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Pero allí mismo, si no somos ciegos, empezamos a percibir que esa mirada
de Jesús se amplía y se dirige llena de cariño y de ardor hacia todo su pueblo. Equipo Laico al servicio de la Pastoral
UNA IGLESIA EN SALIDA
272. Como consecuencia de esto, si queremos crecer en la vida espiritual, no
podemos dejar de ser misioneros. 20. En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de «salida»
que Dios quiere provocar en los creyentes. Abraham aceptó el llamado a salir
Simultáneamente, un misionero entregado experimenta el gusto de ser un hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3). Moisés escuchó el llamado de Dios: «Ve,
manantial, que desborda y refresca a los demás. yo te envío» (Ex3,10), e hizo salir al pueblo hacia la tierra de la promesa
(cf. Ex 3,17). A Jeremías le dijo: «Adondequiera que yo te envíe irás» (Jr 1,7).
Sólo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de
los demás, deseando la felicidad de los otros. Esa apertura del corazón es fuente Hoy, en este «id» de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre
de felicidad. nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta
nueva «salida» misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el
275. En el capítulo segundo reflexionábamos sobre esa falta de espiritualidad camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado:
profunda que se traduce en el pesimismo, el fatalismo, la desconfianza. Algunas salir de la el Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí
personas no se entregan a la misión, pues creen que nada puede cambiar y enton- sola también cuando el agricultor duerme (Mc 4,26-29).
ces para ellos es inútil esforzarse. Piensan así: «¿Para qué me voy a privar de
mis comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?». Con Dejar la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que
esa actitud se vuelve imposible ser misioneros. necesitan la luz del Evangelio.

278. Creámosle al Evangelio que dice que el Reino de Dios ya está presente en el 22. El Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola
mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: como la semilla también cuando el agricultor duerme (cf. Mc 4,26-29).
pequeña que puede llegar a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13,31-32), como
el puñado de levadura, que fermenta una gran masa (cf. Mt 13,33), y como la 24. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la
buena semilla que crece en medio de la cizaña (cf. Mt 13,24-30), y siempre pue- ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar
de sorprendernos gratamente. Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nue- la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cru-
vo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo ces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brin-
nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor dar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre
ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en y su fuerza difusiva.
vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!
28. Esto supone que realmente esté en contacto con los hogares y con la vida del
pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un
APARECIDA
grupo de selectos que se miran a sí mismos.
365. Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesia-
les y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas,
movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. 30. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por
anunciarlo en otros lugares más necesitados como en una salida constante hacia
Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales.
sus fuerzas, en los procesos constantes de LA VIDA DE JESUCRISTO PARA
31. Pero el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la
NUESTROS PUEBLOS.
organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos.
Renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no
33. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los
favorezcan la transmisión de la fe.
medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía.
370. con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una
madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los obje-
comunión misionera. tivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias co-

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munidades. 97. Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí, de mi-
sión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. ¡Dios nos libre de una Igle-
35. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente sia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!
llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esen-
cial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo 109. Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, sin perder la alegría,
más necesario. la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!

La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así 119. En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza
se vuelve más contundente y radiante. santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. El Pueblo de Dios es santo
por esta unción que lo hace infalible «in credendo».
40. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes
que una Iglesia enferma por el encierro. 179. Lo que expresan estos textos es la absoluta prioridad de la «salida de sí ha-
cia el hermano» como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda
46. La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de cre-
cimiento espiritual en respuesta a la donación .
Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica co-
rrer hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener 222-223. De aquí surge un primer principio para avanzar en la construcción de
el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a un pueblo: el tiempo es superior al espacio. Este principio permite trabajar a lar-
las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. go plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos.

49. Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para 235. El todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de
toda la Iglesia lo que muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y
Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor
antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos.
propias seguridades.
237. El Evangelio tiene un criterio de totalidad que le es inherente: no termina
No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausu- de ser Buena Noticia hasta que no es anunciado a todos, hasta que no fecunda y
rada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos sana todas las dimensiones del hombre, y hasta que no integra a todos los hom-
santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros bres en la mesa del Reino.
vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una co-
munidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vid 263. Hay quienes se consuelan diciendo que hoy es más difícil; sin embargo,
reconozcamos que las circunstancias del Imperio romano no eran favorables al
81. Cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve sal y luz al anuncio del Evangelio, ni a la lucha por la justicia, ni a la defensa de la dignidad
mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna humana. En todos los momentos de la historia están presentes la debilidad huma-
tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les pueda qui- na, la búsqueda enfermiza de sí mismo, el egoísmo cómodo y, en definitiva, la
tar su tiempo libre. concupiscencia que nos acecha a todos.

85. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el Entonces, no digamos que hoy es más difícil; es distinto. Pero aprenda-
triunfo. mos de los santos que nos han precedido y enfrentaron las dificultades propias de
su época. Para ello propongo que nos detengamos a recuperar algunas motivacio-
96. En este contexto, se alimenta la vanagloria de quienes se conforman con te- nes que nos ayuden a imitarlos hoy.
ner algún poder y prefieren ser generales de ejércitos derrotados antes que sim-
ples soldados de un escuadrón que sigue luchando. ¡Cuántas veces soñamos con 267. Si somos misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha dicho: «La gloria de
planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien dibujados, propios de ge- mi Padre consiste en que deis fruto abundante» (Jn 15,8).
nerales derrotados!

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