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Observación
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Observación
El propósito de este estudio es explorar algunos aspectos de la gramática del nahuatl clásico. Usaremos como
base los vocabularios y gramáticas de esa lengua redactados por los cronistas españoles en los siglos 16 y 17,
así como el canon literario de los pueblos nahuas.
Para facilitar su correcta pronunciación, los términos del nahuatl se escriben con ortografía fonética, por lo que
se deben leer tal como están escritos, según los valores actuales de las letras del español. Se exceptúan casi
todos los aztequismos (términos del nahuatl incorporados al español, tales como Nahuatl, Anahuac, Mexicas,
Teotihuacan, etcétera) y los hispanismos (términos del español incorporados al nahuatl), los cuales se escriben
con ortografía popular.
Todas las palabras de más de una sílaba se pronuncian con acento llano o grave. Debido a que el nahuatl es una
lengua monotonal, tal acento no se escribe. También se omiten los acentos ortográficos de los aztequismos.
• Los componentes son los términos que se aglutinan para formar otro, deslindados mediante paréntesis (); por
ejemplo: (Koska)kuau’tli, buitre.
• Los elementos son las unidades gramaticales de un término, deslindadas mediante guión (–); por ejemplo: Te-
kua-ni, animal feroz.
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• Las unidades fonéticas son los fonos, fonemas y sílabas del término, deslindadas mediante corchete []; por
ejemplo: [A]katl, caña.
• El signo de suma (+) expresa la aglutinación de términos o su unión en una frase; por ejemplo: Ketsalli +
Koatl.
• El signo de igualdad (=) expresa el resultado de la unión anterior o la sinonimia entre dos términos; por
ejemplo: Pantli = Pamitl, bandera.
• El signo “mayor que” (>) establece una relación causal entre términos; por ejemplo: Ka, ser > Onka, estar.
• La barra diagonal (/) destaca la diferencia semántica entre dos términos; por ejemplo: Ketsalli, pluma fina /
Kecholli, pluma.
Las lenguas constituyen el legado de las experiencias de un pueblo. Cuando se pierde una lengua, se cierra una
ventana al Universo. Esto se aplica con más razón a una lengua como el nahuatl, heredera de los logros
materiales y espirituales de los pueblos del México antiguo.
El nahuatl es una de las lenguas más representativas de Anahuac (Mesoamérica). Durante su etapa prehispánica
intercambió con otras lenguas, dio a luz a variedades y dialectos, desarrolló una literatura que la elevó a alturas
clásicas, fue usada como lengua franca, comercial y diplomática, jugó un papel protagónico en la historia y
soportó el impacto de la invasión europea.
Durante la Colonia, se usó tanto con propósitos de evangelización como de resistencia cultural, adquirió
refinamientos y vocabularios, y se extendió demográfica y territorialmente. Pero, a partir de la Independencia,
comenzó a declinar y entró en un proceso de dialectización.
En la actualidad, gracias al activismo de algunos investigadores y grupos nahuablantes, el nahuatl recobra nueva
vida, destacando como un emblema de la identidad profunda de los mexicanos.
Para comprender la lengua nahuatl, hemos de entender primero ese fenómeno al que llamamos “lengua”. La
lengua es el resultado de la conjugación de tres factores: la biología, la cultura y la historia.
Desde tiempos remotos, el ser humano ha tratado de explicar el origen del habla. Según la Biblia, Dios creó al
Universo mediante la palabra, y creó al ser humano con una lengua incorporada. Por su parte, el Popol Vuj,
libro sagrado de los mayas, afirma que la Serpiente Emplumada creó a los seres vivos con el objeto de que
aprendieran a pronunciar el nombre divino, y midió el desarrollo de lo humano a través de la capacidad
de hablar.
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¹ Por ejemplo, los monos de Campbell, en Costa de Marfil, pueden emplear seis palabras en nueve secuencias
sintácticas para referirse a significados específicos.
La ciencia moderna ha comprobado que el habla tiene un origen biológico. Muchos mamíferos se comunican
mediante sonidos y algunos son capaces de disponerlos en una primitiva sintaxis¹. Los fósiles indican que la
capacidad de articular sonidos de tipo humano surgió hace 2 millones de años, gracias a una mutación en la
glotis de nuestros antepasados; es probable que, por entonces, surgieran las primeras lenguas. El siguiente paso
ocurrió hace 200 mil años, cuando otra mutación creó un gen que controla el habla. Tal origen natural explica la
instintiva propensión de los niños a comunicarse mediante sonidos y a ordenar los significados de determinada
manera², y la notable homogeneidad que tienen todas las lenguas de la tierra, desde el punto de vista estructural.
Pero la biología solo pone las herramientas y la necesidad de comunicarse; la forma y contenidos de la lengua
son un resultado cultural. Entre lengua y cultura existe un proceso de realimentación: la lengua se nutre de los
logros y frustraciones de la cultura, en tanto la cultura adopta y extiende la sintaxis o estructura de la lengua.
Puesto que cada cultura experimenta el Universo de modo específico, las lenguas pueden llegar a ser muy
diferentes, desde el punto de vista semántico o significante.
Sin embargo, los aportes de la cultura a la lengua no ocurren de una vez, sino que se distribuyen en el tiempo.
De modo que, el tercer factor a tomar en cuenta para entender la lengua, es el histórico. Así como la cultura
define la lengua, las contingencias históricas la indefinen o modifican, haciendo que, con el tiempo, una lengua
se transforme en otra. Como este fenómeno no se conocía en la antigüedad, la Biblia intenta explicarlo,
afirmando que las lenguas surgieron de una vez, la noche en que Dios castigó a los malvados constructores de la
torre de Babel.
En su lento proceso de formación, las lenguas recogen las vicisitudes por las que pasan los pueblos, de modo
que son una valiosa herramienta para comprender la historia, con una ventaja sobre los libros de historia: en
tanto estos se pueden falsear por accidente o a propósito, la lengua es honesta.
Por su origen, las lenguas se clasifican en naturales y artificiales. Las naturales, como el español y el nahuatl,
son un producto espontáneo, se forman lentamente y tienen una evolución predecible. Las artificiales, también
llamadas auxiliares, como los idiomas cibernéticos, son construcciones deliberadas; por lo general, no
evolucionan, pero pueden dar el paso a la naturalidad, tal como le ocurrió al esperanto.
Desde un punto de vista cualitativo, hay dos tipos de lenguas: populares y cultas. Las populares son aquellas
que no han formulado sus reglas de modo explícito, como el nahuatl y el maya que se hablan en la actualidad.
Las cultas son las que desarrollan una literatura que les da formato y contenido, como el nahuatl y el maya de
tiempos prehispánicos. Si una lengua culta se hace punto de referencia de una cosmovisión, se califica de
clásica. Si, además, es adoptada por una religión, se sacraliza, lo que retarda la velocidad a la cual evoluciona;
ejemplos de este fenómeno son el latín medieval, el sánscrito, el hebreo, el árabe y el nahuatl clásico.
Desde un punto de vista morfológico, las lenguas se clasifican en incorporativas, aislantes y neutras. Las
incorporativas tienden a unir varios términos³, como el título divino nahuatl Tlawiskalpanteku’tli, el señor de
la casa del alba, compuesto de tres términos. Por el contrario, las aislantes tienden a pronunciar las raíces y
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partículas modificadoras por separado, como en la expresión maya Jun Chan kin tu Kan Ik tun, el día 1
Lagartija del año 4 Viento. Las lenguas neutras equilibran la incorporación y el aislamiento, produciendo
términos de unas pocas sílabas, como en la frase zapoteca Gulanu diidshasá, salvemos al idioma zapoteco.
1.4 Reglas
Toda lengua se compone de un conjunto de reglas y un conjunto de vocabularios. Las reglas son de tres tipos:
Al igual que en español, los términos del nahuatl se componen de una raíz a la que se añaden partículas que
aplican su sentido y le dan característica gramatical; por ejemplo, la raíz Kual, relativa a lo bueno, da origen al
sustantivo Kuallotl, bondad, al adjetivo Kualtik, bueno, al adverbio Kualtika, buenamente, y al verbo
Kualtilia, mejorar.
Las categorías gramaticales del nahuatl no siempre coinciden con las del español; así, en español tenemos modo
verbal infinitivo y en nahuatl no; en cambio, el nahuatl posee sustantivos con función verbal, de los que carece
el español. Esto genera un problema pues, a veces, no existen en la nomenclatura gramatical del español
términos que describan apropiadamente ciertas características del nahuatl. El asunto se resolvería si creáramos
una taxonomía exclusivamente nahuatl, pero esta sería poco comprensible para el lector.
En este estudio llegamos a una solución intermedia: adoptamos las categorías gramaticales similares del
español, especificando los sentidos particulares en que se emplean, y creamos algunas categorías nuevas cuando
resulta necesario.
1.5 Vocabularios
El segundo componente de la lengua son los vocabularios, paquetes de términos relacionados por su función
que reciben el nombre técnico de stocks lingüísticos.
Las lenguas son como seres vivos: nacen, se desarrollan, a veces se reproducen y, con el tiempo, mueren. Toda
lengua cambia en todo momento. Aunque quizás no nos demos cuenta, nuestra forma de expresarnos ha variado
a través de la vida, y esto es más evidente a lo largo de las generaciones.
Pero el cambio de la lengua no es uniforme, pues no todos sus vocabularios evolucionan a la misma velocidad.
Algunos, como los stocks científico y tecnológico, son muy dinámicos; prueba de ello es la profusión de
términos cibernéticos que se han inventado en las últimas décadas, muchos destinados a una rápida extinción.
Otros stocks, como los relativos al parentesco, las partes del cuerpo, la agricultura y la religión, son más
conservadores; por ejemplo, en la actualidad seguimos empleando términos como Cristo, Mesías, Dios, Jehová,
Parusía, Ostia, Misa, Amén, Biblia, etcétera, aunque pertenecen a diversas lenguas anteriores al español.
La evolución de los vocabularios puede alterarse debido a las circunstancias. Así, la evangelización cristiana
reemplazó y extinguió rápidamente los stocks mítico y sagrado de las lenguas indoamericanas, pese a su
resistencia intrínseca.
Si no hay presiones ideológicas o de otro tipo, los cambios masivos de la lengua ocurren a una tasa fija; la
técnica que la mide se llama Glotocronología o medida de la deriva glotal. Se ha observado que, en
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circunstancias normales, una lengua pierde del 15 al 20 % de sus raíces por milenio, inventando o importando
otras tantas raíces para ocupar los espacios vacíos. Después de 2 mil años, la lengua ha cambiado tanto, que
resultaría inentendible para sus primeros hablantes; es así como una lengua da origen a otra.
En las circunstancias que se dieron tras la invasión europea, la deriva de las lenguas americanas se aceleró.
Como resultado, en los últimos 500 años, el nahuatl ha cambiado tanto como el español en su milenio de
historia. Por eso, en la actualidad, las lenguas de origen americano presentan variaciones notables en estructura
y extensión con respecto a sus versiones prehispánicas.
La deriva glotocronológica implica que, tarde o temprano, toda lengua se extingue. Sorprendentemente, el
renacimiento del vasco y el hebreo clásico en el siglo 20 ha demostrado que, en ciertas circunstancias, una
lengua muerta o casi muerta puede resucitar.
Si vamos a ser puristas, en el mundo se habla y siempre se ha hablado una sola lengua: la humana. De no ser
por las migraciones de los pueblos, que introducen cuñas lingüísticas en territorios de otra lengua, podríamos
viajar de un extremo al otro de la Tierra y de la historia sin encontrar el límite entre dos lenguas. Sin embargo,
si analizamos dos sitios alejados por la geografía o la historia, lo más probable es que sus moradores no se
entiendan entre sí; a esa distinción, producto de la imperceptible acumulación de mutaciones, le llamamos
“lengua”.
Debido a que unas son modificaciones de otras, las lenguas están emparentadas; así, el español es hijo del latín,
hermano del portugués y primo del francés. Esos vínculos se adentran en el tiempo, abarcando lenguas cada vez
más distantes. En última instancia, todas las leguas que hoy se hablan parten de una, hablada hace más de cien
mil años en el norte de Sudáfrica. Eso no significa que aquella fuera la lengua “original”, sino que las demás
que existían por entonces se han extinguido.
El foco del que descienden las lenguas hoy habladas se ha podido ubicar gracias al estudio de la deriva
fonológica (de los sonidos). Las lenguas más ricas en sonido son las del sur de África; a medida que nos
alejamos de ese foco, siguiendo las rutas de las antiguas migraciones, van perdiendo fonemas. Las lenguas más
pobres en sonido son las del extremo sur de Sudamérica, pues ese territorio fue el último en ser habitado por el
ser humano. Aclaremos que la pérdida de sonidos no implica detrimento alguno en la capacidad de comunicar,
y no debe tomarse como indicador del nivel de desarrollo de una lengua o de sus hablantes.
⁴ No hay que confundir los conceptos territorial y lingüístico de Indoamérica. En América conviven varios
troncos lingüísticos.
El más amplio grado de parentesco reconocible entre las lenguas es el tronco lingüístico. Se aplica a un grupo
de lenguas que tienen un antepasado común distante o prehistórico. Por ejemplo, el español, el ruso, el griego,
el anatolio y el sánscrito pertenecen al tronco Indoeuropeo, mientras que el nahuatl, el maya, el arahuaco, el
guaraní y el quechua pertenecen al tronco Indoamericano o Amerindio⁴.
Desde el punto de vista del número de lenguas producido en tiempos históricos, el tronco Indoeuropeo es el más
extenso del planeta, seguido por el tronco Indoamericano. Entre ambos existen relaciones de parentesco lejano,
como evidencian más de 100 raíces comunes entre el nahuatl y el español; he aquí unos ejemplos:
Tapetl, tapete
Mana (arcaico), mano
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Teotl, dios
Sentli, semilla
Molinia, moler
Piloa, apilar
Tolli, tallo
Metstli, mes
Kashitl, caja
Tepilo, hilo
Kopina, copiar
El siguiente grado de parentesco es la rama o familia lingüística, aplicable a un grupo de lenguas que tienen un
antepasado común histórico. Debido a que su desgajamiento es más reciente, comparten una gran cantidad de
raíces y estructuras comunes. Por ejemplo, el latín, el italiano y el rumano pertenecen a la familia Romance, del
tronco Indoeuropeo, mientras que el huichol, el cora y el nahuatl pertenecen a la familia Utoazteca, del tronco
Indoamericano.
El grado de parentesco lingüístico más estrecho se establece entre ese conjunto de variedades al que llamamos
“lengua”. Esto nos obliga a aclarar lo siguiente:
Al hablar de “lengua” estamos generalizando, la lengua solo existe en teoría; en la práctica, cada uno de
nosotros habla una variedad lingüística, pues nadie nadie aplica con absoluta pureza todos los vocabularios y
reglas de su lengua. Los médicos, científicos, artistas, políticos, teólogos y demás profesionales tienen jergas
propias; asimismo, hay modalidades de habla infantil y adulta, familiar y formal, común y culta, profana y
sacramental; algunas lenguas, como el nahuatl, tienen modos femenino y masculino. La variedad lingüística
llega hasta el individuo, pues no hay dos personas que hablen exactamente igual; e incluso nos afecta en lo
personal, pues, por más que tratemos de ser congruentes, por lo general pensamos, hablamos y escribimos de
modos diferentes.
Podemos definir que una lengua es un conjunto de variedades lingüísticas que reconocen unas reglas comunes.
Por ejemplo, el chilango, el dominicano y el rioplatense son variedades del español, pues, aunque sus usuarios
pronuncian las palabras con tonos distintos, las escriben de un mismo modo.
Las variedades surgen, principalmente, por el paso del tiempo, la influencia de otra lengua, la lejanía, el
aislamiento, la profesión, la religión, la clase social, la edad y el género.
En tanto comuniquen con eficiencia, no hay lenguas superiores e inferiores. Tampoco hay lenguas originales,
madres o puras, y otras mezcladas o derivadas; toda lengua natural deriva de una anterior y se compone de una
mezcla de elementos propios y foráneos. Eso significa que todo término de toda lengua natural fue, en su
momento, una palabra mal pronunciada.
Pero sí existen procesos de cultivo y deterioro de la lengua. Una lengua se cultiva en la medida en que
normaliza sus reglas y amplía su vocabulario, y se deteriora cuando se dialectiza.
La dialectización es consecuencia de la indefinición de las reglas, cosa que suele ocurrir cuando la lengua no
está respaldada por una autoridad, tal como es la Real Academia para el español. Un dialecto es una variedad
que se desgaja de su lengua originaria y comienza a reformular sus reglas gramaticales y sintácticas. El portuñol
es un dialecto del español y el pipil un dialecto del nahuatl, ya que no se atienen a las reglas de las lenguas que
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les dieron origen. La forma práctica de distinguir la lengua del dialecto es como sigue: quienes hablan dos
dialectos procedentes de una misma lengua se entienden entre sí, pero, quienes hablan lenguas diferentes no se
entienden, a menos que las estudien.
Si se dan las condiciones apropiadas, un dialecto puede apartarse tanto de su lengua natal, que da origen a una
nueva lengua. Todas las lenguas naturales han surgido de este modo; por ejemplo, el Pochuteco comenzó siendo
un dialecto del nahuatl, pero, tanto por la lejanía del grueso de la población nahuablante como por la cuña que
introdujo el español en el corazón de Anahuac, hace cuatro siglos se transformó en lengua propia.
⁵ El fenómeno de la regresión étnica consiste en que, sociedades que alcanzaron una estructura nacional o
estatal, como las de Mesoamérica, regresan a formas de organización basadas en la etnia.
El proceso de dialectización no es intrínsecamente negativo, excepto porque detiene el cultivo de la lengua. Sin
embargo, si se induce de manera forzada, sea por el abandono de las instituciones, la pérdida de literatura, la
regresión étnica⁵ o la aculturación explícita, entonces sí se transforma en un fenómeno indeseable, ya que
destruye valores culturales y porciones de la memoria histórica.
En Latinoamérica se suele llamar “dialecto” a todas las lenguas de origen americano. Tal uso es doblemente
impropio, pues, por un lado, posee una connotación despectiva que las injuria, así como a sus hablantes, y, por
el otro, no describe la complejidad lingüística de esta región. En América, como en el Viejo Mundo, se
desarrollaron troncos lingüísticos, familias, lenguas, variedades y dialectos.
Nawatl significa fluido, armonioso, y, por extensión, lengua. Los nahuablantes le llaman al español Nawatl
kastillan, la lengua de Castilla. Por lo tanto, la expresión “lengua nahuatl” es un pleonasmo o definición
innecesaria, pero la usamos porque se ha hecho habitual.
¹ Más conocidos como “aztecas”. El término azteca define a un conjunto de pueblos procedentes de la mítica
isla de Aztlán, en tanto el término “mexica” es específico de los moradores de México Tenochtitlan.
El nombre propio de esta lengua, tal como lo emplean hasta la actualidad muchos de sus usuarios, es Masewal
o Masewalla’tolli, habla popular; también se conoce como Meshi’katla’tolli, lengua mexicana o de los
mexicas¹. Poco a poco, las campañas de alfabetización están sustituyendo estos nombres tradicionales por el de
nahuatl, título de la cultura a la cual pertenece esta lengua.
El nahuatl forma parte del tronco lingüístico Indoamericano, el cual se desgajó del Viejo Mundo hace 13 mil
años, cuando terminó de entrar a América, a través del Estrecho de Bering, el último gran contingente humano
procedente de Asia. Poco después, el derretimiento de los glaciales dejó a América incomunicada, lo que generó
un proceso de desarrollo lingüístico enteramente endógeno o sin influencias externas.
² También se conoce como Yutoazteca o Yutonahuatl. Daniel Garrison Brinton, Rig Veda Americanus, 1890.
El tronco Indoamericano se divide en un centenar de familias que han producido 5 o 6 mil lenguas a través de la
historia, de las cuales sobreviven unas mil. Una de esas familias, a la que el antropólogo norteamericano Daniel
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Brinton llamó Utoazteca², conocida en la actualidad, está representada en la actualidad por una veintena de
lenguas habladas desde Nicaragua hasta la frontera de Canadá.
Hace aproximadamente 5 mil años, la familia Utoazteca comenzó a fragmentarse, resultando dos grupos
principales: el norteño, llamado Uto, y el sureño, llamado Sonorense. En el primer milenio antes de Cristo, el
grupo Sonorense se dividió en las subfamilias Corachol, Taracahita, Pimano y Nahua. En contacto con otras
lenguas de México - principalmente el totonaco, que influyó en su fonética -, la familia Nahua produjo lenguas
como el Nahuat, que quizás fue una de las lenguas de Teotihuacan y alcanzó su apogeo en el estado de Tula,
entre los siglos 8 y 12 de la era cristiana, el Pipil de Centroamérica, el Pochuteco de la costa del Pacífico, hoy
extinto, y una lengua extinta llamada por los investigadores Protonahuatl y por los mexicas Wewenawatl, el
habla de los antiguos, de donde deriva el nahuatl.
Se suele creer que el nahuatl es de origen mexica, pero no es así: los mexicas lo adoptaron tras su llegada a
Anahuac en el siglo 12 después de Cristo e hicieron obligatorio su aprendizaje, pues esta lengua representaba su
boleto de entrada a la Toltekayotl o comunidad civilizada.
Los pueblos que antecedieron a los mexicas les legaron algunos recuerdos sobre la formación de la lengua, que
quedaron plasmados en la siguiente observación de Boturini:
“El nahuatl o la lengua que hablaban los mexicanos no es suya, sino aprendida de otras naciones
antecedentes. Más bien se debía llamar Tolteca, porque esta nación la trajo desde su peregrinación,
habiéndola perfeccionado en la Tercera Edad.” (Historia General de la América Septentrional).
Los toltecas a los que se refiere la cita anterior son los moradores de la capital interétnica de Teotihuacan, la
cual extendió su hegemonía sobre todo el territorio mesoamericano durante la primera mitad del primer milenio
después de Cristo. La arqueología no ha podido determinar si los teotihuacanos hablaban wewenawatl, pero no
parece casual que el nahuatl se haya independizado como dialecto justo en el momento en que cayó
Teotihuacan, en el siglo 8 de la era cristiana - caída que dejó un vacío de poder que aprovecharon los estados y
lenguas locales.
Según han concluido algunos investigadores, el nahuatl surgió en algún lugar del sur del Estado de Nayarit y se
definió como lengua en el Valle de Anahuac, hacia el siglo 10 dC. Se trata, pues, de una lengua bastante joven,
con la misma edad aproximada que el español. A partir del siglo 11 comenzó a expandirse, llegando a
constituirse en la lengua oficial de los estados nahuas.
A medida que se extendía, el nahuatl común se iba refinando en respuesta a las necesidades de la cada vez más
compleja vida cortesana de la época. Esta tendencia se acentuó en los siglos 14 y 15, gracias al trabajo de
destacados literatos como Ayokuan de Huexotzingo, Temilotsin de Tlatelolco, Nesawalkoyotl y Nesawalpilli de
Texcoco, y los Tla’toani o representantes mexicas.
El interés de los poetas nahuas por su lengua era tal, que crearon universidades para su enseñanza, así como una
institución llamada Shochitl kuikatl tla’tokan, congreso de flor y canto, la cual funcionó a modo de “real
academia”, normalizando la fonética, el vocabulario y las reglas de la lengua mediante competencias de poemas
y discursos. De ese modo surgió la variedad llamada Tekpilli o Tekpilla’tolli, lengua noble, y Weltetla’tol o
Kualla’tolli, buen lenguaje, hoy conocida como nahuatl clásico.
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Este esfuerzo generó un canon literario del que sobreviven dos textos principales: unos sermones de carácter
sapiencial llamados Wewetla’tolli, pláticas de los antiguos, y una extensa colección de poemas y cantos de
carácter filosófico llamados Teukkuikatl, cantares de los señores.
El uso literario y cortesano dotó al nahuatl clásico de una serie de atributos, entre los cuales destacan los
siguientes:
³ Los gramáticos suelen llamar a estos tipos de términos “inanimados” y “animados”, respectivamente.
1. Es una lengua regular, pues sistematiza las reglas gramaticales y sintácticas presentes en el nahuatl común.
2. Es eufónica, pues procura el buen sonido mediante la simplificación de los sonidos y la aplicación de ciertas
reglas de eufonía que estudiaremos adelante.
3. Es elegante, pues tiene fórmulas para dignificar la expresión, denotar las calidades de las personas y
distinguir los términos personales de los impersonales³, y los animales de los humanos.
4. Es una lengua culta, pues su carácter franco le permitió nutrirse con los conocimientos atesorados por
numerosos pueblos.
5. Es rica en vocabulario, propiedad que se refuerza por su regularidad y su naturaleza incorporativa o
aglutinante, que le permite crear términos con facilidad, como observó el el Presbítero Aldama y Guevara:
“Procura manejar el Vocabulario, porque con su manejo te irás haciendo aún de más voces que las que en él
vieres. La razón es: porque esta lengua es pura etimologia y no tiene la multitud de anomalias que la española,
sino que es muy natural y regular en sus derivaciones.” (Arte de la Lengua Mexicana)
Estas características determinaron que, al final del período mexica, el nahuatl clásico llegara a distinguirse
notablemente del común, como afirma un gramático:
“Inin teopixqui ahmo quimomachtia in huel tetlahtol, in mexihcah tecpillahtolli, zan in macehuallahtolli –
algunos religiosos no conocían la buena lengua, la lengua noble de los mexicas, sino únicamente la lengua
popular”. (Horacio de Carochi, Gramática de la lengua mexicana, 1645.)
⁴ Un eje expansionista integrado por las ciudades de Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba, así como por numerosas
ciudades satélite.
⁵ Es notoria su presencia en los títulos divinos del Popol Vuj y el Chilam Balam, libros sagrados de los quichés
y yucatecos, respectivamente.
En el siglo 14, los reinos nahuas adoptaron el nahuatl clásico como lengua de dominio. A partir de 1438, con el
establecimiento de la Triple Alianza⁴, los ejércitos mexicas lo llevaron a pueblos alejados como los zapotecas,
totonacas y mayas del suroeste, imponiéndolo como lengua franca de Anahuac. Herencia de esa época es un
rosario de topónimos o nombres de pueblos y accidentes geográficos que aparecen a lo largo de Mesoamérica,
así como un gran número de términos del nahuatl que entraron al maya, el zapoteca, el quiché y otras lenguas⁵.
Paradójicamente, la máxima expansión territorial del nahuatl clásico se debió a los padres cristianos, quienes lo
adoptaron como lengua de evangelización, llevándolo a regiones alejadas de Centro y Norteamérica. En la
década de 1520, incluso cruzó los océanos, abriendo escuelas en España y estableciéndose en las Filipinas,
donde sobrevive hasta hoy en apellidos y términos coloquiales.
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El nahuatl de los padres evangelizadores se caracterizó por el uso de partículas reverenciales y del recurso de la
aglutinación, que dio lugar a numerosos neologismos. Por ello, no podemos considerar al nahuatl clásico como
un producto exclusivamente prehispánico, sino como un resultado intercultural.
El nahuatl clásico se extinguió en la década de 1820, al ser incapaz de soportar el impacto europeizante de la
Independencia. Sin embargo, en los alrededores del pueblo de Tepoztlán, Estado de Morelos, existe hasta hoy
una gran influencia de esta variedad, tanto en pronunciación como en vocabulario.
Un siglo antes de que llegaran los españoles, el nahuatl clásico dio origen a dos variedades de uso profesional:
el Teonawatl, habla sagrada, y el Nawali’toa o Nawalla’tolli, habla oculta.
El teonawatl fue usado por los sacerdotes y dejó registro en los Himnos Sacros del Templo Mayor, transmitidos
por los informantes del padre Sahagún. Se caracteriza por su gran concisión, por la omisión de los pronombres
redundantes, por la abundancia de recursos literarios y por su carácter conservador. De hecho, esta variante de
la lengua, con todo y ser un refinamiento posterior, tiene un sabor arcaico, pues conserva formas del
wewenawatl o de los primeros momentos del masewalli que se perdieron en el nawatl clásico.
El nawalla’tolli, empleado por los chamanes, quedó reflejado en los conjuros naguales recogidos por los padres
Alarcón y La Serna. Aún no siendo tan conservadora como el teonawatl, esta variante está plagada de términos
crípticos, metáforas y tropos que oscurecen la comprensión, a tal punto, que los cronistas españoles no fueron
capaces de traducirlo correctamente.
Ambas variedades del nawatl se extinguieron a comienzos del siglo 17, víctimas de la persecución de los
sacerdotes y médicos anahuacas por parte de las autoridades coloniales.
La historia del nahuatl demuestra que una variedad lingüística común es más resistente que una variedad culta.
Esto se debe a que la variedad común no depende de una clase social ni está tan reglamentada como la culta, lo
cual le permite adaptarse a las circunstancias. Además, no necesita de instituciones académicas, pues su
transmisión ocurre de modo horizontal, por la comunicación entre padres e hijos. Por el contrario, una lengua
culta requiere de especialistas, enseñanza escolar sistemática, una institución de salvaguardia y un marco
ideológico al cual aplicarse, lo cual la vuelve vulnerable ante los cambios sociales.
Eso explica por qué las variedades más recientes y refinadas del nahuatl, como el Teonawatl y el Nawalla’tolli,
fueron las primeras en extinguirse, mientras que el Masewalli, siendo la variedad más antigua, sobrevive hasta
la actualidad.
El estudio del nahuatl clásico se facilita gracias a la gran cantidad de trabajo que le han dedicado los
investigadores, tanto anahuacas como europeos, del pasado y del presente. Esta lengua despertó el interés de los
españoles desde el primer momento de la invasión, contando con gramáticas y diccionarios décadas antes que
los tuvieran el francés, el inglés y otras lenguas de Europa.
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El primer documento literario nahuatl posthispánico, apodado El Coloquio de los Doce, se redactó en 1524, a
sólo tres años de la caída de Tenochtitlan. A partir de ahí, se elaboraron decenas de crónicas, artes y
vocabularios que son la fuente para conocer la pronunciación, gramática y sintaxis del nahuatl clásico. Sobre
esta base, desde fines del siglo 19 han aparecido nuevas investigaciones, elaboradas con más rigor científico,
que nos permiten adentrarnos en los aspectos morfológicos de la lengua.
Al final de esta obra, el lector interesado encontrará una relación, tanto de las fuentes del nahuatl clásico como
de las investigaciones modernas que he podido consultar.
Por su gran capacidad de adaptación, el nahuatl ha sobrevivido a los embates de la invasión, la evangelización
católica, las políticas coloniales, la independencia y la modernidad. Se calcula que, en la actualidad (inicios del
siglo 21), lo hablan dos millones de personas y otras tantas lo entienden en un territorio que se extiende desde el
sur de los Estados Unidos hasta Nicaragua. Es la lengua de origen americano más extensa de México, y una de
las más extensas de América.
A juzgar por la cantidad de usuarios, podríamos pensar que el nahuatl es una lengua saludable, pero tal
condición es aparente, por cuatro razones:
Lo anterior significa que, si no se toman medidas eficientes en este momento, dentro de dos generaciones el
nahuatl será una lengua prácticamente extinta.
Las campañas de los reinos nahuas en los siglos 14 y 15 de la era cristiana tuvieron el efecto de poner al nahuatl
en contacto con muchas otras lenguas y alejar geográficamente a las comunidades que lo hablaban, lo cual
propició el surgimiento de variedades. Esta tendencia se aceleró tras la llegada de los españoles, según reportó
un gramático:
“Han ido aprendiendo varias palabras castellanas, de que resulta que su idioma esté ya muy adulterado,
juntándose muchas veces en sus periodos (oraciones) palabras mexicanas con castellanas, o mexicanizándose
las castellanas.” (Cortés y Zedeño, Arte, Vocabulario y Confesionario Mexicano, 1765)
Sirva como ejemplo de lo anterior un sondeo realizado por el Instituto Lingüístico de Verano entre las
variedades del nahuatl que se hablan en el Itsmo. Partiendo del vocabulario diagnóstico de Swadesh (una lista
de términos resistentes al cambio), se ha encontrado entre el 73 y el 86 por ciento de términos cognados (es
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decir, divergentes a partir de un origen común), lo que indica un proceso de dialectización comenzado hace
medio milenio.
A los intercambios impuestos de modo natural por la convivencia con el español, hay que sumar otros factores
que contribuyeron a la rápida erosión de la lengua, como:
• El hecho de que el español enraizó en el corazón del área nahuatl, creando una barrera entre los grandes
bloques dialectales.
• El exterminio de los intelectuales anahuacas, que dejó a la lengua sin autoridad.
• La conversión de los anahuacas al cristianismo, que anatemizó un extenso vocabulario religioso, filosófico y
científico.
• La regresión étnica, fomentada por la política colonial de aislar a las comunidades y crear resentimientos
recíprocos.
Lejos de resolverse, estos problemas se agravaron a partir de la Independencia, pues el espíritu de la época
consideraba a las lenguas de origen americano como un lastre en el camino del desarrollo y la integración
nacional. Como resultado, estas perdieron durante el siglo 19 más de lo que habían perdido a partir de la
consolidación de la Colonia, como muestra el siguiente gráfico:
El nahuatl de hoy consiste en tres docenas de dialectos principales, organizados en cuatro grandes bloques
regionales: Occidental, Oriental, Norteño y Central.
Podemos distinguir diez fenómenos relacionados con el proceso de dialectización del nahuatl, tomando como
punto de referencia la variedad clásica; estos son:
• En la variedad de Teotihuacan se ha perdido el saltillo de los pronombres enfáticos (Newatl por Ne’watl, yo).
• En las del Pacífico, el saltillo se ha perdido por completo.
• En Puebla, la doble L se pronuncia como L simple (Moli por Molli, salsa), se elide la N del sufijo diminutivo
(To por Ton) y se reduce el fonema Tl a T, pronunciando Talokan por Tlalokan, cielo teológico, y Kuamekat
por Kuamekatl, bejuco.
4. La importación de fonemas o usos fonéticos del español y otras lenguas del área, tales como:
5. El recorrido de la sílaba tónica. Por ejemplo, según la reconstrucción de Hasler, en pochuteco todas las
palabras polisílabas son agudas, en contraste con el masewalli, cuyos polisílabos son llanos; ejemplo:
• En la variedad de Guadalajara, el pronombre reflexivo Mo, se, ha desplazado a los pronombres No, me, y To,
nos.
• El nahuatl clásico y el hidalguense forman los números 11 al 19 con el vinculativo On (Ma’tlaktlionse,
Maktlaktlionse, once).
• El tlaxcalteco prefiere el artículo In (Matla’tlinse).
• El morelense y el veracruzano añaden la conjunción Iwan (Ma’tlaktliwanse, Majtlaktliwanse).
• Las variedades de Nicaragua usan el interfijo Ti (Ma’tlaktise, Majtaktise).
• Otras regiones han perdido la conjunción, pronunciando Matlaktlise, Matlakse o Ma’tlakse.
7. La adopción de reglas gramaticales y sintácticas del español. Por ejemplo, casi todas las variedades y
dialectos actuales asignan el plural tanto a los nombres personales como a los impersonales, cuando en nahuatl
clásico sólo lo reciben los personales. La importación de reglas afecta sobre todo a la composición de los
números, debido al abandono de la forma vigesimal de contar, como vemos en estos casos:
• El milpalteño usa una fórmula vigesimal para componer el orden decimal 1000, pero reduciendo el
multiplicador a una fórmula decimal: Sempoalsitlalin, una veintena de estrellas.
• El guerrerense forma el 15 y sus compuestos a partir del 10: Matlaktle iwan makuile, diez y cinco, por
abandono del término original Kashtolli, quince, y adopción de la fórmula decimal hispánica para componer las
cantidades del 16 al 19.
• En Cholula, las composiciones Sempoalli, veinte, y Sentsontli, cuatrocientos, se emplean como ordinales por
abandono de la estructura vigesimal, generando términos artificiales como Omesempoalli, cuarenta, y
Omesentsontli, ochocientos, en lugar de Ompoalli y Ontsontli.
9. El deterioro del sentido original del término nahuatl por intrusión de su equivalente español. Este fenómeno
asume tres formas:
• Reducción de rango, cuando se pierde una acepción superior y permanece la inferior, o se resignifica una
acepción superior, como en Topilli, juez, reducido a policía.
• Elipsis, cuando se aplica el sentido en forma sesgada, perdiéndose la recta, como en Tlaso’tla, amar, aplicado
únicamente a fornicar.
• Peyorativización o introducción de un sentido negativo o de desprecio, como en Mitotl, ceremonia ritual >
Mitote, alboroto.
Desde el primer contacto con los europeos, el nahuatl comenzó a asimilar términos del español, llamados
hispanismos o castellanismos. Los hispanismos cuyos fonemas aparecen en nahuatl suelen pronunciarse como
en español, pero los que tienen sonidos impropios del nahuatl suelen sufrir modificación adaptativa;
por ejemplo:
Pale, padre
Shumpelu, sombrero
Kawayo’, caballo
A veces, la modificación no se debe a que el nahuatl carezca de los fonemas necesarios, sino a la necesidad de
desambiguar el término; por ejemplo:
1. Incorporativos o propios, los que se usan para denominar cosas que no existían en Anahuac, así como
inventos, materiales y conceptos modernos. Este es un fenómeno positivo, que enriquece la lengua.
Por ejemplo:
Wakash, vaca
Kashtil, gallo
Kashtillan, lengua española
Tomi = Tomin¹, moneda de metal
2. Sustitutivos o impropios, los que sustituyen términos equivalentes del nahuatl, contribuyendo a
empobrecerlo. Tal sustitución ocurre de dos maneras:
a) En la mayoría de los casos, por sinonimia, cuando el término es sustituido por su sinónimo español;
por ejemplo:
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b) En unos pocos casos, la sustitución ocurre por parofonía, cuando el término nahuatl es desplazado por un
término del español o de fonética hispana que recuerda su sonido, aunque de significado diferente; por ejemplo:
Algunos parófonos no sustituyen al término original, sino uno de sus atributos; por ejemplo:
Observación: no todos los hispanismos derivan del español, algunos derivan de otras lenguas a través del
español, como:
Así como han entrado hispanismos al nahuatl, también ha ocurrido lo contrario: tras la llegada de los europeos,
muchos términos del nahuatl entraron al español, recibiendo el nombre de aztequismos o nahuatlismos. Por lo
general, estos regresan al nahuatl y desplazan al término original, constituyendo un factor de dialectización.
La Real Academia de la Lengua Española cuenta cerca de 200 aztequismos, pero hay muchos más en el español
de México. Algunos conservan el sonido original, como:
Pilmama, niñera
Milpa, terreno
Machinkuepa, contrario
Sin embargo, la mayoría sufre modificación para adaptarse a la fonética del español.
1. Incorporativos o propios, los que describen elementos que no existían en el Viejo Mundo antes del
descubrimiento de América. Este es un fenómeno positivo, que contribuye a enriquecer el español. Por ejemplo:
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Shokoatl, chocolate
Tsiktli, chicle
Ketsalli, quetzal
Tamalli, tamal
Nawalli, nagual
Mapachtli, mapache
Shitomatl, tomate
Awakatl, aguacate
Washolotl, guajolote
Kakawatl, cacahuate
A este grupo pertenecen los topónimos y nombres propios que recibieron modificación fonética por influencia
del español, como:
2. Sustitutivos o impropios, son los aztequismos que desplazan términos castellanos, contribuyendo a
empobrecer el español. Por ejemplo:
A este grupo pertenecen los aztequismos aplicados a nombres propios del español, sea por traducción, como
Atlakatl, marino, o por el parecido fonético, como Malintsin, Marina.
Observación: los aztequismos no son términos del nahuatl, sino del español; por lo tanto, se deben escribir con
la ortografía española y atenerse a las reglas de esta lengua. Por ejemplo, el término Kalpolli, casa común,
barrio, se aztequiza Calpuli, con una L, y se pluraliza Calpulis, no Calpultin. Lo mismo se cumple para
gentilicios como aztecas, toltecas, mexicas, anahuacas, etcétera.
3.5 Híbridos
Los términos híbridos, mezcla de nahuatl y español, demuestran la plasticidad y el vigor que poseen ambas
lenguas. En México se emplean numerosos híbridos de dos tipos, según su lengua:
A este grupo pertenecen aquellos términos y frases que, aunque compuestos enteramente por elementos del
nahuatl, adoptan sentidos o usos del español, como:
Ometeotl, amén
Kualli Yowalli, buenas noches
Kualli ka’, está bien
Katolikatin, los católicos
A este grupo pertenecen aquellos términos que, aunque compuestos en su totalidad por elementos del español,
incorporan sentidos o estructuras del nahuatl, como:
1. Incorporativos o propios, cuando cubren una carencia del nahuatl o el español, enriqueciendo la lengua;
por ejemplo:
Los neologismos son términos respetuosos de las reglas gramaticales y sintácticas del nahuatl, surgidos por la
necesidad de incorporar los cambios de costumbres, creencias, materiales y adelantos tecnológicos. Según su
formación, se clasifican en:
1. Adaptativos, los que consisten en la adaptación de términos a los nuevos sentidos sin que pierdan el sentido
previo, como:
2. Generativos, los que consisten en composiciones creadas expresamente para incorporar los nuevos sentidos.
Algunas son antiguas, como:
Tonalpoaloni, reloj (lit., calculador de tonales; es posible que este sea un caso de adaptación de alguna
herramienta calendárica mesoamericana)
Teposkaktli, herradura (lit., zapato de hierro)
Tepostlatopon, arma de fuego (lit., metal que estalla)
Tla’toaloni, micrófono
Powawastli, computadora
Mekatlawi, fibra óptica
1. Incorporativos o propios, los que no tienen equivalente en el nahuatl tradicional. Este es un proceso que
enriquece el vocabulario sin dañarlo. Tales términos pueden ser adaptativos o generativos; por ejemplo:
Nawatl, nombre de la lengua (sentido original: lengua) por Masewalla’tolli, habla popular, o Tekpilla’tolli,
habla culta
Tlaselia, comulgar (sentido original, renovar), por Teokua, comer a dios
Altia, bautizar (original, bañar) por Kuatekia, trabajo con la cabeza
Weinan (de Wei, grande + Nantli, madre) por Si’tli, abuela
Weitata’ (Wei + Tata’, padre) por Kolli, abuelo
Weialtepetl, gran ciudad, por Tollan, capital
3. Extintivos, los que se limitan a extinguir el sentido del término original, sin substituirlo por otro, como:
La incomunicación entre las comunidades nahuablantes hace que, a veces, surjan diversos neologismos para
describir un mismo concepto; estos son dialectismos en tanto no se normalice su uso.
Contrario a lo que se suele creer, la dialectización de una lengua no implica su corrupción, pero es un factor que
contribuye a la extinción de aquellas que están culturalmente sometidas o en proceso de regresión, pues
disminuye el número de hablantes por variedad, dificultando el entendimiento entre las comunidades y
restándoles capacidad de impacto social. En la actualidad, la dialectización del nahuatl no solo se acelera: se
institucionaliza a través de diez enfoques erróneos:
1º. La política de “borrón y cuenta nueva” retomada cada cierto tiempo por las autoridades de México, según la
cual, la historia de Anahuac y todas sus producciones culturales, incluyendo las lenguas, son un pasado que hay
que trascender.
2º. La endogenia cultural, manifiesta en la reducción de los esfuerzos en favor de la lengua a la solidificación de
los lazos comunitarios, desconociendo que, lo que dignifica y permite competir a una lengua no es que se reciba
por herencia, sino que refleje valores universales y participe en el intercambio entre culturas.
3º. El llamado “respeto” a la diversidad cultural, una política que olvida que:
• No todas las diversidades son equivalentes: algunas se forman por la adquisición de valores y otras por su
pérdida. El abandono de valores no merece respeto.
• El respeto a la diversidad cultural debe someterse a un principio superior: el respeto a la integridad cultural.
• Apoyar una diversidad que deriva de la política colonial de aislamiento de las comunidades es continuar dicha
política.
• Cuando se inhibe o prohibe el uso de lenguas nativas de América para elaborar tesis, impidiéndoles competir
culturalmente.
• Cuando se exige al estudiante que aplique “correctamente” las reglas del español o el inglés, pero se interpreta
la aplicación incorrecta de las reglas del nahuatl como una muestra legítima de variedad cultural.
5º. Un activismo étnico y comunitario estrecho, que enfatiza las diferencias en lugar de los puntos en común,
impidiendo a los nahuablantes ponerse de acuerdo en asuntos tan elementales como unas reglas gramaticales
comunes, una variedad lingüística unificada o una ortografía que refleje los verdaderos sonidos de la lengua.
6º. La reducción de la lengua a un motivo de identidad, desconociendo que, para que una lengua sobreviva, su
función identitiva debe subordinarse a la comunicativa. Este fenómeno se manifiesta, por ejemplo, en la
negación del uso de la lengua a quienes no forman parte de la etnia, lo que, en el caso del nahuatl, destruye su
carácter de lengua franca.
7º. El fundamentalismo cultural, manifiesto como una aplicación exagerada de la lengua, que termina
anulándose a sí misma. Un ejemplo son los neologismos imprácticos, como Tepostla’towastsitsin, teléfono
celular (literalmente: pequeño instrumento de metal para hablar). Si no existen términos apropiados en nahuatl,
es preferible adaptar a su fonética uno del español, como Seltsin, teléfono celular.
8º. El retrofundamentalismo cultural, manifiesto como una desnaturalización de la lengua. Tiene dos
modalidades:
• Positiva, cuando se sustituye el uso o sentido del término por un uso o sentido foráneo; por ejemplo, al
emplear el nombre de Ometeotl como equivalente del Amén de los cristianos.
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• Negativa, cuando se niega un sentido al término por reacción a las creencias cristianas; por ejemplo, al traducir
Teteo’ como energías porque el cristianismo repudia su sentido original de dioses.
9º. Una escritura que no refleja los auténticos sonidos de la lengua, como analizaremos adelante.
10º. Como reacción al problema anterior, el fonetismo a ultranza que impulsa la Secretaría de Educación
Pública de México, la cual sugiere adaptar la escritura a la variedad del nahuatl que se hable en cada zona. La
ortografía fonética regional crea una brecha entre las comunidades, al tiempo que normaliza e impone la
dialectización de la lengua.
Siendo en gran medida un proceso artificial determinado por la intrusión del español, la dialectización del
nahuatl - y demás lenguas oriundas de México - demanda dos medidas específicas: contención y reversión.
La contención consiste en anular sus causas. Este esfuerzo debe tomar en cuenta lo siguiente:
1º. La dialectización tiene causas objetivas y no se detendrá mientras estas subsistan. La raíz del problema son
las estructuras coloniales de dominio que predominan en la actual sociedad mexicana; por ejemplo, la división
de la población en “normales” y “nativos”.
2º. El fortalecimiento de la función comunicativa del nahuatl implica, en primer lugar, recuperar su dimensión
como canal de contenidos culturales elevados y universales; en segundo, crear las condiciones para que la
lengua comience a generar dichos contenidos.
3º. Lo que le dio carácter clásico al nahuatl fue un sistema educativo basado en el compromiso cultural, la
gratuidad y la obligatoriedad. Para recuperar ese carácter, es preciso devolver el nahuatl a las escuelas y las
escuelas al nahuatl.
4º. Antaño, la garantía de la lengua era el Congreso de Flor y Canto, una institución capaz de definir e imponer
reglas, pues contaba con el aval de los principales intelectuales de la época. Sería deseable que estudiosos y
nahuablantes cultos se pusieran de acuerdo para restablecer dicha institución.
5º. Los aportes del Congreso de Flor y Canto se difundían a través de obras literarias que eran el referente de la
lengua. La defensa del nahuatl exige el rescate de su literatura.
La segunda medida a tomar es la reversión del proceso de dialectización, es decir, la unificacion de las
variedades, cosa que aún es posible para el nahuatl. La unificación se consigue normalizando los sonidos,
reglas, vocabularios y escritura. En otras palabras: si queremos que el nahuatl compita con el español, no
debemos concederle márgenes de variabilidad que le negamos al español.
En mi opinión, tal esfuerzo debe articularse en torno al nahuatl clásico por cuatro razones:
1º. Por sus valores intrínsecos, tales como extensión lexical, regularidad, flexibilidad, profundidad y
refinamiento.
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2º. Por practicidad, pues el nahuatl clásico es la lengua indoamericana que más testimonios escritos ha dejado,
lo cual facilita la elaboración de un canon.
3º. Por interés histórico y cultural, pues tres cuartas partes de los textos-fuente mesoamericanos que se
conservan fueron redactados en esta variedad, y estudiarla es el único modo de rescatar esa literatura.
4º. Por su ascendiente sobre las demás variedades. La imposición de alguna variedad moderna sobre los demás
suscitaría reacciones, pero los hablantes más ancianos todavía reconocen la antigüedad y propiedad de la
variante clásica.
5to. Por el principio de permeabilidad que notó Molina, según el cual, las variantes son mutuamente menos
inteligibles que la lengua culta:
“En las cortes de los reyes y entre las personas ilustres se habla la lengua con más curiosidad y pulimento que
entre la gente de baja suerte. De manera que estos hablan la misma lengua tan imperfectamente y con tantas
incongruencias, que las más veces no se dejan entender de la gente noble. Pero, es cosa maravillosa que,
pronunciando las dichas lenguas cóngrua y perfectamente, se dejan entender, tanto de los unos como de los
otros.” (Arte de la lengua Mexicana)
Es de notar que la conveniencia de unificar las variantes del nahuatl en torno al Tekpilla’tolli no es nueva: fue
propuesta por Molina hace casi cinco siglos, siguiendo una tradición que seguramente comenzó en tiempos
prehispánicos, con los intelectuales de Texcoco:
“La lengua mexicana no es menos curiosa y delicada que cualquiera otra... Y, aunque en algunas partes la
pronuncien con algunas incongruencias e imperfectamente, lo regule (el ministro) con las reglas de este arte.”
(obra citada)
Uno de los principales factores de dialectización del nahuatl es su inapropiada ortografía. Antes de la invasión
europea, esta lengua se escribía con una mezcla de signos simbólicos y fonéticos que no planteaba el problema
de la ortografía. Pero, a partir de 1520, los padres cristianos le adaptaron las letras del español casi a capricho,
como reconoció Aldama en 1754:
“En orden a la ortografía española sigo libremente lo que me agrada, y así lo haré hasta que nos den ley fija y
se avenga el Común a recibirla; pero eso creo que va despacio...” (Arte de la Lengua Mexicana)
Con el paso del tiempo, los valores de las letras han cambiado, arrastrando consigo la pronunciación del
nahuatl. Un ejemplo de ello es la deformación que ha sufrido el nombre de México. Su pronunciación correcta,
según el valor actual de las letras latinas, es Meshíkko, eufonizado Meshí’ko; sin embargo, se escribe México,
forma que da motivo a dos lecturas, ambas incorrectas: los angloparlantes pronuncian “méksico”, y los latinos y
nahuablantes “méjico”.
En 1815, una reforma ortográfica discontinuó el uso de la Ç, y dictaminó que la X debía escribirse y
pronunciarse como J. Así surgió la ortografía popular del nahuatl que hoy se emplea en los nombres de los
pueblos y accidentes geográficos de México. Esta escritura no obedece a un consenso de lingüistas o
nahuablantes y no ha sido oficializada, empleándose por costumbre.
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Debido a que es un sistema congelado (no evolutivo) de representación del sonido, acumula en la actualidad las
siguientes incongruencias:
• Representa el sonido Sh mediante tres letras impropias: J, S y X, aplicadas en forma arbitraria; por ejemplo:
Juchitepec, Suchitepec, Xuchitepec.
• Representa el sonido S mediante dos letras propias: C, S, y una impropia: Z, aplicadas arbitrariamente; por
ejemplo: Ce, uno; Zan, único; Coatzacoalcos, Zacatepec, Atezquelites, Sacamulpa.
• Representa el sonido K mediante tres letras propias: C y Qu; por ejemplo, Can, dónde; Quen, cómo.
• Asigna dos sonidos propios a la C: K y S; por ejemplo: Cantli, carrillos; Centli, uno.
• Asigna dos valores a la H: marca saltillo si termina la sílaba, como en Ihtoa, decir, pero es muda si la inicia,
como en Huitzilopochtli, colibrí zurdo. Esto modifica la pronunciación del radical, según vaya seguido de
vocal o consonante; por ejemplo: Cuauhitl (H muda) = Cuauhtli (H saltillo), árbol, águila. Con frecuencia, la
ortografía popular aplica la H arbitrariamente, como en los topónimos Cuahutlan, Chiautla y Cuauhtla.
• La polivalencia del signo C genera lecturas incorrectas en la unión de los fonos K + W; por ejemplo:
Ochuia por Okwia, enfermar por causa del vino (de Oktli, vino + Wia, sufijo verbal)
Teuchuia por Teukwia, entrenar guerreros (de Teuktli, señor + Wia)
Xichuentli por Shikuentli, bautizo del recién nacido (de Shiktli, ombligo + Wentli, ofrenda)
El problema de la ortografía popular radica en el hecho de que la lengua escrita tiene prestigio sobre la hablada.
Ello significa que el nahuatl termina adaptándose a su escritura, un proceso que aceleran las campañas de
alfabetización. Por eso, urge que los nahuablantes se pongan de acuerdo para reformar la escritura popular.
Tal necesidad ha llevado a los lingüistas a desarrollar ortografías fonéticas, algunas muy complejas. Por
ejemplo, González Casanova, basado en el alfabeto fonético internacional, transcribe como sigue un fragmento
de un cuento recogido en los alrededores de Teotihuacan:
“Se: tiɛnpo ƞ k’ɔjɔ·tl o:kimocti’lito ən tɔ tàtsiɩn diɔs k co:kimo: maki’liaja li’sɛnsia paρa ki:ƞkUas nitepɩλhua
(cierta vez, el coyote fue a ver a nuestro padre Dios para que le diera licencia para comer a sus hijos).”
(Estudios de Lingüística y Filología nahuas.)
Aunque útil para la investigación, esta forma de escribir es impropia para la alfabetización y la docencia básica,
pues emplea signos difíciles de reconocer. Por ello, diversos investigadores e instituciones han propuesto
emplear ortografías fonéticas simplificadas.
En el presente trabajo empleamos una ortografía simple para el nahuatl clásico, compuesta por las siguientes
letras o combinaciones de los alfabetos español, inglés e italiano, más el apóstrofe (’), entendido como una
suspensión de sonido que, en ocasiones, connota un leve aspirado:
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1. Es fonética, o, mejor dicho, representa los sonidos del nahuatl tan bien como se puede con las letras latinas.
2. Es biunívoca, es decir, cada fono tiene un solo grafo y cada grafo tiene una sola pronunciación.
Sin embargo, esta convención no basta para garantizar por tiempo indefinido la correcta pronunciación del
nahuatl. Las lenguas americanas necesitan escrituras evolutivas, que se adapten a la deriva fonética del español
y el inglés. Por lo tanto, tan importante como establecer una ortografía que refleje los sonidos actuales del
nahuatl, es revisarla cada pocos siglos.
El nahuatl es una lengua pobre en sonidos; únicamente tiene 18 fonos básicos, organizados en los
siguientes grupos:
¹ Las formas vocálicas de estas semiconsonantes (I, U) se llaman semivocales, pero en este estudio les
llamaremos vocales.
• Cinco vocales: A, E, O, I, U.
• Dos semiconsonantes: Y, W¹.
• Cuatro consonantes oclusivas: K, P, T, Tl.
• Cuatro consonantes aspiradas: Ts, S, Sh, Ch.
• Dos consonantes nasales: M, N.
• Una consonante líquida: L.
Además, tiene una marca llamada saltillo que no aporta sonido, excepto un leve aspirado, pero establece un
lapso entre sonidos, que representamos en este curso mediante el apóstrofe (’).
La A se pronuncia igual que en español: las demás vocales tienen las siguientes características:
4.2 La O
La O es más aguda que en español, por lo cual, como afirma Alonso de Molina, a veces se confunde con la U:
“En los vocablos una veces se pone U por O y otras O por U, porque los naturales las varían indistintamente;
así unos dicen Muchi y otros Mochi.” (Vocabulario de la lengua nahuatl)
“Usan de la O algunas veces tan cerrada, que tira algo a la pronunciación de la U, pero no deja de ser O. Así,
no tengo por acertado escribir Teutl, sino Teotl.” (Arte de la lengua mexicana)
Sin embargo, en nahuatl clásico, las variaciones que no derivan del dialectismo no son arbitrarias, sino que
obedecen a las siguientes reglas:
1. La O es similar a la del español cuando le precede o le sigue una consonante, saltillo o Y, y cuando inicia el
término, como en:
O’tli, camino
Chillo’, picante
Iknoyo’, compasivo
Okichtli, varón
Komalli, olla
Shikko, en el centro
Choloa, huir
2. Se hace más aguda, asemejándose a la U, cuando le preceden las vocales A, E. En los siguientes ejemplos
(pero no en el resto del estudio) escribiremos este sonido como O superíndice:
a) Cuando le precede o le sigue una vocal dentro del término; en estos casos es opcional, pero poco usada, la
pronunciación arcaica en O; por ejemplo:
Esta es la razón por la cual no existen en la lengua términos que inicien en las combinaciones Oa, Oe, a menos
que se formen por el prefijo pretérito O, como en Oelak, haber estado triste, o sean producto de la pérdida de
una K inicial, como Oakalko (por Koakalko), casa de la serpiente. Por lo mismo, las combinaciones Oi, Ou,
sólo son posibles cuando van seguidas de otra vocal, transformándose la I y la U en semiconsonantes, como en:
Oyamelli, abeto
Owi, peligroso
4.3 La U
La U no tiene una conducta libre en esta lengua, sino muy acotada por su contexto; se pronuncia de
dos maneras:
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Kueitl, falda
Kuitlatl, excremento
Kuau’tli, árbol, águila
Chikuatl, lechuza
b) Cuando es la última vocal de la sílaba, en cuyo caso, siempre va seguida de saltillo o de K; por ejemplo:
Tonatiu’, sol
Yau’tli, amaranto
Teku’tli, señor
Neku’tli, miel
2. Se torna semiconsonante (W) cuando le siguen las vocales A, E, I: Aldama lo define asi:
“Es consonante la (U) que estuviere entre dos vocales y la que fuere primera letra de la voz, porque no hay voz
que empiece con U vocal... Es vocal si no le sigue vocal o si le precede C (K), pero, fuera de ese caso, no hay U
vocal en esta lengua.” (Arte de la Lengua Mexicana)
Por ejemplo:
En la ortografía popular se suele escribir una H delante de la U; esto es impropio por dos razones:
“La H antepuesta a esta V (U) no la aspira, porque en la lengua mexicana no hay aspiración.” (o. c.)
2º Porque este uso es herencia de una época en que la U se solía escribir con el grafo V, por lo que necesitaba
un grafo desambiguador, como explica fray Manuel Pérez:
“A toda V vocal (U) le ha de anteceder H para evitar el inconveniente de pronunciarla como B.” (Arte del
Idioma Mexicano)
Sostienen Olmos, Molina, Paredes, Aldama y Carochi que, antaño, mujeres y hombres pronunciaban esta vocal
de modos diferentes:
“Los varones no pronuncian la V consonante, como en castellano... aunque las mujeres mexicanas es la única
que usan. Así, ellos dicen Ueuetl, con cuatro sílabas, y ellas dicen Vevetl, con dos sílabas.” (Andrés de Olmos,
Arte de la lengua)
“Las mujeres mexicanas y tezcocanas la pronuncian (V), y no es buena pronunciación, antes es abuso que buen
uso.” (o. c.)
“Toca un poco en la pronunciación de la U vocal, pero tan poco, que no hace sílaba por sí; así, la palabra
Ueuetl es de dos sílabas y no de cuatro. Y, para que no se pronuncie consonante, se le suele anteponer una H
como Huehuetl.” (o. c.)
De estas observaciones se deduce que ambas formas de pronunciar, la labial y la gutural, son extremas. En la
lengua clásica, la U seguida de vocal se pronuncia acercando los dientes superiores al labio inferior, pero sin
tocarlo, de modo que el sonido resultante no forma diptongo ni es fricativo.
4.4 La I
I’titl, vientre
Tlei, qué
Mitl, flecha
2. Se torna semiconsonántica cuando le sigue una vocal, excepto I, pronunciándose suave, como en español;
por ejemplo:
Yankuik, nuevo
Yawalli, círculo
Yektli, correcto
Kiawitl, lluvia
Tiankistli, mercado
Piochtli, cabello del cogote
3. Se torna gutural y se abrevia cuando va seguida de Ts y no pertenece a la sílaba tónica, es decir, si inicia
términos de más de dos sílabas; en los siguientes ejemplos (no en el resto del estudio) escribiremos dicha I
como superíndice:
ᴵtskuintli, perro
ᴵtstika, despierto
ᴵtsawa’wia, picar con una aguja de obsidiana
Pero, si pertenece a la sílaba tónica, se pronuncia vocálica, incluso si va seguida de Ts; por ejemplo:
4.5 La E
La E es paladial, es decir, se pronuncia como en español, con el cielo de la boca; por ejemplo:
Ewa, levantarse
Elel, pecho
Metstli, luna
Teiknelilli, favor
Observación: algunos lingüistas escriben Ë, Ö para denotar las diferencias de estas vocales respecto al español.
Sin embargo, tales diferencias quedan cubiertas con el uso apropiado de las vocales E, O, I, U, y las
semiconsonantes Y, W, razón por la cual, en este estudio no empleamos la diéresis ni ningún otro signo que
perturbe la lectura.
Las vocales A, I, O, tienen versión larga y corta. Para comprender este fenómeno, vale la pena citar a Fray
Manuel Pérez:
“El modo de pronunciar de los indios, que es al que debemos estar, es que, no siendo penúltima, todas (las
sílabas) pueden ser breves, o es más fácil pronunciarlas breves.” (Arte del Idioma Mexicano)
Lo anterior no significa que la vocal larga se pueda asimilar o reducir, sino que la forma larga afecta a tan pocos
términos, que, en la práctica, podemos considerar que el nahuatl se compone de un solo tipo de vocal, alargado
o enfatizado si cae en el arranque de la penúltima sílaba del término. Sin embargo, hay excepciones; veamos
cada caso:
1. Las vocales A, E, O largas extienden su sonido sin duplicar la sílaba. No derivan de la vocal corta, por lo que
no se pueden asimilar. Eso significa que los términos con vocal larga y corta tienen sentidos diferentes; en los
siguientes ejemplos se señalará la larga con acento circunflexo:
2. La I larga es un caso de énfasis circunstancial, cuyo objeto es distinguir términos comenzados en esa vocal de
posesiones de la tercera persona, como Ikak, estar de pie / Îkak, su zapato.
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En este estudio evitaremos ejemplos en los que sea necesario distinguir la longitud de las vocales, de modo que
no señalizaremos los casos de vocal larga.
Observación: no hay que confundir la vocal larga con la convivencia creada por la frecuentación de sílabas
cerradas que comienzan en vocal, como Astli, ala > Aastli, alas, o la aglutinación de dos vocales pertenecientes
a raíces distintas, como:
Atl, agua, orina, extremidad superior + Ashisha, ensuciar a otro = Aashisha, orinarse de miedo
I, suyo + Ishtli, ojo = Iish, sus ojos
I’titl, interior + Ilakatsiwitl, espiral = I’tiilakatsiu’ki, con el interior en forma de espiral
Este es un fenómeno diferente a la vocal larga, pues no entraña cambio semántico para el término. Afecta a las
vocales I, O, y consiste en duplicarlas, sin más función que la eufónica, adoptando el elemento residual un
sonido semiconsonante. No hay que confundirlo con la aplicación de una I demarcativa que estudiaremos
adelante, pues estos casos se caracterizan porque la vocal demarcada es diferente de I, como en Aokmo =
Ayokmo, no más.
1. La I se alarga en la residual Y junto las vocales A, E, O, produciendo términos correctos y opcionales. Según
su ubicación dentro del término, la combinación resultante es de dos tipos:
a) Progresiva, cuando la Y precede a la I, en cuyo caso ambas constituyen sílaba. Esto ocurre cuando la I
termina la sílaba o el término; por ejemplo:
Ai = Ayi, hacer
Painalli = Payinalli, corredor
Wei = Weyi, grande
Miek = Miyek, mucho
Chiampinolli = Chiyampinolli, harina de chía
b) Regresiva, cuando la Y sigue a la I, distribuyéndose ambas vocales en sílabas diferentes. Esto ocurre siempre
que a la I le sigue otra vocal. Hay dos aplicaciones:
También son alargado residual de I los casos en que esta vocal muta en E, como Sia = Sea, raíz relativa al
consentir y el frío > Sealistli = Seyalistli, voluntad / Tlasesea = Tlaseseya, hacer frío.
2. La O se alarga en la residual W para evitar hiatos cuando le siguen las vocales A, E, adoptando la estructura
W + O, cuyos elementos se ubican en sílabas diferentes. Esto produce formas correctas y opcionales como:
Observación: no hay que confundir estos casos con el añadido de un término comenzado en Wa a uno
terminado en O, como Nowampo’, mi prójimo, o el añadido del prefijo O a términos comenzados en W,
como Owalkuik, él o ella llevó algo.
El nahuatl posee cuatro consonantes oclusivas: K, P, T y Tl, con las siguientes características:
Kakalotl, cuervo
Kikistli, trompeta
Kokowa, comprar, vender
En la escritura popular, este sonido se escribe con C fuerte o con la combinación Qu del español, lo que no daña
la pronunciación.
Se puede reiterar por contaminación de sonido, como en Nawi, cuatro + Pan, sufijo locativo = Nappan, en
cuatro lugares.
Teteo’, dioses
Tititl, contraído, terminado
Totolli, pájaro
4. La Tl se pronuncia diferente que en español pues, lo que se apoya en el paladar no es la punta de la lengua,
sino sus laterales. Fray Luis Guerra describe esa particularidad del siguiente modo:
La Tl lateral produce un sonido suave y de una sola emisión, que se hace más suave al final del término;
por ejemplo:
Tletl, fuego
Tlo’maitl, ala de halcón
Tlakametl, maguey que produce pulque blanco
Esta consonante Tl tiende a simplificarse en T. En nahuatl clásico dicho fenómeno afecta a unos pocos términos
correctos y opcionales como:
4.9 La N
M y N derivan de una nasal genérica; por ello, son opcionales en términos como:
Otras veces son intercambiables según el sonido que les siga; veamos los casos particulares:
1. Es fuerte o nasal, como en español, cuando inicia la sílaba o cuando se reitera por convivencia, como en:
Nawatilli, orden
Onok, estar de pie
Teteoinnan, su madre de los dioses
2. Es suave o paladial al finalizar la sílaba; se pronuncia tocando la base de los dientes superiores con la punta
de la lengua. En los siguientes ejemplos se destaca esta pronunciación mediante la N superíndice:
Kaltoⁿtli, casita
Tlamaⁿtli, lo que se presenta
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3. Se hace muy tenue, incluso nula, si la siguiente sílaba comienza con W o en aspirada, como en:
4. Si le sigue una consonante aspirada, adopta su sonido. Por ejemplo: San, sólo + Se, uno = Sasse (por Sanse),
uno sólo.
4.10 La M
1. Es fuerte, como en español, dentro del término y al comienzo de la sílaba, como en:
Amatl, papel
Tilma’, manta
2. Se pronuncia más breve que en español cuando inicia el término; en los siguientes ejemplos (no en el resto
del estudio) se escribe como M superíndice:
ᴹetl, maguey
ᴹasatl, venado
ᴹekawewetl, instrumento musical de cuerda
Tal pronunciación breve se hacía extrema entre los mexicas, quienes, según el padre Olmos y un cronista
anónimo, omitían la M inicial, llamando a su capital Eshik (Éshik), en lugar de Meshi’ko:
“La palabra México no es propia de los indios (mexicas), pues los naturales del país y la gente pulida dicen
Exic o Echic solamente.” (Teogonía e Historia de los Mexicanos II, 45)
3. Al final de la sílaba o el término, la M se transforma en N, a menos que vaya seguida de P, M o vocal; por
ejemplo:
El nahuatl tiene cuatro consonantes aspiradas: S, Sh, Ts y Ch, cuyas características son:
Sasakatl, red
Sesen, de uno en uno
Soso, repasar las cuentas del rosario
Al final del término se pronuncia más apagada, tirando a Z, como afirma Carochi:
“La Z no la usan al principio de las dicciones... sino solamente al final... Esta Z se pronuncia casi como la S
castellana.” (o.c.)
Shonakatl, cebolla
Shomolli, jabón
Ashtlawa, arreglarse el cabello
Shalli, arena
Iastashel, su tocado de plumas
3. La Ts se pronuncia en una emisión, apoyando la punta de la lengua contra los incisivos superiores, con un
sonido apagado que no llega a ser Tz; por ejemplo:
Tsinakan, murciélago
Tsalan, entre
Kuau’tsontli (aztequizado como Huanzontli), mechón vegetal
Chalchiwitl, turquesa
Chichimekatl, salvaje
Chontalli, extranjero
Las aspirada pueden mutar unas en otras debido al margen de variabilidad intrínseco de este tipo de
consonantes. Tales casos no son variaciones del radical, sino raíces diferentes, aunque estrechamente
emparentadas, aún si los términos resultantes son sinónimos. Por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este tipo de mutación con la adición de sufijos comenzados en aspirada y
posterior eufonización del resultado. Por ejemplo, la Ts del verbo Kuekuetsa, hacer temblar, no deriva de la Ch
del verbo Kuekuechka, temblar, sino de la adición del sufijo verbal Tsa a la raíz verbal Kuekuech, espantar,
cuya Ch se apocopa.
4.12 La L
1. Se pronuncia breve, como en español, cuando inicia o termina una sílaba; por ejemplo:
2. Puede reiterarse por convivencia de sílabas, pronunciándose como en la expresión “el-lápiz” (nunca como la
Ll del español); por ejemplo:
Observación: pese a su abundancia en la lengua, la L nunca inicia un término; las raíces del protonahuatl que
comienzan con L adquieren una I inicial, como Iloktia, anegar. Sin embargo, sí inicia la sílaba, como en:
Melawa, extender
Malia, capturar prisioneros
Masewaloyan, sala de baile
4.13 El saltillo
El saltillo es difícil de clasificar, pues no es un sonido, sino una una breve oclusión de la glotis, acompañada en
ocasiones de un leve aspirado suspenso. Algunos gramáticos antiguos y modernos no lo señalizan,
probablemente porque no tiene equivalente en español; un proceder injustificado pues, como señala Carochi, el
saltillo es tan importante para el término como cualquier otro componente:
“No es menos quitar un saltillo de su lugar, que una letra.” (o. c.)
Por ejemplo, no es lo mismo decir Tlaso’tlaltia, reconciliar a alguien, que Tla’sotlaltia, vomitar a alguien.
El saltillo sólo se añade a vocal breve, nunca a vocal larga o consonante. Tiene tres aplicaciones:
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1. Semántica o con sentido propio, uniéndose a todas las vocales, menos U, si forma parte del radical, como en:
Pa’tli, medicina
I’toa, decir
O’mitl, hueso
2. Morfológica o con función estructural, a continuación de la U vocálica cuando termina la sílaba o el término,
y para separar los componentes de una sílaba frecuentada, como en:
El saltillo deriva de un antiguo sonido glotal, según se evidencia en los siguientes términos, que lo sustituyen
por la K o la G:
Se ha discutido si el saltillo del nahuatl clásico tiene o no algún sonido; el asunto quedó definido por Carochi:
Una prueba de que el saltillo no involucra flujo de aire, es que en nahuatl no se pueden componer sílabas del
tipo saltillo + vocal; por tal razón, nunca encabeza una sílaba, y menos un término. Sin embargo, podemos
distinguir tres matices en su pronunciación:
1. Áfono o suspenso, cuando le sigue una semiconsonante o vocal dentro del término o la frase, para evitar
combinaciones del tipo J + vocal. En los siguientes ejemplos, tal fenómeno se señala con un guión:
Ne-watl (Ne’watl), yo
A-akatla (A’katla), cañaveral
A-iknowa’ (A’iknowa’), despiadado
Iteokuitlaanawau-yelpan mani, su disco de oro sobre su pecho
a) Cuando le sigue una consonante. En tal caso, el saltillo se enfatiza mediante una tenue aspiración que no
llega a ser J, representada en los siguientes ejemplos como una J superíndice:
Iʲtoloka, historia
Maʲtlaktli, diez
Tlaʲko, mitad
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“Al final (del término)… se pronuncia con fuerza, como quien va a pronunciar una aspiración, aunque no es
aspiración.” (o. c.)
Por ejemplo:
In shochitlaʲ, el jardín
In tlakaʲ ma’sewa, la gente practica penitencia
“En la lengua mexicana no hay aspiración, sino en algunas palabras cuando, al final, se pospone la U, como
Auh.” (o. c.)
Por ejemplo:
Pero, si después de la combinación U’ sigue otro sonido dentro del término, el saltillo vuelve a pronunciarse con
aspiración leve, como en la frase Auʲaka’se’mo tiya’kau’, puede que no sea un gran guerrero.
En el nahuatl clásico el saltillo tiende a desaparecer. Por eso, hay numerosos términos con sílabas abiertas
frecuentadas que no lo llevan por costumbre (aunque se les puede aplicar por regla), como:
La pronunciación clásica del saltillo se conserva en el Estado de Morelos; en otros sitios ha desaparecido o ha
adquirido matices consonánticos, distinguiéndose cuatro regiones dialectales:
¹ Excepto en los casos de Tl, Ts, Ch y Sh, pues estos se escriben con dos letras del alfabeto español, pero
constituyen un sonido único en nahuatl.
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Los sonidos del nahuatl se combinan en sílabas simples. El núcleo o zona central de la sílaba es siempre una de
las cinco vocales, que puede unirse a cualquier otra. El ataque y la coda (es decir, los extremos anterior y
posterior de la sílaba) pueden consistir en una vocal o consonante, nunca en un conjunto de consonantes.
Siempre que aparecen dos consonantes juntas, incluso la doble L, pertenecen a dos sílabas¹; por ejemplo:
El deslinde de la sílaba depende del criterio empleado; los gramáticos interpretan una frase como Ino’wi, su
camino de ellos, de dos maneras: algunos la dividen con arreglo a su significado (In-o’-wi), en cuyo caso cada
sílaba corresponde a un morfema: In, de ellos o ellas + O’, radical relativo a los caminos + Wi, sufijo
conjugativo. Otros la dividen con arreglo a su sonido (I-no-wi), en cuyo caso cada sílaba corresponde a
un fonema.
Algunos estudiosos, como los del Instituto Lingüístico de Verano, consideran válidas ambos deslindes. Sin
embargo, la impropiedad de la silabación morfémica se nota cuando esta no refleja el número de sílabas del
término. Por ejemplo, el adverbio Nowian, en todas partes, se compone del verbo Nowi, estar en todo, que
pierde la I por afijación, más el locativo Yan, cuya I se revocaliza por estar precedida de semiconsonante.
Desde el punto de vista semántico, tiene dos componentes: Now-ian; sin embargo, se pronuncia con tres: No-
wi-an.
El criterio que aplicamos en estas lecciones es que la silabación es un asunto estrictamente fonético, pues
interesa a la articulación del término, no a su etimología o significado.
En nahuatl hay cuatro tipos de sílabas: vocálicas, cerradas, abiertas y consonánticas, organizadas en trece
grupos. He aquí sus características:
1. Son vocálicas, también llamadas de ataque y coda nulos, las que se componen únicamente de vocales. Hay
dos grupos:
[A]katl, caña
[E]watl, piel
[I]tla, cosa
[O]kotl, pino
b) En diptongo (VV), formadas por los diptongos que veremos adelante, como [Ei]metstli, tres meses.
2. Son cerradas, o de ataque nulo, las que empiezan en vocal y terminan en consonante, incluso saltillo. Hay
dos grupos:
Ok, aún
In, el, la
Is, he aquí
Aik, nunca
Au’, pero
[Eu’]tok, levantarse
3. Son abiertas, o de coda nula, las que empiezan en consonante o semiconsonante y terminan en vocal. Hay
tres grupos:
Si, abuela
To, nuestro
Pi, pelar
Ye, ya
Wi, hola
Yei, tres
A[wia]ni, prostituta
4. Son consonánticas, o de ataque y coda, las que se flanquean por consonantes o semiconsonantes. Hay
cuatro grupos:
a) Simples (CVC), formadas por consonante más vocal más consonante, como:
Tlok, cerca
[Tlan]tli, diente
Temo[shoch], sueño lúcido
b) En diptongo (CVVC), formadas por consonante más diptongo más consonante, como:
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Tlein, qué
Maitl, mano
Kiotl, brote vegetal
c) En triptongo (CVVVC), formadas por consonante más triptongo más consonante. Por ejemplo:
• Simples (SVC), formadas por semiconsonante más vocal más consonante; por ejemplo:
Wan, y
[Yu’]ki, como
[Wits]tli, espina
• En diptongo (SVVC), formadas por semiconsonante más diptongo más consonante, como:
[Wau’]tli, amaranto
Yau’, ir
5.3 El acento
Como afirma Molina, el nahuatl clásico se pronuncia en forma llana, sin énfasis especial en alguna sílaba del
término o la frase.
“Estos naturales no alzan más una sílaba que otra en su hablar, salvo de cuando en cuando.” (Arte de la
lengua)
Fray Manuel Pérez especifica que esta es una propiedad del término y no del fono, pues aplica con
independencia de la longitud intrínseca del mismo:
“Toda penúltima es larga, sea la que fuere; de tal suerte, que la que en un vocablo es larga por penúltima, y su
antecedente breve, luego que dicha antecedente queda por penúltima, se hace larga.” (Arte del Idioma
Mexicano)
Todos los términos polisílabos son llanos, es decir, se acentúan en la penúltima sílaba. En los siguientes
ejemplos (no en el resto del estudio) se ha escrito la tilde para enfatizar la sílaba tónica:
Si un termino adquiere sufijos o se aglutina con otro, el acento se traslada a fin de mantener la estructura llana;
por ejemplo: Teotía, adorar > Teotiwákan, donde se adquiere divinidad
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1. Los esdrújulos que se forman por la conjugación de verbos cuya sílaba inicial tiene A breve, si es necesario
desambiguar el sentido. He aquí un ejemplo del padre Molina en el que se acentúa ortográficamente la sílaba
tónica: Tlatia, encender > Shíktlati, enciéndelo / Tlâtia, esconder > Shiktláti, escóndelo.
Garibay considera que estos casos no son auténticos agudos, sino frases formadas con el vocativo E. Sin
embargo, el hecho de que el termino modificado pierda su acento llano, y que el vocativo pueda afijarse con
polisintesis a otros sufijos, indica que se trata de términos agudos.
En estos casos, considero apropiado escribir el acento para no tomar el vocativo como una apócope del sufijo
posesivo E’. Veamos un ejemplo de tal distinción: el sustantivo Tlalli, tierra, da origen al adjetivo Tlále’,
terrateniente, y a la expresión vocativa Tlalé, ¡oh, tierra!
Observaciones: en otras variedades del nahuatl se dan casos de términos agudos y esdrújulos.
Los textos escritos con ortografía popular suelen acentuar todos los polisílabos que no terminan en N, S o vocal,
como Náhuatl, Nezahualcóyotl, Cuauhtémoc, etcétera. Sin embargo, esta es una regla del español, no del
nahuatl. Las lenguas que sólo tienen un acento no llevan acento ortográfico.
El nahuatl ama las combinaciones de vocales; de hecho, hay términos que unen las cinco vocales (en cuyo caso
las débiles se consonantizan), como:
Showeyak, patilargo
Ishpoyawi, estar mareado
• A es fuerte
• E, O, son semifuertes y equivalentes
• U, I, son débiles y equivalentes
1. Bisilábicas: los hiatos, formados por dos vocales que pertenecen a sílabas diferentes, como Tla-ewalli,
forrado.
2. Monosilábicas, aquellas en que dos o tres vocales conviven en una sílaba. Estas pueden ser:
a) Semiconsonantes, cuando incluyen una vocal débil que se torna consonántica por el contexto, como:
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[Ya]walli, círculo
[We]yi, grande
b) Vocálicas o melódicas, los diptongos y triptongos. Estas combinaciones de dos o tres vocales siempre
incluyen una vocal fuerte o semifuerte, y una o dos débiles, todas con sonido vocálico, como veremos a
continuación.
Observación: es preciso leer correctamente las combinaciones de vocales para ubicar la sílaba tónica. Con
frecuencia, se escucha una mala pronunciación debido a que se confunden hiatos y diptongos, como en los
siguientes ejemplos, donde se acentúa ortográficamente la sílaba tónica para esclarecer el sonido:
1. Débiles o de núcleo débil (estructura: VdVd), los diptongos o combinaciones de las dos vocales débiles,
a saber:
Iu: Ye[tiu’], ir
Ui: [Kui]ka, cantar
2. Mixtas o de núcleo mixto, los diptongos compuestos por una vocal fuerte o semifuerte y una débil. Estos
pueden ser:
a) Mixtos débiles (VfVd), cuando las vocales débiles se posponen a las fuertes o semifuertes, produciendo las
siguientes combinaciones:
Se exceptúan las combinaciones Oi, en todos los casos, y Ai, en circunstancias que analizaremos al tratar
el hiato.
b) Mixtos fuertes (VdVf), cuando las vocales débiles preceden a las fuertes o semifuertes, siempre que la sílaba
comience en consonante. Se exceptúan la combinación Ia cuando aparece al final del término, y la combinación
Uo, que no existe en la lengua, lo que deja las siguientes:
3. Fuertes o de núcleo fuerte (VdVfVd), los triptongos o combinaciones de tres vocales. Estas aplican la
jerarquía en ambos sentidos, pues se forman por el añadido de las vocales débiles a un diptongo mixto fuerte, de
modo que su núcleo consiste siempre en una vocal fuerte o semifuerte flanqueada por dos débiles. No se
emplean todas las combinaciones posibles, sino las siguientes:
5.6 Asimilación
Una regla del nahuatl es que aquellos radicales que terminan en diptongos o triptongos en Ai, Ei, creados por la
incorporación de una I epentética o intrusiva, a la que Garibay llama prostética y nosotros llamaremos en este
estudio demarcativa, asimilan (pierden) dicha vocal al frecuentarse o incorporarse. Veamos cada caso:
1. Asimilación por frecuentación, cuando se frecuenta una sílaba que contiene alguno de los mencionados
diptongos; por ejemplo: Ai, hacer > Aai (por Aiai), hacer algo fuera.
En algunos términos, la forma asimilada se puede independizar, adquiriendo sufijos nominales para cerrar
composiciones; por ejemplo: Ma’tlaktli, diez + Maitl, mano > Ma’tlakmatl, diez manos o brazas. También se
dan casos de independencia total, como:
3. Por desambiguación, como en Eilia, triplicar (la forma asimilada Elia se entendería como causativa del
verbo Eli, ser diligente).
Observación: no hay que interpretar como violaciones de esta regla los casos formados por incorporación, como
Ye, ya + Iman, momento = Yeiman, ser el momento.
5.7 Semiconsonantes
Según vimos en los ejemplos anteriores, las vocales débiles que inician la sílaba y preceden a otra vocal se
semiconsonantizan, escribiéndose y pronunciándose, la I como Y y la U como W. Esto produce las siguientes
combinaciones:
• Ya: Ya’ya, ir
• Ye: Ye’yekoa, ejercitarse, probar, ensayar
• Yo: Yoyolin, insecto
• Yu: Yuktli, hermano o hermana menor
• Wa: Wawatl, especie de gusano
• We: Wel, bien
• Wi: Wik, hacia
Los radicales que contienen diptongos o triptongos los pierden cuando uno de sus componentes se
semiconsonantiza, cosa que ocurre por dos razones:
1. Cuando se pospone un componente comenzado en vocal a los diptongos débiles y los triptongos; por
ejemplo:
2. Cuando los diptongos fuertes y los triptongos pierden una consonante anterior, como en:
5.8 Hiato
El hiato o pronunciación separada de dos vocales contiguas tiene lugar en aquellas combinaciones de vocales
que no cumplen con los requisitos para formar diptongos. Es de dos tipos:
1. Homofónico, cuando una vocal convive consigo misma, lo que ocurre para todas las vocales, menos U, en las
siguientes circunstancias:
b) Por incorporación, como en Maitl, mano + Ana, extender = Maana, extender los brazos.
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Eestentli, contusionado
Oollama, jugar a la pelota
d) Por deslinde de sentido, como en Ki, a él + Ilpia, atacar = Kiilpia, él o ella le atacan.
e) Por posesión de sustantivos comenzados en I por la tercera persona del singular, como en Iits, su cuchillo de
obsidiana.
2. Alofónico, cuando conviven dos vocales diferentes. Este tipo de hiato puede ser fuerte o débil.
a) El alofónico fuerte se forma cuando se unen vocales fuertes o semifuertes, en todas las combinaciones; por
ejemplo:
b) El alofónico débil ocurre cuando una vocal débil se compone con una fuerte o semifuerte. El caso por
excelencia es la posesión de sustantivos comenzados en vocal por la tercera persona del singular, como en:
Iamosh, su libro
Iolol, su balón
Iikpal, su silla
Iekawilo, su sombra
Ia’tlau’, su lanzadardos
Iknoi’toa, petición
Noiyoka, yo sólo
Eloisuatl, túnica del maíz verde
Tsoiyak, tabaco común
Shochiointli, cierta variedad de maíz
• Ai, cuando a la I le sigue una consonante que cierra sílaba o en composiciones con el verbo I, beber, como:
Tlai, beber
Tlailli, hemorragia
Sakaikpalli, silla de paja
Chimalpain, mensajero del escudo, nombre personal
I - En composiciones formados por el añadido del sustantivo Atl, agua, como Shochiatl, agua de rosas.
Tlachia, fabricar
Tlatia, quemar
Teomania, meditar
Moyektilia, la forma correcta de hacer
III - En los sustantivos derivados de los verbos en Ia, si si la a pertenece a la última sílaba del término; por
ejemplo:
Si a los sustantivos derivados de verbos en Ia se les pospone una partícula o radical que conste de una o más
sílabas, el hiato vuelve a comportarse como diptongo; por ejemplo:
5.9 Sinéresis
Ocasionalmente, el nahuatl permite abreviar la emisión del término mediante el recurso de transformar el hiato
fuerte en diptongo, al debilitar las vocales semifuertes (nunca la fuerte), la E en I y la O en U. Como resultado,
dos sílabas quedan reducidas a una. Este fenómeno se llama sinéresis y tiene dos aplicaciones:
1. Es progresivo cuando afecta a la primera vocal de la sílaba, lo que ocurre en tres combinaciones:
• Ea/Ia:
• Oa/Ua:
2. Es regresivo cuando afecta a la segunda vocal de la sílaba, lo cual ocurre en tres combinaciones:
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• El alargado de las vocales E, O, pues, en estos, ambas vocales forman parte del mismo fonema y el alargado
no tiene como objeto acortar el término, sino evitar hiatos.
• La pérdida de fonemas; por ejemplo, el verbo Poa, contar, parece sufrir sinéresis de la A en el sustantivo
Pou’ki, contador. Sin embargo, en este caso, la A es un sufijo verbal elidido, en tanto el fonema U’ deriva de
un sufijo flexivo.
1. Es aglutinante, es decir, aglutina partículas modificadoras y términos para formar nuevas partículas y
términos. Ejemplo: Se, uno + Shikipilli, bolsa, tercer orden vigesimal = Seshikipilli, 8 mil.
2. Es polisintética. Esto significa que, al aglutinarse, ciertos términos pierden parte de su sonido, como en:
Sentli, unidad + Teotl, divino = Senteotl (por Sentliteotl), divina unidad.
3. Es eufónica, es decir, procura el buen sonido, modificando el producto de la polisíntesis, de ser necesario. Por
ejemplo: Meshi’ko, en el ombligo de la luna, eufónico de Metsshikko, polisíntesis de Metstlishiktliko,
aglutinación de Metstli, luna + Shiktli, ombligo + Ko, sufijo locativo.
4. Es desambiguadora, pues modifica el producto de la eufonía, también si es necesario, para que el término
resultante no se confunda con otro. Por ejemplo, el enfático de Paka, lavar, recibe un saltillo (Pa’paka,
enjabonar) para que no se confunda con Papaka, insultar, ridiculizar.
6.2 Niveles
Tanto por su naturaleza como por el cultivo de que fue objeto, el nahuatl es una lengua estructural. Posee una
organización interna en cinco niveles de complejidad que hemos aprovechado para organizar el presente
estudio; estos son:
Los elementos componentes no son términos, sino su materia prima. Son de dos tipos: raíces o morfemas
léxicos, y gramemas, a los que en adelante llamaremos partículas modificadoras.
Las raíces son unidades de sonido y significación abstractas; por ejemplo, la raíz Naw se refiere a lo oculto, lo
duplicado, la fluidez y la comunicación, y la raíz Ton, al calor, la luz, la energía y lo evidente.
Las raíces del nahuatl no tienen una naturaleza gramatical intrínseca. Según las partículas que adopte, toda raíz
puede funcionar como sustantivo, verbo, adjetivo o adverbio, como vemos en los siguientes ejemplos
elaborados sobre la raíz Tlal, relativa a la tierra:
Tlalli, tierra
Tlalti, hacerse tierra
Tlaltik, terroso
Tlalpan, patria (lit., en la tierra)
Casi todas las raíces simples de del nahuatl proceden del protonahuatl, aunque hay intrusiones de otras lenguas.
Algunas raíces son tan antiguas, que aparecen en otras lenguas de América y el Viejo Mundo, no por
intercambio, sino por comunidad de origen; por ejemplo:
• La raíz On, relativa a la unidad, lo entero y lo completo, aparece en el maya Jun, uno, el quechua Oma,
unidad, el tungús Omo, uno, el malayo Onnu, uno, y el germánico On, uno.
• La raíz Kau’, relativa a lo que se extiende, aparece en los términos del español Cauda, Caudal, Cauce y
Causa.
Las raíces se agrupan en familias con un antepasado común. Por ejemplo, las raíces Kau’, Kua, Kuau’ y Koa
derivan de una raíz del protonahuatl relativa a lo que está encima, es extenso o elevado, como se denota en los
siguientes términos:
Gracias al fenómeno de la incorporación, las raíces originan su propia familia de términos. Por ejemplo, la raíz
Kal, relativa a los contenedores y las casas, crea, entre muchos otros, los términos siguientes (el añadido a la
raíz se denota en itálicas):
Kalli, casa
Kale’, casero
Kali, estar en casa
Kalpan, en la casa
Kaltin, las casas
Kalsolli, choza
Kalisatl, portal
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Kalkuaitl, techo
Kaltechtli, pared
Kaltentli, acera en torno a la casa
Kaltetsontli, cimiento de la casa
Kalpolli, barrio
Weikalli, templo
Si una raíz muta en sonido, aunque sea levemente y sin modificar su sentido, da origen a otra. Así, los sonidos
Ish, Its e Is se refieren al rostro y la visión, pero constituyen raíces distintas productoras de términos como:
Ishtia, ver
Itstilia, observar
Issitlalchiwa, adornarse el rostro con estrellas
Observación: no hay que confundir la mutación de las raíces con la modificación de los radicales por eufonía.
Así, en el verbo Ichchichitintinemi, tener ojos llorosos, el radical Ish se modifica en Ich por una regla
eufónica aplicable a la unión de dos consonantes aspiradas, pero continúa representando a la raíz Ish.
Las raíces no constituyen términos por sí; para crearlos, tienen que unirse a las partículas modificadoras de
carácter gramatical, en cuyo caso se transforman en radicales.
El radical es la parte básica o invariable del término. Tiene la característica gramatical del término al que da
origen, que no desaparece cuando la partícula desaparece o, mejor dicho, se subroga por incorporación.
En una lengua como el nahuatl, la distinción entre raíz y radical es importante pues, como acabamos de leer, los
radicales pueden mutar por eufonía sin que ello origine nuevas raíces. Observemos, por ejemplo, la variación
del radical en los siguientes términos derivados de la raíz Kuau’:
En conclusión: la raíz es la forma abstracta e inmutable del radical, y el radical, la forma concreta y mutable de
la raíz.
Las partículas modificadoras son la parte variable del término. Según su efecto sobre el radical, son de
tres tipos:
2. Los morfemas flexivos no cambian la característica gramatical del término, pero modifican su significado,
especificando formas de conjugación o posesión; por ejemplo:
3. Las partículas vinculativas unen los componentes del término sin cambiar su característica gramatical o
significado; por ejemplo:
Una raíz puede adquirir diversas partículas modificadoras que definen o modifican su sentido, o vinculan sus
componentes. Por ejemplo, el plural O’oselo’, los ocelotes, posee tanto una partícula vinculativa (el saltillo
interpolado entre los componentes de la sílaba que se frecuenta por énfasis) como un sufijo evaluativo (el
saltillo final que marca el plural).
El segundo nivel de complejidad de la lengua es el de los términos; es aquí donde los componentes se expresan
como unidades gramaticales. Según su estructura, los términos son de dos tipos:
Se, uno
Nel, entonces
Wi, hola
2. Incorporados, los que resultan de una incorporación o unión de raíces, radicales y partículas. La
incorporación procede de dos modos: por afijación y por aglutinación.
a) La afijación es la unión de partículas modificadoras entre sí o con una raíz o término. En los siguientes
ejemplos, las partículas se destacan entre corchetes:
b) La aglutinación es la unión de dos o más términos para crear uno nuevo; por ejemplo:
Casi todos los términos en nahuatl son resultado de una incorporación; según su estructura, se clasifican en
dos grupos:
1. Monorradicales, los que tienen un radical simple al que se añaden una o más partículas modificadoras. En los
siguientes ejemplos, el radical se destaca entre corchetes:
[Mich]in, pez
[Komish]in, lagartija pequeña
[Sipak]tli o [Sipaki’]tli, dragón
[Kuetspal]li, lagartija grande
2. Polirradicales o aglutinados, aquellos cuyo radical se forma por varios radicales, al que se añaden, por lo
general, una o más partículas modificadoras. En estos términos se cumple la regla de polisíntesis incorporativa,
según la cual, el radical anterior pierde el sufijo nominal y, generalmente, también el verbal. En los siguientes
ejemplos, se separan los componentes del radical con un guión:
Por su carácter incorporativo, los términos del nahuatl absorben gran parte del significado y estructura de la
expresión, comportándose como frases breves. La distinción entre el término y la frase se puede establecer
desde dos puntos de vista:
• Estructural: el término adquiere sufijos que le dan característica gramatical y pierde sonidos al incorporarse,
por reglas de composición, eufónicas y de desambiguación; la frase no.
• Semántico: por lo general, los componentes del término sintetizan sus significados en un nuevo significado, en
tanto los de la frase los suman. Por ejemplo:
Atl, agua + Tlachinolli, quemado = Atlachinolli, guerra / Atl Tlachinolli, agua quemada, concepto esotérico
Shochitl, flor + Kuikatl, canto = Shochikuikatl, canto florido, un género literario / Shochitl Kuikatl, flor y
canto, la poesía
6.7 El refinamiento
El tercer nivel de la lengua consiste en refinar los términos. El recurso de la incorporación propicia el
surgimiento de combinaciones de sonido complejas o de significado ambiguo. Estos casos se resuelven
mediante los recursos de eufonización y desambiguación.
1. La eufonización o mejora del sonido consiste en modificar los sonidos para evitar combinaciones difíciles o
cacofónicas. Según su estructura, la eufonización puede ser:
a) Por síncopa o supresión de sonido, cuando se elide un fonema de uno de los radicales aglutinados, como
Teotl, divino + Amoshtli, libro = Teomoshtli (por Teoamoshtli), libro sagrado.
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b) Por adopción, cuando uno de los fonemas en la zona de contigüidad de la incorporación adopta el sonido de
su vecino, como Nawi, cuatro + Pa, sufijo distributivo + Teku’tli, señor = Nappateku’tli (por
Nau’pateku’tli), cuatro veces señor.
2. La regla de la desambiguación tiene el propósito de deslindar el sentido del término o evitar lecturas
equívocas. Se resuelve mediante recursos como la interpolación de partículas y la aplicación de excepciones a
las reglas de composición. Por ejemplo:
6.8 La articulación
Como afirmó Molina, el nahuatl tiene reglas propias que lo distinguen de las lenguas del Viejo Mundo:
“El lenguaje y frasis de estos naturales, especialmente de los nahuas y mexicanos, es muy diferente del
lenguaje y frasis latino, griego y castellano.” (Vocabulario de la lengua, 1571)
El gran peso semántico del término dentro de la frase determina que la sintaxis del nahuatl sea muy simple, a tal
extremo, que Carochi afirma, exagerando, que “esta lengua no la tiene”.
Por lo general, el orden de los términos no afecta su comprensión; sin embargo, no es lo mismo decir In
itskuintli in kalli, la casa del perro, que In kalli in itskuintli, el perro de la casa.
1ro. El determinante (término o radical que modifica) precede al determinado (término o radical modificado),
como en Semanawak etilistli nawatilli, la ley de gravitación universal (de Semanawak, universal + Etilistli,
gravedad + Nawatilli, ley).
Esta composición se invierte para demostrar; así, en la siguiente frase, el último término modifica al penúltimo:
Yu’kin kokoa’ nawintin, como cuatro serpientes (de Yu’kin, como + Kokoa’, serpientes + Nawintin, plural
de cuatro).
2do. El poseedor precede al poseído en ausencia de pronombres posesivos, como en Ketsalkoatl tsakualli, la
pirámide de la Serpiente Emplumada (de Tsakualli, pirámide). Pero, si la posesión se especifica con
pronombres, se invierte la precedencia, como en In i’kuak ititlanwan Moteuksoma in ompa kalakke’ in
iakalko Cortés, cuando sus mensajeros de Moctezuma entraron en su nave de Cortés (de I’kuak, cuando + I,
suyo + Titlanwan, mensajeros + In ompa, acercarse allá + Kalakke, entran + I + Akalko, en el barco).
Se exceptúan a esta regla las posesiones demostrativas, en las que se mantiene la precedencia del posesor, como
en Onkan tekuani ichan, allá está su guarida de la fiera (de Onkan, allá + Tekuani, fiera + I + Chantli,
hogar).
3ro. El objeto precede a la conjugación, como en la frase Kuau’tlankochtika nitlatsakua, lo cierro con una
llave de madera (lit., con llave yo cierro, de Kuau’tli, madera + Tlankochtli, llave + Tika, sufijo prepositivo +
Ni, yo + Tlatsakua, cerrar). Pero también puede sucederlo, como en Ki’kuani’ in akalo’tli, él traslada el
canal (de Ki, lo + I’kuani’, desplazar + Akalo’tli, vía de agua).
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4to. El sujeto precede al verbo, como en San titlakaneki tiwetski, tú ríes sin razón (de San, sólo + Ti, tú +
Tlakaneki, proceder sin reflexión + Ti + Wetski, reír). Esta regla es capaz de descomponer los verbos
autotransitivos, como en Tlama’tlakkua, él es el décimo en comer (de Ma’tlaktli, diez + Tlakua, comer algo).
Pero, en las oraciones demostrativas, el verbo toma la precedencia; por ejemplo: Chichiko yau’ inon tlawanki,
ese borracho va haciendo eses (de Chichiko, de un lado a otro + Yau’, ir + Inon, aquel + Tlawanki,
borracho).
5to. El interrogativo precede a la descripción; por ejemplo: Tle itoka in tla’toani Meshi’ko?, ¿cómo se llama
el representante de México? (de Tle, qué, cuál + I + Toka, nombre + Tla’toani, vocero).
6.9 La elevación
La función de los recursos expresivos es elevar la frase. Aunque la elevación no es una regla, sino una opción,
lo apropiado en nahuatl clásico es, no sólo comunicar el sentido, sino hacerlo de un modo elegante. Este nivel
viene a ser, para la frase, como la eufonización para el término.
a) Partículas que se añaden o intercalan a la expresión para indicar respeto, tanto hacia como desde; es decir,
forman parte del lenguaje que se dirige a personas ancianas o de autoridad, pero también el que se espera de
estas personas hacia todos. Por ejemplo:
b) La modificación del pronombre Ti, tú, en Shi, usted, para exhortar; por ejemplo: Ma shimokuikatsin, cante
usted, por favor.
c) Términos o expresiones diferenciadas para referir seres vivos o inanimados, así como personas o animales;
por ejemplo:
2. La metáfora. Ciertos conceptos, como los relativos a las relaciones sociales, funciones fisiológicas y aspectos
del culto, se dicen de forma elíptica, aunque tengan término propio; por ejemplo:
3. El difrasismo. Este recurso consiste en combinar dos o tres términos para construir con ellos, por asociación,
un concepto no explícito; por ejemplo:
• Uno cosmogónico: gran Anahuac o mundo único, interpretado como la composición de Sentli, uno +
Anawak, nombre propio de Mesoamérica.
• Otro filosófico: la unión de lo diverso (literalmente, Uni-verso), interpretado como la composición de Sentli +
Anawa, oponer, diversificar + K.
Como aprendimos en la lección pasada, el componente básico de los términos del nahuatl es la raíz,
transformada en lexema o radical gracias a su asociación explícita o implícita con el componente secundario: la
partícula modificadora.
El nahuatl tiene dos tipos de raíces: simples y compuestas; he aquí sus características:
1. Las simples no están integradas por otras. Por lo general son breves (monosílabas) y tienen amplia familia de
términos. Casi todas son herencia de lenguas anteriores. En los siguientes ejemplos se destaca el radical:
[Tol]in, espadaña
[Tok]tli, caña del maíz
[Shiw]itl, hierba
[Oko]tl, pino, antorcha
[Owa]tl, caña dulce de maíz, caña de azúcar
2. Las raíces compuestas se crean por la aglutinación de dos o más términos. Por su origen y estructura, se
clasifican en:
a) Sencillas, las que derivan de una incorporación ocurrida en una lengua anterior al nahuatl. Al igual que las
simples, están bien establecidas y suelen tener amplia familia de términos. Por lo general, son bisílabas. A veces
sus componentes no funcionan con independencia y uno de ellos no es entendible. Por ejemplo, en el sustantivo
Telchitl, el que se goza del mal de otro, se reconoce la partícula enfática Tel, pero el componente Chi que no
existe fuera de esta composición. Otros ejemplos:
Ko, arcaico para Kua, punta, cabeza + Pilli, vástago = Kopilli, sombrero
Shiki, raíz relativa a las cestas, sólo en composición + Pilli = Shikipilli, bolsa, saco
O’, raíz relativa a los caminos + Tla, raíz relativa a la fibra vegetal, sólo en composición = O’tlatl, caña
maciza, bastón
Tla + Ko, raíz relativa a las cañas y contenedores, sólo en composición = Tlakotl, caña fina para flechas
Chim, raíz relativa a las cañas y juncos + Am, raíz relativa a la fibra vegetal, sólo en composición = Chinantli,
caña
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b) Complejas, las que derivan de la incorporación de varios términos reconocibles y separables. Muchas de
estas incorporaciones - como el extraño verbo Kuatai’toa, llamarse Kuakuata - son tardías, improvisadas y no
tienen familia de términos, por lo que sus raíces no están tan establecidas como las simples o las compuestas
sencillas; casi todas constan de tres o más sílabas. Por ejemplo: la aglutinación de los sustantivos Tekpilli,
príncipe, y Tla’tolli, palabra, crea el término Tekpilla’tolli, lenguaje noble, del cual se abstrae la raíz
Tekpilla’tol, relativa a lo que es delicado o noble. A su vez, esta adquiere partículas modificadoras para crear
nuevos términos, como Tekpilla’tolistika, elegantemente (de Tekpil-la’tol + Is, sufijo adjetivo + Tika, sufijo
adverbial). Otros ejemplos:
7.2 Sinónimos
Las raíces del nahuatl suelen tener una relación biunívoca con sus sentidos, es decir, cada una posee un sentido
y cada sentido es representado por una raíz. Tres tipos de términos rompen estas relaciones: los sinónimos, los
homófonos y los antiosemas.
Los sinónimos se forman por raíces diferentes que comparten un mismo significado. Son de dos tipos: estrictos
y parciales.
1. La sinonimia estricta ocurre cuando el significado es el mismo, lo que ocurre por las siguientes razones:
2. La sinonimia parcial ocurre cuando los sentidos se parecen, pero poseen matices que es preciso deslindar por
contexto, como:
La sinonimia parcial puede dar origen a la estricta. Por ejemplo, los sustantivos Witstli, espina de maguey, y
Awatl, espina de roble, son sinónimos parciales porque, aunque aplicables a las espinas de cualquier otra
planta, son específicos de las suyas; pero producen los sinónimos estrictos Witswia y Awawia, espinar.
Observación: los términos cuya pronunciación difiere por eufonía, desambiguación, frecuentación, anagrama,
apócope, aféresis, síncopa, sinéresis, énfasis o alargado de vocal no son sinónimos, sino variantes fonéticas; por
ejemplo:
7.3 Homófonos
Los homófonos son términos que, pese a pronunciarse igual, tienen diversos significados, lo cual puede ocurrir
por dos razones:
1. Por polisemia, cuando una raíz tiene diversos sentidos. Por lo general, este fenómeno ocurre por aplicación
del sentido; por ejemplo, la raíz Sen, relativa a la semilla, fue aplicada al cómputo, efectuado originalmente con
semillas, por lo que se tornó polisémica en el término Sentli, maíz, unidad. Más ejemplos:
Son homófonos aquellos términos cuyos sentidos derivan por metáfora o tropo, como:
2. Por homonimia, cuando se llega a una misma pronunciación a partir de diversas raíces; por ejemplo:
Observaciones: los términos cuya pronunciación difiere, aunque sea levemente, no son homófonos; por
ejemplo:
El fenómeno de la convergencia semántica mezcla la sinonimia y homofonía. Consiste en que diversos radicales
con sonido idéntico o parecido llegan a adquirir un mismo sentido secundario a través de una aplicación o
función. Este fenómeno es detonado por diversas causas, como las siguientes:
1. Influencia recíproca. Por ejemplo, el verbo Akana significa estar echado en tierra y echar en el agua. A
primera vista, es un caso de polisemia, pero el primer sentido se forma de Aktia, introducir, entrar + Ana,
extenderse, y el segundo, de Ak, en el agua (Atl, agua + K, sufijo locativo) + Ana. Ambos sentidos se coluden
para producir un tercero en que se unen sus dos etimologías: sacar un navío a tierra.
2. Influencia de la escritura. Por ejemplo, el patrono de los comerciantes y viajeros se llamaba Ya’kateku’tli, el
señor que va de viaje, del verbo Ya’katewa, irse de camino. Por asociación fonética y de ideas, ese nombre se
escribía con el glifo Yakatl, nariz, punta, guía, que era una nariz estirada, lo que dio origen al nombre
convergente y equivalente Yakateku’tli, señor que guía el viaje, cuya acepción primaria es señor narizón.
3. Relación simbólica. Por ejemplo, los conceptos en el ombligo de la luna y en el ombligo del maguey se
pronuncian igual: Meshi’ko. El primero se forma de la incorporación Metstli + Shiktli + Ko, y se refiere al
alineamiento de la Luna y el Sol, este último representado por el ombligo o centro; el segundo se forma de Mets
+ Shiktli + Ko, y se refiere al corazón del maguey, de donde se extrae el pulque. Como ambos sentidos se
relacionan en el mito fundador, los términos se unieron en acepción secundaria como nombre de la ciudad
de México.
7.5 Polilexia
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La polilexia o múltiple interpretación es un fenómeno inverso a la convergencia semántica, con el cual se puede
confundir. Consiste en que un radical se puede leer de diversos modos, por asociación fonética con otros. Por
ejemplo, el sustantivo Semanawak, universo, tiene un sentido directo o etimológico: extensión indefinida o
total (de Semana, extenderse, totalizar + Wa, sufijo posesivo + K, sufijo locativo), y dos sentidos poliléxicos o
asociativos:
• Uno cosmogónico: gran Anahuac o mundo único, interpretado como la composición de Sentli, uno +
Anawak, nombre propio de Mesoamérica.
• Otro filosófico: la unión de lo diverso (literalmente, Uni-verso), interpretado como la composición de Sentli +
Anawa, oponer, diversificar + K.
7.6 Antiosemas
Antiosemia es la presencia de sentidos opuestos en la misma raíz, como ocurre en los términos españoles Sima,
lo alto, y Cima¹, lo profundo. Es un fenómeno muy raro en español, pero relativamente abundante en nahuatl.
Es de dos tipos: intrínseco y por aplicación.
1. La antiosemia intrínseca consiste en que la raíz contiene dos acepciones opuestas sin relación causal entre sí
(es decir, una no deriva de la otra); por ejemplo:
a) Lineal, cuando un sentido da origen a su antiosémico. Por ejemplo, la raíz Tsin, referente a la cola, llegó a
significar, por extensión, algo pequeño o en posición posterior o inferior, como en Tsimpil, espantadizo. Este
último sentido dio origen al sufijo Tsin, pequeño, como en Piltsin, niñito, del cual derivó el de preciosidad o
respeto, como en Topiltsin, nuestro noble; Tonantsin, nuestra respetable madre. Así surgió el sustantivo
antiosémico Tsintli, ano, trasero, fundamento, algo respetable. Otros ejemplos:
Timalli, modesto > Timal, glorificado, enaltecido (acepción derivada del mérito obtenido por el sufrimiento)
Masewalli, merecido > Masewal, pobre (acepción derivada de la condición común del título de merecido)
Mawiskui, acobardarse > Mawiso’, honrado (acepción derivada de inspirar temor)
b) Disyuntiva, cuando un sentido anterior da origen a dos sentidos antiosémicos. Por ejemplo, la raíz Poyau’,
relativa a colorear o cubrir con manchas, da origen al verbo Poyawi, aclarar, esclarecer, aplicado a las nubes /
oscurecer, aplicado en general. Otros ejemplos:
Kual, raíz relativa a comer, morder: Kualti, ser bueno (derivado de sabroso, alimenticio) / Kualani, irritar
(derivado morder)
Teo, raíz relativa a la condición especial: Teotia, adorar / Teopoa, afligir
Ikn, raíz relativa a la condición de necesidad y el favor: Ikniu’tli, amigo / Iknotl, pobre, huérfano
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Observación: no hay que confundir las raíces antiosémicas con dos tipos de términos que comparten su
naturaleza paradójica:
• Las aglutinaciones antiosémicas, tan abundantes en el habla teológica nahuatl, que evocan una idea por
tensión semántica, como:
• Las frases en oxímoron (relación de términos con sentidos opuestos para producir un tercer sentido), las cuales
son parte del recurso del difrasismo; por ejemplo: Yakki kuechawak, seco y húmedo, es decir, la vida
biológica.
Los sentidos opuestos de las raíces antiosémicas nunca se aplican simultáneamente, salvo por el inevitable
juego de sentidos. En cambio, las aglutinaciones antiosémicas y las frases en oxímoron aplican ambos sentidos
a la vez y constituyen un recurso literario, no una característica morfémica de la lengua.
Es importante deslindar correctamente los radicales, pues los casos de homonimia real o forzada pueden dar
origen a hipótesis infundadas como las siguientes:
• Al derivar el nombre del Tlachko, estadio mesoamericano, del verbo Tlachia, observar (Tla, prefijo
intensificador + Chia o Chiya, mirar), se ha supuesto que la función principal del estadio era la observación
astronómica. Lo cierto es que el término Tlachko deriva de Tlachtli, juego de pelota, de la raíz Tlach, relativa
a la goma y los rebotes, más el sufijo locativo Ko². El locativo de Tlachia es Tlachialoyan, observatorio.
³ Los Nemontemi eran los cinco días finales del año civil.
⁴ Astlan es el mítico lugar de origen de los Asteka’, los de astlan. El cronista Chimalpahim lo traduce como
lugar del askuawitl, cierto árbol blanco.
• Otro caso es el término Nemontemi, que diversos autores traducen llenos de nada, al interpretarlo como
aglutinación de los adverbios Nen, vacío, y Temi, lleno, lo cual ha dado pie a la idea de que esos días no tenían
nombre calendárico. En realidad, Nemontemi significa los (días) faltantes para completar, de Nemi, faltar +
On, vinculativo + Temi, completar³. El concepto llenos de nada se dice en nahuatl Sannen kontemiko.
• Tanto los cronistas como los investigadores actuales suelen traducir el término Astlan como lugar de garzas,
al componerlo de Astlatl, garza + Tlan, sufijo locativo. De ahí que algunos traten de localizar a Astlan en un
estero relacionado con las garzas. Lo cierto es que ese término se forma de la raíz As, relativa a lo blanco, que
no sólo da nombre a la garza, sino también a otros animales y objetos blancos. Astlan significa lugar blanco⁴;
el concepto lugar de garzas se dice Astatlan.
El segundo componente de los términos del nahuatl son las partículas modificadoras. Estas tienen un sentido
latente que, por lo general, se manifiesta únicamente cuando se afijan o unen a la raíz. Su función consiste en
definir detalles como carácter, número, modo, atributos, ubicación, etcétera. Desde el punto de vista
etimológico, son de dos tipos:
1. Propias, las que no derivan de sustantivos. Según su estructura, se clasifican en simples y compuestas.
b) Las partículas compuestas se forman por la afijación de dos o más partículas. Por ejemplo:
• El sufijo Tli de Tekpantli, orden, se compone por la afijación del nominal Tl con la partícula demarcativa I.
• El sufijo adjetivo Tik de A’kualtik, malo, se compone del verbal Ti y el adjetivo K.
• El sufijo verbal Oa de Nitlakuiloa, yo escribo, se compone con el pasivo O y el verbal A
2. Derivadas, las que derivan de sustantivos que pierden el sufijo nominal, como:
Observación: no hay que interpretar como derivadas aquellas partículas que se relacionan con un sustantivo por
el modo como se escribían en la antigüedad con glifos nahuas. Por ejemplo, el sufijo locativo Tlan no deriva
de Tlantli, diente, aunque los mexicas lo escribieran con el glifo del diente.
Tampoco hay que confundir las partículas modificadoras con las raíces homófonas. Por ejemplo, el
sustantivo Tetla’, pedregal, no se forma con el prefijo pronominal Te, gente, sino con la raíz Te, relativa a las
piedras.
Los atributos de los términos del nahuatl son definidos por cuatro tipos de partículas modificadoras:
gramaticales, flexivas, recursivas y vinculantes.
• Los morfemas gramaticales definen la naturaleza gramatical del término. Son de cuatro tipos: nominales,
verbales, adjetivos y adverbiales.
• Los morfemas flexivos se añaden a sustantivos y verbos para indicar características de la conjugación.
• Los morfemas recursivos se añaden a los cuatro términos gramaticales para especificar atributos como el
número, el género y el énfasis.
• Los morfemas vinculantes tiene la función de articular, vincular y estructurar a los términos.
Los morfemas nominales son sufijos que crean sustantivos. Se clasifican en dos grupos: absolutivos y titulares.
1. Los sufijos absolutivos o de estado absoluto (en adelante les llamaremos sufijos nominales) definen la
entidad de las cosas. Todos los sustantivos los llevan, salvo que los pierdan por regla o recurso semántico.
Tienen dos aplicaciones:
a) Primaria, cuando se unen directamente a la raíz para formar sustantivos primitivos o de primera
generación, como:
Mits[tli], gato
Koate[tl], esturión
Osoma[tl], mono
Kuitlach[tli], oso negro
Akacha[tl], saltamontes
Ayau’toch[tli], armadillo
Kimich[in], ratón
b) Secundaria, cuando se añaden a términos previamente modificados por otros sufijos gramaticales o
recursivos para formar sustantivos derivados o de segunda generación, como:
2. Los sufijos nominales titulares representan a una persona, creando títulos. Son de tres tipos: gentilicios,
entitivos y posesivos.
Kochis[tekatl], dormilón
Kuau’[tekatl], cadáver del sacrificado (lit., el del [país] del águila)
Atempan[ekatl], magistrado
Saka[tekatl], oriundo de Sakatlan
b) Los sufijos entitivos designan al agente de la acción o el atributo representado por el radical; por ejemplo:
Yaokis[ki], guerrero
Koyon[ki], agujerado
Tlamati[ni], sabio
Miki[ni], mortal
Melawa[ni], testigo
Los morfemas verbales son sufijos que definen acciones y crean verbos. Tienen dos aplicaciones estructurales:
1. Primaria, cuando se unen directamente a la raíz para formar verbos de primera generación, como:
Nek[ti], desear
Sennem[i], existir, durar
Ash[ka], poseer
Se[tia], unir
Tsa[tsi], pregonar
2. Secundaria, cuando se unen a verbos, adverbios y sustantivos para formar verbos de segunda
generación, como:
La afijación verbal secundaria puede crear nuevos verbos, llamados honoríficos, causales o transferentes, pues
transfieren la acción; por ejemplo: Polakki, sumergir > Polaktia, sumergir a otro. Tal proceso puede añadir
sentidos al radical, como en:
Observación: en nahuatl no existe el modo infinitivo; se suple por la conjugación de la tercera persona, cuyo
pronombre es implícito. De modo que, aunque en el presente estudio traducimos Machtia como estudiar, su
sentido literal es él, ella, ellos o ellas estudian.
Los morfemas adjetivos modifican a un sustantivo explícito o implícito. Califican en tal sentido los pronombres
posesivos, los numerales, los demostrativos, etcétera. Sin embargo, en este estudio restringiremos la
denominación de adjetivos a los dos morfemas que transforman la raíz en cualidad: S y K.
Tlawi[s], luminoso
Yu’ki[s], natural
Neteki[s], descansado, dormilón
Este sufijo sufijo es poco usado al final de los términos; por lo general, se infija o pasa al interior a través de la
aglutinación, produciendo composiciones como:
62
Observación: no hay que confundir los adjetivos en Is con la conjugación futura de los verbos, como Iskalis,
resucitará, ni con sustantivos truncos cuyo radical termina en Is, como Mikis, nombre de un niño nacido en el
signo de Mikistli, muerte.
Ista[k], blanco
Koko[k], picante, doloroso
Tsopeli[k], dulce
Eti[k], pesado
Olti[k], elástico
Kualanto[k], irritado
Esta partícula se une con frecuencia al interfijo Ti, creando el sufijo Tik, como en Matepolti[k], manco.
También puede añadirse al sufijo S, confirmando el carácter sustantivo, como en Maki[s-tik], precioso como un
brazalete (de Makis, en forma de brazalete).
Observación: no hay que confundir los adjetivos en K con el sufijo locativo K, como en Mostlayok, pasado
mañana, o con sustantivos truncos cuyo radical termina en K, como el nombre propio Tenamik, de
Tenamiktli, adversario.
Es denotar que otras partículas gramaticales y flexivas pueden crear términos capaces de calificar sustantivos;
por ejemplo:
Así mismo, se crean términos evaluativos mediante la frecuentación enfática o la afijación de partículas
evaluativas, como: We’wei (frecuentado de Wei, grande) = Weipol (Wei + Pol, sufijo calificador), muy
grande.
Los morfemas adverbiales se unen al radical nominal o verbal para complementar acciones. Son de cuatro tipos:
modales, comparativos, determinantes y posposicionales.
1. Los morfemas modales se unen a los sustantivos para indicar modo, carácter, frecuencia o generalidad;
por ejemplo:
Ai[k], nunca
Imman[ti], ahora es el momento
Yowal[tika], en la noche
Shiu’[tika], de turquesas
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Ishtlamat[ka], prudentemente
Yeli[ka], suavemente
Si el morfema es un sufijo, el término resultante es un adverbio, aunque funcione como sustantivo; por ejemplo:
Te[tla’], pedregal (literalmente, con abundancia de piedra). Si es un prefijo, el término se clasifica según su
sufijo; por ejemplo, [Tla]pantli, azotea, es un sustantivo, aunque modificado por el prefijo adverbial Tla’.
a) Interrogativos como:
Ak, ¿quien?
Ken, ¿cómo?
Ik, ¿cuándo?
Kan, ¿dónde?
b) Demostrativos como:
c) Condicionantes como:
Kuish, ¿acaso?
Ma’, reforzador de interrogativos o vetativos
Intla, si condicional
Intlaka, si no
4. Los morfemas posposicionales constituyen un tipo particular de sufijo adverbial que se une a un radical para
ubicarlo en tiempo o espacio, produciendo términos que con frecuencia funcionan como sustantivos, e incluso
como nombres propios. Son de tres tipos:
• Dinámicos, cuando se añaden al verbo para describir un desplazamiento verso o inverso, sin modificar su
característica gramatical; por ejemplo:
Ni[kan], aquí
Ash[kan], hoy
Welash[kan], en este punto
Tlal[pan], en la tierra, patria
Teish[pan], públicamente
Totekua[kan], ciudad capital
A[nalko], al otro lado del agua
Tlami[yan], cuando algo termina
La mayoría de los locativos del nahuatl se forman con este tipo de partículas; por ejemplo:
Los morfemas flexivos aportan sentido al término sin modificar su característica gramatical. Se distinguen
dos grupos:
a) Prefijos pronominales (sujeto y objeto), llamados por Carochi semipronombres y, en este estudio,
pronombres. Estos representan al sujeto personal e impersonal, así como al objeto, únicamente en conjugación;
por ejemplo:
[K]i’toa, le dicen
[Ni]tlachiwa, yo trabajo
[Mo]sawa, él (se) ayuna
[Te]kuani, fiera (literalmente, que come personas)
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b) Verbales, las partículas que se añaden al verbo conjugado en substitución del sufijo verbal para señalar
tiempos; por ejemplo:
Tie[s], tú serás
Konitta[s], él lo experimentará
Tenotsa[ya], él llamaba a alguien
[O]mochiu’, él se transformó
2. Sufijos declinativos, los que se añaden al sustantivo en posesión, sustituyendo al sufijo nominal, como:
Noteo[u’], mi dios
Isiwa[u’], su primera esposa
Mokich[wi], tu esposo
Los morfemas recursivos matizan el sentido del término sin modificar su característica gramatical. Hay cuatro
grupos: cuantificadores, evaluativos, vocativos y marcas enfáticas.
1. Los sufijos cuantificadores indican cantidades. Según su función, son de dos tipos:
a) Plurales, los que marcan cantidades indeterminadas. Hay cinco con funciones cuantificadoras específicas:
b) Los representativos son partículas que representan a la cosa contada, creando adjetivos numerales. Se aplican
siempre a cantidades determinadas. Estas partículas pueden ser:
• Abstracta, formada por el interfijo Sh más el plural genérico Tin; crea términos como:
• Concretas, aplicables a objetos genéricos, formadas por un sustantivo en singular. En estos casos, el numeral
asociado determina el plural; por ejemplo:
Sen[tlamantli], un objeto
Om[ipilli], dos paquetes de ropa
Sem[pantli], veinte personas
Ma’tlak[olotl], diez racimos
Observación: los números del nahuatl son sustantivos, pues no sólo numeran, sino también representan a la cosa
contada, pudiendo adquirir sufijos plurales. De hecho, los órdenes y subórdenes tienen sufijos sustantivos:
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Makuil[li], cinco
Ma’tlak[tli], diez
Sempoal[li], veinte
Sentson[tli], cuatrocientos
Seshikipil[li], ocho mil
2. Los sufijos evaluativos aportan al sustantivo un atributo de tamaño o calidad, sin cambiar su condición
gramatical; por ejemplo:
Pueden transformarse en adjetivos mediante la adopción de un sufijo atributivo, como Mot[sol], individuo
perezoso > Mo[tsol-tik], que agarra o aprieta.
3. Las partículas vocativas determinan el modo y expresan orden, deseo, saludo o estado emocional. Pueden
incorporarse al término, como el pronombre Shi de Shikaki, ¡escucha!, o conceptuarse y escribirse por
separado, como el exhortativo Ma de Ma timokuitlawi, ¡cuídate!
4. Las marcas enfáticas confirman, distribuyen, remarcan o exageran el sentido del término. Son de dos tipos:
• El frecuentado enfático de una sílaba, como en Sentli, uno > Sesen, de uno en uno.
• La elisión del sufijo absoluto en los sustantivos enfáticos (truncos), como Tsikilli, pedazo > Tsikil, pedacito.
Este es un caso especial, porque la marca recursiva no consiste en una partícula modificadora, sino en su
ausencia.
Estas partículas tienen la función de enlazar los componentes del término o la frase sin modificar su
característica gramatical. Según su naturaleza, se clasifican en causativas, presentativas y estructurales.
1. Las partículas causativas establecen relaciones entre las partes del término o la frase. Tienen dos estructuras:
a) Incorporada, cuando forman parte del término, escribiéndose unidas al radical y participando en las
modificaciones eufónicas que correspondan. Por ejemplo, el pronombre I, suyo, de Tosan[i]chan, cueva de
tejón (lit., su cueva del tejón).
b) Externa, cuando modifican la frase, escribiéndose por separado de los términos y no participando en las
modificaciones del radical. Por ejemplo:
2. Las partículas articulares presentan a los términos, funcionando como artículos. Se usan en tal sentido el
artículo indefinido In, el, la, y el adverbio Is, he aquí. En el siguiente ejemplo ambos se emplean en forma
contigua: Is in tonan, in tota’, in Tlalteuktli, he aquí a nuestra madre y padre, el Señor de la Tierra.
3. Las partículas estructurales carecen de significado y tienen función estrictamente organizativa. Son de
dos tipos:
a) El saltillo que adoptan las sílabas abiertas cuando se les aplica el recurso de la frecuentación, como Choka,
llorar > Cho’choka, llorar mucho.
b) Los interfijos, como el demarcativo Sh de Eshkampa, en tres lugares (de Ei, tres + Kan, sufijo locativo +
Pa, sufijo direccional).
Según se ubiquen al comienzo, al final, en el interior, en la periferia o en posiciones variables dentro del
término, las partículas modificadoras se califican de prefijos, sufijos, interfijos, infijos, exfijos y afijos. He aquí
sus características:
Los prefijos se ubican delante de la raíz, el radical u otra partícula modificadora. Pueden adoptar dos
posiciones:
2. Infijada. Debido a la naturaleza incorporativa de esta lengua, es común que a un prefijo se le anteponga otra
partícula o término, pasando a una posición infija circunstancial; por ejemplo:
Los sufijos se ubican tras la raíz, el radical u otra partícula modificadora. Al igual que los prefijos, pueden
adoptar dos posiciones:
El nahuatl tiene dos tipos de partículas que se ubican por naturaleza en el interior del término: los interfijos y
los infijos.
1. Los interfijos son unas pocas partículas no significantes que sólo poseen función estructural. El interfijo
típico es la partícula Ti que vincula sufijos posposicionales, como Kuau’[ti]tlan, donde los árboles.
2. A diferencia de los interfijos, los infijos modifican el sentido del término. Los infijos por excelencia son los
pronombres objeto, pues conectan a un pronombre conjugativo con un verbo. He aquí unos ejemplos:
a) Pronombres relativos:
b) Pronombres reflexivos:
Cuando conjugan a las terceras personas, estos pronombres adquieren una posición prefija, pues las terceras
personas no poseen pronombre conjugativo; en los siguientes ejemplos, tal condición se señala por el signo de
ausencia:
Aunque los pronombres posesivos son prefijos por naturaleza, en ocasiones se transforman en verdaderos
infijos para enlazar los componentes de un término o un término-frase, como en Yolli, vida + I, su + Yan, sufijo
locativo = Yol[i]yan, lugar o época en que vive alguien o algo (lit., su lugar de vida).
Los exfijos pueden ocupar tanto una posición prefija como sufija, pero nunca en el interior del término, a menos
que se infijen por incorporación. Hay tres de estas partículas: I, Nal y Pal.
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1. El demarcativo I delimita radicales, como en Tle = Tlei, qué, algo. En posición prefija, presenta a las vocales
E, O, tornándose semiconsonante, como en:
Ocupa simultáneamente posición prefija y sufija en el número tres, Yei. Puede infijarse por incorporación,
como en:
Observación: no hay que confundir esta partícula con radicales que poseen el sonido Nal, como:
3. Parecida a la anterior, la partícula Pal, por medio de, puede ocupar posición prefija y sufija sin cambiar su
sentido; por ejemplo:
Casi siempre se infija, como en I[pal]nemoani, aquel por quien se vive, nombre divino.
Observación: no hay que confundir esta partícula con radicales que llevan su sonido, como Makpallo’, dotado
de manos.
9.5 El afijo On
En nahuatl solo hay un afijo: la partícula On, que se ubica en tres posiciones:
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1. Como prefijo y sufijo, aunque sea infijado por aglutinación o afijación, indica deferencia o separación;
por ejemplo:
Como extensión del sentido de deferencia, esta partícula también eleva el sentido del término, funcionando
como reverencial; por ejemplo:
Al conjugarse con las terceras personas, que no tienen forma explícita, adquiere una posición prefija;
por ejemplo:
∅, él, ella, ellos, ellas + On + Pewa, partir = Ompewa, él parte a algún lugar
∅ + Ki, le + On + Itta, ver + S, sufijo futuro = K[on]ittas, lo descubrirá, lo revelará
2. Como infijo no vinculado con pronombres, esta partícula indica una unión o relación incidental o causal;
por ejemplo:
Observación: en el resto de este estudio calificaremos a los exfijos y al afijo de acuerdo a su posición
concreta en el término.
Estos tipos de afijación crean estructuras con diversos grados de complejidad, que podemos organizar en dos
categorías básicas: términos exfijados e infijados.
[No]kal, mi casa
Shalshoko[tl], guayaba
Kapol[in], cereza
Teo[ti-wa-kan], santuario
Toton[a-ka-pan-eka-yo-tl], lo que es propio de la tierra caliente (del Golfo)
[Te]ka[tl], general
[Tla]yowal[lo], cosa tenebrosa
[Mo]yokoya[ni], que a sí mismo se inventa o crea, nombre divino
[Te]ish[pan], públicamente
No hay límite teórico para la complejidad que pueden alcanzar las afijaciones periféricas, acotándose
únicamente por criterios prácticos. Las composiciones más extensas se establecen en las conjugaciones, que
pueden sumar al radical docenas de partículas. En el siguiente ejemplo, el radical se destaca entre corchetes y
las partículas se separan con guiones: A’-o-ni-kin-wal[it]ta-k-ke’, yo no vine a visitarlos (a verlos) a ellos,
compuesto por A’mo, no + O, prefijo pretérito + Ni, yo + Kin, a ellos + Wal, prefijo direccional + It, raíz
relativa al ver + Ta, sufijo verbal + K, sufijo pretérito + Ke’, sufijo plural.
2. La infijación vincula dos o más términos, de modo que la partícula o partículas permanecen en el interior del
producto. Estos casos son simples cuando sólo involucran una partícula, como en:
Los complejos involucran varias partículas, sea en forma contigua, como en Teska[tl-i]poka, su humo del
espejo, o repartida por la composición, como en Akal[la]chish[ka-te]achkau’, primer piloto de un barco. Por
lo general, los términos infijados también adoptan sufijos y prefijos, formando afijaciones mixtas como:
¹ Por convergencia fonética (no por su etimología), este título se puede traducir: señor del rumbo de la
resurrección de la luz (de Tlawi, tener luz + Iskalli, resucitado + Pan, sufijo locativo + Teku’tli).
La afijación primaria o radical enlaza directamente a la partícula con una raíz para formar un término. Lo que la
hace primaria no es la naturaleza del sufijo, pues este puede participar en afijaciones secundarias, sino la
estructura del enlace. Tal vínculo sólo lo establecen los sufijos nominales y verbales. Llamaremos a la
abstracción de dicho fenómeno “radical nominal” o “verbal”, según el caso - lo que no implica que la raíz tenga
una naturaleza gramatical independiente de sus afijaciones.
1. La afijación nominal primaria la establecen el absolutivo Tli y sus modificaciones Tl, Li, en los sustantivos
primitivos; en los siguientes ejemplos se marca el sufijo en itálicas:
Observación: existen otros dos sufijos nominales que no establecen afijaciones primarias:
• Itl, pues añade el sufijo Tl a través del interfijo I. Los sustantivos en Itl tienen una variante primaria en Tli,
teórica o real; por ejemplo: Awitl > Au’tli, tía.
• In, pues sustituye a Tli, Li, como en:
2. Algunos sufijos verbales también establecen afijaciones primarias. En los siguientes ejemplos se marca el
sufijo en itálicas:
Las partículas que forman afijaciones primarias se distinguen porque no soportan la convivencia con otras
partículas o términos; por tal razón, Carochi les llama “amiscibles” o no combinables. En consecuencia, cuando
el término resultante se aglutina o afija de nuevo, se subrogan, es decir, pasan a una existencia implícita que, no
obstante, sigue marcando gramaticalmente al radical. Por ejemplo, aunque desprovisto en apariencia de sufijo
nominal, el componente Amil, tierra regada, de Amilpan, en el terreno de cultivo, sigue siendo un sustantivo.
Todos los sufijos nominales se subrogan por regla cuando se afijan o aglutinan. Este fenómeno puede ocurrir de
dos modos:
1. Por prefijación, cuando el sustantivo es modificado por un pronombre posesivo. En los siguientes ejemplos se
señala con guión el espacio que corresponde al sufijo nominal subrogado:
Observación: la anteposición de otras partículas a un sustantivo no subroga el sufijo nominal; por ejemplo: Te,
pronombre impersonal + Sentlalistli, asamblea = Tesentlalilistli, asamblea de personas.
No hay que tomar como excepciones a la subrogación los casos en que se aglutina un término comenzado en Tl
o Tli, como Okotlilli, negro de humo de pino (de Okotl, pino + Tlilli, algo negro)
Todos los sufijos verbales primarios son subrogables por regla, aunque con excepciones. Tal como ocurre con
los sustantivos, este fenómeno puede ser por prefijación y por sufijación.
1. El verbo pierde su sufijo en algunas conjugaciones que estudiaremos adelante, en las cuales se le antepone
una partícula. En los siguientes ejemplos se señala la ausencia con guión:
Ma, partícula imperativa + Shi, usted + Ikak, estar de pie = Ma shika-, que estés de pie
O, prefijo perfecto + Te, pronombre impersonal + Notsa, llamar = Otenots-, él llamó a alguien
O + Ni, yo + Tla’toa, hablar = Onitla’to-, yo hablé
O + Ni + Mania, estar tendido + Ka, sufijo flexivo = Oniman-ka, yo estaba tendido
Observación: no siempre la anteposición de elementos al verbo subroga el sufijo verbal; por ejemplo:
Tekpana, ordenar + Ka, sufijo verbal + Powa, contar = Tekpankapowa, contar órdenes o rangos
Te, pronombre impersonal + Tla, pronombre impersonal + Chiwa, hacer = Tetlachiwa, ella, él, ellas o ellos le
hace(n) algo a alguien
El resultado de una afijación primaria se llama tema. Todos los casos de subrogación son producto de
afijaciones temáticas o secundarias, pues la partícula añadida no se afija directamente a la raíz, sino al radical, a
través de la partícula subrogada. Participan en este fenómeno los sufijos adjetivos y adverbiales pues, por lo
general, sustituyen a sus correspondientes nominales y verbales.
A diferencia de las subrogables, las partículas que se afijan al tema tienen una naturaleza inclusiva, soportando
la convivencia con otras. Por ejemplo, el sufijo pasivo Lo de Tlalo, fluido, se mantiene cuando adquiere el
sufijo locativo Kan en el nombre del paraíso teológico Tlalokan, lugar de Tlalok. Son casos típicos los
pronombres, pues necesitan convivir para especificar el sentido de la conjugación, como en Ni, yo + Mits, te +
Tlaso’kamachitia, reconocer, agradecer = Nimitstlaso’kamachitia, te agradezco.
Aunque a la vista son binarias, las afijaciones temáticas tienen una estructura trina, pues incluyen una raíz, un
sufijo subrogado y un sufijo inclusivo [T(Ss)Si]. Estas afijaciones pueden adquirir sufijos nominales y verbales
en función secundaria, transformándose en afijaciones complejas (de más de tres elementos); por ejemplo:
Tsontli, cráneo + Pan, sufijo locativo + Tli = Tsompantli, altar de muertos (Tson-tli-pan-tli).
Los sufijos primarios en función secundaria se subrogan si se les posponen nuevos elementos, como en
Tsompanko, cementerio (Tson-tli-pan-tli-Ko, sufijo locativo). Esto demuestra que la subrogación es una
característica del tipo de partícula, no del tipo de afijación.
Si una afijación temática recibe nuevas afijaciones, se hace compleja o múltiple. En el capítulo anterior
conocimos casos de hasta ocho partículas unidas a una raíz. Tales composiciones obedecen a dos reglas:
• Las que impone la naturaleza estructural de cada tipo de partícula, sean prefijos, sufijos, etcétera. Ya
conocimos que estas definiciones se vuelven relativas ante la posibilidad de añadir nuevas prefijaciones o
sufijaciones.
• Las relaciones sintácticas entre las partículas. Por ejemplo, un pronombre relativo nunca se antepone a uno
conjugativo (forma invariable: Ni, yo + No, me + Ketsa = Ninoketsa, yo me levanto).
Una característica de las afijaciones complejas es que son semánticamente complementarias, pues modifican
por igual al tema. La complementariedad es de dos tipos:
1. Directa, cuando una partícula modifica directamente a la otra, y ambas aplican su efecto combinado al
radical. Estas afijaciones siempre son contiguas y forman nuevas partículas. Casos típicos son los sufijos
abstractos Yotl e Istli, compuestos, respectivamente, por los sufijos Yo’ + Tl, e Is + Tli. Por ejemplo:
Otros ejemplos son los sufijos posposicionales Ti-tlan, en, Tlam-pa, hacia, Ti-ka, indicador de sostenido, y el
verbal impersonal O-a.
2. Indirecta, cuando ambas partículas no se modifican en forma directa, sino a través del radical, en cuyo caso
existe una subordinación semántica entre ellas. Tales afijaciones pueden ser contiguas o discontiguas y no
constituyen partícula por sí. Por ejemplo:
• El sufijo evaluativo Tsin de Ayotsinko, donde los pequeños armadillos, evalúa en tamaño al radical;
posteriormente, el locativo Ko indica su ubicación.
• El prefijo intensificador Tla’ de Tlameme’, cargadores, indica la continuación del sentido del radical; a
continuación, el saltillo marca el plural.
• El sufijo verbal Ti de Ipantilia, caer encima de alguien, establece que el radical expresa una acción, y el
causativo Lia añade que dicha acción se aplica a un complemento.
Las complementariedades directa e indirecta pueden convivir en un mismo término. Así, los componentes Ka y
Pan del sufijo direccional Kapan se complementan en forma directa y son indirectamente complementados por
el pronombre I, suyo, en el término Totonikapan, en la tierra caliente (literalmente, su rumbo del calor, de
Toton, frecuentado de Tona, hacer al calor - el este).
Las partículas modificadoras no sólo pueden afijarse a un radical, sino también entre sí. De hecho, en ocasiones
prescinden del radical, en cuyo caso, una o más de ellas asumen como sintagma lexical. Hablamos entonces de
afijaciones lexicales, es decir, establecidas con el propósito de crear un radical. Este fenómeno es de dos tipos:
1. Parcial, cuando una de las partículas se lexicaliza y la otra le dota de característica gramatical. En los
siguientes ejemplos se señala el radical resultante entre corchetes:
2. Total, cuando la lexicalización afecta a todos los componentes de la afijación, transformándolos en radical.
Por ejemplo:
La afijación lexical total puede ocurrir por frecuentación, cuando la partícula se reitera para enfatizar su sentido,
como en:
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El radical formado por las afijaciones lexicales puede abstraerse como raíz, adquiriendo nuevas afijaciones,
como en:
Los procesos de afijación radical, temática y lexical producen la materia prima - términos con los cuales se
pueden construir nuevos términos, gracias al recurso de la aglutinación. En español hay algunas palabras
aglutinadas, como Mediodía, Astrofísica, Todoterreno, pero en nahuatl son abundantes y constituyen una
característica distintiva de la lengua.
La aglutinación es un fenómeno secundario; es decir, lo que se aglutina no son raíces, sino términos. Por
ejemplo, el título divino Ketsalkoatl, serpiente emplumada, no es producto de la unión y posterior
substantivación de las raíces Ketsal y Koa, sino de la aglutinación de los sustantivos Ketsalli, pluma fina, y
Koatl, serpiente, el segundo de los cuales subroga por regla el sufijo nominal del primero. En otras palabras: los
componentes de una aglutinación llegan a ella con una característica gramatical que marca semánticamente al
término resultante.
En teoría, no hay límite a la cantidad de términos que se pueden aglutinar. Casi todos los aglutinados se
componen de dos términos, pero abundan los de tres. Rémi Siméon pone el siguiente ejemplo de una
composición quinaria:
1. Permite construir decenas de miles de términos con poco más de mil raíces básicas.
2. Por lo anterior, inhibe la incorporación de raíces nuevas.
3. En consecuencia, estimula la formación de neologismos o términos nuevos, de los que vimos ejemplos en el
capítulo 3.
Todas las categorías gramaticales del nahuatl se aglutinan entre sí para formar términos de todas las categorías;
por ejemplo:
• Sustantivo + sustantivo: A’kolli, brazo + Mistli, gato = A’kolmistli, cierto sacerdote (lit., brazo de felino)
• Sustantivo + verbo: Sentli, unidad + Ketsa, permanecer = Senketsa, perseverar, ser íntegro
• Sustantivo + adverbio: Akatl, caña + I’tik, dentro = Akai’tik, en el cañaveral
• Sustantivo + adjetivo: Papa’tli, cabello + Soltik, desarreglado = Papa’soltik, melena hirsuta, desarreglado
• Verbo + verbo: Kochi, dormir + Tlasa, tumbar = Kochtlasa, hipnotizar
• Verbo + sustantivo: A’melawaka, ser incorrecto + Chiwalistli, hecho = A’melawakachiwalistli,
incorrección, injusticia
• Verbo + adjetivo: Kueloa, plisar + Pachtik, apretado = Kue’kuelpachtik, plisado repetidamente, arrugado
• Verbo + adverbio: Immanti, ser el momento + Ye’, ya = Immanye’, en este momento
• Adjetivo + adjetivo: Iyau’tik, oscuro + Paltik, teñido = Iyappaltik, de color verde oscuro
• Adjetivo + sustantivo: Kostik, amarillo + Tlo’tli, halcón = Kostlo’tli, halcón amarillo
• Adjetivo + verbo: Koltik, curvo + Tlalia, establecer = Kollalia, curvar, contraer
• Adjetivo + adverbio: Tliltik, oscuro + Kuau’tla’, en el bosque = Tlilkuau’tla’, bosque oscuro, profundo
• Adverbio + adverbio: Nen, en vano + Mayan, solamente = Nemmayan, durante el intervalo entre dos fiestas
calendáricas
• Adverbio + sustantivo: Ach, antes + Kolli, abuelo = Achkolli, bisabuelo
• Adverbio + verbo: We’ka, lejos + I’toa, decir = We’kai’toa, profetizar
• Adverbio + adjetivo: Wel, bien + Tlachiktik, sólido, fuerte = Wellachiktik, muy sólido o resistente
La aglutinación obedece a cuatro reglas: la posposición gramatical y tres tipos de mutación fónica.
La posposición gramatical significa que el morfema que cierra el término le imprime su característica
gramatical. Implica que una partícula en afijación primaria, ubicada al final de un término, no se subroga.
Por ejemplo, la composición Tlawankashitl, copa (de Tlawana, beber pulque + Kashitl, vaso), es
un sustantivo, aunque su primer componente es un verbo, ya que el último posee sufijo nominal. Por el
contrario, la composición Yollokua, hechizar (de Yollotl, corazón + Kua, comer), es un verbo, aunque su
primer componente es un sustantivo, pues el último tiene sufijo verbal.
Por lo general, el morfema gramatical pertenece al último radical incorporado; en los siguientes ejemplos, este
se señala en itálicas:
Sin embargo, también puede ocurrir que el morfema que define la naturaleza gramatical del término sea una
afijación explícita; por ejemplo, los siguientes términos se componen de adjetivo, adverbio y verbo, que
adquieren sufijo nominal para funcionar como sustantivos:
Esta regla se viola en sustantivos que pierden el sufijo nominal por el recurso del énfasis. En estos casos hay
que ser cuidadosos para no traducir mal, pues el radical expuesto podría tomarse por un verbo. Por ejemplo, uno
de los líderes mexicas recibió los apodos de Moteku’soma Ilwikamina, nuestro señor airado flechador del
cielo. En apariencia, ambos se componen con los verbos Soma, airar, arrebatar, y Mina, flechar, pero se trata
de sustantivos truncos, es decir, apocopados en el sufijo nominal y el primero de ellos en parte del radical por
licencia concedida a los nombres propios. Moteku’soma se compone de Mo, se + Teku’tli, señor + Somalli,
airado, e Ilwikamina de Ilwikatl, cielo + Minani, flechador.
Las reglas de mutación fónica implican modificar el sonido por regla o para mejorar el producto. Son tres: la
polisíntesis por composición, la eufonía y la desambiguación
1. Ya conocemos la regla de polisíntesis por composición: consiste en subrogar los sufijos que participan en
afijaciones primarias cuando se les añade otro término. En los siguientes títulos divinos, el fonema perdido se
señala mediante guión:
Esta regla no se limita por la cantidad de términos aglutinados, como podemos comprobar en los siguientes
ejemplos:
Nechikol-kil-chiwa, hacer ensalada (de Nechikolli, pedazo + Kilitl, vegetal + Chiwa, hacer)
Sem-poal-tson-shikipilli, 64 millones (de Sentli, unidad + Poalli, ordinal 20 + Tsontli, ordinal 400 +
Shikipilli, ordinal 8000)
2. La regla de la eufonía, que estudiaremos en detalle adelante, implica que, además de modificar el sonido del
término resultante por concepto de subrogación, se le aplica una revisión eufónica que puede modificarlo aún
más. Por ejemplo:
Wappapalotl (por Wau’papalotl), mariposa dorada (de Wau’tli, amaranto + Papalotl, mariposa)
Tapalkakopichiwa (por Tlapalkakopichchiwa), hacer tejas o ladrillos (Tapalkatl, ladrillo + Kopichtli,
molde + Chiwa)
Altepetenanshitiktli (por Atepetenanshitiktli), puerta de muralla (Atl, agua + Tepetl, cerro + Tenamitl,
muro + Shitiktli, puerta)
Casi todas las aglutinaciones del nahuatl se hacen a través de partículas modificadoras. Según la partícula, la
aglutinación es de tres tipos: directa, indirecta y vinculativa.
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1. En la aglutinación directa, como vimos en el capítulo anterior, los términos se unen a través de una partícula
subrogada, dando la impresión de que los radicales se aglutinan directamente.
2. En la aglutinación indirecta, los términos se unen a través de una partícula inclusiva heredada (es decir, que
no entra a la composición para vincular), la cual se lexicaliza a los efectos prácticos, incluyendo la eufonía.
Según la estructura resultante, esta aglutinación es de dos tipos:
a) Progresiva (es decir, marcada por el componente que sigue), cuando la partícula heredada es un sufijo, como:
Nemil[is]poa, relatar historias, de Nemilistli, modo de vivir (Nemiltia, hacer vivir + Is, sufijo adjetivo) + Poa,
contar, leer
Mik[tlan]teku’tli, señor del inframundo, de Miktlan, inframundo (Miki, muerte + Tlan, sufijo locativo) +
Teku’tli, señor
Siwa[pan]kuikatia, cantar como mujer, de Siwapan, femenino (Siwatl, mujer + Pan, sufijo locativo) +
Kuikatia, cantar
b) Regresiva (marcada por el componente que precede), cuando la partícula heredada es un prefijo, como:
Masewal[to]kaitl, nombre propio, de Masewalli, persona común + Tokaitl, nombre (To, nuestro + Kaitl,
nombre; nota, esta composición no debe tomarse como posesiva)
Tepe[tla]kau’tli, distancia entre cerros, de Tepetl, monte + Tlakau’tli, distancia (Tla, pron. indefinido +
Kau’tli, espacio)
Sen[ne]ketsalli, unidad de medida, de Sentli, unidad + Neketsalli, braza (Ne, pron. indefinido + Ketsaltia,
ponerse de pie)
La aglutinación indirecta puede involucrar varias partículas contiguas en las siguientes estructuras:
La aglutinación es vinculativa cuando la unión se establece mediante partículas de enlace. Estos casos no son
indirectos, pues la función de tales partículas es aglutinar. Operan en tal sentido los pronombres posesivos y el
afijo On; he aquí sus características:
Los pronombres posesivos crean composiciones en las cuales indican que un componente está siendo poseído
por el sustantivo que le precede. Estas composiciones tienen la estructura de una frase, pero son términos, pues
sufren modificación eufónica. Se cumplen dos reglas paradójicas: el sustantivo predecesor conserva el sufijo
nominal, pese a aglutinarse, y el componente poseído pierde el sufijo nominal, si lo hubiere, pese a ubicarse al
final del término, por regla de posesión que analizaremos en la segunda parte de este estudio.
Por lo general, estos términos se forman de la tercera persona del singular, I, suyo. En los siguientes ejemplos
traduzco en forma literal para denotar el posesivo, pero en la traducción literaria al español este debe omitirse:
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Teskatl, espejo + I + Pokatl, arcaico, humo = Teskatl[i]poka, su humo del espejo , nombre divino
Koatl, serpiente + I + Kueitl, falda = Koatl[i]kue, su falda de serpientes, nombre divino
Koyotl, coyote + I + Nawalli, nagual = Koyotl[i]nawal, su nagual coyote, nombre propio
Kualli, bueno + I + Yollotl, corazón = Kual[i]yollo’, persona de buen corazón (lit., su corazón bueno)
Kuau’tli, águila + I + Ishtli, rostro = Kuau’tlish (por Kuau'tliish), su rostro de águila, nombre propio
Yolli, vida + I + Kua, comer = Yollikua (por Yolliikua), hechizar (lit., su comer la vida)
Tonalli, energía vital + I + Tlakoa, comprar = Tonallitlakoa (por Tonalliitlakoa), hechizar (lit., su comprar
el tonal)
Ilwikatl, cielo + I + I’tik, dentro = Ilwikatli’tik (por Ilwikatlii’tik), cielo teológico, paraíso solar (lit., su
interior del cielo)
Con menos frecuencia, los demás números y personas del posesivo también forman términos-frase, como los
siguientes nombres divinos:
Teteo’, dioses + In, suyos + Nantli, madre = Teteoinnan, su madre de los dioses
Witsilli, colibrí + In + Koatl, gemelo + Teku’tli, señor = Witsilinkoatek, colibrí doble (lit., su gemelo de los
colibríes)
Shipe, desollar + To, nuestro + Tek, apócope de Teku’tli, señor = Shipetotek, nuestro señor desollado
Temaskalli, baño de vapor + To + Si’tli, abuela = Temaskaltosi’, nuestra abuela de los baños de vapor
Debido a que la posposición de un sustantivo haría ambigua la posesión, haciendo que la pérdida del sufijo se
interpretara como una abrogación e idefiniendo el pronombre posesivo, estos términos no admiten
aglutinaciones, pero sí afijaciones como Ewatlikue (de Ewatl, piel + I + Kueitl, falda) + Tsin, sufijo
evaluativo = Ewatlikuetsin, la de falda de piel, nombre divino.
Observación: no hay que confundir los términos formados con el posesivo In, con aquellos que hacen el plural
en Tin. Por ejemplo, Kuau’tinchan, su casa de las águilas, se compone del verbo Kuauti, ser como un
águila (derivado del título militar Kuau’te’, guerrero águila), más el posesivo In y el
sustantivo Chantli, hogar, que pierde por regla el sufijo nominal. En cambio, la expresión Kuau’tin chantli, la
casa de los guerreros, se compone con Kuau’tin, plural de Kuau’te’, por lo que el término Chantli conserva el
sufijo y se escribe aparte.
11.7 El vinculativo On
El afijo On deriva de una raíz relativa a la unidad que también contiene los sentidos de completar y emparejar.
Como estudiamos en el capítulo 9, al unir dos términos, este afijo indica que uno se añade o condiciona al otro,
y también expresa distancia, alejamiento y honra. Como en el caso del vinculativo posesivo, el resultado es un
término-frase, de modo que el componente anterior, de tenerlo, conserva el sufijo nominal, cuya I final, si la
tiene, puede sintetizarse con la O del afijo. Por ejemplo:
En ocasiones, esta partícula hace la diferencia; por ejemplo, dota al verbo Kawa, abandonar, de sentidos
opuestos: Nitekawa, yo abandono a alguien / N[on]tekawa, yo acompaño a alguien.
Observación: no hay que confundir los términos formados por el vinculativo On con los que se forman por el
radical On, dos, como Tlaonkakishtilli, pliego, doblez, o aquellos en que el fonema On forma parte del radical,
como Sentsontilma’tli, cuatrocientas mantas (de Sentsontli, cuatrocientos + Tilma’tli, manta).
Un tipo especial de aglutinación es la de los tonales o nombres calendáricos, los cuales están formados por un
sustantivo y un adjetivo numérico que puede estar nominalizado. A partir del análisis de las fuentes se nota que
estos casos, por costumbre, más que por regla, se resuelven de dos modos:
1. Como frase, es decir, separando los elementos, si el tonal se emplea como fecha; por ejemplo:
2. Como término, uniendo los elementos y subrogando el sufijo nominal del número, si el tonal es nombre
propio o representa un concepto ideológico, como:
Si el número carece de sufijo nominal, se apocopa su desinencia (la última vocal); por ejemplo:
Por costumbre, algunos casos mantienen la desinencia, como Ometochtli, dos conejo, nombre divino.
Los tonales aglutinados admiten afijaciones e incluso nuevas aglutinaciones; por ejemplo:
Observaciones: en estas composiciones, el número tiene función simbólica, no descriptiva, por lo que el
sustantivo acompañante no se pluraliza. Es incorrecto traducir Ome Shochitl como dos flores, lo correcto
es dos flor.
No hay que confundir los tonales con composiciones en las que se numera al sustantivo del tonal sin función
calendárica. Si estos casos son diferentes de uno e involucran objetos personalizados, ayuda la presencia del
plural. Por ejemplo, la fecha Nau’kalli se traduce en singular: cuatro casa, pero uno de los nombres de los
rumbos cardinales se compone con el sufijo plural Tin y se traduce en consecuencia: Nau’kaltin, las cuatro
casas.
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Toda incorporación establece un nexo entre los componentes del término. Hay diez tipos de nexo: de
calificación, posesión, naturaleza, comparación, vocación, demostración, explicación, referencia, condición y
complemento. He aquí sus características:
El nexo de calificación es de dos tipos: atributivo y nominal. En las aglutinaciones atributivas, el primer
componente es un pasivo, adverbio o adjetivo que califica a un sustantivo; por ejemplo:
Este nexo se puede invertir por eufonía o énfasis. Por ejemplo, para abreviar el término, la estructura de
Popokatepetl, volcán (lit., monte humeante, de Popoka, humeante + Tepetl, cerro) se invierte en
Sitlalpopoka, cometa (lit., estrella humeante, de Sitlalli, estrella + Popoka). Asimismo, la necesidad de
distribuir hace que en Kalwiwilashtli, casas contiguas, se anteponga el calificado Kalli, casa, al frecuentado de
Wilasho, alargado, confluente.
Variante del nexo anterior son ciertas aglutinaciones en las que el primer componente es un sustantivo capaz de
calificar, como estudiaremos con más detalle en el capítulo 17. Por ejemplo:
Según la regla de la precedencia del determinante, para que un sustantivo califique debe ubicarse al principio
del término; en otra posición (salvo que sea para eufonizar o desambiguar) pierde dicha capacidad. Por ejemplo,
el componente Shochitl califica en Shochiyaoyotl, guerra florida, pero es calificado en Tleshochitl, llama (lit.,
flor de fuego). Otros ejemplos de este tipo:
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En ciertos términos, la distinción sintáctica se indefine; por ejemplo, Pinotlako’tli, esclavo extranjero =
Tlako’pinotl, extranjero esclavo.
Este nexo puede converger con el ontológico. Así, podemos interpretar el componente Tetl, piedra, de
Temimilli, como calificador, traduciendo columna pétrea, o como referencia al material, traduciendo columna
de piedra.
Elnexo de posesión se establece cuando un componente es poseído por el que le precede, como en:
Este nexo también aplica cuando el determinante es el medio de expresión del determinado, como en:
Atl, agua + Tokatl, araña = Atokatl, araña del agua, nombre divino
Shikalli, vaso + Koliu’ki, curvo = Shikalkoliu’ki, greca escalonada (lit., curva del vaso)
Ilwikatl, cielo + Chane’, moradores = Ilwikachane’, los espíritus del cielo
En este nexo, un componente describe el material de que está hecho el el que le sigue; por ejemplo:
El nexo comparativo establece una relación de semejanza con el componente que precede; por ejemplo:
Pertenecen a este grupo las aglutinaciones cuyo primer componente es un adverbio comparativo, como
Tlalteu’nemitia, afligirse o impacientarse a causa de lo malo (lit., ser sufrido como la tierra, de Tlalteu’,
como tierra + Nemitia, usarse, vivirse).
Kuaitl, cabeza + Metlapilli, rodillo = Kuametlapilli, dolicocéfalo (lit., cabeza en forma de rodillo)
Ekatl, viento + Tepostli, hacha = Ekatepostli, viento (fiero) como hacha
Este nexo establece una relación de destino o propósito. Se cumple cuando un sustantivo es objeto del que le
sigue; por ejemplo:
En este nexo, la acción del verbo se cumple en el sustantivo que le precede. Es de dos tipos, directo e indirecto.
1. La demostración directa ocurre cuando la acción se cumple de inmediato, por lo general sobre un sustantivo,
aunque también puede ser sobre un verbo en función sustantiva; por ejemplo:
2. La demostración indirecta ocurre cuando la acción tiene un complemento implícito, que en estos ejemplos se
expone entre paréntesis:
Temetstli, plomo + Temoa, descender = Temetstemoa, descender (en busca de) mineral de plomo
Atentli, costa + Kisa, salir = Atenkisa, ir (hacia) la costa
Chilli, chile + Kawa, cerrar, cesar = Chikawa, no (comer) chile
Kochitl, sueño + Ewalia, levantarse = Kochitlewalli, levantarse (del) sueño, ensoñar
A’wiak, hacia ambos lados + Tlaloa, ir = A’wiktlaloa, cubrir de una (costa) a otra
Este nexo ocurre cuando un elemento desarrolla el argumento del que le sucede. Es de dos tipos: nominal y
sustantivo.
Tla’toka, hablar + Siwatl, mujer = Tla’tokasiwatl, dama noble (lit., señora que habla)
Iya, oler fuertemente + Kualli, bueno = Iyakualli, bola de incienso (lit., algo que huele bien)
Tsitsika, fijar, clavar, introducir, apretar + Mitl, flecha = Tsitsimitl, fantasma nocturno (lit., flecha que se
clava)
Tsatsi, gritar + Tepetl, monte = Tsatsitepetl, sitio para elevar pregones o convocatorias (lit., montaña que
grita)
Pa’payana, desmenuzar + Tlashkallo’tli, tortillas = Pa’payatlashkallo’tli, miga de tortillas
Itstli, obsidiana, navaja + Mina, flechar = Itsmina, rasgar con punta de obsidiana (técnica curativa)
Tekpatl, pedernal + I’kuiloa, escribir, dibujar = Tekpai’kuiloa, esgrafiar (lit., escribir o dibujar con una
punta de sílex)
Este nexo se establece cuando un elemento establece el marco de referencia del que le sigue; por ejemplo:
Kuikatl, canto + Toltekatl, maestro = Kuikatoltekatl, maestro de canto, director del coro o la orquesta
Kuaitl, cabeza + Pantli, rango, orden = Kuapantli, de la altura de un hombre (lit., en el orden de una cabeza)
Okotl, abeto + Tochtli, conejo = Okotochtli, conejo del árbol o arbóreo
Neku’tli, miel + Tsalli, insecto = Nekutsalli, abeja de la miel o mielera
Tepetl, sierra + I’tik, interior + Tli = Tepei’tiktli, valle
Mitlan, inframundo + Teku’tli = Miktlanteku’tli, señor del o sobre el inframundo
Sintli, maíz + Teotl = Sinteotl, dios del maíz
Koskatl, collar + Kuau’tli, águila = Koskakuau’tli, buitre (lit., águila con collar)
Atl, agua + Nawatl, lo circundante (solo en composición) = Anawatl, costa (lit., lo de en torno al agua)
Melau’ka, hacer recto + Itta, ver = Melau’kaitta, nivelar
Senti, ser uno + Wits, venir = Sentiwits, convenir, concordar (lit., venir a ser uno)
Senti + Mana, dar, extender = Semana, perseverar hasta el fin
Este nexo se establece cuando un adverbio, adjetivo o sustantivo en función adverbial define, niega, ubica o
acota al determinado; por ejemplo:
La alteración del orden de los componentes puede transformar este nexo en calificativo. Por ejemplo, en los
siguientes casos, la primera combinación es condicionante y la segunda de calificación:
Este nexo se establece entre términos de cualquier condición gramatical, cuando uno confirma a otro o le añade
algo equivalente; por ejemplo:
Con frecuencia, hay una diferencia entre el nexo gramatical de una aglutinación y aquello que se entiende en el
lenguaje común. En estos casos, la traducción literaria debe hacerse conforme al entendimiento.
Por ejemplo, en Astakemitl, capa (de plumas) blancas, el componente Astak, blanco, califica al implícito
Iwitl, pluma, y el resultado describe el material de que está hecho el calificado (Kemitl, capa, manta, ropa). De
modo que, aunque el nexo de la composición formalmente es un calificativo, se entendía en la antigüedad como
ontológico y sería erróneo traducir simplemente capa blanca.
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Un caso similar es el término Mishtekomatl (de Mishtli, nube + Tekomatl, olla), cuyo oyente entiende una
calificación: noche oscura, es decir, un lugar tenebroso, aunque formalmente se trata de un nexo ontologico:
olla (compuesta) de nubes. La traducción literal, en un contexto literario, sería un disparate.
Este fenómeno se da con frecuencia en el lenguaje mítico y religioso, pues el oyente percibía una historia o
función implícita en el término, que no se recoge en sus componentes. Veamos dos ejemplos:
En la actualidad, entendemos el nombre del dios Witsilopochtli (de Witsilin, colibrí + Opochtli, zurdo) como
un calificativo: colibrí zurdo, pero el oyente antiguo entendía un nexo vocativo: colibrí (que asciende) hacia la
izquierda, ya que describe la dirección que toma el Sol en su ascenso. Sin embargo, desde el punto de vista
formal, el término contiene un nexo referente.
El término teológico Kuau’shikalli, vaso del águila (de Kuau’tli, águila + Shikalli, vaso), referente a cierta
vasija donde, figuradamente, se guardaban los rayos del sol, se entiende como nexo de vocación: vaso para el
águila, o de posesión: vaso que tiene o contiene al águila (animal emblema del Sol), pero es formalmente un
nexo de complemento.
En los ejemplos anteriores hemos empleado aglutinaciones simples, es decir, formadas por dos palabras. Sin
embargo, cuando a la aglutinación simple se le añade otro término, por lo general se involucra en el resultado
otro tipo de nexo. Veamos algunos ejemplos:
• El término Oseloayotektli, caparazón de tortuga con manchas de ocelote, se forma de un nexo de posesión
(Ayotektli, caparazón de tortuga, de Ayotl, tortuga + Tektli, armadura), más una comparación establecida por
el componente Oselo’, como ocelote.
• El término Si’nakaetsalli, guiso de carne de liebre, se forma de un nexo ontológico (Nakaetsalli, guiso de
carne, de Nakatl, carne + Etsalli, alimento) al que se añade uno de posesión representado por el término Si’tli,
liebre.
• El término Tonalyektenewa, orar o alabar al Sol, se forma de un nexo calificativo (Yektentli, oración, de
Yektli, recto, bueno + Tentli, boca, metáfora por palabra), al que se añade un nexo de demostración
representado por el verbo Ewa, elevar, y posteriormente otro de vocación representado por el sustantivo
Tonalli, luz, calor, en representación del Sol.
• Un caso muy interesante es el término Ayamanilatl, agua tibia, pues pues repite el sustantivo Atl, agua, con
dos nexos diferentes. Se forma de un demostrativo (Ayamanilia, calentar agua, de Atl + Yamanilia, suavizar,
temperar), al que se añade un explicativo representado por la presencia postrera de Atl.
• El término Ilwikaamaitl, laguna, brazo de mar, se forma de un nexo calificativo metafórico (Ilwikaatl,
océano, lit., agua celeste, de Ilwikatl, cielo + Atl) y uno de posesión representado por el componente Maitl,
mano.
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• El término Seshiu’amatl, libro de historia, se forma del nexo vocativo Shiu’amatl, libro de los años o para
los años (de Shiwitl, año + Amatl, libro), al que se suma el condicionante representado por el numeral Se, uno.
• El término Ishshollokoskatl, piedra preciosa para anillo en forma de corazón, se forma del comparativo
Ishshollotl, piedra en forma de corazón (Ishtli, ojo, figurativo de piedra preciosa + Yollotl, corazón), más un
nexo vocativo formado con el término Koskatl, collar, anillo.
Ocasionalmente, el fenómeno de la afijación no cambia la naturaleza del nexo. Por ejemplo, el término
Tsintlatlau’ki, araña venenosa (lit., la de cintura roja), se forma por dos nexos de calificación. El primero,
Tsintlatlawitl, cintura roja (de Tsintli, cintura + Tlatlawitl, algo rojo), califica, a su vez, a la entidad
representada por el sufijo titular Ki.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, al afijar una aglutinación, se añade un nuevo tipo de nexo al término
resultante. Obviamente, esto ocurre en todos los nexos no posesivos a los que se añade una partícula de
posesión. Por ejemplo, la entidad representada por el sufijo de posesión E’ de Matlalkueye’, la de falda verde,
nombre de cierta montaña, posee al nexo calificativo Matlalkueitl, falda verde, formado de Matlalin, de color
verde oscuro + Kueitl, falda). Veamos otros casos:
• La entidad representada por el sufijo titular Ki del nombre divino Koyolshau’ki, adornada con cascabeles,
posee al nexo comparativo Koyolshawalli, decoración facial en forma de cascabeles (de Koyolli, cascabel +
Shawalli, decoración facial).
• El sufijo titular Ki del término Kalpishki, mayordomo, es explicado por el nexo demostrativo Kalpia,
ordenar la casa (de Kalli, casa + Pia, escoger, ordenar).
La posibilidad de unir términos para formar otros produce dos fenómenos indeseables: sonidos difíciles, según
el canon fónico de la lengua, y sentidos equívocos. Para resolverlos, la lengua ha desarrollado dos conjuntos de
reglas que le dan propiedad al resultado de la incorporación: eufónicas o de buen sonido y desambiguadoras o
de buen sentido.
Las combinaciones fónicas del nahuatl clásico se organizan en dos grupos: armónicas e inarmónicas.
1. Las combinaciones armónicas no necesitan ni aceptan eufonización. Califican en este grupo las
aproximadamente 260 combinaciones progresivas de consonante o semiconsonante y vocal (CV) que posee la
lengua, así como las 260 regresivas (VC). En los siguientes ejemplos se destaca la combinación armónica entre
corchetes:
[Am]ochitl, estaño
T[ep]ostli, cobre, metal
Te[me]tstli, plomo
Tl[ak]ashotl, crisol
Tlamiya[wa]lli, vena de metal
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La U constituye un caso especial, pues solo se combina con K y saltillo en precedencia (Uk, U’), como en
Kosa[u’]ki, oro, y con K, Y, en postposición (Ku’, Yu’), como en Teo[ku]itlatl, metal precioso (de Teotl,
divino + Kuitlatl, excremento).
También son armónicas casi todas las combinaciones de consonantes que resultan de una incorporación;
por ejemplo:
2. Sin embargo, ocasionalmente, la incorporación pone a convivir sonidos que compiten o son difíciles de
pronunciar, según el canon fónico de la lengua. Tales combinaciones se califican de inarmónicas y se eufonizan
por regla, siempre que el entendimiento lo permita. Por ejemplo:
Por costumbre, algunos de estos casos no se eufonizan o tienen opción no eufonizada; por ejemplo:
13.2 La eufonía
La eufonía es un fenómeno circunstancial marcador de términos, pues nunca se aplica al componente aislado ni
a la frase, sino únicamente en el punto donde los términos se incorporan o frecuentan. Por lo tanto, los términos
simples no frecuentados no la aceptan; cualquier modificación fonética que encontremos en ellos corresponde a
otro radical.
La eufonía no modifica el significado de los términos, pero los hace agradables al oído. Por ejemplo, el título de
los huastecas en macehual es Kueshyo’¹, pero la forma clásica es Kueshsho’, los que portan faldas. Este
fenómeno marca la distinción entre las variedades común y clásica del nahuatl.
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La eufonía se aplica únicamente si no afecta la comprensión del término. Si el resultado es confuso, se mantiene
la combinación inarmónica; por ejemplo, la aglutinación Tepostli + Shima, cortar, rasurar = Teposshima,
cortar con metal, no se puede eufonizar porque el resultado, Teposhshima, se entendería como cortar esponjas.
Esta regla tiene numerosas excepciones y tiende a desaparecer en las variedades modernas del nahuatl.
Observación: no hay que confundir los cambios eufónicos con los que derivan de las reglas gramaticales, el
margen de variabilidad de las consonantes aspiradas o la pérdida de sonido por contracción o costumbre, como:
13.3 La adopción
La adopción consiste en que un fonema es modificado por su vecino, como ocurre en el español arcaico Vuessa
por Vuestra. A diferencia del español, en nahuatl este fenómeno es muy común y puede adoptar dos
estructuras:
1. Regresiva o de aplicación directa, cuando un fono modifica al siguiente, como en Shalli, arena + Yo’, sufijo
nominal = Shallo’ (por Shalyo’), arenoso.
2. Progresiva o de aplicación retroactiva, cuando un fono modifica al anterior, como en Ken, cómo + Sannel, al
menos = Kessannel (por Kensannel), ¿qué hay que hacer?
1. Adaptativa, cuando el sonido cambia para adelantar la disposición labial del fono siguiente, como en On +
Pewa, conquistar = Ompewa (por Onpewa), conquista.
2. Símil, cuando los fonos incorporados se parecen, como Sentli, unidad + Mati, pensar = Semmati (por
Senmati), concentrarse.
3. Disímil, cuando los fonos no se parecen, como en Sentli + Pa, sufijo distributivo = Seppa (por Senpa), una
vez.
Las consonantes nasales son susceptibles de eufonización por adopción. La adaptación es el proceso más
común; consiste en que, si una raíz terminada en nasal incorpora otra, la nasal se adapta al fono siguiente para
favorecer su emisión. Se dan dos casos con estructura progresiva:
1. Adaptación de M. Cuando a una raíz en M se le añade un término o partícula que comienza en consonante,
excepto M o P, la M cambia a N para evitar la oclusión labial (un movimiento innecesario en estos casos);
por ejemplo:
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La adopción símil ocurre cuando, por incorporación, conviven dos sonidos parecidos, en cuyo caso el más débil
mimetiza a su vecino. Este fenómeno tiene estructura progresiva y ocurre en consonantes nasales y aspiradas.
La adopción símil es el único proceso eufónico que puede ocurrir entre nasales, siendo obligatorio y sin
excepciones. Ocurre cuando radicales en nasal incorporan términos o partículas comenzados en nasal, lo cual
genera dos posibilidades:
Am, vosotros + Mo, pronombre reflexivo + Wikats, venir + (K)e’, sufijo plural = A[mm]owikatse’, sed
bienvenidos
Kashtolli, quince + On, ligativo + Nawi, cuatro = Kashtollio[nn]awi, diecinueve
Observación: la combinación M + N se excluye, pues ningún radical del nahuatl termina en M, a menos que sea
por reconversión de una N delante de vocal.
A diferencia de lo que ocurre con las nasales, a las consonantes aspiradas se les dificulta convivir. Por ello,
cuando se incorporan, una de ellas suele elidir a la otra. Si dicha pérdida oscurece el sentido del término, ambas
se mantienen y la primera adopta el sonido de la segunda. No todas las combinaciones aspiradas se resuelven
por adopción símil, sino únicamente las siguientes:
• S + Sh = ShSh: Tlapiski, guardián + Shakalli, cabaña = Tlapishshakalli (por Tlapisshakalli), garita del
guardián
• S + Ch = ChCh: Wilakapitstli, flauta + Chiwa, hacer = Wilakapichchiwa, fabricar flautas
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• Sh + S = SS: Ishtli, ojo + Sitlalli, estrella + Chiwa = Issitlalchiwa, adornar con motivos de ojos
• Sh + Ts = TsTs: Ishtli, rostro + Tsotsona, golpear = Itstsotsona, golpear en el rostro
• Sh + Ch = ChCh: Ishtli + Chichitia, salpicar + Ni, sufijo nominal = Ichchichitini, pecoso
• Ts + Sh = ShSh: Wilakapitstli + Shochitl, flor = Wikalapishshochitl, jazmín
• Ts + Ch = ChCh: Itstli, navaja + Chichiki, frotar = Ichchichiki, rapar
• Ch + Sh = ShSh: Michtli, pez + Shinkayotl, escama = Mishshinkayotl, escama de pescado
• Ch + Ts = TsTs: Apapachtli, abrazo + Tsa, sufijo verbal = Apapatstsa, exprimir.
Las reglas de elisión y adopción símil entre aspiradas tienen numerosas excepciones por costumbre;
por ejemplo:
La adopción disímil ocurre cuando se unen por incorporación consonantes de sonidos diferentes, incluso el
saltillo y las semiconsonantes. Es de tres tipos: de nasales, de L y de vocales.
La adopción disímil de nasales tiene lugar cuando una nasal se incorpora a una no nasal. Se dan dos casos,
ambos progresivos:
1. Vocálico. Cuando el fonema U’, W, precede a una M, adopta su sonido; por ejemplo:
Nawi, cuatro + Matl (forma de Maitl), mano = Nammatl (por Nau’matl), cuatro brazos
Tlakuau’, con esfuerzo (Tlakuau’) + Manka, colocar = Tlakuammanka, intento inflexible
Siawi, cansarse + Mikilistli, mortandad = Siammikilistli, fatiga
2. Consonántico. Cuando la consonante nasal precede por incorporación a la no nasal, adopta su sonido;
por ejemplo:
Se exceptúan los términos formados con el afijo On y el posesivo In, pues el resultado sería oscuro; estos, lo
más que aceptan, es la adaptación de N en M, como:
Por lo general, la doble consonante resultante se sintetiza por desambiguación, para que no se confunda con
sufijos de sonido similar; ejemplo: Tlasa, ser desechado > Tlasho (por Tlasso), desechado
13.9 Mutación de la I
Una de las formas más usuales de eufonía tiene lugar cuando los sufijos Yo’, Yotl, se añaden a un radical
terminado en consonante aspirada o L. En esos casos, la Y adopta su sonido; por ejemplo:
Tampoco aplica si la Y es precedida por los demás sonidos de la lengua, como en:
13.10 Mutación de la U’
1. La adopción regresiva ocurre cuando la W es precedida por las consonantes Ts, Ch, T; por ejemplo:
Este último caso (única mutación provocada por la T) merece un análisis particular, pues solo ocurre en la raíz
It, de donde deriva el verbo Itta, origen de numerosa familia de términos como:
Ahora bien, pese a su complejidad, la combinación TW (TU) viola la regla de adopción disímil en dos
ocasiones:
• Cuando se presta a confusión, como en el sustantivo Itualli, patio, pues la forma Ittalli significa quien ha sido
visto. A su vez, Itualli genera otros términos no eufónicos, como Semitualtin, familia (lit., unidos en un patio).
• En los verbos Itua, ver, e Itui, ser visible, cuya existencia no se justifica por regla: es un arcaísmo de sabor
dialectal. A su vez, estos verbos crean familia, como:
2. La adopción progresiva ocurre cuando la U’, W, precede a las consonantes P, M²; por ejemplo:
Esta mutación se puede lexicalizar; así, la raíz Tlau’, relativa a la luz y el color rojo, se eufoniza en el adverbio
Tlappan, en el este (lit., en el lugar rojo). Posteriormente, el radical eufonizado se independiza y adquiere el
sufijo direccional Kopa para formar el adverbio Tlapkopa, hacia el este, que tiene una opción basada en la raíz
original: Tlau’kopa.
La eufonía por elisión consiste en la síntesis de dos sonidos con asimilación o pérdida de uno de ellos. En
español tenemos algunos casos, como Del por De el, Entrambos por Entre ambos, Dizque por Dice que, pero en
nahuatl es un fenómeno común.
Según su extensión, la asimilación tiene dos grados: parcial, cuando no se elide por completo un fonema, y
total, cuando elide por completo un fonema. Según la estructura resultante, la asimilación es de tres tipos:
• Regresiva o por aféresis, cuando el último fono de un radical elide el primer fono o fonema del siguiente.
• Progresiva o por apócope, cuando el primer fono de un radical elide el último fonema del anterior.
• Nula, cuando ambos fonos o fonemas permanecen representados, lo cual sólo ocurre en la elisión común.
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Las estructuras regresiva y progresiva se aplican a las mismas combinaciones, pues no dependen del sonido,
sino de su contexto. Es de notar que la progresión es más frecuente que la regresión pues, en nahuatl, los
fonemas iniciales del término llevan la carga semántica. También por razones de comprensión, la elisión ocurre
principalmente en radicales polisílabos, los monosílabos la evitan. Por ejemplo, en teoría, el aspirado final del
primer componente (Witstli, espina) de la aglutinación Witsshochitl, flor espinosa, cierta planta, debería
elidirse, o, al menos, mutar en Sh; pero, por ser monosilábico, el radical Wits no admite variación, ya que el
resultado sería confuso (Wishochitl, junto a la flor; Wishshochitl, flor de mimosa).
La elisión parcial se aplica únicamente al fono T del fonema Tl, cuando se añade a radicales terminados en L,
debido a que esta lengua no puede pronunciar la combinación LTl. De hecho, toda aparición de la doble L en un
término nahuatl que no sea producto de la contaminación de los sufijos Yo’, Yotl, por radicales en L, se debe a
una elisión parcial.
El caso más común de este tipo de eufonía es el sufijo nominal Li, una aféresis de Tli motivada por radicales en
L, como en Malinal, raíz relativa a la torsión + Tli = Malinalli (por Malinaltli), hierba torcida, signo
calendárico. Veamos otros ejemplos:
• Exclusiva, cuando los fonemas sintetizados no se parecen, de modo que uno de ellos excluye al otro.
• Representativa, cuando los fonemas se parecen, de modo que uno representa al otro.
• Común, cuando los fonemas son idénticos, de modo que ambos permanecen representados en la expresión.
La elisión exclusiva puede ser de vocales, de nasales y frecuentativa. La elisión de vocales consiste en la
desaparición de una vocal, lo que puede ocurrir frente a vocal o consonante, generando las siguientes
estructuras:
Atl, agua + Itskalli, costado (alusión a los bordes redondos) = Atskalli (por Aitskalli), ostión
Amatl, papel + Istak, blanco + Tli = Amastalli, papel blanco
Tenewa, prometer + I’tolli, palabra = Tene’tolli, promesa
2. Progresivas, en las combinaciones de I, U’, W, con las consonantes y demás vocales; por ejemplo:
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• O + I regresiva: Sholotl, monstruo + Itskuintli, perro = Sholotskuintli (por Sholoitskuintli), perro pelón
• O + I progresiva: To, nuestro + I’titl, vientre = Ti’ti, nuestro vientre, el vientre en general
• O + A regresiva: Teotl, divino + Amoshtli, libro = Teomoshtli, libro divino
• O + A progresiva: No, mi + Awitl, tía = Nawiu’, mi tía
Este tipo de elisión se exceptúa por costumbre y por desambiguación; por ejemplo:
Pitsotl, cerdo + Ilama’, anciana = Pitsoilama’, cerda, pecarí hembra (la forma Pitsolama’ se entendería como
una composición de Pitsolli, cerducho)
Oppa, doble + Ilpia, atar = Oppailpia, atar doblemente (la forma Oppalpia se entendería como composición
con Palli, color)
Chiko, atravesado + Akolli, brazo = Chikoa’kolli, cruz (la forma Chiko’kolli se entendería como composición
de Kolli, curva, abuelo)
Debido a que las nasales iniciales y finales son débiles, tienden a desaparecer por eufonía, particularmente
cuando van seguidas de consonantes aspiradas y de las vocales débiles. Este tipo de polisíntesis siempre es
progresivo; por ejemplo:
A veces esta regla es opcional, como en Tenshipalli = Teshipalli, labios. No se aplica en las siguientes
circunstancias:
• Cuando resulta oscura, como en Tepantli, muro + Kamak, que tiene boca = Tepankamak, en un nicho (la
forma eufonizada se entendería Tepakamak, en la boca pintada).
• En términos compuestos con el posesivo Im, In, de ellos o ellas, pues la forma I se entendería en singular: de
él o ella; por ejemplo:
• En verbos compuestos con el vinculativo On, pues la forma en O se entendería como una conjugación
pretérita; por ejemplo: On + Kuika, cantar = Onkuikake’, ellos cantan, no Okuikake’, ellos cantaron.
En nahuatl es común que una sílaba se duplique por énfasis o plural. Dicho fenómeno se llama frecuentación y
es motivo para que se apliquen dos reglas: eufónica (elisión) y desambiguadora (interpolación de sonido); esta
última la estudiaremos en la lección siguiente.
La elisión frecuentativa es el único caso en que la eufonía no se aplica a una incorporación. Consiste en lo
siguiente: cuando se frecuenta una sílaba cerrada o terminada en diptongo, se elide el fono final para evitar la
convivencia de consonantes y la cacofonía. Se distinguen dos casos: frecuentado de sílabas de núcleo simple y
en diptongo.
En las sílabas cerradas, tanto de núcleo simple como en diptongo, se elide la consonante final del primer
elemento del par; en los siguientes ejemplos se marca entre corchetes la sílaba a frecuentar:
Observaciones: no hay que confundir la elisión de consonantes por reiteración con la aglutinación de una sílaba
abierta con otra cerrada que posee su mismo ataque y núcleo, como Tetl, piedra + Teltia, tropezar
= Teteltia, tropezar con piedra.
Tampoco hay que interpretar como excepciones a la regla los siguientes casos, productos de aglutinación y no
de frecuentado:
La elisión por frecuentación también afecta a las vocales. Hay dos casos:
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1. En diptongos cuyo núcleo es una vocal fuerte o semifuerte (A, E, O), y triptongos comenzados en U, se elide
únicamente la vocal final; por ejemplo:
Esto aplica incluso en sílabas cuya U final se semiconsonantiza, como Kuau’tli = Kuawitl, árbol >
Kua’kuau’tik, erguido como un árbol, Kua’kuawitl, leñador.
2. En diptongos y triptongos comenzados en I, el primer elemento del par conserva únicamente dicha vocal:
por ejemplo:
Esta regla se exceptúa en diptongos en UI, como Kuika, cantar > Kuikuika, cantar constantemente.
Observaciones: no hay que confundir estos casos con el frecuentado de silabas que forman hiato; por ejemplo,
en Yayaotl, entrenamiento marcial, frecuentado de Yaotl, guerra, no hay elisión de sonido, ya que las vocales
A y O pertenecen a sílabas diferentes. Los hiatos pueden darse incluso con vocales débiles como:
Esta regla aplica a diptongos o triptongos cuyas vocales son parte de la raíz. En el caso de términos
como Maitl, mano, cuyo diptongo se forma por una I demarcativa, el frecuentado (Ma’maye, que tiene manos)
omite la intrusión y adquiere un saltillo, como estudiaremos en la lección siguiente.
Si dos consonantes aspiradas o, excepcionalmente, nasales, se encuentran por incorporación, ambas se funden y
una predomina. En tal caso, el fono elidido no desaparece por completo, pues es representado por semejanza.
Este fenómeno es de dos tipos:
1. Regresivo, sólo en la combinación Ts + S, como en Watsa, secar + Sakatl, hierba = Watsakatl (por
Watssakatl), hierba seca.
• S + Ts = Ts: Kochistli, sueño + Tsapotl, zapote = Kochitsapotl (por Kochistsapotl), zapote borracho
• S + Ch = Ch: Iliwis, desconsideradamente + Chiwa, hacer = Iliwichiwa, hacer sin precaución
• S + Sh = Sh: Estli, sangre + Shashawania, sangrar + Stli, sufijo abstracto = Eshashawanilistli, sangre,
lluvia
• Ts + Sh = Sh: Pitstli, semilla + Shotl, pie + A, sufijo verbal = Pishoa, sembrar
• Ts + Ch = Ch: Nimits, yo te + Chiya, atender = Nimichiya, te atiendo
99
Si el resultado de esta elisión es confuso, no se aplica. Por ejemplo, en la aglutinación de Nochtli, nopal +
Shochitl, flor, se mantienen ambas aspiradas (Nochshochitl, flor del nopal), pues la reducción de Nochtli a No
podría confundirse con el posesivo No, mío, en la construcción dialectal Noshochitl.
Si dos fonemas idénticos se incorporan, por lo general, se funden. Puesto que el sonido es compartido, la elisión
es común. La estructura resultante no es progresiva ni regresiva, sino nula, ya que ambos fonemas permanecen
representados. Esta regla se cumple para todas las vocales y consonantes; por ejemplo:
Este tipo de elisión se exceptúa para desambiguar; por ejemplo, en la unión de Mishtli, nube + Showa, que está
seco, es necesario mantener ambos aspirados (Mishshowa, no haber nubes), pues el eufónico Mishowa
significa demorarse las nubes (de Owa, demorar).
Esta excepción se aplica en particular a los términos formados con el afijo On y los posesivos I, In, pues es
preciso conservar todos los fonemas para su correcta comprensión; por ejemplo:
Un tipo de elisión común poco frecuente ocurre cuando se sintetizan dos sílabas completas. Por lo general, esto
se debe a que ambas se pronuncian igual; por ejemplo:
Sin embargo, también puede ocurrir elisión silábica aún entre sílabas distintas, siempre que compartan el
arranque, como en E’katl, viento + Ketsalkoatl, deidad del viento = E’ketsalkoatl (por E’kaketsalkoatl),
torbellino de viento.
² No hemos estudiado esta regla porque no es propia del nahuatl clásico, sino un dialectismo. De modo que, en
otras incorporaciones, conservaremos la combinación KK.
Para terminar este recorrido por los fenómenos eufónicos, mencionemos que un término puede recibir dos
aplicaciones eufónicas. Por ejemplo, el título Meshi’ko (por Metsshikko), México (lit., en el ombligo de la
luna), sufre primero la elisión representativa del fono Ts de Metstli, luna, por ir seguido de consonante
aspirada, y, a continuación, la modificación en saltillo de la K del componente Shiktli, ombligo, por ir seguida
de otra K².
En los siguientes ejemplos se señalan entre paréntesis los pasos intermedios del proceso eufónico doble:
• Elisión doble: San, solo + A’mo, no = (Sana’mo > Saa’mo) Sa’mo, no en absoluto
• Adopción + elisión: Ye, ya + Ome, dos + Pa = (Yeompa > Yeoppa) Yeppa, otra vez, antes de
• Adopción + Elisión: Ishtli, ojo + Kopi, cerrar = (Ishkopi > Ikkopi) Ikopi, cerrar los ojos, dormir
• Adopción + Elisión: A’mo, no + Kualli, bueno = (Ankualli > Akkualli) Akualli, malo
• Adopción + Elisión: Kuichtli, hollín + Yo’, sufijo adjetivo = (Kuichyo’ > Kuichcho’) Kuicho’, tiznado
• Adopción + Elisión: Kin, les + Maka, dar = (Kinmaka > Kimmaka) Kimaka, les dan
• Adaptación + Adopción: Ome, dos + Shiwitl, año = (Omshiwitl > Onshiwitl) Oshshiwitl, dos años
Si el resultado de una incorporación indefine sus componentes o afecta a su significado, es necesario someterlo
a las reglas de desambiguación. Por ejemplo, al aglutinar Atl, agua + Tepetl, cerro, se produce un término
equívoco: Atepetl, la punta del cerro. En consecuencia, para especificar que el componente A se refiere al
agua, es necesario hacer una excepción a la regla de la subrogación del sufijo nominal, manteniendo su último
fono: Altepetl, ciudad, país, rey (lit., agua y cerro)
Según su propósito, hay dos tipos de desambiguación, ambos orientados a prever una mala interpretación:
Desde el punto de vista formal, la desambiguación tiene tres modos que se aplican tanto a la desambiguación
estructural como a la semántica:
• Por comisión - un fenómeno inverso a la elisión, pues aporta sonidos que no significan, pero aclaran el
significado.
• Por omisión, es decir, excepciones a las reglas de formación y eufonización de los términos.
• Por reestructuración o alteraciones en la estructura habitual del término.
101
1. En diptongos formados con el demarcativo I, este se elide en el primer elemento del par, pero se aplica el
saltillo porque dicha elisión no califica como eufonización, ya que la I no forma parte de la raíz; por ejemplo:
2. En las sílabas de una vocal o terminadas en vocal fuerte se repite íntegramente la sílaba tras el saltillo;
por ejemplo:
Observación: no hay que tomar como excepción de esta regla la redistribución de una sílaba cerrada de la
raíz en el radical. Por ejemplo, aunque el verbo teórico Poka, humear, contiene dos sílabas abiertas, su raíz es
una sílaba cerrada (Pok); por lo tanto, su frecuentado aplica la regla de la pérdida de la consonante final, no la
del intercalado de saltillo: Popoka, humear intensa o frecuentemente.
Otro ejemplo de este fenómeno es el frecuentado de Ome, dos, formado del radical Om y la desinencia E, de
modo que no admite saltillo: Oontetl, de dos en dos.
El interpolado frecuentativo de saltillo se puede aplicar en forma excepcional, es decir, a sílabas cerradas, por
las siguientes razones:
1. Por causas estructurales, para enfatizar o distribuir una pluralidad. Algunos de estos casos pueden conservar
por costumbre la forma reglamentaria. Por ejemplo:
Los términos frecuentados también se pueden desambiguar semánticamente por omisión, de dos modos:
1. En sílabas cerradas que omiten la elisión de la última consonante del primer elemento del par para evitar
equívocos; por ejemplo:
2. También se puede desambiguar una desambiguación, omitiendo el intercalado del saltillo por distinción
semántica, como en:
La forma reglamentaria y su excepción pueden convivir. Así, Kua, comer, da origen al frecuentado
reglamentario Kua’kua, rumiar, y a su excepcional Kuakua, masticar. Ambos se combinan en Kua’kuakua,
rumiar, mascar continuamente, que no debe entenderse como un “triplicado”, sino como el frecuentado
reglamentario de uno no reglamentario.
Otro tipo de desambiguación estructural consiste en deslindar los componentes del por epéntesis o intercalado
de la I. Por ejemplo, en la frase Moka [y]etl shikaltika kimana’, él le ofrenda un cazo lleno de frijoles, el
término Etl, frijol, adquiere una I que lo deslinda de la composición Moka, le. Por su estructura, se distinguen
dos aplicaciones: prefijada y sufijada.
Cuando el demarcativo I se antepone a radicales comenzados en vocal, salvo I, asume forma semiconsonante.
Se aplica de dos modos:
103
Au’ = Yau’, ir
A’yo = Ya’yo, reprensible
E = Ye, ya
El = Yel, de buen grado
Elli = Yelli, buena voluntad
Ewatl = Yewatl, piel
E’watl = Ye’watl, él, ella
Ontlapal = Yontlapal, de ambas partes, de lado a lado
U’ = Yu’, como
A’mo, no + Atle, algo = Ayatle, nada en absoluto (por Aatle, algo del agua)
A’mo, no + Ak, alguien = A’yak, nadie (por A’ak, entrar en diversos lugares)
Ishto, expandir + Atl + Wa, sufijo verbal = Ishtoyawa, derramarse un líquido (por Ishtoawa, expandir el
agua)
Pero, si tal elisión obscurece el sentido, se omite, como en la incorporación de Tla, sufijo adverbial + Yekayotl,
propio del tres + Tia, sufijo verbal = Tlayekayotia, ser el tercero (por Tlaekayotia, hacer viento, de Ekayo’,
ventoso).
Si el elemento prefijado termina en vocal y la presencia del demarcativo no oscurece el sentido, la elisión es
opcional; por ejemplo: Mayewatl = Maewatl, guante (de Maitl, mano + Yewatl, piel).
Este recurso puede establecer diferencia semántica, como vemos en los siguientes ejemplos:
• La raíz Ol se refiere al movimiento, según vemos en términos como Olini, moverse, y su apócope Olin,
movimiento. Pero, cuando se le prefija el demarcativo I, califica su sentido, pasando a significar cosas vivas - es
decir, que se mueven por sí - y generando términos como:
Yoli, vivir
Yolki, ser vivo
Yoyolli, animal
• La raíz El, relativa al pecho, las entrañas y los sentimientos, y creadora de términos como Elleli, emoción, en
su variante Yel pasa a significar cosas relativas a la naturaleza del ser (es decir, a su profundidad), como en
Yelistli, naturaleza, comportamiento.
Observación: no hay que confundir este demarcado con términos formados de raíces comenzadas en Y, como
Yektli, recto. Estos se reconocen porque la forma sin Y, en caso de existir, tiene otro sentido; por ejemplo:
104
Ya analizamos el sufijado del demarcativo I con respecto a la asimilación y el frecuentado de diptongos. Este
fenómeno crea equivalencias como:
Ye = Yei, tres
Tle = Tlei, algo, cosa
Kueitl, falda
Kuaitl, cabeza
Tepemaitl, contrafuerte de montaña
Teuktokaitl, apellido étnico o familiar
2. Si se pospone una incorporación, como en Tokaitl, nombre + Po’tli, cosa convenida = Tokapo’tli (por
Tokaipo’tli), tocayo.
Sin embargo, la elisión se omite si la partícula afijada es el posesivo E’, como en:
También se omite si el resultado crea hiatos, como en Kueitl, falda + Atl, agua = Kueyatl, rana, o si es
semánticamente confuso, como en:
15.7 El demarcativo Sh
Según el contexto fónico, el sufijo demarcativo I muta en Sh - Garibay le llama “el endurecimiento de la I” -
con dos propósitos:
1. Estructural: ante I, para evitar hiatos, en Kuaitl, cabeza + Ilwia, extender + Wastli, instrumento =
Kuashilwastli (por Kuailwastli), peine, cepillo.
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b) Para esclarecer el sentido; por ejemplo, la incorporación Kueitl + Ana, tomar, se resuelve en Sh
(Kueshantli, falda, regazo, manta para cargar), pues la forma Kueantli es poco eufónica, en tanto Kueyantli
parecería composición de Kueyatl, rana.
Esta mutación procede aún si se añade el sufijo posesivo Yo’ - en cuyo caso cabria esperar la síntesis de la I
demarcativa -, produciendo la forma eufonizada y desambiguada Kueshsho’, que tiene falda, pues la forma
Kueyo’ se entenderia provisto de brillo.
• Ante sufijos locativos y direccionales, para evitar que se confundan con adverbios; por ejemplo:
Yei, tres + Pan, sufijo locativo = Yeshpan, en tres lugares (para no confundir con Ipan, sobre)
Yei + Kampa, sufijo direccional = Eshkampa = Yeshkampa, triangular (por Yeikampa, tras el frijol)
Yei + Kan, sufijo locativo = Yeshkan, en tres lugares (para no confundir con Ikan, detrás)
• Ante sufijos verbales, para evitar que se confundan con composiciones de la raíz I, relativa al interior o al
beber; por ejemplo:
• Ante O, para evitar que el demarcativo se interprete como fono inicial de los sufijos Yo’, Yotl; por ejemplo:
Etl, frijol + Yotl = E[sh]otl, ejotes, habichuelas (por Eyotl, tercero).
Es de notar que la mutación de la I en Sh también ocurre en la conjugación de términos que poseen dicho
demarcativo en posición sufija; por ejemplo: Tlachiya, observar > Ontlachish, el o ella observa.
Otra forma de desambiguar un término consiste en no aplicar una regla eufónica. Este recurso tiene dos formas:
Te + Itsmina, flechar = T[ei]tsmina, flechar a alguien (por Tetsmina, entendido como verbalización de
Testmitl, cierta planta)
Nakastli, oreja + Shapotla, perforar = Naka[ssh]apotla, perforar la oreja (por Nakashapotla, punzar la
carne)
Kueitl, falda + Atl, agua = Kue[ia]tl, rana (por Kuatl, entendido como sinéresis de Koatl, serpiente)
106
2. Excepción a la adopción eufónica. Por ejemplo, la regla eufónica dice que, si la N precede a una consonante
fricativa en incorporación, adopta su sonido. Sin embargo, se exceptúa en Onkan, allá (de On, partícula
vinculativa + Kan, sufijo locativo), pues de otro modo se entendería como Okkan, en dos lugares.
Una forma de desambiguar parecida a la anterior consiste en omitir la regla de subrogación del sufijo nominal.
Recordemos que este sufijo se elide cuando le sigue otro elemento; pero, si esto provoca una mala lectura, es
lícito omitir la regla. Desde el punto de vista estructural, estos casos son de dos tipos: parciales y totales.
1. La excepción parcial consiste en la aféresis del sufijo nominal Tl, que queda reducido al fono L. Tiene lugar
únicamente en composiciones de Atl, agua, para evitar que se confundan con alguna otra acepción de este
término, con el prefijo vetativo A’ o con radicales comenzados en A. Por ejemplo:
En composiciones con radicales comenzados en Tl, estos casos permiten la aplicación simultánea de la
desambiguación y la eufonía; por ejemplo, el término Allakatl, calabaza para extraer aguamiel (de Atl, agua +
Tlakasik, lleno hasta la mitad), sufre primero la omisión parcial del sufijo nominal, resultando Altlakatl, cuya
combinación LTl se eufoniza a continuación.
2. La excepción total afecta a los sufijos absolutos (Tl, Tli, Li) y tiene dos casos:
Ilwikatl, cielo + I’tik, dentro = Ilwikatli’tik (por Ilwikai’tik), dentro del cielo, paraíso celestial
Kuau’tloselotl (por Kuawoselotl), águila ocelote (Kuau’tli, águila + Oselotl, ocelote)
Kuawitl + Ewa, incorporarse = Kuawitlewa (por Kuawewa), levantarse los árboles, veintena calendárica
Kuawitl, árbol + Ikak, estar de pie = Kuawitlikak, pararse como árbol, apodo de Mercurio (por Kuawikak,
que tiene cabeza)
Metstli, luna + Apan, río, laguna = Metstliapan, laguna de la luna (por Metsapan, donde los restos del
maguey)
En particular, este caso aplica a algunas aglutinaciones de Atl, agua, para que no se interpreten como una forma
incorrecta del vetativo A’mo; por ejemplo:
A veces, la excepción de la subrogación se hace por costumbre y de modo opcional; por ejemplo:
107
Observación: no hay que tomar como conservación del sufijo nominal el añadido del sufijo locativo Li (poco
usado) a radicales en L, como Tlalli, tierra + Li + K, sufijo direccional = Tlallik, al suelo. Tampoco hay que
confundirlo con el fono inicial Tl; por ejemplo, Atlachinolli, agua quemada, no se compone de Atl +
Achinolli, sino de A[tl] + Tlachinolli, quemado. Sobre todo, si ambas lecturas tienen sentido, como en
Akatlo’tli, gavilán de las cañas (de Akatl, caña + Tlo’tli, gavilán), que podría interpretarse erroneamente
como la excepción camino de cañas (de Akatl + O’tli, camino).
La desambiguación también puede hacerse por redistribución de los elementos del término. Estos casos son de
dos tipos: por posposición del frecuentado y por inversión sintáctica.
La posposición del frecuentado consiste en aplicar el énfasis a la segunda o tercera sílaba, en lugar de la
primera, como es habitual. Veamos un ejemplo que aplica este recurso por partida doble: el frecuentado
Weltlama`mani, buen tiempo, se hace sobre el segundo componente, Tlamani, extenderse, pues, de hacerse
sobre Wel, se confundiría con la raíz Wewel, relativa a los olores. A su vez, el componente Tlamani, se
frecuenta en su segunda sílaba (Tlama’mani) porque, de hacerlo en la primera, se entendería Tla’tlamani,
pescador.
En el caso de Ishtekokoyoktli, las cuencas de los ojos (de Ishtetl, globos oculares + Koyoktli, agujero), las
desambiguación es necesaria por las imprecisiones del lenguaje hablado, donde no queda clara la separación de
los términos. En este caso, se frecuenta el segundo componente porque la frecuentación del primero se
entendería como Iishte(u’), su ojo + Koyoktli, la cuenca. Veamos otros ejemplos:
Observación: no hay que confundir estos casos con las aglutinaciones no enfáticas formadas con un
frecuentado, como Mawistli, estima + Popoloa, disolver > Mawispopoloa, deshonor. Tampoco con el traslado
del frecuentado para acentuar determinados sentidos del término. Por ejemplo, Kuashipewa, cortar el pelo (de
Kuaitl, cabeza + Shipewa, pelar), frecuenta el primer componente para acentuar la cantidad de cabezas
(Kuakuashipewa, rapar cabezas), y el segundo para acentuar la cantidad de pelo (Kuashishipewa, arrancar
los cabellos a alguien).
La segunda forma de desambiguación por distribución consiste en invertir la sintaxis reglamentaria del término.
A diferencia de la inversión eufónica, la desambiguadora no procura un mejor sonido, sino deslindar
significados. Por ejemplo, en el sustantivo Yolteotl, adivinación (lit., corazón endiosado, de Yollotl, corazón +
Teotl, divino), se pospone el determinante (Teotl) porque la forma reglamentaria, Teoyolli, se confundiría con
Teoyotl, espiritual.
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La inversión desambiguadora produce tres tipos de términos: sinónimos parciales, recíprocos y polisémicos.
1. Los sinónimos parciales por inversión ocurren cuando un significado básico tiene segundas acepciones
diferentes; por ejemplo:
Koatl, serpiente + Siwatl, mujer = Koasiwatl, serpiente hembra, gemela / Siwakoatl, serpiente hembra, título
sacerdotal
Koatl + Petlatl, estera = Koapetlatl, estera de serpientes, metáfora de comunidad / Petlakoatl, estera de
serpientes, ciempiés
Sintli, maíz + Teotl, divino = Sinteotl, divino maíz, nombre divino / Teosintli, maíz divino, cierta planta
Observación: no hay que confundir estos casos con los sinónimos estrictos, los cuales no se deben a la
desambiguación, sino a la flexibilidad de la lengua, y tienen uso opcional; por ejemplo:
2. Los recíprocos por inversión invierten su significado al invertir los componentes; por ejemplo:
Neku’tli, miel + Tsalli, insecto = Nekutsalli, abeja de la miel / Tsalneku’tli, miel de abejas
Atl, agua + Sokitl, lodo = Asokitl, viscosidad del agua / Sokiatl, agua fangosa
Tetl, piedra + Tlilli, negro = Tetlilli, tinta negra de piedra (lit., negro de piedra) / Tliltetl, marca de escritura
(lit., piedra negra)
Tetl + Metlatl, metate = Temetlatl, metate de piedra / Metlatetl, piedra de la que se fabrican metates
3. Los polisémicos por inversión tienen sentidos distintos y desvinculados según se ordenen sus componentes;
por ejemplo:
Kuau’tli, árbol, águila + Shotl, pie = Kuau’shotl, pata del águila / Shokuau’tli, pata de palo, un componente
del telar y nombre divino
Shochitl, flor + Kalli, casa = Shochikalli, sala de baño, temascal / Kalshoch (apócope de Kalshochitl), ratón
Shochitl + Ketsalli, pluma fina = Shochiketsal, pluma florida, nombre divino / Ketsalshoch, flor emplumada,
la víctima de cierto sacrificio
Shochitl + Tonalli, calor, luz = Shochitonal, de nombre flor, cierto animal mítico / Tonalshochitl, flor de
primavera
Witstli, espina + Ketsalli, quetzal = Witsketsalli, lleno de espinas / Ketsalwitstli, las plumas de la cola del
quetzal
Maitl, mano + Kuawitl, árbol, leño = Makuawitl, espada / Kuammaitl (eufonización de Kuau’maitl), rama
Teotl, divino + Pan, locativo + Tlalli, tierra = Teopantlalli, tierra del santuario, terreno destinado a mantener
los templos / Teotlalpan, patria divina, el rumbo del norte
Observación: no hay que confundir la polisemia por inversión con la homofonía. Veamos dos ejemplos:
• Los términos Kuau’tlakatl, hombre de madera, maniquí, y Tlakakuau’tli, águila humana (un nombre
divino), si bien comparten el componente Tlakatl, humano, se forman respectivamente de los
homófonos Kuau’tli, árbol, y Kuau’tli, águila.
• Los términos Tlakanawalli, delgado, fino, y Nawaltlakatl, brujo, parecen compartir sus componentes, pero el
primero se forma de Tla, prefijo adverbial + Kanawalli, algo delgado, y el segundo de Nawalli, oculto, sabio +
Tlakatl, humano.
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Desde el punto e vista estructural, hay dos tipos de sustantivos: perfectos y truncos. Los perfectos se
caracterizan por poseer sufijo nominal, y los truncos, por no tenerlo o perderlo por énfasis; estudiaremos estos
últimos en el capítulo 27.
• Nominalización de verbos:
• Nominalización de adjetivos:
• Nominalización de adverbios:
El sufijo nominal primario es Tl. Da origen a las variantes Tli, Li, y a las terminaciones Atl, Itl, Witl, Ktli.
También se emplea a modo de sufijo sustantivo el artículo indefinido In. Veamos sus detalles:
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Siti-tl, absoluto
Teka-tl, general
Nowianyo-tl, general
Etike-tl, materia
Sente-tl, resumen
Tlapanawi-tl, especial
¹ Salvo en la posesión de términos de radical en Tla, que apocopan, como Teokuitlatl, metal precioso
> Noteokuitl, mi dinero, o en radicales en N que adquieren un sufijo comenzado en M o vocal, en cuyo caso la
N muta en M, como Kentli, vestido > Tlakeme’, que va vestido. Pero estos no aplican al presente caso.
Debido a que en nahuatl no pueden coexistir dos consonantes en la misma sílaba, no se puede añadir el sufijo Tl
a un radical cerrado. El problema se resuelve, posponiéndole una I demarcativa que lo transforma en sílaba
propia. La variante Tli se aplica a continuación de consonante, incluso saltillo, salvo L, que tiene otra regla, M y
Tl¹, que no terminan radical, y las semiconsonantes Y, W. En los siguientes ejemplos se deslinda el último fono
del radical mediante guión:
Yolish-tli, conciencia
Tsin-tli, origen
Tsintilis-tli, origen absoluto
Nawalsenten-tli, metáfora
Setilis-tli, unidad
Senkawalis-tli, evolución
A’tlamilistli, infinidad
Yelis-tli, estado, condición
Observación: no hay que tomar como excepción al verbo Atli, beber agua, y sus composiciones,
como Tekiatli, beber mucha agua, y A’atli, beber chocolate. Estos casos no añaden el sufijo Tli a una vocal,
sino el verbo I, beber, al sustantivo Atl, agua, que conserva el sufijo nominal para que el resultado no se
confunda con Ai, hacer.
16.4 El sufijo Li
Si el radical termina en L, el sufijo Tli sufre aféresis o pérdida del fono inicial debido a la imposibilidad del
nahuatl de pronunciar la combinación LTL. De esto resulta la variante Li que forma sílaba por sí, aplicable a
radicales en L como:
Nel-li, verdad
Yol-li, vida
Kua’kual-li, maravilloso
We’kai’tol-li, profecía
Nelnonotsal-li, predicción
Ishkichiwel-li, todopoderoso
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Senkol-li, omnipresente
Semanal-li, esfuerzo continuo
Observación: no hay que confundir esta variante con dos sufijos de origen diferente:
Weli, posible
Teokali, en el templo
Estos verbos forman sustantivos en Li, como Yoli, vivir, nacer > Yolli, ser viviente
Los radicales que terminan en saltillo forman un grupo especial, por lo siguiente: el saltillo deriva de una
consonante gutural, de modo que, según la regla, adopta el sufijo Tli, como en:
Ta’tli, padre
Koso’tli, paloma
Tilma’tli, manta
Pi’tli, hermana mayor
Sin embargo, para abreviar la expresión, la mayoría de los términos con radical en saltillo admiten su elisión,
provocando la regresión de Tli a Tl. Esta modificación traslada el acento a la sílaba anterior, produciendo
términos equivalentes y opcionales como:
Un caso peculiar es el sustantivo arcaico Shochi’tli, flor, pues tiene la opción de elidir el saltillo o la I,
pronunciando Sochtli = Shochitl. Las dos primeras variantes aparecen únicamente en composiciones como:
En algunos casos solo sobrevive la forma abreviada; por ejemplo, el frecuentado de Ti’tli, juntado, no es
Titi’tli, sino Tititl, contraído, terminado
112
Si la abreviación introduce variación semántica, surge una nueva raíz y los términos resultantes no equivalen,
como en Shiko’tli, abeja grande / Shikotl, abeja.
Observación: no hay que confundir estos casos con los homófonos, los cuales tienen sentidos diferentes,
incluso si en protonahuatl estuvieron relacionados; por ejemplo:
Es posible abreviar la expresión de los sustantivos en Tli - sobre todo, los que terminan en nasal -
anteponiéndoles una A epentética o demarcativa. Este recurso produce un sinónimo: Ilantli = Ilamatl, anciana,
pero, en el resto de los casos, crea nuevas raíces con sentido relacionado, como:
Siendo un interpolado, la A no pertenece a la raíz, pero puede lexicalizarse por incorporación, como en:
Observación: no hay que confundir el intercalado de la A con términos formados por la aglutinación de
Atl, agua, como:
Amatl, papel
Shikamatl, jícama
Tomatl, tomate
Kakamatl, espiga doble de maíz
Chikomatl, mal juicio, opinión dudosa
Estos se distinguen porque las formas en Tli, si existen, tienen otro sentido; por ejemplo:
Otro modo de abreviar los términos en Tli consiste en intercalar el demarcativo I. Su equivalencia con el modo
anteriormente descrito se demuestra en ciertos sinónimos en Itl, Atl, como:
La terminación Itl se aplica a radicales cerrados de todo tipo, con dos grados de equivalencia:
1. Sinonimia, si los términos son equivalentes y opcionales, lo cual sólo ocurre en radicales de terminación
aspirada y nasal (en estos últimos, la N se eufoniza en M por ir delante de vocal) como:
2. Parentesco, cuando hay distinción semántica entre los términos resultantes, pero se reconoce un origen
común, como en:
Como es obvio, la conversión de Tli a Itl no se hace si el resultado es equívoco, como en Tekpantli, rango (de
Teku’tli, señor + Pantli, orden) / Tekpamitl, flecha (de Tekpatl, pedernal + Mitl, flecha). Y hay casos en que
no se hace por costumbre; por ejemplo, los siguientes términos solo tienen forma en Tli:
Wastli, mecanismo
Tsalantli, desfiladero, puerto
Tlilantli, esbozo, trazo de un dibujo
114
Observaciones: no hay que confundir la preposición del demarcativo I al sufijo con radicales en esta
vocal, como:
Tisitl, médico
Tlaitl, bebestible
Pipitl, escogido, desplumado, pelado
Kilitl, vegetal
Tsitsitl, turquesa de calidad inferior
Estos casos se distinguen porque las formas en Tli, si existen, tienen otro sentido; por ejemplo:
Tampoco hay que confundirla con la posposición del demarcativo I al radical, casos reconocibles por el hiato en
Ai, Ei, como:
Cuando un radical en U’ adquiere el sufijo Tli, se genera un sonido poco fluido (U’tli). La lengua tiene dos
recursos para simplificarlo:
1. En unos pocos radicales en Iu’, es lícito elidir el fonema U’, pues el resultado no es ambiguo; por ejemplo:
2. En los demás casos, la abreviación del sufijo involucra tres pasos: interpolación del demarcativo I, elisión del
saltillo y consonantización de la U. Esto produce la terminación (W + I + Tl), resultando en términos
equivalentes y opcionales como:
² Largos banderines en los que se escribían los nombres de los dioses y se colgaban en las ventanas y azoteas.
Sus movimientos al viento se consideraban rezos.
Ilwitl, día
Iwitl, plumón
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Clalchiwitl, turquesa
Tlapanawitl, especial
Sin embargo, regresan a ella si se anteponen en composición, pues la forma Witl alargaría el resultado. Por
ejemplo: Chalchiwitl + I, suyo + Kueitl, falda = Chalchiu’tlikue (por Chalchiwitlikue), su falda de
turquesas, nombre divino.
Las formas en U’tli y Witl pueden adquirir distinción semántica, como en Shiwitl, año / Shiu’tli, nombre dado
al niño que nacía cuando se “cargaba” o denominaba el año. También pueden dar origen a dos raíces con
significados emparentados, como en:
Un caso especial es el de las raíces en Kui’, Kui; estas rompen el diptongo, elidiendo la I, pero manteniendo o
añadiendo el saltillo, tras lo cual, abrevian opcional o reglamentariamente la expresión mediante el recurso del
anagrama o permutación de los fonos K y U, con la consecuente elisión del saltillo. Por ejemplo:
Los siguientes casos carecen de forma en Ku’, salvo como tránsito teórico a la abreviación:
16.10 El sufijo In
El sufijo In deriva del uso especializado del artículo indefinido In. Se aplica a radicales cerrados en sustitución
de los sufijos Tli, Li. Crea sustantivos concretos a los que da una connotación coloquial, sobre todo, nombres de
plantas, animales y cosas pequeñas o múltiples; de hecho, en las variantes nahuas de Veracruz crea el
diminutivo. Tiene dos aplicaciones:
Kuishin, milano
Chakalin, camarón
Kimichin, ratón
Tapayashin, camaleón
Kakalachin, cucaracha
Tsitsilin, cascabel
La aplicación de este sufijo puede cambiar el sentido del radical, sea por especialización del sentido básico,
como en Yoyolli, animal / Yoyolin, insecto, o por incorporación de otro sentido, como en Kosolli, cuna /
Kosolin, langostino.
Debido a que su origen es un artículo, este sufijo exceptúa la regla de la subrogación del sufijo nominal,
manteniéndose audible en las incorporaciones; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación del sufijo In con los radicales de sustantivos truncos en In,
como Itskuin (por Itskuintli), perro. Tampoco con los radicales nominales formados por la apócope de los
sufijos verbales Ni, Na, como Matlalina, ser o volverse verde > Matlalintsin, respetable verde, nombre divino.
Desde el punto de vista de su estado, los sustantivos pertenecen a dos categorías: poseídos y absolutivos. Los
poseídos son acotados por el posesor, perdiendo el sufijo nominal absoluto; por ejemplo: I’takatl, alimento >
Ni’tak, mi comida. Por su parte, los absolutivos no reciben modificación, definiendo a la entidad por sí y no por
su relación.
Sin embargo, a diferencia de los absolutivos del español, los del nahuatl, además de definir la entidad, la
determinan a través del sufijo absoluto, pues este tiene una función articular equivalente a los artículos “el, la”.
Por ejemplo, en el contexto de la frase, el término Tla’tolpewalistli, argumento, exordio, significa el
argumento.
Es por esto que la lengua nahuatl no emplea artículos explícitos, salvo los indefinidos, representados por los
números, o el redundante In, que puede omitirse sin afectar la comprensión. Así, la frase la voluntad de
supervivencia se puede expresar Teyolli yolilistli o In teyolli in yolilistli.
Otro aspecto que distingue a los sustantivos del nahuatl es que, en determinadas circunstancias, adquieren
función verbal. Todos los sustantivos tienen un sentido ontológico de base, es decir, llevan implícito el verbo
Ka’, ser, como en la frase Nimasewalli, yo (soy) macehual, en la cual, el pronombre Ni se conjuga
directamente con el sustantivo.
117
Puesto que, en nahuatl, la tercera persona es implícita, el sustantivo por sí se puede representar al verbo y al
sujeto, funcionando como una pequeña frase. Un ejemplo es la siguiente descripción de Teskatlipoka: Yaotl
teyaou’, él es el enemigo, el asesino de la gente, donde cada término es una frase: Yaotl, (él es) el enemigo +
Teyaou’, (él es) el asesino de la gente (compuesto por el pronombre impersonal Te).
Veamos otros casos de conjugación de sustantivos en los que se señala entre paréntesis el verbo implícito:
El sentido verba´ del sustantivo es tan poderoso, que se mantiene en la posesión; por ejemplo, Namosh (de
Amoshtli, libro) tanto significa mi libro como es mi libro, deslindándose el sentido por el contexto.
De hecho, la connotación ontológica puede condicionar la conjugación incluso en expresiones que llevan el
verbo Ka’ por énfasis; por ejemplo, el concepto ya soy viejo no se arma conjugando en primera persona el
verbo Ka’ en la frase hipotética Ye nika’ wewe’, (de Ye, ya + Ni, yo + Ka’ + Wewe’, viejo), sino conjugando
directamente el sustantivo y anteponiendo el verbo por énfasis: Ka’ ye niwewe’, es que ya soy viejo
(literalmente, ser, ya yo [soy] viejo).
En teoría, todos los sustantivos pueden funcionar como verbos, no solo para indicar condición ontológica, sino
también acciones relativas como estar, tener, sostener, haber, llevar, llamarse, representar, etcétera. Por ejemplo,
la frase In tlalli in tonatiu’ in tsintli in yolistli, la Tierra y el Sol sostienen la vida, contiene cuatro sustantivos
presentados por el artículo In. Como los dos primeros, Tlalli, tierra, y Tonatiuh, Sol, conllevan su
conjugación, no necesitan componerse con el verbo Iskaltia, sostener, sino directamente con el complemento
del predicado: Tsintli yolistli, el sostén de la vida. Veamos otros ejemplos en los que se señala el verbo
implícito entre paréntesis:
In Tla’toani iikpal, el gobernante (está) en su trono (Tla’toani, gobernante + I, suyo + Ikpalli, silla)
Nitlakatl yeinipan, yo (he) nacido en tal signo zodiacal (Tlakatl, persona, nacido + Yeinipan, signo zodiacal)
In ichimal in yakalchimal, (él porta o tiene) su escudo, su escudo oval (Chimalli, rodela + Yakalchimalli,
escudo de cuerpo)
Tlalokan iteopan Epkoatl, el templo de Epkoatl (se llama) Tlalokan (Tlalokan, lugar de Tlalok + Teopan,
templo + Epkoatl, serpiente nacarada, nombre divino)
1. Cuando es modificado por uno o más verbos, como en In pipiolin tlachichina moneuktia, la abeja CHUPA
y PRODUCE miel (Pipiolin, abeja + Tlachichina, chupar + Mo, se + Neuktia, hacer miel)
2. Cuando es reducido a objeto por un sustantivo, adverbio, artículo o partícula vinculativa; por ejemplo:
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Nepa ome tepetl, por allá hay DOS montañas (Nepa, allá lejos + Ome, dos + Tepetl, montaña)
Tlashkalli iwan kashpechtli, la tortilla Y el plato (Tlashkalli, tortilla + Iwan, y, con + Kashpechtli, plato)
Teoshiwitl iwan we’wei chalchiwitl, una turquesa fina (es - valiosa - como una) GRAN pieza de jade
(Teoshiwitl, turquesa fina + Iwan, y + We’wei, muy grande + Chalchiwitl, jade)
3. Cuando otro sustantivo de la frase asume la conjugación. Por ejemplo, en Inin tla’tolli yu’kin teoshiwitl,
esas palabras (son) como una turquesa fina, el componente Teoshiwitl renuncia a su sentido ontológico, pues
lo asume el componente Tla’tolli, palabra.
El contexto permite distinguir cuándo un sustantivo asume el sintagma verbal y cuándo dicha capacidad se
anula, según vemos en los siguientes ejemplos, basados en el título Topile’, juez (compuesto de Topilli, bastón
+ E’, sufijo posesivo):
• En la frase Ikopil in topile’, (es) su sombrero del juez, el término Topile’ funciona como objeto directo; si le
asignamos sentido verbal, el resultado es absurdo: el juez (es) su sombrero.
• En la frase Topile’ itla’tokatoka, su título (es) juez, al tiempo que anula la función verbal implícita de
Topile’, el verbo Tla’tokatoka, imponer un título oficial, adquiere un sentido sustantivo secundario; de ahí que
no se traduzca en forma literal: el juez su imponer título.
• En la frase In tiankistli ye’watl in topile’, él (es) el juez del mercado, hay una conjugación implícita en el
sustantivo pronominal Ye’watl, él mismo, que anula las de Tiankistli, mercado, y Topile’, pues, de otro modo,
la expresión no tendría sentido: el mercado, él mismo, el juez.
Otra característica de los sustantivos del nahuatl es que pueden adjetivar de dos maneras: por aglutinación en el
término y por complemento en la frase. Ya estudiamos el primer caso en el capitulo 12, con respecto a la
aglutinación calificativa nominal, pero vale la pena analizarlo con más detalle.
La adjetivación por aglutinación es de dos tipos: sistemática e incidental; entre ellos no hay una diferencia
estructural, sino de uso. La adjetivación sistemática aplica a los sustantivos que describen un atributo, los
géneros si no se usan como títulos y ciertos títulos que implican condición biológica o psicológica.
Generalmente, estos se emplean para calificar y solo por excepción asumen su característica gramatical.
Por ejemplo, la expresión Kualli in itla’tol se entiende como una calificación: bello es su canto, aunque su
significado literal es el canto del bueno, pues el sustantivo Kualli, persona buena, es un calificativo
sistemático: bueno, bello. He aquí otros ejemplos:
La adjetivación incidental aplica a aquellos sustantivos que, de ordinario, no califican, pero pueden hacerlo por
contexto. Por ejemplo, el término Teotla’tolli, palabra sagrada (Teotl, dios + Tla’tolli, palabra) no se traduce
119
palabra de dios, pues no lleva implícito el concepto de un dios, sino de un estado sacramental. Si queremos
expresar el concepto la palabra de dios, del dios o de un dios, tenemos que reforzar la naturaleza del
componente Teotl; el resultado se puede expresar mediante posesión explícita: Itla’tol in teotl, su palabra del
dios, o por confirmación articular: In teotl in tla’tolli, la palabra del dios.
Teotl + Kalli, casa = Teokalli, templo (lit., casa de dios o casa divina)
Tsotl, sudor + Atl, agua = Tsoatl, agua salada
Nawalli, brujo + Piltsintli, príncipe = Nawalpiltsintli, príncipe sabio
Apistli, hambre + Teotl, algo especial, mucho = Apisteotl, glotón, nombre divino
Nesawalli, hambre,ayuno + Koyotl, coyote = Nesawalkoyotl, coyote hambriento, nombre propio
Iknotl, miserable + Kuau’tli, águila = Iknokuau’tli, guerrero pobre
Yowalli, noche + Koatl = Yowalkoatl, serpiente nocturna, nombre divino
Los sustantivos que expresan el material de que está hecho algo en forma literal o figurada, se pueden traducir
indiferentemente como calificadores o complementos; por ejemplo:
Tetl, piedra + Petlakalli, cofre = Tepetlakalli, ataúd, tumba (lit., cofre de piedra o cofre pétreo)
Atl, agua + Chalchiwitl, turquesa + Tetl, piedra = Achalchiu’tetl, mármol (lit., piedra semipreciosa de agua o
acuosa)
Chokistli, llanto + Kuikatl, canto = Chokiskuikatl, canto de llanto o canto lloroso
Kamashochitl, palabra agradable (lit., boca de flores o boca florida, de Kamatl, boca + Shochitl, flor)
La función adjetiva por complemento se establece cuando el sustantivo que determina se escribe por separado
del determinado, lo que puede ocurrir por dos razones:
1. Para enfatizar el sentido ontológico; por ejemplo, en Wewe’kuau’tli, el árbol viejo, el componente Wewetl,
algo o alguien viejo, califica en forma directa; pero en la frase Wewetl kuau’tli, el árbol (es) viejo, el mismo
componente asume una conjugación, sin dejar de calificar. Veamos otros ejemplos de esta distinción:
Kualnemachilistli, buenas obras / Kualli nemachilistli, (son) las obras buenas o del bueno
Nawalishtli, rostro mágico o sabio, nombre de la máscara de Ketsalkoatl / Nawalli ishtli, (es) el rostro sabio o
del sabio
Tlakanemilistli, vida humana, compasiva / Tlakatl nemilistli, (es) la vida o conducta humana, o del ser
humano
Yektli chipawak in itoski, su voz es bella y pura (Yektli, correcto + Chipawak, puro + I, suyo + Toskitl, voz)
Ipiltoka yowalli ichan, su título es ‘su casa oscura’ (Piltoka, título + Yowalli, noche, oscuridad + Chantli,
hogar)
Tal como ocurre en las aglutinaciones, lo que distingue al determinante en la frase es su precedencia. Por
ejemplo, la frase Ka’mopalli nelwayotl, las raíces (son) moradas, significa lo opuesto que Nelwayotl
ka’mopalli, las cosas moradas (son) raíces.
120
Los sustantivos también pueden funcionar como adverbios, modificando al verbo que los complementa. Se
distinguen dos grupos: sistemáticos e incidentales.
1. Los sistemáticos son sustantivos que sólo tienen función adverbial. Se organizan en tres categorías:
a) Interrogativos con sufijo nominal, como el componente Tle’watl, ¿qué, quién, cuál?, de la frase In tle’watl
omochiu’?, ¿cuál de ellos lo hizo? Otros ejemplos:
Tlein, ¿qué?
Kanin, ¿donde?
Kesin, ¿cómo?
b) Pronombres enfáticos y otros con estructura nominal, como el componente Newan, ambos, de Newan nemi’,
ambos viven juntos. Otros ejemplos:
Ne’watl, yo
Ye’watl, él, ella
E’watl, esto, eso
Katl, algo, alguien
c) Interjecciones como el componente Atanelli, lástima, de la frase Atanelli kipo’poloa Tenochtitlan, lástima
que se haya perdido Tenochtitlan. Otros ejemplos:
Kualli, gracias
Kayekualli, sea para bien
Telchitl, tanto mejor
2. Los incidentales son sustantivos que ocasionalmente asumen una función adverbial, por lo general, con el
apoyo de un adverbio o del verbo ser, con los que puede ocurrir aglutinación. Por ejemplo:
Una característica de los sustantivos en función adverbial es que, además, siempre asumen el sintagma verbal,
como vemos en los siguientes ejemplos:
In sitlalin welsentson, las estrellas (son) muchas (Wel, bien + Sentson, cuatrocientos)
In wel nelli weitlakatekolotl, él (es) verdaderamente un gran hechicero (Wel + Nelli)
Desde el punto de vista semántico, los sustantivos del nahuatl se clasifican en concretos y abstractos.
Wilotl, paloma
Apantli, acueducto
Tlaktli, torso
Yakapantli, primogénito
2. Los abstractos expresan condición o estado. Son de dos tipos: nominales y verbales.
a) Por lo general, los abstractos nominales derivan de un sustantivo concreto, aunque pueden hacerlo de
cualquier categoría gramatical. Los caracteriza el sufijo Yotl, que indica la condición genérica de algo; ejemplo:
Toltekatl, persona culta > Toltekayotl, la cultura tolteca.
b) Los abstractos verbales parten de la adjetivación de un verbo. Los caracteriza el sufijo Istli, que indica el
cumplimiento de la acción; ejemplo: Wanyolka, tener parentesco > Wanyolkayotl, parentesco consanguíneo.
18.2 Formación
Los abstractos en Yotl consisten en la nominalización de una posesión. Se forman en dos pasos:
1ro. Un sustantivo, verbo, adverbio o, más raramente, adjetivo, adopta el sufijo de posesión Yo’, volviéndose
sustantivo de posesión; por ejemplo: Ta’tli, padre + Yo’ = Ta’yo’, paterno (lit., que tiene condición de padre).
Toda nominalización de una afijación en Yo’ corresponde a este tipo de términos. Con frecuencia, el sustantivo
de transición solo existe en teoría; por ejemplo, Yolkatl, animal, insecto, da origen al abstracto Yolkayotl,
sustento, alimento, sin que exista o se conserve en la lengua el adjetivo Yolkayo’, poseedor de alimento.
Los abstractos pueden participar en afijaciones o aglutinaciones sin perder su condición, siempre que se ubiquen
al final de la composición, como vemos en estos ejemplos:
Observaciones: no hay que confundir los sustantivos en Yo’ con la posesión de abstractos en Yotl,
como Iyolkayo, su alimentación.
Si el sustantivo de transición adquiere un sentido diferente del término de origen, no crea su abstracto. Por
ejemplo: Siwatl, mujer, crea al sustantivo de posesión Siwayo’, secreción femenina, de donde deriva el
abstracto Siwayotl, matriz, vagina, vulva. Debido a que la forma en Yotl tiene un sentido tan específico, el
concepto de feminidad se dice en este caso con el adjetivo Siwatik.
18.3 Alcance
1. Integrales, los que abstraen íntegramente el sentido del término de origen o lo emplean como metáfora de
condición; por ejemplo:
2. Parciales, los que abstraen una de las cualidades o propiedades del término, que puede ser:
b) Alegórica, como:
El término resultante puede compartir sentidos total y parcial, literal y alegórico. Por ejemplo, Nakayotl (de
Nakatl, carne) tiene el sentido total y literal de carnalidad, y los parciales y alegóricos de condición humana y
mortalidad.
18.4 Origen
1. Sustantivos, tanto en afijación directa, según vimos en los ejemplos anteriores, como a través de otros sufijos
nominales; por ejemplo:
En particular, se prestan a la formación de abstractos los adverbios formados con los sufijos Ka, Tika, como:
3. Verbos. Como estudiaremos en el próximo capítulo, los verbos se abstraen mediante el sufijo Istli, pero
también pueden hacerlo en Yotl, sobre todo los verbos en Ka, o a través del infijo Ka. Por ejemplo:
18.5 Eufonía
El sufijo Yotl se aplica en forma íntegra cuando el radical termina en vocal, excepto I, o en consonante
oclusiva; como ya estudiamos, en los demás casos se eufoniza. Tal fenómeno es de dos tipos:
1. Por elisión. En los radicales terminados en I, el sufijo sufre opcionalmente aféresis de la Y; por ejemplo:
Esta I puede marcar diferencia semántica. Así, el adverbio Achi, poco, pequeño, da origen al sustantivo Achtli,
una semilla, de donde derivan dos abstractos: Achyotl, semillas, granos, y Achiyotl = Achiotl, cierta semilla
colorante y el colorante de ella extraído.
Observación: no hay que confundir los radicales en I con los que adquieren el interfijo I, que se elide en
composición; por ejemplo: Tokaitl, nombre > Tokayotl, renombre, honor.
El sufijo Yotl no sólo abstrae, también comunica sentidos derivados de una abstracción, de donde resultan tres
tipos de términos:
1. Cuantificadores, cuando el sufijo indica cantidades indefinidas de seres impersonales, selección, distribución,
pluralización, ubicación, recurrencia y composición. Por ejemplo:
2. Cualidades divinas, sacramentales o míticas, pues el ámbito divino supone una abstracción; por ejemplo:
Este sufijo también puede crear sustantivos concretos por sinonimia, como en Ekawilli = Ekawillotl, sombra,
por aglutinación, como en Nawalli, brujo + Mekayotl, continuidad = Nawalmekayotl, linaje de brujos, o
mediante tres tipos de deriva semántica:
1. Aplicativa, cuando el sufijo distingue una posesión, acepción o aplicación concreta del sentido del término de
origen; por ejemplo, el abstracto del verbo teórico Olinka, mover, designa específicamente a las plumas que
orientan el movimiento del ave: Olinkayotl, plumas de la cola. Otros ejemplos:
Este fenómeno puede ocurrir por resignificación de términos mediante aglutinación, como en:
2. Causal, cuando el término en Yotl tiene dos acepciones: abstracta y concreta, siendo la primera causal de la
segunda; por ejemplo:
3. Divergente, cuando el abstracto tiene dos acepciones relacionadas, por aplicaciones no causales a partir de un
sentido único del término de origen, como en:
Observación: no hay que confundir los casos de divergencia semántica con la homofonía. Por ejemplo:
No hay que confundir los abstractos nominales con sustantivos cuyo radical termina en O, sea porque dicha
vocal pertenece a la raíz, como en los monosílabos Sotl, lienzo, Shotl, pie, o porque es residuo de algún sufijo,
como en:
Oa, sufijo verbal > Tsopiloa, comer carroña > Tsopilotl, buitre
Kotstli, pierna + Ko, sufijo locativo > Kotskotl, pierna
Mo, pronombre reflexivo + I’toa, decir, cantar = Mi’totl, danza, rito
Tla, sufijo adverbial + Sowa, sangrado > Tlasotl, sangrado, picado con agujas
Ko, sufijo locativo > Tle’ko, subir > Tle’kotl, raya que dividía al estadio de pelota
Palia, frecuetado, teñir, colorear + O, sufijo pasivo > Papalotl, mariposa
Estos casos se distinguen, básicamente, porque tienen sentidos concretos; sin embargo, debido a que los
abstractos pueden concretizarse, es necesario aplicarles un análisis estructural. Son sustantivos en Otl aquellos
en que dicha terminación no está precedida de I, por lo que no se puede tomar como reducción de Yotl, y
tampoco por Y o sus eufónicas (la doble L y la doble consonante aspirada).
Este modo de deslindar se invalida en radicales en Yo, como Koyotl, coyote. En estos, el deslinde se establece
sustituyendo el sufijo Yotl por el sufijo nominal que corresponda. Si el resultado es un término semánticamente
relacionado, entonces el término de origen es un abstracto; por ejemplo: Meshikayotl, mexicanidad - Yotl + Tl
= Meshikatl, mexicano. Pero, si no hay una forma en Tl o no está semánticamente relacionada con la forma en
Yotl, entonces se trata de un radical en Yo. Por ejemplo, si substituimos la terminación en Yotl de Moyotl,
mosquito, por el sufijo nominal Tl, el resultado (Motl) no existe en la lengua.
La distinción es más importante en casos de homofonía, pues se pueden confundir. Por ejemplo, la raíz Pe,
relativa a recubrir, crea el abstracto Peyotl, envoltura, pericardio, capullo del gusano de seda, homófono de
Peyotl, cierto cactus alucinógeno, formado de una raíz en Yo.
Es de notar que muchos de estos términos derivan, por pérdida del demarcativo I, de un antiguo abstracto que,
en algunos casos, todavía se puede reconstruir. En los siguientes ejemplos se expone entre paréntesis la
reconstrucción, aclarando que es teórica y que no existe o no la he encontrado en nahuatl:
Poch, raíz relativa a cosas esponjosas > Pochotl, ceiba (Pochyotl, esponjoso)
Pin, raíz relativa a la timidez > Pinotl, extranjero (Pinyotl, timidez, condición de extranjero)
Shil, raíz relativa a lo que se abulta > Shilotl, mazorca de maíz tierna (Shilyotl, abultamiento)
Los verbos dan origen a sustantivos abstractos mediante el siguiente proceso: un verbo adopta el sufijo adjetivo
Is, tornando la acción en atributo; por ejemplo: Mawi, temer > Mawis, temible. El resultado se nominaliza en
Tli: Mawistli, temor. De modo resumido, podemos decir que estos sustantivos se forman por la incorporación
del sufijo Istli. Toda nominalización de una afijación en Is corresponde a este tipo de términos.
Con frecuencia se pierdan partes del proceso de abstracción. Por ejemplo, el sustantivo Si’tli, abuela, evidencia
un verbo teórico Si, ser abuela, que no existe o, mejor dicho, no se usa como tal actualmente en la lengua, de
donde deriva el abstracto concretizado Sistli, madre. En cambio, el verbo Nawalwia, embrujar, da origen al
sustantivo Nawalistli, brujería, sin que exista en la lengua el adjetivo Nawalis.
Es necesario aclarar que los numerosos abstractos en Listli son producto de la afijación del sufijo Istli a un
radical en L. Por ejemplo, Masewalistli, merecimiento, se forma del radical Masewal a través del verbo
Masewaltia, ser común, merecer. No existe en la lengua el sufijo Listli, como se suele interpretar.
Este tipo de abstracto se puede incorporar en precedencia, adoptando la característica gramatical del término o
el sufijo añadido; por ejemplo:
Observaciones: no hay que confundir los abstractos verbales con la nominalización de radicales en Is,
como Kikistli, trompeta, formado de Kikisoa, penetrar, frecuentado de Kisa, salir, pasar.
3. Los verbos cuyo radical termina en L subrogan la totalidad del sufijo verbal; por ejemplo:
Desde el punto de vista estructural, los abstractos verbales se organizan en dos grupos:
1. Primarios, cuando resultan de la afijación de un verbo no causal, como en Neki, desear > Nekistli, deseo.
2. Secundarios, cuando el verbo que les da origen es causal. La mayor parte de los abstractos verbales se
forman así.
Los verbos causales - también llamados honoríficos, pues transfieren su acción - se forman a partir de verbos no
causales mediante la adición de los sufijos Lia, Tia, Wia. Se distinguen dos casos:
1. En los verbos en Lia, la adición del sufijo abstracto subroga la A y sintetiza la I; por ejemplo:
Sin embargo, por lo general, forman el abstracto a partir de sus causales en Tilia, Wilia, los cuales suelen
producir sinónimos como:
Ocasionalmente, el proceso de causación introduce matices semánticos que no afectan a la formación del
abstracto; por ejemplo:
Elewia, desear o codiciar vivamente algo > Elewilia, desear algo para alguien > Elwwilistli, gran deseo o
codicia
Tlawia, encender una antorcha > Tlawilia, iluminar > Tlawilistli, iluminación
En caso de que el verbo primario tenga abstracto, la afijación causal suele dar origen a sinónimos como:
Sin embargo, en ocasiones, introduce algún matiz semántico; así, Choka, llorar, produce el abstracto primario
Chokistli, lágrimas, el acto de llorar, y el secundario Chokilistli, llanto, queja, a través de su causal Chokilia,
llorar por alguien.
Los verbos en Oa, Owa, no se abstraen directamente, sino a través de sus pasivos en Lo, que subroga la última
sílaba del sufijo verbal y, a su vez, pierde la O frente al sufijo abstracto; por ejemplo:
Si la reducción del sufijo verbal afecta la comprensión, se conserva en su totalidad, pero se sigue subrogando la
O del sufijo pasivo; por ejemplo:
Debido a que nominaliza cualidades, el sufijo Istli supone un estado de abstracción superior al sufijo Yotl, que
nominaliza posesiones; por eso, los abstractos verbales no son tan propensos a crear sustantivos concretos como
los nominales. Aún así, pueden originarlos de tres modos: por aplicación, deriva causal e incorporación.
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1. La aplicación ocurre cuando el sufijo abstracto aplica en forma concreta el sentido del verbo, como en:
2. La deriva causal ocurre cuando el sentido abstracto da origen al concreto, manteniéndose ambos como
acepciones del término; por ejemplo:
3. Por lo general, cuando se incorpora, el abstracto verbal mantiene su sentido abstracto; por ejemplo:
Sin embargo, la incorporación de sentidos concretos puede transformarlos en sustantivos concretos, como en:
19.6 El hiperabstracto
Ambos sufijos abstractos, Yotl e Istli, se pueden unir en un hiperabstracto de dos modos:
1. Por adopción del sufijo Yotl. En estos casos, Istli pierde el sufijo nominal y la S resultante eufoniza la Y de
Yotl; por ejemplo: Chiawi, engrasar > Chiawistli, líquidos del cuerpo > Chiawissotl, grasa.
Otras veces, introduce matices semánticos, generalmente para concretar; por ejemplo:
131
2. Por adopción del sufijo Istli. En estos casos, el nexo se establece a través del interfijo Ti, para evitar el hiato
Oi. Por ejemplo: Yolli, vida > Yollotl, corazón > Yollotilistli, coraje, fidelidad.
Hay dos tipos de sufijos que transforman a los sustantivos en títulos: los gentilicios y los entitivos. Por lo
general, el resultado es un sustantivo personal, aunque también pueden crear impersonales.
Los sufijos gentilicios se añaden a términos de cualquier característica gramatical para indicar nombre,
profesión o pertenencia grupal. Tienen cuatro variantes:
1. Katl, formado por la nominalización del verbo Ka’, ser, se une a radicales abiertos y cerrados para formar
títulos de pertenencia, como Meshikatl, mexicano, y también sustantivos comunes como Akalteskatl, espejo
cóncavo.
2. Ekatl, formado por el añadido del sufijo Katl a sustantivos formados por el sufijo de posesión E’, indica al
que posee lo que significa el radical, como en Tlappanekatl = Tlapanekatl, guerrerense (de Tlappane’, el del
este).
3. Tekatl, formado por la unión del pronombre Te, relativo a personas, al sufijo Katl, se añade a radicales
abiertos y cerrados para indicar profesión o pertenencia, como en Pochtekatl, mercader (de Pochotl, ceiba).
Este sufijo funciona con independencia en el término Tekatl, alguien.
4. Tlakatl, formado por la unión del prefijo adverbial Tla al sufijo Katl, se une a radicales abiertos y cerrados
para formar títulos como Altepetlakatl, ciudadano, oriundo (de Altepetl, ciudad). También funciona con
independencia en el término Tlakatl, ser humano.
Al incorporarse, estas variantes pierden el sufijo nominal absoluto, manteniendo su radical; por ejemplo:
132
Como estudiaremos con más detalle en el capítulo 25, los sufijos gentilicios hacen el plural, sustituyendo al
sufijo nominal absoluto por el saltillo; por ejemplo:
Asteka’, aztecas
Meshika’, mexicas
Observación: no hay que confundir la forma plural del sufijo gentilicio con los verbos en Ka, Eka y Teka,
como:
Teka, extender
Popoka, humear, fumar
Tlae’eka, soplar el viento
Kowateka, celebrar un banquete
Desde el punto de vista semántico, los sustantivos gentilicios se dividen en tres grupos:
En ocasiones, un gentilicio genera o comparte una acepción nominal o titular; por ejemplo:
Debido a que las terminaciones Ka, Eka, son comunes en los radicales, hay términos que adoptan la apariencia
de un gentilicio, como:
La semejanza se acentúa en la nominalización de radicales en Teka, Tlaka, o la adición del sufijo Katl a
radicales en Te, Tla, como:
Estos casos se prestan a confusión. El deslinde básico se establece por su función: si un término en Katl, Ekatl,
Tekatl o Tlakatl funciona como título, tiene un sufijo gentilicio; si no se emplea como título, es posible que el
parecido sea accidental. Por ejemplo, Shochtekatl = Shochitekatl, morador de Xochitlan, es un gentilicio, de
modo que su radical es Sochi. Pero Shochimekatl, guirnalda, no es gentilicio, por lo que la terminación Eka se
debe interpretar en principio como parte del radical Shochimeka (de Shochitl, flor + Mekatl, cuerda). Para un
deslinde más profundo, es necesario un análisis etimológico.
² Los conceptos hombre perro y hombre rojo se dicen, respectivamente, Chichitlakatl y Chichiltlakatl. Sus
gentilicios son Chichikatl y Chichiltekatl.
En ocasiones, la traducción incorrecta da origen a hipótesis fantasiosas. Por ejemplo, popularmente se traduce
Chichimekatl como hombre perro, al derivarlo de Chichi, perro, una etimología que no explica la presencia de
la M en el radical. También se vierte como hombre rojo, al componerlo con Chichiltik, rojo, lo que deja sin
explicar tanto la presencia de la M como la omisión de la L². A fin de explicar la M, algunos lo componen con
Mekatl, cuerda, anulando la condición de gentilicio y generando las erróneas traducciones cuerda de perro y
mecate rojo.
Si abstraemos el sufijo gentilicio Ekatl, resulta más fácil comprender el radical Chichim. A primera vista se
nota que es un frecuentado de la raíz Chin, relativa a los tejidos de fibra vegetal y origen de términos como:
Este frecuentado adopta el sufijo de posesión E’, resultando Chichime’, poseedor de ropas rústicas, y luego el
sufijo Katl para hacer el gentilicio Chichimekatl, persona rústica. Una prueba de esta etimología es que, según
los informantes de Sahagún, este gentilicio es la abreviación de Sakachichimeka’ (con Sakatl, hierba), los de
los tejidos de hierba. De ahí que el jeroglífico de la etnia chichimeca fuera un escudo tejido o una falda
de hierbas.
134
Otro término que se presta a confusión es Olmekatl, interpretado generalmente como composición de Mekatl.
Como título, Olmekatl posee el sufijo gentilicio Ekatl, de modo que su radical es Olm. Su etimología se
deduce del siguiente reporte de Sahagún:
“(Los sacerdotes de la diosa Wishtosiwatl, señora de la sal) pintaban su rostro de azul (con resina), a la
manera de los olmecas.” (Códice Florentino)
Puesto que la raíz de resina es Ol, se deslinda el componente M, apócope de Me’. Para entenderlo, podemos
aprovechar gentilicios de estructura similar, como Akolmekatl, morador de Acolman, o Chalmekatl, morador
de Chalman. Tanto Akolman como Chalman se componen con el verbo Mantiu’, extender. Al incorporar el
sufijo posesivo E’, el componente Man se apocopa, quedando en Me’, tras lo cual pierde el saltillo para adoptar
el sufijo Katl. Del mismo modo, Olmekatl se forma de Olli, resina + Mantiu’ en su segunda acepción: llevar
una insignia o marca. Prueba de ello es que, en los libros de los mayas del sur, los olmecas son llamados
Olman, un préstamo del nahuatl que pierde el sufijo gentilicio y, en consecuencia, mantiene íntegro el radical
del verbo. De modo que la correcta traducción de Omekatl es persona pintada o marcada con resina.
20.4 Entitivos en Ni
Otro modo de crear sustantivos titulares, es añadiendo al verbo los sufijos entitivos Ni, Ki, Ti’, que aluden al
actor. El resultado es una forma similar al participio activo del español.
El sufijo Ni deriva del sufijo verbal Ni, pero no se debe interpretar como un uso nominal de los verbos en Ni,
pues los verbos en Ni, si bien, ocasionalmente, hacen el entitivo en Ni, como Soloni, ir con ímpetu > Solonini,
impetuoso, rápido, por lo general lo hacen mediante el absoluto Tl, como en Titlani, enviar un mensaje >
Titlanitl, mensajero, o el entitivo Ki, como Semani, ser simple, entero > Semanki, continuo, seguido.
El sufijo entitivo Ni se une a los sufijos verbales, después de vocal, para formar tres tipos de sustantivos:
1. Personales, los que describen a un actor personal, funcionando como sujetos, tal como hace Namakani,
vendedor, en la frase Ashkan namakani a’mo wallau’, el vendedor no vendrá hoy. Otros ejemplos:
2. Calificativos. Por lo general, estos también son personales y tienen doble función, sustantiva y adjetiva. Por
ejemplo, Namakoni, vendible, tiene función nominal en la frase Inin senka namakoni, eso es todo lo vendible,
pero califica en Inin kamitl namakoni, ese vestido está a la venta. Otros ejemplos:
3. Impersonales, los que describen a un actor impersonal, sea animal u objeto, como:
Si no afecta a la comprensión, el sufijo Ni puede subrogar al sufijo verbal, como en Popoloka, hablar mal,
hablar lengua extranjera > Popoloni, gago, extranjero; e incluso puede apocopar al radical, como en Yau’, ir >
Yani, viajero, el que va habitualmente.
Observación: no hay que confundir los sustantivos en Ni con los adverbios en Ni, como Sekni, en un lugar, ni
con los verbos en Ni, como Kateikniu’tlani, tener paz con todos.
20.5 Entitivos en Ki
El sufijo entitivo Ki deriva del sufijo verbal Ki. No es un caso de uso nominal del verbo, pues los verbos en Ki
hacen hacen el entitivo en Ni, como Kochmiki, dormir profundamente > Kochmikini, durmiente, dormilón.
Este sufijo se añade a radicales verbales en N, W y aspirados para formar sustantivos como:
En los casos de verbos en Wa, Wi, este sufijo elide la vocal, por lo que restablece el sonido de la raíz, terminada
en U’; por ejemplo:
Este sufijo también puede formar sustantivos no personales en los que describe una cualidad o característica;
por ejemplo:
Tal como ocurre con los entitivos en Ni, los que adoptan el sufijo Ki puede funcionar como adjetivos sin perder
su carácter nominal; por ejemplo, Yokoshki, pacífico, de buena apariencia (de Yokosh, concebir, crear),
asume la acción en Ye’watl yokoshki, ella tiene agradable presencia, y califica en Yokoshki siwakonetl, una
niña dulce.
Hay verbos que admiten ambos sufijos: Ki y Ni, generando sinónimos como:
Estos sufijos también pueden desarrollar dos acepciones de un verbo, como Awilnemi, entregarse al placer,
perder el tiempo > Awilnemini, vicioso, carnal / Awilnenki, ocioso. También pueden introducir matices
semánticos como:
El sufijo entitivo Ti’ deriva del sufijo verbal Tia. Estos casos no se pueden entender como un uso nominal de
verbos en Ti, ya que estos hacen el entitivo en Ni; por ejemplo:
El sufijo entitivo Ti’ se añade a radicales verbales en vocal y consonante para indicar al que cumple la acción;
por ejemplo:
En los verbos en Ti, Tia, el entitivo Ti’, subroga el sufijo verbal; por ejemplo:
Tal como ocurre con los entitivos en Ni y Ki, los que se forman a partir del sufijo Ti’ pueden funcionar como
adjetivos; por ejemplo:
Ocasionalmente, este sufijo no designa al actor, sino a la obra, como en Temamau’ti’, hechiceria (lit., cosa que
espanta, de Te, prefijo relativo a la gente + Mau’ka, con miedo).
Estos sustantivos admiten reforzamiento mediante la adición del entitivo Ki, produciendo sinónimos como:
137
Los sustantivos también se pueden formar por la adición a términos de cualquier característica gramatical de los
sufijos Yo’, E’, Wa’, que indican la posesión de objetos o cualidades. Aunque estos sufijos describen al posesor
y no a lo poseído, sustituyen eficientemente a los verbos de posesión, razón por la cual, estos se usan poco en
la lengua.
Es preferible traducir estas posesiones mediante los verbos “tener”, “haber”, “portar”, “estar”, etcétera, que en
forma literal. Por ejemplo, la traducción literal de O’onkashua’ es: ellos son dueños de vasos de dos en dos,
pero el sentido es: cada uno de ellos tiene dos vasos (de O’ome, de dos en dos + Kashitl, vaso + Wa’).
Debido a que reflejan el resultado de una acción, los sustantivos formados con estos sufijos se pueden conjugar,
como en Nikakake’, tengo zapatos (lit., yo soy dueño de unos zapatos).
Y, como esa posesión dota de atributo al posesor, también pueden funcionar como adjetivos, razón por la cual,
generlamente, se les califica como tales; por ejemplo: Ayashkanyo’, lento, flemático.
La conjugación y la función atributiva se pueden unir, como en Titlatkiwa’, tú eres rico (lit., tú posees
riquezas).
Los sufijos de posesión pueden sustituir al pronombre posesivo en ciertas composiciones; así, el título de la
diosa de la bóveda celeste, Sitlalikue, su falda de estrellas, formado con el pronombre I, suyo, tiene una forma
alterna en E’: Sitlalkueye’, dueña de la falda de estrellas.
21.2 El posesivo E’
El sufijo E’ se aplica a términos de cualquier característica gramatical para indicar posesión por parte de una
persona o un ser impersonal que se personaliza con ello, como en Tlalli, tierra > Tlale’, terrateniente.
Para evitar hiatos, este sufijo se aplica a radicales abiertos a través de una I demarcativa que se torna
semiconsonante, como en:
Por el contrario, los radicales formados con la I demarcativa la eliden a opción; por ejemplo:
En cuanto a, los radicales terminados en I no demarcativa, la eliden por regla; por ejemplo:
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También para evitar hiatos, este sufijo se aplica preferentemente a radicales cerrados, describiendo dos tipos de
posesión:
2. De cualidades. En estos casos, el sufijo adquiere una función adjetiva capaz de afectar a otros sustantivos;
por ejemplo:
Muchos casos de posesión de cualidades se forman a partir de sustantivos abstractos de origen verbal, como:
Con frecuencia, este sufijo expresa la posesión, tanto del objeto como de la cualidad derivada; por ejemplo:
Cuando se antepone a los sustantivos en E’ el vetativo A’mo, no, la posesión se transforma en carencia o en una
cualidad negativa; por ejemplo:
Ocasionalmente, este sufijo se aplica a adverbios a los que transforma en sustantivos gramaticales, aunque
pueden seguir funcionando como adverbios; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación del sufijo E’ con los radicales en E que hacen el plural
mediante saltillo, como:
Tetepe’, cerros
Tlameme’, cargadores
Kokone’, niños
Wewetke’, viejos
Anamakake’, aguadores
De hecho, ambos sufijos pueden alternar con el mismo sentido en difrasismos como Ilwikawa’ Tlaltikpakke’,
señor del cielo y de la tierra, nombre divino (de Ilwikatl, cielo, Tlaltikpak, sobre la tierra).
Este sufijo se añade sobre todo a sustantivos de radical abierto para indicar que alguien o algo posee a alguien o
algo; por ejemplo: Atl, agua > Awa’, dueño de un pozo o río, título divino.
Aunque la combinación resultante no es eufónica, también puede aplicarse a radicales cerrados, en cuyo caso la
W se vocaliza; por ejemplo:
2. La posesión de la cualidad representada literal o metafóricamente por el sustantivo. En tal caso, el sustantivo
en Wa’ puede funcionar como adjetivo, transfiriendo la cualidad; por ejemplo:
Atsitsitl, algo picoso > Atsitsiwa’, que tiene picor, cierta variedad de pimientos
Chacha, radical relativo a lo esparcido o extendido > Chachawa’, moho (lit., que tiene la condición de
esparcido)
Alsesekatl (teórico de Alsesekawia, castigar) > Alsesekawa’, castigador (lit., que tiene agua fría)
Mekatl, cuerda > Mekawa’, muy anciano o que tiene varias amantes (lit., que tiene cuerda o continuidad)
Este sufijo se aplica en particular a los sustantivos abstractos de origen nominal para denotar la posesión de la
abstracción, pudiendo concretizarla; por ejemplo:
En algunas composiciones, describe tanto la posesión del objeto como de su cualidad; por ejemplo:
Tal como ocurre con el sufijo E’, la afijación del prefijo vetativo A’mo, no, transforma la posesión en carencia
o cualidad negativa; por ejemplo:
Este sufijo puede añadirse a E’ para enfatizar la posesión, como en Teoye’ = Teoye’wa’, avaro, mezquino, o
para indicar la posesión del posesor, como en:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con los verbos en Wa como:
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Tsawa, hipnotizar
Alawa, resbalar
Shochiwa, hechizar
Tampoco con el alargado de la O ante A, sobre todo si va seguido de saltillo plural, como en Mimishkowa’
(por Mimishkoa’), serpientes de nube, las galaxias.
El sufijo Yo’ puede aplicarse con el mismo sentido que los sufijos E’, Wa’, formando sinónimos como:
Sin embargo, también puede marcar diferencia semántica, como en Tepetl, montaña > Tepewa’, que posee una
montaña / Tepeyo’, mineral de cobre, cristal de roca, que brilla como metal.
Se aplica a radicales de todo tipo. Si terminan en L o aspiradas, la Y adopta su sonido por eufonía, como ya
estudiamos; por ejemplo:
Al igual que los sufijos E’, Wa’, describe dos tipos de posesión:
2. Por lo general, indica la posesión de una cualidad literal o metafórica representada por el objeto, como:
La posesión concreta puede convivir con la cualidad, como en Kuekueitl (teórico), que tiene ondas, que brilla
> Kuekueyo’, rutilante, chispeante, océano, zarcillo.
Este tipo de posesión tiene una función adjetiva que puede modificar a otros sustantivos. Por ejemplo, Teyo’,
rudo, que tiene piedras, califica a O’tli, camino, en la frase Teyo’ o’tli, el camino es pedregoso.
Al igual que los sufijos E’, Wa’, este sufijo forma títulos como:
Se distingue de los sufijos E’, Wa’, en que no solo denota una cualidad, sino, también, su abundancia, como en
los siguientes ejemplos, donde el sustantivo en Yo’ abunda lo que describen los sustantivos en E’, Wa’:
Aunque se aplica preferentemente a sustantivos, este sufijo también se puede unir a pronombres, verbos y
adverbios; por ejemplo:
El sentido de los términos del nahuatl se complementa mediante siete recursos que no cambian su característica
gramatical: animación, género, vocación, cuantificación, frecuentación, énfasis y evaluación. Todos estos
recursos están acotados por la animación.
La animación es una propiedad del nahuatl sin equivalente en español, que consiste en distinguir dos tipos de
sustantivos: animados e inanimados. Estas nociones derivan de la cosmovisión mesoamericana, por lo que, en
ocasiones, no coinciden con sus equivalentes de la cultura cristiana.
143
Lo que distingue a los sustantivos animados de los inanimados no es una característica morfémica, sino su
conducta respecto a los recursos, que se establece así:
1. Son inanimados los sustantivos que representan a seres no vivos como objetos, conceptos abstractos y
elementos naturales, salvo que se apliquen como nombre propio o por metáfora. Estos solo aceptan los recursos
de la frecuentación y la evaluación.
2. Son animados los sustantivos concretos que representan a seres literal o simbólicamente vivos. Estos aceptan,
además, los recursos del género explícito, el vocativo y el énfasis.
a) Impersonales, los que representan a seres no individuales, es decir, sin nombre propio, como las plantas y
animales naturales.
b) Personales, los que representan a individuos o constituyen título, como los humanos, animales domésticos,
dioses, astros, pueblos, pronombres, gentilicios, números y ciclos temporales. Sólo estos aceptan, además, los
recursos del género implícito y la cuantificación.
El género del nahuatl es diferente del español; por eso, las gramáticas suelen afirmar, erróneamente, que el
nahuatl no tiene género. El género del español lo asume el sustantivo en forma directa o a través del artículo. En
cambio, los sustantivos y artículos del nahuatl son neutros (se refieren a ambos sexos). Por ejemplo, el concepto
de Tlakatl, persona, designa tanto a una mujer como a un hombre. Para especificar su género, es preciso
aglutinar los sustantivos calificativos Siwatl, hembra, y Okichtli, varón, en posición prefija o sufija, según lo
requiera la eufonía
Lo anterior no significa que el nahuatl no marque el género; de hecho, tiene dos tipos de género: implícito y
explícito.
El género implícito es exclusivo de los sustantivos personales. Es similar al género implícito del español,
aunque menos acusado. Refleja cierto sesgo machista de la sociedad anahuaca. Consiste en la presuposición de
que, los sustantivos personales sin especificación sexual son de género masculino. Este juicio se manifiesta de
tres modos:
1. En la propiedad de los títulos. Por ejemplo, el concepto de señora se dice por lo general con el título común
Siwatl, hembra, pero, el de señor tiene término especializado: Teku’tli = Teuktli. La ascendencia del término
especializado sobre el común determina que el concepto de anciana señora se forme con el título de la anciana
asociado al del señor, no al de la señora: Ilamateku’tli. En cambio, el concepto de anciano señor se forma por
redundancia masculina: Wewe’teuktli. Se descartan las composiciones con el título femenino, como
Wewesiwatl o Ilamasiwatl.
2. En la necesidad de explicitar los casos femeninos. Por ejemplo, el término Teku’tli basta para designar a un
hombre, pero, si es necesario enfatizar la condición señoril de una mujer, hay que añadir el calificativo:
Siwateku’tli, señora. Otros ejemplos:
3. En la impropiedad de explicitar los casos masculinos, lo que descarta por innecesarias composiciones como
Okichteku’tli, Okichtlakatl, etcétera. Tal impropiedad se exceptúa en tres casos:
• En los títulos de niños pequeños, pues aún no manifiestan su género; por ejemplo:
Siwakonetl, niña
Okichkonetl, niño
• En títulos en los que el calificativo cambia el sentido del radical; por ejemplo, el genérico Tlakatekolotl,
brujo, bruja, requiere del masculino Tlakatekolokichtli, brujo, pues el femenino es peyorativo:
Tlakatekolosiwatl, mujer perversa.
En cuanto a los animados impersonales, no presuponen género. Por ejemplo, Mistli, gato, se aplica a ambos
sexos; para especificar, se dice Siwamistli, gata, u Okichmistli, gato.
El género explícito marca a ambos sexos en sustantivos de todo tipo. Se distinguen dos categorías: género
objeto y sujeto.
El género objeto marca a aquello de lo que se habla. Se establece mediante dos aplicaciones:
2. Flexivo, con una función similar a los sufijos de género del español, cuando se añaden los calificativos
Siwatl y Okichtli al sustantivo inanimado, o al animado impersonal, sólo si es necesario especificar el género.
Esta aplicación es de dos tipos:
Un caso especial, en que el género se emplea en contrasentido, es Sowawesholotl, pavo hembra, aplicado
específicamente al pavo macho¹.
• Derivada, cuando describe un atributo del complemento, no su género. Dicho atributo puede ser literal, como
en Siwatla’tole’, hombre homosexual (lit., con habla femenina), o metafórico, si describe una característica no
sexual, pero con carga polar en la cosmovisión mesoamericana, como:
b) Nominal, si la calificación se emplea como título. Estos casos siguen siendo recurso de género, pues en su
interior ocurre una calificación, tras lo cual, el resultado se emplea como título. Su doble naturaleza se refleja en
el hecho de que se pueden traducir al español de dos modos: atributivo y nominal. Debido a que el masculino es
implícito, casi todos estos casos son femeninos; por ejemplo:
Las funciones nominal y atributiva pueden crear sinónimos; por ejemplo, Okichkuau’tli es tanto águila macho
como hombre águila (un guerrero). La primera acepción es recurso de género, la segunda no.
Es de notar que el uso de Siwatl y Okichtli como recurso de género se cumple en las aglutinaciones
calificativas (cuando estos términos califican a otros), pero no se cumple en los siguientes casos:
• Si representan a alguien, como en los títulos divinos Miktekasiwatl, señora de los muertos, y
Miktlanteku’tli, señor del inframundo. Otros ejemplos:
La segunda modalidad del género explícito es el género sujeto, sin equivalente en español, cuya función es
marcar, no al referido, sino al que habla. Consiste en el uso, según el hablante, de dos modos de la lengua
llamados Siwatla’tolli, lenguaje femenino, y Okichtla’tolli, lenguaje masculino.
Aclaremos que, en Mesoamérica, la distinción de género era distinta que en la cultura cristiana. Aquella
sociedad organizaba el Universo en mitades femenina y masculina, la primera relacionada con las mujeres,
niños, sacerdotes e intelectuales, y la segunda con los guerreros y políticos. Los homosexuales y chamanes
transgredían la frontera. De modo que el género sujeto podía ser asumido por hablantes de un género físico
diferente.
1. Expresivo, consistente en el modo de pronunciar el fono W. Como ya estudiamos, los hombres lo pronuncian
vocálico (Nauatl) y las mujeres consonántico (Navuatl, con la V de España). Ambos géneros pueden
pronunciar de manera neutra y formal (Nawatl).
3. Lexical, cuando ambos géneros describen el mismo sentido con términos propios como:
Hay casos en los que sólo uno de los géneros tiene término propio, siendo suficiente para marcar la distinción.
Por ejemplo:
• El saludo común es Tla’palwi, ¡hola!, pero los varones pueden saludar Tla’palpolé.
• El concepto común gran mentiroso se dice Ishtlakapol, pero las mujeres pueden decir Istlakapashoch.
Todas las variantes lexicales cuentan, además, con términos genéricos. Por ejemplo, si no es necesario una
afirmación formal, las mujeres dicen Shiso y los nombres Maiwi, sí, está bien, pero ambos pueden consentir
Kema’, si.
Confundir las formas femenina y masculina de hablar no solo es impropio del nahuatl clásico, sino que puede
introducir distinción semántica. Por ejemplo, si es el hombre el que dice Pi’tli, no significa hermana mayor,
sino sirvienta. En las variantes actuales de la lengua dicha distinción tiende a desaparecer.
Los vocativos son partículas o términos enfáticos que no forman parte de la trama gramatical o sintáctica,
pudiendo extraerse de la frase sin alterar su sentido, con algunas excepciones. En nahuatl hay dos grupos de
vocativos con características opuestas: complementarios e interjectivos.
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1. Salvo los pronominales, los vocativos complementarios son partículas que complementan un referente, por lo
general, explícito. Por ejemplo, el vocativo Ma acentúa el sentido de la conjugación en la frase Ma ommalti,
hay que bañarse. Algunos se integran con el término al que modifican, como el sufijo vocativo Tsin de
Oselotsin, ¡oh, valiente! Casi siempre se aplican a sustantivos personales, pero también a impersonales, e
incluso a inanimados que fungen como nombre propio o metáfora de persona, personalizándolos en el proceso.
Veamos como ejemplo las siguientes referencias a una hija:
2. Casi todos los vocativos interjectivos son adverbios a los que complementa un referente, por lo general,
implícito. Por ejemplo, la expresión Yewe, ¡ay!, es complementada por el referente implícito Kikokoa, eso
duele. También admiten un referente explícito redundante, como en la frase Wi Yaotsin, ¡eh, Ricardo!, donde
el nombre reitera la intención del interjectivo Wi. Por su naturaleza, los interjectivos aceptan modificación de
términos de cualquier característica gramatical.
A diferencia del vocativo español, que abarca toda la frase, los del nahuatl se aplican a cada término de la frase,
como en los siguientes ejemplos:
No es necesario que todos los vocativos aplicados a una frase sean del mismo tipo. Por ejemplo, la expresión
Nopiltsé, notelpochtsé, nosentekonetsiné, ¡oh, hijo mío, mi muchacho, mi unigénito!, aplica el sufijo Tsé a los
dos primeros términos, pero forma el último con É.
Los exclamativos expresan respeto, reconocimiento o asombro. Por su naturaleza emocional, están relacionados
con el género sujeto, pudiendo ser masculinos, femeninos o neutros.
Los vocativos masculinos son É y Tsé. Sólo los aplican los hombres en referencia a ambos géneros. Se afijan a
los sustantivos y otros tipos de términos a los que nominalizan. Asumen como sílaba tónica, creando los únicos
términos agudos del nahuatl clásico.
1. Por lo general, el vocativo É aprecia, pero también puede despreciar sin minimizar, como en Tla’tlakollé,
¡oh, pecador! Es la única partícula modificadora que se une a los sufijos nominales sin subrogarlos;
por ejemplo:
No solo se afija a los sufijos absolutos, sino también a otros sufijos nominales o en función nominal, como:
También se une directamente al radical cerrado, en caso de sustantivos truncos como Chontal > Chontalé, ¡oh,
extranjero! Si el radical es abierto, elide la vocal, como en Sholo > Sholé, ¡oh, esclavo!
b) Puede afijarse en forma opcional y equivalente a través de una I demarcativa, como en:
Una misma frase puede aplicar y omitir el interpolado, como Tloke’é Nawakeyé, ¡oh, Dueño del Cerca y el
Junto!
2. Los hombres pueden enfatizar el vocativo, afijando el masculino É al femenino Tsin, de donde resulta la
partícula compuesta Tsé, que subroga al sufijo nominal; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación del vocativo Tsé con la aplicación de É a radicales en Ts,
como:
Las mujeres tienen dos formas de hacer el vocativo exclamativo, aplicadas a ambos géneros: en Tsin y en
Tsine. Cuando se afijan a sustantivos, ambos sufijos subrogan el sufijo nominal.
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1. El sufijo Tsin se transforma en exclamativo cuando la mujer le desplaza el acento del término, de donde
resultan agudos, que en los siguientes ejemplos se escribirán con acento. Tiene dos modalidades:
a) Como evaluativo, califica al sustantivo o al adverbio, expresando pequeñez, ternura, gracia, valor o
conmiseración. En tales casos, no tiene función vocativa y pueden emplearlo ambos géneros; por ejemplo:
Achitsín, cosita
Iknotsín, pobre huérfano
b) Como vocativo, el sufijo Tsin tiene la misma función que el vocativo masculino É, aplicándose a radicales
de todo tipo, con dos funciones:
• Asociada a adverbios, forma vocativos neutros usados por ambos géneros como:
Los sustantivos evaluados en Tsin hacen el vocativo femenino, frecuentando la partícula; por ejemplo:
Tlakuatl, devorador > Tlakuatsin, zarigüeya > Tlakuatsitsín, ¡oh, zarigüeya!
Observación: no hay que confundir el frecuentado vocativo con el frecuentado evaluativo, usado para marcar
plural o la pequeñez, como en:
Pipiltsitsin, niñitos
Achitsitsin, cosa sin valor
2. Las mujeres pueden enfatizar la expresión, añadiendo a Tsin el vocativo masculino É, que pierde la fuerza
tónica, de donde resulta el sufijo Tsine. En los siguientes ejemplos se destaca la silaba tónica mediante acento
ortográfico:
Observación: no hay que confundir estos casos con la aplicación del vocativo masculino É a sustantivos
evaluados en Tsin, como:
Los vocativos exclamativos neutros son seis: O’, A, Ka, el compuesto A ka, Tsa y el artículo In. Los aplican
ambos géneros en referencia a ambos géneros. Se escriben por separado del término al que modifican, pues no
participan en modificaciones por incorporación o eufonía.
1. El adverbio O’, he ahí, se escribe delante del término o la frase a la que complementa, con cuatro funciones:
a) Vocativa, seguido de un adjetivo o adverbio, para expresar aflicción; por ejemplo: O’ owi, ¡ah, difícil!
b) Vocativa, seguido de una conjugación o sustantivo impersonal, para expresar admiración, como en O’ ka
ye’watl in iteiknoittalitsin in Dios, o’ ka in itetlaokolilitsin, o’ ka in itetlaso’tlalitsin, ¡oh, es la piedad de
Dios, su misericordia, su amor!
c) Interjectiva, cuando se reitera con complemento implícito o explícito para reír, como en O’ o’,
kekelwi’, ¡jaja, qué cómico!
2. El vocativo A sólo funciona con un complemente explícito, escribiéndose a continuación, con dos funciones:
3. El adverbio Ka, ya, pues, se ubica delante del término al que modifica con tres funciones vocativas:
Ka iska, he aquí
Ka kin, y después
Ka a’mo ka a’motsin, ¡no, en absoluto!
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En esta función, sustituye al adverbio Yu’, como, y al sufijo adverbial Tika, así, como en Ka titlako’tis, ka
titekitis, ka tiksiyawis in tlaltikpak, como esclavo, como trabajador, con fatiga (vivirás) sobre la tierra.
c) Complementa al verbo, como en Ashkan ka onok, ka itto, esto es lo que queda, lo que se ve. En esta
función, sustituye al verbo Ka’, ser, no para conjugar, sino por énfasis, como en esta frase de Teskatlipoka: Ka
nishpopoyotl, ka nitlayowalli, ka shomolli, ka nikaltechtli, soy lo invisible, la noche, el rincón, el muro.
4. El vocativo A ka consiste en la combinación de los dos anteriores, no por redundancia, sino con función
propia. Requiere de un complemento explícito, escribiéndose delante y por separado, y pronunciando cada
sílaba con entonación propia para que no se confunda con el adverbio Aka, alguien. Equivale al sufijo
masculino É, como en este verso mexica: A ka okommowikili’tiya’ke’, a ka okommotlatili’ke in chalchiwitl,
¡ah, han partido, han escondido las piedras preciosas!
5. Además de poseer una función interjectiva que estudiaremos en el capítulo siguiente, el adverbio Yu’, como,
así, también se usa para expresar compasión, temor o admiración; por ejemplo:
6. El vocativo también se puede expresar, anteponiendo el articulo In a las conjugaciones de las segundas
personas, a fin de llamar la atención sobre ellas. Por ejemplo:
Los adverbios sinónimos Ma y Tla, que sea, funcionan como vocativos complementarios flexivos neutros,
escribiéndose delante y por separado de la conjugación para rogar, ordenar o desear. Ambos participan por regla
en los modos optativo e imperativo, pero su naturaleza vocativa se refleja en su capacidad de funcionar con
independencia de la conjugación.
a) Vocativa, equivalente al “por favor” del español, en conjugaciones de la segunda persona, para suavizar el
imperativo. Por ejemplo: Ma tikmokuitlawi in istlaktli, ¡por favor, cuídate del veneno!
La expresión se puede suavizar aún más empleando el pronombre vocativo Shi, tú, como en Ma shikmonantli
ma shikmo ta’tli, sé como madre, como padre.
b) Vocativa, para remarcar una acción, como en Ma timochintin timikikan, es necesario que todos muramos.
c) Interjectiva, siempre con complemento explícito, para invocar el cumplimiento de la acción, como en Ma
achi’tsin ma tepitsin, ¡ojalá yo sea digno, ojalá merezca! En esta función, enfatiza también en negativo,
optando o vetando; por ejemplo:
2. El adverbio Tla significa lo mismo que Ma, pero le aporta más vehemencia a la frase. Tiene dos funciones:
a) Vocativa, ordenando, como en Tla sewilos amaapilol, ¡extinguid el fuego con vuestras cubetas!
b) Interjectiva, invocando el cumplimiento de la acción, como en Tla kimokakitin tlakatl, ¡ojalá que el Señor
nos escuche!
Tal como ocurre con Ma, se puede suavizar mediante el pronombre Shi, como en:
Algunos pronombres tienen una función específicamente vocativa de complemento. Son de dos tipos, ambos
neutros: Shi y los pronombres absolutos. Los estudiaremos en la segunda parte de este curso, pero podemos
adelantar lo siguiente:
1. Shi es una interjección adoptada como honorífico de Ti, tú, pronombre al que sustituye para marcar respeto, a
la manera del “usted” del español, en expresiones en las que solicita u ordena. Veamos ejemplos de la distinción
entre las conjugaciones regular y honorífica de esa persona:
Como acabamos de estudiar, este pronombre se une a los vocativos Ma y Tla para rogar o pedir favor; por
ejemplo: Nopiltsin, ma shimokuikati, señor, cante usted.
2. Los pronombres absolutos Ne’watl, yo, Te’watl, tú, Ye’watl, él, ella, Te’wan, nosotros, Ame’wan, ustedes,
y Ye’wan, ellos, ellas, funcionan como vocativos, redundando al pronombre conjugativo. Por ejemplo:
Su función vocativa se puede acentuar mediante el sufijo Tsin, en forma simple o frecuentada; por ejemplo:
Observación: si estos pronombres asumen como objeto o complemento de posesión, no son vocativos; por
ejemplo:
Como mencionamos en el capítulo anterior, casi todos los vocativos interjectivos son adverbios adaptados para
funcionar como interjecciones. Son de dos tipos que, con frecuencia, intercambian enunciados: expresivos y
comunicativos.
Los interjectivos expresivos reflejan emociones primarias sin el propósito de llamar la atención (aunque pueden
servir para ello). Algunos no necesitan de un referente explícito para ser comprendidos, pero, por lo general,
aceptan un referente explicativo - nunca un título, a menos que adopten función comunicativa. Por ejemplo:
Inik i’iyak, ¡oh, qué peste!
Los interjectivos comunicativos reflejan intenciones; su propósito es llamar la atención o transferir el estado de
ánimo. Por lo general, funcionan sin referente explícito, pero aceptan títulos, pronombres absolutos,
conjugaciones y posesiones que transforman en títulos, como Tlakuel nooseloikpalé, ¡oh, mi asiento de (piel
de) ocelote!
Los interjectivos expresivos son de dos tipos muy parecidos: emotivos y admirativos. Los emotivos son básico,
reflejan queja, tristeza, molestia o alegría. Los más usados son:
1. No, también, asimismo. Como interjección, este adverbio es de uso femenino, equivalente al masculino Iyo.
Expresa queja, dolor, angustia o cansancio; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en No ne’watl nikchiwas, yo también lo
haré.
2. Iyo = Iyo’, sólo, formado por I, suyo + Yo’, sufijo de posesión. Como interjección, este adverbio y su
variante Yo’ es de uso masculino, equivalente al femenino No. Por ejemplo:
Puede unirse a otras interjecciones y se puede acentuar con el exclamativo É; por ejemplo:
Iyoyawe’, ¡pobrecito!
Iyo’ tetlaokuilianié, ¡oh, misericordioso!
154
Observación: la función adverbial de Iyo’ se distingue por que se asocia a otros adverbios, como en San iyo’
shopan in tlakati, sólo crece en la estación de lluvias.
3. Yawe’ = Yewe’, más, otro, formado por Ya = Ye, ya + We’, muy. Como interjección, este adverbio expresa
queja. Por lo general, enfatiza a los interjectivos No, Iyo’, pero también funciona aislado, como en Yawe
koko’, ¡ay, duele!
4. Kua = Kue, ásperamente. Como interjección, este adverbio expresa queja: Kue a’kualli, ¡ah, malo! Tiene la
variante A’kua, con el mismo significado: A’kua notlaweliltic, ¡ah, soy desdichado!
5. Telchitl, nominalización de Telchiwa, abominar, y su aféresis Chitl. Este sustantivo expresa alegría de que
alguien reciba castigo por una mala acción. Por ejemplo: Telchi itech moneki, ¡vaya, ahí tienes tu merecido!
Puede conjugarse, como en Nitelchitl, ¡pobre de mi!
6. Telpayo’, de Telpan, dentro + Yo’, sufijo de posesión. Este sustantivo expresa lo mismo que el anterior, y
también se puede conjugar; por ejemplo: Notelpayo’, ¡ay, me lo merezco!
7. Moyolik = Moiyolik, irritante, de Moyolewa, incitarse, irritarse + K, sufijo adjetivo. Esta interjección
expresa molestia ante lo mal hecho, como en Moiyolik tla’tlakole’, ¡vergüenza, oh pecador!
Observación: no hay que confundirla con su homófono Moyolik = Moiyolik, en paz, (de Mo, se +
Yolik, apaciblemente), como en San moiyolik in motla’tol, que tu palabra sea apacible.
8. Sanen, en vano, de Sa, solo + Nen, en vano. Este adverbio expresa duda, sobre todo en combinación con
Kuish, acaso; por ejemplo: Kuish sanen noknopiltis, ¿acaso me favorecerás?
9. Awia = Awiya = Owaya, estar contento. Como interjección, este verbo se pospone a las expresiones, con
dos funciones:
• Expresiva, empleada en los cánticos rituales y profanos para marcar gozo, como en Kiyektenewa in tloke’ in
nawake’ owaya owaya, alabemos al Dueño del Cerca y el Junto, ¡alegría, alegría!
• Imprecativa, para invocar o comunicar gozo, como en In ishkich tla’tlakatl owaya, ¡que haya alegría en
toda persona buena!
Los interjectivos admirativos expresan admiración, sorpresa o espanto; algunos también saludan y llaman. Los
principales son:
1. Yu’ = Yu’ki, como, de Yu’, cómo + Ki, sufijo adverbial. Al inicio de la expresión, este adverbio refleja una
condición de intensidad o grandeza con los siguientes matices:
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en In yu’ ka’, es así.
155
3. Tlewi’ = Witle, ¡qué es eso!, de Tle, qué + Wi, vocativo. Esta interjección refleja susto; por ejemplo:
4. Tleoko, ¡oh, qué es eso?, de Tle, qué, algo + Ok, aún + O pasiva. Este adverbio expresa admiración en tono
interrogativo.
5. Tlaka’se’ = Tlaka’so, quizás, del vocativo Tla + Aka’so, puede ser. Como interjección, este adverbio
expresa sorpresa por algo inesperado. Con frecuencia, es reforzado por los adverbios San, Ye, creando las
variantes Santlaka’so = Tlaka’seye’. Por ejemplo:
6. Ach, no sé, un poco, es un prefijo superlativo. Como interjección, pronunciado aparte y seguido de San, este
adverbio expresa sorpresa; por ejemplo: Ach san ye nelli, ¡pero, es posible?
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en Ach akin, no sé quién sea.
7. Mach, es posible. Como interjección, pronunciándose por separado y delante del predicado, este adverbio
expresa a la vez interrogación, duda y enfado o desconcierto. Por ejemplo: Tlein mach tiki’toa, ¿qué diablos
dices, qué cuento es ese? Posponiendo el adverbio Ye, enfatiza al verbo en el pretérito, como en
Omache’mekatikakikakatsilpia, le ataron muy recio (Mekatika, con una cuerda + Ki, le + Kakatsilpia, atar
fuertemente).
8. Kemmach, ¿cómo es posible?, de Ken, cómo + Mach. Como interjección, este adverbio expresa sorpresa;
por ejemplo: Kemmach in a’mo assemmiki’, ¿cómo es posible que no tengas frío?
9. Yeik, cómo, de Ye, ya + Ik, sufijo adjetivo. Según el tono que se emplee, este adverbio interroga o admira.
Por ejemplo, en su acepción adverbial, la frase Yeik kualli pregunta ¿cuán bueno es?; en la interjectiva,
exclama ¡qué bueno es!
10. Inik, que, desde, hasta. Como interjección, este adverbio expresa admiración para cosas positivas o
negativas, como Inik kualli, ¡oh, qué bueno, qué cosa tan buena!
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en Inik owalkis in Tonatiu’, desde que
salió el sol.
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Los interjectivos comunicativos son de tres tipos: imprecativos, apelativos y cognitivos. Los imprecativos
incitan, ruegan, auguran o promueven el cumplimiento de una acción. Los más usados son:
1. Makuel, que ya, de Ma, vocativo + Kuel, ya. Esta interjección se puede enfatizar, intercalando y
posponiendo el adverbio Ye, lo que produce las variantes Mayekuel, Makuele’ (por Makuelye’), Mayekuele’
(por Mayekuelye’). Se usa en dos sentidos:
• Para desear el cumplimiento de una acción, como en Makuel nitlapoa, ¡ojalá yo cuente!
• Para incitar a la acción, como en Makuele’ toltekayé, ¡oh, toltecas, adelante!
2. Tlakuel, que ya, de Tla, vocativo + Kuel. Esta interjección también se enfatiza posponiendo el adverbio Ye:
Tlakuele’ (por Tlakuelye’). Tiene el mismo sentido que Makuel:
Combinado con otros vocativos, Tlakuel enfatiza la exclamación y puede llamar; por ejemplo: Tlakuel tla
shiwallau’ tlashikkapan, ¡eh tú, aporreado, ven!, conjuro al tabaco
3. Manyu’mechiwa, que así sea hecho, expresión ritual compuesta de Man, aféresis de Niman, esto + Yu’,
como + Mechiwa por Mochiwa, se haga, ocurra.
4. Maok, al menos, de Ma + Ok, aún. Como interjección, este adverbio también se enfatiza posponiendo el
adverbio Ye, lo que produce las variantes Maoke’ (por Maokye’) y Make’. Tiene los mismos sentidos que
Makuel y Tlakuel:
• Imprecativo, como en Maok titononotsa maok nenonotsalo, ¡ojalá tomemos consejo, ojalá escuchemos la
palabra!
• Incitativo, como en Maoke’ meshika’, ¡ánimo, mexicas!
5. Tel, pero. Como interjección, este adverbio consuela y expresa o solicita excusa, siendo equivalente al
“perdone usted” del español. Por ejemplo:
6. Kayekualli, que sea para bien, imprecación de buen augurio no salutativa, compuesta por el vocativo Ka +
Ye, ya + Kualli, bueno.
7. Chich. Esta expresión se usaba exclusivamente en los ritos, para invocar a los cuatro vientos como augurio.
Sahagún lo describe así:
Parece un enfático trunco de Chichtli, silbato, brujo, pero también es posible que sea una importación del
maya, donde Chich es un saludo ritual y significa precisamente invocar, augurar.
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8. Moknelili’, por favor, expresión que invoca el favor de otro, de Iknelia, hacer un favor. Ejemplo:
Moknelili’ totla’to’kau’, ¡protégeme, soberano!
9. Tawi, por favor, aféresis de I’tawi’, invocar favor. Según Molina, este adverbio sirve para saludar o llamar
en general. Alarcón añade que se empleaba como exclamación ritual para atraer el favor de los cargadores de
los rumbos:
“Concluyen (el conjuro) dando voces hacia las cuatro partes del mundo, pronunciando esta voz Tahui, cuatro
voces.” (Tratado de las Supersticiones)
Los interjectivos apelativos sirven para llamar la atención, avisar o rechazar. Los principales son:
1. Netlé, de Netl, substantivación de Ne, aquel, aquella + É, vocativo masculino. Este sustantivo llama y saluda
a la vez: Netlé Senyaotl, ¡eh, Senyaotl, hola!
2. Niltsé, de No, mi + Ilwi’, decir recíprocamente + Tsé, vocativo masculino. Significa lo mismo que el
anterior: Niltsé Yakapantli, ¡eh, hola, Yakapantli!
3. Nopiltsé, de No + Pilli, hijo + Tsé. Llama y saluda a un niño o joven: Nopiltsé tlapaliwi, ¡eh, joven!
4. Tokné, de To, nuestro + Ikniu’, amigo + É. Llama y saluda a alguien del mismo rango: Tokné nowikal, ¡eh,
compañero!
5. Ane. Esta interjección llama la atención sin saludar: Ane ompa, ¡eh, los de allá!
6. Nik = Nika, he aquí, apócope de Nikan, aquí. Como interjección, este adverbio llama la atención sin saludar.
Se puede enfatizar mediante el verbo Ka’, ser, produciendo la variante Nikka. Por ejemplo: Nikka’ te’watl
nokniu’, ¡eh, usted, amigo!
Observación: no hay que confundir este uso con el adverbial, como en Nik wel itta, me parece bien. Tampoco
con la conjugación Nika, yo estoy, como en Tetlan nika, estoy acompañado.
7. Yekkue, de Yek, ya + Kue. Esta interjección llama sin saludar: Yekkue nikan, ¡eh, aquí!
8. Ayo. Como la anterior, esta interjección llama sin saludar: Ayo shikaki, ¡eh, oye!
Observación: no confundir con el verbo Ayo, ser reprendido, como en Ik ayo in a’moskalia, se reprende al
que estorba.
9. Shi, tú vocativo. Como interjección apelativa, esta partícula tiene las siguientes funciones:
Estos interjectivos sirven para reconocer a otro mediante saludo, despedida, gratitud o comunicación buenos
deseos. Los principales son:
1. Tla’palwi = Tlapaloa, saludar, honrar. Como interjección, este verbo expresa el saludo formal y puede
conjugarse; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir este uso con el verbal, como en Motla’palwis, él será dichoso.
2. Nemoa, que todos estén bien. Se emplea para saludar, pero contiene también un sentido imprecativo, pues
expresa deseo de cumplimiento.
3. Tlamatka, que haya paz, un uso interjectivo del adverbio Tlamatka, apaciblemente.
4. Pakkayelia, que haya alegría o salud, un uso interjectivo del verbo Pakkayelia, sentirse bien.
5. Wi = Wi’. Como estudiamos, esta interjección sirve como admirativo, pero también puede saludar
informalmente y llamar, admitiendo las variantes Wia = Wiya. Por ejemplo: Wia witsnawak telpochtla’,
¡saludos, joven del Sur!, invocación a Witsilopochtli.
Observación: no hay que confundir esta interjección con el imperfecto de Yau’, ir, como en Ompa wiya in
ilwikak, él iba al cielo.
6. Tlaye, ¡bienvenido!, de Tla, vocativo + Ye. Esta interjección saluda a quienes llegan; por ejemplo: Tlaye
we’kakayotl, ¡bienvenido, peregrino!
7. Yolikatzin, que sea en paz, de Yolika, en paz + Tsin, vocativo. Como interjección y en conjugación, este
sustantivo tiene dos usos:
8. Au’, y. Este adverbio, pronunciado con dos sílabas, así como su reverencial Au’tsin, tienen tres funciones
apelativas:
Observación: no hay que confundir estas funciones con la vinculativa, en cuyo caso, Au’ se pronuncia en una
sola sílaba; por ejemplo: Au’ inik wel moyollo’, y, por mi buen corazón.
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10. Kualli, gracias, uso interjectivo del sustantivo Kualli, bueno, para agradecer en forma coloquial o
incidental.
Los sustantivos impersonales no necesitan marcas para expresar el plural; así, según el contexto, Ilnamikamatl
significa el calendario o los calendarios (lit., libro de recuerdos, de Ilnamiki, recordar + Amatl, hoja, carta).
Esto vale incluso para los sustantivos animados; por ejemplo, en en la expresión Ome siwayolki, dos animales
hembras, no es necesario añadir un sufijo plural al termino Siwayolki.
Sin embargo, los sustantivos personales requieren de sufijos para expresar una pluralidad indefinida, que se
puede definir mediante adjetivos numéricos; por ejemplo: Wewentli, anciano > Wewentin’, ancianos > Yei
wewentin’, tres ancianos.
Es de notar que, la distinción que hace el nahuatl clásico entre los sustantivos personales e impersonales
comenzó a desaparecer desde la invasión por influencia del español, como testimonia Fray Manuel Pérez:
“Todos los que no son cosas animadas no tienen plural, según el origen del idioma. Pero, como al día de hoy
están amoldados al nuestro, suelen pluralizarlos, aunque sean de cosas inanimadas.” (Arte del Idioma
Mexicano)
En esto no hemos de encontrar tanto una carencia del nahuatl como un cambio profundo en la cosmovisión, que
cosificó al mundo inanimado, anteriormente interpretado de modo genérico. Las variantes modernas de la
lengua pluralizan todos los sustantivos, pero no conforme a las reglas de aplicación del plural, sino de modo
simplificado: algunas comunidades hacen el plural Tin y otras en Me’, pero no emplean ambos sufijos.
El plural nahuatl es más complejo que el español, pues, además de abundancia, describe su índole. No es lo
mismo pluralizar un grupo indiferenciado de personas (Tlaka’) que un grupo de esclavos, relacionados por su
profesión (Tlakawan, solo en composición), o un grupo de nacidos, relacionados por su condición (Tlakatke’,
solo en composición). Tal complejidad se resuelve con siete formas de hacer el plural, organizadas en
tres grupos:
• Los genéricos Tin, In y Me’ aluden a conjuntos de personas o cosas personalizadas que no tienen relación
entre sí.
• Los plurales de posesión Wan y Ke’ aluden a conjuntos de personas relacionadas por parentesco, profesión o
condición.
• Los plurales enfáticos consisten en la aplicación del saltillo y la frecuentación de una sílaba.
• Cuatro sufijos plurales (Tin, In, Me’, Wan) se forman a partir del articulo In o de su nasal, que, en Me’, muta
a M por preceder a vocal.
• Tres se forman a partir de sufijos de posesión: Me’ y Ke’ lo hacen en E’, y Wan lo hace en Wa’.
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El sufijo genérico Tin se forma de la afijación del articulo In al sufijo verbal Ti. Se aplica a radicales cerrados,
incluso en saltillo, en los siguientes casos:
Kakatsak, persona negra > Teokakatsaktin, negros divinos (apodo de los negros que llegaron durante la
invasión)
Kuekuech, impúdico > Kuekuechtin, impúdicos
Kakawalli, viudo > Kakawaltin, viudos
Estlapiktli, falso linaje > Estlapiktin, los bastardos, gentilicio
Tlakanepapantli, extraño > Tlakanepapantin, extranjeros
Wishto’tli, olmeca > Wishto’tin, los olmecas
Siwapilli, princesa > Siwapipiltin, mujeres muertas en el parto
Es de notar que, en ocasiones, el sufijo Tin no cuantifica, sino enfatiza un tamaño grande o pequeño, como en:
25.3 El genérico In
El sufijo plural genérico In deriva del artículo In. Es más débil que los demás, por lo que suele confirmarse
mediante la afijación del sufijo Tin. Se aplica a tres tipos de términos:
1. Adverbios formados con el sufijo I, como Iski, tanto, mucho > Iskin, todos. Si cuantifican, estos adverbios
tienen opciones en In, In + Tin y Tin, si el radical es cerrado; por ejemplo:
a) Para marcar un plural no es explícita. Por ejemplo, Achikin, un poco después, plural de Achik, de inmediato,
no se refiere a un conjunto de momentos, sino a lo que viene después de ellos. Otros ejemplos:
161
En algunos casos, la distinción entre las formas singular y plural desaparece, usándose cualquiera de ellas a
opción; por ejemplo:
2. El segundo grupo de términos a los que aplica el sufijo In son las cifras simples 2, 3 y 4, y sus composiciones
(con aféresis de la I, en caso del 2). En este uso, la cifra pluralizada se añade al sustantivo a modo de sufijo
plural definido; por ejemplo:
3. Este sufijo también se aplica para pluralizar sustantivos animados impersonales de radical abierto y cerrado.
Tal uso converge con la adición del sufijo nominal In, pues, en este tipo de sustantivos, se sobreentiende la
pluralidad. Por ejemplo, Tolin designa tanto al junco como al macizo de juncos. Sin embargo, hay aplicaciones
con un sentido plural más obvio, como:
Observación: no hay que confundir la aplicación del sufijo plural In con los siguientes casos:
162
El sufijo plural genérico Me’ se forma de la aféresis y mutación del artículo In, con el añadido del sufijo de
posesión E’. Equivale semánticamente a Tin, pero se aplica a radicales abiertos de tres tipos de términos:
Seme’, algunos
Chi’chikuasemme’, seis por seis
Observación: no hay que confundir este sufijo con casos homófonos como:
El sufijo Wan es plural posesivo de compañía o parentesco. Se forma de la afijación y aféresis del artículo In al
sufijo de posesión Wa’. Se aplica a radicales abiertos y cerrados de adverbios y sustantivos, formando tres tipos
de términos:
1. Títulos de parentesco consanguíneo o político en los que subroga el sufijo nominal; por ejemplo:
3. Conjugaciones posesivas, afijándose en forma directa o a través del objeto; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con radicales en Wan como Yowalli, noche +
Tlawana, beber = Yowallawan, el que se bebe la noche, nombre divino.
El sufijo Ke’ se forma de la adición del sufijo de posesión E’ al sufijo flexivo K. Es plural posesivo de
individuos ligados por una acción, profesión o condición. Se aplica a radicales abiertos y cerrados de cinco tipos
de términos:
1. Sustantivos de posesión en Wa’, E’, Yo’, en convivencia con estos sufijos; por ejemplo:
2. Sustantivos formados con los sufijos titulares Ti’ y Ki, elidiendo la I del último; por ejemplo:
¹ Este nombre se interpreta como los hijos de Tlalok, la deidad creadora. Tlalok deriva de Tlaloa, fluir.
b) Nominalización de verbos y pasivos para formar títulos o describir a quienes actúan o reciben la acción;
por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con los radicales en K que adoptan el sufijo de
posesión E’, como:
Otro modo de hacer el plural consiste en frecuentar una sílaba, generalmente la primera del término. Hay
dos casos:
1. Singular colectivo, cuando el frecuentado indica la unidad formada o definida por un conjunto de elementos.
Estos casos se distinguen en que no llevan sufijo plural, razón por la cual, aplican a sustantivos impersonales.
Se forman a partir de términos de cualquier característica gramatical, como:
En particular, este plural describe objetos formados por una duplicidad, como:
Esta pluralización puede introducir variación semántica, como en Okokuawitl, pino / O’okokuawitl,
antorchas.
Los plurales por frecuentación no admiten adjetivos numéricos como complemento. Así, para numerar a Teteo’,
dioses, hay que deshacer el frecuentado y añadir un plural posesivo: Makuiltsonteowan, los dos mil dioses (de
Makuiltsontli, dos mil + Teotl + Wan).
Observación: no hay que confundir el hiperplural con la pluralización de radicales formados por un frecuentado,
como:
El plural también se puede hacer, aplicando el recurso enfático del truncado, que consiste en elidir el sufijo
absoluto a radicales abiertos, añadiendo a continuación el saltillo como marca plural. Este plural sirve sobre
todo para construir títulos y gentilicios. Tiene dos aplicaciones:
Observación: no hay que confundir este uso con los truncos de radicales en saltillo, como:
2. Frecuentado, cuando el plural trunco se confirma mediante este recurso; por ejemplo:
Aunque los sufijos plurales se aplican, sobre todo, a los sustantivos personales, los impersonales también los
adoptan en cuatro circunstancias:
1. Para indicar atributos personales o por constituir nombre propio, como explica Carochi:
“No tienen plural los nombres de cosas inanimadas, y si hay algunos que los tengan, son raros, porque
pensaron por ventura que eran animados, como lo cielos, las estrellas, etcétera. Y cuando estos nombres de
cosas inanimadas por metáfora se aplican a personas, tienen también plural.” (o. c.)
2. Para indicar colectivos de seres animados, sea por pluralización directa del nombre del animal, o de alguno
de sus atributos. En estos casos, el sufijo plural no personaliza al sustantivo. Por ejemplo:
3. Para crear sustantivos evaluados que, por lo general, califican conjuntos de semillas, hojas, etcétera. Este caso
aplica, sobre todo, al frecuentado del evaluativo de pequeñez Ton; por ejemplo:
4. También se aplica plural a ciertos términos relacionados con la cultura y la Naturaleza que incursionan en el
campo religioso, como:
Los sufijos plurales se unen a términos de todo tipo, incluso a conjugaciones, como en la frase A’titleme’, no
somos nada (de A’mo, no + Ti, nosotros + Tle, algo + Me’, plural genérico).
También se pueden infijar sin perder su sentido. Por ejemplo, el verbo Siwa’tlani, buscar esposa, contiene el
plural Siwa’, mujeres, que sugiere una acción reiterada o una selección entre varias mujeres.
Por lo general, estos casos se forman por la adición de una partícula modificadora al sufijo Wan y al trunco con
saltillo. Si dicha partícula no es otro sufijo plural, el resultado es un sustantivo singular que contiene una
pluralidad; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir la infijación del plural con los radicales que tienen fonemas homófonos
como:
Kuau’tle[wan]itl, águila de fuego, nombre divino (de Kuau’tli, águila + Tlewanitl, fuego vivo)
Ayo[tin]chan, su lugar del sumidero, laguna de Tepepolco (de Ayotia, sumergir + In, su + Chan, sufijo
locativo)
Tlaltikpa[ke’]katsintli, el señor de la tierra, apodo de Teskatlipoka (de Tlaltikpak, sobre la tierra + E’,
sufijo de posesión + Ka, ligativo + Tsintli, sufijo evaluativo)
Con frecuencia, los sufijos plurales se aplican de modos no reglamentarios que hay que aprender de memoria.
Estos casos se organizan en cuatro grupos: irregulares, sinónimos, específicos y por afinidad fónica.
1. La excepción irregular tiene lugar cuando se aplica un plural no reglamentario sin opción reglamentaria.
Por ejemplo:
2. La sinonimia ocurre cuando se pueden aplicar varios sufijos plurales al mismo término, produciendo
sinónimos como:
Este fenómeno ocurre, sobre todo, entre los sufijos profesionales Ke’ y trunco con saltillo, ya que ambos tienen
una función similar; por ejemplo: Kolwake’ = Kolwa’, culuacanos.
Observación: no hay que confundir estos casos con la convergencia, cuando diversos radicales producen dos
formas plurales con el mimo sentido. Por ejemplo:
3. La especificidad ocurre cuando la aplicación de diversos sufijos a un término connota un matiz semántico,
como en:
Tepetl, montaña > Tepeme’, montañas, ciertas estatuas votivas / Tetepe’, montañas, cordillera
Koatl, serpiente > Koame’, serpientes, las energías divinas / Kokoa’, nido de serpientes
Koyotl, coyote > Koyome’, coyotes, apodo de los naguales / Kokoyo’, jauría de coyotes
169
4. La excepción por afinidad fónica tiene lugar cuando el radical manifiesta afinidad por un sufijo que no es el
que le corresponde en regla; hay dos casos:
a) Los radicales en nasal adoptan por regla el sufijo Tin, pero la nasal permite hacer síntesis con Me’. En
algunos casos se mantiene la opción; por ejemplo:
b) Los radicales en U’ adoptan por regla el sufijo Tin, pero su terminación es afín al sufijo Wan, lo que produce
opciones como:
En el caso de Shochikuau’tin = Sochikawan, los floridos, también es posible construir el opcional irregular
Shochikau’ke’.
Observación: el nahuatl clásico mostraba una tendencia a normalizar el uso de los sufijos plurales que fue
interrumpida por la invasión, debido a la forma tan diferente como pluraliza el español. En mi opinión, los
esfuerzos de rescate de la lengua deben continuar esa tendencia, evitando, sobre todo, la excepción irregular,
incluso si se encuentra documentada en las fuentes.
El nahuatl tiene dos recursos cuya función es enfatizar el sentido del término: la frecuentación y el truncado.
La frecuentación consiste en duplicar una sílaba del término; ya la conocimos respecto a cierta forma de hacer
el plural. Para entenderla mejor, aclaremos lo siguiente: todo término frecuentado tiene una sílaba doble, pero
no todo término con sílaba doble es un frecuentado, pues la reiteración de la sílaba también puede ocurrir por
las siguientes razones:
1. Por consistir en una A larga, como en Aaktiou’, ir corriendo. En este caso, la A larga es característica de la
raíz, no producto del frecuentado de Aktia, introducir.
2. Por incorporación, como en Masatl, venado + Sakatl, hierba = Masasakatl, hierba del venado.
3. Por heredar un frecuentado: por ejemplo, Kikistli, trompeta, no es frecuentado del inexistente Kistli, sino
substantivación de Ki’kisa, pasar repetidamente, enfático de Kisa, salir.
170
4. Por contener la raíz una sílaba doble, como en Tototl, ave. Estos casos generalmente son herencia de un
frecuentado anterior a la lengua.
Para evitar confusión, en este estudio llamamos frecuentado a la sílaba que se duplica por énfasis, y duplicado a
la sílaba que se duplica por alguna otra razón.
Observaciones: no hay que confundir la frecuentación con otros fenómenos, sobre todo, en caso de homófonos.
Por ejemplo, Altia, bañarse, da origen a la aglutinación Aaltia, bañarse en agua (con Atl, agua) y al
enfático Aaltia, bañarse mucho.
Tampoco hay que derivar mecánicamente un frecuentado. Por ejemplo, el verbo Popotsa, hacer fumar, no es
enfático de Potsa (eufónico de Poshtsa), hacer un montículo, sino causal de Popoka, fumar.
La frecuentación únicamente tiene lugar por énfasis. Se aplica a todo tipo de términos y a algunas partículas
modificadoras. Obedece a cuatro reglas de composición que ya conocemos:
1. En las sílabas cerradas, el primer elemento del par pierde la consonante final; por ejemplo: Yolli, algo vivo >
Yoyolin, insecto.
2. Si el diptongo termina en vocal débil, el primer elemento del par la elide. Por ejemplo: Shou’, raíz relativa al
verdor y la libertad > Shoshou’ki, verde-azul, libre.
3. Si la sílaba termina en vocal fuerte, se intercala un saltillo entre ambos elementos; por ejemplo: Ekatl, aire >
E’ekatl, viento.
4. La regla anterior se exceptúa si la sílaba pertenece a un semantema cerrado, como Teki, cortar (de la raíz
Tek) > Teteki, trocear, destrozar.
Por lo general, el frecuentado se practica en la primera sílaba del radical, que es la que tiene mayor peso
semántico. Sin embargo, si el componente del término que se enfatiza no es el primero, entonces el frecuentado
puede ubicarse en su interior. Por ejemplo, el sustantivo Siwatlakitl, ropa de mujer (de Siwatl, mujer + Tlakitl,
vestido), se puede frecuentar en su primer componente o en el segundo: Sisiwatlakitl, la ropa de las mujeres /
Siwatlatlatkitl, los vestidos de la mujer. Otros ejemplos:
Telpochkalli, escuela infantil > Tetelpochkalli, escuelas infantiles / Telpopochkalli, escuela de niños
Tlakua, comer > Tla’tlakua, todo el mundo come / Tlakua’kua, pacer, rumiar
Senteotl, dios del maíz > Sisinteo’, divinos maíces, espigas para ofrenda / Sinteteo’, dioses del maíz
Como es obvio, si al término se le antepone una partícula o término, la sílaba frecuentada pasa al interior;
por ejemplo:
Tsitsimitl, flechas que encajan > Tsitsmitl, diosa madre, contraparte de Weweteotl
Pi’tli, hermana mayor + Tontli, sufijo diminutivo = Piptontli (por Pipi’tontli), hermana del bisabuelo
Desde el punto de vista semántico, la frecuentación es una iteración, es decir, un reforzamiento del sentido que
no a modifica la característica gramatical del término. No obstante, en ciertos casos, puede comunicar una
función nominal, o aplicar o extender el sentido; por ejemplo:
Si el término tiene diversas acepciones, estas pueden pasar a su frecuentado. Por ejemplo, Sisi’tli, frecuentado
de Si’tli, abuela, liebre, es plural si se aplica al animal (liebres) y singular reiterado si se refiere a la persona
(bisabuela). Sin embargo es más común que el frecuentado desarrolle una de las acepciones del término,
como en:
De modo general, se distinguen cinco tipos básicos de frecuentado que, con frecuencia, convergen: plural,
reiterativo, atributivo, titular y estrenuo. Ya estudiamos el primero de ellos en el capítulo anterior: el
frecuentado plural, que describe una pluralidad o colectividad en términos personales e impersonales, animados
e inanimados a los que personifica, como en Koatl, serpiente > Kokoa’, serpientes. Veamos los otros tipos:
El frecuentado reiterativo enfatiza tanto la pluralidad como su ausencia. Tiene cinco subtipos: distributivo,
exponencial, aislante, interactivo y de acción.
Si el énfasis se aplica a números-frase, se frecuenta cada término de la composición; por ejemplo: Ma’tlakilwitl
omei, trece días > Ma’[tlatlak]ilwitl [oom]ei, cada trece días.
Si el frecuentado de una cantidad diferente de 1 se aglutina, transforma el sentido distributivo en plural, como
en Chichikomekoatl, siete serpientes, dioses del maíz.
2. El reiterativo exponencial eleva una cantidad al cuadrado, necesitando por lo general el apoyo del sufijo
plural; por ejemplo:
Se exceptúan el 3 y sus composiciones, que no llevan sufijo plural: Ei, tres > E’ei = Eei, tres por tres, y el 1,
pues su exponente no tiene sentido.
4. El reiterativo de interacción es contrario al aislante, pues relaciona a los partícipes de la acción en forma
reciproca, participativa o como retorno de la acción sobre el sujeto, el objeto o el grupo. Por ejemplo:
5. El reiterativo de acción describe acciones repetidas o extendidas, o sus efectos. Por ejemplo, Memetl,
maguey cultivado (enfático de Metl, maguey), contiene la idea de surcos ordenados de cultivo. Otros ejemplos:
1. El atributivo adjetivante transforma un sentido sustantivo en atributo. Este fenómeno puede ser:
a) Activo, si el resultado funciona como adjetivo, supliendo composiciones con el adverbio Senka, muy;
por ejemplo:
3. El atributivo comparativo indica que dos cosas comparten atributos; por ejemplo:
Los frecuentados titulares crean títulos aplicables a seres personales e impersonales. Se distinguen dos grupos:
1. Nombres genéricos que suelen tener un sentido coloquial, admirativo o peyorativo. A veces, también reciben
énfasis por truncado. Por ejemplo:
Observación: no hay que confundir el frecuentado que constituye título con el título que aprovecha un
frecuentado, como:
El frecuentado estrenuo es el único vinculado a la característica gramatical, pues solo se aplica a verbos,
convergiendo a veces con el reiterativo de acción. Es de dos tipos: intensificativo y acotador.
2. El estrenuo acotador establece los parámetros de la acción, aplicándola o restringiéndola; por ejemplo:
El recurso de la frecuentación no solo se aplica al radical, sino también a las partículas modificadoras, con tres
propósitos:
1. Para enfatizar los atributos de término modificado, en número singular; por ejemplo:
¹ Instrumento para contar hecho con cuerdas anudadas de colores. Se conoce más en las culturas andinas, pero
también se usaba en Anahuac.
26.9 Hiperfrecuentados
El frecuentado se puede aplicar dos veces al mismo término, resultando verbos y adjetivos hiperfrecuentados.
Estos casos son de dos tipos: triplicados y doble frecuentados.
Los triplicados son casos de sílabas triples producto de la frecuentación de un frecuentado. Desde el punto de
vista semántico, son de dos tipos: iterativo y disyuntivos.
176
1. Los hiperfrecuentados iterativos o escalares aplican un solo tipo de énfasis en forma progresiva. Por ejemplo,
Chichichina, sufrir mucho, es intensificativo de Chichinaka, tener una pena >, que lo es de Chinoa, arder.
Otros ejemplos:
2. Los hiperfrecuentados disyuntivos aplican tipos diferentes de énfasis. En los siguientes ejemplos se especifica
cada caso entre paréntesis:
Pitsa, soplar > Pipitsa, resoplar (intensificativo) > Pipipitsa, gritar el ratón (acotador)
Chiltik, como chile > Chichiltik, rojo (atributivo) > Chichichiltik, cosas rojas (plural)
Tsimitl, rayo solar > Tsitsimitl, demonio (titular) > Tsitsitsimi’, demonios (plural)
Kui, esgrafiar > Kuikui, labrar, esculpir (intensificativo) > Kuikuikui, esculpir en redondo (acotador)
Tlapalpa, teñir, tener color > Tlatlapalpowi, tener colores (plural) > Tlatlatlapalpowi, tener muchos colores
(superlativo)
Shamania, cascar, quebrar > Shashamaka, hacer ruido el agua o el vientre (acotador) > Shashashamaka,
crepitar, crujir (intensificativo)
Observación: no hay que confundir los hiperfrecuentados con sus homófonos formados por incorporación,
como:
El segundo tipo de hiprefrecuentado se crea cuando un término contiene dos frecuentados que afectan a dos de
sus componentes. Este fenómeno ocurre por afijación y por aglutinación.
1. Al afijar a un radical frecuentado una partícula modificadora también frecuentada, el resultado es una doble
frecuentación que suma sus sentidos. Por ejemplo, en el término Pipiltotontin, niñitos, el frecuentado del
radical indica plural, y el del sufijo, condición de pequeñez. Otros ejemplos:
a) Aglutinación de frecuentados, cuando ambos términos entran a la aglutinación con su propia frecuentación.
Por ejemplo:
177
b) Frecuentación de frecuentados. Estos casos tienen lugar cuando se frecuenta un componente de una
aglutinación que ya contiene un frecuentado, como en:
26.11 Duplicados
La nominalización de un frecuentado con el propósito de producir titulos o expresar el resultado de una acción
enfatizada pierde el énfasis, convirtiéndose en un caso de duplicado o triplicado no enfático, ya que sílaba
reiterada no tiene el propósito de enfatizar a ese termino. Estos casos se reconocen porque la reducción del
duplicado o el triplicado da como resultado un término inexistente o con un sentido no directamente
relacionado. Por ejemplo, Popo’tia, unir tallos, frecuentado de Poa, tallo de hierba, da origen al duplicado (no
enfático) Popotl, escoba. Otros ejemplos:
El segundo tipo de énfasis consiste en la reducción del pasivo, el sustantivo o, más raramente, un adverbio, a su
radical, por el truncado o elisión de los sufijos pasivo o nominal, tanto absoluto como de otro tipo, incluso
plurales, o por apócope del adverbio. Carochi llama al resultado “nombres mutilos”:
“Hay algunos nombres imperfectos y mutilos, porque les falta su final Tl, Tli, que se dicen por mofa y vituperio,
o denotan falta de la persona.” (o. c.)
Este recurso tiene una función parecida a la del frecuentado, enfatizando aspectos positivos, negativos o neutros
del sentido del término.
Observación: no hay que confundir los truncos enfáticos con los siguientes casos:
• La posesión, pues subroga el sufijo nominal. Esto es más importante en ciertos sustantivos que funcionan solo
en posesión; en los siguientes ejemplos se muestran entre paréntesis los formas absolutas teóricas:
178
Desde un punto de vista morfológico, hay dos tipos de truncos, ambos con la misma estructura y función:
propios y derivados.
Son propios ciertos títulos que carecen de sufijo nominal y sólo tienen forma enfática, como:
Alo, loro
Tosnene, papagayo
Tlilka, perro negro
Sentla’kol, mitad
Algunos títulos se forman de términos importados de otras lenguas, llegando al nahuatl con una carga enfática
que no requiere nominalización, como:
Es necesario aclarar que algunos sustantivos que parecen truncos, en verdad son casos de síncopa del sustantivo
In. Estos se dividen en dos grupos:
Mayaken, lobo
Chilpan, avispa
Tosan, tusa, cierto tipo de rata
Chian = Chien, semilla aceitosa
Toposan, tepozán
179
2. En los radicales cerrados, el sufijo In pierde la N por la debilidad intrínseca a esta consonante en tal posición;
por ejemplo:
Son derivados los truncos que se forman por la pérdida del sufijo. Estos se clasifican en tres grupos, según su
relación con la forma sufija: sinónimos totales, parciales y aplicativos.
1. En la sinonimia total, el trunco conserva el sentido de origen, pero se aplica de modo informal o peyorativo;
por ejemplo:
¹ No hay que confundirlo con el verbo Chi’cha, escupir. A través de los españoles, el sustantivo trunco pasó a
las lenguas sudamericanas, dando nombre a diversas bebidas nativas.
2. Los sinónimos parciales comparten el sentido, pero el trunco lo especializa. Por ejemplo, Ishneshtli =
Ishnesh, cara de ceniza, se aplica en forma sufija a quien peca a escondidas, y trunca, como apodo del dios
Wewekoyotl. Otros ejemplos:
3. Los truncos aplicativos aplican el sentido básico en forma causal, o por metáfora o tropo; por ejemplo:
A veces, la deriva es tan extensa que no se reconoce el nexo ente los sentidos, a menos que se conozca el
contexto cultural; por ejemplo:
El truncado puede hacer que se pierdan acepciones, de donde resultan sinónimos estrictos acotados, como
Senkamatl, bocado, palabra > Senkama, bocado. Y a la inversa: un trunco puede adquirir nuevos sentidos,
permitiendo que convivan diversas formas de sinonimia, como Kuatesontik, calvo, tonsurado > Kuateson,
tonsurado, hermano lego.
Por su función, los enfáticos truncos son de dos tipos: atributivos y titulares. Los atributivos se clasifican en tres
grupos: descriptivos, despectivos y apreciativos.
Un trunco puede compartir el sentido descriptivo con el desprecio o el aprecio, como ocurre con algunos
evaluados que estudiaremos en el capítulo siguiente, en los que el tamaño implica cualidad.
Los truncos descriptivos describen la forma, el tamaño, la extensión o algún componente del término sufijo;
también aplican o intensifican el sentido básico sin calificarlo. Por ejemplo:
Los truncos calificativos describen una condición, aportando un matiz emocional o moral, o un tono coloquial.
Algunos funcionan como adjetivos. La calificación puede ser apreciativa o despectiva.
Los truncos apreciativos enfatizan buenas cualidades o se usan en señal de afecto, confianza o respeto;
por ejemplo:
Los truncos despectivos enfatizan o aportan malas cualidades, cayendo con frecuencia en lo peyorativos. Este
tipo de calificación puede hacerse de dos maneras:
1. Por deducción, cuando la condición deriva directamente del sentido de la forma sufija, como en:
2. Por comparación, cuando la condición se ejemplifica por aglutinación mediante elementos que tienen o
evocan una carga calificativa, como:
El recurso del truncado también crea tres tipos de títulos, tanto propios como con opción sufija:
En este grupo entran los mutilos atributivos que describen características humanas.
c) Aplicados, los que solo se emplean como nombre propio la forma trunca, sinónima de la sufija, como los
siguientes nombres divinos:
1. Los concretos son aplicaciones de sustantivos concretos cuyo sentido conservan, como los siguientes
nombres propios:
2. Los concretizados son aplicaciones de una abstracción cuyo sentido se concretiza por la pérdida del sufijo,
como los siguientes títulos:
27.9 Hiperenfáticos
183
Los títulos formados por reiteración suelen reforzarse mediante el truncado, creando hiperenfáticos o términos
con énfasis doble. Por lo general, en estos casos, el frecuentado compara o reitera, y el trunco comunica énfasis
atributivo. Por ejemplo:
Por su expresividad, la combinación de ambos tipos de énfasis puede ser suficiente para indicar el sentido,
deshaciendo una composición. Por ejemplo, el sustantivo no enfático Shikaltekompapalotl, variedad de
mariposa (de Shikaltekomatl, vasija para beber + Papalotl, mariposa), se frecuenta y trunca en
Shikaltetekon, perdiendo el componente Papalotl, pero conservando el sentido de la forma sufija.
Al menos en una ocasión, el truncado de un frecuentado adquiere un sentido adverbial: Chantli, hogar >
Cha’chan, cada cual a su casa.
Mencionemos, por último, que un trunco propio puede adquirir un sufijo nominal. Estos casos son de dos tipos:
1. Evaluados, los truncos de todo tipo que adquieren sufijos evaluativos, como Nanawa’ > Nanawatsin,
bubosillo. Los estudiaremos con más detalle en el siguiente capítulo.
2. Absolutos, los escasos truncos propios que adquieren sufijos absolutos para describir sentidos derivados o
funcionar como títulos o nombres propios. Por ejemplo, el caracol llamado Ayo’palli es un renominado del
trunco Ayo’pal, de color naranja-violeta, formado de Ayo’tli, calabaza + Palli, teñido. Otros ejemplos:
Observación: a veces, es necesario examinar el contexto lexical para deslindar un trunco nominalizado de un
sustantivo absoluto. Por ejemplo, Kokotl es un nombre propio derivado del trunco propio Koko, sirviente, pero
Kokol, sirviente amado, es el trunco de Kokolli, servicio. Kokolli no se puede interpretar como la
nominalización de Koko, ya que la L del radical es residuo del pasivo Kokolo, enviado.
El recurso de la evaluación se establece mediante once partículas que ponderan el tamaño, la condición, la
calidad o el referente del término:
Estos evaluativos se unen a términos de todo tipo; los sustantivos y verbos dan origen a sustantivos, pero,
cuando se aplican a adjetivos y adverbios, en ocasiones se limitan a matizar el atributo; por ejemplo:
Los sufijos evaluativos pueden adquirir un sufijo nominal absoluto, como Pilli, niño > Piltsin = Piltsintli,
niñito. Los evaluativos en L también admiten el sufijo In, como Tama, raíz relativa a la masa > Tamasolin,
sapo.
Se exceptúan los sustantivos truncos y los que funcionan como nombres propios, salvo excepciones. Estos solo
reciben el evaluativo trunco, como Chichi, perro > Chichiton, perrito.
Por lo general, las formas truncas y renominadas equivalen: Atsin = Atsintli, agüita, gota. Sin embargo,
también pueden connotar diferencia semántica o de uso, como en:
Mediante incorporación, los sufijos evaluativos se pueden infijar sin perder su sentido; por ejemplo:
Observación: no hay que confundir los sufijos evaluativos con los radicales de terminación homófona, como
Yakatopil, ave de pico largo (de Topilli, bastón).
El diminutivo Pil se forma de Pilli, niño. Se puede aplicar en forma trunca, algo mas enfatica, o con sufijo
nominal. En este ultimo caso, el resultado se distingue de las afijaciones de Pilli, hijo, en que es una extensión
del sentido del término de origen; por ejemplo:
1. La modalidad neutra indica únicamente pequeñez o delgadez, como en Pa’patstli, esponja > Pa’patspil,
esponjita. Aplicada a adjetivos y adverbios, esta función tiene tres modos:
a) Si el atributo del término es neutro, se le añade, como en Mimiltik, cilíndrico > Mimilpil, pequeño y
cilíndrico.
b) Si el atributo connota elevación, lo atenúa, como en Kostik, amarillo > Kospil, amarillento, un poco
amarillo.
c) Si el atributo connota pequeñez o delicadeza, lo intensifica, como en Yayamastik, dulce al tacto >
Yayamaspil, muy dulce al tacto.
Con frecuencia, estos modos se mezclan, deslindándose por el contexto; por ejemplo, el evaluado de Wiak,
largo, es atenuante en la frase Wiakapil, a’mo wiak inin mekatl, esa cuerda no es muy larga, pero suma su
sentido en Wiakapil in kuetlashkolli, la lombriz de tierra es pequeña y larga.
Tratándose de sustantivos entitivos o de posesión, o adjetivos en K, este sufijo se afija a través de la partícula
adverbial Ka, que indica instrumento de acción; por ejemplo, Ma’mae’, que tiene manos > Ma’maekapil, que
tiene ramitas.
Este sufijo se frecuenta para acentuar el atributo, como en Achipil, poquito > Achipipil, casi nada, o para
pluralizar, como en:
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con la afijación de Pilli, como en:
El diminutivo afectivo Shoch deriva de Shochitl, flor. No debe interpretarse como un enfático trunco de
Shochitl; por ejemplo, Kalshoch, ratón, no es el trunco de Kalshochitl, flor de la casa, sino descripción de la
madriguera (lit., casita).
186
Este sufijo se puede aplicar de dos modos: trunco y con sufijo nominal.
1. El modo trunco crea títulos en los que indica pequeñez, ternura, gracia, preciosidad o algo que inspira
lástima, como:
2. Si se le añade sufijo nominal, este evaluativo indica una porción o límite, como en:
Este sufijo se frecuenta para enfatizar el atributo de ternura en Meshoshochtli, maguey verde (de Metl,
maguey). De modo excepcional, ocupa posición prefija en Wikolli, vaso > Shoshochwikolli, vasito.
El diminutivo apreciativo Tsin deriva de Tsintli, cola, base. Se puede aplicar en forma trunca, enfatizando la
evaluación de pequeñez, o con sufijo nominal, introduciendo un matiz de apreciación. Tiene tres funciones:
1. Como aplicación del sentido básico de su término de origen, indica compasión o condición humilde o
despreciable. Por ejemplo:
Esta función atenúa un sentido elevado, como en Kualteotl, bello > Kualtetsin, medianamente bueno, o
acentúa un sentido bajo, como en Kakanawak, delgado > Kakanatsin, cosa delgada.
Esta modalidad crea títulos como Ta’tsin, respetable padre, y nombres propios como:
Kentsin, elegante
Istakatsintli, blanco
Teuksintli, señor
Atonaltsin, febril
Kinantsin, poderoso
Tlakateotsin, humano divino
Tlalolintsin, temblor de tierra
b) Reconoce o enfatiza el valor, la preciosidad o la condición especial, pudiendo incluso invertir el sentido de
pequeñez; por ejemplo:
Asociada a adverbios, esta modalidad expresa admiración y sirve de vocativo femenino, según ya estudiamos;
por ejemplo:
En caso de sustantivos titulares o de posesión, o adjetivos en K, este sufijo se afija a través de la partícula Ka;
por ejemplo:
188
Yo’yolitsitsin, insecto
Tepitsitsin, átomo (lit., muy muy pequeño)
2. Para pluralizar, como en Ye’watl, él, ella > Ye’wantsitsin, ellos, ellas. Puede adquirir sufijo plural, en cuyo
caso se elide la N del segundo elemento del frecuentado; por ejemplo: Masewaltsitsiwan, los repetables
macehuales.
Observación: no hay que interpretar la afijación de Tsin + Tli como composiciones con Tsintli, trasero. Para
evitar equívocos, la lengua siempre antepone este término en sus aglutinaciones.
El diminutivo despectivo Ton es un morfema propio (no deriva de un sustantivo). Como los anteriores, se
puede aplicar en forma trunca, acentuando la connotación despectiva, o con sufijo nominal, en cuyo caso se
reduce a expresar pequeñez. Tiene dos funciones: neutra y peyorativa.
Mashtlaton, pañito
Chachaton, pequeño saltamontes
Adquiere un matiz de gracia o valor en Shiu’piltontli, principito de turquesa, el sol matutino. Se torna abstracta
en Ishkich, así, de este tamaño > Kichton (aféresis), talla, tamaño, pero reasume el diminutivo en el
frecuentado Ishkichtoton, sólo hasta este tamaño (indicando con el gesto).
Esta modalidad se suma a atributos neutros como Kayaktik, enrarecido, esparcido > Kayakton, poco y
enrarecido. Atenúa atributos elevados como Kualli, bueno > Kualton, más o menos, bastante bueno. Acentúa
atributos que connotan pequeñez, como Witstli, espina > Witstoton, de extremo puntiagudo. También puede
adoptar dos de estas modalidades, deslindables por el contexto; por ejemplo: Kuitlatolontik, grueso >
Kuitlatolonton, un poquito grueso / pequeño y grueso.
Esta función también crea nombres propios, como los fantasmas de mal agüero llamados:
Kuitlapanto, espalditas
Sintana’ton, cestita de maíz
Sentlapachton, enanito
Por excepción, este sufijo precede al radical en Pia’tli, cesta profunda > Tonpia’tli, cestita profunda. También
de modo excepcional, introduce otros sentidos como:
1. Enfatiza el atributo de pequeñez o escasez, sustituyendo al adverbio Senka, muy; por ejemplo:
Aki’toton, pequeños
Chapoltoton, pequeños saltamontes
Tepiktoton, figurillas de montañas de uso ritual
Ayatotontli, pequeñas mantas de fibra de maguey
El diminutivo Tsol es morfema propio. Aplicado en forma trunca connota desprecio, evaluación que se atenúa
si se añade el fijo nominal. Tiene tres funciones:
2. Peyorativa, comunicando un sentido de pequeñez, bajeza o mala calidad, o acentuando uno ya existente;
por ejemplo:
190
3. Como aplicación de la función anterior, indica excrecencias o carnosidades superfluas. Esta función la
asume, en particular, la forma frecuentada; por ejemplo:
El frecuentado pluraliza y desprecia; por ejemplo: Amatl, papel > Amatsotsolli, pedazos desechados de papel.
Este sufijo se lexicaliza, formando términos que desarrollan sus sentidos como:
Observación: no hay que confundir este sufijo con radicales en Tsol, como Pitsolli, beso (de Pitsoa, besar).
El sufijo Sol es morfema propio. Se emparienta con Tsol, pudiendo producir sinónimos como Chian, semilla
aceitosa > Chiantsotsol = Chiantsoltsolli = Chiankosolli, granitos rugosos (inservibles) de chía. Sin embargo,
perdió la capacidad de evaluar tamaño, acentuando, en cambio, el sentido despectivo, como se nota en los
términos Amatsolli, pedazo de papel / Amasolli, papel viejo.
1. Indica deterioro, tosquedad o condición inferior, tanto física como moral, sobre todo si se aplica en forma
trunca; por ejemplo:
De modo vestigial, connota pequeñez en Michtla’, cardumen > Michtla’solli, charales, pequeños peces
consumidos por montón.
Este sufijo no se frecuenta por énfasis o plural, pero sí sus lexicalizaciones, como:
Sosolli, suciedad
Sosolko, en la basura
El aumentativo apreciativo se hace mediante el adjetivo Wei, grande, empleado en forma integral o apocopado:
We. Se prefija a todo tipo de términos, incluso a partículas modificadoras, con dos funciones:
b) Honorífica, cuando evalúa un tamaño moral que puede o no estar vinculado al literal; por ejemplo:
Wetsin, respetable
Wemak, gran don (de Maktli, don)
Weman, gran ofrenda (de Mana, ofrecer)
Por excepción, este evaluativo se torna despectivo en Wepantli = We’pamitl, haz, mazo, viga grande y tosca.
Wewe’, viejo
We’wei, muy grande, lejano o viejo
Wewetilistli, vejez, un ciclo calendárico
Wewemekayotl, linaje
We’we’ka, muy lejos
Wewe’kau’tika, ocasional o raramente
Observación: no hay que confundir este prefijo con radicales comenzados en We y sus frecuentados, como:
Wesholotl, pavo
Wekolli = Wekpalli, coa, bastón para arar (de Wik, contra, hacia)
Wewetsi, caer
Wewelik, suavemente perfumado
El aumentativo despectivo Pol es un morfema propio. Se aplica en forma trunca con dos funciones:
1. Neutra, indicando gran tamaño o abundancia de atributos positivos o negativos, equivaliendo al adverbio
Senka, muy; por ejemplo:
Al recibir el sufijo nominal, se atenúa o aplica el carácter evaluativo de este sufijo; por ejemplo:
El prefijo aumentativo Tel y su variante Til derivan del adverbio Tel, pero, no obstante. Ambas formas se
refieren a lo grueso, pesado o que prensa, tanto en sentido neutro como despectivo, pero pueden connotar
variación semántica, como en:
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Ketsa, levantarse > Telketsa, espantar / Tilketsa, golpear el suelo con algo
Akti, meter > Telaktli, tortilla gruesa / Tilaktik, muy grueso
1. Neutra, cuando describe una condición de grosor, crecimiento o fuerza, sin connotación despectiva;
por ejemplo:
Por lo general, la función peyorativa recurre al frecuentado para intensificar; por ejemplo:
Chiwa, hacer + Tika, sufijo advebial > Tetelchiwalistika, con desprecio, difamando
Iksa, pisar, hollar > Teteliksani, resistirse dando patadas
Ki, pronombre + K, sufijo adjetivo > Tetelkik, duro, rugoso, rudo
Telwia, golpear
Teloa, abofetear
Tetelli, pirámide de piedras
Tilawa, engrosar
Observación: no hay que confundir la aplicación de este sufijo con homófonos como:
Tilma’tli, manta
Telpan, en el pecho, de To, nuestro + Elli, pecho + Pan, sufijo locativo.
El prefijo superlativo Ach procede del adverbio Ach, acaso, quizás. Indica condición de elevación o
precedencia, como en:
Achtontli, antepasado
Achto, delante, en primer lugar
Achtik, que tiene raíz o extremo
Aachti, estar al servicio de alguien
Observación: no hay que confundir el uso de este prefijo con términos derivados de Achtli, grano, semilla, ni
con la composición Achikualli, mejor, de Achi, un poco + Kualli, bueno.
El sufijo referencial Po’ no añade atributo al término en forma directa, pero media para añadir atributos, al
establecer una comparación. Por ejemplo, la expresión Nowampo’, mi prójimo, atribuye a la primera persona
(No, mi) el atributo de familiaridad que contiene el plural familiar Wan. Este sufijo se aplica en forma trunca en
composiciones posesivas como:
Al añadir el sufijo absoluto, el término se desliga de la composición posesiva, funcionando como nombre
propio; por ejemplo
Al igual que el sufijo Po’, el sufijo Teu’, derivado del adverbio Teu’, como,no añade un atributo, pero evalúa,
al servir de medio para una calificación. Por ejemplo:
Como vemos en los ejemplos anteriores, a diferencia del sufijo Po’, que produce sustantivos, el sufijo Teu’
únicamente produce adverbios. Sin embargo, puede sustantivarse por adquisición del sufijo absoluto o del plural
Tin, como en:
Observación: no hay que confundir la aplicación del evaluativo Teu’ con términos compuestos con el
radical Teu’, relativo al polvo, como Teu’tika, en el polvo, en el vicio, o con el prefijo Te, relativo a personas,
como Teu’tia, advertir, prevenir.
28.14 Hiperevaluados
Dos o tres partículas evaluativas pueden afijarse, creando términos hiperevaluados. Dicha convivencia es de
dos tipos:
2. Flexiva, cuando la afijación tiene el propósito de confirmar el sentido del término o introducir uno nuevo.
Desde el punto de vista estructural, estos casos son de dos tipos:
a) Simples, cuando se aplica un sufijo evaluativo a un término que ya ha sido evaluado, como en:
b) Complejos, cuando dos o más sufijos evaluativos se afijan simultáneamente a un término, sumando sus
evaluaciones; por ejemplo: