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Vid. Goleman, D., Inteligencia emocional, Kairós, Barcelona 1996.
Por otra parte, los trabajos publicados por prestigiosos neurocientíficos como Joseph LeDoux o Antonio
Damasio, entre otros, desvelan, por un lado el entramado neurobiológico de las emociones, y por otro, la
fundamental importancia de las emociones y los sentimientos en los procesos de la razón y el
comportamiento humanos. Vid. Damasio, A., El error de Descartes, Crítica, Barcelona, 1996 y 2007;
Damasio, A., Y el cerebro creó al hombre, Destino, Barcelona, 2010; LeDoux, J., “Sensory Systems and
Emotion”, Integrative Psychiatry, 4, 1986; LeDoux, J., “Emotion and the Limbic System Concept”,
Concepts in Neuroscience, 2, 1992.
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Vid. Hadot, P., Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Siruela, Madrid, 2006.
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resulta una síntesis de los conceptos e ideas fundamentales de la filosofía griega.
Su manera de concebir el mundo y su modo de vivir han influido en toda la historia del
pensamiento occidental, desde su aparición hasta la actualidad. Uno de sus principios
fundamentales es que conviene vivir y obrar de acuerdo a la naturaleza:
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SVF III fr. 4 = D.L. VII 87-88, en alusión al libro I de Sobre los fines, de Crisipo.
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SVF III fr. 4 = D.L. VII 88; SVF III 178 = D.L. VII 85-86, y SVF I fr. 179.
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Ésta es una de las cuestiones centrales que se mantienen a lo largo de las tres etapas en que suele
dividirse el estoicismo; como ejemplo de uno de los filósofos del llamado estoicismo nuevo (I y II d.C.)
en relación con esta cuestión vid. Epicteto, Manual, § 2 y § 8.
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Vid. D.L. VII 90-95. No es una apología del sufrimiento, sino un entrenamiento en la desdramatización
y gestión inteligente de las adversidades y del dolor que éstas puedan producirnos.
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Vid. Séneca, De la vida bienaventurada, XXI-XXIII.
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desarrollo de la libertad interior, la óptima gestión de las dificultades y el fomento de la
armonía en las relaciones.
Nuestro propósito consiste en facilitar la reflexión en torno a estos aspectos, y la
aplicación actual de algunos de los planteamientos estoicos, mediante dinámicas que
permitan el ejercicio y el desarrollo de actitudes integradoras de los retos y dificultades
propios del tiempo en que vivimos. Para realizar este curso no es necesario poseer
conocimientos previos sobre habilidades emocionales ni sobre filosofía, pues el mismo
curso ya se encarga de iniciarnos en la aproximación al conocimiento de cuáles son las
emociones básicas del ser humano, cómo identificarlas, cómo se manifiestan y de qué
manera podemos aprender a experimentarlas coherentemente. También nos introduce en
las aportaciones filosóficas esenciales de algunos de los filósofos más importantes de la
época clásica, y de las contribuciones de la filosofía práctica actual. Todo ello enfocado
a profundizar en el autoconocimiento y la mejora de las relaciones interpersonales.
Estos son algunos de los puntos básicos que trataremos, aunque los temas de las
sesiones están claramente especificados en el programa:
. Técnicas de diálogo para mejorar la comunicación con nosotros mismos y con los
demás, lo que se traduce en un aumento de la calidad en la comunicación en todos los
ámbitos de nuestras relaciones (familiares, laborales, amistosas, etc.).
. Uno de los propósitos generales es facilitar un espacio de reflexión y fomentar la
actitud de aprendizaje en torno al autoconocimiento, las emociones y el diálogo.
Para ello tratamos tres temas fundamentales:
COMUNICACIÓN Y AUTOCONOCIMIENTO:
. Con el propósito de facilitar la coherencia y armonía entre lo que pensamos, lo que
sentimos y lo que hacemos, realizaremos ejercicios para mejorar la comunicación
interior consciente entre nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes. Asimismo se
fomentará la actitud asertiva en nuestras relaciones interpersonales.
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El ámbito emocional desde la perspectiva de la educación emocional actual.
Entre los investigadores del tema no hay total consenso sobre cuáles son las
emociones básicas, aunque la mayoría están de acuerdo en un mínimo de ellas.
Tomaremos como referencia las que propone Rafael Bisquerra en su libro Educación
emocional y bienestar8, en donde se nos presentan como
emociones negativas: ira, miedo, tristeza, ansiedad, vergüenza y aversión; y como
emociones positivas: amor, alegría, felicidad y humor.
Conviene recordar que por «negativas» no ha de entenderse «malas», ni
necesariamente las emociones positivas han de ser «buenas». Negativas y positivas
resultan de la satisfacción o insatisfacción de los objetivos que nos proponemos bajo un
eje de valoración «placer-displacer».
En realidad todo depende de las circunstancias; las emociones catalogadas como
negativas son tan necesarias para la supervivencia y la calidad de ésta como las
positivas, aunque puedan resultar más desagradables las primeras.
El miedo, la ira o la tristeza pueden ser muy necesarias y convenientes en un
momento determinado; por ejemplo, cuando el miedo nos advierte de un peligro y nos
permite reaccionar en consecuencia; o la tristeza cuando nos ayuda a valorar algo
importante, o a asimilar una experiencia dolorosa. Incluso la ira, bien canalizada puede
servirnos como impulso enérgico para mantener nuestra posición o defender algo.
El problema no son las emociones en sí, sino nuestra manera de experimentarlas
y gestionarlas.
Una cuestión importante es distinguir entre la experimentación de las emociones y la
acción resultante de dicha experiencia. No es lo mismo sentir ira que dejarme arrastrar
por ella y agredir a alguien.
Es conveniente aceptar cada emoción cuando se presenta y practicar el arte de la
escucha y el «diálogo» con ella.
Recibir su información, valorar la situación externa (el entorno) e intentar alcanzar
un consenso interior entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que pueda resultar más
apropiado según el contexto.
Y tras este diálogo interno: actuar en consecuencia.
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Bisquerra, R. Educación emocional y bienestar. Barcelona. 2000. Cyspraxis.
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En muchas ocasiones las emociones que se activan instantáneamente en nosotros no
corresponden realmente a las situaciones dadas y a las necesidades reales. Por esto
conviene esta tarea de gestión previa, en la que dialogamos con los distintos aspectos de
nuestro “pueblo interior” y tras alcanzar un consenso actuamos lo más realistamente
posible.
No son actitudes eficaces ni la represión de lo que sentimos (falta de aceptación y de
escucha), ni el otro extremo: dejarnos arrastrar irreflexivamente por lo que sentimos.
Todas las emociones básicas son naturales y cumplen una función.
El problema no está en las emociones, sino en nuestro manejo y relación con ellas.
Las emociones son mensajeras que aportan valiosa información para nosotros,
respecto a nuestra relación con el entorno y con nosotros mismos.
La definición de las emociones que nos propone el equipo Bisquerra es la siguiente:
Emociones básicas:
«1. Emociones negativas:
Ira: “La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados. La ira
es una reacción de irritación, furia o cólera desencadenada por la indignación y el enojo
de sentir vulnerados nuestros derechos (...) La ira y el miedo son las dos emociones que
impulsivamente exigen una respuesta más urgente. Ante la ira hay una impaciencia por
actuar. Por otra parte, la ira es la emoción potencialmente más peligrosa, ya que su
propósito funcional es destruir”.
Miedo: “El miedo es la emoción que se experimenta ante un peligro real e inminente.
El miedo es activado por amenazas a nuestro bienestar físico o psíquico. Verbalmente la
expresión de miedo tiene la forma de “tengo miedo de...”, o “tengo miedo a...”
(...) Es normal sentir miedo ante ciertos acontecimientos, por ejemplo un huracán o una
tormenta muy fuerte. Pero a veces se sienten miedos irracionales, referidos a supuestos
peligros imaginarios (...)
La forma más habitual de afrontar el miedo es la huida o evitación de la situación
peligrosa. Si esto no es posible, el miedo motiva a afrontar el peligro (...) de tal forma
que la respuesta funcional tiene como objetivo proteger a la persona”.
Tristeza: “La tristeza suele desencadenarse por la pérdida irrevocable de algo que se
valora como importante: un ser querido, salud, bienes, etc. Se valoran como pérdidas el
divorcio, la separación, una enfermedad grave, un fracaso, el desempleo, la vejez, etc.”
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2. Emociones positivas:
Alegría: “La alegría es la emoción que produce un suceso favorable. (...) Las
principales causas de alegría son: relaciones con los amigos, satisfacciones básicas
(comer, beber, sexo) y experiencias exitosas”.
Humor: es la buena disposición en que uno se encuentra para hacer alguna cosa. En el
estudio de las emociones se utiliza el término hilarante, que es un constructo teórico que
significa “que inspira alegría o mueve a la risa” […].
Amor: es la emoción experimentada por una persona hacia otra. Se manifesta en desear
su compañía, alegrarse con lo que es bueno para ella y sufrir cuando ella sufre. Es el
afecto que sentimos por otra persona, animal, cosa o idea. El desencadenante de la
emoción del amor suelen ser valoraciones subjetivas»9.
Damasio opta por cinco emociones universales básicas: felicidad, miedo, ira, tristeza
y asco10.
Carpena propone una ligera variante de estas cinco respecto a las cuales la mayoría
de los especialistas parece mostrar acuerdo: alegría, ira, miedo, tristeza y asco11.
9
Bisquerra, 2000 ,100-108.
10
Damasio, 2007, 179.
11
Carpena, 2001, 81.
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Muchas veces nos sentimos de determinada manera ante ciertas situaciones que
contienen los elementos básicos a partir de los cuáles nuestro aprendizaje nos ha
preparado para reaccionar con una u otra emoción; sin embargo, no siempre la situación
ante la que reaccionamos es exactamente como la sentimos.
«Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada,
en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso,
ciertamente, no resulta tan sencillo»12.
«Porque lo que más importa de todo es la actitud que tomemos hacia el sufrimiento,
nuestra actitud al cargar con ese sufrimiento. […] Uno de los postulados básicos de la
logoterapia estriba en que el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o
evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está
dispuesto a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga algún sentido.
Al aceptar el reto de sufrir valientemente, la vida tiene hasta el último momento un
sentido y lo conserva hasta el fin, literalmente hablando. En otras palabras, el sentido de
la vida es de tipo incondicional, ya que comprende incluso el sentido del posible
sufrimiento»13.
«Para mí, ser feliz no es tener una vida distinta a la que tengo, es entrar completamente
en la que tengo; no es protegerse del dolor o la desgracia, es integrarlos en las tramas de
la existencia. Con la misma vida puedes ser feliz o desgraciado; es una actitud
mental»14.
«Lo que turba a las personas no son las cosas, sino las opiniones que de ellas se hacen.
[…] Por lo que, cuando estemos contrariados, turbados o tristes, no acusemos a los otros
sino a nosotros mismos, es decir, a nuestras opiniones. Acusar a los otros por nuestros
fracasos es de ignorantes. Aquel que ha comenzado a instruirse se acusa a sí mismo; y
aquel que ya está instruido ni se acusa a sí mismo ni a los otros»15.
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Goleman 2007, 23; adaptación del texto original de Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1109a 25-30: «en
todas las cosas es trabajoso hallar el medio, por ejemplo: hallar el centro del círculo no es factible para
todos, sino para el que sabe; así también el irritarse, dar dinero y gastarlo está al alcance de cualquiera y
es fácil; pero darlo a quien debe darse y en la cantidad y en el momento oportuno y por la razón y en la
manera debidas, ya no todo el mundo puede hacerlo y no es fácil; por eso, el bien es raro, laudable y
hermoso».
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Frankl, V., El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona, 1991.
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Éric-Emmanuel Schmitt, dramaturgo, escritor, guionista, director de cine y Dr. en Filosofía.
15
Epicteto, Manual, § 5. Traducción al castellano de la traducción al catalán realizada por J. Leita.
(Vid. Epictet, Marc Aureli. Enquiridió, Reflexions, Laia, Barcelona, 1983).
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Séneca, Cartas, I, 1.