Desde que tembló el techo de su casa, Azrael no pudo pensar en lo más obvio, “Cayó un ovni

en el cerro y todos esos helicópteros van para allá porque es un lugar inaccesible para ir por
tierra quizá la nave se destrozó durante el impacto pero sin duda los tripulantes o lo que sea
de tecnología que esté con ellos serán de suma importancia para el gobierno o para los
extraños que estén yendo hacia allá en vista de que nada garantiza que sean siquiera chilenos
todo esto sin duda traería repercusiones en las redes sociales y sería tema conocido de que en
esa tarde del 29 de Agosto a las 18:19 p.m la primera nave extraterrestre había caído muy
cerca de mi casa y era el momento de conseguir la verdad de la manera que sea sin importar
lo que ocurriera con mi propia vida.”
- ¡Azrael! –gritó su madre, quién salía de la cocina.– ¿Cuantas veces te he dicho que
no salgas al patio sin avisarme? –la mujer tomó a Azrael en brazos y lo levantó,
permitiendo que el incipiente ombligo de su hijo se asomara. Frotó su nariz con el
abdomen del bebé, quien sonreía mostrando sus ausentes dientes.– ¿Quién es el mah’
lendo? ¿Ah?
Azrael eructó en la espalda de su madre, mientras ella le daba gentiles golpes en la
espalda. Su hijo miro hacia el cielo, donde los cinco grandes helicópteros se perdían en el
horizonte, siguiendo aquella delgada y fina columna de humo que se escondía entre los
cerros.