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JOSÉ VASCONCELOS.—ULISES CRIOLLO.

—UN ATENEO DE LA JUVENTUD

UN ATENEO DE LA JUVENTUD Ateneo igual que en círculos semejantes fue


siempre mediocre. Lo que yo creía tener dentro
Nuestra agrupación la inició Caso con las no era para ser leído en cenáculos, casi ni
conferencias y discusiones de temas filosóficos para ser escrito. Cada intento de escribir me
en el salón del Generalito, de la Preparatoria, producía decepción y enojo. Se me embrollaba
y tomó cuerpo de Ateneo con la llegada de todo por falta de estilo, decía yo; en realidad,
Henríquez U reña, espíritu formalista y por falta de claridad en mi propia concepción.
académico. Lo de Ateneo pasaba, pero llamarle Además, no tenía prisa en escribir; antes de
de la Juventud, cuando ya andábamos en los hacerlo me faltaba mucho que leer, mucho que
veintitrés, no complacía a quien como yo se pensar, mucho que vivir. Algunos de mis
sintió siempre mas allá de sus años. Era como colegas lo comprendían y afirmaban su
ampararse en la minoría al comienzo de una esperanza en lo que al cabo haría. No faltó,
batalla comenzada antes del arribo de Pedro sin embargo, el literatuelo precoz y más tarde
Henríquez. La batalla filosófica contra el fallido que me dijese como negándome el
positivismo. El abanderado fue siempre Caso y derecho de ateneísta:
nuestro apoyo Boutroux. El libro de éste sobre —Bueno, y tú ¿qué escribes, qué haces?
la contingencia de las leyes naturales, há- Le respondí, deliberadamente enigmático y
bilmente comentado, aprovechado por Caso, pedante: —Yo, pienso.
destruyó en el ciclo de conferencias toda la Con todo, se acercaba la fecha del examen
labor positivista de los anteriores treinta años. profesional y era menester presentar una
No puedo decir que a mi también me tesis. Ningún tema jurídico me interesaba. La
impresionara el libro de Boutroux. Negativo en Economía Política la había estudiado como el
sus conclusiones no me importaba gran cosa el que más, rebatiendo al catedrático el supuesto
problema de si las leyes de la ciencia eran carácter de ley que daba a la oferta y la
simplemente sumas de experiencias o demanda, oponiendo, al Leroy Baulieau del
coincidían con la necesidad lógica; lo que yo texto, los argumentos socialistas a lo Lasalle y
anhelaba era una experiencia capaz de Henry George. Pero aquello era la despensa
justificar la validez de lo espiritual, dentro del del edificio científico, tema para las amas de
campo mismo de lo empírico. Y es esto lo que llaves de la inteligencia. Eliminando aquí y
creí deducir de Maine de Biran y su teoría del allá, llegué, por fin, a la única pregunta que
"sentimiento del esfuerzo"... De aquí la doble me había interesado en relación con la
dirección del movimiento ideológico del Ateneo. disciplina jurídica: ¿Qué puesto ocupa ésta en
Racionalista, idealista con Caso; antiintelectua- el concierto de las causas? ¿Cuál es la índole
lista, voluntarista y espiritualizante en mi íntima del fenómeno jurídico? ¿Qué relación
ánimo. hay entre el acto jurídico y la ley más general
Por su parte, los literatos Pedro Henríquez, de la ciencia, la ley de conservación de la
Alfonso Reyes, Alfonso Cravioto, imprimieron energía? En otros términos, deseaba
al movimiento una dirección cultista, mal ensamblar en la doctrina de la Preparatoria la
comprendida al principio, pero útil en un práctica de Papiniano. Para ello urgía otorgar
medio acostumbrado a otorgar palmas de genio al Derecho un valor conexo del principio gene-
al azar de la improvisación y fama perdurable ral del saber de la época. Así como para el
sin más prueba que alguna poesía bonita, un romano la lógica aplicada a las relaciones
buen artículo, una ingeniosa ocurrencia. sociales dio la norma jurídica, ahora había que
Por otra parte, mi acción en aquel buscar un entrón-
LA NOVELA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

que causal y dinámico para explicar las procuré determinar de qué manera, dentro del
funciones sociales y, más especialmente, los juego múltiple de la dinámica emerge la
conflictos de apetencia que determinan la oposición jurídica tan fatalmente como choca y se
necesidad del Derecho. Una solución dinámica; combina la fuerza de los remos y la fuerza de la
con solo enunciarlo ya tenía marcado el camino, corriente en el bote que sube el río. . . Cuando
pero el momento era tímido. Todos mis llegué a definir: "Concepto dinámico del De-
compañeros escribían a base de citas y recho", sentí pasar por la frente un relámpago.
entrecomillas. Los libros del propio Caso dan fe Antes que a nadie leí mis cuartillas a Caso...
de esta tendencia erudita. Los literatos de mi —Es curioso —observó—; ha escrito usted
grupo no se decidían a escribir, por ejemplo, una bastantes páginas sin hacer cita y sin perder de
novela; se gastaban en comentarios y juicios de vista su tema... Es raro que nosotros no podamos
la obra ajena a lo Henríquez Ureña, que' les escribir así... En fin, es original su trabajo y lo
hacía de maestro. Atenido, pues, a mi propia felicito.
audacia, busqué analogías del acto jurídico con Y su enhorabuena fue sincera, porque,
el acto voluntario de los psicólogos, con el acto 1
consciente Caso de su propio va- 1er, no conocía
biológico, con el proceso químico, y finalmente, la envidia y era por naturaleza generoso.
con el mecánico. Tal y como se solucionaban los
conflictos de fuerza, así deberían solucionarse en
una sociedad perfecta los conflictos jurídicos. En MIS HERMANAS
teoría, quien más haya menester de una cosa,
quien más ponga en ella apetencia y voluntad, Vivíamos ahora en Tacubaya, a la vuelta de la
ése debe ser su dueño. En torno de estas ape- Ermita. La casa, muy modesta, de un solo piso,
tencias sinceras la sociedad debe obrar como en tenía esa absurda planta en alcayata que tanto
la composición de fuerzas, colaborando con los se multiplicó durante el porfirismo; mezquina
deseos nobles, vigorosos, pero libres de arquitectura tan expresiva de la época ruin. Al
mezquindad. Me hacía falta entonces discutir, frente dos habitaciones, salón y alcoba, cada una
hablar las ideas antes de escribirlas. Con Caso con balcón éntrese lado a la calle. Por el interior
me puse a hablarlas, me ayudó con su instinto una serie de alcobas a lo largo de un corredor
de sabio y su visión lúcida. Él no estaba estrecho, en torno a un medio patio con macetas
conforme con mi ocurrencia; el Derecho era un y plantas. Al fondo, el baño y la cocina. En la
fenómeno social; no aparecía donde no había alcoba, un balcón a la calle, se instalaron mis
coacción; no era legítimo concebir el Derecho hermanas. Contiguo a su dormitorio, el mío con
como un impulso natural, menos como una puerta al interior; en seguida la abuela y más
fuerza. En torno al Tratado ético político, de allá Carlos y Samuel. Mi padre estuvo con
Espinoza, discutimos largamente. Fundándose nosotros hasta la fiesta de mi recepción de
en el libro de Fouillé sobre las ideas fuerzas, abogado, que costeó muy ufano, y luego se fue a
objetaba yo que, aun la ideación, fenómeno más su nuevo puesto por la frontera de Sonora.
imponderable que la voluntad manifestada en el Vivimos en esta casa una corta temporada
derecho, era asimilable y debía serlo al concepto dichosa. Desde la muerte de mi madre no
de fuerza, noción física de toda la filosofía, no- habíamos estado juntos. Cada peso libre y cada
ción moderna. hora de asueto servía para darnos algún paseo
Escribí sobre el Derecho como fuerza y por teatros o refresquerías. Los domingos por la
dinamismo interno de las relaciones sociales. tarde escuchábamos la orquesta del
Partiendo del concepto primordial de impulso,
JOSÉ VASCONCELOS,—ULISES CRIOLLO.—PRESIDENTE DEL ATENEO

creando una tradición de heroísmo, mucho más Las sesiones del Ateneo concluían cada viernes
elevado que el del militar. No me quedaba sino en algún restaurante de lujo. Ya no era el
una manera digna de honrar el sacrificio de mi cenáculo de amantes de la cultura, sino el círculo
hermano. Contribuir, en lo posible, a que casos de amigos con vistas a la acción política. Antonio
como el suyo no se repitiesen. Dedicar toda mi Caso fue quizá el único que no quiso mezclarse
acción política a la defensa del obrero, a la en la nueva situación. Se proclamaba, más que
protección de los intereses humildes. Solo así nunca, porfirista. Colaboraba, sin embargo, en
conquistaría de nuevo el derecho a la luz... todo lo que significaba esfuerzo de cultura. Du-
Propiciando la revolución en toda su generosa rante este año de mi gestión recibió el Ateneo a
universalidad. varios conferencistas extranjeros, como Pedro
González Blanco y José Santos Chocano.
Anteriormente la Universidad no invitaba sino a
PRESIDENTE DEL ATENEO profesores de Norteamérica. Recuerdo un curso
de Psicología del célebre Baldwin, al cual
Los amigos del Ateneo me nombraron su asistíamos solo diez personas, porque las
presidente para el primer año maderista. No por explicaciones en inglés no eran comprendidas del
homenaje sino en provecho de la institución, alumnado. Nosotros iniciábamos en el Ateneo la
cuya vida económica precaria yo podría aliviar. rehabilitación del pensamiento de la raza.
Además, podría asegurarle cierta atención del Madero, por su parte, en el orden diplomático,
nuevo gobierno. Y no volví a llevar trabajos a las rompía el precedente porfirista: "Un buen
sesiones, sino que incorporé a casi todos los embajador en Washington; el resto del Cuerpo
miembros del ateneo al nuevo régimen político Diplomático sale sobrando." Madero, después de
nacional. Con este objeto se amplió el radio de Alamán, fue el primer gobernante de México que
nuestros trabajos, creándose la primera quiso reconocer los intereses morales, si no de
Universidad Popular. Para fomentarla se unieron comercio, que hay en el Sur. El ministro preferido
a nosotros algunos políticos que así se ligaban al de la época maderista fue siempre el de Gua-
partido gobiernista. Para otros fue la Universidad temala, a pesar de que ninguna simpatía le
Popular una ocasión más de acercamiento al inspiraba el sistema de Estrada Cabrera. Pero
medio oficial. Tal el caso de Panci, que intimó buscaba hacer patente nuestra solidaridad con la
conmigo hasta que logré colocarlo con Pino porción hispánica de América. La circunstancia
Suárez. Llegaba este último a la capital sin co- de haberse educado Madero fuera de las fronteras
nocimiento alguno del medio y Panci pudo nacionales, en medios como París y San
servirle de auxiliar discreto, dado que se había Francisco, donde los hombres de habla española
rozado con el viejo régimen, aun cuando fuese se reconocen como parientes, le dio una visión
desde posición secundaria. Gracias a la generosi- del problema americano que no suelen poseer los
dad de Pino Suárez y a la escasez de hombres nacionalistas de campanario.
que el régimen padecía, pronto obtuvo Panci el El único fracaso de la nueva política
increíble ascenso a subsecretario. Uno de los más hispanizante lo originó la primera visita de
perniciosos efectos de las escisiones en los Manuel Ugarte. Desde que desembarcó lo
partidos es la oportunidad que otorgan a los atraparon los descontentos, lo rodearon los
pancistas. Resultaba ahora un Panci subsecretario intelectuales del viejo régimen. Le hablaron de la
de Estado, en tanto que los Vázquez Gómez y calumnia corriente: "Madero había hecho la re-
otros tantos andaban en situación casi de proscri- volución con dinero yanqui." Porfirio
tos.
LA NOVELA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Díaz cayó, le aseguraron, porque se negó a dar Contesté que no era representante de una
concesiones de petróleo a los yanquis. A compañía, sino de diez, y que no siendo
nosotros nos era repugnante ponernos a negar o funcionario público no tenía que explicar a nadie
discutir siquiera estas inepcias. Los registros ofi- mi conducta.
ciales fehacientes de ambos gobiernos —De paso —añadí— desafío a mis enemigos
demuestran a todo el que se toma la pena de para que publiquen copia de cualquier instancia
consultar que todas las concesiones petroleras se en que yo haya pedido al gobierno, del que soy
dieron en la época de Porfirio Díaz. Después de amigo, un solo favor para mí o para mis clientes.
esa época no se dieron más concesiones, y Ma- Por unos días estas declaraciones violentas
dero, por su parte, no otorgó una sola. De mí, en acallaban el moscardeo de las murmuraciones.
lo particular, dijeron los diarios que no acudiría a Pero nunca falta algún nuevo pretexto. Contra
festejar a Ugarte porque representaba a Madero y su familia se publicaba cada semana
compañías de Estados Unidos. Es verdad que alguna nueva infamia. Escribíanlas políticos
nuestras relaciones con los yanquis eran hasta despechados como Rábago y el doctor González
ese momento excelentes, por el apoyo moral que Martínez; sacaba las copias el amanuense Jenaro
en muchos casos nos habían dado. También era Estrada, futuro as del callismo. Al abuso de la
cierto que sin provocación no podía México, país libertad de prensa contribuían, incluso,
vecino, lanzarse a una campaña estruendosa de aventureros internacionales en busca de chantaje.
animadversión. A pesar de eso, fue evidente que Pero lo triste, lo terrible, es que el público se
Ugarte venía realizando su patriótica campaña arrebataba las hojas más viles y las celebraba y
sin cortapisas. Desde la costa hasta el interior del las pagaba. Y si alguien escribía algunas líneas
país, los teatros, las plazas de toros, se llenaban de defensa del gobierno inmediatamente se le
para escuchar sus discursos, sin que nunca una catalogaba como incondicional y como servil.
sola autoridad pretendiese ponerle obstáculo. Era Una suerte de perversión colectiva se ensañaba
natural entonces que la suspicacia de los co- contra una administración que no robaba ni de-
mentarios de los unos y la grosera calumnia de jaba robar, no comprometía los recursos
otros nos irritase y ofendiese. En vano nacionales, no vendía las tierras al extranjero.
recordábamos al público que Porfirio Díaz no También parece que el país echaba de menos esa
dejó llegar a la capital ni al propio Darío por voluptuosidad masoquista de que después se ha
temor de que el recuerdo de su Oda a Roosevelt hartado: la de sentirse vejado, infamado por un
provocase un gesto adverso en los Estados tiranuelo, más respetado mientras más miserable
Unidos. Aquellos porfiristas que tomaban a se le sabe.
Ugarte como bandera contra nosotros sabían de No había ambiente para un trabajo sistemático
sobra que su antiguo jefe no lo hubiera dejado de estadista y menos pudo haberlo para un
desembarcar. A pesar de todo esto, firmé y florecimiento intelectual que hubiese dado al
repartí, como presidente del Ateneo y de acuerdo Ateneo un papel en nuestra vida pública, tan
con el personal del mismo, invitaciones para una necesitada de elevados incentivos.
sesión que habría de celebrarse en honor de Todo era lucha sorda y pasión mezquina. Las
Ugarte y de González Blanco. La inclusión de apetencias sueltas después de la prolongada
este último no agradó y la sesión hubo de represión porfirista se volvieron feroces contra
aplazarse. Lo que aprovecharon los diarios para quien los libertaba.
volver a la carga, ahora contra mí... Pretendía —Muerden la mano que les quita el bozal —
deslucir el éxito de Ugarte, porque yo era dijo una vez Gustavo de ciertos jóvenes oradores
representante de una compañía norteamericana. brillantes y recién manumisos del porfirismo.
JOSÉ VASCONCELOS.—ULISES CRIOLLO.—ADRIANA

Bastaba con que una persona cualquiera tuviese siguiente. Luego salíamos tomados del brazo,
amistad con un maderista o quisiese demostrar caminando por las calles más concurridas,
adhesión al nuevo orden de cosas para que en olvidados de la gente y de sus asechanzas.
seguida la calumnia y el odio se lanzasen feroces Acababa de ascender Madero a la Presidencia.
en contra de ella. Celebraba la ciudad las "posadas" tradicionales;
mi esposa las festejaba con sus amistades de
Oaxaca. Los familiares de Adriana también se
ADRIANA divertían en su círculo. Ella y yo, los dos solita-
rios más bien acompañados del mundo,
Con motivo de estas innobles embestidas de la comprábamos de paso la langosta en el Colón y
oposición, me referiré a la que ejerció tanta champaña y tomábamos el camino de Tizapán.
influencia en cierta época de mi vida. La Vivía allí, en una pequeña quinta que le cediera
llamaremos Adriana. Se presentó a mi despacho provisionalmente su padre, modesta de ha-
con tarjeta del propio Madero. Necesitaba bitaciones, pero con jardín lozano y árboles
abogado, pero no ante los tribunales, sino ante la seculares.
opinión. Hacia tiempo que la molestaban Las palabras de Adriana fluían como las notas
bajamente, solo porque se había atrevido a de la flauta que hipnotiza las bestias. Desde
inaugurar un servicio de enfermeras neutrales hacía años la serpiente de mi sensualidad
cuando la Cruz Roja porfirista declaró que no reclamaba una encantadora. A su lado brotaba de
curaría a los rebeldes. El país entero aclamó mi corazón la ternura y de mis sentidos el goce.
entonces como heroína a quien supo reclutar La boca de Adriana, fina y pequeña, perturbaba
mujeres y médicos para acudir al campo rebelde, por un leve bozo incitante. Unos dientes blancos,
desatendido del servicio oficial. Pero ahora se bien recortados, intactos sobre la encía limpia,
volvían contra ella, a veces hasta los mismos que iluminaban su sonrisa. La nariz corta y altiva
la habían aplaudido. Su fidelidad al gobierno la temblaba en las ventanillas voluptuosas; un
arrastraba en la misma ola de fango que a hoyuelo en cada mejilla le daba gracia y los ojos
nosotros nos batía. Sin titubeo escribí una serie negros, sombreados, abismales, contrastaban con
de artículos apasionados en defensa de la corre- la serenidad de una frente casi estrecha y blanca,
ligionaria y en homenaje de la mujer cuya bajo la negra cabellera abundosa. Decía de ella la
belleza notoria, desde el primer momento, me fama que no se le podía encontrar un solo
fascinó. Para caracterizar su atractivo desenterré defecto físico. Su andar de piernas largas,
la frase de Eurípides: "Hermosura punzante caderas anchas, cintura angosta y hombros
como la de una rosa..." estrechos, hacía volver la gente a mirarla. Largo
Era una Venus elástica, de tipo criollo el cuello, corto el busto, aguzados los senos,
provocativo y risa voluptuosa. Pronto comprobé ágilmente musical el talle, suelto el ademán, es-
que era una de las raras mujeres que no tremecía dulcemente el aire desalojado por su
desilusionan en la prueba, sino que avivan el paso. Bajo la falda, una pantorrilla gruesa
deseo, acrecientan la complacencia más allá de remataba en tobillo airoso, redondo y empeine
lo que promete la coquetería y lo que exige la arqueado de danzarina. El vientre de Adriana era
ambición. digno de la esmeralda de Salomé. Deprimido el
Para platicar de sus asuntos me visitaba en el estómago, adelantado en el pubis. Cuando vestía
bufete cuando concluía la jornada. Algunas veces seda entallada, color de vino, su cutis delicado
esperaba mientras atendía algún cliente de última era nácar y oro. Y bastaba tocarle la mano
hora o daba las órdenes para el trabajo del día

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