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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS


LICENCIATURA EN HISTORIA

Materia: Historiografía de México IV


Mtro. Ricardo Candia Pacheco
Presentan: Diana Romero Márquez
Diego Palacios Muñiz

HISTORIA PARA TODOS. UN ACERCAMIENTO AL PASADO NACIONAL EN DOS


NOVELAS DE JORGE IBARGÜENGOITIA.

INTRODUCCIÓN:
El escritor guanajuatense, Jorge Ibargüengoitia, nació en 1928, bajo la protección de
una familia mayoritariamente compuesta por mujeres, quienes lo adoraban y desea-
ban se convirtiera en un exitoso ingeniero: ellas habían tenido dinero, lo habían per-
dido y esperaban que él lo recuperara. En ese camino estaba cuando un día, a los
veintiún años, decidió abandonar la ingeniería para dedicarse a escribir.1 Ingreso en-
tonces a la Facultad de Filosofía y Letras, decisión que marcó el inicio de una prodi-
giosa carrera literaria.

La obra novelada de Jorge Ibargüengoitia alcanzó rápidamente la popularidad


que mantiene hasta nuestros días. No así sus creaciones teatrales, a pesar de que
el primer encuentro profesional que sostuvo con las letras fue una clase de Compo-
sición Dramática dirigida por Rodolfo Usigli, uno de los dramaturgos más conocidos
del país. El Atentado,2 que representa la coronación de los aprendizajes obtenidos
en aquellos cursos, ganó el premio de la Casa de las Américas de Cuba en 1963,

1Jorge Ibargüengoitia, “Jorge Ibargüengoitia dice de sí mismo”, en Instrucciones para vivir en Méxi-
co 1928- 1983, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1990, 328 pp.

2 Jorge Ibargüengoitia, El Atentado, 2da edición, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1980, 80 pp.

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solo un año después de concluirla, pero a decir del propio Ibargüengoitia, esta obra
le dejó dos beneficios: cerró las puertas del teatro y le abrió las de la novela.3

Más allá de las diferencias genéricas, la obra completa del autor refleja múltiples
conexiones temáticas, una de ellas es la frecuente recurrencia a la historia como eje
y núcleo narrativo. De ahí que en el presente ensayo se busque establecer un análi-
sis a nivel comparativo entre dos de sus novelas con carácter histórico: Los relám-
pagos de Agosto 4 y Los pasos de López.5

Consideramos pertinente guiar el trabajo haciendo uso del esquema (teórico-me-


todológico) de análisis para textos históricos que propone José Gaos en sus notas
sobre historiografía.6 De esta manera, buscaremos poner énfasis en seis aspectos
básicos: heurística, es decir, investigación, descubrimiento y recolección de las fuen-
tes de conocimiento de los hechos; hermenéutica, que refiere a la manera en cómo
se aborda la interpretación de los mismos; crítica, aspecto referido a fijar la autenti-
cidad de los documentos, entendiendo la palabra autenticidad en su sentido más
amplio, esto implica no solo verificar el origen y procedencia de los documentos sino
también emprender su comparación recíproca a fin de comprender el alcance de los
argumentos que se presentan, así, pues, crítica y comprensión forman entre las dos
un círculo, siempre presente en el análisis de cualquier texto historiográfico; arqui-
tectónica y etiología, pretenden poner de manifestó el modelo de edificación del rela-
to, así como las causas de los acontecimientos, y por último, la estilística, que atien-
de al lenguaje.

Cabe mencionar que estas operaciones no equivalen a pasos sucesivos sino


forman un entramado de ingredientes lógicos diferenciables que conducen, tras su
descomposición, a la captación de sentido total de la situación historiográfica, en
este caso las dos novelas de Ibargüengoitia.

3 Ibargüengoitia, Op Cit, “Jorge Ibargüengoitia dice”…, p.14.

4 Jorge Ibargüengoitia, Los relámpagos de Agosto, México, D.F, Joaquín Mortiz, Planeta Mexicana,
2005, 132 pp.

5 Jorge Ibargüengoitia, Los pasos de López, México, D.F, Joaquín Mortiz, 1987, 171 pp.

6 José Gaos, “Notas sobre historiografía”, en Álvaro Matute La teoría de la Historia en México
(1940-1968), selección y prólogo de Álvaro Matute, México, D.F, Fondo de Cultura Económica, 2015,
358 pp.

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El objetivo que persigue el análisis es doble. Por un lado, creemos que develar las
ideas inmersas en ambas novelas puede ayudarnos a pintar un primer esbozo en
torno a la idea que, derivada de su propia experiencia vital, defendió el autor sobre la
historia a lo largo de su corpus narrativo, elemento que a la postre nos remite al con-
texto más amplio, donde se fraguaron estos textos. En segundo término, pretende-
mos demostrar la viabilidad y necesidad de incorporar el análisis de obras literarias a
los estudios historiográficos, esto último a la luz de un fenómeno historiográfico más
amplio, a partir del cual justificamos la elección de ambas novelas, según se explica
a continuación.

LA NOVELA HISTÓRICA COMO DISCURSO PARAHISTORIOGRÁFICO.

Es un hecho reconocido por la crítica literaria que los orígenes de la novela histó-
rica se remontan a principios del siglo XIX, gracias a los esfuerzos del escocés Wal-
ter Scot. Su obra El Wavelet (1814),7 es señalada como el trabajo que marcó, en el
panorama de la literatura universal, una nueva manera de narración, cuyo sentido y
trasfondo precisa en ofrecer al lector una reflexión en torno a determinados hechos,
o el modo excepcional de actuación de ciertos personajes en una época pasada.

George Lukács, menciona que tras la genialidad de Scot se esconde un telón de


transformaciones político, económico y sociales producidas a raíz de la Revolución
francesa en toda Europa, mismas que hicieron posible el desarrollo de una clase es-
pecial de conciencia, donde los individuos concibieron su propia existencia como
algo históricamente condicionado. Sobre estas bases, Walter Scot apeló al pasado
como recurso para expresar sus inquietudes y preferencias políticas:

La grandeza de Scott está en íntima relación con su conservadurismo, en buena parte es-
trecho. Busca el camino medio entre los extremos y se afana en mostrar poéticamente la
realidad histórica de este camino, basándose para ello en la elaboración literaria de las
grandes crisis de la historia inglesa. […] Se afana por presentar las luchas y las oposiciones
de la historia a través de algunos personajes que en su psicología y en su destino se man-
tienen siempre como representantes de corrientes sociales y poderes históricos. […] El hé-
roe de las novelas de Scott es siempre un gentleman ingles del tipo medio… 8

7 George Lukács, La forma clásica de la novela histórica


8 Ibid, p.32

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Sin considerar a profundidad las peculiaridades teóricas inmersas en el modelo
que propone Scott, debemos subrayar que el paradigma “forma clásica de novela
histórica” desprendido de sus trabajos, actualmente es objeto de debates para los
estudiosos que abogan por la necesidad de pensar en la obligada transformación
que con el paso del tiempo se ha ido gestando dentro del ámbito literario general, al
tiempo que apuntalan hacía otra manera de entender el rol de la novela histórica.9

En este nuevo papel de la novela histórica destaca particularmente Hispanoamé-


rica, con su retorno a la historia como tema fundamental en buena parte de la pro-
ducción de la región, aproximadamente desde la década de los 70.10 No obstante
más allá de las diferencias en cuanto a clasificación por modelos, subtipos, o incluso
en la propia definición del concepto novela histórica, todas comparten ciertos rasgos
característicos:

Bajo la denominación de la novela histórica se engloban, sin embargo, novelas que solo
tiene en común el hecho de situar su acción en épocas distantes y se acogen relatos de
muy diferentes tendencias y estilos […], combinan una serie de historias imaginarias con
una serie de elementos históricos –bien documentados- y cumplen los requisitos básicos
exigidos por los eruditos: respetar la cronología y los hechos comprobados, no extralimitar-
se en las interpretaciones, crear un marco histórico consistente que no sea un simple telón
de fondo e imaginar, pero no inventar. 11

Además de estos criterios de contextualización y veracidad, lo que nos interesa


destacar aquí es otra peculiaridad de la novela histórica, presente desde las escritas
por Walter Scott hasta los últimos ejemplares hispanoamericanos o novela histórica
postmoderna: la utilización de un discurso acerca de la historia como recurso para
hablar de las condiciones, principalmente políticas, del medio en el cual se desen-
vuelven los distintos autores. Esto nos permite conectar el subgénero novela históri-
ca con el fenómeno historiográfico que se anunciaba anteriormente, y que se inscri-
be dentro de las problemáticas más apremiantes dentro de la profesión de historia-
dor actualmente. Nos referimos a la Parahistoriografía, término que como tal no

9 Ana García Herranz, sobre la novela histórica y su clasificación…

10 Angel Urías, “Ibargüengoitia”, en Ana García Herranz, Op Cit, p


11 Ana García Herranz, Op Cit, p.303

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cuenta con una definición concreta, pero alcanzó a ser ligeramente bosquejado por
el doctor Álvaro Matute Aguirre.12

El propósito del doctor Álvaro Matute al hablar sobre Parahistoriografía se centró


en dar cuenta de la conformación de distintas formas discursivas acerca del pasado.
A manera de distinción, propone que en la historiografía propiamente dicha, es decir,
la construcción de un conocimiento científico y por ello, más objetivo del pasado,
descansa la necesidad expresa del autor por escribir historia, mientras tanto, la pa-
rahistoriografía, refiere a aquellos trabajos donde la historia es utilizada para llegar a
la explicación de otra clase de fenómenos, especialmente de corte político o social.
De esta manera, cabe poner énfasis en ello: en la historiografía el objetivo por mirar
el pasado y hacer historia es un fin, no así en la parahistoriografía, donde la finalidad
de apegarse a la historia resulta ser un medio.

Aunque la novela histórica no es el único tipo de producción que se puede englo-


bar dentro de la parahistoriografía, también podemos mencionar el cine con temática
histórica, caricaturas, telenovelas, teatro a revistas de difusión, hemos de señalar
algunas generalidades del concepto que intentaremos poner de manifiesto al
desarrollar el análisis de las novelas, tomando como base el modelo de Gaos:
1. Uso de la conciencia histórica.
2. Otorgan el rango de trascendental a acontecimientos que se piensa pueden ser
significantes para la historia.
3. No hacen historia.
4. Dado que no hacen historia tampoco pueden ser considerados materiales de
divulgación histórica, pero pueden ser utilizados para tal fin, ya que por lo general
contienen un lenguaje o soporte atractivo, igual que las obras de divulgación.
5. Los mensajes no pretenden crear conciencia histórica, son políticos, económi-
cos, etc.
Teniendo en cuenta estos cinco criterios fundamentales de lo que clasificamos
como parahistoriografia, nos dirigimos ya hacía el estudio concreto de las obras en
cuestión.

12 Para una revisión parcial del concepto, Véase, Álvaro Matute Aguirre “La Revolución Mexicana y
la escritura de su historia” en Revista de la Universidad de México, Vol. XXXVI, nueva época, núme-
ro 9, enero de 1982, pp.2-6.

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MÉXICO VITUPERADO. UNA VERSIÓN DE NUESTRA HISTORIA, SEGÚN JORGE IBAR-
GÜENGOITIA.

o HEURISTICA Y HERMENÉUTICA
Los primeros puntos que abordaremos aquí, siguiendo el esquema de análisis ya
mencionado, refieren al tipo de textos que buscó Ibargüengoitia para escribir sus re-
latos (heurística), y el modo en cómo procedió a codificarlas para representar los
acontecimientos (hermenéutica). Partiremos entonces del contexto histórico en que
se tejen las novelas, pues es ahí donde se encuentran los hechos y las fuentes que
el autor interpreta, con un peculiar estilo burlesco.
La sátira, parodia e ironía son elementos frecuentemente mencionados en los es-
tudios que abordan su obra, como modos o sub-tipos narrativos dentro del género
comedia, pero el tratamiento diferenciado de estos no interesa aquí de manera parti-
cular. Lo que buscamos es poner de relieve la connotación hilarante que envuelve la
obra de Jorge Ibargüengoitia, por suponer que detrás se esconde una mordaz críti-
ca, empleada para desenmascarar las más solemnes mentiras históricas.13 Así, por
ejemplo, cuando en Los relámpagos de Agosto muestra un sin fin de maniobras ab-
surdas y situaciones cómicas, en realidad pretende desmitificar uno de los más po-
lémicos episodios en la historia contemporánea de México: el periodo post-revolu-
cionario o institucionalización de la Revolución Mexicana.
El decenio de 1920 a 1930 fue particularmente violento: múltiples asesinatos, re-
beliones militares y violaciones constitucionales se suscitaron en el país.14 A lo largo
de este lapso algunos ex militares revolucionarios escribieron memorias para dejar
huella de su participación en el evento armado, naturalmente cada participante ex-
ponía los acontecimientos según su punto de vista, por lo que muchas veces resul-
taban interpretaciones contradictorias y polémicas. Sin duda Ibargüengoitia pensaba
en estos textos antes de escribir Los Relámpagos de Agosto:

Cuando yo era chico, todos los grandes revolucionarios llegaban a un momento en


que ya no tenían nada que hacer más que escribir sus memorias para justificarse.
Las librerías estuvieron llenas, hasta hace 15 años de memorias de generales me-

13 Aidee Sanchez, Relectura para una triada de Jorge Ibargüengoitia, Discusiones de dos épocas
(1920-1960), y tradiciones literarias de Jorge Ibargüengoitia, México, Universidad Nacional Autóno-
ma de la Ciudad de México, 2014, pág.13.

14Ricardo Pérez Monfort, México entre 1927 y 1929. El intento de institucionalización y los equivo-
cos de la rebelión (Relato histórico en Los Relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia,), p. 174.

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xicanos que ellos pagaban, ellos editaban, ellos escribían y nadie compraba. Cada
uno trataba de demostrar que lo que decía el otro eran mentiras… 15

Esto explica la actitud de José Guadalupe Arroyo, protagonista ficticio en Los re-
lámpagos de Agosto, quién en las palabras preliminares a la narración, explica el
controversial trasfondo de sus memorias, escritas no solo para justificar sus accio-
nes de guerra sino para revivir viejas discusiones con otros ex militares:

[…] Nunca me hubiera atrevido a escribir estas Memorias si no fuera porque he


sido vilipendiado, vituperado y condenado al ostracismo, y menos a intitularlas Los
relámpagos de agosto (título que me parece verdaderamente soez). El único res-
ponsable del libro y del título es Jorge Ibargüengoitia, un individuo que se dice es-
critor mexicano. Sirva, sin embargo, el cartapacio que esto prologa, para deshacer
algunos malentendidos, confundir a algunos calumniadores, y poner los puntos
sobre las íes sobre lo que piensan de mi los que hayan leído las Memorias del
Gordo Artajo, las declaraciones que hizo al Heraldo de Nuevo León el malagrade-
cido de Germán Trenza… 16

La originalidad de su procedimiento heurístico y hermenéutico queda manifiesto


cuando presenta las memorias en un tono irrisorio, para contraponerse a ciertos me-
canismos del poder y de la ideología dominante que retomaba los postulados revo-
lucionarios para legitimar sus acciones. La década de los sesenta es clave al respec-
to, porque por un lado, el aparato gubernamental institucionalizó la Revolución,
como supuesta evidencia de la desaparición de antiguos problemas nacionales,
pero en la realidad las leyes no cumplían con las expectativas ciudadanas de la épo-
ca y los preceptos defendidos por diversos revolucionarios en sus planes, entre
ellos, tierra, justicia y libertad del plan de Ayala, y Sufragio Efectivo del plan de San
Luis, todavía pervivían como problemáticas latentes. En medio de tan inestable am-
biente, durante el año de 1964, que coincide con la publicación de la novela, el go-
bierno de Adolfo López Mateos preparaba los festejos del 50 aniversario de la Revo-
lución Mexicana.17

Podemos afirmar entonces que por retomar el contexto más próximo al aconteci-
miento revolucionario (década de los veinte a los treinta) y pintar un perfil irónico de

15Aidde Sanchez, Op Cit, “Relectura para una triada… pág.19-20.


16 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p. 9

17 Aidde Sanchez, Op cit, p. 16-18

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sus principales actores, Ibargüengoitia también interpreta paródicamente a la propia
Revolución, con el propósito de desacralizarla. La “Nota explicativa para los igno-
rantes en Historia de México” aclara al respecto:
Porfirio Díaz forjó, en los treinta años de su tan vituperado reinado, una casta mili-
tar y un ejército, tres o cuatro veces más numeroso que el actual […] Todo esto se
vino abajo con la Revolución Constitucionalista de 1913. Los oficiales que habían
estudiado en Francia y Alemania fueron literalmente pulverizados por un ejército
revolucionario que estaba al mando de Obregón que era agricultor; de Pancho
Villa, que era cuatrero; de Emiliano Zapata, que era peón de campo; de Venus-
tiano Carranza que era político, y no sé lo que haya sido en su vida real don Pablo
Gónzales […] Estos fueron, como quien dice, los padres de una nueva casta mili-
tar cuya preocupación entre 1915 y 1930, fue la de autoaniquilarse.18

Por su parte, Los pasos de López se ubica a principios del siglo XIX, en el México
colonial. Los hechos narrados por Ibargüengoitia en el personaje de Matías Chan-
dón, son los pasos que van dando un pequeño grupo de conspiradores criollos en el
pueblo de Cañada para llegar a independizarse de España. Se trata de una novela
pensada para dar cuenta de un suceso establecido en la conciencia histórica de los
mexicanos como “La guerra de Independencia”.

Si bien, Matías Chandón, comandante de un regimiento de dragones, es el perso-


naje encargado de narrar la historia pero no cumple el rol protagónico, como es el
caso del general José Guadalupe Arroyo en Los Relámpagos de Agosto; quien ver-
daderamente descuella en el entramado de acontecimientos es Periñón, identificado
en la realidad histórica con el célebre cura don Miguel Hidalgo.

La ruta heurística y hermenéutica trazada guarda completa semejanza con la no-


vela anterior. Mientras en Los Relámpagos de Agosto aparecen como modelo a imi-
tar las memorias escritas por los ex-militares revolucionarios, en está ocasión se to-
man como fuente de referencia los discursos acerca de la historia nacional emana-
dos por el estado en los programas escolares de formación básica, también desde
una perspectiva humorística. No es casual que el personaje central sea precisamen-
te Miguel Hidalgo, también llamado el Padre de la Patria, y quién representa a uno
de los más grandes héroes construidos por la historiografía mexicana de corte oficia-
lista:

18 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p. 141-142.

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La historia que nos han enseñado es francamente aburridísima. Está poblada de
figuras monolíticas, que pasan una eternidad diciendo la misma frase: “la paz es el
respeto al derecho ajeno”, y “vamos a matar gachupines”, “¿crees tú acaso, que
estoy en un lecho de rosas?, etcétera. Los héroes en el momento de ser aproba-
dos como tales, se convierten en hombres modelo, adoptan una trayectoria que
los lleva derecho al paredón, y adquieren un rasgo físico que hace inconfundible
su figura: una calvita, una levita, un paliacate, bigotes y sombrero ancho y un bra-
zo de menos… 19

Más adelante dice sobre la figura de Miguel Hidalgo:


Pero si la Historia de México que se enseña es aburrida, no es por culpa de los
acontecimientos que son variados y muy interesantes, sino porque a los que los
confeccionaron no les interesaba tanto presentar el pasado, como justificar el pre-
sente. El cura Hidalgo de las escuelas, en el momento en que abre la boca para
dirigirse a los fieles, ya tiene en la mente un panorama exacto de lo que va a resul-
tar del lío en que se está metiendo: un México independiente, mestizo, con expro-
piación petrolera y reforma agraria…20

De nueva cuenta, hace alusión a los preceptos revolucionarios falsamente engen-


drados por el partido en el poder desde la etapa posterior al fin de la Revolución y
hasta el año 2000 (Partido Revolucionario Institucional). Así pues, el autor quiere
romper con los hitos impuestos en las escuelas de educación básica (donde se
muestra a los personajes históricos como figuras mitológicas), ubicando al cura Hi-
dalgo y sus compañeros independentistas, en un contexto más humano.
Debemos recalcar que en ambos relatos las fuentes sirven como modelo de refe-
rencia extra-textual, destinados a crear la ilusión de veracidad histórica. Al evocar-
los, el autor las convierte en una de las estrategias fundamentales en la elaboración
de sus relatos paródicos.21 A manera de ejemplo, la visión irónica en Los Relámpa-
gos de Agosto presentada en la voz narradora de José Guadalupe Arroyo, se ali-
menta específicamente de dos ejemplares: Ocho kilómetros en campaña del general
Álvaro Obregón, y Los gobiernos de Obregón, Calles y regímenes peleles derivados
del callismo.22

19Jorge Ibargüengoitia, Instrucciones para vivir en un México mejor, México, Joaquín Mortiz, 1985,
pág.34
20 Ídem.

21 Angel Arías, Op Cit, Ibargüengoitia y la nueva... pág.

22AnaRosa Domenella, Jorge Ibargüengoitia, La transgresión por la ironía, México, Universidad Au-
tónoma Metropolitana, 1989, pág.59.

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Paralelamente, algunos autores mencionan que Hidalgo: la vida del héroe de Luis
Castillo Ledón, Con el cura Hidalgo en la guerra de Independencia de Pedro García,
reeditado en 1967, y la novela publicada en la prensa en 1869 Sacerdote y Caudillo,
de Juan A. Mateos, sirvieron como fuentes para la creación de Los Pasos de
López.23

o CRÍTICA

Por tratarse de obras noveladas es natural encontrar que el autor no elaboró una
crítica de fuentes similar a la aplicada por los historiadores. Aunque como se esta-
bleció en la sección anterior, resulta evidente el hecho de Ibargüengoitia confrontó
muchos ejemplares de memorias, y por experiencia personal sabía del tratamiento
oficialista de la historia mediante los libros de texto, en su caso estos documentos no
serán sometidos a examen para fijar su autenticidad.

Las novelas juegan ininterrumpidamente con el contexto histórico, lo que le permi-


te al autor crear situaciones divertidas haciendo uso de las fuentes reales, pero exis-
ten otra clase de piezas inter-textuales que pertenecen exclusivamente al mundo li-
terario y, por tanto, constituyen el móvil ficcional de los hechos dentro de las narra-
ciones. Para Los Relámpagos de Agosto se cuentan entre las fuentes inventadas:
cartas, discursos, memorias, afirmaciones hechas por otros y telegramas. En nivel
de crítica implícita en este punto se asemeja, desde la fantasía, a la técnica del
quehacer historiográfico. José Guadalupe Arroyo, aparentemente ejerce una labor
crítica de sus fuentes al contrastarlas para verificar los argumentos, no obstante las
altera al presentar solamente aquellos pasajes que apoyan lo que nos relata y con-
tradicen a sus rivales:

A pesar de la lluvia y de lo avanzado de la hora, Vidal Sánchez insistió en decir el


discurso de despedida que llevaba preparado. Es aquel famoso que comienza: “Te
nos vas de la vida, Director Preclaro… etc.”, que es una de las piezas de oratoria
más marrulleras que conozco. ¿Cómo es posible que se haya atrevido a decirle
“amigo dilecto”? Cuando el general González fue en su auxilio cuando estaba si-
tiado en el Nopalito, no fue por amistad, sino porque si las fuerzas de la Usurpa-

23 Weselina Gacinska, “Los pasos de López, múltiples facetas entre la historia y la ficción”, Boletín
Millares Carlo, sn, España, Universidad Autónoma de Madrid, pág.244. (TOTAL DE PAGINAS 241-252.)

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ción se hubieran apoderado de la localidad, le hubieran cortado su única línea de
abastecimiento… 24

En Los Pasos de López, cumplen la misma función de veracidad al interior del


discurso novelado: poemas, cartas y canciones. A modo de cita, tras la batalla del
cerro de los Tostones y haber decidido retirarse a Cañada, Periñón escribe dos car-
tas, una de ellas para el corregidor Diego Aquino:
“Querido Diego”:

Te escribo para decirte que hemos ganado una gran victoria, aunque por conside-
raciones de estrategia decidimos no llegar hasta la ciudad de México. Vamos de
regreso a Cañada: Ve pensando dónde alojar diez mil hombres y cómo alimentar-
los tres meses. Saludos cariñosos. 25

También intercala fragmentos de canciones como “soy soldado excomulgado del


señor cura Periñón”,26 y falsos documentos usados para sustentar la legitimidad de
los acontecimientos, el acta de contrición firmada por Periñón con el mote de “Ló-
pez”, ilustra la situación.27

o ARQUITECTÓNICA Y ETIOLOGÍA

Antes de hablar sobre las causas de los acontecimientos (etiología), en este apar-
tado nos centraremos primero en analizar brevemente el papel tiempo-espacio, en-
tendiendo que la combinación de estos elementos constituye el eje de ubicación
central en toda estructura literaria.

En primer lugar, subrayemos que tanto Matías Chandón como José Guadalupe
Arroyo, cuentan sus historias desde un punto de vista retrospectivo, haciendo algu-
nas digresiones en el tiempo para rememorar ciertos pasajes, especialmente cuando
necesitan justificarse o demeritar a otros. En Los Pasos de López, algunas acciones
son simultáneas, pero en términos generales, se trata de relatos de corte lineal,
donde el autor sigue el clásico esquema de inicio, desarrollo y desenlace.

24 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p..27.


25 Ibargüengoitia, Los pasos de… p.194.

26 Íbid, p.196.

27 Íbid, p. 208.

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La complejidad de sendos relatos es señalada con claridad debido al recurso me-
taficcional, esto es la auto-referencia consciente y explícita del autor sobre la com-
binación de dos polos al interior de la narración, uno que corresponde a la ficción y
otro plenamente identificado con lo real. En Los Relámpagos…, la metaficción se
declara desde las palabras prelimares, cuando José Guadalupe Arroyo nombra a
“Jorge Ibargüengoitia, un individuo que se dice escritor mexicano”28, como el ama-
nuense responsable de sus memorias. Respecto al tiempo, la novela se mueve en
estos dos niveles. Por un lado, está la historia testimonial de José Guadalupe Arro-
yo, que inicia con el recuerdo de su nombramiento como Secretario Particular de
Gobernación y concluye con su exilio en los Estados Unidos, en segundo término
identificamos el tiempo correspondiente a la historia general de México, pese a la no
exactitud en fechas concretas.

Lo mismo sucede en el aspecto espacial. Las dos historias mantienen una simili-
tud en cuanto a que los hechos narrados tienen una plena ubicación dentro en un
sitio geográfico-espacial. Identificamos en ambas la presencia de sitios reales como
los espacio de poder que hacen clara referencia a la Ciudad de México, y los ficti-
cios, que con objeto de veracidad se parecen lugares reales, como el estado de Plan
de Abajo (Querétaro) en Los Pasos de López, o la ciudad de Cuévano (Cuernavaca.
*Según tengo entendido, Cuévano es Querétaro) que aparece en varias de sus
obras.

En lo que toca a la etiología, o estudio de las causas, uno de los artilugios en que
se basa el autor con el propósito de descalificar a los personajes heroicos construi-
dos por el sistema político mexicano, son las razones que los mueven a actuar de
determinadas maneras. Pese a que con palabras declaran fundamentar su participa-
ción en las revueltas armadas por causas orientadas a salvaguardar el bienestar so-
cial, como la justicia y el bien nacional (recurso para que el lector se identifique con
los personajes), en los hechos se prueba que las verdaderas causas que los impul-
san a actuar recaen sobre ambiciones personales, pasiones desbocadas, vengan-
zas, confabulaciones y otra serie de circunstancias menores, de ahí la ironía que en-
cierran los relatos.

28 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p. ?*

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En Los Relámpagos de Agosto se encuentra en pasaje donde, por ocasión de la
muerte del recién electo presidente, el general González, se organizó una reunión
con objeto de buscar quién lo sucedería en el cargo, decisión que requería borrar el
Inciso N de la Constitución. Aquí se asoman las verdaderas intenciones y el cliente-
lismo que movía a los personajes:
“Que se borre el Inciso N y se agregue un condicillo que diga así: “Cuando muere
el Presidente Electo, el Presidente en Funciones es reemplazado, automáticamen-
te por el Secretario de Gobernación”. Se oyeron gritos de “¡Abajo Vidal Sánchez” y
“¡Qué Valdivia sea nuestro presidente!” […], Todos estuvimos de acuerdo y que-
damos de vernos al día siguiente para obligar a Vidal Sánchez a acceder a nues-
tras exigencias, que después de todo, estaban de acuerdo con los elevados postu-
lados de la Revolución Mexicana”… 29

En las dos narraciones está presente el factor fortuna, que podemos considerar el
motor de la historia para Ibargüengoitia, justamente porque las ambiciones, deseos y
caprichos personales jamás se satisfacen, por supeditarse a un elemento al que los
personajes no son capaces de controlar. Así se da pie a los más cómicos incidentes,
como el protagonizado por José Guadalupe Arroyo después del funeral del general
González, en el que acusa a Pérez H de haberse robado el reloj que supuestamente
le había heredado González al morir, sin imaginar que después Eulalio Pérez H, se-
ría nombrado nuevo presidente de la República:
Terminado el discurso, nos dispersamos y yo me perdí en la oscuridad, entre las
tumbas del panteón de Dolores, […] distinguí a lo lejos una luz de una linterna
sorda. Me dirigí en esa dirección. Al oír mis pasos, el que llevaba la luz se detuvo y
me iluminó de lleno. ¡Maldición!. Cuando habló, reconocí la voz de Perez H, el ra-
tero, […], Ante la desfachatez, el cinismo y la cobardía, no pude más. Con un rápi-
do movimiento de mis músculos bien ejercitados, empuje a mi compañero al agu-
jero […] Éste fue el segundo mandoble que me asestó la Fortuna, porque al día
siguiente, la Cámara, en sesión plenaria de emergencia, nombró Presidente Interi-
no a Pérez H. 30

La conjunción de la fortuna, los objetivos personales y el azar, resultan ser claves


para desenmascarar el maniqueísmo impuesto por en la versión oficialista de la his-
toria. Destacando el caso de Los Pasos de López, podemos inferir el rechazo del
autor hacía la idea de que el principal motivo de la Independencia fue el sentimiento
de identidad criolla, que se alimentaba de un profundo rechazo a lo español, y el

29 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p. 24-25.


30 Íbid, p. 29.

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odio que sentían mestizos e indígenas al ser víctimas de abusos por parte de los no
nacidos en estas tierras. Igualmente, descalifica el argumento de que los colonos
novohispanos no creían en la legitimidad del gobierno metropolitano de Napoleón,
comandado por su hermano José Bonaparte.

o ESTILISTICA
En esta última sección nos interesa destacar aún más el ya señalado estilo humo-
rístico del autor. Las estrategias paródicas que pondremos de relieve son básica-
mente tres: personajes, el uso de ciertos modos de expresión y situaciones exage-
radas.
Los personajes representan el punto nodal de encuentro de todos los elementos
que buscamos enunciar. En ambas novelas, como también se ha explicado, ellos
encuentran un homologo que verdaderamente existió y participó en eventos que el
autor considera trascendentales en la historia del país. En este sentido, el escenario
carnavalesco donde hacen su aparición, se encamina directamente a burlarse, ya
sea de los héroes nacionales en Los Pasos de López, o del retrato típico del político
mexicano surgido de la revolución.
En Los Relámpagos de Agosto, Ibargüengoitia se burla específicamente del histó-
rico general Juan Guadalupe Amaya, al que considera “el príncipe de los memorialis-
tas de aquella época”. De él se emulan varios aspectos, desde las iniciales del nom-
bre y edad de su homólogo José Guadalupe Arroyo (38 años), hasta sus caracterís-
ticas psicológicas. La dedicatoria a Matilde, “espejo de mujer mexicana, que supo
llevar con la sonrisa en los labios el cáliz amargo que significa ser la esposa de un
hombre íntegro”, es una caricatura de la que escribió Amaya en sus memorias sobre
la revuelta escobarista de 1929:
A mi estimada esposa y leal compañera señora Guillermina Yffert de Amaya que
con tanta abnegación ha sabido compartir a mi lado las vicisitudes de mi acciden-
tada caída en toda clase de alternativas. Para ella que, sin la más leve sombra de
reproche, ha tenido la entereza necesaria para afrontar las duras pruebas a que
más de una vez me ha sujetado el infortunio, cuando mis ideas se han erguido y
sublevado contra el abuso y el poder de los dictadores y tiranos. 31

Presentados por sí mismos como individuos íntegros, honorables y físicamente


fuertes, los distintos personajes se convierten en objeto de ironía, pues en realidad,

31Ana Rosa Domenella, Jorge Ibargüengoitia, La transgresión por la ironía, México, Universidad Au-
tónoma Metropolitana, 1989, pág.60.

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unos se acusan a otros de incompetencia, lentitud, inclinación a la violencia, desca-
ro, incongruencia, hipocresía, entre otras actitudes despreciables. Un ejemplo es la
declaración del general Guadalupe Arroyo en el capítulo primero de sus memorias,
donde además queda implícita una alusión a la nula formación académica de quie-
nes se esforzaban por ocupar un puesto político:
“Quiero dejar bien claro que no nací en un petate, como dice Artajo, ni mi madre
fue prostituta, como han insinuado algunos, ni es verdad que nunca haya pisado
una escuela, puesto que termine la Primaria hasta con elogios de los maestros; en
cuanto al puesto de Secretario Particular de la Presidencia de la Republica, me la
ofrecieron en consideración a mis méritos personales, entre los que se cuentan mi
refinada educación que siempre causa admiración y envidia”…32

En Los Pasos de López la comicidad también incluye al elemento teatral que sirve
para representar los pormenores de la lucha y su final, en el que en realidad no ocu-
rre nada. Miguel Hidalgo en el papel de Periñón, por sus arrebatos, gusto por los
placeres carnales, predilección por el juego, la bebida e incongruencia entre lo que
dice y aquello que finalmente hace, se transforma del héroe inmóvil establecido por
el estatus quo, en un sujeto francamente gracioso, por ejemplo, cuando el narrador,
el cura y Ontanaza salen de la repulía del Reloj algo borrachos y deciden seguir la
parranda e ir a la casa de la tía Mela donde antes habían rechazado a Chandón re-
cibieron a los tres hombres cuando el protagonista de la novela responde al rechazo
de primera mando diciendo: “Es López”, entonces se abrieron las puertas y salieron
a la calle “media docena de putas, se hincaron en el empedrado y besaron la mano
de “López”.”33

En segundo lugar, las voces narradoras se preocupan por evitar palabras grotes-
cas, poco decorosas o vulgares, sin embargo hay otra clase de expresiones que se
mezclan con su pretendido lenguaje elevado (reminiscencia paródica al lenguaje de
las memorias auténticas), de tal forma que el abuso del lenguaje coloquial junto a
uno formal y tradicional, da como resultado otro original recurso humorístico. Así lo
demuestran frases como: “huelga decir”, “la pérfida fortuna”, “lancé una
imprecación”, “más vale no menear el bote”, “con lo que se dice ahora muy mala le-
che”, “siempre me he distinguido por mi carácter bonachón”, “mi campaña más bri-
llante se fue, cómo se dice muy vulgarmente, a las heces fecales”, etc.

32 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p. 11

33 Ibargüengoitia, Los pasos de… p. 95

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Finalmente, encontramos la tendencia a exagerar situaciones como forma de ridi-
culizar a los actores, o poner acento en la inutilidad de ciertos pasajes verídicos, ar-
tefacto que impregna de un ambiente carnavalesco las novelas. Citamos un ejemplo
en Los Pasos de López:

Una mañana Periñón me levantó con las siguientes palabras: — Hay que asegurar
bastimento para este ejército. Hice una partida forrajera. Escogí cuarenta hom-
bres, los que me parecieron más capaces, veinte de a caballo, que arme con lan-
zas que había hecho don Lino, veinte de a pie […], Salimos de Ajetreo en buen
orden y atacamos las Teresonas. La operación fue imperfecta — todo salió a des-
tiempo—, pero el resultado fue excelente, gracias a que no había nadie defen-
diendo. Los dueños de las Teresonas, que eran españoles, al saber que Periñon
había dado el Grito, se habían ido a Cuévano, muy espantados, llevándose todo lo
que podían pero dejando intactas las trojes y cincuenta y dos cabezas de ganado
en el corral… 34

En Los Relámpagos de Agosto suplen este efecto cómico múltiples pasajes. Po-
demos hablar al respecto de los partidos políticos que después de la Revolución del
29 se aglomeran en un partido único (PU), y cuyos nombres rayan lo absurdo, en
clara crítica al PRI: el fallido Partido Villano, el Partido de Intelectuales Indefensos
pero Revolucionarios (PIIPR), el Partido Reivindicador de los Ideales Revoluciona-
rios (PRIR), además del PUC, FUC, MUC, POP, MFRU, CRPT y SPQR.35

En el mismo tono y sentido se puede citar una de las varias operaciones frustra-
das. La bufonería no solo hace eco por la extraordinaria y desmesurada facilidad con
que los generales pierden las batallas (demostrando de su incapacidad militar), sino
por el tono cínico y despreocupado que caracteriza la descripción de Arroyo:
El teléfono cortado fue el argumento decisivo. A ninguno de quedó la menor duda
de que estábamos en una ratonera y de que si queríamos seguir con vida, lo mejor
sería romper el sitio, como acababa yo de expresarlo con tanta oportunidad. Así
que nada de lo que dice que Gordo Artajo es verdad: “… como Arroyo estaba muy
alarmado…”, porque alarmados estábamos todos, empezando por él, que fue el
que tuvo la idea de que nos disfrazáramos y hasta se puso un sombrero de petate,
y su hubiera puesto el overol de jardinero, si hubiera cabido en él […], Afortuna-
damente, el Camaleón había conservado la serenidad. De lo contrario no sé en
qué hubiera terminado esta aventura. 36

34 Íbid, p. 199.

35 Ibargüengoitia, Los relámpagos…, Op Cit, p. 55.


36 Íbid, “Los Relámpagos de”…pág.67.

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CONCLUSIONES:

Revisar la primera y última obra novela de Jorge Ibargüengoitia (en México Los
Relámpagos de Agosto se publicó en 1965, y Los Pasos de López en 1985), fue de
vital importancia para obtener una visión en conjunto acerca del tratamiento que el
guanajuatense le confirió a la historia como objeto y núcleo de su creación literaria,
así como el papel que está desempeñaba, según su entender, en el contexto nacio-
nal de la época en que escribió.

Encontramos que existe en su obra una referencia al pasado, pues Ibargüengoitia


lo identifica como aquel lugar dónde encontrar las respuestas a sus inquietudes pre-
sentes, de ahí que lo retome. La intención no es generar un análisis de las condicio-
nes históricas durante la época post revolucionaria y colonial, ni siquiera existe una
clara alusión a la historia en tanto acontecer o devenir general, para él la historia
está íntimamente ligada al sistema de poder; se trata, por lo tanto, de un discurso
que sirve al sistema hegemónico para defender el estatus quo.

Pero, si como afirman las teorías filosóficas e historiográficas más recientes, la


historia es siempre, y totalmente un discurso, éste puede ser negado o reescrito.37
Ahí radica el valor de la escritura de Ibargüengoitia: en su capacidad para oponerse
a los viejos discursos acerca del pasado nacional, convirtiendo a la historia en una
renovada arma de denuncia política, transformadora de conciencias. En ese sentido
es que Juan Villoro lo nombraba desmitificador de tiempo completo, un personaje
que escribió a contrapelo en un país donde los gobiernos surgidos de la Revolución
marcaron el rumbo de la vida pública de 1929 al 2000.38

Los cien años de historia que dibuja en sus relatos aparecen como un círculo de
imperfecciones. El hecho de que los personajes repitan los mismos errores y man-
tengan semejante actitud, da cabida a pensar que para el autor la historia de México
(oficialista) es de carácter cíclica, no obstante su estilo humorístico revela una escri-
tura rebelde, contestaría, revitalizadora (los héroes se convierten en humanos con
sentimientos y pasiones), lúdica e incluso didáctica, al mostrar al lector que aquellos

37 Íbid.,

38 Juan Villoro, “El diablo en el espejo”, pág.23.

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personajes de primer rango, y los sucesos históricos hasta como entonces los cono-
cía, pueden representarse desde otro modo.

Esta renovada manera de narrar, coincide con el fenómeno de las parahistoriogra-


fias, que mencionábamos en la primera parte del trabajo. Consiste un reto para el
historiador diodo a que lo saca de su zona de confort, por decirlo de algún modo. El
historiador suele enfrentarse a un público acotado que se conforma de otros histo-
riadores, investigadores y un pequeño público interesado externo a la academia; se
podría decir que se enfrenta a un público “serio”. El moverse y enfrentarse a otros
ámbitos no es cómodo, cuando uno se acostumbra a investigar temas súmate es-
pecializados y a escribir con palabras rimbombantes que leen pocas personas. Uno
de los problemas a los que se enfrenta el historiador contemporáneo es el de la di-
vulgación, pero ¿cómo se va a acercar el actual historiador a un público más am-
plio?

Una opción para ese acercamiento es la parahistoriografía, ya que, las di-


versas maneras de hacerla son más accesibles al público en general. El mismo
Ibargüengoitia se acercaba a estos temas históricos porque pensaba que la historia
oficial era aburrida, parece que las cosas no han cambiado mucho. Actualmente el
dedicado a la investigación histórica se puede acercar a muchos medio de divulga-
ción como las redes sociales o distintas plataformas de internet, puede escribir y no
depender de una gran editorial entre otras opciones. Cuando un historiador llega a
ensayar historia debería de tomar en cuanta como una herramienta a la parahisto-
riografía, ya que, la misma nos aleja de esa visión lejana e inmóvil que se suele te-
ner de los acontecimientos históricos. Ibargüengoitia nos recuerda que los grandes
personajes históricos son humanos y que tienen pasiones, cometen errores, desean
amores o riquezas, tienen ideales, en fin viven hasta cierto punto como cualquiera
de nosotros.

La parahistoriografía puede ayudar fomentar la imaginación, el vocabulario y las


maneras de narrar del historiador y por ello debe de ser tomada en cuenta por el
mismo. No hay que olvidar que la herramienta más fuerte del historiador y, la que
más usa es la de la palabra y, por tanto, la apertura a nuevos panoramas no puede
hacer más que un bien a la formación de los historiadores.

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BIBLIOGRAFÍA:
- Domenella, Ana Rosa, Jorge Ibarguengottia, La transgresión por la ironía, Méxi-
co, Universidad Autónoma Metropolitana, 1989, .
- Gacinska, Weselina, “Los pasos de López, múltiples facetas entre la historia y la
ficción”, Boletín Millares Carlo, sn, España, Universidad Autónoma de Madrid, p.
241-252.
- Gaos, José, “Notas sobre historiografía”, en Álvaro Matute La teoría de la Historia
en México (1940-1968), selección y prólogo de Álvaro Matute, México, D.F, Fondo
de Cultura Económica, 2015, 358 pp.
- García Herranz, Ana, sobre la novela histórica y su clasificación…
- Ibargüengoitia, Jorge Los relámpagos de Agosto, México, D.F, Joaquín Mortiz, Pla-
neta Mexicana, 2005, 132 pp.
- ___________, Los pasos de López, México, D.F, Joaquín Mortiz, 1987, 171 pp.
- ___________, El Atentado, 2da edición, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1980, 80
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- ___________, “Jorge Ibargüengoitia dice de sí mismo”, en Instrucciones para vivir
en México 1928- 1983, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1990, 328 pp.

- Lukács, George, La forma clásica de la novela histórica ,


- Matute Aguirre, Álvaro, “La Revolución Mexicana y la escritura de su historia” en
Revista de la Universidad de México, Vol. XXXVI, nueva época, número 9, enero
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- Pérez Monfort, Ricardo, México entre 1927 y 1929. El intento de institucionaliza-


ción y los equivocos de la rebelión (Relato histórico en Los Relámpagos de agosto
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- Sanchez, Aidee, Relectura para una triada de Jorge Ibargüengoitia, Discusiones
de dos épocas (1920-1960), y tradiciones literarias de Jorge Ibargüengoitia, Méxi-
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- Villoro, Juan, “El diablo en el espejo”
-

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