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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

UAPA

UNIDAD IV
MATERIA
TEST PROYECTIVO DE LA PERSONALIDAD
PRESENTADO POR:
Simon Acosta L.
MATRICULA:
11-4245
FACILITADOR/A
Lic.: Nataly Corporan

1. Elaboración de un resumen, sintetizando las ideas más relevantes


de la lectura referida al estrés y trastornos de adaptación:

a) Conceptualizaciones.
El termino estrés suele utilizarse para referirse tanto a las exigencias de adaptación
que se ejercen sobre un organismo, como a las respuestas psicológicas y biológicas
que ese organismo ofrece a dichas exigencias. Para evitar la confusión, nos referimos
a las exigencias de adaptación como factores estresantes, a los efectos que producen
en el organismo como estrés, y a los esfuerzos para enfrentarse con el estrés como
estrategias de afrontamiento.

b) Categorías de factores estresantes.

Las exigencias de adaptación, o factores estresantes, procedentes de distintos


aspectos que se pueden clasificar en alguna de estas tres categorías básicas: (1)
frustraciones, (2) conflictos, y (3) presiones. Aunque vamos a estudiar por separado, en
la práctica se encuentran estrechamente relacionadas.

• Frustraciones. Es posible identificar una gran cantidad de obstáculos, tanto


externos como internos, que conducen a la frustración. Los prejuicios y la
discriminación, la insatisfacción en el trabajo, o la muerte de un ser querido, son
frustraciones muy habituales que dependen de nuestro entorno; las limitaciones
físicas para realizar determinadas tareas, la soledad, la culpa, o el autocontrol
inadecuado, son fuentes de frustración que dependen de limitaciones
personales. Una persona puede encontrar especialmente difícil afrontar sus
frustraciones, debido a que éstas suelen generar auto-devaluaciones, lo que le
hace sentir incompetente y fracasado.

• Conflictos. En muchos casos el estrés procede de la ocurrencia simultánea de


dos o más necesidades o motivos incompatibles. Atender a uno de ellos impide
la satisfacción de los demás. Por ejemplo, si se le ofrece un ascenso a una
mujer, pero obliga a su familia a trasladarse a un lugar desconocido,
probablemente tenga dificultades para tomar esa decisión. El tipo de conflictos
con el que tenemos que enfrentarnos cada uno de nosotros puede clasificarse
como de aproximación-evitación, de doble aproximación, y de doble evitación.
Esta clasificación resulta relativamente arbitraria, y probablemente lo más
normal sea que se presenten en diferentes combinaciones. En efecto, un
conflicto de doble aproximación entre decisiones profesionales alternativas,
también puede suponer aspectos de aproximación-evitación debido a las
responsabilidades que impone cada una de ellas. Pero sea cual sea la forma en
que los clasifiquemos, los conflictos suponen una de las principales fuentes de
estrés, que con frecuencia puede llegar a ser abrumadoramente intensas.
• Presiones. El estrés no sólo procede de las frustraciones y de los conflictos,
sino también de las presiones para conseguir objetivos determinados, o para
comportarse de una manera específica. Las presiones nos obligan a ir mas
rápidos, a redoblar nuestros esfuerzos, o a cambiar la dirección de nuestra
conducta, lo cual puede terminar pasando factura a nuestra capacidad de
afrontamiento, o incluso puede generar algún tipo de conducta desadaptada.

Las presiones pueden provenir tanto de fuentes externas como internas. Por
ejemplo, un alumno puede sentir una fuerte presión para sacar buenas notas
debido por una parte a las exigencias de sus (presión externa), pero también
porque quiera matricularse en la universidad (presión interna). Las largas horas
de estudio, la tensión de los exámenes, y el mantenimiento durante años de ese
esfuerzo, supone un estrés considerable para muchos estudiantes. Muchos
alumnos que se preparan para ciertos exámenes que serán determinantes en su
carrera, como puede ser la selectividad o una prueba específica para ser
admitidos en una facultad, experimentan una enorme ansiedad a medida que se
aproxima la fecha del examen.

c) Factores que predisponen a sufrir estrés.

La gravedad del estrés depende del grado en que éste impida un funcionamiento
adecuado. El grado de alteración que se produzca dependerá en parte de las
características del factor estresante, pero también de los recursos de la persona, tanto
de carácter personal como ambiental, para poder resolver las exigencias que se
plantean, pero además de la relación entre ambos. Cada persona ha de enfrentarse a
un patrón único de exigencias de adaptación. Esto es así debido a que las personas
percibimos e interpretamos de manera diferente las situaciones, y también porque,
objetivamente, no hay dos personas que se enfrentan exactamente al mismo patrón de
factores estresantes. En los siguientes apartados vamos a revisar los factores que
predisponen a reaccionar de manera inadecuada ante las exigencias externas. A
continuación exploraremos de qué manera es posible afrontar las situaciones
estresantes.

Naturaleza de los factores estresantes.

Si bien la mayoría de los factores menores de estrés, como por ejemplo perder las
llaves del coche, pueden afrontarse sin mayor problemas, aquellas otros que afectan a
aspectos importantes de nuestra vida –como la muerte de un ser querido, un divorcio,
perder trabajo, o una enfermedad grave- suelen ser absolutamente estresantes para la
mayoría de las personas. De hecho, cuanto mayor es su duración, mas graves son sus
efectos. Por ejemplo, el agotamiento mantenido durante largos periodos de tiempo
supone un estrés más intenso que una fatiga intensa pero temporal. Por otra parte, los
factores de estrés parecen ejercer un efecto acumulativo. Así, una pareja cada puede
mantener relaciones amistosas en medio de una serie prolongada de frustraciones e
irritaciones menores, pero sin embargo terminar su relación ante una pequeñez que ha
supuesto ´´la gota que ha colmado el vaso´´. En ocasiones, algunos factores
estresantes trascendentales actúan sobre una situación vital difícil y prolongada (Tein,
Sandler, y Zautra, 2000). Este tipo de factores se consideran crónicos o de larga
duración. Puede ocurrir que una persona se encuentre frustrada por trabajar en un
empleo aburrido e ingrato, del que aparentemente no puede salir, que lleve mucho
tiempo sintiéndose infeliz en su matrimonio, o que tenga alguna limitación física o un
problema de salud crónico que le suponga una grave frustración.

La experiencia de la crisis.

De vez en cuando, la mayoría de nosotros experimentamos momentos de estrés


especialmente agudo, repentinos y muy intensos. El término crisis se utiliza para
referirse a esas ocasiones en que una situación estresante supera la capacidad
adaptativa de una persona o de un grupo. Las crisis resultan especialmente
estresantes debido a que los factores de estrés suelen ser tan poderosos, que nuestras
técnicas para afrontarlos simplemente no funcionan. Esto es lo que permite distinguir
una crisis del estrés: una crisis o situación traumática sobrepasa la capacidad para
enfrentarse con ella, mientras que el estrés no tiene porqué resultar necesariamente
abrumador.

Cambios vitales.

Es importante recordar que los cambios vitales, incluso aquellos de carácter positivo
como haber logrado un ascenso muy deseado en el trabajo, o contraer matrimonio,
acarrean nuevas exigencias y por lo tanto pueden resultar estresantes. Nuestro entorno
psicosocial (lo que incluye elementos como nuestra red de amistades, nuestro trabajo
nuestros recursos sociales), desempeñan un papel muy importante para suscitar la
aparición de trastornos o para precipitar su manifestación, incluso en el caso de
trastornos de carácter tan biológico como el trastorno bipolar (Johnson y Miller, 1997).
Por otra parte, el estrés es mayor cuanto más rápidos se produzcan los cambios. Las
primeras investigaciones sobre el tema intentaron desarrollar escalas para medir la
relación entre el estrés y eventuales trastornos físicos y mentales.

La percepción de la persona del acontecimiento estresante.

La mayoría de nosotros sabemos perfectamente que algunas veces lo que para una
persona es una circunstancia estresante, para otra supone una emoción apasionante.
Algunos no paran de buscar la ocasión de aparecer en escena, mientras que otros la
rehuyen con espanto. Estas diferentes reacciones ante los acontecimientos
ambientales se deben en parte a la manera en que se percibe la situación.

La tolerancia al estrés.

Las personas que no son capaces de manejar adecuadamente las circunstancias


estresantes son especialmente vulnerables ante la menor frustración o presión.
Quienes no están seguros de su capacidad y valía tiene mayor tendencia a percibir
amenazas que aquellas que suelen sentirse tranquilos y seguros. El termino tolerancia
al estrés se refiere a la capacidad de una persona a resistir estrés sin experimentar
daños importantes. Las personas muestran una enorme variabilidad respecto a su
vulnerabilidad ante los factores de estrés.

Carencia de recursos externos y de apoyo social.

Existe considerable evidencia de que las relaciones familiares y sociales positivas


pueden atenuar los efectos del estrés, e incluso reducir la enfermedad derivada del
mismo (Monroy y Steiner, 1986). Ya al revés, la carencia de esos apoyos externos, ya
sean personales o materiales, puede hacer que un factor estresante determinado
aumente su potencia y afecte con más dureza a la capacidad del individuo para
afrontarlo. Una encuesta nacional que se realizó en China sobre acontecimientos
vitales estresantes encontró que los factores estresantes de la vida cotidiana que se
mencionaron que se mencionaron con más frecuencia fueron las relaciones
interpersonales (Zheng y Lin, 1924).

El afrontamiento del estrés.

En general, los niveles de estrés muy elevado suponen una amenaza para el bienestar,
y generan conductas dirigidas a aliviar la tensión. En definitivo, el estrés impulsa a la
persona a hacer algo. Que es lo que se haga dependerá de diversos factores. Algunas
veces se tratará de factores internos –tales como el marco de referencia del individuo,
sus motivos, competencias, o tolerancia al estrés-, los que desempeñen un papel
esencial en sus estrategias de afrontamiento. Por ejemplo, una persona que ha sido
capaz de superar con éxito alguna adversidad pasada, probablemente se concentrará
mejor equipada para enfrentarse con problemas similares en el futuro (Major, Richards,
Cooper, Cozzarelli, y Zubek, 1997; Masten y Coatsworth, 1998).

Afrontamiento orientado al problema.

Una respuesta orientada al problema puede suponer realizar cambios en uno mismo,
en el entorno, o en ambos, en función de cuál sea la situación. Puede que se trate de
una acción abierta, como mostrar más afecto hacia la esposa, o quizá más encubierta,
como disminuir el propio nivel de aspiración. Puede que se intente evitar el problema,
abordarlo directamente, o encontrar un compromiso razonable. Cada una de esas
estrategias puede resultar apropiada dependiendo de la circunstancia. Por ejemplo, si
uno se encuentra en una situación de peligro físico indudable como puede ser un
incendio forestal, la respuesta orientada al problema más lógica es salir corriendo.

Afrontamiento dirigido a la defensa.

Cuando los sentimientos de autoestima de una persona se encuentran gravemente


amenazados por algún factor de estrés, suelen aparecer respuestas orientadas a la
defensa –esto es, conductas dirigidas fundamentalmente a la protección del yo frente al
dolor y la desorganización, y no tanto a la resolución de la situación-. Normalmente la
persona que recurre a respuestas defensa ha ocurrido previamente a otras conductas
mas productivas y orientadas al problema, con la finalidad fundamental de mantener la
integridad de su yo, no importa lo imprudente y legitimo que pueda ser ese esfuerzo.

d) Efecto del estrés intenso.

Como ya se ha dicho, los factores estresantes ponen en marcha recursos de


adaptación que, en definitiva, implican reacciones orientadas al problema u orientadas
a la defensa. La mayoría de las veces, este tipo de reacciones son suficientes para
resolver la amenaza. Pero cuando los factores estresantes se mantienen durante
mucho tiempo o son muy intensos –por ejemplo, cuando un niño sufre abusos
constantes- puede que la persona no sea capaz de adaptarse, y disminuya su
capacidad para enfrentarse con éxito a futuros acontecimientos estresantes. Solemos
referirnos a esta disminución del funcionamiento adaptativo como una
descompensación psicológica o de la de personalidad.

Nuestras reacciones ante el estrés nos permiten afrontarlos. Sin embargo, si las
exigencias son excesivas (o nosotros creemos que lo son), el estrés puede resultar
muy dañino. Es posible que tengamos que pagar un precio muy elevado por un estrés
intenso, ya sea una disminución de nuestra eficiencia, de nuestros recursos
adaptativos, el desgaste de nuestro sistema biológico o, en algunos casos extremos, el
deterioro físico y psicológico, e incluso la muerte.

Efectos biológicos del estrés.


Un estrés muy persistente e intenso (trauma) puede alterar de manera importante la
salud física de una persona. Resulta difícil especificar con exactitud los procesos
biológicos que subyacen a las respuestas de una persona a las situaciones
traumáticas. Fullerton y Ursano (1997) han señalado la existencia de importantes
lagunas en las explicaciones psiquiátricas de la respuesta ante los traumas. Sin
embargo, un modelo que permite explicar el curso que sigue la descomposición
biológica derivada de un estrés intenso, es el síndrome de adaptación general, definido
por Selye (1956-1926b), que ha recibido un importante apoyo empírico (Mazure y
Druss, 1995). Selye encontró que la reacción del cuerpo ante un estrés prolongado e
intenso suele atravesar tres etapas principales: (1) una reacción de alarma, en la que
los mecanismos defensivos del cuerpo ´´se ponen en alerta´´ mediante la activación del
sistema nervioso autónomo; (2) una etapa de resistencia, en la que la adaptación
biológica alcanza su máximo nivel, en términos de los recursos corporales que se
ponen en marcha; y (3) agotamiento, en a que se consumen por completo los recursos
orgánicos, por lo que el organismo pierde la capacidad de resistencia –en este
momento, continuar la exposición al estrés puede provocar enfermedades e incluso la
muerte-.

Efectos psicológicos del estrés prolongado.

La descompensación de la personalidad que se produce ante un trauma también


resulta más o menos fácil de explicar. Parece seguir un curso similar a la
descompensación biológica, y de hecho puede suponer respuestas biológicas muy
específicas:

• Alarma y movilización. En primer lugar, se movilizan los recursos disponibles


para afrontar el trauma. Se produce una activación emocional, un aumento de la
tensión, mayor sensibilidad, mayor alerta (vigilancia) y esfuerzos de autocontrol.

• Resistencia. Si el trauma continúa, frecuentemente la persona es capaza de


encontrar algún medio de enfrentarse con él, para mantener así un ajuste
mínimo a sus condiciones de vida. La resistencia al trauma puede lograrse de
manera temporal mediante medidas dirigidas a afrontarse durante esta etapa los
mecanismos de defensa del yo.

• Agotamiento. En caso de que ese intenso trauma persista durante más tiempo,
es posible que los recursos adaptativos se vayan reduciendo, y empiecen a
fallar las estrategias de afrontamiento que se habían puesto en práctica durante
la etapa de resistencia. Cuando comienza la etapa de agotamiento, la capacidad
del individuo para enfrentarse con el estrés disminuye de manera sustancial, y
puede que llegue a utilizar los mecanismos de defensa de manera exagerada e
inapropiada.

e) Trastornos de adaptación: reacciones a factores estresantes


cotidianos.

Cuando una persona responde de manera inadaptada a un factor estresante más o


menos normal, como una boda, un divorcio, el nacimiento de un hijo, o la pérdida de un
trabajo, y esa reacción se produce dentro de los tres meses siguientes a la aparición de
ese factor, puede decirse que está dando muestra de un trastorno de adaptación. Se
considera que reacción esta inadaptada cuando la persona es incapaz de funcionar de
la menara habitual, o cuando su reacción resulta excesiva. En el trastorno de
adaptación, el desajuste disminuye o se desvanece cuando (1) desaparece el factor
estresante o (2) el individuo aprende a adaptarse a él. En el caso de que los síntomas
permanezcan más de seis meses, el DSM-4-TR recomienda modificar el diagnostico, y
sustituirlo por algún otro trastorno mental.

f) Diferencia entre el trastorno de estrés agudo y el trastorno de


estrés post-traumático.

La diferencia entre ambos trastornos tiene que ver con el momento y con la duración de
los síntomas. El trastorno de estrés agudo tiene lugar dentro de las cuatro semanas
posteriores al acontecimiento traumático, y dura un mínimo de dos días y un máximo
de cuatro semanas. Si los síntomas se prolongan durante más tiempo, el diagnostico
más adecuado es entonces trastorno de estrés post-traumático. En este último
diagnostico, que solo se realiza cuando los síntomas se prolongan al menos durante un
mes, puede especificarse todavía más en función del comienzo de los síntomas. Si
estos comienzos dentro de los seis meses posteriores al acontecimiento, entonces se
consideran como una reacción aguda. Pero si los síntomas comienzan más de seis
meses después de la situación traumática, entonces se considera que la reacción se
ha diferido.

2. Identificación de los Ejes del trastorno post-traumático a los que


pertenecen en el DSM-IV-TR. Descripción de los síntomas principales.

El en DSM-4TR (Asociación de Psiquiatría Americana, 2000), es posible especificar en


el Eje IV los factores psicosociales de estrés a los que se enfrenta esa persona. Se
describen tensiones psicosociales en la vida del paciente (desempleo, problemas
conyugales, duelo, etc.).
En este tipo de trastorno, los factores de estrés pueden identificarse como factores
causales, y se especifican el eje IV.

Descripción de los síntomas principales.

Criterios para el diagnostico de F43.1 Trastornos por estrés postraumático


[309.81].

• La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han


existido (1) y (2):

(1) la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más)


acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad
física o la de los demás.

(2) la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror


intensos. Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en
comportamientos desestructurados o agitados.

• El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de


una (o más) de las siguientes formas:

(1) recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y


en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los
niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen
temas o aspectos característicos del trauma
(2) sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen
malestar. Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido
irreconocible.

(3) el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático


está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia,
ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que
aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden
reescenificar el acontecimiento traumático específico

(4) malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos


que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
(5) respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que
simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático

C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la


reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o
más) de los siguientes síntomas:

(1) esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el


suceso traumático

(2) esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos
del trauma

(3) incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma

(4) reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas


(5) sensación de desapego o enajenación frente a los demás

(6) restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de
amor)

(7) sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo,


casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)

D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del


trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:

(1) dificultades para conciliar o mantener el sueño

(2) irritabilidad o ataques de ira

(3) dificultades para concentrarse

(4) hipervigilancia

(5) respuestas exageradas de sobresalto

E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.

F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o


de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Especificar si:

Agudo: si los síntomas duran menos de 3 meses


Crónico: si los síntomas duran 3 meses o más.

Especificar si:

De inicio demorado: entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han


pasado como mínimo 6 meses.

3. Responde las tres preguntas del capítulo 5 del libro de texto, sobre
el trastorno del estrés post-traumático (TEPT), indicando las
respuestas de revisión citadas por el autor.

1. ¿Cuáles son las tres etapas del síndrome de desastre?

En síndrome del desastre alude a las reacciones de las víctimas de grandes


catástrofes, donde se ocasionan grandes pérdidas y sufrimiento, este síndrome podría
describirse en virtud de las reacciones que se producen durante la experiencia
traumática, las reacciones iniciales (estrés post-traumático agudo) y las complicaciones
posteriores (estrés post-traumático crónico o diferido).

Las respuestas iniciales de las víctimas de un desastre de gran magnitud suelen


atravesar tres etapas:

• La etapa de la conmoción, durante la cual la víctima se muestra aturdida,


sorprendida y apática.

• La etapa sugestionable, durante la cual la victima tiende a mostrarse pasiva,


sugestionable y deseosa de seguir las instrucciones del personal de rescate o de
cualquier otro.

• La etapa de recuperación, durante la cual la victima puede mostrarse tensa y


aprensiva, y manifestar una ansiedad generalizada aunque progresivamente
retorne el equilibrio psicológico, con frecuencia mostrando la necesidad de
relatar una y otra vez el acontecimiento catastrófico.

2. ¿En qué etapa se desarrolla el TEPT?

Es en la tercera etapa cuando puede desarrollarse el trastorno de estrés post-


traumático. Las pesadillas recurrentes y la necesidad de relatar una y otra vez la misma
historia sobre el desastre parecen ser mecanismos necesarios para reducir la ansiedad
e insensibilizar al yo frente a la experiencia traumática.
3.. ¿Qué es lo más controvertido respecto a la frecuencia de diagnostico de TEPT
diferido?

La versión diferida del TEPT está peor definida, y resulta más difícil de diagnosticar que
los trastornos que aparecen inmediatamente después del incidente. Algunos autores
han llegado a cuestionar si esta reacción diferida debería recibir el diagnostico de
TEPT; por el contrario, hay quienes lo clasifican como algún otro trastorno de ansiedad.
Es importante recordar que los criterios para el diagnostico de un trastorno de estrés
post-traumático especifican que las reacciones deben durar como mínimo un mes.

Opinión personal:

El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento
que lo haga sentir a uno o nervioso.El estrés es un sentimiento normal. Hay dos tipos principales de estrés:

Estrés agudo. Este es estrés a corto plazo que desaparece rápidamente. Puede sentirlo cuando presiona los
frenos, pelea con su pareja o esquía en una pendiente.

Estrés crónico. Este es el estrés que dura por un período de tiempo prolongado. Usted puede tener estrés crónico
si tiene problemas de dinero, un matrimonio infeliz o problemas en el trabajo. Cualquier tipo de estrés que
continúa por semanas o meses es estrés crónico

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