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Notas para una introducción a la Ciencia Política

INTRODUCCION

Intentar una Epistemología de la Ciencia Política, constituye un ejercicio intelectual y teórico con una finalidad práctica
destinada a permitir una comprensión del campo de conocimientos y el ámbito conceptual dentro del cual se mueve la
Ciencia de lo Político, la Ciencia Política.

Desde esta perspectiva, la Ciencia Política opera al interior de las Ciencias Sociales modernas no como un
“compartimento estanco” o como una “disciplina-islote”, en la que los Politólogos fijamos las reglas del juego científico y
conceptual, y en la que permitiríamos a ciertos especialistas de otras disciplinas a venir a recorrer nuestro propio “jardín
de las delicias”. No es así.

La Ciencia Política opera al interior del vasto campo de las Ciencias Sociales como un “punto de cruce”, como una
“encrucijada de convergencia”, donde se entrecruzan capas distintas, aportes diversos, contribuciones desde diferentes
disciplinas, a fin de forjar una lectura de la realidad y de los imaginarios políticos.

Este ensayo describe los principales hitos del proceso de formación de la Ciencia Política moderna.

Punta Arenas – Magallanes, otoño de 2008.

I.- INTRODUCCION HISTÓRICA Y CONCEPTUAL A LA CIENCIA POLÍTICA

La Prehistoria de la Ciencia Política

Los inicios del estudio y la reflexión en torno a los fenómenos políticos se remonta a la Filosofía griega, a la Historia y al
Derecho romano en la Antigüedad. Pero, al mismo tiempo, y también en Grecia, el pensamiento de lo político
aparecerá en íntima asociación con el estudio de la Historia, entendido como conocimiento de los hechos objetivos
ocurridos en el pasado.

El estudio de la Política nace así primeramente, como reflexión filosófica y a continuación, en Roma, se instala como
una derivación de la concepción jurídica y del Derecho.

Así será a lo largo de toda la Edad Media: la política –como objeto del pensamiento y de la reflexión- aparecerá
siempre sumergida dentro de la Filosofía, de la Teología, de la Historia y del Derecho.

El Renacimiento y las premisas de la Política moderna

Fue Maquiavelo el primero quién, a fines del siglo XV y principios del siglo XVI sienta los primeros fundamentos de una
Ciencia de lo Político, al separar la política de la religión, de las creencias, de las supersticiones, y al establecer que la
Historia sirve al estudio de la política, en la medida en que nos proporciona datos verídicos acerca de las instituciones y
las conductas políticas del pasado.

Los pensadores políticos italianos del siglo XVI fijan entonces los primeros fundamentos teóricos de la disciplina
política: crean el concepto de Estado, reflexionan sobre la Razón de Estado, comprenden las instituciones,
sitúan las reglas jurídicas aplicadas en el campo político, utilizan comparativamente los hechos y las
instituciones políticos del pasado para proyectar el conocimiento de la política del presente y proyectarlo hacia
el futuro.

Fue la experiencia de los Estados absolutistas europeos de los siglos XVI y XVII la que dio un amplio impulso a la
reflexión política acerca del poder, la soberanía, la autoridad, la monarquía de derecho divino y la relación entre
la autoridad política y la autoridad religiosa, tópicos en los que los grandes autores como Hobbes, Montesquieu,
Puffendorf, Spinoza, Locke y otros, intentaron fijar las grandes concepciones teóricas que predominarían en el
imaginario político y jurídico del mundo occidental hasta la Revolución Francesa.

Durante la revolución de la independencia de los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789-1799), el
pensamiento político experimentó el surgimiento de nuevos conceptos: la idea de nación, la idea de república, por
contraposición a la monarquía, la noción de soberanía nacional y soberanía popular, la cuestión de la
representación, el concepto de ciudadanía, son algunos de los aportes de estos dos grandes cambios políticos a la
reflexión sobre la política.

Los siglos XVIII y XIX vieron surgir además, las grandes concepciones ideológicas y políticas que conocemos aun en el
presente: el liberalismo, inspirado en Locke, Bentham, Montesquieu, Benjamin y otros; las diversas corrientes del
socialismo y el marxismo, inspirado en Marx, Engels, Bernstein, Proudhon y los utopistas de los siglos anteriores; los
nacionalismos y las ideas conservadoras surgieron de esta época también.
La Ciencia Política se constituye como ciencia plenamente solo a fines del siglo XIX y principios del siglo XX,
cuando en diversas naciones desarrolladas (Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos), se crean las
primeras Escuelas de Ciencia Política y los curriculos universitarios separan definitivamente la formación de Filosofía y
de Administración de la Ciencia Política y, al mismo tiempo, el estatuto científico de la disciplina se refuerza con la
incorporación de metodologías de investigación científicas provenientes principalmente de la Sociología, de la
Psicología, de la Antropología, la Etnografía y de la Historia.

Por lo tanto, lo que constituye a la Ciencia Política en una disciplina científica integral y autónoma son los siguientes
requisitos:

- que dispone de un marco teórico y conceptual que le permite intentar investigar, estudiar, analizar y comprender
los fenómenos que son su objeto de estudio.

- que ha definido su propio campo u objeto de estudio, en los hechos, los procesos, las ideas y las instituciones
políticas.

- que ha puesto en práctica métodos y técnicas propias que le permiten abordar su objeto de estudio para
enriquecer el conocimiento científico propio y de las demás disciplinas de las Ciencias Sociales.

La Ciencia Política en el contexto de las Ciencias Sociales

Veamos en detalle esta noción de la Ciencia Política como punto focal desde las Ciencias Sociales. La Ciencia Política
en efecto, se nutre actualmente de distintos aportes disciplinarios: la Historia, en primer lugar, constituye la base
empírica de conocimientos y datos a partir de la cual podemos analizar los hechos políticos del pasado y del presente,
toda vez que ella nos presenta la trayectoria de múltiples acontecimientos, produciendo tendencias que viniendo desde
el pasado se prolongan hacia el presente.

La Psicología y en particular sus ramas derivadas, la Psicología Social y la Psicología Política -al mostrarnos que las
conductas humanas no son solamente producto de la racionalidad- permiten comprender las subjetividades que
determinan la conducta humana y los hechos políticos y aporta interesantes conceptos que permiten explicar los
liderazgos, las conductas grupales, las reacciones violentas, las pasiones que operan en la realidad de los hechos
políticos.

La Antropología por su parte, aporta a la Ciencia Política, visiones integrales acerca del desarrollo humano y en
especial, nos ilustran acerca de las culturas, sus encuentros y desencuentros.

Del mismo modo, la Ciencia Política moderna necesita del conocimiento especializado que proporcionan el Derecho y
las Ciencias de la Administración, para comprender las normas que rigen el funcionamiento de los sistemas políticos y
administrativos.

Pero también hoy la Ciencia Política necesita de los aportes de las Ciencias de la Comunicación, en la medida en que
asistimos a una creciente mediatización de la sociedad, de la cultura y de la propia política.

II.- EL PUNTO FOCAL DE LA CIENCIA POLITICA

La Ciencia Política moderna trabaja, entre otros, sobre la base del desarrollo, reflexión e investigación en torno a cinco
grandes ámbitos conceptuales, a saber:

Las instituciones políticas.


El poder en general y el poder político en particular.
Los procesos políticos.
Los actores políticos.
Las ideas, imaginarios y culturas políticas.

Cada uno de estos campos del saber politológico, se entrecruza con los demás, en la medida en que asumimos que la
Ciencia Política se pretende una ciencia integral y compleja.

Las instituciones políticas (autoridades, Parlamentos, Gobiernos…) encuentran su punto focal, aunque no el único, en
el Estado (llamada la institución de instituciones), pero al mismo tiempo, son el lugar de materialización del poder y de
los procesos políticos (trayectorias, coyunturas, tendencias), los que a su vez, son generados por las acciones y
prácticas de los actores políticos (ciudadanos, organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación, gremios y
sindicatos, partidos políticos, autoridades…) los que son guiados generalmente por ciertas ideologías, programas y
demandas, que denominamos las ideas políticas.

El objeto de la Ciencia Política por lo tanto, es el estudio de los fenómenos relacionados con el poder político, las
instituciones, ideas, procesos y conductas políticas que tienen lugar en una sociedad determinada. Lo político en toda
sociedad, es el ámbito donde se producen y reproducen relaciones de poder, es decir, relaciones de jerarquización, de
orden y obediencia y donde se manifiestan los conflictos, las luchas de intereses a que el poder da lugar.

Relaciones de poder e instituciones políticas

Lo político es distinguible como objeto del conocimiento científico, precisamente porque se manifiesta en la realidad
bajo dos formas: bajo la forma de relaciones de poder, relaciones que son siempre asimétricas, desiguales,
caracterizadas por la desigualdad de intereses; y bajo la forma de instituciones, ese conjunto de normas, estructuras,
modos de funcionamiento y cultura corporativa que asegura su permanencia en el tiempo. En este caso, hablamos de
relaciones de poder, de carácter político (aunque no solamente) y de instituciones políticas que son aquellas formas
organizacionales en las que se materializan esas relaciones de poder.

Lo esencial de lo político, lo que caracteriza a lo político y permite diferenciarlo como objeto de estudio para la Ciencia
Política, es que esa actividad política tiene dos formas de manifestarse en la realidad: las relaciones de poder y las
instituciones políticas.

Las relaciones de poder constituyen la esencia de lo político: todo en política se construye sobre la base de relaciones
de poder, aquellas relaciones sociales, materiales y simbólicas a la vez, en las que se hace presente la asimetría
básica de la dominación o de la hegemonía: siempre hay alguien que manda y otros que obedecen, siempre hay
alguien que se sitúa en una posición dominante y habrán otros individuos que quedarán en una posición dominada o
subordinada.

Esta asimetría constituye la realidad efectiva de la política y las relaciones políticas.

La asimetría de las relaciones poder -que es un hecho indiscutible en la realidad política- se manifiesta desde las
relaciones entre dos militantes de un mismo partido, hasta las relaciones entre dos diferentes Estados en la escena
internacional, dando forma a una jerarquización que muy frecuentemente refleja en el campo político, otras
jerarquizaciones y diferenciaciones provenientes de la economía o de la vida social.

A su vez las instituciones políticas son el lugar de materialización, de cristalización de esas relaciones de poder, hasta
el punto que han llegado a confundirse casi indisolublemente. Una institución no es más que una forma de
organización, una estructura creada artificialmente por los seres humanos, en este caso por los miembros de una
sociedad, para que organize y concrete visiblemente el ejercicio del poder político.

Toda la política moderna se articula en torno a instituciones. Todo el poder político tiende a institucionalizarse, es decir,
a transformarse gradualmente y con mayor o menor velocidad en el tiempo, en una estructura organizada con normas
y estilos de funcionamiento propios.

La Ciencia Política estudia las relaciones de poder y las instituciones políticas porque en ellas se concentra y se
materializa lo principal de los hechos políticos que son su objeto de estudio y de conocimiento.

El saber politológico

Lo que la Ciencia Política aprende y enseña, tiene de alguna manera un doble sentido y utilidad: por una parte, aporta
una visión distinta de la realidad social, al incorporar el ingrediente político y de poder que puede encontrarse en
todos los fenómenos sociales, económicos y culturales; y por otra parte, permite discernir las fuerzas, corrientes
e intereses que se mueven –desde el ámbito político- hacia las dimensiones sociales, económicas y culturales de la
sociedad.

Es necesario reconocer que la política impregna la totalidad del quehacer humano, aunque la Ciencia Política no
pretende ser un conocimiento científico totalizador de la experiencia humana. Hay política en todos los fenómenos que
ocurren en la sociedad (aunque no todos los fenómenos son políticos en sí mismos, ni mucho menos), no solo porque
esos hechos contienen siempre una dimensión política ineludible, sino porque la política como actividad del poder y
para el poder, interviene o tiene la capacidad de intervenir en esas otras dimensiones de la vida social.

De este modo, el saber politológico es definido epistemológicamente como un saber especializado en torno al
poder su ejercicio y sus manifestaciones, es decir, en primer lugar, porque hace referencia a una dimensión
específica de la realidad social y utiliza conceptos y teorías propias para analizar y comprender ese aspecto de
la realidad, y en segundo lugar, porque el conocimiento que aporta la Ciencia Política hace referencia a ciertos
hechos que no siempre son observables.

En efecto, la Ciencia Política moderna se ve impulsada a conocer de hechos políticos que no solo pueden ser
directamente observables (una huelga, una revuelta armada, un golpe de Estado) y que por lo tanto, pueden ser
considerados como hechos empíricamente observables, sino también debe estudiar otras realidades políticas no
directamente observables (una coyuntura política, el Estado), y para cuyo estudio debe construir sus propias categorías
de análisis y métodos de estudio.

Manuel Luis Rodríguez U

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