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El proceso electoral en México como manifestación de un Estado democrático

de Derecho

El mismo Estado México se jacta de vivir en un auténtico estado democrático de derecho, que el
órgano encargado de la organización de los procesos electorales está apegado a la ley, es parcial
y objetivo, lo cierto es que la realidad dice otra cosa, los partidos políticos gozan de la nula
acción contra ellos por parte de esta institución permitiendo delitos electorales y actuando a
favor poniendo en el poder a un grupo de privilegiados sin importar que digan las elecciones.

Rodrigo Lara Hernández

138067

Ciudad Juárez Chihuahua 18 de Marzo del 2018


Los procesos electorales son el medio legal para debatir, las diversas ideologías y distintos

principios que los partidos políticos plantean durante las elecciones, buscando llegar al poder

público. Una de las características fundamentales de las sociedades democráticas es la

realización de elecciones libres. La actividad de los procesos electorales se trata de crear

condiciones que garanticen claridad y legitimidad en las elecciones de nuestros representantes.

Para cumplir con los fines de la democracia es necesario atender a las elecciones, al estado de

derecho, a la creación de instituciones, al respeto de las leyes, autonomía de prensa y libertad.

Para que los procesos electorales sean confiables y las autoridades y los gobernantes elegidos

mediante ellos se consideren legítimos, los procesos deben cumplir con algunos requisitos

indispensables. Deben someterse a la competencia todos los cargos en todos los niveles de poder.

Las elecciones deben poder llevarse a cabo de manera enteramente libre por los ciudadanos y

con pleno respeto a su voluntad. Se requieren reglas y condiciones que garanticen imparcialidad

y limpieza de las elecciones. El electorado debe ampliarse a toda la población adulta, sin

distinción de sexo, raza, costumbres o posición social.1

El 14 de febrero de 2014 se reforma la constitución dando origen al nacimiento de un nuevo

órgano electoral llamado Instituto Nacional Electoral (INE), siendo un organismo público

autónomo con personalidad jurídica y patrimonio propio sustituyendo al extinto Instituto Federal

Electoral (IFE). Este nuevo órgano electoral se encargaría de la organización de los procesos

electorales garantizando que se realicen con legalidad, certeza, independencia, objetividad e

imparcialidad. La realidad que se ve es que actualmente México cruza por una crisis de estado de

derecho. El principal problema que enfrenta México para lograr un estado democrático es el

insuficiente marco institucional y nula imparcialidad del mismo que solo favorece a un selecto

1
(CONEVyT, 2018)
grupo de privilegiados, negándole la posibilidad a grupos políticos con distinta ideología y

principios.

La situación que vive México en cuanto a ser un estado se puede visualizar analizando las

elecciones presidenciales desde 1988 en adelante. Primero, en las elecciones de 1988 tenemos la

primera negativa a la izquierda por parte del sistema para acceder al poder, maquinando un

fraude electoral para justificar un triunfo del PRI sobre el frente democrático nacional. En las

elecciones del 2000 el PRI pierde por vez primera la presidencia de la República después de 70

años ininterrumpidamente se gobernar el país, celebrando con ello que el sistema político había

alcanzado un auténtico estado democrático de derecho, poniendo en alto al Instituto Federal

Electoral por su garantía e imparcialidad en los procesos electorales.2

En las elecciones del 2006, un candidato de izquierda arrasaba en las preferencias y encuestas

electorales, la actuación del Instituto Federal Electoral en el proceso electoral de aquel año fue

parcial para el candidato oficialista, El IFE actuando de manera parcial, nunca realizó alguna

acción concreta por la intervención de grupos oligárquicos favoreciendo los intereses del

candidato del PAN, contribuyendo a que el candidato del PAN llegara a la presidencia sin

legitimidad, violentando con ello la legislación electoral. Existirá alternancia en los gobernantes

siempre y cuando sean de derecha, cuando aparezca un partido que amenace terminar con el

sistema de siempre, el sistema se cerrará impidiendo que este llegue al poder público aunque

gane en las elecciones.3

2
(Gómez, 2016)
3
(Gómez O. , 2016)
En cada elección de inmediato comienzan las descalificaciones y acusaciones del pueblo que vio

en los resultados el fracaso de deseo político. Las instituciones electorales no se preocupan de la

incompetencia del sistema informativo de resultados preliminares de las elecciones.

En cada elección se ve el desprecio por la legalidad, no existe la menor preocupación ante las

conductas delictivas con el propósito de la manipulación y compra del voto. Su vulneración del

principio de imparcialidad es patente cuando se observa la manera en que planifican la obra

pública, destinan los programas sociales, aprueban recursos públicos, condicionan la entrega de

apoyos y fomentan el clientelismo. El nulo respeto hacia el principio de neutralidad se deja ver

en la forma en la que exponen sus acciones y promueven sus logros, el carácter partidista que le

imprimen a sus discursos, sus insinuaciones a votar por su opción política, o el estilo empleado

en la presión a los medios de comunicación, para recibir mayor cobertura, o para magnificar la

publicidad de sus quehaceres.4

La poca lealtad hacia el orden constitucional y legal ha llevado al Estado Mexicano a ser omisos

en la legislación de problemas importantes en materia electoral, incumpliendo el congreso en su

obligación de emitir una ley sobre propaganda oficial, así, poder seguir transgrediendo el

contenido del párrafo octavo del artículo 134 de la Constitución, pues muchos gobernantes

compran ilegalmente espacios de propaganda personalizada con fondos públicos y ninguno es

reconvenido.5 La creación de políticas Públicas con tintes políticos, la inauguración de obras

públicas cuando se acercan los procesos electorales, atender las demandas civiles con objetivos

electorales, dejando a un lado la forma en que se les pueda evaluar los gastos ejercidos, todo

4
(Austillo, 2017)
5
(Gómez P. , 2017)
perfecto para atender a la población en el momento en que la obtención del mayor rédito

electoral lo determine.6

El sistema electoral como está no genera la confianza en los actores políticos para su

acatamiento, por lo que el mismo diseño institucional contribuye a generar los conflictos

poselectorales que ponen en peligro lo poco de democrático del sistema, ya que confronta a la

población y deslegitima a todas las instituciones del Estado.7

6
(Austillo, 2017)
7
(Gómez O. , 2016)

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