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INTRODUCCIÓN

La hemorragia posparto (HPP) se define comúnmente como una pérdida de


sangre de 500 ml o más en el término de 24 horas después del parto, mientras
que la HPP grave se define como una pérdida de sangre de 1000 ml o más dentro
del mismo marco temporal.
La HPP afecta a, aproximadamente, el 2 % de todas las mujeres parturientas: Está
asociada no solo a casi un cuarto de todas las defunciones maternas en todo el
mundo, sino que también es la causa principal de mortalidad materna en la
mayoría de los países de ingresos bajos.
La HPP es un factor significativo que contribuye a la morbilidad materna grave y a
la discapacidad a largo plazo, así como a una serie de otras enfermedades
maternas graves generalmente asociadas con la pérdida considerable de sangre,
incluidos el shock y la disfunción orgánica.
DESARROLLO

HEMORRAGIA POST-PARTO

La hemorragia postparto es una de las complicaciones más temidas que pueden


surgir en el puerperio. Su definición según el Ministerio de Salud Pública del
Ecuador en su modulo Prevención diagnóstico y tratamiento de la hemorragia
posparto: Guía de Práctica Clínica, transcribe: “Se define a la hemorragia posparto
como la pérdida de sangre que supera los 500 mL en un parto vaginal y que
supera 1.000 mL en un parto por cesárea. Para fines clínicos, toda pérdida de
sangre con posibilidad de producir inestabilidad hemodinámica debe considerarse
una HPP. A menudo, los cálculos clínicos de la pérdida de sangre no son
precisos”.
Hay que tener presente que la HPP secundaria o tardía se produce entre las 24
horas y seis semanas posparto. La mayoría de los casos de HPP tardía se deben
a la retención de productos de la concepción, infección o ambas. Actualmente, la
mejor atención obstétrica y la mayor disponibilidad y mejor uso de fármacos
oxitócicos han hecho que su incidencia no supere el 5% (los análisis estadísticos
más optimistas calculan cifras en torno al 1%), si bien hay que tener en cuenta que
estas cifras corresponden a estadísticas realizadas en países desarrollados. De
todos modos, sigue siendo una de las tres primeras causas de mortalidad materna
en el mundo, siendo en la mayoría de los casos potencialmente evitable.
Las complicaciones de la hemorragia postparto incluyen hipotensión ortostática,
anemia y fatiga, lo que puede dificultar el cuidado materno del recién nacido. La
anemia posparto aumenta el riesgo de depresión posparto. La transfusión de
sangre puede ser necesaria y conlleva riesgos asociados. En los casos más
graves, el shock hemorrágico puede conducir a una isquemia de la hipófisis
anterior con retraso o fracaso de la lactancia (es decir, necrosis pituitaria
posparto). La isquemia miocárdica oculta, la coagulopatía dilucional y la muerte
también pueden ocurrir. También puede ocurrir una hemorragia posparto tardía,
sangrado después de 24 horas como resultado de desprendimiento de la escara
placentaria o fragmentos retenidos de la placenta.
Entre los factores asociados al trabajo de parto y al alumbramiento que inciden en
una mayor pérdida de sangre, se encuentran la episiotomía, la cesárea y el trabajo
de parto prolongado, evidenciando que las mujeres anémicas son más vulnerables
a una pérdida de sangre en cantidad moderada. El diagnóstico suele ser
evidentemente clínico, apareciendo una pérdida hemática excesiva antes del
alumbramiento de la placenta (hemorragia de la tercera fase) o después (HPP
verdadera). Como se ha explicado anteriormente, además de intentar cuantificar la
hemorragia es necesario valorar la repercusión de esta sobre el estado
hemodinámico de la paciente.
Las hemorragias postparto de la tercera fase previa al alumbramiento de la
placenta son poco frecuentes. En este caso, debe procederse a su extracción con
una tracción suave y mantenida del cordón. Si la placenta no emerge en los 30
minutos después del parto, debe sospecharse una placenta retenida o una
inserción anormal de la misma. En el primer caso se procede a una exploración
manual del útero. La extracción manual de la placenta se efectúa introduciendo
una mano enguantada en la cavidad uterina y controlando el fondo con la otra
mano. Se sigue el cordón umbilical hasta su inserción y se identifica el borde
inferior de la placenta para proceder a su separación mediante un movimiento de
sierra. Cuando se ha desprendido por completo, se tracciona de las membranas
hacia el exterior mientras que con la mano situada sobre el fondo se realiza un
masaje con un movimiento rotacional. Si esto no fuese suficiente y aún
permaneciesen restos intracavitarios, debería realizarse un legrado. Debido al alto
riesgo de perforación del útero puerperal grande y blando, deben usarse legras de
gran tamaño (legra de Pinard) y si es posible bajo control ecográfico.
La revista ciencias médicas del embarazo de los Estados Unidos argumenta: “Las
hemorragias postparto se producen en aproximadamente el 10% de los
alumbramientos y son una de las causas más importantes de morbi-mortalidad
materna en el mundo, aunque en nuestro entorno suelen ser bien controladas”.
Como lo especifica H. Karlsson, C. Pérez Sanz: “En casos de placentación
anormal (acretismo placentario) puede resultar imposible extraer toda la placenta
sin dañar el útero (provocando, por ej., una inversión uterina)”. En tales
circunstancias, si el sangrado es controlable farmacológicamente, es preferible
dejar parte de la placenta en la cavidad. En gran cantidad de ocasiones, y en
función del grado de acretismo, hay que recurrir a histerectomía.
El conocimiento de la existencia de factores de riesgo es de gran ayuda a la hora
de prevenir una HPP pero hay que recordar que dos terceras partes de los casos
se dan en mujeres sin ninguno de estos factores.
Es por ello por lo que todos los profesionales de la salud que atienden estos casos
deben actuar de forma sistemática y universal en la fase de alumbramiento de
todos los partos mediante una conducta activa, que puede resumirse en los
siguientes pasos.
CONCLUSIÓN

Por lo general, se supone que, mediante la prevención y el tratamiento de la HPP,


la mayoría de las muertes asociadas con la HPP podrían evitarse. Por lo tanto, la
prevención y el tratamiento de la HPP son pasos vitales para mejorar la atención
de la salud de las mujeres durante el parto y alcanzar los Objetivos de Desarrollo
del Milenio. Para este fin, los trabajadores de la salud de los países en desarrollo
deben tener acceso a los medicamentos apropiados y capacitarse en los
procedimientos pertinentes para el tratamiento de la HPP. Los países también
necesitan orientación basada en pruebas científicas para informar sus políticas de
salud y mejorar los resultados.
WEBGRAFÍA

 http://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/141472/9789243548500_spa
.pdf;jsessionid=F01E41FC7237A28528326884CABE77B9?sequence=1
 http://www.monografias.com/trabajos62/anomalias-placentarias/anomalias-
placentarias2.shtml
 https://www.aafp.org/afp/2007/0315/p875.html

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