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INTRODUCCIÓN:
El escritor guanajuatense, Jorge Ibargüengoitia, nació en 1928, bajo la protección de
una familia mayoritariamente compuesta por mujeres, quienes lo adoraban y desea-
ban se convirtiera en un exitoso ingeniero: ellas habían tenido dinero, lo habían per-
dido y esperaban que él lo recuperara. En ese camino estaba cuando un día, a los
veintiún años, decidió abandonar la ingeniería para dedicarse a escribir.1 Ingreso en-
tonces a la Facultad de Filosofía y Letras, decisión que marcó el inicio de una prodi-
giosa carrera literaria.
1Jorge Ibargüengoitia, “Jorge Ibargüengoitia dice de sí mismo”, en Instrucciones para vivir en Méxi-
co 1928- 1983, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1990, 328 pp.
2 Jorge Ibargüengoitia, El Atentado, 2da edición, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1980, 80 pp.
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solo un año después de concluirla, pero a decir del propio Ibargüengoitia, esta obra
le dejó dos beneficios: cerró las puertas del teatro y le abrió las de la novela.3
Más allá de las diferencias genéricas, la obra completa del autor refleja múltiples
conexiones temáticas, una de ellas es la frecuente recurrencia a la historia como eje
y núcleo narrativo. De ahí que en el presente ensayo se busque establecer un análi-
sis a nivel comparativo entre dos de sus novelas con carácter histórico: Los relám-
pagos de Agosto 4 y Los pasos de López.5
4 Jorge Ibargüengoitia, Los relámpagos de Agosto, México, D.F, Joaquín Mortiz, Planeta Mexicana,
2005, 132 pp.
5 Jorge Ibargüengoitia, Los pasos de López, México, D.F, Joaquín Mortiz, 1987, 171 pp.
6 José Gaos, “Notas sobre historiografía”, en Álvaro Matute La teoría de la Historia en México
(1940-1968), selección y prólogo de Álvaro Matute, México, D.F, Fondo de Cultura Económica, 2015,
358 pp.
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El objetivo que persigue el análisis es doble. Por un lado, creemos que develar las
ideas inmersas en ambas novelas puede ayudarnos a pintar un primer esbozo en
torno a la idea que, derivada de su propia experiencia vital, defendió el autor sobre la
historia a lo largo de su corpus narrativo, elemento que a la postre nos remite al con-
texto más amplio, donde se fraguaron estos textos. En segundo término, pretende-
mos demostrar la viabilidad y necesidad de incorporar el análisis de obras literarias a
los estudios historiográficos, esto último a la luz de un fenómeno historiográfico más
amplio, a partir del cual justificamos la elección de ambas novelas, según se explica
a continuación.
Es un hecho reconocido por la crítica literaria que los orígenes de la novela histó-
rica se remontan a principios del siglo XIX, gracias a los esfuerzos del escocés Wal-
ter Scot. Su obra El Wavelet (1814),7 es señalada como el trabajo que marcó, en el
panorama de la literatura universal, una nueva manera de narración, cuyo sentido y
trasfondo precisa en ofrecer al lector una reflexión en torno a determinados hechos,
o el modo excepcional de actuación de ciertos personajes en una época pasada.
La grandeza de Scott está en íntima relación con su conservadurismo, en buena parte es-
trecho. Busca el camino medio entre los extremos y se afana en mostrar poéticamente la
realidad histórica de este camino, basándose para ello en la elaboración literaria de las
grandes crisis de la historia inglesa. […] Se afana por presentar las luchas y las oposiciones
de la historia a través de algunos personajes que en su psicología y en su destino se man-
tienen siempre como representantes de corrientes sociales y poderes históricos. […] El hé-
roe de las novelas de Scott es siempre un gentleman ingles del tipo medio… 8
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Sin considerar a profundidad las peculiaridades teóricas inmersas en el modelo
que propone Scott, debemos subrayar que el paradigma “forma clásica de novela
histórica” desprendido de sus trabajos, actualmente es objeto de debates para los
estudiosos que abogan por la necesidad de pensar en la obligada transformación
que con el paso del tiempo se ha ido gestando dentro del ámbito literario general, al
tiempo que apuntalan hacía otra manera de entender el rol de la novela histórica.9
Bajo la denominación de la novela histórica se engloban, sin embargo, novelas que solo
tiene en común el hecho de situar su acción en épocas distantes y se acogen relatos de
muy diferentes tendencias y estilos […], combinan una serie de historias imaginarias con
una serie de elementos históricos –bien documentados- y cumplen los requisitos básicos
exigidos por los eruditos: respetar la cronología y los hechos comprobados, no extralimitar-
se en las interpretaciones, crear un marco histórico consistente que no sea un simple telón
de fondo e imaginar, pero no inventar. 11
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cuenta con una definición concreta, pero alcanzó a ser ligeramente bosquejado por
el doctor Álvaro Matute Aguirre.12
12 Para una revisión parcial del concepto, Véase, Álvaro Matute Aguirre “La Revolución Mexicana y
la escritura de su historia” en Revista de la Universidad de México, Vol. XXXVI, nueva época, núme-
ro 9, enero de 1982, pp.2-6.
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MÉXICO VITUPERADO. UNA VERSIÓN DE NUESTRA HISTORIA, SEGÚN JORGE IBAR-
GÜENGOITIA.
o HEURISTICA Y HERMENÉUTICA
Los primeros puntos que abordaremos aquí, siguiendo el esquema de análisis ya
mencionado, refieren al tipo de textos que buscó Ibargüengoitia para escribir sus re-
latos (heurística), y el modo en cómo procedió a codificarlas para representar los
acontecimientos (hermenéutica). Partiremos entonces del contexto histórico en que
se tejen las novelas, pues es ahí donde se encuentran los hechos y las fuentes que
el autor interpreta, con un peculiar estilo burlesco.
La sátira, parodia e ironía son elementos frecuentemente mencionados en los es-
tudios que abordan su obra, como modos o sub-tipos narrativos dentro del género
comedia, pero el tratamiento diferenciado de estos no interesa aquí de manera parti-
cular. Lo que buscamos es poner de relieve la connotación hilarante que envuelve la
obra de Jorge Ibargüengoitia, por suponer que detrás se esconde una mordaz críti-
ca, empleada para desenmascarar las más solemnes mentiras históricas.13 Así, por
ejemplo, cuando en Los relámpagos de Agosto muestra un sin fin de maniobras ab-
surdas y situaciones cómicas, en realidad pretende desmitificar uno de los más po-
lémicos episodios en la historia contemporánea de México: el periodo post-revolu-
cionario o institucionalización de la Revolución Mexicana.
El decenio de 1920 a 1930 fue particularmente violento: múltiples asesinatos, re-
beliones militares y violaciones constitucionales se suscitaron en el país.14 A lo largo
de este lapso algunos ex militares revolucionarios escribieron memorias para dejar
huella de su participación en el evento armado, naturalmente cada participante ex-
ponía los acontecimientos según su punto de vista, por lo que muchas veces resul-
taban interpretaciones contradictorias y polémicas. Sin duda Ibargüengoitia pensaba
en estos textos antes de escribir Los Relámpagos de Agosto:
13 Aidee Sanchez, Relectura para una triada de Jorge Ibargüengoitia, Discusiones de dos épocas
(1920-1960), y tradiciones literarias de Jorge Ibargüengoitia, México, Universidad Nacional Autóno-
ma de la Ciudad de México, 2014, pág.13.
14Ricardo Pérez Monfort, México entre 1927 y 1929. El intento de institucionalización y los equivo-
cos de la rebelión (Relato histórico en Los Relámpagos de agosto de Jorge Ibargüengoitia,), p. 174.
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xicanos que ellos pagaban, ellos editaban, ellos escribían y nadie compraba. Cada
uno trataba de demostrar que lo que decía el otro eran mentiras… 15
Esto explica la actitud de José Guadalupe Arroyo, protagonista ficticio en Los re-
lámpagos de Agosto, quién en las palabras preliminares a la narración, explica el
controversial trasfondo de sus memorias, escritas no solo para justificar sus accio-
nes de guerra sino para revivir viejas discusiones con otros ex militares:
Podemos afirmar entonces que por retomar el contexto más próximo al aconteci-
miento revolucionario (década de los veinte a los treinta) y pintar un perfil irónico de
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sus principales actores, Ibargüengoitia también interpreta paródicamente a la propia
Revolución, con el propósito de desacralizarla. La “Nota explicativa para los igno-
rantes en Historia de México” aclara al respecto:
Porfirio Díaz forjó, en los treinta años de su tan vituperado reinado, una casta mili-
tar y un ejército, tres o cuatro veces más numeroso que el actual […] Todo esto se
vino abajo con la Revolución Constitucionalista de 1913. Los oficiales que habían
estudiado en Francia y Alemania fueron literalmente pulverizados por un ejército
revolucionario que estaba al mando de Obregón que era agricultor; de Pancho
Villa, que era cuatrero; de Emiliano Zapata, que era peón de campo; de Venus-
tiano Carranza que era político, y no sé lo que haya sido en su vida real don Pablo
Gónzales […] Estos fueron, como quien dice, los padres de una nueva casta mili-
tar cuya preocupación entre 1915 y 1930, fue la de autoaniquilarse.18
Por su parte, Los pasos de López se ubica a principios del siglo XIX, en el México
colonial. Los hechos narrados por Ibargüengoitia en el personaje de Matías Chan-
dón, son los pasos que van dando un pequeño grupo de conspiradores criollos en el
pueblo de Cañada para llegar a independizarse de España. Se trata de una novela
pensada para dar cuenta de un suceso establecido en la conciencia histórica de los
mexicanos como “La guerra de Independencia”.
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La historia que nos han enseñado es francamente aburridísima. Está poblada de
figuras monolíticas, que pasan una eternidad diciendo la misma frase: “la paz es el
respeto al derecho ajeno”, y “vamos a matar gachupines”, “¿crees tú acaso, que
estoy en un lecho de rosas?, etcétera. Los héroes en el momento de ser aproba-
dos como tales, se convierten en hombres modelo, adoptan una trayectoria que
los lleva derecho al paredón, y adquieren un rasgo físico que hace inconfundible
su figura: una calvita, una levita, un paliacate, bigotes y sombrero ancho y un bra-
zo de menos… 19
19Jorge Ibargüengoitia, Instrucciones para vivir en un México mejor, México, Joaquín Mortiz, 1985,
pág.34
20 Ídem.
22AnaRosa Domenella, Jorge Ibargüengoitia, La transgresión por la ironía, México, Universidad Au-
tónoma Metropolitana, 1989, pág.59.
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Paralelamente, algunos autores mencionan que Hidalgo: la vida del héroe de Luis
Castillo Ledón, Con el cura Hidalgo en la guerra de Independencia de Pedro García,
reeditado en 1967, y la novela publicada en la prensa en 1869 Sacerdote y Caudillo,
de Juan A. Mateos, sirvieron como fuentes para la creación de Los Pasos de
López.23
o CRÍTICA
Por tratarse de obras noveladas es natural encontrar que el autor no elaboró una
crítica de fuentes similar a la aplicada por los historiadores. Aunque como se esta-
bleció en la sección anterior, resulta evidente el hecho de Ibargüengoitia confrontó
muchos ejemplares de memorias, y por experiencia personal sabía del tratamiento
oficialista de la historia mediante los libros de texto, en su caso estos documentos no
serán sometidos a examen para fijar su autenticidad.
23 Weselina Gacinska, “Los pasos de López, múltiples facetas entre la historia y la ficción”, Boletín
Millares Carlo, sn, España, Universidad Autónoma de Madrid, pág.244. (TOTAL DE PAGINAS 241-252.)
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ción se hubieran apoderado de la localidad, le hubieran cortado su única línea de
abastecimiento… 24
Te escribo para decirte que hemos ganado una gran victoria, aunque por conside-
raciones de estrategia decidimos no llegar hasta la ciudad de México. Vamos de
regreso a Cañada: Ve pensando dónde alojar diez mil hombres y cómo alimentar-
los tres meses. Saludos cariñosos. 25
o ARQUITECTÓNICA Y ETIOLOGÍA
Antes de hablar sobre las causas de los acontecimientos (etiología), en este apar-
tado nos centraremos primero en analizar brevemente el papel tiempo-espacio, en-
tendiendo que la combinación de estos elementos constituye el eje de ubicación
central en toda estructura literaria.
En primer lugar, subrayemos que tanto Matías Chandón como José Guadalupe
Arroyo, cuentan sus historias desde un punto de vista retrospectivo, haciendo algu-
nas digresiones en el tiempo para rememorar ciertos pasajes, especialmente cuando
necesitan justificarse o demeritar a otros. En Los Pasos de López, algunas acciones
son simultáneas, pero en términos generales, se trata de relatos de corte lineal,
donde el autor sigue el clásico esquema de inicio, desarrollo y desenlace.
26 Íbid, p.196.
27 Íbid, p. 208.
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La complejidad de sendos relatos es señalada con claridad debido al recurso me-
taficcional, esto es la auto-referencia consciente y explícita del autor sobre la com-
binación de dos polos al interior de la narración, uno que corresponde a la ficción y
otro plenamente identificado con lo real. En Los Relámpagos…, la metaficción se
declara desde las palabras prelimares, cuando José Guadalupe Arroyo nombra a
“Jorge Ibargüengoitia, un individuo que se dice escritor mexicano”28, como el ama-
nuense responsable de sus memorias. Respecto al tiempo, la novela se mueve en
estos dos niveles. Por un lado, está la historia testimonial de José Guadalupe Arro-
yo, que inicia con el recuerdo de su nombramiento como Secretario Particular de
Gobernación y concluye con su exilio en los Estados Unidos, en segundo término
identificamos el tiempo correspondiente a la historia general de México, pese a la no
exactitud en fechas concretas.
Lo mismo sucede en el aspecto espacial. Las dos historias mantienen una simili-
tud en cuanto a que los hechos narrados tienen una plena ubicación dentro en un
sitio geográfico-espacial. Identificamos en ambas la presencia de sitios reales como
los espacio de poder que hacen clara referencia a la Ciudad de México, y los ficti-
cios, que con objeto de veracidad se parecen lugares reales, como el estado de Plan
de Abajo (Querétaro) en Los Pasos de López, o la ciudad de Cuévano (Cuernavaca.
*Según tengo entendido, Cuévano es Querétaro) que aparece en varias de sus
obras.
En lo que toca a la etiología, o estudio de las causas, uno de los artilugios en que
se basa el autor con el propósito de descalificar a los personajes heroicos construi-
dos por el sistema político mexicano, son las razones que los mueven a actuar de
determinadas maneras. Pese a que con palabras declaran fundamentar su participa-
ción en las revueltas armadas por causas orientadas a salvaguardar el bienestar so-
cial, como la justicia y el bien nacional (recurso para que el lector se identifique con
los personajes), en los hechos se prueba que las verdaderas causas que los impul-
san a actuar recaen sobre ambiciones personales, pasiones desbocadas, vengan-
zas, confabulaciones y otra serie de circunstancias menores, de ahí la ironía que en-
cierran los relatos.
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En Los Relámpagos de Agosto se encuentra en pasaje donde, por ocasión de la
muerte del recién electo presidente, el general González, se organizó una reunión
con objeto de buscar quién lo sucedería en el cargo, decisión que requería borrar el
Inciso N de la Constitución. Aquí se asoman las verdaderas intenciones y el cliente-
lismo que movía a los personajes:
“Que se borre el Inciso N y se agregue un condicillo que diga así: “Cuando muere
el Presidente Electo, el Presidente en Funciones es reemplazado, automáticamen-
te por el Secretario de Gobernación”. Se oyeron gritos de “¡Abajo Vidal Sánchez” y
“¡Qué Valdivia sea nuestro presidente!” […], Todos estuvimos de acuerdo y que-
damos de vernos al día siguiente para obligar a Vidal Sánchez a acceder a nues-
tras exigencias, que después de todo, estaban de acuerdo con los elevados postu-
lados de la Revolución Mexicana”… 29
En las dos narraciones está presente el factor fortuna, que podemos considerar el
motor de la historia para Ibargüengoitia, justamente porque las ambiciones, deseos y
caprichos personales jamás se satisfacen, por supeditarse a un elemento al que los
personajes no son capaces de controlar. Así se da pie a los más cómicos incidentes,
como el protagonizado por José Guadalupe Arroyo después del funeral del general
González, en el que acusa a Pérez H de haberse robado el reloj que supuestamente
le había heredado González al morir, sin imaginar que después Eulalio Pérez H, se-
ría nombrado nuevo presidente de la República:
Terminado el discurso, nos dispersamos y yo me perdí en la oscuridad, entre las
tumbas del panteón de Dolores, […] distinguí a lo lejos una luz de una linterna
sorda. Me dirigí en esa dirección. Al oír mis pasos, el que llevaba la luz se detuvo y
me iluminó de lleno. ¡Maldición!. Cuando habló, reconocí la voz de Perez H, el ra-
tero, […], Ante la desfachatez, el cinismo y la cobardía, no pude más. Con un rápi-
do movimiento de mis músculos bien ejercitados, empuje a mi compañero al agu-
jero […] Éste fue el segundo mandoble que me asestó la Fortuna, porque al día
siguiente, la Cámara, en sesión plenaria de emergencia, nombró Presidente Interi-
no a Pérez H. 30
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odio que sentían mestizos e indígenas al ser víctimas de abusos por parte de los no
nacidos en estas tierras. Igualmente, descalifica el argumento de que los colonos
novohispanos no creían en la legitimidad del gobierno metropolitano de Napoleón,
comandado por su hermano José Bonaparte.
o ESTILISTICA
En esta última sección nos interesa destacar aún más el ya señalado estilo humo-
rístico del autor. Las estrategias paródicas que pondremos de relieve son básica-
mente tres: personajes, el uso de ciertos modos de expresión y situaciones exage-
radas.
Los personajes representan el punto nodal de encuentro de todos los elementos
que buscamos enunciar. En ambas novelas, como también se ha explicado, ellos
encuentran un homologo que verdaderamente existió y participó en eventos que el
autor considera trascendentales en la historia del país. En este sentido, el escenario
carnavalesco donde hacen su aparición, se encamina directamente a burlarse, ya
sea de los héroes nacionales en Los Pasos de López, o del retrato típico del político
mexicano surgido de la revolución.
En Los Relámpagos de Agosto, Ibargüengoitia se burla específicamente del histó-
rico general Juan Guadalupe Amaya, al que considera “el príncipe de los memorialis-
tas de aquella época”. De él se emulan varios aspectos, desde las iniciales del nom-
bre y edad de su homólogo José Guadalupe Arroyo (38 años), hasta sus caracterís-
ticas psicológicas. La dedicatoria a Matilde, “espejo de mujer mexicana, que supo
llevar con la sonrisa en los labios el cáliz amargo que significa ser la esposa de un
hombre íntegro”, es una caricatura de la que escribió Amaya en sus memorias sobre
la revuelta escobarista de 1929:
A mi estimada esposa y leal compañera señora Guillermina Yffert de Amaya que
con tanta abnegación ha sabido compartir a mi lado las vicisitudes de mi acciden-
tada caída en toda clase de alternativas. Para ella que, sin la más leve sombra de
reproche, ha tenido la entereza necesaria para afrontar las duras pruebas a que
más de una vez me ha sujetado el infortunio, cuando mis ideas se han erguido y
sublevado contra el abuso y el poder de los dictadores y tiranos. 31
31Ana Rosa Domenella, Jorge Ibargüengoitia, La transgresión por la ironía, México, Universidad Au-
tónoma Metropolitana, 1989, pág.60.
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unos se acusan a otros de incompetencia, lentitud, inclinación a la violencia, desca-
ro, incongruencia, hipocresía, entre otras actitudes despreciables. Un ejemplo es la
declaración del general Guadalupe Arroyo en el capítulo primero de sus memorias,
donde además queda implícita una alusión a la nula formación académica de quie-
nes se esforzaban por ocupar un puesto político:
“Quiero dejar bien claro que no nací en un petate, como dice Artajo, ni mi madre
fue prostituta, como han insinuado algunos, ni es verdad que nunca haya pisado
una escuela, puesto que termine la Primaria hasta con elogios de los maestros; en
cuanto al puesto de Secretario Particular de la Presidencia de la Republica, me la
ofrecieron en consideración a mis méritos personales, entre los que se cuentan mi
refinada educación que siempre causa admiración y envidia”…32
En Los Pasos de López la comicidad también incluye al elemento teatral que sirve
para representar los pormenores de la lucha y su final, en el que en realidad no ocu-
rre nada. Miguel Hidalgo en el papel de Periñón, por sus arrebatos, gusto por los
placeres carnales, predilección por el juego, la bebida e incongruencia entre lo que
dice y aquello que finalmente hace, se transforma del héroe inmóvil establecido por
el estatus quo, en un sujeto francamente gracioso, por ejemplo, cuando el narrador,
el cura y Ontanaza salen de la repulía del Reloj algo borrachos y deciden seguir la
parranda e ir a la casa de la tía Mela donde antes habían rechazado a Chandón re-
cibieron a los tres hombres cuando el protagonista de la novela responde al rechazo
de primera mando diciendo: “Es López”, entonces se abrieron las puertas y salieron
a la calle “media docena de putas, se hincaron en el empedrado y besaron la mano
de “López”.”33
En segundo lugar, las voces narradoras se preocupan por evitar palabras grotes-
cas, poco decorosas o vulgares, sin embargo hay otra clase de expresiones que se
mezclan con su pretendido lenguaje elevado (reminiscencia paródica al lenguaje de
las memorias auténticas), de tal forma que el abuso del lenguaje coloquial junto a
uno formal y tradicional, da como resultado otro original recurso humorístico. Así lo
demuestran frases como: “huelga decir”, “la pérfida fortuna”, “lancé una
imprecación”, “más vale no menear el bote”, “con lo que se dice ahora muy mala le-
che”, “siempre me he distinguido por mi carácter bonachón”, “mi campaña más bri-
llante se fue, cómo se dice muy vulgarmente, a las heces fecales”, etc.
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Finalmente, encontramos la tendencia a exagerar situaciones como forma de ridi-
culizar a los actores, o poner acento en la inutilidad de ciertos pasajes verídicos, ar-
tefacto que impregna de un ambiente carnavalesco las novelas. Citamos un ejemplo
en Los Pasos de López:
Una mañana Periñón me levantó con las siguientes palabras: — Hay que asegurar
bastimento para este ejército. Hice una partida forrajera. Escogí cuarenta hom-
bres, los que me parecieron más capaces, veinte de a caballo, que arme con lan-
zas que había hecho don Lino, veinte de a pie […], Salimos de Ajetreo en buen
orden y atacamos las Teresonas. La operación fue imperfecta — todo salió a des-
tiempo—, pero el resultado fue excelente, gracias a que no había nadie defen-
diendo. Los dueños de las Teresonas, que eran españoles, al saber que Periñon
había dado el Grito, se habían ido a Cuévano, muy espantados, llevándose todo lo
que podían pero dejando intactas las trojes y cincuenta y dos cabezas de ganado
en el corral… 34
En Los Relámpagos de Agosto suplen este efecto cómico múltiples pasajes. Po-
demos hablar al respecto de los partidos políticos que después de la Revolución del
29 se aglomeran en un partido único (PU), y cuyos nombres rayan lo absurdo, en
clara crítica al PRI: el fallido Partido Villano, el Partido de Intelectuales Indefensos
pero Revolucionarios (PIIPR), el Partido Reivindicador de los Ideales Revoluciona-
rios (PRIR), además del PUC, FUC, MUC, POP, MFRU, CRPT y SPQR.35
En el mismo tono y sentido se puede citar una de las varias operaciones frustra-
das. La bufonería no solo hace eco por la extraordinaria y desmesurada facilidad con
que los generales pierden las batallas (demostrando de su incapacidad militar), sino
por el tono cínico y despreocupado que caracteriza la descripción de Arroyo:
El teléfono cortado fue el argumento decisivo. A ninguno de quedó la menor duda
de que estábamos en una ratonera y de que si queríamos seguir con vida, lo mejor
sería romper el sitio, como acababa yo de expresarlo con tanta oportunidad. Así
que nada de lo que dice que Gordo Artajo es verdad: “… como Arroyo estaba muy
alarmado…”, porque alarmados estábamos todos, empezando por él, que fue el
que tuvo la idea de que nos disfrazáramos y hasta se puso un sombrero de petate,
y su hubiera puesto el overol de jardinero, si hubiera cabido en él […], Afortuna-
damente, el Camaleón había conservado la serenidad. De lo contrario no sé en
qué hubiera terminado esta aventura. 36
34 Íbid, p. 199.
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CONCLUSIONES:
Revisar la primera y última obra novela de Jorge Ibargüengoitia (en México Los
Relámpagos de Agosto se publicó en 1965, y Los Pasos de López en 1985), fue de
vital importancia para obtener una visión en conjunto acerca del tratamiento que el
guanajuatense le confirió a la historia como objeto y núcleo de su creación literaria,
así como el papel que está desempeñaba, según su entender, en el contexto nacio-
nal de la época en que escribió.
Los cien años de historia que dibuja en sus relatos aparecen como un círculo de
imperfecciones. El hecho de que los personajes repitan los mismos errores y man-
tengan semejante actitud, da cabida a pensar que para el autor la historia de México
(oficialista) es de carácter cíclica, no obstante su estilo humorístico revela una escri-
tura rebelde, contestaría, revitalizadora (los héroes se convierten en humanos con
sentimientos y pasiones), lúdica e incluso didáctica, al mostrar al lector que aquellos
37 Íbid.,
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personajes de primer rango, y los sucesos históricos hasta como entonces los cono-
cía, pueden representarse desde otro modo.
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BIBLIOGRAFÍA:
- Domenella, Ana Rosa, Jorge Ibarguengottia, La transgresión por la ironía, Méxi-
co, Universidad Autónoma Metropolitana, 1989, .
- Gacinska, Weselina, “Los pasos de López, múltiples facetas entre la historia y la
ficción”, Boletín Millares Carlo, sn, España, Universidad Autónoma de Madrid, p.
241-252.
- Gaos, José, “Notas sobre historiografía”, en Álvaro Matute La teoría de la Historia
en México (1940-1968), selección y prólogo de Álvaro Matute, México, D.F, Fondo
de Cultura Económica, 2015, 358 pp.
- García Herranz, Ana, sobre la novela histórica y su clasificación…
- Ibargüengoitia, Jorge Los relámpagos de Agosto, México, D.F, Joaquín Mortiz, Pla-
neta Mexicana, 2005, 132 pp.
- ___________, Los pasos de López, México, D.F, Joaquín Mortiz, 1987, 171 pp.
- ___________, El Atentado, 2da edición, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1980, 80
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- ___________, “Jorge Ibargüengoitia dice de sí mismo”, en Instrucciones para vivir
en México 1928- 1983, México, D. F, Joaquín Mortiz, 1990, 328 pp.
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