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UAPA
UNIDAD IV
MATERIA
TEST PROYECTIVO DE LA PERSONALIDAD
PRESENTADO POR:
Simon Acosta L.
MATRICULA:
11-4245
FACILITADOR/A
Lic.: Nataly Corporan
a) Conceptualizaciones.
El termino estrés suele utilizarse para referirse tanto a las exigencias de adaptación
que se ejercen sobre un organismo, como a las respuestas psicológicas y biológicas
que ese organismo ofrece a dichas exigencias. Para evitar la confusión, nos referimos
a las exigencias de adaptación como factores estresantes, a los efectos que producen
en el organismo como estrés, y a los esfuerzos para enfrentarse con el estrés como
estrategias de afrontamiento.
Las presiones pueden provenir tanto de fuentes externas como internas. Por
ejemplo, un alumno puede sentir una fuerte presión para sacar buenas notas
debido por una parte a las exigencias de sus (presión externa), pero también
porque quiera matricularse en la universidad (presión interna). Las largas horas
de estudio, la tensión de los exámenes, y el mantenimiento durante años de ese
esfuerzo, supone un estrés considerable para muchos estudiantes. Muchos
alumnos que se preparan para ciertos exámenes que serán determinantes en su
carrera, como puede ser la selectividad o una prueba específica para ser
admitidos en una facultad, experimentan una enorme ansiedad a medida que se
aproxima la fecha del examen.
La gravedad del estrés depende del grado en que éste impida un funcionamiento
adecuado. El grado de alteración que se produzca dependerá en parte de las
características del factor estresante, pero también de los recursos de la persona, tanto
de carácter personal como ambiental, para poder resolver las exigencias que se
plantean, pero además de la relación entre ambos. Cada persona ha de enfrentarse a
un patrón único de exigencias de adaptación. Esto es así debido a que las personas
percibimos e interpretamos de manera diferente las situaciones, y también porque,
objetivamente, no hay dos personas que se enfrentan exactamente al mismo patrón de
factores estresantes. En los siguientes apartados vamos a revisar los factores que
predisponen a reaccionar de manera inadecuada ante las exigencias externas. A
continuación exploraremos de qué manera es posible afrontar las situaciones
estresantes.
Si bien la mayoría de los factores menores de estrés, como por ejemplo perder las
llaves del coche, pueden afrontarse sin mayor problemas, aquellas otros que afectan a
aspectos importantes de nuestra vida –como la muerte de un ser querido, un divorcio,
perder trabajo, o una enfermedad grave- suelen ser absolutamente estresantes para la
mayoría de las personas. De hecho, cuanto mayor es su duración, mas graves son sus
efectos. Por ejemplo, el agotamiento mantenido durante largos periodos de tiempo
supone un estrés más intenso que una fatiga intensa pero temporal. Por otra parte, los
factores de estrés parecen ejercer un efecto acumulativo. Así, una pareja cada puede
mantener relaciones amistosas en medio de una serie prolongada de frustraciones e
irritaciones menores, pero sin embargo terminar su relación ante una pequeñez que ha
supuesto ´´la gota que ha colmado el vaso´´. En ocasiones, algunos factores
estresantes trascendentales actúan sobre una situación vital difícil y prolongada (Tein,
Sandler, y Zautra, 2000). Este tipo de factores se consideran crónicos o de larga
duración. Puede ocurrir que una persona se encuentre frustrada por trabajar en un
empleo aburrido e ingrato, del que aparentemente no puede salir, que lleve mucho
tiempo sintiéndose infeliz en su matrimonio, o que tenga alguna limitación física o un
problema de salud crónico que le suponga una grave frustración.
La experiencia de la crisis.
Cambios vitales.
Es importante recordar que los cambios vitales, incluso aquellos de carácter positivo
como haber logrado un ascenso muy deseado en el trabajo, o contraer matrimonio,
acarrean nuevas exigencias y por lo tanto pueden resultar estresantes. Nuestro entorno
psicosocial (lo que incluye elementos como nuestra red de amistades, nuestro trabajo
nuestros recursos sociales), desempeñan un papel muy importante para suscitar la
aparición de trastornos o para precipitar su manifestación, incluso en el caso de
trastornos de carácter tan biológico como el trastorno bipolar (Johnson y Miller, 1997).
Por otra parte, el estrés es mayor cuanto más rápidos se produzcan los cambios. Las
primeras investigaciones sobre el tema intentaron desarrollar escalas para medir la
relación entre el estrés y eventuales trastornos físicos y mentales.
La mayoría de nosotros sabemos perfectamente que algunas veces lo que para una
persona es una circunstancia estresante, para otra supone una emoción apasionante.
Algunos no paran de buscar la ocasión de aparecer en escena, mientras que otros la
rehuyen con espanto. Estas diferentes reacciones ante los acontecimientos
ambientales se deben en parte a la manera en que se percibe la situación.
La tolerancia al estrés.
En general, los niveles de estrés muy elevado suponen una amenaza para el bienestar,
y generan conductas dirigidas a aliviar la tensión. En definitivo, el estrés impulsa a la
persona a hacer algo. Que es lo que se haga dependerá de diversos factores. Algunas
veces se tratará de factores internos –tales como el marco de referencia del individuo,
sus motivos, competencias, o tolerancia al estrés-, los que desempeñen un papel
esencial en sus estrategias de afrontamiento. Por ejemplo, una persona que ha sido
capaz de superar con éxito alguna adversidad pasada, probablemente se concentrará
mejor equipada para enfrentarse con problemas similares en el futuro (Major, Richards,
Cooper, Cozzarelli, y Zubek, 1997; Masten y Coatsworth, 1998).
Una respuesta orientada al problema puede suponer realizar cambios en uno mismo,
en el entorno, o en ambos, en función de cuál sea la situación. Puede que se trate de
una acción abierta, como mostrar más afecto hacia la esposa, o quizá más encubierta,
como disminuir el propio nivel de aspiración. Puede que se intente evitar el problema,
abordarlo directamente, o encontrar un compromiso razonable. Cada una de esas
estrategias puede resultar apropiada dependiendo de la circunstancia. Por ejemplo, si
uno se encuentra en una situación de peligro físico indudable como puede ser un
incendio forestal, la respuesta orientada al problema más lógica es salir corriendo.
Nuestras reacciones ante el estrés nos permiten afrontarlos. Sin embargo, si las
exigencias son excesivas (o nosotros creemos que lo son), el estrés puede resultar
muy dañino. Es posible que tengamos que pagar un precio muy elevado por un estrés
intenso, ya sea una disminución de nuestra eficiencia, de nuestros recursos
adaptativos, el desgaste de nuestro sistema biológico o, en algunos casos extremos, el
deterioro físico y psicológico, e incluso la muerte.
• Agotamiento. En caso de que ese intenso trauma persista durante más tiempo,
es posible que los recursos adaptativos se vayan reduciendo, y empiecen a
fallar las estrategias de afrontamiento que se habían puesto en práctica durante
la etapa de resistencia. Cuando comienza la etapa de agotamiento, la capacidad
del individuo para enfrentarse con el estrés disminuye de manera sustancial, y
puede que llegue a utilizar los mecanismos de defensa de manera exagerada e
inapropiada.
La diferencia entre ambos trastornos tiene que ver con el momento y con la duración de
los síntomas. El trastorno de estrés agudo tiene lugar dentro de las cuatro semanas
posteriores al acontecimiento traumático, y dura un mínimo de dos días y un máximo
de cuatro semanas. Si los síntomas se prolongan durante más tiempo, el diagnostico
más adecuado es entonces trastorno de estrés post-traumático. En este último
diagnostico, que solo se realiza cuando los síntomas se prolongan al menos durante un
mes, puede especificarse todavía más en función del comienzo de los síntomas. Si
estos comienzos dentro de los seis meses posteriores al acontecimiento, entonces se
consideran como una reacción aguda. Pero si los síntomas comienzan más de seis
meses después de la situación traumática, entonces se considera que la reacción se
ha diferido.
(2) esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos
del trauma
(6) restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de
amor)
(4) hipervigilancia
Especificar si:
Especificar si:
3. Responde las tres preguntas del capítulo 5 del libro de texto, sobre
el trastorno del estrés post-traumático (TEPT), indicando las
respuestas de revisión citadas por el autor.
La versión diferida del TEPT está peor definida, y resulta más difícil de diagnosticar que
los trastornos que aparecen inmediatamente después del incidente. Algunos autores
han llegado a cuestionar si esta reacción diferida debería recibir el diagnostico de
TEPT; por el contrario, hay quienes lo clasifican como algún otro trastorno de ansiedad.
Es importante recordar que los criterios para el diagnostico de un trastorno de estrés
post-traumático especifican que las reacciones deben durar como mínimo un mes.
Opinión personal:
El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento
que lo haga sentir a uno o nervioso.El estrés es un sentimiento normal. Hay dos tipos principales de estrés:
Estrés agudo. Este es estrés a corto plazo que desaparece rápidamente. Puede sentirlo cuando presiona los
frenos, pelea con su pareja o esquía en una pendiente.
Estrés crónico. Este es el estrés que dura por un período de tiempo prolongado. Usted puede tener estrés crónico
si tiene problemas de dinero, un matrimonio infeliz o problemas en el trabajo. Cualquier tipo de estrés que
continúa por semanas o meses es estrés crónico