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• p W V H
L a s a c r a l i d a d y la risa
e n la m o d e r n i d a d clásica
* ] -siglos X V a X V I I -
Colección
Ideas en debate
Serie
Historia Moderna
Director de serie
José Emilio Burucúa
Prosecretario de publicaciones
Prof. Fernando Diego Rodríguez
José Emilio Burucúa
Corderos
y elefantes
L a s a c r a l i d a d y la r i s a
e n la m o d e r n i d a d clásica
-siglos X V a X V I I -
Universidad www.minoydavila.com.ar
de Buenos Aires
© M i ñ o y Dávila editores
www.minoydavila.com.ar
Diseiìo de portada:
Gerardo Miño
Ilustración de portada:
" E s t u d i o s de expresiones y c a r i c a t u r a s "
dibujo de Leonardo D a Vinci
I m p r e s o en Artes G r á f i c a s Regueiro,
San F e r n a n d o de H e n a r e s (Madrid)
Abril de 2001
Indice
15 PRÓLOGO
19 INTRODUCCIÓN: N A V E G A C I O N E S TEÓRICAS Y
REDESCUBRIMIENTO DE UN ANTIGUO LUGAR O TOPOS
119 C A P Í T U L O I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O O LA C O M U N I Ó N DE
317 - Las lecturas del Satiricón de Petronio por parte del hu-
manismo renacentista
324 - Los fragmentos descubiertos por Poggio Bracciolini y
la edición princeps in quarto por Frangois Puteolanus.
(Milán, 1482).Versiones de los siglos X V al XVII.
Establecimiento del texto definitivo en 1709
327 - Estrategias de los editores-eruditos para salvar las con-
tradicciones del Satiricón con la moral cristiana.
Melchior Goldast de Heiminsfeldj (1621)
332 - Modos de leer el Satiricón (1575/-1709)
337 - Entrecruzamiento de las tres vertientes de la risa en las
culturas del Cinquecento
341 - Algunas reflexiones en torno a la risa en sede históri-
co-artística. Representaciones alegóricas en la Iconolo-
gía de Cesare Ripa
343 - El ridículo y la risa en las esculturas del jardín del Bóboli
344 - Vincenzo Galilei: renovación musical y burla al estilo
contrapuntístico
345 - Extensión europea del fenómeno estudiado. Holanda:
Reminiscencias de la Coena Cypriani en los grabados
de Dirk Coornhert del Triunfo de la Paciencia
348 - España: La Lozana andaluza de Francisco Delicado
351 - Francia: Epigramas y Epístolas de Clément Marot.
Heptamerón de las novelas de Margarita de Navarra.
Las Nuevas Recreaciones y Alegres Proposiciones de
Buenaventura Des Périers. Las damas ilustres de
Pierre de Bourdeille, abad de Brantóme. Los mimos,
enseñanzas y proverbios de Jean Antoine de Baíf. La
Sátira menipea
357 - Formación de un nuevo género cómico en la escena
francesa del siglo XVI y el trasplante de formas cultu-
rales italianas
359 - Las piezas dramáticas de Margarita de Angulema, rei-
na de Navarra
361 - El bricolage jocoso en la Francia del siglo XVII. La
Novela cómica de Paul Scarron
363 - Cinco ejemplos que anticipan la continuación de esta
historia en tiempos del racionalismo y la Ilustración.
Spinoza. Voltaire. La Enciclopedia. Mozart. La Crítica
del Juicio de Immanuel Kant
368 - Proceso reductivo de las tres formas de la risa renacen-
tista en la sociedad moderna.
10 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
479 APÉNDICES
OTROS AUTORES
Notas
1 Este nuevo libro pretende ser una continuación crítica de Sabios y mar-
mitones. Una aproximación al problema de la modernidad clásica (Bue-
nos Aires, 1993) pues, en verdad, su punto de partida fue la reflexión
historiográfica que tal obra suscitó en el seminario interno de la cátedra de
"Teoría e Historia de la Historiografía" (Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires) durante una reunión acaecida en el mes de
mayo de 1994. El profesor Fernando Devoto tuvo entonces la gentileza de
invitarme a exponer mis puntos de vista sobre los nuevos estudios culturales.
Sabios requeriría, por cierto, varias correcciones de gruesos errores,
como el que me ayudó a ver mi discípulo Fabián Campagne respecto de
una lectura apresurada del Malleus maleficarum: en efecto, el j o v e n
Campagne tiene razón cuando dice que, en ese manual destinado a ins-
truir a los inquisidores acerca de la haeretica pravilas de la brujería, no
figura ninguna inversión explícita de la doctrina del Canon Episcopi
sobre el carácter ilusorio del vuelo nocturno de las maléficas, al contrario
de lo que yo afirmé en el capítulo de Sabios dedicado a las herejías
modernas (p. 63). Asimismo, la versión del pasaje sobre el aflojamiento
de las tensiones durante el Carnaval, tomado de un proceso ocurrido en
1444, es una traducción francamente abusiva, pues no reside en el "te-
mor" sino en el "servicio divino" la fuerza que comprime a los hombres
como los toneles a los vapores del vino (p. 27) (Vide el texto latino origi-
nal en J. P. Migne, Patrología Latina, París, 1844-64, v. 207, col. 1171).
He preferido dejar aquel primer ensayo de un libro propio tal cual está e
intentarla realización de un texto nuevo alrededor de los mismos proble-
mas (dialécticas culturales entre el pueblo y las élites en la Europa de la
modernidad clásica, convergencias y creaciones en común, desgarra-
mientos y esperanzas antiguas de la civilización moderna a la luz de un
tiempo de crisis radical de su programa). Esta vez, confío en trabajar con
mayor precisión, abarcando un conjunto más vasto de fuentes sin aban-
donar ciertas audacias (o tozudeces, según se prefiera). Me he rendido,
48 48 J O S É E M I L I O B U R U C Ú A
29 Véase al respecto la edición castellana del célebre debate a que dio lugar
la publicación de La gran matanza: Eduardo Hourcade, Cristina Godoy
y Horacio Botalla, Luz y contraluz de una historia antropológica, Bue-
nos Aires, Biblos, 1995.
30 Roger Chartier, "Pouvoirs et limites de la représentation. Sur l'oeuvre de
Louis Marin", en Anuales. Histoire, Sciences Sociales, marzo-abril 1994,
n° 2, pp. 407-418. Louis Marin, Le Portrait du roi, París, Minuit, 1981;
Opacité de la peinture. Essais sur la représentation au Quattrocento,
París, Usher, 1989; Des pouvoirs de l'image. Gloses, París, Seuil, 1993;
Philippe de Champaigne ou la présence cachée, París, Hazan, 1995.
31 Véase Albert Schweitzer, J. S. Bach. El músico-poeta, Buenos Aires,
Ricordi Americana, 1955, pp. 167-171. Ana Magdalena Bach, La peque-
ña crónica de..., Barcelona-Buenos Aires, Juventud, 1946, pp. 202-205.
32 Téngase presente que, cuando Federico II pidió a Bach que improvisara
una fuga a seis voces, el músico pidió elegir libremente el tema, pues no
todas las frases o sujetos melódicos se adecúan a un desarrollo en seis
voces. Pero, una vez en su casa en Leipzig, Bach volvió sobre el desafío
y logró construir un Ricercare a seis voces con el tema del rey.
33 Tales propósitos son dichos, con otras palabras, por Ana Magdalena
Bach (op. cit., p. 205): "(...) brillante corona de su vida de maestro de
la fuga. Es una obra profunda y sabia sobre la que no me puedo permi-
tir extender ni dar explicaciones: Pero oí muchas veces hablar de ella a
Sebastián con sus amigos, y pude formarme idea de su significación e
importancia. Uno de sus admiradores la llamó una vez 'obra práctica y
espléndida', otro opinó que 'la obra el Arte de la Fuga es demasiado
elevada para este mundo'. En realidad, era obra tan sabia y compleja
que solamente un gran músico podía apreciar aquella inmensa acumu-
lación de genio, inspiración y ciencia: Era la mejor de sus obras en esa
forma musical. El tono y el sentimiento de esta obra son serios y reli-
giosos, tal como había sido Sebastián durante toda su vida; (...)". Si
tenemos en cuenta que la idea, tan característica de Occidente, del artista
demiurgo, imitador del Dios que crea ex nihilo y gratuitamente el mun-
do, ha estado en el origen de la autonomía y de la hipertrofia antropoló-
gica y social del individuo en la historia euroamericana moderna (vide
Ernst Kris y Otto Kurz, La leyenda del artista, Madrid, Cátedra, 1982,
especialmente pp. 48-62; Erwin Panofsky, Idea. Contribución a la histo-
ria de la teoría del arte, Madrid, Cátedra, 1977, especialmente pp. 45-
66), que esa idea, las prácticas subsecuentes y la experiencia vital de los
artistas han sido tal vez el punto de partida de la independencia del suje-
to humano respecto de la divinidad y, por ende, pilares importantes sobre
los cuales se ha levantado el ateísmo moderno, pues entonces resulta en
extremo asombroso que una de las más altas y acabadas expresiones de
la creatividad humana, en un grado máximo de autorreferencialidad y
gratuidad - l a música pura o absoluta de Juan Sebastián Bach-, sea una
obra perennemente puesta a los pies de Dios. Cuenta Ana Magdalena
que su marido trabajaba en El Arte de la Fuga, "cuando sintió que se le
acercaba la muerte" y comenzó una larga agonía. Al cabo de varias jor-
nadas, Juan Sebastián sintió cierto alivio en sus dolores, pidió a su yerno
Cristóbal que fuera por papel, pluma y tinta para escribir una música al
dictado, "la última (...) que compondré en este mundo", agregó el com-
I N T R O D U C C I Ó N : NAVEGACIONES TEÓRICAS... 51
positor (pp. 212-213). Fue el coral para órgano. Ante tu Trono me pre-
sento, un epílogo que parece necesario colocar, a manera de cierre, al
cabo de El Arte, incompleto, y de la Fuga a 3 soggetti, también incon-
clusa. La investigación bachiana actual ha revelado que el coral de ma-
rras, editado como cierre de El Arte, t:s en verdad una versión modifica-
da de otro coral muy anterior del Orgelbüchlein (BWV 641). Este descu-
brimiento mostraría entonces que la historia transmitida por Ana Magda-
lena no sería sino una construcción legendaria, realizada por la mujer y
el hijo de Bach, Karl-Philipp-Immanuel, poco después de la muerte del
compositor. Como quiera que sea, los destinatarios inmediatos de aquella
colección de fugas no habrían violentado los móviles musicales perma-
nentes de Juan Sebastián (véase Wolfgang Sandberger, Bach 2000. 24
Invenciones sobre Johann Sebastian Bach, Hamburgo, Teldec Classics
International, 2000, pp. 10-12), de tal suerte que no resulta arbitrario
decir que la obra artística y la representación más determinadas o mejor
definidas por su sola dimensión refleja han sido subordinadas sin rodeos
a un absoluto fuera de ellas y de la misma humanidad, su creadora-
contempladora. Algo de esto hubo de vislumbrar el filósofo anarcosocia-
lista Gustav Landauer cuando escribió: "La música de Bach, que es
como una diadema y bóveda sobre el pueblo de los hombres, pende
empero libremente en los aires, porque la casa debajo de ella se ha
desplomado en ruinas" (G. Landauer, La Revolución, Buenos Aires,
Proyección, 1961, p. 67).
dicales entre eros y agapé según lo que nos ha enseñado la obra insigne
de Anders Nygren (Eros y ágape. La noción cristiana del amor y sus
transformaciones, Barcelona, Sagitario, 1969).
4 2 Platón, El Banquete, 191 d. Traducido por Fernando Garcia Romero.
Madrid, Alianza, 1993, p. 68. Debo esta referencia a mi hijo Lucio.
43 Sigo la traducción de la litada por Segalá y Estalella, que publicó Losada,
Buenos Aires, 1939, vol. 2, p. 212.
4 4 Michel de Certeau, La fábula mística. Siglos XVI-XVII, México, Univer-
sidad Iberoamericana, 1994.
45 Geórgicas, II, v. 489.
46 Eurípides, Hécuba, vv. 1188 y ss.
47 Roger Chartier, On tlie Edge of tlie Cliff. History, Language and Practices,
Baltimore & Londres, The Johns Hopkins University Press, 1997, pp.
35-38.
48 Ibidem, pp. 27 y 39-47. Roger Chartier, Escribir las prácticas. Foucault,
de Certeau, Marín, Buenos Aires, Manantial, 1996, pp. 58-72.
4 9 R. Chartier, On the Edge..., op.cit., pp. 7-9 y 16-17. Quizás pocas repre-
sentaciones planteen de un modo más conmovedor la dialéctica entre
relato histórico y relato de ficción que el último film de Orson Welles, F
for Fake (1975), y el comic de Art Spiegelman, Maus, publicado en los
Estados Unidos entre 1986 y 1987.
El film es una suerte de documental sobre Elmyr, falsificador de cuadros,
quien es entrevistado por el periodista Irving, al parecer él mismo falsi-
ficador de una entrevista muy locuaz con el silente magnate Howard
Hughes. Welles recuerda al respecto su propia falsificación periodística,
la de la invasión de los marcianos que lo lanzó a la fama, y la teje con
las misteriosas imposturas de Hughes, "maestro de las máscaras", para
sugerirnos que las falsificaciones de los poderosos son hipérboles del
miedo que conducen inexorablemente a la tragedia (Nosotros pensamos
en la tradición alternativa del mito de la guerra troyana, registrada por
Heródoto, según la cual la verdadera Helena fue retenida por Proteo en
Egipto y Paris llevó consigo a Ilion un simulacro perfecto de la mujer,
hecho de nubes, de tal manera que griegos y troyanos se habrían desan-
grado sólo por un fantasma. Recordamos también el topos de la impostu-
ra de las religiones, sistema de creencias destinadas a esconder la trama
despiadada de una dominación, cuyo desenmascaramiento dio lugar a la
falsificación bibliográfica del Tratado de los tres impostores, un libro
citado e inexistente por casi dos siglos a partir de Pomponazzi, que fue
escrito finalmente por un ex-hugonote epígono de Spinoza alrededor de
1715). Welles termina la hora-reloj de verdad de su film con una re-
flexión sobre Chartres, la sublimación en piedra magnífica de nuestro
miedo a la muerte, antípoda del casino de Las Vegas en el que habitaba
Hughes conjurando también, a su manera, a la muerte. Los últimos die-
cisiete minutos de la película narran la historia ficticia de Oja Kodar,
una amante imaginaria de Picasso, y de su padre falsificador de cuadros.
El diálogo entre Picasso y este caballero es por completo imaginario,
pero explica qué pretende el falsificador cuando ¡mita la obra ajena: vivir
imitativamente las vidas de los creadores y burlar a la enemiga de los
hombres.
I N T R O D U C C I Ó N : NAVEGACIONES TEÓRICAS... 53
Saber de los letrados y saber del pueblo. Pero, ¿ha habido al-
gún aspecto en la historia intelectual de Occidente donde el pri-
mero no haya sometido al segundo o pretendido indicarle la vía
de su necesaria reforma para alcanzar la verdad, donde el uno y
el otro se hayan mantenido en un pie de igualdad aceptándose
recíprocamente o bien, si acaso, no ha llegado a ocurrir que los
doctos terminasen por aceptar una grandeza y una capacidad de
reserva sapiencial mayores en los "idiotas"? Es posible que un
lugar c o m o el que buscamos haya sido, desde los primeros
tiempos del cristianismo y hasta la época romántica, el campo
de las relaciones y conflictos que produjo la confrontación entre
las acciones morales y los resultados de la contemplación filosó-
fica. Siempre hemos querido los hombres explicar, justificar y
legitimar nuestros actos insertándolos en una trama de entes y
valores, ampliamente compartida, a la cual suponemos formada
o descubierta a partir de una reflexión serena sobre el mundo.
Sucede a menudo que, en los tiempos de equilibrios y hegemo-
nías culturales claras o bien^de grandes revoluciones éticas y
sociales, tal operación resulta bastante sencilla y pensamos que
nuestros comportamientos guardan armonía y coherencia con
cuanto creemos o juzgamos verdadero. Sin embargo, existen mo-
mentos de crisis de la sociedad en los cuales todos nos sentimos
lanzados hacia situaciones-límite de la existencia, el mundo se nos
torna incomprensible, se desmoronan los sistemas y las axiolo-
60 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
vando dos velas prendidas, una en cada mano; transita por una
roca estrecha y a sus costados otros dos hombres caen, uno en el
abismo del agua, el segundo en el precipicio del fuego. La duali-
dad de rostros y de luces del sabio simboliza la conjunción de las
virtudes intelectuales, exclusivas del alma libre, y de las virtudes
morales, propias "de todo el hombre", porque ellas sancionan
"el pacto de paz entre el cuerpo y el alma" 22 .
"Las virtudes morales son luces adquiridas por una larga cos-
tumbre, guía de nuestro ojo racional interno, apoyos, auxilios,
faros ardientes, que deben guiar de la mano a cuantos se en-
cuentran expuestos a los inestables avatares de la costumbre,
a cuantos combaten en la lucha de los bienes temporales, a
cuantos desean moverse y trasladarse con seguridad a través
de los valles tentadores de la carne, para que, felizmente cum-
plido el curso de la propia peregrinación, soldados eméritos,
atletas de Hércules, asaeteada la hidra de Lerna en este pan-
tano del mundo, sean recibidos en los prados y jardines feli-
ces, siempre verdes, de los bienes intelectuales"23.
nariz las veces del tubo de plomo. (...) Y porque mejor lo en-
tiendas, ¿por qué quienes se ahitan de vino más de la cuenta
tienen mala memoria? ¿Por qué quienes comen sustancias
más delgadas tienen ingenio más sutil? ¿Por qué el cilantro
remienda la memoria, y el eléboro o vedegambre aclara el
juicio ? "26.
"(...) San Pablo supo cuáles pueden ser los cánticos, los co-
ros, las danzas, los banquetes de las almas piadosas, también
en esta vida "36.
Llegados a este punto, resulta claro que en el núcleo del pen-
samiento erasmiano se encuentra una tensión de opuestos y de
paradojas aparentes que nos conducen de nuevo al contraste en-
tre saberes y conductas. El Elogio de la locura expone una de
esas encrucijadas del conocimiento y de toda la vida histórica en
términos cómico-satíricos a la par que sublimes. En ese libro, la
tontería y la demencia, caminos reales de la perdición del alma
humana, son denunciadas por Erasmo en todas las clases socia-
les de su siglo. Y como de mucho conocer suelen volverse locos
los hombres, los eruditos y los sabios tampoco escaparon a la
condena 37 . No obstante, hacia el final del Elogio, el autor incita a
manifestarse a una variante santa y alta de la locura 38 . Después
de violentar las palabras del Eclesiastés que señalan el dominio
de la tristeza sobre el corazón de los sabios y el de la alegría
sobre el corazón de los necios 39 , nuestro humanista salta rápida-
mente a la afirmación de San Pablo en la segunda Epístola a los
Corintios: "Hablo como loco, porque lo soy más que nadie " 40 ; y
se explaya luego acerca de esa forma superior de la insania,
salvadora y de impronta divina, que es la locura de la cruz, ensal-
zada por el mismo apóstol en su primera carta a los corintios. 41
Cristo - n o s dice E r a s m o - no dejó de comportarse como los
simples de mente, en contra de los escribas y de los sabios fari-
seos, ni perdió ocasión de exaltarlos, simbolizando hasta en los
animales que eligió por compañeros reales o metafóricos a lo
largo de la vida su preferencia por los tontos: el burro que fue su
cabalgadura en Jerusalem o las "ovejas" que serían sus fieles.
También el Espíritu Santo se reveló como una paloma y no como
un águila o un milano, y los discípulos de Jesús hubieron de
comportarse a la manera de los idiotae, es decir, de los que nada
saben, ante los ojos de quienes se consideraban y decían sabios 42 .
Del conocimiento peculiar, asimilable a una forma enaltecida de
locura, que el mensaje evangélico exige a los fieles cristianos,
74 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) en el cual cada uno preste y cada uno deba, todos sean
deudores, todos acreedores. ¡Oh, qué armonía habrá entre
los movimientos regulares de los cielos! Me parece entender
el asunto tan bien como antes lo hizo Platón. ¡Qué simpatía
entre los elementos! ¡Oh, cómo se deleitará la Naturaleza en
sus obras y producciones, Ceres cargada de mieses, Baco de
vinos, Flora de flores, Pomona de frutas, Juno, con su aire
sereno, serena, salubre, divertida!
Me pierdo en semejante contemplación. Entre los hombres
paz, amor, cariño, fidelidad, reposo, banquetes, festines, ale-
gría, gozo, oro, plata, moneda menuda, cadenas, anillos, mer-
cancías, trotarán de mano en mano.
Nada de procesos, ni de guerras, ni de polémicas; nadie será
usurero, ni adulón, ni ventajero, ni egoísta. /Gran Dios! será
la edad de oro, el reino de Saturno, la idea de las regiones
olímpicas, donde todas las demás virtudes cesan y sólo la Ca-
ridad reina, se ensoñorea, domina, triunfa. Todos serán bue-
nos, bellos, justos. ¡Oh, mundo feliz! (,..)"a.
No hemos de olvidar el contexto narrativo en el cual tiene
lugar esta experiencia delirante de gobierno, versión grotesca y
exasperada de la utopía del monasterio de Thelema que el propio
80 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
seres creados y el estudio del alma humana 111 . ¿Hay otras razo-
nes, aparte de las esgrimidas por Sabunde, extraídas de nuestra
experiencia sensible y moral, que nos permitan obtener alguna
certeza sobre la doctrina cristiana "por argumento y por discur-
so "? Montaigne responde con la cita reiterada de I Corintios 8, 2
-"que el hombre que presume de su saber, aún no sabe qué cosa
sea saber""2- para desestimar cualquier vía racional metafísica
de acceso a las realidades del mundo sobrenatural. Ese pasaje de
San Pablo se hallaba inscripto en una de las vigas en la bibliote-
ca del autor de los Ensayos, de modo que se trata sin duda de un
principio fundamental en la concepción gnoseológica del perso-
naje. Las cuestiones relativas a la gracia sólo pueden abordarse,
para Montaigne, aceptando la pequeñez de la sapiencia humana.
Y de ese modo cuando se trata, por ejemplo, de la justicia divi-
na 113 o de la naturaleza de la felicidad ultraterrena 114 , el texto de
la carta a los corintios es siempre el punto de apoyo desde el cual
se establece la distancia infinita que separa la comprensión de
los hombres de las decisiones que Dios ha adoptado para pro-
veer a su salvación 115 .
Por otra parte, Montaigne, el pensador tantas veces crítico de
los prejuicios del vulgo, presenta un inesperado elogio de nues-
tros corderos en el ensayo De los caníbales. Precisamente este
mismo capítulo de su obra se inicia con una exhortación a "pre-
caverse de quedar atado a las opiniones vulgares", a "juzgarlas
por el camino de la razón, y no por la voz común "11<s. Sin embar-
go, nuestro filósofo discute enseguida algunas exageraciones re-
feridas a la barbarie de los hombres que habitan el Nuevo Mun-
do, refutándolas con la ayuda del testimonio de un sirviente suyo
quien había vivido más de diez años en las costas del Brasil. La
conclusión a la cual arribará Montaigne es muy conocida: los
caníbales americanos no son más bárbaros que muchos grandes
europeos tenidos por hombres civilizados; más bien al contrario,
debido a su desconocimiento de la propiedad, a su desprecio de
la codicia, a su culto de la valentía, al carácter igualitario de sus
comunidades, aquella humanidad del otro lado del océano se
muestra más honesta y cabal que la de las sociedades refinadas e
hipócritas de la vieja Europa. El relato sobre el cual Montaigne
basa sus juicios es el de un compatriota, pero éste es "hombre
simple y grosero", "condición propia para hacer verdadero un
testimonio"'.
"(...) pues las gentes finas notan más cosas y con mayor curio-
sidad, pero las glosan; y, para hacer valer su interpretación y
96 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) Necios del mundo han sido los que han formado la reli-
gión, las ceremonias, la ley, la fe, la regla de vida; los mayo-
res asnos del mundo (...) no son aquellos que con impía cu-
riosidad van y fueron siempre escrutando los arcanos de la
naturaleza y computando las vicisitudes de las estrellas.
Mirad si tienen o tuvieron jamás el mínimo interés por las
causas secretas de las cosas; si tienen algún miramiento por
la disipación de reinos, dispersión de pueblos, incendios, de-
rramamientos de sangre, ruinas y exterminios; si se preocu-
pan de que el mundo entero perezca por causa de ellos con
tal de que la pobre alma quede salvada, con tal de que sé
construya el edificio en el cielo, con tal de que se reponga el
tesoro en aquella bienaventurada patria, sin preocuparse lo
más mínimo por la fama, bienestar y gloria de esta frágil e
insegura vida en pro de aquella otra certísima y eterna""6.
Notas
22 Ibidem, p. 60.
23 Ibidem, pp. 60-61.
24 Ibidem, p. 54.
25 Erasmo, "Coloquios", en: Obras escogidas, Trad. por Lorenzo Riber,
Madrid, Aguilar, 1956, p. 1136.
26 Ibidem, p. 1140.
27 "Epigramas", en: Obras... op.cit., p. 1157.
28 Coloquios, en op.cit., p. 1112.
29 Ibidem, p. 1127.
30 Sigo, en esle caso, la reedición de la traducción española de los Coloquios,
publicada en la Colección Austral, a cargo de Ignacio B. Anzoategui, Bue-
nos Aires, Espasa-Calpe, 1947, pp. 104-109.
31 I Cor. 6, 12-13; 10, 23-33.
32 "Apenas por dos cosas los hombres aventajamos a los animales, porque
podemos beber vino y decir lo que sentimos". Citado en Franco Gaeta,
Lorenzo Valla. Filología e storia nell'Umanesimo italiano. Ñapóles,
Istituto Italiano per gli Studi Storici, 1955, pp. 51-52.
33 Francisco Rico, El sueño del humanismo (De Petrarca a Erasmo), Ma-
drid, Alianza, 1993.
34 Traduzco de la edición bilingüe, latino-alemana, de Erasmus von Rotterdam,
Ausgewahlte Schriften, ed. Werner Welzig, Darmstadt, Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1967, tomo VI.' Colloquía familiaria, p. 590.
35 1 Cor 2, 9.
36 Erasmus v. Rott., ed. Welzig, tomo VI, p. 584.
37 Erasmo continuaba, en este sentido, el programa poético y crítico de
Sebastián Brant cuyo Narrenschiff (La nave de los locos), publicado en
1494, realizó un inventario, tan vasto como el erasmiano, de las neceda-
des del m u n d o (He t r a b a j a d o con la edición francesa preparada por
Madeleine Horst: La Nef des Fous, Estrasburgo, La Nuée Bleue, 1977).
También en aquel esquife abundan los sabios, falsos en el fondo, quienes
"aspiran a conocer la ciencia para ser magister y enseguida doctor,
para convertirse en una gran luminaria; pero nunca sabrán cómo ini-
ciarse en el conocimiento verdadero que abre el paraíso, y jamás com-
prenderán que la sabiduría en este mundo es locura delante de Dios"
(p. 428). La cita de I Cor. 3, 19 es explícita. Pocos versos más adelante,
Brant retoma esa misma epístola paulina y la transcribe (/ Cor. 1, 19)
para ensalzar la ciencia de los simples: " P o r eso Dios dice de ellos:
'Destruyo la sabiduría y la ciencia de los sabios, pero la enseñaré a los
niños más pequeños.' Estos adquirieron los dones de la sabiduría para
la patria celestial; serán honrados para toda la eternidad y brillarán en
el cielo como el firmamento. Quien reconoce la ley de la justicia, quien
se instruye de ella y la enseña a los otros es parecido a las estrellas, a
la de la mañana que se levanta en el Oriente, y a la de la tarde que se
acuesta en el Oeste" (pp. 430-431). Estas consideraciones sobre la am-
bigüedad de la loca sabiduría se encuentran casi al final de la obra, ce-
rrando el círculo abierto por su lema del comienzo: "En este libro, el ig-
norante puede leer las historias tan bien como el sabio". Recordemos
C A P Í T U L O I : L A ANTROPOLOGÍA. L A LOCURA Y EL AMOR... 109
39 Eclesiastés, 7, 4.
40 ¡I Cor. 11,23.
41 / Cor. 1, 18-28.
42 Hechos 4, 13.
43 "La Paráclesis o exhortación al estudio de las letras divinas" en: Erasmo,
El Enquiridión... op.cit., p. 454.
44 Ibidem, p. 454.
45 Paráfrasis sobre Marcos 4, 33, cit. en F. Rico, op.cit., p. 125.
46 Paráfrasis al Evangelio de San Mateo, cit. por Dámaso Alonso en uno
de los prólogos a Erasmo, El Enquiridión... op.cit., pp. 426-427.
47 "Adagia", en Erasmo, Obras escogidas... op.cit., p. 1071.
48 Ibidem.
49 Ibidem, p. 1070.
50 "Epigramas", en Obras escogidas... op.cit., p. 1156.
51 "Gargantua", en Franijois Rabelais, Oeuvres, París, Flammarion, 1928,
tomo I, p. 15.
5 2 Ibidem, p. 16.
53 Ibidem, pp. 63-70.
54 "Le Tiers Livre", en Rabelais, op.cit., pp. 254-255.
55 "Le Quart Livre", en Rabelais, op.cit., vol. 2, pp. 122-123.
56 "Gargantua", en Rabelais, op.cit., p. 34. La cita corresponde a I Cor. 13, 5.
57 Septuaginta. Id est Vetus Testamentum graece iuxta LXX interpretes
edidit Alfred Rahlfs, 9a. edición, Stuttgart, Deutsche Bibelstiftung, 1935,
vol. I, p. 192, Lev 19, 18. Debo los datos y la bibliografía de esta nota y
de la siguiente a mi colega, el Dr. Leiser Madanes.
58 Para este tema, véase Anders Nygren, Eros y Agapé... op.cit., passim y
pp. 64-65 en particular. Soy consciente de que mis argumentos contami-
nan fuerte y recíprocamente las dos nociones del amor que Nygren plan-
teó como términos opuestos. No obstante, me pregunto si acaso el par
'ah'bá - agapé no pudo también contaminarse entre los primeros cristia-
nos y en San Pablo del significado de la palabra haesaed, "bondad",
usada en el Deuteronomio 5, 10 y 7, 9 y también por el profeta Oseas 6,
5. Cristo citó precisamente el aludido pasaje de Oseas según Mateo 9, 13
y 12, 7. H. J. Stoebe considera que ya era muy fuerte en el Antiguo Tes-
tamento la convergencia de los sentidos de 'alfbá y haesaed (Véase su
artículo sobre "haesaed Bondad" en Ernst Jenni - e d . - , Diccionario teo-
lógico manual del Antiguo Testamento, Madrid, Cristiandad, 1978, vol.
1, cc. 832-861, especialmente las cc. 851-854).
59 Para una idea muy semejante y definida como una "metáfora de la diges-
tión", véase el libro de Michel Jeanneret, Le défi des signes. Rabelais
et la crise de l'interprétation a la Renaissance, Orléans, Paradigme,
1994, p. 47. Esta obra contiene además análisis útiles sobre los cambios
en los significados antropológicos y simbólicos de las comidas, del
Gargantua al Quart Livre, vide pp. 78, 114, 147 y ss., 175-178.
C A P Í T U L O I : L A ANTROPOLOGÍA. L A LOCURA Y EL AMOR... 111
60 I Cor. 8, 1.
61 "Pantagruel", en Rabelais, op.cit., p. 165.
62 "Le Tiers Livre", en Rabelais, op.cit., p. 260.
63 Ibidem, pp. 266-267.
64 Bonaventure Des Périers, Les Nouvelles Recréations et Joyeux Devis, pu-
blicados con el Cymbalum mundi, París, Garnier. s.f. (posterior a 1858).
65 Lucien Febvre, Amour sacre et amour profane. Autour de l'Heptaméron,
París, Gallimard, 1944.
6 6 Su título completo es Cymbalum Mundi en frangois contenant quatre
dialogues poétiques, fort antiques, joyeux et facetieux. Hemos utilizado
la edición a cargo de Yves Delegue, que forma parte de la serie "Textes
de la Renaissance", publicados por Honoré Champion, París, 1995. En
adelante, citaremos Des Périers, Cymbalum... op.cit.
67 Lucien Febvre realizó un estudio completo de las circunstancias extrañas
que rodearon la doble publicación de la obra en París (1537) y en Lyon
(1538), y de los hechos aún más oscuros que ocurrieron durante el juicio
en el cual sólo resultó condenado Jean Morin, el impresor parisino del
Cymbalum, aunque nada se dijera ni se supiese entonces del autor del
t e x t o ( V é a s e L. F e b v r e , Origéne et Des Périers ou L'Enigme du
"Cymbalum Mundi". París, Droz, 1942, pp. 105-121).
68 La literatura sobre el Cymbalum es inmensa y, por lo tanto, me limitaré
a reseñar encesta nota las exégesis más salientes, las cuales, a decir ver-
dad, oscilan casi todas entre el extremo de atribuir a Des Périers una
incredulidad militante en desmedro del cristianismo y el de considerarlo,
por el contrario, un exponente de las corrientes espiritualistas que, par-
tiendo del magisterio de Erasmo, culminaron en una nueva piedad irenista
y unitaria. Ya en 1556, en su Apología de Heródoto, Henri Estienne
asoció el n o m b r e de Buenaventura con el " d e t e s t a b l e libro titulado
Cymbalum Mundi" y colocó a nuestro autor y a Frangois Rabelais entre
los Lucianos modernos que habían dado "cornadas contra la verdadera
religión cristiana", so capa de "expulsar la melancolía de los espíritus y
darles un pasatiempo" (Cit. en Des Périers, Cymbalum... op.cit., pp. 115-
116). Los eruditos de los siglos XVIII y XIX -i.e. La Monnoye (notas a
la edición del Cymbalum por Prosper Marchand, Amsterdam, 1732) y
Johanneau (notas a la edición de la obra por P. L. Jacob, París, Gosselin,
1841)- insistieron en esa misma adscripción sobre la base de las solucio-
nes halladas a varios enigmas del texto. En los años '20 de nuestro siglo,
los historiadores del racionalismo moderno, como Abel Lefranc (intro-
ducción a Pantagruel, edición crítica de las Oeuvres de Rabelais, París,
1922, tomo III, pp. LXI-LXIX) y Henri Busson (Le rationalisme dans la
littérature frangaise de la Renaissance, París, Vrin, 1957), vieron en
Des Périers algo más que un precursor de la crítica racional de las reli-
giones, un auténtico incrédulo anticristiano, mientras que Louis Delaruelle
( " E t u d e sur le probléme du Cymbalum m u n d i " , en Revue d'liistoire
littéraire de la France, XXXII, pp. 1-23, 1925) convertía a Buenaventu-
ra en un alter ego lúcido del Samosatense (una perspectiva nueva sobre
este parentesco buscado, véase en Christiane Lauvergnat-Gagniére, Lucien
de Samosate et le lucianisme en France au XVIe. siécle. Athélsme et
polémique, Ginebra, Droz, 1988). En 1939, Josef Bohatec ("Calvin et
112 J O S É E M I L I O B U R U C Ú A
140 Esta conclusión discute de manera parcial las tesis tan brillantemente
defendidas por el profesor Ciliberto en La mota del tempo. Por supuesto
que suscribo las líneas generales y tantos detalles de esa interpretación,
fundada en una búsqueda erudita y una hermenéutica filosófico-histórica
que bien podrían ser tomadas como un modelo de cada género. Sin em-
bargo, llama la atención que Ciliberto no haya incluido pasajes del Asno
Cilénico en el desarrollo de sus argumentos y, por ende, haya descartado
la presencia de una asinidad no pedante ni antifilosófica en el final de la
Cúbala. Pero, en realidad, así sucede. Resulta difícil no ver en esa parte
última del diálogo un nuevo paralelo entre Erasmo y Bruno, entre la lo-
cura del primero y la asinidad del segundo, que han sido ambas satiriza-
das, vilipendiadas a lo largo de la mayor parte del Elogio y de la Cabala,
pero que en las codas de las dos obras migran hacia lo alto y adquieren
dimensiones sublimes. El Asno Cilénico, de la mano de un Mercurio tan
metamórfico como Pablo de Tarsos, "se hermana, se une, se identifica
con todos, domina a todos" los sabios de la academia humana, y no pa-
rece confundirse sino situarse en los opuestos del archipedante -Lutero
en la visión bruniana- quien ha dividido el mundo mediante la violencia
y las arbitrariedades del capricho moral. ¿Por qué no pensar que, en este
punto, Bruno separa al San Pablo "asinino" que Lutero esgrimió en de-
fensa de la justificación por la sola fe y en sus embates contra la ciencia
de los hombres, del San Pablo apóstol de la caridad que Erasmo tuvo por
arquetipo más perfecto del cristiano? ¿Por qué no suponer que Bruno se
remite al himno de 1 Corintios 13 para ensalzar el valor y la excelsitud
de las obras humanas, igual que lo había hecho Erasmo en su trabajo
sobre el libre albedrío y en polémica con Lutero? (v. Erasme de Rotterdam,
Essai sur le libre arbitre, Argel, R. & R. Chaix, 1945, pp. 145 y 151)
Más aún, ¿por qué no asociar la exaltación de la pluralidad de los len-
guajes y de sus capacidades equivalentes para comunicar la verdad - u n
punto central de la filosofía bruniana expuesto vigorosamente en la Epís-
tola explicatoria de La Expulsión (Giordano Bruno, Opere italiane.
II. Dialoghi morali, ed. por Giovanni Gentile, Barí, Laterza, 1927)- con
la pluralidad paulina de los signos que así podría concebirse como uni-
versalización del mensaje cristiano y dilatación ad infinitum de la
legibilidad del mundo? De esta suerte, es pensable un San Pablo que, no
sólo en el campo de la acción o de la caridad sino también en el plano de
las potencialidades lingüísticas, diverge de Lutero, de ese máximo pedante
destructor de los lazos entre cosas y palabras, de ese aniquilador de la
comunicación entre el hombre y la divinidad, según la lectura que Bruno
hizo del iustitia sola fide en sus diálogos morales (Michele Ciliberto, La
ruota... op.cit., pp. 140 y 211).
141 Franeis Bacon, "Of the Proficience and Advancement ofLearning Divine
and Humane ", en Great Books of the Western World, Chicago-Londres,
W. Benton & Encyclopaedia Britannica, 1952.
142Ibidem, Libro I, I, 2-3, pp. 2-3.
143 I Cor. 8, I.
1441 Cor. 13, I.
145 Bacon, op.cit.. Libro I, I, 3, p. 3.
146 Ibidem, Libro II, III, 3, p. 38.
C A P Í T U L O I : L A ANTROPOLOGÍA. L A LOCURA Y EL AMOR... 117
los hombres. Como quiera que sea, con las salvedades hechas
sobre la prohibición del abuso, Aristóteles cree que la eutrapelia
otorga a los hombres el elemento de distensión y de alegría nece-
sario para la vida en común 41 . Es más, en el capítulo 6 del libro
VIII de la misma Etica nicomaquea, nuestro filósofo afirma que
las personas verdaderamente felices desechan cualquier consi-
deración utilitaria a la hora de elegirse amigos, pero que la bien-
venida de la eutrapelia en el prójimo es un factor relevante, sólo
inferior a los impulsos que nos guían hacia el bien, en nuestra
búsqueda de las formas más altas de la existencia humana 42 .
El arte de la oratoria política, én sujifán por definir, ordenar
y dominar todos los mecanismos suasorios del discurso, no po-
día permanecer ajeno al recurso de la risa. Por ello, Aristóteles
incluyó acotaciones sobre el punto en varios pasajes de su Retó-
rica. El capítulo 11 del libro I enumera todas las causas del pla-
cer, ese "movimiento por el cual el alma es conscientemente lle-
vada a su forma normal de ser", y precisamente las últimas de
aquellas causas son la diversión y la risa que desencadenan las
cosas cómicas, hombres, palabras y acciones 43 . Poco más ade-
lante, el filósofo destaca las actitudes de la mente a las que es
posible recurrir para compensar la ira y llevar al auditorio hacia
una sensación de calma y bienestar: ellas son el juego, la risa, la
participación festiva, la prosperidad, el éxito, la abundancia, en
síntesis, la hilaridad, el placer no insolente y la esperanza justifi-
cada 44 . Por último, en el capítulo 18 del libro III, dedicado a los
instrumentos de la controversia, las bromas cierran el panorama:
Gorgias ya las recomendaba para destruir la seriedad del opo-
nente así como aconsejaba esgrimir seriedad en contra de los
chistes usados por la contraparte. De cualquier manera, según
Aristóteles, quien se remite a la clasificación de las bromas rea-
lizada en la Poética (en su segundo libro perdido), el hombre
libre, el ciudadano recto, usará preferiblemente la ironía, que le
cuadra mejor que la causticidad. "El hombre irónico bromea para
divertirse a sí mismo, el bufón para divertir a los demás "4S.
El Estagirita también se ocupó de la fisiología de la risa en el
tratado Sobre las partes de los animales. Al describir el movi-
miento del diafragma, nuestro autor encuentra en la experiencia
de la risa una prueba de la acción del calor sobre ese músculo.
Porque cuando a un hombre se le hacen cosquillas en la axila, el
movimiento se transmite al diafragma, lo calienta y éste ocasio-
na una risa independiente de la voluntad. Pero, nos dice Aristó-
teles, deslizándose de la biología hacia la antropología filosófica:
132 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
los hombres para "imitar, narrar con gracia, hacer reir median-
te el juego de la fisionomía, las inflexiones de la voz y la origi-
nalidad de la dicción"51. No obstante los peros a la teorización
sobre la risa, César se pliega a los ruegos de Antonio y de Craso
(éste presente también en el diálogo y gran cultor de lo cómico
en sus alegatos) y decide, por fin, exponer la cuestión con un
cierto orden lógico.
Sobre la naturaleza de la risa, cómo se produce y estalla sin
que, primero, podamos contenerla, cómo engendra un temblor
que se nos transmite a todo_eLcuerpo, son temas para los cuales
César remite a Demócrito 52 . Segundo punto: el locus o dominio
de la risa es siempre alguna fealdad (turpitudo) o deformidad
que descubrimos en los otros. Tercer aspecto a estudiar: si con-
viene o no al orador el excitar la risa. La respuesta es afirmativa
y sin titubeos, porque la hilaridad dispone a la benevolencia res-
pecto de quien la suscita, la agudeza del ingenio en la réplica o
en el ataque retóricos conlleva una sorpresa agradable, el chiste
desconcierta al adversario y, sobre todo, "las cosas que los ar-
gumentos no diluyen fácilmente, con la burla y la risa se disuel-
ven"53. Cuarto punto: en qué medida ha de emplear las bromas el
orador, pues es sabido que ningún hombre honesto está dispues-
to a reírse de la extrema perversidad - l o s malvados deben ser
perseguidos con armas diferentes a las del ridículo-, o de la ex-
trema miseria -reir de los desgraciados es, en realidad, insultar-
los-. Por lo tanto, el orador tendrá que guardar el equilibrio en
sus recursos cómicos, mantenerse alejado de la bufonería y de
las exageraciones características de los mimos. Quinto y último
tema: la clasificación de los géneros del ridículo, los cuales son
básicamente dos, el que nace de las cosas, las personas y las
acciones y el que surge de las palabras. En cuanto al primero, las
fábulas, los cuentos, las anécdotas suelen ser los vehículos para
poner en evidencia lo risible, o bien, si se trata de personas, la
imitación de sus gestos, de sus dichos e incluso de sus rasgos
físicos provocan la hilaridad de los oyentes. Lo que se quiere
resaltar entonces, haciéndolo objeto de la risa, es la extravagan-
cia, la superstición, la vanidad, la tontería de los individuos. Mas
el orador habrá de cuidarse, en estos casos, de no ir a dar a la
parodia, a las muecas y, menos aun, a los chistes obscenos. Para
revelar lo ridículo en cosas, hombres y acciones, sus mejores
maneras de expresión serán el apólogo, el símil, las imágenes,
las hipérboles por exceso o por defecto, el disimulo gracioso (ur-
bana dissimulatio), lo que los griegos llamaron ironía, arte en el
134 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
del ridículo que un azar puede poner al alcance del orador 59 . Pero
las Institutiones reconocen, más todavía que el texto de Cicerón,
el poder arrollador y benéfico de la risa.
"(...) Aunque la risa parezca ser una cosa frivola, propia más
que nada de los bufones, de los mimos y de los ignorantes,
no sé si habrá algo cuya fuerza sea tan imperiosa y ala cual
apenas se pueH^resistir. Pues a menudo ella irrumpe a pesar
nuestro y no sólo obliga a la cara y a la voz a expresarla
sino que sacude todo el cuerpo con su violencia; suele ocu-
rrir que ella cambie el tenor de los momentos más serios y,
con mucha frecuencia, quiebre el odio y la ira"6".
Mateo, 18, 20. "Basta que esté en la boca de dos o tres para que se pre-
sente el Verbo todo".
( 'APITULO I I : L A RISA. ISAAC Y SILENO.. 161
* Los ángeles.
** La luna.
*** El sol.
( 'APITULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . 173
/
( 'APITULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . 175
s
La Transfiguración.
** La aparición de Cristo a la Magdalena.
*** La cena en Emaús.
176 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
En la hostería lo encontramos:
y, partido el pan, por ellos reconocido,
de allí huyó para no ser visto"25i.
Y aunque un dominico "medio blanco (...) medio negro" tra-
te de refutar a Antonio y lo amenace con la hoguera ("Crédulo,
inicuo y zonzo, /si no te enmiendas del pecado pronto, / tengo la
autoridad de hacerte asado " 259 ), el poeta asigna al fallecido bu-
fón de la corte mantuana, Bernardino Tintori llamado "el Loqui-
to" (¡7 Mattello), la misión de hacer reir a la muerte en el camino
al más allá y, con su espíritu dividido, al paraíso y a Cerbero en
el infierno 260 . Para sí mismo, Cammelli se reserva un papel seme-
jante en el reino de Plutón y Proserpina, descripto jocosamente en
el diálogo introductorio del corpus dedicado a Isabella. Plutón ha
mandado colocar el letrero siguiente sobre la roca de "marcasita "
donde se asentará nuestro poeta en el mundo de los muertos:
"Nadie se atreva a tener su sede o lugar aquí
hasta que del mundo una sombra a este nido
no llegue escoltada por un cortejo divertido.
Y cuando ella esté aquí, sin proferir gritos
huyan la sombra del lugar las tristes sombras,
ni a cien pasos se aproxime o permanezca
el espíritu que su error a otros oculte "261.
del culto de los dioses. Además, desde los tiempos más remo-
tos hasta hoy, se ha observado que la naturaleza une la in-
mensidad y la extrañeza con la rareza, para que parezca que
ella no sabe producir nada exquisito ni grandioso que no sea
raro (...) De tal modo, sin duda comprendemos que todo lo
raro posee un sentido de divinidad, por cuanto tiende a ser
considerado único y exquisitamente solo, y muy separado de
la populosa muchedumbre de las otras cosas (...)
Por la tanto, podría afirmar que el oficio del escritor consis-
te en tratar sólo temas que sean desconocidos o impensados
para los lectores"263.
dios travieso prepara una nueva broma pues quiere crear divisio-
nes y celos entre los dioses a causa de esas plegarias que se diri-
gen hacia el cielo. Los inmortales reciben complacidos las ora-
ciones y piden al inventor del asunto, a Momo, que regrese al
Olimpo. Pero al poco tiempo, los votos de los hombres han inva-
dido todo el palacio celestial, impiden el paso del carro solar y,
para colmo, comienzan a heder pues, siendo deseos humanos,
están llenos de odio, de ira y de miedo. Momo aprovecha para
contar a Júpiter cuáles son las ocupaciones de los mortales en la
lierra, para señalar que la más útil de ellas es la de mendigo va-
gabundo y criticar a los filósofos y sofistas a quienes Momo atri-
buye el no creer en la existencia de los dioses. Entretanto, Juno
ha construido un arcoiris con los ruegos de los hombres, pero el
arco se derrumba y entonces Júpiter, enojado contra la humani-
dad que ha provocado esa catástrofe en el cielo, resuelve cam-
biar el mundo. Con el propósito de calmar a su padre, los demás
dioses le sugieren que pida consejo a los filósofos para encarar
la transformación del universo: así Júpiter desciende a un gim-
nasio de la tierra donde se han concentrado los sabios, es recono-
cido por Diógenes y luego se topa con Demócrito a quien escu-
cha debatir el tema de la existencia de los dioses. Júpiter encarga
a su hijo Mercurio que hable con los filósofos y les pregunte
acerca de la reorganización del mundo. Ante el fracaso de Mer-
curio, Júpiter asigna la misma misión a Apolo, el cual regresa al
Olimpo haciendo grandes elogios de Sócrates y Demócrito. A
todo esto, en la asamblea de los inmortales ya se han presentado
varios proyectos mientras el calor, el hambre y la fiebre diezman
a los habitantes de la tierra y los hombres elevan preces excep-
cionales a los dioses. Júpiter se siente conmovido y desvía su ira
hacia Momo: el dios del Sarcasmo es condenado a destierro por
segunda vez y encadenado a un arrecife en el océano.
La carbonada era una carne de puerco salada y cocida sobre una parrilla
o sobre carbones.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y SILENO... 199
6
la consagración de la fuerza y de la violencia, ejercidas por
los nobles caballeros, a la causa de la caridad y del bien co-
mún es puesta patas arriba cuando Rinaldo, expulsado de la
corte de Carlomagno, reacciona organizando una banda de
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Del mar de la India al océano Atlántico que baña las costas de Mauritania.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 203
* Un cazador de tordos lloraba al mismo tiempo que aplastaba con sus de-
dos las cabezas de los pájaros atrapados. Dijo entonces un tordo a otro:
"Fíjate cómo muestra el hombre con su llanto misericordia hacia noso-
tros". Y el otro tordo respondió: "Fíjate mejor lo que nos muestra con
sus manos".
** Es decir que la amenaza se extiende a los monjes y frailes de todas las
órdenes por igual.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 205
turbas de hombres que huyen ante su vista, corre tras ellos, los
putea, los alza por el aire y se retira cuando el polvo levantado
por sus pies inmensos no le permite distinguir nada a su alrede-
dor. Ni los muros de las ciudades ni las fortalezas detienen al
ante, sólo se salvan quienes, como cangrejos o grillos, buscan
agujeros y las cavernas subterráneas para esconderse. El in-
i orinante (Leonardo, se presume) pulsa la cuerda patética, habla
de la desesperación de los padres que pierden a sus hijos, del
lamento, del llanto, del terror, compara las habilidades de los
animales en la fuga (de las golondrinas, de los delfines) con la
impotencia de los hombres y se imagina nadando en la garganta
clel monstruo y permaneciendo "con confusa muerte sepulto en
el gran vientre". Lo fabuloso se hace cómico en los versos que
Leonardo agrega al relato, citados probablemente de memoria de
un poema heroico-burlesco del siglo XIV, la Reina de Oriente de
Antonio Pucci 395 :
—r-M
Como quiera que sea, aun tras esa risa abierta y reparadora
del ánimo es muy probable que perdure un fondo de amargura y,
con él, la impronta de una ambigüedad emocional en los actos de
los hombres. Leonardo se ocupó del tema en un dibujo alegórico
y en el texto que lo acompaña:
"Placer y disgusto se representan como siameses, porque nun-
ca es el uno sin el otro como si estuvieran abrochados, espal-
da contra espalda porque son contrarios. / Fango, oro. / Si
obtienes placer, sabe que detrás de él existe quien te provo-
cará tribulación y arrepentimiento. / Esto es el placer junto
con el disgusto y se representan como gemelos, porque nunca
el uno está desprendido del otro; háganse espalda con espal-
da, porque son contrarios el uno al otro; háganse apoyados
sobre un mismo cuerpo, porque tienen un mismo fundamento,
pues el fundamento del placer consiste en la fatiga con dis-
gusto, [mientras] el fundamento del disgusto son los variados
y lascivos placeres. Pero aquí se representa con una caña en
la mano derecha que es vana y sin fuerza, y las heridas he-
chas con ella son venenosas; pónense en Toscana [las cañas]
como sostén de las camas, para significar que en ellas se ha-
cen los sueños vanos y se consume gran parte de la vida, se
desperdicia mucho tiempo útil, esto es el de la mañana, cuan-
do la mente está sobria y reposada y el cuerpo en consecuen-
cia apto para soportar nuevas fatigas; también allí se practi-
can muchos vanos placeres y con la mente se imaginan cosas
imposibles, y con el cuerpo se ejercitan aquellos placeres que
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
a menudo son razón para perder la vida, por todo ello se usa
la caña para tales fundamentos"435.
"Por aquí Adán y por allá Eva; ¡oh miseria humana, de cuán-
tas cosas por dinero te haces sierva! "436
Sino porque "ducados y piedras preciosas " apartan al hom-
bre verdadero del movimiento del espíritu que lo conduce a cum-
plir sus más elevados propósitos:
"Antes privado de movimiento que cansado de aprovechar /
faltará primero el movimiento antes que el aprovechamiento;
/ antes muerte que no me canso de aprovechar / cansancio;
es movimiento de carnaval; / no me sacio de servir sin can-
sancio / todas las obras / no son para cansarme; / manos en
las cuales caigan ducados y piedras preciosas, nunca se can-
san de servir, pero semejante servicio es sólo para su utili-
dad y no sirve a nuestro propósito; / no me canso de aprove-
char / naturalmente la naturaleza.así me dispone"431.
"(...) Al caer la tarde observa por las calles los rostros de los
hombres y de las mujeres, y cuando el tiempo sea malo, ¡cuán-
ta gracia y dulzura verás en ellos! (...) Aun podrías pintar tu
obra al caer la tarde o si hay nubes o niebla, que es
perfecta luz"445.
En efecto, esa penumbra, representada mediante la técnica
concreta del sfumato en las caras, los cuerpos, los ropajes, otor-
ga a las figuras pintadas del Vinciano un elemento de esponta-
neidad y misterio en el cual confluye la perenne sonrisa de los
personajes. Vehículo invariable de la grazia, es decir, de la natura-
lidad con que se nos muestran los hombres y las cosas en el cua-
dro, como si no hubiera costado ningún esfuerzo el colocarlas allí,
la sonrisa es la representación de la vida interior en la Gioconda,
es el trasunto de las felicidades equivalentes de la vida terrena en
el Baco y de la vida celeste en el San Juan Bautista446. Ella se
propaga en la Santa Ana triple del Louvre de la abuela al niño
Jesús que ríe de su travesura con el cordero 447 . En esa obra, donde
encontramos la totalidad del mundo natural - l a piedra, el embrión,
el cordero, los hombres, el árbol, el agua, las montañas, la tierra, el
aire y la luz-, se percibe el gozo de una humanidad salvada y re-
conciliada con la naturaleza; el enigma se disuelve en una acepta-
ción riente y profundamente religiosa de la vida.
"(...) Por lo cual, hecho esto, las palabras, que por espacio
de una hora habían estado congeladas, comenzaron a licuar-
se y a descender murmurando, como la nieve desde los mon-
tes de mayo; y así de golpe fueron comprendidas muy bien,
aunque los hombres ya hubieran partido"46°.
Las argucias se basan, por su parte, en variados recursos: las
ambigüedades, las alteraciones de letras o bisticci, las traduccio-
nes literales de un nombre propio, las palabras contrapuestas, las
metáforas y comparaciones, la simulación y la ironía que se des-
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) pues son éstos movimientos del intelecto, los cuales, sin
son bellos y hermosos, sirven de signo y testimonio de la des-
treza del ánimo y de las costumbres de quien los dice (lo cual
gusta en demasía a los hombres y los hace queridos y ama-
bles); pero si aquéllos son lo contrario, producen un contra-
rio efecto, porque parece que sea el asno quien juega o que
alguien muy gordo y culón baile y salte vestido sólo con un
chaleco"469.
L a m u j e r c o n f u n d e la f i l o s o f í a y e l a r t e d e la f i s o n o m í a .
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
dar los abusos de los cuales las mujeres son víctimas. Las pro-
pias artes de la vieja Monna Sabattina, motivo del título de la
obra, se verán rehabilitadas, por cuanto de las prácticas hechice-
riles dependerá el desenlace feliz que impida a Tadeo ir a la gue-
rra y íme logre para él el amor de su bella Ginebra. La "bruja"
realiza la burla efectiva de la guerra que el burgués Bonifacio ha
condenado en las palabras dirigidas al sobrino Tadeo:
no, vid, pero: gran vituperio es que tú, villano traidor, hayas
querido ennoblecerte por tales medios" 578 ;
• entre los juegos de palabras, el episodio del impresor no muy
letrado que escribió De vitiis pontificum ("Sobre los vicios de
los pontífices") en lugar de De vitis pontificum ("Sobre las
vidas de los pontífices"). El corrector no modificó el error,
"juzgando que éste se debía a la voluntad de Dios actuante
en la simplicidad del compositor"519. O bien la ocurrencia del
médico de Padua que quiso burlarse de un filósofo recitando
el verso de Petrarca "Pobre y desnuda vas Filosofía", a lo
que el filósofo replicó con el verso siguiente del mismo poe-
ta: "Dice la turba entregada a la vil ganancia "58°.
En la colección de Domenichi reaparece el género, ya señala-
do en el caso de Bracciolini, de las facezie políticas sobre los
ciompi581, sobre las finanzas de las ciudades, de la Iglesia y del
Imperio, sobre la diplomacia, sobre los abusos de los tiranos. Un
relato brutal es el de Giovan Maria Visconti, duque de Milán,
quien preguntó a un ballestero por qué cerraba un ojo al apuntar
con su arma. "Porque el ojo no me sirve en ese casó", respondió
el ingenuo, ante lo cual el duque ordenó que el ojo le fuese qui-
tado de inmediato, por inútil para la tarea que el soldado había de
cumplir 582 . Pero a tamaña crueldad se opone la historia del dux
sabio, Leonardo Loredano de Venecia, quien se topó con los
embajadores de España y de Francia en una ceremonia oficial,
tras una derrota impresionante de los franceses a manos de los
españoles. El dux debía expresar, diplomáticamente, tristeza y
alegría al mismo tiempo, entonces dijo:
"Yo usaré hoy con vosotros las palabras de San Pablo, para
que, por cuanto no hay nadie que pueda resistir a la voluntad
de Dios, yo llore con quienes lloran y me alegre con quienes
se alegran "583.
No sólo descubrimos aquí nuestro famoso topos paulino de
la pluralidad de los signos, adaptado además a la conciliatio
oppositorum de la risa y del llanto, sino que el relato nos intro-
duce en una variable muy original de las Facezie de Domenichi,
i.e.: el tratamiento jocoso de algunas polémicas teológicas de
alto coturno, como el problema de la teodicea, la cuestión del
pecado y la omnipotencia divina. El primer asunto es el tema de
un diálogo entre un ermitaño y Satanás 584 : el santo varón pregun-
ta al diablo por qué no deja de torturar a las almas de hombres
que nada hicieron contra él, por qué no abandona una existencia
258 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Cicerón con su habla, los sonidos de las cítaras con sus cantos:
todo es excelso en ella, haga lo que haga. Pero, por las tardes,
cuando hombres y animales se recogen en sus moradas y buscan
el reposo, "sólo yo -dice Tonello- toda la noche tengo misera-
ble mis trabajos"629. Crece la indiferencia, el desprecio de
Zannina, y nuestro pastor comienza a desesperar de la dueña de
"esa trompita más dulce que cualquier ricotta "63°, de esa boca
que sonríe como Apolo, habla como Ulises, canta como Arion,
escupe bálsamo, y cuando golpea, lastima como el acero 631 . La
"pérfida vaca " tiene un pecho férreo para Tonello, pero uno des-
hecho para Bertolino. "Si nos comparas en cuanto a doctrina -
exclama Tonello-, más docto soy yo en desbrozar los huertos y en
conducir los bueyes"622. Pero Zannina se ríe y se burla de todo
cuanto intenta Tonello, si come, si bebe, si duerme, si toca la gaita.
Los amigos lo exhortan a olvidar ese amor que lo consume. Bigolino
intenta conmoverlo con el recuerdo de la antigua alegría:
ran "mierda " las rimas de los lombardos, "las de ellos tampoco
me saben a jugo de abejas"616. Y hablando de malos olores, pue-
de suceder que, en medio del canto del vate, se le escape un cues-
co al lector; nada hay de reprobable en ello, pues no es nuestra la
culpa sino de lo que comemos. Una cita evangélica refrenda es-
candalosamente tan sabia conclusión:
"«Comed quae apponuntur, fratres mei*»
clama el Evangelio; aunque tal precepto
sea respetado por muchos en su perjuicio "677.
La mentulatría, por supuesto, despunta en una de sus mani-
festaciones más groseras, la del burro al que le crece una quinta
pierna, "clave de sí natural fuerte y dura ", que se hace de "sí
bemol" (sí "blando", en italiano) cuando la bestia recibe una car-
ga de leña sobre su lomo; y las mujeres ríen, fingiendo que no
miran, pero quien "entonces hubiera buscado bien bajo las po-
lleras / habría visto que tal vez reían con otra boca entre las dos
columnas" (!!) 678 . El encomium coitus, sin metáforas ni dobles
sentidos, es de una grosería inédita: se encuentra en el contexto
de una invocación del poeta "alia donna sua", cuyo cuerpo él
explora con la nariz hasta el lugar "ubi Platonis requiescunt ossa "
("donde reposan los huesos de Platón") 679 . Claro que semejantes
excesos líricos se explican porque la estrella dominante en la vida
del artista es Saturno, que transforma a los hombres en quimeras y
les llena la mente de fantasías 680 . Con su cerebro "lunático, fan-
tástico y arbitrario ", el autor se confiesa gramático, es decir, "asno
puro, bastante mejor que puro matemático", si bien no lo sufi-
cientemente borrico como para no tomar sus precauciones:
para la cual han sido educados desde niños. La división del tra-
bajo es estricta y tan completa que nadie se prepara siquiera la
comida sino que acude a las hosterías y recibe gratis los alimen-
tos y manjares que necesita. No existe el dinero y cada cual reco-
ge sus vestidos, uniformes en cuanto al corte y al color según las
edades, directamente en los talleres de los sastres y costureras.
No hay ricos ni pobres en el momento de caer enfermo y ser
curado en los hospitales. El académico loco se asombra de que
un rico fuese a dar al hospital, pero es el sabio quien replica: "Sé
cuerdo, hombre, que allí no era uno más rico que otro. Tanto
comía y se vestía y tenía casa bien provista el uno como el otro
Los nacimientos ocurren sin que se conozca la paternidad y, dado
que los niños, a partir de cierta edad, son criados y educados en
común por maestros especializados, aquel país merece el califi-
cativo de bendito pues ha quitado del corazón de los hombres el
llanto y "el dolor ante la muerte de la mujer, de los parientes, de
los padres, de las madres y de los hijos". La comunidad de bie-
nes y personas contribuye a la eliminación, por inútiles, de dotes
y litigios, con lo cual ha desaparecido la turba de notarios, pro-
curadores, abogados y de los males que ellos acarrean en nuestro
mundo. Los viejos son eximidos del trabajo sistemático y aten-
didos en hospicios muy confortables. Los holgazanes pertina-
ces, después de haber sido exhortados varias veces a reiniciar el
trabajo, se ven impedidos de dirigirse a los almacenes y de tomar
a piacere la comida para alimentarse. También el acceso a las
mujeres es común, punto que rechaza el académico loco, aunque
- d i c e el sabio- "por ser cosa de locos, debiera de gustarte".
Por otra parte, "tener una, dos, tres, cien y mil mujeres al mando
de Vuestra Señoría os impedirá caer en extravagancia", claro
que el amor ha desaparecido y a esto replica el loco que él se
complace en ser presa del ardor y del deseo eróticos 72 '. El sabio
argumenta que, de cualquier modo, la erradicación del amor evi-
ta los crímenes pasionales, las lacras de la rufianería y de la pros-
titución, las competencias sanguinarias entre las familias por asun-
tos de dote u honor. La sociedad es muy frugal, los apetitos se
han extinguido y no existen los banquetes, las francachelas ni
los atracones. Por eso mismo, al nuevo mundo casi no lo afectan
las carestías, pero tampoco resulta atractivo para posibles con-
quistadores extranjeros. Si algún desaforado intenta dañar a las
personas y los bienes comunes, rápidamente los miles que com-
ponen la mayoría del pueblo lo reducen y "el principal de la
tierra" lo obliga a tomarse un remedio hecho de arsénico que
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . . 297
del coito y los genitales 733 -, aunque lo hace con una nueva con-
tención en el uso del vocabulario y sin perder originalidad,
como lo prueba esa divertida historia de la mujer adúltera que
se confesó a su marido disfrazado de fraile y supo luego inter-
pretar sus propias palabras de modo que el cornudo quedó con-
forme e incluso arrepentido de haber preparado una trampa
artera contra su "fiel" esposa 734 . Se advierte a cada paso que Los
Mármoles imitan jocosamente las polianteas, por ejemplo, en la
crítica burlesca del teatro de la memoria pergeñado por Giulio
Camillo 735 , junto a los razonamientos satíricos contra la cábala
cristiana y los ataques a Martín Lutero, el que lleva el número
666 de la bestia apocalíptica 736 , o se nota sobre todo en los diá-
logos graciosos entre Ghetto y Carafulla sobre cuestiones de
astronomía. Ghetto representa al ignorante metido a astrólogo
científico, quien ha revisado un libro de esa disciplina y se lan-
za a hablar de una manera desopilante. Así dice que la esfera
está dividida en dos "ministerios" y que debe de "zmanducar-
se" una línea que los separa llamada "bisonte"121. Carafulla,
por su parte, parece más enterado de las cosas porque no sólo
corrige a Ghetto, sino que trata de explicarle la teoría heliocén-
trica y probarle que ésta encierra la verdadera descripción de los
cielos. Ahora bien, los argumentos de Carafulla o son cómicos
de por sí o están dichos en modo desopilante; i.e., que si la tie-
rra se estuviese quieta, muy pronto se mezclarían el agua, el
fuego y el aire y no duraría el mundo; o que las casas se agrie-
tan y se desmoronan poco a poco, al punto de andar siempre re-
parándolas, porque la tierra gira; los movimientos del mar tie-
nen la misma causa y por eso los filósofos han dicho de los
hombres que somos árboles invertidos, vale decir que nuestro
destino habría de ser el de estarnos con los pies hacia las estre-
llas, y que nuestra postura es violenta se prueba por el hecho de
que si permanecemos muy quietos termina por dolemos la cabe-
za, o bien por el movimiento incansable de los niños quienes no
se han acostumbrado aún a quedarse de pie sobre esta bola de
tierra 738 . De tal suerte, la exposición del heliocentrismo perma-
nece bajo una sombra ambigua de dudas, quizás sabio y loco si-
multáneamente, como el nuevo mundo de utopía.
ella también peregrine por los mismos lugares que recorre la Ri-
queza sin que nunca puedan ambas coincidir en el tiempo 779 .
De esta guisa, Momo, el amo divino de la risa, se convierte
en el genio que insufla gracia y justicia a los planos del arquitec-
to del nuevo mundo asentado sobre la paz y la ciencia verdadera,
del nuevo tiempo que no ha de ser otra cosa sino la era de la
auténtica religión restaurada.
Pero permítaseme completar esta síntesis sobre la risa, oca-
sional y esencial a la vez (valga la bruniana contradicción del
papel asignado a la hilaridad) en los textos explícitamente filo-
sóficos de Bruno, con el análisis de una obra en la cual el Nolano
quiso adrede hacer reir desde el principio hasta el fin: su come-
dia Candelaio ("Candelabro"), escrita entre 1576 y 1582, edita-
da en 1582 y 1583, nunca actuada sobre una escena hasta nuestro
siglo pero sí tal vez representada como teatro leído por sus con-
temporáneos 780 . El Candelabro conserva algunos caracteres bá-
sicos de la comedia italiana del Cinquecento - p o r ejemplo, el
impulso amoroso en el origen de la acción dramática, las unida-
des de espacio y tiempo, los sirvientes oscilantes entre la fideli-
dad a los amos y la autonomía de sus intereses, los personajes de
los bajos fondos, el entrelazamiento de dos historias paralelas, el
engaño y la burla como elementos principales en la resolución
del conflicto, el metadiscurso teatral de los prólogos, la comici-
dad reica de la que hablaba Leopardi-, pero al mismo tiempo
deja a un lado otros dos rasgos consagrados e importantes del
género, i.e., la lucha entre jóvenes enamorados y padres merca-
deres avarientos, y el final feliz de ese conflicto. Esta falta de
una conclusión reparadora y armoniosa podría conducirnos a
pensar en una mezcla de subgéneros (sugerida por el lema de la
pieza: "In tristitia hilaris, in hilaritate tristis") o quizás en una
tragedia ausente. Pero lo cierto es que la risa no cesa jamás en el
curso de la acción ni se disipa la obscenidad o el elemento por-
nográfico cómico que se oculta y proyecta desde el título. Por-
que, según permite entender el personaje del pintor, Giovan Ber-
nardo, cuando dice que el señor Bonifacio, personaje central de
la obra, quiere "de candelabro hacerse orfebre ", la palabra "can-
delabro" señalaría la condición de homosexual de Bonifacio, arre-
pentido en la circunstancia y deseando poseer a una cortesana 781 .
"(...) El tiempo todo quita y todo da; cada cosa cambia y nada
se aniquila; sólo hay uno que no puede cambiar, uno solo es
eterno y puede perseverar eternamente uno, semejante e igual
a sí mismo. Con esta filosofía el ánimo se me agranda y se me
magnifica el intelecto. Pero cualquiera sea el momento de esta
noche que espero, si la mutación es verdadera, yo que estoy en
medio de la noche espero el día, y quienes están en medio del
día esperan la noche: todo cuanto es o está aquí o allí, o cerca
o lejos, o ahora o luego, o pronto o tarde. Gozad, pues y, si
podéis, permaneced sana y amad a quien os ama "19°.
cento, que tenía por protagonistas nada menos que al rey bíblico
Salomón y a cierto campesino Marcolfo. Se trataba de una com-
petencia entre el monarca y el rústico en la cual la inteligencia
del uno y del otro se ponían de manifiesto mediante un alternarse
de enigmas, adivinanzas, proverbios y dichos jocosos. Croce
desactivó algunas notas sospechosas de herejía en aquel texto,
agregó episodios graciosos y comentarios morales y eruditos de
su propio coleto. Bertoldo es descripto como un hombre feísimo
y deforme, un Narciso al revés, pero dueño de una vivacidad y
una agudeza dignas de confrontarse con la sabiduría de un rey,
"siendo que la naturaleza suele a menudo infundir en semejan-
tes cuerpos monstruosos algunas dotes particulares que no re-
gala a todos con tanta largueza " 804 . Porque, en verdad, el pro-
pósito de Croce no parece haber sido primariamente el de hacer
reir, sino el de hacer "trastabillar cuando no asombrar", y lue-
go entretener y deleitar mediante "las astucias, dichos, senten-
cias, argucias, proverbios y estratagemas sutilísimas " de un per-
sonaje que auna la fealdad de su cuerpo con la belleza del alma,
"bolsa de tela gruesa forrada por dentro de seda y oro"ms. No
hemos de resumir los avalares por los que transita Bertoldo en la
corte de Alboino, por ejemplo las trampas que él tiende a las
mujeres del reino cuando ellas pretenden sentarse de pleno dere-
cho en el senado, el odio que sus burlas infunden en el ánimo de
la reina, el episodio desopilante del esbirro o el suceso de su
ejecución frustrada, ni citaremos las adivinanzas y los refranes
con los cuales nuestro campesino sale airoso de las réplicas y
zancadillas que le tiende el monarca. Recordemos tan sólo las
circunstancias de su muerte, sobrevenida por la falta de su buena
dieta campesina de habas, cebollas y nabos asados (Bertoldo paga
sin demasiada culpa el hecho de haber cambiado su medio rústi-
co, su lugar que parece natural a fuerza de la costumbre estable-
cida durante generaciones, por la molicie de la corte). Mencio-
nemos asimismo su epitafio y su lúcido testamento, confiado al
notario Matorral de los Envoltorios ( C e r f o g l i o de'Viluppi) y que
éste lee en presencia de Albuino: en ambos documentos, se con-
densa la sabiduría campesina, bastante apaciguadora, es verdad,
producto de muchos siglos de dominación feudal, pero también
consciente de su valor para la supervivencia y exigente de una
justicia y de un reconocimiento pacífico de la dignidad, debidos
a los hombres que trabajan de sol a sombra para alimentar a la
humanidad entera. Bertoldo lega sus bienes humildes y escasos
a quienes mejor sabrán servirse de ellos, reparte consejos a su
316 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
fianza con la cual se abren camino; el dibujo del blasón nos re-
sulta indescifrable. San Esteban, "plácido, risueño, benigno, ge-
neroso " según rezan los versos del epígrafe en la lámina, se en-
cuentra sobre un elefante, animal simbólico de la benignidad y
de la religión 904 ; el blasón contiene la figura de una mujer que
amamanta niños, alegoría clásica de la caridad.
La procesión de cabalgaduras diferentes y de símbolos varia-
dos en los blasones nos recuerda, con cierta soltura, sus equiva-
lentes en la Coena Cypriani, tal vez por la finalidad mnemotécnica
que la una y las otras poseen, quizás porque las asociaciones
entre ios santos varones y las bestias nos asombran jocosamente.
A pesar de lo habitual de estas relaciones en la iconografía del
R e n a c i m i e n t o y del B a r r o c o , tan i n f l u i d a p o r la c u l t u r a
emblemática y simbólica a partir del Sueño de Polifdo y de la
obra de Alciato, la excepcionalidad de los vínculos establecidos
en los grabados de Coornhert nos lleva a pensar que una libertad
jovial y una notable falta de prejuicios hubieron de conjugarse
para producir tales imágenes. Y, por cierto, a ello se adecúan los
datos que poseemos acerca de la personalidad de Coornhert, hom-
bre de letras, político, publicista crítico por igual de católicos
(debido a su intolerancia) y de calvinistas (debido a su icono-
clastia) en la Holanda de las guerras de la independencia 905 .
Ilustración n" 14: Dirk Volkertsz Coornhert, Triunfo deEsteban,de la serie sobre el
triunfo de la Paciencia, El Escorial, Monasterio de San Lorenzo.
348 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Ilustración n° 15: Dirk Volkertsz Coornhert, Triunfo de Cristo, de la serie sobre el triun-
fo de la Paciencia, El Escorial, Monasterio de San Lorenzo.
C A P Í T U L O I I : L A RISA. I S A A C Y SILENO... 349
Ilustración n" 14: Dirk Volkertsz Coornhert, Triunfo deEsteban,de la serie sobre el
triunfo de la Paciencia, El Escorial, Monasterio de San Lorenzo.
350 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) sabé que cuatro cosas 110 valen nada si no son anticipa-
das ó comunicadas á menudo: el placer, y el saber, y el di-
nero, y el coño de la mujer, el cual no debe estar vacuo, se- ,
gún la filosofía natural"911',
sino que ella percibe la llegada de un "mundo nuevo" en su
retiro de Lípari 918 , una sociedad pacífica a la que no cuadre la
alegoría onírica del árbol de la locura y que sea igualitaria, ilus-
trada y libre, cosa que nuestra Aldonza expresa de la manera
siguiente:
Ilustración n° 15: Dirk Volkertsz Coornhert, Triunfo de Cristo, de la serie sobre el triun-
fo de la Paciencia, El Escorial, Monasterio de San Lorenzo.
C A P Í T U L O I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 351
Ilustración n" 14: Dirk Volkertsz Coornhert, Triunfo de Esteban, de la serie sobre el
triunfo de la Paciencia, El Escorial, Monasterio de San Lorenzo.
352 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Ilustración n° 15: Dirk Volkertsz Coornhert, Triunfo de Cristo, de la serie sobre el triun-
fo de la Paciencia, El Escorial, Monasterio de San Lorenzo.
C A P Í T U L O I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 353
gios; y ved aquí qué bella reforma, pues se han retirado to-
dos esos jóvenes profesores quienes querían mostrar a toda
costa que sabían más griego y latín que nadie. Han cesado
esas facciones de maestros de las artes, en las cuales se usa-
ba golpearse con porras de fieltro y con caperuzas. Todos
esos escolares de buena cuna, grandes y pequeños, han hui-
do. Los impresores, libreros, encuadernadores, doradores, y
otras gentes de papel y pergamino, que eran más de treinta
mil, se escabulleron caritativamente por cien barrios para
vivir de sus ganancias, y dejaron lo suficiente para quienes
los siguieron. Los profesores públicos que eran todos Reales
y Políticos, no nos vienen más a romper la cabeza con sus
arengas y sus congregaciones de los tres Obispos; se pusie-
ron a practicar la alquimia cada uno en su casa. En síntesis,
todo está tranquilo y apacible, y os diré mucho más: antes,
en los tiempos de los Políticos y Herejes Ramus, Galandius y
Turnebus, nadie hacía profesión de letras si, con generosidad
y grandes gastos, no había estudiado y adquirido las artes y
las ciencias en nuestros colegios, y pasado por todos los gra-
dos de la disciplina escolástica "965.
Notas
35 Platón, Filebo, 47 d - 50 e.
36 Aristóteles, Poética, México, UNAM, 1946, p. 3. Texto griego, traduc-
ción y aparato crítico a cargo de Juan David García Bacca. El pasaje re-
ferido es 1448 a, 17-19.
37 Ibidem, 1448 b, 37 y 1449 a, 31-36, en las pp. 6 y 7 de la edición citada.
38 Ibidem, 1149 a, 33-36. En la edición citada, p. 7.
39 Sigo la edición de la Opera Omnia graece et latine de Aristóteles, publi-
cada por Firmin Didot en París en 1878. En adelante. Opera, n° de volu-
men, n° de página.
40 Etica a Nicúmaco, 1108 a. En Opera, \ol. II, pp. 21-22. En la Magna
Moralia (I, cap. 31, 1193), Aristóteles' presenta una segunda síntesis de
la virtud y de los vicios concernientes al placer. El bufón piensa que todo
puede ser objeto de irrisión; el rústico se indigna frente a cualquier sar-
casmo dirigido contra sí mismo o contra los demás. El entrápelos sabe
burlarse con moderación, sólo de algunas cosas, y tolera las bromas ajenas.
41 Ibidem, 1128 a-b. En Opera, vol. II, pp. 50-51.
42 Ibidem, 1158 a. En Opera, vol. II, p. 95. En los Problemata, las pregun-
tas referidas a la templanza y a la continencia incluyen precisamente un
interrogante sobre el carácter incontenible de la risa en un grupo de ami-
gos. Tanto más fácil se mueve un conjunto cuanto más estrecha es su
unión; así la benevolencia, que es la nota esencial de la amistad, provoca
el m o v i m i e n t o c o m ú n de la risa en todos los m i e m b r o s del g r u p o .
Problemata, XXVIII, 8, 950. En Opera, vol. IV, p. 260.
43 Retórica, 1369 b -1372 a. En Opera, vol. I, pp. 336-337.
44 Ibidem, libro II. cap. 3, 1380 b. En Opera, vol. I. p. 350.
45 Ibidem, 1419 b. En Opera, vol. II, p. 409.
46 Sobre las partes de los animales, libro III, capítulo 10, 673 a. En Opera,
vol. III, p. 269.
47 Problemata, XXXV, 8, 965. En Opera, vol. IV, p. 286.
48 Ibidem, XXXV, 6, 964. En Opera, Ibidem.
( 'APÍTULO I I : L A RiSA. ISAAC Y SILENO... 373
75 Paraíso, XXIX, vv. 115-117. "Or si va con motti e con iscede/ a predi-
car, e pur che ben si rida,/gonfia il cappuccio e piít non si richiede".
76 PL, IV, columnas 1007-1014. Debemos a Umberto Eco el reconocimiento
moderno de tan preciosa pieza, obra maestra de la risa (Umberto Eco, II
nome della rosa, Milán, Bompiani, 1981, p. 470). No obstante, ya en 1962,
en su extraordinario libro L'Antirinascimento (con un appendice di
nianoscrini inediti), Milán, Feltrinelli, pp. 284-286, Eugenio Battisti recordó
este mismo texto, unido a otros clásicos de la comedia medieval como las
obras escritas por la benedictina Rosvita en la segunda mitad del siglo X.
77 lbidem, columna 1014.
78 Véase D. Ménager, op.cit., pp. 129-132, donde se dan detalles importan-
tes acerca de la exégesis de los pasajes de Abraham y Sara en un texto
tardomedieval, El Misterio del ViejoTestamento, y en los comentarios de
Calvino.
79 PL XIV, Sancti Ambrosii, De Isaac el anima, columnas 527-560.
80 lbidem, columna 527. "(•..) Itaque ipso nomine figuram et gratiam
signat, Isaac etenim risus Latine significatur, risus autem insigne
laetitiae est. Quis autem ignorat quod is universorum laetitia sit qui mortis
formidolosae vel pavore compresso, vel moerore sublato, factus ómnibus
est remissio peccatorum?"
81 Génesis, 18, 10-15.
82 Génesis, 21,6.
83 PL XIV, columna 528.
84 lbidem, columna 531. "(...) Ergo vel anima Patriarchae videns mysterium
Christi, videns Rebeccam venientem cum vasis aureis et argentéis,
tanquam Ecclesiam cum populo nationum, mirata pulchritudinem Verbi,
et sacramentorum ejus dicit: Osculetur me ab osculis oris suis fCant
1,1). Vel Rebecca videns verum Isaac, verum illud gaudium, veram
laetitiam, desiderat osculari".
85 Cornelio A. Lapide, Commentaria in Scripturam Sacram, París, Luis
Vives, 1866, tomo I, pp. 223 y 239.
86 lbidem, p. 239.
87 San Bernardo (atrib.), Liber de modo bene vivendi. En PL, CLXXXIV,
columnas 1294-1295.
88 En PL, tomo CLXXXIII, vol. II, col. 716.
89 Giacomo Leopardi, Opere, al cuidado de G. De Robertis, Milán-Roma,
Rizzoli, 1937, vol. III, pp. 45-46, Zibaldone dei pensieri. Debo esta refe-
rencia y las dos siguientes al profesor Andrea Lombardi, catedrático de
literatura italiana en la Universidad de San Pablo (Brasil).
90 G. Leopardi, Pensamientos, LXXIX.
91 "e' dice cose, e voi dite parole". Cit. en Michelangelo Buonarroti, Poe-
mas, presentados por Andrea Lombardi, traducidos al portugués por
Nilson Moulin y con un postfacio de Giulio C. Argan, Río de Janeiro,
Imago, 1994, p. 12 (edición bilingüe).
92 Karl Marx, Oeuvres choisies, a cargo de Norbert Guterman y Henri
Lefebvre, París, Gallimard, 1963, tomo I, pp. 328-329. El pasaje bíblico
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y SILENO... 375
citado es Ezequiel 37, 5: "Así dijo el Señor a sus huesos: He aquí que
haré penetrar en vosotros el espíritu y viviréis".
93 Ibidem, tomo I, p. 290.
94 P o g g i o B r a c c i o l i n i , Facezie, ed. M a r c e l l o Ciccuto, con un e n s a y o
introductorio de Eugenio Garin, Milán, Rizzoli, 1994, pp. 15-16. Edición
bilingüe latín-italiano.
95 La edición príncipe de las Facetiae, en latín, fue realizada en Venecia en
1470. Hubo otras versiones latinas: Roma, 1470; Ferrara, 1471; Nuremberg,
1472; París, 1498. La primera traducción italiana fue publicada en
Venecia, 1483, la inglesa en Londres, 1484, varias francesas en París,
1488, 1549, 1605.
96 De cualquier manera, no olvidemos que por lo menos unos dieciséis
cuentos de Boccaccio, por su brevedad y estilo, pueden ser considerados
facezie. Me refiero a nueve relatos en la jornada sexta (sólo el décimo
sobre el fraile Cebolla y la burla del culto de las reliquias se aparta de
aquella categoría), al quinto cuento de la jornada octava y a seis historias
de la novena jornada (la de la viuda de Pistoia, las dos de la conocida
brigata de los pintores Bruno, Buffalmacco y Calandrino y la de los jó-
venes que sentían aversión hacia sus padres responden, en esa misma
jornada, a la estructura narrativa prevaleciente en el Decamerón). Tam-
bién debemos de tener en cuenta que el corpas bocaciano contiene varias
historias tristes de muertes por amor, concentradas la mayoría en la cuar-
ta jornada que precisamente se inicia con las desventuras de Guiscardo y
Segismunda, prefiguraciones de la tragedia de Romeo y Julieta.
110 lbidem, 215, pp. 346-347. El Decamerón hubo de ser un modelo respec-
to de esta categoría con sus quince cuentos de crítica a la religión y. más
que nada, a la lujuria del clero.
111 lbidem, 130, pp. 254-257.
112 lbidem, 135, pp. 260-263.
113 lbidem, 165, pp. 294-295. Este Gonnella es un personaje probablemente
real, un payaso de Siena a quien Franco Sacchetti (c.1330-1400) convirtió
en héroe de sus Novelle. Vide Franco Sacchetti. 11 Libro delle Trecento
Novelle, ed. Ettore Li Gotti, Milán, Bompiani. 1946, nov. XXVI], pp. 68-
69 (en este episodio, el bufón Gonnella elude el destierro de Ferrara ha-
ciéndose transportar un carro con tierra de Bolonia y viviendo encima de
éste); nov. CLXXIII, pp. 459-462 (aventura en la que el payaso se hace
pasar por médico en Rocastaldo y obtiene abundantes dineros con el enga-
ño); nov. C L X X X I V , pp. 463-466 (historia que cuenta otra estafa del
Gonnella contra dos mercaderes en Florencia: el primero cae en la trampa,
pero el segundo muele a palos al bufón); nov. CCXI, pp. 597-600 (ocasión
en la que el mismo personaje vende heces de perro en la feria de Salerno,
haciéndolas pasar por pildoras que otorgan la virtud adivinatoria); nov.
CCXII, pp. 601-603 (relato de cómo Gonnella obtiene, disfrazado de pere-
grino y confesándose licántropo, la capa ornamentada de un abad avarien-
to de Nápoles, con gran jolgorio del rey Roberto angevino y de toda su
corte); nov. CCXX (nueva historia sobre una estafa de Gonnella a un gran-
jero a quien arrebata dos capones sin pagar por ellos). Referirnos a la obra
de Sacchetti, muerto de peste en San Miniato en el año 1400, no nos lleva-
ría fuera de nuestro tema pero sí fuera de nuestra cronología. El propósito
de Sacchetti consiste en compensar mediante la risa el dolor del mundo:
"Considerando el tiempo presente y la condición de la vida humana, la
cual es a menudo afectada por enfermedades pestilenciales y muertes
oscuras; y viendo cuántas ruinas, cuántas guerras civiles y campesinas
existen en ella; y pensando cuántos pueblos y familias han ido a parar
por eso a un estado pobre e infeliz, y con cuánto amargo sudor han de
sobrellevar la miseria y sentir que sus vidas se les han escapado; e ima-
ginando también cómo la gente está ansiosa de escuchar cosas nuevas, y
especialmente lecturas fáciles de entender, sobre todo cuando aportan
consuelo, gracias al cual entre muchos dolores se mezclen algunas risas;
(...)" (p. 3). Digamos tan sólo que, si bien parece predominar en la obra de
Sacchetti una comicidad delicada a la vez que crítica, figuran también en
ella los topoi escabrosos que veremos desenvolverse más adelante - e l clero
lujurioso, la mentuloclastia, la laude del coito, las escatologías digestivas-
aunque siempre acompañados de consideraciones del narrador agregadas
al fin del relato con un propósito didascálico evidente. De la primera forma
de comicidad, recordemos la novella del anciano farmacéutico de Federico
II quien dio una lección al emperador citándole la historia de Salomón y la
reina de Saba (II, pp. 5-7); la del señor de Melano a quien un molinero le
contestó cuatro preguntas astutas en reemplazo de un abad (IV, pp. 11-15);
la del genovés enamorado que pidió consejo a Dante (VII, pp. 23-24); la
de Basso della Penna quien dejó un legado a las moscas por ser ellas los
únicos seres vivos que no lo abandonaron durante su enfermedad (XXI,
pp. 56-57); la del fraile que atrajo multitudes cuando predicó que la usura
no era pecado ( XXXII, pp. 83-86); la de las réplicas ingeniosas de Giotto
a sus amigos, las cuales alcanzaban para demostrar que el pintor era tam-
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . . 377
bién "maestro de las siete artes liberales" (LXXV, pp. 180-181); las de
otro artista, Bonamico (nuestro conocido Buffalmacco), quien tuvo que
habérselas con una mona, propiedad del obispo de Arezzo, que imitaba los
movimientos del pintor y arruinaba sus frescos (CLXI, pp. 428-432), o
bien castigó la impaciencia de los habitantes de Perugia pintándoles a
Ercolano, su santo patrono, con una diadema de peces (CLXII, pp. 453-
455), o bien se burló de su maestro Tafo preparándole mientras dormía
una procesión de escarabajos con luces en la espalda que Tafo tomó, al
despertar, por una turba de demonios (CXCI, pp. 520-524); las de las pro-
testas amables de Dante cuando escuchó cómo un herrero y un arriero re-
citaban con errores la Commedia (CXIV y CXV, pp. 281-284); la de
Giovanni Acuto (el condottiero John Hawkwood) que reprochó a unos
frailes sus deseos de paz, a lo cual aprovecha Sacchetti para escribir un
conmovido alegato por la paz en Italia (CLXXXI, pp. 487-488); la del
hombre pobre de Faenza que asistía impotente al despojo paulatino de su
tierra por un poderoso y entonces mandó tocar a muerto las campanas de
la ciudad, pues decía haber muerto "el alma de la razón" (CCII, pp. 564-
566). En cuanto a la forma escabrosa, sirven de ejemplo las historias del
señor Dolcibene, cuando dejó sus heces para marcar y reservarse un lugar
en el valle de Josafat el día del Juicio (X, pp. 27-28), o cuando castigó con
la castración a un cura lujurioso y le vendió luego sus testículos disecados
(XXV, pp. 64-65); también la novella de Mino, pintor de Siena, quien
sorprendió al amante de su mujer haciéndose pasar por un crucifijo y lo
persiguió para cortarle el "laborioso" con el hacha (LXXXIV, pp. 204-
210); el episodio del cura que, llevando consigo la eucaristía para un en-
fermo, disputó con un mozo montado sobre una higuera y éste respondió
con un cuesco "que parecía una bombarda" (LXXXIX, pp. 226-227); el
asombroso suceso del "apóstol" Giovanni dellTnnamorato (probablemente
un Hermano del Libre Espíritu) quien hizo grandes bienes a tres ermitañas
vírgenes en una cueva cerca de Todi, con lo cual él se echó fama de pure-
za y santidad (Cl, pp. 248-252); el caso del debate que originó la afirma-
ción de Salvestro Brunelleschi acerca de lo dañino que era mantener rela-
ciones con la esposa, discutido por el propio Sacchetti para quien eso mis-
mo contribuía a engordar al marido (CXII. pp. 276-278); la historia de
Buccio Malpanno a quien el amante de su mujer, un fraile menor, hizo
creer que las bragas olvidadas en su casa eran una reliquia verdadera de
San Francisco (CCVII, pp. 580-584); el increíble episodio del pescador
Mauro que dejó unos cangrejos debajo de la cama y, cuando uno de los
animales se introdujo en las vergüenzas de su mujer, el infeliz intentó sa-
carlo de allí con los dientes (CCVIII, pp. 585-588).
217 Citado en Emilio Cecchi y Natalino Sapegno (dir.), Storia..., op.cit., vol.
III, pp. 682-683.
218 lbidem, pp. 680-681.
2 1 9 l b i d e m , pp. 651-652. En italiano en el original.
220 Enea Silvio Piccolomini, Historia de duobus amantibus (ed. María Luisa
Doglio), en G i u s e p p e G. Ferrero y María Luisa Doglio, Novelle del
Quattrocento, Turín, UTET. 1981, pp. 834-956.
221 lbidem, p. 908.
222 lbidem, p. 898.
223 lbidem, p. 890.
224 lbidem. p. 862.
225 lbidem, pp. 936-941.
2 2 6 L u i g i Pulci, Opere minori, ed. Paolo Orvieto, Milán, Mursia, 1986, pp.
125-131.
227 Giuseppe G. Ferrero y Maria Luisa Doglio. op.cit., pp. 848-855.
228 lbidem, p. 964.
229 lbidem, pp. 858, 860, 880.
230 Egloga X, v. 69.
231 Una frottola del noble napolitano. Francesco Galeota, dedicada a Federico
de Aragón, es un buen ejemplo de la lírica de inversión, "la búfala vuela
como un grifo,/ el mochuelo se hace halcón de cacería,/ y la corneja ver-
dadera se hace paloma,/ el buey lleva la carga y el nudo ara,/ el asno
canta una dulce canción,/ el lobo se pone a razonar con el cordero,/ la
oveja ataca al gran león, / el zorro y el capón se hacen amigos,/ el nabo
y la raíz no se hacen daño./ el cuei-vo caza sin trabajo,/ la liebre amenaza
a un can de presa (...)" (cf. Emilio Cecchi y Natalino Sapegno dir.,
Storia..., op.cit., vol. III, pp. 696-697) Véase más adelante el parágrafo en
el que se tratan los cantos carnavalescos de los siglos XV y XVI.
232 Cit. en Emilio Cecchi y Natalino Sapegno (dir.), Storia..., op.cit., vol. III,
p. 434.
233 lbidem.
C A P Í T U L O I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . 383
234 Versos citados por el zapatero-poeta del siglo XVI, Giambattista Gelli,
en sus Caprichos dei zapatero (G. Gelli, Scritti. La Circe e I Capricci
del Bottaio, ed. por Massimo Bontempelli, Milán, Istituto Editoriale Ita-
liano, s.f., p. 227).
235 Burchiello, Sonetti inediti, ed. Michele Messina, Florencia, Leo S.
Olschki, 1952, p. 27.
236 Este paralelismo quizás nos obligue a replantear nuestras formas de re-
cepción de la obra de Jeronimus Bosch, a apartarlas por un momento de
las interpretaciones trágicas y freudianas y a repensarlas con una vena
cómica. Si tuviésemos en cuenta que probablemente las pinturas del
maestro flamenco indujeran la risa de sus contemporáneos ante mons-
truos y diablos tan grotescos, creo que nuestras interpretaciones se aproxi-
marían al tenor de las primeras críticas que conocemos sobre el arte sin-
gular del Bosco, i.e., Felipe de Guevara, Ludovico Guicciardini y tam-
bién José de Sigüenza, quien afirmaba que Jeronimus tenía el coraje de
pintar a los hombres tal cual eran por dentro (de modo semejante a la
comedia la cual, según Aristóteles, imitaba a los hombres como eran y
no como debían ser).
237 Cit. en Emilio Cecchi y Natalino Sapegno (dir.), Storia..., op.cit., vol. III,
p. 427.
238 Burchiello, Sonetti inediti ... op.cit., p. 12.
239 Ibidem, p. 31.
240 Ibidem, p. 34.
241-Ibidem, P- 13.
242 "Quidquid agunt homines, votum, timor, ir,a, voluptas,/ Gaudia, discursus,
nostri farrago libelli est" (Sátira I, vv. 85-86).
243 Antonio Cammelli, I sonetti faceti, secando 1'Autógrafo Ambrosiano,
Ed. Erasmo Percopo, Nápoles, Jovene, 1908, XCI, pp. 132-133.
244 Ibidem, DXXVIII, pp. 581-582.
245 Ibidem, p. 150.
246 Ibidem, p. X.
247 Ibidem, pp. XIII-XV.
248 Ibidem, III, p. 49.
249 Ibidem, VI, p. 52.
250 Ibidem, XL y XLVI, pp. 82-83 y 88-89.
251 Ibidem, LXVII-LXX, pp. 110-114.
252 Ibidem, LXI, pp. 102-103.
253 Ibidem, LXIII, pp. 104-105.
254 Ibidem, XCI-CII, pp. 132-142.
255 Ibidem, XIII, p. 58.
256 Ibidem, CCCLIV, p. 385.
257 Ibidem, XI, p. 56.
258 Ibidem, CCXVIII, pp. 257-258.
259 Ibidem, CCXIX, pp. 258-259.
384 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
263 León Battista Alberti, Momus o Del Príncipe, texto latino y traducción
italiana a cargo de Giuseppe Martini, Bolonia, 1942 (n° 13 de la serie
"Scrittori Politici Italiani"), pp. 3-4. Idem, Momo o del principe, ed. y
trad. al italiano por Riño Consolo, introd. por Antonio Di Grado, present.
por Nanni Balestrini, Génova, Costa & Nolan, 1986, pp. 22-25.
264 Momo... ed.cit., 1986, pp. 28-29.
265 Hesíodo, en su Teogonia, v. 214, se refirió a Momos, el Sarcasmo, hijo de
la Noche y hermano de las Hespérides. Durante el Imperio tardío, escrito-
res griegos como Luciano y Filóstrato hicieron de él un dios de la burla y
de la locura, hijo de la Noche y del Sueño, encargado también de presentar
a las deidades los ruegos de los hombres. Enemistado con Zeus y con los
otros dioses debido a las críticas y a las bromas pesadas de que los hacía
objeto, fue expulsado del Olimpo y corrió a refugiarse a los dominios te-
rrenales de Baco. Solía representárselo como a un joven en el acto de qui-
tarse la máscara, llevando un sonajero en una mano y una porra en la otra.
En 1553, Agustín de Almazán publicó una traducción del Momus de
Alberti que figura en el catálogo de autoridades de 1874, realizado por la
Academia española de la lengua. En 1666. en Madrid, en la imprenta de
Francisco Nieto, el flamenco Benito Remigio Noydens publicó una estra-
falaria Historia moral del dios Momo; enseñanza de príncipes y subditos,
y destierro de novelas y libros de caballería, donde se parafrasea sin cesar
la parte correspondiente al primer exilio de Momo en el texto de Alberti y
se reproduce la asociación de su figura con la preceptiva política. Lo que
llama poderosamente la atención es que ni por asomo Noydens considera
sospechoso de impiedad al Momus albertiano, sino que siempre lo lee y lo
comenta "para dirigir las costumbres á una Cristiana Política, por líneas
de la Moral Filosófica, y para desterrar Novelas, y libros de Cavallerías,
llenos de amores, y estragos, y tan perjudiciales ú las Conciencias, que
viene á dezir un Autor grave, que si por algo pudieran imprimirse, y salir
á luz, es solamente para venir á alumbrar desde las hogueras de la Santa
Inquisición, á los que no cegaron con sus engaños y errores " (prólogo,
s.f.). Los hechos y la vida de M o m o han de ser interpretados, según
Noydens, para "que sirvan de escarmiento, para aborrecer vicios; y de
enseñanza, para emprender virtudes ", aunque tampoco hay que desedeñar
"que pueden servir de Eutropelia al entretenimiento, y á los divertidos de
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . . 385
295 En Claudio Várese (ed.), Prosatori volgari... op.cit., pp. 725-749. Recor-
demos que ya Boccaccio había proporcionado una primera versión, trági-
ca, de esta historia en el cuento de Guiscardo y Segismunda (Decamerón,
IV, 1), que la novella XXXIII de 11 Novellino de Masuccio Salernitano
(1476) la convirtió en el drama de los dos amantes sieneses (véase
Prosatori volgari..., pp. 867-874), y que León Battista Alberti escribió una
variante del mismo suceso en su Hipólito y Leonora, la novella de dos
jóvenes enamorados, un Bondelmonti y una Bardi, miembros de familias
florentinas enemigas (vide Novelle del Quattrocento, introducción y notas
por Giuseppe Fatini, Turín, UTET, 1929, pp. 148-163).
296 Novelle del Quattrocento, ed. Fatini, pp. 39-42.
297 lbidem, pp. 67-74.
298 La Storia di Campriano contadino, en Giuseppe G. Ferrero y María Lui-
sa Doglio, Novelle del Quattrocento ... op.cit., pp. 713 y ss.
2 9 9 P i e t r o Aretino, Ragionamento. Dialogo, introd. por Giorgio Bárberi
Squarotti y comp. por Carla Forno, Milán, Rizzoli, 1988, p. 321.
3 0 0 L a Storia ... op.cit., octava 1, p. 715.
301 lbidem, octavas 71-77, pp. 734-736.
302 Munich, Pinacoteca Antigua.
303 Masuccio Salernitano, II Novellino, en Claudio Várese (ed.), Prosatori
volgari... op.cit., pp. 843-847.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . . 387
Lorenzo las circunstancias en que fue compuesta esa parodia del banque-
te platónico: "(...) como por el movimiento el fuego, así se encendía,
siempre ordenándose en su mente, alguna cosa que luego, escrita, pu-
diese ser publicada: tal como sucedió un día en que, al volver de Careggi
y encontrarse por casualidad con algunos muy dados a los placeres,
ahogados y rellenos de vino, quienes se habían entregado en total des-
orden a la bebida, recordó [Lorenzo] la costumbre de los atenienses y,
aunque con más moderación, enseguida comenzó dentro de sí una sáti-
ra la cual, anotando en ella las cualidades propias de cada uno, con
sentencias agudas y dichos graciosos, en aquel breve espacio de la ca-
balgata cuidadosamente terminó" (citado en Lorenzo de Medici, Tutte
le opere, ed. Paolo Orvieto, Roma, Salerno, 1992, tomo 2, p. 606).
387 lbidem, id., octava 199, vv. 6-7, p. 548. "(...) il maestro di color che
sanno". (Dante, Inferno, IV, v. 131).
388 lbidem, cantar XIX, octava 70, v. 8, p. 569.
389 lbidem, id., octava 151, v. 6, p. 592.
390 lbidem, cantar XVII, octavas 139-140, p. 1016.
391 Mark Davie ha insistido en el tono apocalíptico de la parte final, la de la
historia de Malagigi y la batalla de Roncesvalles, agregada a la primera
versión del poema (op.cit., pp. 125, 131-134).
392 El profesor Camporesi ha destacado hasta qué punto puede considerarse
a la que él llama "familia de Margutte" como una de las expresiones fi-
nales de la esperanza en una Cucaña posible, antes de que el vendaval de
la refeudalización convirtiera la existencia campesina europea en "el país
del hambre", en el comienzo de los tiempos modernos (P. Camporesi,
op.cit., pp. 49-69).
393 Leonardo da Vinci, Frammenti letterari e filosofici, ed. por Edmondo
Solmi, Florencia, Barbera, 1925 (Ira. edición: 1899), p. 418; Giuseppina
Fumagalli, Leonardo orno sanza lettere, Florencia, Sansoni, 1952, pp.
392 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
437 Windsor, Royal Library, ms. P, 11 b en Richter, vol. 1, & 685, p. 357
438 C.A. 12 v.a en Leonardo da Vinci, Philosophische Tagebücher (Italienisch
und Deutsch), Hamburgo, Rowohlt, 1958, p. 116.
439 C.A. 119 v.a en Leonardo, Scritti..., p. 148.
440 Windsor, Royal Library, ms. 12642 r en Richter, vol. 2, & 1133, p. 285.
441 Windsor, Royal Library, ms. 12701, en Popham, lám. 114.
442 Ibidem.
443 C.A. 252 r.a en Leonaredo, Philosophische Tagebücher..., p. 110.
444 Códice Trivulziano, 27 r en Richter, vol. 2, & 1173, p. 293.
445 Códice B. N. 2038, 20 b del Instituto de Francia en Leonardo da Vinci,
Tratado de la pintura, ed. por Angel González García, Madrid, Editora
Nacional, 1980, p. 370-371.
446 Las tres obras se encuentran en el Museo del Louvre. Hay en el Victoria
and Albert Museum de Londres una Virgen con el Niño en terracota, atri-
buida en un tiempo a Leonardo, que nos muestra a madre e hijo en franca
diversión; la sonrisa de María y sus ojos entrecerrados no permiten alber-
gar dudas acerca de la alegría que la embarga, en tanto que Jesús niño se
ríe a carcajadas. Se trata del mayor ejemplo que conozco de representación
de una felicidad risueña y plena, asociada a la figura de Cristo, en el arte
del Renacimiento. Hoy, el conjunto ha sido adecuadamente asignado al
escultor toscano Antonio Rossellino (1427-1478), de quien Vasari dijo en
la "vida" que dedicó al mismo Antonio y a su hermano Bernardo: "(...)
hizo su arte con tanta gracia que por todos quienes lo conocieron fue
estimado bastante más que un hombre, y adorado casi como un santo,
por aquellas óptimas cualidades que iban unidas a su virtud. (...) Fue tan
dulce y tan delicado en sus trabajos, y de fineza y prolijidad tan perfec-
tas, que su estilo puede con justicia ser llamado verdaderamente moder-
no" (Vasari, op.cit., tomo III, p. 93). Agradezco el conocimiento de la obra
del Victoria and Albert Museum al profesor Enrique González de Nava.
447 Precisamente a propósito del cartón preparatorio para este cuadro, gran
boceto que fue exhibido públicamente en Florencia en 1501 y que hoy se
encuentra en la National Gallery de Londres, Vasari escribió una nota
muy interesante sobre la sonrisa en las figuras de Leonardo: "(...) porque
se veía en la cara de Nuestra Señora todo eso que de simple y hermoso
puede con sencillez y belleza dar gracia a una madre de Cristo, que-
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y SILENO... 395
503 En Annibal Caro, Opere, ed. por Vittorio Turri, Bari, Laterza, 1912, vol 1.
504 lbidem, p. 188.
505 lbidem.
506 lbidem, p. 189.
507 lbidem, p. 258.
508 Niccoló Machiavelli, Opere, ed. por Antonio Panella, Milán-Roma,
Rizzoli, 1938, vol. 1, p. 550.
398 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
541 Le., las aventuras del párroco de San Felice a Erna quien engaña y "co-
noce" a la Mea para ser burlado finalmente por la mujer (1" cena, n° vi)
o el caso del cura que, rehuyendo las trampas y castigos preparados por
los hermanos de una renuente enamorada, ve aumentar su prestigio entre
los feligreses (2° cena, n° viii), ambas narraciones de Antón Francesco
Grazzini (Le Cene, ed. Enrico Emanuelli, Milán, Bompiani, 1945. pp.
44-50 y 159-166). O bien la historia de Firenzuola sobre sor Appellaggia,
quien acudía presurosa a su celda con el pretexto de orar para ahuyentar
las tentaciones de la carne, siendo que allí la esperaba el joven Giovan
Paolo y juntos se divertían en grande; descubierta, la monjita replicó a la
abadesa que los padrenuestros y las avemarias no hacían más que acre-
centar el deseo en sus hermanas, nunca amenguarlo, como sí lo lograba
400 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
ella quitándose el gusto con Giovan Paolo (En A. Firenzuola, op.cit., ed.
Seroni, pp. 51-54). Y el caso del testamento burlón, que prepararon los
herederos de la viuda Agnesa de'Piotti de Novara, para escarmentar a un
fraile que pretendía obtener una dote para su capilla; el item correspon-
diente del legado dejaba al clérigo "cincuenta pedorreos", los mejores
que los hijos de la viuda pudieran entregar con sus propias manos (En A.
Firenzuola, op.cit., ed. Seroni, p. 49).
542 El gracioso suceso de la esposa enferma de Salvestro Bisdomini cuyo úni-
co remedio fue la frecuentación del coito (Ia cena, n° i) o la novella de
Lazzero y Gabriello, el grandísimo heredero y el pescador-pajarero que
tanto se parecían, Lazzero murió ahogado, Gabriello lo sustituyó, volvió a
casarse con su propia "viuda" y adoptó a sus hijos verdaderos, claro que la
mujer "reconoció" en la cama a su marido presuntamente muerto (2" cena,
n° i); los dos son también cuentos de Antón F. Grazzini (op.cit., pp. 11-16
y 75-86). La historia desopilante del anciano Cecc' Antonio Fornari, casa-
do con la joven Lucia, en cuya casa entra el enamorado Fulvio disfrazado
de mujer. Lucia se aprovecha de la circunstancia para su placer y cuando
el viejo marido cae en la cuenta del sexo verdadero de Fulvio. éste lo con-
vence de que una insólita transformación de femenino en masculino ha
ocurrido precisamente en su casa (la descripción de cómo creció "questa
simil cosa" es desternillante). Maravillado, Cecc'Antonio acepta que el
joven permanezca allí como garantía de que su mujer habrá de parir todos
hijos varones (A. Firenzuola, op.cit., ed. Seroni, pp. 17-24).
543 La serie de las bromas pesadas y sangrientas que los jóvenes artistas
Scheggia, pintor florentino, Monaco y Pilucca (pseudónimo de Paolo
Geri, escultor y arquitecto) preparan contra Neri Chiaramontesi (1" cena,
iii), el sombrerero Gian Simone y Guasparri del Calandra (2a cena, iv y
vi) (Grazzini, op.cit., pp. 22-27, 111-127 y 141-149). Vasari menciona a
Scheggia en la "vida" de Ridolfo Ghirlandaio, cuando dice que este pin-
tor hizo su retrato y el de otro artista amigo de ambos, el Nunziata
("Anunciada"), sobre quien casualmente el texto vasariano se explaya y
cuenta historias graciosas que dan una buena pauta de la existencia có-
mica llevada por los artistas jóvenes de las brigate (Vasari, op.cit., tomo
VI, pp. 535-536): "(...) el cual Nunziata, si bien era pintor de fantoches,
era una persona rara en ciertas cosas; y máximamente en hacer fuegos
de artificio y las ruedas giratorias que se hacían cada año para el día
de San Juan. Y porque era persona burlona y graciosa, cada cual tenía
gran placer de conversar con él. Diciéndole una vez un ciudadano que
le disgustaban esos pintores que no sabían sino hacer cosas lascivas, y
que por ello deseaba que te hiciese el cuadro de una Madonna, que
tuviera un aspecto honesto, que ella fuese algo madura y no indujese a la
lascivia, el Nunziata le pintó [una Virgen] con la barba. A otro, que-
riendo pedirle un Crucifijo para un habitación subterránea donde vivía
durante el verano, y no sabiendo decir sino: 'yo querría un Crucifijo
para el verano', el Nunziata, quien lo captó como un torpe, le hizo un
Cristo en calzones". Se ve pues hasta qué extremo de irreverencia y te-
meridad respecto de lo sagrado podía llegar la bohemia artística (Dicho
sea de paso, Vasari no parece haberse escandalizado sino más bien ha-
berse divertido con los excesos del Nunziata).
544 La historia narrada por Pietro Aretino acerca del barón que robó el reloj
del rey de Francia: las campanadas del artefacto revelaron el latrocinio y
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y SILENO... 401
653 Ibidem, IV, vv. 51-146, (1911), pp. 100-103; (1989), pp. 116-123.
654 Dice Emilio Faccioli, en la introducción a la edición Einaudi del Baldus
(1989), que todo el poema se debate sin descanso entre los extremos de
la piedad y de la burla, de la participación afectiva y de la aversión vio-
lenta hacia el mundo campesino (pp. XII-XI1I).
655 T. Folengo, Baldus..., IV, vv. 160-232, (1911), pp. 103-105, (1989), pp.
124-129.
656 Ibidem, IV, v. 244, (1911), p. 106; (1989), pp. 128-129.
657 Ibidem, V, vv. 320-328, (1911), p. 124; (1989), pp. 166-167.
658 Ibidem, V, vv. 461-462, (1911), p. 130; (1989), pp. 174-175.
659 Ibidem, VII, v. 333, (1911), p. 154, (1989), pp. 230-231.
660 Ibidem, VII, vv. 431-752, (1911), pp. 158-166; (1989), pp. 236-255.
661 Ibidem, VIII, vv. 353-734, (1911), pp. 177-187; (1989), pp. 274-297.
662 Ibidem, XI, v. 421, (1911), p. 232; (1989), pp. 386-387.
663 Ibidem, XIV, vv. 37-43, (1911), p. 274; (1989), pp. 466-467.
664 Ibidem, XIV, vv. 69- 411, (1911), pp. 275-284; (1989), pp. 468-489;
XV, vv. 176-388, (1989), pp. 500-513.
665 Ibidem, XVI, vv. 525-534, (1911), pp. 311-312; (1989), pp. 542-543.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y SILENO... 407
666 lbidem, XVI, vv. 577-591, (1911), p. 313; (1989), pp. 544-547.
667 lbidem, XVI, vv. 592-604, (1911), pp. 313-314; (1989), pp. 546-547.
668 lbidem, XXII, vv. 42-132, (1911), vol. 2, pp. 60-62; (1989), pp. 726-733.
669 lbidem, XXII, v. 132, (1911), p. 62; (1989), pp. 732-733.
6 7 0 l b i d e m , XXIII, vv. 232-369, (1911), pp. 83-85; (1989), pp. 772-781.
671 Se trata entonces del personaje legendario a quien se pensaba homena-
jeado en la estatua romana donde se colocaban los panfletos, según ya
hemos explicado.
672 T. Folengo, Baldus, XXV, vv. 476-478, (1911), p. 134; (1989), pp. 868-869.
673 Hay una similitud interesante entre esta alegoría y el dibujo del par pla-
cer-disgusto que realizó Leonardo y al cual nos hemos referido varias pá-
ginas atrás.
674 T. Folengo, Baldus, XXV, vv. 479-658, (1911), pp. 134-139; (1989), pp.
868-879.
675 lbidem, XXV, vv. 657-658, (1911), p. 139; (1989), pp. 878-879.
676 Teofilo Folengo, Opere italiane, ed. Umberto Renda, vol. 1, Bari, Laterza,
1911, pp. 8-9.
677 lbidem, p. 65.
678 lbidem, p. 35.
679 lbidem, p. 85.
680 lbidem, p. 47.
681 lbidem, p. 121.
682 lbidem, p. 260.
683 lbidem, p. 262.
684 lbidem, p. 311.
685 lbidem, pp. 316-320.
686 lbidem, pp. 323-326. La sabiduría de este borrico y su crítica de los
hombres de iglesia nos remite a El asno de oro de Maquiavelo, aunque
el ejemplar del canciller sea sin duda más cínico y finalmente sus con-
clusiones, más genéricas y desesperadas, lo ubiquen en los antípodas de
la criatura de Folengo. "Piensa entonces cómo quieres que yo vuelva a
ser hombre, / encontrándome privado de todas las miserias / que sopor-
taba mientras lo fui. / Y si alguno de entre ellos te parece divino, /feliz
y alegre, no le creas mucho, / porque en este fango vivo más feliz, /
donde sin preocupaciones me baño y me revuelco". (Niccoló Machiavelli,
Opere... ed.cit., vol. 1, p. 849). Los riesgos que corre el asno hablador nos
recuerdan los infortunios del caballo Phlegon y las precauciones de
Pamphagus en el Cymbalum de Des Périers (Vide infra).
palabras del oficio de Adviento para explicar Jo que ha de hacer con los
genitales de su marido: "(...) y ni bien le haya agarrado su tal cual,
haré que venga al attolite porta, pero antes de que alcance el introibi
Re gloria, le tomaré violentamente los testículos y la verga con ambas
manos y le diré: (...)" El texto del oficio reza: "Tollite porras, principes,
vestras et introibit rex gloriae ").
786 Ibidem, acto I, escena 13, pp. 55-56 (parlamento de Marta sobre Barto-
lomeo: "He aquí que éste, por habérsele fijado en el cerebro la espe-
ranza de hacer la piedra filosofal, se ha transformado de tal modo que
el comer es su fastidio, el tumbarse en la cama su inquietud, la noche
siempre le parece larga como a los niños que tienen alguna ropa nueva
para vestirse. Todo lo aburre, lodo tiempo le resulta amargo y su único
paraíso es el horno alquímico"); acto IV, escena 8, pp. 101-103 (Marta
aplica su buen sentido al caso de Bonifacio e intenta disuadir a este otro
tonto de no lanzarse a aventuras amorosas. "Bonifacio: En conclusión,
querida señora, a gato viejo, ratones tiernos. Marta: Esto, que así en-
tendéis para los viejos, ¿por qué no igual para las viejas? Bonifacio: Por-
que las mujeres son para los hombres, no los hombres para las mujeres.
Marta: En ello reside el mal, porque vosotros hombres sois jueces y
parte")', acto V, escena 2, pp. 117-119 (Consalvo es un farmacéutico
que, según decía el charlatán de Cencio, guardaba en su laboratorio la
f ó r m u l a auténtica del pulvis Cliristi. La verdad la dice el propio
Consalvo al engañado Bartolomeo: "¿Qué quieres que yo supiera de
este negocio vuestro? Hace cosa de un mes, vino este Cencio vuestro y
me preguntó si yo tenía litargirio, alumbre, plata viva, azufre rojo, co-
bre verde, sal amoniacal y otras cosas ordinarias; yo le contesté que sí.
Y él agregó: 'Entonces vos seréis mi especialista para cierta obra que
debo hacer. Guardad con vos este polvo, que se llama pulvis Christi,
del cual me mandaréis según la cantidad que os sea requerida. Tened
también con vos este estuche mío donde están mis cosas más queridas").
787 Las más desopilantes escenas de esta historia en: Ibidem, acto III, esce-
nas 11-13, pp. 85-91 (el ladrón Corcovizzo distrae a Manfurio, su vícti-
ma inminente, preguntándole si la capa de Bonifacio está en ablativo en
la frase, a lo cual el pedante responde: "Ah, alt, ali, dativus a dando,
ablativus ab auferendo: si vos hubiéredes estudiado y no fuéredes ile-
trado, dispondríais de un bello ingenio: creo que tenéis a Minerva en
ascendente"', cuando Barra pregunta a Manfurio por qué no gritaba "al
ladrón, al ladrón" y Manfurio explica, mediante una etimología absurda,
que surreptor era la palabra correcta en el caso. Barra acota: "Así véis
cómo avanzáis con vuestras letras, que os negáis a hablar en vulgar.
Pues con vuestros ladrín y brusco, creíamos que habláradeis con el la-
drón más que con nosotros"); acto IV, escena 16, pp. 112-115 (cuando
Manfurio es tomado preso por los falsos alguaciles, Sanguino le pregunta
cuál es su oficio: "Manfurio: Sum gymnasiarcha. Sanguino: ¿Qué quie-
re decir asinarca? Atadlo pronto y llevadlo a prisión. (...) Marca: Ha-
bla italiano, habla cristiano, en el nombre de tu diablo, que podamos
entenderte. Barra: Habla buen cristiano; porque habla como cuando se
dice la misa. Marca: Dudo que no sea un monje disfrazado. Corcovizzo:
Así lo creo. Domine abbas, volimus comedere fabbas? Barra: Et si
fabba non tenemo, quit comederemo ? Manfurio: Non sum homo eccle-
siasticus. Sanguino: ¿Véis que lleva la tonsura? ¿Acaso no es la forma
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 413
826 1561-1634.
827 Marcial, Epigrammatci, libro VIII, n° 3. vv. 19-20.
828 Fue el Beato Renano (1485-1547) un seguidor de Erasmo, humanista y
filólogo. A pesar de sus primeras simpatías por la Reforma y de sus in-
tervenciones para conciliar las posturas de Lutero y Zwinglio. se declaró
finalmente partidario de un irenismo de fuerte contenido erasmiano.
829 Píndaro llamó Phylirides al centauro Quirón, hijo de Cronos y de Phyliris,
una hija del Océano (Píticas, III, I). Al llamar de este modo a Goldast, el
poeta quiso aludir tal vez a su oficio de maestro del derecho, o quizás se
trata de un nuevo oxímoron, por cuanto Quirón era un ser biforme y con-
tradictorio, con el cual se refuerza la idea de la ambigüedad axiológica
radical del Satiricón y se la extiende a su comentarista.
830 Satyricon, 1621, pp. 26-34.
831 lbidem, p. 4. Véase Epístola CXXX de San Jerónimo en PL. XXII, c. 1122.
832 Epigrammata, libro II, n° 12, v. 4.
833 lbidem, pp. 9-11.
834 Las citas de Durant, llamado Jacopus Durantius Casellus en los Prolegó-
menos de Goldast, están tomadas de sus Variarían lecrionum libri II in
quibus praeter veterum ritus .... París, 1582, I, capítulo 5.
835 Satyricon, 1621, p. 17. "(...) qiti cum sine tentigine ac prurigine Petronio
daré operam non possent, illi lascivienti et luxurianti penem sustulerunt."
836Passerat y Pithou (1539-1596) se contaron entre los redactores de la Sá-
tira menipea contra los católicos de la Liga. Vide infra. Pierre Pithou
(1539-1596), llamado el "sage arbitre" por su inmensa sabiduría en ju-
risprudencia. se salvó milagrosamente de la matanza de San Bartolomé;
más tarde, como ferviente partidario de Enrique IV y de su política de
reconciliación religiosa, abjuró del protestantismo y se pasó a la confe-
sión católica.
837 Satyricon, 1621, pp. 18-19.
838 lbidem, p. 20.
8 3 9 l b i d e m , pp. 24-25. Henri D u p u y o van de Putte es l l a m a d o Ericío
Puteanus en nuestros Prolegómenos.
8 4 0 l b i d e m , p. 24. I. R. Batavo "estudioso del derecho" fue el pseudónimo,
f o r m a d o a partir de las iniciales de su alumno Iohannes Rutgers, que
adoptó el erudito y filólogo José Justo Escalígero en 1608, cuando publi-
có en Leiden su Confutatio a la "estupidísima fábula" que sobre él ha-
bía escrito y dado a la imprenta Caspar Schopp, tratándolo como ateo y
pervertido (Scaliger hypobolimaeus, "Escalígero inferior-al-estiércol",
1607). Schopp o Scioppius (1574-1649) es un personaje tragicómico;
ridiculizado por Heinsio pues se decía de linaje noble y era en realidad
hijo de campesinos luteranos, abjuró del protestantismo en Roma en
1598, fue ennoblecido por el papa y se convirtió luego en un perseguidor
enardecido de sus antiguos compañeros reformados. Tal fue la violencia
de sus ataques y libelos contra Jacobo I que, encontrándose en Madrid en
1619, fue atacado y apaleado por unos sicarios que contrató el embajador
inglés ante la corte de Castilla. Pasó sus últimos años recluido en su casa
de Padua, por temor a las represalias de sus enemigos reales e imaginarios.
416 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
869 Antón Francesco Grazzini, Le Cene. ed. Enrico Emanuelli, Milán, Bom-
piani, 1945, p. 8.
870 Pietro Aretino, Ragionamento. Dialogo, introd. por Giorgio Barberi
Squarotti y coment. por Carla Forno, Milán, Rizzoli, 1988, p. 592.
871 lbidem. p. 418.
872 Lodovico Domenichi, Facezie, ed. Giovanni Fabris, Roma, Formiggini,
1923, p. 168.
873 Francesco Berni, Le Rime e la Catrina, ed. de Fernando Palazzi, Génova,
Formiggini, 1915, pp. 60-71.
874 Teofilo Folengo, Opere italiane, ed. Umberto Renda, Bari, Laterza,
1911, vol. 1, pp. 353-354.
875 Véase Antón Francesco Doni, I Mondi, en Cario Curcio (ed.), Utopisti e
riformatori sociali del Cinquecento. Bolonia, Nicola Zanichelli, 1941,
pp. 5 y ss.
876 Giordano Bruno, Candelaio, ed. Giorgio Barberi Squarotti, Turín, Einaudi,
1964, p. 32.
877 T. Petroni Aarbitri, Satyricon cum Petroniorum fragmentis, Francfurti,
apud Danielem et Davidem Aubrios et Clementem Schleichium, 1621,
pág. s.n.
878 Aristóteles, Sobre las partes de los animales, libro III, capítulo 10, 673
a. En Opera, vol. III, p. 269.
879 En Italia, por ejemplo, Andrea Cavalcanti (1610-1673), archicónsul de la
Academia florentina de la Crusca; en Francia, J. Fr. Sarasin y Saint-
Evremond (vide Antoine Adam, Les libertins au XVIIe. siécle, París,
Buchet-Chastel, 1986, pp. 205-244).
880 Adone, VII, estrofas 191-224 ("Las vergüenzas del Cielo"); X, 160 y ss.
("Los libros olvidados en el suelo en el cielo de Mercurio").
881 Ferrante Pallavicino, La rete di Vulcano di... Libri Quattro, Venecia,
1641.
882 Venecia, 1640. Según declara el mismo Ferrante, la trama está inspirada
en la comedia de un autor español. Creemos que se trata de La mujer
por fuerza, obra de Tirso de Molina escrita entre 1612 y 1613. Véase
Carmen Bravo-Villasante, La mujer vestida de hombre en el teatro espa-
ñol (Siglos XVI y XVII). Madrid. Mayo de Oro, 1988, p. 72. Agradezco
especialmente a la profesora Edith Marta Villarino la ilustración sobre
este punto.
883 Génova, 1639. La piedad de Ferrante es muy peculiar, por cuanto, en el
capítulo sobre la "persuasión del alma", nuestro autor recomienda: "(...)
que si abolidas las semblanzas de tu Dios, no sabes a qué original re-
mitirte, toma esas bellezas del cuerpo, las cuales convertidas en el ob-
jeto más apreciado de tus deseos fueron siempre la razón de tus ruinas
(...) Pero tampoco es inconveniente el ajusfar tus invisibles cualidades
a una idea fugaz y terrenal; pues ningún espejo sino las sustancias vi-
sibles puede conducir a la luz de nuestro conocimiento allá donde no
alcanza la luz de los ojos (...)" (pp. 17-18) La obra fue puesta rápida-
mente en el Indice.
884 Ferrante Pallavicino, Opere scelte, Villafranca. 1666.
418 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
933 Des Périers, Contes, nouvelles 58 (del monje que contestaba con mono-
sílabos para no dejar de comer), 60 (del cura Juan que creyó montar so-
bre la mujer del mariscal y se montó, en cambio, al mismo mariscal), pp.
158-159, 164-166.
934 Ibidem, nouvelles 62 (del joven que se disfrazó de mujer para entrar en
un convcnto de monjas; cuando la abadesa revisó las intimidades de las
hermanas, la falsa Thoinette, quien había disimulado su miembro con
unas ataduras, no pudo impedir la erección que le produjo el hecho de
contemplar tantas monjas desnudas y, para colmo, rompió con el movi-
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y SILENO... 421
ba resucitar las formas musicales y poéticas del teatro antiguo y que fun-
dó para lograrlo, en 1570, una Academia de poesía y de música a la cual
protegió el rey Carlos IX. La Camerata florentina de Bardi cumplirla en
1600 el sueño teatral de Ba'if.
956 Ibidem, pp. 92 ( " M á s vale no moverse y callar,/ que el bien decir y hacer
/es sólo para atraer los piojos") y 179 ("Bella cosa es la alegría: /Pero
cuando Dios los males nos envía, / es necesario soportarlos con coraje.
(...) Que la alegría, por siempre feliz, / pueda detenerse en tu casa").
9 5 7 I b i d e m , p. 264 ("Jamásfui hereje: / Soy cristiano católico, / y apruebo
el Papado: / Pero aborrezco la tiranía / y huyo de la manía rebelde /
que rompe la justa Realeza").
958 Ibidem ("No comprendo a la Liga santa: / Pero no puedo no sentir mie-
do./ Pues a menudo la santidad/ esconde una impiedad cubierta: / Muy
a menudo la Justicia abierta/ encierra una gran maldad").
959 Ibidem, p. 18.
960 Satyre Ménipée de la vertu du Catholicon d'Espagne et de la tenue des
Estats de París, ed. Charles Labitte (1841), facsímil, París, Ressouve-
nances, 1997.
961 Ibidem, p. 227.
962 Ya nos referimos a dos de ellos, Jean Passerat y Pierre Pithou, cuando
analizamos las ediciones de Petronio en los siglos XVI y XVII.
963 Véase el estudio de Charles Labitte sobre los autores de la Sátira, en
Satyre... op.cit., p. XXIX.
964 Ibidem, pp. 117-118.
965 Ibidem, pp. 95-96.
966 (1533-1607) Autor de tragedias, de un tratado de astrología y de un Dis-
curso contra los duelos, este noble señor participó en ambos bandos du-
rante las primeras guerras de religión.
9 6 7 P i e r r e de Larivey (1540-1611?), vastago de una familia florentina, los
Giunti, establecida en Francia, se hizo precisamente famoso por sus tra-
ducciones y adaptaciones de comedias italianas.
968 (1532-1573) Uno de los miembros más conspicuos de la Pléiade, era
hijo de un gran "marchant bourgeois de Paris" pero eligió llevar una
vida pobre, bohemia y libre, lejos de los círculos aristocráticos. Étienne
Jodelle, L'Eugéne, ed. M. J. Freeman, Exeter, University of Exter, 1987.
969 Médico y escritor (1538-1570), estuvo vinculado al grupo de la Pléiade
y compuso teatro, poesía política y poesía lírica. Como protestante que
era, visitó Inglaterra y dedicó un Canto del cisne a la reina Isabel II.
Enemistado con Ronsard por causa de sus diferencias religiosas, emigró
a Holanda y se radicó hasta su muerte en Piamonte donde fue médico de
la duquesa de Saboya. Jacques Grévin, La Trésoriére, Les Esbahis,
Comédies, ed. Elisabeth Lapeyre, París, Honoré Champion, 1980.
970Pelletier (1517-1582) fue matemático, médico, poeta latino y francés,
maestro de Ronsard y de Du Bellay quien tomó de sus enseñanzas algu-
nas ideas para la Defensa e ilustración de la lengua francesa (1549), co-
laboró en la edición de las nouvelles de Buenaventura Des Périers y en la
traducción de Petrarca que emprendió Marot.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 423
971 Cit. en Mlle. Mouflard (ed.), La comedie au XVle. Siécle, París, Larousse,
1948, p. 5.
972 lbidem, p. 25.
973 Marguerite de Navarre, Théñtre profane, ed. V.L. Saulnier, Droz-Minard,
1978.
974 lbidem, pp. 174-176.
915 lbidem, pp. 305 y 316.
976 Corneille, L'iliusion comique, París, Larousse, 1937, acto II, escena II, p. 22.
977 Scarron, Le Román comique, ed. por Emile Magne. París, Garnier, 1967.
978 Véase Marc Soriano, Los cuentos de Perrault. Erudición y tradiciones
populares, Madrid, Siglo XXI, 1975, pp. 243-254, donde no sólo se trata
de Scarron sino de los experimentos burlescos de los hermanos Perrault
alrededor de 1650. Scarron, Le Virgile travestí, ed. Jean Serroy, París,
1988; en la página 68, se encuentra un poema laudatorio al libro burles-
co, redactado por Charles Ferramus, en el cual se comparan los defectos
y dolores físicos de Scarron con la belleza y el ingenio de sus versos,
para concluir de la siguiente manera: "Tan bien juega mientras, langui-
deciente, todo el cuerpo / le falla y males innumerables lo sepultan, / o
bien Scarron es Dios bajo imagen humana, / o bien posee un ingenio
propio de Dios".
"Por mí elegido,
por mí perdido.
Noble y puro.
Audaz y cobarde.
Cabeza consagrada a la muerte.
Corazón consagrado a la muerte "23,
y otra vez la palabra Tod, repetida, se explaya en un tono
menor de do, muy sombrío, que domina el canto de Isolda hasta
el episodio del brindis y la bebida del filtro equivocado de amor,
donde se inserta el cambio tonal que nos conduce a la alegría y a
la magnificencia de una marcha en do mayor 24 . Claro está, en el
acto III, la muerte de amor es un ejemplo deslumbrante de mo-
dulación expiatoria con la cual retornan, transfigurados a un si
mayor, los temas del deseo y la muerte expuestos desgarradora-
mente en el preludio del acto primero 25 . El propio Wagner nos ha
dejado la descripción del trabajo poético-musical del que nació
su variante de nuestro Pathosformel en Tristán e Isolda:
"El compositor que elegía un tema semejante para introduc-
ción a su drama de amor, sintiéndose plenamente en el seno
del elemento musical más amplio y genuino, sólo podía ence-
rrarse en los límites impuestos voluntariamente a su obra,
puesto que el tema era inagotable en sí mismo. Con tal fin,
de un solo trazo, pero engendrando una extensa y encadena-
da progresión, desarrolló la ola del insaciable deseo, que na-
ciendo de la tímida confesión exaltada por el suspiro anhe-
440 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Consolar las vigilias / Del alma perdida. / Las fábulas dan risa
/Y no dan vida ". Pero efectuada ya la anagnórisis, a la cual acom-
paña de inmediato el concierto de los arcos ("Ahora sí te reco-
nozco, / ahora sí te creo"), una sinfonía de toda la orquesta
refuerza la coloratura del canto de la reina de Itaca cuando ella
insta al aire y a las aguas a regocijarse. El tutti instrumental en el
dúo de amor subraya la plenitud de las voces que celebran la
felicidad restaurada en el fin de la ópera:
"Caminaremos
por la fuerza de la música,
alegres, a través de la noche
tenebrosa de la muerte "M.
"El bribón
está de centinela.
Divirtámonos también nosotras,
démosle el premio
de sus dudas.
Llegó al fin
( C A P Í T U L O I I I : POSTLUDIO FEMINISTA 457
Notas
Apéndice 1:
Apuntes sobre magia, religión y escepticismo
"Gallina, gallinaza,
un vasito de vino y una hogaza,
que por mi garganta arrojes,
APÉNDICES 485
Nibbio alude a Camillo, el personaje incauto que cae en las trampas del
nigromante.
488 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
bro de Daniel Ménager que hace, una y otra vez, los honores de
Erasmo 52 , o bien a la obra tan atractiva de Peter Berger, quien
considera al Roterodamense el hito fundamental del devenir de la
risa en occidente 53 . Berger coloca el Elogio de la locura en la cús-
pide de la creación cómica, porque resulta posible descubrir en ese
texto todas las funciones que asume la risa en la experiencia hu-
mana: diversión, consuelo, juego de ingenio, sátira y, finalmente,
redención. La locura ríe desde el acto mismo que encierra el co-
mienzo de la vida: "Las que propagan el género humano son esas
partes, de tal suerte locas y ridiculas, que solamente su nombre
excita la risa. Ellas constituyen el manantial sagrado de donde
procede la vida, y no el cuaterno de Pitágoras". La locura transita
a carcajadas entre las situaciones y los personajes de la sociedad, y
se encarga de presentar, en el final del recorrido, la sabiduría máxi-
ma del cristianismo, la aceptación del misterio de la cruz, cuando
la enajenación personificada recuerda que San Pablo se llamó "ton-
tísimo" a sí mismo, igual que un bufón, para transmitir aquella
paradoja salvadora a los fieles de Corinto. Pero, claro, yo no qui-
siera insistir en una obra tantas veces y tan bien comentada como
el Elogio, sino apenas explorar los Adagia, rendir con ello un ho-
menaje al pensador que formuló la mejor síntesis del humanismo
renacentista y descubrir también, en la colectánea monumental de
los proverbios, algunas coincidencias con las clasificaciones que
en este libro he formulado.
El estudio de los proverbios fue una de las pasiones mayores
de Erasmo, quien veía en esas frases sintéticas y densas de senti-
do, llegadas a su época desde los tiempos más remotos, la con-
densación estéticamente perfecta del saber de los antiguos. Ha-
bía en ellas algo hasta cierto punto milagroso, un chispazo de
verdad y eternidad que las preservaba de la destrucción del tiem-
po tan voraz, en cambio, con los monumentos de piedra y de
bronce. Erasmo decía: "Creyóselas emanadas del cielo: tanta
era la autoridad que se les concedía. (...) Se las grababa en el
mármol, se las inscribía en los frontones de los templos, porque
se los juzgaba merecedores de una memoria perdurable. (...) Hay
en estas paremias, sin duda, una nativa y genuina fuerza de ver-
dad; porque si no fuera así, ¿cómo se explicaría que muchas
veces una sola sentencia haya pasado a cien pueblos y que no
haya muerto, ni siquiera envejecido, a través de tan largo dis-
curso de siglos, que ni las mismas Pirámides pudieron resis-
tir?"54. La primera edición de los Adagia, publicada en París en
el año 1500, contenía 818 proverbios; la impresa en Venecia, en
494 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(,..) Os reís y burláis de las cosas de las que hay que tener
piedad; y aquello de lo cual habría que alegrarse, os reís del
mismo modo; de tal manera que no hay ninguna distinción
entre el bien y el mal en vos"11.
A lo cual, Demócrito replicó que él reía tan sólo del hombre,
de sus locuras y del vacío de sus acciones, algunas de ellas traba-
josas y en apariencia valientes, como ir hasta el extremo del
mundo o cavar en las profundidades de la tierra o dirigir un ejér-
cito, otras tan crueles como matarse entre amigos, parientes y
hermanos, todo ello para tener más riqueza y dinero, bienes in-
animados de los cuales nadie es dueño después de su muerte.
¿No es acaso digno de risa el comprobar semejante sinsentido en
las hazañas presuntas de la humanidad? Hipócrates comenzó a
conceder cierta razón a los argumentos del interlocutor, pero acotó
todavía que los hombres no podían permanecer ociosos, que se
esforzaban en tantas empresas difíciles con el objeto de satisfa-
cer a sus necesidades y, al embarcarse en tareas agrícolas, en
viajar, en tener hijos, sólo los guiaba la esperanza de lo bueno y
nunca el cálculo de lo peor. Pero ahí se encontraba el punto de la
APÉNDICES 499
"Por ser los Modos antiguos, como hemos visto en otra par-
te, una composición de muchas cosas puestas juntas: de su
variedad nacía una cierta diferencia de Modos, de la cual se
podía comprender que cada uno de ellos conservaba en sí un
no sé qué de variado; máxime cuando todas las cosas, que
entran en el compuesto, se colocaban juntas proporcionada-
mente. Por lo cual [ese Modo] tenía el poder de inducir en
los ánimos de quienes escuchaban varias pasiones, inducién-
doles nuevos y diversos hábitos y costumbres "l85.
La cuestión del orden en el cual se presentan y se encadenan
los modos antiguos permite que Zarlino pase a los doce moder-
nos, que él expone enumerándolos simplemente, de manera que
los números impares corresponden a los auténticos, ascenden-
tes, y los pares a sus respectivos plagales, descendentes. El pri-
mero de la lista, construido por la yuxtaposición de una quinta y
de una cuarta perfectas a partir del do natural, coincide con el
jonio de los antiguos y con el que los modernos llamamos ma-
yor. Zarlino le otorga también una precedencia singular al colo-
carlo in capite, aunque algunos contemporáneos suyos lo consi-
deraran lascivo. "Este Modo (según dicen) es por su naturaleza
muy apto para las Danzas y los Bailes; así vemos que la mayor
parte de cuantos oímos ahora en Italia están compuestos bajo
este Modo; de lo que nace que en nuestros tiempos algunos lo
llamen Modo lascivo"l86. Pero el autor dispone de una serie
apabullante de ejemplos sacros de su uso, antífonas de María, un
Stabat mater, un O salutaris hostia y tantos más. El undécimo
modo, esto es el último auténtico, corresponde al eolio de los
antiguos y al menor de los modernos. Zarlino lo destaca al clau-
surar con él y su plagal la nómina de los doce modos usuales en
su tiempo, y se explaya, más que en los casos anteriores, acerca
de sus caracteres emocionales: "Este Modo, algunos lo han lla-
mado abierto y terso, muy apto para los Versos líricos, por lo
cual se le podrán acomodar las palabras que contengan mate-
rias alegres, dulces, suaves y sonoras, siendo que (según dicen)
520 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
* El ritmo.
** Ha de entenderse "modos".
APÉNDICES 521
Notas
7 Una crítica sagaz del uso de estos libros como fuentes históricas se en-
cuentra en Peter Burke, The historical anthropology of early modern Italy.
Essays on perception and communication, Cambridge, Cambridge
University Press, 1987. Debo esta referencia al profesor Fabián Campagne.
8 B. Geremek, La estirpe... op.cit., pp. 99-104.
9 P. Burke, op.cit., pp. 63-75.
10 Roger Cchartier (ed.), Figures de la gueuserie, París, Montalba, 1982,
pp. 76-77 y 95-106.
11 Cario Ginzburg, I benandanti. Sregoneria e culti agrari tra Cinquecento
e Seicento, Turín, Einaudi, 1966; Storia notturna. Una decifrazione del
sabba, Turín, Einaudi, 1989.
12 Se trata de II giudice criminalista. Véase Camporesi, Vagabondi..., pp.
390-399.
13 Camporesi extrajo los fragmentos que publicó en Vagabondi de una edi-
ción veneciana de II giudice de 1681.
14 Camporesi, Vagabondi..., pp. 3-69.
15 lbidem, pp. 75 y ss.
16 lbidem, pp. 17-21.
17 lbidem, pp. 21-24.
18 lbidem, pp. 48-50.
19 lbidem, pp. 52-53.
20 Citado en Camporesi, op.cit., pp. 359-360.
21 Citado en Camporesi, op.cit., p. 325.
22 Franco Sacchetti, II Libro delle Trecento Novelle, ed. Ettore Li Gotti,
Milán, Bompiani, 1946, nov. CLI, pp. 385-387.
534 » JOSÉ EMILIO BURUCÚA
23 Ibidem, p. 616.
24 Ibidem, p. 619.
25 Poggio Fiorentino, Facezie, Roma, Formiggini, 1927. Traducción al ita-
liano, introducción y notas de F. Cazzamini Mussi. Fac. n° 232, pp. 148-
149. Hay una edición bilingüe reciente de las Facezie (textos latino e
italiano), publicada en Milán por Rizzoli, 1994, con un estudio y notas
por Marcello Ciccuto y un ensayo de Eugenio Garin; la historia lleva allí
el número 233, pp. 364-365. Acerca de Poggio y esta obra, véase más
adelante el capítulo sobre la risa.
26 Antonio Cammelli, I sonetti faceti, secondo l'Autógrafo Ambrosiano,
Ed. Erasmo Percopo, Nápoles, Jovene, 1908, pp. 7-8.
27 Ibidem, p. 16.
28 Ibidem, pp. 20-22.
29 Ibidem, pp. 29-31.
30 Ibidem, p. 38.
31 Ibidem, pp. 43-44.
32 Para este caso particular, véase el capítulo 4 sobre la risa sagrada en la
cultura del Renacimiento.
33 Ludovico Ariosto, Opere minori, ed. por Cesare Segre, Milán-Nápoles,
Ricciardi, 1954, pp. 438-439.
34 Sabemos que Della Porta publicó en 1558 la primera edición de la Ma-
gia naturalis en cuatro libros, un texto que, no obstante haber valido un
juicio inquisitorial a su autor, tuvo en 1589 una segunda edición amplia-
da en veinte libros. Della Porta fundó en Nápoles una corporación desti-
nada al estudio de los fenómenos naturales, de sus simpatías y antipatías,
la llamada Accademia de' segreti. Escribió también un tratado de fisono-
mía humana, editado en 1586, muy célebre y de larga vigencia (el gene-
ral Belgrano poseyó un ejemplar de la edición de 1586 que donó a la
Biblioteca Pública de Buenos Aires en 1812 donde todavía se encuen-
tra); ese libro exploró las semejanzas entre las caras de los animales y las
de los hombres buscando extraer conclusiones respecto del comporta-
miento y del psiquismo, relaciones analógicas que sólo fueron abandona-
das por la obra de Lavater a fines del siglo XVIII. Della Porta publicó en
1593 un tratado de óptica, en 1602 un arte de la memoria y un tratado
de máquinas pneumáticas, en 1603 un trabajo sobre la "fisonomía celes-
te" en contra de la astrología judiciaria, y dejó manuscrito un arte de
componer comedias.
una reacción inmediata cada vez que se enfrenta con las adversi-
dades de la vida diaria: pero esa reacción, producto del encuen-
tro entre un habitas y un campo, refleja una disposición radical-
mente contraria a la providencia divina, un espacio íntimo de
subjetividad que se resiste a aceptar el cristianismo en plenitud,
hasta sus últimas consecuencias. No se trata de una ruptura radi-
cal: los desafíos cotidianos a la dominación simbólica suelen ser
puntos de resistencia móviles y transitorios 21 ; pero revelan, a
menudo, los límites objetivos de la penetración hegemónica.
El objetivo del modelo cristiano de superstición es ambicio-
so: la cristianización del fuero íntimo, de las disposiciones pri-
marias, de las reacciones iniciales frente a las grandes carencias
o a las pequeñas adversidades del mundo cotidiano. La institu-
ción eclesiástica se propone la creación de una nueva subjetivi-
dad, que instituya lo normal -prácticas y creencias cotidianas-
como desviaciones, como invenciones del demonio: se propone,
en definitiva, la construcción de un habitus catholicus, de una
manera genuinamente cristiana de mover las piezas del juego, de
la internalización de una manera legítima de reaccionar frente a
los límites que la naturaleza impone al hombre y a su voluntad,
de la asunción de predisposiciones favorables a la solución
providencialista de la persistencia del mal. En definitiva, el mo-
delo cristiano de superstición no pretende imponer a la masas
tan sólo una ortodoxia: pretende imponer fundamentalmente una
ortopraxis 22 . La Iglesia cristiana demanda así el monopolio de la
reproducción del habitus religioso 23 . La construcción de una he-
'gemonía simbólica en estos términos implicaba una saturación
de la vida en su totalidad, a una profundidad tal que las presiones
y límites de lo que no es sino un sistema cultural, terminarían
pareciendo presiones y límites de la simple experiencia cotidia-
na, del sentido común 24 .
La caracterización del homo superstitiosus como hombre re-
belde -individuo soberbio que discute con la divinidad, que no
acepta los límites de su condición, que pierde la paciencia y des-
confía de la Providencia-, satura el discurso antisupersticioso
español de los siglos XV a XVIII.
El más célebre tratado antisupersticioso del período, la
Reprobación de las supersticiones y hecliizerias de Pedro Cirue-
lo (Alcalá de Henares, 1530), reproduce el razonamiento típico
que el modelo cristiano atribuye al homo superstitiosus:
Notas
1 Una versión ampliada de este texto fue presentada en las IX Jornadas de
Historia de Europa "Religión y poder a través de la historia", organi-
zadas por la Asociación Argentina de Profesores Universitarios de Histo-
ria de Europa (APUHE), Facultad de Humanidades, Universidad Nacio-
nal de Salta, 22 al 24 de septiembre de 1999. La versión definitiva forma
parte de la tesis doctoral defendida en diciembre de 1999 en la Facultad
de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires: Homo
Catholicus, Homo Superstitiosus. El discurso antisupersticioso en la
España de los siglos XV a XVIII. Aprovecho esta oportunidad para agra-
decer los comentarios y críticas de los integrantes del jurado: Dr. José
« Q U A N T U M PRAESUMPTIONE A N I M O R U M » 553
De Beolco a Ruzante
Notas
"Eso prueba que los teólogos han tomado los antros como
símbolos del mundo y de las fuerzas que en cierra y también
por símbolo de la esencia inteligible (...) pues los antros re-
presentan el mundo sensible porque son oscuros, rocosos y
húmedos (...) pero simbolizan también el mundo inteligible
porque la esencia es invisible, permanente y fija (...)".
Notas
1 Borges, Jorge Luis, " La escritura del dios", en El Aleph, Buenos Aires,
Emecé, 1949.
2 Hadot, Pierre, Exercices Spirituels et philosophie antique, París, Etudes
Augustiniennes, 1987.
3 Hadot, Pierre, op. cit. p.16.
4 "tón kalón mnémai", que como señala Hadot, provienen de Galeno, De
Cognosc. Cuv. Animi morbus, I, 5, 25
5 Filón, Quis rerum div. Heres, 253, y Leg. Alleg., III, 18.
6 Hadot, Pierre, op. cit. p. 49.
L E O N A R D O D A V I N C I Y LA ASCESIS DEL SABIO RENACENTISTA 579
7 Gombrich, Ernst, Norm and Form. Studies in the Art of the Renaissance
I, Oxford, Phaidon Press, 1966.
8 Calvi, Girolamo,"Contributi alia biografía de Leonardo da Vinci", en
Archivio Istorico Lombardo, II, 1916.
9 Ovidio, Les Métamorphoses, vol 111, traducido por Georges Lafaye, París,
Les Belles Lettres, 1930.
10 Chastel, André, Art et Humanisme á Florence au Temps de Laurent le
Magnifique, París, PUF, 1959.
11 Vasari, Giorgio, Le Vite de piú eccellenti pittori, scultorí e architeti, Ed.
G. Milanesi.
12 Chastel, André, Art et Humanisme á Florence au Temps de Laurent le
Magnifique, París, PUF, 1959.
13 D'Adda, G., Leonardo da Vinci e la sua librería, Milán, 1873. Más re-
cientemente, Garin, Eugenio, Scienza e vita civile nel Rinascimento ita-
liano, Gius Laterza & Figli, 1980.
14 El texto procede del tratado perdido de Aristóteles, titulado Perí
Philosophías, fr. 12, citado en R.W. Jaegger, Aristóteles, Grundlegung
einer Geschichte seiner Entwicklung, Berlín, 1923, pp. 167-168.
15 Bidez, Joseph, Vie de Porphyre, le philosophe néo-platonicien,
Hildesheim, 1980, 1913 a .
16 Cf. en este sentido la Revue d' Archéologie, 5° serie, VIII, 1918, p. 655 y ss.
17 Klein, Robert, La forme et l'inteiligible, París, Gallimard, 1970.
I
Mitología e impiedad: Dioses,
hombres y bestias en el Cymbalum
Mundi de Bonaventure Des Périers
por Rogelio Claudio Paredes
acaso va más allá y pretende suscribir a esta forma de ver las co-
sas, y la exalta y la defiende bajo la apariencia de la sátira porque,
en efecto, él mismo descree de la Providencia? Nada en su obra
permite afirmar esto último, pero parece claro que el autor quiso
que esta duda se le planteara a todo lector que no fuera tan inex-
perto como su inocente corresponsal.
"Los Olímpicos ya habían dado un curso constante a su
vida, y parecían querer mantenerlo para siempre, como si
fuera obvio. La tierra servía para incursiones, caprichos,
intrigas, variantes... ' m .
Y para la pregunta "Mercurio, el príncipe y patrón de los
ladrones, el autor de todos los abusos y atropellos, ¿ representa
efectivamente a Cristo?" quizá la mejor respuesta podría ser:
«Indudablemente, Des Périers pensó que bien podía representar-
lo», aunque no, por cierto para lectores tan ingenuos como el
ingenuo Pierre Tryocant...
"Así es, en efecto, que hablo ¿y por qué no? Entre vosotros
los hombres, porque a vosotros os ha sido reservada la pala-
bra, y porque nosotros, pobres bestias, no podemos entender-
nos, y por eso nada podemos decirnos, sabéis muy bien usur-
parnos todo poder sobre nosotros, y no solamente nos man-
dáis todo lo que os place, sino que nos montáis, nos espo-
leáis, nos golpeáis. Es necesario que os aprovisionemos, que
os vistamos, que os alimentemos, y vosotros nos vendéis, nos
matáis, nos coméis. ¿De dónde procede todo esto? De que a
nosotros nos falta la palabra. Porque si supiésemos hablar y
decir nuestras razones, vosotros, que sois humanos (o debéis
serlo) después de habernos oído, nos trataríais de otro modo,
pienso ".
Notas
b) Un comprador
c) La mariposa y la lumbre
Notas
sue molli carni nel suo viso spiccatamente femminile il principio della
natura, della terrestreitá che é scala a comprendere Dio, come nel
sorriso invitante accoglie l'intendimento amoroso dei beni d'anima
cristianf'.
7 Para esto y su atribución a Giamprietrino cf. Stefano Bottari: Leonardo,
Bergamo, Istituto Italiano d'arti grafiche, 1942, p.54; Mario Pomilio y
Angela Ottino della Chiesa: La obra pictórica completa de Leonardo
(trad. Francisco J. Alcántara), Barcelona, Noguer, 1972, p. 107.
8 "mu almeno in due cose non gli era pur tanto distante: nel senso posi-
tivo della vita riguardo alia necessitá sociale economica e alia
necessitá naturale dell'amore: il figlio di ser Pietro, avveduto uomo
d'affari e forte amatore".
9 "E se il poeta dice difare accendere gli uomini ad amare, che e cosa
principóle della specie di tutti gli animali, il pittore ha potenza difare
il medesimo, tanto piú ch'egli mette innanzi all'amante la propria
effigie della cosa amata, il quale spesso fa con quella, baciandola, e
parlando con quella, quello che non farebbe con le medesime bellezze
postegli innanzi dello scrittore. E tanto piú supera gl' ingegni degli
uomini (che induce) ad amare ed innamorarsi di pittura che non
rappresenta alcuna donna viva. E gia intervenne a me fare una pittura
che rappresentava una cosa divina, la quale comperata dall'amante di
quella volle levarme la rappresentazione di tal deita per potería baciare
senza sospetto, ma infine la coscienza vinse i sospiri e la libídine, e fu
forza ch 'ei se la levasse di casa. Or va tu poeta, descrivi una bellezza
senza rappresentazione di cosa viva, e desta gli uomini con quella a tali
desideri". Trattato n° 21 y según Tratado perteneciente Urb. 13a, 14a.
La traducción castellana es de la edición mexicana.
20 Ficino: De Amore, op. cit., p.p. 47-48. "Ma che cercano costoro quando
scambievolmente s 'amano ? Cercano la pulchritudine: perché l 'amore é
desiderio di fruiré pulcritudine, cioé bellezza. La bellezza é un certo
splendore che l 'animo humano ad sé rapisce. La bellezza del corpo non
é altro che splendore nell'ornamento di colorí e linee, la bellezza
dell'animo é fulgore nella consonantia di scientie e costumi. Quella
luce del corpo, non é consciuta dagli orecchi, naso, gusto o tacto, ma
dall'occhio. Se l'occhio fruisce la corporale bellezza, e essendo l'amore
desiderio di fruiré bellezza e questa conoscendosi dagli occhi soli,
l'amatore del corpo é solo del vedere contento, si che la libídine del
toccare non é parte d'amore né affecto d'amante, ma spetie di lascivia
e perturbatione d'uomo servile. Ancora quella luce dell'animo solo con
la mente comprendíanlo, onde chi ama la bellezza dell'animo solo si
contenta di consideratione mentale. Finalmente la bellezza tra gli
amanti per bellezza si cambia: el piú antico con gli occhi fruisce la
bellezza del piú giovane, el il piú giovane fruisce con la mente la
bellezza del piú antico... L'onesta in amendue é pari, perché equalmente
é onesto lo 'mparare e lo 'nsegnare", Ficino, El libro dell'amore, op.
cit., discurso II, capítulo IX, p.p. 44-45.
El Bescht
Los relatos
joven Bescht matando al lobo con un gran bastón: "al día si-
guiente encontraron al hechicero muerto en su casa"23. En esta
parte final del relato el miedo es derrotado -matizado-, el mal es
degradado en forma burlesca puesto que el demonio, una imagen
paradigmática de la cultura popular, para enfrentar al hombre
tiene que ir mutando: de la forma abstracta a la substancia huma-
na y luego a la figura del lobo. En este cuento el mal mago es
derrotado por la fe, pero por una fe práctica y dinámica que se
arma de un bastón. La relación del Besht con la magia, su aleja-
miento de ella y su compromiso con Dios, se ve en el cuento del
Baal Shem Adam, éste conocía "el nombre secreto de Dios y
podía decirlo de tal modo que, con su ayuda, le era dado reali-
zar extraños conjuros y sobre todo curar cuerpos y almas ". Cuan-
do Adam sintió que iba morir no supo a quien dejarle antiguos
escritos que se remontaban "a los tiempos de Abraham el pa-
triarca ", interrogó a Dios y éste le dijo que se los llevara a un
joven que tenia 14 años y vivía en Okup. El hijo de Adam llevó
a cabo el recado de su amado padre y no puede creer al arribar a
Okup, que el heredero de los escritos sea el sirviente de una casa
de estudios; pero cuando lo ve se da cuenta de que éste le oculta
al mundo su misión sagrada. Junto al joven Bescht, al que toma
como sirviente pero que en realidad y en secreto es su maestro,
se inmiscuyen en los insondables misterios de la magia cabalis-
ta, pero estos experimentos disgustan al cielo y el hijo de Adam
muere y el Bescht se salva a duras penas 24 . Este cuento que para
Scholem es prueba de los fuertes vínculos del Hasidismo con los
anteriores movimientos mesiánicos 25 , también puede ser leído
como el momento en que el Hasidismo rompe con la tradición
mágico-popular que lo antecede. De todas formas el Bescht no
reniega del conocimiento que proviene de Adam, pero acepta
que la magia debe ser canalizada y que su papel debe ser más el
de un intermediario (un mediador) que el de un mago.
a éste que tomase a su hija por esposa. Efraim muere sin avisar a
su hijo cuál es la situación real; por lo tanto en éste y en otros
relatos Gershon menosprecia y se burla del Bescht, cuando en
realidad él es el que se encuentra en una posición ridicula... su
saber oficial es degradado de forma ambivalente, no se lo des-
precia abiertamente pero sin embargo se hace figurar como una
obviedad que este saber no le alcanza para ver quien es el elegi-
do de Dios para guiar al pueblo de Israel: el Bescht un hombre
que aparece vestido de campesino y que es portador de una sabi-
duría distinta a la de la cultura oficial representada en su cuñado
Gershon.
Cuando el Bescht revela su sabiduría, luego de cumplir 36
años y de que el cielo le haga saber que el tiempo del secreto ha
terminado; es un discípulo de su cuñado uno de los primeros en
hacerse su seguidor. Esté se había quedado a dormir en la posada
de un campesino ignorante (el Bescht) y al levantarse en la mitad
de la noche ve una gran luz que asocia con los leños del hogar:
"pero luego advirtió que lo que había tomado por fuego era
una gran luz: un vivo resplandor blanco que brotaba del
hogar y llenaba toda la casa . El hombre retrocedió y perdió
el conocimiento. Cuando el Baal Shem lo hizo volver en si,
dijo: 'un hombre no debe contemplar aquello que no le está
destinado' "26.
En este relato aparece una vez más la puja entre el Bescht y
su cuñado. Es un hombre que despierta de la noche, de la árida
oscuridad de la seriedad oficial rabínica, el que puede ver la luz
de la cultura popular y milenaria; porque como marca Bajtin la
claridad y la luz son un elemento primordial en la cultura popu-
lar de la edad media y el renacimiento... es la luz cultural-popu-
lar que surge en la mitad de la noche oficial de Gershon y se
lleva con ella a uno de sus esbirros... es como si el Mennochio de
Ginzburg lograra convertir a su teología cosmogónica del queso
y los gusanos, a uno de sus inquisidores 27 .
Pero junto a la luz aparece uno de los elementos "retrógra-
dos" de la cultura oficial: aquel que promueve el individualismo
de ese destino que es para unos pocos... al reanimar al hombre y
decirle que su "luz" no es para él, el Bescht se niega a dialogar 28 .
Algunos elementos de lo corporal y material aparecen en los
diálogos que mantiene el Bescht con su cuerpo al que dice "¡Me
sorprende cuerpo, que no te hayas desmoronado en pedazos por
miedo a tu hacedor! "29. Además de mantener un burlesco diálo-
646 FEDERICO FINCHELSTEIN
Conclusiones
Notas
m o s t r a r d e q u é m a n e r a esa
p o l a r i d a d p l a n t e a d a p o r la
m e t á f o r a g r e g o r i a n a se k a
f e n ó m e n o s culturales de
los t i e m p o s m o d e r n o s :
u n o , la a l u s i ó n r e i t e r a d a
d e las l e t r a s y la f i l o s o f í a
del R e n a c i m i e n t o y d e l
B a r r o c o a las páginas
p a u l i n a s sobre la c a r i d a d
e n la p r i m e r a e p í s t o l a a l o s
c o r i n t i o s ; d o s , el d e s p l i e -
g u e d e l a s f o r m a s y las
funciones antropológicas
d e l a r i s a e n t r e los a ñ o s
1 4 0 0 y 1 7 0 0 ; y t r e s , la
resurrección operística de
los t e m a s a n t i g u o s d e l a
m u j e r t r á g i c a y la m u j e r