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Agradecimientos .................................................................................................................. 7
Prólogo ...................................................................................................................................... 9
1. La manzana y su maduración........................................................................................ 11
Juan José Mangas Alonso y Daniel Díaz Llorente
Así mismo, damos las gracias a las empresas Sidra Trabanco, Sidra Cortina,
Sidra Menéndez, Valle, Ballina y Fernández S.A. y Decavi S.A., por las foto-
grafías que se incluyen en este libro y al Dr. José Luis Meana Fonseca, a
José María Osoro, a M.ª Isabel Alonso Valdés y a Ángel Vitienes Amandi por sus
aportaciones gráficas.
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Prólogo
Juan José Mangas Alonso
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
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1. La manzana y su maduración
Juan José Mangas Alonso y Daniel Díaz Llorente
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Oviedo
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das en las hojas al resto de órganos de la planta). La textura de los frutos está
determinada por la lámina media (capa cementante de substancias pécticas entre
dos paredes celulares primarias, que se deposita en la división celular y se lo-
caliza en al apoplasto) y la pared celular (primaria y secundaria), que separa el
apoplasto de la membrana plasmática. Dentro de la célula, conviene destacar la
vacuola (lugar donde se almacenan, por ejemplo, azúcares y ácidos), la mito-
condria (donde se producen los procesos respiratorios), los cloroplastos (donde
se realiza la actividad fotosintética), el aparato de Golgi (formado por dictioso-
mas y donde se sintetizan los componentes de la pared celular), el núcleo, etc.
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HIDROXICINÁMICOS
DIHIDROCALCONAS
FLAVONOLES
FLAVONOLES
ANTOCIANINAS
Figura 3.–Biosíntesis de los compuestos fenólicos. PAL: fenilalanina amonioliasa; CHS: calcona sintetasa; CHI:
calcona flavanona isomerasa; FHT: flavanona hidrolasa; DFR: dihidroflavonol reductasa; ANS: antocianidin
sintetasa; GT: glicosil transferasa; C4H: cinamato 4-hidrolasa; 4CL: 4-cumarato: CoA ligasa (Treutter, 2001)
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Figura 4.–Reacción de Fenton y Haber-Weiss para la producción del radical hidroxilo (OH•)
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tomate, etc., la cohesión entre células por medio de la lámina media es muy fuer-
te. No obstante, los cambios en la textura también son atribuibles a la modifica-
ción estructural de la pared de la célula. En el caso de la manzana, la pared celu-
lar puede ser descrita por el modelo I (ver figura 5) de Carpita y Gibeaut (1993)
que consiste en tres dominios que interaccionan entre sí. Por un lado, una estruc-
tura de celulosa-xiloglucano (primer dominio fundamental), donde las microfi-
brillas de celulosa están entrelazadas por fucogalactoxiloglucanos; este dominio
está embebido en una matriz péctica (segundo dominio) y de glicoproteínas
estructurales (tercer dominio).
Desde el punto de vista molecular, la pared celular está compuesta por car-
bohidratos (celulosa, xiloglucano y pectina), proteínas (enzimas y glicoproteí-
nas), lignina, compuestos fenólicos e iones inorgánicos (calcio y boro, funda-
mentalmente).
La celulosa se presenta como un agregado de fibras formadas por cadenas
lineales de β- (1→4)-D-glucosa. Con el fin de favorecer las interacciones por
puentes de hidrógeno entre cadenas y dentro de ellas y evitar impedimentos esté-
ricos entre grupos funcionales adyacentes, se produce de manera alternante la
inversión (giro de 180º) de una molécula de glucosa. La celulosa aporta resis-
tencia mecánica, habiéndose establecido que la ordenación de las microfibras de
celulosa como, por ejemplo, la celulosa no amorfa, podría ser la causa de la tex-
tura que presentan algunos frutos como la manzana.
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Figura 6.–Modelo para la biosíntesis del poligalacturonano de acuerdo con el Complex Carbohydrate Research
Center (http://www.ccrc.uga.edu/~mao/biosyn/text.htm). PGA-MT: poligalacturonato 4α- metiltransferasa;
PGA: poligalacturonato 4α; PGAE: poligalacturonato 4α esterificado; PGA-GalAT: poligalacturonato 4α-
galacturonosiltransferasa. 1: hexoquinasa; 2: fosfoglucomutasa; 3: UDP-Glc fosforilasa; 4: UDP-Glc deshi-
drogenasa; 5: UDP-GlcA 4-epimerasa; 6: antipuerto UDP-GalA/UMP. Glc: glucosa; GlcA: ácido glucurónico;
GalA: ácido galacturónico. UTP: uridín trifosfato UDP: uridín difosfato; UMP: uridín monofosfato; PP: piro-
fosfato; P: fosfato.
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Figura 7–Crecimiento, respiración y producción de etileno a lo largo del desarrollo y maduración del fruto
(Hartmann y col., 1987; Recasens, 1990; Janssen y col., 2008). Madurez fisiológica (0); niveles de producción
de etileno (1, 2, 3).
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Figura 9.–Evolución de los carbohidratos y diversos sistemas enzimáticos a lo largo del desarrollo y madura-
ción del fruto.
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y los ésteres de los ácidos grasos con xantofilas (Solovchenko y col., 2006). Una
vez que la manzana es cosechada se produce un incremento brusco en el conte-
nido de carotenoides y una degradación de las clorofilas, lo que es consecuencia
de un cambio en el equilibrio hormonal con especial incidencia del etileno.
La producción de aromas en la manzana está muy relacionada con el proceso
de maduración y la acción del etileno. Defilippi y col. (2005a, 2005b) concluye-
ron que esta hormona de la maduración está implicada en la biosíntesis de los
ésteres, a través de la regulación de la actividad de la enzima alcohol aciltrans-
ferasa y en la formación de precursores aromáticos, como la isoleucina, en la piel
de la manzana. Estos autores determinaron que la producción de ésteres (bu-
tanoatos y 2-metilbutanoatos de butilo y hexilo y hexanoato de hexilo) se in-
crementó de modo muy significativo una vez cosechada la manzana, si bien,
también detectaron un aumento notable de aldehídos (particularmente trans-2-
hexenal) y alcoholes (1-butanol, 2-metilbutanol y 1-hexanol). Otras enzimas
implicadas en la biosíntesis de sustancias aromáticas, como la alcohol deshidro-
genasa (ADH) y lipoxigenasa (LOX) parece que no están reguladas por el etile-
no (Defilippi y col., 2005b).
El ablandamiento del fruto es uno de los síntomas más evidentes de su madu-
rez, y la estructura más afectada por este proceso es la lámina media que experi-
menta un proceso de disolución (Ben-Arie y col., 1979). La resistencia que ofre-
ce un tejido a la compresión está determinada por la adhesión intercelular, las
fuerzas de cizalla entre polímeros y la presión de turgor que ejerce la membrana
contra la pared celular (Vicente y col., 2007). En el caso de la manzana, cuando
el fruto emblandece, se produce una reducción de los residuos azucarados de
galactosa y arabinosa y un incremento de la pectina soluble en agua (Knee, 1973;
Bartley, 1974; Mangas y col., 1992; Johnston y col., 2002). Por tanto, las enzi-
mas implicadas en la ruptura de las cadenas laterales de las pectinas contribuyen
al ablandamiento del fruto.
Por otro lado, las estructuras pécticas del tipo “egg-box” (puentes de calcio
entre los grupos carboxilo de los ácidos urónicos) y los diésteres de borato que
enlazan las cadenas de ramnogalacturonano II afectan a la firmeza del fruto. De
acuerdo con Fisher y col. (1994a), durante el desarrollo y maduración de la man-
zana se produce una disminución más acusada del contenido de galactosa que de
arabinosa en el residuo insoluble al alcohol. La pérdida de arabinosa y galactosa
es un indicador de la despolimerización de las sustancias pécticas y, por tanto, de
la desestructuración de las conexiones intermoleculares en la pared celular pri-
maria, si bien la eliminación de estos azúcares no tiene por qué estar necesaria-
mente ligada al proceso de solubilización de las pectinas. De hecho, Fisher y col.
(1994b) no detectaron pérdidas significativas en los contenidos de galactosa y
arabinosa en las pectinas de la lámina media de los frutos recogidos en su
momento óptimo de maduración. Sin embargo, estos mismos autores encontra-
ron, en el momento de la recolección de la manzana, pérdidas de estos azúcares
en las fracciones pécticas provenientes de la pared celular.
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relevantes del nivel de maduración del fruto. Como se puede deducir de la expre-
sión que lo define, a medida que el fruto madura este índice disminuye, ya que,
la firmeza es menor y el contenido de sólidos solubles e índice de almidón
aumentan.
Si bien el contenido de sólidos y el índice de almidón se pueden medir sin
dificultad, en el caso de la medida de la firmeza hay que tomar algunas precau-
ciones. Así, por ejemplo, los frutos afectados por la alteración “watercore” (cora-
zón acuoso) no deberían ser muestreados, las manzanas de mayor tamaño, por lo
general, son más blandas que las más pequeñas (la muestra de frutos debe ser,
por tanto, lo más homogénea posible en cuanto a su tamaño) y la velocidad con
la que se aplica la fuerza para evaluar la firmeza es una variable crítica en la
determinación de este parámetro. Los índices de maduración están altamente
correlacionados con parámetros como el flavor, el aroma, la textura, el potencial
de conservación del fruto, etc.
También, se suele utilizar, para la detección del nivel de maduración óptimo
del fruto, el tiempo transcurrido desde la caída del botón floral (DAFB, Days
After Full Bloom). Este parámetro debe ser utilizado como una referencia, ya que
puede variar entre cosechas. Se dispone de datos para el caso de variedades de
mesa comerciales como ‘Gala’ o ‘Fuji’, 110-120 y 170-185 días, respectivamen-
te (Sinha, 2006)
En relación con la manzana de sidra, Blanco-Gomis y col. (1998) y Mangas
y col. (1998), han llevado a cabo estudios quimiométricos enfocados a determi-
nar las variables químicas que son significativas en la determinación del momen-
to óptimo de madurez del fruto destinado a la elaboración de la sidra. Los estu-
dios analíticos (azúcares, polifenoles, pectinas, ácidos orgánicos y aminoácidos)
realizados en seis variedades de manzana de sidra (‘Collaos’, ‘Durón Arroes’,
‘Meana’, ‘Coloradona’, ‘Raxao’ y ‘Picona Rayada’) en diferentes estadios de
maduración, junto con la aplicación de modelos quimiométricos fiables y robus-
tos (éxitos de predicción del nivel de maduración, por encima del 92%), ponen
de relieve que la fructosa y las pectinas son las variables más relevantes en la
estimación del momento de maduración óptimo.
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2. Procesos pre-fermentativos
Juan José Mangas Alonso y Domingo Blanco Gomis
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Oviedo
Introducción
La etapa pre-fermentativa engloba un conjunto de procesos de relevante
importancia en la elaboración de la sidra. Comienza con la recolección de la
manzana, condicionada por la maduración del fruto, continúa con la extracción
del mosto y finaliza con la clarificación (etapa optativa). La figura 1 recoge un
esquema que ilustra la interrelación existente entre las diferentes fases del pro-
ceso pre-fermentativo y los factores que influyen en la composición del mosto.
Figura 1.–Factores que influyen en la composición del mosto en el proceso pre-fermentativo (FA: fermenta-
ción alcohólica; FML: fermentación maloláctica).
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
Mezcla de manzana
Las variedades de manzana utilizadas en la elaboración de la sidra (varieda-
des de sidra) se clasifican en tipos o bloques tecnológicos. Éstas presentan, con
relación a las variedades de mesa, algunas ventajas para elaborar la sidra. Así,
por ejemplo, pueden presentar elevados contenidos de azúcar (hasta el 15%), tie-
nen un elevado intervalo de acidez (0,1-1%, ácido málico), su estructura fibrosa
facilita la extracción e incrementa el rendimiento en mosto, en algunos casos
presentan elevados contenidos de polifenoles (taninos) y la maduración comple-
mentaria que experimentan, cuando son separadas del árbol, facilita la conver-
sión del almidón en azúcar sin que exista una pérdida importante de firmeza
(Lea, 1995).
El agrupamiento de las diferentes variedades de sidra en bloques tecnológi-
cos es muy útil para realizar una adecuada mezcla de la materia prima en el pro-
ceso de elaboración de la sidra. Los grupos tecnológicos se establecen en función
de la cantidad presente en el fruto de dos grupos químicos de moléculas que con-
tribuyen al flavor de la manzana, los ácidos y los polifenoles. Así, por ejemplo,
una variedad ácida se caracteriza por presentar una proporción elevada de áci-
dos orgánicos y bajo contenido en taninos, una amarga por tener una concen-
tración muy elevada de polifenoles y una baja concentración de ácidos y una
dulce por tener una baja cantidad de ácidos y polifenoles. Como se deduce de la
definición del bloque dulce, una variedad perteneciente a este grupo no tiene por
qué tener mayor cantidad de azúcares que una ácida o una amarga, ya que la per-
tenencia a él no es función del nivel de azúcares que presente el fruto. Aparte de
estos tres bloques tecnológicos principales, se pueden encontrar otros que se
definen, también, en función de las proporciones relativas que el fruto presenta
en ácidos y polifenoles. Así, por ejemplo, las variedades dulce-amargas tienen
un elevado contenido en taninos y baja proporción de ácidos, las ácido-amargas
presentan alta proporción de ácidos y una concentración intermedia de taninos y
las aciduladas tienen una proporción de ácidos comprendida entre las ácidas
y las dulces y bajo contenido en taninos.
En la tabla 1 se recogen los valores de la concentración de ácidos totales (ex-
presados como ácido sulfúrico) y taninos (expresados como ácido tánico) que
determinan los diferentes bloques tecnológicos.
En la tabla 2 se muestran algunas variedades de manzana acogidas a la DOP
“Sidra de Asturias” y su asignación a los bloques tecnológicos recogidos en la
tabla 1.
Por otra parte, con el fin de definir una mezcla de variedades apropiada para
la elaboración de la sidra, es necesario establecer la proporción de los diferentes
bloques tecnológicos. A modo orientativo, la proporción de variedades que apor-
tan acidez (ácidas, aciduladas y ácido-amargas) no debería superar el 60%, estan-
do el 40% restante integrado por variedades que aportan dulzor y amargor (dul-
ces, amargas y dulce-amargas).
40
2. Procesos pre-fermentativos
Tabla 1.–Clasificación de las variedades de sidra en función del contenido en ácidos y taninos
(Mangas, 1992; Lea, 1995; Dapena, 1996)
Tabla 2.–Clasificación en bloques tecnológicos de variedades de sidra acogidas a la DOP “Sidra de Asturias”
41
Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
Extracción
El proceso de extracción del mosto de manzana incluye tres etapas bien dife-
renciadas, la molienda, la maceración y el prensado. La maceración se produce
de manera simultánea con el prensado aunque, en ocasiones, previo al prensado,
se lleva a cabo una maceración en la que el mosto de manzana se extrae o escu-
rre por gravedad exclusivamente. La molienda de la manzana produce la pulpa o
“magaya”, la cual se somete al proceso de maceración y prensado para obtener,
por un lado, el orujo y, por otro, el mosto. La figura 2 muestra dos sistemas de
prensado utilizados en la elaboración de la sidra.
Los tipos de molinos más comunes son los de martillo y los de rejilla (ralla-
dores y de cuchillas fijas), si bien, en el caso de la elaboración de la sidra en
Asturias el más habitual es el de martillo. Éste dispone de una barra giratoria
donde están insertados diferentes martillos. El número y tamaño de éstos, así co-
mo la velocidad de giro, determinan el rendimiento del sistema (Downes, 1990).
42
2. Procesos pre-fermentativos
(A) (B)
Figura 2.–Prensas: a) de “cajón” construida en acero inoxidable (cortesía de sidra Menéndez, Gijón) y
b) neumática (cortesía de sidra Cortina, Villaviciosa)
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
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2. Procesos pre-fermentativos
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
la presión desde 0,2 hasta 1,8 bares (presión máxima) empleando, también, dife-
rentes etapas de descomprensión y desmenuzado de la pulpa; y c) prensado a pre-
sión máxima, incorporando, igualmente, varias fases de descomprensión y remo-
vido de la pulpa. Normalmente, los ciclos de prensado duran de 4 a 5 horas. De la
misma forma que en el caso de las prensas de “cajón”, el programa de prensado
está condicionado por el estado de madurez del fruto. Si éste presenta una textura
débil se debe acortar el número de procesos de removido de la pulpa y alargar lige-
ramente los tiempos en las diferentes fases de prensado a presión constante.
Las prensas horizontales de pistón automáticas se encuadran dentro de las
tecnologías rápidas de prensado. De hecho, los ciclos de prensado oscilan entre
1-1,5 horas, presentando rendimientos comprendidos entre el 70 y el 75%. Estos
sistemas funcionan de manera automática, programándose los diferentes ciclos
de prensado que se componen de: a) una etapa de carga de la pulpa, b) despla-
zamiento horizontal del pistón para ejercer presión y extraer el mosto y c) des-
plazamiento del pistón en sentido inverso, con giro de la prensa, para remover y
desmenuzar la pulpa.
Los modelos existentes de prensas verticales de doble bandeja van desde un
rendimiento de 114 L/hora a diez veces más. Normalmente, trabajan en dos
ciclos de 20 a 30 min cada uno. El primero es de baja presión (34 a 48 bares) y
sirve para romper las células y extraer una parte del mosto y el segundo ciclo es
de alta presión (170 a 204 bares), lo que permite extraer el resto del líquido. Los
rendimientos, que pueden superar el 75% (Lea, 1995), pueden estar muy condi-
cionados por el nivel de maduración de la manzana, ya que si ésta está muy
madura los canales de salida del mosto pueden colapsarse en el ciclo de mayor
presión y el proceso es muy ineficiente. En estos casos, se tienen que añadir
coadyuvantes de prensado, que son materiales fibrosos que facilitan la salida del
mosto. El manejo y llenado adecuado de los paquetes de pulpa, también deno-
minados “quesos”, y el tamaño de la partícula molida, condicionan la eficiencia
del proceso de prensado. Estas prensas se utilizan en elaboraciones a pequeña
escala, ya que cuando son a gran escala el proceso de prensado es muy costoso.
El rendimiento (η) en mosto de la pulpa de manzana en el proceso de pren-
sado es función de la presión, la temperatura, el tamaño de partícula, el tiempo,
la longitud de los canales por donde el mosto fluye en la torta de prensado, la
variación de la presión con el tiempo y el grado de ruptura del material celu-
lar. Una estimación precisa de este parámetro no debe hacerse a partir del peso
del fruto y del volumen de mosto obtenido, ya que aparte de la imprecisión que
puedan tener estas variables la humedad del orujo está influida por las condicio-
nes de prensado. Beech y Carr (1977) sugieren evaluar el rendimiento en mosto
a partir de la densidad de éste y la cantidad de sólidos insolubles (si) que pre-
sentan la pulpa (p) y el orujo (o). Para ello, proponen la expresión siguiente η
(L/1.000 kg)= [1.000 * 1- (sip/sio)]/ densidad.
Los tiempos de prensado necesarios para alcanzar un determinado rendi-
miento en mosto dependen de la tecnología utilizada, ya que éstos son directa-
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2. Procesos pre-fermentativos
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2. Procesos pre-fermentativos
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2. Procesos pre-fermentativos
Figura 3.– Mecanismo de clarificación enzimática propuesto para el mosto de manzana [Endo (1965) y
Yamasaki y col. (1967)]
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
del mosto, está cargada positivamente y puede, por tanto, interaccionar con las
partículas negativas insolubilizándolas; por otra parte, dado que es una molécu-
la rica en residuos de prolina puede también interaccionar con los polifenoles del
mosto dando lugar a la formación y sedimentación de flóculos que producen su
clarificación. En esta etapa de “fining” se puede añadir, también, bentonita. Se
trata de una arcilla que forma una dispersión coloidal con carga negativa, por lo
que interacciona con gran facilidad con las partículas proteicas cargadas positi-
vamente, formando flóculos que al sedimentar arrastran partículas en suspensión
y en dispersión coloidal, lo que incrementa la limpidez y mejora la estabilidad
del mosto.
Este tipo de clarificación está afectada por el potencial redox del mosto [que
indirectamente afecta al balance Fe (II)/Fe (III)], el pH, la temperatura y la con-
centración de cationes (sodio y calcio). La presencia de Fe (III) favorece la for-
mación de complejos electronegativos que pueden flocular con la proteína, la
concentración de cationes afecta a la estabilidad coloidal de las partículas elec-
tronegativas, un descenso de la temperatura mejora la estabilidad del complejo
proteína-polifenol y a medida que el pH aumenta, siempre y cuando se manten-
ga por debajo del punto isoeléctrico de la proteína, se favorece la floculación.
La defecación enzimática es una técnica de clarificación pre-fermentativa
muy utilizada en la elaboración de la sidra en Francia. Consiste en producir la
desmetilación de la pectina mediante una pectín metilesterasa (PME). El ácido
péctico formado se compleja con calcio, añadido como CaCl2, produciendo un
gel de pectato cálcico. Éste, atrapa las partículas en suspensión y es transporta-
do a la superficie del líquido, bien por medio del gas carbónico que comienza a
desprenderse como consecuencia del inicio del proceso fermentativo (proceso
estático) o mediante un proceso dinámico de flotación (ver figura 4), utilizando
nitrógeno para desplazar el gel a la superficie libre de líquido, donde es elimina-
do de manera continua.
Ambos procesos (estático y flotación) se basan en el mismo principio de geli-
ficación de la pectina desmetilada, pero difieren notablemente en la cinética de
formación del gel. La temperatura de la defecación enzimática debe estar bien
regulada, ya que si es muy baja la actividad de la PME disminuye notablemente
(a 7º C la PME desmetila suavemente la pectina) y si es elevada la actividad
microbiana hidroliza la pectina, impidiendo que se forme el gel de pectato cálci-
co. La temperatura de trabajo se sitúa en torno a 10-11º C. También, la concen-
tración de calcio está condicionada por la presencia de sustancias complejantes
en el mosto, es el caso de los ácidos orgánicos; éstos, al complejar los iones cal-
cio, limitan la concentración libre de este catión para enlazarse a la pectina y for-
mar el gel. Una concentración habitual de trabajo es 10 mM.
La realización de una clarificación pre-fermentativa provoca cambios en la
composición del mosto y la sidra y en el desarrollo posterior del proceso fer-
mentativo. La concentración y tamaño de los polifenoles y de los polisacáridos
está afectada por el tipo de clarificación que se lleve a cabo. Mangas-Alonso y
52
2. Procesos pre-fermentativos
col. (1996) han puesto de manifiesto que los mostos tratados con pectinasas y
posteriormente con bentonita presentan menor carga de proteínas y polifenoles
que los mostos control, en los que no se efectuó clarificación pre-fermentativa.
Las diferentes familias de polifenoles (flavanoles con distinto grado de poli-
merización, flavonoles, dihidrocalconas y ácidos hidroxicinámicos) están afecta-
das de modo distinto según sea la tecnología de clarificación pre-fermentativa
utilizada. A título de ejemplo, conviene destacar que la clarificación enzimática
combinada con el tratamiento con gelatina (“fining”) es el método de clarifica-
ción que disminuye en mayor proporción, tanto la concentración de flavanoles
como su grado de polimerización (Hubert y col., 2007). Sin embargo, aquellas
moléculas más susceptibles a la oxidación, como por ejemplo, los ácidos hidro-
xicinámicos y los monómeros de flavanoles [(+) catequina y (–) epicatequina]
experimentan mayores pérdidas cuando no se realiza una clarificación prefer-
mentativa o cuando se utiliza la clarificación por decantación estática, lo cual
puede estar motivado por el mayor contacto que estas moléculas presentan con
partículas en suspensión que contienen polifenoloxidasas.
En relación con la composición en polisacáridos, conviene resaltar que el
ácido galacturónico es el azúcar mayoritario de la fracción polisacarídica del
mosto de manzana sin clarificar, estando la pectina muy metilada. En estudios
realizados en mostos procedentes de variedades francesas (Hubert, 2008), cabe
resaltar la presencia en la fracción polisacarídica, entre otros azúcares, de los áci-
dos glucurónico y 4-O-metil glucurónico, que podrían formar parte de hemice-
lulosas solubilizadas. En los mostos despectinizados con complejos pectolíticos
se observa una drástica reducción del ácido galacturónico, eliminándose tam-
bién, pero en menor medida, arabinosa y galactosa que pasan a ser los azúcares
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
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2. Procesos pre-fermentativos
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3. Bioquímica de los procesos de
transformación del mosto
de manzana en sidra
Juan José Mangas Alonso
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
Introducción
Los procesos de síntesis de los componentes celulares en los seres vivos,
como por ejemplo las proteínas, los lípidos y los polisacáridos, requieren de
aporte energético; en el caso de las levaduras y bacterias, presentes durante el
proceso de elaboración de la sidra, esta energía se obtiene a partir de la degrada-
ción de los nutrientes orgánicos existentes en el mosto de manzana y la sidra.
Así, la energía producida en los procesos catabólicos (consumo de nutrientes) es
transferida a los anabólicos (procesos de síntesis). En la mayoría de los casos, la
molécula que transporta la energía es el adenosín trifosfato (ATP; la hidrólisis del
fosfato del ATP produce 7,3 Kcal/mol).
Los azúcares son los principales sustratos utilizados por los microorganismos
presentes en el mosto de manzana para su desarrollo. La ruta fundamental a par-
tir de la cual se inicia la degradación de los azúcares es la glicolisis. Este proce-
so es previo a la respiración y a la fermentación alcohólica y homoláctica, que
son rutas bioquímicas productoras de energía a través de la síntesis de ATP. Otros
procesos de degradación (oxidación) de los azúcares son la ruta de las pentosas
fosfato y la de Entner-Doudoroff. La primera tiene como funciones básicas gene-
rar el poder reductor en forma de NADPH para el desarrollo de los procesos ana-
bólicos, convertir las hexosas en pentosas (por ejemplo, formación de la ribosa)
para la síntesis de ácidos nucleicos y otras moléculas (coenzima A, FAD, NAD,
ATP...) y catabolizar las pentosas; en el caso de determinadas bacterias lácticas
(heterofermentadoras), la vía de las pentosas fosfato es el proceso fundamental
de catabolismo de los azúcares. La ruta de Entner-Doudoroff es una oxidación de
los azúcares que produce etanol; es utilizada por determinados grupos de bacte-
rias como, por ejemplo, las del género Zymomonas.
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Juan José Mangas Alonso
LEVADURAS
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
61
Juan José Mangas Alonso
Figura 1.–Sistemas de transporte de S. cerevisiae (Rest y col., 1995). S: proteína “symport”; U: proteína
“unipuerto”; C: proteína de canal; 3: difusión pasiva
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Glicolisis
Este proceso bioquímico transforma la glucosa en ácido pirúvico. De acuer-
do con el esquema que se recoge en la figura 2, se pueden distinguir cuatro fases:
a) fosforilación de la glucosa e isomerización para formar 1,6 fructosa-
bifosfato. Este proceso requiere el consumo de dos moléculas de ATP.
b) formación de las triosas fosfato (gliceraldehído-3-fosfato y dihidroxiace-
tona fosfato) por ruptura de la 1,6 fructosa-bifosfato.
c) oxidación y fosforilación del gliceraldehído-3-fosfato.
d) fosforilaciones (dos) a nivel de sustrato (1,3-bifosfoglicerato y fosfoenol-
piruvato) y síntesis de cuatro moléculas de ATP; dos serán utilizadas para
fosforilar más azúcares y las otras dos son la ganancia neta de energía del
proceso.
La glicolisis es un proceso que no solamente produce energía en forma de
ATP, sino que proporciona fuentes de carbono para la síntesis de aminoácidos
(alanina, valina, leucina, serina y moléculas aromáticas) y para las reacciones de
disimilación. Desde el punto de vista del balance de óxido-reducción, conviene
resaltar que este proceso requiere disponer de suficiente cantidad de NAD+ para
proceder a la oxidación y fosforilación del gliceraldehído-3-fosfato. La forma-
ción de NAD+ se consigue por tres vías reductoras: a) la conversión del acetal-
dehído en etanol (fermentación alcohólica realizada por las levaduras); b) la
transformación de la dihidroxiacetona fosfato en glicerina (fermentación glícero-
pirúvica realizada por levaduras); y c) la conversión del ácido pirúvico en ácido
láctico (ruta de Embden-Meyerhof llevada a cabo tanto por levaduras como por
bacterias lácticas).
Fermentación alcohólica
La fermentación alcohólica posee dos etapas más que la glicolisis (figura 3).
Por un lado, el ácido pirúvico experimenta una descarboxilación transformándo-
se en acetaldehído y, por otro, éste se reduce a etanol, lo que permite regenerar el
NAD+ necesario para proseguir con la oxidación de más azúcares a través de la
glicolisis (figura 2). La descarboxilación del ácido pirúvico está mediada por un
cofactor enzimático que es el pirofosfato de tiamina y la reducción del acetalde-
hído a etanol está catalizada por la alcohol deshidrogenasa, que contiene Zn2+ en
su centro activo. El acetaldehído puede transformarse, en parte, en acetil-coenzi-
ma A para la síntesis de lípidos y aminoácidos. Desde el punto de vista energéti-
co la fermentación alcohólica produce dos ATP netos/mol de glucosa, lo que supo-
nen 14,6 Kcal; teniendo en cuenta que la conversión de glucosa en etanol libera
40 Kcal/mol de glucosa, ello implica que 25,4 Kcal se disipan en forma de calor.
Las levaduras del género Saccharomyces son capaces de producir etanol a
partir del ácido málico, el ácido orgánico mayoritario de la manzana. La conver-
63
Juan José Mangas Alonso
mal
sión del ácido málico es parcial y depende del pH, de tal modo que a medida que
éste es más bajo el proceso es más activo. Sin embargo, son las levaduras del
género Schizosaccharomyces las que tienen la mayor capacidad de realizar la fer-
mentación malo-alcohólica (málico → pirúvico → acetaldehído → etanol), ya
que, disponen de un sistema activo de transporte del ácido málico a través de la
membrana celular, al contrario de lo que ocurre con las levaduras Saccharomyces
en donde este ácido se incorpora al medio celular interno por simple difusión.
Fermentación glícero-pirúvica
Se trata de una reacción colateral de la glicolisis. En la figura 4 se recoge un
esquema de este proceso. Desde el punto de vista energético (producción de
ATP) el balance es cero, ya que únicamente se producen dos ATP, una vez oxi-
dado y fosforilado el gliceraldehído-3-fosfato, que serán utilizados para fosfori-
lar los azúcares que entran en la glicolisis.
La fermentación glícero-pirúvica se produce en las primeras fases de la fer-
mentación alcohólica al no existir, probablemente, una expresión relevante de la
piruvato descarboxilasa y la alcohol deshidrogenasa, por lo que la regeneración
del NAD+ no puede ser hecha a través de la reducción del acetaldehído a etanol;
este proceso de regeneración es sustituido por la conversión de la dihidroxiace-
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Respiración
El ácido pirúvico producido en la glicolisis tiene dos destinos importantes, ser
el sustrato para la fermentación alcohólica o ser oxidado a dióxido de carbono
por medio del ciclo de los ácidos tricarboxílicos o de Krebs (respiración, figura 5).
El que se produzca un proceso fermentativo u oxidativo es función de las pro-
piedades cinéticas de la piruvato descarboxilasa (convierte el piruvato en acetal-
dehído) y la piruvato deshidrogenasa (transforma el piruvato en acetil-coenzima
A que se incorpora al ciclo de Krebs). Aunque la piruvato deshidrogenasa tiene
una alta afinidad por el ácido pirúvico, a nivel celular presenta una baja acti-
vidad. De hecho, cuando la concentración de ácido pirúvico es elevada, como
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Juan José Mangas Alonso
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
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Juan José Mangas Alonso
permite formar el NAD+ necesario para oxidar los azúcares por medio de la gli-
colisis. La posterior transformación del α-cetoglutarato, de acuerdo con el
complejo enzimático del ciclo de Krebs, finaliza en el ácido succínico, ya que la
oxidación de este ácido para formar ácido fumárico requiere la presencia del
coenzima FAD, que únicamente está presente en la mitocondria (recordemos que
el ciclo de Krebs en anaerobiosis se desarrolla a nivel del citoplasma). Esto per-
mite explicar la presencia del ácido succínico como uno de los principales pro-
ductos secundarios de la fermentación alcohólica.
No obstante, algunos autores opinan que la actividad enzimática de la α-ceto-
glutarato deshidrogenasa y la succinil-CoA sintetasa, enzimas que permiten la
síntesis de ácido succínico a partir del α-cetoglutarato, es muy reducida en con-
diciones de anaerobiosis (como es el caso de la fermentación alcohólica), por lo
que arguyen que la síntesis del ácido succínico se produciría a través de la vía
reductora del ciclo de Krebs: oxalacetato → malato → fumarato → succinato.
El ácido α-cetoglutárico es otro producto secundario de la fermentación alco-
hólica que forma parte de los denominados cuerpos cetónicos y que interviene en
los procesos de transaminación que ocurren en el catabolismo de los aminoácidos.
Otro grupo importante de productos secundarios es el formado por la acetoína,
el diacetilo y el 2,3 butanodiol. La síntesis de estos compuestos se inicia con la
acción de la piruvato descarboxilasa/pirofosfato de tiamina sobre el ácido pirú-
vico. La descarboxilación de éste da origen a un producto intermedio muy reac-
tivo denominado pirofosfato de hidroxietiltiamina (también llamado acetalde-
hído activo), que al condensar con otra molécula de ácido pirúvico origina el
ácido α-acetoláctico.
En la figura 6 se recogen los procesos que permiten explicar la síntesis de la
acetoína, el diacetilo y el 2,3 butanodiol a partir de este ácido. La acetoína se
puede formar directamente a partir de la descarboxilación no oxidativa del ácido
α-acetoláctico, o bien mediante la reducción del diacetilo; éste, se sintetiza por
descarboxilación oxidativa del ácido α-acetoláctico y el 2,3 butanodiol se obtie-
ne por reducción de la acetoína en un proceso reversible. De una manera gene-
ral se puede considerar que la producción de acetoína por Saccharomyces no es
Figura 6.–Reacciones de formación de acetoína, diacetilo, 2,3 butanodiol y valina a partir del α-acetolactato.
TPP: pirofosfato de tiamina
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
elevada, al contrario de lo que ocurre con otros géneros de levaduras, como las
apiculadas.
La formación de diacetilo, de aroma a mantequilla, tiene lugar en las pri-
meras fases de la fermentación alcohólica; posteriormente, este compuesto es
reducido a acetoína y 2,3 butanodiol. La producción de estos aromas está estre-
chamente relacionada con la síntesis de aminoácidos, de hecho ha sido bien esta-
blecido que la deficiencia en valina ocasiona un incremento de la concentración
de diacetilo. El ácido α-acetoláctico es el punto de partida para la síntesis de vali-
na (ver figura 6), cuando ésta se sintetiza a partir de los azúcares. Algunos auto-
res (Nkiko y col., 2006) plantean la hipótesis de que la formación del diacetilo
sea extracelular, a través de un proceso químico de descarboxilación oxidativa
del ácido α-acetoláctico, que está favorecido por un pH bajo, el oxígeno y una
temperatura elevada. El diacetilo formado fuera de la célula sería posteriormen-
te absorbido por la levadura y reducido a acetoína y 2,3 butanodiol. Este hecho,
pone de manifiesto una posible estrategia para reducir la concentración de dia-
cetilo, que se conseguiría manteniendo el tiempo necesario las células de le-
vadura en contacto con el medio líquido para que este aroma fuese absorbido y
posteriormente reducido por la levadura.
Los ácidos láctico y acético son, también, productos secundarios de la fer-
mentación alcohólica. El ácido láctico posee dos enantiómeros, el D (-) láctico y
el L (+) láctico. Las levaduras los sintetizan a partir del ácido pirúvico mediante
la D (-) y L (+) lactato deshidrogenasa, respectivamente. Como se ha comenta-
do, este proceso permite regenerar NAD+ para que prosiga la glicolisis de los
azúcares. Sin embargo, no todo el láctico que se encuentra en la sidra proviene
del metabolismo de las levaduras. De hecho, la presencia de varios g/L de L (+)
láctico es una señal inequívoca de que este ácido se produce a través de la fer-
mentación maloláctica, realizada por las bacterias lácticas. Por otra parte, si la
concentración de D (-) láctico está por encima de 0,3 g/L, se puede sospechar que
ha sido producido por bacterias lácticas mediante el “picado láctico”.
El ácido acético es el principal ácido volátil detectado en la sidra. Se produ-
ce, fundamentalmente, a partir del metabolismo de las bacterias acéticas y lácti-
cas y levaduras no-Saccharomyces, si bien las levaduras del género Saccharo-
myces forman pequeñas cantidades en comparación con los otros grupos de
microorganismos. La acción de la acetil-CoA hidrolasa sobre el acetil-CoA
puede ser una vía de síntesis de ácido acético. Por otra parte, hay que tener en
cuenta que el acetil-CoA se forma por descarboxilación oxidativa del ácido pirú-
vico mediante la piruvato deshidrogenasa (ver figura 7), aunque esta enzima
tiene una actividad muy limitada en anaerobiosis.
Por ello, la hipótesis que actualmente se contempla para la producción de
ácido acético por levaduras es que ésta esté vinculada, en parte, a la síntesis de
los lípidos estructurales; así, este ácido se sintetizaría a partir del acetaldehído
mediante la aldehído deshidrogenasa (enzima activa durante la fermentación
alcohólica) y el acetato formado sería transformado en acetil-CoA (ver figura 7)
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Juan José Mangas Alonso
Figura 7.–Producción de ácido acético por levaduras. 1: piruvato descarboxilasa; 2: aldehído deshidrogenasa;
3: acetil Coenzima A sintetasa; 4: piruvato deshidrogenasa; 5: acetil Coenzima A hidrolasa.
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Figura 8.–Fijación del nitrógeno amoniacal y formación del ácido glutámico y la glutamina
Figura 9.–Desaminación de los aminoácidos por acoplamiento de una transaminación (T) y la desaminación
oxidativa (DO) del ácido glutámico (Ribéreau-Gayon y col., 2006a)
cual puede fijar más amonio y formar glutamina (ver figura 8). En caso de exis-
tir un déficit de amonio en el medio de fermentación, las levaduras lo pueden
obtener a partir de aminoácidos mediante el acoplamiento de un proceso de
transaminación y la desaminación oxidativa del ácido glutámico (figura 9).
La levadura es capaz de sintetizar aminoácidos a partir de los azúcares (ver
figura 10). Esta síntesis está controlada por la acción de transaminasas, que actú-
an sobre los ácidos cetónicos provenientes del metabolismo de los azúcares; el
amonio del glutamato se transfiere a un cetoácido y se forma el aminoácido
correspondiente mediante una transaminasa que convierte el glutamato en α-
cetoglutarato y, por el contrario, un aminoácido puede transferir el grupo amino
al ácido α-cetoglutárico formando glutamato y el cetoácido correspondiente (ver
Figura 10.–Proceso de transaminación (T) utilizado en la síntesis de aminoácidos y cetoácidos (Äyräpää, 1973)
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Juan José Mangas Alonso
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
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Juan José Mangas Alonso
Por otra parte, otras lactonas como la γ-nonalactona, también, han sido des-
critas en la sidra (Xu y col., 2007). Esta molécula aporta notas afrutadas (aroma
a coco). Su síntesis se puede explicar a partir del ácido linoleico con la siguien-
te secuencia de reacciones: 1-formación del 13-hidroperoxidolinoleico por
acción del oxígeno y la lipoxigenasa sobre el ácido linoleico, 2-reducción del
hidroperóxido y formación del 13-hidroxilinoleico, 3- β-oxidación de éste y sín-
tesis del ácido 5-hidroxidecanoico y 4- α-oxidación de este hidroxiácido y for-
mación de la γ-nonalactona (Garbe y col., 2001).
La producción de alcoholes depende de varios factores, entre los que cabe
señalar: la cepa de levadura [Torrea y col. (2003) detectaron que cepas con
mayor demanda de nitrógeno producen una ligera menor cantidad de alcoholes
superiores], la temperatura de fermentación (a mayor temperatura se estimula la
síntesis de los alcoholes superiores; Cabranes y col., 1998), el pH (a menor pH
mayor contenido de alcoholes superiores), la concentración de sólidos (la pro-
ducción de alcoholes superiores se correlaciona positivamente con el nivel de
sólidos), el nivel de aireación (moderadas aireaciones mejoran la producción de
alcoholes; Buescher y col., 2001), los ácidos grasos insaturados (su presencia
favorece la síntesis de los alcoholes superiores) y la concentración de amino-
ácidos y amonio (una disminución del contenido de nitrógeno asimilable poten-
cia la producción de los alcoholes superiores; Beltrán, 2005).
Cuando existe un déficit de nitrógeno asimilable los cetoácidos sintetizados a
partir de los azúcares se acumulan, al no existir suficiente nitrógeno α-amino
para la reacción de transaminación. El mayor stock de cetoácidos se traduce en
una producción más elevada de alcoholes superiores mediante el mecanismno de
Ehrlich. Por el contrario, cuando tenemos suficiente nitrógeno asimilable se pro-
duce una mayor síntesis de aminoácidos y se reduce el stock de cetoácidos y, por
tanto, se sintetiza una menor cantidad de alcoholes superiores. No obstante, hay
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Síntesis de ésteres
En la sidra, como en las bebidas fermentadas, en general, se pueden detectar
dos grupos importantes de ésteres: a) los ésteres de acetato y b) los ésteres etíli-
cos de los ácidos grasos de cadena media. Estas moléculas son responsables del
carácter afrutado que se puede apreciar en las bebidas fermentadas, como la
sidra. Así, por ejemplo, en este producto se han detectado, entre otros, los éste-
res siguientes (Mangas y col., 1996): acetatos de etilo (aroma a disolvente), iso-
butilo, isoamilo (aroma a plátano), hexilo y 2-feniletilo (aroma a rosas) y el
caproato (aroma a manzana/semilla de anís), caprilato (aroma a manzana agria)
y caprato de etilo (olor floral). Los acetatos de hexilo, isoamilo y 2-feniletilo y
el caprilato de etilo aportan aromas afrutados y el acetato de 2-feniletilo, además,
contribuye al aroma global con notas florales (Le Quéré y col., 2006).
Ésteres de acetato. En la figura 13 se recoge el proceso de síntesis de los éste-
res de acetato. Las moléculas que intervienen son el acetil-coenzima A y un alco-
hol. En consecuencia, la producción de los ésteres de acetato está muy vincula-
da al metabolismo de los azúcares y de los aminoácidos.
S. cerevisiae no es la única levadura responsable de la producción de los éste-
res de acetato, ya que otras levaduras no-Saccharomyces, como Hanseniaspora/
Kloeckera, Pichia o Metschnikowia, son reconocidas productoras de acetatos
(Cabranes y col., 1990; Rojas y col., 2003; Morrissey y col., 2004; Suárez y col.,
2007).
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Juan José Mangas Alonso
Los ésteres de acetato son formados intracelularmente y, dado que son solu-
bles en los lípidos, son excretados por difusión pasiva a través de la membrana
plasmática. Las enzimas que catalizan el proceso de síntesis de los ésteres de
acetato son la alcohol acetil transferasa I y II (AAT) que están codificadas por los
genes ATF1 y ATF2, respectivamente (Verstrepen y col., 2003). Estas enzimas
catalizan la transferencia del grupo acetilo del acetil-coenzima A al correspon-
diente alcohol. La síntesis de los ésteres depende básicamente de la concentra-
ción de los sustratos (acetil-coenzima A y el alcohol), la actividad enzimática de
las transferasas implicadas en la síntesis y las carboxiesterasas que hidrolizan los
ésteres. Por tanto, la concentración final de éstos es el resultado del balance entre
la acción de ambos enzimas.
Algunos parámetros del proceso fermentativo como la temperatura, el nivel
de oxígeno, la concentración de ácidos grasos, el nitrógeno, etc., influyen en la
disponibilidad de acetil-coenzima A y, por tanto, en la síntesis de los ésteres. Sin
embargo, la predicción de la producción de éstos a partir de los parámetros de
proceso que afectan a la concentración de acetil-coenzima A es compleja y difí-
cil. Así, por ejemplo, un desarrollo elevado de las levaduras produce un consu-
mo de acetil-coenzima A, por lo que la concentración disponible de este sustra-
to para la síntesis de los ésteres de acetato se reduce, siendo esperable, en estas
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
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Juan José Mangas Alonso
No obstante, hay que señalar que el nivel de expresión de estos genes (EEB1
y EHT1) no es el factor limitante de la síntesis de los ésteres de etilo, a diferen-
cia de lo que ocurre con los ésteres de acetato. En este sentido, hay que tener en
cuenta que Eeb1 y Eht1 tienen, también, actividad esterásica, lo que permitiría
explicar por qué una sobreexpresión de los genes que las codifican no incrementa
de manera notable la concentración de los ésteres etílicos (Saerens y col.,
2008b). También, la síntesis de los ésteres etílicos puede realizarse por una este-
rificación directa del ácido carboxílico y el etanol mediante sintetasas/carboxi-
lesterasas. La existencia de ésteres no etílicos de ácidos grasos se justificaría,
también, por un proceso de alcoholisis.
La exportación de los ésteres etílicos al medio externo es función de la lon-
gitud de la cadena hidrocarbonada. Así, por ejemplo, mientras la transferencia
del caproato de etilo es del 100%, la del caprilato de etilo se sitúa entre el 54 y
68% y la del caprato de etilo entre el 8 y el 17% (Saerens y col., 2008a).
La síntesis de ésteres etílicos está influenciada por la concentración de ácidos
grasos. Así, por ejemplo, cuanto mayor sea la concentración de ácidos grasos
insaturados menor será la producción de ésteres de etilo (Saerens y col., 2008a),
al contrario de lo que ocurre con los ácidos grasos de cadena media que estimu-
lan su producción.
La correlación negativa observada entre los ácidos grasos insaturados y la
formación de los ésteres de etilo, puede explicarse si tenemos en cuenta que
la formación de los ácidos grasos insaturados, potenciada por la presencia de
oxígeno, no inhibe a la enzima acetil-coenzima A carboxilasa, por lo que los
ácidos grasos de cadena media no se acumulan, limitándose, por ello, la síntesis
de los ésteres correspondientes (Saerens y col., 2008b). En consecuencia, se
puede afirmar que el metabolismo de los ácidos grasos es determinante en la
síntesis de los ésteres de etilo, ya que la concentración del sustrato, los ácidos
grasos de cadena media, es el factor limitante del proceso de síntesis (Saerens y
col., 2008b).
Las condiciones de la fermentación como la presión, la aireación y la tempe-
ratura afectan a la concentración, longitud de la cadena y nivel de saturación de
los ácidos grasos y concentración de los ésteres. Así, por ejemplo, el incremento
de la presión hidrostática mejora la producción de los ésteres etílicos al disol-
verse más el dióxido de carbono (ello produce una limitación en el desarrollo
de las levaduras y se acumulan más residuos de acil-coenzima A) y la aireación
disminuye la concentración de ésteres etílicos (caproato y caprilato de etilo)
(Nykänen, 1986) al favorecerse la síntesis de lípidos estructurales (Bardi y col.,
1998). Por otro lado, el grado de insaturación de los ácidos grasos aumenta cuan-
do se trabaja en condiciones aeróbicas o semi-aeróbicas (Abbas, 2006).
La temperatura juega un importante papel en la producción de los ésteres
y los ácidos grasos. De acuerdo con Beltrán (2005) y Cabranes y col. (1998),
a menores temperaturas se produce una mayor concentración de ésteres y de
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
ácidos grasos de cadena media (C6 y C8) (Abbas, 2006). Sin embargo, a medi-
da que la temperatura baja la fluidez de la membrana disminuye, así como la
excreción de aromas, lo que debería traducirse en una mayor producción de estas
moléculas al aumentar la temperatura, tal como ha sido observado por Verstrepen
y col. (2003) y Saerens y col. (2008a) en levadura de cerveza. No obstante, hay
que tener en cuenta que la dependencia con la temperatura puede seguir un mo-
delo diferente en función del éster considerado. El descenso de la permeabilidad
con este parámetro puede compensarse con una mayor síntesis de ácidos grasos
insaturados con menor longitud de cadena hidrocarbonada, lo que daría lugar a
una estructura de la membrana menos ordenada y con mayor fluidez. Todo ello,
pone de manifiesto que la cepa de levadura es un factor determinante en la pro-
ducción de aromas.
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SO32-
S2-
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
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Figura 16.–Síntesis de heterociclos de nitrógeno por levaduras y bacterias lácticas (Costello y Henschke,
2002). ACTPY: 2-acetiltetrahidropiridina; ACPY: 2-acetil-1-pirrolina
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
BACTERIAS
Bacterias lácticas
Metabolismo de los azúcares. Los géneros más representativos de este grupo
de microorganismos en la sidra (Cabranes, 1993) son: Lactobacillus, Leuconostoc,
Pediococcus y Oenococcus. El nombre de bacterias lácticas, también denomina-
das bacterias del ácido láctico, se debe a que estos microorganismos obtienen su
energía (ATP) a través de la fermentación de los carbohidratos, sintetizando
ácido láctico como producto mayoritario. En algunos casos se obtiene solo este
ácido (homofermentación) y en otros se produce, además, dióxido de carbono y
etanol (heterofermentación). Las bacterias lácticas se diferencian por el isómero
del ácido láctico producido, lo que está determinado por la estereoespecificidad
de la enzima lactato deshidrogenasa. Algunas producen el isómero L (+) y otras
el D (-) y, si disponen de los dos tipos de lactato deshidrogenasas, se obtendrá
una mezcla racémica.
Son microorganismos aerotolerantes anaerobios, incapaces de producir ATP
por vía respiratoria. El modelo de fermentación de los azúcares permite clasifi-
car las bacterias lácticas en dos grupos: homofermentadores (bacterias homolác-
ticas) y heterofermentadores (bacterias heterolácticas). Las bacterias lácticas
homofermentadoras degradan los azúcares a través de la ruta de Embden-
Meyerhof-Parnas (glicolisis). Una vez formado el ácido pirúvico a través de la
glicolisis (figura 2) se reduce a ácido láctico por medio de lactato deshidrogenasas,
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Cuando las células utilizan estas vías alternativas (reducción del oxígeno y/o
de fructosa) para oxidar el NADPH, el acetil-fosfato puede ser convertido en
acetato a través de la acción de la acetato quinasa (figura 17). En estas circuns-
tancias existe una recuperación adicional de una molécula de ATP (se producen
dos moles de ATP por mol de azúcar disimilado en la heterofermentación), por
lo que los microorganismos obtienen un mayor beneficio energético. Este proce-
so da origen al fenómeno denominado “picado láctico” (producción de ácido lác-
tico y acético).
Las condiciones de aireación y la presencia de otras moléculas aceptoras de
protones (caso de la fructosa) condicionan la ratio etanol/acetato en el proceso
heterofermentativo, diminuyendo ésta a medida que la aireación es mayor.
Las pentosas (ribosa, arabinosa y xilosa) pueden ser metabolizadas tanto por
bacterias homolácticas como heterolácticas. Como se recoge en la figura 18,
estos carbohidratos son fosforilados mediante una molécula de ATP. La posterior
transformación del gliceraldehído 3-fosfato en ácido láctico mantiene el equili-
brio de óxido reducción, por lo que la reducción del acetil-fosfato a etanol no es
posible al no existir ninguna molécula de NADH en exceso que pueda ser usada
(ver figura 18). Por ello, en estas condiciones el acetil-fosfato se transforma en
acetato formando una molécula de ATP, siendo el rendimiento energético del
proceso de dos moles de ATP por mol de pentosa metabolizado. En consecuen-
cia, la degradación de las pentosas por las bacterias lácticas, tanto homo como
heterofermentadoras, conduce necesariamente a la acumulación de ácido acético.
Metabolismo de la glicerina. La degradación de la glicerina por el género
Lactobacillus ha sido descrita en sidra por Claisse y Lonvaud-Funel (2000).
Estos autores han aislado Lb. collinoides en sidras afectadas por la alteración
denominada “picado acroleínico”.
Las bacterias lácticas degradan la glicerina por la vía oxidativa, transformán-
dola en dihidroxiacetona fosfato que se incorpora a la glicolisis. Sin embargo,
Lb. collinoides utiliza una ruta alternativa (vía reductora, figura 19) acoplada
Figura 18.–Metabolismo de las pentosas por bacterias lácticas (Ribéreau-Gayon y col., 2006b)
85
Juan José Mangas Alonso
Figura 19.–Degradación de la glicerina por Lb collinoides (Sauvageot y col., 2000; 2002a; 2002b). PF: pen-
tosas fosfato; 1: glicerol deshidratasa; 2: 1,3-propanodiol deshidrogenasa.
con el catabolismo de los azúcares (Sauvageot y col., 2000; 2002a; 2002b; Garai-
Ibabe y col., 2008), siendo la fructosa un factor que estimula la degradación de
la glicerina por esta vía reductora. Este proceso consta básicamente de dos eta-
pas: a) deshidratación de la glicerina para formar el 3-hidroxipropionaldehído
(3-HPA) mediante la enzima glicerol deshidratasa; y b) reducción del 3-hidroxi-
propionaldehído a 1,3-propanodiol mediante la 1,3-propanodiol deshidrogenasa.
La formación del 1,3-propanodiol permite la desintoxicación de la célula y la
formación del NAD+ necesario para continuar con la oxidación de los azúcares a
través del metabolismo heterofermentativo de las pentosas fosfato (ver figura
17). Al actuar el 3-hidroxipropionaldehído como aceptor de protones, el equili-
brio de óxido reducción se mantiene en la disimilación de los azúcares por la vía
heterofermentativa y el acetil fosfato se transforma en acético formando una
molécula adicional de ATP, de ahí la denominación de “picado”.
Por otra parte, cuando la concentración de fructosa es limitante, Lb. colli-
noides deshidrata la glicerina formando 3-HPA y éste se dismuta producien-
do 1,3-propanodiol y 3-hidroxipropiónico, proceso que está catalizado por la
1,3-propanodiol deshidrogenasa (Garai-Ibabe y col., 2008). El 3-HPA se encuen-
tra en equilibrio con un dímero cíclico y la forma hidratada formando el com-
plejo denominado reuterina (Talarico y Dobrogosz, 1989), que es un potente
agente antimicrobiano.
Por otro lado, el 3-HPA también está en equilibrio químico con la acroleína
(ver figura 19), estando el proceso dirigido hacia la formación de ésta en condi-
ciones ácidas y con aplicación de calor. Esto permite explicar la producción de
acroleína en los destilados de sidras afectadas por el “picado acroleínico”. En el
caso de que no exista oxidación de los azúcares (no se produce NADH) o bien
que el NADH se utilice para producir manitol, se puede acumular 3-HPA y, como
consecuencia de ello, se sintetiza acroleína.
La degradación de la glicerina también puede ocurrir en ausencia de una fuen-
te de azúcar y en presencia de ácido láctico. De acuerdo con los trabajos de
Claisse y Lonvaud-Funel (2000), el ácido D (-) láctico procedente de la fermen-
tación heteroláctica realizada por Lb collinoides puede ser oxidado mediante una
D-lactato deshidrogenasa a ácido pirúvico; el NAD+ necesario para esta oxida-
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Figura 20.–Oxidación del ácido láctico acoplada a la degradación de la glicerina con formación de acético por
bacterias lácticas. 1: lactato deshidrogenasa; 2: 1,3-propanodiol deshidrogenasa; 3: glicerol deshidratasa; 4:
piruvato oxidasa; 5: acetato quinasa; 6: piruvato formiato liasa; 7: fosfotransacetilasa; 8: piruvato deshidroge-
nasa; 9: acetaldehído, alcohol deshidrogenasa. 3-HPA: 3-hidroxipropionaldehído; P: fosfato
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Juan José Mangas Alonso
Figura 21.–Mecanismo quimiosmótico propuesto (Cox y Henick-Kling, 1995) para la síntesis de ATP duran-
te la fermentación maloláctica. U: transportador “Unipuerto”; EML: enzima maloláctica; HM-: anión malato;
HL: ácido láctico; ∆Ψ : diferencia de potencial transmembrana; H+: protón escalar citoplasmático; P: fosfato.
F0: canal iónico; F1-ATPasa: síntesis de ATP
88
3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Figura 22.–Mecanismo quimiosmótico propuesto (Cox y Henick-Kling, 1995) para la síntesis de ATP duran-
te la fermentación maloláctica. U: transportador “Unipuerto”; EML: enzima maloláctica; HM-: anión malato;
HL: ácido láctico; ∆Ψ : diferencia de potencial transmembrana; H+: protón escalar citoplasmático; P: fosfato.
F0: canal iónico; F1-ATPasa: síntesis de ATP
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Bacterias acéticas
Estos microorganismos causan alteraciones en la sidra al producir una exce-
siva cantidad de ácido acético, acetato de etilo y compuestos carbonílicos como
el acetaldehído y la acetoína (producto derivado del metabolismo del ácido lác-
tico). Las bacterias acéticas son aerobias y utilizan el catabolismo respiratorio
de los sustratos orgánicos para producir energía (ATP) a través de la cadena
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Juan José Mangas Alonso
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Figura 24.–Oxidación completa de la glucosa por bacterias acéticas a partir de la ruta de las pentosas fosfato
(Ribéreau-Gayon y col., 2006c)
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Juan José Mangas Alonso
Por otro lado, este tipo de quinoproteínas está generalmente formado por tres
subunidades: la I, de masa molecular comprendida entre 72 y 80 kDa, es una qui-
nohemoproteína que contiene una molécula de PQQ y una hemoproteína tipo C;
la II, de masa molecular estimada de 43 a 48 kDa, está formada por tres hemo-
proteínas de tipo C; y finalmente la III, cuya función se desconoce, posee una
masa molecular de 20 kDa (Du Toit y Pretorious, 2002; Gómez Manzo y col.,
2005).
La transferencia de electrones sigue la secuencia siguiente (Gómez Manzo y
col., 2005): en primer lugar, el etanol se acopla a la deshidrogenasa, transfirién-
dose dos electrones a la PQQ para formar PQQH2; a continuación, se produce la
transferencia de electrones a la hemoproteína C de la subunidad I y, posterior-
mente, éstos se transfieren a dos de las tres hemoproteínas de la subunidad II, una
de las cuales está involucrada en la reducción de la ubiquinona endógena (Q10 o
Q9). La ubiquinona es de nuevo oxidada a través de la ubiquinol oxidasa a
expensas de la reducción del oxígeno molecular a agua. En la figura 25 se reco-
ge un esquema simplificado del proceso respiratorio del etanol.
Las bacterias del género Acetobacter son capaces de oxidar el ácido acético
procedente de la oxidación del etanol a dióxido de carbono y agua a través del
ciclo de Krebs, al contrario que Gluconobacter que no puede hacer este proceso,
ya que no tienen funcionales las enzimas α-cetoglutarato deshidrogenasa y suc-
cinato deshidrogenasa (Du Toit y Pretorious, 2002). La entrada del ácido acético
en el ciclo de Krebs se lleva a cabo como acetil-CoA. La síntesis de acetil-CoA
a partir del ácido acético se puede producir de modo directo mediante la acetil-
CoA sintetasa o por medio de dos enzimas: a) la acetato quinasa, que cataliza la
síntesis de acetil fosfato a partir del acetato; y b) la fosfotransacetilasa que con-
vierte el acetil fosfato en acetil-CoA.
Las bacterias acéticas utilizan una modificación del ciclo de Krebs (ciclo del
glioxilato) para oxidar el ácido acético, al no tener la posibilidad de sintetizar a
través de los procesos anapleróticos clásicos (síntesis de oxalacetato a partir de
piruvato y/o de fosfoenolpiruvato) el oxalacetato necesario para que este ciclo
funcione con normalidad. Cuando el ciclo del glioxilato está operativo, el iso-
citrato formado en las primeras etapas del ciclo de Krebs se transforma en glio-
xilato y succinato. Posteriormente, la condensación del glioxilato y el acetil-CoA
produce ácido málico, cuya oxidación permite la síntesis de oxalacetato.
Mediante esta secuencia anaplerótica, el ciclo de Krebs funciona correctamente
en microorganismos aerobios como las bacterias acéticas.
Oxidación de otros sustratos hidrocarbonados. Acetobacter es capaz de efec-
tuar una oxidación completa (transformación en dióxido de carbono y agua) de
otros ácidos orgánicos, además del acético, como el pirúvico, cítrico, fumárico,
succínico, málico y láctico, al tener plenamente operativo el sistema multien-
zimático del ciclo de Krebs. Así, por ejemplo, la oxidación del ácido láctico se
realiza en varias etapas. En primer lugar, es transformado en ácido pirúvico por
medio de la lactato oxidasa (localizada en la membrana mitocondrial) o de la
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3. Bioquímica de los procesos de transformación del mosto de manzana en sidra
Figura 25.–Respiración del etanol por A. aceti (Matsushita y col., 2005). Ox: ubiquinol oxidasa; pmf: fuerza
motriz de protones; ADH: alcohol deshidrogenasa; ALDH: aldehído deshidrogenasa.
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4. Microbiología de la sidra
Ana Irastorza Iribas y María Teresa Dueñas Chasco
Departamento de Química Aplicada de la Universidad del País Vasco
LEVADURAS
Introducción
Entre los factores que van a determinar las características organolépticas de
las sidras, los microorganismos tienen un papel prominente. Éstos afectarán a la
materia prima, al desarrollo de la fermentación y, en definitiva, a la calidad de la
sidra, ya que metabolizan los azúcares y otros componentes del mosto para pro-
ducir un gran número de productos finales.
La fermentación del mosto de manzana es un proceso microbiológico com-
plejo que implica la evolución secuencial de varias especies de levaduras, bacte-
rias lácticas y acéticas (Beech, 1972; Salih y col., 1988; Cabranes y col., 1990;
Dueñas y col., 1994). Entre estos microorganismos, las levaduras tienen una
influencia dominante dado que realizan la fermentación alcohólica.
Las levaduras son hongos unicelulares que, generalmente, se reproducen
vegetativamente por gemación o fisión. La mayor parte de las levaduras que par-
ticipan en procesos fermentativos pertenecen al grupo de los Ascomicetos, que
se caracterizan porque las esporas resultantes de la meiosis se encuentran conte-
nidas en una especie de saco, dentro de la célula madre (asca).
105
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
106
4. Microbiología de la sidra
ño, forma y número varía ampliamente de acuerdo con el tipo de cepa, fase del
ciclo celular, concentración de glucosa, presencia de sustratos no fermentables y
disponibilidad de esteroles y ácidos grasos (Feldmann, 2005). En los mostos,
predomina la actividad fermentativa frente al metabolismo respiratorio, incluso
en condiciones de aerobiosis, debido a que la presencia de glucosa en el medio
reprime la síntesis de enzimas respiratorios (Ribéreau-Gayon y col., 2003).
El núcleo contiene el ADN genómico que, junto con histonas y proteínas no-
histónicas, se organiza formando la cromatina. Además, dispone de la maquina-
ria para la replicación del ADN, su reparación, transcripción y procesado del
ARN. Como característica distintiva del resto de eucariotas, cabe señalar que la
membrana nuclear no se desintegra durante la división celular y presenta en
polos opuestos unas estructuras, denominadas cuerpos polares del huso, que
corresponden a los centríolos de los eucariotas superiores. Éstos desempeñan un
papel fundamental en la división celular, la citocinesis y la formación de yemas
durante la gemación.
107
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
108
4. Microbiología de la sidra
Las levaduras killer segregan una toxina proteica o glicoproteica de bajo peso
molecular que mata a levaduras sensibles del mismo género o de un género rela-
cionado, siendo ellas inmunes a su propia toxina. Las levaduras pueden ser neu-
tras con respecto a una toxina killer, cuando no producen la toxina pero son
inmunes a ella.
Las toxinas de S. cerevisiae pueden ser de tres tipos: K1, K2 y K28. Las cepas
killer productoras de las toxinas K2 y K28 son las consideradas de importancia
enológica, debido a que estas toxinas presentan pH óptimos de actividad muy
bajos (pH 2,8-3,8), por lo que las condiciones ácidas de los mostos favoreceren
su actividad (Pretorius, 2000). El fenotipo killer puede ser codificado por ele-
mentos genéticos extracromosómicos, como moléculas de ARNds encapsuladas
en partículas víricas (VLPs) (Pretorius, 2000) presentes en el citoplasma. Dos
tipos de ARNds, con diferentes tamaños moleculares y funciones, son responsa-
bles del fenotipo killer en S. cerevisiae: a) el L-ARNds (4,6 kb) que codifica para
una ARN polimerasa y para la proteína mayoritaria de la cápsida de la partícula
vírica y b) el M-ARNds (1,6-1,8 kb) que codifica para la toxina y confiere inmu-
nidad (Schmitt y Breinig, 2002). Las cepas sensibles a las toxinas killer tienen
receptores específicos en la pared celular. En el caso de las toxinas K1 y K2, este
receptor ha sido identificado como un β-1,6-D-glucano, mientras que el receptor
para la K28 es una α-1,3-manoproteína de elevado peso molecular.
En cuanto a las implicaciones tecnológicas del fenómeno killer, hay que des-
tacar que no existe consenso sobre su importancia en fermentaciones espontáne-
as. En vinificación se ha indicado, en casos esporádicos, que las cepas killer pue-
den provocar fermentaciones incompletas o muy lentas (Pretorius, 2000). Sin
embargo, la repercusión del efecto killer depende de muchos factores: relación
cuantitativa entre cepas sensibles y killer, presencia de levaduras neutras y de
sustancias adsorbentes de proteínas, fase de crecimiento de las células sensibles,
tamaño del inóculo y las condiciones ambientales (pH, temperatura, cantidad de
SO2) (Pérez y col., 2001), por lo que en los últimos años se ha restado impor-
tancia al fenómeno killer. La incidencia en sidrería fue examinada por Cabranes
y col. (1997), no detectándose ninguna cepa killer. Sin embargo, recientemente,
Pando Bedriñana (2010) detectó la presencia de actividad killer en un pequeño
porcentaje de cepas S. cerevisiae aisladas en mostos de manzana en diferentes
fases de fermentación.
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Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
Citocinesis
M
Célula hija
G2
G1
Crecimiento
S Inicio
Figura 3.–Ciclo celular y
gemación en S. cerevisiae
Replicación
del ADN
Aparición
de la yema
110
4. Microbiología de la sidra
Figura 4.–Células de
Saccharomyces con
cicatrices de gemación.
(Gil Ponce, 2001;
Feldmann, 2005)
Figura 5.–Representación
esquemática del ciclo
de vida de levaduras
homotálicas y heterotálicas
(Pretorius, 2000)
haploides encapsuladas dentro del asca. Cuando éstas son liberadas y las condi-
ciones son favorables, las ascosporas germinan e inician un ciclo vegetativo
haploide. Las cepas que se mantienen estables durante muchas generaciones
como haploides se denominan heterotálicas. Para volver al estado diploide nece-
sitan conjugarse con una célula de signo sexual distinto. En las cepas homotáli-
cas, sin embargo, algunas células haploides pueden cambiar de signo sexual y
conjugarse con otra célula de tipo opuesto. Se formará finalmente una célula
diploide y homocigota para todos los genes, excepto para el locus MAT (respon-
sable del fenotipo sexual a o α). Se ha indicado que la mayor parte de las leva-
duras vínicas son homotálicas (Aranda y col., 2005).
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Tipo de Método de
Origen Diversidad de la microbiota* Referencia
estudio identificación
118
4. Microbiología de la sidra
119
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Tecnología de elaboración
Temperatura. La temperatura es uno de los principales factores que afectan a
la velocidad de la fermentación alcohólica, existiendo una relación directa entre
ambos. S. cerevisiae tiene una temperatura óptima de crecimiento próxima a 30º
C, pero se adapta a un rango amplio de temperaturas. La temperatura máxima
que puede soportar está próxima a los 40º C, detectándose pérdida de viabilidad
cuando se alcanza esta temperatura.
Por otra parte, la temperatura de fermentación puede condicionar la dinámi-
ca de las poblaciones de levaduras. Se considera, en general, que las temperatu-
ras bajas (por debajo de 20º C) aumentan substancialmente la contribución de
levaduras no-Saccharomyces. Este comportamiento ha sido también observado
en experiencias realizadas con cepas de K. apiculata y S. cerevisiae, inoculadas
en mostos de manzana (Cabranes y col., 1996; Bilbao y col., 1997). En la figu-
ra 8 se muestran las diferencias de comportamiento de K. apiculata a distintas
temperaturas. La prolongada supervivencia de esta especie se explica por su
mayor tolerancia al etanol a bajas temperaturas.
Prensado de la manzana. El tipo de prensa puede influir en los recuentos tota-
les de levaduras y en la diversidad de especies presentes en los mostos. Suárez y
col. (2007a) han encontrado que en los mostos obtenidos mediante prensa neu-
mática dominan especies de levaduras no-Saccharomyces (Hanseniaspora y M.
pulcherrima), mientras que en los producidos con prensa tradicional se aislan,
también, cepas de Sacharomyces junto con no-Saccharomyces.
Clarificación de los mostos. La despectinización de los mostos promueve una
ralentización de la fermentación alcohólica, que se justifica por el empobre-
cimiento en compuestos nitrogenados. Así, el tratamiento despectinizante con
pectinmetilesterasas constituye un método de clarificación prefermentativa, que
120
4. Microbiología de la sidra
BACTERIAS LÁCTICAS
Introducción
Las bacterias presentes en los mostos de manzana y la sidra son acidófilas,
capaces de crecer en el ambiente ácido de la sidra, con valores de pH que osci-
lan entre 3,3 y 4,0. Además, deben de tolerar la presencia etanol y altas concen-
traciones de azúcar. Estas condiciones permiten el crecimiento de bacterias lác-
ticas, acéticas y Zymomonas (Beech y Carr, 1977).
Bajo el nombre de bacterias lácticas (LAB) se engloba un conjunto de micro-
organismos de una gran diversidad tanto morfológica como fisiológica. Son bac-
terias Gram-positivas, en forma de cocos, bacilos o coco-bacilos, inmóviles, no
esporuladas, anaerobias aerotolerantes, catalasa negativas y desprovistas de cito-
cromos. En consecuencia, presentan un metabolismo estrictamente fermentativo,
sintetizando ácido láctico como principal producto de la fermentación de los car-
bohidratos (Axelsson, 2004). Son microorganismos nutricionalmente exigentes
por lo que requieren una gran cantidad de factores nutritivos, como aminoácidos,
bases nitrogenadas y vitaminas.
La importancia de las bacterias lácticas en la elaboración de la sidra y otras
bebidas alcohólicas es doble, por una parte, ejercen un efecto beneficioso pues-
to que son las responsables de la fermentación maloláctica (Cabranes y col.,
1991; Dueñas y col., 1994) y, por otro lado, pueden tener consecuencias negati-
vas debido a su capacidad para ocasionar alteraciones que disminuyen la calidad
de la bebida, tales como la acetificación (Dueñas y col., 1994) y la producción
de amargor (Garai-Ibabe y col., 2008), aminas biógenas y exopolisacáridos
(Dueñas y col., 1995).
En la elaboración de la sidra natural la fermentación maloláctica (FML) se
lleva a cabo con la microbiota indígena, aunque en los últimos años se han rea-
lizado diversas experiencias con el fin de desarrollar cultivos iniciadores malo-
lácticos, constituidos fundamentalmente por cepas de Oenococcus oeni. Esta tec-
nología permite controlar y seleccionar la cepa responsable de la FML y reducir
el riesgo de alteración por bacterias lácticas. Para inducir esta transformación en
121
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
los mostos de manzana, se han descrito diferentes sistemas que utilizan: células
libres e inmovilizadas o biorreactores de membrana. Se ha estudiado, también, el
momento más conveniente para la inoculación de la bacteria maloláctica, simul-
táneamente con la adición de la levadura S. cerevisiae o después de la fermenta-
ción alcohólica (Cabranes y col., 1998; Herrero y col., 1999; Zhang y Lovitt,
2006).
Las principales características que nos permiten diferenciar las bacterias lác-
ticas de las acéticas se describen en la tabla 2.
122
4. Microbiología de la sidra
(A) (B)
Figura 9.–Micrografía
electrónica de barrido de
Lactobacillus diolivorans (A)
y Pediococcus parvulus (B).
123
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
124
4. Microbiología de la sidra
125
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
126
4. Microbiología de la sidra
BACTERIAS ACÉTICAS
Introducción. La microbiota acética está constituida por un grupo de bacte-
rias acidófilas muy ubicuas en la naturaleza y que se adaptan bien a diferentes
ambientes ricos en azúcar y etanol. Las bacterias acéticas se clasifican como
organismos aerobios obligados con metabolismo respiratorio, siendo el oxígeno
el aceptor terminal de electrones. Sin embargo, pueden sobrevivir o incluso cre-
cer en condiciones de anaerobiosis o semi-aerobiosis, debido a que pueden usar
otros aceptores de electrones, como las quinonas (Bartowsky y Henschke, 2008).
Las bacterias acéticas son Gram-negativas o Gram-variables, catalasa positi-
vas y oxidasa negativas. Pueden ser móviles con flagelos polares o peritricos o
inmóviles. No forman endosporas y en cuanto a su morfología pueden ser elip-
soidales o bacilares, encontrándose aisladas, en parejas o formando cadenas.
Pueden utilizar como fuentes energéticas sustratos presentes en los mostos de
manzana o en las sidras, como glucosa, etanol, lactato o glicerol. Debido a que
muchos de estos componentes no son completamente oxidados en CO2 y H2O, se
acumulan en el medio diferentes metabolitos, especialmente ácido acético, ace-
taldehído y acetato de etilo. Ello supone un detrimento de la calidad de la sidra,
por lo que su crecimiento debe ser evitado mediante prácticas que limiten la airea-
ción de la sidra (llenado completo de las barricas o protección de la bebida con
un gas inerte).
127
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
A. liquefaciens, aisladas en sidras del País Vasco y de Asturias, deberían ser rea-
signadas, actualmente, como Gluconacetobacter hansenii y Gluconacetobacter
liquefaciens (Yamada y Yukphan, 2008).
Métodos de aislamiento. Para el aislamiento y recuento de bacterias acéticas
del mosto de manzana y la sidra se utiliza, generalmente, el medio agar-mosto de
manzana suplementado con extracto de levadura (Carr y Passmore, 1979) y,
también, el medio agar diferencial Wallerstein (WL). Para inhibir el crecimiento
de levaduras y mohos se añade un 1% (v/v) de una solución de pimaricina al
0,5% y para inhibir las bacterias lácticas un 1% de penicilina G (250.000 U.I.).
Las placas se incuban a 25-28º C durante 4-8 días en condiciones de aerobiosis.
La población acética puede entrar en el estado de viable pero no cultivable al
ser sometida a determinados tipos de estrés y, por tanto, puede ser subestimada
debido a la incapacidad de crecer en los medios de cultivo. Para la cuantificación
de bacterias acéticas totales (viables y no viables) directamente del vino, se han
aplicado técnicas de tinción fluorescente como la epifluorescencia directa (Millet
y Lonvaud-Funel, 2000). Se ha desarrollado, también, un método de PCR a tiem-
po real que utiliza cebadores específicos basados en el gen ADNr 16S (González
y col., 2006b). Este método se ha aplicado para evaluar el efecto sobre la pobla-
ción acética de las prácticas enológicas más habituales, adición de SO2 e inocu-
lación de levaduras (Andorra y col., 2008).
Identificación y tipificación de bacterias acéticas. Las bacterias acéticas de la
sidra, al igual que otros microorganismos, han sido identificadas, hasta hace unos
años, a nivel de género y especie sobre la base de criterios morfológicos, fisio-
lógicos y bioquímicos (Salih y Suárez-Díaz, 1990; Fernández y col., 1994) En la
actualidad, estas características fenotípicas son complementadas o reemplazadas
por técnicas moleculares. Para la identificación a nivel de especie se puede rea-
lizar el análisis de la secuencia del gen ribosomal 16S (González y col., 2005).
Como alternativa más rápida y económica se ha utilizado, también, la técnica
PCR-RFLP del ADNr 16S (Ruiz y col., 2000) o de la región intergénica ITS
entre los genes ribosomales 16S y 23S (González y col., 2006a).
El análisis a nivel de cepa, al igual que para el tipado de levaduras o bacterias
lácticas, se puede realizar según una metodología RAPD (Bartowsky y col.,
2003). Otra alternativa consiste en el uso de PCR-ERIC (Enterobacterial
Repetitive Intergenic Consensus) y PCR-REP (Repetitive Extragenic
Palindrom). Estas técnicas se basan en la amplificación del ADN genómico com-
prendido entre secuencias repetitivas que se encuentran dispersas por el genoma
bacteriano (González y col., 2005).
128
4. Microbiología de la sidra
129
Ana Irastorza Iribas, María Teresa Dueñas Chasco
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5. La evaluación sensorial
María Luisa González San José
Departamento de Biotecnología y Ciencia de los Alimentos. Universidad de Burgos
Introducción
La evolución de la especie humana y la supervivencia de la misma han esta-
do íntimamente vinculadas a la evaluación sensorial de nuestro entorno, ya que
en el reino animal los sentidos modulan las respuestas de aceptación y acerca-
miento o de rechazo, repulsa y alejamiento.
La aceptación de los alimentos depende claramente de las sensaciones que
éstos producen y, en general, aquello que no genera sensaciones positivas no se
acepta. Es evidente que la primera función de un alimento es proporcionar las
sustancias necesarias para subsistir. Sin embargo, en las sociedades con las nece-
sidades nutricionales cubiertas pocos son los consumidores que ingieren un ali-
mento pensando en subsistir. La mayoría de la población come por apetencia,
escogiendo lo que le gusta, atrae y agrada, es decir, selecciona lo que le satisfa-
ce. Esto lleva implícito un proceso de evaluación sensorial y el hecho de que la
respuesta pueda ser positiva o negativa hace que la evaluación sensorial y, por
ende, los parámetros sensoriales sean de extrema importancia para la calidad de
los alimentos. Por ello, en las últimas décadas cada vez es mayor la preocupa-
ción por una evaluación adecuada de las propiedades sensoriales de los alimentos.
Parece evidente que la calidad sensorial es primordial para todos los produc-
tos con marcada componente hedónica, entre los que destacan los alimentos y las
bebidas (alcohólicas o no) que en gran medida se ingieren por placer. Por otra
parte, los productos alimentarios acogidos a algún tipo de marca de calidad o de
origen, como pueden ser la DOP (denominación de origen protegida), la IGP
(indicación geográfica protegida), o la ETG (especialidad tradicional garantiza-
da), deben cumplir con unos requisitos sensoriales bien definidos y, de no hacer-
lo, no pueden acogerse o salir al mercado con la certificación deseada.
Dado que la valoración sensorial de los alimentos tiene una fuerte compo-
nente hedónica y ésta es subjetiva, la adecuada evaluación sensorial de los ali-
mentos no es una tarea fácil. Además, debe distinguirse claramente lo que es una
137
María Luisa González San José
LA PERCEPCIÓN SENSORIAL
La percepción sensorial se produce cuando el cerebro procesa la información
recibida desde los receptores sensoriales, los cuales lanzan la correspondiente
señal tras haber sido impresionados por los estímulos. La percepción implica un
proceso de reconocimiento de las señales percibidas por comparación con otras
sensaciones grabadas previamente en la memoria sensorial, por tanto es un pro-
ceso comparativo que facilita la educación y el entrenamiento sensorial.
Los estímulos capaces de producir percepción sensorial son físicos, como la
energía radiante, las ondas de diversas longitudes, la densidad, la temperatura y
la estructura o son de naturaleza química (moléculas diversas). Así, dos de los
sentidos son químicos, el gusto y el olfato, ya que responden esencialmente a
estímulos químicos y los otros tres, la vista, el oído y el tacto, son físicos. En
general, salvo el sentido del tacto, que es difuso, los demás se localizan en una
determinada zona del cuerpo, generalmente en un único órgano y evalúan, salvo
los receptores del gusto, un sólo tipo de propiedad (Tabla 1).
Las sensaciones se reconocen de modo secuencial e incluso puede que la
transmisión de la señal sea también secuencial, según se va produciendo la inter-
acción estímulo-receptor.
Es relativamente fácil establecer un orden lógico de cómo se producirán las
distintas sensaciones. Las primeras impresiones, en condiciones normales del
individuo y del medio, son siempre las visuales que comienzan a evaluarse, ya
sea consciente o inconscientemente, en el momento en que el producto se visua-
liza. Posteriormente, lo más habitual es que se produzca una primera fase de la
sensación olfativa, se perciben los olores. En casos excepcionales, como en el
descorche de una botella, la sensación olfativa puede ser precedida de la auditiva.
Tras la captación de los primeros olores suelen llegar las primeras impresiones
de la textura, que se producen de forma directa cuando los dedos tocan el pro-
ducto o indirectamente si se usan utensilios como los cubiertos; éstas son las sen-
saciones táctiles-dactilares. En el caso de los alimentos líquidos las sensaciones
138
5. La evaluación sensorial
Visuales
Energía/ Vista Ojo/ Apariencia/Aspecto
luz Retina Color, brillo, burbujas,
turbidez, etc.
Auditivas
Ondas Oído Oído/ Grado de crujiente, chispeante,
audibles Aparato auditivo efervescencia, etc.
Olfativas
Sustancia Olfato Nariz/ Olor
química Epitelio Nasal Aroma
Gustativas
FLAVOR
Sustancia Gusto Aparato Buco-nasal- Sápidas
química digestivo/ Papilas Trigeminales: pungencia, dolor,
gustativas picante, astringencia, etc.
Táctiles
Estructura Tacto Piel/ Textura: dureza, masticabilidad,
Dedos y elasticidad, arenosidad, etc.
Boca Cinestésicas: (*)
La percepción visual
El ojo es el órgano receptor de la sensación visual y el conjunto de sensaciones
visuales que produce un cuerpo se conoce con el nombre de apariencia o aspecto.
El 80% de la información que recibimos llega por vía visual y, aproximadamente,
el 40% de ella es cromática. Esto explica, al menos en parte, la repercusión que
tiene la apariencia en la percepción, así como su interacción en la evaluación de
otras propiedades del alimento. Además, es la razón por la que el color es la carac-
terística de la apariencia más importante para la calidad de los productos.
El origen de la percepción óptica o visual está en la capacidad que tiene todo
cuerpo iluminado de reflejar energía electromagnética (luz), ya que es precisa-
139
María Luisa González San José
140
5. La evaluación sensorial
bal de color; el brillo, que es la relación entre la luz incidente y la reflejada y que
depende de la intensidad lumínica recibida; y la luminosidad, que es el porcen-
taje de luz reflejada por lo que no depende de la intensidad de la luz recibida.
El color no es la única propiedad de la apariencia importante para la calidad
sensorial de los alimentos. De hecho, en el caso de productos líquidos, aquellas
propiedades que tienen que ver con la limpidez, como la transparencia y turbi-
dez, pueden ser tan importantes o más que el color. Las propiedades vinculadas
a la limpidez están relacionadas entre sí. La transparencia se refiere a la resis-
tencia de un cuerpo a ser atravesado por la luz, mientras que la turbidez se debe
a la difusión de la luz en el seno del cuerpo. Por tanto, un cuerpo turbio será poco
transparente, porque la difusión de luz en su seno reduce la cantidad de luz que
lo atraviesa.
Es importante tener en cuenta que en el caso de ciertos productos específicos
como la cerveza, los vinos espumosos o gasificados y las sidras, algunas otras
cualidades de la apariencia también son importantes para su calidad. Es el caso
de los parámetros relacionados con el aspecto de la espuma, la efervescencia, la
lágrima, etc.
La percepción auditiva
El oído es el órgano receptor de la sensación auditiva. Los sonidos son reco-
gidos en el pabellón auricular, se transmiten por el oído medio e impresionan el
oído interior, desde donde la información se envía al cerebro a través de unas
30.000 terminaciones nerviosas. El estímulo son las ondas producidas por el mo-
vimiento, la vibración, etc., que generan una perturbación que se difunde como
una onda longitudinal de determinadas características que la hacen audible, la
onda sonora.
141
María Luisa González San José
La percepción olfativa
El receptor de las sensaciones olfativas, el epitelio olfativo, se sitúa en la parte
superior posterior de la nariz (figura 2). Es una zona húmeda y bien protegida
debido a su alta sensibilidad. El
olfato es el sentido más sensible,
llega a detectar sustancias en
concentraciones realmente bajas,
sirvan de ejemplo los valores
umbral en el aire de la vainillina,
2 x 10–10 mg/L o el mercaptano,
4 x 10–8 mg/L. Se estima que sólo
el 4% de los volátiles que nos
rodean llegan al receptor, evi-
tando así la sobre información ol-
fativa que podría causar daños
Figura 2.–Sistema olfativo y estructura del epitelio olfativo cerebrales.
La sensación olfativa se produce cuando el estímulo, el compuesto volátil,
interacciona con los receptores situados en los cilios de las células del epitelio
olfativo, provocando la señal eléctrica que es transmitida por los nervios hasta el
cerebro donde se descodifica e interpreta. En principio, toda sustancia capaz de
ser olida puede ocasionar sensación olfativa. Se trata de moléculas volátiles, rela-
tivamente pequeñas, con un peso molecular menor de 300 Da, aunque de natu-
raleza y volatilidad muy variables. El potencial odorable de una sustancia depen-
de de numerosos factores, tanto intrínsecos como extrínsecos a la propia molé-
cula y no es fácil establecer correlaciones fijas entre estructuras químicas y un
olor determinado aunque, con muchas excepciones, si se pueden establecer gru-
pos de sustancias con características odorables comunes.
Durante años se pensó que existían olores básicos cuyas mezclas originaban
el resto de olores, hoy se sabe que esta teoría no es correcta. Se han detectado
142
5. La evaluación sensorial
La percepción gustativa
Los receptores del gusto son las papilas gustativas (figura 3), que son estruc-
turas en forma de bulbo abiertas en su parte superior, el poro gustativo, lo que
favorece la interacción con el estímulo. La existencia de puntos de anclaje espe-
cíficos o la modificación de la permeabilidad de la membrana celular o de la
estructura de alguno de sus constituyentes (figura 3), son los principales oríge-
nes de la señal eléctrica que, una vez descodificada en el cerebro, será interpre-
tada y reconocida.
El mecanismo de detección del sabor dulce y amargo tiene como primera
etapa la unión de la molécula que estimula a un receptor de membrana. Como
consecuencia de ello se produce un cambio en la proteína G que está unida a
Figura 3.–Estructura de un botón gustativo (Fisher y Scott, 2000) y mecanismos de recepción de sabores
(Laing y Jinks, 1996).
143
María Luisa González San José
144
5. La evaluación sensorial
145
María Luisa González San José
146
5. La evaluación sensorial
La percepción táctil
En general, se refiere a la percepción de las propiedades superficiales de un
objeto por los receptores táctiles. Los líquidos, al carecer de superficies, presen-
tan un “tacto” singular que se percibe al ingerirlos o al sumergirnos en ellos.
Los receptores son las terminaciones nerviosas cutáneas que se extienden a lo
largo de todo el cuerpo (figura 4). Son receptores sensibles al tacto, la presión,
la temperatura, el dolor, etc. La percepción táctil
está asociada al movimiento y los receptores se
estimulan al desplazarse por las superficies que se
evalúan. La información hacia el cerebro no viaja
por un nervio bien definido, lo que explica las sen-
saciones denominadas como “tacto fantasma”.
El sentido del tacto es difuso, sin emisiones, ni
sensaciones básicas, ni regulable. Está poco evolu-
cionado y es poco preciso, pero es esencial para el
equilibrio emocional. Las zonas más sensibles son
los labios, las yemas de los dedos y las mucosas. Figura 4.–Terminaciones nerviosas
cutáneas del tacto
Los alimentos, cuando son masticados, se rom-
pen multiplicando su superficie específica y, además, son movidos por la boca
aumentando las posibilidades de impactar con los receptores táctiles bucales. El
aumento de superficie depende de su estructura, que determina sus característi-
cas mecánicas y geométricas.
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148
5. La evaluación sensorial
Introducción
La norma internacional ISO 5492:1992 y la correspondiente española UNE
87001:1994, definen el análisis sensorial como “el examen de las propiedades
organolépticas de un producto realizable con los sentidos”. Ésta es una defi-
nición sencilla, en perfecta armonía con las definiciones del análisis sensorial de
los alimentos que se han venido usando desde los años 70.
Algunas definiciones del análisis sensorial de alimentos, postuladas más
recientemente, contemplan numerosos referentes a los distintos elementos o facto-
res que están involucrados en el desarrollo adecuado de esta técnica analítica.
Sirva, a modo de ejemplo, la definición de Ureña Peralta y col. (1999) “el análisis
sensorial de los alimentos es el método experimental mediante el cual los jueces
perciben y califican, caracterizando y/o mesurando, las propiedades sensoriales
de muestras adecuadamente presentadas, bajo condiciones ambientales preesta-
blecidas y bajo un patrón de evaluación acorde al posterior análisis estadístico”.
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150
5. La evaluación sensorial
tiempo), el tiempo disponible para dar una respuesta, etc. Además, se deberá con-
siderar el tipo de jueces necesario, su número, disponibilidad, etc. Por tanto,
teniendo en cuenta la definición de Ureña Peralta y col. (1999), desde el inicio
debe estar claro el patrón de evaluación, los parámetros a evaluar, o sea, las pro-
piedades sensoriales, el tipo de información deseada, ya sea calificar, caracteri-
zar o diferenciar y la naturaleza de las muestras, ya que éstas siempre deberán
estar adecuadamente presentadas.
No se debe olvidar recabar información de estudios previos y analizar sus
resultados y estrategias de planificación y desarrollo. Además, es conveniente
informarse sobre ingredientes, interacciones entre componentes, evoluciones
esperadas, usos frecuentes, modos de consumo, vías de distribución y cuanto
pueda afectar al producto.
La planificación es la fase en la que se establece y concreta las condiciones
en que se llevará a cabo el análisis sensorial. El tipo de prueba y de jueces, la pre-
sentación de las muestras y el tratamiento estadístico que se vaya a elegir depen-
derá de los objetivos del análisis, los tipos de muestras y la información recopi-
lada previa. Es decir, en esta fase se establece el diseño del experimento que
engloba los planes o la secuencia de etapas para organizar, llevar a cabo y anali-
zar los resultados de un experimento, persiguiendo conseguir la máxima infor-
mación con el menor número de datos y eliminar o minimizar el efecto de los
factores externos sobre los resultados.
El diseño experimental, en función de la metodología estadística predetermi-
nada, establece el número de respuestas necesarias y, por tanto, el de sesiones y
muestras por sesión, repeticiones de las sesiones, orden de realización, etc., con-
siderando, también, el número y tipo de jueces necesarios y los disponibles. Cada
clase de prueba necesita un tipo concreto de jueces y un número variable de res-
puestas (análisis) en función del juez que desarrolle la prueba. Además, el dise-
ño experimental debe tener en cuenta algunas consideraciones de interés rela-
cionadas con la respuesta sensorial. Así, por ejemplo, debe considerarse la fati-
ga y la adaptación, que dependen no sólo del grado de entrenamiento del catador
sino, también, y casi principalmente, de las características del producto a evaluar.
Alimentos con estímulos muy potentes fatigan más rápidamente, lo que reduce
el número de muestras que pueden ser evaluadas en cada sesión y eliminan o
reducen la posibilidad de hacer varias series en una sesión. Por otra parte, debe
considerarse que la repetición de las pruebas con las mismas muestras puede pro-
ducir adaptación y, por tanto, respuestas falsas. Por estas mismas razones, si se
opta por pruebas con muestras control, se debe asumir que esto reduce el núme-
ro de muestras problema a evaluar.
La realización del análisis sensorial es, por lo general, la fase siguiente donde
se desarrollan las actividades planificadas. Las pautas de actuación vendrán defi-
nidas por el diseño del experimento y, en esta etapa, hay que prestar especial aten-
ción al control de las condiciones de realización establecidas y a todos aquellos
parámetros que puedan afectarlas. Por tanto, en esta fase se controlan los aspec-
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5. La evaluación sensorial
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5. La evaluación sensorial
intenso los días de la cata y que se cambien de ropa, si fuera necesario, antes
de acudir a la sesión de análisis sensorial. Asimismo, cuando los jueces están
resfriados, ansiosos, estresados, malhumorados, etc., es mejor que no acudan a
las catas.
Una vez desarrollada la prueba, la etapa siguiente y final es la recopilación de
resultados, el análisis de los datos y el establecimiento de las conclusiones fina-
les. Los datos que se obtienen del análisis sensorial deben ser tratados para poder
establecer unas conclusiones finales. El análisis estadístico que se aplica está
asociado al diseño experimental seleccionado en función de los objetivos, las
muestras, etc.
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5. La evaluación sensorial
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María Luisa González San José
Jueces
Hay básicamente dos tipos de jueces, los legos o no entrenados y los entre-
nados. Los primeros, en general, son seleccionados por ser consumidores poten-
ciales del producto estudiado. Se debe consultar un grupo numeroso y no tienen
que realizar el análisis en la sala de cata, aunque es conveniente. En cualquier
caso, las condiciones del desarrollo del análisis deben estar controladas y seguir-
se las normas básicas de presentación de las muestras.
Los estudios con consumidores son habitualmente costosos, lo que hace que
se tiendan a sustituir por estudios con empleados de la empresa; sin embargo,
éstos no son adecuados para todos los estudios y, por ejemplo, nunca debieran
ser usados para el desarrollo de nuevos productos.
Los jueces entrenados son personas que han pasado por una fase intensa de
entrenamiento, en la que han educado sus sentidos y han desarrollado adecuadas
aptitudes y capacidades sensoriales. Se distinguen tres tipos: a) catadores: jue-
ces seleccionados y entrenados, b) expertos o jueces expertos, aquéllos que
han demostrado agudeza en trabajos de panel y buena memoria a largo plazo y
c) jueces expertos especializados, aquéllos que tienen un conocimiento adicio-
nal y especial en un campo particular.
La selección y formación de un panel de jueces entrenados está regulado en
las normas (UNE 87024-1:1995, correspondiente a la ISO 8586-1:1993; y UNE-
EN ISO 8586-2:2009, correspondiente a la ISO de igual número y fecha de
2008). En general, la selección y formación de jueces entrenados conlleva las
etapas siguientes: preselección, selección, entrenamiento y comprobación. En la
preselección, realizada mediante entrevistas, se tiende a primar el interés perso-
nal, la motivación y el tiempo disponible sobre las habilidades sensoriales. La
selección se orienta a comprobar la normalidad fisiológica de los candidatos y
a evaluar las habilidades sensoriales, diferenciadoras, descriptivas, etc. Por su
158
5. La evaluación sensorial
parte, los objetivos del entrenamiento son desarrollar y mejorar la habilidad in-
dividual para reconocer, identificar y cuantificar los atributos sensoriales, así
como familiarizarse con la metodología del análisis sensorial, realizando pruebas
distintas, usando un vocabulario adecuado, aprendiendo el uso de escalas, etc.
Además, en la fase de entrenamiento se pretende desarrollar, fomentar y mejorar
la sensibilidad y la memoria frente a los distintos atributos.
El periodo de entrenamiento es variable, dependiendo de los catadores y
del nivel de confianza que se quiera alcanzar, por lo que es necesario disponer
de suficiente cantidad de muestras homogéneas, alimentos de referencia, etc.
Además, supone un continuo contacto con cada catador, que permite evaluar sus
aptitudes sociales y de comunicación con el resto de catadores.
La comprobación es una actividad periódica y necesaria para garantizar la fia-
bilidad de los resultados. El análisis estadístico de la variabilidad de opinión de
cada catador nos informa sobre su habilidad y consistencia y el estudio de la
variabilidad de las calificaciones medias del equipo nos informa sobre el funcio-
namiento del mismo.
La selección final de los integrantes del panel de catadores dependerá de los
resultados alcanzados en relación con los porcentajes de aciertos o respuestas
correctas en el reconocimiento de sensaciones, pruebas de diferencias, uso de las
escalas, etc. Los niveles exigibles dependen del intervalo de confianza fijado.
Además, es importante que los catadores sean consistentes y regulares en las
respuestas correctas.
Se recomienda que el número de jueces seleccionados sea superior al desea-
do o necesario para las pruebas a realizar, con el fin de tener cubierto el absen-
tismo. Por otra parte, conviene señalar que para disponer de paneles de expertos
y de expertos especializados se requieren entrenamientos más prolongados,
intensos y complejos, que pueden durar años. Además, es importante que los
expertos ejerciten diariamente sus habilidades sensoriales.
Generalidades
La evaluación de la calidad sensorial de una bebida alcohólica, como la sidra,
suele llevarse a cabo aplicando pruebas descriptivas cuantitativas, en las que los
parámetros más importantes para la calidad son evaluados con escalas de inter-
valo o bien se aplican fichas definidas por comités de cata o especialistas de las
empresas del sector, instituciones y organismos oficiales, etc. Estas fichas pue-
den considerarse un tipo especial de perfiles sensoriales.
Dado que existen diversos tipos de sidras con características físico-químicas
muy distintas, es lógico que los parámetros de calidad que se valoran en cada una
de ellas difieran adaptándose a su tipología. Además, debe tenerse en cuenta que
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María Luisa González San José
Figura 7.–Espalme de
la sidra. Diferentes fases
del proceso de espalme
(por cortesía de
José María Osoro)
160
5. La evaluación sensorial
Dulcín: Sidra que, al contener azúcares residuales, ofrece cierto sabor dulce.
También, se le dice “sidra fémina” y amante. Este término puede considerarse
equivalente al término “abocado” usado para algunos vinos. Si el grado de dulzor
es tal que se percibe nítidamente se denomina llandío y si es marcado, llambiona.
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María Luisa González San José
Dura: Sidra con acidez volátil elevada, puede estar turbia en exceso. El tér-
mino “Dura” también se dice cuando la sidra es muy seca (Dry cider). A estas
sidras, también, se las denomina “fecha” o “machu”, aunque no queda claro si es
por la acidez volátil o por el grado alcohólico y la carencia de dulzor.
Agüina, sidrina o blanda: Sidra con poco alcohol y sin cuerpo (Thin cider,
wearish/wersh).
Turrín: Sidra con sabor a quemado u oxidada.
Ñisu: Sidra que presenta defectos de aroma y sabor a ciruelas.
Piescu: Sidra que presenta defectos de aroma y sabor a melocotón.
Sapu: Sidra con importantes defectos de aroma y sabor a podredumbre. Suele
deberse al uso de manzanas con defectos sanitarios marcados, probablemente
recogidas del suelo y sin selección adecuada (Goût de fruit).
Puxarra: Sidra con grandes defectos que no se puede beber.
En las sidrerías y entre la gente del sector sidrero son frecuentes también otros
términos como:
Palu: Conjunto de cualidades organolépticas (color, aroma, sabor, etc.) que
definen a una sidra.
Bon vasu, abre bien, pega bien, tiene alma o fai estrella: Se aplica a las sidras
que espalman y presentan suficiente gas carbónico, denotando “vida” al romper
en el vaso.
En el caso de la sidra espumosa, de modo análogo a los vinos espumosos, los
parámetros más característicos son:
Espuma: conjunto de burbujas adheridas entre sí que se forma al verter la
sidra sobre la copa y que se extienden o no por ella.
Rosarios y corona: los rosarios son los grupos de burbujas de desprendi-
miento continuado desde los puntos de nucleación en el fondo de la copa y la
corona es el círculo que forman las burbujas en la superficie de la sidra y que es
apreciable una vez reducida la espuma inicial.
Otros términos utilizados para definir las propiedades sensoriales de las sidras
o sus defectos son comunes a los empleados para otras bebidas alcohólicas
como, cuerpo, astringencia o sequedad, ahilado o “filado”, enfermedad del
amargo, apagada o muerta, turbia, sucia (olor a sulfídrico o huevos podridos),
aguada, picado láctico, etc.
162
5. La evaluación sensorial
163
María Luisa González San José
Una vez que se comprueba que el panel de jueces evalúa dentro de los rangos
de confianza establecidos, se está en condiciones de llevar a cabo, de modo ade-
cuado y acorde a la norma, el análisis sensorial descriptivo cuantitativo.
El análisis de los perfiles empleados por diversos organismos, asociaciones
de elaboradores y consumidores, enólogos y restauradores, permite concluir que
todos ellos son cualitativamente similares, presentando tan sólo algunas diferen-
cias respecto al número de parámetros evaluados, así como en el tipo de escalas.
En la figura 11 se muestra el perfil utilizado en el SERIDA. Lo más habitual es
que en la fase visual se evalúen sólo los parámetros del comportamiento en vaso,
en la olfativa la franqueza (limpieza o ausencia de olores extraños), la frescura y
la intensidad de olor a sidra y en la fase gustativa la intensidad de sabor a sidra,
la franqueza, la frescura, el ácido, el amargo y la sequedad o la astringencia,
dejando abierta la posibilidad de indicar defectos de cualquier tipo (visuales,
olfativos o gustativos). En general, todos los perfiles incluyen una valoración
global final.
En el caso de los análisis clasificatorios en concursos y valoraciones de gru-
pos expertos los perfiles aún pueden ser mucho más sencillos, reduciéndose a un
análisis cualitativo de la presencia o ausencia de defectos y de la tipicidad o
incluso una valoración final de apta/no apta, justificada por la ausencia/presen-
cia de defectos (figura 12). En estos casos, las catas son comentadas y los comen-
tarios descriptivos son anotados en los espacios diseñados para ello (tabla 2).
Aunque lo más habitual es usar escalas de intervalo numéricas, de valores
enteros, a veces se diseñan y se emplean escalas de simbologías, ya sea con sím-
bolos internacionales y universales, como estrellas, o con símbolos más propios o
vinculados a la sidra, como por ejemplo manzanas (figura 13). Estas escalas, sue-
len permitir diferenciaciones más detalladas al permitir valorar con fracciones.
Para llevar a cabo, adecuadamente, el análisis sensorial de la sidra se deben
controlar y cuidar muchos factores, entre los que se encuentra la fatiga de los
catadores. Así, por ejemplo, no se recomienda que en una misma sesión se eva-
lúe un número elevado de sidras (no más de seis) dada la gran cantidad de pará-
metros a analizar en el caso de los perfiles sensoriales completos. Respecto a las
muestras, se debe determinar la temperatura de servicio y los márgenes permiti-
dos. En general, se establece como temperatura óptima 14º C + 1º C. Las sidras,
antes de ser servidas, se atemperarán y se mantendrán a esa temperatura durante
toda la sesión de cata.
Por otra parte, dada la peculiaridad del producto, en parte debida al anhídri-
do carbónico endógeno que hace que sólo muestre sus características más apre-
ciables tras escanciarse, se hace necesario fijar un protocolo de servicio. Las
muestras se presentarán debidamente codificadas y en orden aleatorio a cada
catador y se debe disponer de escanciador/es cualificados, recomendándose que
en cada sesión actúe el mismo para evitar la posible influencia del modo de
escanciar. Una alternativa son los escanciadores mecánicos; los modelos exis-
164
5. La evaluación sensorial
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María Luisa González San José
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5. La evaluación sensorial
Sidra 354 Sidra de color dorado brillante con tonos verdes y muy limpia.
Vaso correcto con excelente espalme y buen aguante, deja pegue uniforme pero con
poca persistencia.
Olor franco y de buena intensidad, enseña aromas frutales y frescos que en segunda
olfacción tiene leves notas acéticas que no empañan.
Sabor con una intensidad aceptable y equilibrado, entra en boca con frescura y notas
ácidas para dar paso a amargos finales que dejan un retrogusto de secante
Sidra 819 Sidra de color dorado claro limpio con abundantes tonos verdes.
El vaso, de gran categoría, muestra un espalme excelente, gran aguante y un pegue
fino, uniforme y largo en el tiempo.
Olor con excelente intensidad, fresco y limpio, totalmente afrutado, recuerda a
manzana recién cortada y en su punto de madurez.
Sabor muy agradable, con amplia entrada en boca, tiene muy compensados los
ácidos y amargos, dejando un final agradable amargo con secante suave y
persistente que invita a seguir bebiendo.
Sidra redonda.
Figura 13.–Muestra de escalas de intervalo estructuradas simbólicas usadas para valorar la calidad global de
los parámetros indicados
167
María Luisa González San José
parte, aunque no siempre aparece en los perfiles sensoriales revisados, con cier-
ta frecuencia se incluye la valoración del olor a borras, referido al olor residual
a levadura o lías.
En ningún caso se ha encontrado referencia expresa a si el análisis descripti-
vo de la sidra natural se realiza con ingesta o no de la misma. Sólo se ha detec-
tado cierta información indirecta, ya que, en algún caso, se recomienda comer
algo de pan entre la cata de sidras, lo que suele hacerse en evaluaciones con
ingesta. La sidra, salvo excepción de aquéllas que presentan excesiva acidez, no
es un producto de características agresivas que hagan desaconsejable la ingesta.
Además, la evaluación de la persistencia y el retrogusto es mucho más fácil si se
ingiere el producto.
De los cinco sabores básicos reconocidos, en la sidra es importante la eva-
luación del dulce y esencialmente la del ácido y el amargo, que deben distin-
guirse de la astringencia. Por otra parte, el amargo típico de ciertas variedades de
manzanas sidreras no debe confundirse con el que produce la alteración del
amargor, intenso y agresivo, que es acompañado, generalmente, de otros defec-
tos olfativos o de estructura como es el caso de las modificaciones de la densi-
dad y el cuerpo. No es deseable una persistencia intensa, siendo bien valorada
una sensación final de frescura y justa astringencia.
168
5. La evaluación sensorial
Total
Figura 14.–Formación de
diferentes tipos de agrupaciones
de burbujas en la superficie de
Encajes la sidra espumosa
Rosarios
Corona
Además, el círculo total, los encajes o la corona, pueden estar formados por dos o
tres capas de burbujas superpuestas, en este caso se habla de formaciones densas
o por una única capa de burbujas, entonces se definen como formaciones finas.
En la fase olfativa cobra especial importancia la valoración de las notas fru-
tales y florales, seguidas de las especiadas; y en la fase bucal es interesante eva-
luar la pungencia (capacidad de pungir) vinculada a la efervescencia y a la cali-
dad de las burbujas.
La realización del análisis descriptivo
de estas sidras implica, igualmente, usar
los utensilios más adecuados, en este caso
lo más apropiado y habitual es usar copas
típicas de vinos espumosos, estrechas y
largas (figura 15). Los catavinos normali-
zados son una alternativa, pero se usan
con poca frecuencia.
La temperatura de servicio será en tor-
no a 10-12º C. Es igualmente recomenda- Figura 15.–Copas utilizadas en la cata de sidras
ble establecer un protocolo de tiempos
máximos entre el servicio y la entrega al catador, así como el tiempo de apertu-
ra de la botella que se usará para servir a los distintos jueces; también, conviene
determinar cómo se van a mantener las botellas hasta que sean catadas.
169
María Luisa González San José
sidra frente a otras. Tienen interés para valorar el posicionamiento de una sidra
frente a la competencia y se hacen imprescindibles para lanzar al mercado, con
cierta certeza de éxito, un nuevo producto como, por ejemplo, la sidra de nueva
expresión. Los que deben desarrollar estas pruebas son consumidores y es dese-
able que sean grupos estadísticamente representativos de los potenciales consu-
midores o de los grupos de población con intención de compra de ese tipo de
sidra. Tal y como corresponde al número de muestras a evaluar se aplicará una
prueba pareada, si se desea comparar dos muestras y pruebas de ordenación si
son más de dos.
Las pruebas discriminatorias se aplican, también, dentro de las empresas con
diferentes fines como, por ejemplo, para evaluar el efecto de la aplicación de
nuevas tecnologías, procesos, coadyuvantes, materiales, materias primas, etc.,
sobre la calidad y características de las sidras obtenidas. En estos casos las prue-
bas deben ser hechas por catadores o jueces expertos, en un número mínimo
basado en los intervalos de confianza deseados. De nuevo, en función del núme-
ro de sidras a evaluar se usarán pruebas de diferencias (dos sidras) o de ordena-
ción (más de dos).
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5. La evaluación sensorial
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5. La evaluación sensorial
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6. Clarificación y estabilización de la sidra
Juan José Mangas Alonso
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
Fenómenos coloidales
Las dispersiones coloidales se caracterizan por estar formadas por partículas
con un tamaño comprendido entre 10 nm y 10 µm. Poseen propiedades eléctri-
cas y ópticas (las más pequeñas presentan efecto Tyndall y las de tamaño medio
provocan opalescencia). En las bebidas alcohólicas, como la sidra, las dispersio-
nes coloidales incluyen partículas de sólidos, macromoléculas y agregados mole-
culares (micelas) que están formados por una asociación de moléculas unidas por
fuerzas de baja intensidad, como las interacciones hidrofóbicas, los puentes de
hidrógeno o las fuerzas atractivas de van der Waals.
Con carácter general, se asume que la estabilidad de las dispersiones coloi-
dales está basada en las propiedades eléctricas de las partículas que las forman,
si bien los coloides hidrofílicos disponen de una capa de hidratación que comu-
nica una estabilidad adicional a la originada por las cargas eléctricas. Por otra
parte, conviene señalar que determinados coloides, denominados protectores,
cubren la superficie de las partículas coloidales, comunicándoles mayor estabili-
dad a través de impedimentos estéricos y repulsiones electrostáticas.
La carga eléctrica presente en las partículas coloidales es consecuencia de
procesos de ionización, es el caso de las dispersiones coloidales formadas por
macromoléculas, o de adsorción de carga en la superficie de la partícula coloi-
dal. De acuerdo con el modelo de Stern, cada partícula presenta una doble capa
eléctrica formada por iones de signo contrario que se estructura en dos zonas (ver
figura 1), la capa de Stern (formada por iones de signo contrario a la carga de la
partícula y que están rígidamente unidos a su superficie) y la capa de difusión,
en la que los iones positivos y negativos presentan mayor movilidad; el conjun-
to de ambas capas forma la doble capa eléctrica.
La función que relaciona el valor del potencial eléctrico generado por la par-
tícula coloidal y la distancia es de carácter exponencial (ver figura 1); se distin-
guen diferentes potenciales, a saber: a) potencial de superficie; b) potencial de
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Juan José Mangas Alonso
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6. Clarificación y estabilización de la sidra
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Juan José Mangas Alonso
coloidal al ejercer, el coloide protector, una presión osmótica que hace que las
partículas coloidales se aproximen, aglomeren y floculen.
178
6. Clarificación y estabilización de la sidra
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Juan José Mangas Alonso
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6. Clarificación y estabilización de la sidra
Figura 4.–Mecanismo de interacción propuesto entre proteínas y polifenoles (Siebert y col., 1996)
y con débil carga eléctrica; y c) gelatina soluble en frío, con muy baja carga eléc-
trica y con una masa molecular inferior a EXP5. A medida que la gelatina pre-
senta más carga tiene mayor actividad frente a los taninos. Por ello, cuando la
sidra tiene poco cuerpo es conveniente utilizar gelatinas con baja o media carga,
ya que éstas se asociarán solamente con aquellas moléculas tánicas muy carga-
das, no interaccionando con el resto. La dosis habitual de gelatina está compren-
dida entre 3 y 7 g/hL. No obstante, hay que tener en cuenta que un exceso de esta
proteína puede ocasionar “sobreencolado”. Este proceso provoca una desestabi-
lización coloidal que origina la formación de turbios y sedimentos. Para evitar el
“sobreencolado” es necesario disponer de suficiente cantidad de taninos que se
combinen con las proteínas añadidas. Así, por ejemplo, utilizando concentracio-
nes de hasta 10 g/hL de tanino enológico se previene este problema.
La caseína es una heteroproteína globular que contiene fósforo. En disolución
acuosa es un coloide hidrófilo con un punto isoeléctrico (pI) de 4,6. Se caracteri-
za porque su coagulación y precipitación se produce como consecuencia del pH
ácido existente en la sidra. Por encima de su pI, las micelas de caseinato formadas
por las diferentes caseínas (αs1, αs2, β, y κ) están estabilizadas mediante repulsión
eléctrica negativa (ξ= -20 mV a pH 6,7) (Phadungath, 2005), que está producida
por los grupos fosfato y carboxilo de los ácidos glutámico y aspártico presentes en
la caseína κ. Cuando el pH baja la carga se neutraliza y la proteína coagula. Esta
propiedad de coagular en medio ácido provoca que el uso de la caseína no pro-
duzca “sobreencolado”, a diferencia de lo que ocurre con la gelatina. La dosis nor-
mal está comprendida entre 10 y 20 g/hL. Su manipulación es más compleja, ya
que hay que garantizar una correcta distribución de la caseína por toda la sidra
antes de que comience la coagulación de ésta, lo que ocurre muy rápidamente.
181
Juan José Mangas Alonso
182
6. Clarificación y estabilización de la sidra
183
Juan José Mangas Alonso
184
6. Clarificación y estabilización de la sidra
Los medios filtrantes clásicos son la celulosa y las tierras de diatomeas y, para
el caso de las membranas, los ésteres de celulosa, poliamida, polipropileno, poli-
sulfona, etc., disponiendo, además, de membranas inorgánicas manufacturadas
en óxidos de aluminio, titanio y circonio.
Los filtros de celulosa, en módulos lenticulares o en placas, consisten en
fibras de celulosa que pueden incorporar tierras de diatomeas, perlita o resinas
catiónicas. Se caracterizan por el “cutoff” nominal y filtran tanto por tamaño
como por adsorción. Al tener un potencial electrocinético positivo retienen por
adsorción las partículas electronegativas. Cabe distinguir, en función de la capa-
cidad de retención de las partículas, dos tipos de filtros: esterilizantes y clarifi-
cantes. Los primeros presentan una menor permeabilidad y son más susceptibles
a la colmatación, por lo que los flujos de filtración y los volúmenes que se pue-
den filtrar son menores. Así, por ejemplo, mientras en los filtros esterilizantes se
pueden alcanzar densidades de flujo de 500 L/m2 h, en los clarificantes se puede
llegar a 900 L/m2 h. Ello conlleva que el nivel de turbidez (NTU) y el número de
células de microorganismos viables presentes en el líquido filtrado sea menor
cuando se emplean filtros esterilizantes.
La filtración por celulosa es un proceso que responde al modelo de filtración
con paulatina obstrucción de los poros (modelo A2). Una vez conocida K2, a
través de la representación gráfica de t/V frente a t, se puede determinar el vo-
lumen que se puede filtrar en un determinado ciclo de proceso, por ejemplo
durante ocho horas. Si, además, se conoce el área de filtración se puede estimar
la densidad de flujo de filtración media (L/m2 h) y compararla con los valores
recomendados por el fabricante. De este modo, se podrá evaluar si la sidra a
filtrar reúne las condiciones adecuadas para que sea sometida a un filtrado, cla-
rificante o esterilizante, con un coste de proceso razonable. Por otra parte, con-
viene vigilar la caída de presión a través del filtro para asegurar su efectividad,
no debiendo exceder la presión diferencial generada de los valores recomenda-
dos por el fabricante.
Las tierras de diatomeas han sido muy utilizadas debido a su superficie espe-
cífica de adsorción, 20-25 m2/g; existen diferentes tipos en función del tamaño
de partícula, desde las más finas (< 1 Darcy) que efectúan una adecuada clarifi-
cación hasta las de mayor tamaño (> 2 Darcy) que se utilizan para la filtración
de desbaste, previa a la filtración clarificante. Como se ha indicado, la expre-
sión que regula la filtración por tierras es: log V= 1/2 log t + Cte, por lo que a tra-
vés de una representación gráfica se puede estimar el volumen filtrado (V) en un
tiempo de proceso (t). Para realizar la filtración se incorpora al soporte metálico
una tierra de permeabilidad alta (denominada pre-capa) y, una vez estabilizada
ésta, se procede a la filtración de la sidra con acreción de tierra de baja permea-
bilidad, con el fin de proceder a su clarificación. Este proceso de acreción incre-
menta la eficacia de la filtración.
Las membranas son barreras filtrantes que retienen sólidos en su superficie
sobre la base del tamaño de corte absoluto que presenten. Separan partículas
185
Juan José Mangas Alonso
Gradiente de velocidades
δ Capa de polarización
Torta
Membrana
186
6. Clarificación y estabilización de la sidra
Espesor de la torta
de filtración
Flujo
t
Figura 7.–Evolución en el tiempo del flujo de permeado y de la colmatación de la membrana en la filtración
tangencial
La velocidad de filtración (vF) puede ser estimada a partir del modelo de po-
larización por concentración. En él se establece que, en el equilibrio, el flujo
convectivo de soluto (hacia la membrana) es igual al de difusión (desde la
membrana); éste se produce como consecuencia de la formación de una capa de
polarización de espesor δ donde se concentra el soluto. La velocidad de filtra-
ción, en estas condiciones, se determina a partir del coeficiente de transferencia
de materia D/δ, siendo D el coeficiente de difusión molecular del soluto, y de las
concentraciones de soluto en el permeado (CP), alimentación (CF) y en la super-
ficie (CM) de la torta de filtración, a través de la expresión siguiente:
vF= D/δδ * ln {CM-CP/CF-CP}
Como se puede deducir, la velocidad de filtración es proporcional al coe-
ficiente de transferencia de materia, disminuye con el incremento de la con-
centración de soluto en el permeado y en la alimentación y aumenta con el
incremento de la concentración de soluto en la superficie de la torta de filtración.
La capa de polarización dificulta la filtración, ya que a medida que su espesor (δ)
aumenta el coeficiente de transferencia de masa (D/δ) disminuye.
La acumulación de materiales en la membrana depende de las fuerzas hi-
drodinámicas en su zona más próxima. El gradiente de velocidad (γº) que se
establece en un flujo tangencial laminar a lo largo de la membrana origina una
fuerza de elevación (FL) que actúa sobre la partícula para separarla de la torta de
filtración; esta fuerza es proporcional a la fuerza de cizalla (τ, fuerza por unidad
de superficie que está directamente relacionada con el gradiente de velocidad) y
al tamaño de la partícula. Frente a esta fuerza, se oponen las fuerzas de interac-
ción interpartícula y la de arrastre del permeado (FD), que es proporcional al
tamaño de la partícula y a la velocidad de filtración (Ripperger y Altmann, 2002;
Kang y col., 2004), provocando que las partículas se ubiquen en la superficie de
la membrana. Para elevadas velocidades de permeación la fuerza de arrastre es
superior a la de elevación en un amplio intervalo de tamaño de partícula (hasta 2
187
Juan José Mangas Alonso
µm), lo que significa que, en estas condiciones, únicamente las partículas de gran
tamaño (>2 µm) (que presentan una mayor fuerza de elevación) no se deposita-
rían en la membrana.
Cuando se trabaja con velocidades de filtración bajas, básicamente se acu-
mulan en la membrana las partículas más pequeñas (por debajo de 0,5 µm)
(Ripperger y Altmann, 2002) que son las que experimentan la menor fuerza de
elevación. El tamaño de la partícula también condiciona el proceso que gobier-
na la filtración. Así, por ejemplo, por encima de 1 µm los efectos hidrodinámi-
cos permiten explicar satisfactoriamente la velocidad de filtración en el estado
estacionario, mientras que para partículas más pequeñas es necesario tener en
cuenta la difusión de la partícula, la concentración por polarización y las inter-
acciones interpartícula (electrostáticas, fuerzas de van der Waals, efectos estéri-
cos) (Kim y col., 2006).
Al inicio de la operación de filtración, el flujo de permeado depende básica-
mente de la presión a través de la membrana (PTM) y de la resistencia que ofre-
ce la propia membrana al paso del líquido. Posteriormente, el flujo convectivo
del filtrado provoca la acumulación de materiales en la membrana, produciendo
un incremento del espesor de ésta que disminuye el flujo de permeado. Cuando
la velocidad de filtración se reduce se depositan preferentemente las partículas
de menor tamaño que, al hacerlo en las capas superiores de la torta de filtración,
provocan un incremento significativo de su resistencia; como consecuencia de
ello, el flujo disminuye hasta valores que hacen el proceso de filtración inefi-
ciente.
El depósito de partículas sobre la membrana y el paso de macromoléculas a
través de los poros de ésta produce una colmatación que se estructura del modo
siguiente: 1-depósito de partículas en la torta de filtración (como, por ejemplo,
levaduras); 2-bloqueo de los poros de la membrana por partículas discretas; y
3-adsorción de macromoléculas en la superficie de la membrana y en el interior
de los poros (Gan y col., 2001). La colmatación interna de los poros ha sido iden-
tificada como el factor determinante de la disminución del flujo durante el pro-
ceso de filtración.
Para conseguir reducir la pérdida de eficiencia de la filtración, debido al
fenómeno de colmatación, se han planteado diversas estrategias (Gan, 2001; Gan
y col., 2001; Ahmad y col., 2004): a) técnicas hidrodinámicas; b) “backflus-
hing”; y c) membrana invertida.
Las técnicas hidrodinámicas están basadas en el aumento del flujo turbulento
y de la fuerza de cizalla (con el aumento de ésta se incrementa la fuerza de flo-
tación sobre la partícula). El incremento de la turbulencia se establece mediante
un flujo pulsante que aumenta el número de Reynolds, siendo éste proporcional
a la velocidad del pico del flujo oscilatorio; también, la turbulencia puede
aumentar si se impone en el interior del canal del filtro un flujo helicoidal. Los
experimentos llevados a cabo por Gan (2001) en cerveza ponen de manifiesto
188
6. Clarificación y estabilización de la sidra
que el flujo pulsante es poco eficaz para la separación de las partículas de la torta
de filtración, mejorando ligeramente la eficacia del proceso con la introducción
de un flujo helicoidal. Sin embargo, en este caso, la superposición de ambas
técnicas no produce un incremento del flujo de permeado hacia valores que ha-
gan el proceso económicamente rentable.
Otra tecnología muy utilizada es el “backflushing”. Consiste en introducir en
sentido contrario al movimiento del permeado un gas en combinación con el pro-
pio permeado. Se debe optimizar la presión inversa que se aplica (intensidad del
pulso), la duración del pulso y su frecuencia. Gan y col. (2001) han concluido
que el “backflushing” es más efectivo que las técnicas hidrodinámicas para con-
seguir la descolmatación de la membrana. La frecuencia e intensidad del pulso
son las variables más determinantes de la eficiencia de la técnica de “backflus-
hing” (Gan, 2001).
Por otra parte, la inversión de la entrada del flujo de alimentación a la mem-
brana (membrana invertida) ha dado buenos resultados en la clarificación de cer-
veza por microfiltración, en particular cuando se combina esta técnica con el
“backflushing” (Gan, 2001). La inversión del flujo se puede realizar en las mem-
branas cerámicas. Éstas están constituidas por una primera capa, que es el ele-
mento de filtración que determina el tamaño nominal de poro y que define la ca-
pacidad de separación de la membrana. A continuación, está el soporte que es un
elemento que contiene una distribución de poros irregular y de mayor tamaño y
que confiere la resistencia mecánica a la membrana. En consecuencia, la inversión
del flujo de permeación permite que se depositen en la superficie de la membrana
las partículas de mayor tamaño, reteniéndose las más pequeñas en su interior.
El mayor tamaño de las partículas retenidas en la superficie de la membrana
incrementa la permeabilidad de la torta de filtración y disminuye su resistencia.
Ello unido a la aplicación de “backflushing”, que facilita la descolmatación de
los poros más pequeños del interior, produce una mejora del flujo de permeado
durante el ciclo de filtración. Así, por ejemplo, utilizando la membrana invertida
con “backflushing” se incrementa notablemente el flujo de permeado, respecto a
la microfiltración tangencial convencional, de acuerdo con los experimentos rea-
lizados por Gan (2001) en cerveza.
Actualmente, se dispone de una nueva generación de membranas con tecno-
logía “isoflux” (Atkinson, 2005), que permite mantener los flujos de permeado
durante un mayor tiempo de proceso. En las membranas clásicas, el espesor y la
porosidad son constantes a lo largo de la membrana y la presión PTM es varia-
ble, siendo mayor al principio que al final de la membrana; ello provoca que el
flujo disminuya a lo largo de ésta, produciéndose una mayor polarización a la
entrada. Esta heterogeneidad origina una variación en la calidad de las diferen-
tes fracciones de filtrado y acorta los ciclos de filtración.
Las nuevas membranas se diferencian de las clásicas en que el espesor, tanto
del soporte como de la propia membrana, y/o la porosidad son variables (el espe-
189
Juan José Mangas Alonso
Figura 8.–Porcentaje de las diferentes formas libres del sulfuroso en función del pH (Zamora Marín, 2005)
190
6. Clarificación y estabilización de la sidra
Figura 9.–Relación entre la concentración de sulfuroso libre y total y el pH de la sidra para alcanzar una con-
centración de sulfuroso molecular de 1 mg/L, de acuerdo con Jarvis y Lea (2000)
191
Juan José Mangas Alonso
La concentración total de sulfuroso es, por tanto, la suma de las formas libres
más el sulfuroso combinado. Una distribución porcentual típica en la sidra entre
las formas libres del sulfuroso y las combinadas se muestra en la figura 10.
Las moléculas que se combinan con el sulfuroso lo hacen a través de un grupo
carbonilo. El proceso en virtud del cual se combina el sulfuroso con una molé-
cula (aldehído o cetona) es el siguiente:
R-CO-H + HSO3- ↔ R-CHOH-SO3- K= [R-CO-H] * [HSO3-] / [R-CHOH-SO3-]
R-CO-R’ + HSO3- ↔ R-COHR’-SO3- K= [R-CO-R’] * [HSO3-] / [R-COHR’-SO3-]
Estos equilibrios de combinación están gobernados por una constante de
equilibrio (K) que es característica de cada sustancia. A medida que K disminu-
ye el grado de combinación con el sulfuroso aumenta. Así, por ejemplo, mientras
para el acetaldehído K= 0,0024 x 10-3 M, para la xilosona (producto resultante de
la degradación del ácido ascórbico) K= 0,15 x 10-3 M y para el ácido galacturó-
nico K= 20 x 10-3 M. Por tanto, el acetaldehído es una molécula con una gran
capacidad de combinación, a diferencia del ácido galacturónico, que es de las
menores. Estas diferentes capacidades de combinación del sulfuroso afectan a su
disponibilidad en la forma libre. Así, por ejemplo, si la concentración de sulfu-
roso disminuye, como consecuencia de su reacción con el oxígeno, se podrá libe-
rar más sulfuroso a partir de las formas combinadas, si exceptuamos aquél que
está unido al acetaldehído, ya que esta forma combinada es muy estable por pre-
sentar una K muy pequeña.
Las diferentes moléculas de sulfuroso presentes en la sidra (molecular, bisul-
fito y combinado) tienen diferentes propiedades antisépticas, antioxidantes y
antioxidásicas. Así, por ejemplo, mientras el sulfuroso molecular tiene buenas
propiedades fungicidas (destruye la población de levaduras) y bactericidas, la
actividad es más baja para el bisulfito (es fungiestático e inhibe la multiplicación
celular) y el sulfuroso combinado únicamente presenta una cierta actividad bac-
tericida. No obstante, hay que tener en cuenta que la actividad fungicida del sul-
12%
Enlazado a otros
12%
Enlazado al ácido
galacturónico 38%
HSO3-
9%
40%
Enlazado al
Libre
piruvato
2%
SO2
27%
Enlazado al acetaldehído
Figura 10.–Distribución porcentual típica entre las formas libres y combinadas del sulfuroso en la sidra (Jarvis
y Lea, 2000)
192
6. Clarificación y estabilización de la sidra
Figura 11.–Oxidación del L-ascorbato con formación de un radical libre y del ácido dehidroascórbico y del
producto de su hidrólisis, el ácido 2,3-dicetogulónico.
193
Juan José Mangas Alonso
a más largo plazo. El ácido ascórbico protege, también, frente a las oxidaciones
de carácter enzimático, pero a diferencia del mecanismo de acción del sulfuroso
(inactivación enzimática) el ácido ascórbico actúa compitiendo de manera muy
rápida por el oxígeno, impidiendo que los sistemas enzimáticos puedan actuar.
El ácido sórbico presenta una acción microbiana complementaria con el sul-
furoso, siendo el isómero trans, trans el utilizado en la industria alimentaria.
Mientras el sulfuroso es muy eficaz frente a bacterias, el ácido sórbico lo es fren-
te a levaduras; de hecho, las bacterias lácticas en un medio ácido son capaces de
degradar el ácido sórbico transformándolo en un alcohol secundario que, combi-
nado con el etanol, produce un compuesto con fuerte olor a geranio (valor
umbral de detección 1µg/L). Por ello, la adición de ácido sórbico debe ir nece-
sariamente acompañada de sulfuroso en concentraciones de aproximadamente
30 mg/L de sulfuroso libre. Se trata de una molécula muy efectiva frente a leva-
duras a concentraciones de 200 mg/L, si bien hay que tener en cuenta que esta
dosis puede disminuir si el grado alcohólico es elevado y el pH bajo y, en todo
caso, está condicionada por el tipo y concentración de levaduras. En consecuen-
cia, este antiséptico está recomendado en los casos en que la sidra es embotella-
da con azúcares residuales que pueden ser fermentables por las levaduras.
194
6. Clarificación y estabilización de la sidra
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7. Tecnología de la producción de sidra.
Equipamiento industrial
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara y Luis A. García Díaz
Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Oviedo
Introducción
Asturias es la Comunidad Autónoma que mantiene el título de potencia sidre-
ra nacional. La producción con origen en este territorio ronda los 60 millones de
litros al año (González Torre y col., 2002), lo que constituye más del 80 por cien-
to de la producción nacional, dada su producción relativa. De ese volumen, unos
35 millones corresponden a sidra natural. De acuerdo con estas cifras y el volu-
men de negocio (unos 80 millones de euros al año) la industria de elaboración de
la sidra se sitúa en tercer lugar dentro del sector agroalimentario asturiano, tan
sólo superada por la industria láctea y la cárnica (González Torre y col., 2002).
Durante las últimas tres décadas se han producido numerosos y beneficiosos
cambios en el proceso de elaboración de la sidra. Ésta, anteriormente considera-
da como una actividad secundaria dentro de la casería asturiana, ha pasado a con-
solidarse como una actividad industrial del sector agroalimentario de gran impor-
tancia, constituyéndose como uno de los motores principales para el desarrollo
del medio rural de Asturias. Este sector posee, en la actualidad, más de 1.500
explotaciones y unas 100 empresas elaboradoras de sidra natural (García Álva-
rez, 2005). Los lagares emplean de forma directa a unas 400 personas y, en la
mayor parte de los casos, se trata de empresas pequeñas de carácter familiar.
Expertos del sector cifran en unas 6.000 las sidrerías existentes en Asturias, que
comercializan entre el 85% y el 90% de la producción anual de sidra natural astu-
riana. No obstante, también se distribuye a través de otros canales y en zonas
geográficas diversas. En la última década ha crecido el interés por el consumo de
la sidra natural en un ámbito distinto al tradicional. Así, son diversos los elabo-
radores de sidra que cubren con su red comercial y de distribución la totalidad
del territorio nacional, la mayoría de los países de la Unión Europea, Estados
Unidos, Centroamérica y el área del Caribe y toda Sudamérica. Esto denota que
es un mercado en expansión y que, por ello, se deben dedicar esfuerzos al de-
sarrollo de mejores técnicas de elaboración y a fomentar la calidad de las pro-
ducciones.
197
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
SIDRA NATURAL
Es la bebida resultante de la fermentación alcohólica total o parcial de
la manzana fresca o de su mosto, elaborada siguiendo las prácticas tradiciona-
les, sin adición de azúcares, que contiene anhídrido carbónico de origen exclu-
sivamente endógeno. Su graduación alcohólica adquirida mínima será de 5%
en volumen. Se caracteriza sensorialmente por un sabor y aroma franco y equi-
librado y unas propiedades de espuma, derivadas del gas carbónico endógeno,
que se definen básicamente a partir de los atributos “espalme”, “aguante” y
“pegue”.
La sidra natural se elabora a partir de variedades de manzana de sidra dentro
de los siguientes bloques tecnológicos: dulce, ácido, amargo, ácido-amargo,
dulce-amargo y acidulado (ver capítulo 2). Las fases de elaboración incluyen, de
forma genérica, el lavado y molienda de las manzanas, la obtención del mosto
por prensado, la fermentación de éste, los trasiegos, las clarificaciones y filtra-
ciones y el embotellado. En la figura 1 se presenta el diagrama de flujo detalla-
do de este proceso.
198
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
Inconvenientes:
– elevados tiempos de extracción (2-4 días).
– necesidad de más mano de obra.
– mayor acumulación de ácido acético y acetato de etilo (si se encuentran por
encima de los valores establecidos se consideran componentes organolép-
ticos no deseables) así como de glicerina (Gonzalo Vergara, 2000).
199
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
200
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
201
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
202
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
Figura 5.–Prensas horizontales de pistón automáticas (por cortesía de Valle, Ballina y Fernández, S.A.)
203
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
Clarificación pre-fermentativa
En la elaboración tradicional, utilizando prensas lentas, esta etapa no se
realiza. Sin embargo, con la introducción de sistemas rápidos de prensado, en
ocasiones, puede ser necesaria a fin de limitar las partículas en suspensión y la
turbidez en el mosto, al tratarse de un sistema coloidal compuesto por partículas
en disolución verdadera, dispersión coloidal y suspensión.
Las ventajas que aporta la etapa de clarificación pre-fermentativa (ver ca-
pítulo 2) son las siguientes:
– Reduce los sólidos en suspensión.
204
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
205
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
– reducción drástica del tiempo de contacto entre el mosto y los fangos, limi-
tando la transmisión de olores y sabores indeseables.
– obtención de caldos de fermentación más afrutados y aromáticos.
– en caso de sulfitar el mosto permite reducir mucho la dosis, ya que el tiempo
del proceso se acorta enormemente respecto al desfangado por decantación.
La mejora en el diseño de los equipos de centrifugación ha permitido evitar
la aireación indeseable del mosto, con la comercialización de centrífugas hermé-
ticas o hidroherméticas que aseguran la ausencia de aire durante el proceso
(Madrid y col., 1994). Además, la aparición de centrífugas autolimpiables sol-
ventó el problema de la alta frecuencia de limpieza del equipo. Los modernos
diseños son capaces de generar caudales horarios de hasta 60.000 L. El mayor
inconveniente que presenta la centrifugación es que, debido a la diferencia de
tamaño entre las levaduras y las bacterias, puede alterarse el equilibrio poblacio-
nal de los microorganismos, ya que sedimentan a tiempos distintos.
Sin embargo, previa a la etapa de centrifugación, es recomendable realizar
una etapa de clarificación enzimática convencional, en la que, mediante la adi-
ción de un complejo enzimático comercial, se promueva la formación de flócu-
los que posteriormente se eliminarán en la centrífuga, sin necesidad de que éstos
precipiten. Esta fase de clarificación enzimática se realizará en una sola etapa,
prescindiendo de la adición de agentes clarificantes.
Características del tanque de tratamiento enzimático. La actividad del com-
plejo enzimático dependerá de la temperatura, cantidad de enzima, tiempo de
contacto y características del mosto. Su efectividad viene definida en función del
tiempo requerido para la formación del flóculo. Como ejemplo, una concentra-
ción de enzimas pectolíticos y gelatina para llevar a cabo la clarificación del
zumo de manzana puede ser 0,025% (p/p) y 0,005% (p/p), respectivamente
(Kilara y Van Buren, 1989). El tiempo estimado para clarificar enzimáticamente
un mosto de pH 3,5 y a una temperatura de 10º C es de, al menos, 200 min (tiem-
po de residencia de este proceso). La disolución clarificante (por ejemplo, de 50
a 100 g de gelatina por litro) se inyecta por medio de una bomba dosificadora a
la tubería de la canalización del mosto hasta el tanque (por ejemplo, a una dosis
de 1 ml de disolución de clarificante por cada litro de mosto a tratar) (Blouin y
Peynaud, 2006).
Realizada la etapa enzimática, el mosto se someterá a una clarificación por
sedimentación centrífuga. La centrifugación deberá reducir drásticamente los
flóculos formados en la etapa anterior. En la sedimentación centrífuga, una par-
tícula se separa del líquido si dispone de suficiente tiempo para alcanzar la pared
del recipiente separador.
Características de la centrífuga. Entre los distintos tipos de centrífugas se-
dimentadoras que existen, se propone una centrífuga de discos, ampliamente
utilizada en el campo de la enología. La disposición de discos cónicos en el
206
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
Fermentación
El mosto inicial, obtenido tras las operaciones anteriores, tiene una densidad
entre 1.040-1.060 g/L. La manipulación del mosto previa a la fermentación
incluye la mezcla de mostos de diferente origen y, en ocasiones, el sulfitado (Lea
y Piggott, 1995). Los dos procesos microbiológicos principales en la fermenta-
ción de la sidra son la fermentación alcohólica y la fermentación maloláctica.
Fermentación primaria o tumultuosa. Características del fermentador. A la
primera fase del proceso de fermentación de la sidra se le suele denominar fer-
mentación primaria o tumultuosa. Se caracteriza porque la llevan a cabo levadu-
ras de la especie Saccharomyces cerevisiae, que transforman los azúcares del
mosto en etanol y CO2 mediante el proceso microbiológico de la fermentación
alcohólica. El CO2 producido arrastra materiales en suspensión y forma gran can-
tidad de espuma. Posteriormente, la velocidad del consumo de azúcares y libe-
ración del CO2 se ralentiza hasta llegar al final del proceso (de la Roza, 1999).
Se utilizan fermentadores cilíndricos con cabezas toriesféricas, fabricados
íntegramente en acero inoxidable AISI 316 y espesor de chapa de 3 mm. La se-
lección del acero inoxidable, frente a otros materiales, se debe a sus indudables
ventajas entre las que destacan:
– hermetismo total (no existen pérdidas por mermas) y control de presión
interna.
– pared inalterable.
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Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
208
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
miento previo. Hay que señalar que, en caso de que el mosto estuviese a una tem-
peratura superior al intervalo adecuado para la fermentación, sería necesario
enfriarlo hasta el nivel inferior de la franja de temperatura de fermentación ele-
gida para, de este modo, poder controlar la temperatura en las condiciones
exotérmicas de la fermentación. De lo contrario, los riesgos de falta de control
térmico pueden ser muy altos, pudiendo necesitar un sobredimensionado en la
instalación de refrigeración.
El sistema de encamisado utiliza como refrigerante una mezcla de agua y pro-
pilenglicol. El cálculo de los tubos que conforman el encamisado se hace para el
momento de máxima generación de calor en la fermentación. De esta forma se
satisface la demanda máxima de refrigeración.
Maduración o fermentación maloláctica. Características del fermentador.
Terminada la fermentación alcohólica, la sidra suele trasvasarse a otro fermenta-
dor donde tendrá lugar la fase de maduración. De esta forma, se separa la sidra
clara y limpia de las borras generadas (y también el sombrero superficial). Esta
operación se denomina trasiego y su finalidad es:
– eliminar las borras depositadas en el fondo del fermentador para evitar
enturbiar la sidra y que aparezcan olores y sabores desagradables.
– reducir la carga microbiana. Los microorganismos arrastrados al fondo por
sedimentaciones y floculaciones son separados de la sidra, lo que evita su
proliferación en etapas posteriores del proceso (por ejemplo, en la botella).
– evitar alteraciones indeseables causadas por microorganismos, capaces de
metabolizar compuestos que darían lugar a productos secundarios respon-
sables de características organolépticas inaceptables para la sidra.
– realizar mezclas entre caldos contenidos en distintos fermentadores, permi-
tiendo que la sidra de la bodega sea lo más homogénea posible.
Al realizar el trasiego se debe evitar la aireación de la sidra, para impedir el
desarrollo de bacterias que producen acético en concentraciones indeseables.
También, la no aireación es esencial para evitar procesos de oxidación y altera-
ciones del color y minimizar las pérdidas de CO2 endógeno. Tradicionalmente,
para asegurar el éxito de esta operación, aparentemente sencilla pero importante
para lograr la estabilidad de la sidra, se eligen días fríos, sin tormentas y con altas
presiones.
El proceso más importante durante la fase de maduración es la fermentación
maloláctica (FML), que consiste en la transformación del ácido málico en ácido
láctico, con desprendimiento de CO2, por acción de un grupo de bacterias lácti-
cas que poseen la enzima maloláctica. Las bacterias responsables de esta trans-
formación pertenecen, en su mayoría, a los géneros Oenococcus, Leuconostoc,
Pediococcus y Lactobacillus. La FML reduce la acidez de la sidra pero, además,
mejora las características sensoriales y favorece la estabilidad microbiológica del
producto final. La sidra, sin embargo, es un medio desfavorable para el creci-
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Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
210
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
SIDRA GASIFICADA
Introducción
El proceso de elaboración de la sidra gasificada presenta algunas diferencias
con el de la sidra natural, ya que determinadas prácticas como la carbonatación,
el edulcoramiento o la adición de agua no están permitidas legalmente en la ela-
boración de la sidra natural y sí lo están, en cambio, en el caso de la sidra gasi-
ficada. Su sabor puede ser seco, semiseco o dulce y las propiedades espumantes
tienen que ver con la persistencia de rosarios, burbujas y coronas finas. En la
figura 6 se muestra el diagrama de flujo del proceso.
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Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
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7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
calidad y se añade en proporción tal que la densidad del mosto esté en el entor-
no de 1.050 a 1.080 g/L, de tal forma que las levaduras fermentativas puedan
desarrollar su actividad. Resulta habitual, en este tipo de sidras, la inoculación de
una levadura del género Saccharomyces (S. cerevisiae) que será la encargada de
transformar los azúcares del mosto en etanol y CO2, como productos principales.
Cuando la densidad del medio se encuentra en torno a 1.000 g/L la fermentación
alcohólica se puede dar por finalizada, siendo entonces cuando se realiza una cla-
rificación de la sidra mediante la adición de agentes precipitantes: enzimas pec-
tolíticas, bentonita (de las más utilizadas), gelatina, albúmina, caseína, gel de
sílice, etc.
Mediante una centrifugación posterior el líquido claro, así obtenido, se pasa
a tanques donde tiene lugar el proceso de maduración, de duración variable, ya
que en este proceso se desarrolla espontáneamente la FML (sin inoculación con-
trolada de la bacteria láctica adecuada). Como ya se indicó, la fermentación
maloláctica mejora substancialmente las características organolépticas del pro-
ducto final, aumentando su estabilidad y disminuyendo su acidez. Una vez que
la etapa de maduración y de clarificación ha concluido, tiene lugar la etapa de
acabado del producto.
Clarificación pos-fermentativa.
Características del equipo de filtración tangencial
La sidra fermentada (d≤1.000 g/L) presenta una turbidez que se debe elimi-
nar con el fin de conseguir una mayor estabilización físico-química y microbio-
lógica del producto para su adecuada comercialización (ver capítulo 6). La fase
de clarificación de la sidra procedente de la fermentación es fundamental a la
hora de elaborar sidra gasificada o sidra de “nueva expresión”. Sin embargo, en
el caso de la sidra natural, el proceso de estabilización se restringe básicamente
a la sedimentación natural y al trasiego. A continuación, se indican algunos pro-
cesos de clarificación utilizados en la estabilización de la sidra, de los que cabe
destacar la filtración:
– Adición de clarificantes y posterior centrifugación.
– Filtración por tierras de diatomeas:
a) filtro de tierras de diatomeas con placas dispuestas horizontalmente.
b) filtro de tierras de diatomeas con placas dispuestas verticalmente.
c) filtro de varillas o bujías.
– Filtración por placas (filtrantes de fibra de celulosa).
– Combinación de las técnicas anteriores.
– Filtración por membranas:
a) filtración frontal o vertical.
b) filtración tangencial.
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Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
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7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
Carbonatado
La sidra es carbonatada hasta alcanzar una concentración de 8 g/L de anhí-
drido carbónico. Para conseguir una adecuada absorción del gas, la sidra debe ser
refrigerada previamente. El equipo de carbonatar debe conseguir un contacto
gas-líquido adecuado, hasta su saturación. En la práctica, la operación debe rea-
lizarse mediante equipos de carbonatado que contengan:
– bujías porosas, o
– columnas.
Estos equipos deben estar fabricados en acero inoxidable AISI 316. En los de
columnas, se logra la obtención de burbujas de menor tamaño y mayor duración
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Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
Embotellado y etiquetado
Una vez que la sidra está estabilizada y carbonatada y se le ha añadido el licor
de expedición, se procede al embotellado a presión constante mediante una em-
botelladora isobarométrica de elevado rendimiento. Previamente al embotellado
la sidra se enfría hasta 3º C, lo que permite reducir la presión necesaria para con-
servarla saturada de CO2 (así, por ejemplo, para una concentración de CO2 de 4,7
g/L y una temperatura de 3º C, la presión de
equilibrio necesaria es de 1,6 atmósferas).
Como se ha comentado, el equipo de
llenado debe ser isobarométrico a contra-
presión, con el fin de evitar la pérdida de
CO2. El mecanismo de llenado es el si-
guiente: el cuello de la botella se ajusta
de forma hermética a la máquina median-
te una junta o ensambladura, consiguien-
do que la atmósfera de la botella quede
unida al reservorio de alimentación, por
lo que la presión es la misma en todo el
circuito (Troost, 1985). Para evitar la
pérdida de gas en la botella, la presión
por encima del líquido debe ser superior
a la del gas disuelto. Se deberá calcular la
capacidad de llenado de la embotelladora
teniendo en cuenta el rendimiento del tren
Figura 7.–Tanques para el acabado de embotellado y la capacidad de la bote-
(por cortesía de Valle, Ballina y Fernández, S.A.) lla utilizada (habitualmente de 0,75 L).
216
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
Método Champenoise
En este método la toma de espuma se realiza en botella cerrada herméti-
camente (ver capítulo 8) (como en el caso de la elaboración de algunos tipos
de cerveza). Para reactivar la fermentación en la botella, se le añade azúcar y
levaduras específicas (deben poseer características diferentes a las de la fermen-
tación primaria y adaptarse a las peculiaridades del proceso). El CO2 generado
en la fermentación se disuelve en el líquido al estar cerrada la botella. Hay que
dosificar bien la cantidad de azúcar, ya que si se hace incorrectamente pue-
de reventar la botella. Ésta se mantiene en posición horizontal durante un perio-
do de tiempo que puede ser de varios meses, durante el cual se lleva a cabo el
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Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
Método Champenoise-milispark
Éste es un proceso con las mismas fases y condiciones que el método
Champenoise, pero con variaciones considerables en las operaciones de removi-
do y degüelle. Después de la primera fermentación (elaboración de la sidra base),
el azúcar se introduce en las botellas, pero las levaduras que ocasionan la segun-
da fermentación en botella van contenidas en el interior de un cartucho que, a la
vez, va unido al tapón. Los microorganimos permanecen alojados en este dispo-
sitivo durante todo el proceso, ya que el cartucho contiene en su interior una serie
de membranas y filtros permeables a la sidra e impermeables a las células y sus
restos; de esta forma, el líquido circula a su través sin enturbiarse. Llegada la
operación del degüelle, el tapón saltará con los restos de levaduras en su interior
y el líquido permanecerá limpio.
218
7. Tecnología de la producción de sidra. Equipamiento industrial
Método continuo
La elaboración de sidra base se hace siguiendo las técnicas habituales. La fer-
mentación secundaria, en este caso, es un proceso lento y continuo. Después de
la adición de azúcares y levaduras, la sidra circula por una serie de tanques de
fermentación, con anillas o piezas de roble sobre las que se absorben las levadu-
ras. En la salida de los depósitos de fermentación, la sidra contiene sólo una
pequeña cantidad de levaduras muertas y ya es efervescente y, por tanto, espu-
mosa. A continuación, se procede al enfriamiento y estabilización del CO2.
Finalmente, la sidra se almacena en un tanque y se embotella a contrapresión. El
taponado y anillado se hace en la salida del filtro.
PERSPECTIVAS
Para finalizar, cabe destacar que la reciente implantación de avances tecnoló-
gicos en el sector, como la aplicación de la tecnología del frío y la utilización de
biorreactores de acero inoxidable, ha conseguido claramente mejorar la calidad
del producto final. De igual modo, la incorporación de la tecnología de mem-
branas (como, por ejemplo, la microfiltración tangencial o la ósmosis inversa)
ha permitido el desarrollo de nuevos productos emergentes como la sidra sin
alcohol y la denominada sidra de “nueva expresión”. El desarrollo tecnológico
mejorará la competitividad del sector sidrero con relación a otros sectores de las
bebidas alcohólicas fermentadas, como la cerveza o el vino. La continuidad en
los avances en el campo científico, tecnológico y la innovación posibilitará una
mejora de la competencia en los actuales mercados.
219
Mónica Herrero Vázquez, Álvaro Gonzalo Vergara, Luis A. García Díaz
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220
8. Sidras espumosas
Juan José Mangas Alonso
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
Introducción
La sidra espumosa se caracteriza por presentar abundante espuma en el
momento de ser servida y consumida. Ello es consecuencia de que la fermenta-
ción alcohólica se desarrolla en un ambiente cerrado, provocando el fenómeno
denominado “toma de espuma”. Cuando esta espuma se genera por incorpora-
ción a la sidra de gas carbónico exógeno, estamos hablando de sidras artificial-
mente carbonatadas.
La toma de espuma puede llevarse a cabo en una o en dos fermentaciones.
Cuando se realiza en una sola fermentación el producto resultante deriva de la
fermentación total o parcial de los azúcares presentes inicialmente en el mosto,
desarrollándose una parte de este proceso fermentativo en un ambiente cerrado,
bien en botella o en depósito presurizado. Si se realiza en dos fermentaciones, la
primera de ellas se efectúa a presión atmosférica en el tanque de fermentación y
la segunda (re-fermentación de la sidra base) se desarrolla en un ambiente cerra-
do, bien en botella o en depósito presurizado.
221
Juan José Mangas Alonso
giro de ésta hasta posición vertical con el cuello hacia abajo (posición “en
punta”); f) degüelle (eliminación de las lías de fermentación sedimentadas en el
cuello de la botella); y g) adición del licor de expedición y corchado.
a) Preparación de la sidra base. La elaboración de la sidra base sigue el mismo
protocolo que en el caso de la sidra natural, recomendándose que la concen-
tración de azúcares residuales de la sidra base no exceda de 5 g/L. Hay que ha-
cer especial énfasis en el proceso de maduración de la sidra, que se desarrolla
una vez finalizada la fermentación alcohólica y es consecuencia de la actividad
de un grupo complejo de microorganismos, a saber, levaduras y bacterias lác-
ticas y acéticas (Swaffield y Scott, 1995). Este proceso depende de complejas
interacciones entre factores químicos, físicos y microbiológicos, existiendo una
fuerte relación entre el tipo de recipiente donde la sidra madura, particularmente
Figura 1.– Esquema del proceso de elaboración de la sidra espumosa por el método “Champenoise”
222
8. Sidras espumosas
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8. Sidras espumosas
Figura 2.– Evolución de los aminoácidos y células viables de levadura a lo largo del proceso de elaboración
de la sidra espumosa (Suárez Valles y col., 2005). Σ AA: total aminoácidos en mg/L (−); ufc: unidad formado-
ra de colonias (—-); TE: toma de espuma; C: crianza;
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8. Sidras espumosas
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8. Sidras espumosas
ceso exergónico (25,4 Kcal/mol). Con las células inmovilizadas mediante mem-
brana, la posición de la botella conviene que esté “en punta”.
f) Degüelle. Este proceso se lleva a cabo para eliminar los sedimentos acu-
mulados en el cuello de la botella. Previamente, el producto se enfría a 4-10º C
y, a continuación, el cuello de la botella es introducido en una disolución de clo-
ruro de calcio o de glicol a -15º C, lo que permite que se congele el sedimento y
una pequeña proporción de líquido. Se debe tener precaución en no congelar
demasiado líquido lo que acarrearía dificultades en el degüelle. La presión que
existe en el interior de la botella permite expulsar el sedimento congelado cuan-
do ésta se destapona. En esta etapa, se debe evaluar el nivel de clarificación del
líquido y si existen aromas que deprecien la calidad del producto. Normalmente,
se pierden aproximadamente 0,6 atmósferas de presión de gas carbónico y un 2%
de volumen durante este proceso. El degüelle manual tiene un rendimiento de
1.500-2.000 botellas/persona*día y si es automático 2.700 botellas/hora.
g) Licor de expedición. La expulsión de las lías de fermentación en la opera-
ción de degüelle origina una merma de volumen. Con el fin de recuperar dicho
volumen se añade el licor de expedición. La adición de éste altera la composi-
ción de la sidra espumosa y cada bodega o firma comercial utiliza una fórmula
concreta. El principal componente del licor de expedición es el azúcar, que per-
mite edulcorar el producto, equilibrar la acidez, enmascarar la astringencia y el
amargor y modificar ligeramente el flavor. La concentración de azúcar (normal-
mente sacarosa) añadido define el tipo de bebida espumosa así, por ejemplo,
entre 0 y 15 g/L se define la categoría “Brut”, distinguiéndose las subcategorías
“Extra Brut”, con menos de 6 g/L y “Brut Nature”, con menos de 3 g/L; entre 12
y 20 g/L la clase “Extra Seco”; entre 17 y 35 g/L “Seco”; entre 33 y 50 g/L
“Semiseco”; y por encima de 50 g/L “Dulce”.
El licor de expedición puede contener, además de azúcar, un corrector de la
acidez, por ejemplo ácido cítrico, dióxido de azufre (≈ 40 mg/L) y ácido ascór-
bico (≈ 60 mg/L), con el fin de eliminar el oxígeno disuelto incorporado duran-
te el proceso de degüelle, ya que durante esta etapa el potencial redox puede
incrementarse en 150 mV. La acción antioxidante del ácido ascórbico comple-
menta la del dióxido de azufre, de tal modo que la concentración de sulfitos
puede reducirse si añadimos este ácido. Así, de ese modo, podemos limitar la
percepción sensorial del sulfuroso que está potenciada por el anhídrido carbónico.
También, puede ser incorporada una pequeña cantidad de aguardiente de sidra
(por debajo del 3%) envejecido con el fin de, por un lado, incrementar ligera-
mente el grado alcohólico de la sidra espumosa y, por otro, aumentar la comple-
jidad aromática de ésta. En todo caso, esta adición no debe inhibir los aromas
propios de la sidra y la manzana y aquéllos producidos durante el proceso de
envejecimiento sobre las lías.
Método “Charmat” (cuba cerrada). La tecnología “Champenoise” es utili-
zada en la producción de bebidas espumosas de elevada calidad, lo cual está
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Juan José Mangas Alonso
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8. Sidras espumosas
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Juan José Mangas Alonso
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234
9. Físico-Química de la espuma.
Propiedades espumantes
Juan José Mangas Alonso y Domingo Blanco Gomis
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Oviedo
Introducción
La espuma es una dispersión coloidal de un gas en un líquido. Es un sistema
termodinámicamente inestable que, sin embargo, puede presentar una estabilidad
cinética. En el caso de las bebidas efervescentes, como la sidra, la fase dispersa
es el gas carbónico que se encuentra envuelto en un film líquido formando la
burbuja. La espuma es una de las principales características de este tipo de bebi-
das (sidra natural y sidra), ya que es el primer atributo sensorial que el consu-
midor percibe. Así, por ejemplo, en el caso de la sidra natural se aprecian, en el
momento de ser servida (escanciada) en el vaso, la espumosidad (cantidad
de espuma generada), el espalme (relacionado con la estabilidad de la espuma),
el aguante (permanencia de las burbujas por debajo de la superficie libre del
líquido) o el pegue (relacionado con la adherencia de la espuma al vaso).
En el caso de la sidra espumosa, de acuerdo con los trabajos de Picinelli y col.
(2005), se valoran la espuma inicial, la persistencia de la espuma en la superfi-
cie del líquido, el número de centros de nucleación (zonas de formación de bur-
bujas en el seno del líquido), el tamaño de la burbuja y las características del
collar de burbujas formado en la superficie del líquido.
La espuma que se percibe en una bebida efervescente es el resultado de un
conjunto complejo de procesos de formación y ruptura que tiene que ver funda-
mentalmente con las propiedades físicas de la dispersión coloidal (tensión super-
ficial, densidad, viscosidad, espesor del film, temperatura, presión, solubilidad,
coeficiente de difusión del gas, etc.) y la composición química (contenido en pro-
teínas, polisacáridos, polifenoles, ácidos grasos, etc.).
Física de la espuma
Cuando se forma la espuma el área del líquido donde el gas está disperso se
incrementa de manera muy significativa, oponiéndose a la tensión superficial
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
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9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
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9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
Figura 2.–Drenaje del film por succión en la zona del ‘plateau border’. P1>P2; P: presión de Laplace
240
9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
transfiriendo gas y el tiempo de esta transferencia (t) está gobernada por la ecua-
ción de Vries (Prins, 1988):
θDsσ
R2= (Ro)2 – (4R’θ σt/Pδδ) * t (R: radio de la burbuja a un tiempo t; Ro: radio de la
burbuja a tiempo cero; s: solubilidad del gas; δ: espesor del film entre burbujas)
1
Migración de tensoactivo a zonas donde el film se estrecha.
241
Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
proporcional al cuadrado del espesor del film. Cuando este espesor es inferior a
°́
50 A, el movimiento térmico de las burbujas es lo suficientemente energético
como para superar la barrera energética de formación del agujero y el film
comienza a romper (Kinsella, 1981; Prins, 1988). La estabilidad del film está
condicionada, también, por la relación existente entre el diámetro del agujero
formado y el espesor del film. Si el diámetro es superior a la mitad del espesor
del film, el proceso de ruptura ocurre y, por el contrario, si el diámetro es menor
se establece un flujo de líquido hacia el agujero que contribuye a la estabilidad
del film (Prins, 1988).
Química de la espuma
Las moléculas anfifílicas, como las proteínas y otros surfactantes o tensoacti-
vos de menor tamaño molecular, son capaces de estabilizar las espumas (Fillery-
Travis y col., 2000) (ver figura 3b y 3c1). Las proteínas difunden hacia la inter-
fase gas-líquido, se concentran y reducen la tensión superficial. Posteriormente,
experimentan un cambio conformacional desplegándose (ver figura 3c1) y orien-
tando la parte polar (grupos hidrofílicos) hacia el medio líquido y la apolar (gru-
pos hidrofóbicos) hacia el interior de la burbuja. A continuación, los polipéptidos
interaccionan entre sí (mediante interacciones hidrofóbicas y electrostáticas y
puentes de hidrógeno) formando un film viscoelástico que es muy eficaz para
prevenir el drenaje de líquido del film y la coalescencia de la burbuja, al ser ésta
capaz de expandirse y comprimirse, reduciendo el efecto del estrés mecánico
(Zayas, 1997).
El mecanismo de estabilización de la espuma provocado por los tensoactivos
de pequeño tamaño está basado en su alta movilidad molecular y en el efecto
denominado Gibbs-Marangoni (ver figura 3b); este proceso provoca un aumen-
to de la resistencia del film a la deformación. Cuando se produce una deforma-
ción de la película líquida de la burbuja se origina un estrechamiento de ésta y
un incremento de la tensión superficial local, lo que es consecuencia de la dis-
minución de la concentración de tensoactivo (figura 3b); en estas condiciones, se
puede inducir la ruptura del film. Los surfactantes de menor tamaño y más móvi-
les migrarán (------→; figura 3b) por difusión hacia la zona deformada, mejo-
rando la elasticidad e impidiendo su ruptura.
Cuando ambos tipos de tensoactivos (macromoléculas y pequeños surfactan-
tes) coexisten en el medio líquido los mecanismos descritos de estabilización de
la espuma no operan eficazmente, ya que las macromoléculas proteicas restrin-
gen la movilidad necesaria de los surfactantes de menor tamaño molecular y
éstos, debido a su mayor movilidad, se incorporan a la interfase gas/líquido más
rápidamente que las macromoléculas tensoactivas, impidiendo, de este modo,
que se forme una red viscoelástica que estabilice la espuma (ver figura 3c2).
Estos procesos permiten explicar, en parte, por qué los ácidos grasos desestabi-
lizan la espuma de la sidra.
242
9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
σH
σF
Figura 3.–a) drenaje de líquido y tensoactivo provocado por una partícula hidrofóbica (σ: tensión superficial;
F: film; H: partícula hidrofóbica); b) film estabilizado por tensoactivos de pequeña masa molecular mediante
el flujo de Gibbs-Marangoni; c1) film estabilizado por macromoléculas que proporcionan viscoelasticidad; c2)
film desestabilizado por presencia simultánea de macromoléculas y tensoactivos de pequeño tamaño.
Las proteínas que tienen una buena capacidad espumante son flexibles (la fle-
xibilidad molecular se relaciona inversamente con el número de puentes disulfu-
ro) y de pequeño tamaño, difunden rápidamente hacia la interfase (se incremen-
ta la presión de superficie, ∏) y se despliegan con facilidad, favoreciendo, con
ello, la formación de la espuma. Este despliegue en la interfase está condicionado
por el balance existente entre grupos hidrofóbicos e hidrofílicos de la proteína.
La hidrofobicidad de la proteína facilita el despliegue de ésta en la interfase,
aumentado su capacidad espumante. En este sentido, conviene resaltar que las
proteínas más hidrofóbicas contribuyen más a la formación de la espuma que
las hidrofílicas, de acuerdo con los trabajos de Brissonnet y Maujean (1993)
realizados en vinos base destinados a la elaboración de “champagne”. En el caso
de la sidra se ha observado, también, que en la espuma se recuperan mejor las
proteínas con un carácter más hidrofóbico y que, generalmente, este tipo de poli-
péptidos están asociados a sidras con correctas valoraciones del “comportamien-
to en vaso” (Expósito, 2007).
Por el contrario, aquellas proteínas que son capaces de formar fuertes agre-
gados dan estabilidad a la espuma (Bamforth, 2004). La estabilidad tiende a ser
más alta en el punto isoeléctrico de las proteínas, dado que, en este caso, al exis-
tir una carga neta próxima a cero se minimizan las repulsiones electrostáticas y
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
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9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
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9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
Propiedades espumantes
Las propiedades espumantes se determinan para evaluar las características
de la espuma en las bebidas efervescentes; estas propiedades son las siguientes:
1.- el nivel máximo de espuma alcanzado (HM) mediante el barboteo de un gas,
expresado en unidades de longitud o volumen, 2.- el nivel estable de espuma
conseguido durante el barboteo de un gas en un tiempo prefijado, expresado
en unidades de longitud, volumen o de tiempo [coeficiente de Bikerman (Σ)] y
3.- el tiempo que tarda la espuma en desaparecer una vez que el barboteo del gas
cesa. A partir de estos parámetros se evalúan tres aspectos básicos de la espuma:
a) la capacidad espumante o espumosidad, ligada a la altura o volumen máximo;
b) la vida media de la burbuja, relacionada con el coeficiente Σ; y c) la estabili-
dad de la espuma, relacionada con el tiempo (Ts) empleado en la desaparición de
ésta una vez que cesa el barboteo del gas.
El procedimiento analítico que se sigue es una modificación del método de
Bikerman (1938). La muestra líquida, previamente desgasificada y filtrada y/o
centrifugada, se deposita en una columna de vidrio provista de una membrana de
vidrio “fritado”, a través de la cual se hace pasar el gas, generalmente, carbóni-
co. El tipo de pretratamiento de la muestra para eliminar impurezas, el volumen
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Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
Figura 4.–Equipo para la determinación de los parámetros de espuma. 1: columna de vidrio graduada;
2: membrana de vidrio; 3: controlador de flujo (Pueyo y col., 1995)
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9. Físico-Química de la espuma. Propiedades espumantes
Figura 5.–Evolución de la altura de la espuma durante el proceso de medida de las propiedades espumantes;
Ts: tiempo de estabilización de la espuma; He: altura estable; Hm: altura máxima (Zamora, 2003)
249
Juan José Mangas Alonso, Domingo Blanco Gomis
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10. Técnicas instrumentales en el control
de proceso de la sidra
Domingo Blanco Gomis, Cristina Botas Velasco y Daniel Díaz Llorente
Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Oviedo
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Domingo Blanco Gomis, Cristina Botas Velasco, Daniel Díaz Llorente
TÉCNICAS CROMATOGRÁFICAS
Introducción
Las técnicas cromatográficas son, hoy por hoy, las herramientas analíticas
más potentes de que dispone la industria alimentaria, en general, y el sector de
las fermentaciones industriales, en particular. De hecho, se incluyen en el res-
trictivo grupo de los denominados “Sistemas de Análisis Total”, entendiendo por
tal todo sistema analítico automatizado, controlado por ordenador, capaz de in-
troducir la muestra, separar sus componentes, identificarlos y determinarlos.
De entre las distintas técnicas cromatográficas disponibles, dos destacan por
su importancia en el control de la industria de la sidra: la cromatografía de gases
(GC, Gas Chromatography) y la cromatografía líquida de alta resolución (HPLC,
High Performance Liquid Chromatography). Como norma general, la primera se
aplica al análisis de sustancias volátiles y térmicamente estables a las tempera-
turas de operación de la técnica (por ejemplo, aromas); mientras que la HPLC se
aplica a cualquier otra sustancia que no cumpla los requisitos anteriormente men-
cionados (por ejemplo, ácidos orgánicos o azúcares).
La aplicación de las técnicas cromatográficas permite, por una parte, estable-
cer la composición cualitativa y cuantitativa de un producto y, por otra, asegurar
la calidad con un notable incremento de la productividad. Se emplean tanto para
el control de las materias primas (manzanas) como del proceso y productos fina-
les (zumos, sidras, vinagres, licores o aguardientes de sidra). En lo que respecta
a la materia prima, las técnicas cromatográficas permiten, por un lado, su carac-
terización y tipificación, lo que facilita su selección para la obtención de un pro-
ducto de calidad con unos atributos definidos y, por otro, el estudio de los cam-
bios que se producen durante la maduración y el almacenamiento, con el fin de
establecer su época óptima de madurez industrial y el aseguramiento de la cali-
dad sanitaria, chequeando la presencia o no de productos fitosanitarios. El con-
trol de proceso permite evaluar distintas tecnologías de elaboración y, una vez
fijada ésta, controlarla con el fin de que no se produzcan desviaciones que afec-
ten a la calidad del producto final. El control de éste permite comprobar y en su
caso certificar si el producto obtenido cumple las expectativas previstas y las
normas exigidas en las figuras de protección como, por ejemplo, la DOP “Sidra
de Asturias”.
La cromatografía se define como un método físico de separación en el que los
diferentes componentes de una muestra compleja se distribuyen entre una fase
fija o estacionaria (columna cromatográfica) que tiende a retenerlos y una fase
móvil (gas: GC; líquido: HPLC; también, se puede emplear un fluido en condi-
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10. Técnicas instrumentales en el control de proceso de la sidra
Cromatografía de gases
En cromatografía de gases la muestra se volatiliza y se inyecta en la cabeza
de una columna cromatográfica, produciéndose la elución por el flujo de un gas
inerte denominado gas portador. A diferencia de la mayoría de los otros tipos de
cromatografía, la fase móvil no interacciona con las moléculas del analito; su
única función es la de transportarlo a través de la columna. Existen dos tipos de
cromatografía de gases: la cromatografía gas-sólido (GSC) y la cromatografía
gas-líquido (GLC). La cromatografía gas-líquido tiene gran aplicación en todos
los campos de la ciencia y su denominación se abrevia normalmente como cro-
matografía de gases (GC), a pesar de que este hecho deje a un lado la cromato-
grafía gas-sólido.
En la GSC se produce la retención de los analitos en una fase estacionaria
sólida como consecuencia de la adsorción física. Esta técnica ha tenido una apli-
cación limitada debido a la retención semipermanente de las moléculas activas o
polares y a la obtención de picos de elución con colas muy significativas (como
consecuencia del carácter no lineal del proceso de adsorción), de modo que la
cromatografía gas-sólido no ha encontrado una gran aplicación excepto para la
separación de ciertas especies gaseosas de bajo peso molecular.
La cromatografía gas-líquido se basa en la distribución del analito entre una
fase móvil gaseosa y una fase líquida inmovilizada sobre la superficie de un sóli-
do inerte. El concepto de cromatografía gas-líquido fue enunciado por primera
vez por Martin y Synge (1941), quienes fueron, también, los responsables del
desarrollo de la cromatografía de reparto líquido-líquido. Tuvo que pasar, sin
embargo, más de una década antes de que Jones y Martin (1952) demostraran
experimentalmente la importancia de la cromatografía gas-líquido. Tres años
más tarde, en 1955, apareció en el mercado el primer aparato comercial para cro-
matografía gas-líquido. Desde entonces las aplicaciones de esta técnica han cre-
cido de una forma espectacular, estimándose en 1985 que estaban en uso unos
200.000 cromatógrafos en todo el mundo.
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análisis por HPLC de moléculas de interés en sidras, como los azúcares, los áci-
dos orgánicos, los aminoácidos, las proteínas, los ácidos grasos, los polifenoles,
los pesticidas y toxinas como la patulina.
Análisis de ácidos orgánicos por HPLC. Los ácidos orgánicos juegan un papel
fundamental en la calidad y valor nutricional de los alimentos, a la vez que con-
tribuyen a sus propiedades sensoriales de forma muy significativa, de ahí que
sean unas de las sustancias más habitualmente analizadas en este tipo de matrices,
entre las que se encuentran las bebidas fermentadas, como la sidra. Su origen se
debe a procesos bioquímicos desarrollados en el fruto y a la actividad de algunos
microorganismos (levaduras y bacterias) sobre el mosto, aunque también se pue-
den encontrar por adición como acidulantes, estabilizantes o conservadores.
En la sidra, los sabores agrio, ácido e irritante se adscriben al ácido láctico, a
la acidez total y al ácido acético, respectivamente. La fermentación o transfor-
mación maloláctica disminuye la sensación de acidez y mejora el sabor de la
sidra al convertir el ácido málico en ácido láctico, de sabor más suave, menos
ácido. Los ácidos orgánicos se caracterizan por su grupo carboxílico y se clasifi-
can por el tipo de cadena carbonada (alifáticos, alicíclicos, aromáticos y hetero-
cíclicos), la extensión de su insaturación (saturados e insaturados), la sustitución
(sustituidos y no sustituidos) y el número de grupos carboxílicos que posean
(monocarboxílicos, dicarboxílicos, etc.). En la tabla 1 se recogen los ácidos orgá-
nicos más frecuentemente analizados en manzana o sidra, con sus constantes de
disociación.
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adición covalente para ambos derivados, mientras que para muestras de zumo de
manzana a pH 3,6 la interacción covalente fue observada sólo para el derivado
N-acetil-L-cisteína. Con estos resultados, junto con otros divulgados por otros
grupos, concluyeron que las interacciones covalentes de las cadenas laterales
amino con los compuestos fenólicos pueden contribuir al potencial alergénico de
ciertas proteínas de los alimentos.
Análisis de proteínas por HPLC. Las proteínas o polipéptidos son biopolí-
meros formados por una colección de 20 aminoácidos. Aparte de su valor nutri-
cional, las proteínas en alimentos son importantes ingredientes funcionales. Las
propiedades funcionales de las proteínas se definen como propiedades físicas y
químicas que afectan al comportamiento de las mismas en los alimentos durante
los procesos de elaboración, almacenamiento, preparación y consumo.
En relación con las bebidas fermentadas cabe destacar dos propiedades
funcionales, la actividad superficial que da lugar a la formación de espumas
(Andrés-Lacueva y col., 1996) y la formación de turbidez que aparece como con-
secuencia de la precipitación de ciertas proteínas en el seno del líquido (Mesquita
y col., 2001), que es una característica indeseable en este tipo de bebidas.
Por otra parte, la fracción proteica de los productos agrícolas, al no estar
influenciada por la naturaleza del suelo o las diferentes condiciones climatológi-
cas y ser una característica genética, es un instrumento de caracterización y tipi-
ficación de los alimentos. De hecho, diferentes autores han recurrido al análisis
de la fracción proteica para la caracterización de mostos procedentes de distintas
variedades de uva (Moreno-Arribas y col., 1999).
En el análisis de proteínas se puede emplear una gran variedad de técnicas
que van desde las clásicas o globales, como el método Kjeldahl, empleado por
Hansen (1970) para determinar el contenido de compuestos nitrogenados en
manzanas, hasta las instrumentales (HPLC, Capillary Electrophoresis (CE)),
pasando por las inmunoquímicas (Kano y Kamimura, 1993). De todas las moda-
lidades de HPLC, las más empleadas para la separación de proteínas son la cro-
matografía en fase inversa (Santoro, 1995), por su alto poder de resolución y la
cromatografía de interacción hidrofóbica (Hydrophobic Interaction (HI)-HPLC)
(Dawes y col., 1994, Lina y col., 2000). Realmente, las aplicaciones en sidra son
inexistentes si se exceptúa la aportación de Gomis y col. (2003a) que pusieron
a punto un método de análisis de proteínas en función de su hidrofobicidad, uti-
lizando RP-HPLC-UV (220 nm) como técnica de separación y la diálisis como
método de limpieza y preconcentración de las proteínas. Este método emplea una
columna C18 (250 x 4,6 mm d.i., 5 µm, 300 Å) como fase estacionaria y un gra-
diente de elución de agua-acetonitrilo acidificados con 0,1 % de ácido trifluoro-
acético.
Análisis de fenoles por HPLC. Actualmente, se considera que los compuestos
fenólicos son uno de los constituyentes más importantes de los alimentos por su
contribución al color, aroma y sabor (astringencia y amargor), así como por sus
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ELECTROFORESIS CAPILAR
Introducción
La Electroforesis Capilar (CE) es una técnica de separación no cromatográfi-
ca basada en la diferente movilidad de las sustancias bajo la acción de un campo
eléctrico. Combina el poder de separación de la electroforesis convencional con
el apoyo instrumental propio de la HPLC. La separación de las sustancias se
lleva a cabo en el interior de un tubo capilar, normalmente de sílice fundida,
cuyas dimensiones oscilan entre 10 y 100 cm de longitud y 25 y 100 µm de diá-
metro interno, lleno de una disolución tampón (BGE, Background Electrolyte).
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Introducción
Básicamente, las técnicas espectroscópicas atómicas (absorción, emisión o
fluorescencia) consisten en transformar la muestra en átomos en estado de vapor
(atomización) y medir la radiación electromagnética absorbida o emitida por éstos.
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10. Técnicas instrumentales en el control de proceso de la sidra
(*)Determinación indirecta del ácido ascórbico (0,2-25 µg/mL) en zumo de manzana, basado en sus propiedades
reductoras.
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Introducción
La espectroscopia molecular se basa en la interacción entre la radiación elec-
tromagnética y los distintos estados electrónicos, vibracionales y rotacionales de
las moléculas. Según el tipo de interacción que se mida, las técnicas espectros-
cópicas moleculares se clasifican básicamente en absorción, luminiscencia y dis-
persión molecular y, en función de la zona del espectro en la que se realicen las
medidas, hablaremos de ultravioleta/visible (UV/Vis) o infrarrojo (IR). En el
sector de la sidra se pueden destacar las aplicaciones de la espectroscopia de
absorción UV/Vis y del infrarrojo cercano (NIR).
Espectroscopia UV-Vis
En esta técnica se realizan medidas de la radiación electromagnética en la re-
gión de longitudes de onda comprendidas entre 190 y 780 nm. El espectro resul-
tante se denomina espectro de bandas, ya que se superponen las líneas de los dis-
tintos niveles vibracionales dentro del estado electrónico fundamental. Seleccio-
nando la longitud de onda adecuada se pueden llevar a cabo análisis cuantitati-
vos de una gran variedad de especies, tanto inorgánicas como orgánicas.
La espectroscopia de absorción molecular se basa en la medida de la trans-
mitancia (T) o de la absorbancia (A) de disoluciones que se encuentran en cu-
betas transparentes que tienen un camino óptico de b cm. Normalmente, la
concentración c de un analito absorbente está relacionada linealmente con la
absorbancia a través de la ecuación:
A = -log T = log P0/P = εbc
P y P0 son las potencias medida e incidente, respectivamente, y ε el coefi-
ciente de absortividad molar.
Instrumentación. Los instrumentos para medir la absorción de radiación
ultravioleta, visible e infrarrojo cercano están compuestos por uno o más de los
siguientes componentes (ver figura 5): fuentes, selectores de longitud de onda,
recipientes para la muestra, detectores de radiación, procesadores de señal y dis-
positivos de lectura.
Aplicaciones. Las principales aplicaciones del la espectroscopia UV/Vis en el
campo de la sidra son el análisis de polisacáridos y polifenoles totales y las deter-
minaciones enzimáticas de moléculas sencillas como los ácidos orgánicos, los
azúcares, etc. Como instrumentación analítica se utiliza un espectrofotómetro
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10. Técnicas instrumentales en el control de proceso de la sidra
UV/Vis de doble haz, con una fuente de deuterio para la zona UV y otra halóge-
na para la zona visible, disponiendo de una red holográfica de 1.440 líneas/mm
como sistema de selección de longitud de onda.
El análisis de los polisacáridos totales, ácidos y neutros se lleva a cabo una vez
extraídos éstos por precipitación con etanol (sidra: etanol, 1:5, v/v). El precipita-
do, que contiene los polisacáridos, es reconstituido en agua; a continuación, los
polisacáridos ácidos son determinados de acuerdo con el método propuesto por
Kintner y Van Buren (1982), utilizando como reactivo cromóforo el m-hidroxi-
difenilo y haciendo la lectura colorimétrica a 523 nm. Para la determinación de los
polisacáridos neutros se emplea el método orcinol-sulfúrico, detectando el com-
plejo coloreado a 423 nm (Mangas y col., 1999 b). En realidad con este método
se cuantifican los polisacáridos totales (neutros y ácidos), por lo que para estimar
los polisacáridos neutros es necesario corregir la interferencia producida por los
polisacáridos ácidos. Para ello, se utiliza la curva de calibración del ácido galac-
turónico (azúcar ácido constituyente de las pectinas) con el orcinol-sulfúrico.
Para el análisis de los polifenoles totales, Mangas y col. (1993b) han pro-
puesto un método automatizado (FIA; Flow Injection Analysis), basándose en el
enasyo colorimétrico de Folin-Ciocalteu. La detección se efectúa a 673 nm, que
es el máximo de absorción de los óxidos de tungsteno (W8O23) y molibdeno
(Mo8O23). Éstos se forman a partir de la reacción de los polifenoles en medio
alcalino (Na2CO3) con una mezcla (reactivo de Folin-Ciocalteu) de los ácidos
fosfotúngstico (H4PW12O40) y fosfomolíbdico (H4PMo12O40).
Los métodos enzimáticos utilizan enzimas específicos que catalizan reaccio-
nes bioquímicas (fosforilaciones, oxidaciones, reducciones, etc.) donde inter-
viene la molécula que se pretende cuantificar. En el caso particular de los ácidos
orgánicos, los métodos enzimáticos emplean el cofactor enzimático NAD+/
NADH o NADP+/NADPH como especie molecular detectable a 340 nm. Estos
métodos se caracterizan por su elevada sensibilidad y selectividad y son idóneos
para el análisis de isómeros ópticos como el D (-)-láctico y L (+)-láctico. El con-
trol de estos ácidos es de gran interés en el seguimiento de la fermentación malo-
láctica y/o la detección de alteraciones provocadas por las bacterias lácticas.
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seco, que contiene los analitos, a un medio translúcido sólido adaptado al análi-
sis por reflectancia difusa. Este método fue utilizado por Meurens (1982) para
medir disoluciones acuosas por espectroscopia de reflectancia difusa. Esta técni-
ca de análisis directo se conoce como Sistema de Extracto Seco para Infrarrojo
(DESIR). DESIR es una técnica de análisis líquido basado en medidas de radia-
ción IR difusa reflejada por solutos aislados en soportes sólidos. Así, por ejem-
plo, la muestra líquida se puede depositar en un filtro de fibra de vidrio
(Millipore AP25, Whatman GF/A, o Sartorius SM) de 47 mm de diámetro inter-
no, se seca en un horno microondas, tan rápido como sea posible, y se procede a
medir la reflectancia.
Instrumentación. La instrumentación utilizada en la región del infrarrojo cer-
cano es semejante a la empleada en la espectroscopia de absorción UV/Vis.
Como fuentes se emplean las lámparas de wolframio con ventanas de cuarzo. Por
lo general, las cubetas son de cuarzo o sílice fundida que son transparentes hasta
aproximadamente 3.000 nm. La longitud de las cubetas varía de 0,1 a 10 cm. Los
detectores normalmente son fotoconductores de sulfuro de plomo. Varios espec-
trofotómetros comerciales están diseñados para trabajar hasta 2.500 nm y de este
modo se pueden utilizar para obtener espectros en el infrarrojo cercano.
Comercialmente, se dispone de una multitud de fotómetros y espectrofotó-
metros diseñados específicamente para la región del infrarrojo cercano. Los más
sofisticados son instrumentos de doble haz con red de difracción, diodos en serie,
o transformada de Fourier. También, se puede disponer de instrumentos más sen-
cillos y baratos que constan de uno o más filtros de interferencia.
Aplicaciones en bebidas. La técnica NIR se ha utilizado para la determinación
on-line de ciertos constituyentes en bebidas alcohólicas como cerveza, vino y
licores; bebidas sin alcohol como zumos de fruta, te y refrescos; y otros produc-
tos como fórmulas nutricionales para niños y adultos. Algunas de estas aplica-
ciones se explican a continuación.
Recientemente, Zeaiter y col. (2006) aplicaron la espectroscopia Vis/NIR a la
monitorización en línea del contenido en etanol durante la fermentación alcohó-
lica del vino. Para su determinación, las muestras fueron escaneadas en el modo
de transmisión en el rango de 200-2.500 nm, a intervalos de 2 nm, empleando un
espectrómetro NIR. Para la calibración, desarrollaron modelos de regresión por
mínimos cuadrados parciales (PLS); y para corregir los modelos de predicción,
utilizados en los procesos de monitorización basados en métodos espectroscó-
picos, se aplicó la proyección ortogonal dinámica (DOP). Los resultados mos-
traron que este método mejora la robustez del modelo de calibración. La espec-
troscopia NIR, combinada con el análisis multivariante (PCA, DPLS (mínimos
cuadrados parciales discriminantes) y LDA), se ha empleado para la monitoriza-
ción del proceso de fermentación de vino tinto (Cozzolino y col., 2006). Las
muestras (n=652) fueron tomadas a diferentes tiempos de varias fermentaciones
a escala piloto y escaneadas en modo transmisión entre 400 y 2.500 nm. Los
resultados obtenidos indicaron que, independientemente de la variedad o la
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La técnica NIR está aceptada ampliamente como una de las más prometedo-
ras herramientas analíticas para el control de procesos en línea. Es una técnica no
destructiva, fiable y exacta para monitorizar parámetros físicos y químicos
durante el procesado de alimentos. Además, vale la pena mencionar que la apa-
rición de sondas de fibra óptica mejora considerablemente la capacidad de las
técnicas NIR para monitorizar y controlar procesos, utilizando la detección
on/in-line remota.
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11. Elaboración de la sidra artesana
Juan José Mangas Alonso
Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias
299
Juan José Mangas Alonso
Por otro lado, una proporción de los azúcares sintetizados en la hoja y trans-
portados al fruto se convierte en almidón y ácido málico. Este ácido es almace-
nado, inicialmente, en el fruto y, posteriormente, se transforma parcialmente en
azúcares. En consecuencia, en la fase final de la maduración disminuye el ácido
málico (y la acidez, ya que este ácido es el mayoritario de la manzana), se acu-
mulan los azúcares y se degrada el almidón.
Otros componentes de interés tecnológico, como los polifenoles, el nitrógeno
y las pectinas, experimentan cambios importantes en las proximidades del
momento de maduración óptimo. Se ha observado que la concentración de los
compuestos fenólicos y el nitrógeno alcanza un mínimo con anterioridad a la
acumulación de los azúcares y el contenido de pectina aumenta notablemente en
el momento óptimo de madurez.
Los compuestos volátiles evolucionan significativamente durante la madura-
ción de la manzana. A modo de ejemplo, conviene destacar la existencia de un
máximo de la concentración de 1-hexanol, hexanoato de hexilo, butirato de hexilo
y acetato de isoamilo con posterioridad al pico climatérico (máxima producción
de anhídrido carbónico).
La transformación del fruto en su momento óptimo de madurez es muy
importante, habida cuenta de los cambios que experimentan los componentes del
fruto en la maduración. Es el caso, por ejemplo, de los azúcares (aportan dulzor
y son sustratos de la fermentación alcohólica), el ácido málico (componente res-
ponsable de la acidez, sustrato de la fermentación maloláctica y regulador del
crecimiento y desarrollo microbiano), los polifenoles (comunican color, astrin-
gencia y amargor y son precursores de fenoles volátiles), las pectinas (intervie-
nen en los procesos de clarificación), los compuestos nitrogenados (son factores
de crecimiento para los microorganismos) y los componentes volátiles (contri-
buyen al aroma del producto).
Para determinar, de un modo sencillo, el estado de madurez de la manzana se
puede utilizar el test de Lugol. Esta prueba mide el nivel de almidón del fruto a
través de una escala, siendo una de las más utilizadas la de 10 valores (figura 2).
Mediante la aplicación de una disolución de yodo al fruto, se consigue desarro-
llar una coloración azul que está producida por la presencia de almidón. El color
es más intenso a medida que la concentración de almidón es mayor y se produ-
ce una decoloración cuando el almidón se transforma en azúcares más sencillos.
La degradación del almidón comienza desde el corazón del fruto y se desplaza
por la pulpa hacia la periferia (figura 2).
El protocolo de este ensayo analítico es como sigue: a) seccionar el fruto por
la zona ecuatorial; b) de cualquiera de las dos partes cortar una rodaja de 5 mm.;
c) verter sobre una placa de 10 cm de diámetro y 3 cm de altura una disolución
de yodo/yoduro potásico (6,6 g de yoduro potásico y 3,3 g de yodo en 1 L); d)
colocar la rodaja de manzana sobre la disolución de yodo/yoduro de tal forma
que quede impregnada solamente la cara inferior; e) esperar cinco minutos,
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11. Elaboración de la sidra artesana
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Por el contrario, en aquellos toneles que hayan contenido sidra con defectos
se debe seguir el protocolo de limpieza-desinfección siguiente: a) lavado con
agua y sosa al 5% (5 kg de sosa por cada 100 litros de agua), a continuación se
añade una disolución de ácido cítrico al 10-11% (10-11 kg de ácido por cada 100
litros de agua) y por último se enjuaga con agua abundante y se escurre; b) lle-
nado del tonel con una disolución de agua sulfitada al 0,2% (200 gramos de meta-
bisulfito potásico en 100 litros de agua) manteniéndola en el tonel varios días; c)
lavado y llenado del tonel con ácido peracético o peroxiacético y agua a una con-
centración de un litro de ácido por cada mil litros de agua, manteniendo la diso-
lución en contacto con el tonel durante dos días y finalmente se aclara el reci-
piente con agua; y d) una vez aclarados los toneles, se dejan secar y se azufran.
Cuando el tonel huele a moho se limpia con una disolución de detergente (a
base de amonio cuaternario; ver dosis recomendada por el fabricante), a conti-
nuación se lava con una disolución acuosa de cloruro cálcico (10%), luego se
enjuaga con abundante agua, se escurre y se azufra. Los depósitos de fibra y/o
acero se limpian con una disolución de sosa al 2% en agua caliente y se aclara el
tonel con abundante agua hasta lograr la neutralidad de ésta.
La maquinaria y el suelo del “llagar” se lavan con una disolución acuosa de
metabisulfito potásico (2%) y con abundante agua. También, la maquinaria se
puede limpiar aplicando una disolución acuosa de sosa al 4%, luego una diso-
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11. Elaboración de la sidra artesana
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Juan José Mangas Alonso
La fermentación
La fermentación es una sucesión de transformaciones bioquímicas de los
componentes del mosto llevada a cabo por levaduras y bacterias. El proceso más
relevante que se produce, una vez finalizada la etapa pre-fermentativa, es la fer-
mentación alcohólica. Ésta, es realizada por levaduras fermentativas del género
Saccharomyces, existiendo una sucesión de especies (S. bayanus y S. cerevisiae)
durante el desarrollo de este proceso.
También, otros géneros de levaduras con menos capacidad fermentativa que
Saccharomyces, como Hanseniaspora (Kloeckera), están presentes en el mosto
y a lo largo de la fermentación de éste. Durante la fermentación alcohólica, los
azúcares (fructosa, glucosa y sacarosa) son transformados en un gran número de
componentes bioquímicos entre los que destaca, por su importancia cuantitativa,
el etanol y el gas carbónico. De manera simultánea y, en especial, al comienzo
del proceso fermentativo, una parte de los azúcares (del 5 al 10%) son transfor-
mados en glicerina y ácido pirúvico a través de la fermentación glícero-pirúvica.
La evolución de la fermentación alcohólica se puede conocer mediante el
control de la densidad y la temperatura. A través de este registro se evalúa la
velocidad fermentativa (g/L de azúcar consumido/día) y se detecta el final de
la fermentación que, en el caso de la sidra “natural”, se produce cuando la den-
sidad es inferior a 1.000 g/L. A partir de la densidad inicial del mosto se puede
estimar el grado alcohólico potencial que adquirirá la sidra. Un método sencillo
y aproximado de evaluar, a partir de la densidad, el nivel de azúcares y el grado
alcohólico potencial es como sigue:
a) Azúcares (concentración en g/L) ≈ [D (g/L)-1.000] x 2
b) Alcohol potencial ≈ Azúcares (g/L) x 0,06
A modo de ejemplo, si tenemos una densidad de 1.050 g/L la concentración
aproximada de azúcares sería de (1.050-1.000) x 2= 100 g/L y el grado alcohó-
lico potencial sería de 100 x 0,06= 6. Haciendo un cálculo más riguroso, la con-
centración de azúcares para una densidad D=1.050,0 g/L sería de 107,5 g/L con
un grado alcohólico en potencia de 6,35.
La temperatura de fermentación de la sidra debe mantenerse entre 12 y 14o C.
Una temperatura excesivamente baja al comienzo de la fermentación no favore-
ce un equilibrio apropiado entre levaduras débilmente fermentativas (p.e.,
Kloeckera/Hanseniaspora) y levaduras fermentativas del género Saccharomyces
y, por el contrario, si la temperatura es alta se pierde más gas carbónico y aro-
mas. Cuando la temperatura y el nivel de nitrógeno son elevados, la velocidad de
la fermentación es mayor y la sidra que se obtiene es de inferior calidad. Por el
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11. Elaboración de la sidra artesana
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Juan José Mangas Alonso
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11. Elaboración de la sidra artesana
homogeneizar las diferentes sidras que haya en la bodega. El trasiego se debe lle-
var a cabo al abrigo del aire y preferiblemente en días fríos y con alta presión
atmosférica.
La maduración
Una vez realizada la fermentación comienza el proceso de maduración de la
sidra. Los microorganismos mejor adaptados a las condiciones post-fermentati-
vas son las bacterias lácticas y determinadas levaduras no-Saccharomyces (por
ejemplo, Brettanomyces) mientras que las bacterias acéticas, al ser microorga-
nismos aerófilos, tienen mayor dificultad para su desarrollo; sin embargo, hay
que tener en cuenta que si se almacena la sidra en recipientes de madera o exis-
te una cámara de aire en el tonel, puede haber una concentración suficiente de
oxígeno que permita un desarrollo adecuado de las bacterias acéticas y de leva-
duras débilmente fermentativas y oxidativas. No obstante, hay que resaltar que
la actividad microbiana está regulada por la existencia de factores de crecimien-
to y superviviencia y por la ausencia de toxinas.
En particular, el nitrógeno es uno de los factores de crecimiento más impor-
tantes que influye notablemente en la estabilidad microbiológica de la sidra; de
ahí la importancia de partir de mostos con baja concentración de nitrógeno asi-
milable (inferior a 50 mg/L). En este sentido, conviene señalar que las cepas
autóctonas de sidra pertenecientes al género Saccharomyces están bien adapta-
das a ambientes empobrecidos en nitrógeno. La concentración de este nutriente
está determinada por diversos factores, entre los que cabe señalar los siguientes:
las condiciones agroecológicas del cultivo (en especial, el abonado de la planta-
ción), la variedad de manzana, el estado de madurez e higiénico-sanitario de la
materia prima, el lavado del fruto, el sistema de extracción, la clarificación pre-
fermentativa, la capacidad floculadora de los microorganismos, la filtración, la
centrifugación y el trasiego.
A lo largo de la conservación en el tonel la sidra experimenta una notable evo-
lución sensorial. Con carácter general, se observa un incremento del contenido
de la acidez volátil debido, fundamentalmente, a la actividad de las bacterias lác-
ticas y acéticas que es preciso controlar. Como consecuencia de ello, es necesa-
rio efectuar periódicos registros de dicha acidez con el objeto de conocer el grado
de acetificación de la sidra (ver anexo 1); de este modo, se podrán realizar las
correcciones oportunas en caso de detectar alteraciones microbianas importantes
que puedan limitar la venta del producto elaborado.
Embotellado
Cuando la densidad es inferior a 1.000 g/L y las cualidades aromático-gusta-
tivas y de turbidez del producto así lo aconsejen, se procederá al embotellado de
la sidra. La sidra debe haber experimentado un adecuado proceso de maduración,
309
Juan José Mangas Alonso
cuyo final se puede fijar, de manera aproximada, cuando la acidez volátil sea
≥ 1,5 g/L (no sobrepasando el límite legal).
El embotellado se realizará en las mismas condiciones descritas para el tra-
siego. Debe llevarse a cabo evitando el contacto de la sidra con el aire y, antes
de proceder al mismo, es necesario comprobar la estabilidad de la sidra a las oxi-
daciones y a las condiciones de anaerobiosis (baja concentración de oxígeno) que
se producen a lo largo de la conservación en botella.
El oscurecimiento que se puede desarrollar cuando la sidra se mantiene en
contacto con el aire durante algunos minutos puede ser corregido por adición de
10 g/hL de ácido ascórbico (vitamina C) (se estima que 100 mg de ácido ascórbi-
co consumen aprox. 10 mg de oxígeno). Es recomendable que se añada una
pequeña dosis de anhídrido sulfuroso (alrededor de 3 g/hL) junto con el ácido
ascórbico. En algunos casos, además, puede ser necesaria la adición de ácido cítri-
co en una proporción de 50 g/hL. Sin embargo, la medida preventiva más eficaz
es evitar el contacto del mosto y/o la sidra con metales como el hierro y el cobre.
El test de estabilidad, frente a las condiciones de anaerobiosis que se produ-
cen en la botella, se lleva a cabo embotellando una pequeña proporción de sidra
y conservándola durante 15 días a una temperatura comprendida entre 25 y 30o
C. En caso de no detectar alteraciones microbianas que comprometan la calidad
de la sidra se procederá al embotellado.
El tapón de corcho es un elemento básico para conservar adecuadamente la
sidra en la botella, en consecuencia, se deben utilizar tapones de alta calidad, con
la menor porosidad posible y mínima concentración de microorganismos. El
tapón debe evitar la fuga de líquido, y la incorporación de oxígeno a la sidra debe
ser limitada pero no nula. La cámara de aire existente entre el nivel del líquido y
el tapón debe reducirse y el grado de penetración del tapón deberá ser tal que no
se hunda en la botella ni sobresalga de ella. Los tapones de corcho deben con-
servarse en la bodega a una temperatura de 18 a 20o C, evitando el contacto con
malos olores.
Actualmente, se utilizan otros tapones de calidad, como el corcho aglomera-
do, empleado tradicionalmente en las bebidas espumosas. También, se empiezan
a emplear los tapones de plástico o sintéticos por sus prestaciones y costes, aun-
que hay que tener en cuenta que, hoy en día, una parte de los consumidores vin-
cula la utilización del tapón de corcho con bebidas de calidad. Con el empleo de
los tapones sintéticos se evita la alteración denominada “gusto a tapón”, que se
origina como consecuencia de la formación de cloroanisoles (TCA y TeCA)
(nivel de percepción en agua de 0,03 a 4 ng/L).
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que tener en cuenta que la realización de esta operación supone una incorpora-
ción de oxígeno que, como se ha señalado, favorece el incremento de la acidez
volátil. Por ello, es conveniente acompañar el trasiego con la adición de 3 g/hL
de sulfuroso y, si fuese necesario, corregir la acidez fija (ver anexo 1) para que
la acción de éste sea más eficaz (un pH bajo dificulta el desarrollo bacteriano).
La temperatura juega un papel importante en estos procesos, por lo que es
conveniente que durante la conservación de la sidra no se supere los 15º C
(Ribéreau-Gayon y col., 2008).
Filado. Es una de las alteraciones más significativas que se pueden desarro-
llar durante la elaboración de la sidra, siendo especialmente peligrosa cuando el
producto está embotellado, que es cuando el nivel de oxígeno es más reducido.
Se caracteriza por un aumento espectacular de la viscosidad que le comunica
a la sidra un aspecto aceitoso, no pudiendo, por ello, ser destinada al consumo
directo. Esta alteración está producida por bacterias lácticas. La viscosidad
observada se produce como consecuencia de la formación de un polisacárido, no
nitrogenado, estructurado a partir de unidades de galactosa, glucosa, manosa,
arabinosa y ácido galacturónico.
Para su corrección, a veces es suficiente la adición de 6 a 8 g/hL de anhídri-
do sulfuroso (12 a 16 g/hL de metabisulfito de potasio), 5 g/hL de tanino enoló-
gico y un ácido orgánico autorizado (cítrico, tartárico), si la acidez fija de la sidra
es baja (corregir siempre que la acidez fija sea < 50 meq/L).
En caso de que la alteración sea muy importante es preciso realizar, previa-
mente, un trasiego con aireación y, posteriormente, proceder al tratamiento seña-
lado anteriormente, incrementando la dosis de metabisulfito y procurando que la
concentración de sulfuroso total no supere el límite legal permitido, de acuerdo
con el Reglamento de la Denominación de Origen Protegida “Sidra de Asturias”
(100 mg/L).
Una vez embotellada la sidra, es necesario proceder al batido de la misma
y consumirla rápidamente, ya que existe el riesgo de que la alteración pueda
desarrollarse de nuevo. Por ello, es muy importante realizar el test de estabilidad
frente a las condiciones de anaerobiosis antes de embotellar todo el tonel.
En todo caso, es conveniente señalar la importancia de mantener un buen
nivel de limpieza del equipamiento del “llagar” y de los materiales que entran en
contacto con el mosto y la sidra, y emplear una mezcla de manzana que propor-
cione bajo pH (3,5), un adecuado nivel de polifenoles (no inferior a 1 g/L) y baja
concentración de nitrógeno asimilable (inferior a 50 mg/L).
Degradación de la glicerina: amargor y picado alílico/acroleínico. Las bac-
terias lácticas, también, son capaces de metabolizar la glicerina dando lugar a la
alteración denominada Amargor. Esta alteración es consecuencia de la síntesis
de acroleína que, al interaccionar con los polifenoles, produce aductos amar-
gos, detectándose una pérdida importante de compuestos fenólicos en la sidra.
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ANEXO 1
Determinación de la acidez total. La medida de este parámetro se fundamen-
ta en una valoración ácido-base, utilizando sosa 0,1 N. El punto de equivalencia
de la valoración se produce a pH 7 y se emplea el azul de bromotimol como indi-
cador del mismo [cambio de color: de amarillo (pH ácido) a azul-verdoso (pH
alcalino)]. El procedimiento es el siguiente: se toman 10 mL de muestra (si es
sidra hay que desgasificarla, por ejemplo, pasándola por un embudo con algodón
hidrófilo) y se añaden 50 mL de agua destilada y unas gotas del indicador en un
vaso erlenmeyer. Mediante una bureta se añade sosa 0,1 N hasta viraje del in-
dicador. Si V (mL) es el volumen gastado de sosa, la acidez total, expresada en
g sulfúrico/L, es V (mL) x 0,49.
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Figura 7.–Destilador utilizado para la separación de los ácidos volátiles de la sidra. (método de García Tena)
valoración del 2º volumen (3,2 mL) con la sosa; se asume que esta fracción del
destilado contiene, aprox., 1/3 de la acidez volátil de la muestra. Si V (mL) es el
volumen de sosa gastado hasta lograr el viraje del indicador, entonces la acidez
volátil (expresada en g de acético/L) es 0,366 x V (mL).
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