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Una pareja caminaba abrazada por la calle más céntrica de la capital del
oeste. Se detuvieron a las puertas de aquél local tan exclusivo al que sólo
9951 AUTORES. las personas del más alto nivel, tanto económico como social tenían
150623 acceso, y después de cruzar unas palabras con el portero, se dirigieron al
MIEMBROS. interior.
23528 FANFICS.
169761 En la acera de enfrente, un automóvil deportivo último modelo de la
CAPITULOS. factoría Capsule Corp. acababa de detenerse. A los pocos segundos, una
mujer descendía de él, encapsulaba su automóvil, lo metía en su bolso y
empezaba a cruzar la calle en dirección al local, provocando que más de
un automovilista se quedara parado siguiendo con la mirada a aquella
despampanante mujer. Bulma se enorgullecía de causar tanta admiración
Fan c y continuó caminando dispuesta a comerse el mundo esa noche.
- Lo siento, James, pero tengo que irme ya - Contestó Bulma con aires de
disculpa.
- Será mejor que te marches, James. Recuerda que soy una persona
bastante in uyente y no me gustaría tener que recurrir a los guardias de
seguridad del local para que dejes de molestarme. - Contestó Bulma con
aparente tranquilidad.
Vegeta escuchó un ruido fuera de la cámara y salió para ver qué ocurría.
Vegeta se giró y jó la vista en sus ojos. Ella se aproximó poco a poco a él,
le correspondió la mirada y fue acercando lentamente su rostro hacia el
suyo hasta que sus labios se unieron. Al principio, fue un beso lento y
suave, hasta que Vegeta tomó la iniciativa y empezó a besarla
desenfrenadamente, con furor y pasión. Sus lenguas se entrelazaban,
mientras que él empezaba a acariciarla por encima del vestido con una
mano, y los dedos de la otra se perdían en el suave cabello de Bulma. Los
brazos de la mujer se habían agarrado al cuello del Vegeta, logrando
enredar sus manos en su alborotado pelo.
Ella emitió un leve gemido mientras que Vegeta iba bajando desde su
cuello hasta encontrarse con su escote, comenzó a acariciar con su
lengua y sus labios toda esa zona y Bulma echó hacia atrás su cabeza y
cerró los ojos, disfrutándolo.
Las palabras del hombre con esa voz tan varonil y llena de deseo,
provocaron que Bulma respondiera casi sin pensarlo: - ¡Oh...Vegeta...quiero
sentirte ya..!.-
Sin pensárselo dos veces, la llevó hasta la cama y la tumbó en ella. Rasgó
sin esfuerzo el vestido que se encontraba alrededor de la cintura de
Bulma y lo lanzó al suelo. Sin dejar de mirar el ahora completamente
desnudo y esplendoroso cuerpo de la mujer, se arrancó los pantalones y
los boxer con rapidez y dejó al descubierto su sexo. La erección de su
pene estaba al máximo provocada por la enorme excitación que sentía. Se
echó encima de ella y comenzó a besarla de nuevo con lujuria y pasión,
primero en los labios y luego fue bajando hasta sus pechos, su vientre y
sus muslos y sin dejar de recorrer con sus manos cada centímetro de la
piel de Bulma. Ella lo apretaba contra su cuerpo y rodeó con sus piernas
la cintura del hombre, mientras acariciaba su cabello y su espalda sin
parar. Vegeta volvió a su rostro y la besó de nuevo y ella aprovechó la
ocasión para tomar entre una de sus manos el pene del hombre y
comenzó a mover sus dedos desde la punta hasta el nal, rozando sus
testículos al pasar. El príncipe ya no aguantó más. Arrebató su miembro de
entre los dedos de la mujer y lo dirigió hacia el sexo de Bulma. Lo fue
introduciendo
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entiendo
igual que la de Vegeta, que había comenzado a moverse dentro de ella.
No podía parar de hacerlo. Las uñas de la mujer se clavaron en su
espalda. El aumentó el ritmo e hizo que sus embestidas fueran más
intensas y duras. Ella lanzaba pequeños gemidos a cada movimiento del
saiyajin y él apretaba sus pechos y le daba pequeños mordiscos en el
cuello que la hacían volverse loca.
Ella sintió que la invadía de nuevo ese inmenso placer. Cerró los ojos y
gritó sin importarle el tono, mientras que un poderoso orgasmo la recorría
todo el cuerpo.
Bulma hizo lo mismo y apoyó su cabeza en el pecho del hombre que aún
respiraba con algo de agitación. Rodeó con su brazo el torso de Vegeta, y
a los pocos minutos, ambos se quedaron profundamente dormidos.
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