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¿Cuándo un pastor debe referir al aconsejado a un asesor profesional?

Por Melody Palm

La doctora Melody Palm es directora de programas de asesoramiento y catedrática asociada de


Psicología de asesoramiento del Seminario Teológico de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri.
Como ministra licenciada, con experiencia pastoral en una iglesia local, Melody Palm tiene un profundo
sentir por temas que conciernen a la mujer, así como el desarrollo de eficientes pastoras y líderes
femeniles. Ella es psicóloga licenciada y proveedora registrada de servicios de salud psicológica.
Actualmente es directora del Centro de Orientación y Asesoramiento Alfa y Omega, un centro de
asesoramiento utilizado para la formación de estudiantes e internos del Seminario Teológico de las
Asambleas de Dios. Ella es miembro de la American Psychological Association (asociación de psicólogos)
y la American Association of Christian Counselors (asociación de asesores cristianos).

Los asesores profesionales, terapeutas, psicólogos, y médicos operan bajo el principio ético de “Lo primero
es no hacer daño”. Si bien el deseo es ayudar y mejorar las cosas, el primer mandato es el de no causar
perjuicio a la persona en nuestros intentos de ayudar. Como resultado, cualquier asistente profesional está
obligado a referir a la persona en busca de ayuda si el problema está más allá del alcance de su nivel de
experiencia. Así como un médico de cabecera refiere a un paciente que ha sido diagnosticado con cáncer a
un especialista, nosotros tenemos la obligación de referir a la persona que busca ayuda a otros profesionales
que puedan ayudarla si nuestra formación y experiencia no es adecuada.

Aunque todos seamos llamados a ser personas terapéuticas, no todos tenemos el llamado a ser
terapeutas.

Conozca sus límites


Por eso, ¿cuándo un pastor debe referir a una persona para que reciba ayuda profesional? En primer lugar,
conozca sus límites. Si usted no tiene una capacitación adecuada en la evaluación y el tratamiento de
problemas de salud mental, haría bien en referir a la persona a alguien con experiencia en ese ámbito. La
mayoría de los ministros han sido capacitados en el ámbito de la predicación y la enseñanza y les falta
capacitación en la evaluación y el tratamiento de los trastornos emocionales y psicológicos. La mayoría de
los profesionales en salud mental no pretenderían estar adecuadamente capacitados para interpretar un
pasaje del griego original. Del mismo modo, los pastores no están adecuadamente capacitados para evaluar
o tratar la depresión, la ansiedad, el hacerse daño a sí mismo, tendencias suicidas, adicciones, o trastornos
de la personalidad. Estos son sólo algunos de los cientos de trastornos psicológicos que figuran en el
Manual Estadístico de Diagnósticos (DSM-IV) que se espera que sepa tratar una persona experta en salud
mental. El tratamiento más allá de nuestro nivel de capacitación y especialización es una manera segura de
hacer daño a alguien que busca ayuda.

Una prueba sencilla para determinar su nivel de capacitación para asesorar a personas con problemas
básicos, tales como la depresión o la ansiedad, es hacerse las siguientes preguntas:
 ¿Cuál es la diferencia entre la distimia y la depresión aguda?
 ¿Cuál es el tratamiento más eficaz que se debe seguir para la depresión o la ansiedad?
 ¿Qué es un trastorno de la personalidad?
 ¿Son adictivas las medicinas antidepresivas?
 ¿Qué son los SSRI? ¿Cómo funcionan?

Si no pudo responder a todas estas preguntas, sería recomendable referir a la persona a un asesor
profesional. Si usted pudo responder a las preguntas anteriores, es posible que tenga los conocimientos
necesarios para dedicarse al asesoramiento de su congregación. La siguiente pregunta es: “¿Debería usted
hacerlo?”

Aconsejar más allá de nuestro nivel de entrenamiento y experiencia es una manera segura de
lastimar a alguien que está en busca de ayuda.

Es importante comprender la inversión de tiempo que se requiere para ayudar a alguien que está luchando
con una afección emocional o psicológica. Generalmente, las cuestiones relacionadas con el problema que
se presenta son mucho más profundas de lo que sabe incluso el individuo mismo. El asesoramiento puede
tomar mucho tiempo y ser emocionalmente agotador. Evalúe la cantidad de tiempo que tiene para invertir
en el asesoramiento. ¿El asesoramiento o consejería le quitará de las otras responsabilidades que tiene hacia
la iglesia en conjunto? ¿Tiene usted la energía emocional que esto requerirá? Puede ser muy perjudicial
para la persona si usted inicia una relación de asesoramiento y luego tiene que decirle a un asesorado que
no tiene ni el tiempo ni la energía emocional que necesita para seguir con la consejería. Y sobre todo, “lo
primero es no hacer daño”.

Por último, pregúntese: “¿En qué aspectos me siento competente para asesorar? Una buena regla general es
que si usted ha luchado con un problema parecido o un asunto similar, y lo ha resuelto con éxito, usted
estaría en una mejor posición para ofrecer asesoramiento. Estos temas suelen comprender cuestiones de
adaptación a aspectos de la vida, como cuando los hijos se van o la jubilación, asuntos de crianza de los
hijo, y problemas de relaciones. Cuestiones de pérdidas causadas por muertes, asuntos de salud, o la
pérdida de empleo son temas que la mayoría de los pastores son competentes para tratar.

Un buen modelo para el asesoramiento pastoral es el de establecer un límite de tres a cinco sesiones. Esto
se conoce como el asesoramiento estratégico pastoral a corto plazo. Si el problema no puede ser resuelto
o mejorado significativamente en las tres a cinco sesiones de cincuenta minutos, se recomienda que se
refiera a la persona a un asesor o terapeuta profesional. Esto protege el tiempo del pastor y comprende una
adecuada referencia cuando sea necesario. Hay muchos buenos recursos para los ministros que participan
en el asesoramiento estratégico a corto plazo. Oxford University Press recientemente ha publicado un libro
titulado: The Church Leader's Counseling Resource Book: A Guide to Mental Health and Social Problems,
(editado por Cynthia Franklin y Rowena Fong). Este nuevo libro de recursos está lleno de recomendaciones
y recursos. El libro de David Benner, Strategic Pastoral Counseling: A Short-Term Structured Model, es
otro recurso para ayudar a los pastores a aprender a utilizar un modelo de asesoramiento de tres a cinco
sesiones.
Pregúntese, "¿En qué áreas me siento competente para aconsejar?"

La referencia a otros profesionales


Hay muchas ventajas en referir a las personas en su iglesia para que obtengan ayuda de otras fuentes. En
primer lugar, mantiene libres los límites y las relaciones. Usted puede seguir siendo su pastor y consejero
espiritual y no su terapeuta. Si bien todos somos llamados a ser personas terapéuticas, no todos son
llamados a ser terapeutas. En segundo lugar, la mayor parte del asesoramiento pastoral se realiza sin cargo
y las investigaciones muestran que la gente que paga por el asesoramiento mejora más rápido que aquellos
que reciben servicios gratuitos. En tercer lugar, le protege a usted y al asesorado de la posibilidad de daño,
la dependencia emocional, y posibles malentendidos.

En conclusión, “lo primero es no hacer daño”. Conozca sus límites, establezca un límite de tiempo en la
relación de asesoramiento, refiera a otros profesionales, y siga prestando atención pastoral.

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