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JACQUES DERRIDA Pregunta de extranjero: venida del extranjero Cuarta sesién (10 de enero de 1996) La pregunta del extranjero, ;no es una pregunta de ex- tranjero? ;Venida del extranjero? Antes de decir /a pregunta del extranjero, habria en- tonces tal vez que precisar: pregunta de/ extranjero. ;Cd- mo entender esta diferencia de acento? Hay, deciamos, una pregunta del extranjero. Es urgen- te abotdarla —como tal-. Ciertamente. Pero antes de ser una cuestién’ a tratar, antes de designar un concepto, un tema, un problema, un programa, la pregunta del extranjero es una pregunta de/ extranjero, una pregunta venida de/ extranjero, y una pre- gunta al extranjero, dirigida al extranjero. Como si el ex- tranjero fuese ante todo el aguel que plantea la primera pregunta 0 aquel a quien uno dirige la primera pregun- ta. Como si el extranjero fuese el ser-en-cuestién /l’étre- en-question], la pregunta misma del ser-en-cuestién (la question méme de Vétre-en-question], el ser-pregunta [Iétre- question] o el ser-en-cuestién de la pregunta (létre-en- question de la question]. Pero también aquel que, al plan- tear la primera pregunta me pone en duda [me met en *Notese que, puesto que en francés el término question corresponde tan- to a pregunta como a cuestién, aunque lo hayamos traducido aqui de uno u otro modo segtin el sentido del texto, se trata siempre de la misma pa- labra. [N. de la T] 11 J.D. - PREGUNTA DF EXTRANJERO: VENIDA DEL EXTRANIERO question). Pensamos en la situacién del tercero y en la jus- ticia que Lévinas analiza como vel nacimiento de la pre- gunta. ‘Antes de volver a lanzar esta cuestién de Ia pregunta desde el lugar del extranjero, y de su sicuacién griega, co- mo lo hablamos anunciado, limitémonos a algunas obser vvaciones o a algunas lecturas a titulo de epigrafe. Evocacién de los lugares que ereemos familiares: en muchos de los didlogos de Platén, a menudo es el Extran- jero (xenos) quien pregunta, Trae y plantea la pregunta, Pensamos ante todo en el Sofsta. El Extranjero es quien, anticipando la pregunta intolerable, la pregunta parricida, refuta la tesis parmenidiana, pone en duda el logor de nuestro padre Parménides, ton fou patres Parmenidou lo- gon, El Extranjero sacude el dogmatismo amenazante del logos paterno: el ser que es, yel no-ser que no es. Como si el Extranjero debiera comenzar por refutar Ia autoridad del jefe, del padre, del amo de la familia, del wduenio de ‘asar, del poder de hospitalidad, del hosti-pet-s del que tanto hemos hablado. El Extranjero del Sefisea se parece aqui a aquel que en l fondo debe dar cuenta de la posibilidad de la sofistica. Es como si el Extranjero se presentase con rasgos que ha- cen pensar en un sofista, en alguien que la ciudad o el Es- tado va a tratar como sofista: alguien que no habla como Jos demds, alguien que habla una lengua extravagante. Pe- 10 el Xenos pide no ser tomado por parricida. «Te haré aun tun ruego, dice el Xenos a Teeteto, no considerarme como un parricida.» «Qué quieres decir’, pregunta entonces ‘Teeteto, El Extranjero: «Que deberemos necesariamente, para defendernos, poner en duda la cess (Jagon) de nues- tro padre Parménides y, por fuerza, establecer que el no- ser es, en cierto aspecto, y que el ser, a su ver, de una cier- B J.D. PREGUNTA DF EXTRANJERO: VENIDA DEL EXTRANIERO A veces, el extranjero es Sécrates mismo; Sécrates, el inguietante hombre de la pregunta y de la ironia (es decir, de la pregunta, lo que también quiere decir el émino viro- nia»), el hombre de la pregunta mayéutica. Sécrates mismo tiene los rasgos del extranjero, representa, figura al extran- jero, juega al extranjero que no es. Lo hace en particular en ‘una escena muy interesante para nosotros y que Henri Joly recuerda en el comienzo del bello libro péstumo cuya lec- tura les habia recomendado: La Question des érrangers [La problemética de los extranjeros] (Vrin, 1992). En la Apologia de Sécrates (17 d), muy al comienzo del alegato de Sécrates, éste se dirige a sus conciudadanos y jueces atenienses. Se defiende de la acusacién de ser una ‘especie de sofista 0 de habil discursista. Anuncia que, con- tra los mentirosos que lo acusan, va a decir lo justo y lo verdadero, sin duda, pero sin elegancia retorica, sin precio- sismo de lenguaje. Declara que es wextranjero» al discurso de tribunal, a la cibuna de los tribunales: no sabe hablar esa lengua pretoral, esa retérica del derecho, de la acusa~ cién, de la defensa y del alegato; no posce la técnica, él es como un extranjero. (Entre los graves problemas que trata- mos aqul, estéel del extranjero que, torpe para hablar la lengua, siempre corre el riesgo de quedar sin defensa ante el derecho del pais que lo recibe o que lo expulsa; el ex- tranjero es sobre todo extranjero a la lengua del derecho cen [a que esti formulado el deber de hospitalidad, el de- recho de aslo, sus limites, sus normas, su polieta, ete. De- be solictar la hospicalidad en una lengua que por defini cidn no es la suya, aquella que le impone el duefio de casa, lanfitrin, el rey, el sefior, el poder, la nacién, el Estado, el padre, etc. Este le impone la traduccién en su propia lengua, y ésta es la primera violencia. La pregunta de la hospitalidad comienza ahi: zdebemos exigir al extranjero ‘comprendernos, hablar nuestra lengua, en todos los sen~ 21 J.D. PREGUNTA DF EXTRANJERO: VENIDA DEL BXTRANIERO tidos de este término, en todas sus extensiones posibles, antes y a fin de poder acogerlo entre nosotros? Si ya ha- base nuestra lengua, con todo lo que esto implica, si ya compartiésemos todo lo que se comparte con una lengua, gserfa el extranjero todavia un extranjero y podriamos ha- blar respecto a él de asilo 0 de hospitalidad? Es esta para- doja lo que veremos precisarse.) {Qué dice entonces Sécrates en el momento en que, No lo olvidemos, se juega la vida y en ese juego pronto la per- derd? Qué dice al presentarse como el Extranjero, a la vez como si fuese un extranjero (en la Ficidn) y mientras de- viene efectivamente el extranjero por la lengua (condi- cidn que incluso va a reivindicar, como quiera que diga, mediante una habil negacién de pretor), un extranjero acusado en una lengua que dice no hablar, un acusado in- timado a justificarse, en la lengua del otro, ante el dere- cho y los jueces de la ciudad? Se dirige, pues, a sus con- poco juridica de hablar, una forma que esa la vez popular y mis filoséfica. Que el extranjero, el xenos, no sea simplemente el otro absoluto, el Barbaro, el salva- je absolutamente excluido y heterogéneo, es lo que Ben veniste tambien recuerda, siempre en el mismo articulo, cuando aborda las instituciones griegas, tras las generalida- des y la filiacién paradéjica de hosts, de lo que hablamos mucho en sesiones anteriores. Siguiendo la logica de este argumento que discutimos la iltima ver respecto dela re Ciprocidad y la igualdad del «contra» en el intercambio 10 lo retomo), Benveniste destaca que sla misma institu- Sn existe en el mundo griego bajo ouo nombre: xenos indica relaciones del mismo tipo entre hombres ligados ppor un pacto que implica obligaciones precisas que se ex- tienden a los descendicntess Este tiltimo punto, lo evaluaremos inmediatamente, es ritico. Ese pacto, ese contrato de hospitalidad que liga come extranjero y que liga recfprocamenteal extranjero, se trata de saber si tiene validez més alld del individuo y si se extiende tambien a la familia, a la generacién, a la genea- logia. No se trata aqui, aunque sean cosas conexas, del clisico problema del derecho a la nacionalidad o a la ciu- dadania como derecho de nacimiento, ligado aqui al sue- lo yallé ala sangre. No se trata solo del vinculo entre na- cimiento y nacionalidad: no se trata sélo de la ciudadania ofrecida a alguien que antes no disponia de ella, sino del derecho acordado al extranjero en cuanto al, al extranje- ro que ha seguido siendo extranjero, y a los suyos, a su fa- milia, asus descendientes. Lo que nos lleva a reflexionar ese derecho familiar 0 ge~ neal6gico que pesa sobre mas de una generacién, es en el 7 J.D. - PREGUNTA DE EXTRANIERO: VEMIDA DEL EXTRANJERO fondo que no se trata ahi de una extensién del derecho 0 del wpacto» (para servitme del término de Benveniste, que busca insistir sobre la reciprocidad del compromiso: el ex tranjero no tiene solamente un derecho, tiene tambien, re- ciprocamente, los deberes, como a menudo se le recuerda, cada ver que se quiere reprocharle conducirse impropia- mente); no se trata ahi de una simple extensién de un de- recho individual, dela ampliacién a la familia ya las gene- raciones de_un derecho acordado en primer lugar al individuo. No, eso refleja, es0 nos hace reflexionar en el hecho de que, desde un principio, el derecho a la hospita lidad compromete a una casa, a una descendencia, a una Familia, a un grupo familiar 0 étnico que recibe a un gru- po familiar o étnico. Justamente porque esté inscrito en un derecho, una costumbre, un ethos y una Sittlichkeit, esa ‘moralidad objetiva de la que hablibamos fa ltima vez su- pone el estatuto social y familiar de los contratantes, la po- sibilidad para ellos de ser llamados por su nombre, de te- ner un nombre, de ser sujetos de derecho, interpelados y pasibles, imputables, responsables, dotados de una identi- dad nombrable, y de un nombre propio. Un nombre pro- pio nunca es puramente individual. Si quisiéramos detenernos un instante sobre este dato significativo, deberiamos observar una vez. mas una para- doja 0 una contradiccién: ese derecho a la hospicalidad oftecido a un extranjero «en familiay, representado y pro- tegido por su apellido (nom de fimille, es a la vex lo que hace posible la hospitalidad o fa relacién de hospicalidad con el extranjero y al mismo tiempo el limite y la prohi- bicién. Porque no se ofrece hospitalidad, en estas condi-

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