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1923}}}|20x20px|border|link=|Bandera de Alemania
la Unión Soviética]] Unión Soviética
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Fuerzas en combate
Bajas
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v
d
e
Guerra Civil Española
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Guerra aérea durante la
Guerra Civil Española
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Guerra naval durante la
Guerra Civil Española
Índice
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1Antecedentes
o 1.1El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
o 1.2La violencia política
2El detonante: el golpe de estado de julio de 1936
o 2.1La conspiración militar
o 2.2El golpe del 17 al 20 de julio
3Las operaciones militares
o 3.1Los dos ejércitos
o 3.2Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campaña de Guipúzcoa
o 3.3Noviembre de 1936-marzo de 1937: la batalla de Madrid y la toma de Málaga
o 3.4Marzo-noviembre de 1937: la campaña del Norte y las batallas de Brunete y Belchite
o 3.5Diciembre de 1937-noviembre de 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del Ebro
o 3.6Diciembre de 1938-marzo de 1939: ofensiva sobre Cataluña
o 3.7Marzo de 1939: derrota de la República
4La guerra naval
5La guerra aérea y los bombardeos sobre poblaciones
6Evolución de la zona sublevada
o 6.1La Junta de Defensa Nacional
o 6.2El general Franco, «generalísimo» y «caudillo»
o 6.3El Decreto de Unificación de abril de 1937
o 6.4El nacimiento del «Nuevo Estado»
7Evolución de la zona republicana
o 7.1La reacción del gobierno a la sublevación militar
o 7.2La revolución social de 1936 y el gobierno de José Giral (julio-septiembre de 1936)
o 7.3El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)
o 7.4El gobierno de Juan Negrín (mayo de 1937-marzo de 1939)
8La dimensión internacional del conflicto y la intervención extranjera
o 8.1La política de «no intervención» de Gran Bretaña y Francia
o 8.2La intervención extranjera en favor de los sublevados
o 8.3La intervención extranjera en favor de la República
o 8.4La financiación de la guerra y el "Oro de Moscú"
9La Iglesia y la guerra civil española
o 9.1La Iglesia católica en la zona sublevada
o 9.2La Iglesia católica en la zona republicana
10La represión en las retaguardias
o 10.1Investigación de los crímenes
11Consecuencias
o 11.1Económicas
o 11.2Víctimas de la Guerra Civil
o 11.3La represión franquista de la posguerra y el exilio republicano
o 11.4Relaciones internacionales
o 11.5Las «Regiones Devastadas»
12Memoria histórica
13La guerra civil en el arte
o 13.1Cine
o 13.2Novela
o 13.3Cuento y relato
o 13.4Literatura infantil y juvenil
o 13.5Teatro
o 13.6Poesía
o 13.7Música
o 13.8Revistas satíricas
o 13.9Historieta
o 13.10Pintura y escultura
o 13.11Artes gráficas, cartelismo y revistas
o 13.12Fotografía
o 13.13Videojuegos
14Véase también
15Notas
16Referencias
17Bibliografía
18Enlaces externos
Antecedentes
El nuevo gobierno de Casares Quiroga continuó con la política reformista que ya había
iniciado el gobierno Azaña que consistía fundamentalmente en volver a poner en vigor los
decretos que habían sido derogados o modificados durante el bienio radical-cedista, a los
que se añadieron algunos otros.39
Uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente el gobierno fue la oleada de huelgas
que se produjeron declaradas y sostenidas muchas veces por comités conjuntos de la
CNT y la UGT, en las que en muchas de ellas se hablaba de revolución,40 pero ni UGT ni
CNT preparaban ningún movimiento insurreccional después de los fracasos continuos de
1932, 1933 y 1934, y la única posibilidad de que se produjese alguno sería como
respuesta a un intento de golpe militar.41
Otro de los problemas del gobierno de Casares Quiroga fue la división interna del PSOE,
el partido más importante del Frente Popular,42 que enfrentaba a los sectores "prietista" y
"largocaballerista", ya que Francisco Largo Caballero, que dominaba UGT y el grupo
parlamentario del PSOE, continuó oponiéndose a la entrada en el gobierno de los
socialistas y defendiendo el entendimiento entre las “organizaciones obreras” para esperar
el momento en que el fracaso de los “burgueses republicanos" facilitara la conquista del
poder por la clase obrera.43 Otro problema fue que el sector de la CEDA liderado por Gil
Robles se decantaba por realizar un boicot a las instituciones republicanas y por apoyar la
posición defendida de la derecha monárquica del Bloque Nacional de José Calvo Sotelo,
que propugnaba abiertamente por la ruptura violenta del orden constitucional mediante un
golpe de estado militar en cuya preparación ya estaban colaborando (por su parte los
monárquicos carlistas aceleraron la formación de sus milicias requetés con vistas al
alzamiento militar con cuyos dirigentes mantenían contactos).44
La violencia política
Los gobiernos del Frente Popular también tuvieron que hacer frente a un aumento de la
violencia política provocada por el partido fascista Falange Española, que a principios de
1936 era una fuerza política marginal, pero que tras el triunfo del Frente Popular recibió
una avalancha de afiliaciones de jóvenes de derechas dispuestos a la acción violenta, y
por la respuesta que le dieron las organizaciones de izquierda.45 El primer atentado
importante que cometieron los falangistas fue el perpetrado el 12 de marzo de 1936 contra
el diputado socialista y “padre” de la Constitución de 1931 Luis Jiménez de Asúa, en el que
este resultó ileso, pero su escolta, el policía Jesús Gisbert, murió.46 La respuesta del
gobierno de Azaña fue prohibir el partido y detener el 14 de marzo a su máximo
dirigente José Antonio Primo de Rivera, pero el paso a la clandestinidad no impidió que
siguiera perpetrando atentados y participando en reyertas con jóvenes socialistas y
comunistas.4547
Los incidentes de mayor trascendencia se produjeron los días 14 y 15 de abril. El día 14
tuvo lugar un desfile militar en el Paseo de la Castellana de Madrid en conmemoración del
Quinto Aniversario de la República. Junto a la tribuna principal estalló un artefacto y se
produjeron a continuación varios disparos que causaron la muerte a Anastasio de los
Reyes, alférez de la Guardia Civil que estaba allí de paisano, e hirieron a varios
espectadores. Derechistas e izquierdistas se acusaron mutuamente del atentado. Al día
siguiente se celebró el entierro del alférez que se convirtió en una manifestación
antirrepublicana a la que asistieron los diputados José María Gil Robles, líder de la CEDA,
y José Calvo Sotelo, líder de la derecha monárquica, además de oficiales del ejército y
falangistas armados. Desde diversos lugares se produjeron disparos contra la comitiva que
fueron respondidos, produciéndose un saldo de seis muertos y de tres heridos. Uno de los
muertos fue el estudiante Ángel Sáenz de Heredia, falangista y primo hermano de José
Antonio Primo de Rivera.47 También resultó herido un joven tradicionalista (carlista), José
Llaguno Acha, y una muchedumbre intentó linchar al teniente José del Castillo Sáenz de
Tejada al que se le acusó de dispararle.
Entre abril y julio los atentados y las reyertas protagonizadas por falangistas causaron más
de cincuenta víctimas entre las organizaciones de izquierda obrera, la mayoría de ellas en
Madrid. Unos cuarenta miembros de Falange murieron en esos actos o en atentados de
represalia de las organizaciones de izquierda.47 También fueron objeto de la violencia los
edificios religiosos (un centenar de iglesias y conventos fueron asaltados e incendiados)48
aunque entre las víctimas de la violencia política de febrero a julio no hubo ningún
miembro del clero.49
El aumento de la violencia política y el crecimiento de las organizaciones juveniles
paramilitares tanto entre la derecha (milicias falangistas, requetés carlistas) como entre la
izquierda (milicias de las juventudes socialistas, comunistas y anarquistas), y entre los
nacionalistas vascos y catalanes (milicias de Esquerra Republicana de Catalunya y del
PNV), aunque no estaban armadas y su actividad principal era desfilar, provocó la
percepción entre parte de la opinión pública, especialmente la conservadora, de que el
gobierno del Frente Popular presidido por Santiago Casares Quiroga no era capaz de
mantener el orden público, lo que servía de justificación para el «golpe de fuerza» militar
que se estaba preparando.50 A esta percepción también contribuyó la prensa católica y de
extrema derecha que incitaba a la rebelión frente al “desorden” que atribuía al «Gobierno
tiránico del Frente Popular», «enemigo de Dios y de la Iglesia», aprovechando que la
confrontación entre clericalismo y anticlericalismo volvió al primer plano tras las elecciones
de febrero con continuas disputas sobre asuntos simbólicos, como el tañido de campanas
o las manifestaciones del culto fuera de las iglesias, como procesiones o entierros
católicos. Así mismo, en el parlamento, los diputados de la derecha, singularmente Calvo
Sotelo y Gil Robles, acusaron al gobierno de haber perdido el control del orden público.49
En la noche del domingo 12 de julio era asesinado en la calle de Fuencarral de Madrid el
teniente de la Guardia de Asalto e instructor de las milicias socialistas José del Castillo
Sáenz de Tejada51, que se dirigía a su puesto de trabajo en el Cuartel de Pontejos,
probablemente por pistoleros de extrema derecha pertenecientes a la Comunión
Tradicionalista(o de Falange Española).52 El teniente Castillo era muy conocido por
su activismo izquierdista y se le atribuía la frase «Yo no tiro sobre el pueblo» tras haberse
negado a participar en la represión de la Revolución de Asturias, acto de rebeldía que le
costaría un año de cárcel.
Como represalia, los compañeros policías del teniente Castillo, dirigidos por el capitán de
la Guardia Civil Fernando Condés, secuestraron en su propio domicilio y asesinaron en la
madrugada del día siguiente a José Calvo Sotelo, líder de los monárquicos "alfonsinos"
(que no tuvo nada que ver con el asesinato del teniente Castillo), y abandonaron el
cadáver en el depósito del cementerio de la Almudena. En el entierro de Calvo Sotelo, el
dirigente monárquico Antonio Goicoechea juró solemnemente «consagrar nuestra vida a
esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España». Por su parte, el
líder de la CEDA, José María Gil Robles en las Cortes les dijo a los diputados de la
izquierda que «la sangre del señor Calvo Sotelo está sobre vosotros» y acusó al gobierno
de tener la «responsabilidad moral» del crimen por «patrocinar la violencia».51
Según el estudio más completo que se ha realizado sobre las víctimas mortales como
resultado de la violencia política entre febrero y julio de 1936, antes de iniciarse el golpe de
estado, hubo un total de 189 incidentes y 262 muertos, de ellos 112 causados por la
intervención de las fuerzas de orden público. De las 262 víctimas, 148 serían militantes de
la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las fuerzas de orden público y 45 sin identificar.
Además ese estudio constata que el número de víctimas mortales causadas por la
violencia política fue disminuyendo en esos cinco meses.53
La violencia política de los meses de gobierno en paz del Frente Popular, de febrero a julio
de 1936, fue utilizada después por los vencedores en la Guerra Civil como justificación de
su alzamiento. Hoy en día, el debate sigue abierto, aunque la mayoría de los historiadores
opinan que en absoluto puede hablarse de una «primavera trágica» en la que el gobierno
del Frente Popular hubiera perdido el control de la situación.54 Y la conclusión de la
mayoría de ellos es clara: «La desestabilización política real en la primavera de 1936 no
explica en modo alguno la sublevación militar [de julio de 1936] y menos aún la justifica».54
«La política y la sociedad españolas mostraban signos inequívocos de crisis, lo cual no
significa necesariamente que la única salida fuera una guerra civil».46
Durante los primeros meses de 1936 se produjo una polarización de la política española,
en cuyos extremos se situaba la izquierda revolucionaria y la derecha fascista, y en medio
una izquierda moderada y una derecha republicana junto con un centro anticlerical y una
derecha de fuerte componente católico y monárquico (que representaba a muchos
militares, terratenientes y a la jerarquía católica que veían peligrar su posición privilegiada
y su concepto de la unidad de España). Una división que podía remontarse al siglo XIX
cuando tuvo lugar el difícil proceso de cambio que se inició en 1808 para poner fin
al absolutismo que lastraba al país, manteniendo fuertes diferencias económicas entre
privilegiados y no privilegiados, y que el moderantismo decimonónico solo consiguió
superar parte. El resultado fue una población rural dividida entre los jornaleros anarquistas
y los pequeños propietarios aferrados a (y dominados por) los caciques y la Iglesia; unos
burócratas conformistas y una clase obrera con salarios muy bajos y, por lo tanto, con
tendencias revolucionarias propias del nuevo siglo, hacen que también entre las clases
pobres la división fuese muy acusada. También provenía del siglo XIX la tradición de que
los problemas no se arreglaban más que con los pronunciamientos. No es extraño, pues,
que en una España marcada por la reciente dictadura de Primo de Rivera e intentonas
fallidas, como las de José Sanjurjo, volviese a haber ruido de sables y se temiese un plan
para derribar al nuevo Gobierno establecido. Los acontecimientos darían la razón a los
pesimistas.
Ruta del Dragon Rapide, el avión que llevó a Francisco Franco a Tetúan donde tomó el mando de
las tropas sublevadas.55
Nada más conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones, se produjo un primer
intento de «golpe de fuerza» por parte de la derecha para intentar frenar la entrega del
poder a los vencedores. Fue el propio Gil Robles el primero que intentó sin éxito que el
presidente del gobierno en funciones Manuel Portela Valladares declarase el «estado de
guerra» y anulara los comicios. Le siguió el general Franco, aún jefe del Estado Mayor del
Ejército, que se adelantó a dar las órdenes pertinentes a los mandos militares para que
declarasen el estado de guerra (lo que según la ley de Orden Público de 1933 suponía que
el poder pasaba a las autoridades militares), pero fue desautorizado por el todavía jefe de
gobierno Portela Valladares y por el ministro de la guerra el general Nicolás Molero.56
El 8 de marzo de 1936 tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una
reunión de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaquín
Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio, Miguel García de la Herrán, Manuel
González Carrasco, Andrés Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel José Enrique
Varela y el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de la UME), en la que
acordaron organizar un «alzamiento militar» que derribara al gobierno del Frente Popular
recién constituido y «restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de
España». También se acordó que el gobierno lo desempeñaría una Junta Militar presidida
por el general Sanjurjo, que en esos momentos se encontraba en el exilio en Portugal.57
Desde finales de abril, fue el general Mola quien tomó la dirección de la trama golpista
(desplazándose así el centro de la conspiración de Madrid a Pamplona), adoptando el
nombre clave de “El Director”. Este continuó con el proyecto de constituir una Junta Militar
presidida por el general Sanjurjo, y comenzó a redactar y difundir una serie de circulares o
“Instrucciones reservadas” en las que fue perfilando la compleja trama que llevaría
adelante el golpe de Estado.58 La primera de las cinco “instrucciones reservadas” la dictó
el 25 de mayo y en ella ya apareció la idea de que el golpe tendría que ir acompañado de
una violenta represión.59
Mola consiguió comprometer en el golpe a numerosas guarniciones, gracias también a la
trama clandestina de la UME pero tenía dudas sobre el triunfo del golpe en el lugar
fundamental, Madrid, y también sobre Cataluña, Andalucía y Valencia.58 Así pues, el
problema de los militares implicados era que, a diferencia del golpe de estado de 1923,
ahora no contaban con la totalidad del Ejército (ni de la Guardia Civil ni las otras fuerzas de
seguridad) para respaldarlo.60 Una segunda diferencia respecto de 1923 era que la actitud
de las organizaciones obreras y campesinas no sería de pasividad ante el golpe militar
sino que como habían anunciado desencadenarían una revolución. Por estas razones se
fue retrasando una y otra vez la fecha del golpe militar, y por eso, además, el general
Mola, "el Director", buscó el apoyo de las milicias de los partidos antirrepublicanos
(requetés y falangistas) y el respaldo financiero de los partidos de la derecha.61 Al gobierno
de Casares Quiroga le llegaron por diversas fuentes noticias de lo que se estaba tramando
pero no actuó con contundencia contra los conspiradores.62
Mapas que representan los planes esbozados por Mola para dar el golpe de Estado que derribase a
la Segunda República.
A principios de julio de 1936 la preparación del golpe militar estaba casi terminada, aunque
el general Mola reconocía que «el entusiasmo por la causa no ha llegado todavía al grado
de exaltación necesario» y acusaba a los carlistas de seguir poniendo dificultades al
continuar pidiendo «concesiones inadmisibles». El plan del general Emilio Mola era un
levantamiento coordinado de todas las guarniciones comprometidas, que implantarían el
estado de guerra en sus demarcaciones, comenzando por el Ejército de África, que entre
los días 5 y 12 de julio realizó unas maniobras en el Llano Amarillo donde se terminaron de
perfilar los detalles de la sublevación en el Protectorado de Marruecos. Como se preveía
que en Madrid era difícil que el golpe triunfase por sí solo (la sublevación en la capital
estaría al mando del general Fanjul), estaba previsto que desde el norte una columna
dirigida por el propio Mola se dirigiera hacia Madrid para apoyar el levantamiento de la
guarnición de la capital. Y por si todo eso fallaba también estaba planeado que el general
Franco, después de sublevar las islas Canarias, se dirigiría desde allí al Protectorado de
Marruecos a bordo del avión Dragon Rapide, fletado en Londres el 6 de julio por el
corresponsal del diario ABC Luis Bolín gracias al dinero aportado por el financiero Juan
March, para ponerse al frente de las tropas coloniales, cruzar el estrecho de Gibraltar y
avanzar sobre Madrid.6364 Una vez depuesto el gobierno de la República, se instauraría
una dictadura militar siguiendo el modelo de la Dictadura de Primo de Rivera, al frente de
la cual se situaría el exiliado general Sanjurjo.63 «Los sublevados llevaron a cabo su acción
pretendiendo que se alzaban contra una revolución absolutamente inexistente en la época
en que actúan, inventan documentos falsos que compuso Tomás Borrás y que hablaban
de un gobierno soviético que se preparaba, y de hecho lo que representaban era la
defensa de las posiciones de las viejas clases dominantes, la lucha contra las reformas
sociales, más o menos profundas, que el Frente Popular pone de nuevo en marcha».65
El asesinato de José Calvo Sotelo en la madrugada del 13 de julio aceleró el compromiso
con la sublevación de los carlistas y también de la CEDA, y acabó de convencer a los
militares que tenían dudas, entre ellos, según Paul Preston, el general Franco. Además,
Mola decidió aprovechar la conmoción que había causado en el país el doble crimen, y el
día 14 adelantó la fecha de la sublevación que quedó fijada para los días 18 y 19 de julio
de 1936.66
El golpe del 17 al 20 de julio
El 17 de julio por la mañana en Melilla, los dos coroneles y otros oficiales que estaban al
tanto del alzamiento militar se reúnen en el departamento cartográfico y trazan los planes
para ocupar el 18 los edificios públicos, planes que comunican a los dirigentes falangistas.
Uno de los dirigentes locales de la Falange informa al dirigente local de Unión
Republicana, llegando esta información al General Romerales, Comandante Militar de
Melilla, que a su vez informa a Casares Quiroga. Romerales envía por la tarde una patrulla
de soldados y guardias de asalto a registrar el departamento cartográfico. El coronel al
mando del mismo retrasa el registro y llama al cuartel de la Legión, desde donde le envían
un grupo de legionarios. Ante estos, la patrulla se rinde y los sublevados proceden a
arrestar a Romerales (que fue fusilado junto con el delegado del gobierno y el alcalde de
Melilla que se habían resistido a la rebelión), proclaman el estado de guerra e inician
anticipadamente el levantamiento, informando a sus compañeros del protectorado de
Marruecos que habían sido descubiertos. Esto hizo que se adelantase en Marruecos la
fecha prevista.67 En los tres días siguientes el golpe se extendió a las guarniciones de la
península, Canarias y Baleares.
Situación el 23 de julio de 1936 tras el fracaso parcial del golpe de Estado. En azul las zonas
controladas por los sublevados.68
1936 Avance de la sublevación hasta octubre de 1937 Avance de la sublevación hasta noviembre de
1938 Avance de la sublevación hasta febrero de 1939 Última zona bajo control republicano Principales
centros de los sublevados
Principales centros republicanos
Batallas terrestres
Batallas navales
Ciudades bombardeadas
Campos de concentración
Masacres
Campos de refugiados
Además en el bando republicano la unidad de mando solo se logró (y nunca fue completa)
a mediados de 1937 cuando el Ejército Popular estuvo completamente estructurado y, por
otro lado, solo a partir de ese momento las necesidades militares se impusieron sobre las
de la vida civil (marcada por la Revolución Social de 1936). Y también, a diferencia del
bando sublevado, era el gobierno quien tomaba las decisiones pero siguiendo casi siempre
las recomendaciones del Jefe del Estado Mayor, el coronel y luego general Vicente Rojo, y
de otros militares leales.72
En cuanto a la ayuda extranjera la República, a causa de que Francia y Gran Bretaña no
acudieron en su ayuda y además impulsaron el pacto que dio nacimiento al Comité de No
Intervención (cuya prohibición de suministrar armas a alguno de los bandos contendientes
no fue cumplida ni por Alemania ni por Italia, a pesar de haber firmado el acuerdo) la
República tuvo que adquirir el material bélico donde pudo, a menudo recurriendo a los
traficantes de armas que en ocasiones les vendieron material anticuado o en muy mal
estado a precios astronómicos. Esto le hizo depender de los suministros que le
proporcionó la Unión Soviética, después de que Stalin superara sus dudas sobre la ayuda
a los republicanos españoles, cuyo material bélico (armas automáticas, tanques y aviones)
acompañado de instructores y consejeros militares soviéticos, junto con las Brigadas
Internacionales reclutadas por la Internacional Comunista o Komintern, no comenzó a
llegar hasta octubre de 1936 y luego las sucesivas entregas se interrumpieron en varias
ocasiones en función de la coyuntura internacional europea (que determinaron, por
ejemplo, que el gobierno francés abriera o cerrara la frontera) y del creciente bloqueo
impuesto por la Armada sublevada en los puertos republicanos.75
Monedas acuñadas por los bandos en conflicto.
El frente a los cuatro meses de la rebelión militar. Leyenda Zona controlada por los
sublevados República Española Principales centros de los sublevados
Principales centros de la República
Nada más conocerse el 17 de julio por la tarde que la sublevación militar había triunfado
en el Protectorado de Marruecos, el ministro de Marina José Giral (que dos días después
acabaría presidiendo el gobierno de la República tras la dimisión de Santiago Casares
Quiroga y del gobierno "relámpago" de Diego Martínez Barrio) ordenó que varios barcos
de guerra de la Marina se dirigieran al estrecho de Gibraltar para que bloquearan las
plazas de Ceuta, Larache y Melilla y evitar así el paso a la península de las tropas
coloniales. De la base de Cartagena salieron los destructores Almirante
Valdés, Lepanto y Sánchez Barcáiztegui, con orden de navegar a máxima potencia hasta
el estrecho.76 Gracias a que las dotaciones de esos barcos se rebelaron contra sus
oficiales, que estaban comprometidos en el golpe, los sublevados no pudieron disponer
inicialmente del Ejército de África, compuesto por la Legión Extranjera y
los regulares (tropas formadas por marroquíes mandados por oficiales españoles).72
El mismo día 19 de julio en que fue sofocada la rebelión en Madrid, salieron de la capital
hacia la sierra de Guadarramavarias columnas compuestas por milicianos y por tropas de
las unidades militares que habían sido disueltas por orden del gobierno para evitar que se
pudieran sumar a la sublevación. Allí consiguieron impedir que las columnas de los
sublevados enviadas por el general Mola desde Castilla y León y desde Navarra
consiguieran atravesar los puertos de montaña de la sierra madrileña y llegar a la capital.77
El frente norte de Madrid quedó así estabilizado hasta el final de la guerra.78 Esta primera
campaña de la Guerra Civil fue conocida con el nombre de batalla de Guadarrama.79
Desde Barcelona, también una vez sofocada la rebelión, salieron varias columnas
formadas rápidamente por las organizaciones obreras y los partidos de izquierda para
dirigirse a Aragón. Junto con las columnas del POUM y del PSUC(y una de Esquerra
Republicana de Catalunya que salió desde Tarragona), el contingente más importante lo
aportaron las milicias confederales de las organizaciones anarquistas
(CNT, FAI, Juventudes Libertarias). La primera y más numerosa fue la columna Durruti, así
llamada porque estaba encabezada por el líder de la FAI Buenaventura Durruti, que salió
de Barcelona el día 24 en dirección a Zaragoza. Las también anarquistas columna
Ascaso y columna Los Aguiluchos de la FAI salieron en dirección a Huesca. pero ninguna
de ellas consiguió alcanzar sus objetivos de liberar las tres capitales aragonesas (desde
Valencia había salido hacia Teruel la columna de Hierro), y el frente de Aragón quedó
estabilizado, aunque los anarquistas llevaron la revolución a la mitad oriental de Aragón
donde crearon el Consejo Regional de Defensa de Aragón.80
También desde la ciudad condal se organizó una expedición a las islas Baleares, de las
que solo Menorca continuaba republicana. La operación iniciada el 8 de agosto al mando
del capitán Bayo tuvo un éxito inicial al conseguir ocupar una franja de la costa de
Mallorca, pero el desembarco de Mallorca acabó en un completo fracaso.80 Otro fracaso
fue la ofensiva de Córdoba, «donde la situación estaba indecisa, lo que constituyó una de
las pocas iniciativas estratégicas republicanas». Fue organizada desde Albacete por
el general Miaja, cuyo jefe de Estado Mayor era el teniente coronel José Asensio Torrado,
pero el avance se detuvo pronto (el general Miaja situó su cuartel general en Montoro) y
los republicanos no pudieron reconquistar la Andalucía occidental, en manos de los
sublevados especialmente después de la llegada de los primeras unidades procedentes
del Protectorado de Marruecos.80
La situación de bloqueo en que se encontraba el Ejército de África (la principal fuerza de
combate con que contaban los sublevados para tomar Madrid, una vez detenidas las
columnas del general Mola en la sierra de Guadarrama) se pudo superar gracias a la
rápida ayuda que recibieron los sublevados de la Alemania nazi y de la Italia fascista. El 26
de julio llegaron a Marruecos los primeros veinte aviones de transporte alemanes Junker,
que se podían convertir fácilmente en bombarderos, acompañados por cazas, y, cuatro
días después, el 30 de julio, los primeros nueve cazabombarderos italianos. Con estos
medios aéreos el general Franco, jefe de las fuerzas sublevadas de Marruecos, pudo
organizar un puente aéreo con la península para transportar a los legionarios y a los
regulares, y además conseguir la superioridad aérea en el estrecho. Así pues, el 5 de
agosto pudo cruzarlo con una pequeña flota llamada por la propaganda de los sublevados
"Convoy de la Victoria".7 Sin embargo, el desbloqueo completo del paso del estrecho no se
produciría hasta más tarde, cuando el gobierno republicano decidió transferir la mayoría de
sus barcos de guerra al Cantábrico, lo que según el historiador Michael Alpert constituyó
"quizá el mayor error de la Guerra Civil". Esta decisión estuvo motivada, entre otras
razones, por la negativa de Gran Bretaña, que contaba con la flota naval de guerra más
importante del Mediterráneo, a que el gobierno republicano detuviera el tráfico neutral
dirigido al territorio enemigo, por lo que los buques de guerra republicanos no podrían
impedir que los barcos mercantes alemanes e italianos desembarcaran material de guerra
en los puertos de Ceuta, Melilla, Cádiz, Algeciras o Sevilla, controlados por los
sublevados.7
Heinrich Himmler visitando el alcázar de Toledo junto a José Moscardó en octubre de 1940, un año
y medio después del fin de la guerra civil.
Puente de los Franceses, sobre el río Manzanares. Disputado puente durante la batalla de Madrid.
El tercer y último intento de envolver Madrid fue una iniciativa del Corpo di Truppe
Volontarie (CTV) fascista italiano, a la que accedió el generalísimo Franco, y que dio lugar
a la batalla de Guadalajara. La idea italiana de la ofensiva era atacar Madrid desde el
noreste dirigiéndose a Guadalajara y una vez tomada esta ciudad cortar la carretera de
Valencia y entrar en la capital. Para esta operación, en la que se seguiría la táctica de lo
que los generales italianos llamaban "guerra relámpago" (las previsiones eran que en una
semana, entre el 8 y el 15 de marzo de 1937, Madrid sería conquistada), se desplegaron
buena parte de los de los 48 000 soldados con que contaba entonces el CTV (integrados
en cuatro divisiones con 4000 vehículos, 542 cañones y 248 aviones).100
Soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie durante la batalla de Guadalajara
La batalla de Guadalajara fue el último intento del bando sublevado de tomar Madrid y solo
una semana después de su final se inició la Campaña del Norte, el ataque de las fuerzas
sublevadas contra la franja cantábrica que permanecía fiel a la República pero que estaba
aislada por tierra del resto de la zona republicana. El objetivo de los "nacionales" era
controlar sus importantes recursos mineros e industriales (especialmente las siderurgias y
las fábricas de armas), además de que su conquista permitiría trasladar la flota sublevada
al Mediterráneo para intentar detener el tráfico marítimo que se dirigía a los puertos
republicanos.102 La ofensiva de las fuerzas sublevadas al mando del general Mola (unos
28 000 efectivos, incluidos los de las unidades del Corpo Truppe Volontarie italiano,
apoyados por 140 aviones italianos y alemanes de la Legión Cóndor) se inició el 31 de
marzo de 1937 desde las posiciones alcanzadas en octubre de 1936 en la campaña de
Guipúzcoa, que se situaban a unos 35 kilómetros al oeste de San Sebastián, sobre las
defensas de Vizcaya que había organizado el gobierno vasco presidido por José Antonio
Aguirre desde octubre de 1936 tras haber aprobado las Cortes republicanas el Estatuto de
Autonomía del País Vasco. El Ejército Vasco reclutado por Aguirre rechazaba la autoridad
del general Francisco Llano de la Encomienda que era el jefe del Ejército del Norte, que
teóricamente agrupaba a todas las fuerzas de Vizcaya, Santander y Asturias, y actuaba de
forma independiente (en él no existía la figura del comisario político y tenía pocos mandos
profesionales).103
Mapa del entorno donde se desarrolló la batalla de Belchite con indicación de las situaciones inicial y
final.
Mapa de España en julio de 1938 después de la ofensiva de Aragón y cuando comenzó la batalla
del Ebro.
Leyenda Zona controlada por los sublevados República Española Principales centros nacionalistas
Principales centros republicanos
La batalla de Teruel mostró las debilidades del ejército republicano lo que indujo a Franco
a posponer definitivamente el ataque a Madrid para en su lugar lanzar la ofensiva de
Aragón contra Cataluña y Valencia. El ataque, que iba a extenderse por todo el frente de
Aragón, comenzó al sur del río Ebro el 9 de marzo donde el frente se derrumbó ante la
gran concentración de fuego artillero y de aviación. El día 14 el CTV tomaba Alcañiz y el
17 los "nacionales" tomaban Caspe, después de haber "reconquistado" Belchite. Lo mismo
sucedió al norte del Ebro donde tomaron Fraga el 27 de marzo y a principios de abril
llegaron a Lérida (donde la 101.ª Brigada Mixta mandada por el jefe miliciano Pedro Mateo
Merino impidió que cruzaran el río Segre por allí). Al norte de Lérida avanzaron hasta
el Noguera Pallaresa y establecieron cabezas de puente en Balaguer y Tremp. Una vez
alcanzadas esas posiciones Franco descartó dirigirse hacia Barcelona y optó por avanzar
hacia el Mediterráneo al sur de la desembocadura del Ebro, objetivo que alcanzaron el 15
de abril al llegar a Vinaroz, con lo que la zona republicana quedó dividida en dos.117
El fracaso de la batalla de Teruel y el derrumbe del frente de Aragón provocaron la crisis
de marzo de 1938 en el bando republicano cuando el presidente del gobierno Juan
Negrín intentó que Indalecio Prieto cambiara de ministerio y dejara el de Defensa ya que,
como el presidente de la República Manuel Azaña, Prieto consideraba que lo que había
sucedido mostraba que el ejército republicano nunca podría ganar la guerra y que había
que negociar una rendición con apoyo franco-británico. Pero al no conseguirlo Negrín le
pidió a Prieto que abandonara al gobierno,118 recomponiendo a continuación su gabinete el
6 de abril y asumiendo Negrín personalmente el Ministerio de Defensa,119 con el coronel
comunista Antonio Cordón como subsecretario de Guerra, que procedió a la
reorganización de las fuerzas republicanas agrupadas en dos grandes grupos de ejércitos,
en consonancia con la división de la zona republicana provocada por la llegada de los
"nacionales" al Mediterráneo: el GERC (Grupo de Ejércitos de la Región Centro-Sur) y
el GERO (Grupo de Ejércitos de la Región Oriental).120 Las posiciones del nuevo gobierno
de Negrín con vistas a unas posibles negociaciones de paz quedaron fijadas en su
"Declaración de los 13 puntos", hecha pública en la significativa fecha del 1º de mayo de
1938.121
Una vez alcanzado el Mediterráneo, Franco decidió dirigir sus tropas contra Valencia en
lugar de contra Barcelona, sede del gobierno republicano, no porque temiera, según el
historiador Michael Alpert, que "Cataluña fuera un bocado difícil" sino porque "la presencia
de fuerzas alemanas e italianas en España hacía que un posible acercamiento de Franco
a la frontera francesa pudiera suscitar tensiones internacionales".122 Se inicia así
la ofensiva del Levante cuyo plan consistía en converger sobre Sagunto (a unos 20
kilómetros al norte de Valencia) avanzado por la costa desde Vinaroz y por el interior
desde Teruel, para desde allí tomar Valencia. La resistencia republicana fue dura
especialmente cuando las fuerzas "nacionales" tras conquistar Castellón de la Plana el 13
de junio alcanzaron la línea de fortificaciones llamada línea XYZ que se extendía
desde Almenara, unos kilómetros al norte de Sagunto, en la costa hasta el río Turia en el
interior. Allí las tropas "nacionales" tuvieron que detener su avance.123
Mapa de la zona donde se desarrolló la Batalla del Ebro
El 25 de julio de 1938 el republicano Ejército del Ebro, uno de los dos grandes cuerpos del
ejército de que se componía el recién creado GERO, cruza en barcazas por sorpresa el río
Ebro entre Mequinenza y Amposta con el objetivo de atacar desde el norte al ejército
"nacional" que se acercaba a Valencia. Fue el inicio de la batalla del Ebro que se convirtió
para ambos bandos en una dura lucha de desgaste.124 Aunque el paso del Ebro
por Amposta en la costa fue pronto liquidado por las fuerzas "nacionales" el grueso del
Ejército republicano llegó a las puertas de Gandesa en el interior pero no logró tomar esta
localidad debido a la fuerte resistencia que opusieron las unidades de regulares y
de legionarios que la defendían y sobre todo porque inexplicablemente la aviación
republicana no protegió el avance y la Legión Cóndor enviada rápidamente por el general
Franco dominó los aires y bombardeó y ametralló constantemente las posiciones
republicanas. Así que hacia el 2 o el 3 de agosto la maniobra republicana había fracasado
ya que no se iba a producir ninguna irrupción de unidades republicanas en el territorio
dominado por los sublevados.125 A partir de ese momento las operaciones se centraron en
la bolsa de territorio ganado por los republicanos al sur del Ebro, que estos defendieron a
toda costa mientras que los "nacionales" intentaban desalojarlos de allí (a pesar de que
algunos de los colaboradores del general Franco le aconsejaron que abandonara el frente
del Ebro una vez detenido el avance republicano y reemprendiera la campaña contra
Valencia, pero Franco pensó, sin embargo, "que con la ayuda constante que recibía desde
Alemania e Italia en aviación y artillería pesada, con su mayor flexibilidad logística (frente a
un enemigo que no podía llevar refuerzos a sus tropas por estar cerrada la frontera
francesa) y con el virtual bloqueo marítimo de las costas, podría destruir lentamente lo
mejor de las fuerzas de la República").126 Después de tres meses de duros combates, que
causaron más de 60 000 bajas por cada bando, los republicanos tuvieron que retirarse y
volver a cruzar el Ebro en sentido contrario. El 16 de noviembre lo hacían las últimas
unidades poniendo fin así a la batalla del Ebro, la más larga de la guerra y que supuso una
nueva victoria para el bando sublevado.127
Mientras se desarrollaba la batalla del Ebro estalló la crisis de
los Sudetes de Checoslovaquia que podía conducir a la guerra en Europa. Negrín decidió
entonces retirar las Brigadas Internacionales para conseguir una actitud favorable hacia la
República de las potencias democráticas Francia y Gran Bretaña y lo mismo hizo el
general Franco al reducir la presencia de tropas italianas (aunque conservando lo que
realmente le interesaba de la ayuda fascista italiana: la artillería, la aviación y los carros de
combate) y garantizar a Gran Bretaña y Francia que se mantendría neutral si estallara la
guerra en Europa. Sin embargo el cierre de la crisis con los acuerdos de Múnich del 29 de
septiembre de 1938, según los cuales Checoslovaquia debería entregar los Sudetes a
Hitler, supuso una nueva derrota para la República en el plano internacional porque el
acuerdo significaba que las potencias democráticas, Francia y Gran Bretaña, continuaban
con su política de "apaciguamiento" respecto de la Alemania nazi, y si no intervenían para
defender a Checoslovaquia menos lo harían para ayudar a la República española.128129
Diciembre de 1938-marzo de 1939: ofensiva sobre Cataluña
Véanse también: Guerra Civil Española en Cataluña y Ofensiva de Cataluña.
España en febrero de 1939 después de la caída de Cataluña.
Leyenda Zona controlada por los sublevados República Española Principales centros nacionalistas
Principales centros republicanos
Los dos ejércitos salieron muy quebrantados de la batalla del Ebro, pero los "nacionales"
lograron rehacerse rápidamente, estando, a principios de diciembre de 1938, preparados
para comenzar la ofensiva de Cataluña, "que sería la última significativa de la guerra",130
en un momento en que tras los acuerdos de Múnich atacar Cataluña ya no implicaba el
peligro de una reacción francesa ("Francia y Gran Bretaña habían aceptado, al menos
tácitamente, la continuación de la presencia italiana en España, y solo deseaban el fin del
conflicto. Por su parte, Franco había garantizado su neutralidad en caso de una guerra
general").130
El ataque a Cataluña se retrasó a causa del mal tiempo y finalmente comenzó el 23 de
diciembre, avanzando desde el sur y desde el oeste, encontrando una fuerte resistencia
durante las dos primeras semanas. Sobre el día 6 de enero, los restos del Ejército del
Ebro habían quedado casi completamente diezmados, mientras que el otro grupo de
ejércitos del GERO, el Ejército del Este, se batía en retirada. El jefe del Estado Mayor
republicano, el general Vicente Rojo, proyectó una maniobra de diversión en la zona
centro-sur para aliviar la presión sobre Cataluña, pero fracasó (hubo que desistir del
desembarco en Motril por la debilidad de la flota republicana, "minada por la desidia, la
indisciplina y la falta de una clara dirección político-estratégica"; la ofensiva en el frente de
Extremadura tuvo escaso éxito dada la baja moral y la falta de material y de medios de
transporte que padecían los ejércitos de la zona centro-sur (GERC) al mando del general
Miaja).130
Así pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de las tropas
"nacionales" fue prácticamente imparable (gracias de nuevo a la mejor preparación de sus
mandos intermedios —comandantes, tenientes-coroneles y coroneles—, a su superioridad
artillera y aérea por la presencia permanente de la Legión Cóndor y de la aviación italiana
y a que la flota sublevada bombardeó los puertos impidiendo la llegada de material para
las fuerzas republicanas). Los "nacionales" en su avance hacían cada vez mayor número
de prisioneros, lo que «siempre constituye un indicio de la descomposición de un
ejército».131 Artesa de Segre fue tomada el 4 de enero, Tárrega el 15, el 21 Villafranca del
Panadés, el 22 Igualada y el 24 alcanzaron el río Llobregat. Los destrozados ejércitos
republicanos se retiraron hacia la frontera francesa acompañados por una inmensa
muchedumbre de civiles y de funcionarios y de autoridades que colapsaba las carreteras.
El 26 de enero los "nacionales" sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona,
abandonada por el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la frontera francesa el
5 de febrero después de celebrar la última reunión de lo que quedaba de las Cortes
republicanas en el castillo de Figueras. Un día antes, el 4 de febrero, los "nacionales"
habían ocupado Gerona.132 El general Vicente Rojo Lluch comparó un año después desde
el exilio lo que había sucedido en Madrid en noviembre de 1936 y lo que había pasado en
Barcelona en enero de 1939:133
¡Qué ambiente tan distinto! ¡Qué entusiasmo entonces! ¡Y qué decaimiento ahora! Barcelona
cuarenta y ocho horas antes de la entrada del enemigo era una ciudad muerta... [Se] perdió lisa y
llanamente porque no hubo voluntad de resistencia, ni en la población civil, ni en algunas tropas
contaminadas por el ambiente.
Comunicado emitido por el Cuartel General del generalísimo anunciando el fin de la guerra
Franco únicamente aceptaba una "rendición sin condiciones" por lo que solo restaba
preparar la evacuación de Casado y el Consejo Nacional de Defensa. Estos embarcaron
con sus familias el 29 de marzo en el destructor británico que los trasladó a Marsella (el
socialista Julián Besteiro decidió quedarse). Un día antes las tropas "nacionales" hicieron
su entrada en Madrid y rápidamente los sublevados en su ofensiva final ocuparon
prácticamente sin lucha toda la zona centro-sur que había permanecido bajo la autoridad
de la República durante toda la guerra (el 29 de marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real,
Jaén, Almería y Murcia; el 30 de marzo Valencia y Alicante, y el 31 de marzo la ciudad
de Cartagena).145146 En Alicante desde el día 29 de marzo unas 15 000 personas, entre
jefes militares, políticos republicanos, combatientes y población civil que habían huido de
Madrid y de otros lugares se apiñaban en el puerto a la espera de embarcar en algún
barco británico o francés, pero la mayoría no lo lograron y fueron apresados por las tropas
italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara. Muchos de los
capturados fueron ejecutados allí mismo.147
El 1 de abril de 1939 la radio del bando rebelde (Radio Nacional de España) difundía
el último parte de la guerra civil española, que decía lo siguiente:
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus
últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la victoria. El
Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde.
La guerra naval
Artículo principal: Guerra Civil Española en el mar
En la guerra civil española predominaron las acciones terrestres sobre las marítimas, y las
marinas de ambos bandos evitaron las grandes acciones de guerra por motivos políticos y
estratégicos.148 Así, después de los combates por el control del estrecho de Gibraltar de
1936, las dos flotas no tuvieron «encuentros decisivos en el mar» y «sus estrategias se
movieron en contextos muy conservadores, tendentes sobre todo a la conservación de sus
efectivos».149 El historiador Michael Alpert, en su estudio titulado La guerra civil española
en el mar, afirma que las «dos marinas de guerra españolas tuvieron que rehacerse», pero
que la «gubernamental no consiguió estar a la altura del momento y, a pesar de contar con
la mayoría de las unidades de la flota, desempeñó un papel defensivo durante la mayor
parte de la contienda». En cambio «la Marina de los sublevados aprovechó al máximo sus
exiguos recursos y la ayuda que recibió del extranjero».150
Desde principios del siglo XX, la función primordial de la marina de guerra ya no era
destruir los barcos del enemigo, sino bloquear sus rutas marítimas y sus puertos e impedir
sus movimientos en la costa. Esto es lo que realizó cada vez con más éxito la marina
del bando sublevado, mientras que la marina que permaneció fiel al gobierno abandonó
ese objetivo después de las primeras semanas y adoptó una posición defensiva cuyo
objetivo era proteger las comunicaciones marítimas propias, mientras los "nacionales" se
esforzaban en interferirlas.151
Al principio de la Guerra Civil, la marina republicana era muy superior a la que quedó en
manos de los sublevados, pues estaba integrada por la práctica totalidad de la Armada
española de aquel entonces: el acorazado Jaime I (botado en 1914);
los cruceros ligeros Libertad (botado en 1925), Miguel de Cervantes (botado en 1928)
y Méndez Núñez (botado en 1923); dieciséis destructores en servicio o a punto de
entregar; siete torpederos; doce submarinos (del submarino Isaac Peral (C-1) al submarino
C-6 y del submarino B-1 al submarino B-6); un cañonero; cuatro guardacostas y la casi
totalidad de la Aeronáutica Naval.152153
A pesar de contar con una flota tan importante, el problema residió en que a lo largo de la
guerra no se consiguieron superar los efectos de la represión que tuvo lugar en el
momento del golpe de estado de julio de 1936 cuando la marinería y los suboficiales se
rebelaron para impedir que los barcos se sumaran a la sublevación, ya que la inmensa
mayoría de la oficialidad era partidaria del golpe.148 En una fecha tan avanzada como
mayo de 1938, un informe presentado al presidente Juan Negrín sobre la situación de la
flota señalaba la ausencia de eficacia y de disciplina. «En general la moral ofensiva de los
mandos es pequeña y la moral de combate de las dotaciones es baja». Además, apuntaba
la presencia de la quinta columna franquista tanto en la Flota como en la base naval de
Cartagena («Moral derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acción», se decía).
Informes posteriores indicaban que la situación no había mejorado.154
A diferencia de lo que ocurrió con el bando sublevado, que fue apoyado por las armadas
italiana y alemana, la República solo recibió de la URSS cuatro lanchas torpederas
de clase G-5, además de unos pocos mandos y especialistas en submarinos que, según
un informe «reservado y confidencial» presentado al presidente Negrín, eran
«considerados —dentro de la Flota— como huéspedes molestos a los que hay soportar
con amabilidad. Lo mismo ocurre en la base naval de Cartagena».154 Por su parte, Francia
y Gran Bretaña solo participaron en alguna ocasión puntual para evitar el apresamiento de
buques propios por la flota "nacional".
Así pues, por encima de alguna victoria ocasional, como el hundimiento del Baleares a
principios de marzo de 1938 en la batalla del cabo de Palos, «la realidad era que la marina
republicana se había centrado en el servicio de protección del tráfico mercante, en el
mantenimiento de un canal suministrador de pertrechos de guerra y de alimentos».155 Pero
ni siquiera esa función de escolta la desempeñó con pleno éxito, como se señalaba en un
informe del servicio secreto republicano (SIM) de enero de 1939 en el que después de
afirmar la "notoria inferioridad" de la marina de guerra republicana respecto de la Marina
de los "nacionales" se decía:154
Lo cierto es que la Marina de Guerra facciosa se ha incrementado sin hostilización por nuestra
parte... y que su Marina Mercante navega sin contratiempos por todos los mares, en tanto la
nuestra, perseguida y prácticamente indefensa, es presa fácil de los facciosos.
El submarino republicano C-3
Billete emitido por el bando sublevado el 12 de octubre de 1937 con el escudo grande de
la Monarquía española
Mola junto al General Franco en una aparición en Burgos el 27 de agosto de 1936, recogida por el
periódico alemán Berliner Illustrierte Zeitung. Mola es el que sobresale por la derecha.
La muerte el 20 de julio del general Sanjurjo, exiliado en Estoril, a causa del accidente que
tuvo nada más despegar el avión en el que tenía que dirigirse
desde Lisboa hacia Pamplona para ponerse al frente de la sublevación, dejó a los
generales sublevados sin el jefe que iba a encabezar el levantamiento.169 Para suplir en
parte la carencia de un mando único los generales y jefes sublevados constituyeron
en Burgos el 24 de julio una Junta de Defensa Nacional presidida por el general de más
graduación y más antiguo, Miguel Cabanellas.170 Su Decreto número 1 establecía que
asumía "todos los poderes del Estado"170 y en sucesivos decretos extendió el estado de
guerra que los sublevados habían proclamado en cada sitio a toda España (lo que sirvió
de base para someter a consejos de guerra sumarísimos a todos los que se opusieran a la
rebelión militar),171 ilegalizó los partidos y sindicatos del Frente Popular y prohibió todas las
actuaciones políticas y sindicales obreras y patronales "mientras duren las actuales
circunstancias" (Decreto del 25 de septiembre).172
Pero lo más urgente era lograr la unidad de mando militar.171 Así el 21 de septiembre de
1936 tuvo lugar en una finca de los alrededores de Salamanca la primera reunión a la que
asistieron los generales de la Junta de Defensa Nacional, con el añadido de los
generales Orgaz, Gil Yuste y Kindelán. Allí los reunidos discutieron sobre la necesidad del
mando único de las fuerzas sublevadas y nombraron para el cargo al general Franco pues
era quien mandaba el ejército que estaba a punto de conseguir la entrada en Madrid
(el Ejército de África estaba cerca de Maqueda a solo 100 kilómetros de la capital) y el que
había obtenido la ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista, y que venía tratando
con ellos. Pero una vez decidido el mando único en el terreno militar aún quedaba por
dilucidar el mando político.173
Entonces el general Franco realizó una "jugada maestra": ordenar que las columnas que
avanzaban hacia Madrid se desviaran hacia Toledo para liberar el Alcázar y así levantar el
cerco de dos meses al que llevaban sometidos un millar de guardias civiles y falangistas
además de algunos cadetes de la Academia de Infantería al mando de su director, el
coronel Moscardó,172 y que tenían retenidos "como rehenes a mujeres y niños de
conocidos militantes de izquierda".174 "La toma del Alcázar agrandó la leyenda del general
Franco. La famosa frase de Moscardó sin novedad en el Alcázar, repetida ante Franco y
numerosos periodistas dos días después de su liberación, fue adecuadamente propagada.
Franco era el salvador de los héroes sitiados, el símbolo de un ejército dispuesto a ganar
la guerra a cualquier precio".175
El 28 de septiembre de 1936, el mismo día en que el Alcázar de Toledo fue liberado, se
celebró la segunda reunión de los generales en Salamanca para decidir quién ostentaría el
mando político. El elegido fue el general Franco al que sus compañeros de sublevación
nombraban no solo “Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire", sino
también "Jefe del Gobierno del Estado español, mientras dure la guerra".88 Pero cuando
fue publicado al día siguiente el decreto nº 138 de la Junta de Defensa Nacional con su
nombramiento se había introducido un importante cambio en el texto: se había suprimido
la coletilla "mientras dure la guerra", y al nombramiento del general Franco como "Jefe del
Gobierno del Estado Español" se le añadía "quien asumirá todos los poderes del nuevo
Estado". Este decreto de 29 de septiembre de 1936 sería el fundamento de la legitimidad
del poder del "Generalísimo" durante los siguientes 39 años.172
El general Franco, «generalísimo» y «caudillo»
La primera ley que promulgó el generalísimo Franco fue la que creaba la Junta Técnica del
Estado(en sustitución de la Junta de Defensa Nacional), presidida por el general
Dávila (que en el verano de 1937 sería sustituido por el general monárquico Francisco
Gómez-Jordana, mucho más eficiente que su antecesor)177 y que contaba con una
Secretaría General del jefe del Estado, cargo que desempeñó Nicolás Franco, el hermano
mayor del generalísmo. Su ocupación fue «rectificar toda la legislación republicana
volviendo las cosas a su punto anterior».172
La sede de la Junta Técnica del Estado se estableció en Burgos aunque la capital política
de la España nacional era Salamanca donde residía el poder militar, pues allí se
encontraba el Cuartel General de Franco.172
El Decreto de Unificación de abril de 1937
Artículo principal: Decreto de Unificación
El siguiente paso en el afianzamiento del poder del nuevo «caudillo» se produjo cuando
tras el fracaso de la toma de Madrid (entre noviembre de 1936 y marzo de 1937) se
planteó la necesidad de crear un "partido único", siguiendo el modelo de la Dictadura de
Primo de Rivera, a partir de la fusión de los carlistas y falangistas.178
Desde el Cuartel General del Generalísimo el nuevo asesor de Franco Ramón Serrano
Súñer (cuñado del «caudillo» y antiguo diputado de la CEDA que había llegado a
Salamanca evadido de la "zona roja") propició un acercamiento entre la Comunión
Tradicionalista y Falange Española y de las JONS con vistas a su fusión, pero las
diferencias ideológicas y políticas que les separaban eran casi insalvables (pues eran las
que separaban el tradicionalismo del fascismo), y además había otro obstáculo que era
innegociable: que al frente del "partido único" se situara el propio general Franco. Es decir,
que ambas partes tenían que aceptar que la nueva formación política quedaría supeditada
al poder personal del "Generalísmo", vértice del poder militar y político. Para apoyar esta
idea se difundió desde el Cuartel General de Salamanca el lema Una patria, un Estado, un
caudillo, copia del lema nazi Ein Volk, ein Reich, ein Führer ('un pueblo, un Estado, un
caudillo').179
Se produjeron contactos entre falangistas y carlistas pero no fructificaron y todo el proceso
no dejó de crear tensiones en el seno de ambos partidos que se tradujeron en el caso de
los falangistas en los "sucesos de Salamanca" de abril de 1937, durante los cuales varios
falangistas murieron en los enfrentamientos entre los partidarios de la fusión y de la
supeditación al poder militar (encabezados por Sancho Dávila y Agustín Aznar) y los
contrarios a ella (encabezados por Manuel Hedilla).180
Finalmente, el Cuartel General de Franco decidió actuar, y el mismo día en que los
falangistas contrarios a la fusión celebraron un Consejo Nacional en el que eligieron a
Manuel Hedilla como "jefe nacional", el domingo 18 de abril,181 el propio general Franco
anunció que se iba a promulgar al día siguiente un Decreto de Unificación de Falange y la
Comunión Tradicionalista, que pasaban a estar ahora bajo su jefatura directa como "jefe
nacional" del mismo.182
Franco una semana después mandó detener a Manuel Hedilla (junto con otros falangistas
disidentes) cuando se negó a integrarse en la Junta Política del nuevo partido como simple
vocal y además comunicó a sus jefes provinciales que obedecieran únicamente sus
propias órdenes.183 «Para que no quedara duda sobre la ubicación del poder en lo que ya
comenzaba a llamarse Nuevo Estado, Hedilla fue juzgado y condenado a muerte por
su manifiesta actuación de indisciplina y de subversión frente al Mando y el Poder únicos e
indiscutibles de la España nacional. A todos debía quedar claro que la unidad de mando
militar sería en el futuro unidad de mando político».184 Pero Franco siguió los consejos de
la hermana del "Ausente" Pilar Primo de Rivera (líder del sector "puro" de Falange), de
Serrano Suñer y del embajador alemán e indultó a Hedilla, aunque este pasó cuatro años
en la cárcel y cuando salió de ella quedó apartado de la vida política.185
En los estatutos del "partido único", publicados el 4 de agosto, se estableció que el
"caudillo" solo sería "responsable ante Dios y ante la Historia", y ante nadie más.186
Dos meses antes, el 3 de junio, en plena Campaña del Norte el general Mola, el "director"
de la conspiración militar que había dado el golpe de estado de julio de 1936 con el que
comenzó la Guerra Civil, moría cuando el avión en el que viajaba se estrelló en una colina
del pueblo de Alcocero, cerca de Burgos.187 Mola solía emplear el avión con frecuencia en
sus desplazamientos y no existen pruebas de que hubiera sabotaje, aunque la muerte
favorecía claramente a Franco al eliminar al "director" como rival.187 El embajador alemán
escribió poco después: "Sin duda Franco se siente aliviado por la muerte del general
Mola".188
En octubre de 1937 fueron nombrados por el "Generalísmo" Franco los 50 miembros
del Consejo Nacional de FET y de las JONS, pero no pasó de ser un órgano meramente
consultivo.189 Lo mismo se podía decir de la FET y de las JONS, cuya única actividad
quedaba reducida en la práctica a efectuar propaganda.190 Sin embargo, los dirigentes de
Falange ocuparon muchos de los puestos más importantes en la administración del
"Nuevo Estado" y en el partido.188
El nacimiento del «Nuevo Estado»
Véase también: Primer Gobierno de Francisco Franco
En enero de 1938, mientras tenía lugar la batalla de Teruel, se da el primer paso para la
configuración definitiva del "Nuevo Estado" con la promulgación por el "Generalísmo" de
la Ley de la Administración Central del Estado por la que se creaba una estructura
administrativa que adoptaba la forma ministerial, y con el nombramiento el 30 de enero de
su primer gobierno en el que el propio Franco asume la Presidencia, mientras
que Francisco Gómez-Jordana (hasta entonces presidente de la Junta Técnica del Estado)
era el Vicepresidente y Ministro de Asuntos Exteriores. Sin embargo, el personaje más
destacado del gabinete era Ramón Serrano Súñer, ministro de Gobernación y
el cuñadísimo de Franco.191 En este gobierno se prefiguró ya la amalgama ideológica que
sería siempre en el futuro el franquismo: "su conservadurismo tradicional, y
su derechismo reaccionario".192
Será este gobierno el que inicie el proceso de institucionalización del "Nuevo Estado", con
la promulgación del "Fuero del Trabajo", basado en la Carta del lavoro del fascismo
italiano,193 y que constituyó la primera de las siete Leyes Fundamentales de la Dictadura
Franquista que funcionaron a modo de "constitución" del nuevo régimen;194195 la
derogación del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 y la promulgación de una serie
de órdenes y decretos que prohibían el uso del catalán en los documentos públicos y en la
conversación privada;195 la Ley de Prensa que sometía a los periódicos a la censura previa
y atribuía al gobierno el nombramiento de los directores de periódicos;195 la reintroducción
de la pena de muerte que había abolido la República;194 la aprobación de una Ley de
Enseñanza Mediaque garantizaba a la Iglesia católica una absoluta autonomía en la
educación secundaria.195
Según Julián Casanova el fascismo y el catolicismo fueron las dos ideologías sobre cuya
amalgama se construyó el "Nuevo Estado". El proceso de fascistización era evidente por la
exaltación del líder, el "Caudillo", como el Führer o el Duce; el saludo brazo en alto
establecido como "saludo nacional"; los uniformes y la simbología falangista; etc. Y al
mismo tiempo proliferaban los ritos y manifestaciones religiosas católicas como las
procesiones, las misas de campaña o las ceremonias político-religiosas que imitaban
supuestas formas medievales.193
El 19 de abril de 1939, diecinueve días después del "último parte" en el que Franco
declaraba «la guerra ha terminado», se celebró en Madrid el desfile de la Victoria presidido
por el «caudillo». Antes de empezar la parada militar el general Varela le impuso «en
nombre de la Patria» a Franco la Gran Cruz Laureada de San Fernando, «que tanto había
ambicionado desde sus campañas africanas y que tuvo que acabar autootorgándosela» en
un decreto firmado por él mismo y que fue leído por el general conde de Jordana al inicio
del acto. Al día siguiente el diario ABC de Madrid titulaba su crónica: «España, en el gran
desfile militar ante el Caudillo, muestra al mundo el poderío de las armas forjadoras del
nuevo Estado». Un mes después el general Franco ofrendaba su espada de caudillo
victorioso a Dios en una ceremonia celebrada el 20 de mayo en la iglesia madrileña de
Santa Bárbara y presidida por el cardenal primado de Toledo Isidro Gomá.196
Escudo del Consejo Regional de Defensa de Aragón, órgano creado durante la Revolución social
española de 1936.
La entrega de armas a los partidos y organizaciones obreras hizo que estas constituyeran
rápidamente "milicias armadas para hacer frente a la rebelión en el terreno militar y para
proceder a una profunda revolución social (desentendiéndose de las autoridades
republicanas, a las que no derribaron): incautaron y colectivizaron explotaciones agrarias y
empresas industriales y mercantiles para asegurar la continuidad de la producción y
distribución de bienes, y se hicieron cargo del mantenimiento de las principales funciones
competencia del Estado. La producción, el abastecimiento de la población, la vigilancia, la
represión, las comunicaciones y el transporte, la sanidad, quedaron en manos de comités
sindicales, que en no pocas localidades suprimieron la moneda para sustituirla por vales.
Ante el hundimiento de los mecanismos del poder público ["un gobierno que reparte armas
es un gobierno que se ha quedado sin instrumentos para garantizar el orden público e
imponer su autoridad"], surgió en el verano de 1936 un nuevo poder obrero, que era a la
vez militar, político, social, económico”.201 "En el País Vasco, sin embargo, donde
el PNV había rechazado la coalición con la CEDA en las elecciones de febrero de 1936 y
apoyado a la izquierda en la tramitación del Estatuto de Autonomía, finalmente aprobado el
1 de octubre de 1936, no hubo revolución social y un partido católico y nacionalista se
mantuvo hasta junio de 1937 al frente de un gobierno autónomo con poder sobre poco
más que el territorio de Vizcaya".202
Los comités que surgieron por todas partes eran autónomos y no reconocían límites a sus
actuaciones,203 pero la paradoja fue que al mismo tiempo la revolución no acabó con el
Estado republicano, sino que simplemente lo ignoró y lo redujo a la inoperancia. En
Cataluña se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas, pero el gobierno de la
Generalidad no fue destituido y continuó en su puesto. En Valencia apareció el Comité
Ejecutivo Popular. En Málaga y Lérida surgieron sendos Comités de Salud Pública.
En Cantabria, Gijón y Jaén, comités provinciales del Frente Popular (Comité de Guerra de
Gijón, Comité Popular de Sama de Langreo, etc). En Vizcaya, una Junta de Defensa. En
Madrid se constituyó un Comité Nacional del Frente Popular, que organizaba milicias y la
vida de la ciudad, pero junto a él seguía existiendo el gobierno de José Giral formado solo
por republicanos de izquierda.204
Pero el gobierno Giral, a pesar de que el poder real no estaba en sus manos, no dejó de
actuar, especialmente en el plano internacional. Fue este gobierno el que pidió la venta de
armas al gobierno del Frente Popular de Francia, y al no conseguirla, luego a la Unión
Soviética, para lo cual dispuso de las reservas del oro del Banco de España. En el plano
interior destituyó a los funcionarios sospechosos de apoyar la sublevación y dictó las
primeras medidas para intentar controlar las "ejecuciones" indiscriminadas, arbitrarias y
extrajudiciales de "fascistas" que llevaban a cabo decenas de "tribunales revolucionarios",
también conocidos como "checas", montadas por las organizaciones y partidos obreros
que habían impuesto el "terror rojo" en Madrid y en otros lugares. Así el gobierno Giral
creó los tribunales especiales "para juzgar los delitos de rebelión y sedición y los
cometidos contra la seguridad del Estado". Sin embargo estos "tribunales populares" no
acabaron con las actividades de las "checas" que siguieron asesinando "fascistas"
mediante los "paseos" (detenciones ilegales que acababan con el asesinato del detenido y
cuyo cadáver eran arrojado en una cuneta o junto a la tapia de un cementerio) o las
"sacas" (excarcelaciones de presos que supuestamente iban a ser puestos en libertad
pero que en realidad eran llevados al paredón).205
Cuando el 3 de septiembre de 1936 el Ejército de África sublevado tomó Talavera de la
Reina (ya en la provincia de Toledo, después de haber ocupado Extremadura), y además
también caía Irún en manos de los sublevados (con lo que el norte quedaba aislado del
resto de la zona republicana), José Giral presentó la dimisión al presidente de la
República Manuel Azaña.83
El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)
Véase también: Sucesos de mayo de 1937
La razón principal de la ayuda de la Italia fascista era ganar un aliado para el proyecto de
Mussolini de construir un imperio en el Mediterráneo, y de esa forma debilitar la posición
militar de Francia y de Gran Bretaña. También como los nazis utilizó el anticomunismo en
su propaganda para justificar la intervención en la guerra civil española.243
Aunque menos aireada, la ayuda a los sublevados por parte de la dictadura de Oliveira
Salazar de Portugal también fue importante, sobre todo en los primeros meses de la
guerra porque dejó que los militares rebeldes utilizaran sus carreteras, ferrocarriles y
puertos para comunicar la zona norte con Andalucía, y además devolvió a la zona
sublevada a los republicanos que huían de la represión. Después Portugal constituyó una
base de operaciones para la compra de armas y además fue un firme aliado de los
sublevados en la "farsa" de la "no intervención", a quienes siempre defendió ante
el Comité de No Intervención y en la Sociedad de Naciones.244
La intervención extranjera en favor de la República
Tanque soviético T-26B durante la batalla de Belchite, septiembre de 1937.
Papa Pío XI
El 20 de mayo de 1939, un mes después del desfile de la Victoria presidido en Madrid por
Franco, tuvo lugar en la Iglesia de Santa Bárbarade Madrid) una ceremonia político-
religiosa "medievalizante que quería representar en forma de drama sacro la ideología de
la guerra santa que acababa de concluir" en la que el general Franco con uniforme de
capitán general, camisa azul (de Falange) y boina roja (de los requetés) acompañado de
su esposa entró bajo palio en el templo (mientras el órgano hacía sonar el himno nacional)
donde ofrendó la espada de la victoria a Dios.282 A continuación el cardenal Gomá, que
presidía la ceremonia acompañado de diecinueve obispos (y en presencia del nuncio
del Vaticano monseñor Cicognani), bendijo al «caudillo» hincado de rodillas ante él:283
El señor sea siempre contigo. Él, de quien procede todo Derecho y todo Poder y bajo cuyo imperio
están todas las cosas, te bendiga y con amorosa providencia siga protegiéndote, así como al pueblo
cuyo régimen te ha sido confiado. Prenda de ello sea la bendición que te doy en el Nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Milicianos vestidos con ropas litúrgicas tras el saqueo de una iglesia. Madrid, 1936.
Sobre todo durante los primeros meses de la guerra en la zona republicana se desató una
salvaje persecución religiosa con asesinatos, incendios y saqueos cuyos autores fueron
"los extremistas, los incontrolados y los delincuentes comunes salidos de las cárceles que
se les sumaron", todo ello inmerso en la ola de violencia desatada contra las personas y
las instituciones que representaban el "orden burgués" que quería destruir la revolución
social española de 1936 que se produjo en la zona donde el alzamiento militar fracasó.266
"Durante varios meses bastaba que alguien fuera identificado como sacerdote, religioso o
simplemente cristiano militante, miembro de alguna organización apostólica o piadosa para
que fuera ejecutado sin proceso".284
En cuanto al número de víctimas un folleto de propaganda franquista editado en París en
1937 cifró el número en 16 750 sacerdotes y el 80 % de los miembros de las órdenes
religiosas. Estas cifras se mantuvieron como las oficiales durante las dos primeras
décadas de la dictadura franquista hasta que en 1961 el sacerdote Antonio Montero
Moreno (que después sería obispo de Badajoz) publicó el único estudio sistemático y serio
que se ha realizado hasta ahora, citando por sus nombres a las víctimas. Según ese
estudio titulado Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939285 fueron
asesinados en la zona republicana 12 obispos, 4184 sacerdotes seculares, 2365 religiosos
y 263 monjas.286 Queda pendiente conocer el número de los seglares católicos que fueron
asesinados no por lo que supuestamente hubieran hecho individualmente sino por
pertenecer a una asociación confesional católica o meramente por ser católicos
practicantes.287
Lo que las investigaciones posteriores a la de Montero Moreno han aclarado es que el
mayor número de asesinatos se produjo entre julio y septiembre de 1936 cuando los
miembros del clero eran apresados y ejecutados sin ningún tipo de juicio. A partir de la
última fecha comenzaron a funcionar los tribunales populares bajo el impulso del nuevo
gobierno de Largo Caballero que dieron unas mínimas garantías jurídicas a los detenidos y
las condenas solían acabar con penas de prisión y no con la muerte. Tras los sucesos de
mayo de 1937 y la formación del gobierno de Juan Negrín en el que el ministerio de justicia
fue ocupado por el católico del PNV Manuel de Irujo cesaron completamente los
asesinatos y la mayoría de los sacerdotes que estaban en prisión fueron puestos en
libertad. Sin embargo, la prohibición del culto público católico continuó así como otras
medidas revolucionarias. solo al final de la guerra con la desbandada del ejército
republicano hacia la frontera francesa volvieron a producirse nuevas víctimas entre los
miembros del clero, entre las que destaca el obispo de Teruel Anselmo Polanco
Fontecha.288 Así pues, según el historiador y monje benedictino Hilari Raguer, "no se
puede negar la trágica realidad de las matanzas del verano del 36, pero es confusionario
pretender que el terror hubiera durado hasta el final de la guerra".288
Las autoridades republicanas (especialmente los gobiernos autónomos de Cataluña y del
País Vasco) intentaron evitar los asesinatos de sacerdotes y religiosos, y en general de las
personas de derechas y de militares. En el País Vasco el gobierno de José Antonio
Aguirre consiguió dominar la situación y allí no hubo persecución religiosa. En Cataluña, a
pesar de que el poder efectivo lo tenían los cientos de comités revolucionarios
fundamentalmente anarquistas que habían surgido tras la derrota de la sublevación del 19
de julio, la Generalidad presidida por Lluís Companys consiguió poner a salvo a miles de
personas de derechas amenazadas, y entre ellas numerosos sacerdotes (empezando por
la cabeza de la Iglesia en Cataluña, el arzobispo de Tarragona cardenal Vidal y
Barraquer que había sido detenido por un grupo de milicianos) y religiosos (entre ellos
2142 monjas),289 concediéndoles pasaportes y fletando barcos franceses e italianos para
que pudieran huir al extranjero,290 aunque no pudo evitar que cientos de ellos fueran
ejecutados por ser católicos.291
Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas, la Iglesia y el culto católico en la zona
republicana, excepto en el País Vasco, habían desaparecido. En un informe interno
presentado ante el Consejo de Ministros el 7 de enero de 1937 el ministro católico sin
cartera del PNV Manuel Irujo denunció que en el «territorio leal» «todas las iglesias se han
cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido». Asimismo,
afirmaba Irujo, «todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en
los mismos» y «sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados,
saqueados, ocupados o derruidos». «Sacerdotes y religiosos han sido detenidos,
sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien
amenguados, continúan aún».292 Acabado su informe Irujo pidió al resto de miembros del
gobierno de Largo Caballero que aprobaran el restablecimiento de la libertad de conciencia
y de la libertad de cultos reconocida en la vigente Constitución de 1931, pero su propuesta
fue rechazada por unanimidad por entender que la opinión pública lo desaprobaría debido
al alineamiento de la Iglesia católica con el bando sublevado, además de aducir el viejo (y
falso) argumento, pero muy extendido, de que desde los templos se había disparado
contra las fuerzas leales y contra "el pueblo".293
José Antonio Aguirre durante un discurso en el Aberri Eguna de 1933celebrado en San Sebastián.
La excepción la constituyó el País Vasco republicano pues allí no hubo persecución
religiosa y el culto católico se desarrolló con normalidad. La razón fue que el Partido
Nacionalista Vasco (PNV), un partido católico, permaneció fiel a la República.271
En el gobierno que formó el socialista Juan Negrín tras los sucesos de mayo de 1937 el
católico y nacionalista vasco Manuel Irujo ocupó el ministerio de Justicia que era el
departamento que tradicionalmente en España se ocupaba de los asuntos religiosos. El
encargo que recibió Irujo de Negrín fue que intentara normalizar la vida religiosa en la zona
republicana.294 El primer fruto de la nueva política fue la tolerancia al culto doméstico por lo
que las misas celebradas en casas particulares ya no fueron perseguidas ni, con algunas
pocas excepciones, daban lugar a detenciones, a pesar de que en ocasiones se
convertían en reuniones favorables a los sublevados.295
En cuanto al restablecimiento del culto público el gobierno se encontró con la rotunda
oposición de los anarquistas, por un lado, y, por otro, por la de algunos católicos
republicanos y de las autoridades eclesiásticas que pensaban que las iglesias no se
podían reabrir sin más olvidando los asesinatos y los incendios de los primeros meses de
la guerra, además de que todo ello se podría convertir en un instrumento de la propaganda
republicana.296 El gobierno llegó a enviar en secreto a Roma a un eclesiástico para que
hiciera saber al Vaticano su propósito de normalizar la vida eclesiástica y reconciliarse con
la Iglesia.297 Pero la respuesta del Vaticano fue evasiva sin comprometerse en nada.298
Un nuevo gesto de reconciliación con la Iglesia se produjo el 17 de octubre de 1938
cuando cuatro ministros del gobierno presidieron el entierro católico del oficial vasco
capitán Vicente Eguía Sagarduy muerto en combate, al que se le dio gran publicidad en la
prensa y que tuvo gran impacto a nivel internacional.299 El paso siguiente fue la creación el
8 de diciembre de 1938 del Comisariado de Cultos de la República encargado de proteger
la libertad religiosa y de cultos, al frente del cual Negrín nombró a un colega católico y
amigo suyo Jesús María Bellido Golferichs, que aceptó el cargo "cumpliendo un deber de
católico". Pero el culto público no tuvo tiempo para ser restablecido a causa de la ofensiva
de Cataluña que lanzó el "Generalísimo Franco" el 23 de diciembre de 1938 y que en solo
mes y medio ocupó toda Cataluña. Así pues, la reapertura de los templos católicos en
Cataluña no fue obra de la República sino que la trajeron las tropas de Franco (cuando ya
se habían hecho los preparativos para reabrir al culto una de las capillas de la catedral de
Tarragona, los "nacionales" entraron en la ciudad el 15 de enero).300
Fosa común en Estépar, provincia de Burgos, con 26 víctimas del bando republicano. La excavación
tuvo lugar en el mes de julio de 2014.
El número de víctimas civiles aún se discute. Algunos afirman exageradamente que la cifra
se situaría entre 500 000 y 1 000 000 de personas.2 Muchas de estas muertes no fueron
debidas a los combates, sino a la represión en forma de ejecuciones sumarias y paseos.
Esta se llevó a cabo en el bando sublevado de manera sistemática y por orden de sus
superiores, mientras en el bando republicano se produjo de manera descontrolada en
momentos en que el gobierno perdió el control de las masas armadas.313 Los abusos se
centraron en todos aquellos sospechosos de simpatizar con el bando contrario. En el
bando sublevado se persiguió principalmente a sindicalistas y políticos republicanos (tanto
de izquierdas como de derechas), mientras en el bando republicano esta represión se
dirigió hacia simpatizantes de la reacción o sospechosos de serlo y sacerdotes de
la Iglesia católica, llegando a quemar conventos e iglesias y asesinando a obispos,
sacerdotes, religiosos y religiosas. Es incalculable la pérdida en el patrimonio histórico y
artístico de la Iglesia católica, pues se destruyeron unos 20 000 edificios —entre ellos
varias catedrales— incluyendo su ornamentación (retablos e imágenes) y archivos.314315
El número de muertos en la guerra civil española solo puede ser estimado de manera
aproximada. El bando sublevado estableció una cifra de 500 000, incluyendo además de
los muertos en combate, a las víctimas de bombardeos, ejecuciones y asesinatos.
Estimaciones recientes arrojan esa misma cifra de 500 000 muertos o algo menos, sin
incluir a quienes murieron de malnutrición, hambre y enfermedades engendradas por la
guerra. La cifra de un millón de muertos, a veces citada, procede de una novela de
Gironella, que la justifica entre los 500 000 reconocidos y otros tantos cuya vida resultó
irremediablemente destrozada.
La represión franquista de la posguerra y el exilio republicano
Artículos principales: Represión franquista y Exilio republicano.
Memoria histórica
Mapa de fosas de la guerra civil española. Localización geográfica de las fosas o lugares de
enterramiento en el territorio español de las que se dispone información, representadas con
símbolos de diferentes colores según la actuación realizada sobre cada una de ellas.
Fuente: Ministerio de Justicia
En 2007 el gobierno español aprobó la Ley de Memoria Histórica, que intenta restaurar la
memoria y dignidad de los represaliados.319 Esta incluye renombrar vías públicas con
nombres franquistas, eliminación de símbolos falangistas de monumentos, mapas de fosas
comunes y exhumación de cadáveres, etc.320
Igualmente, otras administraciones económicas han actuado en la misma línea,321 llegando
a pronunciarse a favor la ONU.322
Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptación de la novela homónima del mismo
autor330
Sin novedad en el Alcázar (Augusto Genina, 1940) italoespañola
Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941) con guion del propio Franco
Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su
orientación falangista
El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
Desde 1975:331 Ficción:
Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
Dragon Rapide, que utiliza como título el nombre del avión en el que Franco salió
de Canarias
El largo invierno
Los niños de Rusia
Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984) adaptación de la obra
de Fernando Fernán Gómez
La vaquilla (Luis García Berlanga, 1985)
Réquiem por un campesino español (Francesc Betriu, 1985) adaptación de la novela
de Sender
¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)
El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001)
Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)
La buena nueva (Helena Taberna, 2008)
La mujer del anarquista (Marie Noelle y Peter Sehr, 2009)
Documental:
Morir en Madrid (Frederic Rossif, 1963)
La vieja memoria (Jaime Camino, 1976)
Retablo de la guerra civil española (Basilio Martín Patino, 1980); el mismo autor
previamente había tratado la posguerra en Canciones para después de una
guerra (1971) y la figura de Franco en Caudillo (1974).
La guerra civil española (Granada Televisión, 1983)
El honor de las injurias (Carlos García Alix, 2007)332
El perro negro (historias de la guerra civil española) (Péter Forgács, 2005)333
Los niños de Morelia (Juan Pablo Villaseñor, 2004, México)334
Novela
Flechas
Pelayos (dibujante: Valentín Castany)
Flechas y Pelayos (producto de la fusión de ambas, paralela a la fusión de las distintos
partidos en FET y de las JONS)
Chicos (Jesús Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tomás)
Bando republicano
Pionero Rojo
En la democracia
Vértice (revista)348
Jerarquía (revista)
Ilustradores: Teodoro y Álvaro Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J.
Olasagasti y Carlos Sáenz de Tejada.
Bando republicano
Hora de España
Mono Azul
Fotomontador: Josep Renau.
Cartelista: Carles Fontseré.349
Gran difusión tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Miró.
Fotografía
Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la polémica instantánea Muerte del
miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podría ser otro de los muertos
en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo XX.350
Agustí Centelles
Pelayo Más, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del arte y la destrucción de la
Iglesia en la España roja (80 de ellas de Toledo).351
Guglielmo Sandri, teniente del ejército italiano, tomó 4000 fotografías, recuperadas en
1992.352
Videojuegos
Algunos videojuegos cubren combates de la guerra civil española:
1936, España en llamas, un mod del juego de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty
2.
El juego completo Sombras de guerra.
El juego Hearts of Iron 2.353
Véase también
Militares de la Guerra Civil Española leales a la República
Militares de la Guerra Civil Española sublevados
Fascismo
Francisco Franco
Franquismo
Simbología del franquismo
Operación Úrsula
Pabellón de la República Española
Revolución social española de 1936
Nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo
Anexo:Aviones de la Guerra Civil Española
Anexo:Buques utilizados en la Guerra Civil Española
Anexo:Armamento portátil utilizado durante la Guerra Civil Española
Anexo:Tanques en la Guerra Civil Española
Anexo:Imputados en el auto de 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de
Instrucción n.º 5 de la Audiencia Nacional
1936 Guerra Civil
Notas
1. Volver arriba↑ Tanto en la zona republicana como en la sublevada, incluyendo
el protectorado de Marruecos, Guinea, Saguia el Hamra, Río de Oro e Ifni.
2. Volver arriba↑ En el auto por el que queda extinta la responsabilidad penal, se detalla que
es por «delitos contra Altos Organismos de la Nación y la Forma de Gobierno, así como
respecto del delito de detención ilegal con desaparición forzada de personas, en el
contexto de crímenes contra la humanidad».
3. Volver arriba↑ El 16 de octubre de 2008, fueron imputados altos cargos de la Dictadura por
el entonces magistrado-juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, acusado de
«presuntos delitos permanentes de detención ilegal, sin dar razón del paradero, en el
contexto de crímenes contra la humanidad».14 El auto llegó a dar por hechos constados los
siguientes:
De lo dicho anteriormente y de los hechos que acontecieron posteriormente al 18 de julio
de 1936, se constata que el alzamiento o insurrección armada que se materializó en esa
fecha, fue una decisión perfectamente planeada y dirigida a acabar con la forma de
Gobierno de España, en ese momento, atacando y ordenando la detención e incluso la
eliminación física de personas que ostentaban responsabilidades en los altos
Organismos de la Nación y ello, como medio o al menos como paso indispensable para
desarrollar y ejecutar las decisiones previamente adoptadas sobre la detención, tortura,
desaparición forzada y eliminación física de miles de personas por motivos políticos e
ideológicos, propiciando, asimismo, el desplazamiento y exilio de miles de personas,
dentro y fuera del territorio nacional, situación que continuó, en mayor o menor medida,
durante los años siguientes, una vez concluyó la Guerra Civil, y cuya realidad pretende
concretarse en esta investigación, así como los autores, en cada caso, con el fin de
individualizar las conductas y los responsables de las mismas, y resolver sobre la
extinción de su posible responsabilidad penal, de haber fallecido. [...] La categoría de
crimen contra la humanidad parte de un principio básico y fundamental, que estas
conductas agredan en la forma más brutal a la persona como perteneciente al género
humano en sus derechos más elementales como la vida, la integridad, la dignidad, la
libertad, que constituyen los pilares sobre los que se constituye una sociedad civilizada y
el propio Estado de Derecho.
Auto del 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de Instrucción n.º 5 de la Audiencia
Nacional.14
4. Volver arriba↑ Julián Casanova apunta medio millar de irlandeses,237 sin embargo otros
autores elevan esta cantidad a un número indeterminado entre 700-900 combatientes.238
5. Volver arriba↑ Julián Casanova menciona 300 combatientes franceses,237 sin embargo otros
estudios apuntan un número superior, en torno a 500.240238
6. Volver arriba↑ El artículo 607 del Código Penal español exige para que concurra el delito de
genocidio que el autor tenga el «propósito de destruir total o parcialmente un grupo
nacional, étnico, racial, religioso o determinado por la discapacidad de sus integrantes».
Referencias
1. Volver arriba↑ «Unidad cívica por la República. Barcelona. Exposición Aviadores de la
República».
2. ↑ Saltar a:a b El número de pérdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre
500 000 y un millón de personas fallecieron. Con los años, los historiadores disminuyeron
estas cifras, y estudios modernos concluyen que 500 000 muertes es la cifra más acertada.
Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899-901, inclusive.
3. Volver arriba↑ «Entrevista a David Jorge: "La Guerra Civil debe conocerse como la Guerra
de España. La elección del término no es casual".» Público. Consultado el 28 de octubre de
2017.
4. Volver arriba↑ Avilés Farré, Juan (1998). Las grandes potencias ante la guerra de España.
Arco Libros. ISBN 84-7635-300-6.
5. Volver arriba↑ Tusell, Javier; García Queipo de Llano, Genoveva (1993). El catolicismo
mundial y la guerra de España. Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 84-7914-097-6.
6. Volver arriba↑ Moradiellos, Enrique (2012). La guerra de España (1936-1939): estudios y
controversias. Barcelona: RBA. ISBN 978-84-9006-328-6.
7. ↑ Saltar a:a b c d Alpert, 1996, p. 127.
8. Volver arriba↑ Sole i Sabaté y Villaroya, 2003, pp. 16-17.
9. Volver arriba↑ Santos Juliá, 1999, p. 118. «Fue desde luego lucha de clases por las armas,
en la que alguien podía morir por cubrirse la cabeza con un sombrero o calzarse con
alpargatas los pies, pero no fue en menor medida guerra de religión,
de nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana,
entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo».
10. Volver arriba↑ Malefakis, 2006, p. 24. «Aunque una parte de los militares iniciara la
contienda, la guerra no puede definirse —como a veces sigue haciéndose— como la lucha
de los militares —o del Ejército más un puñado de terratenientes ricos y jerarcas
eclesiásticos— contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de muchos españoles -en
especial de las clases medias y altas, pero también de las humildes: millones de pequeños
propietarios y gente religiosa-, el alzamiento no se hubiera convertido en guerra civil, pese
a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al principio».
11. Volver arriba↑ 'El genocidio franquista en Córdoba', El día de Córdoba, 17 de noviembre de
2008.
12. ↑ Saltar a:a b "La dictadura de Franco fue fascista y genocida", El Plural, 19 de julio de
2006.
13. ↑ Saltar a:a b «El último genocidio negado: 'Verdad, justicia y reparación' para las víctimas
de todas las formas de genocidio», Nueva Tribuna, 2 de marzo de 2010.
14. ↑ Saltar a:a b c d GARZÓN REAL, Baltasar (16 de noviembre de 2008). «Juzgado Central de
Instrucción n.º 5. Audiencia Nacional. Madrid. Diligencias previas (proc. abreviado)
399/2006 V. Auto». Administración de Justicia. Archivado desde el original el 24 de octubre
de 2012.
15. ↑ Saltar a:a b GARZÓN REAL, Baltasar (18 de noviembre de 2008). «Juzgado Central de
Instrucción n.º 5. Audiencia Nacional. Madrid. Sumario (proc. ordinario) 53/2008 E.
Auto». Administración de Justicia. Archivado desde el original el 5 de septiembre de 2015.
16. Volver arriba↑ García Queipo de Llano, Genoveva (1997). El reinado de Alfonso XIII. La
modernización fallida. Madrid: Historia 16. p. 130. ISBN 84-7679-318-9.
17. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 27-28.
18. Volver arriba↑ Suárez, Eduardo (2006). «Tres días de abril que revolucionaron España». La
Aventura de la Historia (90). ISSN 1579-427X.
19. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 13-14.
20. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 64-68.
21. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 84.
22. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 112.
23. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 96.
24. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 106.
25. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 82.
26. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 82-84.
27. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 116-117.
28. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 156.
29. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 122-123.
30. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 120.
31. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 157.
32. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 120-121.
33. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 160.
34. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 121. «A los pocos días de las elecciones, unos
ochenta mil campesinos andaluces, manchegos y extremeños convocados por
la FNTT[socialista], se lanzaron a ocupar las fincas de las que habían sido desalojados en
el invierno de 1934-35 [por los gobiernos radical-cedistas]. Se producía así un hecho
consumado, que obligó al Ministerio de Agricultura a adoptar medidas oportunas para
volver a poner en vigor la legislación del primer bienio».
35. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 122.
36. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 130.
37. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 123-125.
38. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 166-168.
39. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 123.
40. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 114.
41. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 162-163.
42. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 112-116. «De esta forma, el gobierno quedó desasistido por
sus aliados naturales y hostigado desde la derecha por una envalentonada oposición
monárquica que arrastraba ya con fuerza a los católicos y desde la izquierda por un sector
del PSOE que, si había renunciado a la revolución esperaba con impaciencia la hora de
sustituir al gobierno republicano por uno exclusivamente socialista»..
43. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 126-127.
44. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 127-128.
45. ↑ Saltar a:a b Gil Pecharromán, 1997, p. 128.
46. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 164.
47. ↑ Saltar a:a b c Casanova, 2007, p. 165.
48. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 129-130.
49. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 171.
50. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 130-131.
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57. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 173.
58. ↑ Saltar a:a b Gil Pecharromán, 1997, p. 136.
59. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 173-174.
60. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 115. «Las divisiones que se habían manifestado en el seno
del propio ejército desde la Dictadura... durante la República habían alcanzado un singular
grado de virulencia con la creación de uniones militares enfrentadas por la cuestión del
régimen político [la UME, Unión Militar Española, monárquica; y la republicana Unión Militar
Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho más reducida]».
61. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 115-116.
62. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 25. «Azaña y muchos elementos de su partido, y el
propio Casares Quiroga, jefe del gobierno, no creyeron que después de haber neutralizado
con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el ejército hubiera capacidad para preparar
una acción seria, estimando además que tenían controlados a los posibles cabecillas y que
en el caso de que esa rebelión se produjese sería fácil abortarla».
63. ↑ Saltar a:a b Gil Pecharromán, 1997, p. 138.
64. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 174.
65. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 32.
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72. ↑ Saltar a:a b c d e f Alpert, 1996, pp. 123-124.
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82. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, p. 128.
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84. Volver arriba↑ La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 4.
85. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 129-130.
86. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, pp. 128-129.
87. ↑ Saltar a:a b c d Aróstegui, 1997, p. 57.
88. ↑ Saltar a:a b Juliá, 1999, p. 120.
89. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 130-132.
90. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 309.
91. ↑ Saltar a:a b Juliá, 1999, p. 128.
92. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 133-134.
93. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 134.
94. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 136.
95. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 137.
96. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 137-138.
97. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 138-139.
98. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 141-142.
99. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 142.
100. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, pp. 142-148.
101. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 148.
102. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 148-149.
103. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 149-150.
104. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 150-152.
105. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 152-153.
106. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 153-155.
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109. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 161.
110. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 157-160.
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112. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 163.
113. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 332.
114. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 163-166.
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118. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, pp. 333-334.
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120. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 172.
121. ↑ Saltar a:a b Juliá, 1999, pp. 139-140.
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129. ↑ Saltar a:a b c d Casanova, 2007, p. 336.
130. ↑ Saltar a:a b c Alpert, 1996, p. 182.
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137. ↑ Saltar a:a b c Casanova, 2007, pp. 403-405.
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144. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 143.
145. Volver arriba↑ Historia de España. La Guerra Civil Española, Ramón Puche Maciá.
146. Volver arriba↑ Campus Digital(UMU). Mª Encarna Nicolás Marín.
147. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 405-407.
148. ↑ Saltar a:a b Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 422.
149. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 425.
150. Volver arriba↑ Alpert, 1987, p. XII.
151. Volver arriba↑ Alpert, 1987, pp. 1-2.
152. ↑ Saltar a:a b Thomas, 1976, pp. 360-362.
153. Volver arriba↑ Alpert, 1987, pp. 376-377.
154. ↑ Saltar a:a b c Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 422-424.
155. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 423.
156. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 421-422. «la base de
Cartagena podría convertirse, por sus condiciones naturales y su magnífico
emplazamiento, en el bastión sobre el que se asentara cualquier hipótesis de una
resistencia escalonada».
157. Volver arriba↑ Alpert, 1987, pp. 378-379.
158. Volver arriba↑ Jorge Martínez Reverte «Guerra contra Hitler. Documentos inéditos
prueban que el coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la República, propuso al
Gobierno de Negrín que provocara una guerra con la Alemania nazi.» El País, 18 de
octubre de 2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el año
2009.
159. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 424.
160. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 9.
161. ↑ Saltar a:a b c Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 10.
162. Volver arriba↑ «21 aviadores sin piedad».
163. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 313.
164. Volver arriba↑ Desde la batalla del Ebro hasta el final de la guerra, Tomo II
de Aviación republicana: historia de las Fuerzas Aéreas de la República Española (1931-
1939), de Carlos Saiz Cidoncha, 2006
165. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 303-312.
166. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 313-316.
167. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 339.
168. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 48.
169. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 70-72.
170. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 36.
171. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 72.
172. ↑ Saltar a:a b c d e Aróstegui, 1997, p. 76.
173. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 119.
174. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 344.
175. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 345.
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177. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 357.
178. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 90.
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182. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 691.
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184. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 121-122.
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186. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 92.
187. ↑ Saltar a:a b Thomas, 1976, p. 744.
188. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 355.
189. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 808.
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191. Volver arriba↑ Thomas, 1976.
192. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 113.
193. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 359.
194. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 114.
195. ↑ Saltar a:a b c d Juliá, 1999, p. 122.
196. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 396-397.
197. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, pp. 97-101.
198. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, pp. 97-102.
199. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, pp. 100-103.
200. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 204-205.
201. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 124.
202. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 118-119.
203. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 125.
204. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 302.
205. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 303-304.
206. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 304-308.
207. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 126.
208. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 313.
209. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 313-315.
210. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 69-70.
211. Volver arriba↑ La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 6.
212. Volver arriba↑ Como decía el luchador y pensador anarquista Errico Malatesta: «Yo
soy comunista, estoy a favor del acuerdo y creo que con una descentralización inteligente y
un intercambio continuo de informaciones podrían llegar a organizarse los necesarios
intercambios de productos y satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al símbolo
moneda. Como todo buen comunista aspiro a la abolición del dinero, y como todo buen
revolucionario creo que será necesario desarmar a la burguesía, desvalorizando todos los
signos de riqueza que puedan servir para vivir sin trabajar».
213. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 126-129.
214. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 318-321.
215. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 317; 323-324.
216. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 326.
217. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 132.
218. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 133.
219. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 328; 332.
220. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 329-331.
221. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 328.
222. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 137.
223. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 98.
224. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 335-336.
225. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 77. «Es verdad que España
estuvo "invadida" de presencia extranjera en los dos bandos, pero fue más la que se
observó del lado del gobierno de Burgos y, sobre todo, ésta persistió hasta el final. Y es
indudable que el argumento que esgrimía Negrín de que el bando nacional no era español,
sin ser ni mucho menos verdad, tenía mucha más razón de ser que cuando Burgos
afirmaba que la España republicana era prácticamente un satélite de Stalin»..
226. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 142.
227. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 40.
228. ↑ Saltar a:a b c Aróstegui, 1997, p. 60.
229. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 261-262.
230. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 273-274. «[A partir del inicio de la batalla de
Madrid], la guerra ya no era un asunto interno español. Se internacionalizó y con ello ganó
en brutalidad y destrucción. Porque el territorio español se convirtió en campo de pruebas
del nuevo armamento que estaba desarrollándose en esos años de rearme, previos a una
gran guerra que se anunciaba [la Segunda Guerra Mundial]»..
231. Volver arriba↑ «EL ASILO DIPLOMÁTICO: UN CONDICIONANTE DE LAS
RELACIONES INTERNACIONALES DE LA REPÚBLICA DURANTE LA GUERRA
CIVIL Antonio Manuel Moral Roncal Universidad de Alcalá de Henares». Archivado
desde el original el 18 de diciembre de 2009.
232. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 59-60.
233. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, pp. 263-265.
234. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 266.
235. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 42.
236. ↑ Saltar a:a b c Casanova, 2007, p. 278.
237. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 277. «De los voluntarios genuinos [que
combatieron en las tropas del ejército de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
católicos irlandeses... Sólo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de 1937,
donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses después
volvieron a su patria. Además de ese medio millar de "camisas azules" irlandeses, hubo en
las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra los bolcheviques, un grupo
variado de fascistas y antisemitas procedentes de la Europa oriental y unos trescientos
franceses de la ultraderechista Croix de Feu que constituyeron el batallón Jeanne d'Arc».
238. ↑ Saltar a:a b Stradling, R. A. «Campo de batalla de las reputaciones: Irlanda y la
Guerra Civil española,». En Paul Preston. La República asediada. pp. 185-224. ISBN 84-8307-
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239. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 277.
240. Volver arriba↑ Dewaele, H. (2002). Revista Historia y política: Ideas, procesos y
movimientos sociales, nº 8, ed. «La extrema derecha francesa en España: mitos y
realidades de la bandera Jeanne d'Arc (1936-1939)».
241. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 267-268.
242. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 267.
243. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 268.
244. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 269.
245. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 271-274.
246. Volver arriba↑ Casanova, 1997, p. 42. «El problema de la evaluación cuantitativa
de esas entregas de armamento sigue en pie y la valoración de su utilidad también»..
247. Volver arriba↑ José Mª Manrique Lucas Molina Franco, Las armas de la Guerra
Civil Española, La esfera de los libros, ISBN 84-9734-475-8.
248. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 273.
249. Volver arriba↑ El C-6, comandado por el ruso Nikolai Yegipko.
250. Volver arriba↑ Submarino C-1. En agosto de 1936 es nombrado comandante el
oficial ruso Burmistrov, que sustituyó al C.C. Lara.
251. Volver arriba↑
Para jefe de la flotilla de los tres submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombró al ruso
Burmistrov, pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque no tengo
noticia de que llegara a hundir ningún barco, sí que, por lo menos, mantuvo a su
submarino en actividad hasta el último momento. Ambos alcanzarían el almirantazgo en
la Marina soviética, y Eguipko desempeñaría en los años setenta el puesto de almirante-
jefe de la base de Leningrado.
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