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Con la instauracioó n del Imperio Nuevo, a partir de la Dinastíóa XVIII, la sociedad y las artes van a vivir su momento de maó ximo
esplendor, representando esta eó poca la tercera edad de oro de Egipto. Una vez expulsado los Hicsos el paíós se unifica de nuevo
bajo soberanos fuertes, extendiendo sus fronteras desde el EÉ ufrates hasta el Sudaó n.
Se conservan muchas tumbas del períóodo del Imperio Nuevo. Los faraones y la aristocracia dejaron de construir las tubas
monumentales que podíóan ser profanadas y saqueadas por los ladrones. Los difuntos fueron enterrados en lo maó s profundo
de las caó maras excavadas en las rocas de las montanñ as de los valles, disimulando cuidadosamente las entradas. Pero incluso
las tumbas reales del Valle de los Reyes, ubicadas al oeste de Tebas, fueron invariablemente descubiertas y expoliadas. Soó lo se
conservan las decoraciones de las paredes. En las magnificas pinturas de la tumba de Nebamon de Tebas (dinastíóa XVIII) hay
una escena de banquete, en la que todos, comensales y muó sicos, llevan sobres sus cabezas, unguü entos perfumados. Deliciosas
bailarinas, vestidas uó nicamente con collares y estrechos cinturones de oro, baten palmas, mientras danzan graciosamente, con
exquisita ligereza.
La mayor parte de las figuras estaó n de perfil, En cambio dos de los muó sicos, sentados en cuclillas, inesperadamente miran
directamente al espectador y todas las figuras, en cuclillas, nos ensenñ an la planta de los pies. En esta misma tuba hay otra
magníófica pintura en la que se vuelve a demostrar el dominio de la teó cnica en esta eó poca: Nebamon cazando aves.
Desde el punto de vista religioso la asociacioó n de los faraones con el fusionado dios supremo Amoó n-Ra supuso, la larga, una
amenaza para su autoridad al crecer el poder de la clase sacerdotal destinada al culto de dicha divinidad, vieó ndose obligados
los soberanos a tener que depender del estamento religioso para mantener su poder. El intento de sometimiento de dicha
clase sacerdotal por parte de Amenofis IV, Akhenatoó n, mediante la ruptura con la tradicioó n del culto a Amoó n al proclamar su
fe en Atoó n, dios uó nico de caraó cter solar, supuso un pareó ntesis en las tradiciones religiosas, sociales y artíósticas del paíós, justo
despueó s de la eó poca en que fueron pintadas estas escenas.