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Una de las tragedias más sonadas fue un incendió que se declaró en uno de los closes y
que duró cuatro días, con una cantidad elevadísima de muertes. Desde entonces, es común
que al pasar por los closes te caigan gotas de agua. Dicen que son los fantasmas buenos
que no quieren que te quemes.
Cuando la ciudad quedó acotada en tan poco espacio por los closes, la población siguió
creciendo, por lo que se vieron obligados a construir hacia arriba… y hacia abajo, rellenando la
ciudad de rascacielos pero también de rascainfiernos.
Entre los pasadizos del subsuelo había uno que unía el castillo con el monasterio de Holyrood.
Para hacer un mapa de los subterráneos, cogieron a un niño gaitero mendigo y lo llevaron a
las galerías para que fuese andando tocando la gaita mientras seguían desde arriba el
recorrido de la música. A la altura de la Iglesia de la Báscula dejó de oírsele y nunca más se
supo de él.
Hay quien dice que por la noche aún se puede escuchar una gaita sin que ningún músico
ande cerca, e incluso los huéspedes del próximo hotel Radisson se han quejado en numerosas
ocasiones de unas canciones a altas horas de la madrugada que no parecen provenir de ningún
local conocido.
En los años 70 encontraron su cuerpo… no así su brazo. Se dice que si no tienes la conciencia
muy tranquila, al pasear por el centro de Edimburgo puede que notes que alguien te roza
y sea la mano de John Cheesley.
6. El puente maldito
Cuando se creó la ciudad nueva de Edimburgo, construyeron un puente para unirla con el
casco antiguo, pero se hundió y murió mucha gente. Lo arreglaron pero todos decían que
estaba maldito, y ya nadie quería cruzarlo. Por ello tomaron la decisión de construir un nuevo
puente: el que hoy conocemos como Nord Bridge. Para demostrar que no había ningún
maleficio sobre el mismo, acordaron que si era capaz de cruzarlo la señora más longeva de
la ciudad, cualquiera podría atravesarlo, con la mala fortuna de que la noche antes de la
inauguración la anciana murió de forma “natural”. Ante la problemática que esto
ocasionaba, decidieron montarla en una silla de ruedas y pasar el puente con el cadáver.
A medio camino, la silla tropezó accidentalmente y el cuerpo cayó al suelo, ante el estupor del
público que pensaba que se acaba de morir. ¿Eres capaz de atravesarlo?.
De hecho, por fenómenos como la catalepsia, era frecuente enterrar a mucha gente que
resultaba estar viva, lo que llevó a atarle a los muertos antes de enterrarlos una campanita para
poder oír su movimiento si se “despertaban”. De ahí nació la expresión “salvado por la
campana”.
A principio del siglo XIX se derogó la Ley de Disecciones, lo que lejos de acabar con la
experimentación, hizo primero que naciesen los ladrones de tumbas (mal llamados
“resucitadores” pues más de una vez sacaban a alguno vivo), y tras ser éstas protegidas con
hierros (algunas se pueden ver tal que así en los cementerios aunque muchos fueron fundidos
para hacer armas en la Guerra Mundial) a que se crease un mercado negro más negro si cabe,
de cadáveres, llegando a aparecer asesinos a sueldo contratados por médicos y científicos,
como el caso de dos inmigrantes hoteleros que formaron un negocio de muerte en su
alojamiento vendiendo los cadáveres de sus huéspedes por siete chelines el cuerpo.
Escondido en el interior del South Bridge encontramos una red de cámaras abovedadas que tiene la
reputación de ser uno de los lugares más embrujados de Gran Bretaña. El más notorio de los fantasmas
de aquí es conocido como ‘El Vigilante’, un espíritu que va acompañado de un fuerte olor a whisky.
‘El Vigilante’ también ha sido relacionado con ataques físicos y posesiones.
La residencia oficial de la reina en Edimburgo tiene más residentes que el personal real y los turistas. Entre
sus fantasmas se encuentra Bald Agnes, el fantasma de una mujer torturada por brujería en 1592 que
se dice que ronda por el edificio. La cámara escocesa de Mary Queen también fue el lugar de la muerte
de su secretario personal, David Rizzio, en 1566. Se dice que por mucho que el personal trató de
quitar sus manchas de sangre del suelo, ellos siempre regresan como recordatorio de su violenta muerte.
Hasta la década de 1760 existía el lago Nor, un trozo de agua sucia que se utilizaba para descubrir a las
brujas y que fue el lugar de varias muertes. Cuando la tierra se secó, se encontraron restos humanos,
entre ellos, dos esqueletos sellados en un barril que fueron re-enterrados en algún lugar del mismo terreno.
4. El cementerio Greyfriars
Se cuenta que el cementerio Greyfriars, una auténtica maravilla gótica, es el hogar de alguien más que de
los cuerpos de muchas figuras notables que descansan allí. Entre 1990 y 2006 se registraron más de 350
ataques poltergeist, la mayoría centrados en torno al mausoleo de George ‘Bloody’ McKenzie y la prisión
de los Covenanter, donde los reformistas religiosos eran recluidos en condiciones inhumanas y a menudo
morían de hambre.
5. El castillo de Edimburgo
Entre los espectros del castillo de Edimburgo se encuentra un niño con un tambor que juega en los
terraplenes y es visto como un signo de desastre nacional, así como el espíritu de Lady Glamis, que fue
ejecutada por brujería en 1537.
6. El Teatro Festival
La fachada del Teatro Festival es el antiguo teatro Empire Palace, que en 1911 fue el escenario de uno de
los peores incendios de la historia del teatro. Entre los muertos estaba The Great Lafayette, el ilusionista
más reconocido de aquella época. El nuevo teatro se dice que está embrujado por la presencia del mago,
que a menudo se aparece sentado en el escenario o alarmando a los tramoyistas.
Paseando por la Royal Mile damos con Mary King’s close. Situado bajo Old Town, en la Royal Mile, allí
resurgen las historias de las víctimas de plagas, asesinos y asesinados. Reabierto al público en 2003, Mary
King’s close muestra la miseria y la enfermedad que reinaba allí entre los siglos XVI y XVII. Allí se
mantenían con vida los más pobres, mientras esperaban a que la peste o algún maleante terminara con su
sufrimiento. Por allí, precisamente, ronda Annie, una niña que llora porque perdió su muñeca hace
cientos de años. Los visitantes suelen llevar muñecos, golosinas y juguetes para consolar a la pequeña y
que deje de vagar por los callejones. Todos los muñecos que llevan los visitantes son donados para los niños
que más los necesitan.
El gaitero solitario, o The Lone Piper, es el único habitante que no abandona nunca la
fortaleza.
Cuenta la leyenda que, unos siglos atrás, se descubrió que los antiguos defensores del Castillo
habían excavado túneles subterráneos para conectarlo secretamente con otras partes de
Edimburgo.
Para saber adónde conducían los pasajes, mandaron a un joven gaitero a explorarlos túneles
mientras tocaba, para que desde la superficie pudieran conocer su localización.
Así fue… hasta que la música cesó abruptamente. La búsqueda del joven no dio ningún fruto;
jamás se le volvió a ver.
Desde entonces, hay quien asegura oír el sonido de las gaitas, como un lamento, aflorando
desde lo más profundo de la fortaleza, de los túneles donde el gaitero solitario quedó atrapado
para siempre…
En junio de 1836, unos chicos que habían salido a cazar conejos en las laderas de Arthur’s
Seat descubrieron, enterrados en una cueva oculta, 17 ataúdes en miniatura tallados en
madera.
Cada ataúd contenía una figura humana ataviada con un par de botas y ropa confeccionada a
medida, como una especie de diminutas momias.
¿Qué representaba aquel intrigante hallazgo? El misterio de quién construyó los ataúdes y por
qué los enterró en la cueva ha alcanzado nuestros días. ¿Eran parte de un ritual o hechizo,
servían como amuleto…?
La hipótesis que se baraja con más frecuencia es que tal vez representen a las 17 víctimas de
los asesinos Burke y Hare, que mataban para vender los cadáveres a la escuela de anatomía de
Edimburgo.
Si te apetece ver de cerca estos misteriosos objetos, los encontrarás en el National Museum of
Scotland. Más información.
Los ataúdes, así como otros muchos misterios de Edimburgo, aparecen en The Falls, una de las
novelas policíacas de Ian Rankin y el inspector Rebus. Sus libros enganchan, y son ideales
para conocer la ciudad a través de la literatura.
3. James Douglas, el caníbal de Edimburgo
En Escocia, cualquier mención al canibalismo queda eclipsada por Sawney Bean, quien, según la
leyenda, ejecutó y devoró, junto a su clan, a un millar de personas en el siglo XVII.
No obstante, Edimburgo sí albergó su propia dosis de esta macabra práctica. Cuentan que el
hijo mayor del marqués de Queensberry, el duque James, había nacido con algún tipo de
demencia.
En 1707, el marqués de Queensberry fue una de las personalidades en firmar el Acta de Unión.
Sus actuaciones en contra del interés de Escocia lo habían convertido en una figura despreciada
por el pueblo, y aquel agitado día se llevó con él a toda su comitiva para que lo
protegiera de las multitudes.
Cuando el marqués y su comitiva regresaron, les recibió una siniestra imagen. James había
escapado y, en un arranque de locura, había descuartizado y asado al pequeño en la
hoguera y había comenzado a devorarlo, porque, según él, tenía hambre y nadie le había
preparado la cena.
El más importante es Mary King’s Close; lo que antaño fue una animada calle comercial, con
tiendas de artesanos y viviendas, es hoy en día un callejón envuelto en sombra y silencio, que se
ha reconvertido en una atracción turística. Aquí te contamos cómo es la visita a The Real
Mary King’s Close.
Camina por los restos de las centenarias calles y habitaciones, ancladas en el tiempo, y
comprenderás cómo vivieron, trabajaron y murieron, debido a una devastadora plaga de peste,
los vecinos de Edimburgo.
Aunque se dice que algunos de ellos todavía pueblan este espeluznante lugar, el habitante más
conocido es la pequeña Annie.
Según cuentan, la pequeña murió tras contraer la peste, y, siglos después, sigue
lamentándose, en un rincón de su vieja habitación, por no tener a su muñeca consigo.
Para consolarla, los visitantes la obsequian con todo tipo juguetes y, poco a poco, Annie ha
pasado a formar parte de las leyendas de Edimburgo.
Nota: Aunque historias como esta no tienen fundamento histórico, creerlas o no depende del
juicio de cada uno. Otras, sin embargo, son falsas aunque a veces se cuelen en algún tour,
como la de que los enfermos de peste fueron arrojados a Mary King’s Close y tapiados en vida
para evitar el contagio de la enfermedad al resto de Edimburgo.
En el Edimburgo del siglo XVIII, tras la construcción de South Bridge, en los diecinueve arcos del
puente se construyó un conjunto de 120 criptas y pasillos subterráneos, conocidos como
Edinburgh Vaults.
Con el paso del tiempo, las criptas fueron abandonándose, y, como se descubrió más tarde,
algunos de los habitantes más pobres de la ciudad se instalaron en ellas en condiciones
precarias, sin luz, agua ni ventilación.
Los arcos del puente se cubrieron de edificios; hoy en día, de los diecinueve solo es visible el
de Cowgate.
Para presentar South Bridge, se decidió que el habitante más viejo de la ciudad, una anciana,
cruzara el puente ante la multitud.
Por desgracia, la mujer falleció justo antes del esperado momento, pero las autoridades
decidieron que lo cruzara de todas formas: ¡dentro del ataúd!
Nota: La mayor parte de las criptas está cerrada y solo puedes visitarla en un tour.
Personalmente, es de los tours que menos nos gustan, ya que suelen centrarse más en intentar
asustar al visitante que en la parte histórica.
Aunque es interesante ver las criptas de cerca, nos gustan más el resto de tours de
fantasmas que mencionamos al principio del artículo.
Después de que su marido la abandonara, en 1723 la joven Maggie Dickson comenzó una
nueva vida en el pueblecito de Kelso, en los Borders de Escocia.
Pronto se quedó embarazada y, para evitar causar un escándalo y perder su trabajo en una
posada (ya que, técnicamente, seguía casada), decidió ocultar su estado.
Sin embargo, la descubrieron y la llevaron presa a Edimburgo. Su delito no había sido cometer
adulterio, sino ocultar su embarazo, algo penado por la ley escocesa en aquel momento, y
pronto recibió sentencia: Maggie Dickson fue condenada a muerte.
¡Cuál fue la incredulidad al destaparlo y comprobar que Maggie Dickson seguía viva!
Pero todavía fue mayor el desconcierto cuando las autoridades comprobaron que, según la ley
escocesa, a la joven ya se le había aplicado su pena y, por lo tanto, no podían volver a
ahorcarla.
Así fue como Maggie pasó a la historia, viviendo una larga vida tras haber sido ejecutada, y
conocida por todos con el apodo de Half Hangit Maggie (‘Maggie la medio ahorcada’).
Hoy en día, en Grassmarket puedes tomar algo en el mítico pub que lleva su nombre. Más
información.
El cálido recuerdo del perrito Bobby, que tras la muerte de su amo veló su tumba durante 14
años, convive con el crudo legado de los bodysnatchers, los ladrones de cadáveres.
Y, mientras tanto, en un rincón, el área conocida como Covenanters Prison recuerda que allí se
encerró, en 1679, a casi un millar de covenanters. Muchos murieron en cautividad, otros
fueron ejecutados y unos pocos obtuvieron la libertad.
Siglos más tarde, en 1999, la Covenanters Prison se convirtió en uno de los lugares más
hechizados de Edimburgo.
Todo comenzó cuando alguien forzó la puerta del mausoleo de William Mackenzie, un abogado
responsable de muchas de las sentencias de muerte de los covenanters, y desencadenó una
serie de eventos paranormales entre los visitantes de Greyfriars.
El Ayuntamiento de Edimburgo decidió cerrar esa parte del cementerio al público, pero dio
permiso a un historiador para que condujera pequeñas visitas guiadas para documentar los
sucesos.
Así es como algunos tours nocturnos comenzaron a visitar el Mausoleo Negre y se forjó una de
las grandes leyendas de Edimburgo, la del sanguinario Mackenzie, el poltergeist del
cementerio de Greyfriars.
A lo largo de los años ha atacado, según el historiador, a más de 450 personas. Verdad o
mera sugestión, lo cierto es que el de este poltergeist es uno de los sucesos paranormales mejor
documentados de la capital escocesa.
Jessie King, la última mujer ahorcada en Edimburgo, fue la protagonista de uno de los
episodios más siniestros de la era victoriana.
En una época en la que los hijos ilegítimos de sirvientas y jóvenes muchachas llenaban la ciudad
de habladurías y de escándalos, era habitual la práctica de ofrecer dinero a quien quisiera
quedarse con los bebés.
Así es como Jessie King y su pareja, Thomas Pearson, habitantes del barrio de Stockbridge,
comenzaron a adoptar pequeños a cambio de recompensas.
Cuál fue el horror el día en el que unos niños, jugando, descubrieron los restos de un bebé junto
a la casa, y al entrar en el domicilio la policía comprobó que las habitaciones escondían otros
dos diminutos cadáveres.
A pesar de que se cree que fue Thomas quien cometió los atroces crímenes, la joven se declaró
culpable en un intento de salvarlo y, en marzo de 1889, se convirtió en la última mujer ahorcada
en Edimburgo.
De día, trabajaba como ebanista y cerrajero para las familias más ricas; de noche, utilizaba las
copias de las llaves para entrar en las viviendas a hurtadillas y robar a sus clientes.
Esta dualidad entre bien y mal inspiró a Robert Louis Stevenson, quien la convirtió en el tema
central de su novela El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr Hyde.
Hay quien dice que, en efecto, Brodie murió el 1 de octubre de 1788 en la horca que él mismo
había diseñado el año anterior.
Sin embargo, otra leyenda cuenta que se las ingenió para que el ahorcamiento no fuera
mortal, sobornó al verdugo y consiguió burlar la muerte, dejándose ver, años más tarde, en
París.
Aunque se cree que su tumba se encuentra en Chapel Street, desde entonces la historia de
Deacon Brodie ha permanecido envuelta en todo tipo de disparatados rumores. Puedes visitar
un pub con su nombre en la Royal Mile de Edimburgo.