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La persona agresiva
. Suele estar sola, puesto que su conducta aleja a demás; no obstante, nunca
admitirá que necesita amigos.
La persona pasiva
. Está enfadada consigo misma porque sabe que los demás se aprovechan de ella.
La persona asertiva
. Puede comunicar sus sentimientos de tal modo que, incluso cuando son negativos,
no fomenta el re sentimiento.
. Está preparada para asumir riesgos y, si no funciona, acepta que los errores
formen parte del proceso de aprendizaje.
Puede empezar a ser una persona asertiva encargándose primero de los problemas
pequeños y recompensándose por sus logros. La visualización creativa le puede
ayudar: piense en situaciones en las que no ha actuado positivamente y pregúntese
qué es lo que cambiaría en el futuro.
. Defender sus derechos a la vez que permite que los demás defiendan los suyos.
- estar de acuerdo con las justificadas (pero no responder a las que son opiniones
personales)
Hay diferentes trastornos o patologías cognitivas que están muy relacionadas con
nuestra conducta y comportamiento. Con nuestra impulsividad, capacidad de
planificación, razonamiento o “forma de ser”. Si quieres evaluar tu propio
funcionamiento cerebral, el de tus hijos o pacientes, te recomiendo que pruebes
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de forma clínica y rápidamente importantes funciones cognitivas, e identificar
debilidades y fortalezas en las áreas de la memoria, atención y
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ayudar a determinar si los cambios cognitivos que experimenta una persona son
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Técnica de Extinción
A menudo, pasamos por alto las cosas buenas que hacen los demás, porque nos
acostumbramos. Adoptamos una actitud, a menudo sin darnos cuenta, de que lo
que tenemos, al ser estable, no puede desaparecer. Incluso que tenemos cierto
derecho a recibirlo. ¿A que me refiero? A situaciones tipo como: “nuestra amiga
siempre escucha pacientemente cuando nos sentimos mal”, “nuestra pareja va a
buscarnos siempre a la salida del trabajo”, “siempre tolera mi fuerte carácter”, “mis
hijos siempre llegan a casa a la hora que se les indica, recogen su plato después
de cenar,te dan un beso antes de acostarse”.
Cuando estas conductas se repiten, dejamos de prestar atención, pasan
inadvertidas y se convierten en una regla general, perdiendo valor.
Invertís esfuerzo y tiempo en realizar una conducta, como por ejemplo, preocuparte
por alguien, hacer la comida todos los días para todos, pedir el plato preferido de tu
pareja en lugar del tuyo. Hay mil cosas que ocurren, que parecen insignificantes
pero que “¡es que parece mentira!, “nunca está contento/a con nada”, ¡no valora
nada de lo que hago!, ¡si lo sé, ni me molesto!.
Sin siquiera saberlo, estamos ante una técnica para disminuir conductas. Hablamos
de la Técnica de Extinción. Lo correcto sería utilizarlo para las conductas que de
otros que queremos disminuir. ¿Cómo lo hacemos? Dejamos de prestarles atención
y como la otra persona percibirá que no obtiene ningún resultado, poco a poco
dejará de repetirlo.
Cuando los niños tienen pataletas ¿qué quieren? En primer lugar, causar malestar
a los padres y así llamar la atención; en segundo lugar, llevar la razón. A pesar de
ser muy muy complicado por parte de los padres aguantar el chaparrón, sería lo
más recomendable para terminar con las rabietas.
Técnica de Castigo
El castigo está a la orden del día. Sobretodo papás y mamás desbordados
“¡castigado sin tablet!, ¡castigado sin móvil!, ¡castigado sin fútbol!…”.
Pero no solo ocurre en este ámbito. El ser humano, es verdaderamente castigador,
y somos expertos en proporcionar castigos. Los castigos, como se entienden en
psicología, pueden ser tangibles (restringir el uso de objetos), pero también pueden
ser verbales “se va a enterar, voy a hacerle lo mismo para que vea”, “eres un idiota,
no sirves para nada”, “te odio”, “no te soporto”, “es que no me quieres, me tratas
fatal”.
Los castigos, pueden ser eficaces a corto plazo para disminuir conductas
indeseadas en los demás, sin embargo, a largo plazo pierden efectividad y
aumentan rabia y frustración en la otra persona. Es más recomendable utilizar la
extinción y contrarrestar con las técnicas que aumentan conductas deseadas que
veremos más adelante.
Modelo conductista
Su punto de partida es que la conducta es el más importante punto de referencia.
La conducta sería lo más tangible y observarle. Exactamente lo único que nosotros
podríamos ver y por tanto, medir.
Este modelo defiende que solamente podemos utilizar las conductas que vemos,
para poder medir, de forma clara y concreta, el comportamiento del ser humano. De
este modo, el comportamiento humano se explica a través de una serie de
conductas que dan las personas y las consecuencias que obtienen con ellas. Por
ejemplo, “si yo cruzo un semáforo en rojo, me pilla un coche, por tanto, esperaré a
que se ponga en verde”.
Fue un movimiento totalmente imprescindible para la explicación del aprendizaje.
Por ejemplo, Pauvlov, hablaba del aprendizaje clásico, basado en que las
circunstancias del entorno, los estímulos, pueden ser “condicionados”. Esto
significa, que pueden tomar un matiz para la persona que los vive, en función de las
sensaciones que despierta en él.
Para verlo claro, se puede consultar el interesante experimento de los perros de
Paulov, en donde vemos que tras darles comida acompañada del sonido de una
campana, los perros condicionaron la campana con la comida, siendo así, que al
escuchar esa campana, salivaban aunque no hubiera comida.
Skinner es otro de los psicólogos importantes en esa línea. Introdujo el conductismo
radical, centrando su atención en la importancia de las consecuencias de la
conducta para que se produzca el aprendizaje.
Es muy conocida la caja de Skinner. Donde experimentaban con ratas. Les hizo
aprender que tenían que apretar una palanca (conducta) para recibir comida
(consecuencia).
Modelo congnitivo-conductual
Este modelo es el que añade a la ecuación el valor del pensamiento. La cognición.
El individuo no solamente responde a los elementos que le presenta el entorno, si
no que además, procesa.
Se le da un papel fundamental a las interpretaciones, puesto que en función de la
explicación o interpretación que le da la persona a los elementos del contexto, se
sentirá de una forma concreta y emitirá una conducta u otra.
Por tanto, en este sistema, lo que pienso, siento y hago, afectará a lo que pienso,
siento y hago y todo esto, interactuará con el entorno.
Dentro de este modelo podemos introducir el tipo de aprendizaje por modelado de
Bandura. Se diferencia del condicionamiento clásico en que estamos introduciendo
la variable de interpretación y decisión de las personas de imitar y reproducir la
conducta aprendida a través del modelado.
Conducta prosocial
Partiendo de la definición que plantea Mª Dolores González Portal, profesora de la
Universidad Complutense de Madrid (Premio Nacional de Investigación del
Ministerio de Educación y Ciencia en 1983), podemos entender por conducta social,
cualquier acción acción que, al llevarse a cabo, beneficia a una o más personas y
hace que la sociedad funcione mejor. Independientemente del deseo de la persona
de obtener un beneficio añadido para sí mismo.
Esto es lo que diferenciaría la conducta prosocial del altruismo, en donde, en
principio, la conducta va orientada solamente a ayudar a los demás, sin buscar el
propio beneficio.
Ya en 1908, William McDougall utiliza este término en su Manual Introductorio de
Psicología Social.
En 1964, tuvo lugar el suceso de Kitty Genovese, mujer que fue asesinada en el
portal de su casa. Aunque hubo 38 personas que observaron el asesinato, solo uno
llamo a la policía media hora después del suceso, por lo que no se pudo evitar que
Kitty muriera. En este punto, la investigación sobre las conductas prosociales
arrancó, con el punto de mira de poder responder ¿por qué ayuda el ser humano a
otros humanos?, ¿qué le motiva?.
Darley y Latené comprobaron mediante experimentos lo que después denominarían
el efecto espectador, siendo que cuantas más personas hay en un mismo momento,
más tiempo se tarda en solicitar ayuda. Una explicación de esto es que se produce
un desplazamiento de la responsabilidad “ya llamará alguien”, “seguro que ya han
llamado”. Sin embargo, cuando uno se encuentra “solo ante el peligro”o asume la
responsabilidad o estará claro que si algo malo ocurre, fue porque el mismo no
actuó.
Al final, las conductas prosociales se adquieren del mismo modo que las demás
conductas que hemos ido viendo a lo largo del artículo.
Mediante aprendizaje, socialización, adquisición de valores sociales,
responsabilidad social, empatía.
Como comenté al principio, la conducta es un término iceberg, donde se puede
sacar muchísima información. Espero que te haya resultado interesante y de ayuda
el análisis. Como siempre, te animo a que comentes abajo, preguntes o aportes
algún otro dato o curiosidad.
TRASTORNOS DE LA CONDUCTA
Se estima que entre el 6 y 16% de los varones y entre el 2 y el 9% de las niñas con
menos de 18 años de edad sufren del trastorno de conducta con síntomas que
varían de leves a graves. Normalmente estos niños sobresalen por un
comportamiento disruptivo característico, repetitivo y persistente.
Vale aclarar que el diagnóstico del trastorno de conducta no es sencillo ya que los
niños y adolescentes varían constantemente por lo que a veces es difícil determinar
si el problema es persistente o no. En ciertos casos el trastorno de conducta puede
ser un problema de ajuste a una tensión aguda o crónica. Además, en muchas
ocasiones esta problemática viene a aparejada a trastornos del aprendizaje (en
aproximadamente el 73% de los casos) y a la depresión, por lo que a veces cuando
se trata la depresión, los comportamientos disruptivos desaparecen.
El origen de los trastornos de conducta puede ser multicausal; por ejemplo, Munné
establece cuatro grandes causas:
Por otra parte, a partir de estudios longitudinales se ha podido conocer que cuando
el trastorno de conducta tiene inicio en la niñez se aprecian disfunciones
neuropsicológicas, entornos familiares desestructurados y disfuncionales, altas
tasas de trastornos psicopatológicos en los padres y a dificultades en las relaciones
con los coetáneos mientras que cuando ocurre en la adolescencia, generalmente
se relaciona con la inserción del afectado en grupos desviados.
3. Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón,
un ladrillo, una botella rota, un cuchillo, un arma).
Destrucción de la propiedad
Engaño o robo
11. A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones (p.
ej. “engaña” a otros).
12. Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto
en una tienda sin violencia ni invasión; falsificación).
13. A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando
antes de los 13 años.
14. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres
o en un hogar de acogida, por lo menos dos veces o una vez si estuvo ausente
durante un tiempo prolongado.
Especificar si:
Tipo de inicio infantil: Los individuos muestran por lo menos un síntoma
característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años.
Tipo de inicio adolescente: Los individuos no muestran ningún síntoma
característico del trastorno de conducta antes de cumplir los 10 años.
Tipo de inicio no especificado: Se cumplen los criterios del trastorno de conducta,
pero no existe suficiente información disponible para determinar si la aparición del
primer síntoma fue anterior a los 10 años de edad.
Especificar si:
Con emociones prosociales limitadas: Para poder asignar este especificador, el
individuo ha de haber presentado por lo menos dos de las siguientes características
de forma persistente durante doce meses por lo menos, en diversas relaciones y
situaciones. Estas características reflejan el patrón típico de relaciones
interpersonales y emocionales del individuo durante ese período, no solamente
episodios ocasionales en algunas situaciones. Por lo tanto, para evaluar los criterios
de un especificador concreto, se necesitan varias fuentes de información. Además
de la comunicación del propio individuo, es necesario considerar lo que dicen otros
que lo hayan conocido durante periodos prolongados de tiempo (p. ej., padres,
profesores, compa- ñeros de trabajo, familiares, amigos).
Falta de remordimientos o culpabilidad: No se siente mal ni culpable cuando
hace algo malo (no cuentan los remordimientos que expresa solamente cuando le
sorprenden o ante un castigo). El individuo muestra una falta general de
preocupación sobre las consecuencias negativas de sus acciones. Por ejemplo, el
individuo no siente remordimientos después de hacer daño a alguien ni se preocupa
por las consecuencias de transgredir las reglas.
Insensible, carente de empatía: No tiene en cuenta ni le preocupan los
sentimientos de los demás. Este individuo se describe como frío e indiferente. La
persona parece más preocupada por los efectos de sus actos sobre sí mismo que
sobre los demás, incluso cuando provocan daños apreciables a terceros.
Despreocupado por su rendimiento: No muestra preocupación respecto a un
rendimiento deficitario o problemático en la escuela, en el trabajo o en otras
actividades importantes. El individuo no realiza el esfuerzo necesario para alcanzar
un buen rendimiento, incluso cuando las expectativas son claras, y suele culpar a
los demás de su rendimiento deficitario.
Afecto superficial o deficiente: No expresa sentimientos ni muestra emociones
con los demás, salvo de una forma que parece poco sentida, poco sincera o
superficial (p. ej., con acciones que contradicen la emoción expresada; puede
“conectar” o “desconectar” las emociones rápidamente) o cuando recurre a
expresiones emocionales para obtener beneficios (p. ej., expresa emociones para
manipular o intimidar a otros).