada
en el libro: Las pruebas del Fuego, editorial Siglo XXI,
sobre este episodio escrito por Regis Debray (autor del
libro) en colaboración con el guatemalteco Ricardo Ra-
mírez, autor a su vez de Lettres du Front guatemalté-
que, Maspero, 1970. He aquí los principales párrafos:

“Una operación de limpieza del ejército le obligó a ba-


tirse en retirada por la selva y sin darse cuenta entró
en territorio mexicano. Un campesino le informó pron-
to que ya no estaba en Guatemala; Yon Sosa quiso
inmediatamente dar media vuelta y se puso en busca
de un camino practicable. Como era la estación lluvio-
sa y todas las carreteras estaban inundadas, pidió a
los campesinos que lo habían recibido con cordialidad
que le ayudaran a hallar una pequeña pista de aterri-
zaje donde pudiera rentar una avioneta. El oicinis-
ta de la estación hidrométrica vio al comandante Yon
Sosa entre los campesinos y lo reconoció por una vieja

91
fotografía. Fue el mismo día y un poco antes de ha-
cer la llamada telefónica para que llegara la avioneta.
Este oicinista se comunicó con el ejército mexicano
y denunció la presencia de Yon en la zona. El mando
del ejército mexicano movilizó una sección de tropa a
las órdenes del general Casillas hacia el lugar donde
se encontraba el jefe guerrillero. Un pelotón coman-
dado por el capitán Barquera capturó al campesino
que alojaba a Yon Sosa sin saberlo. Barquera ame-
nazó al campesino con ahorcarlo si no colaboraba en
la detención del líder rebelde. Colocado ya frente a la
soga tendida sobre la rama de un árbol, el campesino
aceptó colaborar, condujo al ejército a la choza e hizo
salir a Yon Sosa, con engaños, desarmado. Lo captu-
raron inmediatamente, pero él, con la serenidad que
lo caracterizaba, pidió ser llevado ante las autoridades
para solicitar su asilo. Entregó sus efectos personales
y entre ellos algunos miles de dólares (se estima eran:
200.000). Le pidió a Barquera un recibo por la suma
entregada, pero éste rehusó. Yon le replicó que siendo
él un oicial también, conocía el código militar y que
informaría a los superiores de Barquera de la actitud
de éste, como correspondía. El capitán mexicano se
dio cuenta de que si Yon llegaba vivo ante sus superio-
res tendría que devolver una suma que jamás había
soñado tener en sus manos. Mientras los guatemalte-
cos (al principio de este relato dicen Debray-Ramírez
que estaban con Yon Sosa, Socorro Sical y otro mili-
tante) estaban de espaldas dio orden a sus soldados
de hacer fuego contra ellos. Así murió el más popular
de los guerrilleros guatemaltecos, víctima de su con-
ianza en los hombres y de una concepción caballe-
resca del oicio de las armas de que jamás se había
desprendido aún después de haber renunciado a él.
El ministro de la Defensa mexicana anunció unos días
después que en la frontera guatemalteca se había re-
chazado una incursión guerrillera y que la soberanía
nacional está salva. El capitán fue ascendido a gene-
ral. El cadáver del guía campesino, que había creído

92
tener la mejor oportunidad de su vida y que fue muer-
to con los demás, nunca fue encontrado”. (pp. 320 y
321 de la citada obra).

Cabe resaltar aquí, el patriotismo, el valor personal,


los ideales revolucionarios y la justeza de la lucha de
la mayoría de los insignes guerrilleros guatemaltecos.
Fieles a sus principios y nobles ideales vivieron varios
años de grandes y terribles sacriicios, privaciones
y riesgos, habiendo entregado hasta la vida misma,
cumpliendo ielmente las estrofas de nuestro himno
nacional. Lucharon hasta la muerte contra los inva-
sores yanquis y sus execrables lacayos “yanquimal-
tecos”, dando un ejemplo inestimable de honor y de
hombría a las nuevas generaciones y a las juventu-
des militares que, de seguir sus pasos, aún podrían
quitarse el estigma de pertenecer al actual “Ejército
Nacional” del que el ambicioso y siniestro grupo diri-
gente, ha hecho un instrumento al servicio de la an-
tipatria y convertido en verdugo de su propio pueblo.

Si bien es cierto que entre los guerrilleros se iniltraron


provocadores, trotskistas, agentes de la CIA y oportu-
nistas, que llegaron hasta cometer actos contrarrevo-
lucionarios (hechos menores que han sido aprovecha-
dos por la CIA, la ultraderecha y sus agentes para
desacreditar el movimiento, utilizando los medios de
información a su servicio y hasta la mala fe de es-
critores que encontraron en esas denuncias un ilón
comercial), afortunadamente tales acciones, a todas
luces condenables, en nada menoscaban la trayecto-
ria limpia, patriótica, nacionalista, revolucionaria y
antiimperialista de la lucha armada de esos años y
de sus verdaderos dirigentes quienes, sin excepción,
llegaron a comprender que sin una estrecha relación
con el Partido Comunista (PGT), vanguardia de la cla-
se obrera, y el fortalecimiento de la unidad de todas
las fuerzas revolucionarias, no puede triunfar nunca
una guerrilla aislada.

93
En cuanto a los heroicos combatientes caídos en esos
años en defensa de la soberanía nacional y de sus
ideales, no está lejano el día en que todo el pueblo les
rinda el merecido homenaje a su memoria. Los nom-
bres de Marco Antonio Yon Sosa, Luis Augusto Tur-
cios Lima, Luis Trejo, Alejandro de León, Néstor Valle,
Leonardo Castillo Johnson y tantos otros que cayeron
abatidos, unos en combate y otros traicionados, como
el caso de Yon Sosa, pasarán a nuestra historia como
símbolos de nuestra nacionalidad, y en igual dimen-
sión Nora Paiz y Rogelia Cruz inmoladas bárbaramen-
te, lo mismo que la compañera francesa Michéle Firk,
quien también dio su vida por Guatemala en valiente
actitud y consecuencia con el internacionalismo socia-
lista; el poeta Otto René Castillo y tantos intelectua-
les sacriicados; los miles de campesinos asesinados
por ayudar o simpatizar con el movimiento guerrillero;
los heroicos combatientes de todas las clases sociales
que han muerto por defender las banderas de la jus-
ticia social. Todos ellos, mujeres y hombres, merecen
nuestro profundo respeto y admiración. Su sacriicio
no ha sido en vano. Han regado con sangre propia
el surco en el cual germinará una nueva Guatemala,
que será cultivada y engrandecida por sus propios hi-
jos en una nueva revolución socialista, que pese a los
derrotistas y las fuerzas del imperialismo, será incon-
tenible. Y llegará también la hora, no de la venganza,
sino de la justicia popular. Ya el pueblo sabe muy bien
quienes son sus enemigos.

Durante los primeros cuatro meses del gobierno an-


tinacional de Arana-Cáceres, se montó el tinglado de
una apertura democrática en la capital, mientras en
las áreas rurales las bandas paramilitares continua-
ban su labor asesina. La estrategia del nuevo régimen
era una trampa. Por una parte Arana Osorio quería
cambiar, hipócritamente, ante la opinión pública su
verdadera imagen de gran ferocidad. Por la otra, trata-
ba de que la oposición fuera perdiendo el miedo y die-

94
ra algunos pasos para conocer a las cabezas ‘isibles y
ponerlas ordenadamente en la lista de los que serían
eliminados tan pronto como se terminara la mascara-
da gubernamental. Algunos sectores sociales llegaron
a creer, ingenuamente, que las promesas electorales
de Arana-Cáceres, sobre la “paciicación” del país, se
convertirían en una realidad. Pero los sectores revolu-
cionarios sabían a ciencia cierta que se trataba de una
treta maquiavélica. Fue así que el natural repudio de
las fuerzas populares y universitarias a la nueva ad-
ministración se evidenció al manifestar éstas su opo-
sición a la irma del contrato para la explotación, tan
onerosa para el país, de las minas de níquel de la zona
de Izabal. Los Estados Unidos que habían perdido en
Cuba, con la llegada de Fidel Castro al poder, la posi-
bilidad de saquear en esa nación las grandes reservas
de ese mineral, apremiantemente exigían a los regí-
menes entreguistas de Guatemala la exterminación
de las guerrillas y el camino legal (el contrato), para
dedicarse al pacíico saqueo de las ricas minas nique-
leras descubiertas en la Republica. Las trasnaciona-
les: International Nickel Company y la Hanna Mining
Company formaron una compañía con el nombre de
Exploraciones y Explotaciones Mineras de Izabal (EX-
MIBAL), de la cual hablaremos ampliamente al expli-
car la dominación económica estadounidense de que
es objeto nuestra patria.

Patrocinados por la Facultad de Economía para dis-


cutir la inconveniencia de dicho contrato hubo varias
mesas redondas, a una de las cuales asistieron re-
presentantes de las diversas fuerzas revolucionarias,
incluyendo las FAR. Tres miembros de la Comisión
Investigadora, del entreguista convenio de la Exmi-
bal, nombrados por la Universidad de San Carlos de
Guatemala y catedráticos de la misma: Licenciados
Julio Camey Herrera, Adolfo Mijangos (lesionado de la
columna, se movilizaba en silla de ruedas) y Alfonso
Bauer Paiz, fueron ametrallados en plena calle, por

95
orden del gobierno, habiendo perecido los dos prime-
ros y quedando gravemente herido el último. El con-
sorcio transnacional del níquel quedó muy agradecido
y satisfecho con esta prueba de lealtad de la mancuer-
na Arana-Cáceres.

La situación de oposición se agravaba día a día y el


régimen necesitaba una justiicación para desencade-
nar una nueva ola de terror como lo tenía premedita-
do. Un comando del MR 13 ajustició en las calles de
la Capital a cuatro militares considerados enemigos,
para conmemorar ese día 13 de noviembre el décimo
aniversario del inicio de su movimiento revoluciona-
rio. El gobierno inmediatamente decretó el “estado
de guerra civil por tiempo ilimitado” y el consiguiente
“estado de sitio” con una nueva modalidad: toque de
queda de las 9 de la noche a las 5 de la mañana.

El crimen contra los catedráticos universitarios, Ca-


mey y Mijangos, se realizó dentro de ese periodo pues
es bien sabido que el “estado de sitio” no es más que el
pretexto jurídico para la impunidad. La restricción de
garantías, en rigor de verdad, era pura fórmula, puesto
que desde julio de 1954 hasta la fecha, los guatemal-
tecos viven sin ninguna protección legal, sujetos a la
constante violación de todos sus derechos humanos,
aun el más elemental, que es el derecho a la vida...

Como característica esencial de los regímenes fascis-


tas instalados por el Departamento de Estado de los
Estados Unidos los métodos de violencia y terror fue-
ron institucionalizados desde 1954, pero con el pre-
texto de la lucha de “contrainsurgencia”, llegaron a
extremos inconcebibles. De nada efectivo sirvieron las
continuas denuncias a los organismos internacionales
hechas sobre este espantoso genocidio ante las Comi-
siones de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
y de la OEA. Parecería que el “caso de Guatemala” no
ha tenido para ellas la menor importancia.

96
Durante el “estado de sitio” decretado por el régimen
de Arana- Cáceres, que duró del 13 de noviembre de
1970 a mayo de 1971, el New York Time Magazine
(13 de junio 1971) revelo que en ese lapso se habían
asesinado a más de 2.000 personas. La mayoría de
sus cuerpos estaba con señales de infames torturas
-mutilaciones y castraciones- cometidas de la manera
más lombrosiana y antihumana. Los crímenes, decía
la citada revista, fueron cometidos por las organiza-
ciones oicialmente apoyadas por el gobierno: MANO,
Ojo por Ojo y NOA, dirigidas por la extrema derecha,
la Policía y el Ejército y sus autores entrenados por
los asesores estadounidenses. ¡Ya para ese tiempo no
podía seguirse tapando el sol con un dedo!

La administración Arana Osorio-Cáceres Lenhoff (Ju-


lio 1970-julio 1974) con su sangrienta “paciicación
de Guatemala” recibió la más cariñosa, cálida y frater-
nal simpatía por parte del Departamento de Estado.
Dominando los medios de información masiva: radio,
televisión y prensa, justiicaban la acción represiva, el
genocidio sistemático de la población, con el sobado
“caballito de batalla” de que se trata de erradicar “el
comunismo internacional”. Y ha sido sistemática la
campaña para hacer aparecer, falsamente, a los he-
roicos guerrilleros como “bandidos” “cuatreros” “la-
drones” “delincuentes” “asesinos” “asaltantes”, “se-
cuestradores”, e innumerables epítetos más. Toda
esa difamatoria consigna tiene por objeto restar en el
pueblo la simpatía que tiene por sus caudillos, deni-
grar su hermosa y patriótica lucha contra la ocupa-
ción extranjera, contra los crímenes organizados por
el gobierno, contra la injusticia social y la miseria a
que se ha orillado a las mayorías. El gobierno no ha
tenido éxito, ni con la represión, ni con la mentirosa
propaganda desencadenada por los citados medios de
información. El pueblo sabe bien que el país está en
“guerra” y que los objetivos que persiguen sus dirigen-
tes, que han enarbolado las banderas de la rebelión

97
popular, son los de los cambios fundamentales de las
estructuras económicas y sociales, único camino para
alcanzar metas impostergables de una vida más dig-
na, equitativa y libre.

El estilo fascista que desde 1954 se ha implantado en


la República ha empleado ese método indigno de utili-
zar los medios de información para la propaganda sis-
temática de la mentira, la calumnia y la difamación.
Entre los periodistas y radiolocutores la excepción ha
conirmado la regla. Los que no se prestaron a esa in-
famia, fueron asesinados o viven en el destierro; otros,
muy pocos por cierto, se han apartado totalmente de
prestar su concurso a esa baja política y se dedican a
las letras o la crónica poética; y un reducidísimo gru-
po, valerosamente, combate a los opresores, y hasta
cierto punto, hace llegar la verdad hasta los conines
del país. Abundan naturalmente, los otros (periódi-
cos, radiodifusoras y televisión), al servicio de la an-
tipatria: son los veletas, los vendidos y los taimados,
que aunque blasonan de independientes, bailan al
son que les tocan...

A pesar del apoyo que estos últimos dieron abierta-


mente al binomio Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, el
pueblo que sufrió en carne propia su mal gobierno,
sabe bien cuáles fueron sus características esencia-
les: el crimen, la corrupción, la entrega efectiva por
40 años prorrogables de los recursos no renovables
del níquel a la Exmibal, el nepotismo, la alianza polí-
tica y los grandes negocios con Anastasio Somoza, el
peculado y, en síntesis, la misma línea antinacional y
antipatriótica de sus predecesores.

Pero hubo un aspecto que no debe quedar oculto, la


sumisión total del Ejército a los dictados del Pentágo-
no, a través del Consejo de Defensa Centroamericano
(CONDECA).

98
99
Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA)

Antes de su nacimiento, existían pactos separados o


“bilaterales” de ayuda militar (PAM) entre los Estados
Unidos, por una parte y, por la otra con cada uno de
los países centroamericanos. Los ejércitos mantenían
entre ellos rivalidades explicables por razones históri-
cas originadas desde la Independencia de España en
1821. El de Guatemala, con mayor razón no podía ol-
vidar que la intervención yanqui en la República, en
1954, se hizo con la maniiesta complicidad de Hon-
duras, Nicaragua y El Salvador. Sin embargo, estos
sentimientos de dignidad fueron olvidados, por los Je-
fes que dominan la Institución, en cuanto “el coloso
del Norte” les exigió la formación de CONDECA con
el in primordial de combatir la supuesta subversión
“castro-comunista” (Cuba es su pesadilla) y, sobre
todo al “enemigo interno” o sea al “comunismo inter-
nacional” en las naciones del Istmo.

El General Robert Porter, Comandante General del


Comando del sudeste de los Estados Unidos, en Pa-
namá, declaró que la región atrasada y subdesarro-
llada de Centroamérica era de particular importancia
estratégica para su país, “porque permite un acceso
fácil de las materias primas de Sudamérica, por rutas
fácilmente defendibles” y, naturalmente, por su cerca-
nía al Canal de Panamá.

Para nuestros militares y para los del resto de Centro-


américa, uno de los mayores atractivos de la creación
del organismo colectivo, era el de utilizarlo sin demo-
ra en la lucha conjunta de las fuerzas armadas para
eliminar el peligro del movimiento guerrillero que se
iniciaba en Guatemala y amenazaba con prender en
las naciones vecinas.

Las presiones de Estados Unidos para que tales ejér-


citos se aliaran en un solo frente, se hicieron más

100
apremiantes durante los años 1960-61. Sin poder re-
sistir a los mandatos del Pentágono, se reunieron en
Guatemala los miembros del Comando Supremo de
los cinco países y Panamá, y con la asesoría militar
estadounidense decidieron formar el Consejo de De-
fensa Centroamericana (CONDECA), pero no llegaron
a formalizarlo debido a que tanto Panamá como Costa
Rica, no tienen en sus instituciones el cargo de Minis-
tros de la Defensa. Acordaron no obstante, tomar me-
didas conjuntas para combatir la “subversión interna”
mediante las técnicas de contrainsurgencia aconseja-
das desde entonces por los enviados del Pentágono.
Para convencerlos a aceptar las exigencias de Estados
Unidos sobre la materia, esta nación organizó bajo su
dirección varias operaciones en que debían participar
unidos todos los ejércitos centroamericanos y a la pri-
mera se designó con el nombre de Operación Fraterni-
dad (Operation Brotherhood) y tuvo lugar en la Costa
Norte de Honduras en 1962; la segunda fue llama-
da “Falconview” y con el pretexto de enseñar tácticas
para repeler una posible invasión a Cuba, se utilizó
para el entrenamiento en Guatemala a los mercena-
rios y cubanos anticastristas quienes transportados
por aire a Nicaragua, iniciaron desde allí la Operación
“Bahía de Cochinos”; y la tercera, fue conocida con el
nombre de “Nicarao” y en ella participó Costa Rica con
elementos de su Guardia Nacional.

Basada en la nueva Carta de la Organización de Esta-


dos Centroamericanos (ODECA), los Ministros de De-
fensa de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicara-
gua, en 1964, irmaron el acta constitutiva, dando así
vida formal a CONDECA. Meses más tarde, para que
pudieran integrarse a ella Costa Rica y Panamá, se
modiicó la cláusula correspondiente permitiendo con
esa enmienda que los Ministros del Interior de esos
dos países formaran parte del Consejo.

101
De esta manera quedó armado este cuerpo de repre-
sión colectiva. Estados Unidos estaba de plácemes.
Tenía bajo su dominio absoluto el aparato militar de
la región y era este nuevo sistema parte de su ambi-
cioso plan de llegar, algún día, a crear, también bajo
su control, una Fuerza de Defensa Interamericana a
la cual afortunadamente se oponen varios países, en-
tre ellos México a la cabeza.

Para los estrategas de la política militar yanqui, la


creación de CONDECA ha sido uno de los más sona-
dos éxitos. Además de las razones ya expuestas, esta
superestructura supranacional está manejada direc-
tamente por y desde el Pentágono (véase atrás el dia-
grama respectivo) y ese poder que ejerce, le permite,
entre otras cosas las siguientes acciones:

lo. Mover las fuerzas armadas centroamericanas a su


antojo;

2o. Dotarlas de los desechos de armamento que ya no


emplea el Ejército de Estados Unidos (sin alterar los
Pactos de Ayuda Mutua vigentes);

3o. Venderles equipo militar, también en desuso, a


precios altísimos: aviones de combate, aviones bom-
barderos, tanques, carros blindados, helicópteros,
armamento ligero, cañones, morteros, riles, parque,
etcétera, aumentando así la deuda externa de nues-
tras naciones;

4o. Mantenerlas alertas no sólo contra “el enemigo in-


terno”, sino para socorrer a las naciones vecinas en
casos de golpe de Estado o de serios disturbios in-
ternos que pongan en peligro la estabilidad de los re-
gímenes militares que están en el poder. Además de
todo ello, la dependencia y sumisión de estos ejérci-
tos, al exclusivo servicio del imperialismo, constituyen
para Estados Unidos una verdadera economía, ya que

102
con esos “perros guardianes” no tienen que realizar
intervenciones directas con sus “marines” (como lo
hizo en la República Dominicana, en 1965), pues tales
ejércitos son en realidad verdaderas fuerzas armadas
de ocupación de sus propios pueblos...

El folleto titulado Annual Forces Information and Edu-


cation for Commanders, Washington, D.C., EE.UU.
vol. 3 bo. 14 15-1, 1964, fue para las instituciones
armadas de Centroamérica una revelación, algo así
como la cartilla para el analfabeto, pues contiene de-
iniciones y establece tácticas a seguir indispensables
para combatir a sus pueblos que luchan por librarse
de la opresión. ‘le aquí una de sus reveladoras de-
iniciones: “Contrainsurgencia es una combinación
de acciones militares, paramilitares, políticas, econó-
micas, sicológicas y civiles tomadas por un gobierno
para derrotar cualquier movimiento de insurgencia
subversiva”. Y su agrado fue mayor cuando en dicha
cartilla se les indicaba que a dichas medidas había
que agregar la “Acción Cívica Militar” (de cuya función
y inalidades ya hablamos antes) y cuya “recta apli-
cación” (como en la Operación Phoenix ya relatada),
les haría aparecer ante los pueblos que tienen bajo el
yugo, como “verdaderos bienhechores” lavando, como
con un detergente mágico, la cauda de atropellos y
crímenes que han cometido contra aquellos.

Desde principios de 1972, Somoza y Arana Osorio,


cuya asociación íntima en turbios negocios es públi-
camente conocida, iniciaron un movimiento político
dentro de las fuerzas armadas vinculadas a CONDE-
CA con el in de formar un solo “Ejército centroame-
ricano” y usarlo como instrumento al servicio de los
dos promotores de la idea. La oposición de Honduras,
Costa Rica y Panamá, que se han negado a aceptar
semejante liderazgo, hizo fracasar aquella tentativa y,
hasta la fecha no ha vuelto a hablarse, del asunto.

103
En febrero de ese mismo año (1972) CONDECA tuvo
su primera acción importante en la región. En la Re-
pública de El Salvador celebráronse elecciones presi-
denciales y salió triunfante el doctor José Napoleón
Duarte. El Gobierno de ese país, que presidía el Ge-
neral Fidel Sánchez, realizó un burdo fraude haciendo
robar los votos de las urnas. Un grupo de militares
apoyados por sectores populares, dio un golpe de Es-
tado y derrocó a Sánchez impidiendo así, al mismo
tiempo, que el candidato oicial, Coronel Arturo Ar-
mando Molina, fuera impuesto en el poder. El General
Fidel Sánchez que además era Presidente de CONDE-
CA, logró avisar a la Embajada yanqui y ésta se co-
municó de inmediato con el Pentágono. A las pocas
horas aviones procedentes de la Zona del Canal de
Panamá, de Nicaragua y Guatemala, bombardeaban
los Fuertes militares tomados por los alzados, hasta
que lograron su rendición. El General Sánchez fue re-
instalado en el poder y a los pocos meses le entregó el
mando a “su” protegido: Coronel Molina. El verdadero
Presidente electo, fue encarcelado y luego enviado al
exilio. La represión contra la ciudadanía no se hizo
esperar y se extendió a todo el país, de manera cruel y
feroz. He ahí pues, la “democrática” misión que tiene
que desempeñar CONDECA, o sea la de mantener el
statu quo de las tiranías impuestas por el Departa-
mento de Estado de Estados Unidos.

El diagrama de CONDECA viene a ser una demostra-


ción gráica del enlace y absoluta dependencia de las
fuerzas armadas centroamericanas de la Secretaría
de la Defensa y el Pentágono de los Estados Unidos.
Triste e indecoroso papel este de los Comandos Supre-
mos de los respectivos ejércitos y guardias nacionales
(Costa Rica y Panamá) de la antigua Patria Grande.
Con ese organismo supranacional han consolidado el
derecho de los Estados Unidos no sólo a la interven-
ción política, que es permanente en nuestras repú-

104
blicas a través de sus misiones diplomáticas, sino al
control absoluto y constante en el campo militar.

La ambición de lucro, el afán de poder y la falta de


emoción nacional han hecho presa de esos malos pa-
triotas, quienes están completamente ciegos ante las
sabias lecciones de la Historia y la dialéctica de los
procesos sociales. Nunca la violencia institucionaliza-
da ha sido capaz de crear y mantener un orden de
justicia y paz verdaderas. Los pueblos sometidos al
terror mediante el uso del secuestro, la prisión, la tor-
tura y el asesinato, podrán ser contenidos y frenados
por algún tiempo; usarán la táctica defensiva de aga-
zaparse y aun de demostrar conformidad e indiferen-
cia frente a sus opresores, más su espíritu de lucha,
su convicción revolucionaria será cada vez más irme
e inquebrantable. Ante la violencia institucionalizada
por el Estado surge como réplica inevitable la contra-
violencia que deviene poco a poco en “violencia revolu-
cionaria” una de cuyas fases es la guerra de guerrillas
y a medida que ésta se extiende, con el respaldo de
los sectores sociales oprimidos y si logra el apoyo del
Partido Comunista (partido de vanguardia de la clase
obrera), se convertirá inalmente en “guerra popular”,
la cual a largo plazo será invencible.

Kampuchea, Laos, Vietnam, Angola, son hasta ahora


recientes testimonios del poder de la voluntad y de
la fuerza indestructible del espíritu combativo de los
pueblos frente a enemigos militarmente superiores.
No olvidemos que los Estados Unidos con su gigan-
tesca maquinaria de guerra y su inmenso poderío eco-
nómico fue vergonzosamente derrotado, obligándole a
huir de todos los territorios que, contra todo derecho
y por la fuerza, había ocupado. De nada le sirvió al
imperio invertir 140 mil millones de dólares, arrojar 8
millones de toneladas de bombas que según Ultimas
Noticias de Excélsior, 29 de abril, 1975, fueron “6 mi-
llones más que en toda la Segunda Guerra Mundial,

105
haber causado más de 4 millones de muertos y dejar
inservibles para el cultivo agrícola cientos de miles de
hectáreas”. Todo ese arbitrario esfuerzo dominador
fue en vano. La épica victoria de las fuerzas armadas
populares vietnamitas quedará grabada en letras de
oro, como una de las luchas más heroicas y combati-
vas de todos los tiempos.

En muy modesta escala, pero no por ello menos he-


roica, ha sido la batalla permanente que desde 1954
hasta estos momentos ha estado dando el pueblo gua-
temalteco contra la ocupación extranjera y sus cóm-
plices (oligarquía, Ejército Nacional, Policía con sus
diferentes cuerpos represivos, organizaciones para-
militares, soldados yanquis - “boinas verdes” y “ran-
gers”- asesores de la misma nacionalidad, cubanos
anticastristas, etcétera). La vanguardia revoluciona-
ria encarnada en su aspecto no pacíico por la lucha
guerrillera, a pesar de sus serias equivocaciones ya
señaladas en este trabajo y de sus muy serias derro-
tas, así como de los crímenes de que han sido víctimas
directamente o lo han sido sus familiares, amigos, co-
laboradores y simpatizantes, no ha podido ser elimi-
nada, ni lo será nunca, en tanto su lucha se apoye en
una dirección política justa que tome en cuenta las le-
yes objetivas del momento histórico. Por cada víctima
inmolada por los regímenes fascistas, se alzan cinco
o más combatientes. Poco a poco las masas han ido
adquiriendo mayor conciencia de sus derechos y de
la necesidad de ejercer la legítima defensa contra los
esbirros de la tiranía y el poder extranjero.

Por todas esas razones, el régimen sangriento de la


pareja Arana Osorio-Cáceres Lenhoff no pudo realizar
sus siniestros planes de “la paciicación de Guatema-
la”. Lo que sí lograron en parte, con el macabro geno-
cidio puesto en marcha, fue una precaria “paz de los
cementerios” que hizo variar la estrategia de la lucha
popular, la cual, hasta el día de hoy sigue invicta.

106
Dentro de la vesania y la bestialidad criminal ejercida
por el régimen de Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, he
dejado para inal de este capítulo el relato sangriento
de los sucesos del 26 de setiembre de 1972.

La directiva del Buró Político del PGT (Partido Comu-


nista) que seguía operando en la clandestinidad, acor-
dó reunirse en la casa de un compañero, situada en
uno de los barrios bajos de la Capital, con el in de
conmemorar entre ellos el aniversario de la fundación
de su partido que había tenido lugar el 28 de setiem-
bre de 1949. Espías de la policía les habían seguido
los pasos y habían localizado el sitio de la reunión. Un

grupo de agentes superarmados allanó violentamente


la casa capturando a todos los presentes y trasladán-
dolos al 4° Cuerpo de la Policía, centro siniestro de
tortura y muerte.

Los altos jefes militares discutieron el destino de los


ocho presos y fue Arana Osorio quien se opuso a que
se les procesara legalmente o se les expulsara de la
República; su opinión, que al inal fue aprobada por
unanimidad, prevaleció: había que liquidarlos cuan-
to antes. Durante dos días los sometieron a torturas
espantosas y luego fueron trasladados cerca de la al-
dea El Fiscal, donde se les enterró vivos: así lo testi-
moniaron los médicos que examinaron los cadáveres,
dictaminando que esas personas habían sido muertas
por asixia, ya que hallaron tierra en sus pulmones...
Los cuerpos estaban irreconocibles pues el macabro
hallazgo se realizó ocho meses después del execrable
asesinato masivo.

De esta manera inicua fueron ultimados Bernardo Al-


varado Monzón, Secretario General del Partido PGT,
Mario Silva Jonama, Carlos Alvarado Jerez, Hugo Ba-
rrios Klée, M. Angel Hernández, Fantina Rodríguez y
la empleada (“sirvienta”) Natividad Franco.

107
Se equivocaron los genocidas al pensar que con la de-
capitación colectiva del consecuente y heroico partido
de vanguardia de la clase obrera, y la muerte de sus
más capaces dirigentes, el PGT no volvería a levantar
cabeza. Pensaban como militares y naturalmente con
tan poca mentalidad, no entendieron que un partido
nacido de la clase más combativa de todos los tiempos
y asentada en los principios del marxismo-leninismo
es invencible porque nace de la entraña misma del
pueblo y la capacidad de sus integrantes es adquirida
a base del constante estudio de las doctrinas cientíi-
cas de aquellos insignes pensadores, del materialismo
dialéctico y de las condiciones objetivas y subjetivas
del proceso histórico que viven los pueblos. Así el cri-
minal descabezamiento de un partido, como hicieron
con el PGT, fuera de constituir un hecho monstruoso
y mil veces condenable, no puede acabar de ninguna
manera ni con la ideología de sus miembros ni con la
dirección del organismo. Prueba de ello es que el PGT
sigue en pie de lucha cumpliendo su labor de van-
guardia de la clase obrera y su trabajo unitario con
todos los sectores revolucionarios y democráticos de
la nación.

108
CAPITULO VIII

SUMISION DEL GOBIERNO DE LA “MANO”

La “Mano Blanca”en el Poder

Para los Estados Unidos era indispensable que el sis-


tema colonial impuesto por la violencia, ahora ya oi-
cialmente institucionalizada, no variara un ápice. Ara-
na Osorio y Cáceres Lenhoff coincidían en esa misma
idea, más que todo porque después de su actuación
criminal, antipatriótica y entreguista, necesitaban a
toda costa que llegara al poder un testaferro que les
brindara la debida protección, que les cuidara las es-
paldas y que, sobre todas las cosas, garantizara que
los sucios negocios gangsteriles del “consorcio Arana
Osorio-Anastasio Somoza” siguieran su prosperidad
ascendente y continuaran siendo intocables. Con este
in escogieron a uno de sus más ieles cómplices del
genocidio contra el pueblo: el ex Ministro de la De-
fensa del régimen, Coronel Kjell Eugenio Laugerud
García y lo lanzaron como “su” candidato oicial para
los comicios presidenciales que tendrían lugar el 5 de
marzo de 1974.

Mientras los partidos oiciales de ultra derecha: PID


(Partido Institucional Democrático) y el MLN (Movi-
miento de Liberación Nacional) daban su incondicio-
nal respaldo a Laugerud, el desacreditado y oportu-
nista “Partido Revolucionario” unido a la URD (Unión
Revolucionaria Democrática) vacilante grupo de cen-
tro izquierda, designó al Coronel Ernesto Paiz Novales;
y la Democracia Cristiana (raquítico apéndice de la de
igual nombre de Alemania Federal, de la cual recibe
inanciamiento), se alió con el FURD (Frente Unido
Revolucionario Democrático) y lanzaron a la palestra
a otro militar: el General Efraín Ríos Montt.

109
La imposición de candidatos, militares con exclusión
de cualquier

civil era tan ofensiva a la dignidad del país y tan acor-


de con la voluntad del Departamento de Estado de los
Estados Unidos (que ha determinado que sólo miem-
bros de esa institución castrense gobiernen a mis
compatriotas), que al enterarme por la prensa mexica-
na de ese hecho incaliicable, les envié a los directores
de los periódicos guatemaltecos (La Hora, El Gráico,
Prensa Libre y El Imparcial), el siguiente telegrama
(que no se atrevieron a publicar)

“México, D.F., 27 Febrero 1974

Señor Director del Diario La Hora

Licenciado Clemente Marroquín Ro-


jas Ciudad de Guatemala República de
Guatemala

Enterado por prensa de aquí que tres


militares son únicos candidatos en las
elecciones presidenciales de Guatema-
la próximo Domingo, estoy seguro que
el pueblo no participará en semejante
farsa para prolongar en el poder a sus
probados enemigos, aliados en la oligar-
quía e iglesias anticristianas, así como
lacayos del imperialismo. Atentamente
agradeceríale publicación este mensaje.

Guillermo Toriello Garrido

110
La ausencia de votantes fue notable. De los que ejerci-
taron el sufragio en las citadas elecciones, la mayoría
lo hizo por el General Ríos Montt, más que todo como
una manifestación de rebeldía contra la imposición
oicial. Su triunfo, entre el puñado de electores, fue
indiscutible. No obstante, Arana Osorio-Cáceres Len-
hoff dirigidos por Anastasio Somoza (quien llegó espe-
cialmente a Guatemala para ese in), acordaron hacer
un burdo fraude y de la manera más cínica w-con la
ayuda de la Embajada de los Estados Unidos- presio-
naron a los diputados para que en la elección de se-
gundo grado (ésta se lleva a cabo en el Congreso cuan-
do ninguno de los candidatos obtiene mayoría abso-
luta o sea la mitad más uno de los votos sufragados),
le dieran el triunfo a Laugerud conjuntamente con
su compañero de planilla para Vicepresidente, Mario
Sandoval Alarcón (Jefe de la Mano Blanca, fundador
del M.L.N. y ex presidente del Congreso Nacional).

Somoza, Arana y Cáceres cumplieron ielmente el


mandato de la Embajada yanqui de llevar al poder al
siniestro binomio Laugerud- Sandoval, a quienes ha-
bía escogido de antemano por saber al primero, peón
de conianza de Arana y al segundo, fanático “antico-
munista”, sirviente del imperialismo y jefe de la banda
de asesinos de la MANO; de esta manera los Estados
Unidos se garantizaban que no existiría ningún cam-
bio importante en el statu quo de Guatemala. Es decir
que continuaría la represión, el entreguismo y el ge-
nocidio.

A propósito del tenebroso cuarteto: Arana Osorio-Cá-


ceres Lenhoff y Laugerud García-Sandoval Alarcón,
no podemos resistir hacer aquí una digresión para
que los lectores se den cuenta del cinismo y la hipo-
cresía con que actúan estos personajes, quienes para
sus ines políticos se han valido hasta de la explota-
ción y burla de las ingenuas creencias religiosas de
nuestro pueblo, por siglos fanatizado.

111
Ya referimos antes, cómo en julio de 1954 los Estados
Unídos al perpetrar su infame intervención en Gua-
temala, entronizaron en el poder al fementido “Movi-
miento de Liberación Nacional” y cómo éste esgrimió
la falsa consigna falangista de: “Dios, Patria y Liber-
tad”, altos símbolos -respetados por el pueblo- que
sistemáticamente ha traicionado, al extremo de que
en realidad en sus banderas el lema que les corres-
pondería blasonar sería el: “Sin Dios, contra la Patria
y la Libertad”. Relatamos también que desde sus orí-
genes formales (1871) el Ejército Nacional fue forma-
do dentro de la doctrina liberal dieciochesa y como
una institución laica.

Con tales antecedentes resulta una verdadera co-


media, indignante y farisaica que además de Cáce-
res Lenhoff y Sandoval Alarcón, quienes siempre han
blasonado ser “profundamente católicos, apostólicos
y romanos”, un grupo de jefes militares que manchan
al Ejército con su antipatriotísmo y su criminal ac-
ción directa o indirecta, quieran ahora aparecer tam-
bién poseídos de un “alto espíritu cristiano” y dispu-
ten entre sí para demostrar que “uno es más católico
que el otro”. Esta farsa resulta tanto más asqueante
cuanto que los autores del sainete con responsables
directos o cómplices del genocidio de sus compatrio-
tas. Posiblemente los sinceros católicos con natural
asombro se preguntarán ¿cómo es posible que Arana
Osorio y Laugerud García hayan viajado al Vaticano
a implorar la bendición pontiicia? ¿Y cómo juzgarán
al Papa Paulo VI que no tuvo el mínimo escrúpulo en
otorgárselas? ¿Y qué dirán del mensaje navideño (El
Gráico, diario guatemalteco, 23 diciembre de 1973)
del Coronel Enrique Peralta Azurdia (responsable de
la masacre de los 28 desaparecidos), implorando la
gracia de Dios? ¿Y cómo pueden tolerar que Laugerud
y su grupo de genocidas comulguen y reciban la ben-
dición del cardenal Casariego, en las misas celebradas
con motivo del terremoto de 1976? ¿Y cómo permiten

112
esos católicos sinceros que Laugerud “unja y bañe”
al Señor Sepultado de Santo Domingo y luego 1o sa-
que en hombros del templo? He ahí una muestra del
“fervor religioso” de los Generales y Coroneles y “una
tolerancia inexplicable” de los “sinceros católicos” o
¿será una complicidad con los farsantes?

Desde el mismo momento de la toma de posesión del


régimen “liberacionista” de la Mano Blanca, la repre-
sión siguió su curso implacable en las áreas rurales
y con la misma taimada estrategia que había emplea-
do el gobierno de Arana Osorio y Cáceres Lenhoff, se
disminuyó discretamente en la Capital. Sin embargo,
a medida que pasaban los meses, las bandas para-
militares también comenzaron a actuar ferozmente
en contra de los opositores que vivían en la ciudad y
los crímenes se sucedían día a día. En diciembre de
1974 la opinión pública se conmovió profundamente
cuando en vísperas de Navidad una de las organiza-
ciones criminales salidas en esos días a la palestra,
posiblemente “El Escuadrón de la Muerte”, secuestró
al escritor Huberto Alvarado, conocido dirigente revo-
lucionario y Secretario del Partido Guatemalteco del
Trabajo. Sometido a las más horribles torturas, su ca-
dáver apareció descuartizado cerca de la capital y la
vesania de sus neuróticos asesinos fue tal, que antes
de ultimarlo le habían extirpado los ojos...

Para comprender mejor la penosa situación que vivía


Guatemala en esos meses he creído oportuno tras-
cribir algunos párrafos de la documentada y vigorosa
exposición (El Gráico, 15-51975) hecha por el Rec-
tor de la Universidad de San Carlos, Doctor Roberto
Valdeavellano Pinot, cuando dio a la publicidad una
declaración de principios sobre el papel que le corres-
ponde a la Universidad en las condiciones políticas,
económicas, sociales y culturales que vivía el país en
ese año y que en muy poco han variado hasta la fecha.
Entre otras cosas importantes, expresó las siguientes:

113
“Guatemala es un país atrasado y dependiente cuya
estructura actual es incapaz de responder a las ne-
cesidades más urgentes del pueblo. Esta situación se
maniiesta por medio de una crisis generalizada cuyos
principales aspectos son los siguientes:

“Injusta y desigual distribución de la riqueza, que de-


termina progresiva polarización entre una minoría
-50/o de la población- que percibe ingresos familiares
anuales de Q 12.000.00 y la gran mayoría -superior
al 500/o- cuyo ingreso medio familiar anual, apenas
alcanza los Q 300.00”.

“Penetración económica, cada vez más determinante,


del capital extranjero en los distintos sectores de la
economía y una mayor enajenación de la riqueza na-
cional, del suelo, subsuelo, lora y fauna y recursos
naturales en general, todo lo cual acentúa la depen-
dencia y la alienación social”.

“Marginalización creciente de importantes grupos hu-


manos a los que nuestra sociedad obliga al desempleo,
lo cual se expresa objetivamente en la proliferación de
la delincuencia, la mendicidad, la prostitución, etcé-
tera”.

“Generalizada desatención de la niñez, que determi-


na alarmantes tasas de mortalidad infantil que llegan
hasta 80 por millar; así como desnutrición y subali-
mentación de las clases de menores recursos”.

“Violación permanente de los más elementales dere-


chos humanos, recurriendo al terror institucionali-
zado, marginación de importantes sectores políticos
de oposición y anulación del principio democrático
del sufragio, hechos que mantienen una permanente
inestabilidad política y que a la fecha, no permiten
vislumbrar una apertura democrática para el país”.

114
De los 11 principios de acción universitaria, por su
máxima importancia, cito dos:

“6). Mantenimiento de una actitud de permanente de-


nuncia y combate frente a la arbitrariedad y la repre-
sión, y la lucha porque se garantice la participación
popular en el proceso político del país”;

“9). Lucha contra la dependencia económica y cultu-


ral del país...”

Es dramático pero a la vez estimulante al espíritu de


lucha leer esas valientes denuncias y patrióticas de-
claraciones que contiene el documento del Rector de
nuestra Universidad. Ellas claman por la transforma-
ción sustancial interna y profunda de una estructura
atrasada e inicua para hacer frente al sistema opre-
sivo en que vive la nación y, en consecuencia, por el
inaplazable cambio de la caduca, injusta y anacrónica
sociedad guatemalteca de hoy.

De la acción política del régimen de la “Mano Blan-


ca” (Laugerud García y Sandoval Alarcón), durante
los dos primeros años de gobierno, las menciona-
das declaraciones del Rector son muy elocuentes en
cuanto al sistema de violencia que vivió el país en
ese periodo. Y esa denuncia se complementa con las
informaciones periodísticas citadas en páginas ante-
riores y otra del Diario El Gráico (18 de abril de 1975)
relativo a los datos proporcionados por el Comité de
Familiares Desaparecidos, el cual exigió al Gobierno
de la República asumiera responsabilidades y diera
razón del paradero de 15.325 personas desapareci-
das entre los años 1970 - diciembre de 1974 (periodo
presidencial de Arana Osorio y Cáceres Lenhoff), las
cuales han dejado un total de 27.733 niños en estado
de orfandad. El Secretario de la Asociación de Estu-
diantes Universitarios (AEU), Juan Zea, explicó al dar

115
lectura al censo, que la cifra es mucho mayor y que
los documentos sólo comprendían el 60% del mate-
rial recopilado.

Cuando el régimen de la mancuerna Laugerud-San-


doval, continuador de la política genocida y de repre-
sión contra el pueblo se hallaba enfrentado al mani-
iesto repudio de todos los sectores democráticos y
revolucionarios de la nación, una tremenda catástrofe
telúrica (que asoló el país el 4 de febrero de 1976,
sembrando el pánico, la destrucción y la muerte de
miles de guatemaltecos) vino a cambiar el curso de los
acontecimientos políticos. Era natural que el pueblo,
afectado directamente con el terremoto, se preocupa-
ra de sus muertos y heridos, de salvar sus míseras
pertenencias y de buscar refugio para sus familias
cuyas pobres viviendas fueron arrasadas por los tem-
blores. Así por varios meses olvidaron por completo la
política para dedicarse a la reconstrucción y a obtener
los medios de subsistencia.

El gobierno de Laugerud-Sandoval, aprovechó las


terribles circunstancias que vivían las grandes ma-
yorías para hacer demagogia y dar la impresión de
estar “hondamente preocupado por el bienestar del
pueblo”. Por una parte la ayuda admirable y efectiva
de los países amigos y de los organismos internacio-
nales, especialmente de la Cruz Roja, vino a aliviar,
en gran medida, la dolorosa situación que se confron-
taba; por otra, la organización interna surgida de la
propia entraña popular y complementada por la Uni-
versidad, los maestros, los estudiantes, los obreros y
campesinos y la Cruz Roja guatemalteca, fue eicaz y
determinante en los primeros días trágicos. (De todo
lo relativo al terremoto, me permito remitir a los lecto-
res al apéndice de este libro donde, en capítulo espe-
cial, hago un análisis de este aciago acontecimiento).

116
Pero es indispensable señalar desde ahora que el
nefasto régimen de la “Mano Blanca”, siguiendo los
consejos de Anastasio Somoza (cuya actitud en el te-
rremoto de Nicaragua de 1972 es execrable, por la
matanza que hizo de sus compatriotas opositores y el
robo descarado de la ayuda internacional) se dedicó a
perseguir y a ultimar a líderes políticos, estudiantiles,
obreros y campesinos, haciéndolos aparecer a esos
asesinados, como muertos por el terremoto. A tal ex-
tremo llegó la saña y el cinismo en esos momentos de
la tragedia que vivía el pueblo, que éste, con el ingenio
que no se pierde ni aun frente al infortunio, sacó a luz
los siguientes chistes: “...ese no murió del terremoto,
sino le dieron `terremotazo ; “que cuando Somoza lla-
mó por teléfono a Arana Osorio y éste le informó que
se había destruido media Guatemala, Somoza le pre-
guntó: ¿cuál, la tuya o la mía?;” y inalmente, el más
dramático de todos, hecho en forma de adivinanza: %
En qué se parecen las películas de vaqueros al terre-
moto...? en que sólo mueren los `indios’...”. Y así fue
en la realidad. Del tremendo saldo de 23.000 muertos
y 70.000 heridos, más del 90% correspondió a las cla-
ses marginadas, especialmente al campesinado, cu-
yas viviendas hechas con bloques de lodo (adobe) y
techos de teja, se desplomaron totalmente al furioso
embate de los temblores. El cataclismo telúrico que
provocó esa gran desgracia popular, ha sido caliicado
nacionalmente como el “terremoto del adobe”...

Para terminar esta breve reseña de la catástrofe sís-


mica, debe saberse que el Ejército Nacional, del cual el
Presidente de la República es el Jefe Supremo, centra-
lizó en sus manos por medio de un “Comité de Emer-
gencia Nacional”, toda la ayuda internacional, excepto
la que recibió la Cruz Roja guatemalteca y como era
de esperarse, los militares la manipularon a su antojo
y beneicio. De esta manera los primeros aprovecha-
dos de la ayuda fueron los altos jefes de las fuerzas
armadas, sus familiares, parientes y amigos; luego fa-

117
vorecieron a las clases dominantes y a la oligarquía.
Para los sectores populares la asistencia fue selectiva,
discriminatoria y condicionada, llegando esto último
al colmo de “chantajear” a los jefes de familias ofre-
ciéndoles alimentos a cambio de ailiarse a los parti-
dos oiciales.

Los empresarios sin escrúpulos se valieron del pretex-


to del paro de las actividades causadas por el terre-
moto, para despedir masivamente a los obreros y, en
igual medida, los terratenientes lo hicieron con cien-
tos de campesinos que trabajaban en sus haciendas.

Negocio pingüe fue para los comerciantes y especula-


dores la grave situación que vivió el pueblo en aquellos
días. Escondieron los artículos de primera necesidad
y, sacándolos poco a poco, los vendían a precios exor-
bitantes. Los materiales de la construcción: hierro,
lámina, ladrillo, cemento, cal, alambre, clavos, etcéte-
ra, sufrieron alzas de valor totalmente injustiicables.
Todos estos hechos incaliicables, son demostración
irrefutable del sistema de explotación capitalista, que
se aprovecha hasta de las catástrofes nacionales para
enriquecerse vilmente, y lota dentro de un ambiente
de corrupción creado por él, donde están sumergidos:
el Ejército, la oligarquía y demás clases dominantes.

El clero reaccionario, encabezado por el cardenal Ma-


rio Casariego y el episcopado, tuvo una actitud conde-
nable con motivo del cataclismo y muy alejada de las
verdaderas normas de “un cristianismo auténtico” que
hipócritamente blasonan y, en la realidad han traicio-
nado sistemáticamente. En vez de una acción huma-
nista y de una cooperación efectiva hacia los margina-
dos, hicieron crecer el pánico entre ellos, valiéndose
de su ignorancia y fanatismo, al hacerles creer que el
terremoto era un “castigo de Dios” por los pecados que
habían cometido... Con esa perversa maquinación la
Iglesia Católica reaccionaria perseguía mantener in-

118
cólume el dominio ideológico y la sumisión espiritual
sobre las grandes mayorías analfabetas de la nación,
para que “como buenos cristianos que son” no vayan
a rebelarse contra el sistema de explotación que los
oprime y del cual, el clero pre-conciliar, es cómplice
privilegiado.

Balance inal del régimen de la Mano Blanca

Herederos y cómplices, Laugerud García y Sandoval


Alarcón, de todos los desmanes cometidos, no tan sólo
por sus inmediatos y criminales predecesores: Arana
Osorio y Cáceres Lenhoff, sino de todos los regímenes
instalados en Guatemala por el imperialismo desde
su intervención en junio de 1954, se impone en este
capítulo hacer un breve análisis inal de su acción en
los campos económico, social, cultural y político, para
que los lectores saquen sus propios juicios sobre este
tenebroso periodo que han vivido y viven los guate-
maltecos, bajo el neofascismo imperialista.

Acción económica

“No hay pícaro sin suerte”, así reza un refrán gua-


temalteco y en este caso el dueto la ha tenido, si se
toma como “suerte” la época de bonanza económica
de que han gozado y están gozando en Guatemala las
clases explotadoras: oligarquía, terratenientes semi
feudales, agroexportadores, comerciantes, industria-
les, clero reaccionario, buen sector de la clase media y
los militares en el poder, bajo la administración de los
fraudulentos “presidente y vicepresidente” Laugerud
García-Sandoval Alarcón.

Desde luego, este auge económico no se debe a nin-


gún hecho positivo del gobierno, cuya incapacidad y
entreguismo son maniiestos, sino a circunstancias
completamente ajenas a sus voluntades.

119
Debido a los procesos económicos de los especulado-
res internacionales que controlan los precios de cier-
tos productos agrícolas, hicieron que algunos de ellos
se fueran por las nubes: café, azúcar, algodón y car-
damomo, de los cuales nuestro país exporta aprecia-
bles cantidades; también fueron cotizados muy alto:
henequén, kenaf, y algunos aceites esenciales que se
cultivan en la República. Ahora bien, fuera de estos
juegos internacionales de mercadeo, que hoy le fue-
ron favorables a las clases opresoras de la nación, la
realidad es que su alta producción en materia agrícola
e industrial, básicamente se debe al desarrollo capita-
lista creado y planeado por la Revolución de Octubre
(1944- 1954), periodo en que se pusieron en marcha
nuevas fuentes de riqueza nacional, tecniicando la
agricultura (se dejó el monocultivo del café y por vez
primera se sembró algodón, kenaf, henequén, y se in-
tensiicaron las plantaciones azucareras) y se dieron
grandes facilidades para la industrialización (legales
y económicas), abriendo de par en par las puertas
de los bancos y creando las instituciones de crédito
que fueron necesarias en aquella época. Pero si bien
es innegable que la revolución perseguía la liquida-
ción de los resabios semi-feudales y semi-coloniales
del pasado, mediante el desarrollo de un capitalismo
moderno, también lo es que realizaba esas metas con
patriotismo y dentro de un marco fundamentalmente
nacionalista y antiimperialista; en cambio los regíme-
nes llamados de la “liberación” que encontraron ya
hecha esa base de desarrollo económico, han sido en-
treguistas y antipatriotas como lo he demostrado en
mis libros anteriores y en éste, especialmente.

Otra “suerte” para el régimen espúreo de Laugerud-San-


doval, fue el terremoto* del 4 de febrero de 1976. En
primer lugar, la oleada de descontento que ya había
puesto a tambalear a su gobierno corrompido, criminal
y represivo, disminuyó casi totalmente, por unos me-
ses, mientras el pueblo ante el desastre nacional con

120
su cauda de miles de muertos y heridos, buscaba los
medios esenciales para supervivir. En segundo lugar,
la gran ayuda económica volcada por muchas nacio-
nes para la reconstrucción posterior fue una inyección
decisiva para el bienestar de las clases dominantes,
algunos de cuyos sectores “hicieron su agosto” con el
sufrimiento y la necesidad de los marginados.

Naturalmente la situación de estos últimos, desde


la intervención yanqui de 1954 hasta la fecha, se ha
agravado cada día más, por la superexplotación de
que son víctimas dentro del sistema imperante y, cla-
ro, con el citado terremoto, las condiciones de vida
de las grandes mayorías alcanzó extremos indescrip-
tibles, los cuales relato en el trabajo ya mencionado.

Pero demos un vistazo más a los regímenes de Arana


Osorio (1970-74) y al de Laugerud García (1974-78),
para entender bien su acción económica.

El siguiente cuadro, muy elocuente, por cuanto hará


que los lectores constaten la disparidad existente en-
tre la opulencia y prosperidad de los opresores y la
miseria de los oprimidos, fue parte de un serio estudio
hecho por GAFICA, grupo asesor de la FAO para la
Integración Económica Centroamericana (1970)

1. Estrato popular o sea más del 50°/o de la pobla-


ción guatemalteca recibían Q per capita o sea el
13°/o del ingreso nacional.

2. Estrato medio, o sea el 30% de la población perci-


bió 228 quetzales per capita o sea el 24% del in-
greso nacional.

3. Estrato medio alto, o sea el 15°/o de la población


percibió Q 543.00 per capita o sea el 28°/o del in-
greso nacional.

121
4. Estrato muy alto, o sea el 5% de la población reci-
bió Q 2.025.00 per capita o sea el 35% del ingreso
nacional”.

En el sector agrícola, según estudio de GAFICA, la dis-


tribución fue así: el 83.3% de la población tiene ingre-
sos anuales per capita de Q 35.00 y la desnutrición
afecta a ese sector de la población en forma pavorosa.

En otro aspecto, con relación a la inversión de capital


extranjero al cual no se le pone control alguno por los
entreguistas, es importante hacer notar que en 1970,
de un total de 262.1 millones de dólares, esa inversión
había penetrado en Guatemala así:

En la industria 94.7 millones


En la agricultura 55.9 millones
En elcomercio 45.0 millones
En electricidad, gas yagua 29.5 millones
En minas y canteras 18.0 millones
En la banca 12.9 millones
En servicios 4.6 millones
En la construcción 3.7 millones
En transportes 1.0 millones
Otros 0.7 millones

Hasta el mes de abril de 1974, la compañía Shenan-


doah, había invertido 30 millones de dólares en ex-
ploraciones petroleras, más 14 millones en 1975. La
plena libertad para inversiones extranjeras - incon-
troladas- de los regímenes impuestos por Estados
Unidos desde 1954, hasta el presente año, ha hecho
que numerosas transnacionales converjan a toda pri-
sa en nuestra pequeña-gran nación, cuyos recursos y
riquezas naturales hace ya tiempo que son saqueadas
por algunas de ellas.

Ejemplo vivo de esa codicia insaciable ha sido su in-


terés en participar en la construcción de un oleoducto

122
-tal y como lo desean los Estados Unidos- que atra-
viese el país de Sur a Norte, para facilitarle pasar de
un lado al otro todo el petróleo que les llegue por el
Océano Pacíico. La propia Shenandoah reconoció ha-
ber hecho sobornos a funcionarios guatemaltecos de
la actual administración para lograr, antes que cual-
quier otra empresa, los derechos de construcción de
ese tubo, que indiscutiblemente, constituirá el más
grave problema nacional del futuro. A este respecto
no puede dejarse de mencionar aquí la noticia apare-
cida en el diario mexicano Uno más Uno (9 de abril de
1978) relativa a que los imperialistas tienen en el área
del Mar Rojo, un “Ejército del Golfo” especializado y
listo para atacar en cualquier parte del mundo al país
o países que en cualquier forma traten de impedir el
libre suministro de energéticos a los Estados Unidos.
Ante esa amenaza real, la concesión que por 40 años
prorrogables se está gestionando sobre el oleoducto,
debe ser denegada, ya que en ese enclave en las entra-
ñas de nuestra tierra, sería un “canalito de Panamá’.
pero mucho más gravoso y explosivo. Por todo ello nos
oponemos a esa nueva entrega del territorio nacional
y hacemos un llamado a las fuerzas democráticas y
revolucionarias para que se opongan por todos los
medios a dicho proyecto.*

Deuda pública, déicit del Gobierno y Dependencia


Externa** (1 Quetzal = 1 Dólar)

La política de endeudamiento de los gobiernos “libera-


cionistas” es prueba incontrovertible de su irrespon-
sabilidad histórica y de su absoluta dependencia eco-
nómica de la metrópoli. Año con año, tanto la deuda
interna como la externa alcanzan proporciones alar-
mantes. En 1974 la deuda interna sumó Q 288.500.00
y la deuda pública externa llegó a Q 360.517.300.00.
En conjunto sumaban Q 538.817.360.00. El endeu-
damiento global de Guatemala hasta setiembre de
1976, sin tornar en cuenta la deuda pública interna,

123
ascendió a Q 795.817.360.00, contrastando con un
ingreso bajo promedio de Q 450 millones.

En 1974 la salida de divisas por pago de pasivos de la


deuda externa fue de 261. millones de quetzales. Ese
mismo año por concepto de pago de regalías, dividen-
dos, intereses, utilidades, etcétera, salieron 50 millo-
nes, y en 1975, 74.6 millones; y por los perjuicios en
concepto de variaciones en el intercambio -desniveles
de precios- en 1974 fueron de 171 millones de quetza-
les y en 1975 de 195 millones de quetzales.

En cuanto al déicit del gobierno, está aumentando


año con año, como lo indica el Fondo Monetario Inter-
nacional, ya que en 1970 fue de Q 13.1 millones; en
1971 de 30.1 millones; en 1972 de 44.9 millones, y en
1975 de 50 millones.”

El proceso inlacionario, su causa principal y los fac-


tores internos.

Debe señalarse como cuestión previa que la inlación


de la cual es víctima el pueblo guatemalteco tiene su
origen y responsabilidad en las maniobras del impe-
rialismo y de sus cómplices internos: la oligarquía
y su gama de integrantes explotadores, pues se ha
comprobado que sus ganancias son tan excesivas que
la tasa de plusvalía alcanza porcentajes mayores del
400%, con el respaldo de un gobierno entreguista y
complaciente con la gran burguesía al mantener una
política de brazos abiertos a la “libre empresa” y a la
“iniciativa privada”, pilares del sistema de extorsión
de la clase trabajadora.

“En nuestro país la causa principal de la inlación es


fundamentalmente de carácter estructural y no co-
yuntural, basado en los efectos de la inlación mun-
dial, corno pretende hacernos creer la oligarquía y el
gobierno reaccionario. La expansión de la demanda

124
interna para la década 19601970 ascendió a 825.5
millones de quetzales, mientras que la expansión de
la oferta interna para la misma década sólo alcanzó
683.7 millones de quetzales. El producto interno bru-
to, menos las exportaciones, fue inferior en la citada
década, a las necesidades de la población, o sea que,
el incremento de la producción nacional interna sólo
cubrió el 77.4% del incremento de las necesidades de
los guatemaltecos”. Consejo Superior de la USAC, L’1
Imparcial, 2 7 de setiembre de 1973).

“Entre los factores internos se cuentan hechos funda-


mentales como el de que el sector agroexportador ha
dedicado tierras, créditos y mano de obra en cantida-
des considerables a la producción de artículos para la
exportación, tales como: carne, café, azúcar, algodón,
etcétera, en detrimento del consumo de los guatemal-
tecos, agudizando el hecho de que el país no se abas-
tece a sí mismo en cuanto a granos básicos. El desa-
bastecer aun más el mercado interno, aprovechando
el precio de los mercados internacionales, ha elevado
los precios internos que, como señala el Colegio de
Economistas, enriquece rápidamente a unas minorías
y empobrece al asalariado, cuyo ingreso permanece
en el mismo nivel”.

Según el decano de la Facultad de Ciencias Econó-


micas de la Universidad privada Mariano Gálvez, Li-
cenciado René Orellana, de 1946 a 1973 el alza dei
costo de la vida ha sido no menor del 68.2°/o, por lo
que el quetzal ha perdido su poder adquisitivo de 100
centavos. En abril de 1974 el índice del costo de vida
llegó a 170.4% lo que signiica que una familia guate-
malteca de bajo nivel económico necesita 41% más de
moneda. Desde entonces en una espiral que parece no
tener in, han aumentado los precios del maíz, el frijol,
arroz, trigo, banano, huevos, luz eléctrica, transporte,
jabón, etcétera.

125
De otro estudio importantísimo realizado por el Comi-
té Nacional de Unidad Sindical -ONUS- hecho recien-
temente y que parte de la airmación indiscutible que
la economía guatemalteca es dependiente del imperia-
lismo y tiene una estructura deformada, citamos sus
siguientes conclusiones:

“a) La mayor parte de la producción agrícola está des-


tinada a la exportación, por lo que hay insuiciencia
de granos y otros productos de consumo popular; b)
la incipiente industria está en manos de inversionistas
extranjeros y se dedica a sustituir la importación de
algunos productos terminados, pero utiliza una alta
proporción de elementos importados y se dirige a un
mercado de clase media que no tiene en cuenta las
necesidades del consumo popular; e) hay un exceso de
dinero circulante, como consecuencia de los altos pre-
cios internacionales del café y el algodón, de los prés-
tamos extranjeros y de la inversión privada provenien-
te del exterior; d) la especulación y el acaparamiento
de los productos básicos, especialmente de los alimen-
ticios, y un exceso de intermediarios aumentan artii-
cialmente los precios. Como resultado de estas defor-
maciones de la estructura interna y de las que agrega
la crisis mundial del capitalismo, aumenta la tasa de
inlación y por lo tanto el costo de la vida. En apoyo
de su airmación, el C N U S utiliza cifras del Fondo
Monetario Internacional, de acuerdo con las cuales los
precios al consumidor en Guatemala alcanzaron un
alza de 17°%o sólo en el mes de setiembre de 1976”.

Sería inacabable el describir la angustiosa realidad


económica que viven las grandes mayorías guatemal-
tecas, pero podemos resumir de esta manera ese pa-
norama bajo el régimen de Laugerud-Sandoval: du-
rante su nefasta administración, los ricos se han he-
cho más ricos y los pobres mucho más pobres. Esta
airmación será complementada al estudiar los otros
aspectos que tienen estrecha relación con este proble-

126
ma, entre los cuales es indispensable analizar breve-
mente, el de la tenencia de la tierra.

La injusta concentración de grandes extensiones de


tierra inculta en las pocas manos de unos cuantos
terratenientes de mentalidad feudal, sigue causando
serios daños a la producción agrícola de la nación.
Estos terratenientes fueron los feroces enemigos de la
Reforma Agraria (Decreto 900 del Congreso) de 1952
y siguen oponiéndose a cualquier medida que limi-
te sus derechos inalienables de propiedad”. El censo
agropecuario realizado en 1964 mostró que el 97.6%
de las incas censadas eran menores de 45 hectáreas
(1 caballería = 45 hectáreas) y formaban agenas un
37% de las tierras cultivables de la nación; que el 2.6
/o de incas mayores de 45 hectáreas tienen 62% de
esas tierras, mientras que un grupo de grandes terra-
tenientes que representa el 0.10/o, con propiedades
mayores de 2.250 hectáreas, posee más del 15% de
todas las tierras cultivables del país y las mantiene
ociosas en grandísimas extensiones.

Repetidamente hemos explicado en este ensayo que


entre las metas de la Revolución de Octubre de 1944:
el salir de las viejas estructuras semi-feudales y se-
mi-coloniales, mediante el desarrollo de un capita-
lismo moderno y avanzado, era una de ellas. Al irse
desarrollando ese proceso económico, mediante el
‘desarrollismo dependiente’ de los regímenes “libera-
cionistas” se ha operado cada día con más fuerza el
fenómeno de la proletarización masiva, con la consi-
guiente compraventa de la fuerza de trabajo en condi-
ciones de mercadeo infame y la consecuente plusvalía
en favor de los explotadores y el imperialismo.

Vuelvo a citar aquí extractos del trabajo ya citado.*

“El proceso de proletarización se maniiesta cada día


más entre los campesinos guatemaltecos, al respecto

127
es bastante interesante estudiar no sólo lo que ocu-
rre en la Costa Sur del país, sino que en El Petén y el
norte de Guatemala, donde se esceniican despojos de
tierras y se intensiica la represión en contra de los
campesinos”. Estas acciones bárbaras tienen como
explicación que en esas nuevas zonas de la nación
se tiene la certeza de que existen yacimientos de hi-
drocarburos y las tierras han sido acaparadas por los
militares en el poder, terratenientes de la Costa Sur y
varios políticos “prominentes”.

“La burguesía y el imperialismo utilizan toda clase de


mecanismos para acelerar la proletarización del país,
proceso que apareja el empobrecimiento desmedido de
obreros y campesinos. La compra y despojo de parce-
las, las titulaciones supletorias y el uso de las fuerzas
de seguridad del estado, son actividades cotidianas
en el agro guatemalteco, para lograr la mano de obra
barata que necesitan la burguesía y el imperialismo. A
la par del desarrollo del capitalismo, dijimos que en el
país existen formas precapitalistas de producción (al-
tiplano), las cuales son necesarias para la existencia
de la formación económico-social existente, ya que de
esa región del país se obtiene mano de obra temporal,
la que es contratada en condiciones muy favorables a
la burguesía agropecuaria”.

Acción Social

Ya es bien conocido de ustedes amables lectoras o lec-


tores, que tan pronto como los Estados Unidos derro-
caron al gobierno constitucional del Coronel Arbenz
Guzmán, entre las primeras medidas tomadas contra
el pueblo fue la destrucción de todas sus organiza-
ciones laborales. Se prohibió la sindicalización de los
campesinos; se disolvieron las federaciones naciona-
les de trabajadores y los principales sindicatos obre-
ros, etcétera.

128
Esa política regresiva en el campo social, ha sido la
permanente acción de los regímenes “liberacionistas”,
para dislocar el proceso de justicia social que se rea-
lizaba bajo las banderas de la Revolución de Octubre,
pero las medidas represivas contra la clase obrera y
campesina, a pesar de haber llegado a extremos de
incaliicable salvajismo y crimen, no han podido do-
blegarlos. La lucha de estos sectores, no sólo ha sido
heroica, sino ejemplar. Es cierto que por casi dos dé-
cadas las batallas sostenidas para reconquistar algu-
nos de sus derechos más elementales se convirtieron
en sangrientas y terribles derrotas, pero a pesar de
ellas y del encarcelamiento, torturas, “desapariciones”
y asesinatos de muchos de sus valientes dirigentes,
otros tomaban el mando y reanudaban el combate.

Desde el año de 1973, bajo la satrapía de Arana Oso-


rio y su feroz administración represiva y a pesar de
que la Constitución en vigor (liberacionista) lo prohi-
be, los maestros se echaron a la calle y declararon una
huelga en demanda de aumentos de salarios; fueron
vigorosamente apoyados por el movimiento estudian-
til y juntos se enfrentaron a las fuerzas especializadas
en motines de la policía. Esa acción de los maestros
fue otra vez (como en 1944 cuando ese gremio tuvo
también patriótica actuación) la chispa que encendió
el polvorín de numerosas huelgas que estallaron en
empresas, fábricas, dependencias del estado y aun en
entidades autónomas como la Universidad Nacional y
la Municipalidad capitalina.

Dentro de ese clima de agitación y con motivo de la


huelga de los empleados de Coca-Cola, apéndice en el
país de la transnacional del mismo nombre, se pen-
só llegado el momento de uniicación de varios sec-
tores aines y víctimas constantes de la explotación
de las clases dominantes y así se unieron en un gran
organismo las centrales obreras, ligas campesinas,
sindicatos independientes, el magisterio nacional y el

129
movimiento de pobladores de asentamientos urbanos
bajo el nombre de Comité Nacional de Unidad Sindical
-CNUS-, cuyas metas esenciales se encaminan a la
formación de una central única de trabajadores.

Otro organismo de gran importancia y reciente forma-


ción es el CETE (Comité de Emergencia de Trabajado-
res del Estado), cuya actuación decisiva y oportuna
en vísperas del reciente circo electoral, al declarar una
justa huelga puso a tambalear al régimen al paralizar
todos los servicios de comunicaciones y los adminis-
trativos, apoyado por el CNUS, la FASGUA (Federa-
ción Autónoma Sindical de Guatemala), la Asociación
de Estudiantes Universitarios (AEU), el Movimiento
Nacional de Pobladores (MONAP), la Coordinadora de
Estudiantes de Educación Media (CEEM), etcétera. El
gobierno tuvo que ceder y cumplir todas las deman-
das del CETE.

El problema campesino es mucho más complejo, pues


la gran masa de ellos se halla lotando a la deriva en la
semi-proletarización agrícola. Siguen siendo los sier-
vos de la gleba por su gran pobreza e inestabilidad de
trabajo. Laboran casi siempre temporalmente en las
incas de café, algodón y azúcar y, al terminar de co-
sechar quedan sin empleo y como carecen de tierras,
a veces las invaden para sembrarlas y a pesar de ser
tierras ociosas, son desalojados por el ejército; y sus
líderes asesinados o desaparecidos. Estos campesinos
y los verdaderos obreros agrícolas (quienes trabajan
en forma permanente) luchan infructuosamente por
constituir sindicatos y ligas campesinas para enfren-
tarse a sus explotadores.

Los movimientos estudiantiles, tanto el juvenil que


originalmente se llamó FUEGO (Frente Unido de Es-
tudiantes Guatemaltecos Organizados) y que hoy se
agrupa en la CEEM, como la histórica AEU que desde
1976 ha vuelto a asumir su lugar al lado de las masas

130
y en estrecha unión con todas las organizaciones de-
mocráticas y revolucionarias, juega un papel de suma
importancia en este nuevo movimiento contra el fas-
cismo que han impuesto en nuestra patria los impe-
rialistas. Estos no cejan en su empeño de dividir, inil-
trar a las organizaciones mencionadas y corromper a
algunos de sus líderes, pero afortunadamente esta la-
bor ya es bien conocida por las bases y sus dirigentes.

Existe un movimiento cada vez más avanzado hacia la


constitución de un organismo unitario que coordine
las acciones de todos los sectores populares y, princi-
palmente, la acción política y social de sus entidades y
asociaciones. Ese día, que esperamos sea muy pronto,
la fortaleza del pueblo guatemalteco no tendrá límites
y será la base fundamental para iniciar la lucha dei-
nitiva por la conquista democrática del poder.

Acción cultural

Pese a la constante batalla dada por todos los gobier-


nos impuestos por los Estados Unidos desde 1954,
para llevar adelante sus planes de desculturización de
Guatemala, aquéllos han sufrido sonadas derrotas en
su empeño, gracias principalmente, a la defensa ad-
mirable de nuestra Universidad de San Carlos, bene-
mérita y tricentenaria institución, autónoma gracias
a la Revolución de Octubre de 1944. Ha sido nuestra
casa de estudios, para honra y gloria de sus repre-
sentantes, especialmente a los de la última década,
baluarte inexpugnable frente a las agresiones anticul-
turales de los enemigos de la inteligencia, seguidores
éstos de aquel General Millan que le gritaba mueras a
ese don de la naturaleza ... El magisterio también ha
sido abanderado de esa lucha.

Sin embargo, nuestra Universidad, escudo y espada


contra los bárbaros, no ha podido cubrir muchos si-
tios vulnerables y cortar de raíz la mala hierba de la

131
penetración anticultural yanqui. Nuestra sociedad de
consumo se abastece moral y materialmente de mu-
chas partes de ella. En otra parte me reiero especí-
icamente a este problema. Pero seguimos coniados
en que las nuevas autoridades universitarias, recién
electas, continuarán y, de ser posible, aumentarán
sus defensas y ailarán sus nobles armas del conoci-
miento y la sabiduría para extender su labor de con-
cientización a todos los ámbitos nacionales a in de
rescatar nuestras tradiciones y nuestras esencias ver-
náculas.

Acción política

En toda la primera parte de este capítulo se han tra-


tado diversos aspectos de la acción represiva y an-
tipatriótica del gobierno de Laugerud-Sandoval. Sin
embargo, podríamos agregar muchas cosas más que
por su extensión quizás fatigarían a los lectores, por
ello, concretamente, podemos decir que esa adminis-
tración ha sido la culminación del sistema fascista de
genocidio, represión y terror impuesto por los Estados
Unidos en nuestro país. Su característica esencial: la
hipocresía y el cinismo. Con el uso de esos dos instru-
mentos de falacia y desfachatez, se ha pretendido -y
lo han logrado en parte- confundir a la opinión públi-
ca nacional e internacional, blasonando que todo el
proceso político que se lleva a cabo en la República,
se realiza con estricto apego a las leyes vigentes y con
respeto absoluto a la Constitución existente.

La mentira -buenos discípulos de Goebbels- ha sido


medio de propaganda sistemática, tal y como es em-
pleado en los regímenes fascistas. Basada en ella se
ha pretendido desvirtuar la esencia justa, patriótica
y revolucionaria de la autodefensa de nuestro pueblo
contra sus agresores. El gobierno, siguiendo al pie
de la letra los mandatos del imperio en su campaña
desestabilizadora mundial contra los auténticos mo-

132
vimientos de liberación y “de contraviolencia revolu-
cionaria”, se ha empeñado en caliicarlos de “terro-
rismo”, con el in de desprestigiarlos, identiicándolos
con acciones cometidas por delincuentes comunes.*
Empero, estas tácticas bien conocidas y empleadas
por todos los gobiernos antipopulares y antidemocrá-
ticos, pierden enteramente su fuerza cuando los otros
pueblos saben la falta de escrúpulos y de moral de los
que lanzan tales especies.

El caso de Belice

Durante el decenio revolucionario guatemalteco (1944-


1954) el pueblo de Guatemala y el de Belice (cuya po-
blación en esa época apenas llegaba a los 40.000 ha-
bitantes), mantenían estrechas y cordiales relaciones.
La lucha internacional de Guatemala contra el colo-
nialismo, de la que en esa época fue abanderada, era
vista con gran simpatía por de las grandes mayorías y
de las causas justas, tendría una inluencia indiscuti-
ble en el cambio de su precaria y miserable condición.

Desde la imposición de los gobiernos militares en


Guatemala, a posteriori de la agresión norteamerica-
na en 1954, los beliceños han visto con horror las ma-
sacres perpetradas contra el pueblo guatemalteco, las
torturas, las prisiones, y el sistema de represión que
se instauró desde aquel año aciago. Han podido ob-
servar también que en vez de aquella gallarda actitud
internacional que en los cónclaves mundiales demos-
traron todos los voceros de nuestra revolución, ahora
mantienen una posición de sometimiento lacayuno a
los dictados del imperio.

Del inicio de nuestra histórica Revolución a la fecha


ha transcurrido casi un cuarto de siglo y el pueblo
de Belice ha sobrepasado los 170.000 habitantes, con
una identidad nacional, un idioma distinto al español
y una cultura diferente a la nuestra. Ante el panorama

133
de crimen y entreguismo llevado adelante por los mi-
litares en Guatemala dentro de ese mismo lapso, los
beliceños no pueden ni pensar en ser “liberados” del
colonialismo por esos asesinos y, menos, integrarse al
territorio nacional para ser ellos también víctimas de
la barbarie fascista que impera en nuestra República;
ante esa disyuntiva preferirían seguir siendo colonia
inglesa.

El Coronel Enrique Peralta Azurdia, el “pollino”* como


le llamaban sus compañeros de armas y no precisa-
mente por sus dotes intelectuales, cuando derrocó al
Presidente Ydígoras Fuentes (1964- 1966), rompió re-
laciones diplomáticas con la Gran Bretaña, situación
que ha prevalecido hasta hoy, cortando la posibilidad
de cualquier entendimiento diplomático tanto con Be-
lice, como con Inglaterra, durante más de 14 años.

Debido a la negativa de los ingleses a resolver junto


con nuestro país el caso de Belice, en el año de 1945
durante el gobierno del Doctor Arévalo, nuestra canci-
llería declaró caducado el tratado de 1859 entre Gua-
temala y el Reino Unido por incumplimiento, por parte
de éste, de la cláusula séptima de dicho instrumento.
Todos los Ministros de Relaciones Exteriores guate-
maltecos, yo entre ellos, en todas las conferencias in-
ternacionales mantuvimos las reservas sobre el terri-
torio de Belice. Pero de entonces para hoy, después de
casi veinticinco años, los principios internacionales
como consecuencia del proceso de descolonización,
han cambiado, prevaleciendo ahora el derecho de au-
todeterminación de los pueblos sobre las disputas te-
rritoriales entre los estados.

Los habitantes de Belice quieren ser independientes y


autónomos y tienen absoluto derecho a ello. La Revo-
lución de Octubre fue campeona del anticolonialismo
y de la autodeterminación de los pueblos. El año pa-
sado las Naciones Unidas por votación abrumadora

134
reconoció a los beliceños su derecho inalienable a la
independencia y a la autodeterminación (Resolución
XXXI), y nosotros los revolucionarios debemos apoyar
ese derecho y aquella Resolución.

Ahora bien, Guatemala al reconocer ese derecho y


al mismo tiempo apoyar la independencia de Belice,
debe llegar, con los representantes legítimos de ese
pueblo, a un arreglo pacíico que le garantice a nues-
tro país una amplia salida al mar, derecho sobre la
plataforma submarina colindante, derechos de pesca
y un acuerdo (con participación de Honduras) sobre
los límites o uso común de las 200 millas de cada uno,
que geográicamente se traslapan.

La camarilla de militares reaccionarios guatemalte-


cos, al frente de los cuales se halla Laugerud, pugna
por resolver “a balazos” el problema de Belice. Toda
esa alharaca belicista, que nosotros condenamos,
persigue distraer la atención nacional e internacional
sobre el horrendo clima de injusticia y represión que
vive nuestro pueblo.

Un chovinismo de lo más cursi ha querido exaltar el


patriotismo de las masas, creando la falsa imagen de
que los beliceños son nuestros “enemigos” y que se
quieren apoderar de “nuestro territorio”. Aunque al-
gunos sectores han caído en el lazo, las fuerzas demo-
cráticas y revolucionarias, la USAC y otros organis-
mos, los intelectuales y profesionales, se han opuesto
a esta absurba exaltación “guerrerista” y manquea de
los gorilas, pues comprenden los indiscutibles dere-
chos del pueblo de Belice.

El también fraudulento ex Vicepresidente de la Repú-


blica, Sandoval Alarcón, con el pretexto del “caso de
Belice” ha visitado todos los gobiernos antidemocráti-
cos del Continente para pedirles su respaldo y ayuda.
En realidad lo que ha ido a buscar con los regímenes

135
fascistas del Cono Sur y en Haití, Santo Domingo y
Nicaragua, ha sido ayuda económica y armas, para
aianzar el movimiento fascista en Guatemala, y com-
binarlo con los de esos países que ya trabajan conjun-
tamente en casi todo el Hemisferio con el llamado ESA
(Ejército Secreto Anticomunista), organismo paramili-
tar, una de cuyas inalidades es la de ultimar intelec-
tuales en cualquier lugar en que se hallen, siempre
que denuncien o se opongan a la implantación del fas-
cismo en nuestra América.

Condecoración a Pinochet

El gobierno de Laugerud García envió a su colega ge-


nocida la más alta condecoración de nuestro país: la
Orden del Quetzal en el grado de Gran Collar, la cual
le fue impuesta por Sandoval Alarcón en el viaje ya
aludido. Este solo hecho es más que suiciente para
que los lectores identiiquen y caliiquen la calidad
moral del binomio Laugerud- Sandoval.

Entre pícaros anda el juego (las elecciones presiden-


ciales)

El sainete puesto en el tinglado de nuestro país con


motivo de las últimas elecciones para Presidente de la
República, Alcalde capitalino y diputados al Congre-
so, resultó a inal de cuentas, un nuevo “fraude elec-
toral” según acusaciones que se hicieron mutuamente
los contendientes. En realidad el fraude fue contra el
pueblo.

Cuando tuve el honor de visitar Cuba en el año 1977,


Radio Habana en entrevista que me hizo me pidió mi
opinión sobre ese próximo evento y, en términos ge-
nerales, dije más o menos así: “que el pueblo esta-
ría masivamente ausente de esa nueva farsa; que el
verdadero gran elector era el imperialismo; que otra
vez se impediría la participación de los civiles; que la
elección presidencial se realizaría entre los simios:
136
dos gorilas y un orangután, es decir, Peralta Azurdia
y Lucas García por una parte y Peralta Méndez por la
otra, pero todos de la misma especie. ..” Y veo que no
me equivoqué ...

Los partidos políticos legalizados y sus candidatos

Sólo cuatro partidos se hallaban registrados en Gua-


temala: 1) el MLN (Movimiento de Liberación Nacio-
nal), de estructura e ideología fascista, el cual apoyó
la intervención yanqui en 1954. Su jefe es el actual
Vicepresidente de la República, Mario Sandoval Alar-
cón, fundador y cerebro de la organización paramilitar
MANO. 2) el PID (Partido Institucional Democrático)
integrado por los burócratas, de donde proviene su
fuerza oicial; representa un sector de la burguesía
agroexportadora. 3) el PR (Partido Revolucionario),
que se autodesigna representante y continuador de
los partidos pequeñoburgueses que apoyaron la re-
volución. En realidad es una organización oportunis-
ta y sin escrúpulos y sus dirigentes se hallan frente
al pueblo revolucionario, totalmente desprestigiados.
Sin embargo, con esa falsa bandera de ser un “parti-
do revolucionario”, ha engañado y mantiene inluen-
cia en ciertos grupos de campesinos y trabajadores a
quienes manipula en favor de los gobiernos militares
4) el Partido Democracia Cristiana, de origen clerical
y ahora bajo la inluencia de la Social Democracia ale-
mana, de la cual ha recibido inanciamiento, siempre
ha sido un organismo vacilante representante de los
intereses de la gran burguesía y el clero y su labor ha
sido de desorientación y componendas con los mili-
tares en el poder. Por la composición de clase de los
miembros y dirigentes de estas cuatro agrupaciones,
así como por sus posiciones ideológicas puede air-
marse que se hamacan desde el centro hasta la ultra-
derecha más reaccionaria.

137
El único candidato civil con posibilidades de dar una
sorpresa electoral frente al oicialismo, era el Licencia-
do Manuel Colom Argueta, representante de un sector
importante de la pequeña burguesía, pero debido a
presiones del gobierno el Registro Electoral le denegó
la inscripción a su partido: FUR (Frente Unido de la
Revolución).*

El MLN lanzó la candidatura del Coronel Enrique Pe-


ralta Azurdia para el cargo de Presidente y la del Doc-
tor Héctor Aragón Quiñónez, para la Vicepresidencia.

El Frente Amplio : coalición del PID, el PR y el CAO


(Comité Aranista Organizado) presentó la planilla del
General Romeo Lucas y la del Licenciado Francisco
Villagrán Kramer, para Presidente y Vicepresidente,
respectivamente.

Y la DC hizo su campaña para esos mismos puestos,


con el General Ricardo Peralta Méndez y el Licenciado
René de León Schlotter.

Calidad moral de los candidatos

Los tres candidatos militares son responsables direc-


tos del genocidio del pueblo guatemalteco. Ya puntua-
lizamos en capítulos anteriores que durante el tiempo
que el Coronel Peralta Azurdia ejerció, por golpe de es-
tado (1964-66), la Presidencia de la República, se co-
metió el macabro asesinato de los 28 “desaparecidos”y
el hoy General Peralta Méndez, su sobrino, era a la vez
el Jefe del Estado Mayor Presidencial en esos días. En
cuanto al General Romeo Lucas fue el Ministro de la
Defensa del régimen del gobierno del General Eugenio
Kjell Laugerud García y por lo tanto cómplice directo
de la represión criminal contra nuestro pueblo.

Peralta Méndez hizo su campaña sobre la base de


exaltar las glorias de nuestra Revolución de Octubre,

138
prometiendo volver por sus fueros. Atacó furiosamen-
te los desmanes del actual gobierno y prometió es-
tar “del lado de los obreros y campesinos explotados”.
Por supuesto, nadie creyó en esas patrañas. De León
Schlotter usó toda la demagogia bien conocida de la
Democracia Cristiana en apoyo de su candidato y
compañero de planilla, pero el pueblo ya está escama-
do de las maniobras y falsedades de esa agrupación.

Los otros dos candidatos: Peralta Azurdia y Lucas,


este últi mo el candidato oicial, también concentra-
ron su propaganda en hablar de las bondades de la
Revolución de Octubre y con denaron la represión y
ofrecieron poner in a la violencia (???). El Vicepresi-
dente de la planilla de Peralta Azurdia, Héctor Aragón
Quiñónez, miembro del MLN y de la MANO, es un con
vencido fascista y con su oratoria agresiva, no logró
mejorar mu cho la imagen de su compañero; el candi-
dato presidencial Peral ta Azurdia se mantuvo callado
y solemne, pero el pueblo ya sabía de sus crímenes
y de su posición archirreaccionaria. Del Licenciado
Francisco Villagrán Kratner, las fuerzas de mocráticas
y revolucionarias saben muy bien qué clase de pájaro
de cuenta es: oportunista, tránsfuga, enemigo de la
Revolución de Octubre y de la Reforma Agraria. Ade-
más de todas esas “cualidades”, ha estado al servicio
de los gobiernos represivos como uno de sus repre-
sentantes en las Naciones Unidas y es consejero del
CACIF (Cámaras de Agricultura, Comercio e Indus-
trias Federadas).

Lucas y Villagrán perdieron las elecciones y en reali-


dad las ganó el MLN con sus candidatos Peralta Azur-
dia y Aragón Quiñónez. Pero como ya dijimos “entre
pícaros anda el juego”, hubo una serie de fraudes in-
creíbles entre los dos bandos: robos de urnas, cam-
bios de papeletas, falsiicación de cédulas, etcétera.
Como consecuencia de todas esas maniobras gangs-
teriles, los ánimos se caldearon y se llegó a las ame-

139
nazas armadas, se realizaron algunas acciones de ese
tipo y Peralta Azurdia, con Aragón Quiñónez apoyados
por el entonces Vicepresidente de la República, juntos
invadieron el Registro Electoral, respaldados por unos
doscientos hombres del MLN armados hasta los dien-
tes. Allí gritaron, lanzaron amenazas y alegaron ser
víctimas de un gran fraude... No contentos con esta
acción, se dedicaron varios días a manifestar su des-
contento ante el Palacio Nacional y cantar el himno
falangista; los actos de esta comedia se cerraban con
encendidos discursos de Aragón Quiñonez y inaliza-
ban con el saludo fascista a todos los presentes.

Después de varios días de componendas y presiones


de la Embajada yanqui: el gran elector, el Congreso
de la República (de 62 diputados), por sólo 32 votos
en favor y ninguno en contra, pues los 30 restantes
del MLN y compinches, no asistieron; se dio el triunfo
deinitivo a Lucas y Villagrán.

El verdadero triunfador fue el pueblo que se abstuvo


de votar en un 65% y la mayoría de los ciudadanos
que lo hicieron, votaron en blanco. Así de un electo-
rado de casi 1.800.000, entre los tres candidatos no
sumaron ni 600,000 (cantidad desde luego exagerada)
y ninguno de los tres obtuvo mayoría absoluta.

Balance de las elecciones

Si bien es cierto que el pueblo salió triunfador por su


posición revolucionaria y fortalecidas sus organizacio-
nes democráticas que al lanzarse a la histórica huelga
del CETE ya mencionada, dejó desarticulado al régi-
men (al paralizar toda la función administrativa y las
comunicaciones) por casi diez días y puso en peligro
la celebración de las elecciones, también es exacto
que fue defraudado al imponérsele otro régimen fas-
cista* por cuatro años más: Lucas García y Villagrán
Kramer. Empero, ellos han ofrecido una apertura de-

140
mocrática y es posible que intenten hacerla, mas no
se crea que será iniciativa sincera del nuevo binomio
sino presión norteamericana que ya está convencida
que con la violencia no puede conseguir doblegar al
heróico pueblo guatemalteco. Pero éste tiene que estar
muy alerta y recordar la vileza de estos regímenes que
ya en tiempos de Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, me-
diante esa misma maniobra engañaron durante casi
seis meses a las fuerzas democráticas y cuando ya las
tenían bien controladas, continuó la terrible represión
contra ellas.

Si llegare a darse una apertura, no será tan sólo por


la presion yanqui, sino que la entereza, el valor, el
fortalecimiento de las luchas de las organizaciones de-
mocráticas, lo demande y lo exija. La unidad de las
fuerzas revolucionarias y democráticas, y la clase más
combativa: la clase obrera en alianza con la campesi-
na y su partido de vanguardia, PGT, es indispensable
e impostergable. Sólo mediante esa unidad podrán al-
canzar las metas revolucionarias que anhelan todos
los sectores democráticos de nuestra patria. Cada día
que pasa se hace más real el combativo lema de: “El
pueblo unido jamás será vencido...”.

Síntesis inal del gobierno de la MANO

La acción política, económica, social, cultural y mili-


tar del régimen durante su fraudulento periodo presi-
dencial, tuvo que seguir los mismos derroteros de sus
predecesores, por cuanto ha sido también una prolon-
gación de ellos, obligado a seguir las constantes direc-
trices impuestas por los Estados Unidos desde el año
de 1954 en que frenó el movimiento revolucionario y
democrático que se desarrollaba en la República bajo
las gloriosas banderas de la Revolución de Octubre,
surgida en los históricos movimientos populares del
año de 1944.

141
No ha habido en todos esos gobiernos pues, solución
de continuidad en ese camino de la infamia manteni-
da durante ese lapso de más de veinte años de trai-
ción y entrega de la patria.

Durante este último régimen se han cumplido a ca-


balidad los objetivos básicos que necesitaba el impe-
rialismo para complementar el total dominio de Gua-
temala:

1. Sumisión del Ejército Nacional

2. Sumisión de todos los gobiernos

3. Institucionalización de la violencia y el terror.

Allanado, durante casi un cuarto de siglo, el camino


por la labor de sumisión y entrega realizada por el
grupo de yanquimaltecos, carentes del más elemental
sentido patriótico, veremos en los próximos capítulos
de este libro, cómo todos los regímenes antinacionales
hasta el presente, abrieron de par en par las compuer-
tas para que sus amos: los Estados Unidos, se apode-
raran totalmente de toda la economía del país, enaje-
nando así el porvenir de las generaciones futuras.

Previamente hemos estimado necesario hacer algunas


consideraciones sobre el origen, métodos y acción del
imperialismo en general y, en particular, sobre los Es-
tados Unidos, su más claro representante entre todas
las naciones capitalistas.

142
CAPITULO IX

EL IMPERIALISMO

El imperialismo y sus métodos de dominación actual

Durante el transcurso de los capítulos anteriores, fre-


cuentemente se ha hecho mención del “imperialismo”
como responsable indiscutible de los graves males
que han sufrido y siguen soportando la mayoría de
los países, que para su infortunio han caído bajo su
acción dominadora.

Los hechos relatados sobre la situación política, eco-


nómica, social y cultural, a que ha sido injustamente
orillada la República de Guatemala y la dramática ac-
tualidad a que en los mismos órdenes ha sido lleva-
da la República de Chile, imponen, deinir esa fuerza
monstruosa que es el “imperialismo” y explicar sucin-
tamente sus métodos de dominación.

No es en ninguna forma dudar de la cultura del lector


o de la gentil lectora, hacer la aclaración del término,
sino que, dada la intención esencial del libro dedica-
do especialmente a las nuevas juventudes de nues-
tra América, de cuya inmensa población forman en la
actualidad el 48% y que en su mayoría no tendrán la
oportunidad de asistir a las escuelas y menos, a las
universidades, considero pues, útiles estas breves ob-
servaciones, para entender la clase de enemigo contra
el cual tendrán ineludiblemente que combatir.

En su libro Imperialismo, fase superior del capitalis-


mo* Vladimir Ilich Lenin, escribió una larga explica-
ción dialéctica sobre la base económica, característica
esencial del imperialismo. Pero en las páginas 112 y
133, resume y da, dos deiniciones sucintas y esencia-
les que por su claridad e importancia se transcriben:

143
“Si fuera necesario dar una deinición lo más breve
posible del imperialismo, debería decirse que el impe-
rialismo es la fase monopolista del capitalismo. Una
deinición tal comprendería lo principal, pues, por
una parte, el capital inanciero es el capital bancario
de algunos grandes bancos monopolistas fundido con
el capital de los grupos monopolistas de industriales,
y por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la
política colonial, que se expande sin obstáculos en las
regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia
capitalista, a la política colonial de dominación mo-
nopolista de los territorios del globo, enteramente re-
partido.

“Pero las deiniciones excesivamente breves, si bien


son comódas, pues resumen lo principal, son, no obs-
tante, insuicientes, ya que es necesario deducir de
ellas especialmente rasgos muy esenciales del fenó-
meno que hay que deinir. Por eso, sin olvidar la sig-
niicación condicional y relativa de todas las deinicio-
nes en general, las cuales no pueden nunca abarcar
en todos sus aspectos las relaciones del fenómeno en
su desarrollo complejo, conviene dar una deinición
del imperialismo que contenga sus cinco rasgos fun-
damentales siguientes, a saber: 1) la concentración de
la producción y del capital ha llegado hasta un grado
tan elevado de desarrollo, que ha creado los mono-
polios, que desempeñan un papel decisivo en la vida
económica;

2) la fusión del capital bancario con el industrial y la


creación, sobre la base de este `capital inanciero’ , de
la oligarquía inanciera; 3) la exportación de capital
que a diferencia de la exportación de mercancías, ad-
quiere una importancia particular; 4) la formación de
asociaciones internacionales monopolistas de capita-
listas, las cuales se reparten el mundo; y 5) la termi-
nación del reparto territorial del mundo entre las po-
tencias capitalistas más importantes. El imperialismo

144
es el capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha
tomado cuerpo la dominación de los monopolios y el
capital inanciero, ha adquirido una importancia de
primer orden la exportación de capital, ha empezado
el reparto del mundo por los trusts internacionales y
ha terminado el reparto de todo el territorio del mismo
entre los países capitalistas más importantes”.

Debemos tomar en consideración que estas palabras


de Lenin fueron escritas desde 1916 y, que a pesar
del tiempo transcurrido son de una exactitud indis-
cutible. Lo único que los economistas modernos han
cambiado es el término de “Trusts” y de “monopolios
internacionales” por el de moda “Transnacionales”,
diferencia más semántica y de grado que substancial.

Esta monopolización, dominio industrial y de fuentes


de materias primas, que realiza el capital inanciero,
unido a la exportación de capitales, etcétera, etcéte-
ra, que caracterizan el imperialismo desde el punto de
vista económico, por supuesto, se traducen en la prác-
tica en una acción política, diplomática, militar, neo-
colonial, etcétera, de variadas y agresivas maneras.
Veámos algunas de ellas, citando al respecto varias
de las sobresalientes opiniones de sus propios ciuda-
danos y de ilustres analistas de otras nacionalidades.

Max Lerner* airma:

“. ..las personas hostiles hablan del imperialismo


americano. Si se entiende por ello únicamente que
una vasta estructura militar, económica y administra-
tiva se halla, potencialmente, en un estado de lucha
contra las estructuras competitivas y que comporta,
en estado latente, una voluntad de poder, se trata en
efecto del imperialismo”.

145
Ronald Stell** dice:

“Nuestra ambición no es imperialista, sin embargo,


nos lleva a emplear los mismos métodos: estableci-
miento de guarniciones militares alrededor del globo,
atribución de subsidios a los políticos y gobiernos
clientes, aplicación de sanciones económicas e inclu-
so el empleo de la fuerza militar contra estados recal-
citrantes, y utilización de un verdadero ejército de ad-
ministradores coloniales que trabajan en organizacio-
nes tales como el Departamento de Estado, la Agencia
para el Desarrollo Internacional (AID), la Agencia de
Información de los Estados Unidos (USIS), la Central
Intelligency Agency (CIA), etcétera”.

Ahora leamos a Claude Julien, jefe del servicio de in-


formación extranjera del famoso periódico francés Le
Monde, de cuyo importantísimo libro El Imperio Ame-
ricano*** tomaremos varios párrafos, por tratar este
asunto con maestría y datos irrefutables:

“El Imperio sin fronteras. El imperio americano no es


únicamente el más poderoso que jamás haya conoci-
do la Historia. Es sobre todo y en muchos aspectos
el más original. Nunca un número tan reducido de
hombres había conseguido llevar hasta tan lejos su
inluencia y marcar con su huella la vida cotidiana
de un número tan considerable de pueblos. Téngase
en cuenta que, con doscientos millones de habitan-
tes, los Estados Unidos no representan más que una
ínima porción -apenas el 6 por ciento- de la pobla-
ción mundial. Mas por sí solos producen más que el
conjunto de países comunistas y aseguran el 43 por
ciento de la producción del mundo no comunista. Ni
un solo punto del globo se halla al abrigo de sus ar-
mas y posee la capacidad suiciente para aniquilar
varias veces toda la vida del planeta. Antes que ellos
ningún pueblo había adquirido semejante capacidad
de producción y tal aptitud para destruir. Aunque los

146
americanos sólo constituyen un 6 por ciento de la po-
blación mundial, producen un 14 por ciento de las
cosechas de trigo, el 45 por ciento de las cosechas de
maíz y un 20 por ciento de la carne suministrada a
los mercados mundiales*. Recientemente, han decidi-
do reducir su producción agrícola y liquidar sus stoc-
ks de cereales, pero si quisieran podrían alimentar a
casi toda la humanidad. Al mismo tiempo, sin servirse
de su potencial militar más temible, han demostrado
tanto en Vietnam como en Corea y durante las dos
guerras mundiales la eicacia de su formidable apara-
to destructor. Pueden decidir la vida o la muerte de la
especie humana y, más que ningún otro pueblo, con-
tribuyen a su progreso cientíico y tecnológico.

“Pero este imperio sin precedentes, que tiene entre


sus manos el destino de la humanidad, es extraor-
dinariamente voraz. Por el hecho de ser un fabuloso
productor, es también un ávido consumidor. Por sí so-
los, los Estados Unidos consumen casi tanto como el
resto del mundo, a pesar de ser éste diecisiete veces
más poblado que ellos. Un americano absorbe tres ve-
ces más energía que un europeo, ocho veces más que
un japonés, y ciento sesenta veces más que cualquier
habitante de otro país asiático”.

En las páginas 20 y siguientes, de su obra dice Julien:

“Han pasado ya los tiempos en que los Estados Uni-


dos hallaban en su propio subsuelo los recursos de
que se nutre su industria. Una explotación irracional
y un enorme despilfarro ha reducido sensiblemente
las reservas conocidas, pero sobre todo un consu-
mo siempre creciente es lo que ha obligado a Esta-
dos Unidos a ir a buscar más allí de sus fronteras
unas materias primas que sus territorios no poseen
en cantidad suiciente o de las que incluso están to-
talmente carentes. Además, previendo con frecuencia
que un día puedan verse incomunicados con fuentes

147
lejanas de aprovisionamiento, explotan con prioridad
los yacimientos extranjeros con el in de economizar
sus reservas nacionales. Sea como fuere y en unas
proporciones muchas veces insospechadas, la pro-
ducción de la industria americana y el consumo de los
americanos depende del aprovisionamiento por parte
de los Estados Unidos de minerales que es preciso ir a
buscar a América Latina, Africa o Asia. Deben impor-
tar también, por supuesto, los productos tropicales
de los cuales son grandes consumidores. Lo cierto es
que los Estados Unidos no pueden mantener su ele-
vado nivel de vida si pierden su libertad de acceso a
las materias primas del Tercer Mundo. Unos cuantos
ejemplos en cifras se hacen necesarios para mostrar
de qué modo los americanos que constituyen el 6 por
ciento de la población mundial absorben una propor-
ción impresionante de las materias primas disponi-
bles en el mundo entero.

“En los Estados Unidos está instalada la industria de


aluminio más poderosa del mundo entero. Veamos en
millares de toneladas, la producción de aluminio en
los Estados Unidos y el resto del mundo:

“Por lo tanto, en 1965 los Estados Unidos aseguraron


el 45 por ciento de la producción mundial de alumi-
nio. La casi totalidad de la producción fue consumida
en Estados Unidos y éstos sólo exportaron

313.000 toneladas, o sea, apenas un 9 por ciento.


Ahora bien, los Estados Unidos son muy pobres en
bauxita. He aquí, en millares de toneladas, la canti-
dad de bauxita extraída en los Estados Unidos y la
importada para el consumo interior.
148
“Siendo actualmente (esto fue escrito en 1969)* la pro-
ducción mundial de bauxita del orden de 36 millones
de toneladas, estas cifras signiican que los Estados
Unidos, que no representan más del 6 por ciento de la
población mundial, consumen más del 33 por ciento
de la bauxita producida en todo el mundo, y ello gra-
cias a un programa de importaciones masivas ya que,
mientras en 1950 los Estados Unidos no importaban
más que el doble del volumen de la bauxita extraída
en su país, en 1966 sus importaciones fueron siete ve-
ces superiores a su producción doméstica. De hecho,
para su consumo de aluminio, los Estados Unidos de-
penden un 88 por ciento de la bauxita importada.

‘Toda vez que los yacimientos de bauxita en los Es-


tados Unidos están evaluados sólo en 33 millones de
toneladas, se comprende que el imperio siga con la
mayor atención la evolución política de aquellos paí-
ses, más ricos en minerales, en los que él se apro-
visiona: Guayana Británica (reservas: 65 millones de
toneladas), donde la CIA provocó la caída del gobierno
progresista de Cheddy Jagan, y también Jamaica (re-
servas 320 millones de toneladas), Surinam (50 millo-
nes), Brasil (200 millones), Guinea, donde la política
de Seku Toure no ha dejado de inquietar a los amos
del imperio; Ghana e Indonesia, donde han acogido
con satisfacción la caída de Nkrumak y de Sukarno;
Yugoslavia, con sus reservas de 105 millones de tone-
ladas de bauxita; Grecia, Malasia, etcétera, etcétera.

“ . Si se produjesen cambios políticos importantes en


los países productores de bauxita, la industria ame-
ricana del aluminio, la más potente del mundo, vería

149
cortadas sus fuentes de suministro. Ahora bien, los
principales yacimientos conocidos se hallan en países
del tercer mundo, que poseen unos gobiernos inesta-
bles, acaso a la merced de un levantamiento popular
que los llevaría al campo socialista.

“Esto es, precisamente, lo que ocurrió cuando la re-


volución de Fidel Castro privó a los Estados Unidos,
no sólo de azúcar cubana, sino sobre todo del níquel.
Detalle importante es que todo el mundo sufre una
penuria general de níquel, producto del que los Esta-
dos Unidos son también el más importante consumi-
dor (en toneladas):

“Por consiguiente, los Estados Unidos consumen el 40


por ciento del níquel producido en el mundo entero,
en tanto que su producción propia no rebasa un 3 por
ciento. Durante largo tiempo, los Estados Unidos han
comprado su níquel al Canadá, país en el que contro-
lan en un 60 por ciento las inversiones industriales y
el comercio exterior

Como principal productor del mundo, Canadá sumi-


nistró, por ejemplo, 145.000 toneladas de níquel de
las 185.000 toneladas de la producción mundial en
1954. Pero si las reservas canadienses están valora-
das en más de 4 millones de toneladas, las de Cuba
rebasan los 24 millones y son, con mucho, las más
importantes del mundo. Antes de la revolución de Fi-
del, el Gobierno americano -y no una sociedad priva-
dahabía montado de su peculio una fábrica para el
tratamiento de este mineral. Sin embargo, no previen-

150
do que iba a estallar una revolución en Cuba, la hacía
funcionar a ritmo lento (13.200 toneladas en 1954) y
guardaba el níquel cubano como `reserva estratégica’
. Después de la ruptura entre la Habana y Washing-
ton, la URSS ayudó a poner en funcionamiento estas
instalaciones. Con ello, el imperio americano perdió el
acceso a los yacimientos de níquel más ricos del mun-
do, cuando su metalurgia los absorbe en cantidades
que aumentan sin cesar. El gobierno de Fidel Castro
obtuvo en 1965 la revisión del acuerdo soviético-cu-
bano sobre el níquel, con objeto de poder vender a
Francia una parte importante de la producción de la
isla, lo que permitió a la Habana inanciar la compra
en Francia de nuevos equipos industriales. Inmedia-
tamente Washington replicó amenazando las exporta-
ciones francesas destinadas a los Estados Unidos. Lu-
chas de semejante aspereza quedan bastante lejos de
los esfuerzos de un imperio `generoso’ que no pensase
más que en llevar la libertad a los pueblos esclaviza-
dos y la felicidad a las poblaciones atrasadas. La ideo-
logía, en forma de anticomunismo militante, no deja
de estar presente en el combate, pero éste adquiere
formas muy concretas cuando se trata de garantizar
el acceso de una materia prima de la que el imperio
americano es el mayor consumidor”.

Los ejemplos de esta voracidad imperial por las ma-


terias primas y su actitud agresiva para evitar que se
les escapen de su alcance, serían inacabables. Las
mismas tácticas ejercidas sobre el mineral de hierro,
la bauxita, el níquel, las emplean para garantizarse el
suministro de otras materias primas indispensables
para la continua expansión de su poderío industrial.
Así logran el dominio que ejercen en torno a los mate-
riales estratégicos para sus industrias armamentistas:
molibdeno, manganeso, tungsteno, etcétera. Así como
para obtener el control del manganeso, el cromo, el
zinc y el cobre. Sobre este último lo trataremos oportu-
namente al hablar del dramático “caso de Chile”, anti-

151
cipando únicamente que este metal-explotado injusta-
mente por los monopolios yanquis- fue la causa esen-
cial del derrocamiento del Presidente Allende, cuando
éste, en patriótica actitud, quiso recuperar esta rique-
za nacional, para beneicio exclusivo de su pueblo.

Antes de terminar con el documentado e importantí-


simo libro de Julien, citaremos estas últimas estadís-
ticas y algunas relexiones:

“Los Estados Unidos absorben el 41 por ciento de la


producción mundial de estaño, o sea 85.586 tonela-
das de las 208.000, pero sólo producen 29.271 tone-
ladas lo que signiica que importan el 66 por ciento de
su consumo. Ahora bien, los tres grandes productores
mundiales de estaño son Malasia, Indonesia, donde
se han multiplicado las inversiones americanas des-
pués de la caída de Sukarno y de la matanza en 1965
de varios centenares de miles de comunistas, y por
último Bolivia, donde la CIA y los `boinas verdes’ , de
las fuerzas especiales prestaron valiosa ayuda a las
autoridades bolivianas para aplastar al maquis del co-
mandante `Che’ Guevara, en 1967.

“Estados Unidos aseguró en 1965 el 26 por ciento de


la producción mundial de petróleo, mas a pesar de ello
siguen importándolo en cantidades nada desprecia-
bles”. “ ...En 1955, el barril de petróleo en producción
valía 2.77 dólares tanto en los Estados Unidos como
en Venezuela, pero en 1965 salía a 2.86 en Estados
Unidos contra 2.47 dólares en Venezuela, resultando
aun más barato en el Oriente Medio (países árabes);
gracias al juego del `cartel’, las compañías americanas
han sabido mantener los precios mundiales al nivel
que les convenía”.

(Escrito esto hace diez años, no había surgido el justo


movimiento de los países petroleros que se integra-
ron en la OPEP y que hasta hoy han mantenido un

152
nuevo precio por barril de petróleo de 11 dólares* lo
cual motivó que Estados Unidos amenazara con inva-
dirlos, para evitar el estrangulamiento de la nación,
como airmó Ford).

Max Lerner** por su parte escribe:

“El Espíritu de los negocios ha guiado la política exte-


rior de América, como ha guiado el aparato político, el
sistema judicial, la interpretación de la Constitución,
la prensa, las iglesias e incluso el movimiento obrero”,
y agrega: “El poderío imperial de América, no está edi-
icado según el modelo clásico. Ha aumentado gracias
a las técnicas del comercio, de la inversión y de las
ventas en mercados extranjeros, sin repugnarle ser-
virse de la `diplomacia del dólar’ cuando un obstáculo
ha cerrado el camino del beneicio, cuando ha sido
preciso desencadenar una revolución cómoda o sofo-
car las que la impedían. En estos últimos tiempos ha
actuado bajo la forma de ayuda económica y técnica a
los países subdesarrollados”.

Hasta aquí la cita de Lerner. Terminemos con Julien:

“La prosperidad interior de los Estados Unidos de-


pende, por tanto, en parte muy considerable, de su
libertad al acceso a los recursos naturales del mundo
entero, y sobre todo de los países pobres. En su reali-
dad extraordinariamente compleja, el imperio econó-
mico americano está organizado para salvaguardar y
extender esta libertad de acceso a los minerales y a
los productos agrícolas del tercer mundo, condición
esencial para la preservación de su prosperidad in-
terior. Se han gastado tesoros del ingenio, de energía
y de valor para asegurar a los Estados Unidos, por
medio de las múltiples ramiicaciones de su imperio,
esta situación de consumidor privilegiado. Y cada día
despliegan esfuerzos considerables para mantener y
consolidar las posiciones conquistadas”.

153
Toda esta injusta acción de poderío brutal que ejer-
ce Estados Unidos con el in de extender su acción
imperialista en escala mundial (pero en particular en
contra de los débiles países del Tercer Mundo), tratan
cínicamente de justiicarla en nombre de Dios y como
“una santa cruzada contra el comunismo internacio-
nal”. Recordemos que el Cardenal Spellman (de New
York), recibió como hijo pródigo a Castillo Armas, y
eligió las iestas de Navidad para identiicar la guerra
infame del Vietnam como “una cruzada de defensa de
la civilización cristiana”. No olvidemos que el vaquero
tejano Lyndon Johnson al despedir un contingente de
soldados que partía hacia Saigón en 1968, los despidió
con estas frases: “Cumplir con nustro deber al servicio
de la libertad nunca ha sido fácil”... “Las esperanzas
de numerosas naciones os acompañan en el campo
de batalla. ¡Que Dios os bendiga!... Pero en 1965 al no
más desencadenar la injusta guerra contra ese peque-
ño y heroico país, los buitres de la banca volaron hacia
Saigón para abrir sus sucursales: el Bank of America,
el Chase National Bank, el First National City Bank y
el American Express. El Vice presidente del First Na-
tional City Bank, Mr. Sperry, hizo declaraciones a la
prensa: “Creo que vamos a ganar esta guerra y des-
pués será preciso emprender un gran trabajo de re-
construcción. Ello implicará unos medios de inancia-
ción y quien habla de inanciación habla de bancos...”

El Presidente John F. Kennedy el día que entró en la


Casa Blanca, declaró:

“He prestado ante vosotros y ante Dios Todopoderoso,


el juramento solemne prescrito por nuestros antepa-
sados hace casi dos siglos ... El hombre tiene entre
sus manos el poder para aniquilar toda la miseria
del mundo, pero también toda la vida humana. Sin
embargo esta teoría revolucionaria por la que se ba-
tieron nuestros antepasados y que airmaba que los
derechos de los hombres son un don de Dios y no

154
una oferta generosa dei Estado, esta teoría en nada
ha perdido su actualidad... Nuestra conciencia será
nuestra más segura recompensa y la historia nuestro
único juez. Pidamos a Dios su bendición y su ayu-
da para guiar a este país al que tanto amamos, pero
recordemos que sobre la tierra el trabajo de Dios, es
nuestro”. (20 de enero, 1961).

Motivo de un estudio especial* será el destinado al


análisis más exhaustivo del imperialismo, por lo que
aquí nos limitaremos, por ahora, a citar algunas con-
sideraciones y datos sobre el tema, aparecidos en un
libro titulado Acusación al Imperialismo** cuyo texto
de indiscutible valor documental fue presentado ante
la Segunda Sesión del Tribunal Russell, celebrada en
noviembre del año pasado en Bruselas, Bélgica.

“El Capitalismo Monopolista Internacional y las trans-


nacionales:

“Durante la década del sesenta tuvo lugar un cam-


bio sustancial en la composición de las inversiones
norteamericanas en América Latina, a partir del cual
se redeinieron también los términos de la domina-
ción, tanto en sus expresiones propiamente económi-
cas como en su sentido político general. Se trata de
un notorio desplazamiento relativo desde los sectores
primarios, es decir del control de las materias primas,
a los sectores de la industria manufacturera y los ser-
vicios inancieros y comerciales, es decir, al control de
los mercados y las fuentes generalizadas de exceden-
tes de los países dependientes”***.”

En ese cambio, de tanta profundidad y signiicación,


se relejan, en primer lugar, las transformaciones ocu-
rridas en el plano del capitalismo mundial, la profun-
dización hasta un grado extremo de su desarrollo mo-
nopolístico y su creciente organización en un plano
supra-nacional”.

155
“...Ya no se trata sólo de asegurar el dominio de las
materias primas que garanticen la expansión de la
economía interna de la potencia imperial, y de impo-
ner a partir de ello relaciones de intercambio que le
faciliten la apropiación de recursos de `la periferia’ por
la vía de una relación favorable de precios, en una
división internacional del comercio entre productos
primarios y manufacturas, o de la apropiación direc-
ta de excedentes como utilidades de las inversiones
directas en esos mismos sectores. Un esquema como
ese, caracterizadamente neocolonialista, constituyó
fuente de alimentación al desarrollo capitalista de los
Estados Unidos durante largo tiempo, y muchas de
sus manifestaciones le siguen siendo igualmente ne-
cesarias hoy en día; pero resulta insuiciente frente a
sus necesidades de expansión en esta nueva etapa:
ahora requiere abrir y dominar mercados, desplazar
recursos productivos, controlar los mercados inan-
cieros de cada país, reorganizar el comercio apartán-
dolo de los canales competitivos tradicionales para
transformarlo en un comercio `cautivo’ al interior de
sus propias empresas, fortalecer su capacidad de acu-
mulación mediante una apropiación más generalizada
de los excedentes locales de los países dependientes,
concentrar las fuerzas económicas necesarias para
sostener una investigación y una renovación tecnoló-
gica cada vez más costosa. Y para todo ello necesita
reorganizarse en grandes conglomerados y asentar su
presencia directa en las más variadas actividades de
los países sobre los que ejerce y profundiza su do-
minación. En ellos suscita una apariencia de desa-
rrollo, por la diversiicación industrial que representa
el espectro más amplio de las inversiones extranjeras
directas, pero localizado directamente en un peque-
ño segmento `moderno’ al precio de un alto grado de
concentración del ingreso, la marginación de amplias
capas de la población y la postergación indeinida de
la resolución de los problemas más apremiantes de
las grandes masas”.

156
“Es todo el fenómeno complejo que se releja en el rá-
pido crecimiento del poder económico de las `empre-
sas transnacionales’ y los términos de relación de és-
tas con los países dependientes”.

“Respecto a las primeras (las transnacionales), los ín-


dices disponibles son por demás elocuentes. Ha llega-
do a decirse* que las corporaciones transnacionales
reúnen ya el 150/o del producto bruto mundial, y que
si se mantuvieran las tasas actuales de crecimiento
comparativo, a ines del siglo producirían más de la
mitad de los bienes y servicios del mundo. Por su par-
te, alrededor de 200 transnacionales de base nortea-
mericana comprenden casi la mitad de la producción
total de las transnacionales en el mundo; y el valor
bruto de la producción `fuera’ de los Estados Unidos
de esas corporaciones transnacionales norteamerica-
nas sería suiciente para constituirlas en la tercera
`nación’ más rica del mundo. La misma fuente cita
informaciones de la U.S. Tariff Commission, según
las cuales los bancos y corporaciones norteamerica-
nas tienen más del doble de moneda internacional
que todos los gobiernos del mundo en conjunto, y re-
presentan el 71 /o del total de tenencias monetarias
internacionales. Con razón se airma que “las corpo-
raciones transnacionales constituyen el corazón del
imperialismo moderno”.

“Cada unidad representa dimensiones gigantescas, la


ITT (International Telegraph & Telephone Co.) es un
conglomerado con más de 200 iliales instaladas en
80 países y registra una cifra de ventas actuales de
7.300 millones de dólares. La General Motors ocupa-
ba cerca de 800.000 trabajadores en 1971, y el volu-
men de sus ventas equivalía al producto nacional bru-
to de la República Argentina. En el mismo año, 1971,
la Standard Oil empleaba a más de 140.000 personas,
la Ford Motor a 433.000, la General Electric a 363 mil
y la IBM 265 mil”*.

157
“Su crecimiento ha sido y sigue siendo extraordina-
riamente rápido. Las sucursales norteamericanas en
el exterior de los Estados Unidos eran 10.000-(diez
mil) en 1957 y 25.000 (veinticinco mil) en 1970, año
para el cual sus exportaciones totales fueron estima-
das entre 70 y 75.000 millones de dólares.** Sólo en
el quinquenio más reciente, 1968-1973, el total de la
propiedad, planta y equipo de las iliales norteame-
ricanas en el exterior se ha duplicado, de 10.200 a
lo que se estima 20.100 millones de dólares. *** Sin
embargo, esa expansión extraordinaria no ha repre-
sentado un desplazamiento de capitales hacia los paí-
ses dependientes de magnitud comparable, ni mucho
menos; de hecho, una de sus inalidades importantes
es precisamente la absorción de los recursos locales,
de modo que la constitución de su gigantesco imperio
económico termina por ser inanciado principalmente
por el escaso ahorro nacional de los propios países
dependientes.****

“El desarrollo hasta este extremo del capitalismo mo-


nopolístico y su internacionalización bajo el poder de
las grandes corporaciones transnacionales, tiene ob-
viamente consecuencias decisivas sobre los términos
de las relaciones de dependencia y de dominación del
imperialismo, reduciendo aun más el grado de auto-
nomía relativa de los países dependientes”.

“...Por lo general, las transnacionales no representan


tampoco un modo de proyección de las economías
subdesarrolladas hacia los mercados externos favore-
ciendo un aumento y diversiicación importante de las
exportaciones, aunque hubiese sido reproduciendo las
características de ‘enclave’ de sus predecesoras. Más
bien, la acción de las empresas multinacionales ma-
nufactureras ha estado orientada a satisfacer deman-
das internas, lo que las lleva a otorgar preferencia a
los países que ofrecen mercados mayores en términos
absolutos: se ha estimado que más de la mitad de las

158
establecidas en América Latina lo han hecho en Ar-
gentina, Brasil y México, y que más del 89°/o de sus
iliales se orientan principalmente al mercado interno
del país en que se localizan. Por supuesto, se trata de
expandir mercados internos, y de procurar en conse-
cuencia una concentración creciente de éste, conside-
rando además que son precisamente esos sectores los
que están en capacidad y disposición de asimilar las
formas de consumo y hasta los hábitos culturales del
centro del imperio”.

Oportunamente veremos cómo las transnacionales


ayudaron a crear el Mercado Común Centroameri-
cano, luego cómo se apoderaron de él; más adelante
cómo lo desarticularon, para, inalmente, apoderarse
por separado de cada una de las economías de los
países centroamericanos, y, en lo que concierne a este
ensayo, de la total economía guatemalteca.

“De estos rasgos generales que caracterizan la magni-


tud y poder alcanzado por las transnacionales como
expresión dominante del capitalismo monopolístico
en la actualidad, derivan las consecuencias políticas
muy importantes para las relaciones de dominación
del imperialismo sobre los países dependientes”.

“En primer lugar, esta nueva realidad, tan elocuen-


temente evidente en las condiciones de hoy, lleva ne-
cesariamente cambios sustanciales en la actitud de
las burguesías nacionales de los países dependientes.
Atenazadas entre las nuevas formas de penetración
imperialista y la creciente fuerza autónoma de los mo-
vimientos populares, avasalladas por la fuerza expan-
siva de las transnacionales, tienden a renunciar rápi-
damente a cualquier proyecto político ‘nacionalista’, a
subordinarse a los intereses extranjeros, a tratar de
retener alguna participación secundaria aliándose a
ellos como socios menores, a derivar hacia actividades
de tipo especulativo, y en consecuencia a transformar-

159
se en instrumentos activos de los intereses del impe-
rialismo en contra de los movimientos internos de libe-
ración. Incluso aceptan hacerse cargo ellas mismas de
la imposición policial necesaria para preservar la de-
pendencia y la explotación, eximiendo de esa tarea a la
presencia directa de las fuerzas armadas imperiales”.

“De ahí que la venta de empresas ya existentes, o de


cuotas del capital de ellas, a corporaciones multina-
cionales, tienda a extenderse como expresión de esa
renuncia de las burguesías nacionales a esquemas de
mayor independencia económica nacional. Con ello, la
expansión de las transnacionales ni siquiera signiica
en la mayoría de los casos, ampliación y diversiica-
ción de la capacidad productiva. Por el contrario, se
ha venido acentuando el fenómeno de la penetración
de las empresas locales: según las investigaciones
de Fanjzylber, para las transnacionales de base nor-
teamericana la proporción de empresas nuevas bajó
desde 630/o en 1946- 1952, a sólo 38°/o en los años
de 1965-1967. En deinitiva, las burguesías naciona-
les pasan a ser cómplices de la dependencia, facilitan
su profundización, atenúan sus contradicciones con
los intereses del imperialismo y acentúan en cambio
las contradicciones internas de clase, debilitando las
posibles bases de sustentación de sistemas políticos
democrático burgueses y abriendo paso a regímenes
dictatoriales o esquemas francamente neofascistas de
combinación”.

“Así se conigura una situación en la que hay cada vez


menos lugar a desarrollos autónomos, en que todo lle-
va a profundizar la dependencia; en suma, en que para
nuestros países, liberación y desarrollo, se identiican
necesariamente en transformaciones socialistas”.

Veamos ahora cómo el señor Vukovic Bravo en su in-


teresante obra* nos ilustra sobre “ Los instrumentos
de la dominación” empleados por el imperialismo en

160
todo el mundo, y para nuestra desgracia, en particu-
lar, en América Latina.

“Es obvio que una potencia que genera por sí sola


alrededor de un tercio del producto bruto mundial,
que posee en su propio territorio vastos y diversiica-
dos recursos naturales, que se proyecta al resto del
mundo a través de empresas transnacionales cuyos
activos equivalen varias veces al capital social de la
mayoría de los demás países, que tiene participación
mayoritaria en el comercio mundial, que aun así esas
transacciones representan una fracción pequeña de
su producto interno, que tiene presencia decisiva y
privilegiada en las organizaciones internacionales y
regionales, reúne poder más que suiciente para ejer-
cer una inluencia determinante sobre los países de-
pendientes del Tercer Mundo. Sin embargo, en las
condiciones presentes esa misma potencia se siente
obligada a disponer de un variado conjunto de instru-
mentos de intervención directa, a través de los cuales
busca preservar y desarrollar sus intereses e imponer
sus decisiones, independientemente de los intereses
de los pueblos sobre los que ejerce su dominación.”

“De ese conjunto de instrumentos forma parte, en


primer lugar, el complejo aparato de ‘inteligencia’ que
se reúne en la Junta de Inteligencia de los Estados
Unidos (hoy llamada Intelligence “community”). Allí
participan la CIA, la Oicina de Investigaciones e In-
teligencia del Departamento de Estado, la Agencia de
Inteligencia del Departamento de Defensa, la Agencia
de Seguridad Nacional, la Oicina Federal de Investi-
gaciones (FBI) y las unidades de Inteligencia del Te-
soro, y la Comisión de Energía Atómica. Se agregan,
actualmente, los servicios de inteligencia de las tres
ramas de las Fuerzas Armadas. A ella corresponde
determinar las prioridades para todo el conjunto y di-
señar lo que se conoce como ‘estimaciones de la inte-
ligencia nacional’ ”.

161
“En julio de 1973, se formó el Cuerpo de Oiciales de la
Inteligencia Nacional. Lo integraron 30 hombres pro-
venientes en su mayoría de la CIA, y lo presidió George
Carver. Su función es la de estudiar, haciendo uso de
los amplios recursos de la Intelligence Community, las
situaciones estratégicas consideradas de interés para
los Estados Unidos y llevar los informes correspon-
dientes al Consejo Nacional de Seguridad. Con ello se
buscó fortalecer la posición efectivamente dirigente de
ese Consejo y del Comité de los 40, ya que hasta en-
tonces la preparación de tales informes correspondía a
la Junta de Estimaciones de la propia CIA”.

“Por su parte, el comité de los 40 ha funcionado como


mecanismo y autoridad al interior del Consejo Nacio-
nal de Seguridad del Gobierno norteamericano. Está
integrado por representantes del Pentágono, del De-
partamento de Estado, del propio Consejo Nacional
de Seguridad, de la CIA, el FBI y funcionarios de los
servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Lo
preside el asesor del Presidente de los Estados Unidos
para asuntos de Seguridad, cargo que ha venido des-
empeñando el señor Kissinger. Sus funciones inclu-
yen la de determinar y supervisar las operaciones de
`inteligencia’ a emprender por los organismos corres-
pondientes, ya se trate de la CIA, el FBI, la Oicina de
Inteligencia Naval (ONI), Inteligencia de la Fuerza Aé-
rea (AFI), Inteligencia del Ejército (Al), etcétera, desig-
nando responsables y coordinadores de operaciones a
uno o más de esos organismos*, así como la de tomar
acuerdos relacionados con la política exterior de los
Estados Unidos, basados en criterios de geopolítica
y conceptos de `zona de inluencia’, ‘equilibrio’, ‘zona
estratégica’ y otros, que sirvan de justiicación a sus
intervenciones en asuntos internos de otros países.”

El comité de los 40 se ha convertido desde 1970 en


prácticamente `una sola persona’, ya que casi todas

162
las decisiones son adoptadas según el criterio perso-
nal de su presidente Kissinger.”

Diversas declaraciones de dirigentes máximos del go-


bierno norteamericano han procurado legitimar y jus-
tiicar la existencia y el carácter de las actividades de
este y otros organismos. El secretario de Estado Henry
Kissinger sostuvo abiertamente ante el comité de Re-
laciones Exteriores del Senado, el 20 de setiembre de
1974, que “los Estados Unidos no pueden permanecer
neutrales. cuando se trata de la justicia y la libertad”;
y que por ello la CIA inanció a la oposición chilena
ante los “indicios” de que “Allende iba a establecer un
régimen de partido único”; reconoció que las agencias
secretas norteamericanas efectúan actividades clan-
destinas en otros países desde que terminó la Segun-
da Guerra Mundial, y que “estas operaciones forman
parte de procedimientos establecidos por

nuestro gobierno”, de modo que tales actividades


clandestinas “son aprobadas por el Presidente y se in-
forma de ellas al Congreso- . Por su parte, el presiden-
te Ford, reiriéndose a Chile, ha dicho que la CIA se
limitó a ejecutar la política elaborada por el Comité de

los 40, agregando que este organismo “debe seguir


existiendo”.

“La CIA, si bien constituye `sólo una parte del gobier-


no invisible’ (en las palabras de Daniel Ellsberg), es
sin duda su intrumento más importante. Ejerce de
hecho una enorme inluencia en la política exterior de
Estados Unidos. Posee la facultad legal de controlar,
conocer y aglutinar las informaciones de los demás
servicios de inteligencia y espionaje del país. Consta
de cuatro departamentos: Logística, Investigación, In-
teligencia (espionaje) y Planes; este último subdividido
en Operaciones Especiales y Operaciones Encubiertas
o Clandestinas. Su actual director William Colby, fue

163
anteriormente director del Departamento de Planes y
responsable en calidad de tal, del Plan Phoenix apli-
cado en el Vietnam.*

“La inluencia y actividades de la CIA se proyectan,


pues sobre los más variados campos mediante organi-
zaciones dependientes directamente de ella o su inil-
tración y utilización de otras. Respecto a los movimien-
tos obreros latinoamericanos, ha utilizado en ocasiones
la cobertura de la ORIT (Organización Interamericana
del Trabajo) o la confederación sindical AFL = CIO, o
los cuerpos de Paz; a nivel campesino, ha utilizado la
Fundación de Desarrollo Internacional; a nivel de la ju-
ventud se ha mostrado especialmente activa en la pro-
moción de intercambios estudiantiles, becas y inan-
ciamiento de organizaciones paralelas encaminadas a
competir y destruir los organismos de representación
estudiantil generados democráticamente.

Posee también un conjunto de empresas en los más


variados lugares del mundo, con las que satisface dos
propósitos: proporcionar cobertura a sus agentes, a
los que transforma en agentes residentes, y disponer
de infraestructura para sus agentes de operaciones
encubiertas o clandestinas. Su propia lota aérea, la
SAT (Southern Air Transport) le facilitó apoyar sus
operaciones en Guatemala, Bahía de Cochinos, así
como en Bolivia y Venezuela y otros países. Ha llegado
a decirse que ‘la SAT es el brazo aéreo de la Agencia
para potenciales intervenciones en. América Latina’;
tiene su cuartel general en Miami y recibió su inan-
ciamiento a través de un conducto llamado Actus Te-
chnology.* La CIA se vincula igualmente a la Zeta Co.,
`una empresa de venta de armas y asesoría geopolí-
tica’, de hecho dedicada al tráico ilegal de armas y
que se deine a sí misma como especializada en ‘or-
ganizar actividades militares contra los comunistas y
en apoyar las causas estrechamente vinculadas a la
civilización occidental’.* Su inventario de propiedades

164
incluye también predios y empresas agrícolas, utili-
zadas como campos de adiestramiento paramilitar de
guardias blancas”.

“...recientemente, el Christian Science Monitor, , de


Boston (lro.de setiembre, 1974), informaba que la CIA
está ampliando sus actividades en el exterior, particu-
larmente en la Península Ibérica, y ‘presiona actual-
mente al Departamento de Estado a in de obtener un
mayor número de cargos diplomáticos que sirvan para
justiicar las misiones de sus agentes en el extranje-
ro’. Y John Marles, en artículo publicado en la revista
`Washington Monthly’ (Diario El Día, 1 de nov., 1974,
México), denuncia que más de una cuarta parte de los
funcionarios norteamericanos en el exterior son agen-
tes de la CIA; que la proporción de agentes de la CIA
en las embajadas norteamericanas aumenta constan-
temente desde hace algunos años; que las designacio-
nes aparecen como ‘funcionarios de reserva del ser-
vicio exterior’, en cargos consulares o secretarías del
servicio diplomático, y en otros casos, especialmente
donde están establecidas tropas norteamericanas, se
hacen pasar por militares más que por diplomáticos;
y que en 1973 más de 70, de 121 nombres sometidos
a la aprobación del Congreso para funciones diplomá-
ticas, eran agentes de la CIA.”

Adelante cuando volvamos al análisis de la forma par-


ticular en que Estados Unidos ha logrado la sumisión
absoluta del Ejército Nacional de Guatemala; la ma-
nera en que las fuerzas imperiales combatieron con
su propio personal especializado en contrainsurgen-
cia, las guerrillas; y la organización que crearon para
el dominio de los ejércitos centroamericanos(CONDE-
CA), Consejo de Defensa Centroamericano, amplia-
remos muchos de los datos que cito a continuación,
tanto del libro de Vuskovic Bravo, como de otro su-
mamente importante, escrito por otro ilustre chileno,
señor Armando Uribe, en los cuales se explican las

165
tácticas de la penetración militar y policial de Estados
Unidos.

“La penetración norteamericana en las fuerzas arma-


das y policiales latinoamericanas se ampara bajo el
concepto y el sistema de `defensa hemisférica’, gesta-
do desde la Segunda Guerra Mundial como respuesta
a las condiciones de la `guerra fría’. Se origina y de-
sarrolla así una variedad de instrumentos jurídicos,
políticos, militares y inancieros, que incluyen entre
otros el Tratado Interamericano de Ayuda Recíproca
(TIAR), los Pactos de Ayuda Militar (PAM), los contra-
tos de adquisición de armamentos, las operaciones
Unitas, programas de entrenamiento de personal mi-
litar y policial, así como lazos militares en el marco de
la OEA y el sistema interamericano de participación
en la Junta Interamericana de Defensa y el Colegio In-
teramericano de Defensa, reuniones de Comandantes
en Jefe, etcétera.”

“En la Junta Interamericana de Defensa están repre-


sentadas las diversas ramas de las fuerzas armadas de
los países miembros de la OEA. Efectúa reuniones en
Washington, con participación de los agregados milita-
res latinoamericanos en los Estados Unidos, en las que
se abordan temas ‘profesionales’, obviamente imbuidos
de los correspondientes criterios políticos e ideológicos.
Por su parte, el Colegio Interamericano de Defensa, en
una posición de relativa dependencia respecto de la
Junta, aborda funciones de instrucción profesional de
altos oiciales militares latinoamericanos.”

“La revelación de los documentos, en su época coni-


denciales, que contribuyeron al diseño inicial del siste-
ma, y la propia práctica posterior, termina por precisar
sus objetivos centrales: informar, a los efectos de sal-
vaguardar la seguridad de los Estados Unidos, en toda
la región latinoamericana, y bajo control determinante
de ese país, la logística, los abastecimientos militares

166
y la `doctrina militar’ en cada uno de los países lati-
noamericanos; asegurar una posición privilegiada de
los Estados Unidos como abastecedor de armamentos
y otros implementos de importancia militar para cada
una de las fuerzas armadas y de seguridad de todas
las naciones latinoamericanas, consolidando así su
control militar y con las ventajas consiguientes para
la industria norteamericana de armamentos desde el
punto de vista comercial; crear por esa vía una suerte
de control de armamentos en la región, asegurando
así su adecuación a los intereses militares y políticos
de los Estados Unidos y colocando a este país en con-
diciones de resolver sobre el mantenimiento o modii-
caciones de las relaciones militares tradicionales entre
los países de la región; e inluir en la proporción y dis-
tribución de los efectivos militares latinoamericanos,
de modo que respondan a los intereses estratégicos de
los Estados Unidos en el continente”.

“Es claro que todo ello ha contribuido a fortalecer la


posición dominante de los Estados Unidos en todos
los ámbitos, incluso el de la protección de sus inte-
reses privados. Le ha permitido asimismo ajustar el
sistema a objetivos fundamentalmente distintos a los
declarados en la inmediata posguerra, pasando de un
propósito de `defensa’ en la guerra fría, a propósitos de
`contención de la subversión interna’ y otras expresio-
nes nacionales o internacionales que, si bien siguen
amarrándose en un concepto de ‘seguridad militar
global’ de los Estados Unidos, de hecho lo convierten
en instrumento de dominación política sobre los paí-
ses latinoamericanos. Es así como durante la década
del sesenta, los Estados Unidos imponen en el seno de
la OEA una ampliación del concepto de `defensa he-
misférica’, al extenderlo a los llamados movimientos
subversivos internos a través de la consideración de
éstos como ‘amenaza extracontinental a la seguridad
del hemisferio’. “

167
A propósito de este último concepto, el señor Carlos
Altamirano, secretario general del Partido Socialista
de Chile, en unartículo publicado en la revista yu-
goslava Cuestiones actuales del socialismo, agosto de
1974, escribió a este respecto:

“Después del éxito de la Revolución Cubana, los Es-


tados Unidos articulan con mayor solidez su sistema
defensivo continental, asegurando los nudos vincula-
torios con los ejércitos de América Latina, salvo raras
excepciones. El modelo entonces elaborado, vigente
hasta el triunfo de la Unidad Popular, inaugura un
nuevo concepto catalizador: el de ‘enemigo interno’,
orientado a la represión de la guerrilla rural y urbana,
la que se concebía antes como única vía de acceso del
`marxismo’ al poder... Las fuerzas armadas de los paí-
ses de América Latina (profesionales), redondean los
800.000 hombres a partir de una concepción global-
mente difusa (necesidad de defensa continental), pero
que se precisa al explicitar que el ‘enemigo interno’ es
el `marxismo’. El sistema se transforma, de esta ma-
nera, en la más formidable maquinaria de penetración
que haya existido en la historia de la humanidad”.

Dice así Vuskovic Bravo:

“Las formas más directas de penetración militar y po-


licial de los Estados Unidos en América Latina, se ven
complementadas por la vía dela formación y entrena-
mientos de oiciales latinoamericanos en organismos
norteamericanos. Entre éstos destaca la Escuela de
las Américas (U.S. School of Americas), en Fort Gu-
llick, Zona del Canal de Panamá, en la que se prepa-
raron, entre 1950 y 1969, 54 mil oiciales de las fuer-
zas armadas latinoamericanas, de los cuales 3.667 de
nacionalidad chilena.”

(Y yo agrego: que 2.080 guatemaltecos fueron entre-


nados, parte allí y parte en Fort Benning, Georgia, y

168
son los que ya “colonizados”, con excepción de los hé-
roes militares, Luis Angel Turcios Lima y Marco An-
tonio Yon Sosa, y algunos pocos oiciales dignos que
supieron reaccionar o reorientarse a tiempo, se han
convertido en lacayos del imperialismo y en verdugos
de su propio pueblo).

“El contenido de los cursos y los textos que utilizan


son suicientemente ilustrativos sobre el carácter de
la formación que se imparte. Desde luego, suponen
una adaptación mecánica y total a los requerimientos
y formas de capacitación del personal norteamerica-
no, como se lo reconoce en la presentación del Texto
especial de Inteligencia T-E 3-8 de la Escuela de las
Américas: `Este texto especial es una traducción iel
del Intelligence Handbook de la Secretaría del Ejército
de los Estados Unidos’. Pero lo más serio es su con-
tenido político-ideológico, precisado desde la segunda
página del mismo texto, en que se cita la siguiente
frase del general G. Trudeau, jefe auxiliar del Estado
Mayor, G-2, Secretaría del Ejército, aparecida en el
Diario del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, del 3 de
marzo de 1954: `Sólo mediante el más atinado uso de
nuestros recursos podemos impedir la expansión co-
munista y salir victoriosos en caso de que nos veamos
comprometidos en una guerra’. Toda la tercera parte
del texto está destinada a las `operaciones de contra-
guerrilla’, puntualizandose entre otros los siguientes
requerimientos especializados: interpretes-traducto-
res (¿se trata de operaciones en territorios extranje-
ros o de enfrentar a poblaciones indígenas del mismo
país?), interrogadores, especialistas en contrainteli-
gencia, elementos de guerra electrónica de combate,
unidades de fuerza sicológica, cuadrillas o especialis-
tas de inteligencia técnica.”

“Otros textos como el manual de la U.S. Army Mate-


rial Systems Agency titulado Notes on Urban Warfare,
de S.L. Marshall, publicación especial núm. 6 (RTD

169
& E Project No. IT665706M541), Aberdeen Proving
Ground, Md. Abril 1973, se reiere a las tácticas de
guerrilla urbana, a ‘las condiciones políticas, sociales
y morales en que se desenvuelve la guerrilla urbana’
y las formas más eicaces para combatirla. Un punto
especial, dedicado al ‘rol del helicóptero’...”_

“Dentro de los programas de adiestramiento a las


fuerzas armadas latinoamericanas se incluyen tam-
bién programas especiales destinados a las fuerzas
policiales. Es el caso de la IPA (International Pollee
Academy), con cursos proporcionados por el Institu-
to del Ejército de los Estados Unidos en Fort Bragg,
Carolina del Norte. Uno de esos cursos se dicta bajo
el título de Prevención e investigación de la violencia
contemporánea (IPA, Trainning Division, OPS-AID),
con una duración de ocho semanas. Las conferencias
incluyen temas como ‘metodología de la insurgencia
urbana’, ‘conceptos de defensa interna y operaciones
de estabilidad’, ‘operaciones tácticas antiguerrilleras’,
etcétera. El tema de la violencia contemporánea con-
tiene una historia de ésta y su planteamiento como
problema nacional e internacional, con el obvio pro-
pósito de concluir en la necesidad de internacionalizar
la acción de las políticas; otros aspectos se reieren a
las ‘relaciones ideológicas o tendencias ilosóicas de
los diversos grupos’, los ‘crímenes comunes y los crí-
menes terroristas’, base de la asociación frecuente en
la propaganda de las dictaduras entre la delincuen-
cia común y la lucha política; ‘entrevistas e interro-
gatorios’, su inalidad y procedimientos. A este último
respecto, entre los trabajos elaborados por los parti-
cipantes como parte de su formación, se leen expre-
siones como las siguientes (curso de 1971): ‘A pesar
del hecho de que el interrogatorio brutal se critica se-
veramente, no debemos negar su importancia si que-
remos tener seguridad y orden en la vida ordinaria’.
En otro curso anterior, se sistematizan ‘tres maneras
de interrogar’: usando la tortura, negando la comida

170
y el agua, causando tensión moral de modo que se
deprima la mente del prisionero, trabajo que se acom-
paña de un testimonio de agradecimiento formulado
en los siguientes términos: ‘Gracias a la ayuda exte-
rior de otros países del mundo libre, sobre todo a los
Estados Unidos, que ha asistido a la policía nacional
en ayuda técnica y equipos para ayudar al interroga-
dor, de modo que sus interrogatorios a los prisioneros
comunistas sean más efectivos’. (Antecedentes como
éstos están contenidos en informes existentes en el
Comité de Relaciones Exteriores del Senado Nortea-
mericano, elevados por la CIA, según consta en carta
del senador Fulbright al senador Abourezk, de fecha 2
de agosto de 1974)”.

Después de leer cuidadosamente los párrafos trans-


critos se comprende a cabalidad el inmenso poderío de
que dispone Estados Unidos para ejercer su dominio
político, militar y policial sobre las naciones débiles
que por el momento han tenido la desgracia de caer
en las garras del imperio. Mas este dramático panora-
ma quedaría truncado si no mencionaramos aquí, la
acción económica que ejercen para complementar el
sojuzgamiento material de los pueblos por medio de
sus grandes organizaciones inancieras.

Cuando el inado presidente John F. Kennedy lanzó


su programa de Alianza para el Progreso (nosotros di-
jimos entonces que era el Progreso de Estados Uni-
dos), se explicó a toda América Latina que para inan-
ciar las obras de infraestructura: carreteras, puentes,
puertos, viviendas, escuelas, reforma agraria, etcé-
tera, etcétera, Estados Unidos aportaría anualmente
1.100 millones de dólares, que además de ser reem-
bolsables (pues los daban en calidad de préstamos),
nunca llegaron a suministrarlos totalmente. Pero para
hacer resaltar la falacia de tal ayuda, basta señalar
que ya en esa época, la descapitalización de América
Latina por la succión de utilidades que las trasnacio-

171
nales se llevaban a la metrópoli, era mucho mayor, sin
tomar en cuenta además, la pérdida de 1.500 millones
de dólares anuales que sufrían nuestros países debi-
do a los bajísimos precios de su comercio exterior, de
los cuales la ventaja absoluta correspondía exclusiva-
mente a los Estados Unidos. Y no olvidemos que en la
década 1960-1970, la deuda exterior del Tercer Mun-
do era de 60.000 millones de dólares, que demanda-
ban pagos por servicios e intereses de 5.000 millones
de dólares anuales. (Vuskovic Bravo, op cit., p.36).

Otros de sus instrumentos de dominación económica


son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mun-
dial, El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el
Banco Centroamericano de Integración Económica
(BCIE), etcétera.

A través de todos estos organismos Estados Unidos


ejerce su acción imperialista, negando créditos a unos,
otorgándoselos a otros, beneiciando a sus empresas
transnacionales o a las burguesías cómplices de ellas.

Leamos de nuevo a Vuskovic Bravo y a su grupo de


expertos en esta materia ( Op. cit., p. 36,37 y 38):

“El Fondo Monetario Internacional... ha desempeñado


tradicionalmente un papel importante en la profundi-
zación de la penetración imperialista, no sólo median-
te medidas externas sino como instrumento de inter-
vención abierta en la política económica interna de los
países dependientes. Las ‘Cartas de Intención’ y los
compromisos de stand by que han debido suscribir
en múltiples ocasiones los países latinoamericanos,
contrariando muchas veces los objetivos de la política
económica decididos internamente, para adecuarlos a
los intereses superiores del imperialismo, constituyen
un condicionamiento para la recepción de determi-
nadas formas de ayuda que están instituidos formal-
mente en las normas de la organización, así como en

172
las demandas de renegociación de la deuda externa
acumulada por los países dependientes...”

“No menos evidente es el carácter de instrumento de


dominación que le corresponde al Banco Mundial.
Queda simbolizado desde los criterios de selección
para quién ocupe su presidencia: Robert McNamara
quien, como se ha dicho, llega a ella después de des-
empeñarse en la poderosa Ford Motor Company (como
Presidente) y de ocupar el cargo de Secretario de la
Defensa de los Estados Unidos. Orientado principal-
mente hacia el inanciamiento a largo plazo de obras
de infraestructura -carreteras, energíaha cuidado que
éstas coincidan en lo posible con los intereses y re-
querimientos de las empresas norteamericanas que
explotan recursos naturales y penetran en otros ám-
bitos importantes de las economías dependientes. La
historia de sus operaciones en América Latina y otras
regiones subdesarrolladas es la de las conveniencias
de los intereses políticos de los Estados Unidos...”

“Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo


(BID) ha terminado por representar una de las más
aleccionadoras frustraciones de la política latinoame-
ricana encaminada a procurar formas de ‘cooperación
económica externa’ en los marcos del sistema inte-
ramericano y con una presencia algo más digna de
los países de la región en su dirección. Surgido como
iniciativa latinoamericana, los Estados Unidos acce-
dieron ‘generosamente’ a aportar la mayor parte de
sus recursos; pero asegurando su control sobre las
decisiones al reservar para sí el 40% de los votos e
imponer una votación favorable de dos tercios para
los créditos `blandos’, es decir, reservando para el di-
rector norteamericano, responsable ante el Departa-
mento del Tesoro, un derecho a veto sobre la mayoría
de las operaciones del Banco...”

173
De gran interés, sin lugar a dudas, habrán sido para
los lectores las observaciones y datos que se han co-
piado. Sin embargo, todo ello sólo conigura una míni-
ma parte de los procesos de dominación y de los ins-
trumentos que tiene a su alcance el imperialismo. Se-
ría imposible por la limitación de espacio tratar aquí
otros de los múltiples aspectos utilizados por Estados
Unidos como métodos de penetración y sojuzgamiento
de nuestros pueblos.

No obstante, se impone mencionar la acción imperia-


lista en los campos de la comunicación, en el educa-
cional, tráico de drogas, juego y prostitución.

Con una desfachatez indignante, Estados Unidos


aparece en todos los cónclaves internacionales como
campeón de la defensa del derecho de la “libertad de
información”. A primera vista esa postura no sólo pa-
rece justa sino encomiable. Pero atrás de esa careta
de esencia democrática, puede verse el verdadero ros-
tro del interés artero y del propósito siniestro para la
consecución de sus aviesos ines.

“Libertad de información”, signiica para el imperia-


lismo el derecho inalienable de comunicar “la defor-
mación de la verdad” a través de sus poderosísimos
medios de difusión que controla en todo el mundo por
medio de sus monopolios en esta materia. Para nadie
es un secreto que la UP (United Press) y la AP (Asso-
ciated Press), hacen y deshacen las noticias interna-
cionales a su antojo. Ninguno ignora, tampoco, que
las cadenas de prensa en el interior de aquella nación,
sigan la línea de información que conviene a los inte-
reses de las transnacionales estadounidenses o a la
política interna o internacional que dicte el propio Go-
bierno o sus dependencias (Pentágono, Departamento
de Estado, Consejo Nacional de Seguridad, etcétera).
Igual posición ocupan, y quizá con mayor impacto,
las cadenas de radio y televisión, que además de la

174
denigrante, morbosa y estupidizante propaganda co-
mercial, manejan a su antojo la mente gregaria de su
pueblo, haciéndole creer, en materia política, lo que
sea indispensable a los intereses inconfesables del im-
perio. Por eso decía en uno de los primeros capítulos,
que el pueblo de Estados Unidos es el mejor malinfor-
mado del mundo entero.

Los avances de la tecnología, en materia de comuni-


cación, son cada vez más sorprendentes. Continua-
mente países del campo socialista (la URSS y China)
y del campo capitalistaimperialista (Estados Unidos,
Japón, Inglaterra, Francia) lanzan al espacio satélites
para mejorar los sistemas internacionales de comu-
nicación, telefónicos, telegráicos, de televisión y para
ines educacionales y deportivos.

Hace pocos meses Estados Unidos puso en órbita un


satélite sobre la India. Según la noticia, parecía un
generoso esfuerzo por “cooperar” con aquella nación
con el in de ayudar a impartir educación y asisten-
cia social y médica. Pero a nadie escapa el peligro in-
menso que esto signiica para la India y para nuestros
pueblos, pues so pretexto de esas ayudas “generosas”,
lo que se pretende es la “colonización espiritual y el
indoctrinamiento ideológico”.

El 22 de enero de 1975 salió publicado en la sección


Editorial de Excélsior, p. 8 y 9, un artículo del señor
Raúl Prieto, cuya valiosísima documentación es ne-
cesario conocer. Se titula.La CIA está en los cielos.
Telecomunicación Imperialista, y dice así:

“ En español, el nombre oicial de la empresa INTEL-


SAT (International Telecommunications Atellite Con-
sortium) es Consorcio Internacional de Comunicacio-
nes por Satélite (CICS. Al fundarse, en 1963, se in-
virtieron 500 millones de dólares. Cuatro años antes
había recomendado su creación el órgano más anti-

175
guo de las Naciones Unidas, la Unión Internacional de
Comunicaciones). En la conferencia plenipotenciaria
celebrada en Washington (1969-71), que dotó al con-
sorcio INTEPSAT de un régimen deinitivo, la delega-
ción mexicana encabezada por el embajador Rafael de
la Colina trató de hacer triunfar el plan primitivo: la
organización debería ser verdaderamente internacio-
nal y democrática; cada uno de sus miembros (hay
87) contaría con voz y voto, y con los mismos derechos
que todos. Pero una realidad muy diferente es a la que
ahora nos enfrentamos”.

“El cincuenta por ciento de las acciones del INTELSAT


o CICS está en poder de una sola nación, los Estados
Unidos que valiéndose de la Kokusai japonesa y la Te-
lefunken alemana, en cierto modo subsidiarias de la
ITT (International Telephone and Telegraph Co.), se
ha adueñado de casi el resto de las acciones. La COM-
SAT (Communications Satellites Corporation), empre-
sa privada establecida en Washington, por decisión en
1962 del Congreso de los Estados Unidos atiende los
servicios técnicos y la administración del INTELSAT,
aparte de dirigir sus actividades comerciales”.

“Contra lo que acerca del INTELSAT, decidan los Esta-


dos Unidos, mejor dicho : la ITT , la GTE, las compa-
ñías de Hughes, la RCA, etcétera, junto con la COM-
SAT, nada podrán argüir las demás naciones -una
de ellas socialista, Yugoslavia- que forman parte de
la organización. Los monopolios yanquis obtienen ga-
nancias astronómicas producidas por más del 80 por
ciento del tráico mundial de telecomunicaciones, y
de paso logran hallarse al tanto, con grabadoras, de
la sustancia de los mensajes que se cursan entre sí
aquellos países. La ITT, que es uno de los más temi-
bles, aunque de ningún modo el peor de los mons-
truos imperialistas, se encarga de ordenar metódica-
mente las comunicaciones vía satélite y del proyecto
y aun ediicación de las respectivas estaciones terres-

176
tres, acompañada por las demás empresas igualmen-
te ligadas al Pentágono; entre otras cosas, para en-
cargarse de las redes de satélites de uso militar, más
avanzados, por cierto, que el satélite INTELSAT IV (a
su abuelo, el INTELSAT I, lo afamó el mote de Pájaro
Madrugador. “

“Han sido colocados en el espacio siete satélites de


la cuarta generación; los disparó la NASA entre prin-
cipios de 1971 y inales de 1973. Cada uno durará
alrededor de diez años, pesa 700 kilos, cubre las tres
cuartas partes del planeta y simultáneamente puede
servir de vehículo a cinco mil conferencias telefóni-
cas, doce programas de televisión y cierto número de
transmisiones por teletipo. Cuenta con cámaras foto-
gráicas de infrarrojo térmico, computadoras y diver-
sos mecanismos más o menos misteriosos que le dan
calidad de atalaya del imperio: las fotos que toma y los
despachos para los cuales se le emplea son digeridos
por espías cíbernéticos que la CIA maneja”.

“INTELSAT se ha convertido, sobre todo para países


del tercer mundo(21asiáticos, 19 africanos y 12 la-
tinoamericanos) que, con otros, lo sostienen, en un
terrible problema de ribetes bélicos, pues facilita la
penetración cultural de los Estados Unidos en cada
uno de dichos países, como a la vez su espionaje y
sus agresiones militares. Los trabajos de la Comisión
sobre Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines
Pacíicos, de las Naciones Unidas, en nada se aseme-
ja a la labor de zapa que, valiéndose de los satélites
INTELSAT IV, efectúan la CIA, la ITT y la COMSAT...
Y así resulta que esas naciones, México entre ellas,
favorecen en su perjuicio al imperialismo con el cuen-
to de auspiciar la telecomunicación, entendida como
instrumento de fraternidad entre los pueblos”.

“En resumidas cuentas, el consorcio INTELSAT tiene


el carácter de maia yanqui que explota las comuni-

177
caciones mediante satélite. Uno de sus usuarios es
México, desde 1966 y a cambio de ocho millones de
dólares obtenidos que anualmente nuestro pueblo
paga, aun cuando los principales beneicios obtenidos
son gozados por la televisión mexicana, y en algo tan
alejado de la cultura como la transmisión de noticias
amarillistas y bochinches pugilísticos o partidos de
cabezazos y patadas, los cuales, además permiten la
difusión de las transnacionales...”

Hasta aquí, lo escrito por el señor Raúl Prieto. Ahora


leamos del corresponsal de Excélsior en Washington,
señor Rafael Rodríguez Castañeda la información que
desde esa ciudad envió a su periódico y aparece publi-
cada el 13 de mayo de 1975,en la p. 2 bajo el acápite:

“Denuncia de Miembros del Instituto de Estudios


políticos de Washington: Los Satélites Lanzados por
EE.UU. para Estudiar Recursos Naturales, usados
por la CIA para Espiar al Tercer Mundo”.

“Washington, 12 de mayo. - Satélites norteamericanos


lanzados al espacio con el propósito de estudiar los
recursos naturales, son utilizados por los servicios de
Inteligencia de Estados Unidos para ines de Espio-
naje en los países del Tercer Mundo, según airma un
grupo de expertos, miembros del Instituto de Estudios
Políticos, con sede en esta ciudad”.

“Las fotograrías tomadas por los satélites son utiliza-


das tanto por los especialistas en agricultura y mine-
ría, como por los altos funcionarios de la CIA, indica-
ron en un informe titulado ‘Espías en el Cielo’ ”.

“Fue con base en estos reportes cómo la CIA preparó


el año pasado un plan -que fue rechazado por el go-
bierno- para que Estados Unidos utilizara los sumi-
nistros de alimentos como un arma contra los carteles
productores”.

178
“De acuerdo con el informe citado, funcionarios del
Pentágono tienen en sus manos información detallada
sobre los recursos naturales existentes en tierras o
mares de otros países `y cuya existencia no será dada
a conocer a los gobiernos respectivos más que cuando
sea conveniente a la seguridad norteamericana’ ”.

“Todo esto permite suponer que los políticos nortea-


mericanos fuera y dentro de las agencias de espionaje,
están utilizando cada vez más los recursos naturales
como un instrumento de presión diplomática”, señala
el reporte.

“Explicaron que con los satélites enviados por la


NASA, porciones del globo terráqueo de 115 millas
cuadradas son fotograiadas una vez cada nueve días.
Las fotografías vía radio son tan detalladas que no de-
jan de registrar el más mínimo objeto”.

“Aparte de esos satélites, la CIA tiene sus propios ar-


tefactos espaciales, construidos por la Fuerza Aérea.
Las fotos son aun más detalladas y claras, porque en
lugar de recibirlas a través de señales de radio, se ob-
tienen por medio de películas transmitidas por televi-
sión”.

“Entre ambos tipos de satélites logran obtener una


gran cantidad de información sobre recursos natura-
les en los países del Tercer Mundo; esta información
es estudiada tanto por técnicos como por militares,
indica el informe”.

“De este modo, se da el caso curioso de que, el Depar-


tamento de Estado tenga a la venta mapas de muchos
países, incluido México, por supuesto, en cuyo pie se
explica que ha sido editado por la CIA. . .”

Aquí termina la cita del artículo del señor Rodríguez


Castañeda.

179
Todos estos datos tan siniestros nos llenan de honda
preocupación ante el hecho de la ocultación que de los
mismos se hace aviesamente a nuestros pueblos. No
debemos olvidar que en todo el mal llamado “Mundo Li-
bre” y naturalmente en nuestra América en particular,
los medios de comunicación local están en manos de
los círculos dominantes de la oligarquía. Prensa, radio
y televisión, esa trilogía es tanto más peligrosa, cuanto
que su acción es evidentemente de abierta complici-
dad con sus amos imperialistas. Existe una que otra
excepción, determinada por el patriótico nacionalismo
de sus propietarios, más en rigor de verdad, aquella
es, en general, la dramática situación de los medios
informativos. Y cuando surge una actitud contraria a
lo que el imperio y sus secuaces latinoamericanos lla-
man “libertad de información”, salta a la palestra, en
defensa de esa fementida “libertad”, la desacreditada
Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cuya actitud
lacayuna y dependiente de Estados Unidos, le resta,
en absoluto cualquier categoría moral.

Por eso dentro del proceso revolucionario que sede-


sarrollay ha de triunfar en Latinoamerica, una de las
primeras medidas que deberán tomarse es la nacio-
nalización de todos esos medios de información na-
cional e internacional. Desde los primeros días en que
se consolidó la Revolución Cubana, se tomó ese paso
tan decisivo. Posteriormente, en menor escala, lo ha
realizado la República del Perú, pasando a favor de los
trabajadores las empresas periodísticas, medida que
hizo que la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa)
enviara sus “enérgicas protestas”, por el atropello, de-
cía, que dicha actitud constituía contra “la libertad de
información”.

En cuanto a la educación concierne, es otro de los ob-


jetivos que el imperialismo persigue tener bajo su do-
minio. Su penetración en las universidades, además
de la labor política de iniltración que la CIA realiza a

180
través del estudiantado -ultra derecha y ultra izquier-
da- es de tipo académico. Intercambio de estudiantes
y profesionales, cursos de verano, donaciones de li-
bros, uniicación de planes de estudio, todo ello busca
el logro de la colonización mental, de la ideologización
bajo cartabones de esencia estadounidense.

La “fuga de cerebros” es otra forma de “desestabili-


zar” nuestras tradiciones culturales. Atraídos por el
“bellocino de oro” y por la falta de oportunidades en
sus propios subdesarrollados países, oprimidos y sa-
queados por el imperialismo, nuestros profesionales
más capaces y técnicos caliicados, son tentados de
ir a Estados Unidos para recibir cursos superiores en
distintas especialidades o gozar de ciertas becas lla-
mativas. Los médicos ocupan el primer lugar, luego
les siguen, economistas, arquitectos, ingenieros, bió-
logos, radiotécnicos, agrónomos, etcétera. Gran nú-
mero de ellos, después de una permanencia de varios
años, o se nacionalizan “gringos” o de todas mane-
ras se quedan indeinidamente trabajando en aque-
lla nación bajo salarios que no admiten competencia
en nuestros países. Otros regresan, pero ya no son
nadie, ni guatemaltecos ni yanquis; en realidad son
yanquimaltecos que viven una gran frustación todo el
resto de su vida, no pudiendo compaginar su mente
colonizada con sus hermosas tradiciones vernáculas.
Otro medio de dominación que manejan los imperia-
listas como arma contra nuestra cultura ancestral, es
el Cine. Películas sin ninguna calidad artística: culto a
la violencia, al sexo y a la guerra. Pero no se crea que
a pesar de la estolidez de la mayoría de las obras pre-
sentadas, carecen de una inalidad aviesa y pragmá-
tica: remachar y remachar en el espectador la forma
de vida estadounidense, “the american way of life”, la
música convulsiva e irritante, y más aun, la penetra-
ción del idioma inglés. Esta sistemática insistencia en
los mismos temas tienen un efecto sicológico desqui-
ciante y para los planeadores yanquis de la estrategia,

181
les rinde jugosos frutos, pues han logrado que aun los
estratos más desamparados culturalmente de nues-
tros países, se familiaricen con ese sistema de domi-
nación cerebral.

Por último, con respecto a la estrategia de la educa-


ción debemos alertar a nuestra juventud, para que se
den cuenta que en los Estados Unidos se ha impuesto
el aprendizaje del Español, como idioma que ocupa
ahora el primer lugar en todas las escuelas y univer-
sidades. Y no se crea que es por simpatía hacia nues-
tros países. Es una nueva estrategia para consolidar
la dominación ya existente y que la sigan perpetrando
las nuevas generaciones con más facilidad, al cono-
cer nuestra lengua, nuestras costumbres y nuestro
modo de pensar. También hay que estar en guardia
frente a todos esos yanquis de cara infantil y trajes de
“jipis” que ahora han invadido nuestras naciones. Lle-
gan al extremo de buscar las regiones más apartadas
del país (casi siempre las más bellas) y en una actitud
sospechosa se visten hasta con los trajes regionales
de los indígenas. Todo esto parecería una hermosa
fraternización, pero no lo es, más que en contados ca-
sos. Gran parte de estos inmigrantes “cara de ánge-
les”, son agentes de la CIA y actúan como miembros
de los cuerpos de paz (organismo de la misma CIA),
o se hacen pasar como investigadores, arqueólogos,
estudiantes o simplemente, jipis. Algunos adquieren
propiedades directamente o bien lo hacen sus padres.
Así, poco a poco las mejores casas y palacios de nues-
tra extraordinaria ciudad colonial “Antigua Guatema-
la”, que fue declarada durante el decenio revoluciona-
rio “Monumento Nacional”, ahora están ya en poder
de los yanquis, lo mismo acontece con las riberas de
los lagos de Atitlán; Izabal y Amatitlán. Es el dominio
total, hasta del paisaje...

Otro renglón infame que utilizan los Estados Uni-


dos para destruir a nuestra juventud es el tráico de

182
drogas. En combinación con altos Jefes del “Ejército
Nacional” y la Policía, la droga se distribuye impune-
mente en cafés, restaurantes, refresquerías y hasta
salones de té.

Es público y notorio que en Guatemala existen inu-


merables fumadores de mariguana y que la cantidad
de drogadictos en cocaína y heroína es cada vez ma-
yor. Este pingüe y siniestronegocio persigue aniquilar
la voluntad revolucionaria y rebelde de la generación
actual, y de una vez frenar las ansias libertarias de
niños y adolescentes a los que también se les enseña
a hacer uso de las drogas, impunemente.

Cuando el gran poeta chileno Pablo Neruda, al adve-


nimiento de la revolución socialista en Cuba, volvió a
la Habana declaró:

“esta hermosa Ciudad ha dejado de ser un gran lu-


panar y una enorme casa de juego, para recuperar la
dignidad que le corresponde”.

Y así fue. Fidel Castro expulsó del país a todos los


gansters estadounidenses (incluyendo a Jorge Raft)
que manejaban los casinos y dictó leyes prohibien-
do el juego de azar. Combatió igualmente la trata de
blancas y la prostitución que eran producto de la in-
justicia social y del sistema capitalista de explotación
de la mujer.

Ante el cierre de los casinos y el alto marcado a la


prostitución, los consorcios yanquis (una verdade-
ra maia) que vive de esta clase de negocios, buscó
nuevos horizontes. Se abrieron los casinos en Puerto
Rico, Santo Domingo, y otras islas caribeñas donde la
trata de blancas ha seguido su curso.

En Guatemala, las gigantescas cadenas hoteleras de


Hilton, Sheraton, Western International, etcétera, han
llevado ya su equipo de ingenieros, y su grupo de es-

183
pecialistas en el manejo de salas de juego de azar. La
situación económica tan desigual entre las clases so-
ciales, unido a la corrupción de las costumbres reali-
zada a propósito por los imperialistas, sus cómplices
cubanos anticastristas, militares locales y miembros
de la burguesía, han fomentado la trata de blancas y
la prostitución en gran escala.

Esta dolorosa situación a que ha sido orillada la na-


ción guatemalteca no puede y no debe prevalecer. Co-
rresponde a todos y cada uno de los verdaderos pa-
triotas que la aman, luchar sin descanso para recupe-
rar la dignidad nacional, la independencia, el derecho
de autodeterminación y, inalmente, expulsar del país
a los invasores yanquis.

La bibliografía sobre el imperialismo es tan grande,


que en cualquier biblioteca pública seria, ocupa mu-
chas estanterías. En cuanto a 1os datos estadísticos
sobre la acción de las transnacionales en lo distintos
renglones de la economía mundial que tiene acapar-
dos, son tan extensos que se necesitarían varios volú-
menes para exponer los más sobresalientes. Por todo
ello fácil es comprender que lo expuesto en este capí-
tulo sobre tan vasta materia, es sumamente sucinto
y elemental. No obstante esas limitaciones, abrigo la
esperanza de que los gentiles lectores que no tenían
conocimiento anterior de este lagelo terrible de nues-
tra época, se habrán formado una modesta idea al
respecto. Al tratar especíicamente la dominación im-
perialista en Guatemala, en los capítulos siguientes,
volveremos a citar algunos aspectos de este mismo
asunto.

Más no debe desalentar a las juventudes actuales y


futuras, ni a los hombres que luchamos para librar a
nuestros respectivos países de su dominio, el conoci-
miento del inmenso poderío de los imperialistas. No
debe desalentarnos tampoco la injusticia, la violencia

184
y la arbitrariedad con que interieren en nuestra vida
nacional. Por el contrario, esa insolencia, esa bruta-
lidad, debe acrecentar en todos nosotros el espíritu
patriótico y combativo para luchar sin descanso frente
a los invasores yanquis y sus cómplices locales.

El glorioso triunfo de las fuerzas populares revolucio-


narias en el Vietnam (mayo 1975) y Angola, al derrotar
totalmente y en forma vergonzosa la gigantesca ma-
quinaria bélica de Estados Unidos, es la lección, más
elocuente que hemos recibido los pueblos del Tercer
Mundo; al mismo tiempo, el más hermoso ejemplo de
lo que es capaz un pueblo poseído de verdaderos idea-
les y espíritu de sacriicio. Tomemos esas grandes ha-
zañas históricas como el más noble estímulo que se
nos ha brindado; recibamos el heróico aliento de esos
grandes países, vietnamita y angoleño, como un reto
a proseguir en toda nuestra América, la batalla contra
la dominación imperialista. Como combatientes por la
libertad y la independencia de nuestras naciones, si-
gamos adelante, implacablemente, nuestra lucha con-
tra los traidores locales, cómplices de la intervención
y del dominio del cual son víctimas nuestros pueblos
por parte de los piratas estadounidenses y contra és-
tos, hasta lograr su expulsión total de toda América
Latina*...

Nuestra tarea fundamental, impostergable, es la de


contribuir al logro de la unidad organizada y correcta-
mente orientada de todas las formas revolucionarias
de lucha popular, pacíicas y armadas en caso nece-
sario, para llevar adelante en nuestros respectivos
países y en Latinoamérica gorilizada, la guerra total
contra las fuerzas imperiales y sus secuaces criollos.

185
186
CAPITULO X

DOMINIO ECONOMICO DEGUATEMALA

El Imperialismo saca las uñas

Comenzaremos por dar a conocer a los lectores la in-


fortunada historia del Mercado Común Centroameri-
cano (MERCOMUN), sus orígenes, crecimiento, apo-
geo y destrucción, así como cuál es y ha sido el papel
de villano jugado por los Estados Unidos en las distin-
tas fases de esa estructura regional.

En el año de 1952, la Comisión Económica para la


América Latina (CEPAL), órgano de las Naciones Uni-
das, al estudiar el atraso y los problemas económicos
de la región centroamericana, recomendó como una
de las soluciones prácticas al problema, la de llevar
adelante la modernización de la economía, dentro del
sistema capitalista, mediante la integración regional.
Hacía ver que, tomando en cuenta el hecho real de
que el camino más acelerado para lograr el desarrollo
“hacia adentro” del área, podría lograrse por medio
de la industrialización, para lo cual era indispensable
encargar de esa tarea a las élites que dominaban esa
rama en cada uno de los países centroamericanos.

Desde ese mismo año, los técnicos de CEPAL entraron


en contacto con los hombres de negocios, para for-
mular conjuntamente las bases y principios para una
“integración gradual”, cautelosa, que evitara cual-
quier alteración grave de la economía (como menos-
cabo de los ingresos iscales, competencia agresiva en
productos de la misma especie, etcétera); propugnaba
asimismo el principio esencial de “industrialización
recíproca” y una inteligente planeación regional para
impedir que unas naciones se beneiciaran a expen-
sas de las otras.
187
Los Estados Unidos miraban con gran inquietud los
esfuerzos en la integración, dirigidos por la CEPAL,
pero cuando los Tratados se irmaron en 1958, por
Guatemala, Honduras y el Salvador (dejando abierta
la incorporación de Nicaragua y Costa Rica), los técni-
cos yanquis creyeron llegada la hora de intervenir en
el MERCOMUN dándole, desde luego, una orientación
ad-hoc que llevara toda el agua a su molino...

Los tres objetivos esenciales que movían a Estados


Unidos a inmiscuirse desde 1950 en la formación del
organismo regional, eran estos:

1o. Tenían sumo interés en abrir el área al comercio


y a la inversión de los consorcios estadounidenses.
Estaban seguros que de lograrse un libre intercambio
comercial sin restricciones, que otorgara condiciones
favorables de seguridad y jugosas utilidades, crearía
un mercado importante y atractivo para sus ansiosos
inversionistas.

2o. Perseguían disminuir la tensión política emergen-


te en toda la región y cada día se hacía más aguda; al
mismo tiempo combatir la amenaza del “comunismo”
interno. Para esos ines consideraban de suma impor-
tancia fortalecer al sector privado y promover ciertas
reformas mínimas indispensables para aplacar la lu-
cha de clases y, así, reforzar el sistema capitalista en
Centroamérica; y

3o. Contrarrestar la inluencia de la CEPAL a quienes


los funcionarios de Washington miraban como una
peligrosa enemiga. Ya desde 1947 se habían opuesto a
su creación en las Naciones Unidas y cuando fue una
realidad, le declararon una guerra sorda, por consi-
derar que todas sus propuestas en el seno de los or-
ganismos interamericanos eran lesivas a los intereses
del imperio.

188
Después de los Tratados de 1958 (en que surgió el
MERCOMUN) el gobierno de Eisenhower envió a Cen-
troamérica a dos expertos, Isaiah Frank y Harry Tur-
kel para “ayudar al desarrollo” de ese nuevo sistema
económico. Llevaban como “carnada”, escondida en la
cartera, una oferta de 10 millones de dólares siempre
y cuando se hiciera una modiicación sustancial a los
referidos tratados en el sentido de que un nuevo or-
ganismo estuviera funcionando dentro de un plazo no
mayor de tres años; que además estipulara una abso-
luta libertad en el tránsito de mercaderías, capitales y
personas, ijando, sobre todo, bajas tarifas externas.
Guatemala, Honduras y El Salvador no pudieron re-
sistir a la tentación de aquella oferta y después de
algunas juntas, en febrero de 1960, irmaron el Con-
venio Tripartito de Asociación Económica, a espaldas
de la CEPAL y con violación de los Tratados de 1958
que comprendía, como punto total, el Acuerdo de In-
tegración de las Industrias. Meses más tarde los in-
dustriales hondureños recriminaban la premura con
la cual se irmó el citado Convenio, denunciando que
este “fue presentado en inglés” y tuvo que ser traduci-
do al español para darle su aprobación.

Ese mismo año (1960) en diciembre, se irmó el Tra-


tado General de Integración Económica, en el cual fue
incluida Nicaragua, dejando abierta la puerta para la
incorporación de Costa Rica que se adhirió en 1963.
No obstante que en esta ocasión se hizo participar en
las negociaciones a la CEPAL, en nada se modiicó el
Acuerdo Tripartito, salvo en lo relativo a la propues-
ta de “Industrialización recíproca”. El triunfo de Esta-
dos Unidos sobre la estrategia planeada por la CEPAL,
era evidente, por cuanto en vez de una lenta marcha
hacia la integración basada en meditados estudios de
planiicación, este nuevo Tratado eliminaba los meca-
nismos de tal planiicación regional y subordinaba el
crecimiento del MERCOMUN a un, inmediato e irres-
tricto ejercicio del “libre comercio”. Sería fuera de lu-

189
gar extenderse, en este ensayo, sobre la complicada
y truculenta historia de todas las maquinaciones po-
líticas y económicas empleadas por Estados Unidos,
para desvirtuar los verdaderos y justos objetivos que
perseguía la Integración Centroamericana, según los
lineamientos que había trazado la CEPAL. Muchos li-
bros y documentos importantes se han escrito sobre
esta materia, y a esas fuentes remitimos a los lectores
interesados*. Nos concretaremos, pues, a sumarizar la
acción estadounidense para dominar el MERCOMUN.

En la misma época en que surgía la integración con-


troamericana, se gestaba el proyecto de la Alianza
para el Progreso puesto en marcha por la adminis-
tración del asesinado Presidente Kennedy, y aunque
algunos ingenuos creyeron en la buena fe de los pro-
pósitos de aquella Alianza, luego se convencieron que
sus ines esenciales eran, en rigor de verdad, para el
exclusivo progreso de los Estados Unidos.

Frente al revés sufrido por el imperialismo con la


emergente Revolución Cubana, Kennedy pidió a las
naciones de nuestra América unirse “...en un amplio
esfuerzo cooperativo, sin paralelo en magnitud y por
la nobleza de su inalidad, destinado a satisfacer las
necesidades básicas de los pueblos americanos para la
vivienda, el trabajo, la tierra, la salud y las escuelas”,
puntualizando la forma de alcanzar esos objetivos:

“...la libertad política, debe acompañar al progreso


material. Nuestra Alianza para el Progreso, es una
alianza de gobiernos libres y debe proponerse extirpar
a la tiranía de un hemisferio donde no hay legítimo
lugar para ella...”

En la reunión de Punta del Este, Uruguay (1961) con-


vocada para expulsar a Cuba de la OEA e imponer
en su contra el bloqueo colectivo, se dieron a conocer
los planes de este nuevo instrumento de penetración

190
económica. Allí surgió, pues, la Alianza para el Progre-
so (ALERO) con una “generosa” oferta del “coloso del
Norte” que ofrecía 20 mil millones de dólares para el
desarrollo de América Latina.

Los instrumentos económicos empleados por los dis-


tintos organismos de la Alianza, orientados hacia
la senda del desarrollismo, se llegó a constatar que
no beneiciaban a las grandes mayorías de los paí-
ses donde se aplicaban, sino daban prosperidad a los
consorcios yanquis y a las élites que acaparaban el
poder económico.

Las medidas recomendadas por la ALERO para el área


centroamericana comprendían: la Reforma Agraria, la
Reforma Fiscal, planes para obras de infraestructura,
fomento de las inversiones directas de capital extran-
jero y promoción de la ayuda técnica y económica del
gobierno de Estados Unidos.

Era natural que aunque los planes de la ALERO se


habían creado para llevarse adelante en connivencia
con los sectores oligárquicos y las clases dominan-
tes, éstas, se tornaron en verdaderas opositoras de
los programas de reformas. Los terratenientes veían
con pavor la posibilidad de una Reforma Agraria aun-
que ésta fuera de índole paternalista y les parecía “un
atentado contra el sagrado derecho de propiedad” la
obligación de venderle al Estado algunas de sus tie-
rras incultas; en cuanto a la burguesía agroexporta-
dora, a los comerciantes e industriales les aterraba
la idea de que se iba a crear un impuesto progresivo
sobre la renta. Pero la mayor oposición venía de las
Fuerzas Armadas que consideraban como una seria
“amenaza” que la ALPRO propugnara, como estructu-
ra básica para el desarrollismo de la región, el ejerci-
cio de la democracia representativa...

191
Debido a esa oposición local, por una parte, y por la
otra, al teje y maneje de la gigantesca burocracia que
se creó dentro de las oicinas de la Alianza, tanto en
la metrópoli como en Centroamérica, la cual impedía
el serio cumplimiento de los préstamos ofrecidos, la
ALPRO comenzó a irse en picada. Después del ase-
sinato de Kennedy, el Presidente Johnson, con otros
asesores, comprendió que lo importante para Estados
Unidos era defender los 10.000 millones de dólares
de inversiones yanquis en el Continente y evitar la
acción nacionalista emergente en el Hemisferio y que
ellos caliicaban como la penetración del “comunismo
internacional”. Entonces pensaron que eso de “la de-
mocracia representativa” era tortas y pan pintado, y
que las clases dominantes coludidas con las Fuerzas
Armadas, eran su única alternativa. Y así, pragmáti-
camente, Johnson decidió cortar la ayuda a la ALPRO.

Intimamente ligadas en el tiempo y en la región, el


MERCOMUN y la ALPRO, desde los primeros años de
sus respectivos e iniciales desarrollos, fueron cayendo
bajo el dominio económico y político de Estados Uni-
dos, quien para esos ines utilizaba a su muy famo-
sa U.S. Agency for International Development (AID),
disfrazándola de agencia inanciera y asesora. Para
aianzar esa situación, los directivos de la AID con-
vencieron a Washington de que para controlar, espe-
cialmente, al MERCOMUN, era indispensable fundar
una sucursal, con tentáculos en toda Centroamérica
y a ello se debió la creación de la oicina ROCAP (Re-
gional Ofice for Central America and Panama). Casi
al mismo tiempo propugnaron ante los gobiernos de
la región sobre la necesidad imperiosa de organizar
una institución bancaria que pudiera servir a pleni-
tud toda la labor de inanciamiento de créditos para
los planes de desarrollo económico de la ALPRO y del
MERCOMUN. Fue así como se constituyó el Banco
Centroamericano de Integración Económica (BCIE),
en el cual Estados Unidos contribuyó con el 40% del

192
capital, con la condición de que ejercería el derecho
de veto.

El órgano más Importante, desde el punto de vista


funcional, lo constituyó la Secretaría Permanente de
la Integración Económica Centroamericana (SIECA),
pero al igual que todos los demás organismos que
forman el MERCOMUN la inluencia de Estados Uni-
dos sobre ellos, a través de AID, ROCAP, BID, BIRF,
EXIMBANK, FMI, etcétera, se tornó en decisiva. Por
otra parte, el inanciamiento de gran parte de sus pre-
supuestos los convierte en dependencias del imperio,
aunque muchos de sus empleados, especialmente los
de más alta jerarquía, se opongan a esa inluencia y a
tal dependencia.

Veamos cuáles son los Organismos Regiones de Cen-


troamérica que reciben asistencia inanciera de los
Estados Unidos en miles de dólares anualmente:

193
No quisiéramos prolongarnos más en el análisis de
la vida, pasión y muerte de la ALPRO, sólo diremos
como réquiem que no pudo llenar sus objetivos debi-
do a la falta de interés de Estados Unidos en llevarlos
adelante y por la férrea oposición que presentaron las
clases dominantes en toda América Latina, en parti-
cular Centroamérica, al programa de sus modestas
reformas en el agro, en lo social y en lo económico.

En cuanto a la “integración económica” de Centroa-


mérica, podemos airmar que no obstante haber sido
concebida como la única forma de lograr el desarro-
llo económico de la región y por ende, el aumento del
nivel de vida de nuestros pueblos, no ha sido posible
hasta la fecha alcanzar ninguno de esos propósitos.
Las causas reales de ese fracaso, se deben en primer
lugar a un factor externo: la voracidad del imperialis-
mo. Tanto el gobierno de Estados Unidos como el sec-
tor privado inversionista de esa nación, desde el inicio
del MERCOMUN hasta nuestros días, no ha dejado
ni un momento de emplear todos sus medios econó-
micos y políticos (incluyendo a la CIA) para dominar
todos y cada uno de sus organismos.

Debe puntualizarse que en el área centroamericana,


sin incluir a Panamá, la inversión estadounidense
hasta 1965 pasaba de mil millones de dólares. Entre
1958 y 1966 los préstamos de la superpotencia para
nuestras naciones alcanzaron la cifra de 365.3 millo-
nes de dólares y las donaciones a 245.1 millones de
dólares. Al mismo tiempo organismos internacionales
(BIRF, EXIMBANK, BID, FMI) todos controlados por
Estados Unidos, otorgaron al Istmo 545.9 millones de
dólares en créditos para el desarrollo. Ese desgarra-
dor panorama de endeudamiento, que es una cade-
na, casi perpetua, en la pendiente de la dependencia,
desde luego que no beneicia en forma alguna a las
mayorías muertas de hambre de nuestros países, sino
favorece exclusivamente a las propias compañías yan-

194
quis y a las clases dominantes que se aprovechan en
su exclusivo interés de dichos préstamos.

En segundo lugar, el fracaso de la “integración econó-


mica” ha sido motivada por factores internos propios
de cada una de las naciones participantes. Las oli-
garquías son uno de los mayores obstáculos para las
metas desarrollistas y su posición es decisiva, por la
acción política que ejercen, a través de sus grupos de
presión, para evitar los cambios mínimos de las estruc-
turas, a los que tildan de “comunistas”. Pero, quizá el
factor más preponderante lo constituyen los regíme-
nes militares que niegan el libre ejercicio democrático
de los partidos políticos, lo que ha hecho que éstos,
no puedan participar en la acción nacionalista que les
corresponde desempeñar en ese proceso de cambios
importantes. Por igual razón los sindicatos, carentes
de una politización más amplia, tampoco pueden con-
tribuir con su valioso concurso a esclarecer los serios
problemas de la integración. Los intelectuales, hasta
ahora, poco o nada han podido realizar por la falta de
solidaridad o de interés en dicho proceso, con el cual
no simpatizan (tal y como se ha desarrollado) o bien,
por haber sido también marginados o perseguidos. El
único sector que apoya decididamente la integración y
le sigue prestando su entusiasmada cooperación, es el
de la burguesía emergente compuesta por industria-
les, transportistas, profesionales, técnicos y gerentes.
Y por último la ven con simpatía los comerciantes me-
dianos y pequeños, y ciertos grupos de la clase media.

Sin restar méritos a los iniciadores de la idea de la


integración económica centroamericana y del MER-
COMUN, y a los esfuerzos sanos de llevarlos adelante
en sincero afán de beneiciar a las naciones del área,
debe señarlarse, sí, un grave “pecado original”, éste
consiste en haber construido un instrumento que sólo
podría ser utilizado por las clases dominantes, aliadas
del imperialismo, y que tarde o temprano sería mane-

195
jado por éste a su antojo. La experiencia ha demos-
trado lo incontrovertible de esta airmación. Por otra
parte no se previó que organizado el sistema regional
bajo dichas bases, en ninguna forma tendría beneicio
alguno para las grandes mayorías.

En síntesis, un modesto enfoque nuestro del proble-


ma nos lleva a la conclusión de que ese sistema sólo
podrá rendir un justo y equitativo resultado, cuando
las fuerzas revolucionarias y democráticas centroame-
ricanas logren la conquista del poder y, al implantar
el socialismo, se llegue a la unidad fraternal de nues-
tros pueblos, y se estructure un verdadero desarrollo
integral que abarque además del campo económico, el
político, el social y el cultural.

Los antiguos monopolios

Es muy posible que los amables lectores, después de


este largo relato de la infamia perpetrada contra Gua-
temala, por nacionales y extranjeros, háyase pregun-
tado ¿qué pasó con aquellos antiguos monopolios: la
United Fruit Company (UFCO), la International Rai-
lways of Central America (IRCA) y con la Electric Bond
and Share Company (EBASCO) que operaba bajo el
nombre de Empresa Eléctrica de Guatemala, S.A.
(EEGSA).

Pues bien, esta trinca infernale siguió haciendo de las


suyas en contra de los intereses del país y con la venia
y protección tanto del gobierno de Estados Unidos,
como de los gobiernos yanquimaltecos impuestos
desde 1954.

En octubre del año de 1967 cuando las instalacio-


nes de la IRCA (subsidiaria de la UFCO) se habían
convertido en una verdadera “chatarra”, prácticamen-
te inservible, tuvo la “brillante idea de declararse en
quiebra”, suspendió sus operaciones y los pagos a los
trabajadores guatemaltecos. Con tal acción causaba
196
un grave daño a la economía nacional, por cuanto la
mayoría de la importación y exportación de mercade-
rías y productos agrícola-pecuarios se llevaban a cabo
por medio del sistema ferroviario del país.

Debe recordarse que al ser impuesto el régimen an-


tinacional de Castillo Armas, éste perdonó a la IRCA
dos deudas: una de 4.056.273,61 de impuesto de be-
neicencia y otra de 11.989.675,11 millones de dóla-
res originada del impuesto sobre beneicio de ausen-
tes (tasas de las cuales no había sido exonerada), pero
no fue sino hasta en el régimen de Ydígoras Fuentes,
cuando la “operación perdón” quedó consumada res-
pecto al segundo impuesto.

La nueva maniobra de “insolvencia” acaecía durante


el ingrato periodo presidencial de Méndez Montene-
gro-Marroquín Rojas, y estos señores “abogados” pe-
cando de falta de patriotismo, en vez de aprovechar
esa oportunidad histórica para declarar de inmedia-
to la caducidad de la concesión otorgada por Estrada
Cabrera en 1904, y nacionalizar sin pago alguno todos
los bienes, derechos y acciones de la IRCA, decidieron
algo imperdonable: sacar de penas a la Empresa otor-
gándole una serie de préstamos de varios millones de
dólares para que siguiera manejando aquel servicio
público y pagara los salarios caídos de los trabajado-
res. En vez de este error garrafal, lo que procedía era
la inmediata expropiación de la IRCA.

Todas las circunstancias eran favorables para que el


Gobierno tomara esa actitud nacionalista, y aunque
no podía lavarse con ella de todos los crímenes come-
tidos contra el pueblo, por lo menos en algo hubieran
mitigado su conocida política entreguista. El monopo-
lio de la IRCA durante los 64 años de operación de los
ferrocarriles en la República, se había caracterizado
por el robo en las tarifas (las más altas del mundo);
por el desfalco en utilidades simuladas; por el frau-

197
de cometido en impuestos que debía al país; por las
tarifas discriminatorias y favorables a la UFCO de la
cual era subsidiaria; y por las exenciones de impues-
tos de que había disfrutado por todo el tiempo en que
manejó el transporte, etcétera, etcétera. Todos estos
hechos eran causa suiciente para que, en vista de la
maniobra cínica y fraudulenta de haberse declarado
en quiebra y haber suspendido un servicio público,
el gobierno de Guatemala procediera a la declaratoria
inmediata de nacionalización, medida con la cual, se
haría un acto de justicia para la nación y, en parte se
hubiera sentado un precedente ejemplar contra una
empresa extranjera, que además de su actitud delic-
tuosa se había inmiscuido en la política interna, lle-
gando hasta auspiciar la intervención yanqui de 1954.

El régimen Méndez-Marroquín, en vez de tomar una


medida de esta naturaleza siguió otorgando présta-
mos a la IRCA y haciendo consultas con la Embajada
de Estados Unidos pues no se atrevía a “lastimar” los
intereses de los ciudadanos de esa nación. Una ola de
indignación surgió de los sectores universitarios y de
otros muy importantes de la opinión pública. Todos
comprendían la burda maniobra del monopolio yan-
qui que, después de haberse llevado villanamente del
país millones y millones de dólares, había preparado
arteramente este cómodo desenlace jurídico (la quie-
bra), para escarnio de todos los guatemaltecos.

Durante un año entero de muy sospechosas vacilacio-


nes, el régimen sostuvo esa increíble situación, hasta
que presionado agriamente por los dictámenes de la
Facultad de Ciencias Económicas de la USAC, me-
sas redondas, teleforos universitarios, editoriales de
prensa, etcétera, se vio obligado, contra su voluntad
y previa autorización de la embajada estadounidense,
a declarar la caducidad de la concesión y nacionali-
zar la IRCA que desde entonces cambió el nombre por
el de Ferrocarriles de Guatemala (FEGUA). La opera-

198
ción, tal y como se llevó a cabo, resultó sumamente
onerosa para Guatemala, puesto que en vez de recla-
mar daños y perjuicios de aquel monopolio ladrón, los
desembolsos hechos para cubrir los salarios caídos de
trabajadores, indemnizaciones laborales, compra in-
dispensable de equipo, construcción del ramal Puerto
Barrios-Matías de Gálvez, llegaron a más de 31 millo-
nes de dólares sin contar los 16.045.948,72 millones
que entre los gorilas Castillo Armas e Ydígoras Fuen-
tes le regalaron a la IRCA.

Sigamos ahora con la Empresa Eléctrica de Guate-


mala, S.A. (EEGSA). En 1972, durante la nefasta ad-
ministración de Arana Osorio-Cáceres Lenhoff, otra
incaliicable operación inanciera, quizás más lesiva
que la de la IRCA, fue realizada antipatrióticamente.
Según el contrato-concesión de la EEGSA otorgado
desde 1919 por la tiranía de Estrada Cabrera, al ina-
lizar el plazo de ésta (1972), todas las instalaciones,
plantas generadoras, ediicios, etcétera, debían pasar
a poder de la nación sin costo alguno.

No olvidemos ni por un momento que este monopo-


lio de la energía, subsidiario de la EBASCO, durante
más de 50 años se enriqueció ilícitamente a costa del
pueblo guatemalteco, cobrando indebidamente tarifas
altísimas, haciendo gala de incumplimiento de todos
los reglamentos sobre alumbrado público, gozando de
exoneraciones de impuestos, etcétera, etcétera. Ade-
más de todo esto, su clara participación y complicidad
en la agresión extranjera contra Guatemala en 1954,
era motivo suiciente para haberla expropiado exigién-
dole daños y perjuicios cuantiosos.

No obstante esos antecedentes, Arana-Cáceres acon-


sejados por la Embajada de Estados Unidos y para
demostrar “el respeto que tienen por las inversiones
extranjeras”, preirieron lesionar los intereses de Gua-
temala y adquirieron por “compra” todo el activo de

199
la EEGSA por la increíble suma de 14.5 millones de
dólares...

Nos queda mencionar, por último, a la United Fruit


Company (UFCO) la protegida de los Dulles, los Ca-
bott, Eisenhower y Nixon. Su despreciable historia
ocuparía varios volúmenes, pero sumaricemos aquí lo
que interesa.

En cuanto Castillo Armas devolvió a la UFCO las tie-


rras que tan justamente le habían sido expropiadas
por el gobierno nacionalista del Coronel Jacobo Ar-
benz Guzmán, los directores de la empresa de Boston,
Massachusetts, pensaron que para evitar los proble-
mas de posibles expropiaciones tanto en Guatemala
como en otros países donde tienen asentado el mo-
nopolio bananero, era más simple, más productivo y
más seguro, formar con elementos de las burguesías
locales unas “Asociaciones de Productores” a las cua-
les les venderían las tierras en condiciones favorables,
a largos plazos, proporcionándoles inanciamiento,
ayuda técnica, implementos agrícolas y todo lo que
necesitaron para el cultivo de las plantaciones. Eso
sí, la UFCO cobraría intereses sobre los préstamos,
ijaría el precio de compra del banano y se reservaba
el derecho de rechazar el producto que, a su juicio, no
llenara los requisitos de calidad, madurez, limpieza,
etcétera (cuando la compañía inició su penetración en
toda el área centroamericana, con ese sistema hizo
quebrar a muchos productores y se apoderó de sus
tierras). Esta clase de “Asociación de Productores”
era muy ventajosa para la empresa por cuanto ade-
más de constituir un dique para las expropiaciones,
hacía recaer en ellas todos los riesgos del cultivo, la
baja de los precios del banano en los mercados in-
ternacionales, los problemas laborales, los peligros de
destrucción de las plantaciones por huracanes, inun-
daciones, etcétera. La estrategia les dio tan buenos
resultados que de Guatemala la llevaron a otros paí-

200
ses, entre ellos Ecuador, Costa Rica y Panamá. Ante
el reciente esfuerzo de formar un bloque de naciones
productoras de banano (Guatemala, Honduras, Costa
Rica, Panamá y Ecuador) para imponer un impuesto
de un dólar por caja de exportación a las compañías
bananeras, el Ecuador no quiso entrar en el bloque
por oposición absoluta de la “Asociación de Produc-
tores” de ese país. Se ve, pues, que la estrategia de la
UFCO de crear dichas asociaciones, tenía además, un
in político importante para la empresa.

Pero los hábiles directores de la UFCO llegaron a otras


conclusiones. Decidieron penetrar en el MERCOMUN
centroamericano y como el banano no quedaba inclui-
do entre los productos que gozaban de exención de
impuestos, decidieron comprar en Costa Rica la em-
presa NUMAR que es la más grande en la elaboración
de margarina, mayonesa, aceites comestibles y otros
derivados. Estableció una segunda planta de marga-
rina en Honduras, compró el 77 por ciento de Aceite
Corona en Nicaragua y, en Guatemala, se hizo due-
ña de la compañía de productos alimenticios Ducal.
Con estas compras la UFCO entraba al MERCOMUN
a gozar de las exenciones y privilegios para industrias
nuevas. Pero no estaba satisfecha.

Compró también en Costa Rica la empresa de Trans-


portes Internacionales, S.A. (camiones); Polymer, S.A.
(fábrica de productos plásticos). Invirtió también en
México: adquiriendo la antigua y prestigiosa industria
de alimentos Clemente Jacques. Y en los Estados Uni-
dos se hizo dueña de las siguientes empresas: Baskin
Robbins (Helados); 2000 A & W Root Beer (restauran-
tes con servicio en el automóvil); J. Hungerford Smith
(jarabes); Foster Grant (industria de anteojos de sol,
plásticos y productos químicos), y de la compañía de
Telecomunicaciones, TRT.

201
No estando en capacidad de ampliar los mercados tra-
dicionales en nuestra América y cercada por las otras
empresas bananeras competidoras, dispuso abrir
nuevos mercados en Madagascar, Ghana y el Golfo
Pérsico. Y para absorber la totalidad del mercado del
Japón, acaba de iniciar cultivos en gran escala en las
Filipinas.

En diciembre de 1972, la UFCO vendió en Guatemala


todas sus plantaciones, ediicios, instalaciones y con-
cesiones, por el precio de 20.5 millones de dólares a la
Cía. Del Monte Corporation (propietaria de la West In-
dies Fruit Co.), que es la tercera de las empresas que
más banano produce y controla en el mundo entero.
La venta, a in de cuentas, en nada beneicia a nuestro
país, sino que por el contrario, empeora la situación
ya que la UFCO se queda explotando sus nuevas in-
dustrias, mientras otro poderoso consorcio sienta sus
reales en la República. (Según el Wall Street Journal,
14 de julio de 1975, Del Monte pagó más de medio
millón de dólares de “mordida” para que el régimen de
Arana Osorio, autorizara la operación en 1971. Esto
privó a un grupo de guatemaltecos de adquirir esas
tierras y el negocio).

202
CAPITULO XI

77 Transnacionales se apoderan de Guatemala

Imagínese el lector la honda preocupación que nos


embarga a todos los guatemaltecos revolucionarios y
nacionalistas al enterarnos de que un número consi-
derable de gigantescas “transnacionales” han incado
sus intereses en el país y se han apoderado de todas
sus fuentes de riqueza. Si tres consorcios estadouni-
denses, de los que ya hablamos antes, la IRCA, EEG-
SA y la UFCO, fueron capaces de causar hasta el de-
rrocamiento del gobierno constitucional que presidía
el Coronel Arbenz ¿Qué espera a Guatemala ante este
sombrío panorama de 77 monstruos consorcios yan-
quis, que se han enclavado en el territorio nacional?
Antes de dar respuesta a este dramático interrogante,
veamos cuáles son estas compañías, de qué rama de
la economía se han adueñado, que protección reciben
del Estado, quiénes se beneician con su presencia,
cómo saquean los recursos naturales y si algún bene-
icio rinden en favor del pueblo de Guatemala.

Anualmente la revista Fortune, editada en Estados


Unidos, publica la lista de las 1.000 empresas más
fuertes de la economía de esa nación, catalogadas por
sus ventas anuales en el mundo entero. Esta lista
está complementada por otra que incluye sólo a 50
compañías que se dedican a la trasportación, a las
inanzas y a la banca. Las ventas de la primera lista
oscilan entre 80 a 36.000 millones por año.

Pues bien, de esas enormes empresas, 77 son las que


están operando en Guatemala y de las cuales dare-
mos oportunamente sus nombres que aparecen en la
citada revista de 1973. También heremos mención de
aquellas otras que sin establecer industrias propias,

203
han comprado la mayoría de las mejores existentes en
la República.

Ahora nos concretaremos a relatar el caso de una de


estas empresas que tomó el nombre de EXMIBAL (Ex-
ploraciones y Explotaciones Mineras de Izabal, S.A.),
dando cuenta de sus orígenes, integración, concesio-
nes, acción política, inversiones reales y cuantía de
sus futuras utilidades. Al mismo tiempo explicaremos
el grave daño que esta explotación causa a Guatema-
la, no sólo por las cuantiosas cantidades de mine-
ral de níquel (no renovable) que, a precios injustos,
sacará al exterior, sino que por tratarse de un me-
tal considerado por el Departamento del Interior de
los Estados Unidos, como uno de los 13 principales
para una sociedad industrializada y por el Pentágono,
como “material de Guerra”, convierte a nuestro país
en un territorio de vital importancia estratégica para
aquella nación.

Anteriormente explicamos que el venturoso adveni-


miento de la revolución cubana en 1959, privó a Es-
tados Unidos de la explotación de las grandes minas
niqueleras existentes en la Isla, y de ello derivó el in-
terés y las maniobras que ha realizado para no de-
jar escapar los yacimientos guatemaltecos, ¿Quiénes
forman el nuevo consorcio EXMIBAL? Dos inmensas
corporaciones mineras, la Hanna Minning Company y
la International Nickel Company (INCO), ambas esta-
dounidenses.

La Hanna, con sede en Cleveland se dedicaba al nego-


cio de hierro y acero, así como a la explotación de sus
yacimientos de carbón. Al estallar la guerra de Corea,
los Estados Unidos sufrían gran escasez de níquel y
la Hanna informó al gobierno haber descubierto una
gran mina en Oregon. Luego propuso que el Estado
le diera el inanciamiento para explotarla, le constru-
yera a su favor una planta procesadora y le otorgara

204
también una serie de privilegios. Cuando la propuesta
iba a ser desechada, el General Eisenhower nombró
Secretario del Tesoro a George M. Humphrey que pre-
cisamente era el presidente de Hanna y, naturalmente
el contrato fue aprobado. Estos yacimientos de Ore-
gon producían 25 millones de libras de níquel anuales
y las fabulosas ganancias de Hanna eran de 57.40/o
sobre las ventas.

La INCO surgió en 1902 por la fusión de seis compa-


ñías propiedad del multimillonario J.P. Morgan, en New
Jersey. En 1928 y con el in de evadir el pago de im-
puestos, así como las leyes contra monopolios, trasladó
su domicilio legal a Canadá, en uno de cuyos Estados,
el de Ontario, ha explotado por muchos años los riquí-
simos depósitos de Subdury Basin. Hasta 1960 produ-
cían el 60°/o del consumo total del mundo capitalista,
pero dándose cuenta que en el futuro no podrían llenar
ese porcentaje, decidieron buscar en los trópicos, ya-
cimientos lateríticos. Los más grandes se encuentran
en Cuba y en la posesión francesa de Nueva Caledonia.
Otros grandes depósitos se hallan en Indonesia, Filipi-
nas, Colombia y en Guatemala. Por otra parte, la explo-
tación de los yacimientos de níquel del Canadá resulta
cada vez más incosteable debido a que la extracción
se hace a grandes profundidades, el alza desmesurada
de los costos de producción y a los altos salarios que
devengan los obreros sindicalizados. Por esas razones
se hacen mucho más atractivos los yacimientos laterí-
ticos de níquel tropicales, casi a lor de tierra y donde
fácilmente este mineral puede mezclarse con el hierro
(ferroníquel) que está siendo utilizado, por su bajo cos-
to, en las industrias de acero inoxidable.

Guatemala posee grandes yacimientos de níquel, co-


bre, cromo y cobalto. Nuestra nación, por lo tanto,
clasiicada entre las subdesarrolladas, como una de
las más pobres, es en realidad (dada su extensión te-
rritorial y su moderada población) un país riquísimo,

205
con grandes recursos naturales y extraordinarios de-
pósitos minerales. Por esas razones, nos indigna que
nuestro pueblo se muera de hambre y enfermedades,
viva en la más ofensiva miseria y sumido en la igno-
rancia, cuando podría disfrutar de una existencia lle-
na de satisfacciones materiales y espirituales, tal y
como se había programado y se llevaba adelante bajo
las banderas de la Revolución de Octubre. Y esta si-
tuación es tanto más dramática, cuanto que a ella se
suma ese genocidio que sistemáticamente han veni-
do cometiendo los regímenes impuestos por Estados
Unidos, desde 1954 hasta la fecha. Pero las cosas no
quedan ahí. Tales gobiernos, en lugar de proteger y
defender el patrimonio nacional, lo enajenan sin nin-
gún escrúpulo “por las bíblicas treinta monedas” a los
monopolios yanquis.

Ante ese panorama de entrega, de puertas abiertas de


par en par a la “benefactora inversión extranjera”, era
natural que llegaran como buitres al festín, los con-
sorcios mineros más poderosos de la tierra.

Uno de ellos, INCO, controla actualmente el 50°/o


del consumo total capitalista y para mejorar el rendi-
miento de sus minas en Canadá, invirtió entre 1967
y 1973, mil millones de dólares. INCO conjuntamente
con otros consorcios niqueleros: Facolbridge (15°/o)
y Rotchild’s Le Niquel (15°/o) dominan la producción
del “mundo libre” en un 800/o. Estos datos tienen
como objeto principal señalar la tragedia que signiica
para nuestra patria haber caído en las garras de este
monopolio que en unión del otro denominado Hanna
Minning Company, van a operar en la República.

En 1955 el yanquimalteco Castillo Armas, con el in


de facilitar la entrega del país a sus amos, modiicó
el antiguo Código de Minería (Decreto 2.000), hacién-
dole una serie de reformas que lo dejaron bastante

206
apto para que se hiciera el saqueo de esas riquezas
(Decreto 272).

La Hanna inició sus actividades en Guatemala en


1957 cuando solicitó concesiones de exploración y ex-
plotación de yacimientos niqueleros en la región de
Izabal, las cuales les fueron otorgadas y ampliadas
entre aquel año y el de 1960. Con esas bases Hanna
invitó a INCO a asociarse con ella j a dirigir todo el
negocio. Convinieron que INCO tendría el 80 /o de los
derechos y a Hanna le corrrespondería el 200/o. Acor-
daron también que para sus actividades en la Repú-
blica aparecería como responsable otra compañía que
ellas crearon bajo el nombre de Explorer Metal Com-
pany of Canada en esta nación. Más adelante decidie-
ron constituir en la Ciudad de Guatemala una com-
pañía especial que haría todas las gestiones y sería
la persona jurídica encargada de todos los negocios
locales; quedó registrada legalmente desde 1960 bajo
el nombre de Exploraciones y Explotaciones Mineras
de Izabal, S.A. (EXMIBAL). La nueva compañía inició
inmediatamente solicitudes para formalizar las conce-
siones que originalmente se habían otorgado a Hanna
y presentó al gobierno de la República un proyecto de
convenio donde se estipulaba, en condiciones harto
desfavorables a la nación, una serie de canonjías y
privilegios en favor de los consorcios niqueleros.

Muchos sectores patrióticos, que se dieron cuenta de


la injusta y lesiva negociación que encerraba el con-
venio propuesto por EXMIBAL, manifestaron pública-
mente su repudio y oposición a dicho convenio. La
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, promovió una serie de
teleforos, entrevistas, publicaciones y mesas redon-
das; además la propia Universidad designó una co-
misión de juristas ad-hoc para investigar los aspectos
legales del negocio.

207
La Mesa Redonda, cuyas reuniones duraron tres días,
en mayo de 1969, llegó a las siguientes conclusiones:

lo.- Que el Estado debía explotar directamente los ya-


cimientos niqueleros; que de no ser así debería llamar
a otras compañías para negociar una concesión más
favorable; que los beneicios que el Estado debería
percibir (en vez de cobrar regalías e impuestos), era
mejor obtenerlos de una cantidad ija sobre el precio
de tonelada de níquel extraída; y, inalmente, que si la
operación de explotación no era efectivamente de gran
beneicio para la nación, debería posponerse.

2o.- Un nuevo Código de Minería debería ser elebora-


do para proteger los derechos de Guatemala, en vez
del entreguista que hizo la EXMIBAL y que antipatrió-
ticamente fue promulgado por el Gobierno en abril de
1965.

3o.- Que la Junta Monetaria y Bancaria debía dejar


sin efecto la injusta y lesiva Resolución 5.727 por la
cual concedió excepciones al control de cambios, para
favorecer a empresas extranjeras (a la EXMIBAL en
particular) con obligaciones de crédito a largo plazo; y

4o.- Que la arbitraria e ilegal clasiicación de la EXMI-


BAL como “industria de transformación”, debía dejar-
se sin efecto inmediatamente.

Además de estas importantísimas recomendaciones,


hechas en la referida Mesa Redonda, la Facultad de
Ciencias Económicas publicó en marzo de 1970 un
folleto (en español e inglés) en el cual demostraba la
absoluta inconveniencia del negocio niquelero, que
estaba por inalizarse entre la EXMIBAL y el régimen
entreguista de turno. He aquí algunos de sus princi-
pales párrafos:

“Las Maniobras de la Exmibal: ...Guatemala como


cualquier país soberano, había legislado en materia

208
de minería, de impuesto sobre la renta y de control
sobre el movimiento de divisas en la nación”.

“Dichas leyes no satisfacían, sin embargo, a los po-


derosos intereses mineros que buscaban iniciar sus
operaciones en el país, por lo que iniciaron una ma-
niobra, para sustituirlas por una legislación a la me-
dida de sus intereses.”

“Para ello, EXMIBAL trajo al país y pagó al técnico mi-


nero peruano Emilio Godoy, quien redactó un nuevo
Código de Minería, el cual fue elevado al Congreso de
la República como proyecto de la Dirección General
de Minería e Hidrocarburos, en el momento en que
éste se encontraba estudiando la legislación minera
del país.”

“El Congreso de la República aceptó el proyecto, que


venía además respaldado por el técnico de Naciones
Unidas Frederick Villa, quedando condicionada la
ayuda de dicho organismo a que `Guatemala contara
con una legislación minera adecuada para atraer la
inversión extranjera’. Así, el nuevo Código de Minería,
mandado a hacer por EXMIBAL, se convirtió en Ley de
la República en junio de 1965.”

“El segundo paso en su ofensiva contra la legislación


nacional, lo encaminó EXMIBAL hacia el impuesto so-
bre la renta. En varias oportunidades anteriores, las
autoridades del Ministerio de Economía habían re-
chazado la oiciosa petición de la Dirección de Minería
e Hidrocarburos, de aplicar a dicha empresa minera
el Decreto 1.317 que exonera del impuesto sobre la
renta a las nuevas industrias de transformación, soli-
citud que era obviamente ilegal.”

“En junio de 1968 y valiéndose de un dictamen del


Instituto Centroamericano de Investigación y Tecno-
logía Industrial, ICAITI, la actividad de EXMIBAL, no
obstante ser netamente extractiva, fue caliicada de

209
`Proceso de Transformación ‘con lo que el Ministerio
de Economía le otorgó una exoneración del impuesto
sobre la renta, incluidos los dividendos de los accio-
nistas, por un periodo de 10 años.”

“Logrado este objetivo, era necesario encontrar la for-


ma de eludir los controles cambiarlos vigentes en el
país para poder sacar las divisas que la venta del mi-
neral guatemalteco dejaría.”

“La República de Guatemala, en efecto, cuenta con


una sólida legislación sobre aspectos cambiarios que,
en gran medida, le permite instrumentar la defensa
de la estabilidad monetaria. Dentro de tal legislación
existen preceptos que facultan a las autoridades para
en caso de emergencia, restringir las transferencias
internacionales y hacer acopio de todas las divisas
que por una u otra razón deban ingresar al país, con
excepción de aquellas que quedan exentas de esas re-
gulaciones, tales como las provenientes de sueldos del
servicio consular y diplomático, y otras.”

“Para eludir dicha legislación, la empresa EXMIBAL


propició la elaboración de un reglamento para ‘pro-
moción de inversiones con recursos del exterior’, me-
diante el cual las empresas que tienen inanciamiento
externo y grandes pasivos artiiciales, pueden cons-
tituir depósitos en el exterior con el pretexto de con-
tar con fondos suicientes en bancos extranjeros para
amortizar el principal y los intereses de las supuestas
deudas contraídas, con la peregrina tesis de que, de
las divisas, debe disponer la entidad productora que
las genera.”

“Es obvio que siendo en este caso la propia compa-


ñía la que dará el inanciamiento, el permitirle hacer
depósitos en el exterior para pagar los ‘préstamos’ re-
cibidos constituiría una forma de exportar utilidades
más allá de los límites que las leyes monetarias y ban-

210
carias permiten actualmente. La propagación de este
principio a otras empresas nacionales o extranjeras,
destruiría completamente los fundamentos económi-
cos incorporados a la legislación nacional que permi-
ten establecer una adecuada defensa de la estabilidad
económica, en especial, de las reservas monetarias
internacionales.”

No obstante ello, el mencionado reglamento fue apro-


bado por la Junta Monetaria de Guatemala el día 29
de marzo de1968 en resolución No. 5.727. Con dicho
reglamento a su favor, EXMIBAL dirigió sus esfuerzos
sobre la Junta Monetaria, con el propósito de obte-
ner, con base en aquél, un convenio cambiario que le
permitiera sacar sin control alguno, como intereses,
amortizaciones, repatriación del capital y otras tran-
sacciones, cualquier cantidad de divisas.

En otros párrafos de dicho folleto, se airma lo si-


guiente:

“¿Qué es lo que está en juego? Las poderosas empre-


sas mineras interesadas en la explotación de nuestro
níquel, han tendido una cortina de humo alrededor
de la cuantía de la riqueza involucrada en esta nego-
ciación.”

“EXMIBAL comenzó por aseverar, en 1960, que haría


una inversión de 50 millones de quetzales (un quetzal
es equivalente a un dólar norteamericano). “En el año
de 1968 la cifra anunciada pasó de 50 a 100 millones
de quetzales y posteriormente, en 1969, la inversión
anunciada alcanzó la suma de Q 180 millones, cifra que
se repite continuamente con ines propagandísticos.

“Habiendo la misma empresa airmado que espera ob-


tener utilidades de 4.8 millones de quetzales anua-
les, la última cifra anunciada como inversión daría un
rendimiento anual de sólo Q 2.67 por ciento. Es lógico
preguntarse:
211
¿Se ha inlado el capital a intervenir, previendo una
eventual expropiación, se han disminuido exagerada-
mente los rendimientos esperados”

“De acuerdo con los términos de la concesión otorga-


da a EXMIBAL, Guatemala recibiría por una sola vez,
19.300 quetzales por cada uno de los 386 Km 2 cedi-
dos para la explotación.

Además de ello, Guatemala recibiría 7.600 quetzales,


los primeros dos años, 15.200 quetzales los dos siguien-
tes, 22.800 durante el quinto y sexto años, 30.400 los
años séptimo y octavo y 38.600 quetzales del noveno
año en adelante. No se trata de un error en cifras: a
Guatemala le correspondería por la explotación de su
mineral, un promedio anual de 22.920 quetzales du-
rante los primeros 10 años, a cambio del valor del mi-
neral extraído durante ese periodo, que de acuerdo con
las estimaciones más conservadoras ascendería por lo
menos a 1.000.000.000 (mil millones) de quetzales.”

“La concesión estipula además que EXMIBAL debe


pagar, en concepto de regalías, un 70/o del valor del
mineral puesto en bocamina. Este aspecto ya había
sido cuidadosamente previsto por el técnico peruano
contratado y pagado por EXMIBAL, quien dejó esta-
blecido en el artículo 30 del Código de Minería, que
dicho valor `es igual al precio internacional menos el
costo de transporte y procesamiento’.”

“De esta manera, basta con que la planta procesado-


ra, propiedad de EXMIBAL, los transportistas, tam-
bién de la propia empresa, o el comprador - The Inter-
national Nickel Co.- ijen las cifras que más les aco-
moden por sus servicios, para que el valor del mineral
extraído del país resulte insigniicante, nulo o incluso,
si desean, negativo. Las regalías vienen a quedar así
como un impuesto voluntario en contra de los más
elementales principios hacendarios.”

212
“En lo que respecta al valor real del mineral que EX-
MIBAL espera sacar, la cortina de humo es aún más
densa. Sin embargo, es posible hacer algunas deducc-
ciones:

“A) Según declaraciones de la empresa, la capacidad


a instalarse para mover mineral de las barcazas a los
silos, es de 100 toneladas por hora, y de los silos a los
barcos, 1.000 toneladas por hora.

“Ello indica que la empresa espera mover, por lo me-


nos, 292.000 toneladas anuales de mineral con un
solo turno de trabajo diario. Tal volumen es 7 veces
y media el que la empresa ha airmado que extraería.
El valor de la producción, por lo tanto, sería de 262.5
millones de quetzales en vez de los 35 millones que la
empresa anota en sus informaciones.

“B) De acuerdo con el Compendio Estadístico de los


Estados Unidos, el valor de la producción minera en
la explotación del níquel, es de 5.2 veces el de la pla-
nilla de salarios. Los salarios estimados por EXMIBAL
ascienden a 6 millones de quetzales, equivalentes en
los Estados Unidos a unos 48 millones de U.S. dóla-
res, ya que los salarios allá son de 8 a 10 veces más
altos que los que se pagan en Guatemala. 48 millones
multiplicados por 5.2 darían una producción con un
valor de 249.6 millones de quetzales, cifra que es tam-
bién 7 veces más alta que la producción ‘estimada’ por
la empresa.

“C) Estudios de valor agregado en insumos han lleva-


do a la conclusión de que el valor del níquel guatemal-
teco que extraiga EXMIBAL, ascendería por lo menos
a 100 millones de quetzales anuales, sin contar el va-
lor de los otros minerales que se encuentran aleados
con el níquel, a cambio de los cuales el país recibiría
los 22.920 quetzales indicados, más las regalías que a
la empresa se le antoje declarar.”

213
“Por si esto fuera poco, los contratos celebrados esta-
blecen que Guatemala deberá aportar los servicios de
muellaje en su propio Puerto de Santo Tomás de Cas-
tilla, a la mitad del valor de las tarifas regulares, lo
cual representa una carga para el país equivalente a
varios millones de quetzales anuales. Además, Guate-
mala deberá obsorver el gasto de mantenimiento de ca-
rreteras, servicios de vigilancia, protección y otros, los
cuales representan también varias decenas de miles de
quetzales cada año, que los 22.920 que recibirá el país
difícilmente cubren ni siquiera en mínima proporción.”

Gracias a estas denuncias, acuerpadas por otras he-


chas por radio y prensa, el régimen de Méndez-Ma-
rroquín -que ya había aceptado todas las exigencias
de EXMIBAL- se vio forzado a suspender la irma del
Convenio, tres meses antes de entregar el poder.

Salía Guatemala de “las brasas para caer en las lla-


mas...” Los sucesores en las respectivas presidencias,
Arana Osorio-Cáceres Lenhoff eran capaces de cual-
quier cosa, como lo probaron a lo largo de su tris-
te trayectoria. Pues bien, ante las continuadas y pa-
trióticas protestas estudiantiles, universitarias y de
otros sectores de la ciudadanía, no sólo por el caso de
EXMIBAL sino por el aumento de la represión oicial,
como ya señalamos en su oportunidad, decretaron el
Estado de Sitio (13 de noviembre de 1970) y se orde-
nó el asesinato de los tres miembros de la Comisión
ad-hoc de Juristas nombrados por la Universidad
(Camey, Mijangos y Bauer), aumentaron la acción te-
rrorista, acallando así la voz de la opinión pública y
establecieron estricta censura a todos los medios de
información.

Allanado de esta manera el camino y desoyendo las


estimadas recomendaciones hechas por la Facultad
de Ciencias Económicas, de la USAC, en febrero de
1971 aprobaron el Convenio y suscribieron el contra-

214
to con la EXMIBAL sellando por cuarenta años - pro-
rrogables- la enajenación de los recursos niqueleros
de Guatemala.

Con el objeto de desviar la atención de la ciudadanía,


atemorizada por los espantosos crímenes cometidos
oicialmente por las organizaciones Mano Blanca, NOA,
Buitre Justiciero, Escuadrón de la Muerte y Ojo por
Ojo, el régimen hizo un gran despliegue publicitario
sobre las grandes ventajas obtenidas para la nación en
el contrato celebrado con la EXMIBAL, así como de la
“gran riqueza” que la operación del consorcio traería a
Guatemala. Todo era falso. Veamos por qué.

En primer lugar se anunciaba que EXMIBAL invertiría


en la explotación del níquel 270 millones de dólares y
que anualmente produciría 70 millones de libras de
ese metal reinado en un 980/o, operación que da-
ría al país muchos millones de quetzales en 1.975.
La mentira era evidente por cuanto la misma EXMI-
BAL (también engañando a la opinión pública con i-
nes propangandísticos) en 1974 había declarado que
la totalidad del proyecto no llegaría a 120 millones de
quetzales (o dólares) y que la producción anual no se-
ría mayor de 28 millones de libras de níquel del 75°/o
de pureza.

También blasonaban los “patriotas” gobernantes ha-


ber obtenido de EXMIBAL los siguientes compromisos:
que la empresa renunció a la mitad de la exoneración
total de impuestos que como “industria de transfor-
mación” le fue concedida por diez años; que del im-
puesto de 53°/o que está obligada a pagar sobre esa
mitad, se comprometía a reconocer sólo el 50°/o de
ese 530/o; y durante los otros cinco años siguientes,
sólo pagaría el 75o/o del citado 53o/o del impuesto
sobre la renta. Que la EXMIBAL dejaba en claro que
de ninguna manera pagaría esas cantidades, que en
total sumarían 15 millones de dólares, ni en efectivo,

215
ni al contado, sino que en Acciones a favor del Estado.
Que esa cantidad en títulos representaba, el 30°/o del
capital autorizado de EXMIBAL (que fue de 50 millo-
nes). Con esta cláusula de “engaña bobos”, Guatemala
quedó como socia de EXMIBAL y sus entradas serán
los dividendos que produzcan las accciones, si los hay,
y si la empresa no decide reinvertirlos para aumentar
sus operaciones o para otros ines, a lo cual no puede
oponerse el Estado, puesto que INCO y Hanna contro-
lan el 70o/o de las acciones y, por ende tienen no sólo
mayoría absoluta, sino los dos tercios de la mayoría.

Por esas “grandes concesiones” que EXMIBAL dio al


Estado, éste quedó comprometido a una serie de pres-
taciones completamente onerosas para los intereses
nacionales, al autorizar al consorcio a violar las leyes
del control de cambios y sacar del país todas sus uti-
lidades; al dejarlo en libertad de manipular los costos
de producción, los gastos de transportación, merca-
deo, almacenaje, seguros, proceso de reinamiento del
níquel, asesorías legales, geológicas, de ingeniería,
propaganda, contaduría, etcétera, etcétera, y además,
a pagar a INCO un porcentaje por la asistencia técnica
y la dirección administrativa de la explotación minera,
el cual ha de pagarse con las entradas de utilidades
de la EXMIBAL.

Pero ahí no paran los compromisos del Estado gua-


temalteco: debe construir en Puerto Matías de Gálvez
instalaciones especiales para la EXMIBAL; inanciar
la construcción de la ciudad industrial que el consor-
cio está levantando en la población de El Estor, en
Izabal, a tres kilómetros de la mina principal; hacer
toda obra de infraestructura para dicha población
(drenajes, pavimentación, alumbrado, construcción
de viviendas, escuela y hospital) y para toda el área
donde se encuentren los yacimientos (la concesión es
sobre 350 Km’ ), obligándose a construir los caminos
necesarios, etcétera, etcétera.

216
La EXMIBAL empleará únicamente a 750 trabajado-
res, de los cuales, cien de ellos serán entrenados, por
cuenta de la empresa, en Estados Unidos con la obli-
gación de servir en la explotación minera. Esta me-
dida que en realidad sólo beneicia al consorcio -los
salarios son bajísimos comparados con los que ganan
los obreros especializados en Estados Unidos y Ca-
nadále asegura, por muchos años, contar con dichos
obreros y oicinistas entrenados en ese negocio que no
podrían trabajar en otros diferentes.

Habrían muchas otras consideraciones para hacer re-


saltar el antipatriótico negocio celebrado con la EXMI-
BAL, pero baste señalar inalmente que la EXMIBAL,
para poder gozar de la facultad que le dio la resolución
5.727 de la Junta Monetaria (de exportar las utilida-
des sin control alguno) obtuvo inanciamiento de ins-
tituciones foráneas para llevar adelante el desarrollo
del negocio que, asegura, principiará a funcionar en
1977. He aquí los nombres de las personas jurídicas
que le otorgan los créditos y los montos de los mismos:
International Finance Corporation (IFC), dependencia
del Banco Mundial: 15 millones de dólares; Banco
Centroamericano de Integración Económica (BCIE):
6 millones; U.S. Export Import Bank (EXIMBANK):
13.5 millones; Chase Manhattan Bank: 13.5 millones
(garantizados por el Eximbank); Orion Term Bank: 9
millones; National Westminster Bank (Londres): 13.75
millones; más otros créditos de instituciones privadas
bancarias, que unidos a 20 millones que aún EXMI-
BAL no ha aportado para completar los 50 ofrecidos
al constituirse, aseguran que completarán así el pro-
yecto de inversión de los 120 millones (y no los 270)
para poner en marcha la explotación del yacimiento
niquelero guatemalteco.

Queda claro que esta maniobra de obtención de cré-


ditos con esas otras transnacionales de la banca (ex-
cepto el BCIE), persigue fundamentalmente aherrojar

217
más a Guatemala en la dependencia, por cuanto la
amalgama de todos esos consorcios ejercerá siempre
una gran presión política sobre nuestra patria en de-
fensa y protección de sus créditos, así como de los
intereses de EXMIBAL, que casi se convierten en in-
tocables.

Debemos puntualizar aquí con toda llaneza, que la


mayoría de estas empresas estadounidenses son clien-
tes del gran consorcio de abogados que opera en esa
nación bajo la irma Sullivan & Crownwell (de la cual
eran miembros los hermanos Dulles), que más que
dedicarse a litigios, su acción es de presión política
interna (en Estados Unidos) para defender y obtener
ventajas en favor de aquéllos a quienes prestan sus
servicios. Sépase de una vez por todas que en los in-
evitables confrontamientos nacionalistas que han de
provocar los sectores revolucionarios guatemaltecos,
la lucha será con esas empresas y con tales abogados.

He aquí la lista de las 77 transnacionales yanquis que


operan en la nación:

218
219
220
221
222
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225
226
227
228
229
230
231
Como dato adicional, no curioso, sino alarmante, de
la acción de las multinacionales en América Latina, o
sea, el saqueo que hacen de nuestras riquezas, baste
indicar que en 1950 habían extraído la cantidad de
700 millones de dólares, mientras que en 1974, inclu-
yendo intereses, se llevaron más de 9.200 millones de
dólares. Las iliales de esos monopolios yanquis en-
viaron a sus respectivas casas matrices, entre 1960-
1969, por utilidades obtenidas: 6.745 millones de dó-
lares, astronómica cifra que excedió en esa cantidad a
las transferencias de capital hechas a nuestros países
en ese mismo periodo.

Este es otro ejemplo de la superexplotación que Es-


tados Unidos realiza en nuestro Continente y debido
a ella, es que puede mantener su alto “standard de
vida” (The American Way of Life), a costa, naturalmen-
te, de sumir a nuestros pueblos en el subdesarrollo, la
miseria y el atraso.

Estas realidades dramáticas de la condición injusta a


que están sometidas nuestras naciones por esa polí-
tica despiadada y dominante del imperialismo, hacen
imperativa la uniicación de nuestras fuerzas revolu-
cionarias para el logro de sus metas defensivas, inde-
pendentistas y libertarias.

37 Empresas guatemaltecas adquiridas por las trans-


nacionales Antes de 1960, la inversión de capital esta-
dounidense en nuestra nación, nunca se había hecho
por compra de negocios guatemaltecos ya estableci-
dos en la República. Baste recordar la forma en que
penetraron, desde principios de siglo los tres grandes
monopolios yanquis: UFCO, IRCA y EBASCO. Fue
hasta después del derrocamiento del gobierno revo-
lucionario y nacionalista del Coronel Jacobo Arbenz
Guzmán, y debido a que los regímenes impuestos por
la intervención de Estados Unidos hicieron “mesa lim-
pia” al derogar toda la legislación patriotica y protec-

232
cionista de los intereses del país, que los inversionis-
tas de aquella nación, llegaron masivamente y con la
voracidad que les caracteriza.

Pero no fue, sino durante el decenio 1960-1970 cuan-


do decidieron variar la forma de inversión, agregando
a la clásica -el desarrollo de industrias y negocios di-
rectos- la de adquirir por compra, las empresas más
importantes que se hallaban en manos guatemalte-
cas. La estrategia que usaron inicialmente era la de
asociarse con las irmas locales dándoles ayuda téc-
nica, inanciamiento, uso de patentes industriales o
comerciales, o trabajando directamente en ellas. De
esta manera iban ganando experiencia, no arriesga-
ban nada importante, aprendían a conocer el merca-
do local, hasta sentirse capacitados para realizar sus
aviesos propósitos.

Los inanciamientos otorgados eran de tal manera que


las empresas nacionales caían en el abismo de la de-
pendencia y cuando ésta era cada vez mayor, venía
entonces la propuesta de sociedad o de compra total.
Otra forma de obligarlos a vender era usada por medio
del chantaje: o me dejas ser socio, o te compro la tota-
lidad del negocio; si no accedes te arruinaré al poner
por mi cuenta una empresa igual a la tuya, sólo que
más moderna y tecniicada...

No se crea, sin embargo, que estas “transnacionales”


buscaban cualquier negocio. De ninguna manera.
Ellos querían los mejores y los que tuvieran más opor-
tunidad de ampliar sus operaciones futuras. Asesora-
dos por los expertos de la Embajada de Estados Uni-
dos en asuntos comerciales e industriales, decidieron
apoderarse de aquellas industrias de mayor porvenir:
Productos Farmacéuticos, Productos Alimenticios,
sin descuidar las principales ramas de la Agricultura,
Ganadería, Hoteles, Transportes, etcétera, etcétera.
Antes de dar a conocer los pormenores y la trama re-

233
lacionada con estas adquisiciones, estimo importante
que el lector se entere de una Tabla de las inversiones
extranjeras en Guatemala, recopilada por el Departa-
mento de Cambios del Banco de Guatemala:

234
Existe otro cuadro sumamente interesante. Proviene
del estudio de 110 irmas en las cuales se invirtió ca-
pital estadounidense. En dicho análisis se encontró
un alto porcentaje de empresas mezcladas con capital
local. La fuente de información la tomamos de Phill
Church, Foreign Investment: The operation of U.S. Di-
rect Inuestment in Guatemala, unclassiied U.S. AID
document, CERPD, Guatemala A-107, June 16, 1972,
pp.4-5. He aquí el cuadro:

Otros datos contenidos en los documentos informati-


vos de distintas dependencias del Banco de Guatema-
la (Departamento de Estudios Económicos y Relacio-
nes Públicas; Sector Externo, Estadísticas, etcétera);
del Diario Oicial El Guatemalteco; Diario El Gráico; y
otras fuentes, 1966 a 1971, nos han permitido cono-
cer las inalidades que persiguen las transnacionales,
al aliarse con el capital local.

En primer lugar, disminuir los riesgos de posibles ex-


propiaciones, puesto que los empresarios guatemalte-
cos que aceptan asociarse, pertenecen al sector de la

235
burguesía más poderosa económica y políticamente
vinculado al régimen imperante.

En segundo lugar, las sociedades dominadas econó-


micamente por las transnacionales, inmediatamente
que son adquiridas por éstas, piden que se les re-
conozca como “industrias de transformación” con lo
cual gozan de la exoneración de impuestos y de pago
de derechos de importación de maquinaria y materias
primas, por 10 y 5 años respectivamente.

En tercer lugar, se adueñan de las ganancias de tales


empresas mixtas en la proporción que rige el porcen-
taje de su inversión, teniendo el derecho de exportar
sus utilidades, con lo cual producen una seria des-
capitalización que afecta profundamente la economía
nacional; Y en cuarto lugar, las utilidades que reciben
los guatemaltecos asociados con las transnacionales,
vienen a acentuar la injusta distribución de la rique-
za, ya que ésta sólo beneicia a ese pequeño grupo de
la burguesía y en nada favorece al sector mayoritario
de la población.

De suma importancia para apreciar la posición des-


ventajosa en que se encuentran los empresarios gua-
temaltecos frente a las corporaciones extranjeras con
las cuales se han asociado, son los datos del siguiente
cuadro, donde puede constatarse que, aun en el más
importante sector de nuestra economía -el de produc-
tos manufacturados- el capital nacional apenas llega
al 21°/o de la inversión:

236
En esas cifras, desde luego, no están incluidas las
nuevas inversiones realizadas desde ese año de 1970
hasta la fecha. Recordemos que EXMIBAL asegura
haber invertido ya más de 30 millones de dólares en
instalaciones para la futura explotación niquelera.

237
Muy interesante es, sin duda, comprender que las
inversiones hechas por las transnacionales en Gua-
temala, no persiguen únicamente desarrollar sus ne-
gocios en nuestro país, sino dominar, además, el te-
rritorio centroamericano donde unos 5 millones, entre
una población aproximada de 15.5 millones, puede
consumir principalmente: medicinas, un poco de pro-
ductos alimenticios y, bastante menos, petróleo y sus
derivados. Pero como tal mercado es muy limitado, su
meta es lograr exportaciones en gran escala a otras
regiones del mundo -inclusive a Estados Unidos para
aprovechar la mano de obra, dramáticamente barata
de los guatemaltecos, las exenciones concedidas por
los regímenes entreguistas, y el clima “de paz de los
cementerios” impuesto en la nación mediante la vio-
lencia y el terror institucionalizados.

Para inalizar el tema de las 37 transnacionales que


han adquirido empresas guatemaltecas, se presenta
a continuación el cuadro correspondiente, tomado del
libro en inglés publicado por NACLA (p. 134):

238
239
240
241
242
243
Después de que el lector se ha enterado de la lista de
las empresas nacionales que cayeron en manos ex-
tranjeras, se extrañará de no ver en ella ninguna men-
ción de irmas de productos farmacéuticos. En efecto
así es porque en este renglón no existe -que sepamos-
sociedades mixtas. De las 20 más poderosas indus-
trias farmacéuticas que operan en Guatemala, sólo 4
son de nacionales y las 16 restantes están en poder
de extranjeros. De éstas 2 son europeas y, las 14 res-
tantes estadounidenses (comprendidas en la nómina
de otro número de 1969, de la Revista Fortune 500).
En 1962 las ventas de medicinas en toda el área cen-
troamericana era de 38 millones de dólares; de dichas
medicinas, sólo el 200/o se elaboraban en la región.
En 1971 las ventas aumentaron a 50 millones de dó-
lares y la producción en el área aumentó al 500/o.
La competencia entre las irmas estadounidenses, eu-
ropeas y locales es dura, siendo las más afectadas,
naturalmente, las guatemaltecas. En efecto, las em-
presas extranjeras son propiamente “industrias de
transformación (conversión)”. Importan las medicinas
en polvo y las vuelven pastilla; o las introducen en
obleas, etcétera, y no producen las materias primas
que necesitan utilizar. En cambio las droguerías gua-
temaltecas tienen, algunas de ellas, sus laboratorios
establecidos desde hace muchísimos años, y esas “in-
dustrias de conversión” les causan evidente daño, y
no sería extraño que en el futuro se vean obligadas a
vender sus negocios a las “aves de rapiña” yanquis.
(Cámara de Industria de Guatemala, Directorio In-
dustrial 19711972. Guatemala, abril 1971).

El renglón donde claramente se ha volcado la inver-


sión por compra directa, es en el de la industria de los
alimentos. Sin temor a equivocarse se puede asegurar
que el 700/o de este negocio está ya en poder de los
monopolios yanquis y sólo un 300/o queda, aún, en
manos guatemaltecas. El principal de tales monopo-
lios: Latin American Agribusiness Development Cor-

244
poration (LAAD) está integrado por 11 compañías y de
otra, gigantesca, Atlantic Community Group for De-
velopment of Latin America (ADELA) Invest Company.
Para iniciar sus operaciones, LAAD recibió de la AID
6 millones de dólares al 30/o y a largo plazo, para
emplear esos fondos en adquirir control por compra
y inanciamiento de los pequeños productores locales
en diversas ramas de la agroexportación, a in de al-
canzar un monopolio total en beneicio de las corpora-
ciones estadounidenses que dominan estas activida-
des por ser propietarias directas, o bien, asociadas al
capital nacional.

Otro de los más importantes renglones que está total-


mente en manos de las corporaciones yanquis, es el
relacionado con los energéticos y comprende la dis-
tribución, las reinerías y la exploración y explotación
del petróleo.

En la distribución compiten desde hace mucho tiem-


po: Standard Oil of California, Exxon, Gulf y Texaco
(estadounidenses) y la Royal Dutch Shell (angloholan-
desa), quienes suministran gasolina, aceites (inclu-
yendo diesel) y aditivos.

En la reinería de Guatemala sólo aparecen hasta


ahora: Texaco y Chevron/Shell.

Y en la exploración de petróleo, por concesiones otor-


gadas por los regímenes yanquimaltecos, se encuen-
tran las siguientes:

245
246
CAPITULO XII

LA GRAN BURGUESIA

Complicidad de las clases dominantes

Muchos amigos latinoamericanos y europeos me han


preguntado angustiosamente, al enterarse de la situa-
ción en que vive mi patria, desde la intervención de
Estados Unidos en 1954 hasta la fecha, por qué la
burguesía nacionalista no hace una iera oposición al
capital extranjero y demanda de los gobiernos en el
poder una legislación proteccionista.

Hemos discutido sobre estos y otros temas muchas


veces. Les he demostrado y se han convencido por
ello, que esperar de los regímenes impuestos alguna
protección nacionalista es imposible, puesto que son
lacayos al servicio del imperialismo. En cuanto a la
burguesía, hemos analizado juntos el serio problema
de su integración clasista y la contradicción perma-
nente que la caracteriza. Con el in de hacer más com-
prensible al lector la manera de actuar en general, de
esta clase dominante, citaré algunos párrafos, o resú-
menes de ellos, de la interesantísima tesis del jurista
y sociólogo Edelberto Torres Rivas, octubre 1962, titu-
lada Las Clases Sociales, por considerar que sus con-
ceptos aclaran mucho la comprensión del problema:

“...La burguesía puede dividirse por la naturaleza de


sus intereses económicos y por el grado de dependen-
cia con respecto al capital extranjero, en burguesía
nacional e intermediaria... decíamos que esta clase-
comparte en el país la propiedad de algunos medios de
producción con capitalistas extranjeros, fundamental-
mente norteamericanos, y que por el grado de depen-
dencia con respecto al mercado de aquel país, existe

247
un sector que al volverse intermediario de tal merca-
do, funde sus intereses personales y de clase con los
de otra burguesía, dejando de lado los intereses de la
Nación en su conjunto. Se trata de un fenómeno ex-
tendido a todos los países subdesarrollados o en pro-
ceso de completar su independencia en virtud del cual
se encuentran antagónicamente situados los intereses
del país (vale decir, la creación de una base industrial
agraria moderna, la destrucción de las supervivencias
feudales, la libertad política, independencia en lo ex-
terior, etcétera) frente a los intereses de la burguesía
monopolista norteamericana. Existe una capa de la
clase alta que se enriquece al actuar como intermedia-
ria entre el mercado norteamericano y el mercado na-
cional, fundiendo de esta manera, en mayor o menor
grado, sus intereses con el capital extranjero”.

“La otra categoría que hemos llamado nacional, está


formada por aquella parte de la burguesía local, que
en países como el nuestro, aspira al desarrollo eco-
nómico independiente. Se trata aquí evidentemente,
de un concepto que no puede ser sólo económico. Los
intereses políticos constituyen un rasgo distintivo de
ambos sectores de la burguesía. Hablar de desarrollo
independiente, signiica adoptar una posición patrió-
tica, así como hablar de independencia, es hacer re-
ferencia al capital monopolista norteamericano. Per-
tenecen a esta capa aquellos industriales guatemal-
tecos que buscan desarrollar un fuerte mercado inte-
rior para sus productos y que trabajan y producen en
fuerte competencia, y a veces, hasta con desventaja
frente a la manufactura extranjera. Es natural que los
intereses de este sector, que aspira al aparecimiento
de una población susceptible de comprar sus produc-
tos, se encuentren enfrentados con los de la burgue-
sía intermediaria (y con los intereses que éste repre-
senta). Lo dicho no signiica que de manera simplista
digamos que toda burguesía comercial, es burguesía
intermediaria, o que la industrial, es burguesía na-

248
cional. - .En términos generales podemos decir que la
burguesía, a la que llamamos intermediaria, es la re-
presentada por la cúspide de la gran burguesía ligada
al capital extranjero; y que la burguesía nacional, es
la burguesía media, representada por la producción o
el comercio interior, nacional o ligada a la exportación
de productos nacionales...”

“Junto a los inqueros semifeudales, la burguesía for-


ma un sector social y político opuesto al cambio revo-
lucionario y a la renovación de la estructura económi-
ca del país, que después de tanta experiencia adversa,
tiene que ser un cambio que destruya privilegios. El
grado de inluencia de estos sectores es muy grande en
el país, y podría decirse que hasta han ido cobrando
conciencia de clase y de su porvenir, alentados -y uni-
icados por la operancia del capital monopolista nor-
teamericano”. “La aristocracia colonial fue tercamente
antienciclopedista y bajo el pretexto del afrancesa-
miento encarceló a preclaros representantes patriotas
de la pequeña burguesía mestiza; a su vez, los criollos
conservadores fueron antipositivistas y antiliberales y
defendieron violentamente sus privilegios del supues-
to acoso liberal. Ahora la burguesía guatemalteca de
nuestros días se ha vuelto `anticomunista’ y uniica-
da por presiones externas, enfrenta no sólo el temor
de la revolución, sino la impostergable necesidad de
algunas medidas reformistas. Carente de una visión
optimista del futuro y de una ideología que nutra su
existencia, los ricos guatemaltecos siguen siendo ieles
a una tradición conservadora y egoísta, a una línea de
conducta ideológica que ha tenido continuidad histó-
rica al estar siempre situados en contra de las nuevas
corrientes del pensamiento político y ilosóico”.

Lo transcrito del trabajo de Torres Rivas, ilustra con


suma claridad a esta clase dominante a la cual se ha
integrado un grupo de militares (Coroneles y Gene-
rales) que han hecho fortuna, algunos con trabajo

249
honrado (y ayudados por sus altos sueldos y inancia-
miento bancarios) y otros a costa de negocios turbios
y peculado. Algunos de estos últimos, desde el poder,
o estrechamente vinculados a él, son el mayor sostén
de la gran burguesía reaccionaria (en la que también
navegan miembros del alto clero y extranjeros nacio-
nalizados o cuyos descendientes son guatemaltecos
por nacimiento: judíos, turcos, árabes, chinos y es-
tadounidenses) y servidores incondicionales del im-
perialismo, frenan, a sangre y fuego, todo intento de
cambio de el statu quo.

De lo expuesto, se iniere que la burguesía como clase,


es cómplice consciente de la dominación económica
de Estados Unidos en Guatemala. Que de esta bur-
guesía, el sector nacionalista - entre el cual existe un
grupo de valiosos y valientes patriotas- está siendo,
cada vez más, estrechamente cercado por la presión
económica de los gangsters inversionistas yanquis y
muchos de ellos han tenido que vender sus negocios o
asociarse para no perecer. Del otro sector, el interme-
diario, su identiicación con el capital foráneo es tan
honda que no puede esperarse nada de él, puesto que
por su carácter cosmopolita (además de guatemalte-
cos: chinos, turcos, árabes, etcétera) poco o ningún
sentimiento nacionalista puede moverlos de su acción
económica y política.

250
Oligarcas y ` gringueros “

Precisamente de esa heterogénea composición de la


burguesía en general, la cual conjuntamente con el
grupo retrógrado de los cafetaleros y sectores ultra-
conservadores, que constituye la clase oligárquica y
feudal (que tradicionalmente había controlado el país
antes de 1944, y que participó activamente en las ma-
quinaciones conspirativas contra la Revolución de Oc-
tubre), se originó una actitud de entrega espiritual y
de gozoso sometimiento a todo lo extranjero y muy
particularmente a todo lo estadounidense.

Para la gente dominada por esta actitud todo lo que


proviene del más fuerte es, por esa razón, lo mejor;
sea bueno, malo o peor. A este entreguismo mental
e incondicional que infortunadamente se maniiesta
en diferentes grados a todo lo largo de América Lati-
na, deben nuestras tierras la importación de la anti-
cultura yanqui exagerada por el espíritu de imitación,
con la postergación de atributos esenciales de nuestra
cultura vernácula, de nuestras hermosas tradiciones
y de las sencillas costumbres que nos son propias.
La gama de estas importaciones va, desde lo inocuo
de los “jeans”, el “boogie-boogie”, el “rock and roll”,
los “niños bien” con el cabello largo, hasta la pros-
titución del idioma, la morbosa inluencia del cine y
la televisión (con películas estadounidenses) donde se
hace exagerado énfasis del crimen y la sexualidad, y
la perversión en la edad escolar. A todo esto se ha
unido la incaliicable acción dirigida por la CIA y en
connivencia abierta con la Policía y algunos jefes del
Ejército en el gobierno, de propiciar el uso abierto de
la mariguana, el LSD y toda clase de drogas (heroína,
cocaína, morina, etcétera) con el in de “estupidizar”
y restar toda clase de interés combativo en las juven-
tudes, sin respetar niños y adolescentes. Todo ello se
complementa con el aumento desmedido de la prosti-

251
tución fomentada deliberadamente (fuera de la que se
practica por las condiciones de bajísimo nivel econó-
mico), para destruir las bases morales y nobles de las
mujeres de la clase media.

Ese mismo fenómeno de sometimiento se ha presenta-


do en los campos económico, político y cultural. Estas
gentes de mentalidad colonizada que nuestro pueblo
llama “gringueros”, están dispuestos a rendir vasalla-
je a todo lo que venga de Estados Unidos. Algunos lo
callan, pero muchos admiten -y en el fondo lo desean-
que sería mejor que nuestras tierras fueran colonias
yanquis. Con deliberación o sin ella, “los gringueros”
vienen a ser de este modo la quinta columna de la na-
cionalidad y la soberanía en cada una de nuestras re-
públicas, y vehículo del imperialismo estadounidense.

Dueña esta clase social directamente o por alianza


con el capital foráneo de todos los medios de infor-
mación: Prensa, Radio y Televisión, difunden las no-
ticias internacionales que sólo convienen al imperio,
poniendo énfasis especial, en el “anticomunismo”, al
extremo de ocultar hasta las hazañas espaciales rea-
lizadas en el campo socialista. Reproducen artículos
de las cadenas sindicalizadas de periódicos yanquis,
en los cuales se crea una imagen distorsionada de la
realidad mundial y de la dinámica del cambio social,
cada día más irrefrenable. Las estaciones de radio se
concretan a la propaganda constante de los produc-
tos comerciales de las transnacionales y a la difusión,
sistemática (música “pop” yanqui), de los discos y cin-
tas de conjuntos de “moda” en Estados Unidos. La
televisión, sirve a esos mismos ines, con el agravante
del profundo impacto que causa, además del sonido,
la imagen visual. Todos estos medios de penetración
han logrado, en gran parte, sus torvos objetivos de
coloniaje espiritual y mental, complementado en la
educación bilingüe que se imparte en numerosos co-
legios “popof” y las siniestras organizaciones: Instituto

252
Guatemalteco Americano (IGA) y el Servicio de Infor-
mación de Estados Unidos (USIS). Afortunadamente,
hay grupos dentro de esa misma clase dominante que
se dan cuenta y repudian este sistema de penetración
foránea. También lo desprecian y esto es lo más im-
portante, los vastos sectores populares.

Si la responsabilidad de este coloniaje integral cae di-


rectamente sobre la citada clase dominante que la im-
pulsa, sustenta y aprueba, es innegable también que
la mayor culpa de esta situación antinacional corres-
ponde a los gobiernos impuestos, que faltos de patrio-
tismo han sido los valiosos a cuya ciencia y paciencia
se ha desarrollado esta penetración imperialista con-
tra Guatemala.

La traición sigue en pie

Estamos seguros que los lectores ya no podrán tener


ni la más mínima duda sobre la acción antinacional,
antipatriótica, de sumisión descarada y de entreguis-
mo total, que ha realizado contra Guatemala una coa-
lición de fuerzas reaccionarias llegadas al poder desde
1954, por medio de la intervención de Estados Unidos.

Cerramos así este dramático ensayo que titulamos:


Más de 20 años de Traición. Hemos demostrado hasta
la saciedad cómo el imperialismo, valiéndose del va-
sallaje incondicional de un grupo de altos jefes de las
fuerzas armadas, de los regímenes impuestos, y de la
institucionalización de la violencia y el terror, han he-
cho posible el total dominio de nuestra patria.

“Hay dos maneras de conquistar un país extranjero.


Una de ellas consiste en imponerse a su pueblo por a
a fuerza de las armas; la otra, en quedarse con el con-
trol de su economía a través de las inanzas”.

253
John Foster Dulles.

Claramente se han cumplido los aviesos ines políti-


cos y económicos de expansión del “coloso del Norte”
en nuestro pequeño gran país, tal y como lo enunciara
aquel agresivo vocero de Estados Unidos.

En el caso de Guatemala, usaron los dos métodos se-


ñalados, pero olvidaron un aspecto fundamental en
la vida de un pueblo: el derecho de legítima defensa,
el cual, unido al más alto espíritu de patriotismo y de
heroica lucha contra los invasores y sus cómplices, lo
hace invencible.

De nuevo rendimos un tributo de admiración respe-


tuosa para todos los valerosos compatriotas, hombres
y mujeres caídos en esta batalla desigual. Ellos con su
abnegación y espíritu de sacriicio nos han brindado
el más noble ejemplo de virtudes cívicas y de heroismo
sin par, al mismo tiempo que han hecho el más alto
honor al sentido de dignidad nacional plasmado en
una de las estrofas de nuestro Himno, en la cual se re-
sume la conducta insoslayable que, ante una invasión
extranjera, debe seguir nuestro pueblo:

“antes muerto que esclavo será... “

254
CAPITULO XIII

GUATEMALA REVOLUCIONARIA FUE SIMBOLO


DE AMERICA

Delenda est imperialismo

En ningún punto del tiempo y dei espacio han podido


ser contenidas las grandes transformaciones sociales,
cualquiera que sea la magnitud de las fuerzas que se
lancen contra ella. Hace años que en nuestro Con-
tinente, del Río Bravo hasta el Cabo de Hornos, ora
en paz ora en guerra, se está operando una transfor-
mación de esta naturaleza: México, 1310; Guatemala,
1944; Cuba, 1959; Chile, 1970, y ahora Nicaragua,
son testimonios vivos de estos esfuerzos ejemplares.

Han habido reveses en la lucha, subyugaciones transi-


torias - Guatemala y Chile- y, posiblemente, estos he-
chos se repitan en otros países, pero nada podrá conte-
ner el avasallador curso de la dinámica de los procesos
históricos. Los gigantescos diques que la concupiscen-
cia y el imperialismo sigan construyendo para contener
esas transformaciones impostergables, saltarán en mil
pedazos ante el torrente impetuoso e incontenible de la
voluntad de los pueblos. La causa democrática y revo-
lucionaria de la América nuestra, ha de triunfar ineluc-
tablemente, con la misma fuerza y vigor, entusiasmo
y gloria con que ha salido victoriosa en otros países
del Tercer Mundo, y en nuestra hermana y admirada
Cuba, y la heroica Nicaragua de Sandino.

Para alcanzar esa etapa anhelada por todos nuestros


pueblos, se hace indispensable una profunda labor
de concientización en todos los estratos sociales, que
encauce y oriente esa energía libertaria y combativa,
en contra de nuestro mortal enemigo: el imperialismo.

255
Hay que atacarle con todas las armas, por todos los
medios -aun por los empleados por él mismo-, con
todas las tácticas y estrategias conocidas, e inventar
otras, si fuere posible. Todas las fuerzas revolucio-
narias tienen el deber ineludible de compactarse, de
hacer, cuanto antes, un frente único de lucha bajo
la consigna de: Delenda est Imperialismo. Esa misma
táctica de frente único, es el solo camino indicado para
derrocar a las tiranías en el poder. Los partidos polí-
ticos, sindicatos, militares, patriotas, organizaciones
estudiantiles, gremiales y guerrilleras que se nieguen
a integrar esos frentes, estarán traicionando no sólo a
su país, sino a todo el Continente.

Debe ayudarse también a los sectores democráticos


estadounidenses quienes dentro de su propia nación,
pugnan por transformar la absurda sociedad de con-
sumo en que viven y cambiar la estructura del injusto
sistema político que los rige, manejado por un grupo
de oligarcas racistas. La colaboración más efectiva es
fomentar las contradicciones internas que carcomen
las entrañas de esa nación. Al mismo tiempo debe es-
timularse el espíritu de rebeldía de las minorías étni-
cas (puertorriqueños, mexicanos, chinos, japoneses,
españoles, etcétera) que trabajan en ese país en con-
diciones discriminatorias, desastrosas e indignantes,
quienes unidos entre sí y en alianza con la preterida
población negra que habita los ghetos formaría un
gran frente interno cual punta de lanza en el corazón
de “los bárbaros del Norte”.

Sólo con una acción conjunta de esta naturaleza se


podrá acelerar la derrota total del enemigo de nues-
tros pueblos: Estados Unidos.

La Guatemala revolucionaria y democrática, “símbo-


lo de América”, como cariñosamente la llamó todo el
Continente por su posición de vanguardia en la lucha
antiimperialista latinoamericana, sigue, por su parte,

256
empeñada en feroz batalla, brindando el espectáculo
ejemplar de un pueblo que no tranza ni claudica ante
sus verdugos. Hoy, más que nunca, necesita el aliento
y el estímulo de la valiosa solidaridad internacional.

Guatemala renacerá por sus senderos de una nueva


revolución. Ya no será la demócrata-burguesa del 20
de Octubre de 1944-1954, que aunque nacionalista,
democrática y antiimperialista, no se conformaría con
la dinámica del actual proceso histórico, ni con el que
se avecina en el próximo siglo XXI. Será, pues, una
revolución socialista que llevará a nuestro pueblo por
la ruta esplendorosa de la superación, el efectivo pro-
greso integral y la justicia social.

257
258
APENDICE

259
260
ANEXO 1

CAPITULO XIV

BAJO LOS ESCOMBROS DE


GUATEMALA

261
262
Introducción

Parecería que el noble y heroico pueblo de Guatema-


la estuviera destinado a dar, ante el mundo entero,
pruebas máximas y constantes de su fortaleza espi-
ritual, así como de su capacidad de lucha ejemplar
frente a la adversidad y en contra de sus opresores.

Los cataclismos telúricos que desde hace muchas cen-


turias asolan la nación, han sido demoledores. Antes
de la conquista española los mayas relataban en sus
libros y dejaban testimonio grabado en las estelas
de piedra, de estos fenómenos de la naturaleza que
atribuían a la cólera o la venganza de alguno de sus
dioses, ofendido o insatisfecho. Durante el estableci-
miento del bárbaro régimen colonial español y, pos-
teriormente, según consta en documentos oiciales de
la época, tuvieron lugar, más de diez de estas catás-
trofes. Se mencionan principalmente las acaecidas en
los años 1566, 1651, 1681, 1689, 7.717 (terremoto de
San Miguel), 1751 (terremoto de San Casimíro) y 29 de
julio de 1773 (terremoto de Santa Marta) que destruyó,
casi totalmente, la muy Leal y muy Noble Ciudad de
Santiago de los Caballeros, fundada en 1543 y donde
ejercía su poder político la Capitanía General del Reino
de Guatemala. Actualmente se le conoce como Antigua
Guatemala y Monumento Colonial de América.

El pánico hizo presa de la población y los intereses


políticos y económicos de una fuerte mayoría de las
clases dominantes, obligó a las autoridades coloniales
a trasladar la ciudad al hermoso Valle de la Ermita,
a escasos 35 kilómetros de distancia de la destruida,
donde se ediicó la que actualmente se conoce como
Guatemala de La Asunción, que es la capital de la Re-
pública. Mas las furias tectónicas no estaban circuns-
critas a determinadas áreas. Fue así que en el año
de 1902 otros temblores de intenso grado causaron

263
graves daños a la capital y a Quetzaltenango, segunda
ciudad en importancia del país. Luego, en 1917, los
fortísimos terremotos de diciembre de ese año y ene-
ro del siguiente, arrasaron gran parte de la nación y,
esta vez, la capital quedó prácticamente en ruinas. Y,
recientemente, el 4 de febrero de 1976, la magnitud
de la hecatombe no tiene paralelo en la historia de
nuestras tragedias geológicas.

Las tiranías y los temblores

Lo más dramático de estos actos hostiles de la natura-


leza, en los cuales siempre es el pueblo -los humildes,
los marginados, los explotados- el que lleva la peor
parte, es que han tenido lugar bajo los más crueles
e inhumanos sistemas de opresión política, injusticia
social y despiadada explotación económica.

Baste recordar a ese respecto que en 1773 las masas


sufrían la durísima y sanguinaria sumisión del impe-
rio colonial español, cuyas fuerzas dominadoras visi-
bles eran, por una parte, las autoridades de la corona
y, por la otra, la Iglesia Católica en estrecha y cínica
alianza con la oligarquía criolla y extranjera.

Durante los terremotos de 1902 y 1917, la tiranía


de Manuel Estrada Cabrera (1898 a 1920), apoyada
y sostenida irrestrictamente por el Departamento de
Estado de los Estados Unidos -el cual presionaba al
déspota para que extendiera las obsecuentes y onero-
sas concesiones ferrocarrileras y bananeras que éste
le había otorgado a la United Fruit Company- mante-
nía en toda la República una encarnizada acción re-
presiva, policíaca y militar, en contra de la ciudada-
nía y, en particular se ensañaba en el campesinado
al cual sometía de hecho a una esclavitud económica
(salarios de hambre) y a otra legal (trabajo forzoso y
obligatorio).

264
En 1976, el nuevo fenómeno geológico halló al pueblo
en peores condiciones de opresión y represión que en
el pasado. Después de la primavera democrática del
decenio revolucionario de 1944 a 1954, única oportu-
nidad que ha tenido en su dolorosa historia, de gozar
a plenitud el ejercicio de todas las libertades, fue la
descarada intervención de los Estados Unidos la que
puso in a ese glorioso periodo de grandeza nacional.
Inmediatamente de perpetrado el zarpazo imperialis-
ta (en junio de 1954), el Departamento de Estado se
ijó la ingrata tarea de imponer en Guatemala y a su
exclusivo servicio, una serie de regímenes antinacio-
nales, sangrientos, corruptos y de naturaleza fascis-
toide. Estos se han turnado en el poder, sin solución
de continuidad, por más de 22 años. Han institucio-
nalizado y tecniicado la violencia. Igualmente lo han
hecho con el crimen, la tortura, los secuestros sin re-
torno (miles de personas desaparecidas, seguramente
asesinadas). Se convirtieron en maestros del robo, el
tráico de drogas y el peculado y entronizaron como
su sistema de vida la más grande corrupción jamás
imaginada. Y no contentos con esa condenable con-
ducta antipatriótica, han violado permanentemente
las normas de la Constitución de la República y los
más elementales principios consagrados en la Carta
Universal de los Derechos Humanos.

Militares salvajes y atrabiliarios, de mentalidad sico-


pática han ejercido durante ese cruento lapso y en
contra de su propio pueblo, una atroz tiranía zoológi-
ca. Un solo civil que tuvo la oportunidad histórica de
gobernar el país dentro de ese periodo y en quien las
fuerzas democráticas pusieron sus esperanzas, con-
iados en sus antecedentes de lucha durante las jor-
nadas revolucionarias del año de 1944, las traicionó
y se puso al servicio incondicional de tales militares y
del Departamento de Estado.

265
Estos regímenes antinacionales, entreguistas y anti-
patrióticos, además de haberse convertido en ieles la-
cayos de los intereses de los grandes monopolios yan-
quis -a los cuales en condiciones infames les han cedi-
do los más importantes recursos y riquezas naturales
de la nación-, han sido durante todo ese largo calvario
sufrido por el pueblo, sus implacables verdugos.

Esta clase de gobernantes, “ombres -s in hache-”, se


han dedicado sistemáticamente al exterminio plani-
icado de una enorme cantidad de guatemaltecos de
todas las clases sociales. Siguiendo instrucciones y
asesoría de los expertos militares estadounidenses y
amparados en el sobado “caballito de batalla” de “erra-
dicar el comunismo internacional”, obreros y campe-
sinos, estudiantes, maestros e intelectuales, mujeres,
adolescentes y hasta niños, han caído bajo las garras
de sus bandas de asesinos. Con la ayuda inanciera
y militar de agencias oiciales de los Estados Unidos
(AID -Agencia Internacional para el Desarrollo-, la
OPS -Oicina de Seguridad Pública- y otras) organiza-
ron cuerpos paramilitares especialmente entrenados
para el crimen. El propio “ejército nacional” y secto-
res de la oligarquía unidos a los terratenientes, han
contribuido económicamente y con armamento, para
fortalecer a los grupos de matones con la esperanza
de que por medio del terror, la represión y la muerte,
se termine la heroica lucha del pueblo por reconquis-
tar sus derechos más elementales que lograron obte-
ner bajo las banderas de la Revolución de Octubre de
1944 y de los cuales han sido privados injustamente.

El terremoto y la ayuda internacional

La terrible hecatombe que sufrió Guatemala el 4 de


febrero de 1.976, hizo que la conciencia universal se
conmoviera profundamente. Con hermoso espíritu de
solidaridad y no menos enaltecedor sentido de frater-
nidad y humanismo, los pueblos y gobiernos de casi

266
todo el orbe se apresuraron a brindar a mi patria toda
clase de ayuda para aliviar, perentoriamente, la peno-
sa situación de los miles y miles de damniicados.

¡Con cuánta gratitud, emoción y respeto hemos reci-


bido esas nobilísimas demostraciones de solidaridad
para con nuestro amado pueblo!

Pero, ¿cómo no iba a conmoverse la opinión mundial


cuando se enteró de que los espantosos sismos ha-
bían causado la muerte de cerca de 23.000 personas,
que los heridos pasaban de 77.000 y que 1.000.000
de habitantes quedó sin hogar, mientras se ignoraba
la suerte de cientos de desaparecidos? Era natural,
entonces, que se desencadenara esa admirable reac-
ción de solidaridad entre todos esos pueblos y gobier-
nos amigos y concurrieran pronta, eicaz y humanita-
riamente, con sus valiosos aportes.

Interpretando el sentimiento de gratitud que nos em-


barga a todos los guatemaltecos que tenemos el privi-
legio de residir actualmente en México, considero un
deber ineludible de justicia y reconocimiento, dejar
constancia histórica de la admirable, desinteresada,
fraternal y masiva ayuda que el ilustrado gobierno y
el noble pueblo de este gran país brindó al nuestro en
los trágicos días de dolor y angustia, así como de la
importantísima colaboración dada posteriormente a
las duras tareas de la reconstrucción nacional. Estos
mismos sentimientos son compartidos, desde luego,
por todos y cada uno de los guatemaltecos que habi-
tan tanto en el interior, como fuera de nuestra patria.

Los medios de información internacionales

Gran cantidad de periodistas, radiolocutores, cama-


rógrafos de televisión y cine e ilustres comentaristas
-todos de agencias y empresas internacionales- se
trasladaron de inmediato a Guatemala y dieron a sus

267
países una imagen apocalíptica de la catástrofe, de
las poblaciones soterradas, de los heridos y muertos,
así como de los gravísimos daños materiales sufridos
en todo el territorio nacional durante aquella danza
macabra, que sólo en dos meses, sacudió la tierra con
más de 2.000 impresionantes temblores.

Gracias a esos interesantes reportajes radiales, pe-


riodísticos y televisados, que dieron una idea real de
la pavorosa dimensión del cataclismo, la ayuda inter-
nacional se acrecentó, traspasando los límites de la
emergencia de los primeros días y prolongándose por
muchos meses más. Varías naciones, preocupadas
ante los muy serios problemas de la reconstrucción
futura, se ofrecieron espontáneamente a inanciar
gratuitamente las obras indispensables para ediicar
de nuevo varias pequeñas poblaciones rurales que
fueron totalmente arrasadas.

Un susto para las clases dominantes y un desastre


para el pueblo

En la ciudad Capital, los daños fueron menores, Era


natural que así fuera, si se toma en cuenta la calidad
de las construcciones modernas (ediicios de oicinas,
apartamentos y condominios), técnicamente planea-
das y hechas a base de hierro, ladrillos y cemento,
debían soportar mejor y así fue, los embates de los
sismos. Igual suerte siguieron las zonas residencia-
les, donde vive la gente de mayores recursos, ya que
a excepción de un porcentaje mínimo de casas que
resultaron dañadas, el resto salió bien librado.

Muy diferentes fueron los efectos de los temblores so-


bre las habitaciones de la clase media y, en escala
mayor, la de los barrios pobres construidas de adobe,
éstas sufrieron una destrucción impresionante. Pero
donde la catástrofe hincó sus despiadados colmillos
con indecible saña, fue en “los cinturones de miseria”,

268
“ciudades perdidas” o “limonadas”. Allí la población
carece de todos los recursos económicos y habita en
cuartos levantados con pedazos de cartón, madera y
retazos de láminas de zinc. Situados en las laderas
de los barrancos aledaños a la capital y privados, de
las más elementales normas de seguridad e higiene,
cayeron al fondo de los abismos cuando las orillas de
éstos desmoronáronse, arrastrando consigo a sus in-
felices habitantes, quienes perecieron soterrados.

Aunque no todos los departamentos en que se halla


dividida la República fueron afectados con la misma
intensidad por el terremoto, en las ciudades principa-
les se dio el mismo fenómeno que en la Capital, pues
tanto los ediicios modernos como las residencias de
la burguesía salieron casi sin daños; las viviendas de
la clase media los sufrieron bastante y, en mayor pro-
porción los barrios pobres. Ahora bien, la destrucción
total que dejó sin hogar a más de un millón de per-
sonas, tuvo lugar en las áreas rurales donde el mi-
serable campesinado habita en “ranchos” de adobe y
techos de teja o paja, con pisos de tierra, sin servicios,
ni agua potable, ni asistencia médica o social.

Los medios de información olvidaron lo esencial

De lo que los medios de información no hablaron en


sus reportajes, fue del dantesco espectáculo que salió
a luz “bajo los escombros de Guatemala”. Nada dije-
ron sobre la espantosa miseria en que viven las gran-
des mayorías, en todos los rincones de la República.

Es posible que los representantes de aquellos medios


tan importantes de información internacional hayan
sido polarizados, más que todo por los destrozos ma-
teriales causados por el terremoto, o bien, porque este
otro aspecto social, político y económico que aloró a
consecuencia del cataclismo, careciera de interés no-
ticioso para sus empresas, o tal vez porque tales agen-

269
cias internacionales decidieron, por ines inconfesa-
bles, seguir ocultando a todo el mundo el verdadero
fondo del ya famoso “caso de Guatemala”.

El hecho incontrovertible que se evidenció plenamen-


te como secuela de la gran catástrofe fue, que a la par
de aquella increíble miseria, las masas de la población
viven en condiciones infrahumanas: en la ignorancia
mantenida sistemáticamente, en el fanatismo religio-
so más negativo, acosadas por las enfermedades en-
démicas y parasitarias no combatidas adecuadamen-
te y, en la más terrible desnutrición tolerada por el
régimen gobernante como método cruel de silencioso
genocidio. También se hizo patente que a todas esas
injustiicables condiciones sociales, se sumaban otras
calamidades aún mayores, tales como la explotación
económica inmisericorde, la violencia oicial institu-
cionalizada y el terror paramilitar tecniicado.

Habría sido de suma importancia que tan destacados


medios de comunicación, que estuvieron presentes en
Guatemala durante los días aciagos que provocaron
los temblores de tierra, hubieran denunciado a todo
el planeta esta pavorosa situación de injusticia social
y económica, así como la brutal represión de la cual
es víctima el pueblo, como parte del plan de escala-
da fascista que dirigen, apoyan y inancian en todo el
Continente, los Estados Unidos. No es posible que se
siga tendiendo un velo de intereses inconfesables que
oculte por más tiempo la situación guatemalteca y el
espantoso genocidio ejecutado por los regímenes im-
puestos por el Departamento de Estado, desde 1954
hasta nuestros días.

Si la conciencia universal se conmovió hondamente


ante las noticias de que el terremoto causó 23.000
muertos, ¿cómo hubiera reaccionado al enterarse de
que los asesinatos cometidos por los citados gobier-
nos contra el pueblo, sobrepasaba la suma de 50.000

270
personas entre muertos y desaparecidos? Es decir,
que para igualar la cifra macabra de este increíble ge-
nocidio se hubieran necesitado más de dos terremotos
de la magnitud del que arrasó la República el 4 de
febrero de 1976 . . .

¿No habría sido mucho más justo y humano que los


medios de información mencionados, en vez de bajar
una cortina de silencio sobre el “caso de Guatemala”,
hubieran denunciado al mundo la criminal situación
a que ha sido sometida su población desde la pro-
caz, injusta e injustiicable intervención cometida por
el imperialismo en 1954, para restablecer el dominio
económico de sus transnacionales en el país e impo-
ner el primer sistema fascista en América Latina?

De antemano reconocemos que este tipo de interro-


gantes caen en el plano de lo ingenuo, puesto que a
fondo conocemos los mecanismos y los engranajes de
la tortuosa maquinaria de tales medios de informa-
ción. Hallándose los mismos en poder de las trans-
nacionales - fase superior del imperialismo - no es de
esperarse que puedan proceder nunca con equidad
y limpieza, sobre todo si se trata, como en el “caso
de Guatemala”, de mantener internacionalmente una
imagen completamente opuesta a los intereses legí-
timos del pueblo de esa nación. Se iniere de estos
hechos, con meridiana claridad, que obedeciendo pre-
cisamente a esta ingrata política de ocultamiento de la
verdad, la angustiosa situación por la cual atraviesa
mi patria -en los campos político, económico y social-
sea totalmente desconocida en la mayoría de las na-
ciones del sistema capitalista.

Abrigo la esperanza de que a pesar de las non sanctas


tácticas que utilizan las gangsteriles transnaciona-
les y el propio imperio, este trabajo no corra la mis-
ma suerte que en el pasado -recién perpetrada la in-
tervención yanqui en mi país sufrieran los libros de

271
ilustres compatriotas y algunos de los míos, en que
denunciamos el caso, impidiendo su distribución, re-
edición y traducción a otros idiomas.

La burguesía y la clase media ignorantes de la reali-


dad

Si para los amables lectoras o lectores ha sido satis-


factoria la explicación del por qué se ignora interna-
cionalmente la situación interna de mi patria, le re-
sultará bastante sorpresivo enterarse de que vastos
sectores de la clase dominante guatemalteca que ha-
bitan en la Capital y en otras ciudades importantes, la
desconocían o ingían desconocerla antes del reciente
terremoto.

Veamos a qué obedece esta desconcertante ignoran-


cia, real o icticia.

Numerosas familias de la creciente clase media y de


la poderosa burguesía, tal y como acontece en otras
naciones de nuestra América son, en rigor de verdad,
extranjeras en su propia tierra. No conocen la mayo-
ría de los 22 departamentos de la República y menos
todo el territorio nacional. No tienen la menor idea de
cuántas poblaciones indígenas existen, ni de las razas
que las integran e ignoran sus culturas ancestrales.

Su indiferencia por los problemas nacionales es des-


concertante. Su conformidad con el sistema oprobio-
so que rige en el país, raya en la complicidad. Casi
no leen, si acaso, las noticias amarillistas de alguno
de los periódicos locales, o sus páginas sociales o de-
portivas. Impresionados con la propaganda oicial que
desde hace más de dos décadas martilla incesante-
mente por radio, televisión y prensa, sobre la supues-
ta amenaza del “comunismo internacional” y del “cas-
tro- comunismo”, que hacen aparecer falsamente a
los adversarios del régimen, como delincuentes, ban-
doleros, secuestradores o, claro está, como peligrosos
272
“comunistas”, ya no se conmueven ante los horrendos
crímenes que con esos pretextos se cometen contra
ellos y otros sectores de la población, por las ban-
das de asesinos que forman los grupos paramilitares:
Mano Blanca, Cadeq, Buitre Justiciero, Ojo por Ojo,
Escuadrón de la Muerte, y otras no menos tenebrosas
y sanguinarias.

Estas dos clases, dentro de las profundas contradic-


ciones que las separan entre sí, tienen un denomina-
dor común: son racistas y “anticomunistas”. La gran
burguesía, por cuanto en ella todavía prevalece el sen-
tido de superioridad de su más directa ascendencia
española y su absurda pretensión de un supuesto an-
cestro de nobleza. La pequeña burguesía, de indiscu-
tible origen mestizo, se duele y trata de ocultar, sin
lograrlo, su herencia indígena y, en su frustración,
su extremado racismo resulta ridículo y cruel. Ambas
clases maniiestan un desprecio absoluto por las ra-
zas descendientes de los mayas que forman nuestras
mayoritarias masas campesinas, tan vilmente explo-
tadas. Este detestable sentimiento racista, inculcado
al blanco y al criollo desde la colonia, los hace consi-
derar a “los indios” como seres inferiores -no olvide-
mos que por varias generaciones y centurias los tuvie-
ron sometidos a la esclavitud y con gorda obligación
de trabajar para ellos, “los amos”, en condiciones de
explotación incaliicables.

Los señalan y acusan de ser personas (después de va-


rios siglos les reconocieron, al in, esa calidad) llenas
de vicios: borrachos, haraganes, inútiles, tarados, ra-
teros, pícaros, traicioneros, etcétera, etcétera. Epíte-
tos a todas luces injustos y ofensivos, no tanto por su
carácter peyorativo, cuanto por carecer en lo absoluto
de fundamento.

Injustos, puesto que durante la dominación españo-


la, en que fueron despojados del territorio nacional

273
del cual eran y siguen siendo los legítimos dueños, se
les hizo trabajar a sangre y fuego, en bárbara escla-
vitud física. Los conquistadores y sus descendientes,
los criollos, se enriquecieron a sus costillas y median-
te las acciones más increíbles de latrocinio. Después
de la Independencia y hasta nuestros días -salvo en
el lapso del decenio revolucionario 1944 a 1954- esos
“despreciables indios” son los que bajo la nueva escla-
vitud económica (salarios de hambre y trabajo forzoso)
del sistema capitalista imperante, han trabajado y lo
siguen haciendo, de sol a sol, no en su propio beneicio
sino en el de la minoría de terratenientes semifeuda-
les que acaparan la tierra en toda la República. Si no
fuera por el insustituible concurso de esa gran masa
campesina no se levantarían las cosechas de café, al-
godón, maíz, frijol, caña de azúcar, trigo, henequén,
papa, kenaf, citronela, té de limón, cardamomo, etcé-
tera, etcétera. En una palabra, son el principal sus-
tento y la base de la producción agrícola de la nación.

Ofensivos, por cuanto ni los blancos, ni los criollos, ni


los mestizos, llevan una vida tan pura y honesta como
esos admirables descendientes de los mayas. Con
ejemplar paciencia, serenidad, altivez y estoicismo,
han demostrado su alta calidad humana al soportar
por centurias el trato cruel, la explotación, el escar-
nio, la brutalidad y la injusticia de las clases domi-
nantes que han sido y son sus verdaderos enemigos:
iglesias, oligarquía, dictaduras militares y civiles e im-
perialismo. Confían únicamente en su propia fuerza
espiritual, en la omnipresencia de sus dioses protec-
tores y en la lucha que en su favor, día a día, desde la
Revolución de Octubre de 1944, cientos de patriotas
revolucionarios siguen librando en contra de la opre-
sión interna y la dominación extranjera, decididos en
el día de la victoria no lejana, a cambiar las viejas e
injustas estructuras políticas, económicas y sociales,
que imperan en la República.

274
La mayoría de estas familias de la grande y de la pe-
queña burguesía, a pesar de que la primera desprecia
a la segunda y ésta sólo ambiciona a vivir como la
primera, habitan en la Capital de la nación y en nú-
mero mucho menor, en las principales ciudades de los
departamentos. De todas ellas podría airmarse que
dentro de su propio país son verdaderas “turistas”.
Han visitado Antigua Guatemala, Chichicastenango y
el Lago de Atitlán. Hasta allí termina su conocimiento
nacional. Lógicamente hay excepciones que han viaja-
do hasta Europa, pero para todas ellas “no hay nada
comparable con los Estados Unidos” y su mayor pla-
cer es ir de compras a Nueva Orleans o a Miami.

No obstante sus antogonismos de clase, son feroces


aliadas contra toda reforma social y económica que
pueda alterar las arcaicas estructuras semifeudades
y neocoloniales de explotación del pueblo. Aunque la
clase media apoyó en sus inicios la Revolución de Oc-
tubre de 1944, se tornó en su ciega enemiga cuando la
propaganda imperial, la Iglesia y los contrarrevolucio-
narios, la hicieron caer en el abismo de la confusión y
el pánico con la propaganda falaz del “terrible peligro
comunista” y con la perversa especie de que las justas
reformas y las medidas socioeconómicas que se rea-
lizaban durante ese periodo, en favor de las grandes
mayorías marginadas, podrían llegar a cambiar las
cómodas condiciones de vida de que estaban gozando.

De la clase media han salido desde hace años, la ma-


yoría de los oiciales que integran los mandos del “ejér-
cito nacional”. Como se verá en el capítulo que trata
sobre la historia de esa institución, más de 2.300 de
ellos han sido entrenados y colonizados en los centros
de indoctrinación especial que tienen los Estados Uni-
dos para formar los vendepatrias de América Latina:
Fort Benning, Georgia, Fort Leavenworth, Kansas, Es-
cuela de las Américas en Panamá, etcétera.

275
Ambas clases hacen permanente alarde de ser “pro-
fundamente católicas” y asisten a servicios religiosos y
reciben los llamados “sacramentos”. Todo ello no obs-
ta para que si no todas, muchísimas de las personas
que las integran, violen a diario la mayoría de los Diez
Mandamientos y la esencia del cristianismo auténtico.
Los genocidas y “generales” Carlos Arana Osorio, ex
presidente de la República y Kjell Laugerud García,
su impuesto sucesor, obscenamente se retratan bajo
cruciijos, asisten a misas y procesiones y comulgan
con frecuencia. Así como ellos, muchos otros jefes y
oiciales militares, siguiendo los planes estratégicos
del fascismo y el falangismo, traicionaron la tradición
laica del país y de su institución, que había sido una
de las máximas conquistas nacionales de la Reforma
Liberal de 1871 y quieren aparecer como paladines y
defensores de la “civilización cristiana”.

La llamada “sociedad guatemalteca”, tradicionalmente


integrada por la clase “aristocrática” de la gran bur-
guesía, ha sido sistemáticamente iniltrada por la clase
media y juntas han hecho aumentar su corrupción y
estulticia. Son el sustento y las modernas esclavas de
una creciente penetración de la anticultura yanqui y
del dominio económico imperialista de la nación, con su
corolario de una emergente “sociedad de consumo” que
las han hecho presas y víctimas directas de sus maqui-
naciones de lo superluo y el despilfarro. En este ensayo
y en páginas posteriores haremos otras consideraciones
sobre otros aspectos y acciones de estas clases sociales.
Ahora concretémonos a señalar cómo actuaron en los
días angustiosos de la hecatombe terráquea.

Al encabritarse la tierra con los tremendos temblo-


res del 4 de febrero y días subsiguientes, el terror, el
sentido de culpabilidad y el instinto de conservación,
frente a las incontrolables fuerzas de la naturaleza,
sacudió de tal manera sus dormidas y duras concien-
cias, que entre rezos y oraciones, que pensaban les

276
servirían de “seguros contra el inierno” y “boletos
para el cielo”, algunas familias se ofrecieron volunta-
riamente a prestar ayuda a la población.

En efecto, incorporadas a los distintos comités que


se for maron para suministro de agua, transporte de
alimentos, resca te de heridos y muertos, descombra-
miento, primeros auxilios, etcétera, colaboraron ei-
cazmente y hasta llegaron a dar apor taciones de dine-
ro en efectivo para aliviar las perentorias nece sidades
de gentes que se hallaban en el mayor desamparo.

Aunque es cierto que esta actitud paternalista, la ha


segui do realizando una minoría de las citadas cla-
ses, movilizadas por un natural sentido de solidari-
dad y humanismo, hay que re conocer que muchas
de las familias que actuaron de esta mane ra lo hicie-
ron también impulsadas por el temor de que las mu
chedumbres duramente golpeadas por la adversidad
y carentes de todos los medios de subsistencia, lle-
garan a la desesperación y se vieran obligadas a bus-
car de cualquier manera alimentos, ropa o abrigo, sin
respetar “el sagrado derecho de la propiedad privada”
de las clases privilegiadas. Esto resultó evidente por
cuanto los hechos demostraron que tan pronto como
los temblores disminuyeron en intensidad y la policía
y el “ejército nacional” proclamaron que las mayorías
hambrientas y marginadas estaban bajo el control de
las ametralladoras y las organizaciones paramilitares
de asesinos, reanudaron su tarea sangrienta de re-
presión contra los enemigos del régimen (so pretexto
de que eran delincuentes que cometían pillaje), to-
dos aquellos aparentes sentimientos de solidaridad y
humanismo que en los momentos trágicos tuvieron
para sus connacionales, los mandaron al diablo. Y de
nuevo volvió a campear en los mencionados miembros
de las clases dominantes, la indiferencia, la discrimi-
nación racial, la explotación económica y su decidido
apoyo a los verdugos del pueblo.

277
Causas del terremoto: opiniones religiosas

La ignorancia de los pueblos primitivos les hacía su-


poner que los movimientos sísmicos que acaecían en
sus territorios eran causados por fuerzas esotéricas
inexplicables. Por dioses enfurecidos o insatisfechos
u ofendidos, o por acciones de seres monstruosos que
vivían en las entrañas de la tierra.

Los antiguos mayas creían en una leyenda, aún res-


petada por algunos ancianos de esa ascendencia. Se-
gún ella, el mundo era un enorme cubo de tierra que
cuatro dioses sostenían sobre sus hombros. Cuando
la población crecía desmesuradamente, los dioses
exasperados por el excesivo peso, sacudían el cubo y
al ejercer de esta manera el control demográico -pues
miles de habitantes caían al abismo- producían terri-
bles terremotos.

En el Popol Vuh, el libro nacional de los Quichés de


Guatemala, se menciona a Cabracán como un dios
poderoso y tan soberbio como su hermano Zipacná,
ambos hijos de VucubCaquix a quien disputaban su
grandeza. Mientras Zipacná airmaba: ¡Yo soy el que
hizo la tierra!, Cabracán gritaba: ¡Yo soy el que sacudo
el cielo y conmuevo la tierra! y, en efecto: “al más pe-
queño golpe de sus pies sobre la tierra, se abrían las
montañas grandes y pequeñas...”

Los japoneses estaban convencidos de que los tem-


blores que convulsionaban constantemente sus islas,
obedecían al hecho de que el planeta estaba asentado
sobre una inmensa araña, la cual, al moverse, causa-
ba los cataclismos.

Para los primeros habitantes de la castigada región


sísmica de la península de Kamchatka, en Rusia, la
culpa de los desastres teutónicos que sufrían, era
imputada a un gigantesco perro llamado Kosei, cuya
guarida se hallaba en las profundidades de la penín-
278
sula. Este vil can, fastidiado por la nieve que se le
acumulaba en la piel, de pronto se sacudía violenta-
mente, desencadenando así los sismos.

En la antigua Grecia, aun Pitágoras, con su extraor-


dinaria cultura e inteligencia, sostenía que la causa
de estos fenómenos telúricos obedecía a una lucha a
muerte que los temblores sostenían entre sí.

A medida que el cristianismo, con su doctrina y su


ilosofía monoteísta se extendía por el mundo, todas
aquellas teorías, casi infantiles, fueron perdiendo su
fuerza como también la perdían las concepciones pa-
ganas y politeístas que sustentaban otras civilizacio-
nes. Ya no se atribuía la responsabilidad de esos fe-
nómenos de la naturaleza a los mencionados seres o
a las deidades de otras religiones. Ahora era muy di-
ferente. Existía “un solo Dios verdadero, omnipotente,
omnipresente y misericordioso”, al cual le colgaban
aquellos desastres, unos como “simples prevenciones”
para que los pecadores enmendaran su conducta des-
enfrenada y, otros, como “castigos divinos” para que
expiaran sus culpas, ya que habían incurrido en terca
reincidencia.

En Inglaterra (1750), el arzobispo de Londres, Thomas


Sherlock, dijo a sus feligreses que los sismos acaeci-
dos en esos días en las islas británicas eran “adver-
tencias divinas” para que los londinenses “se arrepin-
tieran y expiaran sus pecados”. En 1777, John Wesley
escribió: “No existe nada que tenga tanta inluencia
para el arrepentimiento de los pecadores, que el ‘aviso
divino’ de un terremoto”.

En el Reino de Guatemala, durante la época colonial,


las autoridades eclesiásticas y los clérigos y monjes
bajo su dependencia se aprovechaban del pavor que
causaban los temblores para aterrorizar a “los indios”
y para subyugarlos más, ideológicamente, bajo la

279
amenaza de que el Dios rubio que ellos habían impor-
tado, les enviaría nuevos desastres, a menos que se
convirtieran deinitivamente a la nueva religión y aca-
taran, sumisamente, su autoridad. Tácticas similares
empleaban con sus coterráneos españoles y con los
criollos, en su mayoría ignorantes y por lo mismo, fa-
náticos. De esta guisa les mantenían bajo su dominio
espiritual y seguros de sacarles los diezmos y primi-
cias y otras contribuciones económicas.

Sólo de esta manera se explica que durante los fa-


mosos terremotos de Santa Marta (1773), cuando la
ciudad se desplomaba, las clases dominantes, presas
de pánico confesaran públicamente sus pecados, la
corrupción en que vivían y se acusaran unos a otros
por el ingrato tratamiento que daban a “los pobres in-
dios” e hicieran falsos propósitos de enmienda.

Toda esa política de “terror divino” invocada por la


Iglesia Católica para mantener su sistema de domi-
nación ideológica y económica sobre las masas fana-
tizadas, aunque nunca podría justiicarse, parecería
explicable en aquellos tiempos de la colonia espa-
ñola, por cuanto existía una ignorancia crasa de los
fenómenos cientíicos de la naturaleza. Pero resulta
inconcebible y afrentoso que en nuestro tiempo -de
la era espacial, de los viajes a la Luna y Marte y el
gran avance de la ciencia para predecir, controlar y
provocar terremotos- las autoridades eclesiásticas de
Guatemala, esgriman semejantes argumentos como
armas aviesas para disfrazar su insoslayable res-
ponsabilidad histórica y actual y su actitud cómplice
con la infrahumana situación en que vive el pueblo
de nuestro país. Situación que tales autoridades han
mantenido hipócritamente cubierta con una cortina
de pom y de incienso, así como del blasfemo sainete
de liturgias esplendorosas. Como prueba irrefutable
de estas airmaciones, paso a citar las declaraciones
hechas a la prensa, televisión y radio, así como los

280
documentos publicados en esos días por los propios
jerarcas de la Iglesia Católica guatemalteca.

El Cardenal, arzobispo Mario Casariego, al día si-


guiente del terremoto envió un mensaje radiotelevisa-
do a sus compatriotas en estos términos:

“Pueblo de Guatemala, hermanos e hijos todos ama-


dísimos: ...Y he aquí que nuevamente debo dirigirme
a vosotros en esta oportunidad, amadísimo pueblo
de Guatemala, para recoger vuestro dolor y el mío, y
levantar hasta el Señor nuestro clamor... Y mientras
hoy recogiendo, amadísimo pueblo, este clamor que
es el clamor de todos, no puedo menos que intentar
hablar al corazón de cada uno: es la hora de la con-
versión, es la hora de la misericordia. Adoctrinados
por nuestra Fe sabemos que en los acontecimientos
humanos como en los fenómenos naturales, está pre-
sente la mano de Dios. En los primeros, entrelazán-
dose con la libertad humana que resiste o acepta el
querer divino, y en los naturales como claro dominio
de Dios sobre su creación, la cual dispone y gobierna
sabiamente. Por un instante Dios ha puesto su dedo
en nuestras vidas y en nuestros bienes terrenos. ¿Por
qué? Amadísimos fíeles, a cada uno Dios nos habla.
No es el momento para volvernos blasfemantes ha-
blando de inexplicables fuerzas ciegas, sino de reco-
nocer el poder y la bondad y la misericordia de Dios.
En los momentos de las grandes calamidades de los
pueblos, espontáneamente acude la enseñanza de la
Sagrada Escritura:

Dios ama y porque ama corrige, endereza, despierta...


Y Dios ha puesto un dedo. Dirás, quizá, que esto es
aprovecharse de tu miedo; pero el padre bueno y sabio
¿no corrige al hijo que quiere? ¿Y no habremos resis-
tido tanto que hemos obligado a Dios a obrar así?. . .
Todavía resuenan en mis oídos las palabras que dijera
un moribundo que fui a auxiliar en uno de los hospi-

281
tales esa fatídica madrugada del 4 de febrero, frente a
otros sacerdotes y doctores, de que esta tragedia era
un castigo de Dios, debido a que se había ofendido pú-
blicamente a su Santísima Madre y Madre nuestra, la
Virgen María... Pueblo de Guatemala, amadísimos ie-
les volvamos a Dios con corazón sincero. Confesemos
nuestros pecados delante del sacerdote y pidamos la
absolución sacramental y la penitencia. No hagamos
que Dios asiente pesadamente su mano y todo lo nues-
tro con nosotros desaparezca. No son palabras vanas,
son palabras de vuestro Pastor puesto por Dios. No
querrán los sacerdotes resistirse a escuchar confesio-
nes, alma por alma; ni los ieles a confesarse, pecado
por pecado. La misericordia abunda; pero la justicia
reclama. Y es justo pedir perdón a Dios... Fortalecidas
así nuestras almas, amadísimo pueblo de Guatemala,
vuestra ayuda a los que han quedado sin pan, a la re-
construcción de nuestro templo mayor, la Santa Igle-
sia Catedral Metropolitana, como de los otros templos
que pasan de 17, será de este modo la señal exterior
de algo más profundo operado en el alma de cada uno,
será el símbolo auténtico y personal de volver a Dios...
Os bendigo a todos de todo corazón en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

Pocos días después, el 20 de febrero (Diario El Grái-


co), dio a la publicidad el Mensaje de la Conferencia
Episcopal de Guatemala, cuyos términos, aunque en-
traban en contradicción en alguna de sus partes con
las airmaciones del cardenal Casariego, no por ello
dejaban de ser menos amenazantes para los fanáticos
creyentes. Transcribimos los principales párrafos:

“ .. Dios, nuestro Padre, nos habla por medio de los


acontecimientos. El sismo que acaba de sufrir nues-
tro pueblo se inscribe en el Plan de Salvación de Dios,
que nos tiene un amor ininito y que, si permite que
su pueblo sufra los efectos de fenómenos naturales
tan horrendos, jamás lo hace por venganza o por cas-

282
tigo, sino para invitarnos a la relexión y al esfuerzo
que nos impulse a ser más humanos y cristianos. No-
sotros pensamos también que este acontecimiento es
una llamada de Dios para que nos unamos más, nos
sintamos más hermanos y seamos más solidarios,
haciendo resaltar los originales y auténticos valores
de nuestro pueblo. Pero especialmente pensamos que
tanto sufrimiento sería una tragedia aún más terrible,
si no aprovecháramos la llamada divina. Guatemala
ha compartido con Cristo su pasión y su muerte. Mi-
llares de guatemaltecos quedaron sepultados entre
los escombros de las casas derruidas y varios cientos
de miles viven todavía horas de angustia e inseguri-
dad. Pero apunta la aurora de la resurrección: Pone-
mos nuestra conianza en Dios, al que amamos como
Padre lleno de bondad y misericordia; nos sentimos
protegidos por la Virgen Santísima, a la que nuestro
pueblo siempre ha honrado como Madre y Esperanza
Nuestra...”

Cualquier persona con dos dedos de frente comprende


la maniobra confusionista y artera que encierran estas
declaraciones hechas especialmente para seguir des-
orientando a las masas ignorantes y fanáticas. Pensa-
mos que si un cristiano de mediana cultura las lee, es
seguro que será invadido de una “santa ira” al consta-
tar que los máximos representantes religiosos de una
nación, se burlen tan cínicamente de sus feligreses. No
es remoto que aun algunos católicos más perspicaces
que la masa fanatizada, analicen las citadas expresio-
nes y para convercerse de la falsedad de las premisas
empleadas malévolamente por los jerarcas iglesieros,
se planteen estos simples interrogantes:

¿Fue en realidad el terremoto, como lo airmaron los


obispos de la Conferencia Episcopal, una parte del
“plan de salvación” de Dios, que nos tiene un amor
ininito? o ¿sería en verdad “un castigo de Dios” por
los pecados cometidos por el pueblo, como lo airmó el

283
cardenal Casariego? Luego, razonarían severamente
as¡: No cabe duda de que si cualquiera de estas ab-
surdas o infantiles (¿por qué no llamarlas: perversas?)
declaraciones, tuvieran siquiera una mínima base de
posibilidades- juzgados exclusivamente desde el pun-
to de vista de la Fe- que desde luego no la tienen,
resultaría evidente de que el Dios de que hablan el
cardenal y los obispos, no tiene ninguna de las carac-
terísticas esenciales de una entidad sublime, pletórica
de misericordia y amor (como se les ha hecho creer a
los cristianos), sino que por el contrario se trata de un
ser vulgar, carente de la más elemental inteligencia y
sabiduría, dotado de todas las bajas pasiones huma-
nas, principalmente del rencor y la venganza. Además
de tales razonamientos les invadiría un sentimiento
de repulsa y desprecio hacia los dirigentes máximos
de la iglesia guatemalteca al comparar sus aviesas
declaraciones con las emitidas por el Papa Pablo VI
(Excélsior, p. 2-A, 11 de junio de 1976), en las cua-
les deine a Dios: “como el eterno principio y la suma
bondad”. Y entonces se preguntarán: ¿Quién tiene la
razón, el Papa o el cardenal y sus obispos? Puesto
que si Dios es la suma bondad, como dijo Pablo VI, no
puede admitirse que se ensañe en castigar en Guate-
mala al miserable pueblo desamparado y menos a la
gran masa campesina explotada secularmente por los
propios curas y las clases dominantes. ¿Y cómo es po-
sible, pensarán también, que si se trataba de castigar
a los pecadores, se haya ensañado contra quienes no
lo son y haya dejado “vivos y coleando” y gozando de
todas sus fechorías e iniquidades a los opresores, a
los verdugos, a los militares genocidas, a la oligarquía
despiadada y a la propia Iglesia traicionera?

Estos críticos católicos concluirían en suponer que la


jerarquía eclesiástica guatemalteca está integrada por
un grupo de tarados, o de ignorantes o, quizás de algo
peor, de un núcleo de perversos fariseos que persi-
guen seguir manteniendo al pueblo en el error de la

284
verdadera esencia espiritual del cristianismo y en el
terror ideológico sistematizado.

Y tales suposiciones no se hallan lejos de la realidad.


Baste para demostrarlo, estas otras declaraciones he-
chas por el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Gua-
temala, Mario Martínez de Lejarza, el 13 de febrero de
1976 al Diario El Gráico:

“Es doloroso decirlo, pero fue preciso que ocurriera


una tragedia de la magnitud de ésta que ahora nos
conturba, para que nos hayamos dado cuenta de
cuán abandonados han estado muchos miles de gua-
temaltecos”.

A pregunta del reportero sobre si tal situación justii-


caba la lucha de clases existente en el país, dijo:

“Soy declarado enemigo de la lucha de clases, pues


ésta no conduce a nada...” Para cualquier persona
que esté un poco informada de la actitud de la Iglesia
Católica en Guatemala, estas declaraciones son total-
mente inaceptables. Mas para todos aquellos lectoras
o lectores que no lo están, es imperativo que sepan que
tal institución ha jugado un papel abominable desde
la época colonial hasta nuestros días. Preocupada en
mantener a lote sus jugosos privilegios y el sistema
semifeudal y colonial, primero, y luego el neocolonia-
lismo, se ha opuesto encarnizadamente al cambio de
las estructuras económicas y sociales de la nación y
naturalmente, a la lucha de clases. Consecuente con
tan injusta posición, fue enemiga acérrima de la Re-
forma Liberal de 1871 y más tarde de la Revolución de
Octubre que loreció de 1944 a 1954. Recientemente
no ha tenido el menor escrúpulo, en un falso ecume-
nismo religioso, de hacer estrecha alianza con las Igle-
sias Protestantes, puntas de lanza del imperialismo, a
in de que unidos -la unión hace la fuerza- contribu-
yan a mantener incólume la bárbara situación en que

285
viven las mayorías del país. Para todas estas iglesias,
que abiertamente traicionan los ideales y la esencia
del cristianismo auténtico, el sistema de explotación
del hombre por el hombre y la injusticia social, de-
ben prevalecer. Lo establecido (el “stablishment”) es
parte del “Plan de Salvación de Dios que nos tiene un
amor ininito”. Airman que el statu quo “es un man-
dato divino” que las masas, muertas de hambre, en la
miseria e ignorancia, deben aceptar y respetar como
“buenos católicos”, pues no deben olvidar que con ta-
les sufrimientos se ganarán la Gloria eterna:

“...Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el


Reino de los Cielos... “

Ante tales hechos, falsedades, engaños y amenazas de


castigos eternos, lanzados por las autoridades ecle-
siásticas guatemaltecas para aterrorizar a los igno-
rantes ieles y sacar ventaja de su fanatismo para per-
petuar la dominación ideológica sobre ellos, no cabe
duda alguna de que Carlos Marx tenía absoluta razón
cuando escribió:

“...las religiones son el opio de los pueblos... “

Según el obispo Martínez de Lejarza, fue indispensa-


ble que murieran 23.000 guatemaltecos, 77.000 que-
daran heridos, cientos desaparecieran, y 1.000.000
perdieran techo y abrigo, “para que nos hayamos dado
cuenta de cuán abandonados han estado muchos mi-
les de guatemaltecos. . .”

Estas declaraciones son impúdicas y cínicas. Con


ellas quiere engañar a la opinión pública nacional e
internacional -dentro de una aparente ignorancia o
bondadosa ingenuidad, producto de una maniobra hi-
pócrita a todas luces condenable- pretendiendo que la
Iglesia Católica no tenía ningún conocimiento anterior
al terremoto, sobre la situación de miseria, enferme-

286
dad, abandono, ignorancia, opresión, explotación y
marginación que ha estado sufriendo nuestro pueblo
bajo los regímenes impuestos por los Estados Unidos
desde hace más de dos décadas. Bien enterados y con
maniiesta culpabilidad han estado de tal situación,
tanto el señor obispo Martínez como los otros jefes de
la citada iglesia. Pero “nada queda oculto bajo el sol.
. .” Insensatamente pensaron que por muchos años
más podrían seguir escondiendo bajo sus sotanas al-
midonadas, la pavorosa realidad existente en el país.
Creían irmemente que sus jugosas canonjías, conce-
siones y prebendas serían eternas. Nunca imagina-
ron, que un terremoto (su “Dios” les jugó una mala
pasada) sacaría a luz, además de la mísera condición
en que se halla nuestra población, el engaño, la po-
dredumbre y la corrupción que corroe a las iglesias en
general y, en particular, a la Católica reaccionaria que
nunca se ha preocupado de cumplir en lo más mínimo
su blasonada misión cristiana, sino que por el contra-
rio la ha traicionado sistemáticamente.

Al in cayó esta Institución de su falso pedestal. Ya


podría seguir pregonando ser paradigma y defensora
de los más caros valores espirituales. Cayó también
su antifaz y apareció su rostro siniestro donde la am-
bición de poder, de bienes y dinero, la concupiscencia
y la hipocresía, dejaron marcas profundas de ignomi-
nia. Cuadro que se hace más sombrío cuando dentro
de su marco aparece la inconcebible complicidad y
permanente alianza con la oligarquía, el imperialismo
y los verdugos del pueblo ascendidos a entorchados
generales.

Bueno es aclarar que la ceguera religiosa no ha he-


cho presa de todos los guatemaltecos. No todos son
rebaño. Muchos de ellos se han liberado del fanatis-
mo y conocen muy bien las maquinaciones de estos
siniestros personajes de la vieja iglesia, así como los
ines aviesos y perversos que persiguen. La injusta y

287
anticristiana posición de tales dirigentes religiosos se
hace cada vez tanto más despreciable cuanto más se
comprueban sus bajas actitudes. Un solo ejemplo: el
propio cardenal Casariego ha bendecido tanto las ins-
talaciones militares que se han puesto en servicio, cor-
no los vehículos y armas para reprimir al pueblo que
han sido obsequiadas por las agencias estadouniden-
ses POS -Oicina de Seguridad Pública- y AID -Agencia
Internacional para el Desarrollo-; celebra misas para
los militares genocidas a quienes bendice y da la “san-
ta comunión”; y además de todo esto, ha otorgado su
apoyo incondicional al régimen castrense que contra
la voluntad popular impera en la República.

Sería imposible tratar aquí, por su extensión, muchí-


simos otros aspectos del nefasto papel que las iglesias
han jugado en Guatemala. Sin embargo, volveremos
en este ensayo a tratar algunos otros temas relaciona-
dos a su acción religiosa. En mi reciente libro, Tras la
Cortina de Banano,* hicimos algunas referencias so-
bre este serio problema que tanto daño ha causado
en el campo ideológico de nuestro pueblo. Menciono
en dicha obra el importante movimiento posconciliar,
que trata de digniicar a la Iglesia Católica y reencau-
zarla por los caminos de un auténtico cristianismo en
defensa de los explotados y marginados. Expongo en
ese trabajo mis dudas sobre la sinceridad de esa ac-
titud revolucionaria, pues ante el desprestigio y repu-
dio mundial en que ha caído por su complicidad con
los opresores, bien podría tratarse de una maniobra
para recuperar una posición más decorosa. No debe
olvidarse que esta Institución ha sido tan hábil, que
ha logrado sobrevivir casi dos mil años. Entre estos
movimientos posconciliares, bien podría airmarse
que el más interesante es el llamado “Cristianos por
el Socialismo” cuyos miembros aceptan los métodos
de lucha del marxismoleninismo, por considerar que
el Socialismo es la doctrina cientíico-política que más
cerca está del verdadero cristianismo.

288
Pasemos ahora a conocer las explicaciones cientíicas,
que son las únicas aceptables, sobre los fenómenos
telúricos.

Opiniones cientíicas

Era natural que después del terremoto del 4 de febre-


ro de 1976, los investigadores guatemaltecos y nume-
rosos geólogos extranjeros que llegaron al país, dieran
sus puntos de vista sobre las causas naturales que
produjeron el cataclismo. En el Diario El Gráico, p. 5
del 24 de febrero del mismo año, se publicó un resu-
men del importante estudio del geólogo Gabriel Dengo
titulado Estructura geológica, historia tectónica y mor-
fología de América Central. Del citado trabajo sinteti-
zado, algunos párrafos son tan interesantes que me-
recen su transcripción:

“Debido a la distribución actual de los continentes,


existen en el planeta ciertas zonas particularmente
sujetas al cambio. El área del continente america-
no sobre el cual está asentada la placa de la corteza
terrestre que sostiene a la América Central, es una
zona muy activa. A lo largo de milenios, la geografía
y la geología de Centro América se ha ido deiniendo,
surgiendo cadenas de montañas y volcanes, lagos y
valles, que en buen número se encuentran asentados
sobre antiguas fallas geológicas todavía activas, que
producen temblores y terremotos, transformando el
aspecto físico de la región. En este proceso han jugado
un papel determinante las relaciones que la región de
Centro América tiene con las otras placas de la corte-
za terrestre, particularmente con la del Caribe y la del
océano Pacíico. . .”

“La relación entre las zonas de fractura del Pacíico y


del Caribe no es simple. El patrón actual de esa región
está gran parte deinido por zonas de fracturas de
grandes proporciones, cuyas características indican

289
que a lo largo de ellas se han producido movimien-
tos horizontales de diferentes intensidades, causando
terremotos durante milenios. Se considera que dicho
patrón tectónico es muy antiguo... “

Otros geólogos guatemaltecos señalaron que el fenó-


meno fue causado por el desplazamiento de la corteza
terrestre en la falla del Motagua y en la de Siquinalá,
ambas situadas en el territorio nacional; que el des-
plazamiento obedeció a la liberación de la energía que
presionaba sus bordes. Esta opinión fue compartida
por varios cientíicos extranjeros que visitaban la Re-
pública en aquellos días.

En Italia dos geólogos de esa nación expresaron a


la prensa una opinión que difería con lo anterior, en
cuanto a la causa de la hecatombe. Para ellos la res-
ponsabilidad de los sismos la tenía la Agencia Federal
de Energía de los Estados Unidos, la cual, minutos
antes del terremoto en Guatemala, había hecho deto-
nar dos gigantescas bombas termonucleares en for-
ma subterránea. Los infernales artefactos estallados
en Yucca Flats, Nevada, tenían cada uno la increíble
fuerza destructiva superior en mil quinientas veces a
las que -en un acto de barbarie y genocidio criminal
contra la humanidad, sin paralelo en la historia- lan-
zó aquella nación en 1945 contra las indefensas po-
blaciones japonesas de Hiroshima y Nagasaki

(Excélsior, 5 de febrero de 1976).

La opinión de los cientíicos italianos llegó a Guatema-


la por los canales de la Prensa Asociada (AP), y una
vez conocida por parte del público, se extendió como
un reguero de pólvora encendida por todo el territorio
nacional, provocando la natural indignación. En mu-
chos sectores tuvo el efecto de acrecentar el odio con-
tra los imperialistas y, en otros, aun los más reaccio-
narios, una ira no disimulada. El descontento popular

290
fue “in, crescendo” cuando la misma agencia noticiosa
(AP) dio cuenta (Excélsior, 15 de marzo de 1976) que el
día anterior la Agencia Federal de Energía de Estados
Unidos había realizado otra prueba subterránea nu-
clear en Mercury, Nevada, y otro gran terremoto sacu-
dió de nuevo a Guatemala, provocando más muertos
y heridos, así como serios derrumbes que volvieron a
bloquear los caminos que ya habían sido despejados
desde el 10 de febrero.

Días antes de esta nueva explosión nuclear, el Congre-


so de la República de Guatemala, ante la indignación
nacional que presionaba a los diputados para que se
protestara contra Estados Unidos por estas pruebas
atómicas, se vio obligado a solicitar al Poder Ejecutivo
que se investigara por una comisión cientíica sobre la
posibilidad de que los sismos hubieran sido causados
por aquellos estallidos realizados en Nevada.

(El Gráico,, 8 de marzo de 1976). Naturalmente, nada


se hizo al respecto.

La Agencia de Investigación y Desarrollo de la Ener-


gía en los Estados Unidos, alarmada ante el repudio
nacional y el de la opinión pública mundial, por la
responsabilidad que se le imputaba en el desastre
guatemalteco, se vio obligada a emitir las siguientes
declaraciones oiciales (Diario El Gráico, Agencia EFE
marzo 6, 1976):

“Las explosiones subterráneas atómicas realizadas


por los Estados Unidos en Nevada, no fueron la cau-
sa de los terremotos de Guatemala. Dos explosiones
subterráneas fueron efectuadas el pasado 4 de febrero
en Yucca Flats, a las 14h20 y a las 14h40. El primer
terremoto que sacudió a Guatemala ese mismo día no
ocurrió sino cinco horas antes. Una explosión que al-
canzara la falla geológica que atraviesa el país centro-
americano podría promover sismos. . . “

291
¿Sería cierto lo aseverado por la Agencia de Investi-
gación y Desarrollo de la Energía de Estados Unidos,
que el terremoto fue cinco horas antes que el estallido
de sus dos infernales artefactos?

¿Esta simultaneidad entre las tres explosiones atómi-


cas subterráneas (dos el día 4 de febrero y una el 14
de marzo) y los temblores de Guatemala, sería sólo
una coincidencia?

¿Tienen los Estados Unidos capacidad para provocar


y dirigir terremotos como una nueva arma de guerra?

¿Para aliviar la presión de la gran falla geológica de


California y evitar otro terremoto como el que en 1906
destruyó la ciudad de San Francisco, serían capaces
los Estados Unidos de haber provocado el de Guate-
mala?

¿No existiendo motivo para intervenir en Cuba y no


siéndoles posible “desestabilizar” su sistema político,
no es probable que los Estados Unidos hayan querido
causar un maremoto o terremoto en la Isla, activando
la gran falla del Caimán a través de Guatemala?

Todos estos interrogantes serán contestados más ade-


lante, pero se hace necesario e indispensable conocer
antes las modernas teorías sobre los sismos.

En la pasada década una nueva teoría llamada “pla-


taforma tectónica” parece inalmente haber clariica-
do la causa fundamental de los terremotos, al mismo
tiempo que ofrece una explicación muy comprensible
del desplazamiento de los continentes, así como del
surgimiento de montañas y volcanes.

Sostiene esta teoría que la corteza terrestre está for-


mada, más o menos, por una docena de gigantescas
plataformas de estructura rocosa, con un espesor de
unos 120 kilómetros (70 millas), las cuales lotan so-

292
bre una capa incandescente y semiderretida donde se
deslizan constantemente impulsadas por inmensas
fuerzas energéticas indeterminadas. Cuando estas
plataformas se desplazan, llega un momento en que
se tocan. La presión de la una contra la otra hace que
a veces sus bordes encajen de tal manera que cesa el
movimiento y quedan inmóviles por largos periodos de
tiempo. Mas, a medida que dicha presión aumenta,
las orillas donde se han entrelazado sufren enormes
resquebrajamientos, al extremo que las plataformas
se liberan violentamente, provocando así grandes te-
rremotos. Una vez separadas, continúan en su ince-
sante movimiento, en tanto no se vuelva a producir el
fenómeno del acoplamiento.

Cerca del Japón, la plataforma del Pacíico se halla


presionando a la plataforma Euroasiática. A ello obe-
cede que, dentro del ciclo natural descrito antes, el
archipiélago japonés sea afectado frecuentemente por
sismos de todas las intensidades.

En el Estado de California, Estados Unidos de Nortea-


mérica, a todo lo largo de la gran falla de San Andrés,
dos enormes plataformas se deslizan una frente a la
otra. La parte de la falla asentada sobre la plataforma
del Pacíico se mueve hacia el Noroeste y la otra par-
te, asentada sobre la plataforma norteamericana, se
desplaza hacia el Este. Estas plataformas, que habían
estado quietas por años, presionadas entre sí, repen-
tinamente se movieron violentamente y provocaron el
terrible terremoto de San Francisco, en 1906.

Marcando en un mapa del planeta los centros más


frecuentes donde acaecen los terremotos, se ha logra-
do establecer que estos tienen lugar en su mayoría
a lo largo de las fronteras de las inmensas platafor-
mas tectónicas (baste como ejemplo el “anillo de fue-
go”alrededor del Océano Pacíico, claramente locali-
zado sobre la plataforma del Pacíico), sin embargo,

293
se ha establecido que también se producen en otras
áreas muy alejadas de los citados puntos de contacto
entre dichas plataformas. Según los cientíicos, esto
obedece a que la estructura rocosa de estas gigantes
planchas, a través de miles de años de sufrir enormes
presiones de origen volcánico, se debilitan y al libe-
rar la energía acumulada, producen también intensos
movimientos tectónicos.

La República de Guatemala, infortunadamente se


halla situada geológicamente en la plataforma de
América del Norte y aprisionada en el Oeste por la
llamada del Pacíico, y al Suroeste por la conocida
como del Coco y atravesada totalmente de Oeste a
Oriente por la del Caribe. La convergencia de estas
plataformas con sus enormes fallas le auguran un
futuro trágico que no le permitirá escapar de ser pre-
sa de constantes sismos y otros terremotos de gran
magnitud. Así deben entenderlo mis compatriotas y
convencerse que ninguna fuerza esotérica o “man-
dato divino” será responsable de las inevitables ca-
tástrofes; y mucho menos, que tales fenómenos sean
venganzas o “castigos de Dios” como insensata y per-
versamente lo dijo el cardenal y sus obispos. Quien
sí los puede desencadenar es el hombre, por medio
de poderosas explosiones atómicas subterráneas,
provocando con ellas la liberación de energía en fa-
llas escogidas de antemano. Y para conirmar esta
monstruosa posibilidad me veo obligado a citar los
párrafos de un documento oicial del Senado de los
Estados Unidos y cuyo contexto nos llena de asom-
bro, indignación y angustia, al comprobar que de las
universidades más importantes de aquella nación
ha salido un grupo de cientíicos y tecnólogos que
persiguen la dominación total de nuestro planeta,
sin importarles para lograrlo, destruir y aniquilar a
grandes sectores de la humanidad.

294
Desde hace varios meses logré obtener una copia fo-
tostática del original impreso en Inglés que contiene el
documento del Senado de los Estados Unidos titulado
así

WEATHER MODIFICATION

“Hearings before the subcomittee on Ocean and Inter-


national Enviroment of the Committee on Foreign Re-
lations. United States Senate. Ninety-Third Congress,
Secon Session on the Need for an International Agree-
ment Prohibiting the Use of Enviroment and Geophy-
sical Modiications as Weapon of War and Brieing on
Department of Defense Weather Modiication Activity.
January 25 and March 20, 1974 (Top Secret nearing
held on march 20, 1974); made public on May 19,
1974). Printed for the use of the Committee on Foreing
Relations. U.S. Government Printing Ofice. Washing-
ton: 1974.”

En español, el título y el texto del párrafo transcrito


es el siguiente:

MODIFICACION DEL ESTADO ATMOSFERICO

“Audiencias ante el subcomité para Océanos y Medio


Ambiente Internacional, Comité de Relaciones Exte-
riores, Senado de los Estados Unidos. Nonagésimo
Tercer Congreso, Segunda Sesión sobre la Necesidad
de un Acuerdo Internacional que prohiba el Uso de las
Alteraciones Geofísicas y del Medio Ambiente como
Armas de Guerra y Breviario sobre las Actividades y
Modiicación Climática del Departamento de Defensa.
Enero 25 y Marzo 20, 1974 (Ultra Secreto para las
Audiencias del 20 de Marzo, 1974; hechas públicas el
19 de Mayo, 1974). Impreso para uso del Comité de
Relaciones Exteriores. Oicina de Prensa del Gobierno
de los Estados Unidos. Washington:1974”.

295
El documento consta de 123 páginas y se halla dividi-
do en dos partes. La primera incluye el texto completo
de la Resolución número 71 del Senado de los Estados
Unidos, adoptada el 11 de julio de 1973, en la cual se
urge al gobierno norteamericano para que promueva
la irma de un acuerdo internacional que prohiba el
uso militar de las alteraciones geofísicas y del medio
ambiente. En esta primera parte se incluyen los testi-
monios de personas eminentes en los campos cientíi-
cos y tecnológicos:

- Herman Pollack, Director de la Oicina de Asuntos


Tecnológicos y Cientíicos Internacionales del Depar-
tamento de Estado;

- Benjamín Forman, Asistente de Asuntos Interna-


cionales ante el Concilio General del Departamento de
Defensa;

- James Leonard, vice presidente de Estudios sobre


Política a Seguir, de la Asociación de Naciones Unidas;

- Dr. Gordon J. F. Mac Donald, ex Director Asociado


del Instituto de Geofísica y Física Planetaria de la Uni-
versidad de California; Profesor de Asuntos Ambienta-
les en Darmouth College, Hanover, New Hampshire;

- Dr. Thomas F. Malone, Director del Instituto Hol-


comb de Investigaciones, Butler University, Indiana-
polis, Indiana;

- Dr. Howard J. Taubenfeld, Instituto de Derecho Ae-


roespacial, Southern Methodist University, Dallas, Texas;

- Pierre St. Armand, de la División Cientíica sobre


la Tierra y los Planetas, del Centro Naval de Arma-
mentos, China Lake, California.

La segunda parte del documento incluye los docu-


mentos usados en la Audiencia ultra secreta del 20

296
de marzo de 1974. En ellos se explican las actividades
utilizadas por el Departamento de la Defensa para ob-
tener las modiicaciones climatéricas y atmosféricas
sobre el Sudeste Asiático (Vietnam, Laos, Kampuchea,
etcétera). Contiene, además, cartas y mapas militares
y meteorológicos, y los testimonios de los siguientes
funcionarios del Departamento de Defensa:

- Dennis J. Doolin, Asistente para Asuntos de Asia


Oriental y del Pacíico ante el Secretario de la Defensa;

- General Ray Furlong, de la Fuerza Aérea, Asisten-


te para Asuntos Legislativos ante el Secretario de la
Defensa;

- Teniente Coronel Ed. Soyster, del Estado Mayor


Conjunto;

- Coronel Albert J. Kaehn Jr., de la Oicina del Di-


rector de Investigación e Ingeniería de la Defensa;

- William Chapin, Oicina de Asuntos Cientíicos y Tec-


nológicos Internacionales, Departamento de Defensa.

Tomando en cuenta la extensión del documento (123


páginas) sería imposible citar los serios y alarman-
tes testimonios rendidos ante la Subcomisión sobre
los graves peligros y la amenaza que encierra para la
humanidad, el empleo como “arma de guerra oculta”
la manipulación tecnológica de las fuerzas de la na-
turaleza. En otro capítulo de este libro, al tratar el
Imperialismo, se harán nuevas consideraciones sobre
los puntos más sobresalientes de este pavoroso infor-
me. Me concreto a señalar que el Poder Ejecutivo de
los Estados Unidos, presionado por la Secretaría de la
Defensa, se ha negado sistemáticamente (desde 1972)
a los requerimientos del Comité de Relaciones Exte-
riores del Senado de esa nación, para que se irme
un acuerdo internacional que prohiba como “armas

297
de guerra” las alteraciones geofísicas y ambientales
realizadas por el hombre, de las cuales, con éxito han
experimentado las siguientes:

- formación y disipación de nubes

- incremento o reducción de la capacidad de lluvia


de las nubes

- creación artificial de lluvias (desde simples lloviz-


nas, hasta torrenciales)

- formación de huracanes, tornados, ciclones o disi-


pación de los mismos

- formación y disipación de neblina

- producción o alteración en la formación de nieve

- prevención o precipitación de aludes

- cambios climatéricos de largo alcance, mediante la


licuación de partes de las capas polares y cambios en
la ubicación geográica de dichas capas

- alteración de las corrientes de los océanos

- alteración en los climas de las áreas continenta-


les (inducción de sequías o prevención de ellas; incre-
mento o reducción de la humedad del suelo en zonas
agrícolas, etcétera)

- alteraciones en la conductividad eléctrica en la io-


nesfera

- alteraciones sobre el número y frecuencia de las


descargas eléctricas en la ionesfera (rayos y relámpa-
gos) con la consecuente alteración del nivel del ruido
natural (truenos) en áreas escogidas del planeta, for-
mación de “hoyos” o “ventanas” temporales en la capa

298
de ozono de la atmósfera, para permitir el paso sin
obstáculos de las radiaciones ultravioletas del sol, las
cuales, de llegar con toda su fuerza, suprimirían todo
tipo de vida en el área afectada

- inducción de terremotos y maremotos o predicción


y prevención de los mismos.

De antemano comprendo el asombro, el desconcierto


y la angustia que se habrá apoderado de los intere-
sados, lectora o lector, ante estos hechos. Esa misma
reacción la hemos sentido nosotros al descubrir cuán
ignorantes estamos -la mayoría de los habitantes de
la tierra- de las siniestras maquinaciones tecnológicas
de los imperialistas que persiguen conservar y prolon-
gar por siglos su dominio sobre el mundo.

Ante esa monstruosa realidad, por mi parte considero


imperativo, como un deber humanitario imposterga-
ble, dar la voz de alerta y denunciar vigorosamente
esta terrible amenaza que se cierne sobre gran núme-
ro de países débiles, particularmente del Tercer Mun-
do, los cuales, por sus inmensos recursos y riquezas
naturales, serán el objetivo principal de conquista.
Sus poblaciones serán diezmadas o exterminadas to-
talmente sin piedad alguna (recuérdese siempre: Hi-
roshima y Nagasaki) haciendo aparecer los ataques
“tecnológicos” como catástrofes producidas por “fenó-
menos naturales” y, no sería remoto (dado el contu-
bernio de las Iglesias con el imperialismo), como nue-
vos “castigos de Dios”.

Así como ya existe una clara conciencia mundial de


repudio contra las armas atómicas en poder de las
grandes potencias, debe hacerse una denuncia ante
las Naciones Unidas y a todos los organismos que
se preocupan por la paz y el futuro de la humanidad
para proscribir el desarrollo y empleo de la manipula-

299
ción del medio ambiente y las alteraciones geofísicas,
como “armas de guerra oculta”.

Leamos unas cuantas líneas del testimonio del Dr.


Gordon J.F. MacDonald, dado en el seno del citado
Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Es-
tados Unidos en la audiencia secreta del 20 de marzo
de 1974:

“Entre los medios futuros para alcanzar los objetivos


nacionales por mediodela fuerza, una posibilidad se
encuentra en la habilidad del hombre para controlar y
manipular el medio ambiente natural de su planeta”.

(Parte de la exposición del Dr. MacDonald está basada


en su artículo publicado en The Viking Press, New York
en 1968, y en ese entonces ya denunciaba el cientíico
los peligros de los primeros experimentos para altera-
ciones ambientales y geofísicas).

“Una vez alcanzado ese poder equiparará al hombre


con una nueva fuerza, capaz de inligir daños indiscri-
minados y de grandes proporciones. Nuestra primitiva
comprensión actual acerca de la posibilidad de cam-
bios deliberados en el medio ambiente natural, hace
difícil imaginar un mundo en el cual los hombres se
enfrenten unos a otros por medio de la guerra geofísi-
ca. Un mundo semejante podría ser aquel en el cual
las armas nucleares han sido ya proscritas de manera
efectiva y donde los medios de destrucción en masa
han pasado a ser las catástrofes naturales. Puedo
preigurar, también, como alternativa, un mundo de
estabilidad militar nuclear, consecuencia de un equi-
librio paritario en la posesión de ese tipo de armas,
pero simultáneamente inestable debido al desarrollo,
por parte de alguna nación, de una tecnología avanza-
da, capaz de modiicar el medio ambiente natural de
la Tierra. Una tercera posibilidad es aquella en la cual
las armas geofísicas han pasado a formar parte del

300
arsenal militar normal de cada nación. En este ensayo
sostengo la idea de que ese tipo de armas (geofísicas)
son esencialmente idóneas para guerras secretas o
encubiertas”.

“Para poder apreciar correctamente las consecuencias


de la modiicación del medio ambiente dentro del con-
texto de las luchas entre las naciones, es menester
tomar en cuenta el estado actual de la materia y la
manera en que los logros más recientes en ese campo
podrían llevar, de diez a cincuenta años a partir de
ahora (1968), a sistemas militares y de guerra que ha-
rían uso de las fuerzas naturales en una forma com-
pletamente nueva e inesperada” (p. 56, doc. citado).

Respecto a los terremotos, el Dr. MacDonald dice:

Cuál es la causa de los terremotos? A lo largo de la


evolución geológica del planeta, la distribución des-
igual de los materiales radioactivos productores de
calor (que han ido acumulándose en las capas rocosas
de la corteza terrestre) ha dado lugar a las diferencias
de temperatura en la supericie de las diferentes par-
tes de la Tierra. En las áreas continentales las rocas
de granito y otras semejantes han concentrado esos
elementos radioactivos cerca de la supericie. Ningu-
na concentración semejante ha ocurrido en las regio-
nes suboceánicas, las cuales en consecuencia pueden
llegar a ser hasta cien grados centígrados más frías
que las regiones continentales correspondientes. A lo
largo de una línea horizontal, esas diferencias de tem-
peratura, debidas a su vez a diferencias en la distribu-
ción vertical de los elementos productores de calor, da
lugar a grandes tensiones termales y provoca esfuer-
zos análogos a aquéllos que producen las isuras en
las paredes de un vaso de ibra de vidrio súbitamente
llenado con agua caliente. El esfuerzo tiende a ser ma-
yor en aquellas regiones donde se observan cambios
abruptos de temperatura a lo largo de una línea ho-

301
rizontal imaginaria cuyo trazo atraviesa la corteza de
la Tierra. La tensión puede ser parcialmente aliviada
por el lujo lento y convexo de material proveniente
de las profundidades de la tierra, lujo que según al-
gunos geofísicos ha estado empujando y separando
a los continentes. Sin embargo, esa tensión también
puede ser aliviada mediante fracturas drásticas o por
medio de movimientos a lo largo de fallas ya previa-
mente existentes en las formaciones rocosas cerca-
nas a la supericie. Este último tipo de movimientos
irradia energía hacia afuera de la supericie y produce
los terremotos. Aproximadamente 200 megatones de
energía tensional es liberada de esta manera cada año
y los más grandes terremotos corresponden a libera-
ciones de energía del orden de los 100 megatones. La
cantidad de energía liberada depende del volumen del
material afectado. Los más grandes terremotos ocu-
rren a lo largo de las fallas de 1.000 kilómetros de
extensión lineal y los más pequeños ocurren en fallas
de un kilómetro o menos”.

Sobre la posibilidad de controlar los terremotos el Dr.


MacDonald se reirió a dos técnicas ya experimentadas:

“1. En el curso de las pruebas subterráneas de armas


nucleares, en Nevada, se observó que una explosión
aparentemente liberó la tensión local en ese área de la
Tierra. La hipótesis es la de que una súbita alteración
de la estructura cargada de tensiones subterráneas,
disuelve o descarga la energía tensional del material
de un área bastante grande, debido a los efectos oca-
sionados por la liberación de energía como conse-
cuencia de la explosión nuclear.

“2. Otro método para la liberación de la energía ten-


sional parece haberse encontrado en el bombeo de
agua subterránea, en Denver, Colorado, bombeo que
produjo una serie de pequeños terremotos. Aquí la
hipótesis es que el agua subterránea ha sido un lu-

302
bricante local que ha permitido que rocas adyacentes
resbalen unas sobre otras (es decir, que dicha agua ha
sido factor de inestabilidad)”.

“El uso militar de las inestabilidades que existen al


interior de la parte sólida de la Tierra, debidas a la
paulatina acumulación de energía tensional, requiere
de un mecanismo efectivo de estimulación (o descar-
ga). La instalación de un dispositivo para el bombeo
de agua (subterránea) sería una medida no solamente
torpe sino fácilmente detectable. En cambio, si se co-
noce con antelación y de manera precisa la distribu-
ción y la dinámica de las tensiones en la corteza de la
Tierra, entonces como alternativa más eiciente puede
contemplarse la liberación pausada o programada de
la energía de fallas menores, con el objeto de estimular
(activar) una falla mayor localizada a cierta distancia.
Dicha liberación pausada de energía podría conseguir-
se mediante pequeñas explosiones y así sería posible
usar esa liberación de la energía que se ha acumulado
en fallas menores localizadas a cierta distancia de fa-
llas mayores, como un medio para descargar estas fa-
llas mayores. Como ejemplo tómese la falla de la región
de San Andrés, la cual pasando cerca de los Angeles y
San Francisco es parte de la gran falla de terremotos
que circunda el Océano Pacíico. Un buen conocimien-
to de las tensiones al interior de esa gran falla podría
permitir la activación de la falla de San Andrés, me-
diante explosiones espaciadas en el Mar de la China
y el Mar de Filipinas. Por contraste con cierto tipo de
operaciones meteorológicas, es poco probable que un
ataque de esa naturaleza pueda realizarse de manera
encubierta, bajo el disfraz de terremotos naturales”.

Hasta aquí, por ahora, las aleccionadoras palabras del


Dr. MacDonald. Ellas nos sirven de base para sospe-
char, fundadamente, que el terremoto del 4 de febre-
ro de 1976 que destruyó a Guatemala, fue provocado
accidental o deliberadamente por la Agencia General

303
de Energía de los Estados Unidos, al detonar los dos
gigantescos artefactos nucleares en Yucca Flats, Ne-
vada, minutos antes de que acaeciera el sismo.

Con base en la información cientíica del Doctor Mac-


Donald, algunos de cuyos párrafos, traducidos al es-
pañol, citamos antes, hemos llegado al punto de poder
formular las respuestas, por su orden, a los interro-
gantes que planteamos en páginas anteriores de este
trabajo:

1° No es cierto que el terremoto de Guatemala se pro-


dujo

cinco horas más tarde que el estallido de las dos bom-


bas termo- nucleares estalladas el 4 de febrero (1976)
en Yucca Flats, como lo aseveró la Agencia de Investi-
gación y Desarrollo de la Energía de los Estados Uni-
dos. Los citados experimentos subterráneos (fueron
las 387 y 388 explosiones realizadas por los Estados
Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y las
287 y 288 después de la irma del tratado soviéti-
co-norteamericano de prohibición de estallidos nu-
cleares en la supericie), se llevaron a efecto 3 minutos
y 10 segundos antes de la catástrofe guatemalteca.
La otra explosión subterránea (la 389) del día 14 de
marzo (1976) tuvo lugar en Paitute, Mesa, a 160 kiló-
metros de Las Vegas y fue realizada también minutos
antes de que sus efectos llegaran hasta el territorio
guatemalteco produciendo el gran sismo de ese día.

2° La casi simultaneidad de las mencionadas tres ex-


plosiones y

los terremotos en Guatemala, no fueron una coinci-


dencia, como falazmente lo han asegurado los miem-
bros de la Agencia de Investigación y Desarrollo de la
Energía de los Estados Unidos. Del informe del citado
Dr. MacDonald se deduce que los cientíicos yanquis

304
estaban en capacidad absoluta para inducir la libera-
ción de energía hacia fallas menores situadas lejos de
su territorio y que ya sea por error, o bien deliberada-
mente, las explosiones subterráneas (dos efectuadas
el 4 de febrero y la otra el 14 de marzo) provocaron los
graves acontecimientos geológicos de Guatemala.

3° No cabe la menor duda de que los Estados Unidos,


con tal de evitar la posibilidad de un inminente terre-
moto en San Francisco, California, hayan provocado
accidental o deliberadamente los terremotos de Gua-
temala si con ellos aliviaban la presión gigantesca que
ha estado soportando la gran falla de San Andrés. Si
con el pretexto de preservar su “seguridad nacional”
han cometido los más increíbles crímenes contra la
humanidad: bombardeos nucleares sobre Hiroshima
y Nagasaki; si desencadenaron la condenable guerra
contra el pueblo vietnamita, durante la cual y mien-
tras no fueron vergonzosamente derrotados, masacra-
ron a la población civil mediante bestiales bombar-
deos efectuados con sus B- 52, cometiendo además
crímenes masivos como aquel inolvidable de May-Lay;
si ejecutaron las injustas e incaliicables agresiones
en contra de Guatemala (1954), Cuba (1961), Repú-
blica Dominicana (1965) y Chile (1973); si han sido
capaces de llevar a cabo tantos hechos monstruosos
(ahora se jactan de su nueva bomba de neutrones
“muy humanitaria, puesto que sólo destruirá al hom-
bre y no a los ediicios”), es muy razonable creer y
no tiene nada de especulativo el suponer que, delibe-
radamente, hayan activado, mediante las explosiones
atómicas subterráneas ya señaladas, las fallas de las
plataformas que bordean y cruzan Centroamérica y
penetran en el Caribe.

4° Después de la merecida derrota que el imperialismo


sufrió en su fracasada invasión de Cuba (1961), no se
ha atrevido, hasta ahora, a intentar otra nueva. Los
ha detenido la capacidad combativa y el heroísmo de

305
los cubanos, así como el temor de la segura acción de
todo el campo socialista en su defensa. Ante la impo-
sibilidad señalada, además del injusto bloqueo, han
buscado otros caminos para agredirla indirectamente
y, por tanto, no está lejos de lo real pensar que uno
de ellos ha sido el de activar la gran falla del Caimán
para destruir la Isla mediante un gran terremoto o
desencadenando un enorme maremoto que la arrase.
Las gigantescas explosiones nucleares subterráneas
efectuadas el 4 de febrero de 1976, en Yucca Flats,
Nevada, es muy posible que persiguieran ese crimi-
nal objetivo, mas los efectos letales no alcanzaron a
llegar hasta la falla del Caimán, pero sí a la falla que
circunda y atraviesa Guatemala, nación que sufrió la
hecatombe antes relatada.

Queden todos estos hechos execrables como un testi-


monio y una acusación permanente en contra de los
círculos dominantes de los Estados Unidos (genocidas
directos e indirectos de mi pueblo y de tantos otros),
quienes han roto todas las normas morales y las her-
mosas tradiciones democráticas del pueblo norteame-
ricano (desorientado, mal informado y traicionado por
sus dirigentes), al cual, sin ocultamientos de ninguna
especie, preparan ideológica y sistemáticamente, para
desencadenar una Tercera Guerra Mundial.

Corresponderá a los expertos en geología y sismolo-


gía determinar cientíicamente en el futuro, si el te-
rremoto de Guatemala fue provocado, accidental, pre-
meditadamente, o fue ajeno a las explosiones, pero
lo que sí es un hecho indiscutible y sospechoso, que
demuestra la gravedad de esos experimentos para
los cambios ambientales y ecológicos como armas de
guerra, es que el Congreso de los Estados Unidos, en
sesiones ultra secretas, por medio de su comisión res-
pectiva haya tratado el Uso de las Alteraciones Geofí-
sicas y del Medio Ambiente como Armas de Guerra, y

306
se haya espantado como el legendario brujo: de sus
propias travesuras...

Toda esa conducta belicista e inescrupulosa del impe-


rialismo, resulta tanto más despreciable y amenazan-
te, cuanto que su actual vocero, el Presidente Carter,
con una biblia en la mano e invocando hipócritamente
el nombre de Dios -tratando así de engañar a su pro-
pio pueblo y a los del Tercer Mundo- ha izado la falsa
bandera de los “derechos humanos”, que su gobier-
no viola internamente y ayuda a violar en nuestras
naciones, mientras en la otra mano -como ingeniero
nuclear que es- mantiene los dedos sobre los botones
electrónicos de las armas más mortales que el hom-
bre ha podido imaginar y chantajea al mundo con su
nuevo juguete: la bomba de neutrones...

307
308
BIBLIOGRAFIA

Periódicos guatemaltecos : El Gráico, Prensa Libre,


La Hora, La Nación,

La Hora Dominical (meses de febrero, marzo, abril y


mayo de 1976).

Revista : Time Magazine (diciembre, 1975).

Revista : National Geographical Magazine (Terremoto


en Guatemala, 1976).

Weather Modiication (U.S. Government Printing Ofi-


ce, 1974). 1974). Traducción de Weather Modiication
on: Otomel Molina, 1976.

309
310
ANEXO 2

RESOLUCION PRESENTADA POR LA DELEGACION


DE GUATEMALA SOBRE:

“Una táctica ideológica imperialista de


desestabilización: tildar de terrorismo a los
movimientos democráticos y deliberación” ‘

311
312
Antecedentes históricos

En cuanto el fascismo hizo presa del Continente eu-


ropeo y antes de que se desencadenara la Segunda
Guerra Mundial, entre los métodos para consolidar el
sistema, institucionalizó la violencia y el terror contra
las poblaciones civiles dominadas, al mismo tiempo
que por medio de los aparatos ideológicos de la infor-
mación deformaba sistemáticamente la verdad.

Durante la agresión que los Estados Unidos realiza-


ron en contra del Vietnam y antes de ser derrotados,
entre los métodos que emplearon contra los sectores
de la población civil de Saigón que apoyaban o simpa-
tizaban con la lucha de liberacion, el terrorismo ocupó
el primer lugar. El ex Jefe de la CIA, William Colby,
organizó y dirigió personalmente la “Operación Fénix”
en la cual bandas de asesinos estadounidenses trans-
portados a esa ciudad, bajo la promesa de rebajarles
las condenas si cumplían con “honor” su misión, se
encargaban del secuestro, torturas salvajes (mutila-
ciones, castraciones, empleo de reptiles, insectos y ra-
tas) y luego del asesinato de los infelices que caían en
sus manos.

En junio de 1954, una vez el gobierno constitucional


del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán fue derrocado en
Guatemala, por la intervención y agresión armada de
los Estados Unidos y la traición interna de los mili-
tares a su servicio, los asesores yanquis aconsejaron
al primer régimen fascista que habían instalado en el
poder en el Continente, institucionalizar la violencia y
el terror contra el pueblo, como medio para consolidar
el nuevo sistema.

Entre los años de 1965 y 1968, los veintisiete expertos


yanquis trasladados del Vietnam a Guatemala, se en-
cargaron de tecniicar los métodos terroristas contra

313
la población y empleando los mismas tácticas de la
citada “Operación Fénix” crearon las organizaciones
paramilitares de asesinos para ultimar a los simpati-
zantes y colaboradores de los guerrilleros que opera-
ban en el país y para eliminar a todos los opositores
al gobierno. Así aparecieron La Mano, NOA, CADEG,
Buitre Justiciero, el Escuadrón de la Muerte y, más
recientemente, el ESA (Ejército Secreto Anticomunis-
ta), organizaciones que han cometido los más horren-
dos crímenes contra la ciudadanía.

Que por otra parte a escala mundial, el imperialismo


con sus aparatos ideológicos de información que con-
trola en todo el mundo capitalista, ha desatado una
campaña internacional con el propósito de confundir
a la opinión pública, identiicando la lucha de los pue-
blos contra el neofascismo y las acciones de legítima
autodefensa contra los aparatos represivos del siste-
ma, con las acciones aisladas cometidas por personas
o grupos de delincuentes que persiguen ines de lucro
mediante el secuestro de personas o de aviones co-
merciales.

Estas acciones aisladas, que sí son terroristas, son


condenables y merecen el más absoluto repudio y la
aplicación de severas sanciones en el orden penal.

Acción de solidaridad

Que es urgente y necesario desenmascarar esa táctica


desestabilizadora imperialista, de confundir el terro-
rismo de los delincuentes, con el derecho de legítima
defensa de los pueblos que se han visto obligados,
para repeler y combatir la violencia fascista institu-
cionalizada, por medio de la contraviolencia revolu-
cionaria.

Que como un acto de solidaridad de todas las fuer-


zas democráticas y revolucionarias antiimperialistas
del mundo entero con las justas luchas de liberación
314
de nuestros pueblos, se debe denunciar por todos los
medios a su alcance, esta nueva táctica desestabiliza-
dora de los imperialistas.

La Conferencia por la Paz, la Soberanía y la


Independencia Económica*

INSTA a todas las delegaciones presentes a que hagan


un llamamiento a todos los partidos, organizaciones
democráticas y progresivas en sus respectivas nacio-
nes, para desenmascarar ante el mundo entero esta
nueva táctica desestabilizadora imperialista, de tildar
de “terrorismo”, a la legítima lucha de liberación con-
tra el fascismo, en que se hallan empeñados nuestros
pueblos.

México, D.F., a 4 de febrero de 1978

315
316
ANEXO 3

SOBRE GUATEMALA

317
Dada la represión genocida y fascista implementada
en Guatemala desde la intervención norteamericana
en 1954 y el recrudecimiento de los asesinatos, tor-
turas y desapariciones de personas en estos últimos
tiempos, frente a las luchas del pueblo por sus liberta-
des y su bienestar económico. Y en virtud que ese ge-
nocidio ha sido llevado a la práctica mediante bandas
paramilitares y entendimientos policíacos y militares
regionales como el Consejo de Defensa Centroameri-
cano -CONDECA-. esta Conferencia por la Paz, la So-
beranía y la Independencia Económica,

C O N D E NA la represión fascista y paramilitar que


se practica en Guatemala por la oligarquía y el impe-
rialismo, y da su apoyo solidario al Pueblo de Guate-
mala, a los obreros, campesinos, estudiantes y per-
sonas progresistas en su lucha contra sus opresores.

México, D.F., a 4 de febrero de 1978.

318
ANEXO 4

ACLARACION Y DENUNCIA DEL CORONEL

CARLOS A. PAZ TEJADA

319
Guatemala, 4 de octubre de 1960.

Señor Director del Diario Prensa Libre

Ciudad.

Señor Director:

En la página ocho de la edición de hoy de su leído pe-


riódico, aparece la transcripción de un boletín oicial
en el que una vez más se hace igurar mi nombre, sin-
dicándoseme como encargado de realizar operaciones
subversivas en connivencia con el gobierno de la Re-
pública de Cuba. Aunque el crédito oicial, tanto en lo
que se reiere a sus publicaciones como en todas sus
actuaciones en las que se requiere crédito o respeto
de la ciudadanía y del mundo exterior, ha llegado, por
la irresponsabilidad y la falta de honestidad que han
demostrado los funcionarios públicos, a tan bajo nivel
como nunca lo ha estado; y aunque ya en distintos
órganos de prensa se ha emitido opinión al respecto
de este género de publicaciones ya no sólo alarmantes
e irrespetuosas de la honra de las personas, sino de-
initivamente mentirosas, considero mi deber y mi de-
recho aclarar esta situación, denunciando, tal vez sólo
para que quede constancia histórica, lo que todo el
mundo sabe pero que hasta ahora no se dice con toda
franqueza y claridad, cuáles son los móviles y objetivos
de esta clase de publicaciones viles y calumniosas.

DENUNCIO: ante la conciencia nacional que toda la


publicidad que se ha hecho sobre supuestos propósi-
tos intervencionistas de parte del Gobierno de Cuba
en Guatemala, en connivencia con algunos ciuda-
danos guatemaltecos, es falsa y tiene por objeto que
haya un pretexto para cohonestar la invasión que en
Guatemala se está preparando contra Cuba.

320
Esta intervención conlleva una serie de compromisos
y concesiones que el presidente (que se insiste inade-
cuadamente en llamarse constitucional) de la Repú-
blica, ha contraído en nombre de Guatemala, ponien-
do en grave riesgo la independencia y soberanía na-
cionales, por sí y ante sí sin consultar siquiera, ya no
digamos someter a aprobación ante el Congreso de la
República como debiera ser, al adquirirse compromi-
sos tan graves, en un país donde hubiera un Gobier-
no Constitucional, Representativo y Parlamentario y
como si Guatemala fuera su propiedad privada.

Aunque en el Congreso de la República se han hecho


tímidas insinuaciones sobre estos compromisos, tales
preguntas se han satisfecho unas veces con las des-
caradas mentiras con que los miembros del ejecutivo
han respondido y otras veces, ni siquiera han sido con-
testadas y ahí termina todo, distrayéndose la atención
pública con algún nuevo de los múltiples escándalos
de que está saturada nuestra vida nacional por el alto
grado de descomposición social a que la han llevado
tantos años de corrupción política, de defraudación al
pueblo y de carencia de valores humanos.

DENUNCIO, públicamente, que en la inca Helvetia,


propiedad del señor Miguel Ydígoras Fuentes, encu-
bierta por los hermanos Alejos, se ha establecido una
base militar y aérea extranjera, con carácter de secre-
ta, donde se realizan obras destinadas a una guerra
de agresión, donde hay un cuerpo armado ajeno a las
instituciones nacionales legítimas, integrado por ex-
tranjeros y algunos guatemaltecos mercenarios. En
este lugar se ejerce un control y vigilancia que impi-
den la circulación de los ciudadanos guatemaltecos en
forma amenazadora y humillante como sólo se ve en
países ocupados por ejércitos extranjeros o en aque-
llos regidos totalitariamente. La pista de aterrizaje en
la ciudad de Retalhuleu y la radiodifusora establecida

321
en el Puerto de Santo Tomás, ahora llamado Matías de
Gálvez, no son más que anexos de funciones secun-
darias a las obras secretas, destinadas a ser la parte
visible de ellas para engañar al tantas veces engaña-
do pueblo de Guatemala. Es una descarada mentira
decir que la “iniciativa privada” invirtió ochocientos
mil quetzales en un aeropuerto para exportar cama-
rón (no habiendo una lota adecuada para pescarlo) o
que se invierta una enorme suma -no presupuestada
ni iscalizada- en una radiodifusora, cuando al mismo
tiempo se cierran otras fuentes de trabajo por la ban-
carrota a que la deshonestidad administrativa actual
ha llevado al país. Nadie lo ha creído, pero nadie lo ha
desmentido públicamente.

Los móviles que han llevado al gobernante a esta


política de impúdico entreguismo son obviamente,
conseguir la posición vacante de Trujillo y, mediante
alianzas militares pactadas secretamente y de mane-
ra personal, y sin ninguna cortapisa legal, ya que la
legalidad está desterrada del país, asegurarse la per-
manencia en el poder, que le ha sido tan productiva a
él y a sus parientes y allegados, permanencia que ve
amenazada por el enorme descontento de todas las
capas sociales, especialmente las populares, debido a
su fracaso como administrador y a su nulidad como
estadista.

DENUNCIO, que lo airmado en el boletín de referen-


cia, publicado cuando ya va siendo tiempo de emitir
otro decreto de suspensión de garantías, es totalmen-
te falso. Ningún avión de la Fuerza Aérea Nacional ha
atacado a ninguna goleta en aguas del Caribe. Esto
puede investigarse. Ninguna expedición se prepara
contra Guatemala y, por mi parte, declaro bajo pala-
bra de honor, (lo que todavía es válido entre muchas
personas, a pesar de la gran corrupción moral a que
se está llegando) que es absolutamente FALSO lo que
se airma con respecto a mi persona.

322
Yo conjuro a los diputados al Congreso, al menos a
aquellos que no son producto de ninguna imposición
oicial y que no tienen intereses contraídos con el ac-
tual régimen, a los ciudadanos y periodistas promi-
nentes y honestos, a los Militares patriotas y a los
guatemaltecos en general, que amen la libertad y la
independencia nacionales, sin distinción de su opi-
nión política, sin que esto tenga ninguna tendencia de
partido e ideología, a que ijen su atención y unan sus
voces de protesta exigiendo que se investigue lo que
aquí denuncio y se rectiiquen todos los actos ilegales
e inconstitucionales que se han cometido y se están
cometiendo, bajo pena de que, de lo contrario, podrán
ser acusados ante la historia patria como cómplices
y encubridores, por su cobardía e indiferencia ante
los actos antipatrióticos que sólo encuentran compa-
ración en los de aquellos gobernantes nicaragüenses
que importaron a William Walker y sus ilibusteros
hace poco más de un siglo.

Yo sé que esta actitud mía va a recrudecer la perse-


cución en mi contra, pero no lo temo ni me arredra.
Hay un momento en la vida en que debe ponerse un
hasta aquí a las claudicaciones y temores. Por otra
parte, sin haber hecho nada que lo justiique, ya hace
mucho tiempo que estoy sentenciado, junto con otros
ciudadanos, para ser liquidados y presentados como
justiicación de la pretendida interferencia castrista
en Guatemala, con el propósito de solicitar interven-
ción y auxilio militar extranjero en los asuntos inter-
nos del país. Sería digna de admiración, si no lo fuera
de desprecio, la constancia con que, desde la coloca-
ción de la primera bomba en la puerta de la Embajada
Norteamericana y la oiciosa aparición del “presidente
de la República”, en menos tiempo casi del que hubie-
ra necesitado para escaparse el que la haya puesto,
ametralladora al hombro, cual otro policía más, se ha
venido pordioserando la benevolencia, hasta vencer

323
la original repugnancia de los funcionarios de dicha
Embajada. Muchos de los propósitos que arriba de-
nuncio contra otros ciudadanos y contra mí, lo hemos
sabido a través de iltraciones que han tenido algunos
de los policías-criminales que manejan nuestra “alta
política”.

Ante la falta de garantías permanentes que me ha to-


cado vivir ya hace varios años; ante los allanamientos
que ha sufrido mi domicilio, con o sin suspensión de
garantías; ante lo que la experiencia en mi propia per-
sona me ha enseñado, aunque ya es reconocido hasta
por los más distinguidos juristas, de que no existe un
régimen de legalidad en el país; ante el prolongado
ataque calumnioso y difamador de que he sido objeto
de parte de las autoridades; he llegado a la conclusión
de que la única protección a la inviolabilidad de mí
persona, radica en los medios que yo pueda proveer
para protegerme. (Informo que hay muchos guate-
maltecos que han llegado a la misma conclusión). Por
esa razón me he puesto a resguardo y continuaré en
esa actitud en cualquier lugar de la República donde
pueda guarecerme y de donde pueda evitar por los
medios que sean necesarios, los atentados contra mi
persona de parte de los esbirros de un régimen al que
por experiencia personal caliico como despótico y al
que todos, salvo los que con él se beneician, estarán
de acuerdo en caliicarlo como inconstitucional, mal-
versador y antipatriótico. Si esta determinación puede
caliicarse como rebeldía, por la pérdida de respeto a
las autoridades que ha traído consigo la falta de res-
petabilidad de las mismas, estamos en situación de
que los términos legales pueden ser empleados por
una y otra parte sin que se pueda de momento de-
terminar quién los emplea justamente y sólo quedan
incólumes los valores morales y de justicia. Por otra
parte, creo que algún día se llega a una encrucijada
donde, o se sigue un camino de renunciación a los de-

324
rechos naturales, sin que esto necesariamente apla-
que a los perseguidores, o se toma el de la dignidad
y el decoro, pase lo que pase. Yo escojo este camino
último y creo que muchos otros guatemaltecos están
siendo llevados a esa encrucijada. El futuro próximo
dirá qué pasa.

Agradeciendo al señor Director la publicación de la


presente, me reitero con toda consideración su atento
y S.S.

Ing. Carlos A. Paz Tejada

325
326
ANEXO 5

Guillermo Toriello Garrido

REPERCUSIONES, DUDAS Y ESPERANZAS EN


AMERICA LATINA ANTE LA ELECCION

DE JAMES EARL CARTER

MEXICO - ENERO DE 1977

327
La vida política de Guillermo Toriello está vinculada
sobre todo al gobierno de Arbenz. Además, ya en el
destierro, cuando la derrota del régimen democrático
en 1954, se consagró a denunciar al imperialismo y a
la represión en Guatemala. Sus obras escritas en esos
años sirven a tal propósito. Son varios centenares de
páginas, con información documentada y de primera
mano. Tuvo la máxima responsabilidad en nuestra po-
lítica internacional, como embajador en México, la OEA
y Washington, ministro de Relaciones Exteriores de
Arévalo y de Arbenz, y varias veces jefe de nuestra
delegación ante la ONU y en la X Conferencia Interna-
cional Americana, la Conferencia de Caracas, en 1954.

328
Cuernavaca, Morelos, 9 de diciembre de 1976

Excelentísimo señor James Earl Carter

Presidente Electo de los Estados Unidos Plains,


Georgia Estados Unidos de Norteamérica

Señor Presidente:

El día de hoy, precisamente, se cumplen diez y seis


años de la fecha en que desde la Ciudad de Guatema-
la, República de Guatemala, mi país natal, me permití
escribir una carta abierta al entonces también Pre-
sidente Electo de Estados Unidos, Señor John Fitz-
gerald Kennedy. En ella le expresaba los optimistas
sentimientos que embargaban en esa época a fuertes
sectores de la población de nuestra América, con mo-
tivo de su triunfo y de la llegada al poder del Partido
Demócrata. Tengo el honor de adjuntarle copia de ese
documento.

En esta otra ocasión, en que Usted, Señor Presidente


Carter, ha logrado una gran victoria electoral, el Par-
tido Demócrata ha conquistado el dominio absoluto
de las Cámaras de Diputados y Senadores y el Partido
Republicano ha vuelto a sufrir un gran revés, me tomo
la libertad de enviarle, también, una carta abierta. Su
inalidad esencial es la de hacerle saber las repercu-
siones que su nombramiento ha tenido en nuestros
países, al mismo tiempo que, respetuosamente, ma-
nifestarle las esperanzas y las dudas que de su futura
administración, tienen nuestros pueblos.

En la carta al Señor Presidente Kennedy le hacía de


su conocimiento que los grupos más democráticos de
nuestras naciones, con toda buena fe, creían en aque-

329
llos años, que la derrota del Partido Republicano -crea-
dor y sostenedor de las políticas del “gran garrote” y
de la “diplomacia del dólar”- determinaría un cambio
radical y favorable en las injustas relaciones que los
Estados Unidos sostenían con nuestros países. Además
tenían conianza en que la ascensión al poder de un
Presidente demócrata, signiicaría el ejercicio de una
efectiva política de “buena vecindad” basada ésta en el
respeto mutuo y en el de los principios consagrados por
el derecho internacional, particularmente, en los de “no
intervención” y de autodeterminación de los pueblos.

A pesar de la buena voluntad que haya animado al


Señor Presidente Kennedy, para llevar adelante una
política hacia América Latina como la señalada antes,
es indiscutible que sus propósitos se enfrentaron a la
férrea oposición de los círculos económicos y militares
que dentro de su nación, constituyen las poderosas
fuerzas dominantes y decisivas. No debemos olvidar
que precisamente esas fuerzas dominantes, fueron las
creadoras de la llamada “guerra fría”, durante el pe-
riodo en que le tocó gobernar.

Los pueblos de nuestra América, de grandes tradicio-


nes mágicas y religiosas -obligados desde la colonia
española a optar por el catolicismo- se entusiasmaron
con las noticias de que el Presidente Kennedy también
practicaba esa doctrina. Por ese motivo estaban ilu-
sionados con la idea de que su actuación se ajustaría
a las normas éticas y morales de un auténtico cris-
tianismo. Ignorantes, en su mayoría, de las presiones
que le obligaron a continuar la injusta guerra contra
el Vietnam, a perpetuar la injustiicable y fracasada
invasión de Cuba en 1961, así como a iniciar contra
ella un bloqueo militar y económico, se sintieron por
esos hechos, profundamente desconcertados. Tales
acciones eran una demostración evidente de que, en
contra de lo que habían esperado, no habría ningún
cambio favorable en las relaciones interamericanas.

330
Otro gran descontento lo tuvieron con la llamada
Alianza para el Progreso, creación del propio Presi-
dente Kennedy. Idealísticamente creyó su fundador
que dicha organización contribuiría a promover el
efectivo desarrollo económico y social de la región, a
sacar a las grandes mayorías de su atraso secular y
a mejorar básicamente sus niveles de vida. A pocos
años de su funcionamiento, la ALPRO demostró ser
un instrumento al servicio exclusivo de los grandes
monopolios estadounidenses y de sus aliadas, las cla-
ses dominantes de estas naciones, mientras que las
masas se hundían más en la miseria y sufrían mayor
explotación.

A la muerte del Presidente Kennedy, su vicepresiden-


te, señor Lyndon Johnson, ascendió a la Primera Ma-
gistratura de los Estados Unidos. No obstante ser él
también miembro del Partido Demócrata, escaló terri-
blemente la guerra contra el Vietnam y, en este Con-
tinente, ordenó la intervención arbitraria y la invación
-con veinte mil “marines”- de la República de Santo
Domingo, en 1965.

Sería imposible señalar en esta carta, por lo limitado


del espacio, todas las agresiones que también los de-
mócratas han cometido contra nuestra América y otras
regiones del mundo, mas no podemos pasar por alto
mencionar el inhumano e innecesario genocidio come-
tido contra las poblaciones civiles japonesas de Hiros-
hima y Nagasaki, al autorizar el ex Presidente Harry
Truman su aniquilamiento con bombas atómicas.

En verdad, Señor Presidente Carter, antes de usted,


ningún Presidente, desde luego no me reiero a los Re-
publicanos, sino a los Demócratas, ha podido, aunque
haya querido, realizar un sincero y efectivo acerca-
miento, ni un cambio equitativo en cuanto a las rela-
ciones de su país con nuestras naciones. Por el con-
trario, al igual que todos los Presidentes republicanos,

331
también los demócratas han intervenido y agredido a
esta otra parte del Continente, sin solución de con-
tinuidad. A estas indiscutibles realidades obedecen,
entre otras circunstancias las dudas que invaden a
los que desearían que durante su administración, us-
ted efectuara un cambio fundamental, favorable y jus-
to en el trato, hacia nuestra América.

Muchos latinoamericanos comprendemos que a


pesar de sus buenas intenciones, expresadas en sus
promesas electorales, e inspiradas en su buena fe, de
ninguna manera podrán llevarse a cabo.

Nuestro escepticismo proviene del conocimiento cien-


tíco de las leyes de la dialéctica, de cuyo marco histó-
rico no pueden escapar los Estados Unidos, aunque lo
deseen vivamente. Estados Unidos, Señor Presidente
Carter, debido a su estruc tura económica es un país
imperialista. Por esa misma situación interna, nin-
gún Presidente hasta ahora, sin importar el partido
a que pertenezca, ha podido actuar libremente, y de
acuerdo con sus ideales particulares. Usted como sus
antecesores, se halla sentado en la cúspide, de gigan-
tesca pirámide, cuya enorme base de miles de tone-
ladas de intereses, está integrada primordialmente,
por las grandes y poderosas transnacionales, unidas
éstas al no menos omnipotente binomio militar- in-
dustrial de esa nación. Intentar mover esa pirámide,
hacia un lado más justo y humanístico, es tarea im-
posible para un solo hombre. Necesitaría el concurso
de millones de personas de buena fe que le ayudaran
y que al mismo tiempo la base de la citada pirámi-
de perdiera su peso por desintegración de las fuerzas
que la componen -lo cual no sería remoto, dadas las
contradicciones que aquejan al capitalismo- sólo así,
lograría Usted desplazarla hacia equitativos caminos
de entendimiento. La historia próxima de su gobierno
nos dará las pruebas de sus esfuerzos en ese sentido,
al mismo tiempo que las respuestas a las dudas de

332
nuestros pueblos y al escepticismo que me he permi-
tido manifestarle.

En esta sombría hora que vive nuestra América casi


la totalidad de sus pueblos dotados de una enorme
vocación libertaria, probada a lo largo de siglos en sus
luchas independentistas y en su permanente afán de
lograr una vida democrática que les permita forjar
sus propios destinos, les ha sido imposible alcanzar
esas metas por cuanto fuerzas externas, procedentes
en particular de los Estados Unidos, han frenado el
cumplimiento de dichas aspiraciones. Sólo Cuba, gra-
cias al heroísmo de su pueblo y de sus dirigentes, así
como al decidido apoyo del internacionalismo socialis-
ta ha logrado constituirse en el único “territorio libre
en América”, a pesar de las continuas agresiones y del
injustiicable bloqueo económico a que la tiene some-
tida los Estados Unidos.

Una simple mirada a lo largo de América Latina basta-


rá para conirmar el oprobioso panorama de opresio-
nes, cárceles, torturas y muertes, que ensombrece y
martiriza a nuestros pueblos. Además de esas vergon-
zosas condiciones políticas, las económicas son aún
más insultantes: viven en situaciones infrahumanas,
víctimas de la desnutrición, el hambre, las enfermeda-
des, el analfabetismo y la explotación inmisericorde.

De todas estas dramáticas e injustas situaciones, la


acción del imperialismo estadounidense, es responsa-
ble en gran parte. En su lucha por mantener bajo su
dominio nuestros recursos y riquezas naturales y en
su afán de obtener a bajísimos precios nuestras in-
dispensables materias primas, no ha tenido el menor
escrúpulo en propiciar los golpes de estado en contra
de gobiernos constitucionales, democráticos y nacio-
nalistas, para implantar en su lugar -como lo hicieron
en Guatemala en 1954 y en Chile en 1973- regímenes
militares, antinacionales, obsecuentes y fascistas.

333
Ante esa durísima realidad, nuestros pueblos se ha-
yan ante una grave encrucijada: o logran alcanzar su
propia liberación por los caminos de la democracia o
la conquistarán por cualquier medio, inclusive por el
de la violencia.

Los Estados Unidos no son ajenos a dar una solución


a esta seria alternativa en que se hallan nuestros paí-
ses. Bastaría a su gobierno cesar el apoyo económico,
militar y político que ha otorgado y sigue brindando a
esos citados regímenes militares, para que hubiera una
verdadera eclosión democrática en todo el Continente.
Por el contrario si el Departamento de Estado persiste
en su injusta política de fomentar en nuestra Améri-
ca la cruel escalada fascista, seguirán, confrontando
la enorme responsabilidad de haber lanzado a nues-
tras juventudes -en defensa de su supervivencia, de su
futuro y el de sus hijos- a una encarnizada y terrible
lucha armada, la cual será invencible, como lo fue la
del pueblo vietnamita hasta lograr su liberación total.

Señor Presidente Carter:

Llega Usted al poder de su nación en condiciones y


circunstancias verdaderamente excepcionales y posi-
tivas. La correlación de las fuerzas internacionales y el
proceso mundial, han sufrido cambios substanciales;
existe la coexistencia pacíica y avanza la distensión
con el campo socialista; se han terminado las últi-
mas guerras (Arabe-Israelí, Vietnam y Líbano) y están
abiertos caminos de entendimiento para solucionar
algunos problemas pendientes entre las naciones. Su
partido, el Demócrata, controla abrumadoramente las
Cámaras y el Congreso de su país, lo cual le da la ven-
taja de que ya no se formulara de manera bipartidista
exclusiva, la futura política interna e internacional de
esta nación.

334
Ante tales circunstancias y condiciones expuestas,
Usted, Señor Presidente Carter y su Partido Demócra-
ta, serán los únicos responsables del mantenimiento
de la paz internacional, así como de llevar adelante,
con todos los países de la tierra y en particular con los
de nuestra América, una política más honesta, justa,
equitativa y humanista. Por esos factores históricos,
se hallan Ustedes ante los ojos de todo el mundo, que
desea y espera que hagan honor a este gran reto de la
humanidad.

Respetuosamente,

GUILLERMO TORIELLO GARRIDO

335
Excelentísimo Señor John Fitzgerald Kennedy
CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE
JOHN F. KENNEDY
Guatemala 9 de Diciembre de 1960
Presidente Electo de los Estados Unidos Boston, Mass. U.S.A.

Señor Presidente:

El triunfo del Partido Demócrata al ganar las eleccio-


nes presidenciales, después de haber logrado la ma-
yoría de puestos en las Cámaras de, Diputados y Se-
nadores, es una evidente demostración del deseo del
pueblo estadounidense, a poner in, totalmente, a la
administración del Partido Republicano, con la espe-
ranza de obtener un mejoramiento de las condiciones
internas dentro de sus propias fronteras y una efecti-
va era de paz internacional.

En todos los pueblos de nuestra América Latina, la


derrota del Partido Republicano ha sido recibida con
verdadera alegría, pues se temía fundamentalmente
la continuación de su equivocada política internacio-
nal que en los últimos ocho años se caracterizó por su
tendencia agresiva, imperialista y abiertamente inter-
vencionista.

Siendo Usted un hombre joven, universitario y de só-


lidos principios morales y democráticos, su elección
como Presidente de los Estados Unidos, ha llevado a
los pueblos de nuestra América la esperanza de que
al frente de su partido restablecerála era de compren-
sión y respeto internacional iniciada por el gran Presi-
dente Franklin Delano Roosevelt que se llamó “buena
vecindad” y que hará efectivo, entre nosotros, el prin-
cipio de no intervención en los asuntos internos de
nuestros países y respetará también, el de libre auto-
determinación de los pueblos.

336
La administración del Partido Republicano remplazó
dicha política amistosa y, con una concepción estric-
tamente de mercaderes, creó la de los “buenos socios”
en la cual, dados los hechos, resultó que la penetra-
ción del capital monopolista en condiciones de pri-
vilegio y excepción, causaron el desquiciamiento de
nuestras economías, debido al natural fenómeno de la
descapitalización que producen los mismos.

Pero no se contentaron con eso. Los consorcios


inancieros estadounidenses, apoyados descarada-
mente por el Departamento de Estado, se han en-
cargado de seguir adelante la inicua explotación de
nuestros recursos y riquezas naturales, no tan sólo
exigiendo el cumplimiento de contratos injustos e ile-
gales, impuestos hace más de medio siglo a gobiernos
tiránicos y antipatrióticos, sino impidiendo al capital
nacional el desarrollo de nuestras incipientes indus-
trias. También han ejercido toda clase de presiones
y coacciones sobre los gobiernos para impedirnos el
ejercicio de la libertad de comercio con otras naciones,
amenazándolos con el boicot y la agresión económica.
En una palabra, han establecido una dominación in-
tegral de tipo colonialista, incompatible con la digni-
dad y soberanía de nuestras naciones.

No se ignora en América Latina, Señor Presidente,


que la política internacional de los Estados Unidos,
se formula y dirige en forma bipartidista, lo cual hace
responsable tanto a los Republicanos como a los De-
mócratas, de los abusos cometidos y que siguen eje-
cutando contra las naciones débiles como las nues-
tras. Se sabe también que durante la administración
del Partido Republicano, debido a la intransigencia de
sus más destacados dirigentes, se mantuvo al mun-
do “al borde de la guerra”, con grave riesgo para la
paz universal y el destino de la humanidad. Al mis-
mo tiempo es del dominio continental el hecho de que
esos mismos círculos dominantes, en las relaciones

337
interamericanas, restablecieron la injusta y ofensiva
política del “gran garrote”.

Como hombre ilustre que es Usted, indudablemente


conoce a fondo la historia de nuestra América Latina,
sus extraordinarias culturas del pasado, sus glorio-
sas luchas independentistas, sus grandes esfuerzos
y gestas revolucionarias para alcanzar nuevas etapas
de superación, así como la angustiosa tragedia en que
viven actualmente sus poblaciones, presas de tanta
miseria, ignorancia y enfermedad. Esta situación tie-
ne sus raíces en la desigualdad social originada por
la conquista española y mantenida por los grupos
minoritarios que al substituir el poder de la corona
con la independencia, perpetuaron los sistemas de
dominación feudo-coloniales sobre las grandes mayo-
rías indígenas. Aunque algunas naciones han logrado
superar esta fase de injusticia social y han obtenido
apreciables progresos materiales en algunos aspectos,
la realidad es que aun en ellas, el nivel de vida de los
habitantes, especialmente el de las masas campesi-
nas, es infrahumano.

Cuando nos enteramos de los asombrosos adelantos


tecnológicos, del dominio ya obtenido por el hombre
sobre los secretos de la vida, la materia y el espacio,
el contraste de aquella situación miserable e injusta,
que también viven los pueblos de Africa y Asia, es aún
más doloroso e indignante, sobre todo si se toma en
cuenta que esas grandes mayorías viven en regiones
ricas, fértiles y feraces, las cuales de ser trabajadas y
explotadas en su propio beneicio y aprovechamiento,
cubrirían plenamente todas sus necesidades de or-
den material.

Los Estados Unidos, Señor Presidente, han contribui-


do en gran parte a mantener esa situación de injus-
ticia social en nuestra América Latina. Preocupados
exclusivamente de extender su dominio económico

338
sobre el resto de nuestro Continente, no han tenido
el menor escrúpulo de usar hasta la violencia arma-
da, para el logro de sus propósitos imperialistas. Es
un hecho histórico que durante los últimos cien años,
nuestra América ha sido agredida por Ustedes hasta
la fecha, más de 47 veces y las intervenciones han
sido tan numerosas, que bien podría decirse que exis-
te una intervención permanente en nuestros asuntos
internos.

Haciendo caso omiso de la realidad internacional,


el Departamento de Estado persiste en proclamarse
nuestro autoprotector contra “las fuerzas del mal” y,
en nombre de ese rol que se arroga arbitrariamente
obliga a nuestra América a someterse a condiciones
que, al inal de cuentas solamente vienen a favorecer
a Estados Unidos en su creciente hegemonía sobre el
Continente. Precisamente en estos días, al margen de
los Organismos Internacionales, el Presidente Eisen-
hower ha ordenado el patrullaje marítimo y aéreo de
nuestras costas y las de Nicaragua, dando con ello
una muestra más de irrespeto a nuestras soberanías
y de su clara política intervencionista.

Cada día es más hondo el deterioro de las relaciones in-


teramericanas debido a que el Departamento de Esta-
do, para sus ines de dominación política y económica
de nuestras naciones, ha logrado tergiversar el hermo-
so contenido del sistema que Ustedes llamaban “pana-
mericanismo” introduciendo en él resoluciones que con
el pretexto de combatir el “comunismo internacional”
son en realidad, instrumentos para mantener aherroja-
dos a los pueblos y sujetarlos a condiciones antidemo-
cráticas y violatorias de los derechos humanos. Estas
resoluciones han sido impuestas a la mayoría de los
miembros del sistema interamericano, a base de pre-
siones, coacciones o con la complicidad de represen-
tantes de gobiernos serviles o antipopulares.

339
Otra causa de la desconianza y el empeoramiento
de las relaciones de nuestra América con los Estados
Unidos, y Usted no puede ignorarlo, es la alianza de
su nación con los países que aún detentan colonias
en nuestros territorios. En varias conferencias inte-
ramericanas se ha planteado con energía el deseo de
nuestros pueblos a poner in a ese sistema anacróni-
co e injusto. A excepción de los Estados Unidos, que
siempre se “abstiene” de votar, los veinte países de
América Latina han dado su voto unánime y favorable
para que termine la dominación extranjera en Belice,
Las Malvinas, Las Guayanas, etcétera. Resulta pues
un contrasentido que frente al hecho real del coloniaje
en nuestra América los Estados Unidos mantengan
discretamente guardada la declaración del Presidente
Monroe, que Ustedes llaman “doctrina” y que hagan
alarde de ella cuando alguna nación de nuestra Amé-
rica hace una revolución democrática y nacionalista,
que menoscabe en alguna forma el dominio económico
de los consorcios estadounidenses. Asimismo en el or-
den económico existen numerosas circunstancias que
fomentan la falta de conianza de nuestros pueblos
hacia el decantado “buen trato” de sus poderosos ve-
cinos. Tenemos por ejemplo, la fútil lucha que vienen
librando nuestros países desde hace varios años por
lograr una justa y aceptable relación entre los precios
de las materias primas que exportamos y los precios
de los productos manufacturados que importamos de
los Estados Unidos. El marcado desequilibrio existen-
te en dicha relación es un factor decisivo en la estag-
nación de nuestro progreso económico. Es cierto que
el gobierno de los Estados Unidos no ha creado di-
rectamente esa situación, pero es indudable también,
que tienen a su alcance los medios para remediarla o,
por lo menos, para aliviarla decisivamente, lo cual no
ha hecho hasta ahora. Más bien en diversas ocasiones
hemos visto seriamente dañada la economía de uno o
varios de nuestros países por el lanzamiento al mer-

340
cado por el Gobierno de Estados Unidos, de grandes
cantidades de excedentes agrícolas.

Es el caso, también de la ayuda técnica y económica


prestada por Estados Unidos a nuestros países. La
noble concepción original de la ayuda, que pudo sin-
tetizarse en la idea de”dar”, resultó muy pronto su-
plantada por el concepto de “dar y tomar”, o sea que
se convirtió en un arma de regateo para obtener ven-
tajas a cambio de la ayuda concedida. Principalmen-
te por esa razón y además por algunas otras, como
la falta de personal idóneo, imposición de programas
inadecuados al medio, fomento del “armamentismo”
exagerado, etcétera, las “ayudas” de los Estados Uni-
dos han contribuido apreciablemente a aumentar el
recelo y la desconianza hacia la política que dicha
nación sigue para con nuestros países.

Debería volverse a la concepción ideal de la ayuda,


basándola en propósitos eminente y exclusivamen-
te altruistas. Nada mejor para ello que encaminarla
a través de organizaciones internacionales como las
Naciones Unidas. A este respecto, conviene tener en
cuenta, aun desde el punto de vista de los intereses
nacionales y de los comerciales particulares de los
Estados Unidos, que la ayuda técnica y económica a
nuestros países en una base absolutamente altruis-
ta, redundará siempre en provecho de esos intereses,
puesto que, a igualdad de condiciones los requeri-
mientos económicos y comerciales de nuestros países
se dirigirán, por razones geográicas y muchas otras,
hacia fuentes de abastecimiento de Estados Unidos de
una manera natural.

Los párrafos anteriores señalan Señor Presidente al-


gunas de las características más salientes de lo que
ha sido y es hasta el momento la política interame-
ricana del Gobierno de los Estados Unidos, y las que
más han contribuido a extender y acentuar el des-

341
mejoramiento de la posición de su país ante nuestros
pueblos en grados de conianza y buena voluntad. Es
innegable, entonces, la necesidad de revisar radical-
mente esa política para encaminarla nuevamente por
los derroteros de una sincera, efectiva y mutuamente
provechosa “buena vecindad”, de cuya efímera vigen-
cia en un pasado reciente aún guardan nuestros pue-
blos un emocionado recuerdo.

Naturalmente hay clara conciencia en nuestra Amé-


rica de que, dadas las condiciones en que opera la
superestructura económica de su nación Usted con-
frontará grandes diicultades para llevar adelante su
decisión de abrir nuevos caminos de entendimiento
en nuestras relaciones. Sin embargo, se abriga la es-
peranza de que Usted hará todos los esfuerzos a su
alcance para superar esos obstáculos con el in de lo-
grar un efectivo fortalecimiento de la solidaridad con-
tinental y, como consecuencia el aianzamiento de la
paz en el mundo.

Respetuosamente,

GUILLERMO TORIELLO GARRIDO

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