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Día Internacional de la Eliminación de

la Violencia contra la Mujer


25 de noviembre de 2014

La violencia sexual y basada en el género es la forma más extrema de la


desigualdad global y sistémica que sufren las mujeres y las niñas. No
conoce fronteras geográficas, culturales ni socioeconómicas. En todo el
mundo, una de cada tres mujeres será objeto de violencia física o
sexual en algún momento de su vida, en formas que van desde la
violación y la violencia doméstica hasta la intimidación y el acoso en el
trabajo y en Internet.

Solo este año, más de 200 niñas han sido secuestradas en Nigeria; hemos visto testimonios gráficos de
violaciones y esclavitud sexual de mujeres iraquíes durante el conflicto; dos niñas indias fueron violadas,
asesinadas y colgadas de un árbol; y en los Estados Unidos ha habido casos de gran repercusión de violencia
sexual en equipos deportivos y campus universitarios.

Las mujeres y las niñas son víctimas de actos de violencia en todos los países y los vecindarios, pero esos
delitos con frecuencia se ocultan y no se denuncian. Debemos poner fin al silencio. Por esa razón, este año
el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se centra en una iniciativa a nivel de la
comunidad destinada a aumentar la conciencia, denominada «Pintemos tu mundo de naranja». En la zona
de las Naciones Unidas, el edificio de la Secretaría y el Empire State se iluminarán de color naranja, y se
prevén muchas otras actividades en todo el mundo y en los medios de comunicación social.

Todos somos responsables de prevenir y poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, comenzando
por eliminar la cultura de discriminación que permite que esa violencia continúe. Debemos destruir los
estereotipos de género y las actitudes negativas, adoptar y aplicar leyes para prevenir y poner fin a la
discriminación y la explotación y hacer frente a los comportamientos violentos cuando los vemos. Debemos
condenar todos los actos de violencia, establecer la igualdad en nuestros lugares de trabajo y en nuestros
hogares, y cambiar la experiencia cotidiana de las mujeres y las niñas.

En un tiempo se consideraba que los derechos de la mujer concernían solo a las mujeres, pero cada vez más
los hombres y los niños se convierten en auténticos asociados en la lucha por el empoderamiento de la
mujer. Hace dos meses, puse en marcha la campaña «HeForShe»; un movimiento mundial de solidaridad en
pro de la igualdad entre los géneros que agrupa a la mitad de la humanidad en apoyo de la otra mitad, para
beneficio de todos.

Todos tenemos un papel que desempeñar, y les insto a desempeñar el que les
corresponde. Si nos mantenemos unidos en nuestros hogares, comunidades y países
y a nivel internacional, podemos hacer frente a la discriminación y la impunidad y
poner fin a las actitudes y costumbres que alientan, ignoran o toleran la ignominia
mundial que es la violencia contra las mujeres y las niñas.
INEI: 68% de las mujeres ha sufrido violencia
física, sexual o psicológica
La cifra es menor en dos puntos respecto a los 2015 y seis puntos menores en relación a los
últimos 5 años

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reveló que en el Perú, el 68,2% de


las mujeres han sufrido violencia física, sexual o psicológica en el 2016. Pese a lo elevado
del porcentaje, dicha cifra es menor
en dos puntos respecto a los 2015 y
seis puntos menores en los últimos 5
años, lo que revela una tendencia a
la disminución.

Aníbal Sánchez, jefe del INEI, precisó


que “(la cifra de violencia a la mujer)
ha venido reduciéndose, de tasas
superiores del 70%. En el año 2016
el 68% de mujeres fueron
violentadas por su pareja o esposo y
la violencia psicológica es la que más
afecta”.

El INEI informó que las regiones con mayor número de casos de violencia contra la mujer
son: Ica, Piura, Apurímac y Cusco. La encuesta reveló que la violencia psicológica fue
declarada con mayor frecuencia con un 64:2%, seguida por la violencia física, 31.7%, y la
violencia sexual con un 6.6%

El sondeo arroja que en un 44,1% de los casos, las víctimas de violencia buscaron ayuda en
personas cercanas como sus familiares. El 35.7% acudió a la madre, el 19:2% a alguna
amiga o vecino, el 18% a la hermana y el 16.2% al padre. Al respecto, Sánchez indicó que
hay que ir generando un proceso educativo para realizar las denuncias, pues las
acusaciones no hechas generan impunidad.
Ni Una Menos: Terribles estadísticas sobre
violencia contra mujeres
Este 13 de agosto miles de personas saldrán a marchar por la campaña Ni una Menos, para
pedir que de una vez por todas las cosas cambien.

Podría pasarte a tí, a tu hermana, a tu mejor amiga o incluso a tu madre, la violencia contra
las mujeres no discrimina y cada vez las cifras son más alarmantes. Este 13 de agosto miles
de personas saldrán a las calles para pedir que esta realidad cambie definitivamente bajo el
grito Ni Una Menos.

ada día en nuestro país ocurren 16 violaciones, todos los días, y por lo menos una mujer es
golpeada o asesinada por su pareja. En este momento podria estar ocurriendo un acto de
violencia muy cerca tuyo.

El año pasado 293 mujeres perdieron la vida a manos de su pareja y en lo que va del año se
han cometido 172 feminicidios, muchos más que los días que han pasado hasta este día del
año.

Hace unos días un juzgado decidió que la agresión de Adrián Pozo, quien tomó a su pareja
por los cabellos y la arrastró por el piso de un hotel en Ayacucho, no significaba una
amenaza para su vida y lo excarceló.

Casos como este ocurren cada día en nuestro país, nuestra región, Latinoamérica, es una
donde más violencia contra las mujeres se registra en el mundo. ¿Podremos cambiar esta
realidad.
Violencia contra la mujer: Perú continúa en
el tercer lugar a nivel mundial
Pese a disminución de 76,9% a 68,2% entre el 2009 y 2016, niveles de violencia de
género son muy altos
El Perú sigue ocupando el tercer lugar en la relación de países con mayores índices de violaciones
sexuales en el mundo, luego de Bangladesh y Etiopía, según informó a través de un comunicado el
Gobierno de la República. Este fue emitido tras el incremento de casos de feminicidio, tentativas
de feminicidio y violencia contra la mujer reportados los últimos días a nivel nacional.

En el documento se detalla que, pese a que la violencia física, psicológica y sexual contra la mujer
disminuyó de 76,9% a 68,2% entre el 2009 y 2016, aún el porcentaje sigue siendo alto. Indican que
esto se debe a “factores como la desigual relación de poder entre hombres y mujeres al interior de
las familias y las comunidades, la cual está basada en estereotipos socio culturales machistas, que
se combinan con una alta tolerancia a la violencia familiar en la sociedad”.

Sostienen que a esto se suma la reproducción en la edad adulta, de conductas violenta contra la
integridad física, psicológica y sexual de las cuales fueron víctimas muchas personas en la niñez,
por parte de quienes estaban a su cuidado.

“Los factores descritos muestran que no basta combatir y sancionar enérgicamente los delitos
individuales de violencia contra la mujer, la niñez y la adolescencia, sin atacar a la vez los múltiples
factores que se encuentran en la raíz de esta problemática”, dice el comunicado.

En ese sentido, resaltan que el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables ha desarrollado


diversas iniciativas para combatir la violencia contra la mujer, así como para el cambio de
estereotipos culturales y condiciones que perpetúan la violencia. Estas se trabajan de la mano con
los ministerios de Justicia, Interior, Educación y Cultura.

Además, precisan que la problemática demanda una acción conjunta entre el Gobierno, el
Congreso, el Poder Judicial, el Ministerio Público, los medios de comunicación y la

sociedad.
Directora General del Instituto de la Mujer

Un año más tiene lugar el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, fecha elegida para
conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabel, tres activistas políticas asesinadas en 1960 por
la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana.

La denuncia de la situación de constante agresión que sufren millones de mujeres en todo el mundo está en
consonancia con el deseo de que la justicia prevalezca y cualquier acción internacional vaya encaminada a
erradicar definitivamente la violencia, haciendo posible el diálogo, el entendimiento y la tolerancia para
construir un orden mundial, basado en la paz y la justicia para toda la humanidad, independientemente de
su sexo, identidad nacional, étnica o religiosa.

La violencia contra la mujer, un verdadero problema social fruto de la desigualdad entre hombres y mujeres
y de la presión de un género (el masculino) sobre otro (el femenino), constituye un atentado contra el
derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de la víctima.
No debemos olvidar que la mortalidad de mujeres que causa este tipo de violencia en nuestro país es
mucho mayor que el número de víctimas que se cobra el terrorismo. Y no debería hacer falta recordar que
todas las víctimas merecen el mismo respeto.

Las denuncias por malos tratos a mujeres presentadas en los últimos años en Extremadura han ido en
aumento; en lo que va de año, con los datos del último trimestre, se han producido un total de 755
denuncias. Estos datos reflejan el hecho de que las mujeres han decidido denunciar las situaciones de
maltrato de las que son víctimas y, poco a poco, todos y todas vamos tomando más conciencia del
problema.

Por otro lado, el Instituto de la Mujer de Extremadura recoge en el II Plan para la Igualdad de Oportunidades
de las Mujeres de Extremadura el reconocimiento social y personal de la mujer, con los mismos derechos y
oportunidades que los hombres. Sin embargo, ningún objetivo de cambio social se alcanza por el mero
hecho de aceptarlo y plasmarlo aplicando las leyes, sino que es un proceso más complejo. El desarrollo
normativo debe ir acompañado necesariamente por un cambio de actitudes en todas las capas de la
sociedad.

Las Casas de la Mujer instaladas en Cáceres y en Badajoz realizan una importante labor como centros de
acogida a las víctimas de malos tratos, violencia familiar y agresiones sexuales, impartiendo un gran número
de actividades paralelas que, sin duda, contribuyen a la inserción sociolaboral de estas mujeres. Esta política
de inserción se ve reforzada por la labor que está desempeñando la Agencia de Innovación Laboral y
Fomento Empresarial para la Mujer de Extremadura (AGILFEM), un organismo dependiente de nuestro
instituto que, junto con las Unidades de Promoción Integral de la Mujer (UPIM) distribuidas por toda
Extremadura, trabaja por la incorporación de las mujeres a la actividad económica y empresarial en nuestra
comunidad autónoma.

En definitiva, la cultura de la paz y contra la violencia debe ser activamente fomentada. Así como la paz no
se reduce a la ausencia de guerra, la erradicación de los malos tratos contra la mujer implica algo más; ese
algo más es, como no me canso de repetir, un necesario cambio de actitudes que se traduzca en un
compromiso efectivo con las víctimas y en contra de los maltratadores. Hoy conmemoramos el Día
Internacional contra la Violencia hacia la Mujer y debería servirnos para darnos cuenta de que, de verdad,
ese cambio de actitudes es imprescindible.
Hay puntos extremos en la arbitrariedad social en que se encuentra la humanidad. La actitud
respecto a la mujer fluctúa aún en formas peculiares altamente discutibles. Las ocasiones
sobrepasan fronteras y destinos entre tinieblas de incertidumbres ¿o de realidades?

Es preciso, indispensable y obligatorio, examinar precarias situaciones, las cuales deterioran la


parte humana de la mujer. Hay que aumentar su participación, para que de una vez por todas se
acabe con la degradación femenina.

La animadversión contra la mujer en la sociedad es, desgraciadamente, tan antigua que se


remonta a los principios de la humanidad.

En muchos países y colectivos, el nacimiento de una niña no se ve con buenos ojos. Ello explica, en
parte, que los trabajos más innobles eran y son desempeñados por la mujer.

Los griegos quisieron darle mas categoría y la alzaron un escalón más, para que fueran las madres
de los soldados o de siervos según fuera su posición.

El cristianismo también se dejó notar llamándolas "hijas del demonio" y "vasos de impurezas" (San
Agustín ). Recuerdo que sólo en el Concilio de Nicea se aceptó, en apurada votación, que la mujer
tenía alma. Más tarde la Iglesia nos decía al final en el sacramento del matrimonio: "Compañera te
doy y no sierva". Amén.

En todas los épocas la mujer ha sido objeto subyacente del hombre. Esto implica que, en la
actualidad, la mujer siga sufriendo maltratos, esté cuestionada en algunos puestos de trabajo pese
a que lo desarrollen con maneras impecables.

Cuántas veces oímos --el "cuento de nunca acabar"-- en telediarios... "el numero de víctimas por
maltratos aumenta considerablemente en..." ¡Basta ya! La violencia en el trato de la mujer
establece una desigualdad fehaciente entre el hombre y la mujer. Provoca que sea subyugada en
contra de su voluntad (indígenas, refugiadas, inmigrantes, indigentes, violadas, rurales, reclusas,
niñas, ancianas, discapacitadas)...

¡No importa lo único que vale en estos casos es el hecho de ser mujer.

El artículo III de los Derechos Humanos dice textualmente: "Las mujeres tendrán derecho a ocupar
cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la legislación nacional, en
igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna".

Si hablamos de la mujer inmigrante, en ella recae el trabajo más desechado. Reflexionemos que un
gran número de ellas están en posesión de títulos superiores. Pienso: si una mujer es, por ejemplo,
especialista en alguna rama de medicina en su país, ¿aquí no sería útil?

Muchas de las personas que realizan este tipo de trabajos, en muchos casos, no obtienen otros
derechos (seguridad social, desempleo, horas y pagas extras, vacaciones y festivos, etcétera), sólo
tienen el abuso de sus contratantes. Desgraciadamente, cuántos acosos sufren por el simple hecho
de ser mujeres y ¡si además es inmigrante...!
La mujer siempre ha tenido ese rol en la historia o una forma similar. Pero con interpretación
machista, dominador de la mujer, a la que muchas veces solo ve desde la genitalización.

Es imprescindible un esclarecimiento claro. Unas leyes que comporten el abandono de este tipo de
vejaciones; un fuerte compromiso del Estado que erradique de una vez por todas la barbarie a que
son sometidas. Esto traerá, por consiguiente, el que sean respetadas.

La mujer tiene derecho a la vida, igualdad, libertad, defensa, seguridad, trabajo justo y en ningún
caso a ser torturada; más aún: en el caso de que se produzcan prever sanciones fuertes para este
tipo de delitos. Hay que suprimir los malos tratos y mentalizar a aquellos que recurren fácilmente a
esta forma de expresar su condición y sobre todo cooperar para evitar tales actos canallescos.

En definitiva, hay que exterminar estas trabas sociales en las relaciones hombre-mujer, para que
exista más equidad y garantizar el desarrollo de la sociedad en este nuevo milenio y de una vez por
todas abordar lo que se tiene que hacer con nuevos paradigmas. Son esos esfuerzos con los que
hay que apoyar a la mujer, sin distinción de raza, género, sexualidad... devolverles la situación en
los derechos, incluyendo también las diferencias entre ellas. Si es preciso, discutir las discrepancias
existentes que las separan y buscar la unión que de todos es sabido es la que hace la fuerza.

Como dice Isabel Agüera , docta en este tema: "Tendrá que pasar esta generación, y esperar en
que la siguiente, nuestros hijos, entiendan más de igualdad y libertad, si es que los educamos en
ello".

En esta cuestión, Andalucía es pionera en cuanto a legislación. Ya está elaborado el borrador para
la nueva Ley de Igualdad entre Hombres y Mujeres, de hecho en los centros docentes no
universitarios se está implantando el programa Averroes de la Junta de Andalucía.

Alguien me acusará de no hablar del maltrato masculino. Existe. Hay que evitarlo. Pero
reconozcamos que, proporcionalmente hablando, la mujer, por circunstancias históricas, políticas,
religiosas, sociales, etcétera, es la víctima mayoritaria de este execrable crimen.

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