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ARTE EGIPCIO - BANQUETE EN HONOR DE LOS DIFUNTOS DE LA

TUMBA DE NEBAMUN (Imperio Nuevo)

Obra/Título: Banquete en honor de los difuntos de la Tumba de Nebamun.


Autor: Anoó nimo. Artesanos sin categoríóa social en la eó poca.
Cronología: 1400 a.C.
Periodo: Arte egipcio
Tendencia de la obra/Estilo: Imperio Nuevo. XVIII Dinastíóa
Técnica/Soporte: Obra pictoó rica realizada con la teó cnica de la pintura al fresco que recubríóa los muros de la tumba de un
alto dignatario.
Descripción: Se trata de las pinturas de una de las tumbas que los egiptoó logos no han podido identificar totalmente. Es una
tumba tebana que pertenecioó a un oficial que ostentaba el tíótulo de “escriba y contador de grano” cuyo nombre es Nebamuó n, y
por el estilo de la tumba se deduce que podríóa corresponder al reinado de Amenofis III. Seríóa descubierta la tumba en 1820
por Giovanni d´Athanasi, y por orden de Henri Salt seríóan retiradas las pinturas, donde una parte de ellas se localizan en el
British Museum. La escena del banquete, se puede ver que todos, comensales y muó sicos, llevan sobres sus cabezas, unguü entos
perfumados. Deliciosas bailarinas, vestidas uó nicamente con collares y estrechos cinturones de oro, baten palmas, mientras
danzan graciosamente, con exquisita ligereza. La mayor parte de las figuras estaó n de perfil, En cambio dos de los muó sicos,
sentados en cuclillas, inesperadamente miran directamente al espectador y todas las figuras, en cuclillas, nos ensenñ an la
planta de los pies. Desde el punto de vista religioso la asociacioó n de los faraones con el fusionado dios supremo Amoó n-Ra
supuso, la larga, una amenaza para su autoridad al crecer el poder de la clase sacerdotal destinada al culto de dicha divinidad,
vieó ndose obligados los soberanos a tener que depender del estamento religioso para mantener su poder. El intento de
sometimiento de dicha clase sacerdotal por parte de Amenofis IV, Akhenatoó n, mediante la ruptura con la tradicioó n del culto a
Amoó n al proclamar su fe en Atoó n, dios uó nico de caraó cter solar, supuso un pareó ntesis en las tradiciones religiosas, sociales y
artíósticas del paíós, justo despueó s de la eó poca en que fueron pintadas estas escenas. Procede de la Tumba de Nebamon, Tebas.
En cuanto a las formas vemos que hay un predominio del dibujo sobre el color, en este sentido las imaó genes se construyen
baó sicamente a traveó s de líóneas que enmarcan los diferentes cuerpos de personas, animales y objetos. En cualquier caso,
vemos una abundancia de color, con gran contraste entre tonos fríóos y caó lidos, sin embargo, no existe gradacioó n del color, no
aparecen sombras, son colores planos, muy luminosos y con mucha armoníóa pero no logran crear la ilusioó n de volumen en los
cuerpos representados. Tampoco se da una representacioó n del espacio, los fondos son planos sin hacer ninguna referencia al
paisaje natural o arquitectoó nico, tambieó n se observa la carencia en el uso de la perspectiva, asíó como distintos puntos de fuga.
En la segunda escena, las bailarinas se muestran maó s pequenñ as que los muó sicos dando la impresioó n de que se encuentren en
un plano mucho maó s alejado. Tampoco se utiliza ninguó n tipo de perspectiva aeó rea, con colores difuminados o maó s
blanquecinos que creen la ilusioó n de profundidad. Los planos del fondo estaó n como vemos llenos de inscripciones jeroglíóficas
que hacen referencia a la vida del mismo Nebamun. En cuanto a su estructura interna predomina una composicioó n marcada
por cierto uso de la simetríóa y centralidad. Las figuras se representan con cierto movimiento, que resulta de la utilizacioó n de
ciertos convencionalismos, como las una pierna adelantada, o la posicioó n de los brazos extendidos a cada lado del cuerpo, se
aplica la Ley de la Frontalidad, que se observa por la disposicioó n del torso de frente, mientras que la cabeza y las
extremidades se muestran de perfil, aunque en la escena del Banquete, se ve un avance maó s ya que las bailarinas, se muestran
totalmente de perfil, con formas sinuosas, en disposicioó n diagonal y en posturas de equilibrio con pies alzados, que acentuó an
maó s la sensacioó n del dinamismo y del ritmo de la danza que sin duda es lo que maó s atrae la atencioó n de este panñ o del muro.
Otro convencionalismo que se repitioó en toda la pintura egipcia fue la falta de expresioó n o hieratismo, que convertíóan a estas
imaó genes en algo atemporal e inmutable.
Material: Pigmentos de tierra molidos y mezclados con agua pura, se aplican sobre una argamasa reciente de cal y arena,
mientras la cal estaó auó n en forma de hidroó xido de calcio. Debido al dioó xido de carbono de la atmoó sfera, la cal se transforma en
carbonato caó lcico, de manera que el pigmento cristaliza en el seno de la pared.
Dimensiones: 76 cm de alto.
Género artístico/función y significado: FUNERARIO/ORNAMENTAL Los asuntos de las pinturas murales decorativas de las
caó maras funerarias, consistíóan en relatos mitoloó gicos del Libro de los Muertos y escenas de la vida cotidiana, sobre todo las
que maó s hubieran de servir para manutencioó n, entretenimiento y solaz del difunto en la otra vida, seguó n la creencia de los
egipcios. La pintura mural al fresco teníóa la misma funcioó n que el relieve y servíóa para decorar las paredes de las tumbas con
escenas de la vida cotidiana egipcia: trabajos agríócolas, caza y pesca, banquetes, bailes etc. Decorar la tumba y ayudar al
difunto a alcanzar la eternidad.
Localización: British Museum. Londres. REINO UNIDO

Con la instauracioó n del Imperio Nuevo, a partir de la Dinastíóa XVIII, la sociedad y las artes van a vivir su momento de maó ximo
esplendor, representando esta eó poca la tercera edad de oro de Egipto. Una vez expulsado los Hicsos el paíós se unifica de nuevo
bajo soberanos fuertes, extendiendo sus fronteras desde el EÉ ufrates hasta el Sudaó n.

Se conservan muchas tumbas del períóodo del Imperio Nuevo. Los faraones y la aristocracia dejaron de construir las tubas
monumentales que podíóan ser profanadas y saqueadas por los ladrones. Los difuntos fueron enterrados en lo maó s profundo
de las caó maras excavadas en las rocas de las montanñ as de los valles, disimulando cuidadosamente las entradas. Pero incluso
las tumbas reales del Valle de los Reyes, ubicadas al oeste de Tebas, fueron invariablemente descubiertas y expoliadas. Soó lo se
conservan las decoraciones de las paredes. En las magnificas pinturas de la tumba de Nebamon de Tebas (dinastíóa XVIII) hay
una escena de banquete, en la que todos, comensales y muó sicos, llevan sobres sus cabezas, unguü entos perfumados. Deliciosas
bailarinas, vestidas uó nicamente con collares y estrechos cinturones de oro, baten palmas, mientras danzan graciosamente, con
exquisita ligereza.

La mayor parte de las figuras estaó n de perfil, En cambio dos de los muó sicos, sentados en cuclillas, inesperadamente miran
directamente al espectador y todas las figuras, en cuclillas, nos ensenñ an la planta de los pies. En esta misma tuba hay otra
magníófica pintura en la que se vuelve a demostrar el dominio de la teó cnica en esta eó poca: Nebamon cazando aves.

Desde el punto de vista religioso la asociacioó n de los faraones con el fusionado dios supremo Amoó n-Ra supuso, la larga, una
amenaza para su autoridad al crecer el poder de la clase sacerdotal destinada al culto de dicha divinidad, vieó ndose obligados
los soberanos a tener que depender del estamento religioso para mantener su poder. El intento de sometimiento de dicha
clase sacerdotal por parte de Amenofis IV, Akhenatoó n, mediante la ruptura con la tradicioó n del culto a Amoó n al proclamar su
fe en Atoó n, dios uó nico de caraó cter solar, supuso un pareó ntesis en las tradiciones religiosas, sociales y artíósticas del paíós, justo
despueó s de la eó poca en que fueron pintadas estas escenas.

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