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MODERNIDAD LIQUIDA

La modernidad liquida es una figura del cambio y de la transitoriedad, de la


desregulación y liberación de los mercados. Es una metáfora que intenta también
dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista
y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones.
Refiriéndose al tema de la modernidad liquida, Bauman apunta a los atributos de la
sociedad capitalista, siendo uno de ellos el individualismo que marca nuestras
relaciones.
El otro se vuelve una amenaza al ser el portador innato de incertidumbre, visto como
un peligro potencial siendo un ente disruptivo que desequilibra la tranquilidad y
estabilidad del espacio social en que se inscribe el orden de mi propio mundo. Por
tanto el extraño a menudo es tipificado con el estigma de ser portador de suciedad,
siendo este el caos contaminante que el orden existente pretende expulsar, dicho
de otra manera, los marginados son el punto de reunión de riesgos y temores que
acompañan el espacio cognitivo.
La modernidad líquida es un tiempo sin certezas, donde los proyectos son sólo un
espejismo ya que la cultura laboral de la flexibilidad arruina toda posibilidad de
proyecciones futuras estables en el tiempo. La familia nuclear se ha transformado
en una relación pura, donde cada socio puede abandonar al otro a la primera
dificultad. El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro.
Esta incertidumbre además genera una nueva insensibilidad donde el individuo
requiere ser flexible, dispuesto al cambio, pese a cualquier compromiso y lealtad,
fragmentado entre sus intereses y afectos, es más el desarraigo afectivo es una
condición para el éxito.

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