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Antonio Gramsei LA FORMACION DE LOS INTELECTUALES Version al espafio) de Angel Gonzélez Vega EDITORIAL GRIJALBO, S. A. ‘Mésaco, D. F., 1967 coueccion 7) LA FORMACION DE LOS INTELECTUALES ‘Titulo de Ja obra original en italiano: ANTOLOGTA DEGLI ScRITTT Version al espafiol de Angel Gonziilez Vega, de la edicién de Editori Riuniti, Roma, 1963. © 1963, by Ealtori Riuniti, Roma. D. R. © 1967, sobre 1a wersin espafiola por Editorial Gri- halbo, S. A, avenida Granjas, 82, México, 16, D. F. ‘PRIMERA EDICION Reservados todos los derechos. Hste bro xo puede ser re- Producido, en todo o en parte, en forma alguna, sin permiso. INDICE Pag. NOTA EDITORIAL ...:...:c00006 Bee LA VIDA DE GRAMSCI «55... Beeereecienccisiar | PEIMBRA PARTE see 19 1 La formacién de los intelectuales ..........00065 21 Pluralidad de situaciones de los intelectuales ur- banos y rurales, 32, 2 El Partido Comunista 3. El funcionarismo SEGUNDA PARTE . 1 Cuestiones preliminares de filosofia . Conexiones entre sentido comin, religién y filo soffa, 64.—Relaciones entre ciencia, religién y sen- tido comin, 64. 2 Problemas de filosofia ¢ historia .....20-...e26. 85 La discusién clentitica, 85—Fitesofia e_ historia, 86.—Importancia histérica de una filosofia, 87.— El filésofo, 88—Lenguaje, idioma y sentido co- fnin, 89—Estructura ¥ supraestructura, 99— Pragmatismo y politica, 100. TERCERA PARTE... +. 103 1 Arte y cultura .......0. 105 Regreso a De Sanctis, 105.—Arte y lucha por una nueva civillzacién, 106—EI Arte docente, 110— Criterfos de la critica literaria, 112.—Criterios metédicos, 114—La manifestacién lingUistica de Ja palabra escrita y oral y las diferentes artes, 145.—-Algunos criterios sobre cl juicio “literario”. 120.—Criterios metodolégicos, 122. 2 En Ia bisqueda del principio educative . Tita 3 La organizacién de la escuela y la cultura ...... 139 4 Sobre el concepto de’ lo nacional Popular ...... 15h Ne eeeieeeciet Con ef thtulo La FORMACION DE Los IN Lectuates publicamos, en realidad, una seleccin de textos de Antonio Gramsci dados a la luz por Editori Riuniti, de Roma, en una antologia de los trabajos teéricos y politicos del autor. Esta antologia es, a su ves, una seleccién de lo que con toda justicia se ha denominado “ese monu- mento del pensamiento, Los cuadernos de la eir- cel, de Antonio Gramsci”. Hemos preferido dar a este volumen el ti- tulo mencionado —que corresponde al capitulo que abre la obra—, porque la esencia de todos ellos, tan variados por el tema y aparentemente tan disimiles por su contenido, es una: entre los objetivos de la lucha a la que Gramsci entregd su vida, ¢ informando a todos ellas, se encuentra en la ciispide el lograr una transformacién del hom bre que haga de-él wn verdadero Hombre. Y ello s6lo seré posibie cuando, mediante y tras las trans- formaciones econdmicas y sociales absolutamen- te necesarias en el seno de la sociedad, cada uno de sus miembros se haya convertido en un ser plenamente consciente, -culturalmente formado, que domine, si no todos, st los fundamentos ge- nerales y esenciales ‘de las conguistas de la cien- cia; es decir, cuando todos los hombres scan, en verdad, y no en el sentido exclusivista que la so- ciedad actual impone, intelectuales. En el pensamiento de Gramsci, todos los hom bres pueden llegar a ser verdaderos intelectuales porque yu hoy, en mayor o menor grado, lo son, La divisiéu del trabajo en manual ¢ intelectual no establece una barrera que haga initil ¢ im- Pida la participacién del pensamiento aun en los trabajos més toscos y clementales. Gramsci es ex- plicito en este sentido, y a él hemos querido ate- nernos fielmente al llevar al lector de lengua es- patiola una seleccidn de textos riguisimos en pen- samientos ¢ ideas, de uno de los pensadores més honestos y profundos de nuestro mundo intelec- tual contemporénco. E.G. La vida de Gramsci Antonio Gramsci nacié en Ales el 23 de enero de 1891. Su infancia fue diira, pero no desgraciada. Su fa- milia era bastante pobre; el padre, Francisco, con sus mo- destos ingresos de empleado del Registro tenia, que mante- ner a la mujer y a siete hijos. Todos buscaban, por con- siguiente, aportar alguna ayuda: la madre, cosiendo y rea- lisando otros trabajos; los hijos buscando, desde mucha- chos, ganar algo. “Yo comencé a trabajar cuando tenia once afios —confiesa Antonio en una de sus carlas— ganando mis nueve liras at mes (lo que representaba wn Rilogramo de pan diario) por dies horas de trabajo en la jornada, incluida la maiana del domingo, moviendo li- bros de registro que pesaban més que yo; muchas noches, oculténdome de todos, Noraba porque me dolia todo ef cuerpo. Ni siquiera mi madre conoce toda mi vida y las adversidades que past.” A las fatigas de la miscria se unian para el equetio ‘Antonio los sufrimientos de la enfermedad; va desde chico era fragit y delicado de salud y padecia una defor- macién fisica. Sin embargo, era de naturaleza cordial; jugaba de buen grado con los demds muchachos y se ex- tasiaba con suefios de viajes Wenos de aventuras; en sus cartas recuerda siempre con nostalgia y ternura los afios de la infancia, Bien pronto revelé singular disposicién para los es- tudios; frecuentd con éxito la escuela pitblica cn Santu Lussurgio, donde una aldeana lo tenia a pensién por cin- co livas al mes, y, después, el liceo Carlo Dettori, en Ca- 9 gliari. El 30 de septiembre de 1911 obtwo el titulo de bachiller y marché a Turin para ingresar en la Facultad de Letras de su Universidad. Asi termina cl periodo de la formacién juvenil de Gramsci, cuyo factor més importante es, sin duda, la ex- beriencia directa de su isla, Cordeita, y la problemética que tal realidad le suscitaba. 2Por qué Cerdeita era po- bre y atrasada y, en. cambio, otras regiones de Italia es- taban en desarrollo y progresaban? “Fmaginemos ta Cer- defia —decia a menudo ef joven Gramsci a sus amigos— como un campo fértit y ubérrrime, alimentada su fertili- dad por un venero de agua subterrénea que viene de un lejano monte. De repente veis que la fertilidad desapare- ce y donde habla hermasas mieses solamente brota la hier- ba del sucto. Indagdis la causa de esta desgracia, pero no a encontraréis si os limitéis a buscar en vuestras parce- las, si no orientéis vucstra busqueda hacia el monte de donde Hegaba el agua y descubris entonces que, algunos Rildmetros més lejos, 1 malvado 0 un egoista cortd el agua que alimentaba ta riqueza de vuestro campo.” Este es ya el elemento primordial del problema que $e afrontaré y resolverd con su nuevo planteamiento de la cuestion meridional Gramsci vive en Turin miscrablemente con una beca, J trabaja para completar sus ingresos. “He vivido duran- te wn par de aiios —escribe a su hermana— fuera del nundo, como en sueitos. Vivi cerebralmente, no con el corazén. Pero he trabajado, he trabajado para vivir, cuan- do para vivir deberix haber descansado, habernte divert do. Dos aitos en que no ret nunca, pero tampoco Horé ju més.” Lloga a ser uno de los alumnos predilectos del pro- fesor Bartoli y positiva promesa para la ciencia de la lin gitistica. “Uno de tos mayores «remordimientoss de mi ida intelectual —cscribid més torde— es el profundo: do- lor que proporcioné a mi buen profesor Bartoli, de la Universidad de Turin, quien estaba persuadido que yo 10 era el arcéngel destinado a edesterrar» defi fos neograméticos.” Paralelomente a los estudios, en aquellos afios se acer- c6 al movimiento obrero turinds. Después de pocos meses de.estancia en Turin se afilié a la agrupacisn socialista lo- cal yf es encargado de organizar una sociedad obreva de so- corros mutuos. Colabora en ef periddico socialista de la agrupacién y, poco a poco, comienza a encontrar alguna respuesta a los problemas que su experiencia sarda le ha- bia planteado y que le surgen de nuevo. Es él quien en Ig1t propone a los socialistas turineses postular como cart- didato a Gaetano Salvemini, el mas destacado represen tante del movimiento meriodionalista. Ya en aquellos aitos comienza a entrever que la tinica solucién a ias contradiciones de la sociedad italiana es ta revolucién protetaria, “A menudo jévenes estudiantes y obreros saliamos en grupo de las reuniones del Partido —nos cuenta Gramsei— atravesando las calles de la chu- dad, silenciosas a aguellas horas, mientras los tiltimod noctimbulos se detenian a mirarnos de sosiayo porque, olvidados de nosotros mismo, con los dnimos ain encen- didos de pasién, continudbamos nucstras discusiones en- tremescladas de terribles propdsitos y sonoras carcaja- das, galopando por et reino de la quimera y de los sue- ivamente a El 11 de noviembre de 1914 hace su idltimo examen susiversitario, Es ef momento en que definitivamente re- ssuelve su eleccién entre la carrera cientifica y la actividad revolucioneria, Ast culmino el segundo periodo de la vida de Gramsci: la ctapa de su formacién cultural. Durante la guerra, la actividad politica de Gramsci aumenta on intensidad. En la practica ya es wn “revolu- cionario profesional.” Es redactor del Grido del popolo, semanario socialista de Turin; muy activo en la agrupa- cién, multiplica sus contactos con los obreros de las fa~ bricas. Al desfoudarse, con la guerra, la IT Internacio- nal, busca conocer, a través de publicaciones ilegales en MW todos los idiomas, las posiciones de Lenin y los bolchevi- ques. Alconso, asi, a captar la importancia de las confe~ rencias de Zimmerwald y de Kienthal, donde precisamen- 42 danzé Lenin la consigna de la transformacién de la gue- rra imperialista en guerra civil. Educa a los cwadros obreros turineses en la polémica contra el reformismo y ré- Pidamente se convierte en el mds querido de los dirigentes socialistas de Turin. “Le rodean los jévenes y se le acer- con los obreros més inteligentes y activos, y no sdlo so- cialistas, sino anorquistas y catdlicos. Su lugar de trabajo en la organizacion obrera citadina y ta bohardilla donde habita, comienzan a convertirse en la Meca de un peregri- naje ininterrumpido. De tal forma que, cuando en julio de Ipl? se personan en Turin dos representantes del Go- bierno de Kerenski, los mencheviques Goldenberg y Smirnov, fueron recibidos por una grandiosa manifesta- cién de apoyo a Lenin. ¥ en agosto del mismo afio, luego de la fallida insureccién de los obreros turineses, donde en cinco dias de lucha armada cayeron quinientos traba~ dores, Gramsci es elegido secretario de la agrupacién de Turin. Asi completa su experiencia préctica de revoluci nario y organizador, que ume a la madura formulacién del onélisis de la sociedad italiana +y de Ia lines de lucha ¥ que acentica cada ves més su polémica de enfrentamien- to con la direccién del Partido Socialista, Es decir, llega a L’Ordine nuovo. Con la publicacién de L’Ordine nuovo —gue se inicié el IP de mayo de 191p— se cierra el periodo de la forma- cidn de Gramsci y se abre el de su plena madurez. “Cuan do en el mes de abril de 1910 decidimos entre tres 9 cua~ tro, o cinco (nuestras discusiones y deliberaciones deben existir asin, porque fueron recopiladas y transcritas en magnificas copias, particularmente las orales; isi, sefio- rest, las orales... ;para la historia!), sniciar la publica- cién de la revista LiOrdine nuovo, ninguno de nosotros ~—0 quisds ninguno— pensaba en cambiar la faz del mun- do, ni en transformar el cerebro ni el corazdn de Ia huma- 12 nidad, ni en abrir un nuevo ciclo en la historia, Nadie de nosotros —quiads nadie, aunque alguno fantaseaba so- bre seis mil suscriptores en unos cuantos meses— acari- claba ilusiones doradas sobre el buen éxito de la empresa. sQuicnes éramos?, squé representébamos? xDe qué nue- va palabra éramos portadores? ; Ay de mi! El tnico sen- fimiento que nos unia en nuestras juntas era el suscitedo por la difusa pasién por una vaga cultura proletaria; que- riamos hacer, hacer, hacer. Nos sentiamos angustiados bor falta de orientocién, inmersos en la agitada vida de aquellos dias que sucedieron al armisticio, cuando pare- ria inminente Ia hecatombe de la sociedad italiano. ;Ay de mi! La tinica palabra nueva que se suscité en las reu- niones fue acallada.” La palabra nueva era la de los consejos de fébrica, es decir, ia de la bisqueda por descubrir las formas origi- nales, italianas, del poder obrero: Ia fibra de acere de nuestra revolucion. ¥ habia sido sofocada por la pres cia de Tasca que, en cambio, concebia wna “revista de ¢ tura abstracts, de informacién abstracta.” De ahi la necesidad de un golpe de Estado a la redaccién que debia hacer de L'Ordine nuovo el periédico de los consejos de fébrica. “Togliatti y yo urdimos el golpe de Estado a la redaccién: el problema de las comisiones internas fue ex- Plicitemente planteado en el niimero siete de la revisto: ta noche antes de escribir ef articulo hablamos explicado al compaiiero Terracini su contenido y él nos manifest su plena conformidad en lo tebrico y en lo préctico. El articulo, con la conformidad de Terracini y la colaboracién de Togliatti, tuv0 un éxito imprevisto. Togliatti, Terra- cini y yo fuimos invitados a celebrar conversaciones en Jos cireulos educacionales, en las asambleas de fébrica; Jas comisiones internas nos invitaron a discutir en rewsio- nes vestringidas sobre créditos y cobranzas. “Continuamos. FL programa de desarrollo de tas co- misiones internas Uega o ser ef problema central, se con- vierte en lo cidear de L’Ordine nuovo; se planteaba como 13 el problema fundamental de ta revolucién obrera, era el problema de la «libertad» proletaria. L'Ordine nuovo, para nosotros y para quienes nos seguian, se convirtid en el éperiédo de los consejos de fébrica»: los obreros —y esto podiamos afirmarlo— querian los consejos de fabri- ¢a. 8¥ por qué los obreros se apasionaban por L’Ordine nuovo? Porgue en los articulos del periédico se encontra- ban a si mismos, vetan reflejado lo mejor de si; porque sentian que los articulos del periddico insinuaban su mis mo espirity intimo de busqueda. ”zCémo pudimos legar a ser independientes? ¢Cémo pudimos alcanzar a ser nosotros mismos? Porque los articulos de L'Ordine nuo~ Yo mo cran fria ornamenta intelectual, sino que surgian de nuestra discusién con los mejores obreros, porque re- flejaban los sentimientos, la voluntad, la verdadera fa- sidn de la clase obrera turinesa que hablan sido provoca- dos y puestos a prueba por nosotros; porque los escritos de L’Ordine nuovo cran casi como elevantar acta» de los acontecimientos reales, vistos como momentos del proceso de intima independisaciin y expresin de st por parte de la clase obrera. Por eso los obreros qucrian a L’Ordine nuovo.” De tal modo, 1Ordine nuovo se convirtié en el cen- tro del movimiento obrero turings, su gufa y sostén en la gran huelga de abril de 1920, durante la ocupacién de las fabricas en septiembre de 1920 y en la fracasada huelga de abril de 1921. En el curso de estos aiius se acentuaron, cada ves mas, sus polémicas con la direccién det Partido Socialista ~masimalistas y charlatanes por un lado y reformistas por el otro—, y se elaboré un programa que se situé como base de la renovacién del Partido Socialista Italiano. Este es ya un programa comunista y el mismo Lenin lo sefalaba como el tinico que correspondia a los principi de la IIT Internacional, “En io que respecta al Partido Socialista Haliano, el IT Congreso de ta LI Internacional considera sustancialmente justa la critica al Partido y las 14 propuestas précticas publicadas en la revista L’Ordine nuovo del 8 de mayo de 1920 coma propuestas al Conse- jo nacional del Partido Socialista Italiano en nombre de la seccién turinesa de dicho Partido, propuestas que corres- Ponden plenamente a todos los requisitos fundamentales de la III Internacional. El If Congreso de la HI Interna- cional invits, por consiguiente, al Portido Socialista Ita- Fiano, a convocar @ wn Congreso Extraordinario del Par- tido ‘para examinar tales propuesias y las decisiones de Jos dos congresos de la Internacional Comunista, @ fin de rectificar la linea del Partido y de depurarle —y, sobre todo, a su grupo parlamentario— de los clementos no co- munistas.” La suerte de la eritica gramsciana al Partido Soc lista y el fracaso de todas las tenlativas por st renova- cidn interna inevitablemente tentan que desemibocar en la fundacién de wn nuevo Partido, leninista y auténticamente revolucionario, el Partido Comunista. Esto sucedié, como es sabido, em Liorna el 21 de enero de 1921. - Pero al igual que L'Ordine nuovo nacid inicialmente sobre la base de wn compromise, que cn parte lo paraliz. el nucco Partido nace wnido al ala maximalista de Bo) diga que, de momento, no le permite ejercitar plenamente ss funcién, La lucha contra Bordiga y su tendencia con- ‘cluye solamente en el III Congreso, habido en Lione en enero de 1926. Mientras tanto, el I Congreso del Partido Comunista Italiono, celebrado en marzo de 1922, decide cnviar a Gramsci « Mosct en calidad de representante del Parti- do en la Internacional Comunista,. Ahi termina usa de las elapas més intensas ¥ creadoras de Ia actividad de Grams- Gis la de los “consejos” y la de ta creacién del nuevo Partido de la clase obrera, y comicnza un periodo, no me- nos importante, de experiencias internacionales. Gramsci perinanece en Mosc hasta la primavera de 1923. asistié al IV Congreso de la Internacional, que condend la tendencia sectoria y dogmética de Bordiga; 15 obtuvo una experiencia profunda del nuevo Estado so- cialista y del Partido Bolchevique, canocid a la mayoria de los dirigentes de la revolucién. En esta época conoce ¥ se casa con Giulia Schucht, con la que tiene dos hijos, Delio y Giuliano. En la primavera de 1923 se traslada a Viena, desde donde seguir mejor le evolucién de la si- tuacidn italiana. Sugiere el titulo det nuevo periédico det Partido, L’Unita, que inicia su publicacién ei 12 de febre- ro de 3924. El titulo es ya un programa y lo explica en wna carta enviada desde Viena: “...La clase obrera, el Partido de Ja clase obrera, no podrén Uevar a cabo su tarea histérica si mo ponen por dclonte, si no tienen el acierto de asestar sun golpe mortal al fascismo; no podrén plantearse la edi- ficacién de un corden nuevo», de un Estado obrero, sino sabemos conguistar y conservar como el bien supremo, la unidad. Unidad dela clase obrera en torne al Partido, unidad de los obreros y de los campesinos, unidad det Norte y del Mediodia, wtidad de todo el pueblo italiano en lo lucha contra el fascisino.” En las elecciones politicas de abril de 1924, Gramsci es elegido diputado. Regresa a Italia y vuelve a su pucs- to de trabajo y de lucha. Dio el primer golpe al bordi- guismo en lo conferencia ilegal del Partido celebrada en Como, en mayo del mismo afio; gana at Partido para ef conocimiento de la naturalesa de clase del fascismo, plan- tea Ia politica de unidad de todas las fuerzas progresivas contra el fascismo. Porticipa activamente en las reunio- nes del Aventino, es decir, del grupo de diputados de di- versos corrientes politicas que, después del asesinato de Matteotti, se rehusan volver a la Cdmara. Sostiene la necesidad de la huelga general politica y de la transforma cién del Aventino en el nico Parlamento legal, en “An- teparlamento”, y se esfuerza por ampliar la base del Postido absorbiendo a los elementos de la fraccién inter- nacionalista del Partido Socialiste Italiano; toma contacto con otras fuerzas politicas +, entre tanto, prepara al Par- 16 ido para el paso o Ia ilegalidad. En realidad, el 3 de enc- ro de 1925 Mussolini anunciard las leyes de excepcién, La actividad de Gramsci continiia febrilmente en L'Unita, en ef Parlamento —donde vuelve a entrar des- pués de las manifestaciones de inpotencia det Aventino— xy sobre todo en las organisaciones del Partido, en cada fabvica, en cada lugar de trabajo. En ese periodo se pre- para el III Congreso del Partido, que se celebra clandes- Hnamente en Lione en enero de 1926. Las tesis elaboradas y aprobadas en este Congreso —las famosas “tesis de Lio- ‘ne"— marcaron la derrota definitiva del bordiguismo y constituyeron la plataforma de la politica ulterior del Par- tide Comunista, Haliano. La noche del 8 de noviembre de 1926, Gramsci es arrestado por la policia fascista. Concluye asi el intenso perlodo de su lucha directa contra el fascismo y for crear un gran frente tinico antifascista. Comiensa desde ese mo- mento su peregrinaje de cércel en cércel, primero en es- pera del proceso, nego para cumplir Ia condena. El pro- ceso se inicia el 28 de mayo de 1928 y se cierra el 4 de junio con la condena de Gramsci a 20 aitos, 4 meses ¥ 5 thas de prisién, Es ef tltimo periodo de ta vida de Grams- ci, que concluye con su muerte. Condenado a morir len tamente por las penalidades de la vide cercelaria —él, ‘ya tan débil y minado en lo fisico—, apartado de la rea- Tidad + de la vida politica, disponiendo de pocos libros revistas, dedica algunos afios a te meditecién, o le cons- truccién de ese monumento del pensomiento, su obra Los cuadernos de la circel. Primero estuvo en la cdrcel de Turin, luego en Civi- tavecchia », por siltimo, cuando estaba moribunda, en sna clinica de Formia. Murié el 27 de abril de 1937 en ls cli- nica Quisisana, de Roma, uta semana después de que, debido a condonaciones y annistios, acababa de cumplir ts condena. Editor Riuniti Ww PRIMERA PARTE La formacién de tos intelectuales El Partido Comunista El funcionarismo, Capitulo 1 La formacién de ios intelectuales 2Son los intelectuales un grupo social auténomo e in- dependiente, o todos tos grupos sociales tienen sus pro- pias categorias de intelectuales especializados? T pro- blema es complejo por las diversas formas que ha asumido hasta ahora el proceso histérico real de Ta formacién de has distintas categorias intelectuales. Las mis importantes de esas formas son dos: Primera) Todo grupo social que surge sobre la base original de una funcién esencial en el mundo de la pro- duccién econémica, establece junto a él, orginicamente, uno o més tipos de intelectuales que le dan homogeneidad no s6lo en el campo econémico, sino también en el so- cial y en el politico, El empresario capitalista crea con- sigo al técnico de la industria, al docto en economia poli- tica, al organizador de una nueva cultura, de un nuevo derecho. Es preciso sefialar que el empresario representa un producto social superior, caracterizado ya por cierta capacidad dirigente y técnica, es decir, intelectual. Ade- mis de en su esfera de actividad ¢ iniciativas, debe po- seer determinados conocimientos técnicos en alguna otra, al menos en la mds préxima a la produccién econdmica. Debe ser un organizador de masas, organizador de la “‘confianza” de los inversionistas en su administracién, de los compradores de su mercancia, etcétera. Si no todos los empresarios, si un micleo selecto, re- 2. querido por la necesidad de establezer las condiciones més favorables para la expansién de su clase, debe poser tuna aptitud adecuada de organizador de Ta sociedad en general, desde sus multiples instituciones de servicios hasta el organisino estatal. Y en todo caso, tiene que te- ner la suficiencia para seleccionar y elegir a los “encar- gados” o empleados especislizados a quienes confiar esta actividad organizadora de las relaciones generales al mar- gen de la administracién. Se puede observar que las acti- vidades de los intelectuales “organicos”!* que toda clase nueva establece consigo y que forma a To largo de su desarrollo progresivo son, por lo demés, “especializa- ciones”” de los aspectos parciales de la actividad primaria del nuevo tipo social surgido de Ia nueva clase. También el sefior feudal? posela una competencia téc- nica especial: la militar; la crisis del feudalismo se inicia desde el momento en que la aristocracia pierde el mono- polio de la capacidad técnico-militar, Pero la formacién de los intelectuiales en el mundo feudal —y en el clasico que le precedié— precisa de un examen particular, ya © Mientras no se especifique lo contrario, todas las notes son del editor italiano. 1 E1 “intelectual orgénico” es otro de los conceptos funda rentses orgiaaioe por rams. Th IntlectialoFrsnico em zegin sus propias palabras, ol que emerge “sobre el terreno a Snigencias de tuna funcisn ‘ecesaria en el campo de la produe- ‘idm econémica”. Asi, por ejemplo, el empresario capitoista crea consigo al téenico de Ta industria. ete. A su vex, el obraro insti- fuye sl organizador sindical, sl revolucionario profesional yy también, a orgenizadores de una nueva cultura, etcétera. 2 De feudo, Eran Tlamados “feudsles” Tos bienes concedides por el rey 0 por loz grandes sefcres a sus fieles, en pago de los servicios prestados de carter militar. En el foudo, el sefor tenia todos los poderes, El feudo se caructerizaba, también, por lun tipo particular de economia que buscaba produeir en sus dominios todo lo que le era necesario. Por eso, los inteccambios feran limitadisimos, y los campesinos se hallaban_indisoluble Iente ligados a la tierra que cultivaban, on condicién de siervos de Ta geba. El sistema feudal se difundis en Europa, por los franceses, en el siglo vin, y_ silo fue definitivamente barrido por la via de la revolucién burguess, 22 que su aparicién y desarrollo se producen por caminos y medios que han de estudiarse concretamente, Es de advertir que la masa de los campesinos, aunque cjerce una funcién necesaria en Ia esfera de la produccién, no crea intelectuates propios, orginicos, y no asimila nin- giin tipo de intelectuales tradicionales, a pesar de que otros grupos sociales extrajeron muchos de sus intelec- tuales de esa misma masa campesina y de que la mayoria de los inttelectuiales tradicionales son de origen campesino. Sequida) Yin Ia historia, todo grupo social “funda- mental” ® que brota como expresién de la nueva estruc- tura en desarrollo —la que a su vez surge de las prece- dentes estructuras econémicas— ha encontrado, hasta ahora, las categorias intelectuales preexistentes, que mas bien se mostraban como representantes de una continui- dad histérica ininterrumpida hasta para las mds compli- cadas y radicales transformaciones de las formas sociales ¥ politicas. La mis tipica de estas categorias de intelectuales ts la de los eclesiisticos. Esta categoria monopoliz6 por Ia go tiempo —toda una fase histérica simbolizada en parte! por este monopolio— algunas actividades importantes: la ideologia religiosa 0 sea, la filosofia, y la ciencia de la época, y con ellas la escuela, Ia ensefianza, la moral, la jus- ticia, la beneficencia, etc. La categoria de los eclesidsticos se puede considerar la jerarquia intelectual orgdnica- ‘mente ligada a la primitiva aristocracia de la tierra y es- taba juridicamente equiparada con ella, repartiéndose el ercicio de la propiedad feudal y el disfrute de tos pri- vilegios estatales enlazados a la propiedad. Pero el mo- nopolio de la supraestructura por parte de los eclesidsticos __* Esenciales son los grupos de la sociedad (dases) que his- térleamente se encuentran en disposicién de asumir el Poder ¥ la direccién de las otras clases, como, por ejemplo, Ta burgue= ‘ia y el proletarlado, + El Medievo, es decir, el periodo que ve, aproximadamente, desde Ia caida del Imperio Romano (476 d. de C.) hasta el des ‘utbrimiento de América en 1492 23 no estaba exento de Iuchas y limitaciones; por eso sur- gieron en variadas y concretas formas de investigacién y estudio otras categorias adecuadas y de mayor volumen, para reforzar el poder central del monarca hasta el abso- lutismo. Asi comienza a formarse la aristocracia de la toga, con sus propios privilegios y jerarquias de admi nistradores, cientificos, teéricos, filésofos no eclesiast cos, etcétera® Como estas diversas categorias de intelectuales tradi- cionales se sentian con espiritu de cuerpo, la histori de su cualificacién se mantavo ininterrumpida, colocan- dose de por si en posicién auténoma ¢ independiente del grupo social dominante, Esta auto-posicién tuvo conse- cuencias, y de largo alcance, en el campo ideolégico y politico. Toda la filosofia idealista se puede relacionar facilmente con este supuesto asumido por el conjunto so- cial de los intelectuales, y tal postura puede definirnos también el significado de utopia social que orillé a los intelectuales a creerse independientes, auténomos, reves- tidos de propia representacién.t Sin embargo hay que advertir que si el Papa y los altos jerarcas de la Iglesia se estiman mis ligados a Cristo y a los apéstoles que a Jos senadores Agnelli y Benni,* no pasa lo mismo con Gentile y Croce, tomemos por caso. Especialmente Croce, se siente estrechamente Los juristas y los sbogados. © Gramsci se retiere al establecimiento de una cultura Inica {no eclestistica) surgido en conexién con Ia formacién y des- arrollo de la monarquia absoluta on Europa, el reino de Fede- Fico I y los seforfos en Italia y en funcién de las necesidades ‘administrativas, diplométicas y de otro orden, mas bien que de las exigencias del prestigio cultural de las Cortes. 1 La relacién entre la utopia, que hace a los intelectuales reese independientes de la clase dominante, y Ia concepcién dealista, esti en el hecho de que, segin tales concepciones, ce el pensamiento, la idea, lo que crea la realidad, y no vice 8 Dos de entre los principales exponentes del capitalismo Haliano, accionistas, respectivamente, de la FIAT y de In Monte- eatin, 24 ligado a Aristételes y a Platén y no oculta, sino al con- trario, su ligazén con los senadores Agnelli y Benni, y ahi es donde hay que buscar las caracteristicas mis re levantes de la filosofia de Croce® ¢Cuales son los “méximos” limites de la acepcién de intelectual? zPuede hallarse un criterio undnime para caracterizar las diversas y dispares actividades intelec- tuales distinguiéndolas, al propio tiempo y en esencia, de las correspondientes a’ otros grupos sociales? Me parece que el error de método mas extendido es haber buscado esta estimacién de lo diferencial en lo intrinseco de la Jabor intelectual, ef lugar de situarla en el conjunto del sistema de relaciones en ef que ellos —y por consiguien- te los grupos que les personifican— vienen a unirse al complejo general de las relaciones sociales. Ciertamente, por ejemplo, el trabajador o proletario no se caracteriza especificamente por su labor manual o mecénica si su trabajo no se sitda en determinadas condiciones y rela- ciones sociales (aparte de la consideracién de gue no, existe trabajo que sea puramente fisico; de donde se. desprende que la expresién de Taylor? sobre “el gorila amaestrado” es una metifora para indicar un limite en determinada direccién. En cualquier trabajo fisico, aun en el mas mecinico y descalificado, existe un minimo de calidad técnica, un minimo de actividad intelectual crea- dora). Ya se’ hizo observar que los empresarios, por su misma funcién, deben tener, en cierta medida, una serie de cualidades de tipo intelectual, pero su persona A propisito de esta frase, Croce desmintié que hubiera conocido a Agnelli y a Benni. Pero evidentemente que Gramsci no alude @ una relacién fisica o material, sino al hecho de que Croce habia vertido al terreno de la cultura las exigencias econémicas y politicas del gran capital italiano en una deter minada fase de su desarrollo, 30 Federik Taylor (1856-1915), ingeniero norteamericano, fun- dador de la organi cientifica del trabajo, tendente a au- mentar la productividad mediante una explotacién mis racional dol trabajo de los obreros y algunas innovaciones en el sistema de Produecién. 25 Yidad social no esti definida por estas cualidades, sino por las relaciones sociales generales, que precisamente ca- racterizan sii posicién de empresario en la industria, Por consiguieute, podria decitse que todos los hom- bres son intelectuales, pero que no todos tienen en la sociedad la funcién de intelectuales."* Cuando se establece el distingo entre intelectuales y no intelectuales, en realidad se est haciendo mencién al inmediato ejercicio social de 1a categoria profesional de los intelectuales; es decir, se considera ta-direccién en que recae el mayor volumen de la actividad profesional si se produce en energia intelectual o en esfuerzo nervio~ muscular. Esto significa que si bien se puede hablar de intelectuales, no podemos referirnos a no intelectuales, porque el no intelectual no existe. Pero la relacién entre el esfuerzo de trabajo intelectual-cerebral y el muscular- nervioso, no es siempre uniforme, ya que se presentan diversas calidades de ocupacién intelectual. No existe hu- mana facultad de obrar de tn que quepa excluir toda in- tervencién intelectual; no se puede separar Phono faber del homo sapiens.!? En fin, todos los hombres, al mar- gen de su profesién, manifiestan alguna actividad inte- leetual, y ya sea como fildsofo, artista u hombre de gusto, participa de una concepcién del mundo, observa una con- secuente Tinea de conducta moral y, por consiguiente, contribuye a mantener o a modificar un concepto uni- versal, a suscitar nuevas ideas. Por tanto, el problema de crear un nuevo tipo de in- telectual radica en desarrollar criticamente la manifesta- cidn intelectual —que en todos, en cierto grado de evo- lucid, existe— modificando su relacién con el esfuerzo muscular-nervioso en un nuevo equilibrio, consiguiendo 11 Asi, puede sueeder que en alguna ocasién se tercie el freirse uno un par de huevos o cosorse un desgarrén de Ia cha- fqucia, lo que no signifiea que so sea cocinero o sastve 12 Literalmente womo fabbro (el forjador) simboliza el tra bajo manual, y uomo sapiente (el sabio), significa la actividad intblectual. 26 que éste, como elemento de actividad practica general que Tenueva perpetuamente el mundo fisico y social, se con- ierta en ef fundamento de una nueva e integral concep- cién del mundo. El ipo tradicional de intelectual se con- fiere vulgarmente al literato, al filésofo, al artista, Por €s0, los periodistas que se creen escritores, fildsofos 0 artistas se consideran también verdaderos intelectuales. En la vida moderna, la educacién técnica estrechamente conectada al trabajo industrial, aun el mas primario y descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de in- telectual.! _ Sobre este principio ha trabajado el semanario L’Or- dine muovo orientado a desarrollar ciertas formas del nuevo intelectualismo y 2 determinar conceptos nuevos, y €1 hecho de que el planteamiento corresponda a necesida- des latentes y a la evolucién dle las formas de vida actual, ha sido ano de los motivos que explican su éxito. E] modo de ser del nuevo intelectual no puede consistir ya en la elocuencia como motor externo y momentineo de afectos ¥ pasiones, sino en enlazarse activamente en la vida praé- tica como constructor, organizador y persuasor constante —pero no por orador— y, con todo, remontandose por encima del espiritu abstracto matemdtico; de la técnica- trabajo se llega a la técnica-ciencia y a la concepcién humanistica-histérica sin la cual se es “especialista”, pero hho se es “dirigente” (especialista ++ politico). Se establecen asi, histéricamente, las categorias de intelectuales especializados para el ejercicio de su fun- 1 pr me oy Un ova, set técnica, es decir, cientifico-téenica, sea la base de la ensefianza, sb tp Ia snc Cran! ne ile ete ut ai, Cis faa oP SE aoa a Bete Beene oe cn sae A Seale a Sila te Se sep aes Satan aterm fealete x M'pagie: ort Baty adel SEES onl Htc a7 cién; se integran conectadas a todos los grupos sociales y, especialmente, a los més importantes, donde experi- ‘mentan singular, fuerte y compleja formacién vinculados al grupo social dominante. Una de las caracteristicas so- bresalientes de todo grupo en desarrollo hacia el poder es su lucha por conquistar y asimilar la ideologia del intelectual tradicional, y esto se produce con mayor rapi- dez y eficacia cuando el grupo dado, pronta y simulténea- mente, crea sus propios intelectuales organicos. El enorme desarrollo —considerado en el sentido més amplio— adquirido por el movimiento y la organizacién escolar en la sociedad que surge de la época medieval, de- nota la importancia que en el mundo moderno asumieron Jas categorias y las funciones intelectuales; indica cémo se ha buscado profundizar y ampliar la intelectualidad de cada individu y también maltiplicar las especializacio- nes, perfeccionandolas, De esto se derivan las instituciones escolares de diversos grados y los organismos para pro- mover en todo campo de ciencias y téenicas la llamada “cultura superior”. La escuela es el instrumento de preparaciin de inte- lectuales cle diversas categorfas. Fl conjtnto de la labor intelectual en los distintos Estados se pucde apreciar, ob- jetivamente, por la cantidad de escuelas especializadas y Ja jerarquizacién de que gozan. Cuanto mds extensa es el “Grea” escolar y abundantes los “grados superiores” de ensefianza de un Estado determinado, mis vigorosa es su esfera cultural y su sociabilidad. A semejanza, po- demos referirnos al campo de la técnica industrial. Y ve~ mos que la industrializacién de un pais se estima por sus instalaciones para la fabricacién de maquinas herra- mientas y por su fabricacién de instrumentos y equipos de precisin, El pais que dispone de la mejor instalacién para la fabricacién de instrumentos para los gabinetes de experimentacién cientifica y para construir aparatos de comprobacidn de tales instrumentos, puede decirse que es el mis completo en la esfera técnico-industrial, el de ma- 28 | yor sociabilidad. Asi ocurre en la preparacién de los intelectuales y en las escuelas a tal fin; escuelas ¢ insti- tutos de alta cultura son semejantes, En esta materia tampoco se puede desligar la canti- dad de la calidad: a la preparacién técnico-cultural mas elevada no puede dejar de corresponder la amplisima difusién de la instruccién primaria y la suma solicitud para favorecer al maximo a los grados intermedios. Natu- ralmente, que la necesidad de establecer la base més vasta posible de seleccidn y formacién de intelectuales de ca- lificacién superior, 3 decir, de dar una estructura de- mocratica a la cultura y técnica superiores, no deja de tener inconvenientes, pues, como sucede de hecho en toda sociedad moderna, se crea, de ese modo, la posibilidad de grandes crisis de desocupacién, entre las capas medias intelectuales. . Es de advertir, que la formacién de los estamentos intelectuales en a realidad concreta no se produce en un terreno democrético abstracto, sino conforme a procesos histéricos tradicionales muy precisos. Se crean por lax capas que tradicionalmente “producen” intelectuales y que son las mismas que habitualmente se especializan en el “ahorro”, 0 sea, la pequefia y la media burguesia del campo y algunos estratos de las de la ciudad, La variada distribucién de los diferentes tipos de escuelas —clisicas y profesionales— en el terreno “econémico” y las dife- entes aspiraciones de las varias categorias de estas ca- pas, determinan 0 conforman la produccién de las mil- tiples ramas de especializacién intelectual. Asi, en Italia, la burguesia rural presenta, especialmente, funcionarios estatales y profesionales, mientras la burguesia citadina procura técnicos para la industria. Por eso, en el norte de Italia se forman, singularmente, los técnicos, y con similar particularidad, en’ el sur los funcionarios y los profesionales. La relacién entre los intelectuales y la esfera de la Produccién no es inmediata, como sucede con los grupos sociales fundamentales, pero es’ “mediata", y en dife- 29 rente escala, en toda la trama social, en el conjunto de la supraestructura de la que, precisamente, los intelectuales son funcionatios. Se podria estimar lo “organico” de las Gistintas capas de intelectuales, su mayor 0 menor co- nexién con un grupo social basico, fijando una gradua- ciéu de las funciones y de la supraestructura desde abajo hiacia arriba, desde Ia base estructural hasta Jo alto. De momento, se pueden establecer dos grandes “‘capas” su- praestructurales: la llamada, por asi decir, “sociedad ci- vil”, que abarca al conjunto de organismos vulgarnente denominados “privados” y la “sociedad politica o Esta- do”, que corresponde a Ia funcién “hegeménica” que el grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad y al “po- der de mando directo” que se manifiesta en el Estado y en el gobierno “‘juridico”.*® Estas funciones son, precisamente, organizativas y de conexién. Los intelectuales son los “empleados” del grupo dominante a quienes se les encomienda Jas tareas sub- alternas en la hegemonia social y en el gobierno politico; es decir, en el consenso “espontineo” otorgado por las grandes’ masas de la poblacién a la directriz marcada 2 la vida social por el grupo basico dominante, consenso que surge, “histéricamente”, del prestigio —y por tanto, 48 Encontramos formulado, de modo sintético y_sumamente dlaro, uno de los. pensamientos os més” importantes, ‘1 de la dictadura (dominio) y hegemonfa (direccién intelectual ¥ moral), entre coercién y consenso, Toda clase, para afirmar Ju poder, debe ejercer Ja dictadura sobre las clases antagénicas, pero al mismo tiempo debe asegurarse Ta direecién de Tas clases F copas eocinles yoo antagénieas. La relacién entre aquellas dos Zatidades, ambas esenciales y connaturales, con la realidad del poder y el Estado, no se manifiesten por Grameci de modo Rbotracto, ex decir, de una ver, por todas. Esa relaciin se deter- mina hisiSricamente segin ln situacién objetiva, estados de fuer- Tay ete. Queda, sin embargo, como cierto, que ninguna de las es enlidades es eliminable al menos hasta que desaparezca el Extado— y que la entidad consenso es no sélo fundamental, ‘no. Indispensable para la conguista del poder y su manteni- iento y robustecimiento para la construcclén de una socleda ueva, Ei pensamiento gramaciano eonstituye un desarrollo orl- Binal de la doctrina Teninista de la alianza de clases. 30 de la confianza— originado por el grupo prevalente por su posiciin y su papel en el mundo de la produccién; y en el aparato coercitivo estatal, que asegura “legalmen- te” la disciplina de los grupos activa o pasivamente en “desacuerdo”, instituido no obstante para toda la socie- dad en previsién de momentos de crisis de mando y de direccién, cuando el consenso espontineo declina, Este planteamiento del problema presenta una gran amplitud del concepto de intelectual, pero solo asi es posible llegar a una concrecién aproximada de la rea- lidad. Este modo de proyectar la cuestién choca con los Prejuicios de casta, Es verdad que la propia labor orga~ nizativa de la hegemonia social y del dominio estatal dan lugar a una cierta divisién del trabajo y, por consiguien- te, a toda una graduacién de calificaciones, de alguna de cuyas matizaciones estin ausentes las atribuciones orga- nizativas y directivas, ya que en el aparato de direccion social y estatal existe toda una serie de empleos de ca- ricter ‘manual y especializado, de sistema y no de con- cepto, de subalternos, uo de jefes o funcionarios. Pero, evidentemente, estas distinciones son necesarias, como se precisaré, también, hacer algunas otras. De hecho, la ac- tividad intelectual debe diferenciarse en grados, también desde el punto de vista intrinseco, pues tal graduacién, en momentos decisivos, ofrece una verdadera diferencia cualitativa en si, A los escalones superiores habrin de levarse a 1o creadores en las diversas ciencias, en la filo- sofia, en las artes, etc., y a los inferiores, a los mas modestos administradores y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, acumulada.?* La categoria de los intelectuales, entendida de este modo, se ha extendido en forma inaudita en el mundo mo- 30 En este caso, la organizacién militar se presenta también como modelo de este conjunto de graduaciones: oficiales sub- alternos, oficiales superiores, Hstado Mayor; sin olvidar a las cla- sea de tropa, cuya importancia real es mucho mayor de lo que se piensa. Es de notar que todor estos escalones se sienten afianzedos, no derng. En el sistema social democritico burgués se han creado imponentes masas de intelectuales que 0 se jus- tifican solamente para la atencidn de las necesidades de la produccién, sino también para las exigencias politicas del grupo biisico dominante, De aqui la concepcién Joria- na del trabajador improductivo!™ (gpero improductivo con referencia a qué y @ cull modo de produccién?), la que podria disculparse, en parte, si se toma en cuenta a ese niicleo que saca el mayor provecho de su posicién asig- nindose grandes ingresos sobre la renta nacional. La or- ganizacién de la masa ha nivelado a los individuos en su calificactén y psicologia, determinando los mismos fend- menos que en las demis masas uniformadas: 1a conct- rrencia, que plantea la necesidad de la organizacién pro- fesional de defensa de sus intereses, la desocupacién, la superproduccién escolar, la emigracién, etc. Pluralidad de situaciones de los intelectuales urbanos y rurales Los intelectuales de tipo urbano se encuentran enla- zados'* a ‘a industria ¥ wnidos a su suerte. Su tarea puede compararse a la de los oficiales subalternos del ejérci no tienen ninguna iniciativa auténoma en la elaboracién y plancamiento de la produccién; relacionan, articulan a sr BL concept de trabajador improductivo se expone, entre coca eset coray dt exmomie patties de Lain, publieala Se iieo yy lucge reeditada, Segin Loria, trabajadores improduc Goa aon los poctas, los ildsofos, eocultores, escritores de todo foes médicos, abogados, profesores, ete, quienes entran en pugna fan lon propietarins capitalistas, ya que éstos desearian sumentar SI'atmero de disponibles a su servicio para pagurles mencs, fhientres que a aguéllos les interes lo controrio, Es una de fontas extravagancias de Loria. 38 Junto la que vive, 3 la masa de trabajadores especializados"* con el empresa- rio, preparan la ejecucién inmediata del plan de produc- cién establecide pat el Estado Mayor de Ja industria, y controtan las fases laborales elementales. El promedio de los intelectuales urbanos se encuentra, por Io geueral, en situacién muy uniforme; el resto se confunde cada vez mis con el verdadero Estado Mayor industrial. Los intelectuales tipo rural son, en su mayoria, “tradi- cionales”, ligados a la poblacién campesina y a la peque- fia burguesia de la ciudad (particularmente de las pe- quefias) atin no atendidas y puestas en movimiento por el sistema capitalista. Abogados, notarios, etc., relacionan a la masa aldeana con la administracién estatal o local, Jugando, por tanto, un gran papel politico-social, ya que la actividad mediadora profesional dificilmente puede ca- recer de la correspondiente relacién politica. En otras palabras, en la campifia, el intelectual —ya sea sacerdote, abogado, maestro, notario o médico— goza de un nivel de vida diferente, cuando no superior, al del aldeang medio, razén por la cual representan el modelo social en la aspiracién aldeana a salir de su condicién, mejorandola. El campesino anhela siempre que por lo menos uno de sus hijos llegue a ser intelectual —especialmente Je agra~ da el sacerdocio—; es decir, que se convierta en sefior, elevando asi el rango social de la familia y facilitindole Ja vida econémica por la influencia, que no dejard de te- ner, cerca de los demés seffores. La actitud del aldeano hacia el intelectual es doble y contradictoria: admira la posicién social del intelectual y del empleado estatal en 28 Las observaciones de Gramsci, vélidas, en general, en el perfodo en que las escribi6, se amplian ahora. Estos intelectuales asumen, en la actualidad, nuevas funeiones y no sélo téenicas, siuo de organizacién de la voluntad de los obreros en apoyo a Is direceién administrativa de la empresa a fin de aumentar la productividad (beneficias, en el régimen eapltalista) confor- me al ejemplo que presentan los téenicos fabriles en los Estados Unidos. Su influencia politica directa sobre los obreros puede ser observada en nuestros dias, LA FORMACION — 33 general; sin embargo, a veces, fingen despreciarla, 0 sea, que su admiracién encierra rasgos parciales de envidia a. No se entender& nada de la vida colectiva aldeana ni de los gérmenes y fermentos de desarrollo que con- tienen, si no se toma en consideracién, si no se estudia en conereto y no se profundiza sobre la influencia que sobre ellos ejercen los intelectuales. HI desarrollo orgé- nico de la masa aldeana est ligado, hasta cierto punto al movimiento de los intelectuales, en el que se inspira. Los intelectuales urbanos son un caso distinto, Los téenicos de fabrica no cumplen ninguna misibn politica sobre el conjunto de trabajadores especializados, ya que, en definitiva, tal funcién correspondié a fases ya supe- radas, ¥ en ocasiones sucede lo contrario: que la masa Ge trabajadores calificados, y aunque sea a través de sus propios intclectuales organicos, ejerce influencia politica sobre los técnicos, Como cuestién esencial del problema se presenta la diferenciacién entre intelectuales como categoria orgé- nica de cada grupo social bisico ¢ intelectuales como ¢ca~ tegoria tradicional, sobre cuya distincién emanan multitud de problemas y posibilidades de investigacién histérica. Desde el Angulo relacionado con el partido politico moderno, la cuestién mas interesante es la que atafie a su verdadero origen, a su forma y desarrollo. Qué de- pendencia tiene el partido politico con el problema de los intelectuales? Es preciso tener presente algunas considera- ciones, En primer lugar, para algunos grupos sociales, el partido politico no es mis que el modo peculiar de crear su propia categoria de intelectuales orginicos —y asi se forman, y no pueden por menos de hacerlo dadas las caracteristicas y condiciones generales del surgimiento, vida y desarrollo del grupo social determinado— en el campo politico y filoséfico y no en el de la téenica de pro- duccién.2 Y, luego, porque el partido politico, para cual- ramsei se refiere aqui a Ia clase trabajadora, quien, 2 través de su partido crea sus proplos intelectuales ‘orgénicos. 34 quier grupo, es justamente el mecanismo que en la sociedad civil cumple similar funcién a la mas vasta y sintetizada que practica el Estado en la sociedad politica. Es decir, procura la soldadura entre los intelectuales or- ganicos dei grupo dominante y los intelectuales tradicio- rales; y el partido cumple esta misién subordinada a la esencial de preparar a sus componentes, elementos de tun grupo social que nace y se desarrolla en lo econémico, hasta convertirlos en intelectuales politicamente calif dos, en dirigentes y organizadores de toda clase de ac- tividades y funciones inherentes a la evolucién orgénica de la sociedad, en lo civil y en lo politico, De tal forma, puede decirse que, en su Ambito, el partido politico rea a su misién mas completa y orgdnicamente que, en una esfera més amplia. cumple el Estado la suya. Un in- telectual que entra a participar en el partido politico de tun especifico grupo social, se integra a los intelectuales orgénicos del mismo, se conecta estrechamente al grupo, 16 que no sucede con la participacién en el medio estatal més que relativamente, salvo en algunas ocasiones. De ahi, que muchos intelectuales piensan que son el Estado, cre- encia que, dada la masa imponente de la categoria, ha adguirido en ocasiones notoriedad y creado especiales complicaciones al grupo econémico bisico que realmente es el Estado La consideracién de que todos Jos miembros del par- tido politica deben ser estimados como intelectuales, es algo que quiz4 se preste a motivo de burla y de ridfculo, pero, si se reflexiona, nada mis exacto que esta afir. "Ea el campo de Is téenica de produccién —afiade Gran.sel en tuna nots— se forman los estratos que podriamos decir equlvalen 1 Ins clases de tropa del ejército, © sea, los trabajadores callfl- eades o especializados de la cludad y, mejor atin, los medieros y colonos en él campo.” 3 Gramsci slude a las contradicciones que, en ocastones, pueden surnlr entre determinados politicos que dirigen ofc mente el Estado y la fuerza econémica, pero los que, en re dad, son agentes 0, como dice frocuentemente Gramsci, em- leados, 35 macién, Podrin haber diferencias graduales, y, sin em- argo, lo importante no es el mayor o menor’ volumen de mis o menos alta graduacién en la composicién del Partido, sino su funcién directiva y organizativa, educa- tiva, es decir, intelectual. Un comerciante no ingresa en el partido politico para comerciar, ni un industrial para fabricar mas y a menor costo, o el campesino para apren- der nuevos métodos de cultivo de la tierra, aunque algu- nos aspectos de las exigencias del comerciante, industrial © campesino pueda satisfacerlas el partido politico, Para estas exigencias, dentro de ciertos limites, estin los sin- dicatos profesionales, donde las actividades econémico- corporativas del comerciante, el industrial y el campesino encuentran el marco adecuado. En el partido politico, los componentes del grupo social econémico superan esta Preocupacién de su desarrollo histérico y se transforman en agentes de actividades generales de caracter nacional ¢ internacional. Esta funcién del partido politico se apre- Gia mejor después de hacer un anilisis histérico concreto del modo en que se desarrollan las categorias orgénicas y tradicionales de los intelectuales, tanto en el terreno de jos diferentes aconteceres histéricos nacionales como en la evolucién de los distintos grupos sociales més impor- tantes en el cuadro de los diversos paises, especialmente de los grupos cuya vida econémica se basa fundamental- ‘mente en el ‘trabajo especializado. 36 i i - Capitulo 2 El Partido Comunista A partir de Sorel! se ha convertido en lugar comin el referirse a la primitiva comunidad cristiana para con- ceptuar tl movimiento proletario moderno. Con frecuen- cia se dice que Sorel no es de ninguna manera responsa- ble de Ia sordiclez y groseria espiritual de sus admiradores italianos,? como tampoco Carlos Marx es responsable de Jos supwestos absurilos ideoldgicos de los “marxistas”* Sorel, en el campo de la investigacién histérica, es un “inventor”; y no puede ser imitado, pues no pone al Ser- io de sus presuntos discipulos un método que en todo momento —y por todos— se pueda aplicar mecinicamen- te en la consecucién de resultados venturosos. v > Giorgio Sorel (1847-192). Peviodista. y propagandista litico francts. Fue el principal. teérico del sindicalisme aren hist, quien vein en el sindicato el tnley instruments. deta Ticha’‘de clases on Jn helen general el smn tonantentet para abstis el poder burgués e6tico, de ia violencia es cont derado entre lov Tevisionisas de iequierda del mortisie oral igual que muchos de elles, mostrabs simpatian pet tas eoriont des llsarreaccionarias de" derecha; incluso, fue antigcinia! hae Auenetd ta corciente sindicalisa en Walia’ y, purticuinementer s Antonio Labrcin ya Benito Musi 2 Imaginamos que Gramsci se relive al propio Benito Mu- ssolini ya" los demas exponentes del fascism, que se does rtrd de Sorel creer Sin duda que Gramsci alude a las deformaciones trivia- Jes con’ las que la corriente, mecanieisa y° detereinite ial Positiviano Babia adulterado. el tarxismo en Tealin, Tos, tras halos de Achille Loria 3, em clerta media, los de Enrica Flint son" tipicos elemplos de ‘esas Geformacones, Grama deaies 37 Para Sorel —como para li doctrina marxista— el cristianismo representa una revolucién que ha legado a ‘sus ltimas consecuencias, hasta la creacién de un nuevo y original sistema de relaciones morales, juridicas, filo- séficas, artisticas.* Asumir estos resultados como esque- mas ideologicos de todas las revoluciones, he abi la burda y poco inteligente traicién de la intuicién histérica Soreliana, que s6lo puede originar investigaciones hist6ri- cas sobre los “gérmenes” que “deben existir” de una ci- vilizacién proletaria, si es verdad —como es verdad para Sorel— que la revolucién proletaria ¢s inmanente en el seno de la sociedad industrial moderna; y si es verdad que, también, de ella surgira una conducta original de vi- da y un sistema de relaciones absolutamente nuevo, ca- racteristico de Ia clase revolucionaria. {Qué significado puede tener, por consiguiente, la afirmacién de que, a di- ferencia de los primeros cristianos, los obreros no son castos, no son sobrios, no son originales en sus modos de vida? muchos comentarios, impregaades de sareasrao polémico, 9 las tonterfas seudocientifieas de Loria y sus imitadores. Parte de tzles comentarios, y bajo el titulo de El lorianismo, estin reco- gidos en el libro Gli intellettuali e Yorganizenzione della cul- tera. Asi, entre otros: “En el prefacio a la primera edicién de tuna de las principales obras: «cientificass de Loria, donde habla de sus recapitulaciones a l¢ Universidad de Siena y de las im- Dresiones susclladas ‘entre el pbtico académico por Ia exposi- cién de sus sobre l desarrollo dé’ [a’civilizacién...; los montafieses, ‘moralmente més puros ¥ ante mds Fobustos, triplican Tas consonantes»; la gente de la Usnure, en cambio (y del agus, si se trata de poblaciones que como la veneciana viven al nivel del mar), ademés de moralmente depravada esté de- generada fisieamente y no Wega siquiera a eduplicarlas». Loria recurre al «testimonio de la propia coneienciay y afirma que cuando enferma él no acierta a pedir a la exmsrera ni uma cim- ple taza de caldo.” 4 Gramsel interpreta aqui, ampliamente, los juicios de Marx y do Engels sobre. el cristianismo. 38 } i i Aparte de las generalidades de aficionados ignoran- tes —segiin las cuales los “obreros metaliirgicos turine- ses” se transformarin y mezclarén con esa amalgama de brutos que cada dia comen pollo asado; se emborrachan por la noche en los prostibulos; no aman a la familia; buscan en el cinematégrafo y en la imitacién simiesca de las costumbres burguesas la satisfacccién de sus ideales de belleza y vida moral—* fuera de estas gencralidades ignorantes y pueriles, tal afirmacién no puede, de nin- gin modo, convertirse en supuesto de un juicio hist6ri- co. En el orden del conocimiento histérico, eqaivaldria a esta otra afinmacién: puesto que los modemos cristianos comen pollos, van de mujeres, se emborrachan, levantan falsos testimonios, son adilteros, etc., es una leyenda que existieran, los ascetas, los martires, los santos. En suma, todo fendmeno histérico debe ser estudia- do por sus caracteristicas peculiares en el cuadro de la actualidad real, como desarrollo de la libertad que se ma- nifiesta en la finalidad, en las instituciones, en formas que no pueden ser confundidas y parangonadas en abso- luto —a no ser metaféricamente— con la finalidad, las instituciones, as formas de:lo8:fenémenos histéricos pa- sados.? Toda revolucién que como la cristiana y la comunista 5 Puede verse que la propaianda antiobrera de Ia primera posguerra utilizaba argumentoy muy similares a los que sobre ¢l particular us en la segunda, Bastard recordar el tema del “Lambrette” hecho suyo nada menos que por el presidente del Consejo, De Gasperi, y 1a nota bene sobre la “avider derme- dida por ei placer” que Plo XIN atribuye al proletariado ita iano. @Gramsei confirma aqui su historicismo absoluto, es decir, 1 concepto de que todo fenémeno hay que relacionarlo con las condiciones histérieas concretas en que se origina, Por consi- guiente, todo parangén entre fenémenos histéricos sucedidos fen épocas distintas sélo puede tener un yalor simbélico; este es el caso de la comparacin entre cristianismo y comunismo, Engels, en su Introduccién a la obra de Carlos Marx La Luchi ie lates en Francia trata de tn aspecto parcial de ese paren- 39 se realiza —y sélo puede realizarse— mediante la mis profunda agitacién de las amplias masas populares, ha de quebrar y destruir el sistema existente de organizacién social. ;Quién puede imaginar y prever las consecuen- cias inmediatas que provocard la aparicidn en el campo de la destruccién y de la creacién histéricas de determi- nadas multitudes que hoy no tienen libre albedrio y po- der? Porque jams tuvieron “libre albedrio y poder”, pro- curaran ver materializados en todo acto piblico y priva- do el libre albedrio y poder conquistado; encontraran todo lo existente misteriosamente hostil y querrin des- truirlo en ta raiz. Y precisamente por lo que de inmenso, impredicitle y de libertad ilimitada entrafia la revolu- cién, gquién puede arriesgar ni una simple hipétesis so- bre los sentimientos, las pasiones, iniciativas y virtudes que se forjarin en tal fragua al rojo vivo? Lo que hoy existe y vemos, gqué transformaciones podré sufrir, al margen de nuestro deseo y conviecién? Cada dia de tan intensa vida, zno representaré una revolucién? La trans- formacién en las conciencias individuales, por cuanto se produzcan simultineamente sobre las mas amplias masas populares, zno dard resultados creadores dificilmente imaginables? Partiendo de nuestras observaciones actuales no puede preverse nada en relacién a la vida moral y los sentimientos. Hoy solo nos es posible comprobar ya, como’ factor constante, un sentimiento, caracteristico de Ja clase trabajadora, que es el de la solidaridad, Pero la intensidad y la fuerza de tal sentimiento tinicamente nos permite estimarlo como sustentacién, durante un perfodo de tiempo, de la voluntad de la clase a resistir y a sacrifi- carse, cosa que nos ayuda a conmensurar el relativo éxito que alcanza la escasa capacidad de previsin histérica po- pular. Pero en el periodo de la creacién revolucionaria y del establecimiento de la nueva sociedad, tales intensi- dad y fuerza no podrin valorar el sentimiento como mar- 40 t co de la voluntad histérica, porque entonces seré posible sefialar limites a la resistencia y el sacrificio, dado que el enemigo a combatir y a vencer ya no estar fuera del proletariado, ya no sera un poder fisico externo, limitado ¥ controlable, sino que estar en el mismo proletariado, en su ignorancia, en su dejadez, en su densa impenetra~ bilidad a la intuicién; cuando la dialéctica de la lucha de clases se produzca en lo intimo y en cada conciencia, el hombre nuevo debera, en todo momento, combatir las “Gdeas de la burguesia” en acecho. Por eso, el sindicato obrero, organismo que realix y disciptina la solidaridad proletaria, no puede ser motivo y base de previsiones para el porvenir de la civilizacién; no contiene elementos de desarrollo para la libertad, y esta destinado a sufrir transformaciones radicales a con- secuencia del desarrollo general: esta determinado, no es determinante.? El movimiento’ proletario tiende, en su fase actual, a realizar una revolucién en la orgauizacién de las cosas materiales y de las fuerzas fisicas; sus rasgos caracteris- ticos no pueden ser los sentimientos y pasiones difundi- dos en la masa y que apuntalan su voluntad; los rasgos caracteristicos de la revolucién proletaria sélo pueden but carse en el Partido de 1a clase obrera, en el Partido Co- munista, que existe y se desarrolla por cuanto es la orga- nizacién disciptinada de la decisién de fundar un Estado, de proporcionar una sistematizacién proletaria a la orde- nacién de las fuerzas fisicas existentes y de sentar las bases de fa libertad popular. El Partido Comunista es, en la época actual, la tinica nstitucién que puede conipararse con la comunidad reli- giosa det cristianismo primitivo; en los limites en que el Partido existe ya en escala internacional, cabe intentar * Gramaci intuye y prevé en este cuadro, movido y grandio- su, las dificultades, Ia lucha, las contradicciones dela propia revolucién socialisia, Las referencias al sindicato son, una vez més observaciones polémicas contra las congesiones al “sindica- Varo revoluctanario.” Al tun parangén, y establecer un sistema de opiniones, entre los militantes por el reino de Dios y los militantes por el reino del Hombre. El comunista no es, por cierto, infer or al cristiano de tas catacumbas. Fl fin inefable que el cristiano presentaba a sus adalides es, por su tun gestivo misterio, una justificacién plena al heroismo, la sed de martirio, a la santidad; no es necesario entrar a enjuiciar tas grandes fuerzas humanas del eardcter.y Ja voluntad para suscitar el espiritu de sactificio, de quien cree en el premio celestial y en Ia eterna beatitud. El Obrero comunista, que después de ocho horas de trabajo en a Fabrica durante semanas, meses y afios, trabaja de. Sinteresadamente otras ocho horas para el Partido, para el sindicato, para la cooperativa es —desde el puto de vista de la historia del hombre— més grande que el eselavo ¥ Que el artesano que desafiaban tos peligros para acu. dir a la cita clandestina de la oracién, Del mismo modo, Rosa Laxemburgo y Carlos Lieble nechtS son més grandes que los mas grandes santos de Cristo. Precisamente porque el objetivo de su rnilitancia €8 concreto, humano, limitado, los luchadores de la clase obrera son ms grandes que los.combatientes de Dies: les fucrzas morales que sostienen su disposicién son tante més descomunales cuanto mis definido se encucntra ef objetivo que mueve a la voluntad, El obrero que al pie de stu. méquina repite durante re Eales pat csc po Guam BMH» Cas ete ean iota oda omorinn rete a Penal oun ast om 1 oe Sho TE aad, i nay Ss dn Sie al gn lia pl ana liticos. Detenida en Alemania, en 1913, ereé con ‘Liebenecht el son metas Maton Bi eb ac eee at rep crinan 2 oy ee Liebknecht, hijo de Guillermo —uno de los fundadores y ditt. scien ade Gulley toe fn» ti Soi Se har eres 42 ocho horas al dia el movimiento de su trabajo, monétono como el desgrane de las cuentas del rosario, cuando sea el “dominador”, cuando Megue el momento en que cons- tituya la medida de los valores sociales zqué fuerzas de expansién no podrén adquirir sus sentimientos? El mis- ‘mo hecho de que el obrero consiga incluso pensar, a pe- sar de estar reducido a obrar sin saber el cémo y el por- qué de su actividad prictica, ¢no es un milagro? Este milagro del obrero que diariamente conquista su propia autonomia eépiritual, la propia libertad de construir en el orden de las ideas, luchando contra la fatiga, coutra el tedio del ademn que tiende a mecanizarle y, por tanto, 4 matar su vida interior, este milagro se organiza en el Partido Comunista, en la voluntad de lucha y de crea- cidn revolucionaria que se manifiesta en el Partido Comu- nista. El obrero tiene en la fbrica una n ejecutiva. No sigue el proceso general del trabajo y de la produccién; no es punto que se mueve para crear una li- nea: es un alfiler clavado en un lugar determinado, y Ia linea resulta de la sucesién de alfileres que una voluntad extrafia ha colocado en orden para sus propios intereses. El obrero tiende a flevar este su modo de ser a todos los Ambitos de su vida; en todo se acopla facilmente a la mi- sién de ejecutor material, de “masa” guiada por una vo- Tuntad ajena a la suya; es desidioso en to intelectual, no sabe y no quiere prever nada que no sea lo inmediato; ca- rece de criterio en la eleccidn de sus jefes y se deja enga- fiar f4cilmente por promesas; quiere creer en que pueda conseguir algo sin gran esfuerzo por su parte y sin tener que pensar demasiado. El Partido Comunista es el instrumento y la forma histérica del proceso de la intima liberacién mediante a cual, el obrero, de efecutor se transforma en iniciador, de masa se convierte en dirigente y guia, de brazo pasa a ser cerebro y voluntad. La formacién en el Partido Co- munista posibilita adquirir el gérmen de libertad que ten- 43 dra su desarrollo y plena expansién luego de que el Es- tado obrero haya organizado las necesarias condiciones materiales. El esclavo o artesano del mundo clisico del “conécete a ti mismo’ llevaba al cabo su liberacién trando a formar parte de una comunidad cristiana donde, concretamente, se sentia ser el igual, el hermano, por aquello de ser hijos de un mismo padre; y el obrero, lo hhace integrandose en el Partido Comunisia, donde cola- bora en “descubrir” y en “idear” originales ‘modos de da, donde colabora “voluntariamente” en la actividad del mundo, donde piensa, prevé, tiene una responsabilidad Y es organizador ademas de organizado, donde se siente constituir en Ja vanguardia que marcha hacia adelante, arrastrando tras de sia las masas populares. El Partido Comunista se ha reyelado, también, como a forma particular de organizacién para la revolucién proletaria. Ninguna revolucién del pasado ha conocido los partidos; nacieron después de la revolucién burguesa ¥ se corrompieron en el campo de 1a democracia parla- mentaria, También en este terreno se ha comprobado la idea marxista de que el capitalismo crea fuerzas que no puede censeguir dominar. Los partidos democriticos ser- vian para destacar hombres politicos de valor y hacerlos triunfar en la concurrencia politica, Hoy los hombres del Gobierno son impuestos por la banca, por los grandes diarios y las asociaciones industriales; los partidos se han descompuesto en una multiplicidad de cliques personales. El Partido Comunista, surgiendo de las cenizas del Par- tido Socialista, repudia sus origenes democrticos y par- lamentarios y revela sus caracteristicas esenciales, origi- nales en la historia: las reflejadas en la revolucién rusa, 9 Es una de las razones a que recurre el marxismo en su critica al sistema capitalista, Recordamos que en el Manifiesto se firma que Is burguesia, por sus mismas necesidades, ha creado las fuerzas que la conducirin a su desaparicién: “los obreros modernos, los proletaries"; y en otro lugar compara a Ja burguesia con el incauto “aprendiz de brujo” que evocaba poderes que luego no podia controlar. 44 t que es la revolucién realizada por los hombres organiza- dos en el-Partido Comunista y que en el Partido se han creado una nueva personalidad, han adquitido sentimien- tos nuevos y conseguido los beneficios de una vida tnoral que propende a conyertirse en conciencia universal y ob- jetivo para todos los hombres. IL Los partidos politicos son el reflejo y.la nomenclatu- ra de las clases sociales.! Surgen, se desarrollan, entran en crisis y se renuevan conforme los diversos estratos de las clases sociales en Iucha sufren desplazamientos de real alcance histérico, ven transformadas radicalmente sus condiciones de existencia y desarrollo y adquieren un ma- yor y més claro conocimiento de si y de sus vitales inte- reses. En el actual periodo histérico, y a consecuéncia de la guerra imperialista —que ha modificado profundamen- te la estructura del mecanismo nacional e internacional de la produceién y del cambio— se ha hecho caracteris- tica la rapidez con que se produce el proceso de disocia- cién de los partidos politicos tradicionales nacidos en ef terreno de la democracia parlamentaria, y del surgir de nuevas organizaciones politicas. Este proceso general obe- dece a tna logica interna, implacable, derivada del des- membramiento de las viejas clases y de las viejas jerar- quias, y por los vertiginosos cambios de una posicién a otra de estratos enteros de la poblacién en todo el territo- rio del Estado y, a menudo, en todo el campo del domi- nio capitalista. ‘Asimismo, las clases sociales histéricamente mas tar- dias y perezosas en el proceso de diferenciacién, como Ta de los campesinos, no escapan a la accién enérgica de los 10 Es decir, que, en el campo politico, expresan Ja existen~ cia real de las clases, En este sentido, aungue histéricamente le burguesia puede diferenciarse en varios partidos, éstos siempre expresan sus intereses frente a los partidos obreros. 45 reactivos que disuelven el cuerpo social. Cuanto mis len- tas y tardias se manifestaron en el pasado, con més cele- ridad quieren hoy llegar a la derivacién, dialécticamente extrema, de la lucha de clases, a la guerra civil.y a la manumisién de las relaciones econémicas. En Italia, y en el espacio de dos afios, habjamos vis- to aparecer, como de la nada, un potente partido de la clase campesina, el Partido Popular" que, al surgir, pre- tendia representar los intereses econémicos y las aspira- ciones politicas de todas las capas sociales del campo, desde los nobles Intifundistas a In burguesia media agra 11 El Partido Popular fue un partido de inspiraeién catélica que, por obra prineipalmente de Luigi Sturzo y con la aproba- eién del Vaticano, surgid en junio de 1919. Gramsci lo consi- deré el partido de los campesinos, cuando la tarea del Partido Popular era la de organizr a las masas del campo sustrayéndo- Jas a Ya Influencia del socialismo. Gramsci observé un Juiclo ex- cesivamente optimists sobre este partido, al punto de escribir: “La constitucién del Partido Popular tiene, gran importancla y significado en Ia historia de la nacién italiana, Con él, ef pro- sces0 de renovacién eepiritual del pueblo italiane —qulen ab- jura del catoliseismo, Io supera y escapa del dominio del mito eligioso— crea una cultura y funda su aceién histérlea —so- tbre motives humanos— y sus fuorzas reales —inmanentes y ‘operantes— en el mismo seno de la sociedad: asume una forma orginica y encarna difusamente entre lag grandes masas.” (L’ Ordine nuovo, 1° de noviembre de 1919). Pero en el trabajo que nos ocupa el juicio ya es mbs preciso, y coincide sustancialmen- te oon las correctas consideraciones —iuego de las lecciones de Ja experlencla— de Ruggero Grieco, quien especif mente la funcidn de instrumento y esenciolmente conservadora desarrollada por el Partido Popular, cuando dice: “Za politica def Partido Popular, también —y especialmente en el problema agratio— fue equivoca, retoreida, Procuré no sbandonsr a las masas campesinay en su lucha por la tiorra; las impuls6 a la 1u- hs beto lo hizo pare, on af uo del movimiento, edlar en me; jores condici Paralizarlas, lo que, resulta una actitud bastante mas hébil de la del que adopta una posieién —decl- Gidamente contraproducente— de hostilidad hacia el movimiento de Jos campesinos por la tierra. Téctica anéloga la hemos visto adoptar también, en estos aios, por ol nuevo Partido Demécrata- cristiano.” (‘"Trentanni di vita e di lotte del PCI", Quaderni di Rinascita, nim. 2, pags, 52-53.) 46 ria; desde ot pequefio propietario al arrendatario, y del aparcero al campesino pobre. Vimos al Partido Popular conquistar casi cien puestos en los encafios del Parlamen- to, en un bloque donde prevalectan, en lo absoluto, los representantes de la nobleza latifundista, de los grandes propietarios de bosaues, de los grandes y medios duefios de fundos y una exigua minoria de los de la poblacién campesina. Percibimos la pronta iniciacién en el Partido Popular —y su ripida evolucién convulsiva— de la lucha interna de tendencias, reflejo de las diferencias que se producfan en la primitiva masa electoraf; las grandes ma- sas de pequefios propietarios y de campesinos pobres no querian seguir siendo masa de maniobra en beneficio de fos grandes y medianos latifundistas, Bajo su enérgica presién, el Partido Popular se dividié en alas derecha, centro ¢ izquierda y vimos, por consiguiente —ante la presién de los campesinos pobres—, a la extrema izquier- da popular orientarse por el camino revolucionario y com- petir con el Partido: Socialista, convertido también en re- Presentante de vastisimas masas campesinas. Pudimos apreciar la descomposicién del Partido Po- pular, cuyos fraccién parlamentaria y Comité Central ya tno representaban los intereses y la conciencia de si ad- quitida por las masas electorales, nia las fuerzas organi- zadas en los sindicatos blancos; representaban, en cam- bio, a los extremistas a ultranza que no querian perder el control ni podfan evitar tal contingencia con ta accién le- gal en el Parlemento, y, por consiguiente, se velan obli- gados a recurrir a la lucha violenta y a auspiciar nuevas instituciones politicas de gobierno, El mismo proceso — rdpida organizacién y rapidisima disociacisn— se produ- ce en Las demas corrientes“politicas que quieren repre- sentar los intereses de los campesinos y las asociaciones de excombatientes. Es el reflejo de la formidable crisis interna que atraviesa la campifia italiana, y se manifies- ta en las gigantescas huelgas de Italia septentrional y cen- tral,en la invasién y reparto de los latifundios pulleses, 47 en Ios asaltos a los castillos feudales y en la aparicién, en la ciudad de Sicilia, de centenares y milllares de cam- pesinos armados. Esta profunda agitaci6n de las clases campesinas sacude hasta sus cimientos el andamiaje del Estada parla~ entario-democritico, El capitalismo, como fuerza po- litica, queda reducido a tas asociaciones sindicales de propietarios de fAbricas; ya no cuenta con un partido Politico que ideolégimente abarque las capas pequefiobur- guesas de la ciudad y del campo y le permita, por tanto, persistir como Estado de amplia base legal. Ei capitalis- mo se ve constreffido a contar con s6to la representacién politica en los grandes rotativos (400 mil ejemplares de tirada, mil electores) y en ef Senado;"? éste, inmume coma institucién a las acciones y realizaciones de las gran- des masas populares, pero sin autoridad y prestigio en el pais. Por esta raz6n, la fuerza politica del capitalisma tiende a identificarse cada vez mas con las altas jerar- quias militares, con la Guardia real, con los miiltiples aventureros que desde el armisticio pululan y aspiran —mos contra otros— a convetirse en los Karniloy’ los Bonaparte" italianos, motivo por el cual fa fuerza politica del capitalismo no es hoy practicable mis que com el golpe de Estado militar y con la tentativa de im- poner una férrea dictadura nacionalista que empuje a la 12 Es sabido que, segtin el estatuto slbertino, e] Senado no era un cuerpe de formacién elective, sino de’ nombramiento real 4s E1 general ruso Kacnilov, quien en septiembre de 1917 se lanzb eon'sus tropas contra Potrogrado —sede del Gobierno pro- visfonal ruso.constituido después de la revolucion— para res- {aura el poder del zarismo. 14 Aqui, Gramsci se reflere no a Napoledn I, sino a Napo- Jen TH, quien conquisté el poder en Francia con un golpe de mano el 2 de diciembre de W51. En sus obras El dieciocho. brux mario de Luis Bonaparte y en ii 1848 in Germania © in Francia (Revolucién y Contrarrevolucién, Editorial Grijalbo, Méxic D. F. Coleceiin 70, mim. 1} Marc demuestra cdmo “las cireuns- tancios pueden reservar a un personaje mediocre y grotesco. (Bo- naparte) el papel de héroo.” 48 embrutecida masa italiana a restaurae la economia con el saqueo armado a los paises vecinos.1* Exhausta y gastada la burguesia como clase dirigente, con la impotencia del capitalismo como modo de produc- cién y de cambio, y no enistiendo en la clase campesina una fuerza politica homogénea capaz de crear wn Estado, la clase obrera esté llamada intelectualmente por la histo- ria a asumir la responsabilidad de clase dirigente. Sélo i proletariado es capaz de crear un Estado fuerte y te- mido, porque tiene un programa de reconstruccién eco- némica> el comunismo, que encuentra sus necesariat premisas y condiciones en la fase de desarrollo alcanza- da por el capitalismo con la guerra imperialista de 1914- 1918. Solo ei proletariado puede, buscando un nuevo dr- gano de Derecho publica, el sistema de los Soviets, dar forma dindmica a la fluida y ardiente masa social y res- taurar un orden en ef desenvolvimiento general de las fnerzas productivas. Es natural, y se justifica histérica- mente, que en un periodo como cl actual se plantee el, problema de la formacién del Partido Comunista, ex presin de la vanguardia proletaria con conciencia de su misién histérica, que establecera las nuevas disposiciones ¥ que seri el iniciadar y protagonista del nuevo y origi nal periodo histérico. Tampoco el Partido Socialista, partido tradicional de la clase obrera italiana, escapa al proceso de descomposi- cién de todas las formas de asociacién, hecho caracteris- tico del periodo que atravesamns. El colosal error de los hombres que desde el estallido de la Guerra Mundial a hoy han controlado los Srganos de direccién de nues- tras asociaciones, ha sido el creer poder salvar las viejas trabazones en wna intima fusién. En verdad, el Partido Socialista Italiano no se diferencia en nada del Labour Party'® inglés. Y se asemeja por sus tradiciones, por el 15 Gramsel especifica shi la naturaleza imperialista que asu- miria aos después el fascismo. 10 E} Labour Party (Partido Laborista) es el partido social~ doméerata inglés. Aunque sus origenes se remonten ins atsis, 49 origen histérico de las diversas corrientes 96 lo comatc tuyen, por el pacto de alianza —tacito o explicito— 5 7 la Confederacién General del Trabajo (gate que on Jo i uni s; en los consejos y en todas tas, reuniones cone ee para dar poder € infuesca injustificados aos funcionarios sindicales), poe la iimitada aifong” rata concedida at grupo parlamentario (que tarin Jo i conse} t los diputados ex los congresos, en Tos has alos diputades payor impowancia un poder ¥ wa i fluencia similares a los de los ae eae, injustific ismo). Es wn conglomera injustificados asimismo) ear i y ade set de otra ma fiditos: se muieve —y no pued a i jtud; continuamente esti expuesto con deiadez y lentitud; con te ath expos, § ese en facil campo de conquista 8 cuveristas y ambiciosos sin seriedad ni capacidad af fea y por su heterogencidad y las inmumerabies <0 Mee Tue producen sus engranajes, desgastados ¥| S00 4 ddiciones de a or los intrigantes, no estd. en condic) ees ieee eh ees ys ic i contecimientos s! - folucionarias que los apremiantes a rentos si cox weiieTimmpongan, Testo explica la paradoja histérice de sae en Tealia sean Jas miagas quienes “educar™ = ¥ #7 Jan al partido de Ta clase obrera y no el Parl 4 wuia a las masas. if cause partido Socialista se dice defensor de Ja dosti marxista; deberfa, pues, tener en esta doctrina 1a tt jula para orientarse en la complejidad de tos se srvoos; Tuabria de poseet !a capacidad de Previsi ee se mage oo 0D sp gs atm at tt es Ro mer ‘programa, de caracteristicas oe «ote a primer ree baceaniets beac iar en Jae, Ee EE ue dure poeos meses, En 129 hubo eo, San mer en ey ct Wo Fated eee Imre me Tg Se iy et ets ms Sth Act 50 térica que catacteriza a los seguidores imteligentes de 1a dialéctica marxista; precisaria tener un plan géneral de accidn basado en estas previsiones historicas y estar en condiciones de lanzar a la clase ‘obrera a la tucha ton consignas claras y precisas. En cambio, el Partido So- cialista, el partido defensor del marxismno en Italia, est —tomo 41 Partido Popular, como el partido de fas clases més atrasadas de la poblacién italiana— expuesto a todad las presiones de las masas y se mueve y cambia cuando ya las masas se han desplazado y cambiado. Verdaders+ mente, este Partido Socialista que se proclama el guia y maestro de las masas no ¢s otra cosa que un pobre no- tario que registra las operaciones realizadas espontinet- mente por las masas; este pobre Partido Socialista, que se denomina a si mismo jefe de la clase trai es sino obstéculo para el ejército proletaric, Si este extraiio proceder del Partido Socialista, si esta rara condicién del partido politico de la clase obrera 0 than provoraio hasta ahora una catistrofe, se debe a que entre Ia clase obrera, en las agrupaciones urbanas del Par- tido, ent las fabricas, en los pueblos, existen grupos enér- gicos de comunistas conocedores de sit misién histérica, firmes’y diestros en la accién, capaces de educar y guiar a las masas proletarias de la localidad; se debe, también, a que, potencialmente, existe en el serio del Partido So- Galista un Partido Comunista al que no le falta sino la organizaciém explicita y la centralizacién y disciplina im- pitcitas para desarrollarse ripidamente, conquistar y re- nlovar la unién de la clase trabajadora y dar una nueva directriz a la Confederacién General del Trabajo y al movimiento cooperativa. El problema inmediato en este periodo, posterior a la lucha de los obreros metalirgicos y que precede al Congreso en el que el Partido debe asumir una actitud seria y precisa de cara a la Internacional Comunista,?* jadora, no 3 La Internacional Comunista 0 TI fnternacionat, es fun- dada, 8 propuesta de Lenin, en marzo de 1919. Ku jullo-agosto Su es, justamente, el de organizar y centrafizar a estas fuer- zas comunistas, ya existentes y operantes. El Partido So- cialista se descompone, se va deshaciendo dia a dia con una rapidez fulminante; en brevisimo lapso las tenden- clas han adquirido nuevas configuraciones; puestos frente munista, hombres y grupos se han desconcertado, se han apartado, El equivoco centrista y oportunista ha lo- grado una paste de fa direccién del Partido, ha sembrado la turbacién de animo y la confusidn en las agrupaciones. El deber de los comunistas en este descenso general de la conciencia, en este desenfreno de ruindades, de vile- zs, de descompasiciones es el de estrecharse fuertemente en grupos, afianzarse, mantenerse prestos a llevar ade- lante las consignas que sean lantadas, Los comunistas sinceros y desinteresados —sobre la base de fas tesis aprobadas por el H Congreso de la III Internacional, so- bre la base de la disciplina leal a la suprema autoridad del movimiento obrero mundial— deben desarrollar el trabajo necesario para que, en el mds breve plaza de tiempo posible, se constituyan [as fracciones comunistas det Partido Socialista Italiano, el cual, por el buen nom- bre del proletariado italiano, debe, en el Congreso de Florencia#* transformarse, de nombre y de hecho, en el Partido Comunista Italiano, Seccidn de la Internacional Comanista; para que las fracciones comunistas se cons- tittyan con un aparato directive orgénico fuertemente centralizado, con articulaciones disciplinadas en todos los 192) eetebra su ML Congreso en Mosed, y enire los principales temas que alli se trataron recordamos las cuestiones nacionales, coloniales, agrarias, ete, En él se aprobaron también las condi clones de'admisién'de los partidos socialistag en Ja Internacional Comunista, entre las que se encontroba Ja expulsién de los re- formistas de dichas partidos. E Partido Socialis i que adherido a In fe condiciones. La Ii Internaciei 38 El Congreso que se eelebré on enero de 1921, lo fue en ‘Liorna, no en Florencia. 52 lugares donde trabaja, se reune y lucha la clase trabaje- dora, con un conjunto de disposiciones ¢ instrumenios Para el control, ia accién y Ja propaganda, que las pon gan en condiciones de funcionar y de desarrollarse, ya, como un verdadero y peculiar partido, fee ___ Los comunistas, que con su energia y espiri iniciativa, han salvado del desastre a la clase obrera en Ie fucha de los metaliirgicos, deben Mevar hasta sus Ultimas consecuencias sus objetivos de accién: salvar la unién primordial —teconstruyéndola— del partido de fa clase obrera; dar el proletariado italiano el Partido Comunista que sea capaz de organizar el Estado obrero y establecer las condiciones para el advenimiento de la soci coer le la sociedad co- 33

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