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Relatoría

¿Cómo escuchamos?
David Guaje González.

¿Existe un procedimiento concreto o correcto para escuchar la música?


Históricamente la producción y el análisis musical se ha realizado con base a la
relación autor-obra, dejando, en un segundo plano, la experiencia del espectador,
consecuentemente, éste modelo del oyente “pasivo” ha sido naturalizado y ha
suscitado ciertas consecuencias “en la determinación de cánones musicales, las
consideraciones de la escucha y su relación con la producción artística” (Castellanos
2016, 39).

En el primer capítulo del libro: Una nueva música, una nueva escucha, titulado ¿Cómo
escuchamos? la autora realiza una investigación exploratoria en la cual busca
identificar cuáles son las consecuencias, a nivel de la escucha, de naturalizar la
experiencia del espectador, como un hecho sin trascendencia, dentro del proceso de
creación y análisis musical, para así proponer nuevas formas de escuchar la música.

Para iniciar con su investigación la autora realiza una revisión histórica con la cual
busca explicar el cómo y por qué se establece un determinado y acertado proceso
para escuchar y entender la música, usando en un primer momento la teoría de Aaron
Copland (1994) sobre los tres planos de escucha: sensual, expresivo y musical,
explica así que ésta jerarquización excluye otras formas de experimentar la música
que no tengan como fin último desencriptar los componentes sonoros de la obra, lo
cual sin una formación musical es imposible; finalmente la sistematización de éstas
prácticas de escucha “ubicaron al ejercicio de la composición por encima de la
interpretación” (Castellanos 2016, 42).

En relación con estos hábitos de escucha, la autora desarrolla una crítica frente al
problema estético de la música, pues paradigmáticamente, se limita al oyente a
reconocer como musicalmente aceptable, sólo aquellas obras que puedan ser
desencriptadas y que conservan patrones de composición de “la práctica común” lo
cual nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de proponer y aceptar una nueva
fenomenología de la audición.

Pensar en otras formas de escuchar, implicaría entonces “reconocer otros aspectos


de la experiencia que exceden lo meramente auditivo… (sonidos, ruidos y silencios)”
(Castellanos 2016, 50) dando cavidad a que la música deje de ser un medio de
expresión y sea una experiencia que nos rodea en la cotidianidad espacio-
temporalmente, es decir que ésta pasa de ser entendida como “la disposición en sí
misma del sonido”(Castellanos 2016, 57) a ser por ella misma “la condición de ser
escuchada” (Castellanos 2016, 57), logrando finalmente la emancipación del oyente
quien se convierte en un ser sensible al sonido in situ; en conclusión no existiría y no
debemos naturalizar una única forma de escuchar, pues solo la experiencia subjetiva
nos permite aproximarnos a lo musical.

Referencias:

Castellanos, Natalia. 2016. Una nueva música, una nueva escucha. Bogotá:
Universidad central.

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