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Foto: ©AFP / Carl de Souza. Londres, febrero de 2010

Rock de los ochenta en sociedad:


encuentro y desencuentro de dos generaciones
Leandro Delgado

L. Delgado :: Rock de los ochenta en sociedad: encuentro y desencuentro de dos generaciones:: 51-69 Dixit n.º 24 :: enero-junio 2016 :: 51
Leandro Delgado RESUMEN ABSTRACT
Universidad Católica A fines de 1987, el rock uruguayo alcanzó la aceptación de In late 1987, Uruguayan rock reached its peak acceptance
del Uruguay
la mayoría de los medios de comunicación y se convirtió en in the audiences, becoming the representative movement
Montevideo, Uruguay
ledelgad@ucu.edu.uy el movimiento representativo de toda la cultura juvenil de of all youth culture during the post-dictatorship period. In
la posdictadura. En ese año, la revista mensual Relaciones that same year, Relaciones magazine put together a panel
Recepción: marzo de 2016 organizó un panel con el objetivo de dar a conocer al público aiming to communicate to the broader public what the new
Aceptación: abril de 2016 lo que los “nuevos jóvenes” tenían para decir acerca de sí youngsters had to say about themselves as a new genera-
mismos como generación, así como de la cultura emergente tion, as well as what they were saying about the emergent
en los años ochenta. La dinámica de la discusión tomó un culture of the Eighties. The dynamics of the discussion
curso inesperado: el público, en su mayoría compuesto por took an unexpected course: the public mostly composed
quienes habían sido jóvenes en los años sesenta y setenta, by members who were youngsters during the Sixties and
terminó por dominar la discusión al hablar de sí mismo, y Seventies, finished up dominating the discussion while
logró que los jóvenes invitados se convirtieran en especta- talking about themselves and making the youngsters be-
dores. Este artículo analiza las crónicas y reseñas sobre el come spectators. This article analyzes the chronicles and
evento, y reflexiona sobre esa reunión como una instancia reviews about the event, and reflects on this meeting as an
en la que dos generaciones se reconocieron, una a partir instance where two generations were defined in terms of
de la presencia de la otra. El encuentro permitió a ambas their mutual recognition. The meeting enabled both gen-
generaciones definirse a sí mismas en aquella ocasión, ya erations to define themselves since the contact between
que su contacto había sido impedido durante la dictadura. them had been banned by the dictatorship.

Palabras clave: rock uruguayo, ochentas, transición Keywords: Uruguayan rock, Eighties, democratic
democrática, subculturas juveniles transition, youth subcultures

Introducción muy escasos y reducidos. Pero los comienzos de los


En los trece años de dictadura que vivió Uruguay, ochenta estuvieron marcados, en lo político, por la
entre 1973 y 1985, la actividad cultural se vio altera- recuperación de las libertades políticas y, en lo cul-
da en todas sus áreas ante la emigración y la repre- tural, por el resurgimiento del rock, esta vez llevado
sión sobre todos los actores culturales. Sin embargo, adelante por una nueva generación influida por las
muchos de ellos siguieron activos a pesar de la cen- nuevas tendencias del punk inglés y estadounidense.
1:: sura y, en el caso particular de la música popular, Al mismo tiempo, el Canto Popular iniciaba su etapa
Las razones por las la segunda mitad de los setenta quedó marcada por de decadencia, que terminaría en su desaparición
cuales la subcultura el surgimiento del Canto Popular, un movimiento definitiva como movimiento.
del rock se convirtió urbano de raíz folklórica y alcance masivo que,
en la representante de progresivamente, se afirmó como la manifestación Luego de la reapertura democrática, a comienzos
la cultura de toda la
población juvenil de los representativa de resistencia cultural. En este con- de 1985, el rock uruguayo se consolidó con rapidez
ochenta se pueden ver en texto, el rock que había surgido en los sesenta como la voz representativa de la nueva cultura
Delgado (2014b; 2015). y principios de los setenta se limitó a círculos juvenil.1 Sin embargo, esta visibilidad generó, por

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un lado, una serie de críticas de parte de músicos La mesa redonda fue comentada en cuatro reseñas
y críticos identificados con la izquierda cultural. críticas en el mensuario y, pocos días antes, en tres
Por otro, los jóvenes roqueros eran reprimidos sal- artículos del semanario Jaque: dos críticas y una
vajemente por el gobierno democrático en razzias extensa crónica anónima y “objetiva” que se reduce 2::
periódicas y sistemáticas (Sempol, Aguiar, 2014) al a la desgrabación y edición de las intervenciones, Refiere al concepto
tiempo que se fomentaban y apoyaban recitales y tanto de los jóvenes como del público. parent culture, tomado
encuentros, como Montevideo Rock. de John Clarke y otros
Este análisis no sigue el orden de aparición de los autores (2013) quienes
consideran a las
Este doble rechazo marcó las características prin- artículos, sino que se los considera en función de culturas de clase como
cipales de la subcultura juvenil, que no lograba la interpretación del acontecimiento y se precisan, las configuraciones
ser interpretada aún por la cultura dominante o si es necesario, eventuales réplicas para ofrecer más principales donde las
cultura “mayor”.2 Su irrupción en las nuevas formas sentidos a la interpretación. En todos los casos, las subculturas son partes
de producción y consumo generaron reacciones reseñas marcaron aquel acontecimiento interge- de esta cultura “mayor”
o “matriz”. Si bien los
tanto de la izquierda como de la derecha política; neracional como un fracaso: los jóvenes del panel autores parten del
ningún sector parecía reconocerla definitivamente. fueron espectadores de una discusión que terminó estudio de la clase obrera
A partir de 1986, comenzaron varias polémicas en siendo dominada por el público, en una suerte de británica de posguerra,
semanarios uruguayos acerca del resurgimiento del explosión catártica donde los espectadores tomaron ellos extienden a otras
rock, que discutieron la transformación del género la palabra para referirse tanto a las características subculturas esa relación
más o menos conflictiva
y su participación en la tradición musical uruguaya. de la nueva generación como a la suya propia. con una cultura mayor.
Fueron polémicas llevadas adelante por periodistas Se puede reflexionar así
y músicos que analizaron la nueva producción y las Antes de iniciar el análisis conviene explicar las sobre las subculturas
manifestaciones de la subcultura juvenil desde la características de las publicaciones donde apare- juveniles de los ochenta
distancia crítica (Farachio, 2015). En definitiva, la cieron las reseñas. El mensuario Relaciones, que uruguayos respecto
de una cultura mayor,
nueva subcultura juvenil no lograba tener una par- organizó el encuentro, fue una de las escasas pu- identificada con prácticas
ticipación directa en los medios de comunicación. blicaciones exclusivamente culturales que surgieron de una izquierda cultural
entre fines de la dictadura y comienzos de la de- llevadas adelante por
En esta larga serie de discusiones ocurrió, sin em- mocracia, período caracterizado por una profusión la generación anterior
bargo, un hecho trascendente. En 1987, la revista de semanarios políticos que incluían, no obstante, (Delgado, 2015).
mensual Relaciones organizó una mesa redonda en un espacio considerable a la información y crítica 3::
la Alianza Francesa con la participación exclusiva cultural. Fundado en junio de 1984, Relaciones se Los integrantes de la
de un grupo de jóvenes: músicos, productores y caracteriza por una agenda en consonancia con la mesa fueron Gonzalo
Curbelo (músico),
periodistas pertenecientes a la subcultura juvenil actividad académica, vinculada con la psicología, Gerardo Michelin
del rock.3 La intención de los organizadores de esta las humanidades y los debates filosóficos y cultu- (periodista y productor),
mesa era ofrecer al público la posibilidad de inte- rales contemporáneos. Muchos de sus columnistas Tabaré Couto (periodista
rrogar a los jóvenes acerca de sus expectativas, son académicos destacados, tanto uruguayos como y productor), Juan
sus valoraciones e interpretaciones sobre la cultura del resto del mundo. Su distribución está dirigida a Berhau (músico), Andy
Adler (músico), Gabriel
uruguaya, su participación en ella y las actitudes un público amplio (se vende en kioscos callejeros) y Peluffo (músico), Pablo
que venían generando inquietud y novedad en el el éxito de la propuesta le ha permitido sobrevivir Martín (músico) y Carlos
ambiente cultural montevideano. hasta hoy sin interrupciones. Muñoz (sociólogo).

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Por su parte, Jaque fue un semanario pertene- cosas, pienso que hay un corte, una ruptura
ciente a la Corriente Batllista Independiente, la que hace que esta generación un poco no
corriente más liberal del Partido Colorado, par- sabe a qué agarrarse, y está tratando de
tido que había alcanzado el gobierno en 1985 formar un nuevo lenguaje, que esperamos
luego de las primeras elecciones democráticas sea positivo (“Rompiendo estructuras con
posdictadura. Este semanario fue una referencia rock”, 1987, p.23).
periodística por varios motivos, entre ellos, por
la capacidad para discriminar su línea política Huérfana y ausente serán adjetivos para definir
de la práctica periodística y reunir a una gran a la generación en otras oportunidades (Carbo-
cantidad de periodistas y columnistas de diversas ne, Forlán Lamarque, 1987; Forlán Lamarque,
extracciones políticas e ideológicas. Amén de su 1987; Rodríguez, 2012). La orfandad parece estar
énfasis en la profesionalización del periodismo, determinada por la falta de referencias (esque-
Jaque realizó innovaciones que incluyeron ori- mas) reconocibles o atractivas en una tradición
ginales recursos gráficos, géneros periodísticos cultural. La ausencia se presenta como una falta
poco explorados, una mirada atenta a los nuevos de cohesión entre sus integrantes, que les impe-
fenómenos sociales de la restauración demo- diría reconocerse como un colectivo. Una falta
crática, así como una postura receptiva a las que podría ser consecuencia, según Michelín, de
manifestaciones culturales emergentes.4 una ausencia de lenguaje propio que esta nueva
generación todavía estaría construyendo para
4::
Sobre el surgimiento de
Crónica de una mesa anunciada sí misma.5 Esta invocación a un lenguaje espe-
los semanarios uruguayos De acuerdo con la crónica de Jaque, la prime- cífico es llamativa no tanto porque los jóvenes
a fines de la dictadura ra intervención de la mesa fue del periodista y pudieran carecer de uno, sino por la necesidad
y primeros años de la productor Gerardo Michelín, quien definía muy de comprender una presencia generacional y una
democracia, y sobre claramente la generación al presentar los rasgos existencia cultural en términos de lenguaje.
Jaque en particular,
se puede consultar a
que la caracterizaron de allí en más.
Guinovart (2014). De esta forma, los integrantes de la nueva gene-
Somos una generación huérfana, definida ración se reconocen a sí mismos de acuerdo con
5::
La “orfandad” y como una juventud ausente. Ahora, ¿por los términos definidos por la posmodernidad. En
“ausencia” no eran qué hay ausentismo? Pienso que porque no primer lugar, se trata de una identidad construida
términos que se tenemos nada que culturalmente nos una. en el discurso y de acuerdo con ciertas formas
emplearan por primera Es decir, pensamos que se trata de crear lingüísticas idiosincráticas o “juegos de lenguaje”
vez para referir a la nueva un nuevo lenguaje, y pienso que la mesa (Lyotard, 2004). En segundo lugar, se trata de
generación. El mismo
Gerardo Michelín era, por esta es un poco prematura, quizá porque jóvenes que se identifican con una subjetividad
entonces, responsable no está muy homogéneo el movimiento colectiva o grupal cuyas formas de cohesión no
de la revista G.A.S. de Rock [...] No nos sentimos identifica- son extremadamente fuertes, sino generadas a
(Generación Ausente y dos con esquemas, y no sé si es porque partir de una simple necesidad de “estar juntos”
Solitaria) y en mayo de no los entendemos, porque no nos llegan (Maffesoli, 1990), formas mucho más laxas de
1987 publicó el primer
número de la revista, o porque realmente no existieron, o no entender la vida social que las generadas a partir
junto con un grupo de cumplieron el papel que deberían haber de identidades o acciones políticas específicas,
periodistas y músicos. cumplido. Entonces, por sobre todas las tal como pudo ocurrir en la generación anterior.

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La vinculación del surgimiento de las subculturas Esta dimensión estética vuelve a poner a las
juveniles montevideanas con la posmodernidad fue nuevas subculturas en la discusión de la pos-
observada por varios críticos (Pittaluga, Esmoris, modernidad, al tiempo que contribuye a com-
1987; Bayce, 1986, 1989; Migdal, 1991; Achugar, prender a la estética no solo como una forma
1992; De Espada, 1991). De todas formas, es impor- de “sentir” —expresada visiblemente a través de
tante releer este vínculo en tanto la generación se va un lenguaje determinado— sino también como
a definir en términos de lenguaje o de un discurso un sistema de creencias y actitudes que surgen,
particular para sí misma. Esta preocupación aparece precisamente, de compartir esa sensibilidad y de
varias veces en el transcurso de la mesa redonda y las implicancias que tiene en las formas de en-
puede explicar la prevalencia o la necesidad de poner tender conductas determinadas: “la sensibilidad
de relevancia una dimensión estética que identifique colectiva salida de la forma estética desemboca
a la nueva generación, dimensión que logra expresar en una relación ética” (Maffesoli, 1990, p. 49).
otra forma de hacer o entender la actividad política.
En este aspecto, la participación de Gonzalo Curbelo Por lo tanto, ¿qué posición ética presenta Curbelo
ofrece elementos para comprender mejor la necesi- al defender o promover el uso de un lenguaje
dad e importancia de construir un lenguaje propio. soez o descarnado? Es necesario entonces preci-
sar la distinción entre el rock como género musi-
El Rock lo que quiere es cambiar un poco el cal y la subcultura generada a su alrededor, dado
lenguaje: hablar en términos más groseros, que es habitual confundir ambas categorías en
si se quiere. Más de embole y de mierda, sin el análisis de las subculturas formadas alrededor
ninguna vuelta que darle. Es una cosa que del rock como género musical (Phillipov, 2006).
le llegue directo a la gente que los está escu- En este caso, es también necesario señalar que
chando. Y que la sacuda realmente (“Rom- Curbelo es un músico de rock que, posiblemente,
piendo estructuras con rock”, 1987, p. 23 [las experimentaba la performance musical de una
cursivas son mías]). forma específica a través de una agresión —ca-
racterística del punk rock, subgénero con el que
La breve cita ilustra varios aspectos de la formación se identificaba como líder del grupo Guerrilla
de las subculturas a la luz de una preocupación por Urbana— que apuntaba a debilitar toda identi-
conformar un lenguaje que, dada la radicalidad de ficación entre espectador y músico considerado
la afirmación, se debe entender en términos más como “ídolo” (Phillipov, 2006).
amplios, es decir, como una estética particular que
no solo involucra formas del habla o su sentido El mismo Curbelo participa de esta indiscri-
estrictamente lingüístico. Es importante considerar minación entre género musical y subcultura
las reflexiones de Michel Maffesoli sobre la “esté- juvenil al justificar el uso de un lenguaje soez
tica” de los grupos en la posmodernidad como una como una forma más auténtica de expresión
“facultad común de sentir o experimentar” (1990, de las nuevas generaciones. Se podría hablar,
pp. 136-137), una definición clave para comprender en este caso, de un desplazamiento de ciertos
las subjetividades específicas de los miembros de comportamientos performáticos de los recitales
la nueva generación que surgían en las distintas a las performances lingüísticas cotidianas fuera
formas de estar juntos. de estos ámbitos particulares.

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Foto: ©AFP /
Christopher Polk/Getty La respuesta, entonces, la ofrece el mismo Curbelo glorias literarias del Uruguay, tanto [Ma-
Images. Los Ángeles, al señalar la necesidad de alcanzar, mediante este rio] Benedetti como [Juan Carlos] Onetti,
febrero de 2016 lenguaje, un contacto directo o más sensible entre porque es mucho el tiempo que nos separa
el músico y los espectadores, quizá refiriendo a un de ellos. Pero puedo sentirme perfectamen-
contacto no mediado por elementos de una tradi- te identificado con lo que dice un Jaime
ción cultural que se presenta impuesta o heredada Roos, o con lo que dice [Daniel] Viglietti, o
y que aleja toda reivindicación auténtica precisa- personas así (“Rompiendo estructuras con
mente porque está empleando un lenguaje —o una rock”, 1987, p. 23).
estética— que no forma parte de su generación,
aun cuando las reivindicaciones éticas pudieron En definitiva, Curbelo sugiere que la reivindi-
ser compartidas con la generación anterior, tal cación ética de la generación de los sesenta no
como sigue explicando. dejaría de estar vigente, pero los modos de ex-
presarla se habrían vuelto poco novedosos o, aún
Tenemos más puntos en común de lo que más, incapaces de generar identificaciones con la
parece, en general se tiene una idea del generación de los ochenta. Esta búsqueda de una
Rock actual que es como un fenómeno muy identificación, o la dificultad de encontrar refe-
anárquico, muy panquequito. Yo personal- rentes de identificación, es otro aspecto central
mente no creo que sea tan así. Creo que para comprender las nuevas formas expresivas,
hay bastantes personas que tienen bastante en el sentido de que será la identificación con
conciencia social, y conciencia de que no elementos estéticos determinados la que defina
todo lo que dijo otra generación está tan los rasgos originales de la generación y la base
lejano de lo nuestro. En lo personal yo de la conformación de una presencia distintiva
no me siento identificado con las grandes en el mapa cultural en formación.

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Los mecanismos de identificación responden al significado emotivo? [...] ¿Y qué pasaba si
reconocimiento de ciertos referentes estéticos que a uno no le gustaba, si no podías tolerar la
un grupo particular (“tribu”, en términos de Ma- voz de [Daniel] Branáa?7 Quiero irme hacia
ffesoli) se apropia para sí y para ser compartidos las dos puntas, hacia la cultura anglófila,
por el grupo. Estas identificaciones imprevisibles, de terror, que emitían en esas dos radios
sucesivas y situadas se alejan de las formas fi- [Radiomundo e Independencia],8 o por otra
jas de estructurar la subjetividad, entendidas de parte, el molde de izquierda, de un militante
acuerdo con lógicas de “identidad”, aquellas que de izquierda prolijo, con todos esos cánones
buscan la estabilidad y la coherencia del sujeto bien mascados. (“Rompiendo estructuras
de acuerdo con un determinado orden político con rock”, 1987, p. 23 [las cursivas son
(Maffesoli 1990, p. 280). La apelación a un len- mías]).
guaje soez como forma de identificación —y su
eventual apropiación— no solo permite al grupo Tanto Curbelo como Adler son enfáticos en el uso de
una cohesión determinada a través de un lenguaje: la primera persona. Este énfasis corrobora la ausen- 6::
también habilita a la generación anterior (o a las cia de una forma política tradicional de presentarse Al respecto, Hugo
generaciones anteriores) a marcar un rechazo que en grupo, es decir como compartiendo un ideario o Achugar (1992) define
puede ser constatado—como dato específico para una plataforma común. La cohesión del grupo pare- y atribuye para esta
una historia cultural— en las reacciones adversas ce afirmarse, precisamente, en las expresiones que generación una “estética
de la ordinariez”. Es
de la mayoría de los asistentes, miembros de ge- enfatizan el carácter subjetivo de sus miembros por importante destacar el
neraciones anteriores, quienes no reconocieron encima de probables desencuentros. Esta voluntad rechazo de los miembros
en esta adopción o uso del lenguaje ninguna rei- por expresarse estéticamente está subrayada en el a personalidades y figuras
vindicación de carácter político.6 uso de términos que corresponden al dominio de intelectuales de la cultura
lo estético para referirse a la generación anterior “oficial” pertenecientes
a las generaciones
Tal como se infiere de los testimonios de la crónica, (moldes, prolijo, cánones). Aún más, la nueva ge- anteriores, pero
no existe entre los integrantes de la mesa ninguna neración ve a la anterior como un grupo definido trasciende los límites de
suerte de acuerdo en el sentido de establecer un también en términos de una estética determinada. este artículo y es objeto
frente político común en tanto integrantes de una de un trabajo próximo.
generación, dado que los lazos de cohesión se Las intervenciones del público resultan sarcásticas 7::
establecen más a través de identificaciones sub- al punto de que es difícil distinguir, en la transcrip- Periodista y conductor
jetivas y estéticas y menos a través de identidades ción directa, cuándo se emplea la ironía y cuándo de programas radiales y
televisivos.
políticas. De esta forma, los integrantes de la mesa surge la crítica o el elogio. En cualquier caso, la
no intentan establecer acuerdos frente a ningún crítica desde la generación anterior hacia la nueva 8::
Las dos radios principales
tema y la intervención del músico Andy Adler se revela en la discusión particular sobre la comer- dirigidas al público
contradice, incluso, el testimonio de Curbelo al cialización del rock, es decir, en la vinculación de juvenil en las décadas de
negar la posibilidad de compartir algún elemento los músicos con las grandes casas discográficas y los setenta y ochenta,
con la generación anterior. con los medios de comunicación. Esta crítica a la con una programación
comercialización parece articularse en la interven- exclusivamente
integrada por música
En mi caso específico, ¿qué pasaba si yo ción de varios integrantes del público que apuntan pop bailable o
nunca había visto a Viglietti en vivo, qué a la imposibilidad del punk rock para presentarse romántica de origen
pasaba si Benedetti no tenía para mí un como portavoz de ninguna rebeldía. estadounidense o inglés.

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Así, el mismo Andy Adler interpreta de manera En última instancia, la estética del rock de los
original el término “comercialización”, discute ochenta y todos los subgéneros que lo integraron
y defiende la posición de la nueva generación, (punk rock, glam rock, new wave) no es la misma
nuevamente, en términos de una estética, al se- estética del rock tradicional (la de botas y motos
ñalar una correspondencia o una coincidencia Harley-Davidson, en este caso) sino que se trata,
—equivocada a su entender— entre estética y precisamente, de una apropiación y resignifica-
consumo de rock. ción de la iconografía tradicional del rock alterada
con una enorme variedad de referentes estéticos
Todo ese problema de la ropa o de los ele- tomados de otros universos simbólicos, variedad
mentos promocionados alrededor del rock, cuya descripción trasciende los límites de este
y que tú decís que es la comercialización artículo.9 En cualquier caso, importa destacar este
del Rock, yo pienso que estás equivocado. mecanismo de apropiación de referentes estéticos
Eso es iconografía del Rock. Quieren ven- dentro de una modalidad de consumo como una
der el vaquero del Rock, y quieren poner manera idiosincrática y original de expresión de
iconografía del Rock. Si yo te quiero hacer la subcultura del punk rock. Este tipo de apropia-
el coco con una moto y el rock, te voy ción remite a las formas de resistencia planteadas
a poner Harley-Davidson enfrente, o unas por Michel de Certeau, como formas particulares
botas tejanas con los Rolling Stones de- o creativas de los consumidores o, según sus pa-
trás. Es la relación que tiene el pelito con labras, como la “producción del consumidor” y,
la iconografía del Rock. Eso me parece ra- más específicamente, los “procedimientos de una
zonable. Se desvirtúa, sí, pero hay quienes creatividad cotidiana” en las formas selectivas del
quieren que se desvirtúe, y hay quienes no, consumo (De Certeau, 1998, p. 489).
y en eso cada artista tiene el control sobre
la situación (“Rompiendo estructuras con La observación de los integrantes del público sobre
rock”, 1987, p. 24). la comercialización del rock montevideano no
deja, sin embargo, de tener validez, en el sentido
La observación de Adler es certera al identificar un de que el éxito de las nuevas bandas estaría cues-
punto crítico en la visión de la generación anterior tionando la cualidad revulsiva del nuevo rock de
sobre la subcultura del rock de los ochenta. Resulta los ochenta. Aunque Adler plantea la posibilidad
clara, en esa visión, la interpretación de una estética de que cada artista “tiene el control de la situa-
determinada (la mencionada “iconografía”) como ción”, también es necesario reconocer que el éxito,
9:: una modalidad más de consumo, algo que Adler no circunstancial o no, del rock del período reubica
Sobre la apropiación niega ni aprueba ni rechaza. Lo importante no es, su lugar en el universo cultural de los ochenta en
de diferentes universos por lo tanto, la necesidad de tomar una posición particular, y en el universo de rock en general, y
simbólicos, incluso determinada sino la capacidad de los roqueros por obliga a volver a pensar al género como forma
contrapuestos o lograr reinterpretar o apropiarse de la iconografía de expresión política con un alcance significa-
incongruentes entre sí, de
la cultura punk y del punk del rock de acuerdo con sus propios intereses, tal tivo pero limitado en la medida en que obtiene
rock, se puede consultar a como apunta en el final de la cita (“cada artista reconocimiento y popularidad. Esta tensión entre
Greil Marcus (1993). tiene el control de la situación”). rebeldía y comercialización es un elemento clave

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para comprender la dimensión y alcance políticos dificultad de optar por el rock —o de haber tenido
del género. Justamente, fue el rock el género que que abandonarlo— ante la represión impuesta
logró presentar masivamente formas críticas de por la dictadura. En este sentido, es ilustrativa la
expresión política de la misma forma en que el intervención de un integrante del público, quien
Canto Popular lo había hecho en la década anterior. ve en las nuevas formas del rock una forma de
rebeldía que su generación no pudo expresar en
Corresponde señalar, en primer lugar, una diferen- toda su amplitud.
cia generacional al interior del género, en particu-
lar la necesidad de distinguir entre la subcultura Vos el rubio (a Adler) dijiste que el rock es
juvenil de los ochenta y la cultura política de la rebeldía. Yo escucho mucho rock porque me
generación anterior. En esta diferencia, la subcul- mantiene joven. Yo tengo 41 años y sufrí
tura del rock estaría marcada por un género que algo peor que la dictadura: a mí me educó
estaría acentuando o potenciando una rebeldía la Suiza de América, el país de mierda. La
intrínseca (“el rock es rebeldía”) con el peligro de dictadura no es un corte, es el punto final
traicionarla frente a una masividad que los mis- del país de mierda que fue el Uruguay antes.
mos músicos del rock habían cuestionado en los Para mí fue mucho peor que para ustedes
roqueros mayores (Delgado, 2014b). porque fue mucho más sutil, en la dictadura
era mucho más fácil darse cuenta, porque
En segundo lugar, corresponde señalar una dife- no tenían ideología, la violencia era directa.
rencia con respecto a la generación anterior por La educación laica-gratuita-y-obligatoria
la cual, en la propia dinámica del debate entre era mucho más sutil y yo me la comí toda.
público y representantes de la subcultura juve- Sacarme eso de encima fue muy duro, y
nil, los más jóvenes interpelan a una generación yo escuchaba a los Rolling Stones y a los
anterior que no se identificaba solamente con Beatles, soy lo suficientemente viejo para
el rock sino también con el Canto Popular. Esto acordarme de eso. Pero ya me olvidé ¿viste?
complejiza la diferencia generacional, que ya no Yo los escucho a ustedes. No le hagan caso
puede establecerse solamente al interior de un a los viejos tenazas [aplausos] (“Rompiendo
solo género ni como una diferencia estricta entre estructuras con rock”, 1987, p. 25).
géneros. De esta forma, la crítica del grupo de los
más jóvenes incluye a varias subculturas y varias Es difícil establecer de qué lado se encuentra la
generaciones anteriores, subculturas que abarcan crítica, que parece sarcástica sobre el final. En
desde el rock de los sesenta, el rock de los setenta cualquier caso, sarcástica o celebratoria, la par-
y el Canto Popular, hasta toda la tradición literaria ticipación del integrante del público se establece
uruguaya del siglo XX. en términos muy similares a los empleados por
los integrantes de la generación de los ochenta,
Sin embargo, la posibilidad de abarcar en la en el sentido de emplear su propia experiencia,
crítica todo un espectro de géneros musicales y usar la primera persona como garantía de la legi-
disciplinas parece menos una elección entre una timidad de esa experiencia y el uso de un lenguaje
variedad de opciones y más la imposibilidad o marcadamente soez.

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La intervención resulta interesante también por- que ustedes preguntaran de qué se trataba,
que emplea todos estos atributos que hasta el mo- qué era lo que queríamos decir realmente
mento —y en la circunstancia particular de la mesa [...] Para mí no quedó claro. Me quedo con
redonda— parecían limitarse a los más jóvenes. La ganas de que ustedes sepan, sinceramente
participación revela la represión ejercida contra (“Rompiendo estructuras con rock”, 1987,
los jóvenes roqueros de los sesenta y setenta al p. 25 [las cursivas son mías]).
tiempo que, al cuestionar con su sola participa-
ción ciertos rasgos que se ven como originales La cita permite comprender la falta de ingenuidad
de los jóvenes de los ochenta, permite pensar en de las nuevas generaciones y su conocimiento de
una continuidad entre ambas subculturas, que se la generación o generaciones que la anteceden
habría interrumpido durante la dictadura y que (“sabemos más de ustedes que ustedes de noso-
la mesa logra volver a poner en contacto. tros”). El argumento central de este artículo no
se vería forzado al afirmar que la intervención
El final de la mesa redonda está marcado por de Peluffo confirma cómo la nueva generación
la intervención de Gabriel Peluffo, vocalista de compartía elementos de la cultura mayor o, al
Los Estómagos. Su intervención deja en eviden- menos, tuvo un conocimiento tal que fue capaz
cia el curso que tomó la discusión y obliga a de descartarlos o, para el caso de conformar una
reinterpretar todo el texto de la crónica, donde mesa redonda, integrarlos momentáneamente a su
el balance de las intervenciones entre público y propio comportamiento o repertorio de símbolos
protagonistas parecía más ajustado. Es posible de identificación.
pensar que la propia edición o la misma escritura
de la crónica no hubieran podido reflejar una Esto permite hablar tanto de la probable ausencia
violencia que se pudo manifestar de manera poco de una identidad definida o marcada políticamen-
explícita, es decir, en ironías y sarcasmos o en te que le impidiera establecer contacto con otras
elementos del lenguaje no verbal. En cualquier “tribus” como de la posibilidad de que ambas
caso, la intervención permite algunas reflexio- subculturas estuvieran compartiendo elementos
nes más sobre la polémica en términos de un comunes. La conformación de una subcultura
conflicto generacional. con elementos propios y otros compartidos con
la cultura mayor (no necesariamente la de sus
A nosotros no se nos preguntó práctica- padres) queda en evidencia, visualmente incluso,
mente nada, no creo que haya quedado en la misma acción de integrar un panel rodeado
nada claro. No creo que sepan mucho quié- de integrantes de esa cultura mayor.
nes somos. Sabemos más de ustedes que
ustedes de nosotros. Acá de lo que se trata Críticas de la tradición pura
no es de que cada uno venga a contar su La reseña de Carlos Muñoz abre la serie de Rela-
historia [...] sino que reconozcamos de una ciones y plantea, de entrada, una caracterización
vez que ninguno de nosotros somos dueños de la nueva generación al referir al anuncio de la
de la verdad y que si queremos hacer las co- presentación, que decía: “Aunque usted no los oiga.
sas podemos hacerlas todos juntos, no hay Hablan los RockEros”. La inesperada aparición de
ningún problema. [...] Lo importante era las mayúsculas, principalmente la E en mitad de

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palabra, vincula el erotismo con el rock y con la
nueva generación en un juego que remite fácil-
mente a su carácter dionisíaco, término atribuido
años antes a la nueva generación por otros auto-
res (Perelli, Rial, 1986; Bayce, 1989). Este término
quedará establecido desde entonces como marca
generacional, aunque hasta el momento no se haya
discutido en suficiente profundidad.

Lo llamativo de esta reseña es la claridad para de-


finir la posición y lugar en una tradición cultural,
es decir, a contrapelo de una opinión generalizada
sobre la generación, la cual habría nacido sin re-
ferencias culturales de las generaciones anteriores
tal como sostenía el mismo Michelín al principio
de la mesa y como reafirman otros actores cultu-
rales de la época (Forlán Lamarque, 1987; Bayce,
1989). Principalmente en esta reseña se aprecia el
cuidado para articular conceptos de las ciencias
sociales y el habla informal característica de la
generación en un equilibrio que debe destacarse.

Los jóvenes de los sesenta —ya sin arcoiris,


desexiliados, y muchos con otro estado ci-
vil— lamentaron haber creído que lo sabían
todo. Enfrentaron una sociedad tradicional
aparentemente estabilizada y con un cua-
dro burocrático institucionalizado ocupado
por los tramos dominantes de edad de una
sociedad envejecida (y que ahora —y esto
no es una crítica, ya está asumido— ese
cuadro lo ocupan ellos) [...] Sí, todo bien,
pero lo del 68 terminó en Francia con el
avance del gobierno de derecha de Pom-
pidou y en Uruguay, al final, con los que
te dije. Supongo que tanta historia debe
ayudarlos a identificarse con nosotros, los
de fines de los 80. John Lennon dijo en
noviembre del año 70: “El sueño acabó”. El afiche que anunció el encuentro en la Alianza Francesa.
Mismo (Muñoz, 1987, p. 42). Gentileza: Gerardo Michelín

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La generación se presenta en oposición a la de los que, a la generación de los ochenta, se le atribuye
sesenta, si bien establece formas comunes de en- habitualmente un rechazo hacia la cultura escrita (la
frentar una sociedad que, en ambos momentos, se de sus mayores) frente a una presunta prevalencia
percibía envejecida. Muñoz establece conexiones de la cultura audiovisual (Achugar, 1992; Migdal,
entre la subcultura juvenil de los sesenta y la de los 1991; De Espada, 1991). La de Muñoz resulta una
ochenta, pero dando a entender que esta conexión performance escritural que no se limita, para la
no fue posible en el marco de la mesa redonda. generación, a este artículo aislado.10
Según el artículo de Muñoz, los integrantes de la
juventud de los sesenta no habrían podido, en esa En el mismo número de Relaciones, la reseña fir-
instancia, caracterizarse a sí mismos como una mada por Luis Behares, lingüista que reflexionó
generación, tampoco en términos de una subcultura en su momento sobre las subculturas juveniles del
sino en los términos planteados por la oposición período, ofrece más elementos para caracterizar a
(“se definieron grupos por oposición”). En cualquier la nueva subcultura. Behares describe la afluencia
caso, explica al final, la nueva generación tampo- ansiosa y numerosa del público al foyer y a la sala
co pudo cumplir el objetivo de presentarse como de la Alianza Francesa, y el contraste marcado de
tal frente al resto, es decir, fuera de los términos algunos punks con sus peinados y ropas caracterís-
planteados por la oposición. ticas. La reseña describe la carga de una violencia
repartida en agresiones solapadas y desprecios de
Es importante destacar el uso del lenguaje em- parte de la generación mayor. Esta incapacidad de
pleado por Muñoz, en el sentido de que usa, muy un diálogo intergeneracional en estas circunstan-
conscientemente, juegos de lenguaje o jerga perte- cias no estuvo limitada, tal como explica Behares,
10:: neciente a la subcultura de los ochenta: encarar, ni a la soberbia de los mayores, sino también a las
Sobre una poesía y
narrativa características ahí, pirados, ya era, estos caras, y otros idiolectos características peculiares de la generación desoída.
de una generación que aparecen a lo largo de su artículo, provienen
de los ochenta, se del portugués en una originalidad lingüística que Tal vez lo que explica la sordera es que los
debe mencionar la tampoco ha sido analizada en profundidad, prin- rockeros tienen un mensaje que no es de
activa participación cipalmente porque la música brasileña, y el rock esencia intelectual, sino precisamente lo con-
del grupo UNO, cuya
editorial, Ediciones brasileño de los ochenta en particular, no fue una trario. Obligarlos a hablar, idea que se nos
de UNO, promovió a referencia central en el rock uruguayo y no consta ocurrió vaya a saber por qué, y sobre todo,
toda una generación en los múltiples testimonios de los músicos existen- obligarlos a hablar en el estilo en el que
de poetas y perfomers tes hasta el momento. Esta aparente incongruencia otros llevan años de desgastes de cualquiera
que emplearon muy entre el rock como género y la subcultura generada de las ideologías, no los beneficiaba mucho.
libremente elementos
de la neovanguardia, a su alrededor vuelve a advertir sobre la necesidad (Behares, 1987, p. 4).
la posmodernidad y la de discriminar entre género rock y subcultura, con
misma tradición literaria vistas a un análisis más preciso de ambas categorías La presunta condición antintelectual de la gene-
uruguaya. Sobre la obra (Phillipov, 2006). ración de roqueros de los ochenta se revela, para
y trascendencia del el cronista, como una confirmación. Esta posición
grupo UNO se puede
consultar a Bravo (2013), En cualquier caso, es importante destacar este uso no solo refiere al origen musical del punk rock en
Delbene, Gerolami (2013) particular del lenguaje, es decir, poder interpretarlo particular, cuya impronta nihilista impregna buena
y Delbene (2014). como una performance escritural de gran valor ya parte de todo el género de rock del período y cuyas

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formas de presentación verbal se reducían a las entender la cultura y la vida social que terminarán
letras de canciones y a las entrevistas ofrecidas en por caracterizar a la subcultura de los ochenta como
algunos medios. También obedecía a que, en tales una subcultura de esencia antintelectual.
circunstancias, los roqueros no estaban habituados
a expresarse en el ámbito de la formalidad y la La reseña de Behares destaca lo mismo que el resto
asepsia extremas de un panel donde los protago- de las reseñas: los roqueros tuvieron que limitarse
nistas se encontraban de un lado del escenario y a escuchar las intervenciones del público, que ter-
el público del otro, una frontera deliberadamente minó hablando consigo mismo sin tener en cuenta
agredida y destruida por los músicos del género la presencia invitada, de esta forma convertido en
en sus recitales. el protagonista del encuentro en una inversión de
los roles. Es posible especular que esta inversión
La posición antintelectual no responde, en este caso, fue posible, precisamente, por la presencia de los
a un rechazo deliberado de los jóvenes a ciertas jóvenes punks en el recinto, que de algún modo
formas de entender la cultura, ya que estuvieron habilitó, a través de su performance expresada en
dispuestos a integrar la mesa. Tampoco se puede ropa y peinados, a liberar la violencia reprimida
adjudicar un supuesto antintelectualismo de los de sus mayores quienes, hasta ese momento, no
jóvenes a “un modo de hacer las cosas”, sino, posi- habían encontrado los canales adecuados para
blemente, a una incomprensión o una indiferencia hacerlo, ya que sus formas particulares de expresar
respecto de las formas tradicionales de entender la rebeldía habían sido reprimidas o perdido todo
la transmisión cultural y las formas de funciona- carácter de novedad.
miento de los circuitos culturales tradicionales, ya
que no se percibe, según la crónica y las críticas, Esta intervención desmedida del público, perte-
ningún tipo de violencia o rechazo de su parte. Por neciente a una generación mayor, expresa con
el contrario, de acuerdo con los textos analizados, bastante claridad el malestar que parece haber
la sorpresa proviene menos de los jóvenes y más surgido al expresarse en el momento de la rea-
de los mayores ante la llegada de los roqueros a pertura democrática, porque su protagonismo,
una sala de conferencias. En cualquier caso, no relegado por la represión, se veía nuevamente
deja de ser relevante una suerte de intencionalidad opacado por la irrupción de los adolescentes de
culposa de parte de los organizadores al poner a los ochenta al desplegar un repertorio poderoso
los roqueros en situación. de elementos culturales (jerga, vestuario, música)
que no se presentaba, en principio, como conti-
La eventual posición antintelectual de los más jóve- nuador de ninguna tradición heredada. De esta
nes está asociada directamente al género musical al forma, aquellos integrantes del público de treinta
que adscriben. Es importante volver a destacar la di- años o más no lograron establecer un diálogo con
ferencia entre género y subcultura, así como señalar las nuevas generaciones sino en los términos de
que el género se apoya, como marca distintiva, en una discusión política tradicional entre izquierda
el uso del grito y del eslogan por encima de textos y derecha, o entre imperialismo y tercer mundo, es
construidos y elaborados (Chastagner, 2012, p. 58). decir, aquellos términos en los cuales habían crecido
De esta forma, parece haber una atribución de estas y a través de los que se referían para reflexionar
formas de entender la música a ciertas formas de sobre acontecimientos o fenómenos culturales.

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Así lo relata Tabaré Couto en su crónica, “Érase En Jaque, el periodista Raúl Forlán Lamarque
una vez” en la misma serie de Relaciones. publicó su artículo “Somos bastante depresivos”,
cuyo título es una cita directa de una interven-
Así, pues, ninguno de los panelistas inter- ción del mismo Couto en el panel. El texto de
vino en lo que fue más de la mitad del de- Forlán Lamarque parte de una concepción que
sarrollo de la mesa redonda, sucediéndose estaba siendo construida en el momento y que
extensas y autobiográficas explicaciones y aún permanece como constitutiva de aquella ge-
opiniones acerca de lo que habían alcanza- neración: la de haber nacido sin padres intelec-
do o no aquellos que fueron jóvenes en las tuales, por lo cual era imposible llevar adelante
décadas de los 60 y 70, vinculados directa o un parricidio cultural, como habría sucedido con
indirectamente a la izquierda. [Entre tantas las generaciones anteriores.
intervenciones, a veces inteligentemente
desarrolladas y otras veces de una manera Forlán Lamarque vertebra la impronta genera-
bastante infantil, se percibían las carcaja- cional en la centralidad del rock, al punto de
das del centro y la derecha, obsoletos, of denominarla generación rock. En este caso, lejos
course] (Couto, 1987, p. 4). de ver al rock como una señal de imperialismo
cultural, parece adscribirlo a un pesimismo que
El resto de la reseña de Couto contextualiza el habría sido el resultado de la crisis social y cul-
acontecimiento puntual de la mesa señalando una tural de los años de dictadura. La depresión que
serie de agresiones a las manifestaciones de la señala desde el título la asocia muy oportuna-
subcultura del punk rock, que venían surgiendo mente como una probable “transculturación del
11:: en medios de prensa y radio; en particular, las no future de los Sex Pistols” (Forlán Lamarque,
Las acusaciones acusaciones de “reaccionarios” o “hijos del im- 1987, p. 25). Esta observación capta, en primer
provinieron perialismo”.11 En cualquier caso, Couto no deja lugar, el carácter distintivo de la subcultura punk
principalmente de Jorge de expresar una cierta satisfacción por haber —tan influyente en la caracterización y presen-
Bonaldi (1986), músico logrado la incomodidad de la “generación irreal”, tación de la generación rock uruguaya— en el
de relevancia en el
Canto Popular. Desde tal como la nombra, pese al enfrentamiento y el sentido de que se habría distinguido de la sub-
La Hora, semanario desprecio padecido por sus miembros en la mesa cultura hippie por su austeridad, por su carácter
alineado al Partido redonda. Este eventual desprecio, sin embargo, asexuado, por su “rechazo al goce” como forma
Comunista, Bonaldi debe ser considerado también como una reacción de resistir al poder de la mercancía (Chastagner,
acusó a los roqueros y al posiblemente esperada de parte de los más jóve- 2012, p. 68) y que muchas veces se ha estereo-
emergente movimiento
de punk rock como una nes. Es importante recordar que los músicos del tipado bajo el término nihilismo.
victoria del imperialismo rock se enfrentaron al público para ser insultados,
estadounidense. La escupidos y, en el mejor de los casos, agredi- Asimismo, el carácter distintivo del rock le permite
crítica de Bonaldi tuvo dos físicamente de acuerdo con una búsqueda apreciar la capacidad del género para regenerarse o
una gran repercusión por debilitar toda forma de identificación con renovarse políticamente luego de haber sido fago-
e inició una polémica
sobre la legitimidad del el músico en tanto “ídolo” (Phillipov, 2006), tal citado o neutralizado al integrarse sin conflictos a
nuevo rock uruguayo en como fue visto en el análisis de la crónica en el la industria en la década del setenta. En particular,
varios semanarios. apartado anterior. esta integración o domesticación y la capacidad

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del rock para renovarse como género rebelde De esta forma, Erdélyi señala el “liberalismo” de la
será el asunto central de un debate que se va nueva generación, término que resulta bastante pro-
a realizar a partir de entonces entre periodistas blemático ya que, si bien está empleado en términos
culturales de varios semanarios políticos (Fara- estrictos, parece estar siendo empleado también en
chio, 2015). Forlán Lamarque también refiere al los términos de “neoliberalismo”, es decir, liberal en
fracaso del encuentro y lo presenta como con- lo económico pero conservador en otros aspectos
secuencia o como extensivo al fracaso cultural de la vida política y social. Así, la crítica de Erdélyi
de la generación de los sesenta y setenta como resulta incompleta, pues al tiempo que acusa a la iz-
producto de la represión. quierda de intolerante, trasnochada o esquemática,
con ejemplos de algunos episodios entre público y
La polémica, en otro orden, fue una suer- panelistas, olvida que el mismo gobierno colorado
te de olla catártica, especialmente para y liberal estaba reprimiendo sistemáticamente a
la generación de los años ’60 y ’70. Allí los jóvenes en razzias nocturnas, principalmente a
presentes como espectadores de los pa- aquellos que mostraban señales de pertenecer a la
nelistas, apelaron al tono confesional, al subcultura del rock (Sempol, Aguiar, 2014).
desnudamiento de fracasos y derrotas, de
inadaptaciones y sufrimientos padecidos Conclusiones
en los últimos años. [...] Quedó evidencia- Los tres artículos de Jaque responden a una po-
do ante los panelistas jóvenes, el público lítica editorial muy atenta que logró detectar el
que andaba entre los 30 y 40 años, pareció valor cultural y musical de la nueva generación
estar fuera de órbita. Pidiendo auxilio y mediante diferentes recursos periodísticos. La re-
un lugar para redimirse (Forlán Lamarque, seña de Forlán Lamarque profundiza en el valor
1986, p. 25). musical y afirma su lugar en una tradición cultural
nacional, legitimando la importancia del rock por
En el mismo semanario, el periodista László la capacidad del género de elaborar una respues-
Gustavo Erdélyi presentó una reseña bastante ta original a cualquier situación de opresión o de
reveladora de lo que fueron las disputas políticas neutralización (una vez integrado al mainstream
alrededor del movimiento de rock, disputas que cultural). La inclusión del rock en la tradición mu-
pueden ser analizadas a la luz de las agresiones sical que realiza Forlán Lamarque es posible gracias
repetidas de críticos y músicos vinculados con a una mirada oportuna y receptiva de las formas de
el Canto Popular y la izquierda cultural, men- comprender la cultura latinoamericana señalando
cionadas en la reseña de Couto. El énfasis de el carácter transcultural del rock uruguayo, mirada
Erdélyi se centra en la defensa frente a estos que será retomada varios años después por otros
ataques, luego va más allá y termina siendo críticos culturales al analizar la subcultura juvenil
un ataque a la izquierda cultural en todos sus del período (Trigo, 1997).
términos, que define a los nuevos jóvenes como
una innovación política en el sentido de que Por su parte, el artículo de Erdélyi parece más en
no responden a las divisiones tradicionales de consonancia con la línea editorial de Jaque y su
izquierda y derecha. voluntad cooptadora de las nuevas generaciones.

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La reseña permite vislumbrar el complejo escenario dos autores intentando ver en ellos una suerte de
político de la posdictadura y la relación particular- disidencia generacional que los distingue del resto
mente conflictiva del primer gobierno democrático de los integrantes de la crítica cultural uruguaya
con las nuevas generaciones. Su reseña revela una del momento, la cual desestimó el aporte de la
voluntad cooptadora de un liberalismo capaz de subcultura del rock y sus manifestaciones, que no
comprender y aceptar los nuevos hábitos sociales se limitó al género musical.
que habían surgido espontáneamente en los nuevos
años de democracia, pero sin relativizar tal libera- En la mesa, el rechazo de los mayores hacia los
lismo frente a los excesos de la represión policial. más jóvenes no habla tanto de una negación de la
subcultura sino de la capacidad de los más jóvenes
La extensa crónica “objetiva” y anónima del se- para hablar de sí mismos y hacer una crítica sagaz
manario es profusa en detalles y elocuente en su de la cultura mayor, de acuerdo con una capacidad
capacidad para transcribir el diálogo entre am- de agenciamiento que cuestiona la adjudicada acti-
bas generaciones separadas por el escenario. Esta tud díscola e iconoclasta de los jóvenes vinculados
transcripción, sin ninguna intervención de una voz con el rock. Aún más, su coloquialismo, tanto en el
periodística —salvo la participación de una edición habla como el exhibido en textos donde hibridan
que seleccionó los pasajes más relevantes— parece jerga académica y callejera, no está exento de un
demostrar un esfuerzo del semanario por conformar sentido común y de una capacidad de observación
una profesionalización del periodismo, es decir, y análisis que cuestiona la presunta condición o
como parte de una línea editorial que intentó se- vocación antintelectual.
parar la opinión política de la información, y que
es visible en otras investigaciones en profundidad Este acontecimiento resultó trascendente porque
que dieron al semanario un prestigio duradero. presentó a los jóvenes roqueros en pie de igualdad
La participación de Jaque en la formación de una en el diálogo intergeneracional, es decir, como
crítica musical luego de la dictadura será funda- interlocutores legítimos en la arena cultural fuera
mental en la cultura montevideana al introducir la de los eventuales éxitos de venta y público. En
novedosa y efectiva figura del músico-periodista, todo caso, la participación complejizó la figura
que será el objeto de un próximo trabajo. de los nuevos jóvenes, quienes, al tiempo que
desplegaron su performance de inconformidad
Por su parte, no es posible analizar las reseñas de respecto de toda la tradición cultural en entrevis-
Relaciones sin tener en cuenta que el acontecimien- tas y escenarios, lograron presentar un discurso
to fue concebido y organizado por el mismo sema- tan articulado como el de cualquier otro actor
nario, en particular por un grupo de académicos cultural del momento.
(Behares, Bayce y Muñoz) que buscó promover la
visibilización de la subcultura del rock en el ám- Todos los casos reseñados apuntan al fracaso de
bito de la crítica cultural y en un lugar específico la mesa, cuyo objetivo inicial había sido exponer
de la tradición cultural. Los dos primeros acadé- ciertas formas de presentación pública a partir de las
micos mencionados pertenecen a la generación preguntas del auditorio. En este sentido, las reseñas
anterior a la generación invitada. Queda para el coinciden en una imposibilidad de diálogo entre ge-
futuro analizar los trabajos periodísticos de estos neraciones y en la violencia catártica ejercida sobre

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Foto: ©AFP / Federico
los más jóvenes por la generación de los sesenta y periodistas y académicos lo cual, si bien repre- Gambarini. Duesseldorf,
setenta. Sin embargo, lejos de presentarlos como sentaba más o menos fielmente a una generación, junio de 2011
víctimas, todos los reseñadores destacan la capa- no discriminaba entre género de rock y cultura de
cidad de los agredidos por mantenerse a la altura rock y desvirtuaba, en cierta medida, el cometido
de las circunstancias y la variedad de argumentos de la mesa, que se había presentado originalmente
expresados con articulación. De este aparente fra- como “Hablan los RockEros”. Esta indefinición pudo
caso se pueden hacer algunas reflexiones acerca haber trascendido al público, que debió navegar
de la mirada sobre la nueva generación y de las entre aspectos disímiles de la subcultura sin que los
expectativas que los mayores depositaban en ella. integrantes del panel ni los moderadores pudieran
controlar el avance de la discusión.
En primer lugar, la propia convocatoria y la confor-
mación de la mesa presenta, de entrada, una falta En segundo lugar, la insistencia de parte de todos
de precisión respecto de la selección de jóvenes, que los reseñadores (con excepción de Erdélyi) acerca
pudo conspirar contra un desarrollo más o menos del fracaso de la mesa, permite pensar en la posi-
organizado y de acuerdo con el objetivo previsto. bilidad de que, por el contrario, la mesa haya sido
En efecto, los propios organizadores, aun teniendo un éxito, entendido como la exposición pública de
la intención de poner a la nueva generación en el una imposibilidad. En última instancia, la perfor-
mapa cultural de la nueva democracia, también mance del rock (especialmente del punk rock) exige
confundieron o no precisaron con exactitud el per- una no identificación entre el público y quienes
fil de los integrantes e identificaron el rock con ocupan el escenario, como fue mencionado. Así, el
una variedad amplia de actividades vinculadas con presunto fracaso reforzaba las formas de compren-
el género musical. De esta forma, el panel estuvo der la impronta cultural generacional, propensa a
integrado, además de músicos, por productores, reivindicar la condición de generación huérfana.

L. Delgado :: Rock de los ochenta en sociedad: encuentro y desencuentro de dos generaciones:: 51-69 Dixit n.º 24 :: enero-junio 2016 :: 67
La extensa crónica de Jaque no da real cuenta de entre generaciones que no había sido posible hasta
una presunta incomunicación entre público y jóve- el momento en el contexto represivo de la dictadura.
nes con la misma elocuencia que la descrita en las Es posible que la violencia señalada por algunos
reseñas críticas. Incluso se puede decir —también de reseñadores tenga que ver más con una recelosa
acuerdo con la crónica— que varios integrantes del puesta en práctica de formas de discusión pública
público celebraron en sus intervenciones el surgi- después de más de una década de represión polí-
miento de la nueva generación. En varios testimo- tica. Al mismo tiempo, la nueva generación pudo
nios, integrantes del público coinciden, celebran e verse a sí misma como grupo, tribu o comunidad
incluso agradecen a los nuevos jóvenes sus formas al referir permanentemente a las intervenciones de
novedosas de presentarse pública y políticamente, sus coetáneos, para coincidir o discrepar, desde los
también porque su presencia les habría ayudado a diferentes ámbitos que ocuparon en el dinámico
ellos mismos a comprenderse mejor como genera- ámbito emergente de la subcultura juvenil.
ción, al confrontar y recuperar su rebeldía roquera
original frente a la represión policial y militar. Quizá la relevancia de la subcultura del rock mon-
tevideano, al menos en términos de su visibilidad,
En tercer lugar, se puede especular o aventurar derive de su capacidad para poner en tela de juicio
algunas hipótesis con respecto a la posición an- la tradición cultural uruguaya en su totalidad, sin
tintelectual afirmada por algunos reseñadores y discriminación de generaciones, disciplinas ni gé-
desestimada por los críticos culturales de la época. neros musicales, en un momento que coincidía con
No sería exagerado plantear, para ese momento la reconstrucción de formas culturales suprimidas
particular del retorno democrático, la necesidad o interrumpidas durante la dictadura. Es posible
de volver a discutir la figura del intelectual en entonces pensar, por un lado, que los propios rasgos
los términos planteados por la generación de los de la cultura del rock de los ochenta y su impronta
ochenta, en este caso representada por el sociólo- anárquica hayan ofrecido el lenguaje oportuno para
go Carlos Muñoz y su capacidad performática al habilitar este cuestionamiento en un país donde
integrar el lenguaje académico con la jerga de su la tradición cultural había tenido siempre un peso
generación. En este caso, entonces, se podría ha- gravitante. También es posible pensar, por otro lado,
blar menos de una “postura antintelectual” y más que esta subcultura adquirió relevancia en la medida
de una “impostura intelectual”, término que, por en que esa misma impronta anárquica y pesimista
supuesto, debería definirse con mayor precisión y expresaba, como ninguna otra subcultura, el senti-
confrontarlo con otros agentes y acontecimientos miento generalizado de devastación cultural vivido
culturales del período. En cualquier caso, esta im- luego de la dictadura.
postura estaría revelando los signos de una con-
ciencia generacional que se estaba construyendo Referencias
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