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© Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco
Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua
ISSN: 1575-7048
Fotocomposición / Fotokonposizioa: Ipar, S. Coop. - Bilbao
ABERASTASUNAREN BANAKETA ZUZEN BATEN ALDE
POR UN REPARTO JUSTO DE LA RIQUEZA
28
LAS ORGANIZACIONES
ANTE EL RETO GLOBAL
ANTOLAKUNTZAK ERRONKA
GLOBALAREN AURREAN
CONSEJO DE REDACCIÓN: ERREDAKZIO KONTSEILUA:
Directora: M.ª Nieves Arrese Iriondo, Zuzendaria: M.ª Nieves Arrese Iriondo,
Profesora titular de la E.U. de Relaciones Laborales UPV/EHUko Lan Harremanen Unibertsitate
de la UPV/EHU Eskolako Administrazio Zuzenbidea, Konstituzio
(Departamento de Derecho Administrativo, Zuzenbidea eta Zuzenbidearen Filosofia Saileko
Constitucional y Filosofía del Derecho) irakasle titularra
Vocal: M.ª Ángeles Díez López, Kontseilukidea: M.ª Ángeles Díez López,
Profesora titular de la E.U. de Relaciones Laborales UPV/EHUko Lan Harremanen Unibertsitate
de la UPV/EHU Eskolako Ekonomia Aplikatua I Saileko irakasle
(Departamento de Economía Aplicada I) titularra
José Luis Monereo, catedrático de Derecho José Luis Monereo, Granadako Unibertsitateko
del Trabajo y de la Seguridad Social Lana eta Gizarte-Segurantza Zuzenbideko
de la Universidad de Granada katedraduna
Carlos Prieto, codirector de la revista Carlos Prieto, Sociología del Trabajo aldizkariko
Sociología del Trabajo y Profesor Titular de zuzendarikidea eta UCMeko Soziologiako irakasle
Sociología de la UCM titularra
Rafael Puntonet del Río, Experto del Rafael Puntonet del Río,
Consejo Económico y Social Vasco EGAPeko aditua
José Luis Rezabal, Director General de Función José Luis Rezabal, Gipuzkoako Foru Aldundiko
Pública del Departamento Foru Administrazioko eta Funtzio Publikoko
de Administración Foral y Función Pública Departamentuko Funtzio Publikoko Zuzendari
de la Diputación Foral de Gipuzkoa Nagusia
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
Aurkezpena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
Empresas recuperadas por los trabajadores: una década de lucha por la dignidad en
Argentina
Gontzal Agiriano Intxaurtieta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00
nes sociales interactúa y se ensambla con otras fuerzas representativas con el ob-
jetivo de controlar la actuación de la empresa multinacional en todos los espa-
cios locativos en los que aquella despliega su actividad productiva .
Para terminar, Guacimara Gil Sánchez analiza los documentos elaborados
por distintos organismos internacionales en los que se define la responsabilidad
social empresarial, así como los referentes del marco normativo que sirve como
guía de las compañías en materia de derechos humanos, con el objetivo de estu-
diar la sensibilidad de la Unión Europea hacia la igualdad y la justicia de género.
La autora concluye que la perspectiva de género no se plasma de forma adecuada
en estos instrumentos que, por otro lado, se caracterizan por una debilidad y va-
guedad que los convierte en buena medida en inoperantes en lo que se refiere a
la defensa de los derechos de igualdad de género.
Como podrá comprobar el lector, esta obra colectiva afronta transversal-
mente las transformaciones que han propiciado la existencia de un cambio de
paradigma productivo, con procesos de descentralización, deslocalización, relo-
calización y externalización, que dan paso a unas condiciones de vida y trabajo
cada vez más heterogéneas, dispersas e inestables. Urge, pues, reflexionar sobre
la realidad de las distintas organizaciones sociales y sus objetivos, sobre la nece-
sidad de adaptación a los nuevos desafíos que imponen las exigencias de flexi-
bilidad derivadas de una realidad actual cada vez más compleja, disfuncional y
plural, con una expansión del espacio territorial donde actúan las relaciones de
poder, sociales e institucionales, y una indudable hegemonía de los mercados fi-
nancieros, de bienes y servicios.
La reflexión es precisamente el objetivo de los distintos artículos que com-
ponen esta obra que hoy tenemos la enorme satisfacción de presentar y que se
completa con otras cuatro contribuciones incluidas en la Sección Abierta de
Mikel Urrutikoetxea, Gontzal Agiriano, Batirtze Díez y Edurne López, que tra-
tan sobre las responsabilidades de los técnicos en prevención de riesgos laborales,
las empresas recuperadas por los trabajadores, la inequidad en el sistema público
de pensiones y la aplicación de la normativa sobre prevención de riesgos labora-
les en las pymes respectivamente.
ABSTRACT
cia de las crisis económicas en la regulación jurídica del trabajo: modelos y pautas de regulación».
bilidades del sistema vigente de gobernanza mundial, que, desprovisto de una jus-
ticia económica supranacional, y carente de cualquier ingrediente de solidaridad
humana, expresa la ausencia de relaciones de poder globales democráticas. Los retos
son muchos para el sindicalismo internacional, que, con un papel crucial en el pro-
ceso de desarrollo multinacional, debe contribuir a una globalización más justa e in-
clusiva. El nuevo orden económico mundial demanda la coordinación internacional
de la acción sindical y una mayor participación de los sindicatos de los países en de-
sarrollo. Para ello es esencial el establecimiento de canales de información y el apoyo
desde la organización internacional a las formaciones sindicales locales para, de este
modo, afrontar la globalización con propuestas e incentivos a la participación en los
procesos de negociación política y económica.
Palabras claves: Sindicato global, flexibilidad, crisis económica y financiera, globa-
lización.
2 Como fenómeno histórico la revolución industrial se define como la etapa comprendida entre la
segunda mitad del siglo xviii y principios del xix donde, primero Inglaterra (Hobsbawn, 1979 y 1983)
y posteriormente el resto de Europa, se verán afectados por el mayor conjunto de transformaciones eco-
nómicas, sociales, culturales, tecnológicas y de producción de la historia, que supondrán una profunda
modificación de los sistemas de producción y de organización del trabajo (Palmer y Colton, 1980: 8).
3 La primera expresión social de oposición durante la fase inicial de la industrialización fue el lu-
dismo, caracterizado principalmente por la destrucción de las máquinas recién incorporadas, al consi-
derarlas el elemento culpable de la regresión socio-laboral sufrida por los trabajadores (Aizpuru y Ri-
vera, 1994: 157).
4 Ley de asociaciones italiana [1864], Trade Union Act británica [1871], Ley Waldeck-Rousseau
francesa [1884], y Leyes norteamericanas Clayton Act [1914], Norris Laguardia Act [1932] o Wagner
Act [1935], (Álvarez de la Rosa y Palomeque, 2009: 49).
Será en la segunda mitad del siglo xix cuando se producirá, primero el reconoci-
miento legal del sindicato a través de la progresiva instauración del derecho del tra-
bajo (Alonso Olea y Casas, 2009: 84), que otorga una protección jurídica a la orga-
nización obrera y al sindicalismo en diversos ordenamientos legales (Kriegel, 1986:
7 ss); después, su plenitud jurídica mediante la progresiva institucionalización de la
libertad sindical como derecho fundamental en las constituciones europeas5.
El sindicalismo, como corriente organizativa de la clase trabajadora, ha evo-
lucionado desde un ámbito de actuación local —la fábrica— hasta alcanzar en la
segunda mitad del siglo xix una dimensión mundial con las denominadas Inter-
nacionales Obreras (Montoya, 2009: 118), que alentarán la unión de los trabajado-
res entre sí, así como entre diversas corrientes del movimiento sindical por países,
estimulando la toma de conciencia acerca de la conveniencia de establecer lazos
de solidaridad internacional. La primera expresión organizativa de trabajadores
de ámbito internacional, que supondrá la «culminación del período formativo del
movimiento obrero» en la historia contemporánea, será la Asociación Internacio-
nal de Trabajadores (Aizpuru y Rivera, 1994: 192) que, con un objetivo muy de-
finido —asociar a los trabajadores de diversos países—, se constituirá en 1864 en
Londres6. Le seguirán la II Internacional (París, 1889) y la III Internacional o In-
ternacional Comunista (Moscú, 1919), que, escindida posteriormente, dará lugar a
la IV Internacional (París, 1938). Paralelamente a esta forma organizativa, comen-
zarán a aparecer otras uniones sindicales, también de dimensión transnacional, es-
tructuradas en federaciones y confederaciones. Estas instituciones de naturaleza
sindical experimentarán, ya desde principios del siglo xx, un crecimiento y res-
tructuración organizativa permanentes7.
en 1919, a la que siguieron Francia en 1946, Italia en 1947, Portugal en 1976 y España en 1978;
«consolidándose como instrumento básico de autotutela para la clase trabajadora y […] convirtién-
dose en uno de los pilares de la estructura institucional de los Estados democráticos de capitalismo
avanzado» (Álvarez de la Rosa y Palomeque, 2007: 50). La regulación jurídica del sindicato, es de-
cir, su legitimidad político-material deberá esperar casi un siglo hasta alcanzar una inicial tolerancia y
posterior reconocimiento legal expreso, habiendo experimentado sendos periodos de clandestinidad
y prohibición que penalizarán la simple asociación de trabajadores, así como las actividades sindica-
les. Aunque «el siglo xix fue, en su mayor parte, el periodo en que se asentaron los fundamentos de
los derechos sociales» (Marshall, 1950: 34), su aceptación e incorporación en el acervo normativo se
dilatarán en el tiempo hasta la instauración de los denominados estados sociales de derecho, que apa-
recerán históricamente como superación del estado de derecho liberal.
6 Sus estatutos fueron redactados por Karl Marx, quien años antes había incitado al asociacio-
nismo obrero con su famosa frase «Proletarios de todos los países, uníos» (Marx y Engels, 1848), dando
cuenta de la necesidad de estructurar un movimiento social de carácter supranacional como instru-
mento necesario para crear un sindicalismo internacional.
7 Esto supondrá el paso de un sindicalismo de oficio a otro general y de industria, el desarro-
(1948) y Convenio núm. 98 OIT, sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva (1949).
Fuera del ámbito de la OIT, debe mencionarse la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(ONU, 1948), que reconoce el derecho de «toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sin-
dicarse para la defensa de sus intereses»; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales de 1966, cuyo art. 8 se refiere ampliamente a la libertad sindical, y; el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de 1966, que reconoce el derecho de libre asociación y, en particular, «el
derecho a fundar sindicatos y a afiliarse a ellos para la protección de sus intereses», sin permitir a los
estados miembros menoscabar el ejercicio tales garantías de forma injustificada.
10 «A tal punto que posiblemente sería inimaginable una constitución democrática que no in-
cluyera de forma específica entre el elenco de derechos reconocidos, el derecho de libertad sindical»
(Baylos, 2009a: 11).
2. El sindicalismo internacional
nal conformada, por un lado por los Secretariados Profesionales Independientes —SPI— y, por otro,
por las Confederaciones Internacionales.
13 Los SPI son federaciones profesionales internacionales que agrupaban a trabajadores por in-
dustria, oficio u ocupación. Varios de ellos fueron constituidos a finales del siglo xix, por ejemplo los
mineros (1890), los metalúrgicos (1891), los obreros textiles (1894) y los transportistas (1898). Así,
en 1914 ya existían cerca de 33 SPI (Van der Linden, 2006: 247).
14 «Las organizaciones afiliadas fueron 19, representando a 6.212.000 adheridos de Gran Bre-
taña, Francia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Alemania, Austria, Bos-
nia Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Hungría, Serbia, Italia, España, Rumania, Suiza y Estados Uni-
dos». (Lefranc, 1974: 53).
15 La FSM fue fundada en París el 3 de octubre de 1945. A su primer congreso asistieron dele-
cal internacional en el mundo. Fue fundada en el congreso que se llevó a cabo en Viena - Austria, del
1 al 3 de noviembre de 2006. Su cometido fundamental es promover y defender los derechos e in-
tereses de los trabajadores mediante la cooperación internacional entre sindicatos, realizar campañas
mundiales y abogar por ellos antes las principales instituciones mundiales (ITUC-CSI, 2010).
20 CSI África, CSI Asia-Pacífico, Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las
les de alcance mundial que reúne a trabajadores de una misma industria, oficio u ocupación, o de in-
dustrias, oficios u ocupaciones similares (OIT, 2008).
23 Entre otras, el G20, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organi-
zación Mundial del Comercio (OMC) y las Naciones Unidas y sus agencias especializadas, principal-
mente la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con su estructura tripartita y mandato para
establecer normas sociales internacionales.
24 CSI, Resolución sobre cambiar la globalización, 2.º Congreso Mundial, Vancouver, 21-25 de
junio de 2010.
25 El informe de la OIT, Tendencias Mundiales del Empleo 2013. Para recuperarse de un segunda
caída del empleo, destaca que en 2012 «39 millones de personas han abandonado el mercado de tra-
bajo ya que las posibilidades de trabajar demostraron ser inalcanzables, generando un déficit de
67 millones de puestos de trabajo a nivel mundial desde 2007. A pesar de un repunte moderado en
el crecimiento de la producción previsto para 2013-2014, se estima que la tasa de desempleo experi-
mentará un nuevo incremento y que el número de desempleados en el mundo aumentará de 5,1 mi-
llones en 2013, hasta llegar a más de 202 millones en 2013 y otros 3 millones en 2014. Una cuarta
parte del incremento de 4 millones de personas en el desempleo mundial durante 2012 tuvo lugar
en las economías avanzadas, mientras que tres cuartos en otras regiones, con efectos significativos en
Asia Oriental, Asia Meridional y África Subsahariana».
26 CSI, Resolución sobre un modelo de desarrollo justo y sostenible para el siglo XXI, 2.º Congreso
tes, una protección social universal, respeto de los derechos humanos incluyendo los derechos funda-
mentales de los trabajadores/as, una distribución equitativa de la riqueza y una fiscalidad progresiva,
un desarrollo sostenible acelerado, mayor igualdad entre países industrializados y en desarrollo y la
eliminación de la pobreza en el mundo», CSI, Resolución sobre cambiar la globalización, op. cit.
28 CSI, Resolución sobre cambiar la globalización, op. cit.
3. El sindicalismo europeo
31 «Si se toman por ejemplo los cinco grandes países de la Unión Europea —Alemania, Francia,
Italia, Gran Bretaña y España— se pueden apreciar cinco modelos diferentes de organización sindical,
de relaciones laborales, de estructura de la negociación colectiva, de eficacia de los convenios». Sin em-
bargo, nadie duda de la necesidad de la europeización del movimiento sindical (Baylos, 2003: 29).
32 La tasa media de afiliación sindical neta en Europa se sitúa en torno al 25% (Boeri, 2001: 4;
Ebbinghaus, 2002: 123; Regini, 2003; Meardi, 2004: 71; Visser, 2006: 42, entre otros). Los estu-
dios constatan, asimismo, una evolución desigual de las tasas de afiliación sindical en Europa, como
resultado del impacto que sobre la acción colectiva han generado los profundos cambios estructu-
rales, organizativos y ocupacionales acumulados en las empresas, el mercado de trabajo y los siste-
mas de relaciones laborales. Así, países como Dinamarca, Suecia y Finlandia se aproximan al 80%
de afiliación, mientras que países como Francia o Lituania se sitúan en un 10% (Comisión Euro-
pea, EIRO, 2006).
33 En el conjunto de la Unión Europea los datos que se nos ofrecen son: un 25% de afiliación
nacional ha estado muy presente en los anales del sindicalismo (Martín Artiles,
2003). Con la construcción europea, el sindicato vendrá obligado a ampliar su
perímetro de influencia y a ejercer sus políticas de acción trascendiendo fron-
teras nacionales. Su organización a escala comunitaria como interlocutor social
(Baylos, 2003: 27) resultará, no obstante, lenta y compleja34, «pareja al devenir
histórico de la UE» (Ferreiro, 2006: 103), merced a la dificultad de aunar dos
realidades asimétricas, la europea y la nacional.
En sus inicios, fueron distintas confederaciones sindicales de signo cristiano,
comunista y socialdemócratas las que hicieron posible la emergencia de la CES,
constituida finalmente en 197335 (Clauwaert et al, 2004: 301). En los años in-
mediatos a la posguerra, los sindicatos cristianos y socialistas emprenderán su
militancia para la construcción de una unión política que favorezca la consolida-
ción en occidente de los procesos democráticos y de paz, y que haga frente a la
formación de una organización europea de cooperación económica (Martín Ar-
tiles, 2003). En 1949, los sindicatos de signo socialista y demócrata-cristianos se
congregarán en torno a la CIOLS, mientras que los de signo comunista lo ha-
rán en la FSM. En 1958, tras el Tratado de Roma que dará origen a la CEE, los
sindicatos de los países europeos afiliados a la CIOLS formarán el Secretariado Sin-
dical Europeo, con el objetivo de participar y establecer ámbitos de proyección
en los procesos vinculados al desarrollo económico europeo —CEE, CECA y
EURATOM—. También en 1958 se constituirá la Organización Europea de la
Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos —CISC36— nacida con
la pretensión de ocupar espacios de decisión, además de en Europa, en los países
en desarrollo. En 1969 la SSE pasará a denominarse Confederación Europea de
Sindicatos Libres, y en 1973 se transformará en la CES, que en 1974 integrará
a los sindicatos europeos organizados a través de la CMT. De todo este proceso
de formación, uno de los elementos a considerar será la capacidad de unificar en
una sola organización, primero a corrientes ideológicas socialistas y cristianas,
después a los sindicatos de orientación comunista37.
34 «Puede resultar llamativo que el sindicalismo, que en su origen nació con un alcance interna-
de las subdivisiones regionales de las confederaciones sindicales durante el período comprendido en-
tre 1958 y 1973. Y, por otra, de la unidad de fuerzas que preside el sindicalismo internacional y que
tan bien se expresó por la Confederazione Generale Italiana del Lavoro (CGIL). Esta organización, a
finales de la década de los sesenta, intentando superar la desconfianza de ciertas organizaciones na-
cionales de trabajadores hacia su proyección externa, alegó la necesidad de constituir un poder sindi-
cal europeo para Europa occidental […]. Posición ésta que resultó clave para la unificación de las or-
ganizaciones sindicales concluida […] en la creación de la CES-ETUC» (Ferreiro, 2006: 102).
36 Que posteriormente pasará a denominarse Confederación Mundial del Trabajo —CMT—.
37 La integración de los sindicatos de signo comunista se producirá de manera gradual, primero
la CGIL (Italia), después CC.OO. (España) y la CGTPIn (Portugal); por último y tras la caída del
muro de Berlín, la CGT (Francia), así como otros sindicatos pertenecientes a los países del Este.
38 «En la CES están presentes 77 sindicatos que pertenecen a 35 países europeos, y representan a
(Baylos, 2001: 73-74). En esta tesitura, la acción sindical demanda cambios es-
tructurales que permitan responder a la heterogeneidad de los intereses en liza y
afrontar de forma adecuada la transformación sindical, en un espacio donde el
centro de trabajo adquiere cada vez mayor importancia como consecuencia de la
descentralización y flexibilización de las relaciones de trabajo.
La globalización ha generado espacios de inmunidad y autonormación para
las grandes corporaciones que dificultan la participación sindical y desproveen a
los estados de sus tradicionales funciones regulativas. Se habla así de la «pérdida
de centralidad del estado» y de una tendencia a la «remercantilización de la sa-
tisfacción de las necesidades sociales» (Baylos, 2001: 77), con un mercado libre
que actúa sin trabas en un entorno donde la primacía de lo económico sobre lo
social es cada vez más evidente. El mantenimiento y desarrollo de un modelo so-
cial basado en el reconocimiento de los derechos sociales y laborales, y de los sis-
temas de protección social (Martín Artiles, 2003: 17), enfrentan al movimiento
sindical con fuerzas neoliberales que desde los años 80 aplican políticas que in-
tentan erosionar el papel de los sindicatos europeos y construir una UE sobre
criterios del mercado.
Con la crisis económica y financiera, los programas de austeridad de los es-
tados miembros y la reducción del gasto público han generado serias presiones
sobre los salarios y los gastos sociales y han flexibilizado los mercados laborales.
En la zona euro, los salarios, las pensiones y la protección social aparecen como
objetivos principales de la intervención externa. Las consecuencias en los distin-
tos países de la UE —Irlanda, Grecia, Francia, Portugal, Italia, España, Bélgica y
Reino Unido—, en términos de descontento, convulsión y conflictividad social,
son conocidas. Tal sucesión de conflictos no se había vivido en Europa desde la
segunda guerra mundial, debido a que desde hace más de 60 años la democra-
cia ha estado estrechamente vinculada a unos elevados índices de protección so-
cial, articulados a través de fórmulas diferentes, en atención a la propia cultura
política nacional, sin que esta diversidad haya creado trabas a la existencia de
un modelo social europeo. Este modelo es el que hoy queda bajo sospecha y es
cuestionado, poniendo en tela de juicio el propio sistema democrático.
En la actualidad la CES se encuentra en una situación delicada «sin direc-
ción efectiva y a la espera de un liderazgo real y colectivo» (Baylos, 2010, 21).
Esta realidad ha provocado que el conflicto haya sido direccionado hacia los di-
ferentes países afectados por la crisis y explica «el desinterés relativo de los sin-
dicatos nacionales de los estados “centrales” de la UE por participar en una resis-
tencia activa contra las políticas económicas de la Comisión y el Banco Central»
(Baylos, 2010, 21). Con todo, la idea que transmite la CES ante la crisis es re-
levante; su actuación ha estado centrada en la formulación de un conjunto de
propuestas económicas y sociales que superen la situación descrita sin quebrar
el estado de bienestar, y en la convocatoria de jornadas, campañas y moviliza-
ciones, que suponen para los gobiernos y para el proyecto económico y social
que quiere instaurarse en la UE, un toque muy serio de atención39. Las CES, en
sus directrices para la negociación colectiva de 2011, formula propuestas y soli-
cita a las organizaciones sindicales afiliadas que defiendan la autonomía de ne-
gociación de los interlocutores sociales; concretamente, rechaza «la falsa corre-
lación entre salvar el euro y ahorrar salarios» y resalta la importancia de hacer
resistencia a una ley europea sobre competitividad que condicione los incremen-
tos salariales a criterios de productividad. La CES insiste en garantizar el mante-
nimiento del poder adquisitivo de los salarios de todos los trabajadores y trabaja-
doras, e insta a sus afiliados a situar en los procesos de negociación la solidaridad
como elemento central del sistema40.
39 Entre otras movilizaciones destaca la Campaña de la CES: Contra la austeridad: por el empleo y
limitar las prácticas de trabajo precario, en particular el trabajo de duración determinada, para reducir
la brecha salarial de género y para negociar nuevos empleos y defender los ya existentes, esto último, no
obstante, sin buscar puestos de trabajo de otros países y regiones», Resolución de la CES sobre las líneas
directrices relativas a la coordinación de las estrategias de negociación colectiva en 2011, Defender la au-
tonomía de las negociación colectivas en Europa, Comité Ejecutivo, 1-2 de diciembre de 2010.
41 Vid. en este sentido, la Declaración conjunta de la DGB, CCOO y UGT a la cumbre his-
peas de la CMT, conociéndose este hecho como «la primera ampliación de la CES» (Moreno y Ga-
baglio, 2006).
44 Por parte de determinados sindicatos como UGT, DGB o FD.
tucionalizar sus medios básicos de actuación (huelga, negociación colectiva y derecho de conflictos).
Opta además por situar al sindicato dentro del elenco privilegiado de instituciones básicas del sis-
tema constitucional (Sanguineti, 2003: 220). «La actividad o actuación política no solo no está cons-
titucionalmente vedada al sindicato, sino que, por añadidura, dispone de un significativo anclaje en
el sistema de la Constitución» (Álvarez de la Rosa y Palomeque, 2005: 49).
46 La mayor representatividad es un criterio de valoración de la capacidad de una organización
sindical para representar los intereses de los trabajadores cuando, ante la existencia de una pluralidad
de ellas, se hace necesario determinar la más «cualificada» (Alonso Olea y Casas, 2008: 1021 ss). El
concepto de la mayor representatividad tiene sus antecedentes en el Tratado de Paz de Versalles, cuyo
art. 139 párr. 3.º la definía como aquélla que los Estados miembros de la Conferencia Internacional
del Trabajo debían utilizar para la designación de los delegados y consejeros técnicos no gubernamen-
tales. Ante la ausencia en el Tratado de elementos que permitieran determinar el alcance del concepto,
la cuestión pasó a conocimiento de la Corte Permanente de Justicia Internacional de La Haya que, en
1992, interpretó el mencionado precepto considerando organizaciones más representativas aquéllas
que mejor representen a los empleados y a los trabajadores. Tal cuestión, afirmó la Corte, debería ser
resuelta por cada país. Para la Corte «el número de afiliados no es el único criterio para determinar la
representatividad», debiendo tomarse en consideración otros elementos que no definió.
nidos por cada sindicato en las elecciones a los órganos de representación unitaria
en las empresas, centros de trabajo y organismos análogos en la Administración
Pública. La audiencia electoral permite determinar el nivel de implantación de
cada opción sindical, que se verifica en el apoyo que la generalidad de los trabaja-
dores asalariados y funcionarios públicos concede a las «diferentes centrales sindi-
cales» y no solo a los trabajadores afiliados (Baylos, 1990: 18).
reducción del déficit público, el gobierno español inicia una actividad reformista con uno de los recor-
tes en los derechos sociales más enérgicos acometidos en la democracia española: la reducción de las re-
tribuciones de los empleados públicos en un 5 por ciento de media y la congelación del importe de las
pensiones públicas del sistema de seguridad social, excluyendo su revalorización durante 2011. La reac-
ción sindical es inmediata: convocatoria de dos huelgas, una de ellas general, la otra de empleados pú-
blicos, e interposición de recursos para la declaración de inconstitucionalidad de la norma por vulnera-
ción del derecho de libertad sindical en relación con el derecho de negociación colectiva. Las reformas
no acaban ahí. El RD-Ley 10/2010, de 16 de junio, sobre medidas urgentes para la reforma del mer-
cado de trabajo, introduce modificaciones de trascendencia en aspectos relativos a la extinción del con-
trato de trabajo por despido objetivo o colectivo, la modificación de condiciones de trabajo, la con-
tratación temporal y las empresas de trabajo temporal. La tramitación parlamentaria de esta reforma
culminará en la Ley 35/2010, de 18 de septiembre, de medidas urgentes para la reforma del mercado
de trabajo, que abarata, facilita y da mayor celeridad al despido, y facilita la intermediación laboral pri-
vada a través de las empresas con ánimo de lucro. El RD-Ley 7/2011, de medidas urgentes para la re-
forma de la negociación colectiva, avanza hacia la descentralización de la negociación colectiva. Con
todo, la reforma laboral de 2012 (RD-Ley 3/2012 y Ley 3/2012, de medidas urgentes para la reforma
del mercado laboral), será la que incorporará cambios estructurarles más drásticos, con una devaluación
sin precedentes de las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras del país.
2013 por las organizaciones sindicales y empresariales más representativas del país. Con este acuerdo
se mantiene la vigencia de los convenios colectivos denunciados mientras permanezcan abiertos los
procesos de negociación colectiva para pactar un nuevo convenio, o, en los casos en que no es posi-
ble el acuerdo, se recurra a los mecanismos de solución extrajudicial de conflictos —mediación y ar-
bitraje—. Este Acuerdo pone en valor el II Acuerdo Interconfederal para el Empleo y la Negociación
Colectiva 2012-14, y en materia de negociación colectiva enmienda la reforma laboral de 2012, que
pretendió debilitar el convenio colectivo sectorial y la acción sindical.
51 OIT/CINTERFOR, Sindicatos y formación (www.ilo.org).
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ABSTRACT
■ Una de las manifestaciones más notables del denominado «nuevo espíritu del
capitalismo» son las denominadas ideologías gerenciales, que recogen los valores
morales dominantes entre los que detentan el poder en las empresas, y que tienen
una enorme influencia en la forma en que se organiza el trabajo dentro de las or-
ganizaciones. En este artículo el objetivo es el de analizar el denominado discurso
del management tal y como aparece reflejado en los best-sellers de la literatura ge-
rencial, que a nuestro juicio recoge la esencia de dicho tipo de discurso. Para ello,
se describirán las principales características de dicha literatura, con especial aten-
ción a sus objetivos y a sus autores, y se relatarán, de forma resumida, las principa-
les transformaciones que el discurso del management ha sufrido desde comienzos
del siglo XX hasta nuestros días, con el fin de realizar una valoración crítica de es-
tas ideologías gerenciales.
Palabras clave: capitalismo, gestión empresarial, ideología, discurso
1 Este artículo se encuadra dentro de los trabajos generados por el proyecto de investigación
CSO2011-29941.
■ Management ideologies are said to capture the hegemonic moral values in the
business world. They are among the most prominent displays of the so-called «new
spirit of capitalism» and have an enormous influence in the way work is organized
inside corporations. In this paper, we will analyze the so-called «management
discourse» as it appears in management best-selling books —according to our view
these publications gather in their texts the essence of such discourse. In order to do so,
the main features of such literature will be described, focusing on authors and goals
pursued with these books. The main developments in managerial discourses since
the beginning of the twentieth century will be also discussed in depth, in order to
undertake a critical assessment of those ideologies.
Key words: capitalism, management, ideology, discourse,
1. Introducción
sarrollo del capitalismo industrial del siglo xx: la organización o gestión cientí-
fica del trabajo.
El desarrollo del management científico supone la culminación teórica del
sistema de producción de masas y supone un cambio decisivo en la orientación
de los contenidos de las obras de gestión empresarial. Los representantes de la
producción en serie son todavía hoy considerados todavía autores de gran rele-
vancia (al menos a nivel de análisis histórico), en buena parte por el crecimiento
económico que favoreció la aplicación de estas técnicas en la industria. Frederick
Winston Taylor fue el creador de lo que se conoce como management científico,
imprescindible para comprender el funcionamiento de la producción en serie
(basada en una aplicación de principios científicos basados en la división de ta-
reas y la puesta en marcha de ritmos de trabajo cronometrados). Su importan-
cia ha sido tal que el término «taylorismo» es aceptado como definidor de una
filosofía de organización empresarial muy concreta, recogida en obras como los
Principles of Scientific Management (Taylor, 1953, 1970).
Otro autor importante asociado a esta escuela fue Jules Henri Fayol (1950),
que aplicó unos principios muy similares a los de Taylor para organizar el tra-
bajo administrativo. De hecho, los principios angulares de la gestión moderna
habrían sido, según la analista del management Carol Kennedy, formulados por
el mismo Fayol: predecir y planificar; organizar; ordenar; coordinar y controlar
(Kennedy, 1994). Tampoco podemos olvidar al empresario que aplicó de forma
más innovadora los principios tayloristas del management científico fue Henry
Ford, con una detallada división de las tareas de la fábrica y un control férreo de
los tiempos y la forma de trabajar. Con su Ford T, convirtió al automóvil a prin-
cipios del siglo xx en un producto de masas. Pese a posteriores problemas que
llevaron a que perdiese el liderazgo en el mercado automovilístico a favor de
General Motors, su sistema de organización del trabajo dio nombre al sistema
productivo de una época: el fordismo. Buena parte de sus ideas acerca de la or-
ganización y otras cuestiones aparecieron en su famosa autobiografía My Life
and Work (Ford y Crowther, 1922).
dos de la pasada década (ver por ejemplo 1975, 1986 o 1993). Ello suponía que
los temas y obsesiones de este autor fueron mutando a lo largo de las décadas,
siendo en cierto modo un autor ideal para explorar las inquietudes presentes en
las ideologías de gestión (Fernández Rodríguez, 2008). Finalmente, otro autor
destacado fue Alfred P. Sloan, Jr., presidente de la compañía General Motors, a la
que transformó en un gigante del automóvil. Su filosofía de gestión se basa en
la divisionalización de la compañía y la diversificación de los productos, man-
teniendo una confianza especial en una organización basada en la racionalidad
y capacidad de mando del directivo, pero también el reconocimiento de otro
(el sindicato) y de una jerarquía organizacional que funciona como cadena de
mando. Su autobiografía Mis años con General Motors fue muy difundida en su
época (Sloan, 1979).
fichas kanban, y con el que los suministros llegaban en el momento que se nece-
sitaban en la cantidad precisa. Era un sistema que evitaba despilfarros derivados
del exceso de producción y la necesidad de almacenar grandes stocks, además de
facilitar un riguroso control de calidad.
A finales de la década de los setenta, la fascinación por los métodos de ges-
tión japoneses llegó a tal nivel que ciertos autores propusieron tender puen-
tes entre ambas culturas de gestión. William Ouchi (1985) publicó así Teoría Z
(completando a McGregor y sus teorías X e Y), en la que trata de combinar téc-
nicas de gestión norteamericanas y japonesas. La difundida obra de Richard T.
Pascale y Anthony G. Athos El secreto de la técnica empresarial japonesa (1983)
se centra en estudiar las técnicas de organización japonesas, persiguiendo una
adaptación de las mismas al contexto de las organizaciones norteamericanas.
Pascale ha escrito además otras obras como Managing on the edge (1990) en las
que valora el impacto de diversas modas de gestión.
virtió su obra Los 7 hábitos de la gente eficaz en uno de los libros más vendidos e
influyentes del mundo de la gestión. Covey, de acuerdo a Jackson, está más in-
teresado en el desempeño individual y su eficacia que otros gurús de la gestión,
más centrados en el ámbito de la organización. Su objetivo es gestionar movi-
mientos espirituales en una era secular, mezclando retórica de gestión, política y
religión. Busca una identificación (la Granja), trabajar de dentro hacia fuera (pa-
sar de dependencia a independencia y de ahí a interdependencia), y encontrar el
Norte verdadero (Jackson, 2003, pp. 145-173). Daniel Goleman, por su parte,
ha hecho fortuna (simbólica y monetaria) con su superventas Inteligencia emo-
cional (1997), en el que gestión y psicología se entremezclan en una llamada a
las emociones frente a la rigidez de la racionalidad.
Robert Kaplan y David Norton son conocidos por otra de las modas de ges-
tión de los años noventa, el llamado cuadro de mando integral (balanced scorecard),
herramienta destinada a la puesta en práctica de la estrategia empresarial. Ka-
plan y Norton han especificado cómo utilizar dicho cuadro de mando en textos
como El cuadro de mando integral. The balanced scorecard (2000). Gary Hamel
y C. K. Prahalad han escrito Compitiendo por el futuro (1999), una de las obras
más valoradas por los directivos de las empresas norteamericanas. En este exitoso
libro el tema principal es la estrategia. Finalmente, Charles Handy es un autor
británico que ha sido uno de los principales propagandistas de la denominada
«Teoría del Caos» adaptada a la gestión. Su obra se centra sobre todo en el fu-
turo del trabajo y de las organizaciones, ante un entorno de cambios estruendo-
sos, de caos. Sus trabajos más conocidos son El futuro del trabajo humano (1986)
y La edad de la paradoja (1996).
Como hemos visto hasta ahora, el discurso del management o gestión ha su-
frido una evolución notable a lo largo de los últimos cien años, adaptándose al
contexto socioeconómico en el que se desarrolla la actividad de las empresas. No
obstante, si profundizamos más en sus contenidos, observaremos que en reali-
dad podemos distinguir entre tres grandes períodos, tal y como han sostenido
algunos autores (Boltanski y Chiapello, 2002; Gantman, 2005). En el primero,
existe una hegemonía del darwinismo social que responsabiliza al individuo de
su situación en el mercado. En el segundo, la era de la gran corporación, un pa-
radigma racional busca justificar un modelo de cooperación taylorista que su-
pere conflictos sociales pasados. Finalmente, en el tercero encontramos la con-
solidación de incertidumbre total en los mercados, que demanda de empresas e
individuos flexibilidad y capacidad de adaptación.
riales (ver por ejemplo Collins, 2000; Boltanski y Chiapello, 2002; Gantman,
2005; y los autores agrupados en la corriente de los Critical Management Stu-
dies, recopilados en Fernández Rodríguez, 2007b). Lo cierto es que están carac-
terizados por una serie de regularidades muy llamativas: por ejemplo, en todas
las obras se observa un tono fuertemente prescriptivo: el objetivo es señalar una
forma correcta de gestión, lo que se refuerza con un énfasis en la dicotomía
correcto-incorrecto que alcanza lo moralizante. De este modo, el sentido del
texto se articula en torno a una serie de oposiciones estructurales entre con-
ductas de comportamiento, cuya base es una disyuntiva entre el éxito (si se si-
guen las recomendaciones del experto o gurú) o el fracaso (si por el contrario se
adoptan otras formas de gestión). Los autores de gestión exponen la secuencia
de las acciones y, frente a las alternativas, especifican la acción correcta, la deci-
sión racional en interés de la empresa y el estilo de dirección adecuado. Se hace
un énfasis especial en la movilización del directivo, para lo que se presenta su
trabajo como algo excitante: representan una llamada a la acción. La dirección
de la empresa aparece como el depositario de la racionalidad y todas las deci-
siones de gestión proceden de él: las correctas mejorarán la productividad y au-
mentarán la motivación de sus empleados; las incorrectas provocarán lo contra-
rio (Fernández Rodríguez, 2007a).
Las recomendaciones de estas obras se suelen apoyar en ejemplos prácticos
expuestos en forma de narraciones, en las que un personaje, habitualmente un
directivo de empresa (un directivo-héroe), alcanza el éxito en los negocios a par-
tir de la adopción de una determinada técnica de gestión. Se trata de microrrela-
tos con una fuerte tonalidad moral, en los que las acciones adoptadas adquieren
un carácter ejemplarizador (exemplum) y se presentan una serie de mitologías
(Fernández Rodríguez, 2007a) destinadas a fabricar un consenso entre trabaja-
dor y dirección. Frente a un discurso legitimador del capitalismo, sostenido por
la ciencia económica y la teoría de la organización y que representaría lo sagrado,
el discurso del management representaría lo profano. Representaría así una justi-
ficación del sistema capitalista vigente, aportando una visión fuertemente ideo-
lógica de la organización del trabajo. Su finalidad es, básicamente, la de lograr el
compromiso de directivos y trabajadores con la actividad empresarial.
Por lo tanto, pese a variaciones resultado de los avatares en el contexto so-
cioeconómico, la literatura de gestión ha permanecido incólume en su propó-
sito: construir una imagen de la realidad organizacional que coincide con los
intereses del capital, esté representado este por empresarios, directivos, geren-
tes, ejecutivos o emprendedores. Para ello, demandarán del individuo adaptarse,
de forma perpetua, a un contexto por naturaleza cambiante, pero en el que algo
permanece inmóvil: unas reglas de un juego al que todos nos vemos forzados
a jugar pero para el que no todos contamos con la misma equitación. Esas re-
glas se presentan inmutables, y no son otras que aceptar, sin permitirnos ni una
duda, una lógica del beneficio económico sin cortapisas. En la actualidad habla-
6. Conclusión
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ABSTRACT
■ Artikulu honetan aztertzen dira, batetik, azken hogeita hamar urteetako espai-
niar garapenaren ezaugarri orokorrak handitutako kapitalaren metaketa prozesuan
era globalean bete duen papera aintzat hartuz. Bestetik, honako hau deskubritu
dugu: arlo paradigmatiko batean (software-aren industrian) jasandako produkzio
aldaketen analisitik abiatuz, produkzio eredu hori nola konfiguratu den antolaketa-
eta merkatu-estrategien bidez. Hirugarrenik, ekonomiaren marko berrian etorkizu-
nari begira garapen aukerak aztertzen ditugu, enpresa-errentagarritasun estrategien
beste norabide batetik abiatuz.
Hitz gakoak: espainiar produkzio-eredua, globalizazioa, software-aren industria.
■ In this paper we analyze, first, the general characteristics of the Spanish development
model of the last thirty years as part of its role in the process of global accumulation of
capital. Secondly we discover, from the analysis of the changes in production in a
paradigmatic sector (the software industry). We describe how the production model has
been shaped through organizational and commercial corporate strategies. Thirdly we
analyze the possibilities for a future development in the new global economic framework,
choosing a perspective different from corporate rentability strategies.
Keywords: Spanish production model, globalization, software industry.
sarrollar de modo duradero y rentable una de las estrategias de ganancia viables en el marco de los
modos de crecimiento de los países en los que las firmas organizan sus actividades, a través de medios
(política-producto, organización productiva y relación salarial) coherentes y aceptables para los acto-
res implicados» (Boyer y Freyssinet, 2000: 35).
ESTRATEGIAS DE
INVERSIÓN: RELACIONES
Tipo de producto, gama, LABORALES
volumen, diversificación, Negociación colectiva,
calidad, costes, períodos de formas de contratación,
amortización convenios colectivos
ESTRATEGIAS DE RENTABILIDAD
COMPRAR Y DISEÑAR: ORGANIZACIÓN RECURSOS
VENDER La elección del DEL TRABAJO: HUMANOS:
Red de proveedores, diseño del Div. del trabajo, Selección y
variedad de clientes producto y la tiempos, jorndadas contratación, políticas
tecnología calidad, cantidad de prevención
Fuente: Boyer y Freyssenet, 1994; Castillo, J.J. 1998:37, Versión PLC y RIR.
b) Cambio de las relaciones capital trabajo en occidente a fines del siglo .
Fin del ciclo fordista-keynesiano en el proceso de acumulación global
El modelo de producción denominado Fordista-Keynesiano, predominante
en el bloque capitalista occidental durante gran parte del siglo xx, se había ca-
racterizado por formas de explotación del trabajo basadas en el llamado plusva-
lor relativo, es decir, en el incremento de la productividad del trabajo mediante
la innovación tecnológica, la producción estandarizada y el consumo de masas.
Las organizaciones respondían a mercados en expansión y aquellas que domina-
ban en sus respectivos mercados (al margen de que supusieran un número relati-
vamente pequeño) se adaptaban con modelos burocráticos asentados en una re-
lación salarial estable y fuertemente jerarquizada.
Hasta los años 1980 las estrategias empresariales respondieron a la consoli-
dación de un «estatuto salarial»3 que permitía desvincular los salarios y las condi-
ciones de trabajo —estipulados mediante normas de aplicación universal— del
trabajo individual entregado en el puesto de trabajo; mientras, por otra parte, la
estabilidad en el empleo, el seguro de desempleo y los salarios altos permitían
mantener los niveles de demanda.
La crisis económica en el centro capitalista en los años 1970, presentada
como una caída de la inversión debida a los altos costes laborales y las rigide-
ces del mercado de trabajo, puede ser interpretada también como resultado de
la caída del valor real de la fuerza de trabajo por debajo de los salarios legal y
formalmente establecidos —y por debajo del precio de la tecnología sustituida
por ella—, que habría hecho disfuncional esta manera universalista de fijar las
cionales que fijan los derechos y deberes de la relación salarial típica en un momento dado, es decir,
aquella relación salarial respecto a la cual las demás formas de contratación y consumo de fuerza de
trabajo sean consideradas desviaciones; y que, por tanto, funcione como un atractor en la regulación
de los mercados de trabajo. Una de las mejores reconstrucciones, realizada desde el punto de visto
histórico, de la construcción social del estatuto salarial sigue siendo la obra de Robert Castel (1997).
4 Los datos de las series históricas hacen referencia a los datos elaborados por AMECO (base de
la fuerza de trabajo es el crecimiento de la mano de obra disponible como recurso para el diseño de los
procesos de trabajo a escala global que realizan las grandes corporaciones, tal y como tratamos de
mostrar en el siguiente epígrafe.
6 Pueden consultarse datos y análisis desde un punto de vista crítico sobre el papel actual de las
De hecho, el resultado de esta lucha por obtener ingresos a través del au-
mento del valor de las acciones tuvo como resultado que entre 1995 y 2000 (an-
tes del crack de las empresas tecnológicas) la capitalización bursátil en la bolsa de
Nueva York pasara de representar 95.5% del PIB a suponer el 152.7%, mientras
en Londres pasaba del 121.7% al 184.3%7. Este proceso, que Álvarez y Luengo
(2010) tratan de medir a través de la «tasa de financiarización» de la economía,
refleja una reorientación sistemática de la búsqueda de ingresos hacia los mer-
cados financieros en lugar de hacia las inversiones productivas, incluso entre las
corporaciones no financieras. Así, por ejemplo, la Contabilidad Nacional de Es-
paña recoge cómo en los años previos a la actual crisis las adquisiciones de ac-
tivos financieros por parte de las sociedades no financieras pasó del 13,9% del
PIB en 2003 al 26,2% en 2006. En esta misma dirección, el ratio entre el mer-
cado de intercambios financieros y el volumen del comercio mundial de mer-
cancías y servicios ha pasado de 2 a 1 en 1973, 10 a 1 en 1980, 50 a 1 en 1992,
hasta alcanzar una relación de 100 a 1 en 2006 (Plihon 2009: 31).
El mercado «global» de trabajo, como cualquier mercado real, lejos de fa-
cilitar la competencia perfecta y el beneficio mutuo inmediato —de un mítico
mercado sin sociedad y sin poder—, ha reproducido a su manera la estructura
de un oligopolio, favoreciendo la concentración del poder y del control entre
los trabajadores bien situados en la cadena global de creación de valor, y exten-
diendo las migajas hacia un volumen creciente de trabajadores precarizados. Del
mismo modo, la internacionalización y financiarización del capital, ha supuesto
una concentración del poder en los agentes inversores, quienes tienen cada vez
mayor capacidad para determinar directa e indirectamente las estrategias y deci-
siones concretas que han de tomar las empresas del sector no financiero en cada
contexto nacional.
Buena muestra de la concentración del poder financiero ha sido el papel ad-
quirido por los «hedge funds» en el mercado global de transacciones. Aglietta,
Khanniche y Rigot (2010: 83 y ss.) estiman que el volumen de activos bajo su
gestión creció a un ritmo del 20% durante el periodo de la euforia financiera,
entre 2000 y 2007, pero lo relevante es que las tres cuartas de este tipo de fon-
dos de inversión a nivel mundial son estadounidenses, y las tres cuartas partes
de los fondos europeos son británicos. Si bien el volumen de transacciones que
manejan sigue siendo muy inferior al del conjunto de inversores instituciona-
les (fondos de pensiones, sociedades de seguros, etc.), han sido sin duda el sec-
tor más dinámico y probablemente el más determinante en la orientación de las
inversiones y en los criterios de exigencia de rentabilidad financiera. Junto a los
inversores institucionales, que ya a comienzos de siglo xxi manejaban más del
75% de las transacciones bursátiles en EE.UU. (Crotty 2005), han impuesto
una presión para sostener la rentabilidad a corto plazo, penalizando las estra-
tegias corporativas de rentabilidad a largo plazo (Davis y Steil 2000; Aglietta,
Khanniche y Rigot 2010). De ahí que esta nueva élite tecnocrática surgida del
poder financiero, haya presionado para una doble liberalización: la desregula-
ción e internacionalización de las transacciones financieras; y la transformación
del factor trabajo en una variable más de ajuste a corto plazo.
En primer lugar, la financiarización necesariamente ha transcurrido de forma
paralela a la propia internacionalización del capital. Pues por una parte, sólo a
partir de los años 1990 la propiedad del stock de capital deja de ser básicamente
autárquico multiplicándose el volumen de la inversión extranjera directa y la
toma de posiciones en las bolsas de todo el mundo. Pero, por otra parte, lejos de
implicar solamente cambios en el ámbito de los mercados financieros, esta inter-
nacionalización ha ido suponiendo que el grado de autonomía relativa de las se-
des nacionales de las grandes corporaciones sea cada vez menor. Ahora los dis-
tintos elementos nacionales forman piezas con grados de autonomía cada vez
menores. Puesto que ya no están destinados fundamentalmente a alimentar un
mercado interno con recursos financieros propios, si no a formar parte especiali-
zada de la oferta y la estrategia financiera en el mercado mundial.
Y de ahí, como veremos, existencia de una presión hacia la gestión flexible
de los recursos humanos en todas las dimensiones de la cada vez más deseada
flexibilidad laboral y salarial. Dado que todo inmovilizado es sinónimo de riesgo
financiero, la estabilización de las relaciones laborales queda subordinada a las
posibilidades de adaptación inmediata a la evolución del mercado. Como señala
Orhangazi (2008) cuando el trabajador se enfrenta a una dirección corporativa
que carece de intereses a largo plazo, en muchos casos la presión de los represen-
tantes de los trabajadores difícilmente podrá incorporar elementos sustantivos
para su futuro (como nuevas líneas de producto, incrementos de productitivi-
dad, etc.) en el proceso de negociación. Ya que quienes ostentan la propiedad de
la empresa no tienen interés real en estas cuestiones que sólo afectan al medio y
largo plazo de la política corporativa.
Por otra parte, la financiarización también ha hecho posible un aumento de
la demanda efectiva en una etapa de estancamiento o retroceso de los salarios
reales8. Lo que autores como R. Brenner (2009) han denominado el keynesia-
nismo de precio de activos, ha permitido que el aumento del valor de los activos
financieros sostuviera temporalmente demanda y el crecimiento económico. Sin
embargo, una vez más, se trata de un proceso con efectos no sólo económicos,
8 Esto es lo que trata de mostrar Robert Brenner para el conjunto de la economía mundial
(Brenner 2009) y lo que ha analizado desde hace años para el caso español José Manuel Naredo
junto con otros autores (Naredo 1998; Echeverría, Carpintero y Naredo 1999; Naredo, Carpintero y
Marcos 2007).
pues recupera las lógicas patrimoniales del capitalismo del siglo xix, debilitando
los derechos y la relativa mesocratización que generaron estados e instituciones
construidas sobre la ciudadanía laboral (Alonso 2007). Sin duda alguna ello ha
agudizado los efectos dualizadores del actual modelo de desarrollo, disparando el
endeudamiento privado y los efectos tanto de disciplinamiento como de riesgo
de exclusión que conlleva —y que los dos últimos años han mostrado sobra-
damente al menos para el sur de Europa—. En este sentido, parece evidente la
existencia de una relación global en el medio plazo entre financiarización econó-
mica y crecimiento de la desigualdad en la distribución social de las rentas (Za-
lewski y Whalen 2010). El proceso general obedece, en las economías desarro-
lladas, a un debilitamiento de las rentas salariales y un crecimiento del peso de
las rentas de capital y de la riqueza patrimonial que ha transformado profunda-
mente las relaciones de fuerza entre las clases sociales en las últimas décadas.
Pero estos objetivos se han articulado, como decíamos, mediante un intenso
proceso de reorganización empresarial y productiva que arranca en nuestro país
con las grandes reconversiones de los años 70 y que culmina con el acelerado
proceso de desmantelamiento industrial que ha sido causa, y no efecto, de la ac-
tual crisis económica y social. Las vías concretas de transformación del modelo
productivo deben y pueden rastrearse a partir del estudio directo de las transfor-
maciones productivas y organizativas de determinados sectores clave en este pro-
ceso, como es el caso de la fabricación de Nuevas Tecnologías de la Información.
9 Se sintetizan aquí los resultados de varias investigaciones sobre este sector en los últimos años
realizadas por los autores y financiadas por el Observatorio Industrial de Electrónica, Tecnologías de
la Información y Telecomunicaciones a través de la Federación de Industria de Comisiones Obreras,
hasta que el Ministerio de Industria dejó de financiar los observatorios industriales en el año 2012.
Ver, por ejemplo, Rafael Ibáñez Rojo y Pablo López Calle: Deslocalización y externalización en el sector
TIC y la pérdida de competencias, 2007, 75 pp.; Las Políticas Sectoriales y su repercusión en la reorgani-
zación del Sector eTIC, 2008, 132 pp.; La evolución de los perfiles profesionales y la integración laboral
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Industria de CCOO. A lo largo del texto se citan fragmentos extraídos de las entrevistas realizadas en
las visitas de campo de estas investigaciones (las empresas a las que se vinculan los entrevistados se ci-
tan con seudónimo).
sureste asiático y los nuevos países de la ampliación europea, ha sido generalizado en los últimos
diez años en toda Europa, incluido nuestro país. Por ejemplo, la Unión Europea, EE.UU. y Japón
acogían en 1990 el 80% de la producción de bienes TIC, y en poco más de diez años ese porcen-
taje se ha reducido hasta un 8%, trasladándose la producción a China y otros países asiáticos. Los
datos pueden consultarse en The IPTS Report —versión española— n.º 77 (septiembre/2003),
«Número especial: La sociedad de la información y la ampliación de la Unión Europea» editado
por el Instituto de Prospectiva Tecnológica y el Observatorio Europeo de Ciencia y Tecnología en
www.jrc.es (11-1-2006).
CONS-2 Compra empresas para intentar también llegar a un cliente que no te-
nemos, como son las entidades financieras, y entonces les ofrecemos todo, lo que
pasa que luego cada una de las cosas las hace una empresa distinta con unas con-
diciones laborales distintas por ejemplo, de CONS-2 cuelga también D-CUORE,
que es una empresa que hace programación. Pero son programadores junior, di-
cen: «vamos a coger una actividad barata, vamos a segregar algo». SUBCONS-2
HARD claro que programa también, hay analistas y todo, pero se crea esta activi-
dad para que el coste sea más bajo [una factoría de software]. [Delegado sindical
de CONS-2]
nida: por una parte, los centros que venden al cliente diseñan y realizan la
arquitectura de las soluciones informáticas —realizado por los analistas y ar-
quitectos funcionales—; y, por otra parte, los centros que ejecutan el trabajo
manual (programadores o desarrolladores). Ello les permite ampliar la produc-
ción manteniendo un grupo estable relativamente reducido de trabajadores al-
tamente cualificados e incrementar la sustiubilidad de un grupo cada vez más
amplio de programadores, con salarios menores, desempeñando tareas de rela-
tiva menor cualificación11.
Entonces CONS-3 [que está vinculada a otra consultora muy conocida], que se ocu-
paba antes de desarrollar sistemas de información, incluso algunos ni siquiera sólo
para empresas españolas. Sin embargo al final pues creó SUBCONS-3a y SUB-
CONS-3b, que la primera hace outsourcing y la segunda el trabajo de instalar el soft-
ware de base. Que es el mínimo desarrollo que se puede hacer en España. [Trabaja-
dor de CONS-3]
SAP que vende todos los sistemas de información por módulos, el sistema de per-
sonal, el sistema de logística, sistema de facturación, sistema de contabilidad.... Te
lo vende por módulos y tú los adaptas, es un sistema genérico. Entonces en vez de
ser eficiente al 100%, pues es una eficiencia al 60%, pero como la empresa multi-
nacional extranjera tiene desarrolladas las bases, pues lo puede vender muy barato,
no son 200 personas a desarrollar un paquete para tí. El paquete ya está desarro-
llado, te mando el instalador y a los programadores para que lo adapten y ya está.
Pero no es un proyecto hecho de nuevas. [Responsable de la agrupación TIC de
COMFIA-CCOO]
11 Ver Juan José Castillo: El trabajo fluido en la sociedad de la información: organización y divi-
sioón del trabajo en las fábricas de software, Buenos Aires, Miño y Dávila, 158 pp.
CONS-4 tiene modelo factoría ahora mismo en Valladolid, antes era SUBCONS-4a y
ahora es SUBCONS-4b, se ve que le ha cambiado el nombre para seducir a la Junta.
Y también tiene otra, no es una factoría pero sí un centro de servicios en Canarias,
y le envían proyectos porque allí los costes son más bajos, y efectivamente, allí el
acuerdo marco no es aplicable… [Delegado sindical de CONS-3]
Y por supuesto, son también las características del mercado de trabajo espa-
ñol, especialmente las reformas laborales que vienen sucediéndose desde el año 84,
y la elevada tasa de paro y precariedad entre los trabajadores jóvenes, las que in-
centivan a las empresas a descualificar los puestos de trabajo para aprovechar este
ejército de mano de obra disponible:
Yo, por ejemplo, sólo tengo el módulo de FP y el curso ese de dos meses, ese que te
da la empresa… Y a mí obviamente… era lo que había estado haciendo durante dos
años en el módulo, me parecía muy sencillo. Y luego había licenciados, pero claro no
licenciados en informática, licenciados en matemáticas, en física, en todo ciencias…
Y no es porque sepan otras cosas más cualificadas… simplemente la empresa consi-
dera que un licenciado en ciencias está cualificado para que en dos meses aprenda la
profesión, por así decirlo. [Delegado sindical de CONS-8]
Para hacer viable este sistema de trabajo que permite tanto la externalización
de tareas como la fácil sustitución de los empleados que programan, se utilizan
protocolos de certificación como el llamado CMMI (Capability Maturity Model
Integration, «Modelo de madurez de la capacidad»). Estos protocolos, que son
específicos del sector y que clasifican a las empresas en función de los niveles
que son capaces de alcanzar en su aplicación, permiten evolucionar los princi-
pios organizativos del taylorismo racionalizando el proceso mismo de racionali-
zación del trabajo, pues permiten integrar en el proceso de trabajo su propia au-
toracionalización.
El nivel 5 de CMMI indica precisamente que la factoría ha alcanzado ese
grado de racionalización continua: los protocolos de trabajo altamente estanda-
rizados incluyen tareas estandarizadas destinadas a la reestadarización de los pro-
tocolos (control del trabajo por peer reviews —revisión entre colegas—; recuento
de errores; documentación de las formas de resolución de problemas; propues-
tas de mejora; etc.).
La llamada reingeniería de procesos; la autoactivación; y toda la nueva ver-
borrea managerial que acompaña a estos métodos, no sólo elimina una gran
parte de las viejas tareas que taylor reservaba al ingeniero industrial y a los cua-
dros medios y capataces, para el estudio controlado de los tiempos y movimien-
tos —acortando con ello el tiempo entre la experimentación y su aplicación—,
sino que, de alguna forma, vence también las estrategias de resistencia colectiva
que los trabajadores han puesto históricamente en práctica para hacerles frente,
pues son dispositivos que ahora han sido interiorizadas por el propio empleado.
Tanto que en muchas ocasiones los propios empleados ocultan la negociación de
sus condiciones de trabajo a sus compañeros.
Al final, la realidad es el tiempo coste, entonces yo he visto proyectos que cuando lle-
gas, y haces una programación y quieres una fecha determinada para entregar cada
cosa, y por supuesto todo eso tiene que estar entregado en un tiempo determinado,
y luego por supuesto tienes que haber dejado una documentación que cualquier
tonto…, sepa hacer: «para el error tal hay que hacer esto», entonces tienes que ha-
cerlo todo muy… muy sencillo, muy cutre… [Trabajador de CONS-2]
No, el banding que se llama, tienen un porcentaje anual, que dicen: «el 10% de la plan-
tilla tiene que promocionar, otro 20 le tenemos que subir un 5%, y al resto nada…».
Entonces ya, los jefes ponen notas, y dependiendo de esas notas tienes que cuadrar con
esas notas, al margen de cuáles sean con los porcentajes. Entonces también a la gente
eso le quema mucho, porque han tenido muy buenas notas y a lo mejor llevan dos
años que no han tenido ni subida de sueldo… [delegado sindical de CONS-8]
Coste
Coste hora
hora según
presupuestado
convenio
Consultor Senior
Consultor
Consultor Metodología
Consultor Junior
Consultor Ayudante
Jefe de grupo
Arquitecto
Administrador BBDD
Analista
Analista orgánico
Maquetador web
Programador senior 230-280 € Programador senior, Jefe de operación y Programador en Internet 8,6 €
Programador
* Las fuertes diferencias entre las dos columnas se deben, obviamente, y en primer término, a las plusvalías empresariales, y en se-
gundo lugar, al alto peso en el salario de las retribuciones no consolidadas, que sirven para ligar la carga de trabajo individual con la
remuneración.
las condiciones de trabajo fue que las mejoras conseguidas en las condiciones
económicas nunca fueron consolidadas en un marco de negociación colectiva.
Es lo que te iba a decir, cuando tienes dispersos los centros de producción, la única
forma de que eso funcione bien, es tener procesos estandarizados. Y una forma de estan-
darizar los procesos es con… pues las certificaciones, tanto, eh… para la gente que, que
produce, como para la gente que dirige, como para el conjunto del sistema; éstas certifi-
caciones tipo CMMI o CMM o… [Responsable de recursos humanos de CONS-3]
En conclusión, existe una estrecha relación entre las formas de organización del
trabajo y las formas de articulación de las relaciones laborales que se comprende a
partir del enfoque de los modelos productivos, que permiten identificar distintas
estrategias de rentabilidad empresarial, bien orientadas en el incremento de la pro-
ductividad, o bien, como en este caso, orientadas a la intensificación del trabajo,
estableciendo relaciones de coherencia entre dichas formas de organización del tra-
bajo —o formas de organizar la eficiencia del trabajo— y formas de articular las re-
laciones laborales —o formas de organizar la eficacia del trabajo—.
DESREGULACIÓN REGULACIÓN
(individualización y precarización) (negociacion colectiva y derechos sociales)
Flexibilidad organizativa
HONDISTA/WOOLARDISTA SLOANISTA/TOYOTISTA
Productos específicos, innovación y flexibilidad, artesanalidad. Proyectos a medio plazo de «Soluciones
Equipos o empleados semiautónomos. integrales» y su mantenimiento.
Salario a destajo o incentivo. Equipos y círculos de calidad
Contrato por obra o proyecto —autofinanciación—. Integración y polivalencia
INTEGRACIÓN
La conformación del modelo productivo español: el caso paradigmático de la industria del software
Estructuras horizontales
Protocolos de calidad vg: ITIL
Entrevistador: ¿entonces también hay una tendencia a que los proyectos sean más bre-
ves que antes?
— Sí, están muy modularizados, ahora mismo puedes tener un proyecto a dos años y
lo metes en varias fases. […]
— Sí claro, el único que tiene que saber es el que está arriba. Los dos o tres que estén
arriba son los que tienen que saber la globalidad, y luego a cada uno de vas diciendo
pues tú haces esta pieza, tu haces esta otra, tú está otra... y luego yo las ensamblo. Na-
die sabe si se va a hacer un barco, un tanque, o si está haciendo un coche. Ese es el
tema, entonces claro la evolución de esa gente, la evolución de sus profesionales, siem-
pre va a saber lo mismo, es como la de tiempos modernos de Charlot. Apretando tuer-
cas, apretando tuercas, y cuando sale no sabe hacer otra cosa que apretar tuercas. [De-
legado sindical de CONS-4]
Sabemos, por ejemplo, que durante la primera década del nuevo siglo la
movilidad laboral de los recursos humanos en ciencia y tecnología entre 25 y
64 años en España, casi doblaba la media Europea (el 10% de los trabajado-
res cambiaba anualmente de empresas a mediados de la década, según Eurostat,
mientras que la media EU27 era del 6%). Igualmente, el tardío desarrollo del
sector en nuestro país y la presión sobre los costes de la mano de obra hacían
que el porcentaje de trabajadores jóvenes en el área de Informática y actividades
relacionadas, entre 16 y 39 años, superara en 2011 el 75%, situándose 15 pun-
tos por encima de la media de la UE15.
De este modo, todos estos factores han hecho que en el caso de las tecnolo-
gías de la información también se haya producido una suerte de estratificación a
nivel Europeo entre el centro y la periferia marcado por el tipo de desarrollo que
denominábamos de intercambio desigual: en el que, a pesar de que todos los
países ven incrementado el peso del sector de las nuevas tecnologías de la infor-
mación en sus economías, las diferencias que separan los ritmos de crecimiento
del sector y el grado de innovación entre unos y otros se han ido ampliando.
Y todo ello va a suponer, en primer lugar, un intenso incremento de la depen-
dencia tecnológica respecto de los países de Europa central. Por ejemplo, en el sec-
tor de bienes de equipo en España la cuota teórica del mercado interno cubierta
por la producción propia se situará, después de este proceso sólo en un 22,3%,
muy alejada de tasas de cobertura media del 45% en el conjunto de la UE. Ade-
más de ello, se observa un grado de especialización deficiente, que impide cubrir la
demanda nacional en bienes de intensidad tecnológica alta o media alta con pro-
ducción propia. Pues el mayor peso en el ámbito español en dicho sector lo ocu-
pan actividades de mantenimiento y montaje sin base sólida en actividades de fa-
bricación y de investigación propia, lo que determina, por último, una realidad
productiva vulnerable al proceso de internacionalización que caracteriza al sector.
Así, este déficit tecnológico de la economía española se va a plasmar en algu-
nos indicadores significativos: la balanza de pagos tecnológica, que recoge la re-
lación entre ingresos y pagos en concepto de royalties (pagos por patentes) no
sólo es preocupantemente negativa, sino que se ha incrementado notablemente
en las últimas décadas, pues ha pasado del 8% en 1985 al 40% en la actualidad.
Ello concuerda con los datos de la evolución de una balanza de pagos de bienes
de equipo bastante negativa, pues como media, el valor de las importaciones ha
duplicado al de las exportaciones en las dos últimas décadas en el sector (es decir,
con tasas de cobertura del 54% según los informes de la patronal SERCOBE).
siempre entre la industria y los servicios, incluso hacia adentro de la propia acti-
vidad de las TICs y dentro de las propias empresas, como hemos visto.
En definitiva, el desarrollo del sector de las TICs en nuestro país, especialmente
en el caso de la Consultoría de Informática y de las Soluciones Informáticas se ha
basado en estrategias de rentabilidad empresarial centradas en el abaratamiento de
los costes laborales y la intensificación del trabajo. Estas formas de obtención
de beneficios son perjudiciales para el conjunto de la economía y dicen muy
poco de la capacidad de gestión de nuestra clase empresarial, de la que habría que
esperar, por el contrario, y como parece lícito exigir a la función directiva como
parte de su «Responsabilidad Social», aptitudes y actitudes susceptibles de incre-
mentar sus beneficios sin que éste incremento tenga que provenir necesaria y exclu-
sivamente de la fácil vía de la rebaja en los salarios o de una carga mayor de trabajo.
Y nuestras investigaciones a lo largo de los últimos años, cuyos resultados
más importantes hemos expuesto aquí de forma sintetizada, nos permiten afir-
mar que la tendencia general del modelo de desarrollo español, aunque con no-
tables diferencias entre distintos sectores y empresas, ha estado orientada hacia
un modelo de crecimiento económico que podemos denominar de vía baja, ba-
sado en el abaratamiento de los costes laborales y la intensificación del trabajo
como principales factores de rentabilidad y competitividad. Donde, tras la lle-
gada masiva del capital internacional y las grandes corporaciones multinaciona-
les a partir de mediados de los 80 predomina un modelo de gobierno corpora-
tivo dirigido por el capital financiero.
El sector productivo español va a ocupar un lugar específico en las dinámi-
cas económicas y productivas globales apuntadas más arriba: la concentración de
capitales a nivel mundial; fragmentación de los procesos productivos; y externa-
lización, subcontratación y deslocalización de las fases de menos valor añadido
hacia zonas cada vez más alejadas de la venta del producto final, donde España
ocuparía un lugar semiperiférico. Un indicador de la importancia del fenómeno
de la subcontratación en la industria es el peso de los consumos intermedios en
la contabilidad de las empresas (porcentaje sobre el valor añadido bruto de las
empresas que proviene de inputs externos intermedios), que en España se si-
tuaba a finales de este ciclo nada menos que en el 80% . Así por ejemplo, la in-
dustria supone un 30% del destino de los servicios definidos como consumos
intermedios. Aunque desde el punto de vista de la industria, en términos de va-
lor añadido, los servicios suponen sólo un 11,8% de su estructura productiva, lo
cuál indica el relativo bajo valor añadido de este tipo de consumos.
Por otra parte, sabemos que el mayor protagonismo en el incremento del ter-
ciario lo han tenido precisamente los llamados servicios a las empresas, pues por
ejemplo servicios tradicionales como el comercio y la reparación entre 1980 y
2002 vieron decrecer su peso en el empleo global del sector del 25,3% al 21,6%,
la hostelería se mantuvo más o menos constante en torno al 6%, y los servicios so-
ciales y personales también decayeron dos puntos, del 43% al 41% mientras que
la indefinida actividad «Otras actividades empresariales» pasó de un 7% a un 13%
de peso en el empleo total y la de Servicios a las empresas se sitúa en el 10%.
En términos globales, la productividad media, las condiciones de trabajo y
las cualificaciones medias desempeñadas en el conjunto de puestos de trabajo que
conforman el tejido productivo global español se han visto sustancialmente redu-
cidas. Así en España ha decrecido la productividad total respecto a la Unión Eu-
ropea y respecto a la misma tasa hace veinte años, a pesar de mostrar una tasa re-
lativamente mayor de crecimiento económico que la media del resto de países
europeos. En términos de producción por hora trabajada, si la Unión Europea de
los 15 alcanzase un ratio 100, España tendría un 84, lejos de países como Francia
(123), Alemania (104) o Estados Unidos (116). Este diferencial no ha dejado de
ensancharse: hace diez años, la productividad española era un 87% menor que la
media comunitaria, es decir, cuatro puntos por encima del valor actual. Este di-
ferencial se debe, entre otras cosas a que «el sistema de I+D+i español se encuen-
tra claramente en peor situación que la media europea en relación con 19 de los
26 indicadores contemplados en el European Scoreboard, con un índice sintético
de 0,3, claramente por debajo de la media de 0,42, que coloca al sistema de inno-
vación español en el puesto número 15 de entre los 25 estados miembros, en una
posición similar al de Lituania y Eslovenia» (CES, 2006: 2239. En síntesis, y glo-
sando el informe del Conference Board Europe, «España es el país de la UE en el
que más ha caído la productividad en los últimos quince años».
No obstante, y como ya explicábamos más arriba, este modelo de desarrollo
adoptado por los países semiperiféricos del occidente europeo, que había arro-
jado altos índices de crecimiento económico en las últimas décadas del siglo xx,
tocaba a su fin, por agotamiento, a finales de la primera década del siglo xxi,
pues se había sostenido sobre la base de una progresiva esquilmación de los re-
cursos técnicos y humanos disponibles —uno de cuyos efectos (que hoy normal-
mente se toma como causa de la crisis tratando así a las víctimas como culpables
de la misma) será el de los altos índices de endeudamiento público y privado—,
embargando las posibilidades de desarrollo de estos países a medio y largo plazo,
mientras se procedía a la paulatina transferencia del capital productivo hacia
nuevas economías emergentes.
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ABSTRACT
1 Este artículo se apoya en los proyectos de investigación sobre esta materia en los que he parti-
cipado como investigadora en los últimos años: el proyecto Social Regulation of European Transnatio-
nal Companies (2004/07), realizado dentro del VI Programa Marco de la Comisión Europea, dirigido
por Isabelle Daugareilh a nivel europeo, y por Joaquín Aparicio y Margarita Barañano en España, y
el proyecto La Responsabilidad Social de las Empresas en España y Castilla-La Mancha: concepto, acto-
res e instrumentos (2007/11), financiado por la Viceconsejería de Ciencia y Tecnología de la Comu-
nidad Autónoma de Castilla-La Mancha, cuya investigadora principal fue Berta Valdés. Como parte
de estas investigaciones se llevaron a cabo en España más de sesenta entrevistas abiertas a directivos
y responsables de RSE de empresas, expertos en la materia, representantes de instituciones públicas,
organizaciones empresariales, sindicatos, organizaciones sociales, asociaciones de consumidores, aso-
ciaciones de accionistas y empresas consultoras.
en 2001. En el artículo realizamos un análisis del contexto en el que surgen las ini-
ciativas socialmente responsables y la teoría de los stakeholders, que enmarcamos den-
tro del proyecto político y económico neoliberal.
Palabras clave: responsabilidad social empresarial, responsabilidad social corporati-
va, globalización económica, sociedad post-fordista, teoría de los sharehoders, teoría
de los stakeholders, proyecto político y económico neoliberal.
■ This article relies on two research projects conducted in the European Union and
Spain from 2004 to 2011 in order to analyse the field of Corporate Social Responsibility
that has arisen in certain European countries in the last decades. The debate and
initiatives on this matter have taken on increasing importance in the different member
states of the European Union in the past years, after the United Nations called for Social
Responsibility of transnational corporations with The Global Compact in 2000 and the
European Commission published the Green Paper Promoting a European framework for
corporate social responsibility in 2001. This article analyzes the context of the emergence
of this kind of initiatives and the stakeholder theory, which we frame in the neoliberal
political and economic project.
Keywords: corporate social responsibility, economic globalization, post-fordist society,
shareholder theory, stakeholder theory, neoliberal political and economic project.
2 Los códigos éticos o de conducta son el mismo tipo de documento, son uno de los principales
5 Por ejemplo, Ikea tiene alrededor de 1.300 contratantes en cincuenta países y Nike ha exter-
nalizado el 100% de su producción a más de 700 proveedores de primer nivel situados en 56 países
distintos (aunque se desconoce el número de proveedores de segundo, tercer o más niveles de ambas
empresas) (Teitelbaum, 2010).
6 No obstante, unos niveles bajos de salarios no son siempre el único factor a tener en cuenta
por las empresas cuando deslocalizan sus actividades, puesto que también se estudian factores como
los costes de transporte, el mercado interno del país en el que se pretende reubicar la producción, la
cualificación de la fuerza de trabajo, la relación salarios-productividad, los riesgos, etc. Que unos fac-
tores tengan más peso que otros a la hora de tomar la decisión depende del tipo de compañía, de sus
actividades, etc. De cualquier forma, lo que hacen las empresas aquí es analizar cómo acceder en me-
jores condiciones a los factores de producción a nivel global (Luengo, 2010).
cierta medida7, esto es, han irrumpido como poderosas autoridades privadas y
están en ocasiones fuera del alcance de los sistemas jurídicos estatales. De esta
forma, el poder de las empresas transnacionales no sólo se manifiesta mediante
su hegemonía como agente económico global, sino también a través de su in-
fluencia sobre la producción normativa de los diversos Estados. Esto se hace
muy evidente en aquellos países con una necesidad desesperada por atraer inver-
sión extranjera directa y que, por tanto, evitan adoptar medidas jurídicas poco
atractivas que incidan en el coste de las actividades empresariales (regulaciones
laborales, medioambientales, etc.). Asimismo, este tipo de empresas se encuen-
tra también en cierta posición de poder con respecto a determinados Estados y
organizaciones sindicales nacionales e internacionales a la hora de negociar con-
diciones de todo tipo bajo la constante amenaza de una deslocalización produc-
tiva8 (Castells, 1999; Baylos, 1999, 2009; Rodríguez Garavito, 2007; Alonso,
2007; Shamir, 2007; Daugareilh, 2009; Barañano, 2009; Flores, 2010; Luengo,
2010; Teiltelbaum, 2010).
En este sentido, la globalización conlleva determinada pérdida de centrali-
dad del espacio estatal en la regulación de la economía y las relaciones de tra-
bajo, sin que las relaciones internacionales entre países a través de tratados com-
pensen esta tendencia. Esto se ha traducido en importantes costes sociales para
buena parte de las economías centrales y no centrales, en los que la fractura en
términos de desigualdades sociales es cada vez más preocupante (Baylos, 1999;
Aparicio y Valdés, 2011).
Es en este contexto en el que surge el debate sobre la Responsabilidad So-
cial Empresarial, y en el que el entonces Secretario General de Naciones Unidas
Kofi Annan inauguró en el año 2000 el Pacto Mundial de Naciones Unidas, con
el que emplazaba a las empresas transnacionales a que se adhirieran voluntaria-
mente a nueve principios relacionados con los derechos humanos, los derechos
laborales, la no discriminación y el medio ambiente (más adelante se añadiría el
principio número diez, relativo a la corrupción). Cientos de empresas se suma-
ron a este Pacto animadas por la Cámara Internacional de Comercio, puesto que
7 Sin embargo, no existe una «desterritorialización» total de las actividades de las compañías
transnacionales que las haya convertido en corporaciones libres de las regulaciones de los Estados-
nación y, por lo tanto, apátridas. La «desterritorialización» es relativa, puesto que las compañías están
en todo caso ligadas a los espacios territoriales en los que se ubican, muy en especial a aquellos en los
que está localizada su sede central, en donde las relaciones con las instituciones públicas suelen ser es-
trechas (Baylos, 1999; González Begega, 2011).
8 Algunos autores señalan que las deslocalizaciones internacionales no han tenido tanto impacto
negativo en el nivel general de empleo de las economías centrales como se temía en un principio,
pero que, sin embargo, sí han producido cambios importantes en los mercados de trabajo de éstas al
haberse constituido en una amenaza muy útil para las empresas en sus negociaciones en materia de
salarios, condiciones de trabajo y niveles de protección social. Esta amenaza ha sido suficiente en mu-
chos casos para congelar o reducir salarios, incrementar el tiempo de trabajo sin aumentar los salarios
proporcionalmente, etc. (Flores, 2010).
9 Ruggie presentó dos informes más en 2008, en los que, influido por el contexto de crisis fi-
nanciera mundial, hace afirmaciones que son totalmente contrarias a las de los dos anteriores. En es-
tos informes hace referencia a que los mercados sólo funcionan óptimamente si están enmarcados
en normas e instituciones y, asimismo, reconoce el efecto negativo de las actividades de las empresas
transnacionales a nivel global en lo que se refiere a los derechos humanos y laborales. No obstante,
no realiza propuestas concretas para abordar estas cuestiones (Teitelbaum, 2010).
10 En este sentido, es bastante significativo que el informe en el que Kofi Annan anunció en
1998 la futura puesta en marcha del Pacto Mundial se titulase «La capacidad empresarial y la privati-
zación como medios de promover el crecimiento económico y el desarrollo sostenible».
11 Determinadas organizaciones sociales con un marcado perfil reivindicativo han llamado la
atención sobre la existencia de relaciones demasiado estrechas entre los organismos de Naciones Uni-
das y las grandes corporaciones y la tremenda influencia de éstas sobre aquellas, de tal manera que al-
gunas formaron en 1999 «The Alliance for a Corporate-Free UN» (La Alianza por una ONU libre
de las influencias de las Corporaciones). Esta Alianza, que ya no existe, fue muy activa en los prime-
ros años 2000 en contra del Pacto Mundial, al que acusaba de permitir que las empresas utilizasen el
logo de la ONU sin cumplir de forma efectiva y veraz con los principios establecidos por el mismo
(EarthRights International, 2002).
medida para un empleado estándar, el varón que se beneficiaba de un contrato indefinido (Alonso,
2007; Esping-Andersen, 2000).
sor de esta teoría ha sido Edward Freeman, cuya obra de referencia es Strategic Management. A Stake-
holder Approach, de 1984. Esta teoría hunde sus raíces en la Escuela de Relaciones Humanas de Elton
Mayo, psicólogo y sociólogo industrial de principios del siglo xx que defendía que los intereses de las
empresas y los trabajadores son los mismos y que, por lo tanto, es factible incentivar la colaboración
entre ambas partes y las buenas relaciones en los centros de trabajo.
14 La traducción al castellano es la teoría de los «accionistas».
15 Sirva como ejemplo que el economista Milton Friedman defendía que «la única responsabili-
dad social de las empresas es la puesta en marcha de actividades y la utilización de sus recursos con el fin
de incrementar sus beneficios, siempre y cuando cumpla con las reglas del juego, que son las de la libre y
abierta competencia sin recurrir al engaño ni al fraude» (Friedman, 1970).
16 La Global Exchange es una organización internacional pro derechos humanos creada en 1988
y el National Labor Committee, denominada ahora Institute for Global Labour and Human Rights
(Instituto por los derechos humanos y laborales globales), es una organización sin ánimo de lucro
creada en 1981 que se dedica a defender y promover los derechos fundamentales en el trabajo a ni-
vel global.
fiere a generar crecimiento económico y desarrollo y liderar los cambios que es-
tamos atravesando en las últimas décadas. Hay que destacar cómo ambas pers-
pectivas colocan a las instituciones públicas en un segundo plano, como meras
partes interesadas de las compañías que, en cierta medida, deben abandonar el
rol regulador y mediador entre agentes sociales que llevaban a cabo en las socie-
dades fordistas. Así, estas teorías se enmarcan dentro del paradigma neoliberal
(Utting y Marques, 2010; Fuchs y Kalfagianni, 2010; Sum, 2010; Pulido y Ra-
miro, 2008; Shamir, 2007; Murray, 2002).
Los instrumentos más destacados son los códigos éticos o de conducta y las
memorias o informes de RSE o sostenibilidad. Los códigos suponen la asun-
ción, autorregulación y autoverificación por parte de la empresa de una serie de
principios y compromisos éticos a nivel global, aunque incurren en contradic-
ciones en muchos casos, haciendo alusión al mero cumplimiento de las legisla-
ciones nacionales. Son redactados en la mayor parte de los casos de una manera
muy general y suelen hacer alusión a la seguridad y salud laboral, el medio am-
biente, la calidad de los productos o servicios, la corrupción y a algunos de los
principios y derechos fundamentales en el trabajo de la Declaración de la OIT
de 1998 (la abolición del trabajo infantil, la abolición del trabajo forzoso y la no
discriminación17) (Maira Vidal, 2012).
Los principios contemplados en los códigos están especialmente destinados
a aquellos países en los que nos encontramos con Estados débiles, o con legisla-
ciones laxas o que no se cumplen, y no tanto a aquellos países en los que ya exis-
ten legislaciones y mecanismos de control y punitivos que los hagan efectivos.
Estos instrumentos son soportes característicos de lo que se ha venido a de-
nominar derecho blando o «soft law» (en contraposición al derecho duro o «hard
law», controlado por las burocracias y los tribunales estatales) en torno a los cua-
les existe mucha controversia, al considerarse en algunos casos cuasi-legales y,
en otros, una mera declaración de intenciones sin ningún carácter legal. En este
sentido, los códigos de conducta son concebidos por algunos expertos como
un posible paso adelante hacia una regulación internacional de las empresas y,
por otros, como un claro ejemplo de despolitización y desregulación de las re-
glas que rigen el funcionamiento de la compañía. En cualquier caso, su cum-
plimiento no es vinculante ni exigible por ningún medio jurídico, por lo que
queda excluida la responsabilidad por la violación de los compromisos adquiri-
dos (Baylos, 2004; Daugareilh, 2009).
Por otro lado, la publicación de un informe o memoria de RSE o sostenibi-
lidad anual se ha extendido también entre las grandes empresas europeas y espa-
ñolas. El cumplimiento de los compromisos que se anuncian en los mismos no
es tampoco, por lo general, verificado por terceros. Su objetivo es publicitar y
dar difusión externa a las iniciativas socialmente responsables de la compañía.
Con respecto al ámbito de aplicación de las políticas socialmente responsa-
bles publicitadas en las memorias, las compañías hacen normalmente referen-
cia a que los derechos humanos y laborales fundamentales son de ámbito global,
mientras que otro tipo de derechos o medidas, como por ejemplo los relativos
a la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, sólo se aplicarían en las
economías centrales. No obstante, en las propias memorias de RSE se incurre
17 Es importante hacer hincapié aquí en que muchos códigos evitan hacer referencia a la libertad
Conclusión
Bibliografía
Alonso, L.E. (2007): La crisis de la ciudadanía laboral, Barcelona, Anthropos.
Aparicio, J. y Valdés, B. (2009): «Sobre el concepto de responsabilidad social de las em-
presas. Un análisis europeo comparado», en Cuadernos de Relaciones Laborales, Vol. 27,
núm. 1, pp. 53-75.
Aragón, J. y Rocha, F. (2004): La responsabilidad social empresarial en España: Una
aproximación desde la perspectiva laboral.
Barañano, M. (2009): «Contexto, concepto y dilemas de la responsabilidad social de las
empresas transnacionales europeas: Una aproximación sociológica», en Cuadernos de
Relaciones Laborales, Vol. 27, núm. 1, pp. 19-52.
ABSTRACT
do en su artículo 1, esto es, la mejora del derecho de información y consulta a los tra-
bajadores en las empresas y grupos de empresas de dimensión comunitaria, debiendo
primar este objetivo por encima de cualquier otro. En consecuencia, no es ni debe ser
propósito de la norma comunitaria preservar los intereses de las empresas y grupos
de estructura compleja. Así, la confidencialidad de la información de una empresa
o grupo de empresas de índole transnacional no debe prevalecer sobre los derechos de
información y consulta de sus trabajadores. Es vital que la empresa suministre al co-
mité de empresa europeo la información pertinente en tiempo y forma para que, con
carácter previo a la toma de la decisión empresarial, el citado órgano pueda valorarla
y emitir su opinión a través de un Informe. Con el nuevo concepto de cuestión trans-
nacional, establecido en el citado artículo, se ha optado por una separación radical
entre el comité de empresa europeo y los órganos nacionales de representación pudien-
do haberse obtenido muy buenos resultados si ambos niveles de representación coordi-
nasen su actividad, aunando fuerzas para llevar a cabo la lucha por la consecución
de este objetivo laboral común. En cualquier caso, la práctica demuestra que la opi-
nión del comité de empresa europeo no es, habitualmente, tomada en consideración
por la empresa haciéndose, por tanto, necesaria la articulación de mecanismos que
garanticen que la consulta es un verdadero mecanismo de participación real y efecti-
va de los trabajadores, es decir, un auténtico proceso de negociación colectiva.
Palabras clave: Comité de Empresa Europeo, información, consulta, negociación
transnacional, empresa y grupo de empresa de dimensión comunitaria.
■ Estatuz gaindiko enpresa edo enpresa taldeetan zerbitzuak ematen dituzten langi-
leen informazio- eta kontsulta-eskubideak babesteko parte hartze transnazionalerako
baliabideak antolatzeari jarritako oztopoen jatorria, sarri, enpresa eta talde horietan
kokatu behar da. 2009/38/CE Zuzentaraua bete dadin, beharrezkoa da kide diren
Estatuek, Estatuetako zein Europar Batasuneko gizarte ordezkaritzarako organoek, en-
presek, gobernuek eta barne nahiz Europa mailako auzitegiek norabide berean jotzea.
Enpresek edo taldeek Zuzentarautik eratorritako eginbeharrak betetzeak ez du murriz-
ten erabakiak hartzeko prozesuan enpresa-askatasuna, ezta hartutako erabakien apli-
kazioaren eraginkortasuna ere. Hala ere, horrek ez du eragozten langileen ordezkariek,
euren eskumenaz baliatzerakoan, eremu horretan eragina izatea. Europar Zuzenta-
rauak ez luke zentzurik izango bere azken xedea ez balitz 1. artikuluan adierazitakoa
izango, hots, europar mailako enpresa eta enpresa-taldeetako langileen informazio- eta
kontsulta-eskubidea hobetzea. Hori izan beharko litzateke lehenengo helburua, beste
guztien gainetik. Beraz, europar arauaren asmoa ez da, eta ez da izan behar, egitu-
ra konplexua duten enpresen eta taldeen interesak gordetzea. Horrela, eremu transna-
zionala duen enpresa edo enpresa taldearen informazioaren isilpekotasuna ez da egon
behar langileen informazio- eta kontsulta-eskubidearen gainetik. Ezinbestekoa da en-
presak, edozein erabaki hartu aurretik, garaiz eta dagokion eran informazioa luzatzea
europar mailako enpresa komiteari, horrek baloratu eta bere iritzia eman dezan Txos-
ten baten bidez. Aipatu artikuluak ezarritako auzi transnazionala kontzeptu berria-
rekin, europar enpresa komitearen eta Estatu mailako ordezkaritza organoen arteko
errotikako banaketaren alde egin da. Horren emaitzak onak izan daitezke ordezkari-
tza maila biek euren jarduera koordinatzen badute, lan-xede erkidea lortzearren bo-
rrokaren alde indarrak batuz. Edonola ere, praktikak adierazten duenez, enpresak ez
du, eskuarki, europar enpresa komitearen iritzia aintzat hartzen. Beraz, beharrezkoa
da baliabideen giltzadura bermatuko duen kontsulta langileen benetako parte hartze
eraginkorrerako baliabide izatea, hau da, benetako negozio kolektiborako prozesua.
Hitz gakoak: Europar Enpresa Komitea, informazioa, kontsulta, negoziazio trans-
nazionala, europar eremuko enpresa eta enpresa taldea.
Las dos últimas décadas de la Unión Europea han estado caracterizadas fun-
damentalmente por dos fenómenos de trascendencia que han incidido decisi-
vamente en la vida de las empresas: Aparicio (2005); nos referimos, en primer
lugar, a las reestructuraciones empresariales y, en segundo término, a la globa-
lización de los mercados. Las fronteras que separaban las distintas naciones co-
menzaban a verse, paulatinamente, debilitadas: Hansenne (1998). Este es el
contexto en el que Europa se encontraba, ya a finales de los ochenta. La inver-
sión en el extranjero, las importantes economías de escala, la creciente estanda-
rización de las preferencias de los consumidores por ciertos productos y la crea-
ción de bloques económicos —como es el caso de la Comunidad Económica
Europea— eran ya una realidad en esa fecha: Leibfried &pierson (1993). En
este panorama de procesos de concentraciones, fusiones, absorciones y asocia-
ciones empresariales transfronterizas, etc., Europa alcanza un punto en el que la
prioridad en sus acciones empresariales es la tendencia a la transnacionalización
de sus empresas y grupos de empresas: Beck (1998).
Tras un primer conjunto de Directivas dirigidas a regular únicamente de-
terminadas situaciones empresariales y un determinado tipo de empresa su-
pranacional como es la Sociedad Anónima Europea, la Carta Comunitaria de
los Derechos Sociales Fundamentales, de 12 de junio 1987, supuso un impor-
tante impulso al avance de los derechos de información y consulta de los tra-
bajadores que prestan sus servicios en empresas de dimensión comunitaria. Si
bien, tras el intento fallido de las Directivas Vredeling y Richard1, fue El Tra-
tado de Maastricht de 1992 (TUE) el que vino a instaurar de manera defini-
tiva en el sistema europeo de relaciones laborales el principio de subsidiarie-
dad, amplió las competencias en materia laboral de la Unión Europea (tal y
como lo establece el Acuerdo de Política Social anejo al TUE) y abrió el sis-
tema de mayoría cualificada a determinados derechos sociales y, entre ellos, a
los derechos de información y consulta: Terradillos et al. (2004).
1 Directiva del Consejo, de 22 de marzo de 1988, que modifica la Directiva 83/189/CEE, por
trata de crear un instrumento apropiado para afrontar los nuevos sucesos y retos
que irrumpen en el mundo laboral —procesos de reestructuración y adaptación
de las empresas a las nuevas condiciones provocadas por la globalización del
mundo económico, el surgimiento de novedosos métodos de organización
del trabajo, etc.— así como de conseguir un equilibrio adecuado entre la nueva
realidad global y las necesidades de los trabajadores que no tienen porque verse
perjudicados por la misma.
Hemos de subrayar que en todas las Directivas subyace un objetivo común:
el establecimiento, en la esfera europea, de mecanismos y procedimientos para
promover y mejorar la información, consulta y participación de los trabajado-
res, a través de sus representantes, en la empresa, en aquellas decisiones que pue-
dan directa o indirectamente afectar a sus intereses y menoscabar derechos so-
ciales fundamentales tales como los de información, consulta y participación, de
conformidad con lo declarado en la Carta Comunitaria de los Derechos Sociales
Fundamentales (punto 27).
4 El tenor literal de la parte del artículo 11.2 de la Directiva 2009/38/CE que la CES entiende
debe completarse es «que los Estados velarán para que las empresas faciliten la información sobre el nú-
mero de trabajadores».
es el caso del sistema de cómputo del número de trabajadores, el concepto de Representante de los
Trabajadores, las garantías a conceder a los representantes, las sanciones y procedimientos a llevar a
cabo para el caso de violaciones de la Directiva, el ámbito de derechos de reserva y del deber de se-
creto, etc.
6 En paralelismo, nuestro derecho interno establece una disposición similar en el párrafo se-
gundo del artículo 85 del Estatuto de los Trabajadores en relación con el contenido de los Convenios
Colectivos.
Los tres supuestos que incluye la Directiva utilizan de manera clara y ta-
jante el término «solicitud» por lo que se está regulando un proceder alterna-
tivo para el caso de que exista pasividad únicamente empresarial. El precepto no
da cabida a ningún supuesto en el que haya pasividad de ambas partes. Puede
afirmarse que lo que la norma comunitaria hace es conceder a los trabajadores
el derecho a reivindicar unos mecanismos de información y consulta determina-
dos, sin imponer de manera automática la predisposición de tales mecanismos.
En relación con la posición destacada que ocupa la autonomía colectiva en
este proceso de negociación para con los derechos de información y consulta
en estructuras complejas debemos traer a colación dos artículos de la Directiva
que constituyen dos supuestos de absoluta libertad de las partes. Nos referimos,
en primer lugar, al artículo 5.5 que es una clara exclusión de la Directiva en el
tiempo. Dicho artículo admite que una vez iniciado el procedimiento de nego-
ciación pueda éste ser interrumpido, e incluso anulado, cuando dos tercios de la
comisión negociadora así lo decida7. Esta decisión, además de poner fin al pro-
cedimiento de negociación, impide que entren en juego las disposiciones del
Anexo y, por añadidura, paraliza durante un período mínimo de dos años la op-
ción a iniciar de nuevo un procedimiento de negociación.
7 Si echamos la vista atrás podemos observar como las propuestas de Directiva Vredeling y
Vredeling-Richard ya recogían esta idea de exclusión por mayoría de votos de la parte social. Una vez
más puede entenderse que la Directiva actual no es sino la continuidad de los pensamientos de los
inspiradores de las anteriores propuestas frustradas.
Dicho de otro modo, el Comité de Empresa Europeo tendrá derecho a ser con-
sultado.
De ahí el propósito de la Directiva de que el comité de empresa europeo no
sea un órgano pasivo; un mero órgano de recepción de información sino que
fuera real la bilateralidad de la relación entre la parte empresarial y la parte so-
cial, el intercambio de opiniones y la instauración de un diálogo serio y compro-
metido con el hecho de que los trabajadores participaran de manera efectiva en
los asuntos. Lo ideal sería que el derecho de consulta de los trabajadores se tra-
dujese en una auténtica negociación entre éstos y su empresa, a través de sus res-
pectivos representantes, y no quedase en una mera opinión por parte de los tra-
bajadores sin ningún tipo de vinculabilidad práctica.
En efecto, el procedimiento de consulta no afectará a las prerrogativas de la
dirección, es decir, el contenido de la opinión del comité de empresa europeo
no condiciona la adopción de la decisión empresarial, al margen del peso o de la
influencia real que pueda tener la opinión emitida por el órgano de representa-
ción. Por desgracia, parece que hoy día, la participación del comité de empresa
europeo en las decisiones de las empresas de estructura compleja no siempre re-
presenta una garantía de influencia, puesto que, en muchas ocasiones, la direc-
ción central de estas empresas se ha limitado a escuchar a los trabajadores y no a
tomar sus opiniones en consideración (Holm-Detlev, 2008, 8).
En tanto en cuanto, hemos tratado de aclarar este importante aspecto, he-
mos de continuar con el análisis de la nueva Directiva 2009/38/CE, que se erige
en una norma que presenta los suficientes aspectos de interés como para efectuar
un detallado estudio de su redactado; análisis que debería hacerse tanto compa-
rativamente, entre ésta y la anterior Directiva, como valorativamente del nuevo
texto en solitario. Aunque la nueva Directiva nace con el objetivo de moderni-
zar la legislación comunitaria en materia de información y consulta transnacio-
nal de los trabajadores de las empresas y grupos de empresas de dimensión co-
munitaria, promover el diálogo social y poner remedio a la inseguridad jurídica
derivada de la anterior Directiva 94/45/CE y sus sucesivas modificaciones —Di-
rectiva 97/74/CE y Directiva 2006/109/CE—, si confeccionamos un análisis
comparativo con la Directiva 94/45/CE podemos afirmar que la nueva Direc-
tiva es una norma escasamente innovadora (Uria, 2009: 31).
Desde el punto de vista de las novedades que incorpora se observa cómo el
nuevo texto goza de un carácter limitado. Puede afirmarse que se trata de una
Directiva que se aleja mucho de la redacción pretendida a inicios de su creación.
Por ello, la nueva Directiva es considerada por la doctrina laboralista como una
norma escasamente reformadora. La intención de reforma de las carencias de la
Directiva 94/45/CE fue buena en su inicio pero, tras verificar el nuevo texto,
parece que quedó en una buena intención (Fernández, 2009: 62). La Direc-
tiva 2009/38/CE ha resultado ser una norma de carácter manifiestamente a la
baja en tanto en cuanto se esperaba una redacción mucho más avezada y esfor-
zada de la que finalmente ha sido aprobada. El texto definitivo ha quedado no-
toriamente por debajo de las pretensiones inaugurales que subyacieron en el le-
gislador comunitario, ya desde el inicio del proceso de revisión de la Directiva
94/45/CE. De ahí que un importante sector doctrinal ha puesto de manifiesto
que «la nueva Directiva es una norma de carácter a la baja».
Al realizar una lectura detallada del nuevo texto comunitario regulador de
los derechos de información y consulta en la esfera transnacional se echa en falta
la aparición de nuevas redacciones o introducción de nuevos preceptos con el fin
de aclarar cuestiones que, tal y como fueron redactadas en la Directiva precur-
sora, han venido suscitando problemas interpretativos de delicada solución. Así,
en contra de lo que se esperaba, la Directiva 2009/38/CE muestra ausencias evi-
dentes en múltiples cuestiones. Se trata de contenidos que, además de alcanzar
una especial importancia, venían pidiendo a gritos, desde hacía varias décadas,
una mayor precisión de su redactado (Garrido, 2010: 125-146).
Además, de conformidad con el Dictamen que el 4 de diciembre de 2008
emitió el CESE, un aspecto que levantó gran polémica y que finalmente así ha
quedado redactado en la nueva Directiva es la nueva definición de «cuestio-
nes transnacionales». En este punto, el citado CESE mostró abiertamente
su desacuerdo. El órgano mostró su total disconformidad con la definición de
«cuestión transnacional» del nuevo artículo 1, que lo que hace es restringir, aún
más, en vez de precisar, como se pretendía, las competencias del comité de em-
presa europeo (Uría, 2009: 63).
Por este motivo, esta nueva redacción sobre lo que se considera cuestión
transnacional es considerada por el CESE, como una «innecesaria restricción al
ámbito competencial del comité de empresa europeo, incomprensible e injustificable.»
Sin perjuicio de estas críticas, la definición de «cuestión transnacional» que, fi-
nalmente, queda recogida en el artículo 1 de la nueva Directiva, hace eco del ha-
bitual rechazo a la opinión del CESE y de la no toma en consideración de sus
peticiones. Por su parte, como defensa, el legislador europeo explica en la expo-
sición de motivos de la nueva Directiva que entiende conveniente que el carác-
ter transnacional de una cuestión se determine teniendo en cuenta tanto el alcance
de sus efectos potenciales como el nivel de dirección y representación que implica.
Y continúa diciendo que, a este efecto, se consideran transnacionales las cuestiones
que afecten al conjunto de la empresa o grupo de empresas, o al menos a dos Estados
miembros. Bruselas, con anhelo de calmar la polémica, recoge expresamente en
este punto de la Exposición de motivos que, independientemente del número
de Estados miembros a los que afecte, cuando estas cuestiones revistan impor-
tancia para los trabajadores europeos en términos del alcance de sus posibles efectos o
impliquen transferencia de actividades entre Estados miembros serán consideradas
«cuestiones transnacionales», en todo caso.
11 Véase: El Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre la «Propuesta de Directiva
del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la constitución de un comité de empresa europeo o de
un procedimiento de información y consulta a los trabajadores en las empresas y grupos de empresas
de dimensión comunitaria», COM (2008) 419 final - 2008/0141 (COD), diciembre de 2008.
negociaciones entre la dirección central, una vez determinada su existencia, y los re-
presentantes de los trabajadores»12. Nos encontramos en una fase previa en la cual
los trabajadores desconocen todavía quién es esa dirección central a la que debe-
rían dirigirse en caso de que fuera necesario.
Es obvio que si la empresa no proporciona esta información a la representa-
ción social, está nunca podrá iniciar la andadura procedimental para la negocia-
ción y creación de un comité de empresa europeo para la defensa de los derechos
de información y consulta de sus trabajadores pues no podrá saber con cuántos
trabajadores cuenta la empresa lo que significará que no podrá acreditar que la
empresa cumpla con el requisito de emplear a «1000 trabajadores o más en los Es-
tados miembros y, por lo menos en dos Estados miembros diferentes, emplee a 150 o
más trabajadores en cada uno de ellos» del artículo 2, apartado 1. Asimismo, el
Tribunal declara en la citada Sentencia que «tal derecho de información constituye
un requisito previo necesario para determinar la existencia de una empresa o grupo
de empresas de dimensión comunitaria, que a su vez es condición previa para crear
un comité de empresa europeo o establecer un procedimiento de información y con-
sulta13».
La STJCE BOFROST constituye el pilar que sustenta toda este juicio
jurisprudencial y sirve como empujón a otros pronunciamientos del Tribu-
nal como ocurre con la posterior STJCE «NAGEL» de 13.01.2004 la cual
expone, ahora si de manera expresa, que la responsabilidad de la dirección
central o la dirección presunta de establecer las condiciones y los medios ne-
cesarias para la constitución de un comité de empresa europeo «incluye la
obligación de proporcionar a los representantes de los trabajadores la información
imprescindible para el inicio de las negociaciones con el objeto de constituir un
comité de empresa». Y, en definitiva, podemos afirmar que sendas Sentencias
son el colchón dónde descansa la nueva redacción del nuevo artículo 4.4 de
la Directiva 2009/38/CE.
A la pregunta de si la responsable del suministro de la información es sólo
la dirección central o si, por el contrario, lo son también cualquiera de las di-
recciones locales de la empresa o grupo necesitamos traer a colación la primera
de las sentencias citadas para emitir una respuesta. El supuesto de hecho de la
STJCE BOFROST plantea cómo una dirección de una sociedad integrante del
grupo se niega a dar la información sobre la estructura y número de trabajado-
res del mismo solicitada por los representantes de los trabajadores so pretexto
de no ser ella la dirección central del grupo. Argumentaban, además, que nin-
guna de de las empresas ejercía el control ya que se había suscrito un acuerdo
para tal fin. El Tribunal contesta a este argumento basándose en el artículo 11,
de la Directiva entonces en vigor, en virtud del cual «…el alcance de esas obli-
gaciones no puede limitarse, por lo que se refiere a los empresarios, únicamente a la
dirección central».
Así, el TJCE entiende que debe imponerse «a cualquier empresa del grupo la
obligación de proporcionar los datos de que disponga, o que pueda obtener, a los ór-
ganos internos de representación de los trabajadores que lo soliciten». Tal exégesis ju-
risprudencial nos empuja a dos nuevas realidades. De un lado, todas y cada una
de las empresas de un grupo deben cumplir con la obligación de emisión de la
información solicitada; obligación, por tanto, exigible de manera independiente
a todas y cada una de ellas. De otro lado, se avala un sistema de responsabilidad
en cadena, o supletorio, en tanto en cuanto, si la dirección central de una em-
presa o grupo se encontrase en un país extracomunitario sería responsable, en
primer lugar, la dirección central de una empresa en un Estado miembro que
se designara como representante y, en su defecto, asumiría tal responsabilidad
la dirección de la empresa que empleara al mayor número de trabajadores en un
Estado miembro
Por su parte, la STJCE NAGEL da auxilio y refuerzo a esta opinión e in-
cluso va más allá, dejando entrever que cuando la dirección de la empresa en
cuestión no cuente con la información solicitada deberá ésta recabarla del resto
de las empresas. El supuesto de hecho del caso Nagel es el siguiente: la dirección
central de una sociedad perteneciente al grupo —actuando como dirección cen-
tral presunta al ser la que, en ese grupo, contaba con un mayor número de tra-
bajadores— no da la información sobre la estructura y plantilla del conjunto del
grupo solicitada por la parte social, alegando la imposibilidad de cumplir con tal
obligación informativa por carecer de ella y por no poder obtenerla de la direc-
ción central real, que se negaba a proporcionársela.
En este estado de cosas, el TJCE responde trasladando tal responsabilidad
informativa desde la dirección central real a la presunta y añade que la dirección
central presunta tendrá idéntica responsabilidad y responderá de igual modo de
su cumplimiento La intención del Tribunal parece ser la de presionar a la direc-
ción central real para que, en interés empresarial, sitúe a la dirección central fic-
ticia en unas condiciones óptimas para poder dar cumplimiento a la obligación
de información. Como consecuencia, nace en todas y cada una de las empresas
que componen un grupo de empresas la «obligación de proporcionar a la dirección
central la información de que dispongan o puedan tener…» así como la «obliga-
ción de ayudar a la dirección central presunta a cumplir con su obligación principal.
Con el fin de cumplir con el efecto útil de la Directiva, todas las empresas per-
tenecientes al grupo situadas en los Estados miembros deberán colaborar con la
que ostente la posición de dirección central real o presunta pues también tienen
ellas la obligación prevista en el artículo 4.1 de la Directiva. El derecho de la di-
rección central a recibir la información imprescindible tiene como consecuencia
Al TJCE debemos la nueva redacción del artículo 4.4. al igual que otras ex-
presiones de gran importancia como la de «información indispensable o impres-
cindible» (Vilata, 2005: 75). En efecto el nuevo apartado 4 es rotundo cuando
recoge la necesidad de que la empresa o grupo proporcione aquella información
que sea indispensable para la apertura del procedimiento negociador que con-
duzca a la creación de un comité de empresa europeo. En la práctica, el camino
andado por la Sentencia Bofrost parece ser retrocedido por su sucesora, la Sen-
tencia Nagel.
Efectivamente cuando ya la Sentencia Bofrost alegó categóricamente que la
naturaleza de indispensable la poseían la información sobre la estructura de
la empresa y la relativa al número de trabajadores del grupo, en tanto que esa in-
formación «no puede disociarse de la relativa a la existencia de una relación de con-
trol entre las distintas empresas afectadas»15 debía haberse seguido esta tendencia
por posteriores fallos y en cambio no fue así. La Sentencia Nagel optó por dejar
que fuesen los jueces nacionales los que estimaran qué información debía enten-
derse como indispensable y cual no. Lo extraño es que ni siquiera parece conti-
nuar aceptando como indispensable aquella información relacionada con la es-
tructura de la empresa o grupo en su conjunto o con el número de trabajadores
a pesar de que es una información que debería considerarse inexcusable para co-
nocer el primer dato necesario para iniciar todo el restante proceso.
Más tarde, la Sentencia Anker, sí apoya en este punto a la Sentencia Bofrost
pero no acaba de establecer que la información estructural básica sobre el con-
junto de la empresa o grupo y su plantilla tenga per se tal naturaleza de impres-
cindibilidad pues arguye que debe exigirse esa información «en la medida en que
sea imprescindible para el inicio de las negociaciones»16.
En suma, podemos decir que el TJCE se ha mostrado excesivamente caute-
loso a la hora de esgrimir tajantemente que la información estructural y de plan-
tilla si llevan inherente el carácter de imprescindibilidad. Ahora bien, aun admi-
tiendo pues que resulta necesario conocer, a efectos del proceso negociador, los
datos referidos a qué establecimientos o empresas son integrantes del ente em-
presarial, en qué Estado miembro está el mismo situado y cuál es exactamente
su plantilla de trabajadores, merece especial atención detenernos en aquéllos
otros datos relativos a las relaciones económicas y jurídicas internas de la em-
presa o grupo y si deberían también entenderse como datos necesarios a conocer
por la parte social.
La nueva redacción del artículo 4.4 guarda silencio respecto a este segundo
grupo de datos por lo que deberemos atender al criterio de los jueces, con las
particularidades de cada caso concreto. Si bien, debemos recalcar que el apar-
tado 4 del artículo 4 efectúa una redacción en positivo respecto del obligado su-
ministro de la información indispensable y además no hace ninguna salvedad
del tipo «sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 8… —información confi-
dencial—» como sí ocurre en otros preceptos de la norma comunitaria (Garrido,
2010: 64). El nuevo apartado 4 introduce, al menos, expresiones del tipo «en
particular» y «señaladamente» como delimitación de una información mínima
a garantizar respecto de una posible información mayor a aquélla que fuera so-
licitada. Deberán los órganos jurisdiccionales nacionales y el TJCE solventar el
necesario equilibrio entre el derecho de información de los representantes de los
trabajadores y el interés empresarial en preservar determinada información que
pueda entenderse como reservada o confidencial, todo ello sin perjudicar al ob-
jetivo nuclear de la Directiva ni a su efecto útil.
La Sentencia de 13/01/2004 es una claro ejemplo de lo expuesto ya que
puede observarse cómo en el caso Nagel el TJCE resuelve lo que se presenta
como una posible información confidencial, motivo utilizado por la dirección
central de la empresa para negarse a proporcionar la información requerida por
los representantes de los trabajadores. En esta ocasión el TJCE opta por no en-
trar a debatir si efectivamente esa concreta información merece o no el califi-
cativo de confidencial y se limita a dejar que sean los órganos jurisdiccionales
nacionales los que enjuicien y resuelvan el caso, dejando antes muy claro que di-
chos órganos deberán, en todo caso, garantizar que todas las empresas cumplan
con sus obligaciones y que además deberán «prestar atención a determinados in-
tereses de la empresa» y en consecuencia deberán «velar por la protección adecuada
de la información de carácter confidencial cuando les corresponda dictar una resolu-
ción en procedimientos administrativos o judiciales dirigidos a obtener la ejecución
de dichas obligaciones17».
Con esta Sentencia no sólo se confirma a nivel jurisprudencial el alcance de
la responsabilidad empresarial de proporcionar aquella información indispensa-
ble para iniciar el consecuente proceso negociador para crear un comité de em-
presa europeo sino que, además, deriva a los órganos jurisdiccionales nacionales
en particular y a los Estados miembros en general la tarea de velar por el cum-
plimiento efectivo de la Directiva y en especial de esta obligación informativa. A
tal efecto, es imprescindible conocer qué actuación procedimental debe llevarse
a cabo ante eventuales incumplimientos del deber informativo. Dicho de otro
modo, cómo deben responder los distintos Estados miembros, a través de sus
normas nacionales de transposición, ante supuestos de incumplimiento de dicho
deber para aseverar su firme cumplimiento.
Al respecto, el TJCE tuvo ocasión de declarar que cuando una directiva co-
munitaria no prevé sanciones específicas en caso de infracción de sus disposicio-
decir tiene que las sanciones económicas carecen de eficacia protectora y garan-
tista, eficacia que a lo sumo sólo podría reclamarse de la actuación jurisdiccional,
solicitando la efectiva protección del derecho de información de los representan-
tes de los trabajadores interesados y no sólo por medio de un fallo declarativo de
mero reconocimiento de tal derecho sin ninguna exigibilidad práctica.
Es bien sabido que una sanción de naturaleza estrictamente punitiva no re-
para ni soluciona la situación laboral de los trabajadores ni ayuda a mejorarla,
que es de lo que se trata20. Lo adecuado y eficaz para el trabajador sería que el
juez comunitario dictase un fallo declarativo reconociendo el derecho del traba-
jador al que acompañara la condena de reparación del daño que no puede ser de
otro modo que obligando a la empresa a realizar la conducta debida para repa-
rarlo, esto es, suministrar la información solicitada (Vilata, 2005: 75). A tal fin,
la vía del proceso de conflictos colectivos puede aparecer como la más idónea.
De hecho conforme al artículo 30 de la Ley 10/1997 es ésta la modalidad proce-
sal para la tramitación de los litigios relacionados con la constitución del comité
de empresa, en general y con la garantía de los derechos de los representantes de
los trabajadores, en particular.
En virtud del amplísimo campo que acoge el artículo 30 de la Ley de trans-
posición española para acudir a la vía del proceso de conflictos colectivos puede
entenderse que caben perfectamente cuestiones conflictivas suscitadas por el in-
cumplimiento o cumplimiento deficiente o incorrecto del deber informativo
que tiene la dirección central real o presunta así como el resto de direcciones de
la empresa o grupo las cuales tienen el deber de colaborar con la dirección cen-
tral y por tanto cumplen con el deber de una manera indirecta. Por fin, el ar-
tículo 39 de la ley es el precepto que da refuerzo al proceso sancionador21 y se
erige como garante del cumplimiento del deber informativo al que obliga la
norma comunitaria. Este precepto ordena al órgano jurisdiccional a redactar
una sentencia que incluya expresamente: el cese inmediato de la vulneración, la
reposición al momento anterior a producirse y la reparación de las consecuen-
cias derivadas de la conducta así como la indemnización, en su caso, por daños
y perjuicios.
Y dado que la indemnización sirve como resarcimiento por los daños eco-
nómicos sufridos, la condena a la reparación de los daños derivados de la situa-
ción de incumplimiento deberá extenderse a aquella otra actuación empresarial
20Véase el informe realizado por el Observatorio Social de Empresas Transnacionales…, op. cit., p. 87.
21El Capítulo I del Títuulo III de la Ley española de transposición es el que recoge las Infraccio-
nes y Sanciones (arts. 30-34), no obstante el artículo 39 refuerza el preceso sancionador al expresar
literalmente que «la sentencia dictada en los procesos de conflictos colectivos ordenará el cese inmediato
de la vulneración y la reposición de la situación al momento anterior a producirse, condenando al deman-
dado a la reparación de las consecuencias derivadas de su conducta, incluida la indemnización de daños y
perjuicios que procediera».
22
«European Work Councils Bulletin», 2001, pp. 10-13.
23
Estudio exhaustivo en «Recomendaciones sobre las negociaciones durante el periodo de trans-
posición de la Nueva Directiva», SDA, 2010.
25
Infracciones y Sanciones: Capítulo I del Título III de la Ley 10/1997 española de transposi-
ción (arts. 30-34).
26 Artículo 28 de la Ley Española de transposición:
«1. Los representantes de los trabajadores que sean miembros de las comisiones negociadoras
y de los comités de empresa europeos o que participen en los procedimientos alternativos de in-
formación y consulta gozan en el ejercicio de sus funciones de la protección y de las garantías es-
tablecidas en el Estatuto de los Trabajadores, salvo en lo relativo al crédito horario previsto en la
letra e) del artículo 68 del mismo, en que se estará a lo dispuesto en los apartados siguientes.
2. Los representantes de los trabajadores a que se refiere este artículo tendrán derecho a los per-
misos retribuidos necesarios para la asistencia a las reuniones que se celebren con la dirección cen-
tral, así como a las que puedan realizarse por dichos órganos y representantes con carácter previo.
3. Con independencia de lo dispuesto en el apartado anterior, los miembros de la comi-
sión negociadora y del comité de empresa europeo tendrán derecho a un crédito de sesenta horas
anuales retribuidas para el ejercicio de sus funciones, adicionales, en su caso, a las que dispongan
en su condición de representantes nacionales de los trabajadores.
Este derecho se reconocerá al comité de empresa europeo constituido mediante acuerdo en
defecto de disposiciones específicas contenidas en el mismo».
nal». Asimismo, los aspectos de la nueva Directiva que no supongan una modi-
ficación sustancial respecto a las directivas anteriores no deberán ser transpuestos
a los ordenamientos jurídicos nacionales de los Estados Miembros de la Unión
Europea siendo, por tanto, obligatorio trasponer únicamente aquellas disposi-
ciones que constituyan una modificación de fondo.
No podemos olvidar, para finalizar, un aspecto delicado como es la firma de
nuevos acuerdos durante la fase de transición33. Es probable que existan inten-
tos, por parte de las direcciones de las empresas y grupos de empresas de dimen-
sión comunitaria, de celebrar rápidamente las negociaciones o las renegociacio-
nes con el objetivo de esquivar las nuevas obligaciones de la Directiva. Si esto
ocurriese, tanto los nuevos acuerdos como los acuerdos que hayan sido revisa-
dos o renegociados34 no podrán beneficiarse de las mejoras introducidas por la
nueva Directiva. Los representantes de los trabajadores deberán reaccionar pron-
tamente ante estos intentos fraudulentos por parte de los empresarios ya que se-
ría fundamental que en todos los acuerdos negociados en el periodo de transi-
ción en el que nos encontramos aparecieran reflejadas las nuevas definiciones
de «información» —artículo 2.1.f )—, de «consulta» —artículo 2.1.g)— y de
«cuestión transnacional» —artículo 1.4—. Introducir en los acuerdos estas defi-
niciones supondrá que las partes se familiaricen con la nueva terminología y to-
men conciencia de la misma. Ya sea un acuerdo nuevo, ya uno revisado o rene-
gociado, de conformidad con el artículo 6, durante el periodo de transposición
ambos continuarán rigiéndose por las obligaciones jurídicas establecidas en la
Directiva 94/45/CE.
Efectuado el análisis, podemos afirmar que han sido muchos y diversos los
factores que han dado origen una no demasiada positiva valoración de la trayec-
toria e historia de los comités de empresa europeos y del funcionamiento que és-
tos han tenido (Cruz, 1994: 121).
En primer lugar, existe una falta de coordinación entre los organismos sin-
dicales. Así, son muchas las instancias sindicales nacionales y europeas lo que,
unido a la existencia de diferentes culturas y tradiciones vigentes en cada Estado
miembro, origina importantes dificultades en la práctica. Existe un reconoci-
miento expreso por parte de los delegados y responsables internacionales de las
diferentes federaciones sindicales de las dificultades de alcanzar esta coordina-
ción entre los múltiples sindicatos debido principalmente a que los delegados en
los comités de empresa europeos desempeñan su papel como representantes de
su centro de trabajo en exclusiva y se vuelcan en ese restringido ámbito.
2011, plazo del que disponen los Estados miembros para transponer la Directiva 2009/38CE.
34 Se considera que un acuerdo está formalmente revisado o renegociado una vez que se hayan
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ABSTRACT
penera gerturatuko gaitu. Era berean, politika publiko horretan emakumeen giza
eskubideak aintzatesteak duen eragina ikusiko da. Era horretan Batasunak generoa-
ren justiziarekiko duen sentikortasuna kalibratu ahal izango da enpresen merkatal
eta lan harremanen eremuetan duten joeretan. Xede hori lortzearren, honako hau
aztertu da: batetik, enpresen gizarte erantzukizunaren definizio publiko prozesuan
egindako dokumentuak eta, bestetik, finkatutako aurrekariak, esaterako, giza esku-
bideen eremuan enpresen jarrera gidatzen duen araubidea.
Hitz gakoak: enpresen gizarte erantzukizuna, kontzeptu eztabaidatua, politika publi-
koa, genero justizia, emakumeen giza eskubideak, giza eskubideen araubide markoa.
ción sobre Eliminación de todas las formas de Discriminación contra las Mujeres
(CEDAW) y la Plataforma de Acción de Pekín.
La CEDAW1 es considerada por algunas autoras la convención más im-
portante sobre los derechos humanos de las mujeres (Folguera, 2006). No sólo
ofrece un detallado análisis sobre las discriminaciones y las estrategias posibles
para su abolición, sino que, y a diferencia de otros tratados de derechos huma-
nos, acoge la reproducción y la cultura como espacios de derechos. Igualmente,
la CEDAW posibilita que las mujeres, cuyos Estados la han firmado, puedan
denunciar ante su Comité las injusticias que hayan sufrido por personas, orga-
nizaciones o empresas. Dicho esto, es evidente que la CEDAW está impregnada
del espíritu de protección y compensación propia de la justicia de género, a pe-
sar de que cuenta con importantes limitaciones para hacerla efectiva. En cuanto
al tema que nos ocupa, podemos señalar dos especialmente importantes. La pri-
mera es la capacidad que poseen los Estados firmantes para plantear reservas a
los artículos que la componen, aunque éstas supongan ir en contra de los objeti-
vos fundacionales de la misma. La segunda tiene que ver con el tipo de responsa-
bilidades de derechos humanos que asumen las empresas en la misma. Éstas son
«indirectas», es decir, aquellas derivadas del deber del Estado firmante de preve-
nir, investigar y castigar los abusos en su territorio. Por tanto, surgen problemas
para que las empresas respondan ante las discriminaciones que acometen cuando
«el Estado de acogida carece de la capacidad constitucional para aplicar las leyes
y los reglamentos nacionales contra las empresas transnacionales que desarrollan
sus actividades en su territorio, o cuando el Estado de origen se muestra reacio
a regular contra los perjuicios causados en el extranjero por las empresas que de-
penden de su jurisdicción» (Giner, 2008, p.73).
Por su parte, la Plataforma de Acción de Pekín, es el documento más com-
pleto, concreto y sistémico producido por una Conferencia Mundial de las
Mujeres (1995). En ella se abordan de forma detallada las causas estructura-
les de la desigualdad y las estrategias que los distintos gobiernos deben aplicar
para superarla, tanto en el acceso como en el ejercicio de los derechos de las
mujeres2. La Plataforma fue firmada por 189 países y en ella se comprometían
ción de toda discriminación contra las mujeres) y el Plan de Acción Mundial adoptado en la Confe-
rencia de México de 1975. Entró en vigor como tratado internacional el 3 de septiembre de 1981
y España la ratificó en 1983 (Folguera, 2006). Para un análisis detallado véase Folguera, 2006 e
IWRAW, 2008.
2 El análisis de la desigualdad realizado por la Plataforma se agrupa en las siguientes doce es-
feras de especial atención: 1) Las mujeres y la pobreza: en la que se reconoce la persistente y cre-
ciente carga de la pobreza que afecta a las mujeres; 2) Educación y capacitación de las mujeres:
donde se asumen las desigualdades de acceso en materia de educación y capacitación; 3) Las mu-
jeres y la salud: donde se explicitan las desigualdades de acceso en la atención a la salud; 4) Vio-
lencia contra las mujeres: en la que se reconoce el alcance y gravedad del problema: 5) Las mujeres
y los conflictos armados: donde se visibilizan las consecuencias de la guerra en las mujeres; 6) Las
mujeres y la economía: donde se hace patente la desigualdad en las estructuras y políticas econó-
micas, en todas las actividades productivas y en el acceso a los recursos, como puede ser la propie-
dad de la tierra o la herencia. Además, se evidencia la inexistente correspondencia de las responsa-
bilidades laborales y familiares, y la nula visibilidad de éstas últimas, mayoritariamente asumidas
por mujeres; 7) Desigualdad entre las mujeres y los hombres en el ejercicio del poder y en la adop-
ción de decisiones a todos los niveles; 8) Mecanismos institucionales para el adelanto de las muje-
res; 9) Los derechos humanos de las mujeres: donde se evidencia la falta de promoción y protec-
ción suficientes de los derechos humanos de las mujeres; 10) Las mujeres y los medios de difusión:
donde se ponen sobre la mesa los estereotipos sobre las mujeres y la desigualdad de acceso y parti-
cipación de éstas en la comunicación, especialmente en los medios de difusión; 11) Las mujeres y
el medio ambiente; 12) Las niñas: donde se describe la persistencia de la discriminación contra las
niñas y violación de sus derechos.
3 Desde el Tratado de Ámsterdam (1999) la política europea recoge la necesidad de impulsar la
nica (Rivero, 2004). Desde este momento hasta la actualidad, la denuncia sobre
las empresas transnacionales y su papel en el deterioro de las condiciones labo-
rales de las mujeres, sobre todo en los países en vías de desarrollo, no ha abando-
nado el repertorio del movimiento feminista global4.
En las siguientes páginas nos vamos a encontrar con un análisis que revela
cómo la definición de la responsabilidad social de las empresas (RSE, en ade-
lante) en Europa es, desde sus inicios, un escenario de relaciones de fuerzas,
donde los actores luchan por acercar la RSE hacia determinados significantes.
Como detallaremos, la Unión Europea desde el año 2001 hasta la actualidad, ha
ido desplazando su definición de la RSE hacia un marco de sentido que acoge
los derechos humanos como parte del mismo. Esta cuestión ha estado oficial-
mente expulsada del contenido articulador de la definición europea de la RSE
hasta 2011, y ha entrado en agenda gracias a la contestación social y sindical, así
como a los retos humanitarios impuestos por la actual crisis mundial5.
En este proceso de definición en disputa, las medidas encaminadas a alcan-
zar la justicia de género han sido relegadas al olvido. Durante los primeros seis
años de trabajo comunitario en el tema de la RSE los derechos de las mujeres
han carecido de representación alguna. Además, las escasas referencias manifies-
tas a la igualdad de género se han inscrito a la dimensión interna de la RSE y se
han equiparado al cumplimiento de la ley. Asimismo, la atención a la igualdad
en la dimensión externa de la RSE, donde la empresa transnacional suele incluir
las desigualdades y la explotación de las mujeres como estrategias de negocio,
es nula. De hecho, sólo hallaremos alusiones veladas en los referentes interna-
cionales de la RSE anteriores a la publicación de la Estrategia renovada de la UE
para 2011-2014 sobre la responsabilidad social de las empresas (con la inclusión de
los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos
como nuevo marco posible para la RSE). No obstante, y a pesar de los cambios
que la Estrategia supone, la arbitrariedad de las empresas sigue siendo total a la
hora de decidir proteger y/o reparar los derechos de las mujeres que trabajan en
4 Por ejemplo, en la III Conferencia Mundial de la ONU sobre las Mujeres, en Nairobi, la
economista indica Devaki Jain, animó a las mujeres del Norte a presionar a las empresas trans-
nacionales de sus países por su peligroso papel en el modelo de desarrollo imperante. También,
la Marcha Mundial de las Mujeres (2010) en su documento sobre la autonomía económica de
las mujeres, denuncia a estas empresas por enriquecerse a costa de la explotación de las mujeres
y se compromete a estudiar, junto a las organizaciones sindicales, formas de superar la división
sexual del trabajo.
5 La expulsión de la cuestión de los derechos humanos de la definición de la RSE europea ha
sido, desde sus inicios, una estrategia de despolitización del conflicto sobre el comportamiento de
las empresas. Conflicto que, desde los años 90 hasta hoy, no ha hecho más que intensificarse. Or-
ganizaciones sindicales, redes sociales transnacionales, poblaciones minoritarias e incluso agencias
supranacionales, comenzaron, en esta década, a llamar la atención sobre las consecuencias negati-
vas de las actividades de las corporaciones, generando una contestación sin precedentes históricos
(Shamir, 207; Sassen, 2001, 2003).
mamiento especial al sentido de la responsabilidad social de las empresas con respecto a las prácticas
idóneas en relación con la formación continua, la organización del trabajo, la igualdad de oportuni-
dades, la integración social y el desarrollo sostenible» (2000, Art. 39).
La equidad de género, por tanto, es una política que adquiere sentido por
su aportación a la rentabilidad de las empresas, en tanto que permite fidelizar a
las mujeres que ocupan puestos cualificados en la jerarquía laboral. En este do-
cumento «madre» de la RSE, la igualdad de género no es interpretada como una
medida de justicia para todas las trabajadoras, sino como una inversión empre-
sarial rentable en una «clase» de mujeres7.
Por su parte, el Libro Verde señala que para que la responsabilidad social
de las empresas sea una práctica efectiva, precisa de una sistematización que
incluya la asunción corporativa de unos determinados valores, la puesta en
marcha de iniciativas en toda su empresa y la evaluación de su impacto. La
Comisión apunta que cada vez son más las empresas transnacionales que, a
pesar de las diferencias sectoriales y culturales, elaboran códigos de conducta
o instrumentos similares en los que recogen sus principios y valores funda-
mentales, así como informes en los que evalúan su desempeño social. Sin em-
bargo, añade que pocas empresas facilitan detalles sobre sus políticas y com-
portamientos en el terreno de los recursos humanos, en el cual se inscribe la
igualdad de género. En consecuencia, por un lado, la Comisión invita a las
empresas de más de 1.000 trabajadores a publicar un Informe sobre la gestión
del cambio (en el que la igualdad aparece como un ámbito de particular im-
portancia), y, por otro, anuncia estar estudiando la posibilidad de ofrecer pre-
mios a aquellas empresas que hayan desarrollado prácticas adecuadas para fo-
mentar la igualdad entre hombres y mujeres. Por consiguiente, confirma el
abandono de la igualdad, por parte de las empresas, en sus prácticas de res-
ponsabilidad social.
Por otra parte, la igualdad de género no encuentra un lugar manifiesto en
la dimensión externa de la RSE, es decir, en aquella que excede el perímetro
de la empresa, en un mundo caracterizado por las cadenas de producción y su-
ministro planetarias, y la feminización precarizada de la mano de obra interna-
cional. Siendo esto cierto, podríamos atribuirle una presencia latente, tanto al
principio de igualdad como al de no discriminación por razón de sexo, en los
instrumentos que la CE ha seleccionado como los referentes internacionales que
guían las obligaciones directas de las empresas en materia de derechos humanos.
Estos referentes son los siguientes: Declaración tripartita de la Organización In-
ternacional del Trabajo sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo,
7 El Libro Verde, en su párrafo 28, expone que: «Actualmente, uno de los desafíos más impor-
tantes a los que se enfrentan las empresas es atraer a trabajadores cualificados y lograr que perma-
nezcan a su servicio. En este contexto, las medidas pertinentes podrían incluir el aprendizaje perma-
nente, la responsabilización de los trabajadores, la mejora de la información en la empresa, un mayor
equilibrio entre trabajo, familia y ocio, una mayor diversidad de recursos humanos, la igualdad de
retribución y de perspectivas profesionales para las mujeres, la participación en los beneficios o en el
accionariado de la empresa y la consideración de la capacidad de inserción profesional y la seguridad
en el lugar de trabajo» (CE, 2001: 9).
8 Como se observará a lo largo de este texto, las disputas que sostienen los diferentes actores a lo
largo del proceso de consulta y diseño de la política pública de RSE se construyen sobre el problema
del «marco de justicia» en el actual contexto global (Fraser, 2008). En concreto, sobre quiénes son su-
jetos de justicia, cómo integrarlos en la propia elaboración de este marco y qué nivel de obligatorie-
dad deben de poseer los derechos que lo conforman.
9 El Foro fue un espacio de trabajo presidido por la Comisión Europea y compuesto por cerca
pea por la Justicia Corporativa (ECCJ, por sus siglas en inglés) abandonaron el Foro, como conse-
cuencia de la concepción absolutamente voluntaria y «soft» de la RSE que allí se defendía.
11 Según Simon Zadek, primer ejecutivo de Accountability, «espléndida innovación, pobre apli-
cación» son las palabras que definen la nueva «marca» de la RSE (Giner, 2008, p. 77).
12 Con la expresión economía global hacemos referencia a la nueva fase de la economía mundial
que comenzó a emerger en la década de los setenta y que se caracteriza «por un rápido crecimiento
de las transacciones y de las instituciones que se hallan fuera del marco de las relaciones interestata-
les» (Sassen, 2003, p. 111).
13 La Estrategia para la igualdad entre mujeres y hombres 2010-2015, impulsada por la CE, esta-
blece cinco áreas prioritarias en las que avanzar en materia de igualdad, estas son: la independencia
económica de las mujeres, la equidad en el salario, la igualdad en la toma de decisiones, la dignidad,
integridad y fin de la violencia sexista, y la igualdad en la acción exterior.
14 En el caso de España esta recomendación se traduce en el establecimiento de la Ley Orgánica
3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres (LOIEMH) como el marco
desde el que se deben diseñar las políticas socialmente responsables en el terreno de la igualdad. Esta
Ley no sólo fuerza a las empresas a adoptar medidas negociadas que eviten cualquier discriminación
hacia las mujeres, sino también permite la implementación de medidas voluntarias de RSE, tanto en
el seno de la empresa como en su entorno social. En relación con el tratamiento de la RSE dentro del
LOIEMH, es importante señalar que la norma no establece medidas concretas a adoptar por las em-
presas, ni resultados específicos, ni procedimientos fiscalizadores en el control de las prácticas social-
mente responsables con la igualdad de género (Merino, 2009 y 2011).
15 Para indagar sobre las limitaciones jurídicas de estos instrumentos se recomienda el trabajo
Las empresas transnacionales frente a los derechos humanos: historia de una asimetría normativa. De la
responsabilidad social corporativa a las redes contrahegemónicas transnacionales (Hernández Zubiza-
rreta, 2009).
16 Véase La Declaración de la OIT sobre las empresas multinacionales: ¿En qué beneficia a los traba-
17 Los PNC son responsables de fomentar el cumplimiento de las Directrices en un contexto na-
cional y de asegurar que sean conocidas y comprendidas por la comunidad empresarial y otras par-
tes interesadas. Sin embargo, son conocidas las críticas que señalan las deficiencias de los mecanismos
de seguimiento puestos en marcha por los mismos. Para una crítica reciente véase la nota pública de
Amnistía Internacional emitida tras la revisión de las Líneas Directrices de la OCDE en 2011.
18 Los Principios Rectores, fueron adoptados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU
(2011) y suponen la puesta en práctica del Marco de las Naciones Unidas para «proteger, respetar y
remediar».
19 Véase www.pactomundial.org.
20 Principio 1: las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos pro-
clamados internacionalmente; Principio 2: asegurarse de que no son cómplices de abusos de los de-
rechos humanos; Principio 3: las empresas deben defender la libertad de asociación y el reconoci-
miento efectivo del derecho a la negociación colectiva; Principio 4: eliminación de todas las formas
de trabajo forzoso y obligatorio; Principio 5: abolición efectiva del trabajo infantil; Principio 6: eli-
minar la discriminación en relación con el empleo y la ocupación; Principio 7: las empresas deben
apoyar un enfoque preventivo ante los retos medioambientales; Principio 8: adoptar iniciativas para
promover una mayor responsabilidad medioambiental; Principio 9: fomentar el desarrollo y la difu-
sión de tecnologías respetuosas del medio ambiente; Principio 10: las empresas deben trabajar contra
la corrupción en todas sus formas, incluyendo la extorsión y el soborno.
21 Esta frase se corresponde con el subtítulo elegido por ambas organizaciones para encabezar
un documento emitido, en marzo de 2004, como respuesta al proceso de elaboración de las mis-
mas: «If put into effect, it will undermine human rights, the business sector of society, and the right
to development».
22 Hasta la finalización de su mandato, en 2011, el profesor Ruggie profundizará en su pro-
puesta sobre la conducta que deberán seguir las empresas transnacionales y los Estados en materia
de derechos humanos y empresas. No obstante, con el informe citado en el texto se sientan los pila-
res que conforman este marco de conducta: el deber del Estado de proteger los derechos humanos; la
obligación de las empresas a respetar los derechos humanos y a remediar en el caso de impactos nega-
tivos; el derecho de las personas a ser reparadas en caso de abuso empresarial.
23 Véase: http://ap.ohchr.org/documents/E/HRC/resolutions/A_HRC_RES_8_7.pdf.
24 Realizing Rights es una organización fundada en 2002 por Mary Robinson, ex presidenta de
Irlanda y ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, cuya misión es
situar las normas de los derechos humanos en el epicentro de la gobernanza mundial para garantizar
que las necesidades de los más pobres y vulnerables sean abordadas en la arena global. En colabora-
ción con The Aspen Institute, la Universidad de Columbia y el Consejo Internacional de Políticas de
Derechos Humanos, se han comprometido a convocar a las principales partes interesadas para articu-
lar nuevas alianzas que integren los derechos humanos, la igualdad de género y la rendición de cuen-
tas en los esfuerzos para hacer frente a los desafíos mundiales. http://www.realizingrights.org/.
25 Véase Integrating a gender perspective into the UN «protect, respect and remedy» framework.
http://198.170.85.29/Gender-meeting-for-Ruggie-29-Jun-2009.pdf.
3.1. Una RSE que habla de impactos, de derechos humanos y de los derechos
humanos de algunas mujeres
La contestación social y la crisis han puesto sobre la mesa de la Comisión
Europea las terribles consecuencias del modelo económico, desde el que se cons-
truyó la concepción econocimista, unilateral y autorreguladora de la RSE, en la
confianza de los consumidores hacia las empresas. O al menos así lo expresa
la Estrategia renovada de la UE para 2011-2014 sobre la responsabilidad social de
las empresas cuando declara:
La crisis económica y sus consecuencias sociales han dañado en cierta me-
dida la confianza de los consumidores en las empresas. En efecto, han focalizado
la opinión pública en el comportamiento social y ético de estas últimas. Al renovar
ahora el esfuerzo por promover la RSE, la Comisión desea crear condiciones favo-
rables para un crecimiento sostenible, un comportamiento responsable de las em-
presas y la creación de empleo duradero a medio y largo plazo (CE, 2011, p. 5).
La Estrategia preocupada por la crisis de legitimidad que sufren las empresas
frente a sus consumidores propone una interpretación moderna de la RSE. En
ella la Comisión determina diversos factores que contribuirán a mejorar la efica-
cia de las políticas de RSE, estos coinciden parcialmente con algunas de las rei-
vindicaciones que han sido sistemáticamente obviadas, y que a continuación se
señalan en cursiva.
La Comunicación expone la necesidad de: «1) adoptar un planteamiento mul-
tilateral equilibrado que tome en consideración la opinión de las empresas, las
partes interesadas no empresariales y los Estados miembros; 2) establecer más
claramente qué se espera de las empresas y adoptar una definición europea de la
RSE coherente con los principios y directrices internacionales nuevos y actualizados;
3) promover la recompensa que tiene en el mercado una conducta responsable
de las empresas, por ejemplo a través de la política de inversión y la contratación
pública; 4) tomar en consideración los sistemas de autorregulación y corregulación,
que constituyen importantes medios por los que las empresas intentan asumir su
responsabilidad social; 5) abordar la transparencia de las empresas sobre las cuestio-
nes sociales y medioambientales desde el punto de vista de todas las partes interesa-
das, incluidas las propias empresas; 6) prestar mayor atención a los derechos hu-
manos, que se han convertido en un aspecto mucho más destacado de la RSE;
7) reconocer el papel que desempeña la regulación complementaria en la creación de
un entorno más propicio para que las empresas asuman voluntariamente su respon-
sabilidad social» (La cursiva es mía, p. 6-7).
Al tomar en consideración todas estas necesidades la CE necesita redefinir la
RSE y presentar el nuevo significado de la misma para Europa. Así, desde 2011,
[…] los derechos humanos, las prácticas de trabajo y de empleo (como la formación,
la diversidad, la igualdad de género y la salud y el bienestar de los trabajadores), las
cuestiones medioambientales (como la biodiversidad, el cambio climático, el uso efi-
ciente de los recursos, la evaluación del ciclo de vida y la prevención de la contamina-
ción) y la lucha contra el fraude y la corrupción. La participación de las comunidades
locales y el desarrollo, la integración de las personas con discapacidad y los intereses
de los consumidores, incluida la intimidad, forman parte también de la agenda sobre
la RSE. Se admite que la promoción de la responsabilidad social y medioambiental
en la cadena de suministro y la divulgación de información no financiera son aspec-
tos transversales importantes (CE, 2011, p. 8).
Por primera vez la CE nombra los impactos de las empresas y los derechos
humanos como importantes significantes de la RSE, y la abre a la multilaterali-
dad y a la corregulación. La RSE europea, por tanto, se acerca a los derechos hu-
manos y a la negociación de sus prácticas voluntarias.
En relación con la igualdad entre mujeres y hombres, la Estrategia no se re-
fiere únicamente a la igualdad de oportunidades cuando expone la posibilidad
de abordar la desigualdad mediante políticas socialmente responsables, sino que
lo hace hablando de la igualdad de género. De esta manera, le otorga mayor po-
lisemia a la cuestión del género, dejando en manos de las empresas la decisión
sobre qué tipos de medidas implementar en sus políticas socialmente responsa-
bles y atenuando su carácter androcéntrico.
Asimismo, y como forma de homogenizar el comportamiento esperado por
parte de las empresas en sus prácticas de RSE, la Estrategia renovada integra los
Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos en
el marco normativo de referencia para la aplicación de la RSE26. En este texto,
como en aquellos elaborados para su correcta interpretación, los derechos de las
mujeres aparecen vinculados a los principios fundacionales y a la debida diligen-
cia en materia de derechos humanos27, cuestión esta última, especialmente im-
cimiento no acarrean sanción alguna. El Informe del Representante Especial del Secretario General
para la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas, lo expresa
así: «En ningún caso debe interpretarse que estos Principios Rectores establezcan nuevas obligacio-
nes de derecho internacional ni que restrinjan o reduzcan las obligaciones legales que un Estado haya
asumido, o a las que esté sujeto de conformidad con las normas de derecho internacional en materia
de derechos humanos» (2011, p. 7).
27 La Guía para la interpretación de los Principios Rectores define a la debida diligencia como «la medida
de prudencia, actividad o asiduidad que cabe razonablemente esperar, y con la que normalmente actúa, una
[persona] prudente y razonable en unas circunstancias determinadas; no se mide por una norma absoluta,
sino dependiendo de los hechos relativos del caso en cuestión» (Black’s Law Dictionary en ONU, 2012).
es posible que las empresas deban tener en cuenta otras normas además de la Carta In-
ternacional de Derechos Humanos y los convenios fundamentales de la OIT para ga-
rantizar que actúan de una forma respetuosa con los derechos humanos: por ejemplo, si
sus actividades pueden suponer un riesgo para los derechos humanos de personas perte-
necientes a poblaciones o grupos específicos que requieren especial atención (p. 14).
Building Safety in Bangladesh, acuerdo firmado por la mayoría de las empresas para las que cocían
las personas fallecidas en el homicidio industrial ocurrido el 24 de abril de este año, en Bangla-
desh. Después del accidente, fue la acción mundial emprendida por redes de organizaciones so-
ciales, ONG y estructuras sindicales internacionales la que dio lugar a la firma del acuerdo, por el
que las empresas aceptan un programa vinculante de reformas en la seguridad contra incendios y
en los edificios. Además, incluye el Convenio número 155 de la OIT sobre el derecho de las per-
sonas trabajadoras a rehusar un trabajo peligroso y el pago de salarios durante las recuperaciones
oportunas por parte del proveedor contratante. Es un acuerdo que indudablemente mejora la se-
guridad de las personas trabajadoras en los talleres textiles, pero que es absolutamente insuficiente
para imponer un marco de seguridad y justicia laboral. No obstante, ha sido puesto en marcha por
la acción contestataria y no por la iniciativa empresarial, de hecho no todas las empresas implica-
das en el accidente lo han firmado. Empresas como Walmart, GAP, Auchan, Nike, Ralph Laurens,
Adidas y otras grandes empresas han optado por no asumir tal compromiso. Para una revisión crí-
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ABSTRACT
Moreno (1982, 27 y 28). Rodriguez Ávila (2008, 17 y 38) destaca con un rasgo de las profesiones el
mantenimiento de un control de sus trabajo, mediante un autonomía técnica, incluso aunque se en-
cuentren insertos en organizaciones de carácter público o privado. Este rasgo es importante a la hora
de imputar responsabilidades al profesional por su actividad.
2 Sin ánimo de ser exhaustivo entre esas atribuciones se pueden citar las siguientes:
cial, por analogía con el título de FP. En cualquier sí que existe como condición necesaria la obten-
ción del máster universitario
5 Además de estas figuras el art. 2.e y f del RD 1627/1997, de 24 de octubre introduce las figu-
ras de los Coordinadores de seguridad del proyecto y de la ejecución de la obra. De la conjunción del
art. 37.2 RPS y de la Disposición adicional 4.ª de la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordena-
ción de la Edificación las titulaciones para ser coordinador de seguridad son las de arquitecto, arqui-
tecto técnico, ingeniero o ingeniero técnico, que sean técnicos superiores en prevención.
6 Ambas características son deducibles de la propia configuración de los títulos. En cuanto al de
7 Rodríguez Afonso (2010) considera muy improbable la configuración de ese título académico
para las funciones básicas preventivas, mientras que por otro lado se está incluyendo ese nivel básico
tanto en los títulos técnicos de FP como el propio Título superior de Prevención de Riesgos Profesio-
nales. Esto supone la incorporación del punto de vista preventivo en otras profesiones.
8 También se podría incluir las funciones de auditoría de prevención si bien en este caso las per-
sonas encargadas de esas funciones deberán tener además formación en las técnicas de auditoría.
9 Así el art. 18.2 del RSP exigen para el servicio de prevención de ajeno la presencia de un téc-
nico superior de cada una de las especialidades. De la misma manera se posiciona el art. 21.3 del
RSP con respecto a los servicios de prevención mancomunados
10 La propia materia también colabora en la generación de ese espacio de autonomía y por tanto
de responsabilidad del técnico, pues cabe que el técnico desobedezca ordenes del empresario en caso de
que estén infundas desde el punto de vista técnico y genera cierto peligro o riesgo (Cordero Saavedra
1998). Las garantías del art. 30.4 LPRL también subrayan esa autonomía.
11 Un reconocimiento indirecto de esa responsabilidad se encuentra en el art. 19 RSP que al es-
tipular la responsabilidad de la empresa precisa que: Lo anterior se entiende sin perjuicio de la responsa-
bilidad directa que les corresponda a las entidades especializadas en el desarrollo y ejecución de actividades
como la evaluación de riesgos, la vigilancia de la salud u otras concertadas.
Por otro, el juicio de valor sobre la actividad normativa se hace sobre un es-
tándar de lo que se considera aceptable tanto en conocimientos, capacidades y
respuestas éticas en un momento dado y en una profesión concreta. Más allá
de los aspectos regulados por la norma (abundantes en prevención, sin duda)
se puede acudir al concepto de lex artis como sinónimo de estándar correcto de
funcionamiento profesional12. Aunque es más usual su mención en el ámbito
de las profesiones sanitarias (por ejemplo, SSTS (civil) de 11 de marzo de 1991,
25 de abril de 1994, 2 de octubre de 1997 y 13 de abril de 1998,…) no es des-
conocida en el ámbito de la prevención de riesgos (STSJ Madrid 211/2008 de
3 marzo). La lex artis supondría la referencia a los conocimientos, habilidades e
imperativos éticos que todo profesional de ese ámbito y de esa época debe co-
nocer y practicar en su actividad. Además, aunque todos los trabajadores tienen
obligaciones preventivas, no todos ostentan responsabilidades en esta materia.
Cuanto mayor sean las responsabilidades mayores serán las exigencias y la po-
sibilidad de que su negligencia pueda generar resarcimientos. Es sería el caso de
los técnicos en PRL.
Las respuestas a las infracciones y lesiones en materia de seguridad y salud se
articulan por medio de cinco grandes instrumentos: la responsabilidad adminis-
trativa, la responsabilidad penal, la responsabilidad civil o patrimonial (que tam-
bién podemos denominar por daños), la responsabilidad en lo concerniente a la
seguridad social y la responsabilidad disciplinaria13. Esta pluralidad de instru-
mentos se justifica en que cada uno de ellos atienden a una finalidad diferente:
la represión y ejemplaridad social por la lesión de bienes jurídicos (penal), el res-
tablecimiento del orden público infringido (administrativa), la reparación efec-
tiva de los daños (patrimonial y de seguridad social, aunque de manera diferen-
ciada), orden y poder empresarial (disciplinaria)14.
Examinaremos la pertinencia de cada una de ellas, analizando también la
respuesta judicial en cada caso. Sin embargo, hemos de señalar que la aparición
del técnico en unas y otras resoluciones es muy distinta; a penas aparece en las
demandas de reclamación de daños civiles o sociales y son, por el contrario, re-
lativamente abundantes las sentencias penales donde también se inculpa al téc-
nico en prevención. La explicación es sencilla. En las demandas civiles y socia-
les queda a juicio del actor incluir o no a todos los responsables. Y no suele ser
necesario para cubrir la responsabilidad que persigue el actor proceder contra el
12 Orozco Pardo (2008) define la lex artis como el conjunto de conocimientos científicos y técni-
cos que debe poseer todo profesional y observar en el ejercicio de su actividad, atendiendo al estado de los
avances técnicos y científicos ; así concebidas, serían exigencias de conducta y de formación a la vez.
13 El cuadro de las responsabilidades en este ámbito ha sido juzgado como desordenado, disfun-
cada responsabilidad puede tener objetivos plurales. Así, dentro de la seguridad social, además de los
señalados en el recargo de prestaciones alienta una finalidad sancionadora y preventiva.
15 En estos supuestos la sanción administrativa recaerá en la empresa para que trabajan. Por ejemplo,
3. Responsabilidades disciplinarias
16 En todo caso no hemos encontrado sentencias al respecto. Respecto de los terceros en general
mación relativa a la empresa a la que tuvieran acceso como consecuencia del desempeño de sus
funciones.
operativa respecto del encargado de seguridad de la empresa. Se entiende que es una garantía for-
mal independientemente de que se imputen o no causas disciplinarias ajenas a las funciones pre-
ventivas.
19 En la STSJ Castilla-La Mancha 720/2010, de 6 mayo, se considera intrascendente que la
trabajadora haya sido cesada en las funciones preventivas inmediatamente antes del despido pues
durante el año siguiente permanece la garantía, de manera similar a los representantes de los tra-
bajadores.
20 La garantía contemplada en el art. 68.c del ET respecto a los representantes de los trabajado-
res debe ajustarse a las peculiaridades de estos trabajadores asignados a la prevención donde resulta
difícil diferenciar la actividad preventiva y la laboral y donde no existen término para el ejercicio de
las funciones preventivas, como sí existe para la representación (Nieves Nieto et al., 2008, 605).
21 Esta reconocimiento al trabajador preventivo de la opción entre la readmisión y la indemniza-
ción se reconoce en diversas sentencias: STSJ Andalucía, Sevilla, 812/2000, de 3 marzo, STSJ C. Va-
lenciana 1540/2002, de 6 marzo, STSJ Cataluña 4130/2002 de 28 mayo,
22 La STSJ Canarias, de Las Palmas de Gran Canaria, 109/2004, de 30 Enero precisa que las ga-
rantías del art. 30.4 LPRL, en este caso la posibilidad de opción en el despido improcedente, se reco-
noce a los trabajadores del servicio de prevención propio, no a los de la Mutua o servicio de preven-
ción ajeno.
23 La STSJ Madrid 898/09, de 4 de diciembre, se reconoce la aplicación de estas garantías a pe-
sar de que la empresa tuviera concertada la prevención con un servicio ajeno al ser el trabajador el in-
terlocutor frente a ese servicio, miembro del consejo de prevención y al ser designado como recurso
preventivo.
es declarado improcedente, no tiene que ver en la omisión de deberes técnicos o profesionales, sino
en uso particular de los bienes de la empresa y en faltas de respeto.
25 Sí lo hay en penal, por ejemplo, en la SAP Valladolid 156/2013, 8 de mayo, donde se decla-
ran responsables civiles al jefe taller y al jefe de sección y técnico del SPA, todos ellos trabajadores o
meros mandos intermedios, sin que el empresario o el gerente sean declarado responsables.
26 Es precisar resaltar que según el art. 96.2 de la LRJS a la hora de dilucidar las responsabilida-
des sobre los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales es a los deudores de seguridad y a los
concurrentes en la producción del resultado lesivo a quienes corresponde probar la adopción de
las medidas necesarias para prevenir o evitar el riesgo, así como cualquier factor excluyente o minora-
dor de su responsabilidad. Se da una inversión de la carga de la prueba en las controversias sobre ac-
cidentes de trabajo y que pudiera influir en la prueba de la responsabilidad del técnico.
27 Las sentencias contemplan la responsabilidad del SP ajeno, por ejemplo, pero no de los técni-
cos concretos, en las siguientes resoluciones: STSJ Valencia, Sección 7.ª, de 26 Julio de 2006 confir-
mada por STS Civil 279/2011, 11 Abril, STSJ Extremadura de 11 Diciembre de 2007.
28 Al contrario de lo que sucede con respecto a otras profesiones en estos temas, que suelen
objeto de reclamación en demandas civiles. Por ejemplo en la STS (Civil) de 3 de abril de 2006,
Recurso 3100/1999 y en la STSJ (social) Castilla y León/Valladolid de 27 de marzo de 2006, Re-
curso 388/2006, también se incluyen en demanda a los arquitectos técnicos y las resoluciones
aprecian su responsabilidad por la omisión de medidas de seguridad.
29 En cualquier caso es de señalar que el art. 57 del Convenio de los servicio de prevención aje-
nos 2008-11 establece un seguro de responsabilidad profesional a favor del personal sanitario y pre-
vencioncita de hasta 25.000€ por los daños por la actividad profesional e incluye defensa jurídica.
5. Responsabilidad penal
30 Así, en la STS, Civil, Sentencia de 11 de Abril de 2011, rec. 1731/2006, se ratifica la condena
contra le empresa, su aseguradora y el Servicio de prevención ajeno, sin que el técnico en PRL apa-
rezca como responsable.
31 La responsabilidad en cascada en virtud de la cual conjuntamente, sin exclusiones incompatibles,
distintos técnicos en mayor o menor competencia profesional, coadyuvan al resultado, ha sido apreciado
desde antiguo en la Jurisprudencia (la cita es de STS penal de 3 de febrero de 1992).
32 En la medida que el art. 30.4 impone el sigilo profesional también pudieran ser de aplicación
los delitos de revelación de secreto contemplados en los arts. 199 y 200 del Código Penal.
En todos los casos estamos ante omisiones graves por parte del técnico en
PRL, incluso con incumplimientos normativos, subsanables con una diligencia
normal.
Es de reseñar que entre los delitos de riesgo y los de resultado por impru-
dencia puede existir concurso de delitos, que será de normas o ideal en función
de que el resulto lesivo (la muerte, por ejemplo) sea la consecuencia de la in-
fracción de normas preventivas o solo una de las posibles consecuencias de esa
situación de riesgo (STS Penal de 14 de julio de 1999). De todas formas es de
señalar que no siempre se aprecia el concurso de delitos y cuando se aprecia un
concurso ideal no se aplica la regla del art. 77 CP, que implica imponer en su
mitad superior la pena prevista para la infracción más grave33. La SAP Lugo (Sec-
ción 2.ª) 40/2012, de 16 de febrero, a pesar de apreciar concurso ideal impone
penas separadas para cada delito; 6 meses por el delito contra la seguridad y un
año por el homicidio imprudente34.
33 Del Rio (2006 81) considera que la regulación resulta confusa pues pueda lugar a que se aplica
la pena menos grave (supuestos de concurrencia entre un delito de lesiones y otro contra la seguridad
de los trabajadores) por lo que partidario de clarificación legislativo expresa sobre este aspecto.
34 Si se aplica en la SAP Gipuzkoa 333/2009, de 26 de octubre donde se impone una única
pena de 5 meses y 25 días por el concurso entre el delito contra la seguridad de los trabajadores y la
falta de homicidio imprudente.
35 Por ejemplo, no se hace así en la SAP Valladolid 156/2013, 8 de mayo sino que se le impone
al técnico en PRL 3 meses de prisión y 3 meses de multa por el primer delito y a un año por el se-
gundo aunque se considera que ambos delitos se constituye un concurso ideal de delitos. El art. 77.3
del CP solo posibilita penar por separado si la pena impuesta así supera el límite de la suma de las
penas por separado, lo que no concurre en estos supuestos.
36 En este sentido destacamos la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 2.ª)
279/2006 de 20 julio, por ser una de las pioneras en imponer penas superiores a dos años relaciona-
das con la prevención de riesgos laborales.
37 Del Rio (2006 77) entiende que la inhabilitación del art. 56 CP, durante el tiempo de la con-
dena, también es aplicable al técnico PRL compresión que compartimos pues ese artículo exige sim-
plemente que en, este caso la profesión, haya tenido relación directa con el delito cometido lo que sin
duda concurre en los supuestos que estamos examinando.
Estos 3 motivos expuestos son suficientes para, al menos, alertar a los profe-
sionales de la PRL, pues las consecuencias penales de su posible negligencia pue-
den ser consideradas significativamente graves en un plazo corto de tiempo.
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ABSTRACT
■ Una coyuntura económica adversa o una crisis estructural pueden ser el caldo de
cultivo ideal para la puesta en marcha de distintas experiencias alternativas. El he-
cho es que las Empresas Recuperadas por los Trabajadores (ERT) han ido más allá.
Después de una década desde su nacimiento en plena crisis del modelo neo-liberal
argentino de comienzos del siglo XXI, se han convertido en una realidad a nivel in-
ternacional que ha logrado mantenerse y expandirse dentro de un sistema capitalis-
ta global, por medio de la auto-gestión obrera y partiendo de una serie de valores y
principios rectores diferentes, donde el trabajo se sitúa como el elemento fundamen-
tal. Este texto pretende ser una breve aproximación al concepto de las ERT partiendo
de la experiencia en América Latina, particularmente en Argentina, donde el movi-
miento ha tenido su mayor desarrollo.
Palabras clave: Empresas Recuperadas por los Trabajadores (ERT), auto-gestión, movi-
miento obrero, neo-liberalismo, crisis capitalista, Economía Social y Solidaria (ESS).
■ Egoera ekonomiko desegoki bat edo egiturazko krisi bat, aukera paregabeak izan
daitezke esperientzia alternatibo ezberdinak jorratu eta aurrera eramateko. Langileek
Berreskuratutako Enpresen (LBE) kasuan haratago joan dira. Hamarkada bat iga-
ro da XXI. mende hasieran eredu neoliberal argentinarraren barruan sortu zirenetik,
eta gaur egun nazioarte mailako errealitate bihurtzea lortu dute, sistema kapitalista
globalaren barruan mantenduz eta hedatuz, langileen autokudeaketaren bitartez eta
■ Adverse economic conditions or a structural crisis may be the ideal breeding ground
for the implementation of various alternative experiences. The fact is that the Worker-
Recovered Enterprises (WRE) have gone further. After a decade since its birth inside the
neo-liberal model crisis of the early twenty-first century in Argentine, they have become
a international reality that has managed to stay and expand within a global capitalist
system through worker self-management and based on a set of values and different
guiding principles, where work stands as the key element. This text is intended as
a brief approach to the WRE concept based on the experience in Latin America,
particularly in Argentina, where the movement has had its greatest development.
Keywords: Workers-Recovered Enterprises (WRE), self-management, labor (worker)
movement, neo-liberalism, capitalist crisis, Social Economy.
en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros impuesta por el gobierno de Fer-
nando de la Rúa. Entre las medidas aplicadas se encontró la prohibición de retirar más de 250 pesos
(equivalente a 250 dólares en dicho momento) por semana y por entidad financiera. Oficialmente
comenzó en diciembre de 2001, y se prolongó por casi un año, hasta el 2 de diciembre de 2002.
Por tanto, nos encontramos ante un fenómeno original, diferente de los mo-
delos autogestionarios tutelados por el Estado, que tiene su origen en la preser-
vación de las fuentes de trabajo dentro del sistema capitalista, aunque esté regido
por diferentes principios, y que su breve desarrollo indica, pese a sus límites, una
potencialidad bastante importante.
Mediante este trabajo, trataré de explicar el fenómeno de las ERT partiendo
de las experiencias argentinas, analizaré cual ha sido su principal impacto en las
dimensiones económicas, políticas y sociales, y haré una breve reflexión sobre la
posible universalidad del concepto y unas conclusiones finales.
Cabe destacar, que la mayoría de las ERT, un 94% de las mismas (Ruggeri;
2010), adoptan la forma jurídica de cooperativa de trabajo2 (CT). Es legal-
2 Las cooperativas de trabajo (CT) se definen como grupos de personas que constituyen una
empresa con el objetivo de reunir los medios para ejercer en común su actividad profesional, com-
binarlos con sus propias fuerzas de trabajo en la unidad productiva que organizan al efecto y orien-
tar sus productos o servicios en condiciones que les permitan renovar sus medios de producción, y,
al mismo tiempo, asegurar su subsistencia (Vienney, 1980). Extraído del libro «El cooperativismo de
trabajo en la Argentina: contribuciones para el diálogo social.» (Vuotto, 2011).
mente válido, de fácil trámite y ofrece ciertas ventajas, entre ellas algunas re-
ducciones impositivas y la posibilidad de ser reconocidos como una continui-
dad laboral de la empresa fallida, ofreciendo una solución a la ambigüedad
legal de la misma. Esta forma también permite llevar a la práctica una expe-
riencia de autogestión genuina, diferente a los modelos conocidos hasta la fe-
cha, y por tanto, es comprensible que la inmensa mayoría de ERT se confor-
men de esta manera.
3 Desde el año 1999 que Carlos Menem dejó el gobierno, hasta el año 2003, fueron cinco los
presidentes que pasaron por el gobierno de la república; Fernando de la Rúa (1999-2001), Fede-
rico Puerta (2001), Adolfo Rodriguez (2001), Eduardo Camaño (2002) y Eduardo Alberto Duhalde
(2002-2003). Un síntoma evidente de la situación de inestabilidad política, económica y social vi-
vida en aquellos años.
puesto de trabajo como sustento, pero también como elemento identitario y ga-
rante de la dignidad del trabajador.
La resistencia y la lucha obrera han sido el instrumento para la conservación
de los puestos de trabajo, pero no se puede obviar la enorme resistencia de veci-
nos, comunidad, estudiantes y trabajadores de diferentes empresas, que, en mu-
chas de las ocupaciones, han impedido el desalojo , garantizando así la continui-
dad de la toma. Este hecho, se puede explicar dentro de un contexto altamente
movilizado, debido a una situación límite, que también ha llevado a lograr mul-
titud de éxitos a nivel político y judicial. Probablemente, sin la solidaridad de
diferentes sectores sociales, acentuada por la situación extrema del país, no hu-
bieran sido posibles muchas de las ocupaciones y el movimiento de ERT se ha-
bría estancado, como una experiencia casi marginal.
En un contexto donde la desocupación es masiva, los ex empleados resisten
dentro o fuera de la empresa, defienden su fuente laboral, y terminan organi-
zándose para producir en forma de autogestión, en general, adoptando la forma
jurídica de una cooperativa de trabajo (Daniel Badenes ; 2010), nacen las ERT.
Como analizaremos más adelante, esto es un hecho diferencial frente a las dife-
rentes experiencias de autogestión llevadas a cabo hasta la fecha.
Las ERT no son homogéneas, aunque comparten una naturaleza común.
No es un movimiento de un sector específico y tampoco es posible acotarlo a
una zona geográfica concreta, aunque su mayor zona de influencia sea Buenos
Aires y su periferia. En la actualidad, existen en todo el territorio argentino alre-
dedor de ciento sesenta ERT, la mayoría de las cuales están situadas en el Gran
Buenos Aires (un 24% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y un 56% en el
cono urbano de la capital) y sólo un 20% en el interior (Davide Villani; 2010).
Entre las ERT hay industrias metalúrgicas, textiles, frigoríficos, empresas de la
industria gráfica, química, de la alimentación, pero también, junto a estos obre-
ros industriales, hallamos escuelas, hospitales, empresas de transporte, gastrono-
mía, logística, hoteles, etc. Según Davide Villani (2010), un 50% de éstas son
empresas metalúrgicas o de otros sectores industriales manufactureros, un 18%
son alimenticias, y otro 15% pertenece al sector terciario (escuelas, hoteles, clí-
nicas etc.). Por lo tanto, en Argentina podemos observar que un 70 % de las
ERT se encuentran en el entorno bonaerense, están dedicadas a producir bienes
de consumo final, y además la mayoría son consideradas Pymes (pequeñas y me-
dianas empresas), ya que cuentan con menos de veinte trabajadores. Estos datos
nos permiten hacernos una idea general, aunque tenemos que tener en cuenta
que estamos ante un concepto heterogéneo.
El lema «ocupar, resistir, producir» que embanderó el naciente Movimiento
Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), inspirado en la consigna del Mo-
vimiento de los Sin Tierra brasileño, fue la síntesis de este momento de defini-
ciones que consolidó definitivamente la existencia de las ERT (Ruggeri; 2011).
sadas en la justicia, cooperación y reciprocidad, poniendo a las personas y su trabajo en el centro del
sistema económico.
La forma jurídica que adoptan las ERT se amolda al marco legal de cada país.
En general, la inmensa mayoría de las ERT (prácticamente un 95%) se constitu-
yen como cooperativas, en Argentina como cooperativas de trabajo (CT) y en
Uruguay como cooperativas de producción (CP). Esta forma les permite salir
del vacío legal en que se encuentran y además posibilita establecer la autogestión
como forma de producción, sin olvidar las ventajas fiscales que aporta.
En el año 2005, en Caracas, se produjo el primer Encuentro Latinoameri-
cano de Empresas Recuperadas por los trabajadores5, en donde el movimiento
adquirió una transcendencia internacional y un cierto peso político. Se acorda-
ron diez puntos básicos, acordando una serie de actuaciones en favor de las ERT
que los estados participantes se comprometieron a cumplir. El apoyo institu-
cional ha sido un impulso fundamental en el proceso, sobre todo en elementos
clave como la financiación y la obtención de créditos.
A modo de resumen, la «recuperación» de las empresas es un proceso que re-
quiere del avance de una serie de etapas antes de volver a producir:
Compromiso_de_Caracas
otros paradigmas (Daniel Badenes; 2010). Como ya hemos comentado, las ERT
no buscan el beneficio económico, solamente necesitan ser viables para la con-
servación y creación de trabajo. Esta lógica choca frontalmente con el mercado y
el sistema de competencia al que las ERT se deben enfrentar.
del trabajo. Con el fin de lograr una mayor productividad, promovía la división de las tareas del pro-
ceso de producción. El fordismo (derivado de Henry Ford, 1863-1947) se entiende como una espe-
cie de evolución del sistema taylorista, que tiene como elementos fundamentales la producción en ca-
dena con el fin de lograr el consumo de masas. Los dos son sistemas verticales, donde los trabajado-
res se sitúan en las escalas más bajas de la organización.
7 Las prácticas autogestionarias, que cuando se afianzan contradicen los principios del homo
economicus del capitalismo, son «hijas no deseadas» de la ferocidad de ese modo de producir. Son
el resultado del modelo de ajuste, privatización, re-regulación y concentración que durante años in-
tentó justificarse como «única opción» (Daniel Badenes; 2010).
8 En Ante-proyecto de Ley Marco para las empresas recuperadas por los trabajadores (2009),
9 «LaBase» nace a finales de 2004 como «un proyecto de una red de financiación para fomentar
el trabajo democrático» ofreciendo micro-créditos tanto a ERT, como a cooperativas de trabajo tradi-
cionales. Página web disponible aquí: http://www.theworkingworld.org/index.php?action=labase&pr
eferredLanguage=ES
Sin embargo, también hay sectores de la izquierda que dan su apoyo a las
ERT y lo consideran una lucha exitosa dentro del movimiento obrero. Martinez
y Vocos (2002) defienden que es importante considerar tanto a los ocupados, como
10 El propio Carlos Menem en Argentina, ha sido condenado en varias ocasiones por diferentes
los desocupados como parte del movimiento obrero (ambos representan las dos caras
del desarrollo del capitalismo), y en ese marco se deben buscar las formas más efecti-
vas de unidad en la acción entre los desocupados, los trabajadores de las empresas re-
cuperada y los trabajadores ocupados asalariados.
Una consideración final sobre el aspecto político de las ERT, es que la ac-
ción de estos sujetos (los trabajadores) sí pone en juego lo político, aún cuando
no lo asuman explícitamente (Daniel Badenes; 2010).
11 Hugo Chavez en Venezuela (1999), Néstor Kirchner en Argentina (2003), Lula da Silva en
Brasil (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004), Rafael Correa en Ecuador (2006), Evo Morales
en Bolivia (2006), etc.
4. Conclusiones
Si alguien cree que esto es un sueño delirante o una utopía, debería venir y ver nues-
tra fábrica (Alejandro López, trabajador de Zanón [ERT en Argentina]).
Me gustaría concluir con un texto del libro «El cambio silencioso»12 de Este-
ban Magnani (2003), que creo que refleja fielmente el espíritu y la esencia de las
ERT. Es un texto sacado de la introducción del libro:
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Batirtze Díez
Politóloga y Periodista
Alumna del Master Globalización y Desarrollo de la UPV/EHU
ABSTRACT
■ The breakage of the social contract, the increasing social inequalities and the
crisis of reproduction are gender-marked processes. Throughout this work we will
consider how the Spanish public pension system has contributed to increase the
gender gap. Likewise, the pensions system in the UE member countries will play a
main role in this debate.
Hardly any research can be found that condemns the pensions gender gap. One of
the main objectives of this work will be to state the conditions and the consequences
related to the Spanish public pension system.
Keywords: pensions, gender gap, part time.
1 Se mantiene la misma edad de acceso a la jubilación, esto es, en 65 años para quienes hayan
cotizado 38 años y seis meses. Ley 27/2011 sobre actualización, adecuación y modernización del sis-
tema de Seguridad Social.
2 Según el informe elaborado por la Comisión Europea, «The Gender Gap in Pensions in the
European Union», el promedio de jubilación de las mujeres europeas de los Estados miembros de
la UE oscila entre 20 y 30 años. Consultar enlace, http://ec.europa.eu/justice/gender-equality/files/
documents/130530_pensions_en.pdf, pag.55.
periodo de cotización con respecto a los trabajadores puesto que ellas acumulan pe-
riodos de cotización más bajos. Por lo tanto, este reforzamiento del principio de
contributividad conlleva, también, una adquisición a tiempo parcial de derechos
sociales tales como el desempleo y la jubilación, siendo un 39%3 el gasto en
pensiones que les corresponde a las mujeres4.
Además, aún son manifiestas las desigualdades laborales entre mujeres y
hombres, desigualdad que se traslada a las variables que establecen el importe de
las pensiones: los años trabajados y la base de cotización.
La Ley 27/2011 también determina el aumento del periodo de cálculo de la
base reguladora de 15 a 25 años lo que supondrá una caída de un punto porcen-
tual por cada año de ampliación (Salvador Cifre, 2013:61). Esta nueva medida
será desfavorable para quienes tienen carreras profesionales discontinuas o perio-
dos de cotización a tiempo parcial o nula cotización, en su mayoría mujeres.
En peor situación se encuentran aquellas personas que han trabajado en
condiciones precarias, especialmente mujeres, quienes no podrán percibir pen-
sión alguna. Si bien es cierto que una sentencia de la Unión Europea obligó al
Estado español a replantear las pensiones a tiempo parcial por considerar que la
legislación española relativa a jubilaciones a tiempo parcial es contraria a la Di-
rectiva 79/7/CEE del Consejo, de 19 de diciembre de 1978, relativa a la aplica-
ción progresiva del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en
materia de seguridad social, y por tanto, incurre en una discriminación indirecta
en la normativa y afecta en mayor medida a las trabajadoras5.
1.2. Real Decreto Ley 11/2013 para la protección de los trabajadores a tiempo
parcial y otras medidas urgentes en el orden económico y social6
La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 22 de noviem-
bre de 2012 por el caso de Elbal Moreno7 y, sobre todo, la sentencia8 del Tribu-
3 Salvador Cifre, Concha (2013): «La protección de la mujer en el sistema de pensiones espa-
ner que cuidar de hijos, hijas y familiares dependientes. Fuente: Eurostat 2007. EPA-UE. http://www.
un-eu.org/international-womens-day/218-eubeijing-15-platform-for-action-and-the-european-union.html
5 http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/30/actualidad/1354299187_604384.
6 https://www.boe.es/boe/dias/2013/08/03/pdfs/BOE-A-2013-8556.pdf
7 La Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 22 de noviembre de 2012
(Asunto C- 385/11 Elbal Moreno), dictada a propósito de la cuestión prejudicial planteada por el
Juzgado de lo Social núm. 33 de Barcelona, analiza el caso de una trabajadora, limpiadora de una
comunidad de propietarios durante 18 años, en jornada parcial de 4 horas a la semana, es decir el
10 por 100 de la jornada legal en España a la que se le denegó la pensión de jubilación por la Enti-
dad Gestora en aplicación de la normativa correspondiente.
8 El Pleno del Tribunal Constitucional, mediante Sentencia 61/2013, de 14 de marzo, declaró incons-
titucional y nula la citada regla por entender que vulnera el artículo 14 de la Constitución española, tanto
por lesionar el derecho a la igualdad, como por incidir en una discriminación indirecta por razón de sexo.
nal Constitucional que declaró inconstitucional y nula la regla segunda del apar-
tado 1, disposición adicional séptima de la Ley General de la Seguridad Social,
(en adelante, LGSS) referida a los periodos de cotización necesarios para cau-
sar derecho a las distintas prestaciones de la Seguridad Social por parte de es-
tos trabajadores, provoca un vacío normativo que viene a ser contemplado por
el Real Decreto Ley 11/2013, de 2 de agosto, para la protección de los trabaja-
dores a tiempo parcial y otras medidas urgentes en el orden económico y social9.
La nueva normativa completa lo referente al acceso a las prestaciones del sistema
por parte de las trabajadoras y los trabajadores que acreditan períodos de cotiza-
ción bajo la modalidad de contratos a tiempo parcial.
La Ley 11/2013 traslada al ordenamiento jurídico de la Seguridad Social el
contenido del «Acuerdo para la mejora de las condiciones de acceso a la presta-
ción social de los trabajadores a tiempo parcial» firmado el pasado mes de ju-
lio entre el Gobierno español y los diversos agentes sociales. El documento re-
coge determinas modificaciones de la LGSS en materia de protección social del
tiempo parcial y se concreta en un grupo de reglas especificas relativas a la ac-
ción protectora de la Seguridad Social aplicables a las personas trabajadoras a
tiempo parcial, siendo un 74% mujeres.
El Acuerdo ajusta la reforma de las reglas de la Seguridad Social aplicables
a las trabajadoras y trabajadores a tiempo parcial a las exigencias constitucio-
nales de igualdad y no discriminación en los términos previstos en el ordena-
miento comunitario. Además, establece los siguientes principios que deben
de aplicarse:
La nueva ley parece acertada en cuanto que posibilita el acceso a las presta-
ciones del sistema por parte de personas que acreditan períodos de cotización
bajo la modalidad de contratos a tiempo parcial.
9 Panizo Robles, José Antonio (2013): «Las Nuevas reglas de seguridad social para los trabajado-
10 Sáenz, Luis M. (2011): «Pensiones, capitalismo y desigualdad» en Lan Harremanak 24, p. 145.
11 Artículo 50: Complementos para pensiones inferiores a la mínima. http://www.boe.es/boe/
dias/2011/08/02/pdfs/BOE-A-2011-13242.pdf
12 Panizo Robles, José Antonio (2013): «Las Nuevas reglas de seguridad social para los trabaja-
dificó el artículo 162.1 de la Ley General de la Seguridad Social aprobado por Real Decreto Legis-
lativo 1/1994, y quedada redactado de la siguiente manera: «1. La base reguladora de la pensión de
jubilación, en su modalidad contributiva, será el cociente que resulte de dividir por 210, las bases de coti-
zación del interesado durante los 180 meses inmediatamente anteriores a aquel en que se produzca el hecho
causante. 1.1 El cómputo de las bases a que se refiere el párrafo anterior se realizará conforme a las siguien-
tes reglas, de las que es expresión matemática la fórmula que figura al final del presente apartado. 1.ª Las
bases correspondientes a los 24 meses anteriores a aquel en que se produzca el hecho causante se computa-
rán en su valor nominal. 2.ª. Las restantes bases de cotización se actualizarán de acuerdo con la evolución
que haya experimentado el índice de precios al consumo desde el mes a que aquéllas correspondan, hasta el
mes inmediato anterior a aquel en que se inicie el período a que se refiere la regla anterior».
15 Fernández Orte, Jaime (2012): «La reforma de las pensiones de jubilación realizada por la Ley
17 Vara Miranda, María Jesús (2011): La desigualdad de género en el sistema público de pensio-
canza el mínimo legal establecido en la Ley de Presupuestos Generales del Estado». Alonso San Al-
berto, Diana; Pazos Morán, María (2010): «Equidad y eficiencia en el sistema de pensiones: una re-
visión crítica». Papeles de Trabajo del Instituto de Estudios Fiscales. N.º 4, p. 28.
Gráfico 1
Evolución del importe de las PNC y del importe de las pensiones contributivas
* Mínimo legal para personas con más de 65 años o más y sin cónyuge a cargo.
Elaboración: Alonso San Alberto, Diana; Pazos Morán, María (2010): «Equidad y eficiencia en el
sistema de pensiones: una revisión crítica». Papeles de Trabajo del Instituto de Estudios Fiscales. N.º 4.
pensiones: una revisión crítica». Papeles de Trabajo del Instituto de Estudios Fiscales. N.º 4, pp. 31‐36.
Gráfico 2
Evolución del gasto actual en pensiones por clases
* Mínimo legal para personas con más de 65 años o más y sin cónyuge a cargo.
Elaboración: Alonso San Alberto, Diana; Pazos Morán, María «Equidad y eficiencia en el sistema
de pensiones: una revisión crítica». Papeles de Trabajo del Instituto de Estudios Fiscales. N.º 4.
22 Vara Miranda, María Jesús (2011): «La desigualdad de género en el sistema público de pen-
Gráfico 3
Pensiones de viudedad de mujeres por grupos de edad
y umbral de pobreza (€/mes)
Fuente: Tercer Informe sobre la situación de las mujeres en la realidad sociolaboral española 2011,
p. 222.
23 «La Unión está fundada sobre los valores de respeto a la dignidad humana, libertad, democra-
cia, igualdad, Estado de Derecho y respeto a los derechos humanos, incluidos los de las minorías. Esos
valores, que se enuncian en el artículo I-2, son comunes a los Estados miembros». http://europa.eu/
scadplus/constitution/objectives_es.htm#VALUES. Última fecha consultada: 25/09/2013.
24 De la Fuente, Mikel (2008): Reparto y Capitalización. Editorial CES Colección 1.ª Edición,
pp. 139-199.
Preservar la capacidad que tienen los sistemas para alcanzar sus objetivos so-
ciales, mantener su viabilidad financiera y responder a la evolución de las necesi-
dades de la sociedad25.
Ese mismo año, el Consejo de Laeken, adoptó como base un informe con-
junto del Comité de Protección Social y del Comité de Política Económica, el
que fuera la antesala de un Método Abierto de Coordinación (MOC) con el
fin de ayudar a los Estados miembros a elaborar progresivamente sus propias
políticas en esta materia. Once fueron los objetivos comunes fijados entre los
que destacaba:
Responder a las aspiraciones hacia una mayor igualdad entre hombres y mu-
jeres: revisar las disposiciones en materia de pensiones a fin de garantizar el prin-
cipio de igualdad de trato entre las mujeres y los hombres teniendo en cuenta las
obligaciones del Derecho Europeo26.
A pesar de estar entre los objetivos, el principio de igualdad no era men-
cionado, y por tanto la aspiración pretendida quedaba sin concretar. Ante esta
carencia, en diciembre de 2002 la Comisión Europea publicó el Proyecto de
informe conjunto de la Comisión y del Consejo sobre unas pensiones viables y ade-
cuadas en cuya introducción señalaba las exigencias de igualdad de trato entre
hombres y mujeres, así como la necesidad de aumentar los índices de empleo de
las mujeres en edad activa y del conjunto de las personas con edades comprendi-
das entre 55 y 64 años27.
mento Europeo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de Regiones. Proyecto de Informe con-
junto de la Comisión y del Consejo sobre unas pensiones viables y adecuadas, COM (2002) final.
28 http://ec.europa.eu/justice/gender-equality/files/documents/130530_pensions_en.pdf
pensiones de los Estados miembros, esto es, la forma de reflejar las diferencias
de pensiones medias que existen entre ambos sexos calculada en función de la
pensión bruta.
Gráfico 4
Brecha de género en pensiones (%); pensionistas mayores de 65 años
Fuente: EU-SILC 2010. Las estimaciones para CY y el IE se basan en datos de 2009. Veasé en
http://ec.europa.eu/justice/gender-equality/files/documents/130530_pensions_en.pdf
Gráfico 5
Brecha de género en pensiones (%) - Brecha de género en salarios (%)
Fuente: EU SILC y Eurostat. Ganancias de base de datos para el año 2010. http://epp.eurostat.
ec.europa.eu/portal/page/portal/labour_mercado / ingresos / base de datos.
Notas: Los datos de Grecia y Estonia corresponden al año 2008; no existe información para Islandia.
29 http://www.ine.es/prensa/np790.pdf
25.667,89 euros para los hombres y de 19.767,59 euros para las mujeres, esto
es, un 23% menos que los hombres. La igualdad retributiva no es equivalente a
la cualificación de las mujeres, una situación que no solo afecta al presente de las
trabajadoras, sino que también su posición como asalariadas determina su esta-
tus de desempleadas y jubiladas.
En el año 2007 fue aprobada la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de
Mujeres y Hombres30, una norma que buscaba dar más poder político y eco-
nómico a las mujeres, así como una mayor corresponsabilidad en el trabajo de
cuidados entre ambos sexos. Sin embargo, todavía en la actualidad, persisten
importantes diferencias salariales entre mujeres y hombres tanto en el ámbito la-
boral como empresarial.
Por su parte, Emakunde - Instituto Vasco de la Mujer, publicó en 2012 un
informe31 en el que analizaba la brecha salarial entre mujeres y hombres en la
Comunidad Autónoma de Euskadi. Actualmente, se calcula que la diferencia
salarial anual entre ambos sexos es de 7.139,50 euros32 (mujeres: 19.771,80€ /
hombres: 26.911,40€), una brecha salarial alarmante que, a pesar de ello, no
es conocida ni tendida en cuenta para la gran mayoría de la opinión pública.
Esta limitación provoca que la sociedad no tenga conciencia sobre la magni-
tud del problema, así como sus consecuencias en cuanto a la cuantía de las
pensiones.
Durante el desarrollo del trabajo han ido surgiendo algunas cuestiones que
merecen ser destacadas en este último apartado y, en la medida de lo posible,
concluir con una serie de propuestas que contribuyan a un sistema público de
pensiones más justo y equitativo.
30
https://www.boe.es/boe/dias/2007/03/23/pdfs/A12611-12645.pdf
31
http://www.emakunde.euskadi.net/contenidos/informacion/pub_informes/es_emakunde/
adjuntos/Brecha_salarial_es.pdf
32 http://emakunde.blog.euskadi.net/2011/12/emakunde-denuncia-la-brecha-salarial/. Ultima
vas de las mujeres. La pensión media de las mujeres es de 599€, esto es, un 39%
inferior a la de los hombres, quienes reciben 977€ al mes.
cial, esto es, la contribución social generalizada con el fin de dotar al Fondo de
Reserva y financiar las pensiones en el futuro. En el Estado español las pensiones
vinculadas al trabajo se financian con cotizaciones y las de carácter universal con
impuestos generales.
No obstante, el artículo 82.2.b de la Ley General de Seguridad Social esta-
blece la naturaleza no contributiva de los complementos a mínimos y apunta
que éstos deben financiarse con aportaciones del Estado y no con ingresos de
las cotizaciones sociales. A través de una disposición transitoria se establecía un
plazo de doce años a partir del 1 de enero de 200233. Previamente esta disposi-
ción apuntaba que dicho objetivo debía alcanzarse antes del año 2000. Aunque
el plazo para cumplir el mandato legal es el 1 de enero de 2014, en 2011 estaba
presupuestado que el 60% del gasto en complementos a mínimos se pague de
cotizaciones sociales.
Las cotizaciones sociales están vinculadas al salario bruto y la evolución de
los ingresos limitada por las retribuciones salariales. Entre 1995 y 2007 el peso
de las retribuciones salariales sobre el PIB total ha caído dos puntos a pesar de
que la población asalariada creció en torno a un 80%34. Mientras, las rentas em-
presariales respecto al PIB aumentaron un 42,7% en 2007.
El sistema de financiación actual podría no ser compatible con la disminu-
ción estructural de la proporción entre salarios y PIB, precisamente, por la de-
pendencia entre cotizaciones sociales respecto a los salarios. Además, en una si-
tuación como la actual, con un 27% de paro y con un inmovilizado mercado
laboral, el Estado español debería de prever otras formas de financiación.
4. Algunas reflexiones
4.1. Las desigualdades afectan cada vez más y en mayor medida a las mujeres
Los contratos a tiempo parcial se enmarcan dentro del mercado laboral fe-
menino, y por tanto, bajas pensiones. Además, la doble presencia de las mujeres
en el espacio mercantil y doméstico condiciona la salud de las trabajadoras en
mayor medida que la de los hombres. ¿Qué calidad de vida tendremos a partir
de los sesenta años? Debemos reorganizar la vida laboral, articular la actividad
mercantil y doméstica en función de los ciclos de vida de mujeres y hombres,
de las necesidades de las personas, y de los muy diversos modelos familiares y de
vida que han surgido en las últimas décadas, con el fin de erradicar las desigual-
dades de género y disfrutar de una vida digna y de calidad.
gan, si cabe, aun más, a la población pensionista, y nos hacen creer que la co-
rrecta adecuación y sostenibilidad de las pensiones pasa por aumentar la edad de
jubilación y aceptar jornadas laborales precarias, sin que pueda haber otras alter-
nativas.
Asimismo, la brecha de género en las pensiones será aún mayor si se aplica la
reforma presentada por la ministra Bañez, y la consecución de la equidad de gé-
nero se verá amenazada. El gobierno de Rajoy, y cualquier otra administración,
debería de promover políticas que aumenten la tasa de actividad de las mujeres
así como erradicar cualquier diferencia salarial, brecha que, como se ha demos-
trado a lo largo del trabajo, tiene una influencia directa sobre las pensiones fu-
turas de las trabajadoras. No debemos pasar por alto que esta relación asimétrica
entre mujeres y hombres remite a los roles de género asignados por la sociedad.
La capacidad para entender el sistema público de pensiones y utilizar las he-
rramientas necesarias para visibilizarlo, debería ser el primer paso a dar. La socie-
dad civil debe exigir un sistema equitativo de pensiones que garantice una vida
digna y sostenible a todas las personas mayores. Crear conciencia colectiva y so-
cial, una sociedad crítica con todo aquello que conculque los derechos sociales
de las mayorías, y que exija una igualdad real e inclusiva.
Ante una rápida lectura de la prensa estatal, las mujeres pensionistas con-
tinúan siendo invisibles. Los efectos negativos que la nueva ley tendría sobre la
calidad de vida y el bienestar de las pensionistas no cuentan con la cobertura
informativa que merece. Agentes y movimientos sociales, medios de comuni-
cación, ámbito académico y universitario, y toda persona que apueste por un
sistema público equitativo e inclusivo, cada una desde su campo de actuación,
debemos de denunciar y visibilizar aquello que suponga una amenaza para la
consecución de la equidad de género.
Bibliografía
Alonso San Alberto, Diana y Pazos Morán, María (2010): «Equidad y eficiencia en el
sistema de pensiones: una revisión crítica». Papeles de Trabajo del Instituto de Estudios
Fiscales. N.º 4.
De la Fuente, Mikel (2008): Reparto y Capitalización. Editorial CES Colección 1.ª Edición.
Ezquerra, Sandra (2012): «Acumulación por desposesión, género y crisis en el Estado es-
pañol». Revista de Economía Crítica. N.º 14, 124-147.
Hernández León, Camilo Fernando (2010): La viudedad del futuro. Estudios y propuestas
de una reforma global para garantizar su sostenibilidad. Ministerio de Empleo y Asun-
tos Sociales.
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tiempos de des-ajustes, tiempos precarios, tiempos de mujeres». Investigaciones Femi-
nistas, vol. 2, 95-111.
Normativa consultada
Ley 27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema
de Seguridad Social.
Ley 26/1990, de 20 de diciembre, por la que se establecen en la Seguridad Social presta-
ciones no contributivas.
Real Decreto Ley 11/2013 para la protección de los trabajadores a tiempo parcial y otras
medidas urgentes en el orden económico y social
Otros
«The gender gap in pensions in the Eu». http://ec.europa.eu/justice/genderequality/files/
documents/130530_pensions_en.pdf
«Informe 01/2011 Tercer Informe del CES sobre la situación de las mujeres en la realidad
sociolaboral española». http://www.ces.es/documents/10180/18510/Inf0111
Acuerdo social y económico. http://www.ugt.es/actualidad/2011/febrero/acuerdo_social_y_
economico.pdf
ABSTRACT
■ En este trabajo pretendemos hacer un breve análisis sobre las últimas modifica-
ciones que ha sufrido la Ley de Prevención de Riesgos Laborales con el fin de adaptar
su articulado a uno de los objetivos contemplados por la Estrategia Española de Segu-
ridad y Salud 2007-2012: lograr el cumplimiento eficaz de la normativa preventiva
por parte de las pequeñas y medianas empresas. Comenzaremos por exponer cuáles
han sido las acciones previstas por la Estrategia para la consecución del objetivo des-
crito y, a continuación, veremos de qué forma se han ido plasmando dichas acciones
en la normativa preventiva, sobre todo en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales,
mediante las modificaciones realizadas por la Ley 25/2009 y la Ley 14/2013. Para
finalizar, dejaremos constancia de las dudas o cuestiones que nos plantean a la luz de
las citadas modificaciones.
Palabras clave: pequeña y mediana empresa, prevención de riesgos laborales.
izanik, lehenik eta behin Estrategiak helburu hori lortzeko ekintzak zeintzuk diren
azalduko dugu. Ondoren ekintza horiek prebentzio-araudian, batez ere Lan Arris-
kuen Prebentziorako Legean, 2009/25 Legearen eta 2013/14 Legearen bidez, nola
barneratu diren aztertuko dugu. Azkenik, Lan Arriskuen Prebentziorako Legeak ja-
sandako aldakuntzek eragiten dizkiguten zalantzen berri emango dugu.
Gako hitzak: enpresa txiki eta ertainak, lan arriskuen prebentzioa.
■ In this work, we will try to analyze the last changes of the Spanish law about
Health and Safety at work. These changes are the result of the actions that Spanish
Health and Safety Strategy provides to get an objective: the effective observance of
the health and safety regulation in the small and medium-sized enterprises. First,
we will explain which the actions of the Strategy are. Then, we will analyze the law
changes produced by 2009/25 Law and 2013/14 Law. Finally, we will present our
doubts about the last changes of the Spanish law about Health and Safety at work.
Keywords: small and medium-sized enterprises, health and safety at work.
de los otros países de la Unión Europea (recordemos que mediante la LPRL se transpuso al ordena-
miento jurídico español la Directiva 89/391/CEE del Consejo, de 12 de junio de 1989, relativa a la
aplicación de medidas para promover la mejora de la seguridad y de la salud de los trabajadores en el
trabajo, DO L 183, 29.6.1989), parece que algo de razón deben tener quienes afirman que «ni los ac-
cidentes se reducen ni se ponen en práctica intervenciones preventivas efectivas» (Benach et al., 1999:69).
4 Según el Informe Anual de Accidentes de Trabajo en España 2012 (De la Orden, 2013) «La inci-
dencia de accidentes graves fue muy importante en las empresas de 1 a 49 trabajadores, despuntando espe-
cialmente el dato de 45,5 accidentes por cien mil afiliados en empresas con plantilla de 10 a 25 trabajado-
res. Los accidentes mortales se agruparon especialmente en empresas de 10 a 49 trabajadores, siendo el dato
más significativo 6,1 accidentes mortales por cien mil afiliados en empresas de 10 a 25 trabajadores».
5 En virtud de lo previsto por el art. 6.1 LPRL y para dar cumplimiento a las obligaciones que
en esta materia impone la Unión Europea a través de la aprobación de numerosas directivas especí-
ficas, el Gobierno ha ido aprobando un gran número de normas —reales decretos— que, precisa-
mente por ser muchos, no cabe en este momento su enumeración.
(BOE de 31 de diciembre) añadió nuevas infracciones en los arts. 47 y 48 LPRL; la Ley 39/1999, de
5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajado-
ras (BOE de 6 de noviembre) modificó el art. 26 LPRL; el Real Decreto Legislativo 5/2000, de 4 de
agosto, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden So-
cial (BOE de 8 de agosto) derogó los artículos relativos a las infracciones y sanciones de la LPRL para in-
cluirlos en su propio articulado; la Ley 54/2003, de 12 de diciembre, de reforma del marco normativo
de la prevención de riesgos laborales (BOE de 13 de diciembre) supuso una importante reforma de la
LPRL y también del Real Decreto Legislativo 5/2000 en lo relativo a la infracciones y sanciones en ma-
teria preventiva (véanse al respecto Carrero, 2004 y Ramos, 2005); la Ley 30/2005, de 29 de diciembre,
de Presupuestos Generales del Estado para 2006 (BOE de 30 de diciembre) añade un segundo apartado
a la DA 5.ª LPRL sobre aportación de fondos para la Fundación; la Ley 31/2006, de 18 de octubre, so-
bre implicación de los trabajadores en las sociedades anónimas y cooperativas europeas (BOE de 19 de
octubre) modifica el ámbito de aplicación (art. 3.1 y 2) de la LPRL e introduce una nueva DA 9.ª bis
señalando que al personal militar se le aplicarán los Capítulos III, V y VII de acuerdo a la normativa es-
pecífica militar; la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hom-
bres (BOE de 23 de marzo) introduce un nuevo apartado 4 en el art. 5 y modifica el art. 26 LPRL; la
Ley 25/2009, de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el
libre acceso a las actividades de servicio y su ejercicio (BOE de 23 diciembre) a cuyas modificaciones ha-
remos referencia en este artículo; la Ley 32/2010, de 5 de agosto, por la que se establece un sistema espe-
cífico de protección por cese de actividad de los trabajadores autónomos (BOE de 6 de agosto) modifica
el art. 31 LPRL para que las Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades de la Seguridad Social no
puedan asumir directamente las funciones correspondientes a los servicios de prevención ajenos; y final-
mente, la Ley 14/2013, de de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización
(BOE de 28 de diciembre), cuyas modificaciones son objeto de estudio de este trabajo.
7 La llevada a cabo por la Ley 32/2010, de 5 de agosto, por la que se establece un sistema especí-
fico de protección por cese de actividad de los trabajadores autónomos (BOE de 6 de agosto).
8 Los otros dos objetivos dentro de esta línea de actuación son: Objetivo 2: «Mejorar la eficacia
y la calidad del sistema de prevención, poniendo un especial énfasis en las entidades especializadas en
prevención» y el Objetivo 3: Fortalecer el papel de los interlocutores sociales y la implicación de los
empresarios y de los trabajadores en la mejora de la seguridad y salud en el trabajo.
9 La Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2007-2012, que tiene por objeto es-
tablecer un marco común de acciones en materia de prevención de riesgos laborales, prevé un doble
objetivo de carácter general: el primero de ellos consiste en «reducir de manera constante y significativa
la siniestralidad y acercarnos con ello a los valores medios de la Unión Europea», y el segundo, «mejorar
de forma continua y progresiva los niveles de seguridad y salud en el trabajo» (Presentación de la Estrate-
gia). Todavía no se ha aprobado la siguiente Estrategia 2013-…, pero al parecer «formalmente se han
iniciado trabajos desde la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo para desarrollar una es-
trategia española para el periodo 2013-2020» (Linares, 2013).
10 Son dos las grandes líneas de actuación de la Estrategia: de un lado la dirigida al ámbito de la
empresa y cuyos destinatarios son los empresarios, trabajadores, sus organizaciones preventivas y en-
tidades de formación; y, de otro lado, la dirigida a la actuación de los poderes públicos.
11 Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2007-2012, pp. 13-14.
12 Las acciones al completo se encuentran en las páginas 16-18 de la Estrategia.
13 El INSHT publicó un texto, a modo de guía, titulado Gestión de la prevención de riesgos labo-
rales en la pequeña y mediana empresa y en la Guía Técnica para la Integración de la prevención de ries-
gos laborales en el Sistema General de Gestión de la empresa se establecen unas consideraciones para el
caso de las PYME y las microempresas (disponibles ambos en www.insht.es).
2006/123/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre, relativa a los servicios en
el mercado interior (DO L 376 de 27.12.2006) (conocida como Directiva Bolkestein) y que el art. 1.6
de esa Directiva señala que «La presente Directiva no afecta al Derecho laboral, es decir, a cualquier dis-
posición legal o contractual relativa a las condiciones de empleo o de trabajo, incluida la salud y seguri-
dad en el trabajo, o las relaciones entre empleadores y trabajadores, que los Estados miembros apliquen de
acuerdo con la legislación nacional conforme al Derecho comunitario. Tampoco afecta a la legislación na-
cional en materia de seguridad social de los Estados miembros».
15 Como señala Sempere (2010) la Ley 25/2009 es auxiliar de la Ley 17/2009.
16 Con ello no queremos quitar importancia al resto de modificaciones, que afectan a las audi-
torías (art. 30.7 LPRL), a los servicios de prevención (art. 31.3 LPRL, a los servicios de prevención
ajenos (art. 31.5 y 6 LPRL), a las competencias del Comité de Seguridad y Salud (art. 39.1 a) LPRL)
y a la acreditación de entidades formativas (DA 16.ª LPRL); sin embargo, entendemos que estas mo-
dificaciones atienden a la consecución del objetivo número 2 de la Estrategia Española de Seguridad y
Salud 2007-2012: «mejorar la eficacia y la calidad del sistema de prevención, poniendo un especial énfasis
en las entidades especializadas en prevención». En este sentido se expresa la Exposición de Motivos del
Real Decreto 337/2010 cuando, después de admitir que las modificaciones que contiene «responden
íntegramente a la adaptación del ordenamiento jurídico a los objetivos fijados por la Estrategia Española
de Seguridad y Salud en el Trabajo para el período 2007-2012», señala que son dos las áreas temáticas
las que se distinguen en la modificación del RD 39/1997: «dirigida a facilitar el cumplimiento de la
normativa de prevención a las empresas, en particular para las pequeñas y medianas, de un lado y, de otro,
la encaminada a mejorar la calidad y eficacia de los sistemas de prevención de riesgos laborales, con espe-
cial atención a las entidades especializadas que actúan como servicios de prevención». Sobre todas las mo-
dificaciones operadas véase Mercader y Moreno (2010).
17 Añadido por el art. 1.1 del Real Decreto 337/2010, de 19 de marzo, por el que se modifi-
can el Real Decreto 39/1997, de 17 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de
Prevención; el Real Decreto 1109/2007, de 24 de agosto, por el que se desarrolla la Ley 32/2006,
de 18 de octubre, reguladora de la subcontratación en el sector de la construcción y el Real Decreto
1627/1997, de 24 de octubre, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y salud en
obras de construcción (BOE de 23 de marzo).
18 En ese sentido se introdujo en la Disposición final 1.ª (por medio del RD 337/2010) la mo-
dificación pertinente para que el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo elaborara y
mantuviera actualizada una guía orientativa para la elaboración del documento único al que se refiere
el art. 2.4 RD 39/1997. Esa guía vio la luz en febrero de 2012 y lleva por título Simplificación docu-
mental y contiene las orientaciones para la elaboración de un documento único que contenga el plan
de prevención de riesgos laborales, la evaluación de riesgos y la planificación de la actividad preven-
tiva (tal y como se contempla en la propia portada de la guía, que está disponible en www.insht.es).
19 La modificación del art. 11 RD 39/1997, que establece los requisitos para la asunción perso-
nal de la actividad preventiva por parte del empresario, se realizó mediante el art. 1.2 RD 337/2010,
para adecuarlo al nuevo art. 30 LPRL.
20 Para ayudar a las empresas que elijan esta modalidad de organización de la actividad preven-
tiva el Ministerio de Empleo y Seguridad Social les proporciona asesoramiento mediante la aplica-
ción informática Prevención10 (www.prevencion10.es).
21 En opinión de García (2010:52) el legislador está promocionando la asunción personal del
empresario en las pymes «por entender que favorece la integración de la prevención en su gestión».
22 La formación exigida dependerá del nivel de las funciones preventivas a desarrollar: funciones
de nivel básico (art. 35 RD 39/1997), funciones de nivel intermedio (art. 36 RD 39/1997) y funcio-
nes de nivel superior (art. 37 RD 39/1997).
23 Como ya se ha visto, la reforma de 2009 elevó de seis a diez el número de trabajadores.
24 Este Capítulo IV ha sido desarrollado por los Capítulos I, II y III Real Decreto 39/1997,
La única razón que se nos ocurre para que la modificación se haya realizado
de esa forma es que en aquellas empresas de hasta 10 trabajadores se permita la
asunción personal de la actividad preventiva incluso cuando la empresa cuente
con más de un centro de trabajo. Lo cual puede hacerse realidad cuando los cen-
tros de trabajo no sean más de dos y estén uno cerca del otro, salvando de esta
manera el requisito de realizar la actividad de forma habitual en el centro de tra-
bajo (en este caso, dos).
Por último, en cuanto al objetivo que se pretende, es decir, el de cumplir efi-
cazmente la normativa de prevención de riesgos laborales en las pequeñas y me-
dianas empresas y facilitar que la organización de la actividad preventiva se lleve
a cabo con recursos propios de la empresa26, cuestionamos que mediante la in-
corporación de este nuevo supuesto se pueda alcanzar el objetivo señalado.
Creemos que con 25 trabajadores en un solo centro de trabajo, la posibili-
dad de que existan diferentes puestos de trabajo y, por tanto, diferentes tipos de
riesgos, aumenta y ello conlleva, por un lado, la necesidad de que la formación
preventiva del empresario sea más completa (formación de nivel superior) y,
por otro lado, que tenga que dedicar mucho de su tiempo a las tareas o funcio-
nes preventivas. Por otro lado, cuánto más se acerque el número de trabajadores
de la empresa a 25, mayores serán los requerimientos de gestión en otros ámbi-
tos que no son el preventivo, lo cual dificultará que el empresario se dedique a
la prevención de riesgos laborales; siendo lo más probable que quiera dedicarse
a otras cuestiones y deje en manos de otros la actividad preventiva. Si además,
tenemos en cuenta que siempre tendrá que recurrir a un servicio de prevención
ajeno para realizar todas las funciones relacionadas con la vigilancia de salud, lo
más cómodo para él será recurrir a ese servicio para todo lo demás.
5. Conclusiones
27 Recordemos que el art. 3 Ley 14/2013 define al emprendedor como: «aquellas personas, inde-
pendientemente de su condición de persona física o jurídica, que desarrollen una actividad económica em-
presarial o profesional, en los términos establecidos en esta Ley»; y no como «que emprende con resolución
acciones dificultosas o azarosas», Diccionario de la Lengua Española (DRAE) en su vigésimo segunda
edición o como se enmendará para la vigésimo tercera edición «que emprende con resolución acciones o
empresas innovadoras» (ambas definiciones en www.lema.rae.es/drae).
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Baldintza orokorrak
Arau orokor gisa, eta jarraian adieraziko diren salbuespenak salbu, artikulua testu nor-
malean idatziko da oso-osorik. Hori dela eta, kontzeptu edo ideiaren bat nabarmentzeko
hizki lodiak, azpimarratuak eta/edo larriak erabiltzea arbuiatzen da.
Siglak eta akronimoak hizki larriz idatziko dira eta horien arteko banaketarako ez
da punturik erabiliko (EEBB, EE.BB.-ren ordez; CCOO, CC.OO.-ren ordez; NLA,
N.L.A.-ren ordez).
Kakotxen arteko hizki etzanak hitzez hitzeko adierazpen eta esaldietarako bakarrik era-
biliko dira.
Aipamen luzeak, bi lerro baino gehiagokoak arau orokor gisa, kakotxik gabe egongo
dira, hizki zuzenean eta testu normala baino gorputz bat baxuago. Goian eta behean bazte-
rrarekiko 3 milimetroko espazioa utziko da paragrafo osoan.
Kakotxik gabeko hizki etzanak egunkari edo liburuen izenburuetarako, beste hizkuntza
bateko hitzetarako, edota hitz edo adierazpenen bat nabarmentzeko erabiliko dira.
Hizki zuzenean eta kakotxen artean, ohiko hizkuntzaren arabera (hitzaren hitzez hitzeko
esanahiarekiko aldea adierazteko).
Taula, lauki eta irudiei hurrenez hurrenekoz zenbakiak emango zaizkie, arabiar karakte-
reetan. Idazpuru labur bat izango dute, eta testuan haiei aipu egingo zaie (1 taula, 1 laukia, 1
irudia, etab.).
Erreferentzia bibliografikoarentzat formatua
a) Autorearen izena parentesi artean, urtea eta orrialdearen zenbakia, adibidez, (White,
1987: 43) edo (Guerin et al., 1992: 23-34).
b) Autorearen izena, eta parentesi artean, urtea, adibidez, White (1987) edo Guerin et
al. (1992).
Condiciones generales
a) Indicando entre paréntesis el nombre del primer autor/a, seguido del año y del nú-
mero de página, por ejemplo (White, 1987: 43) o (Guerin et al., 1992: 23-34).
b) Indicando el nombre del autor y, entre paréntesis, el año, por ejemplo: White
(1987) o Guerin et al. (1992).
Principios Fundacionales
LAN-HARREMANAK nació por iniciativa de la E.U. de Relaciones Laborales de la
Universidad del País Vasco, con los siguientes objetivos fundacionales: