Manheim expone la paradoja de la oposición entre ideología y ciencia.
Una de las aportaciones importantes de Manheim es el hecho de ampliar el concepto de ideología hasta el punto de abarcar hasta la ideología que la afirma. Dice Manheim que el punto de vista del espectador absoluto, del espectador impasible frente a la partida social es imposible De hecho toda perspectiva expresada ya es en cierto sentido ideológica. Esta circularidad de la ideología constituye la paradoja de Manheim. Intenta escapar de ella cuando indica que un punto de vista evaluativo se puede alcanzar mediante la comprensión de los procesos históricos pero la construcción de estas correlaciones pide de nuevo un espectador absoluto que posea criterios para determinar lo que esta correlacionado en la historia y lo que no lo esta. Con ello Manheim fracasa en su explicación. Para remediar este fracaso y superar la paradoja de la ideología, compara ideología y utopía. Manheim es el primero en situar la ideología y la utopía en un marco conceptual común. Pero desgraciadamente no lleva esa comparación muy lejos y pasa a describir la ideología y la utopía como formas incongruentes, como puntos ventajosos pero discrepantes con la realidad actual. Ricoeur indica que la única forma de salir de la circularidad en que no inclinan las ideologías es tomar una utopía, declararla y juzgar una ideología sobre esa basa. Dice que como el espectador absoluto es imposible, quien emitirá el juicio será alguien que esta dentro del proceso mismo, por tanto el juicio será siempre un punto de vista, por tanto si no puede haber un espectador trascendente,, debe aceptarse un concepto practico. Ideología y utopía tienen sentido juntas como una pareja significativa de términos opuestos.