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Jorge Marquet
Estos genes probablemente evolucionaron para preservar a las valiosas y sabias abuelas
y otros ancianos, así como para retrasar o prevenir la aparición de personas
dependientes que podrían desviar recursos y esfuerzos lejos de la atención de los
jóvenes.
El modelo estándar de la selección natural predice que una vez que termina la era de la
reproducción, las personas mueren, y esto se debe a que la selección temprana en la vida
favorece fuertemente variantes que benefician el éxito reproductivo, incluso a costa de
consecuencias negativas más tarde en la vida, una de las razones principales por las que
envejecen casi todos los vertebrados.
Los seres humanos son una excepción a esta regla, viviendo décadas más allá de la edad
reproductiva.
Estos ancianos contribuyen a la salud de los individuos más jóvenes por el cuidado de
los nietos y también trasladándoles conocimiento cultural importante.
CD33 es un receptor que se proyecta desde la superficie de las células inmunes, donde
mantiene a raya las reacciones inmunes, previniendo el auto-ataque y reduciendo la
inflamación no deseada.
Estudios previos sugirieron que una cierta forma de CD33 suprime la acumulación del
péptido beta amiloide en el cerebro.
De esta forma, los científicos encontraron que los niveles de la variante de CD33 que
protege contra la enfermedad de Alzheimer son cuatro veces más altos en los seres
humanos que los chimpancés y hallaron variaciones humanas específicas en muchos
otros genes implicados en la prevención del deterioro cognitivo, como APOE.
La forma ancestral del gen, APOE4, es un factor de riesgo conocido para la enfermedad
de Alzheimer y la patología vascular cerebral, pero este estudio detectó que protegía de
la demencia.
Todas estas variantes genéticas protectoras están presentes en África y, por lo tanto, son
anteriores al origen de nuestra especie, un resultado que está en consonancia con el
valioso papel de las personas mayores a través de las sociedades humanas.
Ashley E. y cols., han identificado un gen que, cuando funciona adecuadamente, parece
reducir el riesgo de insuficiencia cardíaca y mejorar los resultados del tratamiento,
destacando un posible objetivo para el desarrollo de nuevos fármacos.
El gen codifica una proteína que se identificó por primera vez cuando se vio que la
forma mutada causa narcolepsia.
El cuidado de los pacientes con insuficiencia cardíaca cuesta a Estados Unidos unos
40.000 millones al año.
Por ello, Ashley, tiene la esperanza de que el nuevo hallazgo, abrirá las puertas a la
evaluación de posibles tratamientos.
El trabajo fue motivado al observar que los pacientes individuales con insuficiencia
cardíaca a menudo responden de manera diferente a los mismos tipos de intervenciones
médicas.
Se ha descubierto que algunos pacientes con insuficiencia cardíaca que reciben terapia
médica responden muy bien y su función cardíaca mejora dramáticamente con
medicamentos.
Intrigados por que sus análisis destacaron un gen cerca de la región de codificación de
la proteína del receptor de la orexina, que es conocida por estar involucrada en el
control del sueño, el apetito y la presión arterial, el equipo investigó más a fondo.
Entonces, estos expertos buscaron evidencia de que el receptor de orexina podría estar
involucrado en la función del corazón y vieron que su expresión fue mayor en el tejido
del corazón humano enfermo.
Encontraron este nuevo receptor que parecía muy prometedor y pasaron a validarlo en
otro conjunto de datos, explorando su mecanismo en modelos celulares y luego
probando el efecto en varios modelos diferentes de ratones.
Con un modelo de ratón que imita la insuficiencia cardíaca a través de niveles elevados
artificialmente de adrenalina, los investigadores examinaron el papel del receptor y la
orexina.
Estos expertos vieron que si daban orexina a los ratones con corazones defectuosos,
estos ratones mostraban mejor función cardíaca que los roedores que no recibieron la
orexina.
Los ultrasonidos de los corazones en un grupo diferente de ratones, que habían perdido
el receptor de orexina, mostraron que estos animales tenían una mayor disfunción
cardiaca diastólica, otra pista que sugería que el receptor es importante para un corazón
sano.
Explorar el papel de este receptor en el corazón podría aportar nueva información que
puede dar lugar al desarrollo de nuevas terapias.
El vínculo del receptor de orexina con la narcolepsia fue identificado en 2000 por un
grupo de investigación que incluyó a Mignot E. y cols., pero el nuevo estudio indica por
primera vez que el gen y el receptor están relacionados con la insuficiencia cardíaca.
Ashley y su equipo están dispuestos a hacer más estudios para explorar este enlace, ya
que la conexión entre el sueño y el corazón es fascinante.
Los trabajos destierran la falsa creencia de que el margen de aprendizaje de estos niños
está muy limitado por su grado global de discapacidad intelectual.
Diez E. y cols., señalan que, fruto de ese estudio, de esa radiografía comparada, se
pueden establecer ya puntos de relativa fortaleza y debilidad, que varían en función de
los síndromes, y que, además, cambian a lo largo de la vida de los afectados.
Se puede diseñar una intervención logopédica y educativa que optimice los puntos
fuertes y no encalle en los débiles.
Según los investigadores, estos puntos de fortaleza relativa deberían aprovecharse para
compensar las dificultades gramaticales y fonológicas, características del síndrome, que
limitan su expresión verbal y dan una impresión de mayor discapacidad.
En el caso de los menores con síndrome de Williams, sus capacidades hacen que tengan
un lenguaje muy parecido al de los niños sin alteraciones genéticas, así como una buena
habilidad para la música.
El síndrome de X Frágil, por su parte, presenta un perfil muy diferente a los anteriores,
ya que los niños afectados pueden ser confundidos con autistas, al tener dificultades de
socialización.
En este caso, los niños afectados atraviesan varias etapas en el aprendizaje lingüístico: a
los tres años la expresión es su punto débil, mientras a los seis o siete éste pasa a ser su
punto fuerte.