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BOLETIN DE PREVENCIÓN

¨ACOSTUMBRAMIENTO¨

¿POR QUE NO VEMOS LOS RIESGOS?

Es bastante común ver trabajadores altamente capacitados y muy experimentados


hacer cosas que hasta un nuevo aprendiz reconoce como “riesgosas”. De hecho, a
menudo ocurre que las personas que corren riesgos son los trabajadores más valiosos y
productivos de una organización.

Entonces, ¿por qué corremos riesgos?

Las razones más comunes de esta falla de percepción pueden clasificarse de la


siguiente manera:

Retroalimentación falsa

Una de las causas de la escasa percepción de un riesgo es que los accidentes


industriales ocurren con tan poca frecuencia que la mayoría de las personas nunca han
experimentado uno. Esto establece la expectativa de que cada día de trabajo pasará sin
ningún accidente, y da por resultado que las personas desarrollen la convicción de que
lo que están haciendo no les causará ningún daño.

Este fenómeno lo experimentamos no solo en el lugar de trabajo. De vez en cuando


muchos de nosotros conducimos excediendo el límite de velocidad. Lo hacemos con la
expectativa de que completaremos nuestro viaje sin novedad. Si medimos objetiva y
racionalmente la cantidad en que aumentamos el riesgo contra la poca cantidad de
tiempo que estamos ahorrando, no aceleraríamos. Pero muchos de nosotros
conducimos durante años sin experimentar un accidente vehícular, y los accidentes de
automóvil son mucho más frecuente que los accidentes industriales.

Comodidad con el Status Quo

Otra causa que contribuye a una escasa percepción del riesgo es la comodidad que
implica mantener el status quo y la fuerte resistencia a cambiarlo, aun cuando esto
mismo conlleve a correr riesgos.

Un ejemplo bien conocido de este asunto consiste en el uso de equipos de protección


personal por parte de personas que trabajan a grandes alturas. Las caídas desde las
alturas han sido la causa principal de serios daños y fatalidades en la industria de la
construcción. Sin embargo, ha habido una fuerte resistencia al uso de equipo de
protección para caídas por parte de muchas personas que trabajan en el rubro,
expresada frecuentemente en términos de la preocupación de que los dispositivos
mismos sean peligrosos (por ejemplo, que se enreden y causen accidentes).
En realidad, la causa real de esta resistencia es la resistencia a cambiar la manera en
que siempre se ha hecho el trabajo.

Interferencia cognoscitiva

Esta tercera causa ocurre cuando los “atajos” que utiliza nuestro cerebro incluyen en la
manera en que reconocemos riesgos.

El cerebro está determinado para procesar grandes cantidades de información de


forma rápida y de maneras muy sofisticadas. Uno de los mecanismos que nos ayuda a
hacer esto es la capacidad que el cerebro tiene para “compensar deficiencias” y
reconocer patrones. Por ejemplo, cuando leemos no nos concentramos en las letras de
cada palabra, sino que captamos el significado. Podemos hacer esto porque el contexto
y las pistas iniciales nos ayudan a dar un salto hacia lo que queremos ver.

Esa capacidad, que generalmente es tan útil, puede llegar a ser un impedimento para el
reconocimiento de los riesgos. Cuando nos encontramos en situaciones comunes,
tenemos la tendencia a ver lo que esperamos ver, y si la situación ha cambiado de
alguna manera que introduzca un riesgo podemos no darnos cuenta del cambio. Esto
se experimenta frecuentemente cuando conducimos por una ruta que recorremos a
menudo, pero en la cual se ha instalado una nueva señal de parada. Los conductores a
menudo no ven la señal, aunque esté a plena vista.

Acostumbramiento

Por último, tenemos el acostumbramiento, algo que emerge del ciclo de aprendizaje. Al
realizar un trabajo hay dos factores que influencian nuestra seguridad: la experiencia
(que nos da el conocimiento de cómo estar seguros bajo las diversas circunstancias que
podemos encontrar) y la conciencia (que nos hace reconocer rápidamente las
circunstancias ante las cuales podemos tener la necesidad de reaccionar.).

Cuando un empleado es nuevo, o es nuevo en un trabajo específico, tiene mucha


conciencia, pero poca experiencia. Este trabajador es muy sensible al riesgo, pero no
tiene mucha capacidad para manejar el riesgo.

A pasar el tiempo la experiencia crece, pero la conciencia disminuye a medida que la


actividad se vuelve menos novedosa y más rutinaria.

A la larga, el empleado tiene mucha experiencia y poca conciencia, y en este caso es


menos probable que reconozca el riesgo. En efecto, el empleado se ha “insensibilizado”
a los peligros del trabajo.

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