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MALTRATO PSICOLÓGICO COMO FORMA DE

VIOLENCIA FAMILIAR
EL MALTRATO PSICOLÓGICO COMO FORMA DE
VIOLENCIA FAMILIAR
MARÍA ISABEL SOKOLICH ALVA (*)
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(*) Abogado, Maestría en Derecho de Familia por la
Universidad Femenina del Sagrado Corazón UNIFE, Post -
Grado en Derecho Aéreo, Miembro de la Comisión Consultiva
en Derecho de Familia del Ilustre Colegio de Abogados de
Lima, Miembro de la Sub- Comisión de Modificación del
Código de los Niños y Adolescentes, Ponente y Panelista en
diversos Cursos de Especialización, Seminarios y Forums del
Ilustre Colegio de Abogados de Lima, Ministerio Público,
Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, Ministerio de Salud,
Policía Nacional del Perú y en las facultades de Derecho de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Federico
Villarreal.

EL interés en el Maltrato Psicológico como forma de Violencia


Familiar surgió con la vigencia de la Ley de Protección Frente
a la Violencia Familiar, la cual constituyó en el ámbito de toda
Latinoamérica una de las primeras iniciativas por reconocer el
tema de la violencia al interior de la familia como un
fenómeno social, además de establecer por primera vez la
política del Estado respecto a dicha problemática.
Evidentemente, la lucha contra toda forma de violencia
familiar significó el reconocimiento a un problema social que
iba más allá de los límites de un hogar y que no podía seguir
siendo considerado como un asunto de naturaleza privada,
pues la violencia como tal constituía una grave violación a los
Derechos Fundamentales de la persona.
Enfocar la problemática surgida implicaba básicamente
ejecutar acciones conducentes a su erradicación, propósito
que requería una labor conjunta y multidisciplinaria por parte
de los sectores públicos y la sociedad en su conjunto.
Es así que en relación al cumplimiento de la Plataforma de
Acción de Beijing se crearon diversos mecanismos
encargados de velar por el respeto de los Derechos
Humanos.
Si bien en la actualidad nuestro país cuenta con una
legislación específica que aborda desde perspectivas de
prevención y abordaje el tema de la violencia familiar, lo cierto
es que a la luz de la ratio legis de la norma, muchos de sus
objetivos han quedado truncos.
El propósito fundamental de la Ley de Protección Frente a la
Violencia Familiar ha sido desde su inicio el cese de la
violencia, no obstante al tratarse de la afectación a la
integridad de la persona, desde la esencia del ámbito penal
dichas agresiones o maltratos requerían en nombre del
Estado y la sociedad la sanción correspondiente.
Al respecto, la realidad nos muestra que a pesar de existir la
norma sancionadora ésta resulta inaplicable, al no existir los
mecanismos necesarios para determinar la magnitud del
daño psicológico expresado en días de asistencia y
descanso, como así lo requiere la norma penal.

En ese sentido, la política del Estado debe orientarse a


solucionar esta deficiencia, estableciéndose las pautas
necesarias que permitan la determinación del maltrato
psicológico causado.

1. ENFOQUE GENERAL DE LA PROBLEMÁTICA


La violencia intra-familiar reviste diversas formas siendo el
maltrato físico, el maltrato psicológico, el maltrato sin lesión,
las amenazas y/o coacciones graves o reiteradas y la
violencia sexual manifestaciones de aquélla.
El maltrato Psicológico, es entendido como toda acción u
omisión encaminada a intimidar, atemorizar, humillar,
desvalorizar, causar inseguridad personal, por medio de
comentarios verbales y/o acciones físicas indirectas.

Es todo tipo de agresión emocional o afectiva que se produce


ante la inequidad de las relaciones interpersonales de
acuerdo con la distribución del poder, el conocimiento, los
ingresos, etc, al sub-valorarse e intimidarse a la persona a
quien se agrede.

Algunos estudios han demostrado que las víctimas de


maltrato psicológico evidencian deterioro en su autoestima,
de tal forma que sus capacidades personales, laborales e
intelectuales se ven alteradas, al presentar dificultades para
establecer relaciones interpersonales duraderas.

Los actos de maltrato psicológico suponen igualmente para la


víctima estados depresivos, que en casos extremos pueden
llegar a reflejarse en intentos de suicidios.
La violencia psicológica afecta la salud mental de quien la
sufre y trae como consecuencia la disminución de sus
posibilidades intelectuales, habilidades y capacidad de
trabajo, pérdida de deseos e interés, deterioro de la
autoestima, ansiedad y desasosiego permanente, depresión,
descontrol emocional y en general, un empobrecimiento
progresivo de sus recursos y capacidades personales.

En nuestro país, hasta hace unos años cuando se hablaba de


afectación a la integridad personal equivocadamente se
entendía que ésta sólo incidía en la parte física de la persona,
pues la propia Constitución de 1979 en su artículo segundo
señalaba como derecho de toda persona, la vida, un nombre
propio y la integridad física; posteriormente y recién con la
promulgación de la Constitución de 1993, se amplió la
concepción que hasta entonces se tenía de la integridad
personal para reconocerla como moral, física y psíquica.

No obstante y a pesar que en nuestra legislación existen


normas expresas que sancionan civil y penalmente al
maltrato psicológico, desde este último ámbito existe
impunidad, a pesar que constituye una flagrante afectación a
la integridad personal, justificándose su postergación a la falta
de determinación del daño psicológico expresado en días de
asistencia o descanso.

Para enfocar el problema debemos traer a colación lo


manifestado por José Diez Repolles, quien ha recalcado que
la integridad corporal o física ha constituido el objeto de
protección en el que siempre se ha coincidido por doctrina y
jurisprudencia, entendiéndose por ella el estado del cuerpo en
su concreta plenitud anatómico-funcional interna y externa,
resultando vulnerada a través de toda pérdida, inutilización,
menoscabo o desfiguración de cualesquiera órganos,
miembros o partes del cuerpo.

La mención de la integridad corporal y la salud como bien


jurídico protegido en los delitos de lesiones ha merecido una
amplia acogida; la adición de la salud se mostró desde un
principio como la vía a través de la cual se podían incorporar
explícitamente al ámbito de protección las alteraciones que
no supongan una afección a la integridad anatómico-
funcional, sin olvidar entre ellas a las de naturaleza psíquica.

El término lesión, de acuerdo a la apreciación de Candido


Conde, en su obra “Derecho Penal-Parte Especial” abarca
tanto las enfermedades físicas como las psíquicas, los
defectos que provengan de aquéllas o la pérdida de una parte
de la sustancia corporal e incluso mínimas alteraciones del
equilibrio somático-psíquico que no precisen asistencia
médica.

En consecuencia, el problema no radica en la falta o ausencia


de norma expresa, sino en cómo poder efectivizarla a fin que
el agresor (a) reciba la sanción correspondiente y por ende se
repare el daño causado.

Como sabemos, una lesión física se expresa en días de


asistencia o descanso, lo cual a su vez determina la
existencia de una Falta contra la Persona o un delito de
lesiones, todo esto en atención a las características propias
de la lesión que puedan implicar mayor o menor gravedad,
(mutilaciones de miembros u órganos, desfiguración grave o
permanente, etc).

Para entender la problemática analicemos el inc. 3ro del art.


121 del Código Penal vigente:
Art. 121.- El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la
salud, será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de tres ni menor de ocho años. Se consideran lesiones
graves:
Inc. 3º Las que infieren cualquier otro daño a la integridad
corporal o a la salud física o mental de la persona que
requiera treinta o más días de asistencia o descanso, según
prescripción facultativa.
La pregunta que surge en forma inmediata es ¿En la
actualidad el maltrato psicológico se expresa
cuantitativamente en días de asistencia o descanso a efectos
de poder aplicar la norma penal?
La respuesta es NO, en la actualidad el maltrato psicológico
sólo se expresa cualitativamente, así se determinan cuadros
de reacción ansiosa por violencia intrafamiliar, cuadros
depresivos, estrés, desórdenes psicóticos, dependencia
patológica de la figura del agresor (a), etc.

La trascendencia del problema supone no sólo la impunidad


del daño causado, sino que directamente incide en el
incremento del maltrato psicológico y en una virtual
vulneración de los Derechos Humanos.
Las causas de la ausencia de la valoración Médico Legal en
días de asistencia o descanso son múltiples, distinguiéndose
entre éstas: la falta de conciencia respecto de la
trascendencia del daño psicológico como deterioro de la
persona humana y atentado contra la integridad personal, la
ausencia de unidades de medidas de valoración del maltrato
psicológico y la falta de capacitación de los Psicólogos
Forenses encargados de valorar el maltrato psicológico
en días de asistencia o descanso.
Evidentemente, la ausencia de valoración Médico Legal
del Maltrato Psicológico expresado en días de asistencia o
descanso constituye una limitación a la ratio legis de la Ley
de Protección Frente a la Violencia Familiar, además de la
afectación de Derechos Fundamentales consagrados en la
propia Constitución Política del Estado.

Desde la perspectiva del ámbito civil el maltrato psicológico


luego de la formulación de la denuncia respectiva da lugar a
la iniciación de una investigación fiscal que puede concluir en
una audiencia de conciliación que determine el compromiso
del agresor (a) a cesar todo acto de violencia familiar en
contra de su víctima, acuerdo al cual la ley le da el carácter
de sentencia.

Por su parte desde la perspectiva del ámbito penal la


afectación de la integridad psíquica necesariamente debería
implicar una sanción al sujeto activo y una reparación civil a
favor de la víctima, todo lo cual en la actualidad resulta
inoperante.

De no resolverse inmediatamente el problema las


consecuencias seguirán materializándose en el incremento
de la falta de confianza en el ordenamiento jurídico y por que
no decirlo, en la propia administración de justicia, al no
encontrarse procesos legales eficaces que no sólo
promuevan el cese de la violencia familiar, sino que
adicionalmente impliquen una sanción efectiva al agresor (a).

2.TRASCENDENCIA DE LA VALORACIÓN DEL DAÑO


PSICOLÓGICO
La violencia familiar en cualquiera de sus manifestaciones
merece una atención especial desde perspectivas no sólo de
abordaje, sino preferentemente desde el campo de la
prevención.

Los niños o adolescentes que son víctimas o testigos de la


violencia al interior de sus hogares frecuentemente,
presentan además de una o más de las características
señaladas, trastornos de conducta escolar, dificultades en el
aprendizaje, deserción escolar, conflicto paterno-filial, etc.

El tema del maltrato infantil (directo o indirecto) merece un


estudio específico, toda vez que los niños o adolescentes que
sufren o vivencian hechos de violencia intrafamiliar, adquieren
modelos de relación violentas, las cuales serán reproducidas
en sus futuras relaciones de pareja, tanto de forma activa
como pasiva., es por esto que muchos estudios han concluido
que en un alto porcentaje la niña del hoy que presencia la
violencia sufrida por su madre, será la víctima de la violencia
del mañana, en tanto que el niño del hoy que presencia la
agresión de su padre hacia su entorno familiar, en el futuro
también reproducirá dichas conductas, toda vez que en
ambos casos dichos comportamientos han perfilado su
personalidad y comportamiento.

De otro lado, debemos señalar que en nuestro país un alto


porcentaje de los adolescentes que infringen la ley penal
provienen de hogares disfuncionales, en los que la
violencia familiar ocupa un sitial preponderante en las
relaciones interpersonales de sus miembros, un caso
palpable es el de las llamadas “Pandillas Perniciosas”
que en realidad son la expresión de la violencia interna hacia
el medio exterior (sociedad) y que se refleja en actos
vandálicos que afectan la integridad física o propiedad de
terceros.

Desde los orígenes del hombre y de la medicina ha existido la


necesidad constante de realizar una adecuada evaluación del
daño sufrido por el hombre con el fin de establecer la
responsabilidad del culpable y determinar el castigo que
debería afrontar, además del pago que estaba obligado a
satisfacer.

La valoración médica del daño corporal no apareció en la


historia hasta el siglo XVI cuando se requirió en forma
explícita la participación pericial médica en los procedimientos
jurídicos.

En lo referente a responsabilidad civil extracontractual el art.


1969 del Código Civil peruano señala lo siguiente:
”Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está
obligado a indemnizarlo. El descargo por falta de dolo o culpa
corresponde a su autor”.
El término daño supone la noción de un menoscabo o
detrimento sobrevenido respecto de una situación previa más
favorable. En derecho se emplea como sinónimo de perjuicio
sufrido por una persona, este perjuicio puede ser material o
moral (patrimonial o extramatrimonial).

Por su parte Gisbert Calabuig en su obra “Medicina Legal y


Toxicología”, señala que daño psíquico es todo aquel
deterioro de las funciones psíquicas producido
generalmente de forma súbita e imprevista, cuando puede
reclamarse jurídicamente una responsabilidad, porque en la
producción del mismo ha intervenido una conducta
intencional o imprudente, o bien cuando existen mecanismos
legales privados (seguros de accidentes) o de protección
social frente a los infortunios.

La valoración del daño corporal o psíquico implica siempre


para el médico legista un reto en el afán de coadyuvar a la
administración de justicia; los delitos contra la vida, el cuerpo
y la salud (homicidios, abortos, lesiones, exposición a peligro
o abandono de personas en peligro) o los delitos contra la
libertad sexual (violaciones o actos contrarios al pudor)
requieren de la apreciación profesional y técnica del
médico legista en aras de la determinación de la comisión
del delito y de la responsabilidad del sujeto activo, esto último
desde la perspectiva de las eximentes o atenuantes de la
responsabilidad penal.

De la misma forma que sucede con la valoración del daño


corporal, resulta imprescindible para aquellos que deben
proceder a la reparación del perjuicio causado la exacta
delimitación de la naturaleza y entidad del daño ocasionado,
vale decir, una justa valoración.
Evidentemente, esta justa valoración sólo puede efectuarse
por médicos, por cuanto se trata de una actuación pericial
que tiene por objeto la apreciación de un determinado
estado patológico y en la mayoría de las ocasiones su
relación con un determinado hecho.
3. ANÁLISIS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DEL ESTADO
FRENTE AL MALTRATO PSICOLÓGICO
El año de 1993 significó un año decisivo y trascendente en el
tema de la violencia intra-familiar, por cuanto como ya lo
hemos señalado significó en el país la primera vez que el
Estado desarrollaba una política estratégica en el tema.
Así se promulgó la ley 26260, llamada “Ley de Protección
Frente a la Violencia Familiar” por cuanto se entendía que la
familia como elemento natural y esencial de la sociedad debía
ser protegida, sin embargo, el transcurso de casi una década
de vigencia, con modificaciones en el camino, nos debe llevar
a reflexionar respecto si se han cumplido los objetivos
propuestos.
Si analizamos con detenimiento lo que fue materia del
Informe Nacional sobre la Aplicación de la Plataforma de
Acción de Beijing 1995-1999 podremos llegar a conclusiones
concretas respecto del tema.
En principio, cabe recordar que nuestro país en atención al
compromiso asumido en la IV Conferencia Mundial de la
Mujer realizada en Beijing, China en setiembre de 1995,
presentó en el año de 1999 un informe referente a las
acciones de seguimiento a la Plataforma de acción mundial
en mención.
De este documento, en lo que al tema de violencia familiar se
refiere se señaló que el Estado Peruano había creado
diversos mecanismos encargados de velar por el respeto de
los Derechos Humanos, especialmente de las mujeres y
niñas, así se contaba con un marco normativo sobre violencia
familiar orientado a garantizar mayor protección a la víctima y
mayor celeridad a los procesos.
Entre otros aspectos se había incorporado al maltrato
psicológico como una forma de violencia familiar, siendo un
punto relevante toda vez que constituía una de las formas
más comunes pero menos visibles de violencia.

En lo correspondiente al Código Civil por Decreto Legislativo


Nro. 768 de 1993 se había modificado la causal de “Sevicia”
para solicitar el divorcio o la separación, sustituyéndola por la
causal de “violencia física y psicológica”, en atención a que la
sevicia como tal era definida como “el trato cruel y reiterado”
lo cual resultaba difícil de probar en un proceso judicial.

Asimismo, al haberse reconocido a la violencia familiar como


un problema de salud mental constituía responsabilidad
primaria de la familia y del Estado y en ese sentido el
Gobierno había promulgado la ley Nro. 26842 “Ley General
de Salud”, de fecha 15 de julio de 1997, por la cual se
señalaba que toda persona tenía derecho a la recuperación y
rehabilitación.

Que, igualmente continuando con las políticas emprendidas


para la erradicación de la violencia familiar, el Gobierno
Peruano a través del Decreto Supremo Nro. 044-99-PCM, de
fecha 01 de enero del 2000 había declarado dicho año como
el “Año de la lucha contra la Violencia Familiar”, habiéndose
dispuesto que el Ministerio de Promoción de la Mujer y
Desarrollo Humano –PROMUDEH-, ahora Ministerio de la
Mujer y Desarrollo Social, en coordinación con los Ministerios
del Interior, Educación, Justicia y Salud defina acciones de
prevención y atención a la violencia familiar.
Igualmente se señaló que se había promovido la creación de
servicios de prevención y atención a las víctimas de violencia
familiar, Módulos de Atención Integral contra la violencia
familiar, Mesas Nacionales Multisectoriales para la atención y
prevención de la violencia, capacitación a los operadores, etc,
quedando como tarea pendiente, entre otras el “Promover el
análisis de las sentencias que a nivel nacional habían
resuelto casos de violencia familiar con la correspondiente
reparación del daño a la integridad psicosocial y a la dignidad
de la persona”.

Esta tarea pendiente como política pública es la que


justamente nos preocupa, por cuanto en lo que al maltrato
psicológico respecta no existe una reparación del daño
causado, si tenemos como punto de partida que esta
modalidad de violencia familiar no se penaliza al no
existir parámetros de medición que determinen
concretamente la magnitud del daño expresado en días
de asistencia y descanso.

En un estudio epidemiológico llevado a cabo en Lima


Metropolitana por el Ministerio de Salud (Oficina General de
Epidemiología) y la Universidad Nacional Federico Villarreal
se determinó lo siguiente:
Prevalencia del Maltrato Psicológico Prevalencia del Maltrato
Físico 35,0% 17,0%

De otro lado, en una encuesta realizada en julio de 1999 a


2,460 hogares ubicados en Lima Metropolitana a quienes se
preguntó ¿Cuál de estos tipos de violencia considera usted
que afecta más a una persona? se obtuvo la siguiente
respuesta:
Violencia Psicológica Violencia Física 67% 33%

Como vemos, aunque parezca difícil de creer la incidencia del


maltrato psicológico en relación al maltrato físico representa
más del doble, no obstante sólo éste último llega a las esferas
de la justicia penal y este hecho no obedece a que el maltrato
psicológico como tal no se encuentre penalizado, sino que
resulta consecuencia de la poca importancia que en materia
de políticas públicas se ha dado al tema, pues como hemos
visto, en el Informe Nacional sobre la Aplicación de la
Plataforma de Acción de Beijing se dejó como tarea
pendiente (pendiente incluso en la actualidad) el promover el
análisis de las sentencias que a nivel nacional habían
resuelto casos de violencia familiar con la correspondiente
reparación del daño a la integridad psicosocial y a la dignidad
de la persona.

En consecuencia, la orientación hacia la solución al problema


no puede ser otra que la de propiciar la elaboración de tablas
de medición del daño psicológico, para lo cual será necesario
un trabajo concertado entre los sectores involucrados en el
tema, como son: Salud, Justicia, Poder Judicial, Ministerio
Público, Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, Colegios
Profesionales (Colegio Médico, Colegio de Psicólogos), entre
otros, o en todo caso la calificación del daño psicológico
desde la perspectiva cualitativa, para la cual resultará
necesario la reforma del aludido art. 121 del Código Penal.

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