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Calle
LAS ENSEÑANZAS DE
LA MEDITACIÓN VIPASSANA
SUMARIO
AGRADECIMIENTOS 4
INTRODUCCION 4
1. LAS TRES CARACTERÍSTICAS DE LA
EXISTENCIA, LA VISIÓN PENETRATIVA Y LA
ILUMINACIÓN 6
Visión cabal, comprensión clara y lucidez 12
2. LOS CINCO AGREGADOS, LA
LIBERACIÓN DE LA MENTE Y EL ORIGEN
DEPENDIENTE 12
3. LAS CUATRO NOBLES VERDADES 20
4. EL NOBLE ÓCTUPLE SENDERO 27
Sabiduría: entendimiento recto y
pensamiento recto 29
Virtud: palabra recta, acción recta y medios
de vida rectos 30
Cultivo de la mente: esfuerzo recto, atención
recta y concentración recta 32
5. LA ATENCION RECTA 34
6. LA CONCENTRACION RECTA 38
7. LA MEDITACIÓN DE ABSORCIÓN 41
8. LA MEDITACIÓN DE VISIÓN CABAL 45
1. La contemplación del cuerpo:
(Kayanupassana) 50
2. La contemplación de las sensaciones:
(Vedanupassana) 52
3. Contemplación de la mente:
(Cittanupassana) 53
4. La contemplación de los objetos de la
mente: (Dhammanupassana) 54
5. Desplegando sabiduría 55
9. EL MÉTODO EXPUESTO POR U BA KHIN
57
El ejercitamiento propiamente dicho 63
De U Ba Khin a la actualidad 66
El trabajo sobre las sensaciones 66
S. N. Goenka 70
John Coleman 72
10. EL METODO DE MAHASI 74
Venerable Gampaka Pemasiri Thero 77
11. EL METODO DE SUMLUM SAYADAW
79
12. OTROS METODOS DE VIPASSANA 82
13. CONSIDERACIONES GENERALES
SOBRE LA MEDITACIÓN VIPASSANA 88
Sufrimiento durante la meditación 88
Requisitos 89
Los obstáculos 90
Los riesgos de la meditación 90
¿Qué método seguir? 93
Vipassana y yoga físico 94
APÉNDICES 95
Apéndice 1: Encuentros con monjes budistas
Theravada 95
Venerable DR.H. Saddhatissa 96
Walpola Rahula 98
Ananda Maitreya 99
Kassapa Thera 101
Piyadassi Thera 102
Nyanaponika Thera 103
Apéndice 2: Vipassana por Amadeo Solé-
Leris 106
BIBLIOGRAFIA 110
Buda fue el hombre más lúcido de su época y
durante años se sometió él mismo a un intenso
ejercitamiento meditacional. Aunque Buda
aprovechó todos los métodos meditacionales del
yoga de la época, desarrolló básicamente un
método de meditación muy eficaz conocido
como vipassana (visión penetrativa y clara;
visión justa y cabal) y capaz de eliminar de raíz
los condicionamientos subconscientes que tanto
encadenan a la persona y tanta desdicha
producen en la mente... La meditación
vipassana, que se centra de manera especial en
la exploración de las actividades psicofísicas del
propio meditador, es de enorme efectividad para
modificar los viejos modelos de conducta mental
y liberar la mente de sus trabas, favoreciendo
así la visión liberadora (vipassana).
En esta obra, Ramiro Calle muestra al lector
los principales métodos de meditación
vipassana, con un carácter eminentemente
práctico, explicando todo al respecto de este
antiquísimo y solvente método meditacional, que
representa la verdadera meditación mostrada
por el Buda.
Ramiro Calle ha viajado en más de cincuenta
ocasiones por los países de Asia y ha
entrevistado a los más relevantes monjes y
especialistas del budismo theravada, rama del
budismo en la que se ha perpetuado a lo largo
de dos mil quinientos años esta importantísima
técnica meditacional que es el vipassana, y que
cada día es más practicada por decenas de miles
de occidentales. Ramiro Calle la ha practicado él
mismo a lo largo de muchos años y es autor de
más de cien obras sobre psicologías, místicas y
disciplinas espirituales de Oriente.
AGRADECIMIENTOS
Materia.
Sensaciones.
Percepciones.
Actividades mentales.
Conciencia.
En suma, la materia o corporeidad y la
mente, es decir, la organización o complejo
psicosomático. Pero estos agregados, conocidos
como los agregados del apego, que son un
producto de la biología y perpetúan la vida (que,
no lo olvidemos, es siempre una fuerza ciega e
impersonal, estimulada por el deseo), merecen
ser considerados con algún detenimiento. No
debemos pasar por alto que el practicante que
sigue la vía de la purificación mediante el cultivo
de la atención y la ecuanimidad, se sirve de la
contemplación arreactiva de estos procesos
psicofísicos para desencadenar la visión
penetrativa y la comprensión clara. Buda
declaró: «es en este cuerpo de apenas dos varas
de extensión, en donde yo hago patente el
mundo, el origen del mundo, la extinción del
mundo y el camino que lleva a la extinción del
mundo». Con la palabra “ mundo” se refería a
la materia-mente.
Si lo más cercano a nosotros es el cuerpo y
la mente, ¿por qué no utilizar como objeto
primario de exploración al cuerpo-mente para
conocemos, perfeccionarnos y liberamos? En
principio, el ser humano, debido a su ignorancia
básica, se identifica mecánica y plenamente con
sus agregados, que le someten a servidumbre y,
al provocarle reacciones desmesuradas de
apego y aversión, le causan mucho sufrimiento.
Pero con el entrenamiento adecuado, cada
agregado se va dejando en su propio y justo
plano, sin anómalas reacciones mentales,
permitiendo que la mente recobre su pureza y
recupere la visión liberadora.
Aunque sea sucintamente, abordemos los
agregados que nos conforman:
Entendimiento recto.
Pensamiento recto.
Palabra recta.
Acción recta.
Medios de vida rectos.
Esfuerzo recto.
Atención recta.
Concentración recta.
La virtud o ética genuina se recoge en los
factores: palabra recta, acción recta y medio de
vida rectos. El cultivo de la mente se insume en
los factores: esfuerzo recto, atención recta y
concentración recta. La sabiduría se refleja en
los factores: entendimiento recto y pensamiento
recto. Todos son importantes. La observancia
de unos favorece el desarrollo de los otros. Si
una persona observa la virtud, le será más fácil
meditar y desarrollar Sabiduría. Si cultiva la
mente, asumirá más fácilmente la virtud y estará
desplegando la Sabiduría. Si estimula el
elemento de Sabiduría, comprenderá y asumirá
la virtud y entenderá la necesidad de incorporar
a su vida la práctica de la meditación.
Sabiduría: entendimiento recto y pensamiento
recto
El entendimiento recto o recta opinión
consiste en ver las cosas ecuánime y
lúcidamente tal y como son. Por eso es
sabiduría, conocimiento real. Cuando comienzan
a percibirse los hechos más allá de filtros,
reacciones, interpretaciones personalistas y
contaminaciones, la persona descubre que hay
dolor, pero también que hay un buen camino
para hallar conocimiento liberatorio, visión cabal
y paz sublime. El entendimiento recto, pues,
permite captar la realidad de las Cuatro Nobles
Verdades. Abre un canal de claridad en la densa
bruma de la mente. La persona, apoyándose en
la recta opinión, empieza a distinguir entre lo
accesorio y lo esencial, lo trivial y lo
importante. Cuando comienza a descubrir qué es
lo esencial, comienza a su vez a poner la
atención en ello y no la extravía en
mezquindades, apegos bobos, opiniones
equivocadas o inútiles abstracciones. Lo
esencial es que hay sufrimiento y urge emerger
de esa masa de dolor. Es posible y hay un
sendero para que sea así. Lo no esencial es
extraviarse en la maraña de las opiniones, las
creencias, las suposiciones o vanas dialécticas.
A propósito de la atención indebida, leemos en
el Majjhima Nikaya:
«El que no sabe cuáles cosas atender, y de
cuáles hacer caso omiso, atiende a lo que no
tiene importancia y hace caso omiso de lo
esencial: “ ¿Existí yo en el pasado? ¿No existí
yo en el pasado? ¿Quién fui en el pasado?
¿Cómo fui pasando de existencia en existencia
en el pasado?” . O bien se pregunta: “ ¿Existiré
en el futuro? ¿No existiré en el futuro? ¿Quién
seré en el futuro? ¿Cómo iré pasando de
existencia en existencia en el futuro?” . Y aun
en lo que se refiere al presente vive lleno de
zozobra: “ ¿Soy? ¿No soy? ¿Quién soy? ¿Cómo
soy? ¿De dónde vine a esta vida? ¿Después de
esta vida a dónde iré?"».
A todo ello Buda lo denominaba cuestiones
irrelevantes o improcedentes, porque no
conducen a nada beneficioso. Lo esencial es
poner los medios necesarios para emerger de la
ignorancia, superar el apego y liberar la mente
de sus trabas. Preguntarse si el mundo es
eterno o no es eterno, si uno perdura después
de la vida o no, si el arahant sobrevive o se
extingue y tantas otras preguntas que uno
puede hacerse en el terreno de lo insondable e
incognoscible para la mente ordinaria, no son
para Buda más que «un extravío de opiniones,
un yermo, un enredo, una barahúnda de
opiniones». Lo importante es escuchar la
enseñanza y practicar. «Este sí sabe -declara
Buda- a cuáles cosas atender, y de cuáles cosas
hacer caso omiso; éste atiende a lo esencial y
hace caso omiso de lo que no tiene
importancia».
Se debe poner la energía y el énfasis en el
autoconocimiento y la liberación. Si toda la
energía que se extravía en divagaciones
intelectuales y abstracciones metafísicas se
pone al servicio de la meditación, el avance será
extraordinario y la intuición permitirá descubrir
a nivel supraconsciente aspectos que no pueden
ser cognoscibles para el intelecto ordinario.
Desarrollando el entendimiento recto, la
persona penetra cómo son las tres
características básicas de la existencia.
También percibe la condicionalidad de todo lo
existente. Como se declara en el Majjhima
Nikaya: «quien ve el origen condicional de las
cosas, ve la verdad; quien ve la verdad, ve el
origen condicional de las cosas».
El que desarrolla el recto entendimiento no
se pierde tampoco en ideas y suposiciones
sobre el yo. Trata de desarrollar la captación de
los procesos psicofísicos como son, sin
apropiárselos ni identificarlos con un yo. Por
eso cuando a Buda le preguntaban si es que él
no tenía opiniones, respondía:
«El Perfecto está libre de toda opinión,
porque ha visto y comprendido la materia, el
surgir de la materia y el desvanecerse de la
materia; ha visto y comprendido las
sensaciones, las percepciones, las actividades
mentales y la conciencia, y el surgir y
desvanecerse de todo ello. Yo os digo que es de
este modo como, habiendo logrado el
aniquilamiento, la cesación, el abandono, la
renuncia y el desprendimiento de toda ilusión,
de toda confusión y de toda tendencia a pensar
en términos de “ yo” y “ mío” , el Perfecto ha
alcanzado la liberación».
El recto entendimiento también comporta la
comprensión clara de lo que es provechoso y
sano o perjudicial e insano. La persona con
recto entendimiento sabe que las tres raíces de
lo insano (ofuscación, avidez y aversión) son
perjudiciales para uno mismo y para los demás,
y que las tres raíces del bien (sabiduría,
desprendimiento y amor) son favorables para
uno mismo y para los demás. Con la recta
opinión podemos saber qué pensamientos,
palabras y actos son oportunos y provechosos,
y cuáles los inoportunos y perjudiciales.
La recta opinión invita a recorrer el Sendero
«comprendido a la perfección por el Perfecto, el
Camino que proporciona la visión y el
conocimiento, y que conduce a la paz, al
conocimiento directo, a la iluminación, al
Nirvana».
El factor conocido como pensamiento recto
también es denominado el recto propósito o
propósito correcto. Representa el pensamiento
de renuncia, buena voluntad y propósito de no
dañar a ninguna criatura. En principio el
pensamiento de la mayoría de los seres
humanos está contaminado por la ofuscación, la
codicia, el odio, los celos, la malevolencia, el
egocentrismo y otras corrupciones, pero con el
adecuado trabajo de purificación se puede ir
liberando el pensamiento de tales obstáculos,
irlo esclareciendo y utilizándolo con sabiduría,
libre de condicionamientos, prejuicios, codicia o
autoengaños. Hay que purificar el pensamiento
para que pueda ser constructivo en lugar de
destructivo, y pueda proporcionar lucidez en
lugar de ofuscación. En la medida en que se
desarrolla el pensamiento recto, también se
estimula la recta opinión. Se requiere un
inquebrantable propósito de renuncia, buena
voluntad e inocuidad. El practicante debe ir
superando las actitudes perniciosas y los malos
propósitos, cultivando, por el contrario,
pensamientos de nobleza, amor y buena
voluntad. Ello requiere la ayuda de otros
factores del Sendero, tales como el
entendimiento recto, el esfuerzo recto y la
atención recta. Estando vigilante y con firme
resolución, el practicante debe eliminar los
malos propósitos, que son, entre otros, los que
están inspirados por la malevolencia, la codicia
y el odio. Hay que afirmarse en el propósito de
renuncia al ego, la vanidad, el apego a
opiniones, la ira y tantas otras corrupciones que
dañan irreparablemente la propia vida o la de
los otros. Desde la autovigilancia (a la que
incansablemente exhortaba el Buda) y la firme
determinación, podemos proponernos y cultivar
buena voluntad, desplegando compasión,
poniendo medios para ayudamos a nosotros
mismos y a los demás, estimulando la concordia
y superando la malevolencia, fomentando la
cooperación y la amistad. Con el pensamiento
del propósito de no dañar, que debemos también
suscitarlo y consolidarlo, evitaremos herir a los
demás y a nosotros mismos. Como
comprobaremos más adelante, el recto esfuerzo
nos ayuda a desalojar de la mente los
pensamientos perniciosos y estimular los
provechosos.
Buda sabía cuán necesaria es siempre la
atención para recordar que hay que fomentar
una mente sana que dé por resultado palabras y
actos provechosos y no malevolentes. Una y
otra vez se dirigía a sus discípulos para
aconsejarles:
«Vigilad, estad atentos, sed disciplinados,
reunid vuestros pensamientos, cuidad vuestra
mente».
Virtud: palabra recta, acción recta y medios de
vida rectos
Los budistas siempre han tenido presente
que muchas personas y demasiado a menudo
utilizan su lengua como un estilete para herirse
las unas a las otras. ¡Cuánto daño puede hacer
la palabra incorrecta! Puede incluso arruinar una
vida, conducir a una persona al suicidio,
sembrar la discordia irreparable, malograr su
reputación. La palabra es muy peligrosa. La
incontinencia verbal es muy perjudicial. Pocas
son las personas que saben contener la palabra
y decir lo oportuno, y decirlo con lucidez y
conciencia. Si en algo es mecánico e
irresponsable el ser humano es en el hablar.
Buda siempre decía que si no hay nada
importante que decir, más vale guardar el noble
silencio o no decir nada si no puedes mejorar lo
ya dicho o complementarlo. La persona sabia lo
refleja siempre en su modo de expresarse... o
guardar silencio. A menudo se pone la palabra al
servicio de la crítica innoble, la infamia, la
difamación, la censura gratuita, la discordia, la
cizaña. La mayoría de las veces es por
mecanicidad e ignorancia y no por perversidad
lúcida. Las palabras también están
condicionadas por la turbiedad, la imprecisión, la
falsedad, la confusión y el desorden. Las
palabras también pueden ser dañinas, mordaces,
denigrantes y humillantes. Pueden resultar
ofensivas, groseras, insustanciales y necias. Se
pueden utilizar para calumniar, crear rencores,
herir y dividir. Con las palabras se ultraja, se
manipula, se disfraza la verdad, se adulteran los
hechos, se abusa de la ingenuidad ajena. La
palabra puede ser sardónica, sarcástica,
venenosa. Puede crear todo tipo de confusión,
conducir a los unos contra los otros, arrastrar a
disputas y guerras, sembrar ira y malevolencia.
Es un arma peligrosísima. Por eso Buda insistía
en la observancia de la palabra recta, que
comporta:
Abstenerse de mentir.
Abtenerse de chismorrear.
Abstenerse de decir groserías.
Abstenerse de charlas insustanciales y
frívolas.
El cuerpo.
Las sensaciones.
La mente.
Los objetos de la mente.