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DESAFÍO EN LA REPUBLICA DOMINICANA EN UNA

EDUCACIÓN POR COMPETENCIAS.

La educación por competencias data de muchos años atrás, pero ha resurgido en


todo el mundo con gran fuerza desde finales del siglo XX y continúa en lo que va
del presente imponiéndose en todos los niveles de la escolaridad formal. En
consecuencia, a lo largo de estos años se ha intensificado la preocupación
generalizada por la reforma de los sistemas educativos, por la búsqueda de nuevas
formas de concebir el curriculum y por nuevos modos de entender los procesos de
enseñanza y aprendizaje.

Sin embargo, las escuelas aún enseñan contenidos del siglo XIX, con profesores del
siglo XX a alumnos del siglo XXI (Pozo, 1999). Esta realidad, que en la mayoría de
las aulas dominicanas se mantiene, provoca en los alumnos lo que se ha llamado
esquizofrenia cultural, como consecuencia de que su formación se produce bajo dos
tipos de culturas aisladas y distantes una de otra: la de fuera de la escuela,
audiovisual e informática y la de la escuela impresa. Y como educadores, la
responsabilidad es formar ciudadanos que sepan desenvolverse inteligentemente en
un contexto social mediático (Área, 1996).

La educación de hoy ya no es la educación de saberes acabados. Hoy la educación


que se requiere es la que forma en contenidos socialmente válidos, a partir del
desarrollo de competencias y capacidades. Es decir, que el desarrollo de
competencias supone la puesta en práctica de un conjunto de capacidades,
habilidades, destrezas y tonalidades afectivas que activen el pensamiento, por lo
cual, se hace necesario un cambio urgente de actuación de las escuelas y
universidades, de sus docentes y alumnos, y del resto de los interlocutores de la
comunidad educativa, que afronten la educación con nuevas concepciones y
estrategias didácticas.
La educación basada en competencias pasa de la enseñanza al aprendizaje y pone
énfasis en la actitud de los estudiantes, quienes dejan de ser pasivos y receptores
para convertirse en activos, coprotagonistas y responsables de su propio aprendizaje.
El aprendizaje ya no es solo del texto o del discurso del docente, sino que se hace,
fundamentalmente, del contexto, desde la propia cultura y desde la propia
experiencia, un aprendizaje a lo largo de toda la vida. Se aprende, ya no en soledad,
sino interactuando, colaborando, expresándose, relacionándose. En la formación
basada en competencias, cada estudiante debe experimentar una variedad de
enfoques y tener acceso a diferentes contextos de aprendizaje, sea cual sea el área de
estudio.

La educación basada en competencias está centrada, también, en el rol docente, pues


lo compromete a modificar su práctica, su manera de diseñar las actividades y
estrategias, su planificación no como un mero requisito administrativo, sino como
un referente de cómo conducir al estudiantado en la consecución de los objetivos,
propósitos y en el desarrollo de sus competencias y conocimientos, de forma tal que
les sirvan para enfrentar y responder a determinados problemas presentes a lo largo
su vida. A modificar su actitud hacia las estrategias que utiliza para conducir la
enseñanza, estrategias que pueden estar muy arraigadas en su práctica y que no las
ha ido actualizando.

El papel del docente es el de un agente de cambio que entiende, promueve, orienta y


da sentido al cambio inevitable que transforma a todos. Se pide de él un compromiso
con la superación personal, con el aprendizaje, con los alumnos, con la creación de
una sociedad mejor y con la educación de calidad que requiere el país.

Hasta ahora no hay una acepción universal del concepto competencia clave, si bien
se da una coincidencia generalizada en considerar como competencias clave,
esenciales, fundamentales o básicas, aquellas que son necesarias y beneficiosas para
cualquier individuo y para la sociedad en su conjunto. En el mundo educativo el
término expresa una cierta capacidad o potencial para actuar de modo eficaz en un
contexto. Más que los conocimientos, implica su uso eficaz.

Según Perrenoud (1997) la formación de una competencia permite a las personas


que pongan en movimiento, apliquen e integren los conocimientos que han
adquirido en situaciones diversas, complejas e impredecibles, definiéndola como
“la capacidad de actuar eficazmente en un número determinado de situaciones,
capacidad basada en los conocimientos pero que no se limita a ellos”.

La educación por competencias ha sido asumida por el Ministerio de Educación,


para lo cual viene desarrollando, con más lentitud que la necesaria, un proceso de
revisión y actualización curricular que no acaba de concluir, al parecer por la
complejidad que implica este modelo educativo para la mayoría de los que están
llamados a conocer en detalles el andamiaje teórico y práctico que demanda trabajar
las competencias en cualquier nivel educativo. A la fecha solo están validados por la
comunidad educativa los diseños curriculares de los niveles Inicial y Primaria.

El trabajo curricular por competencias es muy complejo. Plantea nuevas exigencias


y desafíos que los docentes dominicanos afrontan con múltiples dificultades, por el
poco dominio teórico-metodológico que poseen de ellas. La estrategia que empleó
el Minerd para iniciar su aplicación fue inadecuada: una capacitación relámpago a
algunos docentes para que estos a su vez multiplicaran la experiencia con sus
compañeros. Eso es lo expresan en distintos escenarios y quejas de que les faltan
conocimientos para abordarlas, lo cual permite suponer que existe incompetencia
para asumir las competencias fundamentales que establece el curriculum nacional.

Urge retomar y dotar a todos los docentes del sistema de los conocimientos
necesarios para aplicar con destrezas el enfoque por competencias en la Educación
Inicial y Primaria, y proseguir, paulatinamente, con la formación de los de
Secundaria. De lo contrario, ocurrirá lo mismo que sucedió con el constructivismo
en la reforma curricular anterior, denominada Transformación Curricular, donde la
mayoría de los docentes solo verbalizó el nombre sin asumir el cambio que
implicaba en la práctica y hoy se paga el precio de ser de los países con peor
educación. Se festinó la reforma, sin prestar toda la atención a la formación de los
maestros y profesores que debían aplicarla.

El docente dominicana tiene que asumir la responsabilidad de desarrollar ese perfil


del maestro competente al cual hace referencia el “Modelo de evaluación del
Desempeño Docente Basado en Competencias en la Republica Dominicana”, que
plantea una serie de características que debe poseer el “buen docente”, las cuales por
razones de espacio no se detallan, pero que están agrupadas en; primero lo que el
maestro debe conocer, segundo en las capacidades (habilidades y destrezas) para la
ejecución de determinadas tareas y tercero actitudes de actuación.

El conjunto de estas características del docente son indispensables para garantizar la


calidad educativa a través de la apropiación y aplicaciones del Currículo vigente.
Planificaciones de trabajo docente efectivas, orientadas al desarrollo de
competencias, que solo podrán ser elaboradas por estos cuando se sientan
comprometidos y capaces para la aplicación del enfoque de competencia a partir de
un proceso de capacitación y actualización. Entre las tareas pendientes para lograr
ese profesional de la educación competente están; el dominio a profundidad de los
contenidos curriculares que imparte, utilizándolo como medio para despertar la
curiosidad del estudiante por aprender, al tiempo que lo lleva a la reflexión crítica
sobre su realidad, uso de estrategias de enseñanza motivadoras enfocadas en el
hacer, problematizadoras, cuestionadoras, cargadas de desafíos para los estudiantes,
poniendo en juego los conocimientos, las habilidades y los valores de los alumnos,
para dar significado a lo aprendido.

Otra cuestión es la destreza para el uso de los recursos didácticos propuestos por el
nuevo enfoque, en un contexto caracterizado por el uso masivo de las tecnologías de
la información y la comunicación en todas las actividades humanas y de la cual la
educación no escapa. El último aspecto al cual queremos hacer referencia es a la
evaluación de los aprendizajes; el enfoque de competencia privilegia la
evaluación en contextos reales, las evidencias y niveles de desempeño a partir de
determinados indicadores de logro, esto implica una ruptura con la tradicional forma
de evaluar marcada por un alto grado de subjetividad, que apuntaba más a lo que el
estudiante decía que a lo que hacía, por lo que necesariamente el docente debe estar
en condiciones de diseñar nuevos y diferentes espacios de evaluación, así
como instrumentos y estrategias innovadoras que permitan valorar todo el proceso
de aprendizaje de manera asertiva.

En la actualidad, la formulación del curriculum por competencias se ha generalizado


en el ámbito educativo, en casi todo el mundo, fundamentado en diferentes
corrientes desde la europea hasta la norteamericana.

En este sentido, los currículos actuales en los sistemas educativos están diseñados a
partir de competencias lo que supone potenciar un conjunto de capacidades que
incluye conocimientos, actitudes, habilidades y destrezas que los estudiantes o una
persona logra mediante procesos de aprendizaje y que se manifiestan en su
desempeño en situaciones y contextos diversos.

El currículo por competencias tiene el objetivo de lograr una formación integral del
estudiante, desarrollar en ellos capacidades, habilidades y potencialidades que
forman parte del repertorio personal natural.

Al finalizar su proceso de formación educativa se busca que los estudiantes logren


ser personas autónomas, críticas, reflexivas, con alto sentido de la ética moral que
hayan asimilado, y que practican los valores humanos, capaces de transformar su
propia realidad.

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