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DEDICATORIA

A mis padres por ser el pilar fundamental en todo lo que soy, en toda mi educación,
tanto académica, como de la vida, por su incondicional apoyo mantenido a través del
tiempo.
Todo este trabajo ha sido posible gracias a ellos.
I. INTRODUCCION

La masculinidad ha significado la esencia propia de los varones en relación con su sexo


biológico. Por el contrario, distintas corrientes académicas han señalado que la
masculinidad es un conjunto de atributos, que los comportamientos y roles asociados con
los varones, niños y adultos, que son definidos social y biológicamente, distinta de la
definición del sexo anatómico masculino. En esta línea de pensamiento académico, desde
los estudios de género, se ha señalado que la masculinidad es la construcción cultural de
género que designa el rol de los varones en las sociedades patriarcales.
Entre los rasgos considerados masculinos, en tanto el conjunto de conductas y valores
asociados al rol tradicional del varón, se incluyen la valentía, la independencia y la
asertividad. Estas características varían según la ubicación y el contexto, dependiendo de
factores sociales y culturales. Otras fuentes también consideran la fuerza, la valentía, la
virilidad, el triunfo, la competitividad, la seguridad, la auto-represión de la afectividad y el
ejercicio de la violencia como rasgos de masculinidad. De este modo, a lo largo de la
historia, y todavía hoy día, los varones han experimentado una gran presión social para
responder a las expectativas culturales de masculinidad, a través de comportamientos
asociados a esos atributos. Como consecuencia, los varones siguen desarrollando
conductas que limitan su propio desarrollo humano, al tiempo que reproducen injustas
estructuras de discriminación y violencia hacia las mujeres.
La concepción tradicional y hegemónica de "masculinidad" vincula y legitima la idea de
que existe una relación natural entre el sexo masculino y la detención social del poder,
especialmente en lo que refiere a la posición relativa de los hombres respecto de las
mujeres. Esta ideología, conocida popularmente machismo, ha condicionado a los
hombres para desarrollar conductas caracterizadas el riesgo, la ausencia de
responsabilidad y el ejercicio de la violencia. Actualmente, la ideología machista es
políticamente incorrecta en las sociedades occidentales contemporáneas. Ello no significa
que el machismo o la desigualdad hayan desaparecido.
II. MARCO TEORICO
CONSTRUCCION DE LA MASCULINIDAD
La construcción de la masculinidad de un nuevo ser
puede comenzar cuando la pareja planifica un
embarazo o cuando la mujer descubre que está
embarazada. Los futuros padres empiezan a
imaginarse las características que tendrá el hijo,
incluyendo su sexo. Según se imaginen un niño o
una niña, los padres tendrán un comportamiento
diferente que comenzaría antes del parto. Después
del nacimiento, el tratamiento diferencial continúa,
con la participación de todas las personas que se
relacionan con el niño(a). A partir del nacimiento, el
bebé de sexo masculino ya comienza a darse
cuenta de lo que se espera de él por tener las
características de sus órganos genitales. Los primeros años de vida son fundamentales y
responsables por las características del hombre que va a surgir. La familia, la escuela, los
medios de comunicación y la sociedad en general le enseñan explícita e implícitamente la
forma en que debe pensar, sentir y actuar como “hombre”. Estas enseñanzas comienzan a
afectar la forma cómo el niño se relaciona consigo mismo y con los demás. Al nacer, el hijo
es absolutamente dependiente de su madre, figura que ocupa el lugar preponderante de
su vida, especialmente porque satisface sus necesidades físicas, ejerciendo funciones que
permiten su supervivencia. Durante el primer año de vida existe un alejamiento entre el
niño y la figura masculina, lo que puede afectar la personalidad de ese individuo. Esta es
una primera manifestación de la influencia de los papeles de género que atribuyen a la
madre el cuidado del hijo y al padre el proveer económicamente a la familia, sin tener
responsabilidades domésticas. El fin de la relación de dependencia con la madre es un
proceso que para la mayoría se da al final del período infantil. Junto con ocurrir esta
ruptura, el niño va asumiendo actitudes que corresponden al rol masculino. La figura
paterna tendrá una función libertadora, rompiendo el vínculo cerrado entre madre e hijo.
En ausencia del padre otro hombre tomará su lugar (abuelo, tío, hermano mayor), y en
algunos casos la propia madre pasa a desempeñar funciones y a adoptar actitudes que
culturalmente se interpretan como masculinas. La figura paterna se presenta como un
conductor que enseña orden, disciplina y responsabilidad. En ese ambiente de patriarcado
es que el niño crece y se desarrolla. Además de la familia, la escuela refuerza los papeles
de género. No sólo los textos escolares reproducen la sociedad patriarcal, los profesores
de ambos sexos aceptan y hasta exigen conductas diferentes de los niños y de las niñas,
reforzando las relaciones de poder favorables a los varones. El poder asociado a la
masculinidad exige poseer algunas características, tales como ganar, ordenar, lograr
objetivos y ser duro.
GENERALIDADES
El concepto de la masculinidad varía histórica y culturalmente; por ejemplo, aunque el
dandi fue visto como un ideal de masculinidad del siglo XIX, es considerado afeminado por
los estándares modernos. Similar a la masculinidad es la virilidad (del latín vir, "hombre").
Actualmente existe un amplio espectro de investigaciones sobre el tema de la
masculinidad y las masculinidades desde distintas ciencias sociales y con diferentes
perspectivas. El estudio de la masculinidad o las masculinidades han sido objeto tanto de
la antropología, como la sociología, la filosofía, la psicología y el ámbito de la sexualidad y
la salud reproductiva. El estudio académico de la masculinidad ha recibido una mayor
atención durante la década de 1980 y principios de la de 1990. Esto ha provocado la
investigación de la intersección de la masculinidad con otros ejes de la discriminación
social y conceptos de otros campos, como la construcción social de la diferencia de
género.
Cualidades, características o roles masculinos, se consideran típicos de, o apropiados para,
un niño o un hombre. Tienen grados de comparación: "más masculino" y "lo más
masculino de todo", y lo contrario puede ser expresado por "poco masculino" o "epiceno".
Según algunas fuentes, se entiende por masculinidades a un conjunto de construcciones
culturales a través de la historia, por las cuales se les asignan a los varones ciertos roles
sociales propios de su género. Desde esta perspectiva se le asignan, también, otras
características a las mujeres. Por ejemplo, según el psicólogo Juan Carlos Ramírez
Rodríguez, se espera de los varones que sean fuertes, independientes, agresivos, activos,
resistentes, que soporten el dolor y que sean ellos los violentos. Normas masculinas, como
las describe Ronald F. Levant en su Masculinity Reconstructed (Masculinidad
reconstruida), son "evitar la feminidad; emociones restringidas; sexo desconectado de la
intimidad; búsqueda del logro y el estatus; la autosuficiencia; la fuerza; la agresión y la
homofobia". Estas normas refuerzan los roles de género mediante la asociación de
atributos y características con un género.
MASCULINIDAD O MACHISMO
Basándonos en el modelo de masculinidad
tradicional, la única forma de llegar a ser un varón
socialmente aceptado, son los comportamientos
machistas de dominación hacía la mujer. En este
contexto ser masculino pasa inevitablemente por
ser machista. La transmisión de este modelo se
realiza indiscutiblemente a través de la cultura y la
educación.
Masculinidad es cualquier tipo de vivencia que
puedan tener los varones, a nivel familiar, en el
tratamiento a su pareja, en la crianza de sus hijos;
y machismo es un término que describe conductas
de abuso y dominación a las mujeres e hijos.
Precisamente por este ingrediente de dominación
es importante trabajar a todos los niveles para
erradicar el modelo de masculinidad hegemónica,
ya que está muy relacionado con la violencia a todos los niveles, incluyendo, por supuesto,
la violencia de género, muy arraigada en las sociedades machistas.
El machismo es una versión rígida y estereotipada de la masculinidad y un factor de riesgo
para la violencia, pero para ser masculino no es necesario mostrar que no se le tiene
miedo a nada, que se es capaz de realizar cualquier actividad, que hay que acostarse con
cualquier mujer sin importar si nos gusta o no, que se deben mostrar los sentimientos
aunque tengamos la necesidad de compartirlos, que se es intolerante y dominante; todo
esto no es necesario, y tampoco es deseable a la hora de crear una sociedad más justa.
Pero la palabra masculinidad ha sido construida a lo largo de muchos años y grabada en el
subconsciente colectivo de hombres y mujeres, y con solo nombrarla nos evoca
superioridad, fuerza y violencia. La idea de machismo también incluye que los varones
tengan que controlar el mundo, su familia, su trabajo ser los proveedores económicos de
la familia (dándole más importancia a esto que al trabajo no remunerado que se realiza en
la casa) …
Pero la masculinidad no es solamente ser machista, el nuevo modelo de masculinidad, que
actualmente crece, promueve otro tipo de conductas masculinas, se aboga por una
masculinidad sensible, una masculinidad que permita relaciones plenas con la pareja y los
hijos, por un varón que coopera en su relación, ayuda a sus amigos y se deja ayudar, que
pide consejo, y no por eso deja de ser masculino.
GENERO
De la misma forma como se construye la masculinidad, la feminidad también inicia su
construcción desde antes del nacimiento y continúa a lo largo de la vida. Los niños son
estimulados a jugar en espacios abiertos, en la calle, a la pelota, con autos y a la guerra.
Las niñas juegan con muñecas, imitan las tareas domésticas ejercidas por su madre y raras
veces les es permitido jugar fuera de su casa. Desde pequeños, los varones comienzan a
percibir su fuerza y las niñas su dependencia. Se le enseña a cada uno de ellos el lugar
social que ocupan, en que el varón siempre tiene poder y ventajas. Es común que a las
niñas se les mande a lavar los platos o a arreglar la cama (de ella y de su hermano)
mientras que al niño no se le atribuyen tareas domésticas. Culturalmente son definidos
algunos patrones de comportamiento en donde el poder y la desigualdad son elementos
que favorecen al hombre y donde la mujer debe postergarse a un segundo plano. La moral
se mide con diferente vara si se es hombre o mujer: el hecho de tener deslices fuera del
matrimonio en el hombre es permitido y considerado natural mientras que a la mujer se le
exige castidad, fidelidad y guardar silencio frente a la infidelidad masculina. En familias de
bajo nivel económico la mujer tiene menos independencia y menor importancia social.
Esta desigualdad crea mayor obligación de someterse, por tener menos opciones de vida.
En el ámbito público, una de las principales quejas de las mujeres con relación a la
masculinidad, es que las excluye. Se trata de hacerlas creer que es mejor ser frágil, sumisa
y poco inteligente, cuando en realidad los hombres piensan que es mejor ser fuerte,
agresivo e inteligente. Otra queja es que se apropian de las cosas buenas de la vida.... Por
lo tanto, sería mejor ser hombre.
En el ámbito doméstico, el poder no se ejercita solamente a través de la violencia,
también puede ejercerse considerando la mujer y los hijos como una categoría de
empleados, dependientes y sumisos, lo que resulta en una falta de autonomía y de
autocuidado de ellos. La desigualdad de poder entre géneros trae también graves
consecuencias para la salud de la mujer y, en menor grado, también para la del hombre.
La manifestación más clara de la influencia de las diferencias de poder entre géneros
sobre la salud de la mujer es el trauma que resulta de la violencia doméstica. Esta
violencia, física, psicológica y sexual, es otra manifestación del poder de los hombres
sobre mujeres y niños, tanto dentro como fuera del ambiente familiar.
III. CONCLUSIONES

 Todavía existen valores culturales enraizados y muchas normas que afectan la vida
familiar, pues está presente aún la influencia patriarcal, y todo un sistema de creencias
y mitos que prescriben comportamientos a veces muy exigentes o rígidos que impiden
la flexibilidad y el cambio familiar.
 La violencia se identifica con agresividad, asociada con masculinidad (entiéndase
hegemonía masculina) porque uno de los atributos de los hombres resultado de la
construcción social es la actitud rápida y enérgica ante un problema.
 La hegemonía masculina puede provocar adolescentes y jóvenes violentos dentro de la
familia y en todos los aspectos de las relaciones sociales.
 El modelo de masculinidad hegemónica no permite a la pareja disfrutarse
mutuamente, crecer ambos como personas y una adecuada forma de educación de los
hijos para las condiciones actuales.
 La masculinidad entorpece del desarrollo y crecimiento de la familia y los integrantes
de la sociedad.

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