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La Piel que no Miente.

Durante el comienzo de la lectura pude experimentar diversos sentimientos entre los


que destacan la nostalgia, el miedo, la tristeza, la molestia, la impotencia, la decepción, la
desilusión y el asombro. También advertí otras emociones, algunos comentarios me
hicieron mucha gracia, en ocasiones me sentí sorprendida y en otras alegre. Éstos, se
repetían una y otra vez a medida que iba leyendo y tratando de ponerme en el lugar de
Jorge/Mayela o simplemente desde mi condición de espectadora.
La nostalgia me invadió en algunos momentos en los que Jorge recordaba a su
madre maquillándose, deseoso de poder hacer lo mismo; cuando quería satisfacer sus
necesidades a través de una hija y cuando recorrió su antigua escuela, la iglesia donde hizo
la primera comunión y aquel edificio en el que había vivido muchos años, ya convertido en
Mayela.
Sentí miedo cuando en múltiples ocasiones en las que Jorge pudo ser descubierto
por otras personas y fue descubierto por su madre o por su esposa. También, cuando
caminaba por la calle y la patrulla se le acerco y aquella vez estando en el bus que un
hombre se le acercó de forma misteriosa. Más que nada, el miedo fue vivido desde el
personaje principal.
La tristeza apareció diversos momentos. Por nombrar sólo algunos, la en la que se
fueron sus vecinos, las ocasiones en las que deseaba ponerse la ropa de la madre y no
podía, cuando le dijeron que masturbarse era pecado y sintió una gran pena, cuando quería
contarle lo que le pasaba a Sonia y ella se había ido, aquella vez que quiso hacer el rally y
no pudo y cuando se sentía mal porque sentía que le hacía daño a las personas que quería
haciendo lo que le gustaba. Igualmente, cuando sentía que era enfermo, que no tenía
remedio y que nadie iba a poder comprender el motivo que lo conducía a comportarse así.
Me sentí molesta cuando a Mayela la trataron mal en el restaurant y le dijeron que
no podía entrar en los baños y que si protestaba la harían salirse del lugar, también cuando
en la tienda le dijeron que no habían cosas para gente como él y cuando la encargada del
café que frecuentaban le dijo que ya no podían volver allí porque la gente se quejaba por la
presencia de ellas. Asimismo, me causó molestia el hecho de que el trabajador de la
farmacia quisiera chantajearte con algo que ella podía querer (las hormonas) a cambio de
sexo.
De la misma forma, sentí impotencia cuando Jorge fue descubierto y a los días los
padres le regalaron unos guantes de boxeo como para que se diera cuenta de que no debía
vestirse de mujer pero sin darle ningún tipo de explicación y/o educación que le fuera sido
de mucho provecho para entender lo que le pasaba. También, cuando con tal de demostrar
ser un hombre soportaba el dolor en los partidos de rugby o en los juegos con los guantes
donde en ocasiones sangró. Igualmente, experimenté este sentimiento cuando Jorge se
debatía entre salir o no vestido como mujer y las muchas veces que pudo más el miedo que
su deseo.
La decepción apareció en el momento en que Jorge creía que los niños se
reconocían por la cara al nacer y el primo le salió con las revistas pornográficas. Además
porque Jorge reconoció que en esas revistas aprendió de sexología, siendo este tema mucho
más que simplemente “gente desnuda en posiciones eróticas”. Del mismo modo, la
desilusión emergió cuando le dieron de regalo los guantes de boxeo porque sé que él fuera
deseado otra cosa. Igualmente, cuando le contó a Olivia que había asistido a aquellas
reuniones y ella se molestó mucho emergió este sentimiento, dado que Jorge tenía las
mejores intenciones de confiar en ella creyendo que le entendería por ser una mujer
inteligente y preparada, pero ella respondió (desde su crianza) de una manera que él no
esperaba.
Me asombraron las cosas que se le ocurrían para hacer realidad su fantasía, cuando
compró las pantys negras dejando su pena de lado, cuando se atrevía a ir a las tiendas a
comprar ropa y se inventaba cualquier excusa, cuando le contó a la esposa lo que le pasaba
y la forma en la que podía mentirle cuando iba a las reuniones y luego delatarse a sí mismo.
Asimismo, cuando estando en el bus aquel hombre empezó a acariciarle las piernas y no le
dijo nada para detenerlo.
En lo que respecta a los sentimientos positivos (por llamarlos de algún modo), me
causó mucha gracia cuando la mamá, ante su pregunta de cómo se reconocían los niños le
respondió que por “la carita” y él desde su ingenuidad se lo creyó. También, cuando
agradeció que su papá le regalara unas canicas, las cuales lo libraban de las peleas con su
amigo en las que se golpeaban fuertemente. Igualmente, cuando le tocó hacer de mujer en
aquel juego con sus primos y él estaba por dentro súper feliz, deseoso de que la prima se
ausentara con mayor frecuencia. Del mismo modo, cuando la abuela le dijo que no le iban a
salir faldas por lavar los trastes y él pensó que de ser así lo fuese hecho más a menudo y
cuando las chicas le decían que no querían bailar más con el pero él se percataba de que
minutos después bailaban con otras personas felices de la vida. Asimismo, cuando llamó al
salón de belleza para hacer un reservación a la que nunca asistiría y cuando creyó engañar a
Sonia el día que ésta escucho unos tacones en su apartamento y pensó que estaba con una
novia.
Me sorprendió el hecho de que se hiciera el firme propósito de ser un hombre a
pesar de su tendencia, cuando se atrevió a salir por primera vez con la ropa de mujer y que
luego se atrevió a hacerlo con frecuencia, además de asistir a las reuniones, conferencias, a
los programas de televisión y cuando le dijo a Olivia que la amaba pero que decidía seguir
asistiendo a sus actividades y cuando Anxélica le propuso que se hiciera cargo del grupo a
pesar de que no era mucho el tiempo desde que había comenzado a frecuentarlo.
Sentí alegría cuando se enamoró por primera vez y se dio cuenta que le encantaba
Yazmín, que se sentía contento al estar con ella, cuando consiguió el grupo y pudo entender
lo que le pasaba, en lo que pudo hacer su sueño de vestirse como una quinceañera en el
matrimonio de sus amigas, las veces en la que la trataban bien en los salones de belleza,
restaurantes, y otros sitios a donde iba, cuando tuvo la confianza para contarle a sus amigos
Diego y Lourdes, y además se reunió con ellos y ellos le apoyaron y aceptaron.
Finalmente, me sentí confundida cuando Olivia no lo dejó ante el ultimátum que
ella misma propuso. Es importante señalar que no sólo los momentos relatados
proporcionaron las emociones, también muchos otros pero me pareció innecesario
reseñarlos todos. La experiencia de leer el libro fue fascinante porque me permitió ver
como una persona puede sentirse tan bien con el simple hecho de pintarse las uñas, y
ponerse unas medias.

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