You are on page 1of 8

www.estudiolewkowicz.com.

ar
Entrevistado/s: Ignacio Lewkowicz
Entrevistador/es: Alejandro Lezama/ Sebastián Weingarten
Problema: La guerra de Irak
Fecha: 03-03
Perfil: Entrevista

El piquete del mundo


Surgimiento de la instancia militar: acerca de la guerra de Irak

Alejandro Lezama – Queremos hacer un artículo sobre un tema de actualidad. Es interesante


hablar con vos sobre las cosas que están pasando.
Ignacio Lewkowicz – Más que nada pienso sobre los modos en que se está pensando lo que
está pasando. No pienso tanto sobre los hechos como sobre cómo se están pensando.
Sebastián Weingarten – Zizek intenta registrar cierto efecto. Interviene bastante en la co-
yuntura ideológica norteamericana: trabaja sobre los argumentos mediáticos que se mane-
jan dentro de la misma cultura yanqui. En principio ironiza varios de ellos, critica al pacifismo
abstracto, y habla de que una de las consecuencias más catastróficas que produce el aconte-
cimiento de la guerra, es que produce una cierta inclinación a la derecha. La catástrofe no es
tanto la guerra en si, sino que se pueda mostrar, por ejemplo, la imagen de un árabe tortu-
rado, y que el público apoye y legitime abiertamente esos procedimientos. Acá también lle-
garon noticias sobre los campos de tortura y los procedimientos de la CIA desde una posición
bastante legitimante. Entonces él dice que la verdadera catástrofe es que estos enunciados
hoy sean posibles y, chistosamente dice que en realidad extrañamos los viejos tiempos de la
época de Argelia, donde la guerra sucia era un secreto. Por otro lado, él habla sobre cómo
este acontecimiento implica también cierto cambio en las reglas no escritas de la política in-
ternacional. Por un lado sitúa la invasión a Irak como una consecuencia casi directa del re-
chazo norteamericano a la jurisprudencia de la corte de La Haya: a partir de los argumentos
que empezaron a esgrimirse cuando se rechazó la pertinencia de esta corte internacional, el
lugar de la ONU fue retrocediendo. Y compara la situación actual de los países de Europa con
la vieja Europa decadente de los años veinte, que con su propia inacción y sus resoluciones
sobre resoluciones sobre resoluciones, permitió el avance del nazismo.
IL – ¿Y cual sería la novedad de la situación? ¿Cuál es el punto en que él puede decir “no es-
cribo esto en piloto automático? ¿Qué es lo que le corta el automatismo?
AL – El hallazgo es esa idea que se puede haber visto otras veces: estar en contra del paci-
fismo abstracto que tiene una consistencia totalmente determinada, jugada, con muchos pa-
sos dados. ¿Qué querría decir hoy una marcha por “no a la guerra”? Sería una desmentida
en acto de todo lo que está pasando. Eso es una ocurrencia medianamente sagaz. Y por otro
lado, el escrito es previo a la guerra: trata sobre cómo la sociedad norteamericana va vol-
viéndose a la derecha, y en un punto cómo fue llegando a la guerra. En ese sentido es un ar-
ticulo muy de la coyuntura previa a la guerra: no es un análisis de la guerra...
IL – El artículo es sobre si la guerra de Irak es el verdadero peligro…
GH – ¿Dónde está el verdadero peligro?
AL – Escribe antes del inicio de la guerra, y ataca la idea de buenas conciencias.
GH – Hay partes muy ligadas con análisis previos, ubicando ciertos hitos históricos: la caída
del Muro de Berlín marcó el final de los ochenta, y el final de “los felices noventa” está mar-
cado por la caída de las torres. Entonces, esa ideología de fin de la historia en que el libera-

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 1


www.estudiolewkowicz.com.ar

lismo finalmente había ganado y que los muros estaban cayendo, ahora es un imaginario de
muros que se levantan por todas partes: entre los palestinos y los israelíes, entre los mexi-
canos inmigrantes y los yanquis... No sé si la guerra le arma un real para el pensamiento, si
lo conmueve.
AL – Yo diría que es un motivo para plantear algunas cuestiones.
IL – Si no fuera Zizek, lo hubiéramos pasado por alto rápidamente.
AL – Es interesante su idea de pacifismo. Después, es un intelectual que habla en contra de
la guerra, como cualquiera que sabe qué puede implicar cualquier guerra.
GH – Además de ser un tema que está en la agenda mediática, cuando pensamos en relevar
el tema de la guerra en la revista, lo hicimos con la sensación de que verdaderamente algo
pasó; que verdaderamente algo ha cambiado en términos geopolíticos o ideológicos, que se
expresó cierto cambio que venía dándose en forma subyacente.
IL – Podríamos hacer un inventario de las cosas que parecen nuevas, independientemente de
poder o no ligarlas después en un argumento. ¿Qué cosas son “las cosas nuevas”?
AL – No sé si esto es completamente nuevo. En principio, antes de la caída del muro parecía
muy difícil una tensión internacional como esta: un país con tanta impunidad, que va más
allá de la ONU, de varias resoluciones, que avanza más allá de haber encontrado o no alguna
prueba, que ataca sin ningún argumento ni ningún tipo de justificativo social, general, etc.
Antes de la caída del muro era difícil que un país invada otro “porque sí”
IL – Con la caída del muro aparece una condición: no hay campo socialista. Pero el muro ca-
yó hace más de veinte años. Pareciera que no basta con que no haya campo socialista para
que sea posible este modo de declarar la guerra. Intuyo que hay alguna condición interna al
capitalismo que incide, pero no sé qué sería.
GH – Y que tiene incidencias discursivas. No es lo mismo intentar justificar el capitalismo en
términos de ideología liberal, democrática, etc., que hacerlo con los giros discursivos y retó-
ricos que en este momento se ven obligados a hacer para sostener la acción.
AL – Algunas cosas que dice Bush son delirantes. Tiene un valor análogo a los discursos de
Hitler.
IL – Trabajé mucho sobre historia espartana. Finley dice que la sociedad espartana está ab-
solutamente militarizada, pero que no es nada militarista: el militarismo es propio de otro ti-
po de sociedades; de sociedades que por ejemplo buscan la guerra por sí misma. El ejército
espartano, si bien combatió en algunas batallas, en rigor era más un mecanismo interno de
constitución de la subjetividad, que una fuerza disuasoria. En cambio según Finley, los Asi-
rios siempre estaban buscando a quién hacerle la guerra. No buscaban tanto a quién con-
quistar o a quién colonizar, sino que buscaban guerras. Es propio de un tipo de subjetividad
específica buscar la afirmación de la supremacía militar pura. Yo creo que algo de esto hay,
además del petróleo y una revancha por el 11 de septiembre, en esta transformación del
mundo del capital, cuando se consolida Europa poniéndose al nivel de los EEUU. No pienso
tanto en toda la sociedad norteamericana sino más bien en el pentágono como grupo, como
banda: el único modo que ellos tienen de afirmarse es ser reconocidos como la única fuerza
realmente consistente en el campo militar, pero en una lógica más cercana a la patotas, a la
banda. No sé si realmente creo en esta idea; en todo caso es interesante como línea de pen-
samiento que lleva a que se pueda pensar la declaración de guerra como un puro afán de
supremacía: ser la única fuerza militar reconocida en el mundo, una fuerza que hay que te-
ner en cuenta para cualquier negocio, una banda pesada a la que siempre hay que conside-
rar necesariamente al encarar cualquier tipo de proyecto. Sería una presencia casi mafiosa.
Estuvieron complicados económicamente con Japón, ahora con el Euro, pero hay un punto en
que no son soslayables ni desfondables: en la capacidad que tienen de extraer a las finanzas
mundial la masa de dinero que financia al ejército. Y entonces se convierte en un factor de
poder puro: no es la expresión de las corporaciones, ni en la expresión del imperialismo capi-
talismo, ni en la expresión de la voluntad anticomunistas: no expresa nada. No sé si real-
mente creo esta idea, pero es una línea de argumentación: hay una fuerza que es pura fuer-
za, que en la nueva lógica de poderes se presenta como “la pesada del mundo”. Y es tan pe-
sada que ninguna de las mediaciones previas logra detenerlo. Ni el G7, ni las manifestacio-

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 2


www.estudiolewkowicz.com.ar

nes del 15 de febrero, ni la ONU. Parece un puro acto de fuerza, lo cual violenta mucho al
pensamiento: uno espera que la guerra responda a algún propósito.
AL – Uno espera que haya una mediación de la fuerza a través de algo que no sea fuerza pu-
ra. Si uno quiere presionar a otro, se espera que encarne cierto elemento discursivo por fue-
ra de la violencia. Y en la línea que traías, el elemento de fuerza es la fuerza.
IL – Por ahora sólo estoy siguiendo el argumento. En realidad tiendo a pensar que detrás de
la guerra está el petróleo y que habrá otras cosas. Pero veo que hay una dificultad para pen-
sar algo que por otra parte es bastante evidente: la fuerza militar no encarna otra cosa que
la fuerza militar. Hay una frase que dice: “la guerra es la continuación de la guerra”, no es la
continuación de la política, no es continuación de la economía, no es continuación de nada:
es un principio.
AL – ¿No hubo otros momentos en la historia del mundo en que un grupo, una banda organi-
zada, haya decidido hacer uso de la fuerza de este modo?
GH – Lo que está en cuestión es si todos los beneficios son beneficios secundarios a una cier-
ta voluntad de sustracción del resto de las determinaciones discursivas más allá de la pura
fuerza. ¿Se los puede pensar como beneficios secundarios? ¿Qué sería este afirmarse en la
pura superioridad, esta cierta voluntad de sustraerse de todo otro conjunto de determinacio-
nes más allá de la fuerza y ejercerla por sí misma, donde todos los beneficios que esto trae-
ría serían beneficios secundarios? De este modo, los beneficios vienen por añadidura.
IL – Me parece que el planteo sería distinto. Sería una cuestión primaria el hecho de que esto
va a redundar en múltiples beneficios secundarios. Ellos juegan una baza muy fuerte, y des-
pués podrán hacer muchas cosas con eso. Ellos serían un poder constituido para todo servi-
cio, y después verán qué beneficios obtienen. Al menos el argumento nos lleva en este sen-
tido. El capital financiero es volátil, está todo globalizado, ¿qué ventaja comparativa tienen
entonces para ser estimados por el capital financiero? Por ejemplo, la capacidad de destruir.
Esa capacidad destructiva puede ser muy estimada por el capital financiero porque si no se
les paga lo suficiente, causan una destrucción que derrumba los circuitos de capital. Es decir
que pueden hacerse financiar extorsivamente.
AL – ¿Realmente pensás que es una banda mafiosa?
IL – En principio, sí pienso que es una banda. La caída del muro de Berlín, toda la configura-
ción europea, la caída del Japón, etc.; todo esto viene a decir que cualquiera puede caerse.
Pensando en ese sentido, puede ser una muy buena estrategia hacer jugar muy fuerte el po-
derío militar, pero no subordinado a interese económicos sino causando intereses económi-
cos.
AL – Es decir que no habría un cálculo sólo en función de los pozos petroleros que están en
juego –lo que sería la visión del marxismo ortodoxo–, sino que se avanza casi en la indeter-
minación: se sabe que algún beneficio va a traer, no es tampoco una pura intervención de
fuerza. Por otro lado, en la fluidez del capital financiero actual, la destrucción atrae capitales.
Hay una expectativa. Uno podría armar una hipótesis, que sería indeterminada si se trata de
calcular efectos exactos, según la cual el capital financiero tampoco le queda otra que tener
en cuenta lo que pasa.
IL – Es un elemento que hace refluir capitales sobre sí. Qué pasa si hoy algún alma santa di-
ce “este ejército es criminal, son más criminales los nuestros que los enemigos, ¿por qué no
bajamos el presupuesto militar?
AL – Dura tres segundos.
IL – Dura tres segundos. Pero no porque hay intereses comerciales muy grandes. Muy pro-
bablemente, si no existieran esos ejército podrían generarse otras vías de desarrollo más
rentables. Pero esos ejércitos existen. Y tienen una enorme capacidad de destrucción, con
una capacidad de paralizar el sistema financiero. La amenaza de bloqueo sobre el sistema fi-
nanciero hace que refluyan capitales como soborno. Pero a la vez, esos capitales que sobor-
nan a esa banda mafiosa se destinan a investigaciones de desarrollo que potencian el pode-
río militar de la banda.
AL – ¿Podríamos decir que no hay nada más real hoy en el mundo que el poder militar?

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 3


www.estudiolewkowicz.com.ar

IL – Y que como es lo más real –en tanto que poder militar, y no en tanto que expresión–
entonces en la era de la fluidez del capital financiero es algo rentable porque...
AL – El capital financiero es finalmente representación. Pro en estas condiciones, el modo de
producción depende del capital financiero. Ahí hay algo real.
IL – Podríamos ver qué pasa si hablamos del poderío militar de una banda, y no de la sobe-
ranía del estado. Habrá que ver qué sentido tiene pensarlo así. Habría que deslocalizar la
cuestión respecto de estados y países. Incluso sería una banda con capacidad de condicio-
namiento sobre el planeta y no sobre los gobiernos. Siguiendo la idea, el poder militar se
postula como una condición inevitable de cualquier situación política económica futura.
AL – Falta decir ideológica. Si hay un poder militar por fuera del gobierno y el estado, que
también estaría por fuera de la sociedad, ¿quién encarna finalmente el poder? Uno ve que el
ejército se conforma por mexicanos, portorriqueños, exiliados, es decir que no es un grupo
social que expresa sus intereses sino que es una maquinaria con su lógica.
IL – Y los que pueden ahí adentro tienen un puchero para comer, forman parte.
AL – El ejército no es un grupo que expresa su voluntad, no son los arios puros ni los ciuda-
danos griegos...
IL – Es una corporación. Una corporación, pero no en un sentido fascista sino que sería algo
más cercano a un Ejército Inc. En realidad no creo que esto sea así efectivamente, pero sí
me parece que este planteo pone condiciones bastante particulares para pensar el asunto, y
que puede ser interesante ver adónde nos lleva.
AL – El ejército sería una maquinaria que supuestamente está dentro de la sociedad, y que
sin embargo no está coordinado por otra regla que la regla propia.
IL – Es sugestivo pensarlo así. En una sociedad, el ejército es un sector de la sociedad. Pero
podríamos decir que en términos de fluidez pura no hay sociedad sino agrupamientos, y que
cada uno de esos agrupamientos tiene que ver cómo hacer para que los demás ofrezcan
condiciones para reproducirse. Entonces no se trata de que el ejército está al servicio de otra
cosa, sino de cómo el ejército hace que otras cosas estén a su servicio de modo tal que se
reproduzca de manera ampliada. Es decir que no hay una totalidad orgánica que se reprodu-
ce, sino que cada uno está haciendo lo que puede para poder crecer. El poder militar organi-
za su sociedad, no la expresa. Organiza la red de condiciones que lo hace posible. Situándo-
se como determinación insoslayable, hace que la ONU le sirva de determinada manera, los
mexicanos de determinada manera…
GH – Y los medios. Lo mediático enseguida se monta para legitimar…
AL – En el conflicto en Palestina, en un momento hubo una prorrogativa que daba el ejército
para que los medios marchasen con ellos, a condición de que el ejército revisara los materia-
les que se iban a publicar. Un sector de la prensa no aceptó esto. Y hubo matanzas de gente
sin ninguna justificación de tipo estratégico militar, salvo ésta que estamos diciendo ahora:
lo militar tiende a crecer por reglas propias, y quienes quedan afuera son enemigos. Un ale-
mán o un español sacando fotos atenta contra ese poder del ejército…
IL – Incluso sería un error llamarlos “alemanes” o “españoles”, porque estaríamos plantean-
do la cuestión en términos de una lógica de estados. Más bien serían “tipos que conspiran
contra nuestra operación de hacernos financiar por el mundo”.
AL – Resulta un planteo bastante extremo. Si esto fuera así, y uno tuviera que armar un
pronóstico…
IL – Imaginemos un mundo fluido donde cada punto intenta que el fluido gravite sobre sí.
Así, por ejemplo, la privatización de empresas sería un gran atractor de capitales en la flui-
dez. Entonces aparece el poder militar como una capacidad para hacerse tomar en cuenta
por todas las x que andan sueltas por el flujo. Esas x tendrán que componerse engordando
esta x que es el poder militar, y si no van a recibir balas. Después estarán todas las media-
ciones dialécticas para los medios. Entonces, si queremos hacer un pronóstico podemos decir
que el que más crece, más atrae.
AL – Entropía.
IL – Como un agujero negro.

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 4


www.estudiolewkowicz.com.ar

AL – Es muy distinto tomar como regla de funcionamiento del ejército norteamericano esta
idea de ejército-banda (...) En general, este ejército no trabaja en su propio territorio, en su
base. En cambio, el ejército de Saddam pareciera formado más a la antigua, con relaciones
sociales, religiosas; pareciera no responder a esa lógica...
IL – El ejército que juega de local, tiene que jugar dentro de determinaciones sociales. En
cambio el ejército del que estamos hablando está totalmente desterritorializado: realiza sus
operaciones de apriete en cualquier punto del planeta.
AL – Los EEUU se quejaban porque había algunos que parecían rendirse, y después se arre-
pentían y salían a los tiros. Se ve que había muchos milicianos de la sociedad civil que pare-
cían rendirse y después se arrepentían y salían a los tiros. Y a los estadounidenses les indig-
naba porque mezclarse entre la gente de la población civil “no vale”: hay que salir y mos-
trarse como ejército. Ellos querían que el enemigo opere con las reglas propias de defensa
de una nación.
IL – Las posiciones defensivas tienen sus ventajas sobre las defensivas. Y en general se su-
pone que el ejército invasor quiere conquistar, y no que quiere hacer un apriete dedicado a
otros que están en otro lado.
AL – Dicen que para avanzar se necesita duplicar en número a la defensa.
IL – Pero no habría problema en tener poca gente si no se quiere conquistar. Es una manio-
bra. La idea que dice que “en la grava el pueblo es invencible” supone un enemigo que tiene
el honor de atacar para conquistar. Y me parece que aquí sería al revés: es invencible el que
juega de visitante, porque nunca se ve implicado en las tareas de reconstrucción, organiza-
ción o colonización. Esas tareas se tercerizan inmediatamente. No hay una voluntad de colo-
nización. Es raro que le entreguen la organización de Irak a la ONU.
GH – En realidad, a las empresas. Hay una pelea entre empresas para eso.
IL – Pero no se sitúan en tierra conquistada.
AL – Igual saben que la mediación llega. Por ejemplo, quieren poner como presidente provi-
sional a un tipo alguien que estuvo ligado al ejército de EEUU. Y la discusión con la ONU es
que la ONU quiere que se instale por unos meses, mientras que ese tipo quiere estar dos
años. Se supone que en dos años, va a dejar los negocios armados como para que duren un
tiempo financieramente conveniente.
IL – Si lo pensamos de ese modo, es para amortizar la guerra. Ellos llevan a cabo un opera-
tivo. Son “los más pesados”. Tienen que tejerse intereses en torno a ellos. ¿Cuándo se amor-
tiza el operativo? ¿cuándo pasa qué?
AL – Muy buena la idea. En la lógica de oferta y demanda, la guerra es una suplementación
enorme, porque el que es invadido tiene que responder con demanda aunque no quiera.
GH – Es mucho más complicado armar una estrategia que evite pasar por ahí, o armar un
lógica paralela. En el mercado, se puede tratar de armar algo para no pasar por cierta lógica
del mercado y subsistir…
AL – Y en última instancia la violencia es mediada a través del monopolio, a través de otros
pactos… Y la guerra interviene en esa lógica.
IL – Me parece que estamos planteando dos cosas. Primera tesis: irrumpe lo militar puro, co-
sa desconocida hasta hoy. Segunda tesis: lo militar puro tiene efectos económicos, y no cau-
sas económicas. La lógica no es económica: es militar; pero en tanto el efecto es económico,
califica a la causa: la acumulación de potencia militar es una inversión.
AL – Que lo económico agencie a lo militar no es la única posibilidad: en este caso, lo militar
está agenciando a lo económico.
AL – ¿Qué pasa si nosotros tenemos poder militar suficiente como para poner un peaje en la
esquina de Don Bosco y Yapeyú? Tenemos el poder de un peaje. Luego, si acumulamos más
poder, nos mudamos a Castro Barros y Yapeyú. Si logramos tener más poder todavía, ya nos
podemos instalar en Rivadavia y Castro Barros. Ésa sería una pura lógica militar, y no de
acumulación económica. Habría una acumulación de medios de extorsión, y no de medios de
producción.

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 5


www.estudiolewkowicz.com.ar

AL – Ésa sería la tesis.


IL – Y ésa sería la eclosión de lo militar puro. Las muestras de fuerza o la supremacía, hacen
que no se pueda pensar en otra cosa que en sobornar a ese poder militar. Del mismo modo
en que en la villa se dice que para hacer cualquier cosa hay que pagarle a alguien. La su-
premacía pura impone que todas las operaciones del mundo tienen que tener en cuenta a
esa x. En lo que planteaba Alejandro, lo terrible en esa irrupción de lo militar puro es la
irrupción de una dinámica expansiva de lo militar puro. No es como la banda del padrino,
que después trata de legalizarse y dedicarse a otros negocios, abandonado el pasado mafio-
so; aquí el medio de producción fundamental es el apriete. En esta fluidez, lo más fijo que
hay, lo más real que hay, es el poder militar. Y entonces tiene sentido concentrar poder mili-
tar.
GH – ¿Qué diferencia cualitativa habría entre la extorsión del poder militar puro y la extor-
sión del capital monopólico, que también extorsiona? Concentrando poder de producción,
controlando los medios de subsistencia de un pueblo, de un estado, también se está en posi-
ción de extorsionar.
IL – Pero el problema no es tanto respecto del pueblo como respecto del capital financiero.
Supongamos que vos tenés un monopolio. Yo te presto a condición de que las ganancias
sean del 15%, y siempre y cuando no haya otro que me ofrezca el 16%. En cuanto yo consi-
ga más del 15% te retiro el financiamiento. En cambio, el que tiene el ejército, no tiene que
prometer ninguna ganancia: es socio fijo para cualquier operación. Es en ese sentido que la
posición no vale tanto respecto del pueblo como respecto del capital financiero. Sería conse-
cuencia de una lucha desesperada por sobrevivir en el medio financiero.
GH – La militarización sería una consecuencia del predominio del capital financiero sobre el
capital productivo.
IL – Y sería una etapa post-imperialista, pero también post-imperial –siendo el imperio la pa-
cificación–. El capital financiero induce una dinámica bélica. Es interesante el planteo.
AL – Tiene más ritmo. Ya en el monopolio había poca conciencia respecto de hacia dónde lle-
var el modo de producción, los modos de producción, etc. Pero de este lado, la conciencia ya
es una figura que ni se puede sostener. No hay argumento que tenga algún valor para nadie.
La conciencia ya no es ni un adorno. Habría una regla que responde a la pura acumulación
de poder…
IL – Muy buena la idea. Sería una pura acumulación de poder. Y después, ese poder acumu-
lado puede distintas cosas.
AL – Desde este punto ya podría leerse al revés: el dinero es mediación respecto del poder
de la fuerza. El dinero, que era el poder central en la sociedad capitalista, a partir de ahora
es mediación del poder de la fuerza. Y esto se lee en los hechos, no intelectualmente.
IL – Aparece un problema. En el pentágono había una querella entre dos bandas bien mafio-
sas: por un lado, una generación de generales que decía que la guerra de Kosovo estaba mal
conducida porque estaba sostenida en términos militares de destrucción, cuando en rigor, la
principal fortaleza y la principal debilidad de los bandos es la información. Es decir que vence
el que descalabra los sistemas de información del adversario. La comprensión actual en tér-
minos de información piensa que la información no es información acerca de lo real, sino que
es la parte esencial de lo real. Los genes no informan acerca de algo: son información. En-
tonces, hacer colapsar al otro es desbaratarle los sistemas de información: desquicia las co-
municaciones, estallan las centrales nucleares, dejan de funcionar las centrales hidroeléctri-
cas, se pudre la producción de papas. La guerra centrada en la desarticulación de los siste-
mas de información es aparentemente más pacífica, pero ataca directamente a la población
civil. Se presenta como más humanista porque no se disparan tiros, pero es sumamente da-
ñina. En esa línea están los partidarios de la guerra informática. Y se solidarizan con ellos
gran parte de los monopolios de producción de software y hardware. Es decir que ya no sería
el viejo complejo militar industrial, sino que sería un nuevo complejo militar-informático, que
también se hace financiar con capital del estado. Por otro lado están los viejos generales, con
el viejo complejo militar-industrial, donde el ejército ya no es la expresión de sino como la
causa de. ¿Qué pasa con el poder militar industrial respecto del poder militar de información?
Es una de las maneras en que puede colapsar este agujero negro. Decíamos que el pronósti-
co llevaba a una acumulación de poder militar al que quedan subordinadas todas las deter-

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 6


www.estudiolewkowicz.com.ar

minaciones. Y el asunto es que aparece otra forma de poder capaz de competir: el poder in-
formático. Muy probablemente se junten y sean lo mismo. En todo caso el punto es que qui-
zás el poder militar entendido como poder de destrucción física no sea el único poder real,
sino que también existirá un poder real de hacer colapsar las comunicaciones, la producción,
etc.
AL – No entiendo cuál sería la diferencia fuerte…
IL – Es una diferencia débil.
AL – Un ejemplo. Se anuncia la muerte de Saddam Hussein. Con anunciarlo ya basta: es tan
difícil de comprobar que es cierto como comprobar que no es así. Eso depende de decirlo. Y
una vez que está dicho, ya está puesto en juego. Incluso en el caso de la muerte de alguien,
ni siquiera es necesario que muera: con sólo anunciarlo se logra.
IL – También puede ser al revés, como en el caso Yabrán. No basta con morir para morir.
AL – Este tipo de cosas son consustanciales al tema de la información.
IL – Por ejemplo, si lográs desarticular las cámaras de televisión iraquíes, Saddam murió. No
es necesario matarlo: basta con que no pueda hacer el acto de presencia.
AL – Incluso, si la información es hegemónica, basta con decir que es un doble. Puede apa-
recer y decir “soy yo, estoy vivo”, y que todos piensen que es un doble. Así jure y perjure,
no hay modo en que demuestre que es él. El carácter veritativo de la información no es el
contenido de lo que se muestra, sino cómo se va armando el mensaje. Saddam puede apa-
recer en televisión pero la CNN puede hacer comentarios del estilo “¿ven que los bigotes no
son los mismos? ¿y que es más flaco?”. Es como decías recién: la información no es un extra
sino parte de lo real.
IL – En rigor me refería a la información como sistema informático. Pero aquí, la información
como medio de comunicación entraría en la misma lógica.
GH – Si uno considera la información desde el punto de vista de los lazos sociales, hay algo
que se le reprocha a la estrategia de tendencia más militar: supuestamente, ellos querían
prevenir hacer un ataque preventivo a lo que sería una coalición pan-árabe, pero eso es jus-
tamente lo que están produciendo: que los musulmanes se junten bajo el punto de vista de
la guerra santa.
– De acuerdo. Los árabes se juntan: una gran amenaza para occidente. Mejor para el ejérci-
to: ¿cuánto pueden ganar con esa amenazado?
GH – Por eso. Es otro punto de vista.
AL – Pero es un punto de vista moral, ideológico o social.

IL – Tratemos de hacer un argumento conjunto. Con la aclaración de que es un argumento y


no una convicción: estuvimos charlando, se dijeron muchas cosas y elegimos una. Pero no es
lo que nos sostiene, no responde a qué creemos acerca de lo real, sino que más bien res-
ponde a qué de lo real que no está tomado en otras interpretaciones nos hace pensar. ¿Có-
mo se podría llamar a un régimen donde hay algo en lo real que te hace pensar de otra ma-
nera; pero no te hace pensar de otra manera todo lo real, sino que es lo que te permite
cambiar de pensamiento? Si leemos lo que estuvimos diciendo, seguramente nos va conven-
cer mucho más lo que dice Zizek respecto del mundo que lo que dijimos nosotros.
AL – Son dos tipos de reflexión. Uno depende en algún punto de la vieja definición de verdad
como adecuación a la cosa. Y en el otro, la verdad depende del sentido, de la creación, de lo
que hace pensar.
IL – Algo que no tratamos pero que me parece decisivo, es qué dice del mundo que viene es-
ta hipótesis. Sobre la reconstrucción de Bagdad algo sabemos. Sobre los problemas internos
que van a tener los musulmanes, también. Sobre los negocios del petróleo hay mucho. Pero
sobre cómo se fortalece este grupo económico de apriete, que hacen piquetes en el mundo…

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 7


www.estudiolewkowicz.com.ar

El poder militar tiene algo en común con el dinero según el capital. Si bien no es un equiva-
lente general –cosa que requeriría todo un algoritmo de equivalencias- sostiene uno de sus
predicados que es que es el poder en estado de intercambiabilidad inmediata por cualquiera
de sus otras formas.
Si algo de verdad hegeliana tiene el neoliberalismo sobre el liberalismo, es mostrar que el
dinero puesto como equivalente general reposaba, sintomáticamente –pero ahora, guasa-
mente- sobre el poder de dominio militar. Ahora, el poder de dominio político militar, es de-
cir, los instrumentos de coerción, imponían en tiempos productivos una subjetividad someti-
da a la regla del estado. La acumulación originaria había operado y desde ahí reproducía sus
condiciones.
En nuestras circunstancias, la acumulación originaria no cesa, y no cesa de ser originaria. En
cada punto, en cada instante, monta una tienda de extorsión militar en la que hacerse tribu-
tar por el mundo para poder instalar la tienda de acumulación originaria en otro lado y
hacerse tributar por el mundo.
El dinero era una mediación, el poder militar en condiciones neoliberales puede operar en su
inmediatez.
El poder militar tiene algo en común con el dinero, según El Capital. Si bien no es un equiva-
lente general –cosa que requeriría todo un algoritmo de equivalencias- sostiene uno de sus
predicados que es que es el poder en estado de intercambiabilidad inmediata por cualquiera
de sus otras formas.
Si algo de verdad hegeliana tiene el neoliberalismo sobre el liberalismo, es mostrar que el
dinero puesto como equivalente general reposaba, sintomáticamente –pero ahora, guasa-
mente- sobre el poder de dominio militar. Ahora, el poder de dominio político militar, es de-
cir, los instrumentos de coerción, imponían en tiempos productivos una subjetividad someti-
da a la regla del estado. La acumulación originaria había operado y desde ahí reproducía sus
condiciones.
En nuestras circunstancias, la acumulación originaria no cesa, y no cesa de ser originaria. En
cada punto, en cada instante, monta una tienda de extorsión militar en la que hacerse tribu-
tar por el mundo para poder instalar la tienda de acumulación originaria en otro lado y
hacerse tributar por el mundo.
El dinero era una mediación, el poder militar en condiciones neoliberales puede operar en su
inmediatez.

Vínculos:
Palabras clave: Irak
Última revisión: 25-08-03
Ruta E:\EL03\Ent\EntrevILPorLezama.doc

Entrevista a Ignacio Lewkowicz / 8

You might also like