You are on page 1of 80

Guerra civil española

(Redirigido desde «Guerra Civil Española»)

Guerra civil española

Partiendo de arriba a la izquierda, en el sentido de las agujas del


reloj: batalla del Ebro, asedio del Alcázar de Toledo, bombardeo
de Guernica, batalla de Belchite ybatalla de Madrid.

Fecha 17 de julio de 1936-1 de abril de 1939 (2


años, 8 meses y 15 días)

Lugar Españaa

Casus belli Fracaso parcial del golpe de Estado de julio


de 1936

Resultado Victoria del bando sublevado e implantación


de la dictadura de Francisco Franco

Consecuencias Véanse Consecuencias

Beligerantes
Bando republicano Bando
sublevado
Apoyado por:
Apoyado por:
 [[Archivo:{{{bandera alias-

1923}}}|20x20px|border|link=|Bandera de Alemania
la Unión Soviética]] Unión Soviética
 Italia
 México
 Portugal

Fuerzas en combate

Ver lista[mostrar] Ver lista[mostrar]

Bajas

~500 000
~120 000 en retaguardia2

[editar datos en Wikidata]

[mostrar]

 v

 d

 e
Guerra Civil Española

[mostrar]
Guerra aérea durante la
Guerra Civil Española

[mostrar]
Guerra naval durante la
Guerra Civil Española

La guerra civil española, o guerra de España,3456 fue un conflicto social, político


y bélico —que más tarde repercutiría también en una crisis económica— que se
desencadenó en España tras el fracaso parcial del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de
1936 llevado a cabo por una parte del Ejército contra el gobierno de la Segunda República.
Tras el bloqueo del Estrechoy el posterior puente aéreo que, gracias a la rápida
colaboración de la Alemania nazi y la Italia fascista, trasladó las tropas rebeldes a
la Península en las últimas semanas de julio,78 comenzó una guerra civil que concluiría el 1
de abril de 1939 con el último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su
victoria y estableciendo una dictadura que duraría hasta su muerte el 20 de noviembre de
1975.
La guerra tuvo múltiples facetas, pues incluyó lucha de clases, guerra de religión,
enfrentamiento de nacionalismos opuestos, lucha entre dictadura militar y democracia
republicana, entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo.9
A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando sublevado:
 El bando republicano estuvo constituido en torno al Gobierno elegido
democráticamente, formado por el Frente Popular, que a su vez se componía de una
coalición de partidos republicanos —Izquierda Republicana y Unión Republicana—
con el Partido Socialista Obrero Español, a la que se habían sumado los marxistas-
leninistas del Partido Comunista de España y el POUM, el Partido Sindicalista de
origen anarquista y en Cataluña los nacionalistas de izquierda encabezados
por Esquerra Republicana de Catalunya. Era apoyado por el movimiento obrero y los
sindicatos UGT y CNT, los cuales también perseguían realizar la revolución social.
También se había decantado por el bando republicano el Partido Nacionalista Vasco,
cuando las Cortes republicanas estaban a punto de aprobar el Estatuto de Autonomía
para el País Vasco.
 El bando sublevado, que se llamó a sí mismo «bando nacional», estuvo organizado en
torno a parte del alto mando militar, institucionalizado inicialmente en la Junta de
Defensa Nacional sustituida tras el nombramiento de Francisco Franco
como generalísimo y jefe del Gobierno del Estado. Políticamente, estuvo integrado por
la fascista Falange Española, los carlistas, los monárquicos alfonsinos de Renovación
Española y gran parte de los votantes de la CEDA, la Liga Regionalista y otros grupos
conservadores. Socialmente fue apoyado por aquellas clases a las que la victoria en
las urnas del Frente Popular les hizo sentir que peligraba su posición; por la Iglesia
católica, acosada por la persecución religiosa desatada por parte de la izquierda nada
más estallar el conflicto y por pequeños propietarios temerosos de una «revolución del
proletariado» Algunos autores consideran que los sublevados también fueron
apoyados por numeroso campesinos y obreros de firmes convicciones religiosas.10
Ambos bandos cometieron y se acusaron recíprocamente de la comisión de graves
crímenes en el frente y en las retaguardias, como sacas de
presos, paseos, desapariciones de personas o tribunales extrajudiciales. La dictadura de
Franco investigó y condenó severamente los hechos delictivos cometidos en la zona
republicana, llegando incluso a instruir una Causa General, todo ello con escasas
garantías procesales. Por su parte, los delitos de los vencedores nunca fueron
investigados ni enjuiciados durante el franquismo, a pesar de que algunos historiadores11 y
juristas1213 sostienen que hubo un genocidio en el que, además de subvertir el orden
institucional, se habría intentado exterminar a la oposición política.c
Las consecuencias de la Guerra Civil han marcado en gran medida la historia posterior de
España, por lo excepcionalmente dramáticas y duraderas: tanto las demográficas —
mortandad y descenso de la natalidad que marcaron la pirámide de poblacióndurante
generaciones— como las materiales —destrucción de las ciudades, la estructura
económica, el patrimonio artístico—, intelectuales —fin de la denominada Edad de Plata
de las letras y ciencias— y políticas —la represión en la retaguardia de ambas zonas,
mantenida por los vencedores con mayor o menor intensidad durante todo el franquismo, y
el exilio republicano—, y que se perpetuaron mucho más allá de la prolongada posguerra,
incluyendo la excepcionalidad geopolítica del mantenimiento del régimen de Franco hasta
1975.

Índice
[ocultar]

 1Antecedentes
o 1.1El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
o 1.2La violencia política
 2El detonante: el golpe de estado de julio de 1936
o 2.1La conspiración militar
o 2.2El golpe del 17 al 20 de julio
 3Las operaciones militares
o 3.1Los dos ejércitos
o 3.2Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campaña de Guipúzcoa
o 3.3Noviembre de 1936-marzo de 1937: la batalla de Madrid y la toma de Málaga
o 3.4Marzo-noviembre de 1937: la campaña del Norte y las batallas de Brunete y Belchite
o 3.5Diciembre de 1937-noviembre de 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del Ebro
o 3.6Diciembre de 1938-marzo de 1939: ofensiva sobre Cataluña
o 3.7Marzo de 1939: derrota de la República
 4La guerra naval
 5La guerra aérea y los bombardeos sobre poblaciones
 6Evolución de la zona sublevada
o 6.1La Junta de Defensa Nacional
o 6.2El general Franco, «generalísimo» y «caudillo»
o 6.3El Decreto de Unificación de abril de 1937
o 6.4El nacimiento del «Nuevo Estado»
 7Evolución de la zona republicana
o 7.1La reacción del gobierno a la sublevación militar
o 7.2La revolución social de 1936 y el gobierno de José Giral (julio-septiembre de 1936)
o 7.3El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)
o 7.4El gobierno de Juan Negrín (mayo de 1937-marzo de 1939)
 8La dimensión internacional del conflicto y la intervención extranjera
o 8.1La política de «no intervención» de Gran Bretaña y Francia
o 8.2La intervención extranjera en favor de los sublevados
o 8.3La intervención extranjera en favor de la República
o 8.4La financiación de la guerra y el "Oro de Moscú"
 9La Iglesia y la guerra civil española
o 9.1La Iglesia católica en la zona sublevada
o 9.2La Iglesia católica en la zona republicana
 10La represión en las retaguardias
o 10.1Investigación de los crímenes
 11Consecuencias
o 11.1Económicas
o 11.2Víctimas de la Guerra Civil
o 11.3La represión franquista de la posguerra y el exilio republicano
o 11.4Relaciones internacionales
o 11.5Las «Regiones Devastadas»
 12Memoria histórica
 13La guerra civil en el arte
o 13.1Cine
o 13.2Novela
o 13.3Cuento y relato
o 13.4Literatura infantil y juvenil
o 13.5Teatro
o 13.6Poesía
o 13.7Música
o 13.8Revistas satíricas
o 13.9Historieta
o 13.10Pintura y escultura
o 13.11Artes gráficas, cartelismo y revistas
o 13.12Fotografía
o 13.13Videojuegos
 14Véase también
 15Notas
 16Referencias
 17Bibliografía
 18Enlaces externos
Antecedentes

Portada de la Constitución de 1931

Artículo principal: Segunda República Española

En enero de 1930 el general Miguel Primo de Rivera reconoce el fracaso de la


Dictadura que había instaurado en septiembre de 1923 con el apoyo del rey y dimite.16
Alfonso XIII nombra entonces como presidente del gobierno al general Dámaso
Berenguer, pero este no consigue devolver a la monarquía la "normalidad constitucional"
(este período fue conocido como "Dictablanda") y es sustituido en febrero de 1931 por el
almirante Juan Bautista Aznar, quien convoca elecciones municipales para el domingo 12
de abril.17 Las elecciones son ganadas en las ciudades por las candidaturas republicano-
socialistas surgidas del Pacto de San Sebastián de agosto de 1930 y el martes 14 de abril
el rey Alfonso XIII, ante las dudas de la Guardia Civil y del Ejército a utilizar la fuerza para
frenar las multitudinarias manifestaciones prorrepublicanas que inundan las principales
ciudades, abandona el país. En Madrid el "comité revolucionario" republicano-socialista
proclama la República y asume el poder como Gobierno Provisional presidido por Niceto
Alcalá-Zamora.18
Durante el primer bienio de la Segunda República Española se aprueba la
nueva Constitución republicana y el gobierno de coalición de republicanos de izquierda y
de socialistas presidido por Manuel Azaña, formado el 15 de diciembre de 1931 tras
rechazar el Partido Republicano Radical su participación en el mismo por estar en
desacuerdo con la continuidad en el gobierno de los socialistas, profundiza las reformas
iniciadas por el Gobierno Provisional cuyo propósito es modernizar la realidad económica,
social, política y cultural españolas. El nuevo gobierno se formó tras la elección de Niceto
Alcalá Zamora como presidente de la República, quien confirmó a Manuel Azañacomo
presidente del Gobierno.
No obstante, el amplio abanico de reformas que emprendió el gobierno "social-azañista"
encontró gran resistencia entre los grupos sociales y corporativos a los que se intentaba
"descabalgar" de sus posiciones adquiridas: los terratenientes, los grandes empresarios,
financieros y patronos, la Iglesia católica, las órdenes religiosas, la opinión católica, la
opinión monárquica o el militarismo “africanista”. Este último organizó un fracasado golpe
de estado en agosto de 1932 encabezado por el general Sanjurjo.19 Pero también existió
una resistencia al reformismo republicano de signo contrario: el del revolucionarismo a
ultranza, que encabezaron las organizaciones anarquistas(la CNT y la FAI). Para ellos, la
República representaba el "orden burgués" (sin demasiadas diferencias con los regímenes
políticos anteriores, Dictadura y Monarquía) que había de ser destruido para alcanzar el
"comunismo libertario".20 Así se produjeron una serie de levantamientos anarquistas
(en enero y diciembre de 1933) reprimidos con dureza.
La coalición encabezada por Azaña se deshace y se convocan elecciones para noviembre
de 1933, en las que votaron por primera vez las mujeres, que son ganadas por la derecha
católica de la CEDA y por el centro-derecha republicano del Partido Republicano
Radical de Alejandro Lerroux. Este forma gobierno con el objetivo de “rectificar” las
reformas del primer bienio, no anularlas, para incorporar a la República a la derecha
“accidentalista” (que no se proclamaba abiertamente monárquica, aunque sus simpatías
estuvieran con la Monarquía, ni tampoco republicana) representada por la CEDA y
el Partido Agrario, que le dan su apoyo parlamentario.21 Cuando la CEDA entra en el
gobierno en octubre de 1934 se desencadena la Revolución de Octubre, una fracasada
insurrección socialista que solo se consolidó en Asturias durante un par de semanas (el
único lugar donde también participó la CNT), aunque finalmente también fue sofocada por
la intervención del Ejército, que trajo del Protectorado español de Marruecos a las tropas
coloniales de regulares y legionarios y, una vez finalizada, se produjo una fuerte represión.
Lo mismo sucedió con la proclamación por el presidente de la Generalidad de
Cataluña Lluís Companys del "Estado Catalán" dentro de la "República Federal Española"
el 6 de octubre.22
La Revolución de octubre de 1934 hizo aumentar en el gobierno radical-cedista los
temores a que un próximo intento de una "revolución bolchevique" acabara triunfando.
Esto acentuó la presión sobre el Partido Radical para llevar adelante una política más
decididamente legisladora o contrarrevolucionaria.23 En última instancia, los sucesos de
octubre de 1934 convencieron a la CEDA de que era necesario llegar a alcanzar la
presidencia del gobierno para poder dar el "giro autoritario" que el régimen, según ellos,
necesitaba.24 El líder de la CEDA, José María Gil Robles, encontró su oportunidad cuando
estallaron el escándalo del estraperlo y el del asunto Nombela que hundieron a Lerroux y
al Partido Republicano Radical, del que no se recuperaría.25 Pero el Presidente de la
República Alcalá Zamora se negó a dar el poder a una fuerza “accidentalista” que no había
proclamado su fidelidad a la República y encargó la formación de gobierno a un
independiente de su confianza, Manuel Portela Valladares, quien forma el 15 de
diciembre un gabinete republicano de centro-derecha que aguanta el poder Ejecutivo hasta
que Alcalá Zamora convoca elecciones para el 16 de febrero de 1936.26
El resultado de las elecciones de febrero de 1936 fue un reparto muy equilibrado de votos
con una leve ventaja de las izquierdas (47.1 %) sobre las derechas (45.6 %), mientras el
centro se limitó a un 5.3 %. Pero como el sistema electoral primaba a los ganadores, esto
se tradujo en una holgada mayoría para la coalición del Frente Popular.27
El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
El miércoles 19 de febrero, Manuel Azaña, el líder del Frente Popular, formaba un gobierno
que, conforme a lo pactado con los socialistas, solo estaba integrado por ministros
republicanos de izquierda (nueve de Izquierda Republicana y tres de Unión
Republicana).28 Una de sus primeras decisiones fue alejar de los centros de poder a los
generales más antirrepublicanos: el general Manuel Goded fue destinado a la
Comandancia militar de Baleares; el general Francisco Franco, a la de Canarias; el
general Emilio Mola al gobierno militar de Pamplona. Otros generales significados
como Luis Orgaz, Rafael Villegas, Joaquín Fanjul y Andrés Saliquet quedaron en situación
de disponibles.29
La medida más urgente que hubo de tomar el nuevo gobierno fue la amnistía de los
condenados por los sucesos de octubre de 1934, "legalizando" así el asalto a varias
cárceles por la multitud, pero dando cumplimiento también al punto principal del programa
electoral del Frente Popular.30 Otra de las medidas urgentes era reponer en sus puestos a
los alcaldes y concejales elegidos en 1931 y sustituidos durante el bienio conservador.31 El
28 de febrero el gobierno decretaba no solo la readmisión de todos los trabajadores
despedidos por motivos políticos y sindicales relacionados con los hechos de 1934, sino
que, presionado por los sindicatos, ordenaba a las empresas que indemnizaran a estos
trabajadores por los jornales no abonados.32 Asimismo, fue restablecido el gobierno de
la Generalidad de Cataluña, cuyos miembros habían salido de la cárcel beneficiados
también por la amnistía.30
La “cuestión agraria” fue otro problema que el nuevo gobierno tuvo que abordar con
urgencia a causa de la intensa movilización campesina que se estaba produciendo con el
apoyo decidido de las autoridades locales repuestas y que amenazaba con provocar
graves conflictos en el campo, especialmente en Extremadura.3334 Así el 19 de abril el
ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes, presentaba varios proyectos de ley, entre
ellos uno que derogaba la Ley de Reforma de la Reforma Agraria de agosto de 1935, que
se convirtió en ley el 11 de junio, por lo que volvía estar en vigor plenamente la Ley de
Reforma Agraria de 1932. Gracias a varios decretos y a esta ley entre marzo y julio de
1936 se asentaron unos 115 000 campesinos, más que en los tres años anteriores.35 Sin
embargo, continuó la alta conflictividad en el campo, debida sobre todo a la actitud de los
propietarios y a la radicalización de las organizaciones campesinas, saldándose todo ello
con incidentes violentos. El caso más grave se produjo en Yeste (Albacete), donde a
finales de mayo de 1936 "la detención de unos campesinos que pretendían talar árboles
en una finca particular condujo a un sangriento enfrentamiento entre la Guardia Civil y los
jornaleros, en los que murieron un guardia y 17 campesinos, varios de ellos asesinados a
sangre fría por los agentes".36
La actividad del parlamento estuvo paralizada casi todo el mes de abril debido al proceso
de destitución del presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, iniciado y aprobado
por la izquierda, y su sustitución por Manuel Azaña, que fue investido en su nuevo cargo el
10 de mayo de 1936, siendo sustituido al frente del gobierno por su compañero del
partido Izquierda Republicana, Santiago Casares Quiroga,3738 quien asumiría a su vez la
cartera de Guerra.

Santiago Casares Quirogaen 1931

El nuevo gobierno de Casares Quiroga continuó con la política reformista que ya había
iniciado el gobierno Azaña que consistía fundamentalmente en volver a poner en vigor los
decretos que habían sido derogados o modificados durante el bienio radical-cedista, a los
que se añadieron algunos otros.39
Uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente el gobierno fue la oleada de huelgas
que se produjeron declaradas y sostenidas muchas veces por comités conjuntos de la
CNT y la UGT, en las que en muchas de ellas se hablaba de revolución,40 pero ni UGT ni
CNT preparaban ningún movimiento insurreccional después de los fracasos continuos de
1932, 1933 y 1934, y la única posibilidad de que se produjese alguno sería como
respuesta a un intento de golpe militar.41
Otro de los problemas del gobierno de Casares Quiroga fue la división interna del PSOE,
el partido más importante del Frente Popular,42 que enfrentaba a los sectores "prietista" y
"largocaballerista", ya que Francisco Largo Caballero, que dominaba UGT y el grupo
parlamentario del PSOE, continuó oponiéndose a la entrada en el gobierno de los
socialistas y defendiendo el entendimiento entre las “organizaciones obreras” para esperar
el momento en que el fracaso de los “burgueses republicanos" facilitara la conquista del
poder por la clase obrera.43 Otro problema fue que el sector de la CEDA liderado por Gil
Robles se decantaba por realizar un boicot a las instituciones republicanas y por apoyar la
posición defendida de la derecha monárquica del Bloque Nacional de José Calvo Sotelo,
que propugnaba abiertamente por la ruptura violenta del orden constitucional mediante un
golpe de estado militar en cuya preparación ya estaban colaborando (por su parte los
monárquicos carlistas aceleraron la formación de sus milicias requetés con vistas al
alzamiento militar con cuyos dirigentes mantenían contactos).44
La violencia política
Los gobiernos del Frente Popular también tuvieron que hacer frente a un aumento de la
violencia política provocada por el partido fascista Falange Española, que a principios de
1936 era una fuerza política marginal, pero que tras el triunfo del Frente Popular recibió
una avalancha de afiliaciones de jóvenes de derechas dispuestos a la acción violenta, y
por la respuesta que le dieron las organizaciones de izquierda.45 El primer atentado
importante que cometieron los falangistas fue el perpetrado el 12 de marzo de 1936 contra
el diputado socialista y “padre” de la Constitución de 1931 Luis Jiménez de Asúa, en el que
este resultó ileso, pero su escolta, el policía Jesús Gisbert, murió.46 La respuesta del
gobierno de Azaña fue prohibir el partido y detener el 14 de marzo a su máximo
dirigente José Antonio Primo de Rivera, pero el paso a la clandestinidad no impidió que
siguiera perpetrando atentados y participando en reyertas con jóvenes socialistas y
comunistas.4547
Los incidentes de mayor trascendencia se produjeron los días 14 y 15 de abril. El día 14
tuvo lugar un desfile militar en el Paseo de la Castellana de Madrid en conmemoración del
Quinto Aniversario de la República. Junto a la tribuna principal estalló un artefacto y se
produjeron a continuación varios disparos que causaron la muerte a Anastasio de los
Reyes, alférez de la Guardia Civil que estaba allí de paisano, e hirieron a varios
espectadores. Derechistas e izquierdistas se acusaron mutuamente del atentado. Al día
siguiente se celebró el entierro del alférez que se convirtió en una manifestación
antirrepublicana a la que asistieron los diputados José María Gil Robles, líder de la CEDA,
y José Calvo Sotelo, líder de la derecha monárquica, además de oficiales del ejército y
falangistas armados. Desde diversos lugares se produjeron disparos contra la comitiva que
fueron respondidos, produciéndose un saldo de seis muertos y de tres heridos. Uno de los
muertos fue el estudiante Ángel Sáenz de Heredia, falangista y primo hermano de José
Antonio Primo de Rivera.47 También resultó herido un joven tradicionalista (carlista), José
Llaguno Acha, y una muchedumbre intentó linchar al teniente José del Castillo Sáenz de
Tejada al que se le acusó de dispararle.
Entre abril y julio los atentados y las reyertas protagonizadas por falangistas causaron más
de cincuenta víctimas entre las organizaciones de izquierda obrera, la mayoría de ellas en
Madrid. Unos cuarenta miembros de Falange murieron en esos actos o en atentados de
represalia de las organizaciones de izquierda.47 También fueron objeto de la violencia los
edificios religiosos (un centenar de iglesias y conventos fueron asaltados e incendiados)48
aunque entre las víctimas de la violencia política de febrero a julio no hubo ningún
miembro del clero.49
El aumento de la violencia política y el crecimiento de las organizaciones juveniles
paramilitares tanto entre la derecha (milicias falangistas, requetés carlistas) como entre la
izquierda (milicias de las juventudes socialistas, comunistas y anarquistas), y entre los
nacionalistas vascos y catalanes (milicias de Esquerra Republicana de Catalunya y del
PNV), aunque no estaban armadas y su actividad principal era desfilar, provocó la
percepción entre parte de la opinión pública, especialmente la conservadora, de que el
gobierno del Frente Popular presidido por Santiago Casares Quiroga no era capaz de
mantener el orden público, lo que servía de justificación para el «golpe de fuerza» militar
que se estaba preparando.50 A esta percepción también contribuyó la prensa católica y de
extrema derecha que incitaba a la rebelión frente al “desorden” que atribuía al «Gobierno
tiránico del Frente Popular», «enemigo de Dios y de la Iglesia», aprovechando que la
confrontación entre clericalismo y anticlericalismo volvió al primer plano tras las elecciones
de febrero con continuas disputas sobre asuntos simbólicos, como el tañido de campanas
o las manifestaciones del culto fuera de las iglesias, como procesiones o entierros
católicos. Así mismo, en el parlamento, los diputados de la derecha, singularmente Calvo
Sotelo y Gil Robles, acusaron al gobierno de haber perdido el control del orden público.49
En la noche del domingo 12 de julio era asesinado en la calle de Fuencarral de Madrid el
teniente de la Guardia de Asalto e instructor de las milicias socialistas José del Castillo
Sáenz de Tejada51, que se dirigía a su puesto de trabajo en el Cuartel de Pontejos,
probablemente por pistoleros de extrema derecha pertenecientes a la Comunión
Tradicionalista(o de Falange Española).52 El teniente Castillo era muy conocido por
su activismo izquierdista y se le atribuía la frase «Yo no tiro sobre el pueblo» tras haberse
negado a participar en la represión de la Revolución de Asturias, acto de rebeldía que le
costaría un año de cárcel.
Como represalia, los compañeros policías del teniente Castillo, dirigidos por el capitán de
la Guardia Civil Fernando Condés, secuestraron en su propio domicilio y asesinaron en la
madrugada del día siguiente a José Calvo Sotelo, líder de los monárquicos "alfonsinos"
(que no tuvo nada que ver con el asesinato del teniente Castillo), y abandonaron el
cadáver en el depósito del cementerio de la Almudena. En el entierro de Calvo Sotelo, el
dirigente monárquico Antonio Goicoechea juró solemnemente «consagrar nuestra vida a
esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España». Por su parte, el
líder de la CEDA, José María Gil Robles en las Cortes les dijo a los diputados de la
izquierda que «la sangre del señor Calvo Sotelo está sobre vosotros» y acusó al gobierno
de tener la «responsabilidad moral» del crimen por «patrocinar la violencia».51
Según el estudio más completo que se ha realizado sobre las víctimas mortales como
resultado de la violencia política entre febrero y julio de 1936, antes de iniciarse el golpe de
estado, hubo un total de 189 incidentes y 262 muertos, de ellos 112 causados por la
intervención de las fuerzas de orden público. De las 262 víctimas, 148 serían militantes de
la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las fuerzas de orden público y 45 sin identificar.
Además ese estudio constata que el número de víctimas mortales causadas por la
violencia política fue disminuyendo en esos cinco meses.53
La violencia política de los meses de gobierno en paz del Frente Popular, de febrero a julio
de 1936, fue utilizada después por los vencedores en la Guerra Civil como justificación de
su alzamiento. Hoy en día, el debate sigue abierto, aunque la mayoría de los historiadores
opinan que en absoluto puede hablarse de una «primavera trágica» en la que el gobierno
del Frente Popular hubiera perdido el control de la situación.54 Y la conclusión de la
mayoría de ellos es clara: «La desestabilización política real en la primavera de 1936 no
explica en modo alguno la sublevación militar [de julio de 1936] y menos aún la justifica».54
«La política y la sociedad españolas mostraban signos inequívocos de crisis, lo cual no
significa necesariamente que la única salida fuera una guerra civil».46
Durante los primeros meses de 1936 se produjo una polarización de la política española,
en cuyos extremos se situaba la izquierda revolucionaria y la derecha fascista, y en medio
una izquierda moderada y una derecha republicana junto con un centro anticlerical y una
derecha de fuerte componente católico y monárquico (que representaba a muchos
militares, terratenientes y a la jerarquía católica que veían peligrar su posición privilegiada
y su concepto de la unidad de España). Una división que podía remontarse al siglo XIX
cuando tuvo lugar el difícil proceso de cambio que se inició en 1808 para poner fin
al absolutismo que lastraba al país, manteniendo fuertes diferencias económicas entre
privilegiados y no privilegiados, y que el moderantismo decimonónico solo consiguió
superar parte. El resultado fue una población rural dividida entre los jornaleros anarquistas
y los pequeños propietarios aferrados a (y dominados por) los caciques y la Iglesia; unos
burócratas conformistas y una clase obrera con salarios muy bajos y, por lo tanto, con
tendencias revolucionarias propias del nuevo siglo, hacen que también entre las clases
pobres la división fuese muy acusada. También provenía del siglo XIX la tradición de que
los problemas no se arreglaban más que con los pronunciamientos. No es extraño, pues,
que en una España marcada por la reciente dictadura de Primo de Rivera e intentonas
fallidas, como las de José Sanjurjo, volviese a haber ruido de sables y se temiese un plan
para derribar al nuevo Gobierno establecido. Los acontecimientos darían la razón a los
pesimistas.

El detonante: el golpe de estado de julio de 1936


Artículo principal: Golpe de Estado en España de julio de 1936

Véanse también: Organización Territorial Militar en la España de 1936 y Guerra Civil


Española en Castilla y León.
La conspiración militar

Ruta del Dragon Rapide, el avión que llevó a Francisco Franco a Tetúan donde tomó el mando de
las tropas sublevadas.55

Nada más conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones, se produjo un primer
intento de «golpe de fuerza» por parte de la derecha para intentar frenar la entrega del
poder a los vencedores. Fue el propio Gil Robles el primero que intentó sin éxito que el
presidente del gobierno en funciones Manuel Portela Valladares declarase el «estado de
guerra» y anulara los comicios. Le siguió el general Franco, aún jefe del Estado Mayor del
Ejército, que se adelantó a dar las órdenes pertinentes a los mandos militares para que
declarasen el estado de guerra (lo que según la ley de Orden Público de 1933 suponía que
el poder pasaba a las autoridades militares), pero fue desautorizado por el todavía jefe de
gobierno Portela Valladares y por el ministro de la guerra el general Nicolás Molero.56
El 8 de marzo de 1936 tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una
reunión de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaquín
Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio, Miguel García de la Herrán, Manuel
González Carrasco, Andrés Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel José Enrique
Varela y el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de la UME), en la que
acordaron organizar un «alzamiento militar» que derribara al gobierno del Frente Popular
recién constituido y «restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de
España». También se acordó que el gobierno lo desempeñaría una Junta Militar presidida
por el general Sanjurjo, que en esos momentos se encontraba en el exilio en Portugal.57
Desde finales de abril, fue el general Mola quien tomó la dirección de la trama golpista
(desplazándose así el centro de la conspiración de Madrid a Pamplona), adoptando el
nombre clave de “El Director”. Este continuó con el proyecto de constituir una Junta Militar
presidida por el general Sanjurjo, y comenzó a redactar y difundir una serie de circulares o
“Instrucciones reservadas” en las que fue perfilando la compleja trama que llevaría
adelante el golpe de Estado.58 La primera de las cinco “instrucciones reservadas” la dictó
el 25 de mayo y en ella ya apareció la idea de que el golpe tendría que ir acompañado de
una violenta represión.59
Mola consiguió comprometer en el golpe a numerosas guarniciones, gracias también a la
trama clandestina de la UME pero tenía dudas sobre el triunfo del golpe en el lugar
fundamental, Madrid, y también sobre Cataluña, Andalucía y Valencia.58 Así pues, el
problema de los militares implicados era que, a diferencia del golpe de estado de 1923,
ahora no contaban con la totalidad del Ejército (ni de la Guardia Civil ni las otras fuerzas de
seguridad) para respaldarlo.60 Una segunda diferencia respecto de 1923 era que la actitud
de las organizaciones obreras y campesinas no sería de pasividad ante el golpe militar
sino que como habían anunciado desencadenarían una revolución. Por estas razones se
fue retrasando una y otra vez la fecha del golpe militar, y por eso, además, el general
Mola, "el Director", buscó el apoyo de las milicias de los partidos antirrepublicanos
(requetés y falangistas) y el respaldo financiero de los partidos de la derecha.61 Al gobierno
de Casares Quiroga le llegaron por diversas fuentes noticias de lo que se estaba tramando
pero no actuó con contundencia contra los conspiradores.62

Mapas que representan los planes esbozados por Mola para dar el golpe de Estado que derribase a
la Segunda República.

A principios de julio de 1936 la preparación del golpe militar estaba casi terminada, aunque
el general Mola reconocía que «el entusiasmo por la causa no ha llegado todavía al grado
de exaltación necesario» y acusaba a los carlistas de seguir poniendo dificultades al
continuar pidiendo «concesiones inadmisibles». El plan del general Emilio Mola era un
levantamiento coordinado de todas las guarniciones comprometidas, que implantarían el
estado de guerra en sus demarcaciones, comenzando por el Ejército de África, que entre
los días 5 y 12 de julio realizó unas maniobras en el Llano Amarillo donde se terminaron de
perfilar los detalles de la sublevación en el Protectorado de Marruecos. Como se preveía
que en Madrid era difícil que el golpe triunfase por sí solo (la sublevación en la capital
estaría al mando del general Fanjul), estaba previsto que desde el norte una columna
dirigida por el propio Mola se dirigiera hacia Madrid para apoyar el levantamiento de la
guarnición de la capital. Y por si todo eso fallaba también estaba planeado que el general
Franco, después de sublevar las islas Canarias, se dirigiría desde allí al Protectorado de
Marruecos a bordo del avión Dragon Rapide, fletado en Londres el 6 de julio por el
corresponsal del diario ABC Luis Bolín gracias al dinero aportado por el financiero Juan
March, para ponerse al frente de las tropas coloniales, cruzar el estrecho de Gibraltar y
avanzar sobre Madrid.6364 Una vez depuesto el gobierno de la República, se instauraría
una dictadura militar siguiendo el modelo de la Dictadura de Primo de Rivera, al frente de
la cual se situaría el exiliado general Sanjurjo.63 «Los sublevados llevaron a cabo su acción
pretendiendo que se alzaban contra una revolución absolutamente inexistente en la época
en que actúan, inventan documentos falsos que compuso Tomás Borrás y que hablaban
de un gobierno soviético que se preparaba, y de hecho lo que representaban era la
defensa de las posiciones de las viejas clases dominantes, la lucha contra las reformas
sociales, más o menos profundas, que el Frente Popular pone de nuevo en marcha».65
El asesinato de José Calvo Sotelo en la madrugada del 13 de julio aceleró el compromiso
con la sublevación de los carlistas y también de la CEDA, y acabó de convencer a los
militares que tenían dudas, entre ellos, según Paul Preston, el general Franco. Además,
Mola decidió aprovechar la conmoción que había causado en el país el doble crimen, y el
día 14 adelantó la fecha de la sublevación que quedó fijada para los días 18 y 19 de julio
de 1936.66
El golpe del 17 al 20 de julio
El 17 de julio por la mañana en Melilla, los dos coroneles y otros oficiales que estaban al
tanto del alzamiento militar se reúnen en el departamento cartográfico y trazan los planes
para ocupar el 18 los edificios públicos, planes que comunican a los dirigentes falangistas.
Uno de los dirigentes locales de la Falange informa al dirigente local de Unión
Republicana, llegando esta información al General Romerales, Comandante Militar de
Melilla, que a su vez informa a Casares Quiroga. Romerales envía por la tarde una patrulla
de soldados y guardias de asalto a registrar el departamento cartográfico. El coronel al
mando del mismo retrasa el registro y llama al cuartel de la Legión, desde donde le envían
un grupo de legionarios. Ante estos, la patrulla se rinde y los sublevados proceden a
arrestar a Romerales (que fue fusilado junto con el delegado del gobierno y el alcalde de
Melilla que se habían resistido a la rebelión), proclaman el estado de guerra e inician
anticipadamente el levantamiento, informando a sus compañeros del protectorado de
Marruecos que habían sido descubiertos. Esto hizo que se adelantase en Marruecos la
fecha prevista.67 En los tres días siguientes el golpe se extendió a las guarniciones de la
península, Canarias y Baleares.

Situación el 23 de julio de 1936 tras el fracaso parcial del golpe de Estado. En azul las zonas
controladas por los sublevados.68

Los militares sublevados no consiguieron alcanzar su objetivo principal de apoderarse del


punto neurálgico del poder, Madrid, ni de las grandes ciudades,
como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga o Murcia (aunque sí
controlaban Sevilla, Valladolid, Zaragoza y Córdoba), pero dominaban cerca de la mitad
del territorio español, ya que controlaban prácticamente el tercio norte peninsular
(Galicia, León, Castilla la Vieja, Álava, Navarra, gran parte de la provincia de Cáceres,
incluida la capital, y la mitad occidental de Aragón, incluyendo las tres capitales
provinciales), menos la franja cantábrica formada
por Asturias, Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, que quedó aislada del resto de la zona
republicana, y Cataluña. Además dominaban las ciudades andaluzas de Sevilla (donde el
general Gonzalo Queipo de Llano se hace con inusitada determinación con el mando de la
2.ª División Orgánica), Córdoba y Cádiz conectadas entre sí por una estrecha franja (así
como la ciudad de Granada, pero aislada del resto), más todo el Protectorado de
Marruecos y los dos archipiélagos, Canarias (menos la isla de La Palma)
y Baleares (excepto Menorca). Fuera de esta área controlaban determinados lugares y
puntos de resistencia aislados dentro de la zona republicana como la ciudad
de Oviedo (que soportó un asedio por parte de los republicanos durante 90 días, hasta la
entrada de las tropas franquistas el 17 de octubre), el cuartel de Simancas en Gijón,
el Alcázar de Toledo o el santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar.69 Esta España
controlada por los sublevados era en general "la España interior, rural, de formas sociales
más retardatarias, de grandes y medianos propietarios agrarios, y con extenso proletariado
agrario también".69
De los lugares donde ha triunfado la sublevación parten las ofensivas de las tropas
rebeldes, a hacer lo que la propaganda "nacional" llamó la «Reconquista», para tomar las
ciudades en manos de la República o a liberar los lugares en manos de los rebeldes
asediados por las tropas gubernamentales, como son los casos del sitio de Oviedo y
del Alcázar toledano.
En la zona sublevada la muerte en accidente de aviación del que iba ser el jefe de la
rebelión, el general Sanjurjo, provocó que los generales sublevados decidieron crear el
jueves 23 de julio una Junta de Defensa Nacional, que quedaría constituida al día siguiente
en Burgos, y que estaría integrada por los generales Miguel Cabanellas, que fue nombrado
presidente de la Junta por ser el general más antiguo entre los sublevados, Andrés
Saliquet, Miguel Ponte, Emilio Mola y Fidel Dávila, además del coronel Federico
Montaner y el coronel Moreno Calderón. En el Decreto nº 1 que publicó la Junta se
establecía que esta asumía "todos los poderes del Estado" y que representaría al país
ante los poderes extranjeros, aunque en las semanas siguientes ningún país la reconoció y
siguió considerando como gobierno legítimo de España al de Madrid presidido por el
republicano de izquierda José Giral.70 El 27 de julio de 1936 llegó a España el primer
escuadrón de aviones italianos enviado por Benito Mussolini.71
Las fuerzas republicanas, por su parte, consiguen sofocar el alzamiento en más de la
mitad de España, incluyendo todas las zonas industrializadas, gracias en parte a la
participación de las milicias recién armadas de socialistas, comunistas y anarquistas, así
como a la lealtad de la mayor parte de la Guardia de Asalto y, en el caso de Barcelona, de
la Guardia Civil. El gobernador militar de Cartagena, Toribio Martínez Cabrera, era
simpatizante del Frente Popular y la marinería también era contraria al golpe militar, lo que
unido a los tumultos populares de los días 19 y 20 hicieron fracasar el movimiento golpista
en la base naval de Cartagena y el resto de la provincia de Murcia.
La zona fiel a la República ocupa grosso modo la mitad este de la Península: la parte
oriental de Aragón (menos las tres capitales), Cataluña, Valencia, Murcia, Andalucía
oriental(menos la ciudad de Granada), Madrid, Castilla la Nueva y La Mancha. En el oeste
controlaba las provincias de Badajoz y de Huelva. Aislada de esta zona quedaba la franja
cantábrica formada por Asturias (menos Oviedo y Gijón), Santander, Vizcaya y Guipúzcoa.
El territorio leal era superior en extensión al rebelde y se trataba, por lo general, de las
zonas de España "socialmente más evolucionadas, con importante población urbana, más
industrializadas y con núcleos de obrerismo modernos organizados".69
Así pues, el resultado del levantamiento era incierto pues tuvo éxito en unos sitios y
fracasó en otros, por lo que España quedó dividida en dos zonas: una controlada por los
militares que se habían alzado contra la República (la zona sublevada) y otra que
permaneció fiel al gobierno (la zona republicana). Aproximadamente un tercio del territorio
español había pasado a manos rebeldes, con lo que ninguno de los dos bandos tenía
absoluta supremacía sobre el otro. La intentona de derrocar de un golpe a la República
había fracasado estrepitosamente. Ambos bandos se prepararon para lo inevitable: un
enfrentamiento que iba a desangrar España durante tres largos años. La guerra civil
española acababa de empezar.

Las operaciones militares

Mapa general del desarrollo de la guerra.


Leyenda Zona sublevada inicial - julio de 1936 Avance de la sublevación hasta septiembre de

1936 Avance de la sublevación hasta octubre de 1937 Avance de la sublevación hasta noviembre de
1938 Avance de la sublevación hasta febrero de 1939 Última zona bajo control republicano Principales
centros de los sublevados
Principales centros republicanos
Batallas terrestres
Batallas navales

Ciudades bombardeadas

Campos de concentración

Masacres
Campos de refugiados

Véase también: Cronología de la Guerra Civil Española

Los dos ejércitos


Aunque se trata de un tema muy controvertido, la mayoría de los historiadores calculan
que un 70 % de los 15 000 jefes y oficiales en activo en 1936 combatieron en el bando
sublevado (1236 fueron fusilados o encarcelados por ser desafectos al bando vencedor en
cada lugar), mientras que, por el contrario, la mayor parte de los 100 generales no se
sublevaron. De los 210 000 soldados de tropa y suboficiales que teóricamente formaban el
ejército regular en 1936, unos 120 000 quedaron en la zona sublevada, pero lo más
decisivo fue que entre ellos se encontraban los 47 000 que formaban el Ejército de
África que constituían las mejores tropas del ejército español. La Guardia Civil, por su
parte, quedó muy dividida entre los leales y los rebeldes a la República.69
Así pues, el bando sublevado no tuvo que construir su ejército sino que contó desde el
primer momento con las unidades militares (y las fuerzas de orden público) sublevadas
durante el golpe ya organizadas y dirigidas por sus mandos, entre las que destacaba el
ejército del Protectorado de Marruecos, el llamado Ejército de África, compuesto por
la Legión Extranjeray los Regulares (tropas indígenas moras mandadas por oficiales
españoles) que constituía la fuerza militar más experimentada de todo el ejército español.72
Por otro lado las milicias carlistas (requetés) y las milicias falangistas que apoyaron a los
sublevados fueron integradas en el ejército del que se consideraban aliadas y no enemigas
(al contrario de lo que sucedió en el bando republicano donde las milicias obreras,
especialmente las milicias confederales anarquistas, siempre desconfiaron de la institución
militar, con la excepción de las milicias comunistas).73
En el bando sublevado el ejército alcanzó rápidamente la unidad de mando y dominó
completamente la vida civil de la zona sublevada, que ellos llamaban zona nacional.72 La
muerte en un accidente de aviación en los primeros días del golpe del general Sanjurjo,
que era el militar elegido por sus compañeros para encabezar la sublevación, hizo que el
mando en la zona sublevada quedara entonces repartido entre los generales Emilio
Mola y Francisco Franco, pero solo dos meses después, el 1 de octubre, el general Franco
asumió el mando único militar y político (el general Mola murió en otro accidente de avión
al año siguiente, el 3 de junio de 1937).72
«El fenómeno de la centralización militar del esfuerzo de guerra en la zona sublevada hizo
que no se permitiese nada que se asemejase a la desunión política, al rencor entre grupos
políticos y a la falta de confianza en los mandos y jefes de la campaña, todo lo cual se
manifestó especialmente en la retaguardia republicana del norte, en Aragón y en Cataluña,
que es donde se perdió realmente la guerra. (...) A medida que la República iba perdiendo
la guerra, aumentaban el hambre y las privaciones en la retaguardia, creándose una
situación infernal, con refugiados, bombardeos, escasez y frío».74
En cuanto a la ayuda extranjera, el bando sublevado recibió armas de todo tipo y aviones
prácticamente desde el primer día por parte de la Alemania nazi y la Italia Fascista a la que
pronto se añadieron unidades militares completas (la Legión Cóndor alemana y
el CTV italiano) en un flujo continuo que nunca se detuvo a largo de la guerra.75
Por su parte el bando republicano no pudo contar con prácticamente ninguna unidad militar
completa organizada y disciplinada con todos sus mandos y suboficiales y durante los
primeros meses la fuerza militar que se opuso al ejército sublevado, tras la decisión del
gobierno de José Giral de licenciar a las tropas para evitar que la sublevación se
extendiera, estuvo constituida por columnas improvisadas integradas por unidades sueltas
y por las milicias de las organizaciones obreras, que cuando estaban mandadas por
oficiales de carrera estos a menudo suscitaban sospechas de traición entre los
combatientes. Fue a partir de la formación del gobierno de Largo Caballero el 5 de
septiembre de 1936 cuando se inició el proceso de construcción de un verdadero ejército,
con la militarización de las milicias y su integración en las Brigadas Mixtas, primer paso
para la creación del Ejército Popular que solo se logró tras la superación de la crisis de los
"sucesos de mayo de 1937" y la formación a continuación del gobierno de Juan Negrín.
Pero el ejército republicano siempre tuvo un problema estructural de difícil solución: la falta
de mandos profesionales (según los cálculos de Michael Alpert, solo un 14 % de los
militares que figuraban en el Anuario Militar de 1936 servían todavía en 1938 en el ejército
de la República). Un problema que fue especialmente acuciante en el caso de la Armada.72
Algo que reconoció el general republicano Vicente Rojo, que escribió:73
Hemos creado un ejército con el nombre de tal, con toda la nomenclatura y sistema de mandos de
un ejército regular... pero sólo hemos subido los primeros peldaños para alcanzar la cumbre.

Además en el bando republicano la unidad de mando solo se logró (y nunca fue completa)
a mediados de 1937 cuando el Ejército Popular estuvo completamente estructurado y, por
otro lado, solo a partir de ese momento las necesidades militares se impusieron sobre las
de la vida civil (marcada por la Revolución Social de 1936). Y también, a diferencia del
bando sublevado, era el gobierno quien tomaba las decisiones pero siguiendo casi siempre
las recomendaciones del Jefe del Estado Mayor, el coronel y luego general Vicente Rojo, y
de otros militares leales.72
En cuanto a la ayuda extranjera la República, a causa de que Francia y Gran Bretaña no
acudieron en su ayuda y además impulsaron el pacto que dio nacimiento al Comité de No
Intervención (cuya prohibición de suministrar armas a alguno de los bandos contendientes
no fue cumplida ni por Alemania ni por Italia, a pesar de haber firmado el acuerdo) la
República tuvo que adquirir el material bélico donde pudo, a menudo recurriendo a los
traficantes de armas que en ocasiones les vendieron material anticuado o en muy mal
estado a precios astronómicos. Esto le hizo depender de los suministros que le
proporcionó la Unión Soviética, después de que Stalin superara sus dudas sobre la ayuda
a los republicanos españoles, cuyo material bélico (armas automáticas, tanques y aviones)
acompañado de instructores y consejeros militares soviéticos, junto con las Brigadas
Internacionales reclutadas por la Internacional Comunista o Komintern, no comenzó a
llegar hasta octubre de 1936 y luego las sucesivas entregas se interrumpieron en varias
ocasiones en función de la coyuntura internacional europea (que determinaron, por
ejemplo, que el gobierno francés abriera o cerrara la frontera) y del creciente bloqueo
impuesto por la Armada sublevada en los puertos republicanos.75
Monedas acuñadas por los bandos en conflicto.

25 céntimos de 1937 del bando sublevado.

5 céntimos de 1937 del bando republicano.

Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campaña de Guipúzcoa

El frente a los cuatro meses de la rebelión militar. Leyenda Zona controlada por los
sublevados República Española Principales centros de los sublevados
Principales centros de la República
Nada más conocerse el 17 de julio por la tarde que la sublevación militar había triunfado
en el Protectorado de Marruecos, el ministro de Marina José Giral (que dos días después
acabaría presidiendo el gobierno de la República tras la dimisión de Santiago Casares
Quiroga y del gobierno "relámpago" de Diego Martínez Barrio) ordenó que varios barcos
de guerra de la Marina se dirigieran al estrecho de Gibraltar para que bloquearan las
plazas de Ceuta, Larache y Melilla y evitar así el paso a la península de las tropas
coloniales. De la base de Cartagena salieron los destructores Almirante
Valdés, Lepanto y Sánchez Barcáiztegui, con orden de navegar a máxima potencia hasta
el estrecho.76 Gracias a que las dotaciones de esos barcos se rebelaron contra sus
oficiales, que estaban comprometidos en el golpe, los sublevados no pudieron disponer
inicialmente del Ejército de África, compuesto por la Legión Extranjera y
los regulares (tropas formadas por marroquíes mandados por oficiales españoles).72
El mismo día 19 de julio en que fue sofocada la rebelión en Madrid, salieron de la capital
hacia la sierra de Guadarramavarias columnas compuestas por milicianos y por tropas de
las unidades militares que habían sido disueltas por orden del gobierno para evitar que se
pudieran sumar a la sublevación. Allí consiguieron impedir que las columnas de los
sublevados enviadas por el general Mola desde Castilla y León y desde Navarra
consiguieran atravesar los puertos de montaña de la sierra madrileña y llegar a la capital.77
El frente norte de Madrid quedó así estabilizado hasta el final de la guerra.78 Esta primera
campaña de la Guerra Civil fue conocida con el nombre de batalla de Guadarrama.79
Desde Barcelona, también una vez sofocada la rebelión, salieron varias columnas
formadas rápidamente por las organizaciones obreras y los partidos de izquierda para
dirigirse a Aragón. Junto con las columnas del POUM y del PSUC(y una de Esquerra
Republicana de Catalunya que salió desde Tarragona), el contingente más importante lo
aportaron las milicias confederales de las organizaciones anarquistas
(CNT, FAI, Juventudes Libertarias). La primera y más numerosa fue la columna Durruti, así
llamada porque estaba encabezada por el líder de la FAI Buenaventura Durruti, que salió
de Barcelona el día 24 en dirección a Zaragoza. Las también anarquistas columna
Ascaso y columna Los Aguiluchos de la FAI salieron en dirección a Huesca. pero ninguna
de ellas consiguió alcanzar sus objetivos de liberar las tres capitales aragonesas (desde
Valencia había salido hacia Teruel la columna de Hierro), y el frente de Aragón quedó
estabilizado, aunque los anarquistas llevaron la revolución a la mitad oriental de Aragón
donde crearon el Consejo Regional de Defensa de Aragón.80
También desde la ciudad condal se organizó una expedición a las islas Baleares, de las
que solo Menorca continuaba republicana. La operación iniciada el 8 de agosto al mando
del capitán Bayo tuvo un éxito inicial al conseguir ocupar una franja de la costa de
Mallorca, pero el desembarco de Mallorca acabó en un completo fracaso.80 Otro fracaso
fue la ofensiva de Córdoba, «donde la situación estaba indecisa, lo que constituyó una de
las pocas iniciativas estratégicas republicanas». Fue organizada desde Albacete por
el general Miaja, cuyo jefe de Estado Mayor era el teniente coronel José Asensio Torrado,
pero el avance se detuvo pronto (el general Miaja situó su cuartel general en Montoro) y
los republicanos no pudieron reconquistar la Andalucía occidental, en manos de los
sublevados especialmente después de la llegada de los primeras unidades procedentes
del Protectorado de Marruecos.80
La situación de bloqueo en que se encontraba el Ejército de África (la principal fuerza de
combate con que contaban los sublevados para tomar Madrid, una vez detenidas las
columnas del general Mola en la sierra de Guadarrama) se pudo superar gracias a la
rápida ayuda que recibieron los sublevados de la Alemania nazi y de la Italia fascista. El 26
de julio llegaron a Marruecos los primeros veinte aviones de transporte alemanes Junker,
que se podían convertir fácilmente en bombarderos, acompañados por cazas, y, cuatro
días después, el 30 de julio, los primeros nueve cazabombarderos italianos. Con estos
medios aéreos el general Franco, jefe de las fuerzas sublevadas de Marruecos, pudo
organizar un puente aéreo con la península para transportar a los legionarios y a los
regulares, y además conseguir la superioridad aérea en el estrecho. Así pues, el 5 de
agosto pudo cruzarlo con una pequeña flota llamada por la propaganda de los sublevados
"Convoy de la Victoria".7 Sin embargo, el desbloqueo completo del paso del estrecho no se
produciría hasta más tarde, cuando el gobierno republicano decidió transferir la mayoría de
sus barcos de guerra al Cantábrico, lo que según el historiador Michael Alpert constituyó
"quizá el mayor error de la Guerra Civil". Esta decisión estuvo motivada, entre otras
razones, por la negativa de Gran Bretaña, que contaba con la flota naval de guerra más
importante del Mediterráneo, a que el gobierno republicano detuviera el tráfico neutral
dirigido al territorio enemigo, por lo que los buques de guerra republicanos no podrían
impedir que los barcos mercantes alemanes e italianos desembarcaran material de guerra
en los puertos de Ceuta, Melilla, Cádiz, Algeciras o Sevilla, controlados por los
sublevados.7

Milicianas republicanas haciendo un descanso en los combates en el verano de 1936

El 1 de agosto el general Franco da la orden de que las columnas de legionarios, moros


regulares y voluntarios avancen en dirección norte desde Sevilla para dirigirse a Madrid a
través de Extremadura, teniendo el flanco izquierdo protegido por la frontera de Portugal,
cuyo régimen salazarista apoyaba a los sublevados. Siguiendo esta ruta para llegar a la
capital se unirían las dos zonas controladas por los sublevados. Se inicia así la Campaña
de Extremadura.7 La llamada "columna de la muerte"81 a causa de la brutal represión que
aplicó en las localidades extremeñas que fue ocupando, y cuyo hecho más destacado fue
la matanza de Badajoz, avanzó rápidamente a un promedio de 24 kilómetros por día. El 10
de agosto tomó Mérida y el 15 Badajoz, estableciendo a continuación contacto con las
fuerzas sublevadas del norte. El avance se volvió entonces en dirección noreste para
alcanzar el valle del Tajo y el 2 de septiembre caía Talavera de la Reina, ya en la provincia
de Toledo.82 El rápido avance de los sublevados hacia Madrid, unido a la noticia de la
inminente caída de Irún (con lo que el norte quedaría completamente aislado del resto de
la zona republicana), provocaron que el presidente José Giral, sintiéndose falto de apoyos
y de autoridad, presentara la dimisión al presidente de la República Manuel Azaña. El 5 de
septiembre se formaba un nuevo gobierno de "unidad antifascista" presidido por el
socialista Francisco Largo Caballero, que asumió personalmente la cartera de Guerra, con
el objetivo prioritario de organizar un ejército que pudiera detener el avance de los
sublevados y ganar la guerra.83
La rapidez con que cayeron una tras otra las poblaciones en el avance por Extremadura y
el Tajo se debió fundamentalmente a que el Ejército de África estaba integrado por las
tropas mejor entrenadas y curtidas en combate (legionarios y regulares), quizá las únicas
verdaderamente profesionales en los primeros caóticos meses de guerra.84 En cambio las
fuerzas republicanas estaban integradas en su mayoría por milicianos a los que les faltaba
adiestramiento militar. "Eran indisciplinadas y tendían a huir, presas del pánico,
abandonando las armas, las cuales constituían fusiles y piezas sueltas de artillería, dado
que el desbarajuste originado en la capital por la sublevación no permitía una adecuada
planificación militar. En julio y agosto se perdió mucho material militar. En contraste, los
sublevados se armaban cada vez más con material extranjero, aparte del que tomaban al
enemigo".82 Además los milicianos, cuya inmensa mayoría procedía de las organizaciones
obreras y los partidos de izquierda, desconfiaban de los militares profesionales que
pretendían mandarlos y por motivos ideológicos rechazaban la disciplina y la organización
militares, a excepción de los comunistas que propugnaban la completa militarización de las
milicias y la creación de un Ejército Popular siguiendo el modelo del Quinto
Regimiento organizado por ellos.85

Heinrich Himmler visitando el alcázar de Toledo junto a José Moscardó en octubre de 1940, un año
y medio después del fin de la guerra civil.

El 21 de septiembre el Ejército de África tomaba el pueblo de Maqueda, a menos de 100


kilómetros de Madrid. Ese mismo día se reunían los generales sublevados en una finca de
los alrededores de Salamanca para nombrar al general Franco como mando único y
supremo de las fuerzas sublevadas. Una semana después volverían a reunirse para
dilucidar el mando político. En ese intervalo de tiempo, el general Franco decidió desviar
hacia Toledo las columnas que avanzaban hacia Madrid para levantar el asedio del
Alcázar de Toledo, donde guardias civiles y algunos pocos cadetes de la Academia de
Infantería al mando de su director, el coronel José Moscardó, llevaban dos meses
resistiendo los ataques republicanos.86 Esta decisión, que según algunos historiadores
hizo perder a los sublevados la posibilidad de tomar Madrid antes de que se organizase su
defensa,87 ha suscitado un debate entre los historiadores. Para una buena parte de ellos
fue una decisión más política que militar, pues afianzó el prestigio del general Franco ante
sus compañeros cuando se estaba discutiendo ya el mando único político.87 "El Alcázar
encerraba un tesoro de legitimidad simbólica: academia militar, los sitiados resistían en
medio de las ruinas, con los muros de la poderosa fábrica medio destruidos, refugiados en
los sótanos. Con su liberación, Franco recibió un enorme capital político: el Alcázar era el
símbolo de la salvación de España que, como una mártir, resucitaba del sepulcro al que la
habían conducido sus enemigos".88 Además tuvo un enorme valor propagandístico para la
causa de los sublevados. «Del Alcázar se hizo posteriormente un mito por los franquistas,
cuyos principales extremos —el episodio de los diálogos de Moscardó y su hijo en manos
de los asediadores, por ejemplo— están hoy absolutamente desacreditados».87 Sin
embargo algunos historiadores afirman que también tuvo una motivación militar. «Parece
convincente la explicación usual: el compañerismo militar y el valor propagandístico de
rescatar a los asediados en el Alcázar imponían levantar el asedio cuanto antes. Es
posible que hubiera motivos políticos, no separados de la ambición de Franco de ser
generalísimo y jefe civil, que impusieran ese gesto heroico. Ahora bien, el hecho de tomar
primero Toledo podía justificarse militarmente: asegurar esta ciudad permitiría atacar
Madrid desde el sur y el este, protegiendo los flancos por el Tajo y contando con dos
carreteras de primera categoría en lugar de una».86 El mismo día que era levantado el
asedio, el 28 de septiembre, el general Franco era nombrado por sus compañeros de
sublevación no solo «generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire», sino
también «jefe del Gobierno del Estado Español, mientras dure la guerra».87
El día 8 de octubre, el Ejército de África alcanzó San Martín de Valdeiglesias, a unos
cuarenta kilómetros de Madrid, donde tomó contacto con las fuerzas sublevadas del norte
al mando del general Emilio Mola, que acababa de finalizar la campaña de
Guipúzcoa tras tomar Irún, el 5 de septiembre y San Sebastián el 13 de septiembre,
quedando el norte republicano rodeado por tierra por los "nacionalistas". Así pues, a
principios de octubre, las fuerzas sublevadas se habían desplegado en un semicírculo
alrededor de Madrid que partía de Toledo al sur y alcanzaba el noroeste a unos diez
kilómetros al norte de El Escorial, y que se encontraba entre 40 y 55 kilómetros de la
capital. Aunque las fuerzas republicanas opusieron mayor resistencia gracias a la
reorganización militar emprendida por el gobierno Largo Caballero (con la formación de las
Brigadas Mixtas al mando en su mayoría de militares de carrera y en las que fueron
encuadradas las milicias, una militarización acompañada de la creación de la figura de los
comisarios políticos), las fuerzas "nacionales" fueron estrechando el semicírculo que
atenazaba la capital (mientras que en el norte el 17 de octubre rompían el cerco de
Oviedo) y a principios de noviembre llegaron a los barrios del sur de Madrid. "El ataque a
Madrid marcó el final del primer periodo de la guerra".89
Noviembre de 1936-marzo de 1937: la batalla de Madrid y la toma de
Málaga

Puente de los Franceses, sobre el río Manzanares. Disputado puente durante la batalla de Madrid.

El 6 de noviembre cuando parecía que el ejército sublevado estaba a punto de entrar en


Madrid, el gobierno de Largo Caballero decidió trasladarse a Valencia, encomendando la
defensa de la ciudad al general Miaja que debería formar una Junta de Defensa de Madrid.
«Una salida precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no se dio explicación pública
alguna».90 «Quienes se quedaron en Madrid no pudieron interpretar estos hechos sino
como una vergonzosa huida... sobre todo porque los madrileños fueron capaces de
organizar su defensa».91 Dos días después comenzó la batalla de Madrid.
Dado que las fuerzas de los nacionales no eran superiores a las fuerzas republicanas que
defendían Madrid (unos 23 000 soldados), la penetración en la capital tendría que ser
rápida y en un frente muy estrecho. Una columna atravesaría el río Manzanares al norte
del puente de los Franceses y avanzaría por la Ciudad Universitaria de Madrid para luego
bajar por el paseo de la Castellana. Otra columna cruzaría el parque del Oeste para seguir
por los bulevares y llegar a la plaza de Colón. Y una tercera cruzaría el barrio de
Rosales para alcanzar la plaza de España y la calle Princesa. Para apoyar este avance se
consideraba fundamental tomar el cerro de Garabitas en la Casa de Campo donde se
podía situar la artillería y desde allí bombardear la ciudad. El éxito de la operación
dependía de que los republicanos creyeran que el ataque se produciría por el sur y
concentraran allí sus fuerzas, pero en la noche de 7 al 8 de noviembre, precisamente en el
momento que iba comenzar la batalla de Madrid, el teniente coronel Vicente Rojo, jefe del
Estado Mayor de la defensa de Madrid, conoció los planes de los atacantes gracias a los
papeles encontrados en el cadáver de un oficial muerto del ejército sublevado.92
Entre los días 8 y 11 de noviembre se produjeron violentos combates en la Casa de
Campo. El día 13 los nacionales ocupaban el cerro de Garabitas y dos días después
lograban cruzar el río Manzanares adentrándose en la Ciudad Universitaria. Pero de allí no
pudieron pasar gracias a la resistencia que presentaron las fuerzas republicanas,
reforzadas por la llegada de las primeras Brigadas Internacionales, de unidades de
tanques soviéticos T-26 (cuya primera intervención se había producido en la batalla de
Seseña) y de 132 aviones rusos "Moscas" y "Chatos" que disputaron la superioridad aérea
a los 117 aviones de la Legión Cóndor alemana. El 23 de noviembre el general Franco
desistió de continuar el infructuoso ataque frontal a la capital y el frente quedó ese día
estabilizado.93

Tanque soviético T-26 usado por las fuerzas republicanas

"La resistencia de Madrid cambió el signo de la guerra. Ya no sería un conflicto de rápidos


movimientos envolventes, sino de batallas a gran escala, de maniobras tácticas para
alcanzar objetivos estratégicos, en las que unos cuantos centenares de metros de terreno
tendrían significado y cuyo modelo sería la Primera Guerra Mundial, más que las
campañas coloniales, única forma de guerra que los españoles conocían de modo
directo".94
Al fracasar el ataque frontal los nacionales decidieron envolver Madrid por el noroeste
concentrando sus fuerzas para cortar la carretera de La Coruña e intentar penetrar por allí
en Madrid. En el primer intento que tuvo lugar a finales de noviembre (primera batalla de la
carretera de La Coruña) solo consiguieron avanzar tres de los siete kilómetros previstos,
quedando detenido el ataque. El segundo intento tuvo lugar en diciembre (segunda batalla
de la carretera de La Coruña) y también resultó un fracaso. El tercer y último intento (la
conocida como tercera batalla de la carretera de La Coruña) tuvo lugar a principios de
enero de 1937 y constituyó la "primera batalla importante de la Guerra Civil en campo
abierto".95 Los nacionales organizaron un importante ejército, llamado División Reforzada
de Madrid, que contaba con tanques italianos, baterías antitanque para contrarrestar los T-
26 soviéticos y artillería pesada. Frente a ella los republicanos desplegaron un ejército
compuesto de cinco divisiones, cada una con tres brigadas, aunque algunas no estaban
completas y muy pocas estaban mandadas por oficiales de infantería de carrera (para
mandar las cinco divisiones se tuvo que recurrir a dos oficiales retirados por la ley
Azaña de 1931, a dos oficiales provenientes de las fuerzas de seguridad, y a un miliciano,
el comunista Juan Modesto). Entre los días 6 y 9 de enero la División Reforzada atacó
hacia el norte y luego giró al este al llegar a la carretera de La Coruña, pero las fuerzas
republicanas resistieron y los "nacionales" tuvieron que desistir en su avance.96
Fracasado el intento de envolver Madrid por el noroeste, los nacionales lo intentan por el
sureste avanzando hacia el río Jarama para cortar la vital carretera de Valencia, por donde
llegaban a Madrid la mayoría de sus suministros. La batalla del Jarama se inició el 4 de
febrero con el ataque por unidades de la Legión Española y fuerzas regulares marroquíes,
apoyadas por carros de combate, a las posiciones republicanas. El 11 de febrero tomaban
el puente de Pindoque defendido por la compañía "André Marty" de la XII Brigada
Internacional que tuvo 86 muertos. Los nacionales prosiguieron su avance pero las fuerzas
republicanas apoyadas por unidades de tanques soviéticos dirigidos por el general "Pablo"
(el general Rodímtsev) y el dominio del aire de la aviación republicana gracias a los
"Chatos" les obligó a detenerse y renunciar a alcanzar la línea Arganda-Morata de Tajuña.
Sin embargo los republicanos no pudieron recuperar el terreno perdido y el frente quedó
estabilizado el 23 de febrero de 1937. Fue el final de la batalla del Jarama.97
Mientras se iniciaba la batalla del Jarama, se producía la toma de Málaga por los
nacionales el 8 de febrero de 1937, gracias especialmente a la intervención de las
unidades motorizadas de la división de milicias fascistas italianas ("legionari" del
CTV, Corpo di Truppe Volontarie) que había comenzado a llegar a España dos meses
antes enviada por Mussolini, imbuido de la idea de que el soldado fascista era muy
superior al combatiente "rojo". El ataque había comenzado el 14 de enero de 1937
avanzando desde Ronda por el norte, siguiendo la carretera costera avanzando
hacia Marbella por el oeste (con el apoyo de los dos modernos
cruceros Baleares y Canarias que bombardeaban desde el mar y contra los que poco
podían hacer los destructores y los más viejos y peor armados cruceros republicanos) y
desde Granada hasta Alhama por el noreste. Aunque las milicias republicanas
consiguieron contener el ataque tierra adentro, el día 5 de febrero convergieron varias
columnas sobre Málaga encabezadas por las fuerzas italianas. Esto obligó a retirarse a las
milicias a la capital pero allí faltas de mandos, de fortificaciones para la defensa y del
apoyo de la flota republicana no tuvieron más remedio que emprender la huida hacia el
este por la carretera costera de Málaga y Almería acompañadas de miles de civiles
mientras eran ametrallados y bombardeados por la aviación italiana y los barcos de guerra
de los sublevados. A los pocos días los nacionales llegaban a Motril haciendo numerosos
prisioneros y obteniendo grandes cantidades de material.98 "Para el Gobierno republicano,
la derrota demostró una profunda ineficacia y una falta de energía moral y señaló el
comienzo de la decepción de los comunistas con respecto a la actuación de Largo
Caballero como Jefe de Gobierno y ministro de la Guerra. Las salpicaduras llegaron a los
mandos que Largo había nombrado, los cuales fueron procesados como resultado de las
investigaciones llevadas a cabo después del desastre".99

Artilleros italianos del bando sublevado disparando un cañón en la batalla de Guadalajara.

El tercer y último intento de envolver Madrid fue una iniciativa del Corpo di Truppe
Volontarie (CTV) fascista italiano, a la que accedió el generalísimo Franco, y que dio lugar
a la batalla de Guadalajara. La idea italiana de la ofensiva era atacar Madrid desde el
noreste dirigiéndose a Guadalajara y una vez tomada esta ciudad cortar la carretera de
Valencia y entrar en la capital. Para esta operación, en la que se seguiría la táctica de lo
que los generales italianos llamaban "guerra relámpago" (las previsiones eran que en una
semana, entre el 8 y el 15 de marzo de 1937, Madrid sería conquistada), se desplegaron
buena parte de los de los 48 000 soldados con que contaba entonces el CTV (integrados
en cuatro divisiones con 4000 vehículos, 542 cañones y 248 aviones).100
Soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie durante la batalla de Guadalajara

El día 8 de marzo comenzó el ataque y en la noche del 9 al 10 de marzo la 3.ª División


italiana tomaba Brihuega y el día 11 Trijueque encontrando una fuerte resistencia de las
fuerzas republicanas, entre las que se encontraban la XI y la XII Brigadas
Internacionales (de las que formaba parte el batallón Garibaldi integrado por italianos
antifascistas), apoyadas por las unidades de tanques soviéticos y por la aviación, y
ayudadas por el mal tiempo (los suelos embarrados por la lluvia dificultaba el avance de
los vehículos e impedía el despegue de los aviones de los campos encharcados, mientras
que los aviones republicanos sí disponían de campos de aviación utilizables). El 12 de
marzo las tropas republicanas lanzaron una contraofensiva que hizo huir desmoralizada a
la 3.ª División italiana y permitió recuperar en los días siguientes Trijueque y Brihuega,
apoderándose de material abandonado por los italianos. El día 19 de marzo las fuerzas
republicanas detuvieron su avance y organizaron líneas de defensa. El 23 de marzo
terminó la batalla de Guadalajara que la prensa internacional liberal y de izquierdas llamó
la "primera victoria contra el fascismo", destacando el hecho de que muchos "legionari" del
CTV habían sido capturados por los "garibaldini" de las Brigadas Internacionales.100
"Con la ayuda rusa la República había podido responder a la amenaza que suponía la
llegada de armamento desde Italia y Alemania para el bando nacional. El Ejército
Popular ya no consistía en bandas sueltas de milicianos con improvisados mandos. Había
demostrado saber retirarse a fortificaciones preparadas, resistiendo con pequeñas
retaguardias a la espera de refuerzos. Responder a esta técnica iba a exigir otras
capacidades de las que poseía el CTV".101
Marzo-noviembre de 1937: la campaña del Norte y las batallas de
Brunete y Belchite
Véanse también: Guerra Civil Española en el País Vasco y Guerra Civil Española en
Cantabria.

Mapa de la Campaña del Norte

La batalla de Guadalajara fue el último intento del bando sublevado de tomar Madrid y solo
una semana después de su final se inició la Campaña del Norte, el ataque de las fuerzas
sublevadas contra la franja cantábrica que permanecía fiel a la República pero que estaba
aislada por tierra del resto de la zona republicana. El objetivo de los "nacionales" era
controlar sus importantes recursos mineros e industriales (especialmente las siderurgias y
las fábricas de armas), además de que su conquista permitiría trasladar la flota sublevada
al Mediterráneo para intentar detener el tráfico marítimo que se dirigía a los puertos
republicanos.102 La ofensiva de las fuerzas sublevadas al mando del general Mola (unos
28 000 efectivos, incluidos los de las unidades del Corpo Truppe Volontarie italiano,
apoyados por 140 aviones italianos y alemanes de la Legión Cóndor) se inició el 31 de
marzo de 1937 desde las posiciones alcanzadas en octubre de 1936 en la campaña de
Guipúzcoa, que se situaban a unos 35 kilómetros al oeste de San Sebastián, sobre las
defensas de Vizcaya que había organizado el gobierno vasco presidido por José Antonio
Aguirre desde octubre de 1936 tras haber aprobado las Cortes republicanas el Estatuto de
Autonomía del País Vasco. El Ejército Vasco reclutado por Aguirre rechazaba la autoridad
del general Francisco Llano de la Encomienda que era el jefe del Ejército del Norte, que
teóricamente agrupaba a todas las fuerzas de Vizcaya, Santander y Asturias, y actuaba de
forma independiente (en él no existía la figura del comisario político y tenía pocos mandos
profesionales).103

Bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937

En la primera ofensiva de la campaña de Vizcaya las fuerzas "nacionales", aunque


contaban con la superioridad naval y aérea (el grueso de la flota republicana se
encontraba en el Mediterráneo y solo había un pequeño número de cazas soviéticos),
avanzaron relativamente poco debido a la fuerte resistencia que encontraron y a las malas
condiciones meteorológicas. La segunda ofensiva iniciada el 20 de abril tuvo más éxito
alcanzando cinco días después la línea Guernica-Durango. El día 26 de abril, tras
haber bombardeado Jaén y Durango los días anteriores, se produjo el bombardeo de
Guernica por aviones alemanes de la Legión Cóndor y aviones italianos del CTV causando
muchas víctimas civiles y una enorme destrucción porque además de las bombas
convencionales utilizaron bombas incendiarias. Tres días después las fuerzas "nacionales"
ocupaban la ciudad y el día 30 de abril llegaban a Bermeo.104
Entonces ambos ejércitos se reorganizaron (el "lehendakari" Aguirre en persona asumió el
mando supremo del ejército vasco) para atacar y defender respectivamente el conjunto de
las fortificaciones alrededor de Bilbao, el llamado "Cinturón de Hierro", que sin embargo
había perdido gran parte de su utilidad porque el ingeniero que las había
diseñado, Alejandro Goicoechea, se había pasado al bando sublevadocon los planos de
las mismas. Gracias a ellos, los "nacionales" pudieron penetrar por sus puntos débiles
mientras la ciudad de Bilbao era bombardeada por la artillería pesada y por la aviación.
Finalmente Bilbao cayó el 16 de junio, sin que el gobierno de Valencia, presidido desde el
17 de mayo por el socialista Juan Negrín tras superar la crisis republicana de los "sucesos
de mayo de 1937" hubiera podido organizar algún ataque en otros frentes que hubiera
dificultado la gran concentración de medios terrestres y aéreos desplegada por los
"nacionales" en la Campaña de Vizcaya.105
Por fin a principios de julio las fuerzas republicanas lanzaron una ofensiva en el frente de
Madrid para aliviar la presión del ejército "nacionalista" en el norte. Así el 6 de julio
comienza la batalla de Brunete llamada así porque la lucha por la conquista de ese pueblo
situado al oeste de Madrid por los republicanos (que pretendía seguir después en dirección
sureste para encontrarse con las otras fuerzas gubernamentales que avanzarían desde el
sur de la capital, lo que de tener éxito obligaría a los "nacionales" a ordenar un repliegue
general de sus fuerzas si no querían verse cercados) se convirtió en el elemento central de
los combates. El ataque hacia Brunete fue lanzado por el reorganizado V Cuerpo de
Ejército republicano al mando del comandante de milicias Juan Modesto apoyado por
unidades de tanques T-26 soviéticos que ocupó la localidad casi sin resistencia, pero el
general Franco reaccionó rápidamente y envió unidades de la Legión y de Regulares más
las brigadas de Navarra y unos 150 aviones italianos y alemanes retirados del frente del
norte, deteniéndose así el ataque hacia Santander. Esto permitió a las fuerzas nacionales
realizar el contraataque.106 «Empezó así una batalla de desgaste bajo el tremendo sol
veraniego, sin sombra ni agua, que terminó arrojando un saldo de 40 000 bajas. La dura
batalla concluyó el 26 de julio, por puro agotamiento. El Ejército Popular
Republicano había retenido importantes sectores del territorio que había conquistado...
aunque perdió Brunete. (...) [La batalla de] Brunete coincidía con el aniversario del
principio de la guerra. A partir de unas cuantas columnas sublevadas que luchaban
contra milicias improvisadas se habían formado dos ejércitos con un considerable apoyo
de artillería y aviación».107
Terminada la batalla de Brunete las fuerzas "nacionales" se reorganizaron y reanudaron
la Campaña del Norte atacando Santander desde el sur por el puerto de montaña
de Reinosa y desde el este siguiendo la costa. La batalla de Santander comenzó el 14 de
agosto con el ataque a Reinosa que fue ocupada solo dos días después y cuya fábrica de
armamento no fue destruida por los republicanos en su retirada en desbandada. La
resistencia republicana en la costa también se desplomó rápidamente ante el avance de
las unidades del CTV italiano gracias especialmente a la superioridad aérea (los
republicanos no pudieron enviar aviación a aquella zona debido a la lejanía de las bases)
cuyos continuos bombardeos destrozaron y desmoralizaron a las fuerzas republicanas
mandadas por el general Mariano Gamir Ulibarri nombrado el 6 de agosto. El 24 de
agosto, solo diez días después de iniciada la ofensiva, la ciudad de Santander (donde
escaseaban los víveres y el combustible debido al bloqueo naval de la armada sublevada)
fue ocupada después de que las fuerzas de orden público, una vez evacuados los
mandos, izaron bandera blanca.108 «La historia de la campaña de Santander es la de un
continuo avance, con ocasionales y breves resistencias. Fueron muchos los prisioneros y
los que se "pasaron", lo que daba fe del estado de desmoralización de las filas
republicanas».109

Mapa del entorno donde se desarrolló la batalla de Belchite con indicación de las situaciones inicial y
final.

La segunda ofensiva republicana para aliviar la presión de los "nacionales" en el Norte


llegó tarde pues comenzó el mismo día de la caída de Santander. Esta vez se desarrolló
en el frente de Aragón, que se mantenía prácticamente inalterado desde el inicio de la
guerra cuando las columnas de milicias confederales anarquistas y del POUM salieron de
Cataluña y ocuparon la mitad oriental de Aragón (donde crearon un ente casi
independiente llamado Consejo de Aragón) aunque no consiguieron su objetivo de
conquistar Zaragoza, y que tras los "sucesos de mayo de 1937" habían sido incorporadas
a las unidades regulares del Ejército del Este. El 24 de agosto comenzó la ofensiva de
Zaragoza cuyo propósito era romper el frente y alcanzar la capital aragonesa, lo que
obligaría al general Franco a suspender su ofensiva del Norte. Al norte del Ebro combatían
las divisiones anarquistas y al sur las comunistas dirigidas por Enrique Líster y los dos
generales internacionales Walter y Kleber. Después de la toma de los pueblos
de Codo y Quinto cercaron Belchite el día 26, dando inicio a la batalla de Belchite el hecho
bélico más destacado de la campaña. Los "nacionales" que defendían el pueblo resistieron
encarnizadamente hasta el 3 de septiembre. Cuatro días antes los "nacionales" habían
iniciado la contraofensiva que al norte del Ebro hizo retroceder a las divisiones anarquistas
y al sur en Fuentes de Ebro, un pueblo situado a 26 kilómetros de Zaragoza, consiguió
derrotar a las unidades de tanques soviéticos BT5 y a la XV Brigada Internacional.110
Aunque Belchite permaneció en manos de los republicanos los dos objetivos de la ofensiva
de Zaragoza no se consiguieron: ni se tomó la capital aragonesa ni se detuvo el avance
"nacionalista" en el frente norte. Tras la ocupación de Santander se inició el 1 de
septiembre la ofensiva de Asturias por la costa y por el interior para poner fin al último
territorio de la franja norte republicana. Unos días antes se había formado
en Gijón (Oviedo continuaba ocupada por los "nacionalistas" desde el inicio de la guerra)
el Consejo Soberano de Asturias y León bajo la presidencia del socialista Belarmino
Tomás, uno de los antiguos dirigentes de la Revolución de Asturias de octubre de 1934,
que intentó organizar la defensa, pero su situación eran tan difícil como la de Santander.
Los asturianos no tenían apoyo naval (solo disponían del destructor Císcar) ni apoyo aéreo
(los pocos aviones con que contaban eran muy inferiores a los de los atacantes) y estaban
sometidos al bloqueo naval de la armada sublevada lo que había provocado problemas de
abastecimientos civiles y militares agravados por la presencia de unos 300 000 refugiados
procedentes de otras zonas ocupadas por las tropas "nacionales". Así pues la resistencia
al avance "nacionalista" fue muy difícil de mantener por la carencia de material y alimentos
y por el abandono de la zona desde aire y mar y la desmoralización de las tropas dio lugar
a retiradas desordenadas a causa del pánico. Sin embargo hasta el 20 de octubre no fue
tomado Gijón, el último reducto de la Asturias republicana y de todo el norte.111 La mayoría
de los prisioneros del Frente Norte fueron recluidos en el campo de Miranda de Ebro.
Las consecuencias de la victoria "nacionalista" en la Campaña del Norte fueron muy
importantes para el curso de la guerra. «Franco pudo concentrar todas sus fuerzas en el
centro de España y en el Mediterráneo, y obtuvo el beneficio de una industria no destruida.
La victoria restableció el orgullo de Mussolini [perdido por la derrota de la batalla de
Guadalajara, que en adelante cooperaría de buena gana con Franco. La opinión
internacional juzgaba que, una vez perdido el norte, la victoria era cuestión de tiempo».112
En noviembre de 1937 el gobierno republicano de Juan Negrín decidió trasladarse de
Valencia a Barcelona (donde desde noviembre de 1936 ya se encontraba el presidente de
la República Manuel Azaña) para «poner en pleno rendimiento la industria de guerra»
catalana, que en los meses siguientes quedó bajo la autoridad directa del gobierno de la
República, para que supliera la pérdida de las importantes fábricas de armamento de
Vizcaya, Cantabria y Asturias, y también para «asentar definitivamente la autoridad del
gobierno en Cataluña», lo que relegó al gobierno de la Generalidad de Lluís Companys a
un papel secundario.113
Diciembre de 1937-noviembre de 1938: de la batalla de Teruel a la
batalla del Ebro
Véanse también: Batalla de Teruel y Batalla del Ebro.

El 12 de diciembre de 1937, la 11 División republicana al mando del jefe miliciano


comunista Enrique Líster corta las de vías de comunicación de la ciudad de Teruel con la
retaguardia "nacional". Así da comienzo la batalla de Teruel, cuya estrategia ha sido
diseñada por el Jefe del Estado Mayor republicano, el coronel Vicente Rojo. El objetivo es
conquistar este saliente que en las líneas enemigas representaba Teruel además de
impedir el ataque de los "nacionales" contra Madrid previsto para el día 18 de diciembre y
alcanzar un éxito militar como era tomar una capital de provincia en manos de los
sublevados desde el inicio de la guerra para fortalecer la confianza interior y exterior en la
causa republicana tras la derrota de la Campaña del Norte en un momento en que la
llegada de material bélico de la Unión Soviética estaba reduciéndose a causa de las
dificultades que estaba encontrando para pasar la frontera francesa por la caída el
gobierno del socialista Leon Blum. El general Franco reaccionó inmediatamente para
romper el cerco de Teruel pero como no pudo conseguirlo en el primer intento tuvo que
enviar más fuerzas y suspender el ataque previsto sobre Madrid (con lo que uno de los
objetivos estratégicos republicanos de la ofensiva sobre Teruel se había conseguido). Las
bajas temperaturas y las nevadas dificultaron las acciones de los dos ejércitos e impidieron
que los "nacionales" rompieran el cerco, a pesar de gozar de superioridad aérea y artillera,
por lo que el coronel Domingo Rey d'Harcourt decidió rendirse el 8 de enero y las fuerzas
republicanas (la 46.ª División al mando del miliciano Valentín González "El Campesino")
ocuparon la ciudad.114 A partir de entonces las fuerzas "nacionales" redoblaron sus
ataques para reconquistar Teruel lanzando varias ofensivas que fueron minando las
defensas y la moral de las fuerzas republicanas. El 7 de febrero de 1938 alcanzaron la
línea del río Alfambra y el 21 de febrero la ciudad estaba cercada. La División 46 mandada
por "El Campesino" escapó o huyó, según las diferentes versiones, y la ciudad fue
reconquistada por los "nacionales".115 "El valor de unos soldados bisoños mal conducidos,
armados y vestidos y enfrentados por rencores políticos [anarquistas frente a comunistas]
poco podía hacer contra tropas experimentadas y bien equipadas y, sobre todo, contra los
bombardeos".116 El coronel Vicente Rojo le escribió al ministro de Defensa de la
República Indalecio Prieto sobre la retirada de Teruel de la División 46:116
Tardaremos aún mucho tiempo para que los jefes de nuestro ejército se comporten como es debido.

Mapa de España en julio de 1938 después de la ofensiva de Aragón y cuando comenzó la batalla
del Ebro.
Leyenda Zona controlada por los sublevados República Española Principales centros nacionalistas
Principales centros republicanos

La batalla de Teruel mostró las debilidades del ejército republicano lo que indujo a Franco
a posponer definitivamente el ataque a Madrid para en su lugar lanzar la ofensiva de
Aragón contra Cataluña y Valencia. El ataque, que iba a extenderse por todo el frente de
Aragón, comenzó al sur del río Ebro el 9 de marzo donde el frente se derrumbó ante la
gran concentración de fuego artillero y de aviación. El día 14 el CTV tomaba Alcañiz y el
17 los "nacionales" tomaban Caspe, después de haber "reconquistado" Belchite. Lo mismo
sucedió al norte del Ebro donde tomaron Fraga el 27 de marzo y a principios de abril
llegaron a Lérida (donde la 101.ª Brigada Mixta mandada por el jefe miliciano Pedro Mateo
Merino impidió que cruzaran el río Segre por allí). Al norte de Lérida avanzaron hasta
el Noguera Pallaresa y establecieron cabezas de puente en Balaguer y Tremp. Una vez
alcanzadas esas posiciones Franco descartó dirigirse hacia Barcelona y optó por avanzar
hacia el Mediterráneo al sur de la desembocadura del Ebro, objetivo que alcanzaron el 15
de abril al llegar a Vinaroz, con lo que la zona republicana quedó dividida en dos.117
El fracaso de la batalla de Teruel y el derrumbe del frente de Aragón provocaron la crisis
de marzo de 1938 en el bando republicano cuando el presidente del gobierno Juan
Negrín intentó que Indalecio Prieto cambiara de ministerio y dejara el de Defensa ya que,
como el presidente de la República Manuel Azaña, Prieto consideraba que lo que había
sucedido mostraba que el ejército republicano nunca podría ganar la guerra y que había
que negociar una rendición con apoyo franco-británico. Pero al no conseguirlo Negrín le
pidió a Prieto que abandonara al gobierno,118 recomponiendo a continuación su gabinete el
6 de abril y asumiendo Negrín personalmente el Ministerio de Defensa,119 con el coronel
comunista Antonio Cordón como subsecretario de Guerra, que procedió a la
reorganización de las fuerzas republicanas agrupadas en dos grandes grupos de ejércitos,
en consonancia con la división de la zona republicana provocada por la llegada de los
"nacionales" al Mediterráneo: el GERC (Grupo de Ejércitos de la Región Centro-Sur) y
el GERO (Grupo de Ejércitos de la Región Oriental).120 Las posiciones del nuevo gobierno
de Negrín con vistas a unas posibles negociaciones de paz quedaron fijadas en su
"Declaración de los 13 puntos", hecha pública en la significativa fecha del 1º de mayo de
1938.121

Reemplazo republicano destinado al frente de Teruel

Una vez alcanzado el Mediterráneo, Franco decidió dirigir sus tropas contra Valencia en
lugar de contra Barcelona, sede del gobierno republicano, no porque temiera, según el
historiador Michael Alpert, que "Cataluña fuera un bocado difícil" sino porque "la presencia
de fuerzas alemanas e italianas en España hacía que un posible acercamiento de Franco
a la frontera francesa pudiera suscitar tensiones internacionales".122 Se inicia así
la ofensiva del Levante cuyo plan consistía en converger sobre Sagunto (a unos 20
kilómetros al norte de Valencia) avanzado por la costa desde Vinaroz y por el interior
desde Teruel, para desde allí tomar Valencia. La resistencia republicana fue dura
especialmente cuando las fuerzas "nacionales" tras conquistar Castellón de la Plana el 13
de junio alcanzaron la línea de fortificaciones llamada línea XYZ que se extendía
desde Almenara, unos kilómetros al norte de Sagunto, en la costa hasta el río Turia en el
interior. Allí las tropas "nacionales" tuvieron que detener su avance.123
Mapa de la zona donde se desarrolló la Batalla del Ebro

El 25 de julio de 1938 el republicano Ejército del Ebro, uno de los dos grandes cuerpos del
ejército de que se componía el recién creado GERO, cruza en barcazas por sorpresa el río
Ebro entre Mequinenza y Amposta con el objetivo de atacar desde el norte al ejército
"nacional" que se acercaba a Valencia. Fue el inicio de la batalla del Ebro que se convirtió
para ambos bandos en una dura lucha de desgaste.124 Aunque el paso del Ebro
por Amposta en la costa fue pronto liquidado por las fuerzas "nacionales" el grueso del
Ejército republicano llegó a las puertas de Gandesa en el interior pero no logró tomar esta
localidad debido a la fuerte resistencia que opusieron las unidades de regulares y
de legionarios que la defendían y sobre todo porque inexplicablemente la aviación
republicana no protegió el avance y la Legión Cóndor enviada rápidamente por el general
Franco dominó los aires y bombardeó y ametralló constantemente las posiciones
republicanas. Así que hacia el 2 o el 3 de agosto la maniobra republicana había fracasado
ya que no se iba a producir ninguna irrupción de unidades republicanas en el territorio
dominado por los sublevados.125 A partir de ese momento las operaciones se centraron en
la bolsa de territorio ganado por los republicanos al sur del Ebro, que estos defendieron a
toda costa mientras que los "nacionales" intentaban desalojarlos de allí (a pesar de que
algunos de los colaboradores del general Franco le aconsejaron que abandonara el frente
del Ebro una vez detenido el avance republicano y reemprendiera la campaña contra
Valencia, pero Franco pensó, sin embargo, "que con la ayuda constante que recibía desde
Alemania e Italia en aviación y artillería pesada, con su mayor flexibilidad logística (frente a
un enemigo que no podía llevar refuerzos a sus tropas por estar cerrada la frontera
francesa) y con el virtual bloqueo marítimo de las costas, podría destruir lentamente lo
mejor de las fuerzas de la República").126 Después de tres meses de duros combates, que
causaron más de 60 000 bajas por cada bando, los republicanos tuvieron que retirarse y
volver a cruzar el Ebro en sentido contrario. El 16 de noviembre lo hacían las últimas
unidades poniendo fin así a la batalla del Ebro, la más larga de la guerra y que supuso una
nueva victoria para el bando sublevado.127
Mientras se desarrollaba la batalla del Ebro estalló la crisis de
los Sudetes de Checoslovaquia que podía conducir a la guerra en Europa. Negrín decidió
entonces retirar las Brigadas Internacionales para conseguir una actitud favorable hacia la
República de las potencias democráticas Francia y Gran Bretaña y lo mismo hizo el
general Franco al reducir la presencia de tropas italianas (aunque conservando lo que
realmente le interesaba de la ayuda fascista italiana: la artillería, la aviación y los carros de
combate) y garantizar a Gran Bretaña y Francia que se mantendría neutral si estallara la
guerra en Europa. Sin embargo el cierre de la crisis con los acuerdos de Múnich del 29 de
septiembre de 1938, según los cuales Checoslovaquia debería entregar los Sudetes a
Hitler, supuso una nueva derrota para la República en el plano internacional porque el
acuerdo significaba que las potencias democráticas, Francia y Gran Bretaña, continuaban
con su política de "apaciguamiento" respecto de la Alemania nazi, y si no intervenían para
defender a Checoslovaquia menos lo harían para ayudar a la República española.128129
Diciembre de 1938-marzo de 1939: ofensiva sobre Cataluña
Véanse también: Guerra Civil Española en Cataluña y Ofensiva de Cataluña.
España en febrero de 1939 después de la caída de Cataluña.
Leyenda Zona controlada por los sublevados República Española Principales centros nacionalistas
Principales centros republicanos

Los dos ejércitos salieron muy quebrantados de la batalla del Ebro, pero los "nacionales"
lograron rehacerse rápidamente, estando, a principios de diciembre de 1938, preparados
para comenzar la ofensiva de Cataluña, "que sería la última significativa de la guerra",130
en un momento en que tras los acuerdos de Múnich atacar Cataluña ya no implicaba el
peligro de una reacción francesa ("Francia y Gran Bretaña habían aceptado, al menos
tácitamente, la continuación de la presencia italiana en España, y solo deseaban el fin del
conflicto. Por su parte, Franco había garantizado su neutralidad en caso de una guerra
general").130
El ataque a Cataluña se retrasó a causa del mal tiempo y finalmente comenzó el 23 de
diciembre, avanzando desde el sur y desde el oeste, encontrando una fuerte resistencia
durante las dos primeras semanas. Sobre el día 6 de enero, los restos del Ejército del
Ebro habían quedado casi completamente diezmados, mientras que el otro grupo de
ejércitos del GERO, el Ejército del Este, se batía en retirada. El jefe del Estado Mayor
republicano, el general Vicente Rojo, proyectó una maniobra de diversión en la zona
centro-sur para aliviar la presión sobre Cataluña, pero fracasó (hubo que desistir del
desembarco en Motril por la debilidad de la flota republicana, "minada por la desidia, la
indisciplina y la falta de una clara dirección político-estratégica"; la ofensiva en el frente de
Extremadura tuvo escaso éxito dada la baja moral y la falta de material y de medios de
transporte que padecían los ejércitos de la zona centro-sur (GERC) al mando del general
Miaja).130
Así pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de las tropas
"nacionales" fue prácticamente imparable (gracias de nuevo a la mejor preparación de sus
mandos intermedios —comandantes, tenientes-coroneles y coroneles—, a su superioridad
artillera y aérea por la presencia permanente de la Legión Cóndor y de la aviación italiana
y a que la flota sublevada bombardeó los puertos impidiendo la llegada de material para
las fuerzas republicanas). Los "nacionales" en su avance hacían cada vez mayor número
de prisioneros, lo que «siempre constituye un indicio de la descomposición de un
ejército».131 Artesa de Segre fue tomada el 4 de enero, Tárrega el 15, el 21 Villafranca del
Panadés, el 22 Igualada y el 24 alcanzaron el río Llobregat. Los destrozados ejércitos
republicanos se retiraron hacia la frontera francesa acompañados por una inmensa
muchedumbre de civiles y de funcionarios y de autoridades que colapsaba las carreteras.
El 26 de enero los "nacionales" sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona,
abandonada por el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la frontera francesa el
5 de febrero después de celebrar la última reunión de lo que quedaba de las Cortes
republicanas en el castillo de Figueras. Un día antes, el 4 de febrero, los "nacionales"
habían ocupado Gerona.132 El general Vicente Rojo Lluch comparó un año después desde
el exilio lo que había sucedido en Madrid en noviembre de 1936 y lo que había pasado en
Barcelona en enero de 1939:133
¡Qué ambiente tan distinto! ¡Qué entusiasmo entonces! ¡Y qué decaimiento ahora! Barcelona
cuarenta y ocho horas antes de la entrada del enemigo era una ciudad muerta... [Se] perdió lisa y
llanamente porque no hubo voluntad de resistencia, ni en la población civil, ni en algunas tropas
contaminadas por el ambiente.

Entre el 5 y el 11 de febrero los últimos restos de los dos ejércitos republicanos


del GERO cruzaron ordenadamente la frontera deponiendo sus armas y siendo internados
a continuación en campamentos improvisados situados en las playas francesas a la
intemperie.134
Mientras las tropas republicanas cruzaban la frontera francesa, se producía la ocupación
de Menorca por los "nacionales" gracias a la intervención británica, la única que se produjo
en la Guerra de España.135 Para impedir que la estratégica isla de Menorca, que durante
toda la guerra había permanecido bajo soberanía republicana, pudiera caer bajo dominio
italiano o alemán, el gobierno británico aceptó la propuesta del jefe franquista de la Región
Aérea de las Baleares, Fernando Sartorius, conde de San Luis, para que un barco de la
Royal Navy lo trasladara a Mahón y negociar allí la rendición de la isla a cambio de que las
autoridades civiles y militares republicanas pudieran abandonarla bajo protección británica.
El gobierno británico puso en marcha la operación sin informar al embajador republicano
en Londres, Pablo de Azcárate (que cuando más tarde se enteró presentó una protesta
formal por haber prestado un buque británico a un «emisario de las autoridades rebeldes
españolas»). Así pues, en la mañana del 7 de febrero arribaba al puerto de Mahónel
crucero Devonshire con el conde de San Luis a bordo, donde se entrevistó con el
gobernador republicano el capitán de navío Luis González de Ubieta, quien tras intentar
infructuosamente contactar con Negrín, aceptó las condiciones de la rendición al día
siguiente. A las 5 de la madrugada del 9 de febrero el Devonshire partía de Mahón rumbo
a Marsella con 452 refugiados a bordo. Inmediatamente Menorca fue ocupada por los
"nacionales" sin que participara ningún contingente ni italiano ni alemán. La intervención
británica dio lugar a un acalorado debate en la Cámara de los Comunes el 13 de febrero
durante el cual la oposición laborista acusó al gobierno conservador de Neville
Chamberlainde haber comprometido al Reino Unido en favor de Franco. Al día siguiente el
representante oficioso del general Franco en Londres, el duque de Alba, hizo llegar al
secretario del Foreign Office lord Halifax «la gratitud del generalísmo y del gobierno
nacional» por colaborar en «reconquistar Menorca».136
El día 9 de febrero cruzó la frontera francesa el presidente del gobierno, Juan Negrín, pero
en Toulouse cogió un avión para regresar a Alicante al día siguiente acompañado de
algunos ministros con la intención de reactivar la guerra en la zona centro-sur, el último
reducto de la zona republicana.137 Allí se desató una última batalla entre los que
consideraban inútil seguir combatiendo y los que todavía pensaban que "resistir es vencer"
(esperando que las tensiones en Europa acabaran estallando y Gran Bretaña y Francia,
por fin, acudirían en ayuda de la República española, o que al menos impondrían a Franco
una paz sin represalias),138 pero el cansancio de la guerra y el hambre y la crisis de
subsistencias que asolaba la zona republicana estaban minando la capacidad de
resistencia de la población.129 El problema para Negrín, que instaló su cuartel general en
una finca cercana a la localidad alicantina de Elda (cuyo nombre en clave era "Posición
Yuste") era cómo terminar la guerra sin combatir de manera distinta a la de entrega sin
condiciones. Su posición fue prácticamente insostenible cuando el 27 de febrero, Francia y
Gran Bretaña reconocieron al gobierno de Franco en Burgos como el gobierno legítimo de
España, y al día siguiente el presidente de la República Manuel Azaña que se encontraba
en la embajada española en París renunció a su cargo.139
El día 24 de febrero, Negrín abandonó Madrid tras celebrar un consejo de ministros e
instaló su cuartel general en una finca cercana a la localidad alicantina de Elda (la
"Posición Yuste", que era su nombre en clave). Tres días después, el 27 de febrero,
Francia y Gran Bretaña reconocían al gobierno de Franco en Burgos como el gobierno
legítimo de España, y el día 28 de febrero, ante este reconocimiento internacional, se
hacía oficial la renuncia a la Presidencia de la República de Manuel Azaña y su sustitución
provisional por el presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio (ambos se encontraban
en Francia). Después de todos estos hechos la posición de Negrín era insostenible.140
Mientas tanto estaba muy avanzada la conspiración militar y política contra el gobierno
Negrín dirigida por el jefe del Ejército del Centro, el coronel Segismundo Casado,
convencido de que "sería más fácil liquidar la guerra a través de un entendimiento entre
militares" por lo que había entrado en contacto a través de la "quinta columna" con el
Cuartel General del "Generalísimo" Franco para una rendición del ejército republicano "sin
represalias" al modo del "abrazo de Vergara" de 1839 que puso fin a la primera guerra
carlista (con la conservación de los empleos y cargos militares, incluida). Algo a lo que los
emisarios del general Franco nunca se comprometieron. Casado consiguió el apoyo de
varios jefes militares, entre los que destacaba el anarquista Cipriano Mera, jefe del IV
Cuerpo de Ejército, y de algunos políticos importantes, como el socialista Julián Besteiro,
que también había mantenido contacto con los "quintacolumnistas" de Madrid. Todos ellos
criticaban la estrategia de resistencia de Negrín y su "dependencia" de la Unión Soviética y
del PCE, que eran los únicos que apoyaban ya la política de Negrín.140
Probablemente en conexión con la conjura casadista, el 4 de marzo se produjo
la sublevación de la base naval de Cartagena encabezada por militares profranquistas
alentados por la quinta columna que había desplegado una intensa actividad en la base y
en la ciudad. Durante el día 4 y el 5 tienen lugar combates entre los sublevados y los
resistentes republicanos. Y en medio de ellos, el almirante Miguel Buiza ordena a la flota
republicana que abandone el puerto y la dirige a la base naval de Bizerta en el
protectorado francés de Túnez, a pesar de que la sublevación había sido dominada en
Cartagena por las fuerzas republicanas el día 7 de marzo.141142
Marzo de 1939: derrota de la República

Mapa de las dos españas en marzo de 1939

Artículo principal: Golpe de Casado

El 5 de marzo, al día siguiente del inicio de la sublevación de Cartagena, comenzó el golpe


de Casado apoderándose sus partidarios de los puntos neurálgicos de Madrid y
anunciando a continuación la formación de un Consejo Nacional de Defensa presidido por
el general Miaja. El Consejo emitió un manifiesto por radio dirigido a la "España
antifascista" en el que se deponía al gobierno de Negrín, pero no hablaba para nada de las
negociaciones de paz. Las unidades militares controladas por los comunistas opusieron
resistencia en Madrid y sus alrededores pero fueron derrotados (hubo cerca de 2000
muertos). Al día siguiente Negrín y su gobierno, junto con los principales dirigentes
comunistas, abandonaron España en avión para evitar ser apresados por los
"casadistas".143
Consumado el golpe de Casado, el general Franco se negó a aceptar un nuevo "abrazo de
Vergara", como Mola también lo había rechazado en el primer día del golpe de 1936, y no
concedió a Casado "ninguna de las garantías imploradas casi de rodillas por sus emisarios
[que solo se entrevistaron con miembros de baja graduación del Cuartel General], y
contestó a británicos y franceses, deseosos de actuar como intermediarios en la rendición
de la República para así contener la influencia alemana e italiana sobre el nuevo régimen,
que no los necesitaba y que el espíritu de generosidad de los vencedores constituía la
mejor garantía para los vencidos".144

Comunicado emitido por el Cuartel General del generalísimo anunciando el fin de la guerra

Franco únicamente aceptaba una "rendición sin condiciones" por lo que solo restaba
preparar la evacuación de Casado y el Consejo Nacional de Defensa. Estos embarcaron
con sus familias el 29 de marzo en el destructor británico que los trasladó a Marsella (el
socialista Julián Besteiro decidió quedarse). Un día antes las tropas "nacionales" hicieron
su entrada en Madrid y rápidamente los sublevados en su ofensiva final ocuparon
prácticamente sin lucha toda la zona centro-sur que había permanecido bajo la autoridad
de la República durante toda la guerra (el 29 de marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real,
Jaén, Almería y Murcia; el 30 de marzo Valencia y Alicante, y el 31 de marzo la ciudad
de Cartagena).145146 En Alicante desde el día 29 de marzo unas 15 000 personas, entre
jefes militares, políticos republicanos, combatientes y población civil que habían huido de
Madrid y de otros lugares se apiñaban en el puerto a la espera de embarcar en algún
barco británico o francés, pero la mayoría no lo lograron y fueron apresados por las tropas
italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara. Muchos de los
capturados fueron ejecutados allí mismo.147
El 1 de abril de 1939 la radio del bando rebelde (Radio Nacional de España) difundía
el último parte de la guerra civil española, que decía lo siguiente:
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus
últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la victoria. El
Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde.

La guerra naval
Artículo principal: Guerra Civil Española en el mar

En la guerra civil española predominaron las acciones terrestres sobre las marítimas, y las
marinas de ambos bandos evitaron las grandes acciones de guerra por motivos políticos y
estratégicos.148 Así, después de los combates por el control del estrecho de Gibraltar de
1936, las dos flotas no tuvieron «encuentros decisivos en el mar» y «sus estrategias se
movieron en contextos muy conservadores, tendentes sobre todo a la conservación de sus
efectivos».149 El historiador Michael Alpert, en su estudio titulado La guerra civil española
en el mar, afirma que las «dos marinas de guerra españolas tuvieron que rehacerse», pero
que la «gubernamental no consiguió estar a la altura del momento y, a pesar de contar con
la mayoría de las unidades de la flota, desempeñó un papel defensivo durante la mayor
parte de la contienda». En cambio «la Marina de los sublevados aprovechó al máximo sus
exiguos recursos y la ayuda que recibió del extranjero».150
Desde principios del siglo XX, la función primordial de la marina de guerra ya no era
destruir los barcos del enemigo, sino bloquear sus rutas marítimas y sus puertos e impedir
sus movimientos en la costa. Esto es lo que realizó cada vez con más éxito la marina
del bando sublevado, mientras que la marina que permaneció fiel al gobierno abandonó
ese objetivo después de las primeras semanas y adoptó una posición defensiva cuyo
objetivo era proteger las comunicaciones marítimas propias, mientras los "nacionales" se
esforzaban en interferirlas.151
Al principio de la Guerra Civil, la marina republicana era muy superior a la que quedó en
manos de los sublevados, pues estaba integrada por la práctica totalidad de la Armada
española de aquel entonces: el acorazado Jaime I (botado en 1914);
los cruceros ligeros Libertad (botado en 1925), Miguel de Cervantes (botado en 1928)
y Méndez Núñez (botado en 1923); dieciséis destructores en servicio o a punto de
entregar; siete torpederos; doce submarinos (del submarino Isaac Peral (C-1) al submarino
C-6 y del submarino B-1 al submarino B-6); un cañonero; cuatro guardacostas y la casi
totalidad de la Aeronáutica Naval.152153
A pesar de contar con una flota tan importante, el problema residió en que a lo largo de la
guerra no se consiguieron superar los efectos de la represión que tuvo lugar en el
momento del golpe de estado de julio de 1936 cuando la marinería y los suboficiales se
rebelaron para impedir que los barcos se sumaran a la sublevación, ya que la inmensa
mayoría de la oficialidad era partidaria del golpe.148 En una fecha tan avanzada como
mayo de 1938, un informe presentado al presidente Juan Negrín sobre la situación de la
flota señalaba la ausencia de eficacia y de disciplina. «En general la moral ofensiva de los
mandos es pequeña y la moral de combate de las dotaciones es baja». Además, apuntaba
la presencia de la quinta columna franquista tanto en la Flota como en la base naval de
Cartagena («Moral derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acción», se decía).
Informes posteriores indicaban que la situación no había mejorado.154
A diferencia de lo que ocurrió con el bando sublevado, que fue apoyado por las armadas
italiana y alemana, la República solo recibió de la URSS cuatro lanchas torpederas
de clase G-5, además de unos pocos mandos y especialistas en submarinos que, según
un informe «reservado y confidencial» presentado al presidente Negrín, eran
«considerados —dentro de la Flota— como huéspedes molestos a los que hay soportar
con amabilidad. Lo mismo ocurre en la base naval de Cartagena».154 Por su parte, Francia
y Gran Bretaña solo participaron en alguna ocasión puntual para evitar el apresamiento de
buques propios por la flota "nacional".
Así pues, por encima de alguna victoria ocasional, como el hundimiento del Baleares a
principios de marzo de 1938 en la batalla del cabo de Palos, «la realidad era que la marina
republicana se había centrado en el servicio de protección del tráfico mercante, en el
mantenimiento de un canal suministrador de pertrechos de guerra y de alimentos».155 Pero
ni siquiera esa función de escolta la desempeñó con pleno éxito, como se señalaba en un
informe del servicio secreto republicano (SIM) de enero de 1939 en el que después de
afirmar la "notoria inferioridad" de la marina de guerra republicana respecto de la Marina
de los "nacionales" se decía:154
Lo cierto es que la Marina de Guerra facciosa se ha incrementado sin hostilización por nuestra
parte... y que su Marina Mercante navega sin contratiempos por todos los mares, en tanto la
nuestra, perseguida y prácticamente indefensa, es presa fácil de los facciosos.
El submarino republicano C-3

La flota republicana y la base naval de Cartagena fueron aumentando su importancia


estratégica para la causa del bando republicano a media que aumentaban las dificultades
para el abastecimiento procedente del exterior por vía terrestre, como consecuencia de los
cierres frecuentes de la frontera francesa, por lo que el mantenimiento del "cordón
umbilical" marítimo con la Unión Soviética era vital para los republicanos. También
cobraron cada vez más importancia a medida que las derrotas republicanas se fueron
acumulando y el territorio de la zona republicana se redujo porque, especialmente tras
la caída de Cataluña a principios de febrero de 1939, "para los combatientes republicanos
la Base y la Flota eran una especie de salvaguarda para el caso de una evacuación
organizada o de última hora".156
Al principio de la Guerra Civil, la marina del bando sublevado era muy inferior a la marina
gubernamental pues solo contaba con el acorazado España (botado en 1913 y que en julio
de 1936 se encontraba en dique seco); los cruceros ligeros República, rebautizado
como Navarra, (botado en 1920 pero que se encontraba en reparaciones y no entró en
servicio hasta muy avanzada la guerra, en agosto de 1938), y el Almirante Cervera (botado
en 1928); el destructor Velasco (botado en 1923); cinco torpederos; tres cañoneras y cinco
guardacostas. Pero esta inferioridad se vio compensada muy pronto gracias al control de
los sublevados del principal astillero de la marina en Ferrol donde estaba prácticamente
terminado el crucero pesado Canarias —que entró en servicio en septiembre de 1936— y
otro, el Baleares, a punto de ser entregado (entró en servicio en diciembre de 1936), junto
con los dos únicos dragaminas de España (el dragaminas Júpiter, que entró en servicio a
principios de 1937, y el dragaminas Vulcano, que entró en servicio a finales de ese mismo
año).152157
La inferioridad inicial de los sublevados se vio compensada también con el apoyo con que
contaron prácticamente desde el inicio de la guerra de la Armada Italiana, que participó
con cruceros auxiliares y submarinos en el bloqueo de los envíos de armamento de
la Unión Soviética, y de la alemana. El escándalo producido al hundir un submarino italiano
por error un destructor británico, hizo que la Italia Fascista dejara de participar
directamente en acciones de guerra navales, cediendo cuatro «submarinos legionarios» a
los "nacionales" y vendiéndoles cuatro destructores y dos submarinos.
Por su parte la Alemania nazi envió al Mediterráneo dos submarinos en la
llamada Operación Úrsula, hundiendo un U 34 alemán el submarino republicano C3 frente
a Málaga. Los alemanes aportaron cruceros, pero estos no intervinieron, salvo en
el bombardeo de Almería por el Admiral Scheer el 31 de mayo de 1937, efectuado en
represalia por el ataque aéreo que había sufrido el 28 de mayo de 1937 el acorazado de
bolsillo Deutschland en Ibiza. Este llamado incidente del Deutschland fue efectuado
probablemente por tripulaciones rusas, sin conocimiento por parte del mando republicano.
Pero el escándalo internacional que provocó hizo que la República dijese que era un error
y que se trataba de aviones republicanos que creían atacar al crucero pesado Canarias. El
bombardeo de Almería, que se había producido abiertamente (exhibiendo el pabellón
alemán), llegó a ser considerado como un posible motivo para que la República declarara
la guerra a Alemania (posición defendida por el coronel Rojo e Indalecio Prieto, en
búsqueda de la generalización del conflicto a toda Europa), pero finalmente se impuso la
postura contraria de Negrín y Azaña.158
Un informe del servicio secreto republicano (SIM) de enero de 1939 señalaba la
desventaja de la marina republicana respecto de la «marina de guerra facciosa», que
contaba con «un total de cerca de 100 unidades —contando entre ellas un gran número
de cruceros auxiliares perfectamente artillados—».159

La guerra aérea y los bombardeos sobre poblaciones


Artículo principal: Bombardeos en la Guerra Civil Española

Bombardeo de la Estación del Norte de Valencia por aviones italianos en 1937

La principal novedad en el campo de la guerra aérea de la contienda española de 1936 a


1939 fue que «por primera vez en la historia la aviación fue utilizada intensamente en
misiones de bombardeo sobre la retaguardia».160 Así «a partir de la guerra civil española
las víctimas podían estar a centenares de kilómetros de los lugares del enfrentamiento
bélico y ser sencillamente población civil indefensa».161 Dado que la aviación militar
española en julio de 1936 estaba obsoleta esto solo fue posible porque ambos bandos
recibieron ayuda de potencias extranjeras que aportaron sus modernos bombarderos:
el bando sublevado los Savoia-Marchetti S.M.81 y los Savoia-Marchetti S.M.79 de
la Aviación Legionaria de la Italia fascista y los Junkers Ju 52 y Heinkel He 111 de
la Legión Cóndor de la Alemania nazi; el bando republicano los Katiuskas de la Unión
Soviética.161
El bando sublevado utilizó en repetidas ocasiones el «bombardeo de terror», como lo
llaman Solé i Sabaté y Villarroya, cuyo único objetivo era la población civil para
desmoralizarla y empujarla a la rendición. Esta estrategia la inició en Madrid cuando en
noviembre de 1936 fracasó el ataque frontal contra la ciudad y la continuó con
el bombardeo de Durango, el bombardeo de Guernica, el bombardeo de Lérida,
los bombardeos aéreos de Barcelona en enero de 1938, los bombardeos aéreos de
Barcelona en marzo de 1938,162 el bombardeo del mercado central de Alicante,
el bombardeo de Granollers y los bombardeos sobre diversas poblaciones catalanas en los
meses finales de la guerra, especialmente los de Figueras, y cuyas víctimas principales
fueron mujeres y niños en un momento en que el ejército republicano ya no existía en
Cataluña.163 El único posible caso de "bombardeo de terror" por parte del bando
republicano fue el de Cabra en noviembre de 1938, pero todo parece indicar que se trató
de un terrible error cometido por los pilotos que confundieron el mercadillo de la ciudad con
un campamento de tiendas de campaña de una unidad italiana que, según la orden que
habían recibido, había que buscar y destruir.164
Así en cuanto a las ciudades más devastadas por los bombardeos la lista la encabezan las
tres principales ciudades republicanas, Barcelona, Madrid y Valencia, seguidas
por Tarragona, Reus, Lérida, Badalona, Granollers, Gerona, San Feliu de
Guíxols, Palamós, Figueras, Colera, Portbou y Perelló en
Cataluña; Alicante, Sagunto, Gandía, Denia y Cartagena en la costa de Valencia y Murcia;
y en Vizcaya Durango y Guernica, esta última convertida en el símbolo de las atrocidades
de los bombardeos del bando sublevado, y que tuvo un enorme impacto a nivel
internacional.165 En cuanto al número de víctimas también existe una enorme diferencia
entre las causadas por los bombardeos republicanos, unas 1100, y las causadas por los
bombardeos del bando franquista, alrededor de 9000 (Barcelona 2500 muertos; Madrid,
2000; Valencia, cerca de 1000; Alicante cerca de
500; Durango, Guernica, Lérida, Tarragona, Granollers, Figueras y Cartagena más de
doscientos muertos cada una; Bilbao, Reus, Badalona y Alcañiz cerca de 200; Játiva más
de 100 muertos; y pequeños pueblos cuyos muertos fueron inferiores a este número).166
Así fue como "la aviación se convirtió en un arma decisiva y la actuación de la aviación
italiana y alemana fue determinante en la victoria del ejército franquista".161
Otros hitos de la guerra aérea durante la guerra civil española son que durante la misma
probablemente se efectuó el primer puente aéreo de la historia; que en los aviones de
caza empezó a primar el techo y la velocidad lo que supuso el fin de los biplanos y además
se demostró su importancia para el dominio del aire y evitar así los bombardeos enemigos
(incluso por la noche); que se realizaron ataques aéreos a unidades navales, en puerto y
en el mar; que se emplearon aviones de bombardeo en picado para lanzar víveres y
mensajes de ánimo a posiciones sitiadas, como el Alcázar de Toledo o el Santuario de
Santa María de la Cabeza, y para los "bombardeos ideológicos", mediante el lanzamiento
de octavillas y soflamas a las ciudades que estaban en la retaguardia, como el
"bombardeo del pan" sobre Alicante.

Evolución de la zona sublevada


Artículo principal: Zona sublevada

Billete emitido por el bando sublevado el 12 de octubre de 1937 con el escudo grande de
la Monarquía española

Tras la etapa de cierta provisionalidad que representó la Junta de Defensa


Nacional formada tras la muerte en accidente de aviación del general Sanjurjo, quien debía
encabezar el Directorio militar que gobernaría el país tras derribar al gobierno del Frente
Popular, los generales y jefes sublevados decidieron nombrar un mando único militar y
político. Desde el 1 de octubre de 1936 el general Franco fue el "Generalísimo" de las
fuerzas sublevadas y el "Jefe del Gobierno del Estado". Después del fracaso de la toma de
Madrid (entre noviembre de 1936 y marzo de 1937) y con la perspectiva de que la guerra
iba a ser larga, el "Generalísmo" Franco, con la ayuda de su cuñado, Ramón Serrano
Suñer, comenzó a configurar la organización política del "Nuevo Estado". El primer paso
fue el Decreto de Unificación de abril de 1937 por el que todas las fuerzas políticas que
apoyaban el "alzamiento nacional", y singularmente los falangistas y los carlistas, que eran
quienes con sus milicias más habían contribuido a la guerra y fueron integradas bajo un
único partido denominado Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El paso
siguiente fue la organización del "Nuevo Estado" que fue la tarea encomendada por el
"Generalísmo" a su primer gobierno nombrado el 30 de enero de 1938 (y que sustituyó a
la Junta Técnica del Estado).167
La construcción del "Nuevo Estado" fue acompañada de la destrucción de todo lo que
tuviera que ver con la República. Así en la zona sublevada, al contrario de lo que estaba
sucediendo en la otra zona (en la que se había desencadenado la revolución), se procedió
a una "contrarrevolución", llevándose a cabo "una sistemática represión de las personas,
las organizaciones y las instituciones que en alguna forma, real o, incluso, imaginaria,
pudieran entenderse ligadas a esa República revolucionaria, o en manos de
revolucionarios, a la que se decía combatir".168
La Junta de Defensa Nacional

Mola junto al General Franco en una aparición en Burgos el 27 de agosto de 1936, recogida por el
periódico alemán Berliner Illustrierte Zeitung. Mola es el que sobresale por la derecha.

La muerte el 20 de julio del general Sanjurjo, exiliado en Estoril, a causa del accidente que
tuvo nada más despegar el avión en el que tenía que dirigirse
desde Lisboa hacia Pamplona para ponerse al frente de la sublevación, dejó a los
generales sublevados sin el jefe que iba a encabezar el levantamiento.169 Para suplir en
parte la carencia de un mando único los generales y jefes sublevados constituyeron
en Burgos el 24 de julio una Junta de Defensa Nacional presidida por el general de más
graduación y más antiguo, Miguel Cabanellas.170 Su Decreto número 1 establecía que
asumía "todos los poderes del Estado"170 y en sucesivos decretos extendió el estado de
guerra que los sublevados habían proclamado en cada sitio a toda España (lo que sirvió
de base para someter a consejos de guerra sumarísimos a todos los que se opusieran a la
rebelión militar),171 ilegalizó los partidos y sindicatos del Frente Popular y prohibió todas las
actuaciones políticas y sindicales obreras y patronales "mientras duren las actuales
circunstancias" (Decreto del 25 de septiembre).172
Pero lo más urgente era lograr la unidad de mando militar.171 Así el 21 de septiembre de
1936 tuvo lugar en una finca de los alrededores de Salamanca la primera reunión a la que
asistieron los generales de la Junta de Defensa Nacional, con el añadido de los
generales Orgaz, Gil Yuste y Kindelán. Allí los reunidos discutieron sobre la necesidad del
mando único de las fuerzas sublevadas y nombraron para el cargo al general Franco pues
era quien mandaba el ejército que estaba a punto de conseguir la entrada en Madrid
(el Ejército de África estaba cerca de Maqueda a solo 100 kilómetros de la capital) y el que
había obtenido la ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista, y que venía tratando
con ellos. Pero una vez decidido el mando único en el terreno militar aún quedaba por
dilucidar el mando político.173
Entonces el general Franco realizó una "jugada maestra": ordenar que las columnas que
avanzaban hacia Madrid se desviaran hacia Toledo para liberar el Alcázar y así levantar el
cerco de dos meses al que llevaban sometidos un millar de guardias civiles y falangistas
además de algunos cadetes de la Academia de Infantería al mando de su director, el
coronel Moscardó,172 y que tenían retenidos "como rehenes a mujeres y niños de
conocidos militantes de izquierda".174 "La toma del Alcázar agrandó la leyenda del general
Franco. La famosa frase de Moscardó sin novedad en el Alcázar, repetida ante Franco y
numerosos periodistas dos días después de su liberación, fue adecuadamente propagada.
Franco era el salvador de los héroes sitiados, el símbolo de un ejército dispuesto a ganar
la guerra a cualquier precio".175
El 28 de septiembre de 1936, el mismo día en que el Alcázar de Toledo fue liberado, se
celebró la segunda reunión de los generales en Salamanca para decidir quién ostentaría el
mando político. El elegido fue el general Franco al que sus compañeros de sublevación
nombraban no solo “Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire", sino
también "Jefe del Gobierno del Estado español, mientras dure la guerra".88 Pero cuando
fue publicado al día siguiente el decreto nº 138 de la Junta de Defensa Nacional con su
nombramiento se había introducido un importante cambio en el texto: se había suprimido
la coletilla "mientras dure la guerra", y al nombramiento del general Franco como "Jefe del
Gobierno del Estado Español" se le añadía "quien asumirá todos los poderes del nuevo
Estado". Este decreto de 29 de septiembre de 1936 sería el fundamento de la legitimidad
del poder del "Generalísimo" durante los siguientes 39 años.172
El general Franco, «generalísimo» y «caudillo»

Fachada del Palacio de Capitanía General (Burgos)

El 1 de octubre de 1936, en el salón del trono de la Capitanía General de Burgos,


Francisco Franco tomaba posesión de su nuevo cargo, como Generalísimo del ejército
sublevado y Jefe del Gobierno del Estado.176
Un día antes el obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel había hecho pública una
pastoral en la que presentaba la guerra como «una cruzada por la religión, la patria y la
civilización», dando una nueva legitimidad a la causa de los sublevados: la religiosa. Así el
generalísmo, no era solo el «jefe y salvador de la Patria», sino también el «caudillo» de
una nueva «cruzada» en defensa de la fe católica y del orden social.175

Casa del Cordón, en Burgos, sede de la Junta Técnica del Estado.

La primera ley que promulgó el generalísimo Franco fue la que creaba la Junta Técnica del
Estado(en sustitución de la Junta de Defensa Nacional), presidida por el general
Dávila (que en el verano de 1937 sería sustituido por el general monárquico Francisco
Gómez-Jordana, mucho más eficiente que su antecesor)177 y que contaba con una
Secretaría General del jefe del Estado, cargo que desempeñó Nicolás Franco, el hermano
mayor del generalísmo. Su ocupación fue «rectificar toda la legislación republicana
volviendo las cosas a su punto anterior».172
La sede de la Junta Técnica del Estado se estableció en Burgos aunque la capital política
de la España nacional era Salamanca donde residía el poder militar, pues allí se
encontraba el Cuartel General de Franco.172
El Decreto de Unificación de abril de 1937
Artículo principal: Decreto de Unificación

Bandera de Falange Española

El siguiente paso en el afianzamiento del poder del nuevo «caudillo» se produjo cuando
tras el fracaso de la toma de Madrid (entre noviembre de 1936 y marzo de 1937) se
planteó la necesidad de crear un "partido único", siguiendo el modelo de la Dictadura de
Primo de Rivera, a partir de la fusión de los carlistas y falangistas.178
Desde el Cuartel General del Generalísimo el nuevo asesor de Franco Ramón Serrano
Súñer (cuñado del «caudillo» y antiguo diputado de la CEDA que había llegado a
Salamanca evadido de la "zona roja") propició un acercamiento entre la Comunión
Tradicionalista y Falange Española y de las JONS con vistas a su fusión, pero las
diferencias ideológicas y políticas que les separaban eran casi insalvables (pues eran las
que separaban el tradicionalismo del fascismo), y además había otro obstáculo que era
innegociable: que al frente del "partido único" se situara el propio general Franco. Es decir,
que ambas partes tenían que aceptar que la nueva formación política quedaría supeditada
al poder personal del "Generalísmo", vértice del poder militar y político. Para apoyar esta
idea se difundió desde el Cuartel General de Salamanca el lema Una patria, un Estado, un
caudillo, copia del lema nazi Ein Volk, ein Reich, ein Führer ('un pueblo, un Estado, un
caudillo').179
Se produjeron contactos entre falangistas y carlistas pero no fructificaron y todo el proceso
no dejó de crear tensiones en el seno de ambos partidos que se tradujeron en el caso de
los falangistas en los "sucesos de Salamanca" de abril de 1937, durante los cuales varios
falangistas murieron en los enfrentamientos entre los partidarios de la fusión y de la
supeditación al poder militar (encabezados por Sancho Dávila y Agustín Aznar) y los
contrarios a ella (encabezados por Manuel Hedilla).180
Finalmente, el Cuartel General de Franco decidió actuar, y el mismo día en que los
falangistas contrarios a la fusión celebraron un Consejo Nacional en el que eligieron a
Manuel Hedilla como "jefe nacional", el domingo 18 de abril,181 el propio general Franco
anunció que se iba a promulgar al día siguiente un Decreto de Unificación de Falange y la
Comunión Tradicionalista, que pasaban a estar ahora bajo su jefatura directa como "jefe
nacional" del mismo.182
Franco una semana después mandó detener a Manuel Hedilla (junto con otros falangistas
disidentes) cuando se negó a integrarse en la Junta Política del nuevo partido como simple
vocal y además comunicó a sus jefes provinciales que obedecieran únicamente sus
propias órdenes.183 «Para que no quedara duda sobre la ubicación del poder en lo que ya
comenzaba a llamarse Nuevo Estado, Hedilla fue juzgado y condenado a muerte por
su manifiesta actuación de indisciplina y de subversión frente al Mando y el Poder únicos e
indiscutibles de la España nacional. A todos debía quedar claro que la unidad de mando
militar sería en el futuro unidad de mando político».184 Pero Franco siguió los consejos de
la hermana del "Ausente" Pilar Primo de Rivera (líder del sector "puro" de Falange), de
Serrano Suñer y del embajador alemán e indultó a Hedilla, aunque este pasó cuatro años
en la cárcel y cuando salió de ella quedó apartado de la vida política.185
En los estatutos del "partido único", publicados el 4 de agosto, se estableció que el
"caudillo" solo sería "responsable ante Dios y ante la Historia", y ante nadie más.186
Dos meses antes, el 3 de junio, en plena Campaña del Norte el general Mola, el "director"
de la conspiración militar que había dado el golpe de estado de julio de 1936 con el que
comenzó la Guerra Civil, moría cuando el avión en el que viajaba se estrelló en una colina
del pueblo de Alcocero, cerca de Burgos.187 Mola solía emplear el avión con frecuencia en
sus desplazamientos y no existen pruebas de que hubiera sabotaje, aunque la muerte
favorecía claramente a Franco al eliminar al "director" como rival.187 El embajador alemán
escribió poco después: "Sin duda Franco se siente aliviado por la muerte del general
Mola".188
En octubre de 1937 fueron nombrados por el "Generalísmo" Franco los 50 miembros
del Consejo Nacional de FET y de las JONS, pero no pasó de ser un órgano meramente
consultivo.189 Lo mismo se podía decir de la FET y de las JONS, cuya única actividad
quedaba reducida en la práctica a efectuar propaganda.190 Sin embargo, los dirigentes de
Falange ocuparon muchos de los puestos más importantes en la administración del
"Nuevo Estado" y en el partido.188
El nacimiento del «Nuevo Estado»
Véase también: Primer Gobierno de Francisco Franco

Escudo del «Nuevo Estado».

En enero de 1938, mientras tenía lugar la batalla de Teruel, se da el primer paso para la
configuración definitiva del "Nuevo Estado" con la promulgación por el "Generalísmo" de
la Ley de la Administración Central del Estado por la que se creaba una estructura
administrativa que adoptaba la forma ministerial, y con el nombramiento el 30 de enero de
su primer gobierno en el que el propio Franco asume la Presidencia, mientras
que Francisco Gómez-Jordana (hasta entonces presidente de la Junta Técnica del Estado)
era el Vicepresidente y Ministro de Asuntos Exteriores. Sin embargo, el personaje más
destacado del gabinete era Ramón Serrano Súñer, ministro de Gobernación y
el cuñadísimo de Franco.191 En este gobierno se prefiguró ya la amalgama ideológica que
sería siempre en el futuro el franquismo: "su conservadurismo tradicional, y
su derechismo reaccionario".192
Será este gobierno el que inicie el proceso de institucionalización del "Nuevo Estado", con
la promulgación del "Fuero del Trabajo", basado en la Carta del lavoro del fascismo
italiano,193 y que constituyó la primera de las siete Leyes Fundamentales de la Dictadura
Franquista que funcionaron a modo de "constitución" del nuevo régimen;194195 la
derogación del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 y la promulgación de una serie
de órdenes y decretos que prohibían el uso del catalán en los documentos públicos y en la
conversación privada;195 la Ley de Prensa que sometía a los periódicos a la censura previa
y atribuía al gobierno el nombramiento de los directores de periódicos;195 la reintroducción
de la pena de muerte que había abolido la República;194 la aprobación de una Ley de
Enseñanza Mediaque garantizaba a la Iglesia católica una absoluta autonomía en la
educación secundaria.195
Según Julián Casanova el fascismo y el catolicismo fueron las dos ideologías sobre cuya
amalgama se construyó el "Nuevo Estado". El proceso de fascistización era evidente por la
exaltación del líder, el "Caudillo", como el Führer o el Duce; el saludo brazo en alto
establecido como "saludo nacional"; los uniformes y la simbología falangista; etc. Y al
mismo tiempo proliferaban los ritos y manifestaciones religiosas católicas como las
procesiones, las misas de campaña o las ceremonias político-religiosas que imitaban
supuestas formas medievales.193
El 19 de abril de 1939, diecinueve días después del "último parte" en el que Franco
declaraba «la guerra ha terminado», se celebró en Madrid el desfile de la Victoria presidido
por el «caudillo». Antes de empezar la parada militar el general Varela le impuso «en
nombre de la Patria» a Franco la Gran Cruz Laureada de San Fernando, «que tanto había
ambicionado desde sus campañas africanas y que tuvo que acabar autootorgándosela» en
un decreto firmado por él mismo y que fue leído por el general conde de Jordana al inicio
del acto. Al día siguiente el diario ABC de Madrid titulaba su crónica: «España, en el gran
desfile militar ante el Caudillo, muestra al mundo el poderío de las armas forjadoras del
nuevo Estado». Un mes después el general Franco ofrendaba su espada de caudillo
victorioso a Dios en una ceremonia celebrada el 20 de mayo en la iglesia madrileña de
Santa Bárbara y presidida por el cardenal primado de Toledo Isidro Gomá.196

Evolución de la zona republicana


Artículo principal: Segunda República Española en guerra

La reacción del gobierno a la sublevación militar

Diego Martínez Barrio

En la tarde del viernes 17 de julio se conocía en Madrid que en el Protectorado de


Marruecos se había iniciado una sublevación militar. Al día siguiente la sublevación se
extendió a la península y las organizaciones obreras (CNT y UGT) reclamaron «armas
para el pueblo» para acabar con ella, a lo que el gobierno de Santiago Casares Quiroga se
negó.197
Por la noche de ese sábado 18 de julio Casares Quiroga presentó su dimisión al
presidente de la República Manuel Azaña y este encargó a Diego Martínez Barrio,
presidente de las Cortes y líder de Unión Republicana, que formara un gobierno que
consiguiera "detener la rebelión" sin recurrir al apoyo armado de las organizaciones
obreras. Martínez Barrio incluyó en su gabinete a políticos moderados y dispuestos a llegar
a algún tipo de acuerdo con los militares sublevados198 y en la madrugada del sábado 18
al domingo 19 de julio, habló por teléfono con el general Emilio Mola, "El Director" de la
sublevación, pero este se negó rotundamente a cualquier tipo de transacción. Así el
"gobierno de conciliación" de Martínez Barrio dimitió y Azaña nombró el mismo domingo 19
de julio nuevo presidente del gobierno a un hombre de su partido José Giral, que formó un
gobierno únicamente integrado por republicanos de izquierda, aunque con el apoyo
explícito de los socialistas, que tomó la decisión de entregar armas a las organizaciones
obreras, algo a lo que también se había negado Martínez Barrio porque, al igual que
Casares Quiroga, consideraba que ese hecho traspasaba el umbral de la defensa
constitucional y "legal" de la República.199
A causa de esta decisión de «entregar armas al pueblo» el Estado republicano perdió el
monopolio de la coerción, por lo que no pudo impedir que se iniciara una revolución social,
ya que las organizaciones obreras no salieron a la calle «exactamente para defender la
República... sino para hacer la revolución. (...) Un golpe de estado contrarrevolucionario,
que intentaba frenar la revolución, acabó finalmente desencadenándola».200
La revolución social de 1936 y el gobierno de José Giral (julio-
septiembre de 1936)

Escudo del Consejo Regional de Defensa de Aragón, órgano creado durante la Revolución social
española de 1936.

Véase también: Revolución social española de 1936

La entrega de armas a los partidos y organizaciones obreras hizo que estas constituyeran
rápidamente "milicias armadas para hacer frente a la rebelión en el terreno militar y para
proceder a una profunda revolución social (desentendiéndose de las autoridades
republicanas, a las que no derribaron): incautaron y colectivizaron explotaciones agrarias y
empresas industriales y mercantiles para asegurar la continuidad de la producción y
distribución de bienes, y se hicieron cargo del mantenimiento de las principales funciones
competencia del Estado. La producción, el abastecimiento de la población, la vigilancia, la
represión, las comunicaciones y el transporte, la sanidad, quedaron en manos de comités
sindicales, que en no pocas localidades suprimieron la moneda para sustituirla por vales.
Ante el hundimiento de los mecanismos del poder público ["un gobierno que reparte armas
es un gobierno que se ha quedado sin instrumentos para garantizar el orden público e
imponer su autoridad"], surgió en el verano de 1936 un nuevo poder obrero, que era a la
vez militar, político, social, económico”.201 "En el País Vasco, sin embargo, donde
el PNV había rechazado la coalición con la CEDA en las elecciones de febrero de 1936 y
apoyado a la izquierda en la tramitación del Estatuto de Autonomía, finalmente aprobado el
1 de octubre de 1936, no hubo revolución social y un partido católico y nacionalista se
mantuvo hasta junio de 1937 al frente de un gobierno autónomo con poder sobre poco
más que el territorio de Vizcaya".202
Los comités que surgieron por todas partes eran autónomos y no reconocían límites a sus
actuaciones,203 pero la paradoja fue que al mismo tiempo la revolución no acabó con el
Estado republicano, sino que simplemente lo ignoró y lo redujo a la inoperancia. En
Cataluña se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas, pero el gobierno de la
Generalidad no fue destituido y continuó en su puesto. En Valencia apareció el Comité
Ejecutivo Popular. En Málaga y Lérida surgieron sendos Comités de Salud Pública.
En Cantabria, Gijón y Jaén, comités provinciales del Frente Popular (Comité de Guerra de
Gijón, Comité Popular de Sama de Langreo, etc). En Vizcaya, una Junta de Defensa. En
Madrid se constituyó un Comité Nacional del Frente Popular, que organizaba milicias y la
vida de la ciudad, pero junto a él seguía existiendo el gobierno de José Giral formado solo
por republicanos de izquierda.204
Pero el gobierno Giral, a pesar de que el poder real no estaba en sus manos, no dejó de
actuar, especialmente en el plano internacional. Fue este gobierno el que pidió la venta de
armas al gobierno del Frente Popular de Francia, y al no conseguirla, luego a la Unión
Soviética, para lo cual dispuso de las reservas del oro del Banco de España. En el plano
interior destituyó a los funcionarios sospechosos de apoyar la sublevación y dictó las
primeras medidas para intentar controlar las "ejecuciones" indiscriminadas, arbitrarias y
extrajudiciales de "fascistas" que llevaban a cabo decenas de "tribunales revolucionarios",
también conocidos como "checas", montadas por las organizaciones y partidos obreros
que habían impuesto el "terror rojo" en Madrid y en otros lugares. Así el gobierno Giral
creó los tribunales especiales "para juzgar los delitos de rebelión y sedición y los
cometidos contra la seguridad del Estado". Sin embargo estos "tribunales populares" no
acabaron con las actividades de las "checas" que siguieron asesinando "fascistas"
mediante los "paseos" (detenciones ilegales que acababan con el asesinato del detenido y
cuyo cadáver eran arrojado en una cuneta o junto a la tapia de un cementerio) o las
"sacas" (excarcelaciones de presos que supuestamente iban a ser puestos en libertad
pero que en realidad eran llevados al paredón).205
Cuando el 3 de septiembre de 1936 el Ejército de África sublevado tomó Talavera de la
Reina (ya en la provincia de Toledo, después de haber ocupado Extremadura), y además
también caía Irún en manos de los sublevados (con lo que el norte quedaba aislado del
resto de la zona republicana), José Giral presentó la dimisión al presidente de la
República Manuel Azaña.83
El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)
Véase también: Sucesos de mayo de 1937

Francisco Largo Caballero


Tras la dimisión de Giral, el presidente de la República Manuel Azaña encargó la
formación de un "gobierno de coalición" a Francisco Largo Caballero, el líder socialista
de UGT, una de las dos centrales sindicales que estaban protagonizando la revolución.
Largo Caballero, que además de la presidencia asumió el ministerio clave de Guerra,
entendió este gobierno como una gran "alianza antifascista", y así dio entrada en el
gabinete al mayor número posible de representaciones de los partidos y sindicatos que
luchaban contra la rebelión "fascista" (como llamaban las organizaciones obreras a la
sublevación militar de julio). Pero el gobierno no se completó realmente hasta dos meses
después, cuando el 4 de noviembre (en el momento en que las tropas sublevadas ya
estaban a las afueras de Madrid) se integraron en él cuatro ministros de la CNT, entre ellos
la primera mujer que fue ministra en España, Federica Montseny.206
El nuevo gobierno de Largo Caballero, autoproclamado "gobierno de la victoria",
enseguida concluyó que había que dar prioridad a la guerra, y de ahí el programa político
que puso en marcha inmediatamente, cuya principal medida fue la creación de un nuevo
ejército y la unificación de la dirección de la guerra (que incluía la incorporación de
las milicias a las Brigadas Mixtas y la creación del cuerpo de comisarios). Así pues, los
dirigentes sindicales de UGT y CNT al aceptar e impulsar este programa "estuvieron de
acuerdo en que la implantación del comunismo libertario, a que aspiraba la CNT, o de la
sociedad socialista, que pretendía la UGT, debía esperar al triunfo militar".207
Pero todas estas medidas no consiguieron paralizar el avance hacia Madrid del Ejército de
África y el 6 de noviembre ya estaba a punto de entrar en la capital. Ese día el gobierno
decidió abandonar Madrid y trasladarse a Valencia, encomendando la defensa de la
ciudad al general Miaja que debería formar una Junta de Defensa de Madrid. "Una salida
precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no se dio explicación pública alguna".90
"Quienes se quedaron en Madrid no pudieron interpretar estos hechos sino como una
vergonzosa huida... sobre todo porque los madrileños fueron capaces de organizar su
defensa. Madrid resistió el primer embate y rechazó los siguientes, deteniendo así el
avance del ejército rebelde".91
El segundo gran objetivo del gobierno de Largo Caballero fue restablecer la autoridad del
gobierno y de los poderes del Estado.208 Pero no se resolvieron las tensiones con los
gobiernos de las "regiones autónomas" de Cataluña y el País Vasco, ni con los consejos
regionales que habían surgido en otros sitios. En Cataluña, el gobierno de la Generalidad,
que el 26 de septiembre incorporó a varios consejeros de la CNT y del POUM por lo que
el Comité de Milicias Antifascistas quedó disuelto, organizó su propio ejército y el 24 de
octubre aprobó el decreto de colectividades, cuestiones ambas que excedían el ámbito de
sus competencias. En cuanto al País Vasco, el 1 de octubre las Cortes aprobaban el
Estatuto de Autonomía de Euskadi y el nacionalista vasco José Antonio Aguirre fue
investido "lehendakari" del gobierno vasco, entre cuyos miembros no incluyó a ningún
representante de la CNT (en el País Vasco no había habido revolución social ni apenas
violencia anticlerical y las iglesias continuaron abiertas). Aguirre construyó un Estado
"cuasi soberano" sobre el territorio vasco que todavía no había sido ocupado por el bando
sublevado y que prácticamente se reducía a Vizcaya. Además de una policía vasca,
la Ertzaina, creó un ejército propio y no aceptó el mando del general que envió el gobierno
de Madrid para ponerse al frente del Ejército del Norte. En cuanto al Consejo de Aragón,
dominado por los anarquistas, el gobierno de Largo Caballero no tuvo más remedio que
legalizarlo.209
En la primavera de 1937, tras la decisión de Franco de poner fin por el momento a la toma
de Madrid después de la victoria republicana en la batalla de Guadalajara, se abría la
perspectiva de una guerra larga y pronto estalló la crisis entre las fuerzas políticas que
apoyaban a la República.210 El conflicto fundamental fue el que enfrentó a los anarquistas
de la CNT, que defendían la compatibilidad de la revolución con la guerra,211212 y a los
comunistas del Partido Comunista de España (PCE) y del PSUC en Cataluña, que
entendían que la mejor forma de frenar la sublevación militar era restablecer el Estado
republicano y aglutinar a todas las fuerzas de la izquierda política, incluidos los partidos de
la pequeña y mediana burguesía, por lo que debía paralizarse la revolución social y dar
prioridad a la guerra. Sin embargo, Santos Juliá afirma, en contra de la opinión de otros
historiadores, que en la primavera de 1937 entre las fuerzas que apoyaban al gobierno de
Largo Caballero "la divisora no corría entre guerra y revolución sino entre partidos y
sindicatos" porque la prioridad dada a la guerra ya se había decidido el 4 de septiembre
cuando se formó el gobierno de Largo Caballero, al que dos meses después se sumaron
los cuatro ministros anarquistas.213
La crisis estalló por los enfrentamientos iniciados en Barcelona el lunes 3 de mayo de 1937
cuando un destacamento de la Guardia de Asalto por orden de la Generalidad intentó
recuperar el control sobre el edificio de la Telefónica en la plaza de Cataluña, en poder de
la CNT desde las jornadas "gloriosas" de julio de 1936. Varios grupos anarquistas
respondieron con las armas y el POUM se sumó a la lucha. En el otro bando, la
Generalidad y los comunistas y socialistas unificados en Cataluña bajo un mismo partido
(el PSUC) hicieron frente a la rebelión, que ellos mismos habían provocado, y la lucha se
prolongó varios días. El viernes 7 de mayo la situación pudo ser controlada por las fuerzas
de orden público enviadas por el gobierno de Largo Caballero desde Valencia, ayudadas
por militantes del PSUC, aunque la Generalidad pagó el precio de que le fueron retiradas
sus competencias sobre orden público.214 El enfrentamiento en las calles de Barcelona fue
relatado por el británico George Orwell en su Homenaje a Cataluña.
Los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona tuvieron una repercusión inmediata en el
gobierno de Largo Caballero. La crisis la provocaron el día 13 de mayo los dos ministros
comunistas que amenazaron con dimitir si Largo Caballero no dejaba el Ministerio de la
Guerra (el PCE especialmente desde la caída de Málaga el 8 de febrero le hacía
responsable de las continuas derrotas republicanas), y que disolviera el POUM. En este
ataque a Largo Caballero contaban con el apoyo de la fracción socialista de Indalecio
Prieto, que controlaba la dirección del PSOE, que como los comunistas querían eliminar
del gobierno a las organizaciones sindicales, UGT y CNT, y reconstruir el Frente Popular.
Largo Caballero se negó a aceptar las dos condiciones de los comunistas y al no encontrar
los apoyos suficientes para su gobierno dimitió el 17 de mayo. El presidente Manuel
Azaña, que también estaba en desacuerdo con la presencia de las dos centrales sindicales
en el gobierno, nombró a un socialista “prietista”, Juan Negrín, nuevo jefe de gobierno. Al
día siguiente el órgano de la CNT Solidaridad Obrera declaraba en su editorial: «Se ha
constituido un gobierno contrarrevolucionario».215
El gobierno de Juan Negrín (mayo de 1937-marzo de 1939)
El nuevo gobierno que formó el socialista Juan Negrín en mayo de 1937 respondió al
modelo de las coaliciones de Frente Popular: tres ministros socialistas ocupando las
posiciones fundamentales (el propio Negrín, que mantuvo la cartera de Hacienda que ya
había ostentado en el gobierno de Largo Caballero, Indalecio Prieto, sobre el que recayó
toda la responsabilidad en la conducción de la guerra, al ser nombrado al frente del nuevo
Ministerio de Defensa, y Julián Zugazagoitia en Gobernación), dos republicanos de
izquierda, dos comunistas, uno del PNV y otro de Esquerra Republicana de Catalunya.216
Según Santos Juliá, detrás de este gobierno estaba Manuel Azaña, que pretendía «un
gobierno capaz de defenderse en el interior y de no perder la guerra en el exterior. (...) Con
Prieto a cargo de un Ministerio de Defensa unificado, sería posible defenderse; con Negrín
en la presidencia, se podían abrigar esperanzas de no perder la guerra en el exterior».217
La política del nuevo gobierno tuvo cinco ejes fundamentales, algunos ya iniciados por
Largo Caballero: la culminación de la formación del Ejército Popular218 y el desarrollo de la
industria de guerra (lo que llevó al gobierno a trasladarse de Valencia a Barcelona en
noviembre de 1937 para, entre otras razones, "poner en pleno rendimiento la industria de
guerra" catalana);113 la continuación de la recuperación por el gobierno central de todos los
poderes, con la justificación de que la dirección de la guerra así lo reclamaba (fue disuelto
el Consejo de Aragón, último baluarte de la CNT; el traslado del gobierno de Valencia a
Barcelona para "asentar definitivamente la autoridad del gobierno en Cataluña" relegó al
gobierno de la Generalidad de Lluís Companys a un papel secundario).219 mantenimiento
del orden público y la seguridad jurídica (con Zugazagoitia en Gobernación e Irujo en
Justicia, se redujeron las ejecuciones "extrajudiciales" y las actividades de las "checas",
pero en la "desaparición" del líder del POUM el gobierno dejó hacer a los comunistas y a
los agentes soviéticos del NKVD);220 se dieron garantías a la pequeña y mediana
propiedad;221 se intentó cambiar la política de "no-intervención" de Gran Bretaña y Francia
por la de mediación en el conflicto, para que presionaran a Alemania e Italia y cesaran en
su apoyo a los sublevados, con el objetivo final de alcanzar una "paz negociada", pero no
se consiguió nada.222 El gran derrotado de esta línea política fue el sindicalismo, tanto el
de la UGT y como el de la CNT.223 Por el contrario, los que resultaron más reforzados
fueron los comunistas, de ahí la acusación lanzada contra Negrín de ser un
"criptocomunista".

Mapa de la guerra civil española en julio de 1938

Las derrotas de la República en la batalla de Teruel y en la ofensiva de Aragón provocaron


la crisis de marzo de 1938. Azaña y Prieto consideraron que lo que había sucedido
mostraba que el ejército republicano nunca podría ganar la guerra y que había que
negociar una rendición con apoyo franco-británico. Frente a ellos Negrín y los comunistas
eran firmes partidarios de continuar resistiendo. La crisis se abrió al intentar Negrín que
Prieto cambiara de ministerio (habiendo declarado su convicción de que la guerra estaba
perdida, Prieto era el peor de los ministros de Defensa posible), pero Azaña respaldó a
Prieto, así como el resto de los republicanos de izquierda y los nacionalistas de Esquerra y
del PNV. Sin embargo, estos no consiguieron articular ninguna alternativa a Negrín, y este
acabó saliendo reforzado de la crisis, con la consiguiente salida de Prieto del gobierno.118
Negrín recompuso el gobierno el 6 de abril y asumió personalmente el Ministerio de
Defensa e incorporó al gabinete a los dos sindicatos, UGT y CNT. Además José Giral fue
sustituido en el ministerio de Estado por el socialista Julio Álvarez del Vayo.119 Las
posiciones del nuevo gobierno con vistas a unas posibles negociaciones de paz quedaron
fijadas en su Declaración de los 13 puntos, hecha pública en la significativa fecha del 1º de
mayo. En ella, "el gobierno anunciaba que sus fines de guerra consistían en asegurar la
independencia de España y establecer una República democrática cuya estructuración
jurídica y social sería aprobada en referéndum; afirmaba su respeto a la propiedad
legítimamente adquirida, la necesidad de una reforma agraria y de una legislación social
avanzada, y anunciaba una amplia amnistía para todos los españoles que quieran
cooperar a la inmensa labor de reconstrucción y engrandecimiento de España. En su
intento de aparecer ante las potencias extranjeras con la situación interior controlada,
Negrín inició gestiones infructuosas con el Vaticano para restablecer relaciones
diplomáticas y abrir las iglesias al culto".121
Negrín era consciente de que la supervivencia de la República no solo dependía del
fortalecimiento del Ejército Popular y de que se mantuviera la voluntad de resistencia de la
población civil en la retaguardia, sino también de que Francia y Gran Bretaña pusieran fin
a la política de "no intervención" o de que al menos presionaran a las potencias fascistas
para que estas a su vez convencieran al "Generalísimo" Franco para que aceptara un final
negociado. Negrín pensaba que su política era la única posible. Como dijo en privado "no
se puede hacer otra cosa". Así pues, su idea era resistir para negociar un armisticio que
evitara el "reinado de terror y de venganzas sangrientas" (las represalias y fusilamientos
por parte de los vencedores sobre los vencidos) que Negrín sabía que Franco iba a
imponer, como efectivamente acabó sucediendo.224
Además Negrín, el general Vicente Rojo Lluch, jefe del Estado Mayor, y los comunistas,
creían posible que el ejército republicano aún era capaz de una última ofensiva, que se
inició el 24 de julio de 1938, dando comienzo así a la batalla del Ebro, la más larga y
decisiva de la Guerra Civil. Pero después de tres meses de duros combates, se produjo
una nueva derrota del ejército republicano que tuvo que volver a sus posiciones iniciales,
"con decenas de miles de bajas y una pérdida considerable de material de guerra que ya
no podría utilizarse para defender Cataluña frente a la decisiva ofensiva franquista".129
Poco antes de que finalizara la batalla del Ebro se produjo otro hecho que también fue
determinante para la derrota de la República, esta vez procedente del exterior. El 29 de
septiembre de 1938 se firmaba el acuerdo de Múnich entre Gran Bretaña y Francia, por un
lado, y Alemania e Italia, por otro, que cerraba toda posibilidad de intervención de las
potencias democráticas a favor de la República. De las misma forma que ese acuerdo
supuso la entrega de Checoslovaquia a Hitler, también supuso abandonar a la República
Española a los aliados de nazis y fascistas.129 De nada sirvió que en un último intento
desesperado de obtener la mediación extranjera Negrín anunciara ante la Sociedad de
Naciones el 21 de septiembre, una semana antes de que se firmara el acuerdo de Múnich,
la retirada unilateral de los combatientes extranjeros que luchaban en la España
republicana, aceptando (sin esperar a que los "nacionales" hicieran lo propio) la resolución
del Comité de No Intervención que proponía un Plan de retirada de voluntarios extranjeros
de la Guerra de España. El 15 de noviembre de 1938, el día de antes del fin de la batalla
del Ebro, las Brigadas Internacionales desfilaban como despedida por la avenida Diagonal
de Barcelona. En el campo rebelde, por su parte, en octubre de 1938, seguros ya de su
superioridad militar y de que la victoria estaba cerca, decidieron reducir en un cuarto las
fuerzas italianas.225
La última operación militar de la guerra fue la campaña de Cataluña, que acabó en un
nuevo desastre para la República. El 26 de enero de 1939 las tropas de Franco entraban
en Barcelona prácticamente sin lucha. El 5 de febrero ocupaban Gerona.137 Cuatro días
antes, "el día 1 de febrero de 1939, en las sesiones celebradas por lo que quedaba del
Congreso en el castillo de Figueras, [Negrín] redujo los 13 puntos a las tres garantías que
su gobierno presentaba a las potencias democráticas como condiciones de paz:
independencia de España, que el pueblo español señalara cuál habría de ser su régimen y
su destino y que cesara toda persecución y represalia en nombre de una labor patriótica
de reconciliación. Pocos días después, hizo saber a los embajadores francés y británico
que estaba dispuesto a ordenar un cese inmediato de las hostilidades si su gobierno
obtenía garantías de que no habría represalias. Pero no las recibió".226
El día 6 de febrero, las principales autoridades republicanas, encabezadas por el
Presidente Azaña, cruzaban la frontera seguidos de un inmenso éxodo de civiles y
militares republicanos que marchaban al exilio. El día 9 de febrero hacía lo mismo el
presidente del gobierno, Juan Negrín, pero en Toulouse cogió un avión para regresar a
Alicante el día 10 de febrero acompañado de algunos ministros con la intención de
reactivar la guerra en la zona centro-sur. El único apoyo con el que contaba ya Negrín,
además de una parte de su propio partido (el PSOE quedó dividido entre "negrinistas" y
"antinegrinistas") eran los comunistas.137

La dimensión internacional del conflicto y la intervención


extranjera
Artículo principal: Intervención extranjera en la Guerra Civil Española
Soldados de las Brigadas Internacionales

La "guerra de España" (como la llamó la prensa internacional) tuvo una repercusión


inmediata en las complicadas relaciones internacionales de la segunda mitad de la década
de los años treinta.227 En Europa existía una pugna política, diplomática, ideológica y
estratégica a tres bandas entre las potencias democráticas, Gran Bretaña y Francia; las
potencias fascistas, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini; y la Unión
Soviética de Stalin; y el "asunto español" fue enfocado por cada Estado europeo desde
sus intereses concretos.228
Los regímenes fascistas europeos (Alemania e Italia) y el Portugal salazarista apoyaron
desde el principio a los militares sublevados, mientras que la República, tras negarle su
ayuda Francia y Gran Bretaña que optaron por la política de No Intervención, obtuvo el
apoyo de la URSS y de las Brigadas Internacionales a partir de octubre de 1936 (también
recibió el apoyo casi simbólico de México). Este "apoyo internacional a los dos bandos fue
vital para combatir y continuar la guerra en los primeros meses. La ayuda italo-germana
permitió a los militares sublevados trasladar el Ejército de África a la península a finales de
julio de 1936 y la ayuda soviética contribuyó de modo decisivo a la defensa republicana de
Madrid en noviembre de 1936".229230
Hay un aspecto humanitario de la dimensión internacional de la Guerra Civil que no hay
que olvidar: que la mayoría de las embajadas y legaciones extranjeras de Madrid y
algunos consulados de capitales de provincia dieron asilo político a miles de españoles de
ambos bandos que se encontraban en peligro de muerte.231
La política de «no intervención» de Gran Bretaña y Francia
Gran Bretaña y Francia veían que la "guerra de España" podía complicar aún más el difícil
juego estratégico que se desarrollaba a escala europea. Por ello, la primera orientación de
la diplomacia de esas potencias fue la de procurar el aislamiento del conflicto español. A
esa estrategia se debió la política sobre la "No-Intervención" al que se sumaron 27 países
de Europa y que dio nacimiento al Comité de No Intervención con sede en Londres.232
La "no intervención" estuvo determinada por la política británica de "apaciguamiento"
(appeasement policy) de la Alemania nazi, a la que se vio arrastrado el gobierno del Frente
Popular de Francia, que solo contaba con los británicos ante una posible agresión
alemana. Además las simpatías del gobierno conservador británico se fueron decantando
hacia el bando sublevado, ante en el temor de que España cayera "en el caos de alguna
forma de bolchevismo" (en palabras del cónsul británico en Barcelona) si ganaba la guerra
el bando republicano.228233
La idea partió del gobierno francés consciente de que ya que no podían ayudar a la
República (porque ello supondría abrir un gran conflicto interno en la sociedad francesa y
además enturbiaría las relaciones con su aliado "vital", Gran Bretaña), al menos podrían
impedir la ayuda a los sublevados. El gobierno británico se sumó enseguida al proyecto,
aunque el mismo "ponía en el mismo plano a un Gobierno legal y a un grupo de militares
rebeldes".233
Pero en la práctica la política de "no intervención" se convirtió en una "farsa", como la
calificaron algunos contemporáneos, porque Alemania, Italia y Portugal no suspendieron
en absoluto sus envíos de armas y municiones a los sublevados.234 La República, que a
partir de octubre de 1936 comenzó a recibir la ayuda soviética, denunció ante la Sociedad
de Naciones la intervención de las potencias fascistas en favor de los sublevados, aunque
estas nunca fueron amonestadas.228
La intervención extranjera en favor de los sublevados
Ante el fracaso del golpe de estado de julio de 1936 (en cuanto a la toma inmediata del
poder), los militares sublevados obtuvieron ayuda rápidamente de la Italia fascista y de
la Alemania nazi. Las ayudas en hombres al bando sublevado se materializaron en
la Legión Cóndor alemana (unos 6000 hombres) y el Corpo di Truppe Volontarie italiano
(un máximo de 40 000), más un contingente de combatientes portugueses
denominados Viriatos.235 Para que no hubiera duda de su compromiso con la causa
del bando sublevado, el 18 de noviembre de 1936 (en plena batalla de Madrid), Italia y
Alemania reconocieron oficialmente al "Generalísimo" Franco y a su Junta Técnica del
Estado como el gobierno legítimo de España.236 En cuanto a armamento, según Julio
Aróstegui, los sublevados recibieron de Italia y de Alemania 1359 aviones, 260 carros de
combate, 1730 cañones, fusiles, y municiones para todo ello.235
Los combatientes alemanes, italianos y portugueses eran soldados regulares a los que se
les proporcionaba una paga en su país de origen, aunque la propaganda de los
sublevados siempre los presentó como "voluntarios". Los voluntarios genuinos fueron unos
mil o mil quinientos hombres, entre los que destacaron la Brigada Irlandesa del
general Eoin O'Duffy, integrada por unos 500-900 efectivosd que habían venido a combatir
a España para «librar la batalla de la cristiandad contra el comunismo» (aunque solo
participaron en la batalla del Jarama y unos meses después volvieron a Irlanda), y 300-500
franceses de la organización ultraderechista Croix-de-feu (luego convertida en el Partido
Social Francés) que constituyeron el batallón Jeanne d'Arc.239e También hay que contar
entre los extranjeros que participaron en el bando sublevado a los miles de marroquíes
del Protectorado español de Marruecos que fueron enrolados de forma intensiva en las
tropas de Regulares del Ejército de África a cambio de una paga.236
La razón principal de la ayuda de la Alemania nazi a Franco fue que Hitler consideró que
en la "inevitable" guerra europea que iba a estallar en los próximos años sería mejor contar
en España con un gobierno favorable encabezado por militares anticomunistas que por
uno republicano que reforzaría sus vínculos con Francia (y con su aliada Gran Bretaña) y
con la Unión Soviética.241 En la decisión de Hitler también contaron otros dos factores, uno
ideológico (según la propaganda nazi la guerra de España era una confrontación entre
"fascistas" y "marxistas", responsabilizando a la Unión Soviética y al "comunismo
internacional" de haberla causado)242 y otro militar (experimentar nuevas armas y nuevas
tácticas, lo que se concretó en el despliegue en la zona sublevada de una unidad aérea
completa, apoyada por tanques y cañones antiaéreos, denominada la "Legión Cóndor").236
Se probaron los cazas Messerschmitt Bf 109 y Junkers Ju 87 A/B y los
bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111. Asimismo estrenó en España sus tácticas
de bombardeo sobre ciudades. Aunque no fue el único, el más famoso fue el bombardeo
de Guernica representado por Picasso en su cuadro Guernica, expuesto en el pabellón
español de la Exposición Universal de París de 1937.
Avance de tanquetas italianas del CTV durante la batalla de Guadalajara.

La razón principal de la ayuda de la Italia fascista era ganar un aliado para el proyecto de
Mussolini de construir un imperio en el Mediterráneo, y de esa forma debilitar la posición
militar de Francia y de Gran Bretaña. También como los nazis utilizó el anticomunismo en
su propaganda para justificar la intervención en la guerra civil española.243
Aunque menos aireada, la ayuda a los sublevados por parte de la dictadura de Oliveira
Salazar de Portugal también fue importante, sobre todo en los primeros meses de la
guerra porque dejó que los militares rebeldes utilizaran sus carreteras, ferrocarriles y
puertos para comunicar la zona norte con Andalucía, y además devolvió a la zona
sublevada a los republicanos que huían de la represión. Después Portugal constituyó una
base de operaciones para la compra de armas y además fue un firme aliado de los
sublevados en la "farsa" de la "no intervención", a quienes siempre defendió ante
el Comité de No Intervención y en la Sociedad de Naciones.244
La intervención extranjera en favor de la República
Tanque soviético T-26B durante la batalla de Belchite, septiembre de 1937.

Stalin respondió positivamente a la petición de ayuda formulada por el gobierno


republicano, no inmediatamente sino cuando se convenció de que si la República española
era derrotada aumentaría el poder de las potencias fascistas en Europa, lo que supondría
una amenaza para la Unión Soviética (igual que para Francia, una posible aliada). Así fue
como en septiembre de 1936 Stalin decidió enviar material bélico a la República española
y ordenó además al Komintern que organizara el envío de voluntarios, que formarían
las Brigadas Internacionales.245 Por las Brigadas pasaron un total aproximado de 40 000
hombres y el material de guerra soviético que la República recibió, cuyos primeros envíos
llegaron al puerto de Cartagena a principios de octubre de 1936, fueron 1100 aviones, 300
carros de combate y 1500 cañones (a los que habría que añadir algunas pequeñas
partidas francesas, de artillería y aviones, y fusiles y munición mexicanos).246 Otros
autores precisan más las cifras y afirman que la URSS envió
680 aviones (cazas Chato y Mosca y bombarderos "Katiuska"), 331 carros de combate,
1699 piezas de artillería, 60 coches blindados, 450 000 fusiles Mosin-Nagant, 20 486
ametralladoras y ametralladoras ligeras DP y 30 000 toneladas de munición.247 Este
material de guerra fue acompañado de unos 2000 técnicos, pilotos y asesores militares (y
también agentes del NKVD, la policía secreta estalinista, bajo el mando de Alexander
Orlov). Asimismo envió combustible, ropa y alimentos, parte de ellos sufragados con
donaciones populares.248 Los soviéticos, como los alemanes y los italianos, probaron
armas y tácticas de combate.249250251

Bandera de las Brigadas Internacionales

Del reclutamiento y de los aspectos organizativos de las Brigadas Internacionales se


encargaron dirigentes del Partido Comunista Francés, encabezados por André Marty, y el
centro de reclutamiento se estableció en París. La inmensa mayoría de los que se alistaron
fueron verdaderamente "voluntarios de la libertad" (como decía la propaganda republicana)
llegados desde los países dominados por dictaduras y por el fascismo, como Alemania,
Italia o Polonia, pero también de los países democráticos como Francia (que aportó el
mayor número de brigadistas, unos 9000), Gran Bretaña y Estados Unidos (con el
famoso batallón Lincoln). Por tanto las Brigadas Internacionales no fueron el "Ejército de
la Komintern" como aseguraba la propaganda del bando sublevado, instrumento de la
política de Stalin.252 El centro de entrenamiento en España se situó en Albacete y allí se
organizaron las cinco brigadas numeradas de la XI a la XV, cuya entrada en combate se
produjo en la batalla de Madrid.253
México apoyó la causa republicana de forma militar, diplomática y moral: proveyendo a las
fuerzas leales de 20 000 rifles, municiones (se habla de un aproximado de 28 millones de
cartuchos), 8 baterías, algunos aviones y comida, así como creando asilos para cerca de
25 000 españoles republicanos, dando protección, techo y comida a miles de intelectuales,
familias y niños que llegaron al puerto de Veracruz y otros puertos del Golfo de
México. Argentina cooperó en la evacuación de asilados hacia Francia con dos buques de
la Armada Argentina, el ARA 25 de mayo y el ARA Tucumán.
La financiación de la guerra y el "Oro de Moscú"
La República financió la guerra con las reservas de oro del Banco de España que envió a
la Unión Soviética (lo que la propaganda franquista llamó el "oro de Moscú"), menos una
cuarta parte que fue vendida a Francia. El "oro de Moscú" estaba destinado "al pago del
armamento adquirido a Rusia y otros países que hubo de abonarse siempre, mientras que
las entregas alemanas e italianas [a los sublevados] eran gratis o con pago diferido en
mercancías. Se evalúa el oro salido [hacia Moscú] en 510 toneladas, con un valor de 530
millones de dólares de la época. Hoy sabemos que no hay más "oro de Moscú" que ese,
que fue invertido en su totalidad en la compra de armas".254
La oportunidad y el acierto de la decisión del gobierno de Largo Caballero de depositar en
Moscú la mayor parte de las reservas de oro del Banco de España (a donde llegaron a
principios de noviembre de 1936) ha sido objeto de polémica entre los historiadores. Unos
afirman, siguiendo fundamentalmente las investigaciones de Ángel Viñas, que el gobierno
republicano no tenía otra opción, debido a la hostilidad que habían mostrado hacia la
República los bancos de Gran Bretaña y Francia, por lo que la Unión Soviética era la única
que garantizaba armamento y alimento a cambio de oro. Por el contrario Pablo Martín-
Aceña, un investigador especializado en la financiación de la Guerra Civil, cree que el
gobierno de la República decidió con precipitación antes de haber explorado otras
opciones, como Francia e incluso Estados Unidos.255
La propaganda franquista dijo que el oro del Banco de España (al que llamó el "oro de
Moscú") había sido robado por la República y entregado a Stalin sin contrapartidas,256 pero
las investigaciones de Ángel Viñas han demostrado que el "oro de Moscú" se gastó en su
totalidad en compras de material bélico. Por su parte el Banco de Francia adquirió 174
toneladas de oro, una cuarta parte del total de las reservas, por las que pagó a la
Hacienda republicana 195 millones de dólares. En total, entre el "oro de Moscú" (tres
cuartas partes de las reservas del Banco de España) y el "oro de París" (una cuarta parte,
del que la propaganda franquista nunca habló) las autoridades republicanas obtuvieron
714 millones de dólares que fue el coste financiero de la Guerra Civil para la República. En
Rusia no quedó nada del oro español y las reservas estaban prácticamente agotadas en el
verano de 1938. El problema fue que debido a la política de "no intervención" en muchas
ocasiones los emisarios de la República fueron estafados por los traficantes de armas que
les vendieron equipos obsoletos a precios mucho mayores del coste real.257 Los gobiernos
republicanos también fueron estafados por la propia Unión Soviética, como ha
señalado Gerald Howson, o por Polonia y otros países que abusaron de la precaria
situación republicana para venderles "chatarra bélica".258
Por su parte el bando sublevado, como no contaba con oro, sufragó la mayor parte del
coste de la guerra (unos 700 millones de dólares, una cantidad similar a la gastada por la
República) mediante créditos obtenidos de Italia y de Alemania.259 La Alemania nazi se
cobró una parte del material de guerra que suministró "en especie" (un sistema ideado
por Hermann Goering) con alimentos, materias y primas y minerales españoles que
llegaban a Alemania a través de dos compañías creadas con tal fin. Algo parecido ocurrió
con Italia, por lo que las dos potencias fascistas sustituyeron a Francia y Gran Bretaña
como los primeros clientes comerciales de España.260 Asimismo los sublevados también
obtuvieron ayuda económica y financiera de empresas y hombres de negocios de Gran
Bretaña, Francia y Estados Unidos, especialmente de aquellos que más simpatizaban con
la "causa nacional" (por ejemplo, las empresas norteamericanas y
británicas Texaco y Shell les vendieron a crédito petróleo durante toda la guerra).261 El
bando sublevado también recibió ayuda financiera de españoles ricos como Juan March,
que aportó 15 millones de libras esterlinas, o del exrey Alfonso XIII, que donó 10 millones
de dólares.262263

La Iglesia y la guerra civil española


Artículo principal: Iglesia Católica y Guerra Civil Española

La Iglesia católica en la zona sublevada


Aunque la motivación religiosa no aparece en ninguno de los bandos
de pronunciamiento del golpe de estado en España de julio de 1936,264 la conversión del
golpe de estado en una “cruzada” o “guerra santa” en defensa de la religión, se produjo
rápidamente, lo que resultó muy oportuno para legitimar el golpe militar.265 Esta
sacralización de la guerra se acentuó sobre todo cuando comenzaron a llegar a la zona
sublevada las primeras noticias de la salvaje persecución religiosa que se había
desencadenado en la zona republicana, donde el alzamiento militar había fracasado.266
José María Pemán, uno de los principales ideólogos del bando sublevado escribió: “el
humo del incienso y el humo del cañón, que sube hasta las plantas de Dios, son una
misma voluntad vertical de afirmar una fe y sobre ella salvar un mundo y restaurar una
civilización”.267

Papa Pío XI

La mayoría de los obispos españoles esperaron a que el Vaticano se pronunciara antes de


hacer pública su visión de la guerra, pero esto no ocurrió hasta el 14 de septiembre de
1936 cuando el papa Pío XI pronunció el discurso “La vostra presenza” en su residencia
veraniega de Castelgandolfo en una audiencia pública a un grupo de unos 500 católicos
españoles que habían conseguido huir de la zona republicana, muchos de ellos gracias a
la ayuda de las autoridades republicanas, especialmente de la Generalidad de Cataluña.
Pero en el discurso el Papa no utilizó el término de “cruzada” para referirse al conflicto
bélico en España sino el de “Guerra Civil” “entre los hijos del mismo pueblo, de la misma
madre patria” e hizo una exhortación final a amar a los enemigos.268 De hecho en la zona
sublevada del discurso solo se publicaron aquellos párrafos que parecían ratificar la
condición de cruzada de la guerra civil y se suprimió toda la segunda parte en que se
exhortaba a amar a los enemigos. Los obispos españoles, que al principio solo conocieron
el discurso de Pío XI en esta versión propagandística, hicieron públicas inmediatamente
encendidas pastorales a favor de los sublevados, entre las que destacó la del obispo de
Salamanca Enrique Pla y Deniel publicada el 30 de septiembre de 1936, solo un día antes
de que el general Franco fuera proclamado “Generalísmo” y “Jefe del Gobierno del
Estado”, bajo el título “Las dos ciudades” y en la que declaraba la guerra como una
“cruzada por la religión, la patria y la civilización” (cuando Pla y Deniel conoció la versión
completa no se retractó en absoluto de su pastoral, como tampoco lo hicieron el resto de
obispos).269 De esta forma "Franco contó con el apoyo y bendición de la Iglesia
católica".270 En el mismo sentido se expresó el cardenal Isidro
Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España:
¿La guerra de España es una guerra civil? No; una lucha de los sin Dios [...] contra la verdadera
España, contra la religión católica.
La Guerra de España, 1936–1939, página 261.

El lehendakari Aguirre en el exilio francés (abril de 1939)

Se planteó un grave problema para la idea de "cruzada" defendida por el bando


sublevado cuando el Partido Nacionalista Vasco (PNV), un partido católico, permaneció fiel
a la República (por lo que en el País Vasco republicano, que
comprendía Vizcaya y Guipúzcoa, no hubo persecución religiosa, ninguna iglesia fue
incendiada ni clausurada y el culto católico se desarrolló con normalidad), lo que echaba
por tierra la concepción de la Guerra Civil como una "cruzada". Por eso el 6 de agosto de
1936, solo tres semanas después del golpe de julio, el obispo de Vitoria (cuya diócesis
abarcaba entonces también Vizcaya y Guipúzcoa, además de Álava) Mateo Múgica y
el obispo de Pamplona Marcelino Olaechea, publicaron conjuntamente una "Instrucción
Pastoral" (que en realidad había sido escrita por el cardenal primado de Toledo Isidro
Gomá) en la que instaban a los nacionalistas vascos a que pusieran fin a su colaboración
con la República.271 En la "instrucción pastoral", y en otros escritos posteriores del
cardenal Gomá sobre la "cuestión vasca", se hace referencia a los sacerdotes asesinados
en las primeras semanas de la guerra por los "nacionales", y no por los "rojos", y cuya
muerte en cierta forma justifica por ser "separatistas". El asesinato de estos sacerdotes
motivó las protestas del obispo de Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu que fue respondida
por la Junta de Defensa Nacional con la exigencia al Vaticano de que fuera destituido de
su obispado y abandonara España, a pesar de haber apoyado el "alzamiento" (el 14 de
octubre de 1936 el obispo Múgica salió camino del exilio).272 Esta "cuestión vasca"
reapareció cuando el País Vasco republicano fue ocupado por los "nacionales" en junio de
1937, a causa de que la represión también incluyó a numerosos sacerdotes vascos
"separatistas" que fueron encarcelados por el delito de "rebelión".273
Dos meses después se hizo pública la Carta colectiva de los obispos españoles con
motivo de la guerra en España que fue redactada por el cardenal primado de Toledo Isidro
Gomá a instancias del "Generalísimo" Francisco Franco que le pidió el 10 de mayo de
1937 que, dado que el episcopado español le apoyaba, publicara «un escrito que, dirigido
al episcopado de todo el mundo, con ruego de que procure su reproducción en la prensa
católica, pueda llegar a poner la verdad en su punto».274 La "verdad" que pretendía el
general Franco que se difundiera en este documento estaba destinada a contrarrestar la
condena hecha por amplios sectores del catolicismo europeo y americano más avanzado
de los asesinatos cometidos por los "nacionales" de catorce sacerdotes en el País Vasco y
de miles de obreros y campesinos en toda la zona sublevada, además de su rechazo a
considerar a la guerra civil española como una cruzada o guerra santa.275
El objetivo que perseguía Franco con la carta colectiva de ganarse a la opinión católica
mundial en favor de la causa del bando sublevado lo logró plenamente porque
prácticamente los obispos de todo el mundo adoptaron a partir de entonces el punto de
vista sobre la guerra civil española que manifestaba la carta colectiva, sobre todo por la
descripción que se hacía en ella de la persecución religiosa que se había desencadenado
en la zona republicana.276 Sin embargo, cinco obispos no la suscribieron. Entre ellos se
encontraba el obispo exiliado de Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu que «no podía firmar un
documento en el que, respondiendo a la acusación de que en la zona franquista también
había una dura represión, se elogiaban los principios de justicia y el modo de aplicarla de
los tribunales militares».277 Tampoco la firmó el cardenal Vidal y Barraquer, que era sin
duda el caso más significativo de los cinco porque se trataba tal vez de la figura más
destacada de aquel momento de la Iglesia Católica en España. La negativa a firmar la
carta se basó en que él "creía que en aquella guerra fratricida la Iglesia no debía
identificarse con ninguno de los dos bandos, sino más bien hacer obra de pacificación".277

Consagración del papa Pío XII, marzo de 1939.

El Vaticano anunció que iba a reconocer plenamente al bando sublevado, en medio


del derrumbe del frente de Aragón de la primavera de 1938, cuando comunicó que iba
nombrar un nuncio que sustituiría al "delegado papal" Ildebrando Antoniutti, que desde julio
de 1937 había detentado la representación pontificia ante el generalísimo Franco. El
designado por el papa Pío XI fue monseñor Gaetano Cicognani. Presentó sus cartas
credenciales a Franco el 24 de mayo, y un mes después, el 30 de junio, hacía lo mismo
"en solemnes audiencia" ante Pío XI el embajador de la "España nacional" ante
el Vaticano, José Yanguas Messía.278
Cuando se produjo el triunfo de los "nacionales" en la guerra, la «Iglesia española, que se
había adherido masivamente al alzamiento, se volcó con entusiasmo en las fiestas de la
victoria sobre la otra media. Y la misma Santa Sede, que durante la mayor parte del
conflicto se había mostrado tan reticiente, al final se sumó también a las celebraciones».279
El 1 de abril de 1939, el mismo día en que Franco emitió el famoso «último parte» en el
que proclamaba «la guerra ha terminado», el papa Pío XII (el cardenal Pacelli que el día 2
de marzo había sido nombrado papa tras la muerte de Pío XI) felicitaba telegráficamente a
Franco por su «victoria católica»:280 Dos semanas después, el 16 de abril de 1939, Radio
Vaticano difundió un mensaje leído por el propio papa Pío XII que decía:281
Con inmenso gozo nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la Católica España, para
expresaros nuestra paterna congratulación por el don de la paz y de la victoria, con que Dios se ha
dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad, probado en tantos y tan generosos
sufrimientos.

El 20 de mayo de 1939, un mes después del desfile de la Victoria presidido en Madrid por
Franco, tuvo lugar en la Iglesia de Santa Bárbarade Madrid) una ceremonia político-
religiosa "medievalizante que quería representar en forma de drama sacro la ideología de
la guerra santa que acababa de concluir" en la que el general Franco con uniforme de
capitán general, camisa azul (de Falange) y boina roja (de los requetés) acompañado de
su esposa entró bajo palio en el templo (mientras el órgano hacía sonar el himno nacional)
donde ofrendó la espada de la victoria a Dios.282 A continuación el cardenal Gomá, que
presidía la ceremonia acompañado de diecinueve obispos (y en presencia del nuncio
del Vaticano monseñor Cicognani), bendijo al «caudillo» hincado de rodillas ante él:283
El señor sea siempre contigo. Él, de quien procede todo Derecho y todo Poder y bajo cuyo imperio
están todas las cosas, te bendiga y con amorosa providencia siga protegiéndote, así como al pueblo
cuyo régimen te ha sido confiado. Prenda de ello sea la bendición que te doy en el Nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

La Iglesia católica en la zona republicana

Milicianos vestidos con ropas litúrgicas tras el saqueo de una iglesia. Madrid, 1936.

Sobre todo durante los primeros meses de la guerra en la zona republicana se desató una
salvaje persecución religiosa con asesinatos, incendios y saqueos cuyos autores fueron
"los extremistas, los incontrolados y los delincuentes comunes salidos de las cárceles que
se les sumaron", todo ello inmerso en la ola de violencia desatada contra las personas y
las instituciones que representaban el "orden burgués" que quería destruir la revolución
social española de 1936 que se produjo en la zona donde el alzamiento militar fracasó.266
"Durante varios meses bastaba que alguien fuera identificado como sacerdote, religioso o
simplemente cristiano militante, miembro de alguna organización apostólica o piadosa para
que fuera ejecutado sin proceso".284
En cuanto al número de víctimas un folleto de propaganda franquista editado en París en
1937 cifró el número en 16 750 sacerdotes y el 80 % de los miembros de las órdenes
religiosas. Estas cifras se mantuvieron como las oficiales durante las dos primeras
décadas de la dictadura franquista hasta que en 1961 el sacerdote Antonio Montero
Moreno (que después sería obispo de Badajoz) publicó el único estudio sistemático y serio
que se ha realizado hasta ahora, citando por sus nombres a las víctimas. Según ese
estudio titulado Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939285 fueron
asesinados en la zona republicana 12 obispos, 4184 sacerdotes seculares, 2365 religiosos
y 263 monjas.286 Queda pendiente conocer el número de los seglares católicos que fueron
asesinados no por lo que supuestamente hubieran hecho individualmente sino por
pertenecer a una asociación confesional católica o meramente por ser católicos
practicantes.287
Lo que las investigaciones posteriores a la de Montero Moreno han aclarado es que el
mayor número de asesinatos se produjo entre julio y septiembre de 1936 cuando los
miembros del clero eran apresados y ejecutados sin ningún tipo de juicio. A partir de la
última fecha comenzaron a funcionar los tribunales populares bajo el impulso del nuevo
gobierno de Largo Caballero que dieron unas mínimas garantías jurídicas a los detenidos y
las condenas solían acabar con penas de prisión y no con la muerte. Tras los sucesos de
mayo de 1937 y la formación del gobierno de Juan Negrín en el que el ministerio de justicia
fue ocupado por el católico del PNV Manuel de Irujo cesaron completamente los
asesinatos y la mayoría de los sacerdotes que estaban en prisión fueron puestos en
libertad. Sin embargo, la prohibición del culto público católico continuó así como otras
medidas revolucionarias. solo al final de la guerra con la desbandada del ejército
republicano hacia la frontera francesa volvieron a producirse nuevas víctimas entre los
miembros del clero, entre las que destaca el obispo de Teruel Anselmo Polanco
Fontecha.288 Así pues, según el historiador y monje benedictino Hilari Raguer, "no se
puede negar la trágica realidad de las matanzas del verano del 36, pero es confusionario
pretender que el terror hubiera durado hasta el final de la guerra".288
Las autoridades republicanas (especialmente los gobiernos autónomos de Cataluña y del
País Vasco) intentaron evitar los asesinatos de sacerdotes y religiosos, y en general de las
personas de derechas y de militares. En el País Vasco el gobierno de José Antonio
Aguirre consiguió dominar la situación y allí no hubo persecución religiosa. En Cataluña, a
pesar de que el poder efectivo lo tenían los cientos de comités revolucionarios
fundamentalmente anarquistas que habían surgido tras la derrota de la sublevación del 19
de julio, la Generalidad presidida por Lluís Companys consiguió poner a salvo a miles de
personas de derechas amenazadas, y entre ellas numerosos sacerdotes (empezando por
la cabeza de la Iglesia en Cataluña, el arzobispo de Tarragona cardenal Vidal y
Barraquer que había sido detenido por un grupo de milicianos) y religiosos (entre ellos
2142 monjas),289 concediéndoles pasaportes y fletando barcos franceses e italianos para
que pudieran huir al extranjero,290 aunque no pudo evitar que cientos de ellos fueran
ejecutados por ser católicos.291
Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas, la Iglesia y el culto católico en la zona
republicana, excepto en el País Vasco, habían desaparecido. En un informe interno
presentado ante el Consejo de Ministros el 7 de enero de 1937 el ministro católico sin
cartera del PNV Manuel Irujo denunció que en el «territorio leal» «todas las iglesias se han
cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido». Asimismo,
afirmaba Irujo, «todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en
los mismos» y «sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados,
saqueados, ocupados o derruidos». «Sacerdotes y religiosos han sido detenidos,
sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien
amenguados, continúan aún».292 Acabado su informe Irujo pidió al resto de miembros del
gobierno de Largo Caballero que aprobaran el restablecimiento de la libertad de conciencia
y de la libertad de cultos reconocida en la vigente Constitución de 1931, pero su propuesta
fue rechazada por unanimidad por entender que la opinión pública lo desaprobaría debido
al alineamiento de la Iglesia católica con el bando sublevado, además de aducir el viejo (y
falso) argumento, pero muy extendido, de que desde los templos se había disparado
contra las fuerzas leales y contra "el pueblo".293

José Antonio Aguirre durante un discurso en el Aberri Eguna de 1933celebrado en San Sebastián.
La excepción la constituyó el País Vasco republicano pues allí no hubo persecución
religiosa y el culto católico se desarrolló con normalidad. La razón fue que el Partido
Nacionalista Vasco (PNV), un partido católico, permaneció fiel a la República.271
En el gobierno que formó el socialista Juan Negrín tras los sucesos de mayo de 1937 el
católico y nacionalista vasco Manuel Irujo ocupó el ministerio de Justicia que era el
departamento que tradicionalmente en España se ocupaba de los asuntos religiosos. El
encargo que recibió Irujo de Negrín fue que intentara normalizar la vida religiosa en la zona
republicana.294 El primer fruto de la nueva política fue la tolerancia al culto doméstico por lo
que las misas celebradas en casas particulares ya no fueron perseguidas ni, con algunas
pocas excepciones, daban lugar a detenciones, a pesar de que en ocasiones se
convertían en reuniones favorables a los sublevados.295
En cuanto al restablecimiento del culto público el gobierno se encontró con la rotunda
oposición de los anarquistas, por un lado, y, por otro, por la de algunos católicos
republicanos y de las autoridades eclesiásticas que pensaban que las iglesias no se
podían reabrir sin más olvidando los asesinatos y los incendios de los primeros meses de
la guerra, además de que todo ello se podría convertir en un instrumento de la propaganda
republicana.296 El gobierno llegó a enviar en secreto a Roma a un eclesiástico para que
hiciera saber al Vaticano su propósito de normalizar la vida eclesiástica y reconciliarse con
la Iglesia.297 Pero la respuesta del Vaticano fue evasiva sin comprometerse en nada.298
Un nuevo gesto de reconciliación con la Iglesia se produjo el 17 de octubre de 1938
cuando cuatro ministros del gobierno presidieron el entierro católico del oficial vasco
capitán Vicente Eguía Sagarduy muerto en combate, al que se le dio gran publicidad en la
prensa y que tuvo gran impacto a nivel internacional.299 El paso siguiente fue la creación el
8 de diciembre de 1938 del Comisariado de Cultos de la República encargado de proteger
la libertad religiosa y de cultos, al frente del cual Negrín nombró a un colega católico y
amigo suyo Jesús María Bellido Golferichs, que aceptó el cargo "cumpliendo un deber de
católico". Pero el culto público no tuvo tiempo para ser restablecido a causa de la ofensiva
de Cataluña que lanzó el "Generalísimo Franco" el 23 de diciembre de 1938 y que en solo
mes y medio ocupó toda Cataluña. Así pues, la reapertura de los templos católicos en
Cataluña no fue obra de la República sino que la trajeron las tropas de Franco (cuando ya
se habían hecho los preparativos para reabrir al culto una de las capillas de la catedral de
Tarragona, los "nacionales" entraron en la ciudad el 15 de enero).300

La represión en las retaguardias


Artículos principales: Terror Rojo (España), Terror Blanco (España) y Víctimas de la Guerra
Civil Española.
Durante los primeros días, unas 50 000 personas que quedaron atrapadas en el bando
contrario fueron ejecutadas mediante los llamados paseos. Estos eran realizados por
grupos armados que iban a buscar a la gente a sus casas o las cárceles donde se
hallaban presos y bajo el eufemismo de vamos a dar un paseo los llevaban a cualquier
carretera o a las tapias del cementerio y los ejecutaban.
Posiblemente el más divulgado de tales ajusticiamientos entre los llevados a cabo por el
bando sublevado, debido a la relevancia del protagonista, sea el del poeta y
dramaturgo Federico García Lorca en el barranco de Víznar en Granada. También adquirió
gran relevancia la masacre de Badajoz, perpetrada por las tropas sublevadas tras la toma
de la ciudad.
Por parte del bando republicano la mayor serie de asesinatos masivos fueron las Matanzas
de Paracuellos entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, sacas de los presos
de las cárceles de Madrid (entre los que se encontraba el dramaturgo Pedro Muñoz
Seca junto otras personas, intelectuales, religiosos, políticos y militares) y asesinados, la
mayoría, en la localidad de Paracuellos de Jarama.
En el contexto de la guerra fueron muchos los que se aprovecharon para realizar tan
macabros actos, a veces por venganza sin relación con la propia contienda, y cuando una
zona caía en manos de uno u otro bando, no tardaban en llegar los paseos. Especialmente
cruel para la población fue el caso de las localidades que fueron intermitentemente
ocupadas por ambos bandos, con las consiguientes y repetidas ejecuciones y venganzas.
En la zona bajo control de la República, los enfrentamientos entre milicias y facciones
opuestas también sirvieron de coartada a episodios de represión sangrientos, como en el
caso de las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona, narradas por el
escritor inglés George Orwell en su obra Homenaje a Cataluña, basada en su experiencia
de primera mano.
El militar Ramón Salas Larrazábal estudió las cifras de víctimas que pudieron morir en
estas retaguardias. Consideró, según sus estudios que todas las víctimas fueron inscritas
en los Registros Civiles, haciendo un cálculo aproximado de las muertes de la Guerra. En
el Anexo:Mortalidad en la guerra civil española, por inscripción en juzgados, se puede ver
un resumen de sus conclusiones. Sin embargo en estudios posteriores, y por ejemplo,
en Navarra que el consideraba lugar testigo, se ha podido comprobar que las víctimas de
la represión eran muy superiores a las cifras que él había calculado.
Investigación de los crímenes
Terminada la guerra, el bando republicano fue acusado por el bando sublevado de
la comisión de crímenes desde los primeros días de la guerra. Las principales acusaciones
se refieren a la persecución religiosa contra los católicos,301302 la creación de centros de
detención semiclandestinos (checas) donde se torturaba y asesinaba a los sospechosos
de simpatizar con el bando contrario303 y la realización de asesinatos masivos como
las matanzas de la Cárcel Modelo de Madrid304 y de Paracuellos.305 El régimen
franquistapromovió una extensa investigación sobre estos hechos conocida como Causa
General306307 que, pese a haber sido realizada con parcialidad y sin las suficientes
garantías procesales, contó con abundantes pruebas documentales y testificales.
Por su parte, los delitos de los vencedores nunca fueron investigados ni enjuiciados.
Numerosas voces del ámbito jurídico como Baltasar Garzón (exmagistrado español de la
Audiencia Nacional), Carlos Jiménez Villarejo (fundador de la asociación Justicia
Democrática),12 Raúl Zaffaroni (penalista y magistrado de la Corte Suprema de
Argentina),13 así como diversas asociaciones de víctimas del franquismo y otros, sostienen
que el bando sublevado cometió actos de genocidio y crímenes contra la humanidad, ya
que en la documentación ahora disponible, como los archivos militares de la época, se
demostraría que sus planes incluyeron el exterminio y persecución sistemática de la
oposición política, la violación de las mujeres de la zona republicana,308309 la imposición de
tests físicos y psicológicos a presos para vincular su ideología con enfermedades mentales
o el robo sistemático de niños a padres republicanos para eliminar la "contaminación"
ideológica, a los que todavía se oculta su verdadera identidad.
Por considerar que dichos actos, por su naturaleza de crímenes contra la humanidad no
pueden prescribir ni ser absueltos, el magistrado-juez Baltasar Garzón inició un proceso
para investigar los hechos, basándose en el que ya había impulsado infructuosamente
contra el exdictador chileno Augusto Pinochet, afirmando que no se buscaba «hacer una
revisión en sede judicial de la Guerra Civil».14 Entre otras consideraciones, argumentó la
acusación de genocidio de acuerdo con el derecho español,f citando al auto 211/2008 del
Juzgado Central de Instrucción número dos (caso SS-Totenkopf o Genocidio nazi),
mediante el cual se consideraba delitos de genocidio y lesa humanidad los cometidos
contra los españoles recluidos en los campos de concentración nazis con motivaciones
políticas o ideológicas.1415310 La Audiencia Nacional decidió por mayoría de votos y sin
hacer ninguna valoración acerca del carácter delictivo de los hechos denunciados, que el
Juzgado Central de Instrucción número cinco dirigido por Garzón carecía de competencia
objetiva para investigarlos, al considerar extinguida la posible responsabilidad penal de los
investigados a causa de su fallecimiento.311 Los magistrados discrepantes consideraron
que el juzgado sí era competente al ser los hechos investigados «delitos de lesa
humanidad y genocidio», por constituir una «sistemática y masiva eliminación de
adversarios políticos» tras la contienda.312
Consecuencias
Económicas
El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. El haber usado el
gobierno republicano las reservas de oro para comprar armamento acabó con las reservas
monetarias de la zona republicana. El bando sublevado tuvo que abonar mucho dinero tras
finalizar el conflicto, en gran parte dejando que Alemania explotara las reservas mineras de
la península y del África Española del momento, por lo que hasta el estallido de
la Segunda Guerra Mundial casi no tuvieron posibilidad alguna de obtener ingresos.
España había quedado devastada en algunas zonas, con pueblos totalmente asolados.
La economía española tardaría décadas en recuperarse.[cita requerida]
Víctimas de la Guerra Civil
Artículo principal: Víctimas de la Guerra Civil Española

Fosa común en Estépar, provincia de Burgos, con 26 víctimas del bando republicano. La excavación
tuvo lugar en el mes de julio de 2014.

El número de víctimas civiles aún se discute. Algunos afirman exageradamente que la cifra
se situaría entre 500 000 y 1 000 000 de personas.2 Muchas de estas muertes no fueron
debidas a los combates, sino a la represión en forma de ejecuciones sumarias y paseos.
Esta se llevó a cabo en el bando sublevado de manera sistemática y por orden de sus
superiores, mientras en el bando republicano se produjo de manera descontrolada en
momentos en que el gobierno perdió el control de las masas armadas.313 Los abusos se
centraron en todos aquellos sospechosos de simpatizar con el bando contrario. En el
bando sublevado se persiguió principalmente a sindicalistas y políticos republicanos (tanto
de izquierdas como de derechas), mientras en el bando republicano esta represión se
dirigió hacia simpatizantes de la reacción o sospechosos de serlo y sacerdotes de
la Iglesia católica, llegando a quemar conventos e iglesias y asesinando a obispos,
sacerdotes, religiosos y religiosas. Es incalculable la pérdida en el patrimonio histórico y
artístico de la Iglesia católica, pues se destruyeron unos 20 000 edificios —entre ellos
varias catedrales— incluyendo su ornamentación (retablos e imágenes) y archivos.314315
El número de muertos en la guerra civil española solo puede ser estimado de manera
aproximada. El bando sublevado estableció una cifra de 500 000, incluyendo además de
los muertos en combate, a las víctimas de bombardeos, ejecuciones y asesinatos.
Estimaciones recientes arrojan esa misma cifra de 500 000 muertos o algo menos, sin
incluir a quienes murieron de malnutrición, hambre y enfermedades engendradas por la
guerra. La cifra de un millón de muertos, a veces citada, procede de una novela de
Gironella, que la justifica entre los 500 000 reconocidos y otros tantos cuya vida resultó
irremediablemente destrozada.
La represión franquista de la posguerra y el exilio republicano
Artículos principales: Represión franquista y Exilio republicano.

Tras la guerra, la represión franquista inició un proceso represivo contra el bando


perdedor, iniciándose una limpieza de la que fue llamada La España Roja y contra
cualquier elemento relacionado con la República, lo que condujo a muchos al exilio o la
muerte, produciéndose el robo de bebés de padres republicanos, que aún a día de hoy
desconocen, en muchos casos, su identidad. Durante ese tiempo, hablar de democracia,
república o marxismo era ilegal y perseguible.
El exilio forzoso de muchos represaliados antes, durante y después de la guerra es difícil
de cuantificar. Según su situación geográfica y sus preferencias políticas se optó entre salir
por mar, cruzando el océano para pasar a países sudamericanos en su mayoría o el mar
los más pudientes para ir a Inglaterra o Francia. O por tierra cruzando los Pirineos al lado
galo, país que muchos eligieron por su cercanía con España y su creencia de buena
acogida, demostrándose su error con hechos como los campos de concentración de Bram.
El exilio republicano se produjo en tres momentos. El primero fue la campaña del
Norte (marzo a noviembre de 1937). El segundo, la caída de Cataluña (enero a febrero de
1939), durante la cual pasaron a Francia alrededor de 400 000 personas (una cantidad tan
importante que desbordó a las autoridades francesas, que tuvieron que improvisar
diversos campos de concentración, incluso en las playas, donde los recluidos padecieron
unas duras condiciones de vida; aunque casi la mitad de ellas acabarían retornando a
España. La tercera y última oleada se produjo al final de la guerra, en los últimos días de
marzo de 1939, cuando miles de republicanos se dirigieron a los puertos de Levante para
conseguir un barco que los llevara al exilio, pero muy pocos lo consiguieron.316 Se calcula
que en el mes de marzo de 1939 solo pudieron abandonar España entre 7000 y 7500
personas, incluidos los marinos de la dotación de la Flota que huyó a Bizerta.317
Entre los exiliados se encontraba una parte significativa de las élites intelectuales
españolas que buscaron acomodo en otros países, especialmente en México, lo que
supuso una enorme pérdida de capital humano para España. Así por ejemplo, "en febrero
de 1942 el consulado general de México en Vichy censó a 13 400 españoles de formación
superior que deseaban salir de la Francia ocupada; entre ellos 1743 médicos, 1224
abogados, 431 ingenieros y 163 profesores de los 430 que poseía España en 1936".318
Relaciones internacionales
Las repercusiones políticas y emocionales de la guerra trascendieron de lo que es un
conflicto nacional, ya que, por muchos otros países, la Guerra Civil española fue vista
como parte de un conflicto internacional que se libraba entre la religión y el ateísmo, la
revolución y el fascismo. Para la URSS, Alemania e Italia, España fue terreno de prueba
de nuevos métodos de guerra aérea y de carros de combate. Para Gran Bretaña y Francia,
el conflicto representó una nueva amenaza al equilibrio internacional que trataban
dificultosamente de preservar, el cual se derrumbó en 1939 (pocos meses después del fin
de la guerra española) con la Segunda Guerra Mundial. El pacto de Alemania con la Unión
Soviética supuso el fin del interés de esta en mantener su presión revolucionaria en el sur
de Europa.
En cuanto a la política exterior, la GCE supuso el aislamiento de España y la retirada de
embajadores de casi todo el mundo. Solo unos pocos países mantuvieron relaciones
diplomáticas con España desde el final de la II Guerra Mundial hasta el inicio de la Guerra
Fría. A partir de los años 50, las relaciones internacionales españolas, con el apoyo de
EE. UU., pasan a ser casi normales, salvo con los países del Bloque Soviético.
Las «Regiones Devastadas»
Durante la guerra civil española de 1936 a 1939, muchos pueblos y ciudades resultaron
total o parcialmente destruidos. Una vez finalizada la guerra, se constituyó la Dirección
General de Regiones Devastadas que asumió la función de reconstruirlos.
Entre muchas poblaciones devastadas, se encontraron las siguientes:

 Asturias: La Foz, Oviedo, Pendones, Tarna, Villamanín.


 Vizcaya: Guernica y Luno, Durango y en menor medida Baracaldo.
 Cantabria: Las Rozas de Valdearroyo.
 Castellón: Benafer, Chilches.
 Extremadura: Mérida.
 Guadalajara: Gajanejos, Hita, Masegoso de Tajuña.
 Guipúzcoa: Éibar.
 Huesca: Banariés, Banastás, Huerrios, Igriés, Lascascas.
 Madrid: Brunete, La Hiruela, Prádena del Rincón, Villanueva de la Cañada, Villanueva
del Pardillo.
 Jaén: Lopera, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava.
 Teruel: Teruel, Híjar.
 Zaragoza: Belchite.

Memoria histórica

Mapa de fosas de la guerra civil española. Localización geográfica de las fosas o lugares de
enterramiento en el territorio español de las que se dispone información, representadas con
símbolos de diferentes colores según la actuación realizada sobre cada una de ellas.
Fuente: Ministerio de Justicia

En 2007 el gobierno español aprobó la Ley de Memoria Histórica, que intenta restaurar la
memoria y dignidad de los represaliados.319 Esta incluye renombrar vías públicas con
nombres franquistas, eliminación de símbolos falangistas de monumentos, mapas de fosas
comunes y exhumación de cadáveres, etc.320
Igualmente, otras administraciones económicas han actuado en la misma línea,321 llegando
a pronunciarse a favor la ONU.322

La guerra civil en el arte


El tema de la Guerra Civil es el de mayor producción literaria de toda
la historiografía española,323 así como el más polémico y generador de debate social y
político (véase memoria histórica). Aunque hay un acuerdo casi unánime en las fechas, los
denominados revisionistaspróximos al franquismo, proponen la revolución de 1934 como
inicio de la guerra. La propia declaración del estado de guerra fue divergente en ambos
bandos: el gobierno republicano no declaró el estado de guerra hasta casi su final (para
mantener el control civil de todas las instituciones), mientras que el gobierno de Franco no
levantó la declaración hasta varios años después de terminada (para garantizar su control
militar).
Cine
Véase Categoría:Películas sobre la guerra civil española324
Realizadas durante la propia guerra, aunque también hubo películas de ficción (las
republicanas Aurora de esperanza —Antonio Sau, Barcelona, 1937—, Barrios bajos —
Pedro Puche, Barcelona, 1937— y Nuestro culpable —Fernando Mignoni, 1938— y cinco
películas nacionales de Benito Perojo y Florián Rey rodadas en los estudios alemanes de
la UFA, de género folclórico —ambiente reconstruido en La niña de tus ojos, Fernando
Trueba, 1998—),325 fueron fundamentalmente de género documental:
Bando republicano:

 España 1936 (Luis Buñuel)


 Sierra de Teruel (La esperanza o L'Espoir, de André Malraux, que también escribió
una novela con ese mismo título).
 Tierra de España (Joris Ivens) producción estadounidense.
Bando sublevado:

 Noticiario Español, 32 documentales (precedentes del NODO)


 ¡Vivan los hombres libres! (Edgar Neville, 1939)
 Romancero marroquí (1938-39), sobre la intervención de tropas marroquíes
 Fueron mucho menos numerosas, debido a la menor cantidad de productoras (ocho
frente a más de cincuenta republicanas);326 aunque existen documentales portugueses
(O caminho de Madrid), italianos (Arriba Spagna. Scene della guerra civile in Spagna)
y alemanes (In Kampf Gegen den Weltfeind o Legión Cóndor).327
 Defensores de la Fe (Russell Palmer, 1938)328
Durante el franquismo (hasta 1975):329

 Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptación de la novela homónima del mismo
autor330
 Sin novedad en el Alcázar (Augusto Genina, 1940) italoespañola
 Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941) con guion del propio Franco
 Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su
orientación falangista
 El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
Desde 1975:331 Ficción:

 Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
 Dragon Rapide, que utiliza como título el nombre del avión en el que Franco salió
de Canarias
 El largo invierno
 Los niños de Rusia
 Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
 Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984) adaptación de la obra
de Fernando Fernán Gómez
 La vaquilla (Luis García Berlanga, 1985)
 Réquiem por un campesino español (Francesc Betriu, 1985) adaptación de la novela
de Sender
 ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
 Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
 Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
 La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
 La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)
 El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001)
 Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)
 La buena nueva (Helena Taberna, 2008)
 La mujer del anarquista (Marie Noelle y Peter Sehr, 2009)
Documental:
 Morir en Madrid (Frederic Rossif, 1963)
 La vieja memoria (Jaime Camino, 1976)
 Retablo de la guerra civil española (Basilio Martín Patino, 1980); el mismo autor
previamente había tratado la posguerra en Canciones para después de una
guerra (1971) y la figura de Franco en Caudillo (1974).
 La guerra civil española (Granada Televisión, 1983)
 El honor de las injurias (Carlos García Alix, 2007)332
 El perro negro (historias de la guerra civil española) (Péter Forgács, 2005)333
 Los niños de Morelia (Juan Pablo Villaseñor, 2004, México)334
Novela

 La guerra civil española en la novela335

 Por quién doblan las campanas (Ernest Hemingway), se hizo adaptación


cinematográfica.
 Frente de Madrid (Edgar Neville)
 La forja de un rebelde (Arturo Barea)
 Réquiem por un campesino español (Ramón J. Sender)
 Contraataque (Ramón J. Sender)
 La fiel infantería (Rafael García Serrano)
 Plaza del Castillo (Rafael García Serrano)
 Cumbres de Extremadura (José Herrera Petere)
 Niebla de cuernos (José Herrera Petere)
 Cuerpo a tierra (Ricardo Fernández de la Reguera)
 La retaguardia (Concha Espina)
 Alas invencibles (Concha Espina)
 Madrid, de corte a checa (Agustín de Foxá)
 Los cipreses creen en Dios (José María Gironella)
 Un millón de muertos (José María Gironella)
 Ha estallado la paz (José María Gironella)
 El corazón helado (Almudena Grandes)
 El laberinto mágico (Max Aub), serie de cinco novelas:
 Campo cerrado,
 Campo de sangre,
 Campo abierto,
 Campo del moro,
 Campo francés y
 Campo de los almendros.
 Las últimas banderas (Ángel María de Lera)
 Los que perdimos (Ángel María de Lera)
 El mono azul (Aquilino Duque)
 Tanguy (Michel del Castillo)
 Duelo en el Paraíso (Juan Goytisolo)
 La novela número 13 (Wenceslao Fernández Flórez)
 Sanco Panco (Salvador de Madariaga)
 Volverás a Región (Juan Benet)
 Herrumbrosas lanzas (Juan Benet)
 Las hermanas coloradas (Francisco García Pavón)
 El otro árbol de Guernica (Luis de Castresana)
 Los años únicos (Carmen Díaz Garrido)
 San Camilo, 1936 (Camilo José Cela)
 Mazurca para dos muertos (Camilo José Cela)
 Soldados de Salamina (Javier Cercas)
 Tiempo de memoria (Carlos Fonseca)
 La Capitana (Elsa Osorio)
 El muro (Jean Paul Sartre)
 El lápiz del carpintero (Manuel Rivas)
 Cuentos de Madrid (César Arconada)
 Capital de la gloria (Juan Eduardo Zúñiga)
 El agente confidencial (Graham Green)
 377A, madera de héroe (Miguel Delibes)
 Inquietud en el Paraíso (Óscar Esquivias)336
 La mula (Juan Eslava Galán)337
 Un caso de narración contrafactual es la novela En el día de hoy de Jesús Torbado.
 Relatos autobiográficos de gran valor literario e histórico son:338
 Homenaje a Cataluña (George Orwell)
 L'Espoir o La esperanza, (André Malraux, que también dirigió la película
homónima)
 Los grandes cementerios bajo la luna (Georges Bernanos)
 La voz dormida (Dulce Chacón) sobre la que se hizo La voz dormida, adaptación
cinematográfica
 (en francés) Pas pleurer (Lydie Salvayre)
 Mil días de fuego (José María Gárate Córdoba)339
Cuento y relato
Muchos de los cuentos basados en la Guerra Civil española son, según Ignacio Martínez
de Pisón, «relatos concebidos desde el compromiso explícito con uno u otro bando»... los
autores de algunos de esos relatos colaboraron muy activamente en labores de
propaganda: Arturo Barea y María Teresa León para la España republicana; Edgar
Neville, José María Pemán o Agustín de Foxá para la nacional. Sin duda, en el fragor de la
contienda fueron muchos los escritores que se adaptaron a la situación de emergencia y
alteraron su sistema de prioridades: contribuir a la victoria bélica, aunque fuera con algo
tan modesto como una narración o un poema, estaría siempre por encima de cualquier
otra consideración».340
Literatura infantil y juvenil
A pesar de lo comprometido del tema, hay tratamiento del mismo en la literatura infantil y
juvenil.341342343
Teatro
Bando sublevado:

 Cruz y espada, romance patriótico en cinco retablos (José Gómez Sánchez-Reina,


Granada, 1938)
 A Madrid: 682, escenas de guerra y amor (presentado como guion para una
película, Juan Ignacio Luca de Tena)
 De ellos es el mundo (José María Pemán, Sevilla y Zaragoza, 1938)
Algunas obras teatrales eran radiadas, como Miaja defiende la Villa y rinde culto a
Zorrilla (Joaquín Pérez Madrigal, por Radio Nacional desde Salamanca).344
La obra en Árabe 'Yusuf Melik Ispaniya' ‫(يوسف ملك إسبانيا‬Yusuf Rey de España) (de Alí Al
Tuma ‫ علي عدنان آل طعمة‬- Sharjah/Emiratos Árabes, 2015) trata de las aventuras de un
Regular durante el conflicto español. Engañado por sus hermanos, Yusuf emprende
escapar del ejército y de España. Es herido durante una batalla, se implica en una relación
prohibida con una española, encarcelado, rehabilitado y llega a ser sargento en la policía
militar y vengarse la injusticia a la que le sometieron sus hermanos. La obra trata de temas
de religión, propaganda de guerra, el orden colonial y relaciones interculturales. Ganó el
'Premio de Sharjah por la Creatividad Árabe' del año 2015.
Bando republicano:

 Velada en Benicarló (Manuel Azaña, no representado hasta 1980)


 Noche de guerra en el Museo del Prado (Rafael Alberti, 1956) recreando el traslado de
obras del Museo del Prado en 1936
 Radio Sevilla (del mismo autor, pieza satírica breve representada durante la propia
guerra)
Posteriores a 1975:

 Las bicicletas son para el verano (Fernando Fernán Gómez)


Poesía
Bando sublevado

 Poema de la Bestia y el Ángel (José María Pemán, el juglar de la Cruzada)


Bando republicano

 Canciones de guerra (Antonio Machado)


 Viento del pueblo. Poesía en la guerra (Miguel Hernández)
 España, aparta de mí este cáliz (César Vallejo)
 España en el corazón: himno a las glorias del pueblo en la guerra (Pablo Neruda)
Música
Bando republicano

 Verdades escondidas (Lucía Sócam, CD de 2010)


 Republicana (Lucía Sócam, CD de 2011)
 If You Tolerate This Your Children Will Be Next (Manic Street Preachers, 1998)
 1936 un pueblo en Armas - Sin Dios (Guerra a la guerra, 1997)
 A las barricadas345
 La Internacional
 Bandera Roja
 "Spanish Bombs" de The Clash
Revistas satíricas
Bando sublevado

 La ametralladora (por los que posteriormente trabajarán en La Codorniz)


Bando republicano

 Be negre, Papitu (ambas catalanas); dibujantes: Tísner, Kalders (en Diari de


Barcelona), Puyol (en Frente Rojo).346
 La Traca (valenciana); dibujantes: Bluff (fusilado después de la guerra), Carnicero,
Méndez Álvarez, Palmer
 En las trincheras llegaron a circular más de 500 cabeceras347
Historieta
Bando sublevado

 Flechas
 Pelayos (dibujante: Valentín Castany)
 Flechas y Pelayos (producto de la fusión de ambas, paralela a la fusión de las distintos
partidos en FET y de las JONS)
 Chicos (Jesús Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tomás)
Bando republicano

 Pionero Rojo
En la democracia

 Eloy o Río Manzanares de Antonio Hernández Palacios


 36-39 Malos tiempos (2007-2008) de Carlos Giménez
 Las serpientes ciegas (2008) de Felipe Hernández Cava y Seguí
 El arte de volar (2009) de Antonio Altarriba/Kim
 El ángel de la retirada (2010) de Serguei Dounovetz/Paco Roca
 Nuevas Hazañas Bélicas (2011) de Hernán Migoya con varios dibujantes
 Un médico novato (2013) de Sento
 Los surcos del azar (2013) de Paco Roca
Pintura y escultura
La Exposición Internacional de París de 1937 alojó un Pabellón de España gestionado por
el gobierno de la República en que, entre otros testimonios de la guerra, se presentó
el Guernica de Pablo Picasso, la Fuente de Mercurio de Alexander Calder, La
Montserrat de Julio González, El campesino catalán en rebeldía de Joan
Miró, Descubierta y Fusiladosde Modesto Ciruelos, Aviones Negros de Horacio Ferrer o El
pueblo español tiene un destino que conduce a una estrella de Alberto Sánchez Pérez.
Artes gráficas, cartelismo y revistas
Bando sublevado:

 Vértice (revista)348
 Jerarquía (revista)
 Ilustradores: Teodoro y Álvaro Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J.
Olasagasti y Carlos Sáenz de Tejada.
Bando republicano

 Hora de España
 Mono Azul
 Fotomontador: Josep Renau.
 Cartelista: Carles Fontseré.349
 Gran difusión tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Miró.
Fotografía

 Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la polémica instantánea Muerte del
miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podría ser otro de los muertos
en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo XX.350
 Agustí Centelles
 Pelayo Más, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del arte y la destrucción de la
Iglesia en la España roja (80 de ellas de Toledo).351
 Guglielmo Sandri, teniente del ejército italiano, tomó 4000 fotografías, recuperadas en
1992.352
Videojuegos
Algunos videojuegos cubren combates de la guerra civil española:

 1936, España en llamas, un mod del juego de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty
2.
 El juego completo Sombras de guerra.
 El juego Hearts of Iron 2.353

Véase también
 Militares de la Guerra Civil Española leales a la República
 Militares de la Guerra Civil Española sublevados
 Fascismo
 Francisco Franco
 Franquismo
 Simbología del franquismo
 Operación Úrsula
 Pabellón de la República Española
 Revolución social española de 1936
 Nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo
 Anexo:Aviones de la Guerra Civil Española
 Anexo:Buques utilizados en la Guerra Civil Española
 Anexo:Armamento portátil utilizado durante la Guerra Civil Española
 Anexo:Tanques en la Guerra Civil Española
 Anexo:Imputados en el auto de 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de
Instrucción n.º 5 de la Audiencia Nacional
 1936 Guerra Civil

Notas
1. Volver arriba↑ Tanto en la zona republicana como en la sublevada, incluyendo
el protectorado de Marruecos, Guinea, Saguia el Hamra, Río de Oro e Ifni.
2. Volver arriba↑ En el auto por el que queda extinta la responsabilidad penal, se detalla que
es por «delitos contra Altos Organismos de la Nación y la Forma de Gobierno, así como
respecto del delito de detención ilegal con desaparición forzada de personas, en el
contexto de crímenes contra la humanidad».
3. Volver arriba↑ El 16 de octubre de 2008, fueron imputados altos cargos de la Dictadura por
el entonces magistrado-juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, acusado de
«presuntos delitos permanentes de detención ilegal, sin dar razón del paradero, en el
contexto de crímenes contra la humanidad».14 El auto llegó a dar por hechos constados los
siguientes:
De lo dicho anteriormente y de los hechos que acontecieron posteriormente al 18 de julio
de 1936, se constata que el alzamiento o insurrección armada que se materializó en esa
fecha, fue una decisión perfectamente planeada y dirigida a acabar con la forma de
Gobierno de España, en ese momento, atacando y ordenando la detención e incluso la
eliminación física de personas que ostentaban responsabilidades en los altos
Organismos de la Nación y ello, como medio o al menos como paso indispensable para
desarrollar y ejecutar las decisiones previamente adoptadas sobre la detención, tortura,
desaparición forzada y eliminación física de miles de personas por motivos políticos e
ideológicos, propiciando, asimismo, el desplazamiento y exilio de miles de personas,
dentro y fuera del territorio nacional, situación que continuó, en mayor o menor medida,
durante los años siguientes, una vez concluyó la Guerra Civil, y cuya realidad pretende
concretarse en esta investigación, así como los autores, en cada caso, con el fin de
individualizar las conductas y los responsables de las mismas, y resolver sobre la
extinción de su posible responsabilidad penal, de haber fallecido. [...] La categoría de
crimen contra la humanidad parte de un principio básico y fundamental, que estas
conductas agredan en la forma más brutal a la persona como perteneciente al género
humano en sus derechos más elementales como la vida, la integridad, la dignidad, la
libertad, que constituyen los pilares sobre los que se constituye una sociedad civilizada y
el propio Estado de Derecho.

Auto del 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de Instrucción n.º 5 de la Audiencia
Nacional.14

Posteriormente, el 18 de noviembre del mismo año, el mismo tribunal decidió extinguir


su responsabilidad al haberse certificado su fallecimiento.b15

4. Volver arriba↑ Julián Casanova apunta medio millar de irlandeses,237 sin embargo otros
autores elevan esta cantidad a un número indeterminado entre 700-900 combatientes.238
5. Volver arriba↑ Julián Casanova menciona 300 combatientes franceses,237 sin embargo otros
estudios apuntan un número superior, en torno a 500.240238
6. Volver arriba↑ El artículo 607 del Código Penal español exige para que concurra el delito de
genocidio que el autor tenga el «propósito de destruir total o parcialmente un grupo
nacional, étnico, racial, religioso o determinado por la discapacidad de sus integrantes».

Referencias
1. Volver arriba↑ «Unidad cívica por la República. Barcelona. Exposición Aviadores de la
República».
2. ↑ Saltar a:a b El número de pérdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre
500 000 y un millón de personas fallecieron. Con los años, los historiadores disminuyeron
estas cifras, y estudios modernos concluyen que 500 000 muertes es la cifra más acertada.
Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899-901, inclusive.
3. Volver arriba↑ «Entrevista a David Jorge: "La Guerra Civil debe conocerse como la Guerra
de España. La elección del término no es casual".» Público. Consultado el 28 de octubre de
2017.
4. Volver arriba↑ Avilés Farré, Juan (1998). Las grandes potencias ante la guerra de España.
Arco Libros. ISBN 84-7635-300-6.
5. Volver arriba↑ Tusell, Javier; García Queipo de Llano, Genoveva (1993). El catolicismo
mundial y la guerra de España. Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 84-7914-097-6.
6. Volver arriba↑ Moradiellos, Enrique (2012). La guerra de España (1936-1939): estudios y
controversias. Barcelona: RBA. ISBN 978-84-9006-328-6.
7. ↑ Saltar a:a b c d Alpert, 1996, p. 127.
8. Volver arriba↑ Sole i Sabaté y Villaroya, 2003, pp. 16-17.
9. Volver arriba↑ Santos Juliá, 1999, p. 118. «Fue desde luego lucha de clases por las armas,
en la que alguien podía morir por cubrirse la cabeza con un sombrero o calzarse con
alpargatas los pies, pero no fue en menor medida guerra de religión,
de nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana,
entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo».
10. Volver arriba↑ Malefakis, 2006, p. 24. «Aunque una parte de los militares iniciara la
contienda, la guerra no puede definirse —como a veces sigue haciéndose— como la lucha
de los militares —o del Ejército más un puñado de terratenientes ricos y jerarcas
eclesiásticos— contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de muchos españoles -en
especial de las clases medias y altas, pero también de las humildes: millones de pequeños
propietarios y gente religiosa-, el alzamiento no se hubiera convertido en guerra civil, pese
a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al principio».
11. Volver arriba↑ 'El genocidio franquista en Córdoba', El día de Córdoba, 17 de noviembre de
2008.
12. ↑ Saltar a:a b "La dictadura de Franco fue fascista y genocida", El Plural, 19 de julio de
2006.
13. ↑ Saltar a:a b «El último genocidio negado: 'Verdad, justicia y reparación' para las víctimas
de todas las formas de genocidio», Nueva Tribuna, 2 de marzo de 2010.
14. ↑ Saltar a:a b c d GARZÓN REAL, Baltasar (16 de noviembre de 2008). «Juzgado Central de
Instrucción n.º 5. Audiencia Nacional. Madrid. Diligencias previas (proc. abreviado)
399/2006 V. Auto». Administración de Justicia. Archivado desde el original el 24 de octubre
de 2012.
15. ↑ Saltar a:a b GARZÓN REAL, Baltasar (18 de noviembre de 2008). «Juzgado Central de
Instrucción n.º 5. Audiencia Nacional. Madrid. Sumario (proc. ordinario) 53/2008 E.
Auto». Administración de Justicia. Archivado desde el original el 5 de septiembre de 2015.
16. Volver arriba↑ García Queipo de Llano, Genoveva (1997). El reinado de Alfonso XIII. La
modernización fallida. Madrid: Historia 16. p. 130. ISBN 84-7679-318-9.
17. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 27-28.
18. Volver arriba↑ Suárez, Eduardo (2006). «Tres días de abril que revolucionaron España». La
Aventura de la Historia (90). ISSN 1579-427X.
19. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 13-14.
20. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 64-68.
21. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 84.
22. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 112.
23. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 96.
24. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 106.
25. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 82.
26. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 82-84.
27. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 116-117.
28. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 156.
29. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 122-123.
30. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 120.
31. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 157.
32. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 120-121.
33. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 160.
34. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 121. «A los pocos días de las elecciones, unos
ochenta mil campesinos andaluces, manchegos y extremeños convocados por
la FNTT[socialista], se lanzaron a ocupar las fincas de las que habían sido desalojados en
el invierno de 1934-35 [por los gobiernos radical-cedistas]. Se producía así un hecho
consumado, que obligó al Ministerio de Agricultura a adoptar medidas oportunas para
volver a poner en vigor la legislación del primer bienio».
35. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 122.
36. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 130.
37. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 123-125.
38. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 166-168.
39. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 123.
40. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 114.
41. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 162-163.
42. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 112-116. «De esta forma, el gobierno quedó desasistido por
sus aliados naturales y hostigado desde la derecha por una envalentonada oposición
monárquica que arrastraba ya con fuerza a los católicos y desde la izquierda por un sector
del PSOE que, si había renunciado a la revolución esperaba con impaciencia la hora de
sustituir al gobierno republicano por uno exclusivamente socialista»..
43. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 126-127.
44. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 127-128.
45. ↑ Saltar a:a b Gil Pecharromán, 1997, p. 128.
46. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 164.
47. ↑ Saltar a:a b c Casanova, 2007, p. 165.
48. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 129-130.
49. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 171.
50. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 130-131.
51. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 175.
52. Volver arriba↑ Hugh Thomas, tomo I, pág. 230.
53. Volver arriba↑ Cruz, 2006, p. 167.
54. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 22.
55. Volver arriba↑ «Mapa - El Viaje del Dragon Rapide». www.lahistoriaconmapas.com (en
inglés estadounidense). Consultado el 8 de febrero de 2017.
56. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, p. 118.
57. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 173.
58. ↑ Saltar a:a b Gil Pecharromán, 1997, p. 136.
59. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 173-174.
60. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 115. «Las divisiones que se habían manifestado en el seno
del propio ejército desde la Dictadura... durante la República habían alcanzado un singular
grado de virulencia con la creación de uniones militares enfrentadas por la cuestión del
régimen político [la UME, Unión Militar Española, monárquica; y la republicana Unión Militar
Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho más reducida]».
61. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 115-116.
62. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 25. «Azaña y muchos elementos de su partido, y el
propio Casares Quiroga, jefe del gobierno, no creyeron que después de haber neutralizado
con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el ejército hubiera capacidad para preparar
una acción seria, estimando además que tenían controlados a los posibles cabecillas y que
en el caso de que esa rebelión se produjese sería fácil abortarla».
63. ↑ Saltar a:a b Gil Pecharromán, 1997, p. 138.
64. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 174.
65. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 32.
66. Volver arriba↑ Gil Pecharromán, 1997, pp. 138-139.
67. Volver arriba↑ Thomas, 1976, pp. 239-240.
68. Volver arriba↑ Hurtado, Víctor (2011). La sublevación. Barcelona: DAU. ISBN 978-84-936625-6-
1., pp. 74-75
69. ↑ Saltar a:a b c d Aróstegui, 2006, pp. 92-94.
70. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, p. 190.
71. Volver arriba↑ Discurso de Benito Mussolini. Roma, Italia, 23 de febrero de 1941,
traducción inglesa.
72. ↑ Saltar a:a b c d e f Alpert, 1996, pp. 123-124.
73. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, p. 189.
74. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 190.
75. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, pp. 187-191.
76. Volver arriba↑ Romero, 1967, p. 47.
77. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 126-127.
78. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 52.
79. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 341.
80. ↑ Saltar a:a b c Aróstegui, 1997, p. 56.
81. Volver arriba↑ Espinosa Maestre, 2003.
82. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, p. 128.
83. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 304.
84. Volver arriba↑ La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 4.
85. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 129-130.
86. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, pp. 128-129.
87. ↑ Saltar a:a b c d Aróstegui, 1997, p. 57.
88. ↑ Saltar a:a b Juliá, 1999, p. 120.
89. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 130-132.
90. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 309.
91. ↑ Saltar a:a b Juliá, 1999, p. 128.
92. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 133-134.
93. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 134.
94. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 136.
95. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 137.
96. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 137-138.
97. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 138-139.
98. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 141-142.
99. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 142.
100. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, pp. 142-148.
101. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 148.
102. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 148-149.
103. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 149-150.
104. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 150-152.
105. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 152-153.
106. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 153-155.
107. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 155-156.
108. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 160-161.
109. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 161.
110. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 157-160.
111. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 162-163.
112. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 163.
113. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 332.
114. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 163-166.
115. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 166-167.
116. ↑ Saltar a:a b Alpert, 1996, p. 166.
117. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 167-170.
118. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, pp. 333-334.
119. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, pp. 334-335.
120. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 172.
121. ↑ Saltar a:a b Juliá, 1999, pp. 139-140.
122. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 173.
123. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 173-174.
124. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 175.
125. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 175-177.
126. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 177.
127. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 177-181.
128. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 180-181.
129. ↑ Saltar a:a b c d Casanova, 2007, p. 336.
130. ↑ Saltar a:a b c Alpert, 1996, p. 182.
131. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 183.
132. Volver arriba↑ Alpert, 1996, pp. 183-185.
133. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 250.
134. Volver arriba↑ Alpert, 1996, p. 185.
135. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 122.
136. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 215-219.
137. ↑ Saltar a:a b c Casanova, 2007, pp. 403-405.
138. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 117.
139. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 405.
140. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 337.
141. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 421-438.
142. Volver arriba↑ Viñas y Hernández Sánchez, 2009, pp. 265-284.
143. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 337; 405.
144. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 143.
145. Volver arriba↑ Historia de España. La Guerra Civil Española, Ramón Puche Maciá.
146. Volver arriba↑ Campus Digital(UMU). Mª Encarna Nicolás Marín.
147. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 405-407.
148. ↑ Saltar a:a b Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 422.
149. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 425.
150. Volver arriba↑ Alpert, 1987, p. XII.
151. Volver arriba↑ Alpert, 1987, pp. 1-2.
152. ↑ Saltar a:a b Thomas, 1976, pp. 360-362.
153. Volver arriba↑ Alpert, 1987, pp. 376-377.
154. ↑ Saltar a:a b c Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 422-424.
155. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 423.
156. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 421-422. «la base de
Cartagena podría convertirse, por sus condiciones naturales y su magnífico
emplazamiento, en el bastión sobre el que se asentara cualquier hipótesis de una
resistencia escalonada».
157. Volver arriba↑ Alpert, 1987, pp. 378-379.
158. Volver arriba↑ Jorge Martínez Reverte «Guerra contra Hitler. Documentos inéditos
prueban que el coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la República, propuso al
Gobierno de Negrín que provocara una guerra con la Alemania nazi.» El País, 18 de
octubre de 2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el año
2009.
159. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 424.
160. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 9.
161. ↑ Saltar a:a b c Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 10.
162. Volver arriba↑ «21 aviadores sin piedad».
163. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 313.
164. Volver arriba↑ Desde la batalla del Ebro hasta el final de la guerra, Tomo II
de Aviación republicana: historia de las Fuerzas Aéreas de la República Española (1931-
1939), de Carlos Saiz Cidoncha, 2006
165. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 303-312.
166. Volver arriba↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 313-316.
167. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 339.
168. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 48.
169. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 70-72.
170. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 36.
171. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 72.
172. ↑ Saltar a:a b c d e Aróstegui, 1997, p. 76.
173. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 119.
174. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 344.
175. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 345.
176. Volver arriba↑ Ramón Tamames, pág. 344.
177. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 357.
178. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 90.
179. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 90-91.
180. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 690.
181. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 352.
182. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 691.
183. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 353.
184. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 121-122.
185. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 354.
186. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 92.
187. ↑ Saltar a:a b Thomas, 1976, p. 744.
188. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 355.
189. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 808.
190. Volver arriba↑ Thomas, 1976, p. 809.
191. Volver arriba↑ Thomas, 1976.
192. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 113.
193. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 359.
194. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 114.
195. ↑ Saltar a:a b c d Juliá, 1999, p. 122.
196. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 396-397.
197. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, pp. 97-101.
198. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, pp. 97-102.
199. Volver arriba↑ Aróstegui, 2006, pp. 100-103.
200. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 204-205.
201. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 124.
202. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 118-119.
203. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 125.
204. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 302.
205. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 303-304.
206. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 304-308.
207. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 126.
208. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 313.
209. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 313-315.
210. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 69-70.
211. Volver arriba↑ La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 6.
212. Volver arriba↑ Como decía el luchador y pensador anarquista Errico Malatesta: «Yo
soy comunista, estoy a favor del acuerdo y creo que con una descentralización inteligente y
un intercambio continuo de informaciones podrían llegar a organizarse los necesarios
intercambios de productos y satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al símbolo
moneda. Como todo buen comunista aspiro a la abolición del dinero, y como todo buen
revolucionario creo que será necesario desarmar a la burguesía, desvalorizando todos los
signos de riqueza que puedan servir para vivir sin trabajar».
213. Volver arriba↑ Juliá, 1999, pp. 126-129.
214. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 318-321.
215. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 317; 323-324.
216. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 326.
217. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 132.
218. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 133.
219. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 328; 332.
220. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 329-331.
221. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 328.
222. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 137.
223. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 98.
224. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 335-336.
225. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 77. «Es verdad que España
estuvo "invadida" de presencia extranjera en los dos bandos, pero fue más la que se
observó del lado del gobierno de Burgos y, sobre todo, ésta persistió hasta el final. Y es
indudable que el argumento que esgrimía Negrín de que el bando nacional no era español,
sin ser ni mucho menos verdad, tenía mucha más razón de ser que cuando Burgos
afirmaba que la España republicana era prácticamente un satélite de Stalin»..
226. Volver arriba↑ Juliá, 1999, p. 142.
227. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, p. 40.
228. ↑ Saltar a:a b c Aróstegui, 1997, p. 60.
229. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 261-262.
230. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 273-274. «[A partir del inicio de la batalla de
Madrid], la guerra ya no era un asunto interno español. Se internacionalizó y con ello ganó
en brutalidad y destrucción. Porque el territorio español se convirtió en campo de pruebas
del nuevo armamento que estaba desarrollándose en esos años de rearme, previos a una
gran guerra que se anunciaba [la Segunda Guerra Mundial]»..
231. Volver arriba↑ «EL ASILO DIPLOMÁTICO: UN CONDICIONANTE DE LAS
RELACIONES INTERNACIONALES DE LA REPÚBLICA DURANTE LA GUERRA
CIVIL Antonio Manuel Moral Roncal Universidad de Alcalá de Henares». Archivado
desde el original el 18 de diciembre de 2009.
232. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 59-60.
233. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, pp. 263-265.
234. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 266.
235. ↑ Saltar a:a b Aróstegui, 1997, p. 42.
236. ↑ Saltar a:a b c Casanova, 2007, p. 278.
237. ↑ Saltar a:a b Casanova, 2007, p. 277. «De los voluntarios genuinos [que
combatieron en las tropas del ejército de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
católicos irlandeses... Sólo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de 1937,
donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses después
volvieron a su patria. Además de ese medio millar de "camisas azules" irlandeses, hubo en
las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra los bolcheviques, un grupo
variado de fascistas y antisemitas procedentes de la Europa oriental y unos trescientos
franceses de la ultraderechista Croix de Feu que constituyeron el batallón Jeanne d'Arc».
238. ↑ Saltar a:a b Stradling, R. A. «Campo de batalla de las reputaciones: Irlanda y la
Guerra Civil española,». En Paul Preston. La República asediada. pp. 185-224. ISBN 84-8307-
400-1.
239. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 277.
240. Volver arriba↑ Dewaele, H. (2002). Revista Historia y política: Ideas, procesos y
movimientos sociales, nº 8, ed. «La extrema derecha francesa en España: mitos y
realidades de la bandera Jeanne d'Arc (1936-1939)».
241. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 267-268.
242. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 267.
243. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 268.
244. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 269.
245. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 271-274.
246. Volver arriba↑ Casanova, 1997, p. 42. «El problema de la evaluación cuantitativa
de esas entregas de armamento sigue en pie y la valoración de su utilidad también»..
247. Volver arriba↑ José Mª Manrique Lucas Molina Franco, Las armas de la Guerra
Civil Española, La esfera de los libros, ISBN 84-9734-475-8.
248. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 273.
249. Volver arriba↑ El C-6, comandado por el ruso Nikolai Yegipko.
250. Volver arriba↑ Submarino C-1. En agosto de 1936 es nombrado comandante el
oficial ruso Burmistrov, que sustituyó al C.C. Lara.
251. Volver arriba↑
Para jefe de la flotilla de los tres submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombró al ruso
Burmistrov, pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque no tengo
noticia de que llegara a hundir ningún barco, sí que, por lo menos, mantuvo a su
submarino en actividad hasta el último momento. Ambos alcanzarían el almirantazgo en
la Marina soviética, y Eguipko desempeñaría en los años setenta el puesto de almirante-
jefe de la base de Leningrado.

¡El «Cervera» a la vista!

252. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 274-275.


253. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 276.
254. Volver arriba↑ Aróstegui, 1997, pp. 42-43.
255. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 281.
256. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 285.
257. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 285-286.
258. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 289.
259. Volver arriba↑ «¿Quién financió la Guerra Civil?».
260. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 286-287.
261. Volver arriba↑ Casanova, 2007, pp. 287-288. «Sin ese petróleo, la maquinaria de
guerra del ejército de Franco no hubiera funcionado, pues Italia y Alemania, como España,
dependían del petróleo angloamericano para sus suministros. Franco recibió 3 500
000 toneladas de petróleo a crédito, más del doble de las importaciones que consiguió la
República, y además algunos de esos magnates del petróleo entorpecieron el comercio
hacia la República y bloquearon los créditos a su sistema bancario»..
262. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 288.
263. Volver arriba↑ José Ángel Sánchez Asiaín, La financiación de la Guerra Civil
española, 2012; glosado por Manuel Lagares(Aportación de un banquero a la historia, El
Mundo, 15 de enero de 2017):
... desde el principio de la II República los monárquicos se habían propuesto derrocarla y
lo intentaron de inmediato con la fallida insurrección del general Sanjurjo en 1932. A ese
primer núcleo monárquico -que por sí solo aportó inicialmente a la sublevación más de 15
millones de pesetas de la época, equivalentes a unos 300 millones de euros de hoy- se le
fueron añadiendo después las aportaciones de otros grupos ideológicos y de intereses,
espoleados quizá por el movimiento revolucionario y separatista de gran parte de las
izquierdas españolas en octubre de 1934. No fueron los militares los que promovieron
inicialmente la sublevación. Sánchez Asiaín mantiene que, después del rotundo fracaso
de la intentona de 1932, los militares no se comprometieron seriamente con ningún
movimiento subversivo hasta después de las elecciones de febrero de 1936. En la
financiación durante esa etapa previa destaca el papel de Portugal e Italia en el plano
internacional y, en el ámbito interior, los de Juan March y otros empresarios y personas
de elevado patrimonio, pero también el de otras numerosas personas que ya en los
primeros días de la guerra entregaron cuantiosos donativos para la rebelión de forma
más o menos voluntaria. Alemania, que había apoyado indirectamente el golpe fallido de
1932, no se comprometerá con los sublevados hasta días después del 18 de julio de
1936, aunque parece que Sanjurjo había logrado alguna vaga promesa alemana en
febrero de ese año. El papel de Portugal en esa etapa previa fue muy importante aunque
aparentemente se limitase a permitir reuniones en su territorio en torno al general
Sanjurjo, jefe propuesto del nuevo golpe militar. ... la peseta republicana fue utilizada
como arma de guerra contra su propio emisor ya que el Gobierno de Burgos aprovechó
sistemáticamente la enorme cantidad de pesetas del otro bando que fue acumulando a
medida que avanzaban sus tropas, tanto para hundir la cotización de la peseta
republicana en el exterior mediante ventas masivas a bajo precio, como para las
numerosas operaciones de inteligencia que se llevaron a término en el territorio enemigo
y para la ayuda a sus partidarios en tales territorios (las numerosas quintas columnas).
Para ello estableció eficientes mecanismos de intervención militar inmediata de las
sucursales bancarias en los territorios recién ocupados para hacerse cargo de su
documentación y de sus fondos líquidos, que quedarían después bajo el control de
comisiones más técnicas y especializadas con representantes de los propios bancos.
Pero también los republicanos hicieron uso de la guerra monetaria, aunque mucho más
limitadamente y de forma un tanto sorprendente, pues les acabó provocando efectos
negativos sobre su moneda. Como el Gobierno de Burgos hubo de recurrir inicialmente al
estampillado de los billetes de la República ante la falta de papel moneda propio, la
República recurrió a un estampillado falso de pesetas republicanas para hacerlas pasar
por pesetas de Burgos y aprovecharse así de su más alta cotización. Sin duda, la victoria
en esta particular e innovadora guerra monetaria corresponde al Gobierno de Burgos,
que fue quien la utilizó primero y quien pudo disponer de volúmenes crecientes de
pesetas republicanas auténticas al ir ocupando gradualmente todo el territorio con sus
correspondientes depósitos en sucursales bancarias.

264. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 78.


265. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 83-84.
266. ↑ Saltar a:a b Raguer, 2001, p. 84.
267. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 87-88.
268. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 119-122.
269. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 123-124.
270. Volver arriba↑ Casanova, 2007, p. 340.
271. ↑ Saltar a:a b Raguer, 2001, pp. 205-206.
272. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 367-369.
273. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 250.
274. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 151-152.
275. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 151.
276. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 172.
277. ↑ Saltar a:a b Raguer, 2001, p. 158.
278. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 256-257.
279. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 389-390.
280. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 393.
281. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 394.
282. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 397.
283. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 399.
284. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 175.
285. Volver arriba↑ Montero Moreno, 1999, p. 762.
286. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 175-176.
287. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 177.
288. ↑ Saltar a:a b Raguer, 2001, p. 178.
289. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 203.
290. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 198-201.
291. Volver arriba↑ «Las beatificaciones de la discordia».
292. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 323.
293. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 324.
294. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 328.
295. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 327-328; 349.
296. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 330.
297. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 331-332.
298. Volver arriba↑ Raguer, 2001, p. 333.
299. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 347-348.
300. Volver arriba↑ Raguer, 2001, pp. 354-358. «Así, por unos pocos días, no fue
posible restablecer el culto público en un punto de la España republicana, ni siquiera en
una sola capilla, antes de la llegada de los "cruzados" vencedores».
301. Volver arriba↑ Thomas, Hugh (1976). La guerra civil española. Volumen I. Páginas
295 y siguientes: Grijalbo Mondadori. p. 1164. ISBN 84-253-2768-7.
302. Volver arriba↑ Tuñón de Lara, Manuel (diciembre de 1982). «La guerra
civil». Historia 16. Historia de España. Extra XXIV (12): 18.
303. Volver arriba↑ Thomas, Hugh (1976). La guerra civil española. Volumen I. Páginas
301 y siguientes: Grijalbo Mondadori. p. 1164. ISBN 84-253-2768-7.
304. Volver arriba↑ Thomas, Hugh (1976). La guerra civil española. Volumen I. Páginas
437 y siguientes: Grijalbo Mondadori. p. 1164. ISBN 84-253-2768-7.
305. Volver arriba↑ Thomas, Hugh (1976). La guerra civil española. Volumen II. Páginas
523 y siguiente: Grijalbo Mondadori. p. 1164. ISBN 84-253-2769-5.
306. Volver arriba↑ causageneral.org. «Causa General». Consultado el 16 de junio de
2012.
307. Volver arriba↑ Editorial Akrón. «Causa General. La dominación roja en España.».
Archivado desde el original el 20 de junio de 2012. Consultado el 17 de junio de 2012.
308. Volver arriba↑ Ultrajadas y violadas, Los crímenes de Franco en Euskal Herria,
1936-1940.
309. Volver arriba↑ Queipo de Llano: "Nuestros valientes legionarios y regulares han
enseñado a los rojos lo que es ser hombre. De paso también a las mujeres de los rojos que
ahora, por fin, han conocido hombre de verdad y no castrados milicianos. Dar patadas y
berrear no las salvará", Unión Radio Sevilla, julio de 1936.
310. Volver arriba↑ Auto de procesamiento de Johann Leprich, Anton Tittjung y Josias
Kumpf por actos de persecución contra prisioneros españoles en los campos nacional-
socialistas de Mauthausen y Sachsenhausen., Juzgado central de instrucción nº 002,
Audiencia Nacional. Madrid.
311. Volver arriba↑ Audiencia Nacional. «Auto de 2 de diciembre de 2008». Pleno de la
Sala de lo Penal. Consultado el 15 de junio de 2012.
312. Volver arriba↑ Clara Bayarri. «Yo discrepo pero no prevarico». El País. Consultado
el 15 de junio de 2012.
313. Volver arriba↑ Thomas, Hugh, Op.Cit.
314. Volver arriba↑ «La Iglesia y la guerra civil», por Javier Tusell.
315. Volver arriba↑ Sobre la Guerra Civil, su gran producción bibliográfica y sus
pequeñas lagunas de investigación, por Juan García Durán.
316. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 439.
317. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 499.
318. Volver arriba↑ Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 339-340.
319. Volver arriba↑ «El Ministerio de Justicia cuelga en Internet el mapa de las fosas de
la Guerra Civil».
320. Volver arriba↑ «Rubalcaba explicará el mapa de fosas».
321. Volver arriba↑ «Los ayuntamientos no podrán obviar los lugares de la represión
franquista».
322. Volver arriba↑ «"España debería aclarar dónde y quiénes están en las fosas
comunes", según la ONU».
323. Volver arriba↑ La bibliografía sobre la guerra civil española es gigantesca. Se ha
dicho que supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran conflicto del
siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es cierto.(Carlos Artola: Reseña
de España traicionada). Una búsqueda en Dialnet da 5108 documentos. Una búsqueda en
una librería especializada da 571 libroscomercializados a 2 de julio de 2009.
324. Volver arriba↑ [1]. En algunas listas se incluyen películas en las que la relación con
la guerra civil es muy lejana: [2]
325. Volver arriba↑ Caparrós Lera, J. M. La Guerra Civil española en el cine, ABCD las
Artes y las Letras, 15-VII-2006.
326. Volver arriba↑ Algunas claves acerca de la producción de documentales durante la
guerra civil
327. Volver arriba↑ franquista
328. Volver arriba↑ «http://cinepolitico.blogspot.com/2007/05/defensores-de-la-fe-russell-
palmer-1938.html».
329. Volver arriba↑ J. M. Caparrós (op. cit.) hace un cómputo de 45 películas, 14 de
ellas en los primeros años de la posguerra.
330. Volver arriba↑http://cinematecanacional.wordpress.com/2007/09/08/frente-de-
madrid-1939-bn-
91/http://www.cervantesvirtual.com/portal/alece/pcuartonivel.jsp?id=925&conten=ficha&fich
a=pelicula&nomportal=alece
331. Volver arriba↑ Según el cómputo de J. M. Caparrós (op. cit.): En cuanto a la visión
de los «perdedores», en la democracia he contabilizado 44 películas sobre la Guerra Civil,
casi tantas como en cuarenta años de dictadura. Así, en la Transición se produjeron 15
títulos, en la primera época socialista otras 17 películas, en el período del Partido Popular
llegaron a 11, y en la presente etapa del PSOE de momento sólo hay un film de ficción: Iris,
de Rosa Vergés.
332. Volver arriba↑ Rocío García «Una legendaria venganza contra la miseria. Carlos
García Alix estrena El honor de las injurias, un documental que se adentra en el horror de
la guerra y del fanatismo a través de la figura de Felipe Sandoval, pistolero anarquista que
se quitó la vida en julio de 1936 (sic, es 1939) en un centro de detención», El País, 8 de
noviembre de 2008
333. Volver arriba↑ [3] Premio al mejor documental en el Festival de Cine de
Tribeca (Nueva York). La película, creada a partir de las cintas caseras que personajes
como Joan Salvans y Alberto Noriega grabaron en esa época, ofrece una visión intimista y
poética de las circunstancias que rodearon el conflicto.
334. Volver arriba↑ [4] Cineteca Nacional de México.
335. Volver arriba↑ Véase el ensayo de Maryse Bertrand de Muñoz, en AIH. Actas V
(1974). La novelas recientes de la guerra civil española.en Centro Cervantes
336. Volver arriba↑ SANZ VILLANUEVA: "Inquietud en el Paraíso", El Cultural
[suplemento del diario El Mundo], 22-XII-2005.
337. Volver arriba↑ MARTOS, David: «[Juan Eslava Galán: «Lo que toca es
acomplejarnos de ser españoles. ¡No tenemos de qué
avergonzarnos!»http://www.abc.es/cultura/20130505/abcp-juan-eslava-galan-toca-
20130505.html]», ABC, 5 de mayo de 2013.
338. Volver arriba↑ Maryse Bertrand de Muñoz (1982). José Porrua Turanzas, ed. La
guerra civil española en la novela: bibliografía comentada. España. ISBN 84-7217-114-
4 |isbn= incorrecto (ayuda).
339. Volver arriba↑ CLEMENTE, Josep Carles: Historias de la Transición: el fin del
apagón, 1973-1981. Editorial Fundamentos, 1994.
340. Volver arriba↑ Antología Partes de guerra, RBA, 2009: «Cuando reuní los 35
cuentos de 31 autores de diferentes generaciones, diferentes lugares, que hablan del
campo y en la ciudad, desde el frente y en la retaguardia, la idea era que la antología
abarcase la guerra en su totalidad; y que este libro de relatos llegara a sustituir a esa
novela colectiva sobre la Guerra Civil que no se ha escrito; y no sabemos si alguna vez se
escribirá» (Relatos que suplen la gran novela sobre la Guerra Civil española, por David
González Torres, en Avión de Papel, 15 de febrero de 2009). Los autores citados
son: Ignacio Aldecoa, Bernardo Atxaga, Max Aub, Francisco Ayala, Arturo Barea, Pere
Calders, Juan Campos Reina, Manuel Chaves Nogales, Miguel Delibes, Jesús Fernández
Santos, Juan García Hortelano, Francisco García Pavón, Rafael García Serrano, Xosé Luis
Méndez Ferrín, Ana María Matute, Edgar Neville, Lino Novás Calvo, Ramiro
Pinilla, Fernando Quiñones, Manuel Rivas, Mercè Rodoreda, Tomás Segovia, Ramón J.
Sender, Manuel Talens, Andrés Trapiello, Juan Eduardo Zúñiga.
341. Volver arriba↑ «Revista de Literatura nº 262-263. Especial La LIJ y la Guerra Civil
Española».
342. Volver arriba↑ Vicente Muñoz Puelles, La Perrona, Anaya, 2006; La Guerra de
Amaya, Anaya, 2010.
343. Volver arriba↑ Víctor R. Alfaro, Alejandro y la gorra del tiempo, Origami, 2013.
344. Volver arriba↑ José María Martínez Cachero Talía en la Guerra Civil: sobre el
Teatro de la zona nacional en cervantesvirtual.
345. Volver arriba↑ De La Ossa Marínez, Marco Antonio (2009). La música en la Guerra
Civil Española. Tesis doct.dir. J.A.Sarmiento (UCLM). ISBN 978-84-8427-677-7
346. Volver arriba↑ «Humorisme gràfic — història». Archivado desde el original el 3 de
mayo de 2009.
347. Volver arriba↑ Más noticias de la AACE: «Los cómics y la Guerra Civil», por J. M.
Varona «Ché»
348. Volver arriba↑ «El Arte de la Guerra Civil en España» Consultado el 6 de enero de
2014.
349. Volver arriba↑ «Aproximación al arte español, 1936–1939 — Manuel García i
García». Archivado desde el original el 13 de octubre de 2008.
350. Volver arriba↑ Miguel Ángel Villena. «Un documental desmonta el mito del miliciano
de Robert Capa. La sombra del icebergsostiene que el soldado muerto no es Federico
Borrell», El País 16 de diciembre de 2008
351. Volver arriba↑ Con ellas, y con las procedentes del monográfico de 1938 de la
revista francesa L'Illustration se montó por el Arzobispado de Toledo en 2008 la
exposición Toledo, ciudad mártir. 1936
352. Volver arriba↑ Miguel Mora España, vista por un fascista italiano. El teniente Sandri
tomó 4.000 fotografías durante su servicio en la Guerra Civil - El material, rescatado de la
basura, devuelve la memoria de la contienda a Roma, El País 6 de noviembre de
2008; Álbum de guerra del teniente Sandri (cuatro fotografías en la galería del mismo
artículo).
353. Volver arriba↑ Steve Butts (7 de enero de 2005). «Hearts of Iron 2 The most
complex and rewarding World War 2 strategy game to date». IGN (en inglés). Consultado el
25 de agosto de 2013.

Bibliografía
 ALPERT, Michael (1987). La guerra civil española en el mar. Madrid: Siglo XXI. ISBN 84-
323-0609-6.
 —— (1996). «La historia militar». En Stanley Payne y Javier Tusell. La guerra civil.
Una nueva visión del conflicto que dividió España. Madrid: Temas de Hoy. ISBN 84-7880-
652-0.
 ARÓSTEGUI, Julio (1997). La Guerra Civil. La ruptura democrática,. Madrid: Historia
16. ISBN 84-7679-320-0.
 —— (2006). Por qué el 18 de julio… Y después. Barcelona: Flor del Viento
Ediciones. ISBN 84-96495-13-2.
 BAHAMONDE, Ángel; Cervera Gil, Javier (1999). Así terminó la Guerra de España.
Madrid: Marcial Pons. ISBN 84-95379-00-7.
 CASANOVA, Julián (2007). República y Guerra Civil. Vol. 8 de la Historia de España,
dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares. Barcelona: Crítica/Marcial Pons. ISBN 978-
84-8432-878-0.
 BOLLOTEN, Burnett (1989). La Guerra Civil Española: Revolución y Contrarrevolución.
Madrid: Alianza Editorial.
 ESPINOSA MAESTRE, Francisco (2003). La columna de la muerte. El avance del ejército
franquista de Sevilla a Badajoz. Barcelona: Crítica. ISBN 84-8432-431-1.
 GARCÍA NIETO, Mª Carmen. Guerra civil española, 1936–1939. Salvat Editores,
Barcelona, 1982. ISBN 84-345-7996-0
 FUERTES PALASÍ, Juan Francisco; Mallench Sanz, Carlos (2013). La Batalla Olvidada.
Castellón: Divalentis. ISBN 978-84-939522-9-7.
 GIL PECHARROMÁN, Julio (1997). La Segunda República. Esperanzas y frustraciones.
Madrid: Historia 16. ISBN 84-7679-319-7.
 JULIÁ, Santos (1999). Un siglo de España. Política y sociedad. Madrid: Marcial
Pons. ISBN 84-9537903-1.
 MALDONADO MOYA, José Mª. El Frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936-
1938). Mira Editores. ISBN 978-84-8465-237-3
 MALEFAKIS, Edward (2006). «Perspectivas históricas y teóricas de la guerra». En
Edward Malefakis. La Guerra Civil española (2ª edición). Madrid: Taurus. ISBN 84-306-
0614-9.
 MARTÍNEZ BANDE, José Manuel. La batalla de Teruel. Madrid: Ed. San Martín. ISBN 84-
7140-088-X.
 MONTERO MORENO, Antonio (1999) [1961]. Historia de la persecución religiosa en
España. 1936-1939. (2ª edición). Madrid (España): BAC. p. 762. ISBN 84-7914-383-5.
 MORADIELLOS, Enrique (1996). La perfidia de Albión. El Gobierno británico y la guerra
civil española. Madrid: Siglo XXI de España Editores. ISBN 9788432309168.
 PAYNE, Stanley G. (2005) [2005]. El Colapso de la República. (2ª edición). Madrid
(España): Planeta. p. 616. ISBN 84-6742-227-0.
 PAYNE, Stanley G. (2016) [2016]. El Camino al 18 de julio. La erosión de la democracia
en España. (1ª edición). Madrid (España): Espasa Calpe. p. 424. ISBN 84-6704-682-1.
 RUIZ, Julius (2013) [2013]. El Terror Rojo. (1ª edición). Madrid (España): Booklet.
p. 464. ISBN 84-6702-537-9.
 RAGUER, Hilari (2001). La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil española
(1936-1939). Barcelona: Península. ISBN 978-84-8307-848-8.
 ROMERO, Luis (1967). Tres días de julio. Barcelona: Ariel. ISBN B. 34.412-
1966 |isbn= incorrecto (ayuda).
 SOLÉ I SABATÉ, Josep María; Villarroya, Joan (2003). España en llamas. La guerra civil
desde el aire. Madrid: Temas de Hoy. ISBN 84-8460-302-4.
 THOMAS, Hugh (1976). La Guerra Civil española (Ed. Debolsillo (2011) edición).
Barcelona: Grijalbo. ISBN 978-84-9908-087-1.
 TUÑÓN DE LARA, Manuel (1986). La batalla de Teruel. Zaragoza: Instituto de Estudios
Turolenses. ISBN 84-505-5073-4.
 VIÑAS, Ángel; HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Fernando (2009). El desplome de la
República (Ed. rústica (2010) edición). Barcelona. ISBN 978-84-9892-108-3.

Enlaces externos

 Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre la Guerra civil


española.
 Wikisource contiene obras originales sobre la Documentos de la Guerra Civil
española.

 Documento: Comunicado de Alfonso XIII. 14 de Abril de 1931.


 Documento: Declaración colectiva del Episcopado ante la constitución de la República.
20 de Diciembre de 1931
 Documento: Solicitud de conformación de una cooperativa agrícola para explotación
colectiva. Madrid. 1935
 Documento: POUM: ¡Queremos ganar la guerra! 15 de Febrero de 1937
 Wikiquote alberga frases célebres sobre la Guerra civil española.
 Moscú revela documentos inéditos de Stalin sobre la guerra civil española
 Texto de la Constitución de la República Española
 La Guerra Civil, 70 años después — Elmundo.es
 Historia de España — La Guerra Civil Española (1931–1936) en Historiasiglo20.org
 Memoria republicana: «Objetividad y neutralidad en el estudio de la Guerra Civil
Española»
 La intervención alemana en la guerra civil española, por Walther L. Bernecker
 En el sitio web The European Library Harvest se encuentra material referido al tema
 La República en la paz como en la guerra por Paul Preston. Letras Libres, mayo de
2003
 Liberados del Olvido Memorial sobre la guerra civil en Aragón.
 Ebre 38: revista internacional de la Guerra Civil 1936–1939, texto completo.
 Juan Pablo Fusi, "En el fuego del combate", El País, 15 de abril de 2012.

You might also like