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CULTURA Y TERCER MUNDO

Colección: NuBES Y TIERRA


1. Cambios en el saber académico

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... Fecha de vencimiento

BEATRÍZ GONZÁLEZ STEPHAN (COMP.)


NELLY RICHARD, EDWARD w. SAID, Al.JAZ iµfMAD,
WALTER D. MIGNOLO, JOHN BEVERtEY, .
FREDRIC JAMESON.

@de esta edición, Nueva Sociedad, 1996


Apartado 61712, Caracas 1060-A, Venezuela
Teléfonos: (58-2) 265.99.75 / 267.31.89
Fax: 267.33.97

Edición a cargo de S. Chejfec


Diseño de portada: Marcos Pereira
Composición y paginación láser: GRAFICOR
· ISBN 980-31 7-094-5
EDWARD w. SAID
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NEU..Y RICHARD REPRESENTAR AL COWNIZADO
Los interlocutores de la antropología
ductivos, de las intermediaciones de signos-en-uso
que articulan su trama operatoria dentro de un
contexto específico y microdiferenciado que desa-
fia las reglas de intercambiabilidad transadas por
la función-centro de la teoría metropolitana. ..pas un but de ce monde qui ne porte mon empreinte
digitale et mon calcanéum sur les dos des gratte-ciel
et ma crasse dans le scintillement des gemmes!
Aimf: Cf:saire. Cahier d'un retour au pays natal.

Cada una de las cuatro palabras principales del


título de estas notas se refiere a un campo semán-
tico agitado y turbulento. Hoy resulta casi imposi-
ble, por ejemplo, recordar una época en que la gente
no hablara de crisis de la representación. Y cuan-

Nota: Este artículo fue enviado originalmente a una sesión, a


la que fui invitado, de la Annual Meeting of the American An-
thropological Association (21/11 /87) Chicago. La invitación la
hizo la profesora Katherine Verdery, de Johns Hopkins, a quien
estoy muy agradecido. La sesión se titulaba •Anthropology's
Inter!ocutors: Edward Said and Representations of the Colo-
nized1, y fue dirigida y organizada por el profesor William
Roseberry (New School) y Tala! Asad (Hull) quienes también
estuvieron en la discusión. Los participantes fueron los
profesores Ann Stoler, Richard Fox, Renato Rosaldo y Paul
Rabinow. Estoy muy agradecido a todos ellos por sus comen-
tarios y sugerencias, algunos de los cuales han sido Incor-
porados tácitamente en la versión revisada del texto. La pro-
fesora Lila Abu-Lughod hizo comentarios adicionales. Estoy en
deuda con la profesora Deborah Poole (Michigan) por sus muy
útiles sugerencias. El artículo fue publicado por primera vez
en Critical Inquiry 2, vol. 15, 1989.
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EowARD W . SAJO REPRESENTAR AL COLONIZADO

to más se analiza y discute la crisis, más antiguos dos de la tierra Frantz Fanon habló de la ciudad
parecen ser sus orígenes. Las ideas ?e . Michel colonial como dividida en dos mitades separadas,
Foucault han subrayado de manera energ1ca una comunicadas una con otra por una lógica de vio-
1
noción que ya encontramos en los trabajos de his- lencia y contraviolencia • Pero ya cuando las ideas
toriadores de la literatura como Earl Wasserman, de Albert Sauvy sobre los tres mundos se habían
Erich Auerbach y M. H. Abrams según la cual, con institucionalizado en la teoría y la práctica, colo-
el desgaste del consenso clásico, las han nizado se convirtió en sinónimo de Tercer Mun-
dejado de ser un medio transparente a traves del do2.
cual el Ser brillaba. En su lugar, el lenguaje, como Sin embargo, siguió habiendo una continua pre-
una esencia opaca e incluso abstracta, sencia c.o lonial de potencias occidentales en va-
sible comenzó a visualizarse primero como objeto rias partes de Africa y Asia, muchos de cuyos te-
de atención filológica. para luego neutralizar e im- rritorios habían obtenido la independencia desde
posibilitar cualquier intento de representar la rea- ,hacía tiempo, alrededor de la Segunda Guerra
lidad miméticamente. En la época de Nietzsche, Mundial. Por lo tanto, el «colonizado» no era un
Marx y Freud, la representación ha _ade- grupo histórico que había ganado soberanig na-
más, que luchar no sólo contra la de cional y estaba, por consiguiente, desmilitarizado,
las formas lingüísticas y las convenciones smo tam- sino una categoría que incluía a los habitantes de
bién contra las presiones de fuerzas transperso- Estados recién independizados así como otros so-
nales, transhumanas y transculturales como la metidos en territorios vecinos, aún ocupados por
clase, el inconsciente, el género. la raza y la es- europeos. El racismo se hizo presente como una
tructura. Tales transformaciones han hecho que fuerza decisiva con efectos asesinos en las feroces
nuestras nociones de categorías formalmente es- guerras coloniales y las políticas rígidas e inflexi-
tables como autores, textos y objetos se hayan bles que las siguieron. La experiencia de ser colo-
vuelto, casi literalmente, impublicables e impro- nizado, por lo tanto, tuvo una gran significación
nunciables. Representar a alguien o incluso algo en regiones y pueblos cuyas experiencias como
ha llegado a ser un esfuerzo tan complejo coi:no dependientes, subalternos y sometidos a Occidente
problemático y sin resultados. con no terminó -para parafrasear a Fanon- cuando
en el campo de las verdades, tan lleno de dificulta- el último policía blanco fue licenciado y la última
3
des como pueda imaginarse. bandera europea cayó • Haber sido colonizado se
La noción de colonizado, para hablar ahora del
segundo de mis cuatro términos, presenta su pro-
pio sello de fugacidad. Antes de la Segunda Gue- 1
rra Mundial, los colonizados eran los V. Frantz Fanon: Tite Wretched ojthe Earth, Nueva York, 1966;
del mundo no occidental y no europeo que hab1an y Albert Memmi: The Colonizer and the Colonized, Nueva York,
1965.
sido controlados, y hasta violentamente domina- 2
V. Car! E. Pletsch: •The Three Worlds, or the Division of Social
dos por los europeos. De acuerdo con esto. el libro Scientific Labor (circa 1950-1975) en Comparative Studies in
de Albert Memmi situó tanto al colonizador como Society and History N° 23, 10/1981. pp. 565-590. Y también
al colonizado en un mundo especial, con sus pro- Peter Worsley: Tite Third World, Chicago, 1964.
3
V. Fanon: op. cit., p. 101.
pias leyes y posiciones, así como en Los condena-
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EDWARD W. SAID REPRESENTAR AL COLONIZADO

convirtió en un destino duradero, incluso de re- do está todavía dividido en mayores y menores, y
sultados totalmente injustos, sobre todo después si la categoría de seres menores se ha ampliado
de que se había logrado la independencia nacio- para incluir cantidad de nuevos pueblos y de nue-
nal. Pobreza, dependencia, subdesarrollo, diferen- vas épocas, en realidad incluye siempre a los que
tes patologías del poder y la corrupción junto con, están peor entre Por esto, ser uno de los co-
obviamente, importantes logros en las guerras de lonizados es, potencialmente, ser algo muy dife-
liberación, la alfabetización y el desarrollo econó- rente, pero inferior, en diferentes lugares, en dife-
mico: esta mezcla de rasgos caracterizó a los pue- rentes tiempos.
blos colonizados que, por un lado, fueron libres Como categoría de la antropología, ésta casi no
pero por otro siguieron siendo víctimas de su pa- requiere de un extraño como yo para agregar algo
sado. más a lo que ya ha sido escrito o dicho sobre el
Lejos de ser una categoría confmada a expre- debate desarrollado en, al menos, algunos secto-
sar servilismo y autocompasión, la de «colonizado» res de la disciplina. Hablando de manera general,
se ha expandido desde entonces considerablemente sin embargo, me interesaría subrayar un par de
para incluir a mujeres, clases sojuzgadas y opri- corrientes internas. Una de las mayores tenden-
midas, minorías nacionales e, incluso, subespe- cias dentro de los debates disciplinarios durante
cialidades académicas marginadas o aún no del los últimos veinte años adquirió fuerza con la toma
todo formalizadas. Alrededor del colonizado comen- de conciencia del rol que juegan, en el estudio y
zó a crecer todo un vocabulario de frases que, cada representación de «lo primitivo» o menos desarro-
una a su manera, refuerza la terrible secundarie- llado en las sociedades no occidentales, el colo-
dad de pueblos que, en la decisiva caracterización nialismo occidental, la explotación de la depen-
de V. S. Naipaul, están condenados solamente a dencia, la opresión de los campesinos y la mani-
usar un teléfono, nunca a inventarlo. Por todo esto, pulación o manejo de las sociedades nativas para
el estatus de los pueblos colonizados ha quedado los objetivos imperialistas. Esta conciencia se ha
fijado en zonas de dependencia y periferia, estig- traducido en las investigaciones de la antropolo-
matizado en la categoría de subdesarrollados, gía marxista o anti-imperialista (por ejemplo, los
menos desarrollados, Estados en desarollo, gober- primeros trabajos de Eric Wolf, Co.tfee and Capita-
nados por un colonizador superior, desarrollado o lism in The VenezuelanAndes de William Roseberry,
metropolitano quien teóricamente fue pensado con We Eat the Mines and the Mines Eat Us de June
la categoría antitética. En otras palabras, el mun- Nash, The Devil and Commodity Fetishism in South
America de Michael Taussig y muchos otros). Esta
clase de trabajos polémicos están muy en sintonia
con la antropología feminista (p. ej., The Woman in
4
v. Eqbal Ahmad: •From Potato Sack to Potato Mash: The Con- the Body de Emily Maitin, Veiled Sentiments de
temporary Crisis of the Third World• en Arab Studies Quarterly,
Nº 2, verano de 1980, pp. 223-234; •Post-Colonial Systems of Lila Abu-Lughod), la antropología histórica (p. ej.,
Power en Arab Studies Quarterly, N° 2, otoño de 1980, pp. 350- Uons of the Punjab de Richard Fox), obras que re-
363; •The Neo-Fascist State: Notes on the Pathology of Power fieren la lucha política contemporánea (Body of
in the Third World• en Arab Studies Quarterly, Nº 3 , primavera Power, Spirit of Resistance de Jean ComarofO, la
de 1981, pp. 170- 180. antropología norteamericana (p. ej., Susan Harding
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28 REPRESENTAR AL COWNIZADO
EowARD W. SAID

trabajando sobre fundamentalismo) y la antropo- debates, obviamente importantes, que hay dentro
de los subcampos antropológicos específicos tales
logía de denuncia (Victims of the Miracle, de Shelton
como los estudios andinos o la religión hindú, los
Davis). recientes trabajos de investigadores marxistas,
La otra corriente principal es la antropología
postmoderna practicada por investigadoFes anti-imperialistas y meta-antropológicos (Geertz,
influenciados por la teoría literaria de manera ge- Taussig, Wolf, Marshall Sahlins, Johannes Fabian
neral y, más específicamente, por teóricos de la y otros) nunca revelan un genuino malestar sobre
escritura, del discurso y de las formas de poder, el estatus sociopolítico de la antropología como un
tales como Foucault, Roland Barthes, Clifford todo. Quizás esto hoy es válido para cada uno de
Geertz, Jacques Derrida y Hayden White. Tengo la los campos de las ciencias humanas, pero es es-
impresión, sin embargo, que pocos de los investi- pecialmente válido para la antropología. Como
gadores que han colaborado en colecciones tales Richard Fox lo ha señalado:
como Writing Culture o Anthropology as Cultural
La antropología hoy aparece intelectualmente ame-
Critique5 -para mencionar dos de los libro_s re-
nazada al mismo tiempo que los antropólogos se han
cientes más conocidos- han hablado exphcita- convertido en una especie de académicos en peligro.
mente de un final de la antropología como han El peligro profesional tiene que ver con la falta de
hecho varios investigadores literarios con el con- trabajos, los programas universitarios, apoyos a la
cepto de literatura. Por ésto, me impresiona que investigación y otras erosiones del estatus profesio-
muy pocos de los antropólogos cuyos libros se leen nal de los antropólogos. La amenaza intelectual a la
fuera de la antropología mantengan en secreto su antropología viene de adentro de la disciplina mis-
deseo de que la antropología y los textos antropo- ma: dos perspectivas en disputa sobre la cultura (la
lógicos puedan ser más literarios o que Fox llama materialismo cultural y la culturología).
6
rios en su estilo y concepción; o que tamb1en ocul- que comparten mucho y difieren muy poco.
ten que desean que los antropólogos pasen más
tiempo pensando sobre la textualidad y menos en Es interesante y sintomático que el admirable li-
la descendencia matrtlineal; o que problemas que bro del propio Fox, Lions oj the Puajab, del cual se
se refieren a las poéticas culturales tengan un rol ha tomado esta declaración, tiene en común con
más importante en sus investigaciones que los p:o- otros influyentes diagnósticos del mal du si.ecle de
blemas de la organización tribal, las economias la antropología -de7 esto se trata ' pienso- como
agrícolas y la clasificación primitiva. el de Sherry Ortner , que la alternativa que queda
Pero estas dos tendencias encubren problemas es una práctica basada en la práctica, fortalecida
más profundos. Dejando de lado las discusiones Y

6
Richard Fox: Lions of the Pwyab: Culture in the Making,
5ver E . Marcus y Michael M. J . Fischer (eds.): Antrhopology as
/Los Angeles. 1985, p. i.86.
Cultural Critique: An Experimental Movement in the Human
Sciences. Chicago. 1986; James Clifford y E . Marcus (eds.): ":'· por ejemplo, Sherry B. Ortner: •Theory in Anthropology
Smce the Sixties• en Comparative Studies in Society and History
Writing Culture: The Poetics and Politlcs of Ethnography.
Nº 26, 1/1984, pp.126-166.
Berkeley /Los Angeles, 1986.
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EDWARD w. SAJO REPRESENTAR AL COWNIZADO

con ideas sobre hegemonía, reproducción social e actitudes cada vez más desesperadas pues prime-
ideología tomadas en préstamo de investigadores ro tiene que tratar de adecuar las categorías for-
que no vienen de la antropología, como Antonio muladas por la autoridad colonial a su propia rea-
Gramsci, Raymond Williams, Alain Touraine y lidad Y luego, sabiendo que tal camino está desti-
Pierre Bourdieu. No obstante, subsiste la impre- al fracaso, toma conciencia de que sólo su
sión de un sentimiento profundo del agotamiento propia fuerza militar obligará a París o Londres a
de los paradigmas kuhnianos con consecuencias tomarlo seriamente como interlocutor. Un interlo-
que, para el estatus de la antropología, deben ser, cutor en la situación colonial es, por consiguiente
creo, extraordinariamente desestabilizadoras. Y por definición, todo aquel que es sumisb y perte-
Supongo que hay también cierto miedo Uustifi- nece a la categoría de lo que los franceses en Arge-
cado) ya que los antropólogos de hoy no pueden ir llamc:ron un e_volué, notable o caíd (el grupo de
al campo postcolonial exactamente con la misma liberacion reservo la designación de beni-wéwé 0
naturalidad con que lo hacían en el pasado. Este para ellos), o alguien que,
es, claro está, un desafio político a la etnografia el mtelectual nativo de Fanon, simplemente
exactamente sobre el mismo terreno donde, en se ruega a hablar teniendo bien claro que sólo una
otros tiempo, los antropólogos ejercieron relativa- respuesta radicalmente antagónica quizás violen-
mente su autoridad. Las respuestas han variado. ta, es la única interlocución posible con el poder
Algunas encuentran el sentido en las políticas de colonial.
la textualidad. Otras han usado la insatisfacción El otro sentido de «interlocutor• es mucho me-
que emana del propio campo como un tópico de la nos político. Deriva de un contexto casi entera-
teoría postmoderna. Y, en tercer lugar, algunos han mente académico y teórico y sugiere tanto la tran-
utilizado el discurso postmoderno como un espa- quilidad como lo antiséptico, la categoría contro-
cio para reconstruir modelos de cambio o de trans- lada de un experimento de pensamiento. En este
formación social. Sin embargo, ninguna de estas contexto el interlocutor es alguien que si alza su
respuestas es tan optimista sobre la propia activi- la "?1isma disciplina lo convierte en un st.tjeto
dad como fueron las contribuciones revisionistas impropio. El resultado es un discurso domestica-
que integran Reinventing Anthropology, de Dell do que nos trae a la memoria una cantidad de co-
Hymes, o la de Stanley Diamond en su importante teóricas de moda, por ejemplo, el
In Search of the Primitive, pertenecientes a una y la heteroglosia bajtinianos, «la situa-
generación académica anterior. cion de habla ideal• de Jürgen Habermas o el cua-
Por último, me detendré en la palabra «interlo- dro Richard Rorty (al final de Philosophy and
cutores•. Aquí una vez más estoy impresionado por the Mtrror of Nature) de los filósofos conversando
el alcance de la noción de interlocutor; a tal punto animadamente en un salón finamente amuebla-
es inestable que puede quebrarse por completo, do. Si tal descripción del interlocutor parece un
dramáticamente, en dos sentidos discrepantes. En tanto caricaturesca, sin embargo, tiene mucho de
un sentido, la palabra toma cuerpo contra un vas- la incorporación desnaturalizada y la cooptación
to trasfondo de conflicto colonialista, en el cual, que se requieren para que tales interlocuciones
por un lado, los colonizadores buscan un interlo- domesticadas ocurran. Lo que estoy tratando de
cutor válido y, por otro, al colonizado se lo obliga a esclarecer es que esta clase de interlocutor depu-
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EDWARD w. SAJO REPRESENTAR AL COLONIZADO

rada, desinfectado, es una creación de laboratorio miendan cuando se gastan se descartan


1 '
a la que se le han eliminado y, en consecuencia, azadas por nuevos objetos cuando están
falsificado, sus conexiones con la apremiante si- VIeJOS y muy usados. El rango prestigioso del ar-
tuación de crisis y conflicto que llevó por pnmera chiv?, la autoridad institucional y la longeVidad
vez a prestarle atención. Es solamente cuando fi- patnarcal del orientalismo debe ser tratada seria-
guras subalternas como las mujeres, los orienta- mente, además con el agregado de que esos
les , negros y otros «nativos» hacen suficiente ruido rasgos funcionan como una Visión de mundo con
cuando se les presta atención y se les responde fuerza política que ni siquiera la epis-
cuando hablan. Antes de esta situación, se los puede borrar fácilmente. Por ello, el
mantuvo más o menos ignorados, como a los cria- onentalismo mi punto de Vista- es una
dos en las novelas inglesas del siglo XIX; estaban - estructura erigida en el centro de un confl · t
. ºali ta ic O
allí, pero eran inexplicables más allá de su apari- impen s cuyo carácter dominante está repre-
ción como un elemento útil del decorado. Conver- y no sólo como investigación
tirlos en tópicos de discusión o campos de investi- sir_io una ideología partidaria. Por lo tanto, el
gación es, necesariamente, cambiarlos en algo fun- onentalismo el debate en lo más profundo
damental y constitutivamente diferente. De ahí que de sus lengua3es eruditos y estéticos. Estas cosas
la paradoja no desaparezca. . son las que he tratado de mostrar con el agregado
En este punto, desearla decir algo acerca de una que ?isciplina, ni estructura de conoci-
de las más frecuentes críticas que se me han diri- m mstitución ni epistemología que haya
gido y a la cual siempre he querido responder: que quedar fuera de las diferentes formaciones
en el proceso que caracteriza la producción de los soc10culturales,
- históricas y políticas , que d an a
Otros inferiores del europeo, mi trabajo es sólo una las epocas su peculiar indiVidualidad.
polémica negativa que no avanza hacia nuevas Ahora es _cierto que las numerosas r ees-
aproximaciones epistemológicas o métodos, y ex- teoricas y discursivas de las que
presa sólo desesperación ante la posibilidad de tra- hable parecen estar buscando una forma
tar alguna vez seriamente con otras culturas. Es- de salir de esta realidad confusa. Fabian Tala!
tas críticas se refieren a temas que he discutido Asad y ?érard Leclercª desarrollaron
hace tiempo y aunque no deseo refutar punto por estrategias textuales como un modo de desViar el
punto a mis críticos quiero responder teóricamen- a la autoridad etnográfica: estas estrate-
te este tópico ahora que se presenta la oportuni- gias han usado un método para des 1·
s b ti · · izar
dad. u rep ciamente hacia el pasado toda coyuntura
Lo que consideré mi compromiso en Orientalis-
mo fue una polémica crítica no sólo con la pers-
pectiva disciplinaria y la economía política sino s V. Talal Asad (ed.) : Anthropology and the Colonial E te
también con la situación socio-cultural que hizo a Lon d:es, 1973; Gérard Leclerc: Anthropologie et colo=i.:11
su discurso tanto posible como sostenible. Episte- essai sur l'histoire de l'africanisme París 1972. y L'Ob
de l'ho . . . ' · •
isi:ie.
s ervatwn
mologías, discursos y métodos como el orientalis- mme. une histoire des enquetes sociales París 1979·
Johannes Fabian: Time and the Other: How o 'M .
mo apenas tienen el valor de un nombre si se los Its Objects, Nueva York, 1983. 'P logy Qkes
reduce a objetos, zapatos por ejemplo, que se re-
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34 RE;PRESENrAR AJ. COLONIZADO
EowARD W. SAID

antropológica, desgraciadamente solapada Y lagos/as buscan, frente al desconcierto que sien-


flictiva, pero que sin embargo no se puede desesti- ten por e!oestatus mismo de su disciplina, un nue-
mar. Llamo a esto la respuesta estética. La otra vo «otro• .
respuesta fµe más o Continuaré con esta digresión cuando vuelva a
vamente sobre la práctica , como si la practica lo que me parece estar vinculado a ella, funda-
ra un dominio de la realidad libre de agentes, inte- mentalmente, la problemática del observador, com-
reses y disputas tanto políticos como filosóficos. pletamente sub-analizada por las corrientes an-
Llamo a esto la respuesta reductivamente prag- tropológicas revisionistas de las que hablé antes.
Esto se ve especialmente claro, creo, en obras de
mática. antropólogos tan originales como Sahlins (en su
En Orientalismo no pensé que fuera posible ma-
nejarse con estas respuestas anestesiadas. Puedo Islands of History) o Wolf (en su Europe and the
haber estado incapacitado por un escepticismo People without History). Para mí al menos, este si-
radical hacia la teoría global y los punto de vista lencio es significativo. Es suficiente fijarse en la
puramente epistemológicos. Pero sentí que. no po- cantidad de páginas con argumentos tan
día avanzar mucho más allá de la perspectiva que sofisticados de las obras de investigadores meta-
tomaba un punto de Arquímedes que_ se enco:i:itra- teóricos, o en Sahlins y Wolf, para notar cómo al-
ra fuera de los contextos que describ1a y sentí que guien, una voz autoritaria-autorizada, explorado-
no se podía inventar y desplegar una ra, diplomática, erudita, habla y analiza, acumula
interpretativa inclusiva que se mantuviera libre de evidenc!as, teoriza, especula sobre todo, excepto
las circunstancias históricas concretas de las cua- s1 misma. ¿Quién habla? ¿Para qué y para
les el orientalismo derivaba y de las cuales sacaba qmen? Las preguntas no se articulan o si lo hacen
sustento. Me ha parecido, por tanto, particular- llegan a ser, en palabras de James Clifford escri-
mente significativo que los antropólogos Y no los biendo sobre la autoridad etnográfica, fundamen-
11
historiadores, por ejemplo, hayan sido los más talmente problemas de un «juego estratégico» •
renuentes a aceptar los rigores de esta verdad Cada una de estas historias, tradiciones, socieda-
indiscutida formulada convincentemente por pri- des, textos de «otros• se ve fundamentalmente como
mera vez por Giambattista Vico. Pienso -y me ex- respuestas a las iniciativas occidentales -y por
tenderé sobre esto más adelante- que como la consiguiente pasivas, dependientes- o como for-
antropología es, ante todo, una disciplina que ha mas de cultura que conciernen fundamentalmen-
sido constituida y construida históricamente, desde te a las élites •nativas•. P-ero más que seguir dis-
su mismo origen, a través de un encuentro etno- cutiendo este tema, querría volver ahora a nues-
gráfico entre ún observador europeo soberano Y tro tema inicial.
un nativo no-europeo que ocupaba, por así decir,
un estatus menor y un lugar distanciado, es r:-
cién ahora a fmes del siglo xx algunos/ as antropo- 10
En Marcus/Fischer: op. cit .• pp. 9 y ss., el énfasis sobre la
es muy pronunciado.
James Clifford: •On ethnographic Authority• en Repre·
sentations Nº 1. primavera de 1983.
•v. s. Ortner: op. cit .. pp. 144-160.
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EDWARD W. SAID REPRESENTAR Al, COLONIZADO

Ya habrán notado que no se le puede asignar acumulados en diferentes capas del ser
un sentido esencial y fijo ni a la representación, ni antropológico. Obviamente, descartamos la idea de
al •colonizado•, ni a la •antropología• ni a sus «in- inocencia. Si tenemos en cuenta que, como en to-
terlocutores•. Estas palabras cada una va- das las disciplinas científicas, el modo de trabajo
cilar ante diferentes posibilidades de sentido o,, en tradicional evade y aísla a los miembros de la co-
algunos casos, se parten en dos cuando las inte- munidad científica, no estamos tan equivoca-
rrogamos. Lo que resulta claro sobre el m_od? dos cuando recurrimos al concepto de mundanidad
que nos interpelan es, obviamente, que disciplinaria. La antropología no es una excepción.
mediablemente afectadas por una cantidad de li- Así como mi propia área de trabajo, la literatu-
mites y presiones que de ningún modo se_ pueden ra comparada, la antropología también se funda
ignorar. Así, palabras como •representacion•, .•an- en la otredad y la diferencia; en lo que se refiere a
tropología• y •colonizado• parecei: .sus materiales, el empuje informativo se lo provee
das en contextos que ni la violencia ideolog1ca pue- el extraño o extranjero, «la frescura de abajo y pro-
de disolver. Tenemos que admitir que no sólo nos funda• en palabras de Gerard Manley Hopkins.
encontramos aferrados al inestable y volátil am- Estas dos palabras, •diferencia• y •otredad• adqui-
biente semántico que evocan, sino que también rieron en nuestra época propiedades talismánicas.
estamos inmersos en el mundo actual, para de- Es evidente que hoy resulta imposible quedar al
tectar y definir si no el espacio antropológico· sí margen de lo mágico, incluso metafisico, que ellas
coyuntura cultural en la que las obras antropolo- destilan dadas las operaciones deslumbrantes a
gicas efectivamente se hacen: . que las sometieron filósofos, antropólogos, teóri-
A menudo he encontrado util a la hora de pen- cos de literatura y sociólogos. En verdad, lo más
sar estos problemas la noción de •mundanidad•. notable de •otredad• y •diferencia•, como sucede
por los dos sentidos que contiene; uno es la idea con todos los términos en general, es que son pa-
de estar en el mundo secular, como opuesto a es- labras totalmente condicionadas por el contexto
tar •en otro mundo•; el segundo, es el de su suge- histórico y global. Hablar sobre •el otro• hoy en
rencia, reforzada por la palabra francesa monda- Estados Unidos es, para la antropología contem-
nité, es decir, mundanidad como la cualidad del poránea, una cosa completamente diferente que
ejercicio de un savoir faire, formas mundanas Y para un antropólogo hindú o venezolano: la con-
afición a la calle. Antropología y mundanidad, en clusión inducida por Jürgen Golte en un ensayo
ambos sentidos, necesariamente requieren de un teórico sobre «la antropología de la conquista• es
otro. La dislocación geográfica, el descubrimiento que incluso la antropología no-norteamericana y,
secular y la esmerada recuperación de por tanto la antropología •indígena•, está •íntima-
implícitas o internalizadas: todo esto sella la mente unida al imperialismo•; tal es el poder glo-
12
queda etnográfica con la marca de u.n a energ1a bal que irradia del gran centro metropolitano •
secular que es, sin duda, sincera. Del mismo modo,
los actuales discursos masivos, códigos y tradicio-
12
nes prácticas de la antropología, con sus Jürgen Golte: •Latín Arnerica: The Anthropology of Conquest•
dades, rigores disciplinarios, mapas genealog1cos, en Stanley Diamond (ed.): Anthropology: Ancestors and Heirs,
La Haya, 1980, p. 391.
sistemas de patronazgo y acreditación han sido
39
38 Rf;PRESENfAR AL COLONIZADO
EDWARD W. SAID

Practicar la antropología en Estados Unidos es, esto sucedió, tratemos de ver si todavía tiene al-
por tanto, no sólo estar haciendo un trabajo cien- guna relevancia el tema del imperialismo para los
tífico para investigar la •otredad» y la «diferencia» antropólogos norteamericanos e incluso para to-
en un país extranjero; es estar discutiendo esos dos nosotros como intelectuales.
términos en un Estado enormemente influyente Y La realidad es intimidatoria. La verdad es que
poderoso cuyo rol global es el de una superpoten- hay enormes intereses globales y nosotros esta-
mos de acuerdo en que se lleve adelante. Hay ejér-
cia. citos pero también ejércitos de investigadores que
La fetichización y la celebración inexorable de
la •diferencia» y la «otredad• es, por lo tanto, un trabajan política, militar e ideológicamente. Con-
camino peligroso. Sugiere no solamente lo que sideremos, por ejemplo, la siguiente declaración
Jonathan Friedman ha llamado «la espectaculari- que, de manera completamente explícita, hace la
zación de la antropología», por medio de la cual la conexión entre la política exterior y •el otro»:
«textualización• y «culturización» de sociedades 13
parece ocurrir a pesar de la política y la historia En los últimos años, el Departamento de Defensa
(DD) se ha visto confrontado con muchos problemas
sino también la apropiación descuidada y la tra- que requieren el apoyo de las ciencias del comporta-
ducción del mundo por un proceso que aun con miento y sociales ... Las Fuerzas Armadas ya no es-
todas sus declaraciones de relativismo, despliegue tán comprometidas únicamente con operaciones
de rigor epistemológico y experticia técnica, no militares. Su misión ahora incluye la pacificación, la
puede diferenciarse fácilmente de los procesos del asistencia, la •lucha de ideas>, etc. Todas estas mi-
imperialismo. Digo esto tan duramente como pue- siones requieren un conocimiento de las poblacio-
do porque estoy impresionado de que en tantos y nes rurales y urbanas con las que nuestro personal
tan variados escritos de antropología, epistemolo- militar entra en contacto -en las nuevas activida-
gía, textualización y otredad, que en extensión Y des de •operaciones de paz» o en combate. Necesita-
temas recorren la escala que va desde la antropo- mos más conocimientos sobre las creencias, valores
logía hasta la historia y la teoría literaria. hay una y motivaciones de muchos paises del mundo; sus
organizaciones políticas, religiosas y económicas; y
ausencia casi total de referencias a la interven-
el impacto de varios cambios e innovaciones sobre
ción imperialista norteamericana como un factor sus patrones socio-culturales ... Los siguientes ítems
que afecta la discusión teórica. Se dirá que he re- son elementos que merecen atención en tanto facto-
lacionado la antropología con el imperialismo de- res que requieren estrategias para las agencias mili-
masiado crudamente, de una manera muy indis- tares. Empresas de investigación prioritaria: 1) méto-
criminada; a lo que respondo preguntando cómo dos, teorías y adiestramiento en las ciencias sociales
-y realmente quiero decir cómo- cúando y del comportamiento en paises extranjeros ... 2) pro-
ron separados. No sé cuándo ocurrio tal cosa, o s1 gramas que entrenen dentistas sociales extranjeros ...
de verdad ocurrió. Por eso, antes que aceptar que 3) investigación de ciencias sociales llevadas a cabo
por dentistas nativos independientes ... 4) tareas de
ciencias sociales llevadas a cabo por investigadores
principales en los estudios de grado norteamerica-
13 Jonathan Friedman: cBeyond Othemess or: The Spectacula- nos en centros de áreas extranjeras ... 7) estudios con
rization of Anthropology• en Telos N° 71, 1987. pp. 161-170. base en Estados Unidos que aprovechen datos reco-
40 41
EowARD W . SAID REPRESENTAR AL. COWNIZADO

gidos por investigadores extranjeros no financiados


por agencias de defensa. Debe extraerse de los da-
al estatus de una región subsidiaria o menor que
tos, recursos y métodos analíticos todo lo posible para resulta fácil invadir y pacificar- sino también cues-
que esos datos recogidos con propósitos específicos tiones de distribución económica, prioridades po-
puedan utilizarse con propósitos adicionales. 1 • 8) líticas y, fundamentalmente, relaciones de domi-
colaborar con otros programas en Estados Unidos y nación y desigualdad. Ya no vivimos en un mundo ·
en el exterior que proporcionen acceso continuo del que es tres cuartos mudo y subdesarrollado. Sin
personal del Departamento de Defensa a los recur-
14
embargo, no hemos producido todavia un estilo
sos académicos e intelectuales del •mundo libre•. nacional eficaz que se funde en algo más igualitario
y no coercitivo que una teoría de la superioridad
No es necesario decir que el sistema imperialista natural que, en cierto grado, todas las ideologías
que cubre una inmensa red de Estados y culturales enfatizan. La particular forma cultural
clientes, tanto como un aparato de inteligencia y de la superioridad se manifestó -cito un caso tí-
de políticos tan rico y poderoso como no fueron pico- dentro del contexto del insensato ataque
sus predecesores, no se pregunta por nada en la del New York Times (26/ 10/86)- contra Ali Mazrui
sociedad norteamericana. Evidentemente, los me- por atreverse, como un africano, a hacer una serte
dios están saturados de material ideológico, pero de películas sobre los africanos. Sucede que cuan-
evidentemente también, no todo está saturado en do Africa está muy lejos se la ve positivamente,
los medios en el mismo grado. Es verdad que no- como una región que se ha beneficiado de lo que
sotros reconocemos diferencias, hacemos distin- le proporcionó la modernización de la civilización
ciones y no perdemos de vista el terrible hecho de del colonialismo histórico y entonces puede ser to-
que el cinturón con que Estados Unidos estrecha lerada. Pero si la ven los africanos sufriendo bajo
al mundo es muy fuerte y que no es solamente el el legado del imperialismo, entonces debe ser re-
resultado de un Reagan y una pareja de Kirkpa- bajada a su medida, mostrada como esencialmen-
tricks, por decir así, sino que depende directamente te inferior, como región retrógrada desde que el
del discurso cultural, de la industria del saber, de hombre blanco la dejó. Y aquí no ha faltado la re-
la producción y difusión de textos y textualidades, tórica -por ejemplo, Tears of the White Man de
para decirlo rápidamente, no de la •cultura» como Pascal Bruckner, las novelas de V. S. Naipaul, el
un dominio antropológico general que es rutina- reciente periodismo de Conor Cruise O'Brien- para
riamente discutido y analizado en estudios de poé- reforzar esa visión.
ticas culturales y textualización, sino más especí- Como ciudadanos e intelectuales dentro de Es-
ficamente de nuestra cultura. tados Unidos tenemos una particular responsabi-
Los intereses materiales comprometidos en lidad frente a lo que sucede entre Estados Unidos
nuestra cultura son muy amplios y muy costosos. Y el resto del mundo, una responsabilidad que no
Involucran no sólo cuestiones de guerra y paz -si se disculpa o satisface del todo al declarar que la
en general hemos reducido el mundo no-europeo Unión Soviética es peor. El hecho es que somos
responsables aquí y, por consiguiente, más capa-
14
Defense Science Board: Report oj the Panel on Dejense: So- ces de influenciar en este país y sus aliados en
cial an.d Behavioral Sciences, Williamstown, Mass. 1967. formas en que no podemos hacerlo en la Unión
Soviética. Por eso, debemos, primero, tomar nota
42 43
EDWARD w. SAJD REPRESENTAR AL COLONIZADO

escru pulosamente de cómo -para mencionar lo exterior de Estados Unidos es fundamentalmente


más obvio- en América Central y América Latina, «altruista» Y dedicada a objetivos tan irrecusables
así como en el Medio Oriente, Africa y Asia, Esta- como la libertad y la democracia, hay un conside-
dos Unidos ha reemplazado los grandes imperios rable espacio para una actitud escéptica. ¿No es-
antiguos por la fuerza dominante externa. tamos repitiendo, frente a ésto, como nación, lo
No es una exageración afirmar que la realidad que Francia y Gran Bretaña, España y Portugal,
no es buena, es decir, tenemos que aceptar críti- Holanda y Alemania hicieron antes que nosotros?
camente la idea de que estamos autorizando con ¿Y no será que sólo tenemos capacidad para juz-
nuestras investigaciones una política totalmente nosotros mismos como lo que es ajeno a
dura que intenta influenciar y dominar a otros las sord1das aventuras imperialistas que nos pre-
Estados cuya relevancia, implícita o declarada para cedieron precisamente por señalar nuestros inmen-
los intereses de la seguridad norteamericana es sos logros culturales, nuestra prosperidad, nues-
enorme. Las intervenciones militares de Estados conciencia teórica y epistemológica? ¿Y, ade-
Unidos desde la Segunda Guerra Mundial han mas, no hemos propuesto como destino el de go-
ocurrido en todos los continentes y lo que como bernar y liderar el mundo, un rol que nos asigna-
ciudadanos estamos empezando a comprender es mos como parte de nuestro clamor en el desierto?
sólo la vasta complejidad y extensión de estas. in-
tervenciones, el enorme número de formas en que JI
ocurren y la tremenda inversión nacional que hay
en ellas. De que ellas ocurren no hay duda, todo lo Resumiendo, lo que ahora tenemos ante nosotros
cual es, en la frase de William Appleman Williams, como problema nacional y en el panorama
el imperialismo como un modo de vida. Las conti- imperialista es la profunda, la profundamente per-
nuas declaraciones del Irangate son parte de es- turbada y perturbante cuestión de nuestras rela-
tas complejas intervenciones, y no es ningún mé- con los otros -otras culturas, otros Esta-
rito que en muy poca de la verdadera dos, otras historias, otras experiencias, tradicio-
informativa de los medios y la opinión pública se pueblos y destinos. La dillcultad con esta cues-
haya prestado atención al hecho de que nuestras tiones que no hay ventajafeera de la realidad de
políticas iraníes y centroamericanas son políticas entre culturas, entre poderes imperia-
abiertamente imperialistas -ya sea que hayan ne- listas y no-imperialialistas desiguales, entre di-
gociado y explotado una apertura geopolítica en- ferente_s Otros, una ventaja que podría permitirse
tre los iraníes, o que hayan ayudado el privilegio epistemológico de juzgar, evaluar e
a los «guerreros de la libertad» de la Contra a de- interpretar libre de los intereses, las emociones y
rrocar al gobierno legalmente constituido y electo los compromisos que afectan las relaciones de pe-
de Nicaragua. netración. Cuando consideramos las relaciones
No deseo detenerme en este aspecto perfecta- entre Estados Unidos y el resto del mundo es para
mente obvio de la política de Estados Unidos, ni hablar de esas conexiones y no fuera o más allá de
voy a citar los ejemplos, ni quiero generar una in- ellas. Por consiguiente, nos corresponde como in-
necesaria polémica de definiciones. Aún si reco- telectuales, humanistas y críticos seculares enten-
nocemos, como muchos han hecho, que la política der el rol de Estados Unidos en el mundo del po-
45
44 REPRESENTAR AL COLONIZADO

EowARD W. SAio

anexión detrás suyo) sin percibir al mismo tiempo


der. desde dentro de la realidad, y como partici- el conflicto imperialista mismo. Y ésto es un he-
pantes en él, no como observadores externos indi- cho cultural de extraordinaria importancia tanto
viduales que, como Oliver Goldsmith en la mara- política como interpretativa porque es el verdade-
villosa frase de Yeats, deliberadamente liban en ro horizonte que nos define y, por extensión, la
los panales de miel de nuestra mente. , · condición de posibilidad de conceptos tales como
Es cierto que los trabajos contemporaneos de 1otredad» y «diferencia•, que de otro modo serian
nuevos antropólogos europeos y americanos refle- abstractos e infundados. El problema real conti-
jan los recovecos y las intrigas del problema ?1go núa obsesionándonos: la relación entre la antro-
más sistemáticamente. La historia de esta practi- pología como una empresa de conquista y, por otro
ca cultural en Europa y Estados Unidos tiene den- lado, el imperio como un asunto de conquista.
tro de sí misma, como un elemento consti!11tivo, Otra vez entonces, se ha puesto en cqnsidera-
la desigual relación de fuerzas entre un etnografo- ción la problemática central, y habría que reexa-
observador exterior occidental y una sociedad no- minar junto con ella, al menos tres temas deriva-
occidental primitiva, o al menos diferente, pero dos. Uno, al que me referí antes, es el rol constitu-
ciertamente más débil y menos desarrollada: En tivo del observador, el «yo• etnográfico o el sujeto,
Kim, Rudyard Kipling extrapola el sentido pohtico cuyo estatus, campo de acción y espacio de movi-
de esas relaciones y lo corporiza con lidad se confunden peligrosamente con la relación
riajusticia artística en la figura del coronel Cre1gh- imperialista. Segundo, es la colocación geográfica,
ton, un etnógrafo a cargo del Survey en India, Y tan connatural y necesaria, históricamente al me-
también el cerebro de los servicios de inteligencia nos, para el etnógrafo. El motivo geográfico, que
en India, el así llamado Great Game al que el es profundamente significante en muchas de las
Kim pertenece. En los estudios recientes de teon- estructuras culturales de Occidente ha sido pos-
cos que trabajan con la disyuntiva -que parece puesto sistemáticamente por los críticos que aca-
insuperable- entre una realidad política basada taron la importancia de la temporalidad. Pero re-
en la fuerza y un deseo científico y de sulta que no habríamos tenido imperio, así como
comprender al Otro hermenéutica y simpaticamen- muchas formas de historiografia, antropología,
te en formas no siempre circunscritas y definidas sociología y estructuras legales modernas, sin los
por la fuerza, la moderna antropología _occidental importantes procesos filosóficos e imaginativos que
anula tanto como ocluye esa problematica prefi- trabajaron en la producción, adquisición, subor-
guración novelística. dinación y colonización del espacio. Esto se ve cla-
Que estos esfuerzos tengan éxito o fracasen es ramente en los recientes libros, muy diferentes
una cuestión menor respecto del hecho de que lo entre sí, Uneven Development de Neil Smith, Rule
que los singulariza, lo que los hace posible, es algo ofPropertyfor Bengal de Ranajit Guha o Ecological
realmente embarazoso si encubre la conciencia de Imperialism de Alfred Crosby, trabajos que explo-
la ocupación imperialista que, ante todo, es, des- ran las formas en que la proximidad y la distancia
de todo punto de vista, invasora y fatal. De hecho, producen una dinámica de conquista y transfor-
no ha"f modo en que yo pueda percibir el mundo mación que inevitablemente se mezcla con las ce-
desde dentro de nuestra cultura (una cultura, ade- rradas descripciones de la relación entre el sí mis-
más, con una exhaustiva historia de exterminio Y
46 47
EDWARD W. SAJO REPRESENTAR AL COLONIZADO

mo y el otro. En etnografia, el ejercicio de puro tica, fue el consentimiento para bombardear Libia
poder, que ejerce el control sobre la geografia, es y para realizar aventuras similares en las que se
fuerte. En tercer lugar, tenemos el caso de la cir- apelaba a una burda honestidad, pues el público
culación intelectual, es decir, de qué manera el había escuchado decir a los expertos, en la prensa
trabajo disciplinario -erudito o monográfico- sale y en la televisión, que el Islam era poco menos que
del dominio relativamente privado del investiga- una cultura terrorista 16 •
dor y su círculo de pares hacia el dominio de los Un segundo ejemplo concierne al sentido po-
consultores políticos, los políticos y -no menos pular dado a la palabra •indios• en el discurso
importante- la recirculación de representaciones sobre América Latina, especialmente cuando se
etnográficas rigurosas bajo la forma de imágenes identifica a los indios con el terrorismo (o se los
públicas en los medios, que sirven para reforzar describe como un pueblo retógrado, inevitablemen-
las políticas. ¿Cómo el trabajo en culturas, socie- te primitivo y de violencia ritualizada). El famoso
dades y pueblos remotos o primitivos u •otros• en análisis de Mario Vargas Llosa sobre la masacre
América Central, Africa, el Medio Oriente, varias andina de periodistas peruanos («lnquest in the
partes de Asia, se alimenta, se conecta, impide o Andes: A Latin American Writer Explores the
amplia los procesos políticos activos de dependen- Political Lessons of a Peruvian Massacre•, eri New
cia, dominación o hegemonia? . York Times Magazine, 31/7 /83) se basa en la su-
Dos ejemplos, el Medio Oriente y América Lati- puesta disposición natural de los indios andinos
na, proporcionan la evidencia de una conexión di- hacia formas particularmente terribles de asesi-
recta entre investigadores en •áreas• natos indiscriminados. La prosa de Vargas Llosa
y políticas públicas, en donde las representacio- está atravesada de frases sobre los rituales indí-
nes de los medios refuerzan no la simpatía y la genas, el primitivismo, la tenebrosa inmutabilidad,
comprensión sino el uso de la fuerza y la brutali- todas ellas apoyadas en la autoridad de las des-
dad contra las sociedades nativas. El •terrorismo• cripciones antropológicas. Incluso muchos promi-
está hoy más o menos naturalmente asociado, en nentes antropólogos peruanos fueron miembros del
el discurso público, con el Islam, que se identifica panel (dirigido por Vargas Llosa) que investigó la
con una religión o cultura esotérica de millones de masacre.
personas; pero en los últimos años (después de la Estas son cuestiones de una importancia no sólo
revolución iraní, después de varias insurrecciones teórica sino cotidiana. El imperialismo, el control
libanesas y palestinas) obtuvo una forma particu-
larmente amenazante gracias a las definiciones que
15 15
habíamos «aprendidoi> sobre él • En 1986, la apa- H e di scuti"d o esto en mi Covering Islam: How the Media and
rición de una colección de ensayos editada por the Experts Determine How We See the Rest of the World, Nueva
Benjamin Netanyahu (embajador israelí en Nacio- York, 1981. V. también •The MESA [Middle East Studies
Association) Debate: the Scholars, the Media and the Middle
nes Unidas), titulada Terrorism: How the West Can
East» en Journal of Palestine Studies N° 16, invierno de 1987,
Wm, contenía tres artículos de reconocidos orien- P.P.· 85-104.
talistas, cada uno de los cuales aseguraba que V. Edward W. Said y Christopher Hitchens (eds.): Blaming
había una conexión entre el Islam y el terrorismo. the Victims: Spurious Scholarship and the Palestinian Question,
Lo que este tipo de argumento produjo, en la prác- Londres, 1988, pp. 97-158.
48 49
EowARD W. SAJo REPRESENTAR AL COLONIZADO

de los territorios y pueblos extranjeros, se desa- El punto de vista nativo, a diferencia de la forma
rrolla en un contlnuum con historias provenien- en que a menudo ha sido retratado, no es un he-
tes de otras áreas, con prácticas y políticas tradi- cho sólo etnográfico, no es un constructo solo her-
cionales y con trayectorias culturales tramadas de menéutico; es en gran medida una resistencia con-
manera muy diversa. Por todo ello, ahora hay una ttnua y controversia!, prolongada y sostenida,, a la
adecuada bibliografia en el Tercer Mundo que re- disciplina y a la praxis de la antropología misma
coge el trabajo teórico y práctico de los especialis- (como representativa del poder «de afuera•); la an-
tas occidentales en •estudios de área• así como de tropología no como textualidad sino como un agen-
los antropólogos e historiadores. El discurso es una te. por lo general directo, de la dominación políti-
parte del esfuerzo revisionista postcolonial de re- ca.
clamar tradiciones; historias y culturas al impe- Sin embargo, ha habido intentos interesantes,
rialismo y es también un modo de introducir los incluso problemáticos, de conocer los posibles efec-
diferentes discursos del mundo sobre condiciones tos de esta concepción sobre los trabajos antropo-
de igualdad. Estamos pensando en la obra de lógicos en marcha. El libro FYrst-Time, de Richard
Anwar Abdel Malek y Abdullah Laroui, en gente Prtce, estudia el pueblo Sarama.ka de Suriname,
como la del grupo de Subaltem Studies, C. L. R. una población cuya forma de mantenerse viva ha
James y Ali Mazrui, en varios textos, como la «De- sido difundir lo que en realidad es un saber secre-
claración de Barbados• de 1971 (que acusa direc- to, lo que ellos llaman •First-Time•, entre las etnias;
tamente a los antropólogos y científicos de hipó- por tanto, •First-Time•, acontecimientos del siglo
critas y oportunistas) así como al «Informe Norte- XVIII que dan a los saramakas su identidad nacio-
Sur• y el cNuevo Orden Mundial de Información•. nal, es una información «circunscripta, restricta y
En la mayor parte de los casos, muy poco de este vigilada•. Price comprende esta forma de resisten-
material alcanza a salir del ámbito interno y no cia a la presión exterior y la registra cuidadosa-
tiene efectos en la discusión general, disciplinaria mente. Siri embargo, cuando se pregunta sobre si
o discursiva de los centros metropolitanos. Es cier- «la publicación de una información que obtiene su
to que los africanistas occidentales leen a los es- poder simbólico, en gran parte, por permanecer
critores africanos como material de primera fuen- en secreto no vicia el verdadero sentido de esta
te para sus investigaciones y los especialistas oc- información», se detiene muy poco en el problema
cidentales en Medio Oriente usan textos árabes o moral y procede a publicar la información secreta
17
iraníes como primera evidencia para sus investi- de todos modos • Algo similar ocurre con el libro
gaciones pero también es cierto que los reclamos de James C. Scott, Weapons of the Weak: Everyday
de un debate y un compromiso intelectual directo Forms of Peasant Resistance. Scott hace un bri-
del ex-colonizado son cuestiones que quedan to- llante trabajo al mostrar cómo los informes etno-
talmente desatendidas. gráficos no presentan -no podrían hacerlo- una
En tales casos, es necesario subrayar que la
moda de las descripciones densas y los géneros
confusos cierra y bloquea el clamor de voces que, 17
desde el exterior, pide para que se consideren sus Richard Prlce: Flrst-Time: the Historical Vision of an Afro-
American People, Baltimore, 1983. pp. 6-23.
reclamos contra el imperialismo y la dominación.
50 51
REPRESENTAR AL COWNIZADO
EDWARD W. SAID

«transcripción completa» de la resistencia campe- de George y Curtis M. Hinsley son un


sina contra los abusos del exterior, puesto que la ejemplo bien claro , y también lo son las obras
estrategia campesina (arrastrar los pies, llegar tar- -aunque muy diferentes entre sí- de Talal Asad,
de, obrar de manera impredecible, no comunicar- Paul Rabinow y Richard Fox. En el fondo, la re-
se, etc.) es la de no obrar de acuerdo con el po- evaluación tiene que ver, primero, con la compr en-
der18. Y aunque Scott presenta un excelente infor- sión nueva y menos formalista que hemos adqui-
me empírico y teórico de las resistencias cotidia- rido de los procedimientos de la narratividad y, en
nas contra la hegemonía, él también socava la ver- segundo lugar, con el logro de una conciencia más
dadera resistencia que admira y respeta pues, en desarrollada sobre prácticas contrahegemón icas
un sentido, revela los secretos de su fuerza. No alternativas y emergentes. Hablaré ahora sobre
menciono a Scott y Price sólo para acusarlos (lejos algunas de éstas.
de eso, ya que sus libros son extremadamente va- La narratividad logró tener recientemente un
liosos) sino para indicar algunas de las paradojas gran consenso cultural en las ciencias humanas y
teóricas y aporias que tiene que encarar la antro- sociales. Quien que se haya encontrado con el su-
pología. gestivo trabajo de Renato Rosaldo puede apreciar
este hecho. Metahistoria de Hayden White fue
111 pionera en la noción de que la narratividad estaba
gobernada por tropos y géneros -metáfora,
Como dije antes, y como lo han notado muchos metonimia, sinécdoque, ironía, alegoria, etc.- que
antropólogos/as que han reflexionado sobre los a su vez, regularon e incluso produjeron los
desafios teóricos ahora tan evidentes, ha habido historiógrafos más influyentes del siglo XIX. White
una considerable cantidad de préstamos de cam- cambió la jerarquía tanto de lo real como de lo
pos vecinos, de la teoria literaria, la historia, etc. ideal; en su teoria los reemplazó por la noción de
y, en alguna medida, por esta causa, se.ha despla- narratividad y por los procedimientos lingüísticos
zado la preocupación de los problemas políticos a de códigos formales universales. Sin embargo fue
la comprehensión; es obvio que es más fácil ha- renuente o incapaz de explicar la necesidad y la
blar de las poéticas que de las políticas. Gradual- demanda de narratividad expresadas por los his-
mente, sin embargo, la antropología comienza a toriadores; por qué, por ejemplo, Jakob Burkhardt
considerarse como parte de un todo histórico más y Marx emplearon, ante todo, estructuras narrati-
amplio y complejo, mucho más vinculado a la con- vas (opuestas a lo dramático o pictórico) y las mo-
solidación del poder occidental que lo que previa- du laron con acentos que, para el lector, las carga-
mente se había admitido. Los trabajos recientes ron de diferentes tonalic:lades. Otros teóricos
-Fredric Jameson, Paul Ricoeur, Tzvetan Todo-

18James c. Scott: Weapons of the Weak: Everyday Forms of


19
Peasant Resistance, New Haven, Conn., 1985, pp. 278-350. V. V. George W. Stocking Jr.: VictorianAnthropology, Nueva York,
también Fred R. Myers: •The Politics of Representation: 1987; y Curtis M. Hinsley Jr.: Savages and Scientists: The
Anthropological Discourse and Australian Aborigines• en Smithsonian Institution and the Development of American
AmericanEthnologistNº 13. 2/1986, pp. 138- 153. Anthropology 1846-1910, Washington D.C., 1981. ·
52 53
REPRESENTAR AL COWNIZADO
EowARD W. SAio

rov- exploraron las características formales de la A su vez, la cuestión de la narratividad tam-


narratividad en marcos sociales y filosóficos más bién es un tema de la actual bibliografia teórica
completos que los que usó White, mostrando a la sobre el postmodernismo que, a su vez, se relacio-
vez el peso y la significación de la narración para na con el debate político más tradicional. La tesis
la vida social misma. La narratividad fue transfor- de Jean-Fran<;ois Lyotard es que los dos grandes
mada de un patrón o tipo formal en una actividad relatos (narraciones) de emancipación e ilustra-
en la que convergen la política, la tradición, la his- ción han perdido su poder de legitimación y ahora
toria y la interpretación. son reemplazados por relatos locales más breves
Centro de las últimas discusiones teóricas yaca- (petits recits) que basan su legitimidad en la per-
démicas, la narratividad ha sido pensada, obvia- formatividad, es decir, en la habilidad del usuario
21
mente, dentro del contexto imperialista. El nacio- para manipular los códigos para actuar • Un es-
nalismo, resurgente o nuevo, está sujeto a la mi.- tado de cosas sutilmente manejable que, de acuer-
rratividad para estructurar, asimilar o excluir una do con Lyotard, deriva de razones totalmente eu-
u otra versión de la historia. Imagined Communi- ropeas u occidentales: los grandes relatos perdie-
ties de Benedict Anderson resuelve la cuestión ron su poder. Si damos una intepretación un poco
atractivamente, como lo hacen varios colaborado- más amplia, y colocamos esta transformación den-
res de The Invention of Tradition, compilado por tro de la dinámica imperialista, el argumento de
Eric Hobsbawm y Terence Ranger. La legitimidad Lyotard aparece no como una explicación sino
y la normatividad -por ejemplo, en las recientes como un síntoma. El separa el postmodernismo
discusiones sobre •terrorismo» y •fundamentalis- occidental del mundo no europeo, y de las conse-
mo»- han dado o negado carácter narrativo a las cuencias del modernismo europeo -y la moderni-
22
situaciones de crisis. Si se determina que un tipo zación- en el mundo colonizado • En efecto, el
de movimiento político en Africa o Asia es •terro- postmodernismo, con su estética de la cita, la nos-
rista» se le niegan consecuencias narrativas, es talgia y la indiferenciación, se siente libre de su
decir, capacidad de narrar históricamente la expe- propia historia, lo que significa que la división del
riencia; pues si se le diera un estatus normativo trabajo intelectual, la circunscripción de las prác-
(como en Nicaragua o Afganistán) se les reconoce- ticas dentro de claros límites disciplinarios y la
ría la legitimidad de una narración completa. Así despolitización del saber pueden avanzar más o
tenemos, por ejemplo, que si a nuestro pueblo se menos a voluntad.
le ha negado la libertad y se organiza, se arma Y Lo que llama la atención en el argumento de
pelea, luego obtiene la libertad; su pueblo, en cam- Lyotard, y quizás la verdadera razón de su exten-
bio, y en la misma circunstancia, es un conjunto dida popularidad, es cómo ese argumento no sólo
de injustificados terroristas del demonio. En con-
secuencia, la narraciones son política e ideológi-
camente legítimas o ilegítimas º.
2 21
V. Lyotard: 'The Postmod.em Conditton: A Report
on Knowledge; y Brian Massumi: Theory and History o]
Literature, vol. 10, Minneapolis, 1984, pp. 23-53.
v. Said: •Permission to Narrate• en London Revtew of Books,
20 uv · . Irene L. Gendzier: Managing Political Change: Social
16-29/2/84, pp. 13-17. &ientists and the 'Third World, Boulder, 1985.
54 55
EDWARD w. SAID RE;PRESEITTAR AL COLONIZADO

malinterpreta sino también tergiversa el mayor Resumiendo, a Europa y Occidente se les pidió
desafio a los grandes relatos y la razón de por qué que tomasen al Otro seriamente. Este, creo, es el
ahora parece ·que su poder ha disminuido. Ellos problema histórico fundamental de la modernidad.
perdieron su legitimidad en gran medida como re- El subalterno y el Otro, a menudo, obtuvieron una
sultado de la crisis del modernismo, que se des- articulación disruptiva allí donde el silencio y la
plomó o quedó congelado en la ironía contempla- complacencia de la cultura europea previamente
tiva; por varias razones, una de las cuales fue la los habían acallado. Consideremos la transforma-
perturbadora aparición en Europa de varios Otros ción posterior del modernismo ejemplificada en el
cuya procedencia eran los territorios imperiales. contraste entre los escritos de Albert Camus y
En las obras de Eliot, Conrad, Mann, Proust, Woolf, Fanon sobre Argelia. Los árabes de La Peste y El
Pound, Lawrence, Joyce, Forster, la alteridad y la extraryero son seres anónimos, usados como telón
diferencia están asociadas sistemáticamente con de fondo de la portentosa metafisica europea ex-
los extraños, quienes ya sean mujeres, nativos o plorada por Camus quien en su Crónica argelina
excéntricos sexuales, irrumpen en el campo de vi- negó la existencia de la nación argelina25 • (¿Sería
sibilidad, para desafiar y resistir las historias, las forzado extraer una analogía entre Ca,mus y
formas y modos de pensamiento metropolitanos y Bourdieu en Outline of a Theory Practice, quizás el
colonizados. A.este desafio el modernismo respon- texto teórico más influyente en la antropología de
dió con la ironía formal de una cultura incapaz hoy, que no hace mención del colonialismo, de
siquiera de decir «SÍ, abandonaremos el control», o Argelia, etc. aun cuando él escribe sobre Argelia
«no, seguiremos indiferentes»: se forma, como notó en otra parte? Es muy notable la exclusión de Ar-
agudamente Georg Lukács, una pasividad auto- gelia de la reflexión teórica y etnográfica de
contemplativa que se traduce en gestos paraliza- Bourdieu en Outline). Por su parte, Fanon impone
23
dos de impotencia estetizada • Por ejemplo, el fi- a una Europa que juega «el juego irresponsable de
nal de A Passage to India en el que Forster perci- la bella durmiente del bosque• un contrarrelato
be, y confirma la historia sobre la que se desarro- emergente, el proceso de liberación nacional 26 • A
lla, un conflicto político entre el Dr. Aziz y Fielding pesar de su amargura y violencia, el punto central
-la sojuzgación británica de India-, y entonces de la obra de Fanon es forzar a las metrópolis eu-
ni puede recomendar la descolonización ni conti- ropeas a pensar su historia junto con la historia
nuar con la colonización. «No, no todavía, no aquí-,
es todo lo que Forster puede resignarse a decir
24
como respuesta . 25
Albert Camus: Actuelles, III: Chronique algérienne, 1939-1958,
Paris, 1958, p. 202: •Por más bien dispuestos que estemos hacia
la reivindicación árabe, sin embargo debemos reconocer que
en lo que concierne a Argelia, la independencia nacional es
23
una fórmula puramente pasional. Jamás ha habido nación
Georg Lukács: History and Class Consciousness: Studíes in argelina. Los judíos, los turcos, los griegos, los italianos, los
Marxist Dialectics, Londres, 1971, pp. 126-34. bereberes, tendrían igual derecho de reclamar el gobierno de
24
El argumento se desarrolla más en mi Culture and Imperialism. esta nación virtual• .
26
Nueva York, 1989. Fanon: Les damnés de lci terre, Paris, 1976, p. 62
56 57
EDWARD W . SAio REPRESENJ'AR AL COLONIZADO

del despertar de las colonias del cruel estupor y de Lyotard no ha _sido lo suficientemente comprensi-
la inmovilidad abusiva del dominio imperialista, va. Una vez mas la representación se vuelve signi-
en palabras de Afmé Césaire, •medido al compás ficativa, no ya como una incertidumbre académi-
27
del sufrimiento• • Solo y sin el debido permiso del ca o teórica sino como una elección política. Cómo
reconocimiento de la experiencia colonial, Fanon representan los/as antropólogos/as su situación
dice que los relatos occidentales de ilustración y disciplinaria es, en un nivel, un asunto de la cir-
emancipación se revelan completamente hipócri- cunstancia particular, personal o profesional. Pero
tas y el pedestal greco-latino se convierte en pol- .es, en otro nivel, parte de una totalidad, la socie-
vo. dad misma, cuya forma y tendencia depende del
Creo que falsefil1amos completamente la que- peso acumulativamente afirmativo o disuasivo y
brantada novedad de la visión inclusiva de Fanon oposicional constituido por toda una serte de elec-
-que hace un uso brillante del Cahier d'wi retour ciones. Si buscamos refugio en la retórica ante
au pays natal de Césaire y de History and Class nuestra impotencia o inefectividad o indiferencia
ConsciDusness de Lukács- si nosotros no enfati- entonces estaremos preparados también para
zamos, como él hizo, que Europa y el imperialis- mitir que tal retórica finalmente contribuye a una
mo actúan conjuntamente en el proceso de desco- tendencia o a otra. El punto es que las representa-
lonización. Para Fanon, Césaire y C.L.R. James el ciones antropológicas se sustentan tanto en el
mundo postimperial depende de la idea de un des- de quien representa como en el de quién 0
tino tanto colectivo como plural para la humani- que es representado.
dad. Occidental y no occidental por igual. Como No pienso que el desafio anti-imperialista re-
dice Césaire, •le queda al hombre por conquistar presentado por Fanon y Césaire u otros como ellos
toda prohibición que haya quedado inmovilizada tenga que ser satisfecho de cualquier forma: no
en los rincones de su fervor y ninguna raza posee los hemos tomado seriamente como modelos de
el monopolio de la belleza, de la inteligencia, de la representación del esfuerzo humano en el mundo
fuerza/ y hay: lugar para todos en el encuentro de contemporáneo. De hecho, Fanon y Césaire -ob-
28
la conquista• . vtamente hablo de ellos como modelos- cuestio-
Por esto hay que pensar los relatos en forma nan directamente la cuestión de la identidad y del
conjunta dentro del contexto provisto por la histo- pensamiento identitarto, ese convidado de piedra
ria del imperialismo, una historia cuyo conflicto de la presente reflexión antropológica sobre la
fundamental entre blanco y no blanco ha emergido y la •diferencia•. Lo que Fanon y Césaire
líricamente en el nuevo y más inclusivo contrarre- exigian de sus propios partidarios, aún durante el
lato de liberación. Esta es la situación real del post- calor de la lucha, era abandonar las ideas fijas de
modernismo, para la cual la visión amnésica de la identidad colonizada y la definición culturalmen-
te autorizada. Ellos decían •sé tú mismo diferente
para tu destino como pueblo colonizado pue-
27
Aimé Césaire: Cahier d'un retour au pays natal (Notebook of a da ser diferente•: de aquí por qué el nacionalismo,
Retum to the Native Land, Berkeley/Los Angeles, 1983, pp. 76- a pesar de su obvia necesidad, es también el ene-
77. migo. No P!1edo decir si ahora es posible, para la
28
lbíd.
antropolog1a en tanto antropología, ser diferente,
58 59
EDWARD W. SAID REPRESENTAR AL COLONIZADO

es decir, olvidarse y llegar a ser otra cosa, como metidos como Basil Davidson (quienes escandalo-
una forma de respuesta al golpe dado por el impe- samente entrecruzan y transgreden las fronteras
rialismo y sus antagonistas. Quizás la antropolo- construidas nacionalmente) que lo que lo hacen
gía, tal como la conocemos, sólo puede continuar los/as antropólogos/as profesionales. Pero lo que
sobre uno de los lados de la divisoria imperial, para sí quiero decir, en cualquier caso, es que la fuerza
permanecer como un aliado de dominio y de hege- instigadora de tales ejemplos es de una relevancia
monía. fundamental para todas las ciencias humanas y
Por otro lado, algunos de los recientes esfuer- sociales en tanto que continúen luchando con los
zos antropológicos por reexaminar críticamente la enormes obstáculos del imperialismo.
noción de cultura en su totalidad, pueden ser un
punto de partida para contar una historia diferen-
te. Si ya no pensamos que la relación entre cultu-
ras está perfectamente amalgamada y es algo to-
talmente sincrónico, que se corresponde por com-
pleto y si pensamos en cambio que las culturas
son permeables y, en conjunto, son barreras de-
fensivas entre políticas, se dibuja una situación
más promisoria. Así, ver a los Otros no como algo
dado ontológicamente, sino como históricamente
constituidos, puede erosionar las bases exclusi-
vistas que tan a menudo adscribimos a las cultu-
ras, la nuestra al menos. Las culturas pueden en-
tonces ser representadas como zonas de control o
de abandono, de recolección o de olvido, de fuerza
o de dependencia, de exclusividad o de comuni-
dad, todos ocupando un lugar en la historia global
29
que es nuestro asunto • Exilio, inmigración y cruce
de las barreras son experiencias que pueden, por
con siguiente, proporcionarnos nuevas formas na-
rrativas o, en palabras de John Berger, otras for-
mas de contar. No soy yo quien tiene que decir si
tales m ovimientos novedosos los aprovechan con
más facilidad sólo figuras excepcionalmente visio-
n arias como Jean Gen et o h istoriadores compro-

29
v. Rayrnond Williams: Problems in Materialism and Culture:
Selected Essays, Londres, 1980, pp. 37-47.

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