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LA OMNIPOTENCIA DIVINA

1. En Dios hay potencia activa (Summa Theologiae Iª q. 25 a. 1 co.)

“Respondo diciendo que hay dos clases de potencia, a saber, la pasiva, que de
ningún modo se encuentra en Dios, y la activa, que conviene poner en Dios de modo
sumo. Pues es evidente que una cosa, según que está en acto y es perfecta, es
principio activo de algo, en cambio algo padece en cuanto es deficiente e imperfecto.
Ahora bien, se ha mostrado más arriba que Dios es acto puro, y absoluta y
universalmente perfecto, y en Él no puede tener lugar ninguna imperfección. Por lo
cual le compete máximamente el ser principio activo, y no padecer de ningún modo.
Pero la razón de principio activo conviene a la potencia activa. Pues la potencia activa
es el principio de acción sobre otro, en cambio la potencia pasiva es principio del
padecer a partir de otro, como dice el filósofo en el libro V de la Metafísica. Por
consiguiente, sólo resta que en Dios haya máximamente potencia activa.

2. La potencia de Dios es infinita (Summa Theologiae Iª q. 25 a. 2 co.)

“Respondo diciendo que, como se ha dicho ya, la potencia activa se encuentra


en Dios en cuanto Él es acto. Ahora bien, su ser es infinito, en cuanto no está limitado
por recipiente alguno […]. Por lo cual es necesario que la potencia activa de Dios sea
infinita. Pues en todos los agentes se encuentra esto, que cuanto más perfectamente un
agente tiene la forma en virtud de la que actúa, tanto mayor es su potencia en el
actuar. Así como cuanto algo es más cálido, tanto mayor potencia de calentar tiene, y
tendría una potencia infinita de calentar, si su calor fuese infinito. Por lo cual, dado
que la esencia divina, por la cual Dios actúa, es infinita, como se ha mostrado más
arriba, se sigue que su potencia es infinita”.

3. El objeto de la omnipotencia (Summa Theologiae Iª q. 25 a. 3 co.)

“Respondo diciendo que todos confiesan comúnmente que Dios es


omnipotente. Pero parece difícil asignar una definición de la omnipotencia. Pues
puede ser dudoso qué está comprendido bajo esta distribución, cuando se dice que
Dios puede todas las cosas. Pero si se considera rectamente, dado que la potencia dice
relación a los posibles, cuando se dice que Dios puede todas las cosas, no puede
entenderse nada más correcto que [decir] que puede todas las cosas posibles, y por
esto se dice omnipotente. Ahora bien, lo posible se dice de dos modos, según el
filósofo en el libro V de la Metafísica. De un modo, por respecto a alguna potencia,
como lo que cae bajo la potencia humana se dice que es posible para el hombre. Pero
no puede decirse que Dios se diga omnipotente por poder todas las cosas que son
posibles para la naturaleza creada, dado que la potencia divina se extiende a más
cosas. Ahora bien, si se dijera que Dios es omnipotente porque puede todas las cosas
que son posibles a su potencia, habría una circularidad en la definición de
omnipotencia, pues esto no sería más que decir que Dios es omnipotente porque
puede todo lo que puede. Sólo resta, por tanto, que Dios se diga omnipotente porque
puede todas las cosas posibles absolutamente, que es otro modo de decir lo posible.
Pues algo se dice posible o imposible absolutamente a partir de la relación entre los
términos; posible, ciertamente, porque el predicado no repugna al sujeto, como que
Sócrates se siente; en cambio [se dice] imposible absolutamente, porque el predicado
repugna al sujeto, como que el hombre sea asno. Ahora bien, hay que considerar que,

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dado que todo agente obra lo semejante a sí, a cada potencia activa corresponde lo
posible como objeto propio, según la razón de aquél acto en el cual se funda la
potencia activa, al modo como la potencia de calentar se refiere, como a su objeto
propio, al ser calentable. Ahora bien, el ser divino, sobre el cual se funda la razón de
la potencia divina, es un ser infinito, no limitado a ningún género de ente, sino que
pre-contiene en sí la perfección de todo ser. Por lo tanto, todo cuanto puede tener
razón de ente está contenido bajo los posibles absolutos, respecto de los cuales Dios
se dice omnipotente. Pero nada se opone al ente, más que el no ente. Por consiguiente,
a la razón del posible absoluto, que cae bajo la omnipotencia divina, repugna aquello
que en sí implica ser y no ser simultáneamente. Aquello, pues, no cae bajo la
omnipotencia divina, porque no puede tener razón de factible ni de posible. Por
consiguiente, todo cuando no implica contradicción, está contenido bajo aquellos
posibles respecto de los cuales Dios se dice omnipotente. En cambio, aquellas cosas
que implican contradicción, no están contenidas bajo la omnipotencia divina, porque
no pueden tener razón de posibles. Por lo tanto, de modo más conveniente se dice que
no pueden ser hechas, más que que Dios no puede hacerlas”.

2. Lo que Dios no puede hacer (Summa Contra Gentiles, lib. 2 cap. 25 n. 1)

“A partir de lo dicho puede entenderse que, aunque Dios sea omnipotente, sin
embargo se dice que hay algunas cosas que no puede. […] Porque el objeto y efecto
de [su] potencia activa es el ente producido, pero ninguna potencia tiene ninguna
operación en la que decaiga de la razón de su objeto […]: conviene que se diga que
Dios no puede todo aquello que es contrario a la razón del ente en cuanto ente, o del
ente producido en cuanto producido. Ahora bien, hay que investigar cuáles son tales.
Por consiguiente, en primer lugar, ciertamente es contrario a la razón de ente
todo lo que quita la razón de ente. Ahora bien, la razón de ente se quita por su
opuesto: […]. Pero lo puesto a la razón de ente es el no ente. Por consiguiente, Dios
no puede hacer simultáneamente que una y la misma cosa sea y no sea, es decir, que
las cosas contradictorias sean simultáneamente.
La contradicción incluye los contrarios y los opuestos privativos: pues si algo
es blanco y negro, se sigue que es blanco y no blanco; y si es vidente y ciego, es
vidente y no vidente. Por esta misma razón, Dios tampoco puede hacer que los
opuestos existan simultáneamente en lo mismo según lo mismo.
Además, a la remoción de cualquier principio esencial sigue la remoción de la
cosa misma. Por consiguiente, si Dios no puede hacer que una cosa sea y no sea
simultáneamente, tampoco puede hacer que a una cosa le falte alguno de sus
principios esenciales, permaneciendo la cosa, como que un hombre no tenga alma.
Además, dado que los principios de algunas ciencias, como la lógica, la
geometría y la aritmética, se toman sólo de los principios formales de las cosas, de los
cuales depende la esencia de la cosas, se sigue que Dios no puede hacer cosas
contrarias a esos principios, como que el género no sea predicable de la especie, o que
las líneas trazadas del centro a la circunferencia no sean iguales, o que el triángulo
rectilíneo no tenga tres ángulos iguales a dos rectos.
A partir de esto es también evidente que Dios no puede hacer que lo pasado no
haya sido. Pues esto también incluye una contradicción. Pues es de necesidad que
algo sea mientras es, y que algo haya sido, si ha sido.
Hay también algunas cosas que repugnan a la razón del ente producido en
cuanto tal. Y estas tampoco las puede hacer Dios, pues todo lo que Dios hace,
conviene que sea producido.

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Ahora bien, a partir de esto es evidente que Dios no puede producir a Dios.
Pues es de la razón del ente producido el que no dependa de otra causa. Esto es
contrario a la razón de aquello que llamamos Dios, como es evidente por lo superior.
También, por la misma razón, Dios no puede producir algo igual a Él. Pues
aquello cuyo ser no depende de otro, es mayor en su ser y en las demás perfecciones
que aquello que depende de otro, lo cual concierne a la razón de ente producido.
Del mismo modo tampoco puede Dios hacer que algo se conserve en el ser sin
Él. Pues la conservación en el ser de cada cosa depende de su causa. Por lo cual
conviene que, removida la causa, se remueva el efecto. Por consiguiente, si pudiera
haber alguna cosa que no fuera conservada por Dios en el ser, no sería efecto suyo.
Más aun. Dado que Él actúa por medio de su voluntad, no puede hacer
aquellas cosas que no puede querer. Ahora bien, qué cosas no puede querer, lo
podemos considerar si entendemos qué tipo de necesidad puede darse en la voluntad
divina. Pues lo que es necesario que sea, es imposible que no sea; y lo que es
imposible que sea, es necesario que no sea.
Ahora bien, es evidente por esto que Dios no puede hacer que él no sea, o que
no sea bueno, o bienaventurado. Pues necesariamente quiere su ser, y su ser bueno y
bienaventurado, como se ha mostrado en el libro primero.
Además se ha mostrado más arriba que Dios no puede querer ningún mal. Por
lo cual es evidente que Dios no puede pecar.
Del mismo modo, se ha mostrado más arriba que la voluntad de Dios no puede
ser mudable. Por consiguiente, no puede hacer que aquello que es querido por Él no
se cumpla.
Hay que saber, no obstante, que hay otro modo distinto de los anteriores en el
que se dice que [Dios] no puede. Pues las anteriores cosas Dios no puede quererlas ni
hacerlas de modo absoluto. Ahora bien, hay cosas tales que Dios las puede hacer o
querer, si se considera su voluntad absolutamente, pero no si se consideran una vez
presupuesta la voluntad de lo opuesto. Pues la voluntad divina no tiene necesidad
respecto de las criaturas, a no ser ex suppositione, como se ha mostrado en el libro
primero. Y por eso todas estas locuciones, ‘Dios no puede hacer cosas contrarias a las
que ha dispuesto hacer’, y todas las que se dicen de este modo, se entienden de modo
compuesto, pues de este modo implican la suposición de la voluntad divina de lo
opuesto. Ahora bien, si se entienden en sentido dividido, son falsas, porque
conciernen a la potencia y a la voluntad de Dios consideradas absolutamente.
Ahora bien, así como Dios actúa por medio de su voluntad, también lo hace
por medio de su intelecto y de su ciencia, como se ha mostrado. Por consiguiente, por
la misma razón, no puede hacer que Él no prevea lo que va a hacer, o revocar lo que
ha previsto que hará, en cuanto no puede hacer lo que no quiere hacer, o revocar lo
que quiere. Y del mismo modo se conceden y se niegan ambas cosas, de modo tal que
se dice que no puede las cosas antedichas, pero bajo condición y ex suppositione”.

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