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«Pour le gens de sa race, de la liberté est tout» (P.

Mérimée)

En el árido valle que encarna tu rostro, infaustos se anegan los pálidos luceros.

Un solo pesar sigue el cauce del sollozo, duele que no los turbe ni el tañer del viento

Que no le ha satisfecho quitarle el marido que ya no tiene el pudor de quitarse del medio, vaya, eso sí

que fastidia, venir ahora con el lío de que hubo que hacer adaptaciones en la obra porque se le quebrao el

guitarrista,

Granada que hubo de aflorar en tus labios, semeja irrigar de lodo púrpura el cuerpo,

pero es porque en tus entrañas, suaves geranios, se entibia el frío de la hoja de acero.

Sí aquí estoy, fijada a la fila, bien, déjate de tanta lata tío y deja pasar a la bailaora pa’ que se ponga a

hacer lo que sabe que esta chavala quiere ver si eres tan buena como dicen los anuncios que han empapelado

la ciudad, sí, qué no, como pa’ quitarte de la cabeza, si no hay sitio en que no me tope con tu rostro, como si

te rindieran un culto porque después de que te habéis ido no ha quedado nadie, y es lógico que la hayan

escogido a ella, vale, que con sus veinte años quién podría decirle que no es buena en lo que hace y además,

sí, allí está, gánate un poquito hacia el frente, esto que está colmado, estar coreada de su padre a la guitarra le

ha dado esa seguridad que antes no, pues, vamos, qué no, sí, ahí está,

De don José quiere desertar una Carmen, y otra Carmen va al cobijo de un sarraceno

¿Cuándo hallará un hombre que sangre no derrame?

bueno, a ver qué tan buena eres chica, sí, eso, más lento, que si no nadie te va a sabe’ apreciar, eso, fí-

jate ahí, que esta medio oscuro, ve, y ahora, eso, levanta despacio los brazos, despacio mi niña, ¿qué hacen

estos tíos? Vaya, venir a apagar el baile, y dos, lo que faltaba, veniros a dejar a las mujeres como si no pudié-

ramos estar sin hombres, eso, márchate un poco que es el momento de esta niña y tú no tienes por qué venir

a joder aquí, eso, sí, con el palmoteo más suave, que se calle el cantaor que se pierde ella,

Cíngara mujer de alma y corazón ingenuos, ya eres libre de errar por efímeras calles.

Quiebren los puñales que se afilan en los celos

sí, ahí, ahí está mejor, ni que me hubieras oído tío, qué va, y como fastidian estos otros con las fotos,

gira, gira un poquito y un y dos, un dos, tres, y cuatro cinco seis, eso, vale, a la izquierda, eso, más lento mi

niña, que se vean los brazos, vale, no, así, de paloma, de águila, eso, vale, a un la’o y al otro, rápido, que viene

el zapateo y vamos pa’ la alegría

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