No es nuevo el ánimo que busca respuestas a nuestros atribulados tiempos en la ilustración;
unos con una tentativa de revisión historiográfica (como el famoso trabajo de Jonathan Israel), otros, como Tzvetan Todorov, que buscan polemizar con el presente desde una ‘recuperación’ del legado ilustrado que es dudosa, por decir lo menos (El espíritu de la ilustración). La Nueva ilustración radical de Marina Garcés no encaja en ninguno de los dos moldes, es en todo caso un alegato y una propuesta. Garcés discurre en este breve ensayo sobre el momento antiilustrado que vivimos; nuestra incapacidad de escapar de esa ‘autominoría de edad’ de la que Kant hablaba nos sitúa ahora en una situación límite. Para la autora vivimos en un tiempo del “todo se acaba”. Es decir, la nuestra ya no es la condición posmoderna de Lyotard sino la condición póstuma donde el fin de los recursos, la incapacidad de crecimiento, la desilusión con el progreso como eje de la modernidad y la misma incertidumbre sobre la supervivencia humana son parte del clima cultural y político. Con ello se anula la misma posibilidad de vida en común. El corolario de esta situación es nuestra impotencia para pensarnos y articular nuestras demandas en un proyecto con miras a la emancipación. Para Garcés “lo que ha cambiado es la relación con el presente: de ser aquello que tenía que durar para siempre se ha convertido en lo que no puede aguantar más”. En esta impugnación al presente Garcés comparte el diagnóstico con, por ejemplo, Slavoj Zizek o Mark Fisher. La apuesta de la autora es retomar el impulso ilustrado (o lo que ella cree que es el punto en común entre los distintos momentos y tipos de ilustración), es decir, la lucha contra la incredulidad, la capacidad de cuestionar y llevar a examen todo. La convicción, totalmente moderna, es que “pensando podemos hacernos mejores y que solo merece ser pensado aquello que, de una forma u otra, contribuye a ello”. Sin embargo la de Garcés no es, como en Todorov, una idolatría de la razón o una falsa idealización de la tradición ilustrada; por el contrario, es consciente de las limitaciones del proyecto en tanto se emparejó con un proyecto civilizatorio eurocéntrico, patriarcal y colonial. Su toma de postura es por un ilustración radical que dé cuenta de sus límites (“crítica es autonomía del pensamiento pero no autosuficiencia de la razón”). Las razones que esgrime son buenas; entre ellas encuentra una servidumbre cultural que está enraizada en nuestra incapacidad de dar un paso más allá de la crítica entre el tándem poder-cultura. Una vez que la crítica descubrió, y describió, esa relación a veces perversa entre poder y cultura no hemos podido ir más allá de la autorreferencialidad (el arte contemporáneo y su crítica de las instituciones del arte, la filosofía como crítica de otros sistemas filosóficos, etc.) ¿Puede la cultura esbozar un nuevo futuro o una salida en el presente? si es así, debe a su vez poner a examen sus propias propuestas. A su vez nuestro analfabetismo ilustrado es el que nos deja impotentes; hay cierta futilidad en la empresa del conocimiento: se crea mucho más de lo que cualquiera, incluso un especialista, es capaz de leer. Es imposible separar lo valioso de la paja, por lo que abdica de la capacidad de discernir. Para Garcés “lo sabemos todo, pero no podemos nada”. Por último, nuestra idea es corto- placista (como señalan en su Manifiesto por la historia Jo Guldi y David Armitage); nuestra preferencia por el ‘solucionismo’ indica un problema mayor: la delegación de nuestra inteligencia. La tercera y última parte de este opúsculo señala algunos posibles caminos que pueden tomar las humanidades en la vindicación de una ilustración radical. Garcés no sugiere, como es común, una de dos opciones: enfrentar la crisis de las humanidades con un llamado a la defensa de su tradición; tampoco cree a ciegas en un futuro tecnoútopico (como es el caso de la crítica de Alex Williams y Nick Srnicek en Inventar el futuro). Este corto libro lanza una propuesta acaso más tangible porque es inmediata: recuperar la temporalidad y hacer de la incredulidad ante el poder y la confianza en los lazos comunes, las consignas de nuestro tiempo.
Marina Garcés, Nueva ilustración radical, Madrid, Anagrama, 2017, 75 pp.
Ariel F. Campirán Salazar, “Critical Thinking y desarrollo de competencias” (en) Raymundo Morado Estrada, La razón comunicada I. Materiales del Taller de Didáctica de la Lógica, Torres Asociados, México, 1999, pp. 93-101.