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Modernidad y Secularización
I. Introducción
La temática de la secularización es un concepto ampliamente difundido y
discutido en el ámbito de las ciencias sociales, historia, filosofía y teología. Hija de la
Modernidad, el impacto que la cosmovisión que se origina e implanta con la
secularización ha sido de enormes proporciones en Occidente. De modo particular lo ha
sido para la cosmovisión creyente –católica, cristiana y religiosa en general, ya que la
secularización plantea operativamente una imagen del ser humano, la sociedad, la
naturaleza y el universo que supone implícita o explícitamente una valoración, un lugar
de la religión en esta nueva cosmovisión y, por ende, una toma de postura frente a ella a
partir de los nuevos paradigmas introducidos por la secularización en Occidente.
En efecto, la secularización es un fenómeno que nace y se desarrolla con la
modernidad e incide fuertemente en la actual configuración de las sociedades
occidentales, de hecho, la historia de occidente no puede comprenderse sin referirse a
este fenómeno social. Se podría afirmar que con el advenimiento de la modernidad se
instala una comprensión de la relación Dios- mundo, religión-sociedad que es
radicalmente distinta a la concepción que tenían las religiones y pueblos antiguos,
catolicismo medieval y el protestantismo que nace en los albores de la modernidad.
En este capítulo presentaremos una definición de secularización, graficándola
con ejemplos, sobre todo en el impacto que ha tenido para la cosmovisión religiosa
imperante en Europa. También revisaremos un producto de la secularización muy
cuestionado hoy en día: la teoría del fin de la religión por efectos de la modernidad
(teoría de la secularización). En capítulos posteriores abordaremos la perspectiva
católica de la secularización y los desafíos que le presenta a la fe cristiana.
3
A este propósito Berger sostiene que una de las propiedades de la religión es establecer un
cosmos sagrado. Cfr., Berger, P., El dosel Sagrado, p. 40 ss.
4
Idem.
5
Habermans, J., op. cit., p. 32.
3
el emperador o el rey de las antiguas civilizaciones eran una representación de Dios, una
mediación de la divinidad que por la autoridad que viene de los dioses le corresponde
conducir regir a sus súbditos. Así por ejemplo el Faraón de los egipcios (el pueblo más
religioso de todos al decir de Heródoto); es un mediador entre los hombres y los dioses,
tiene una participación única en el mundo divino, es el ejecutor de la voluntad de los
dioses una vez que ha sido coronado. Su nacimiento es una presencia de la divinidad en
el mundo humano, sus decisiones no se discuten porque corresponden a la voluntad
divina que conduce a la humanidad y rige el orden del cosmos. Todo el orden religioso,
político y social egipcio descansa y recibe validez del ministerio divino del faraón. DE
modo similar sucede con el emperador en Mesopotamia, su realeza tiene su origen en el
mito Etana y en una decisión de los dioses que deciden delegar su poder en
representante de la estirpe de los hombres. Así, en el siglo II AC, el rey babilonio
termina por convertirse en una imagen mortal del Dios Marduk. Además, en la
antigüedad –por ejemplo, en Asia Central- las leyes (sucede con casi todos los códigos
de las diversas civilizaciones) son consideradas de origen divino. Así, por ejemplo, el
“código civil” de los hititas procede del Dios Shamash, el dios de la justicia, quien
entrega las leyes al rey Hammurabi. Así la ley que regula la sociedad tiene un origen y
fundamento divino. Eso, a su vez, le da fuerza y poder a la ley y legitima a la autoridad
encargada de administrarla (que para el caso de los hititas pasa del sacerdote al rey,
perdiendo los primeros gran parte de su poder).
Si no atenemos a la relación Imperio- Iglesia o más específicamente Emperador
–Papa, también – aunque por diversos caminos- la autoridad y forma de gobierno civil
reciben su legitimidad, fundamento y control del ámbito religioso. Hay que decir, en
todo caso, que hubo en varios momentos un intento claro por parte del emperador de
controlar a la Iglesia y ponerla bajo su poder (ocurrió también en la antigüedad). Con
todo la clave de la primacía de la Iglesia sobre el emperador residía en la “Teoría de las
espadas” del Papa Gelasio I (s. V): es voluntad divina que el mundo sea gobernado por
dos autoridades, la espiritual (Papa, y secundariamente obispos y presbíteros) y la
temporal (el Emperador y secundariamente reyes), pero con la preeminencia del poder
espiritual sobre el temporal, es decir de la Iglesia sobre el Estado (diríamos hoy), del
emperador subordinado al papa. Así lo describe el papa Gelasio: “Hay, en verdad,
augustísimo emperador, dos poderes por los cuales este mundo es particularmente
gobernado: la sagrada autoridad de los papas y el poder real. De ellos, el poder
sacerdotal es tanto más importante cuanto que tiene que dar cuenta de los mismos
reyes de los hombres ante el tribunal divino. Pues has de saber, clementísimo hijo, que,
aunque tengas el primer lugar en dignidad sobre la raza humana, empero tienes que
someterte fielmente a los que tienen a su cargo las cosas divinas, y buscar en ellos los
medios de tu salvación7. La teoría de las dos espadas se desarrolló a través de todo el
medioevo, forjada como teoría política por los pontífices. En esta teoría el papa era, por
designio divino, poseedor de los dos poderes (el temporal y el espiritual, cada uno
representado por una espada). El temporal, sin embargo, era concedido, como gracia, al
emperador mediante el rito simbólico de la Coronación (el acto por el que el Papa
delegaba el poder temporal en el emperador). Los mismos postulados se les aplicaban a
los reyes, con la diferencia que quien coronaba era el obispo del lugar. A la altura del s.
XII, por otra parte, el viejo continente se comprende como una unidad de fe que reúne
en sí a todas las naciones europeas (cristiandad). En este contexto se termina por
afirmar la autoridad del Papa como cabeza de esta cristiandad entendida como un único
7
Carta del Papa Gelasio I al Emperador Anastasio I, año 494. Tomado de Enrique Gallego
Blanco, Las relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Edad Media, Ediciones de la Revista de
Occidente, Biblioteca de Política y Sociología, Madrid 1973, pp. 82-83.
5
“cuerpo de Cristo” en donde el sucesor de Pedro tiene una doble función de autoridad
con máximo poder: la espiritual y la temporal (se la llamó la plenitud de potestad). En
este sentido, se enfatiza aún más que el poder Papal legitime el poder temporal y lo
delegue en el emperador: es un poder subordinado. La máxima autoridad del Papa
deriva, en último término, de la autoridad de Cristo, por lo tanto, su origen era divino.
Aún, así las intervenciones del papa en el ámbito temporal eran extraordinarias, pero
justificadas desde la concepción de doble y suprema potestad. El control del ámbito
temporal era evidente y no faltarían los choques, como ocurrió con Felipe el hermoso,
rey de Francia, que quería controlar la iglesia de su país e iniciar una política en su reino
independiente del Papa. Se ejercía así un control indirecto del orden religioso sobre el
civil, lo cual era manifestación de algunos aspectos del cómo se estructuró el medioevo:
clericalización, espíritu de huida del mundo (por efecto del monacato), control y tutela
eclesial-jerárquico indebido del poder civil. Así no es de extrañar que sea “natural”
encontrarse siglos más tarde en el contexto del descubrimiento de América, con la idea
de un papado en que poseía la suma potestad espiritual y temporal sobre todo el mundo
y en consecuencia podía donar a un reino determinado las tierras nuevas pobladas por
los “infieles” para su evangelización.
Adentrados ya en el s. XVI nos encontramos con las guerras de la religión que
ha surgido de la división católica-protestante. En Alemania, estalla la guerra de
Esmalcalda (enfrentamiento bélico entre príncipes católicos y protestantes) y la guerra
de los campesinos alemanes (perseguidos sangrientamente por ambos bandos, con la
bendición expresa tanto del Papa como de Lutero). Llega la paz de Augsburgo o la paz
de la religión (1555) donde se reconoce a cada uno de los príncipes del imperio alemán
la posibilidad de elección de su propia religión y la consiguiente adhesión de sus
súbditos a tal religión (estaban obligados a ello). Nacía el estado confesional: a tal rey,
tal religión del territorio sometido a su autoridad. La paz duro poco, en Francia, como
antecedente de lo que estaba por venir ocurre la sangrienta matanza de san Bartolomé:
la noche del 23 al 24 de agosto de 1572 los protestantes franceses son masacrados por
los católicos en París, previo cierre de las puertas de la cuidad. Tal masacre se
extendería durante los meses siguientes por toda Francia. Luego sigue la Guerra de los
Ochenta Años (Países Bajos, en donde el norte se hizo protestante y el sur continuó fiel
a la monarquía católica). Tras una Tregua de doce años, llegó a la última y no menos
cruel fase: la guerra de los treinta años (1618-1648). Fue un conflicto europeo global,
iniciada a partir de los nuevos enfrentamientos católico-protestantes en Alemania, y en
el que intervinieron España, Francia y las monarquías escandinavas. A esto hay que
agregar las simultáneas guerras de los tres reinos en las Islas Británicas, las cuales
tuvieron un componente religioso esencial y en donde los católicos fueron masacrados
en Inglaterra a manos de los anglicanos. La guerra entre cristianos convulsionó y
dividió el viejo continente, pero sobre todo puso en jaque la idea del cristianismo como
fuente de paz y unidad social, como principio legitimador del orden social. Además,
dejó entrever la solución endeble de los estados confesionales ya que –en el fondo- era
una solución discriminatoria y fuente de arbitrariedad en el plano civil, no sólo para los
cristianos que no adherían a la religión oficial del Estado, sino frente a otras religiones
(judaísmo, islamismo). Hecho clave será la paz de Westfalia (1648). Con esto se
detienen las guerras de la religión y ocurre un hecho clave: el nacimiento del estado-
nación definido por la territorialidad, que derrumba el sistema de organización feudal.
De todos modos, persistía la confesionalidad del estado, lo cual generada discriminación
fuerte en los derechos de los ciudadanos que no pertenecían a la religión oficial del
Estado. O bien habrá un control absoluto del poder religioso sobre el civil, como el caso
de la Ginebra de Calvino en donde el gobierno civil estaba ordenado directamente desde
6
8
Para la descripción y fuente de la monarquía absoluta me he remitido a Krebs, R., La
Monarquía absoluta en Europa. Ediciones Universitarias, Santiago, 1979.
9
Idem., p. 19.
7
convencido de que los reyes estaban dotados del poder milagroso de curar las
escrófulas”10 . La monarquías absolutas – he aquí su ocaso- fomentaron sociedades
altamente estratificadas, con grupos sociales claramente privilegiados sobre otros, y con
grupos sociales como los trabajadores manuales y campesinos con prohibiciones y
cargas tributarias desproporcionadas. Por otra parte, el tipo de gobierno – como de
hecho ocurrió- no daba garantías suficientes a los derechos por igual a todos los
ciudadanos, había también una clara desigualdad económica que se sostenía
estructuralmente, además, en el caso de Inglaterra, la discriminación religiosa fue un
factor no menor en su caída. En ese contexto puede entenderse la famosa afirmación
“liberté, egalité, fraternité”. En el siglo XVIII caen la monarquía inglesa (después de un
largo proceso) y la monarquía francesa (mediante la revolución y la guillotina). La
monarquía española, en cuanto a su condición de absoluta, llega a su fin en el s. XVIII,
luego de tres guerras y donde el ideario del estado liberal logró hacerse paso
constitucionalmente.
Desde la perspectiva de la secularización, con la formación del Estado moderno
y la democracia se opera un giro en 180 grados a toda la forma social de gobierno y
autoridad descrita. En realidad, es una de las grandes revoluciones de occidente: se
termina el control y legitimación religiosa de la autoridad civil y la forma de gobierno y
se reemplaza por otra nueva, muy distinta. Surge una notoria autonomía y creciente
independencia de la sociedad civil, del estado (su control y legitimidad) y de la forma de
elegir las autoridades. Ya abordamos esto al momento de estudiar la dimensión social
de la modernidad, solo que no lo pusimos en relación con la secularización. Comenzará
el proceso de secularización reactivo frente a este contexto europeo de cristiandad
medieval, de los estados confesionales y de la monarquía absoluta. Así, Maquiavelo
(1469-1527) elabora una teoría política que prescinde de la religión y la moral, donde la
autoridad civil (el príncipe) tiene como fin mantener el poder no importa los medios y
en el ejercicio de su autoridad y toma de decisiones en el orden político prescinde de
toda referencia a la moral natural o del evangelio o la visión del poder y su ejercicio que
emana de la revelación. La fundamentación moral y de la constitución de la sociedad y
el Estado se halla en el hombre mismo (teoría del pacto social: Locke, Hobbes). Se
establece la separación Iglesia-Estado (se termina la injerencia de la religión en el
Estado y su gobierno) y paulatinamente surge el estado aconfesional. El estado se
autoconstituye y regula a partir de principios no religiosos (derechos humanos,
constitución, separación de los tres poderes, independencia del poder judicial con
respecto a los otros dos, leyes que regulan el campo de la autoridad y funcionamiento
del estado). Es un estado donde jurídicamente se sostiene la igualdad fundamental (el
mismo estatus moral y jurídico) de todos los individuos (sin fundamento religioso, sino
en la razón), se garantizan las libertades de los individuos: es el estado derecho,
concebido donde una de sus funciones específicas es defender las libertades de los
individuos y que nadie sea discriminado en el plano civil en razón de su religión u otra
razón mientras no atente contra el bien general. Surge el estado social: las prestaciones
planificada en el área social y económico (el Estado cubre las necesidades e implementa
las instituciones que aseguran educación, salud, derechos laborales a los individuos,
10
Idem, P. 30. Bodino afirma “No hay en el mundo, junto a Dios omnipotente nada más grande
y sublime que la majestad de los reyes…no hay que hablar ni pensar de ellos sino como enviados del
Dios eterno y omnipotente…quien ofende al supremo soberano a quien le debe obediencia ofende a la
majestad de Dios…las leyes y costumbres dependen del arbitrio y de la voluntad de aquel que ejerce el
poder supremo del estado. Por consiguiente, la soberanía no puede ser compartida por los
súbditos…Para el Estado es muy importante que la dinastía sea sacrosanta, con el fin de que el estado no
se derrumbe con la muerte de un rey”. Los seis libros de la república, I, tomado de Krebs, R, op. cit, pp
29-30.
8
prestaciones que antes eran solventadas por la Iglesia). El poder del soberano ya no
reside más en Dios sino en los miembros de la sociedad, que ahora eligen a sus
autoridades mediante un sistema electoral organizado racionalmente y que de garantía
de idoneidad electoral (democracia). Ellos le conceden a quienes eligen como autoridad
el poder y soberanía (de modo temporal), a la vez, las autoridades deben dar cuenta de
su gestión a los ciudadanos y deben ajustarse a la institucionalidad jurídica del estado
(leyes elaboradas a partir de la razón), estando –de esta manera- su poder como
soberano jurídicamente controlado. Se promueve –especialmente por estado liberal- los
principios de la tolerancia y pluralismo en el ámbito religioso, la educación de las clases
obreras, el voto universal, la proliferación de centros educativos laicos. La
emancipación, autonomía, independencia con respecto al ámbito religioso no puede ser
más fuerte y evidente.
Otro ámbito donde opera la secularización es la ética. Así, por ejemplo, el inglés
J. S. Mill sostiene en pleno siglo XIX que hay buscar por fuera de la religión una regla
universal de la ética y los preceptos secundarios que se derivan de ella. Postula el
principio de la felicidad como fin último del obrar ético, sólo que este fin no sería Dios
con bien absoluto (Platón), como primer motor inmóvil y acto puro, intelecto eterno
(Aristóteles), ni menos el Dios cristiano a través del camino que es Cristo (Tomás de
Aquino). La felicidad sería el logro del máximo de placer (entendido no en el sentido
erotizado que suele entenderse) y el mínimo de sufrimiento, donde la razón juega un rol
clave para determinar la acción justa o correcta equilibrado en orden al logro del placer
buscado por el individuo para su propia felicidad, entendido como la elección de aquello
que me es más útil o provechoso para lograr la felicidad11. Se deja ver que es una ética
que prescinde de Dios, centrada en el hombre, en sus pasiones medidas y dirigidas por
la razón, sin referencia a alguna ni a la revelación ni a religión alguna.
Mill, cuando escribe su obra El Utilitarismo, estaba, entre otras cosas
reaccionando contra Kant (al que denominaba “gran filósofo”), pero no en cuanto al
fondo del pensamiento (autonomía del obrar humano), sino a una serie de
inconsecuencias y lagunas en la aplicación de sus principios. Con todo Kant, también
representa la secularización del ideario de la ilustración en la ética, aunque con una
diferencia respecto a los ilustrados franceses y el liberal Mill (que continuaba la línea
ética de Bentham y Hume): postulaba a Dios como principio sostenedor de su ética
autónoma, aunque no fuera más que un postulado incognoscible sin incidencia en la
estructura del obrar ético del ser humano. El filósofo de Könisberg no podía aceptar un
código moral externo dado (revelado, surgido por costumbre, o por una moral de
mandamientos con contenidos objetivos externos) al que había que ajustar y someter
pasivamente el obrar moral libre por fuerza coactiva exterior. Frente a esto, la
secularización de la ética Kantiana12 se refiere a que en último término es la razón
práctica que formula a partir de sí misma una serie de imperativos éticos universales con
los cuales la voluntad se determina a obrar aplicándolos a los casos particulares.
Simplificando algo su pensamiento, algunos de estos imperativos eran “obra por el
deber en cuanto deber solamente”, “trata siempre a la persona no como un medio sino
como un fin”. La bondad y moralidad de las acciones vienen determinadas por la
intención del sujeto y por la aplicación de estos imperativos, más que por una ley moral
objetiva y exterior al sujeto cuyo origen y fuente de sus contenidos y preceptos
provienen de una religión o de la revelación cristiana (aunque al igual que Mill, la
matriz implícita o supuesta de los contenidos era todavía cristiana) o de una moral de
11
Todo este pensamiento lo expone en su libro El Utilitarismo (1863)
12
El pensamiento moral kantiano se puede encontrar en su Crítica a la razón práctica y en su
Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
9
contenidos objetivos externa al sujeto. El punto esta es que Kant prescinde de la religión
y funda en la constitución del ser humano mismo la fuente y valoración moral del acto
ético. La moralidad funda la religión, la cual queda circunscrita a los límites de la razón.
Así enuncia como postulado del obrar ético la inmortalidad del alma y a Dios, no en
cuento realidades cognoscibles sino en cuento principios que se requieren o exigen para
que el ser humano le dé sentido y unidad a la decisión ética propia, a su experiencia
moral autónoma.
Dejamos para terminar la cuestión de la racionalidad científica y su impacto en
el proceso de la secularización. Empecemos con la famosa conversación de Napoleón
con Laplace. Después que Bonaparte –que saqueó el Vaticano y tuvo prisionero al Papa-
ojeará el libro del físico “Tratado de la mecánica celeste”, le comentó a Laplace:
Monsieur Laplace, Newton habló de Dios en su libro. Recorrí el suyo y no lo he
encontrado nombrado una sola vez. El físico – que no era precisamente lo que se
dominaba un caballero para la época- le respondió: Sire, nunca he necesitado esa
hipótesis. No hay que tomar la afirmación como una declaración de “ateísmo
científico”. El asunto es más complejo y remonta al gran físico inglés I. Newton, quien
con la ley de la gravitación universal explicaba la atracción y movimiento de los
cuerpos del universo (planetas, lunas, soles, etc.) y, de paso, daba un nuevo golpe a la
cosmología aristotélica. El punto está en que, recogiendo las aportaciones de la física
anterior, la ley gravitacional refrendaba la afirmación de que los planetas del sistema
solar se movían en trayectorias elípticas perfectas. El problema era - Newton lo sabía-
que había ciertas irregularidades en esos movimientos, por ejemplo, para Marte y las
órbitas de Saturno y Neptuno. Newton no podía explicar estás perturbaciones con la ley
de gravedad universal, lo hizo postulando a Dios como causa que ocasionaba esas
anomalías en los movimientos. ¿Qué hizo Laplace? Con los avances de las matemáticas
que no poseía Newton, estudiando a fondo el problema logró calcular y predecir el
movimiento irregular de esos planetas a partir de la misma ley gravitacional. Las
irregularidades de ambos planetas ahora podían explicarse mediante la ley de la
gravitación universal y, finalmente, termina por ser una de sus pruebas más
concluyentes. Así dicha ley salía fortalecida como explicación de los movimientos de
los planetas, incluso sus anomalías, y no era necesario recurrir a la “hipótesis de Dios”
para “tapar el hoyo”. La anécdota es significativa, ya que señala la irrupción de la
racionalidad científica y la exclusión de Dios y la cosmovisión sagrada religiosa
explicación del cómo se mueven los planetas. Se operaba el proceso de secularización a
nivel de la ciencia y la imagen del cosmos que ella arrojaba, donde la religión no tenía
injerencia alguna. Siglos antes había pasado con Galileo, al poner en jaque la
cosmovisión geocéntrica que provenía de Ptolomeo y Aristóteles y que había
impregnado la mentalidad cristiana que no pocos pensaban que calzaba con la imagen
bíblica del cosmos – aunque dicha cosmología nunca entró a formar parte ni de la
enseñanza oficial ni de la catequesis de la Iglesia - y plantear la cosmovisión
heliocéntrica. Aun cuando Galileo no tenía el aparato probatorio para demostrar su
hipótesis al momento de estallar el conflicto con Roma, la evidencia, a la postre, le
dieron la razón. La ciencia, nuevamente, desbancaba una cosmología sagrada, de raíz
aristotélica, que no poco teólogos creían que respondía a la imagen bíblica de la
creación. Galileo –que nunca dejó de ser creyente- supo dar en el punto: la Biblia
muestra la manera de llegar al cielo, no la manera en que se mueven los cielos. Hay
una diferenciación y distinción de plenos entre ciencia y religión, una nueva imagen del
cosmos, que claramente deja obsoleto el cosmos sagrado cristiano popular y antiguo.
Con Lavosier (1743-1794), por su parte, opera algo similar en el plano de la naciente
química. Con sus mediciones precisas que aplicó a sus experimentos con las variables
10
13
Op. Cit, pp. 79-80
12
descubrirla leyes de ese cosmos, incluso alterar ese orden – cambio climático, la
alteración de los ecosistemas- y el hombre mismo –como lo hemos visto- establece de
modo autónomo los fundamentos de su obrar moral con independencia de cualquier
religión. En Egipto, Osiris era el Dios de la vida y fertilidad (tanto de los campos como
del ser humano). A él se encomendaba la fecundidad humana y la subida del Nilo para
regar los campos. Hoy la ciencia y la técnica permiten fertilizar y regar suelos, mejorar
el tipo de suelo, optimizar la producción de esos suelos. También hace regular los
nacimientos de las crías de los animales, así como el número de los hijos (la crisis de la
natalidad es un curdo ejemplo de ello). También permite solucionar muchos problemas
de infertilidad.
Por lo tanto, la nueva cosmovisión que emerge de la razón y la ciencia
eventualmente hace obsoleta e innecesaria cierta explicaciones cosmología sagrada
antigua y medieval. Añadamos a esto la fundamentación religiosa de la autoridad y de la
forma de gobierno. Pero esto no supone el derrumbe y el fin de la religión, significa –
como veremos más adelante- reelaborar una nueva imagen religiosa del mundo, una
nueva manera de relacionarse con lo temporal, una descubrir la fundamentación y
explicación de las nuevas realidades de la modernidad (p.e., la ciencia, el estado, la
democracia) desde la religión. Así, por ejemplo, la riqueza de las religiones del mito no
se establece tanto en la explicación atribuida a la acción directa de los dioses en los
fenómenos naturales (por ejemplo, un Dios que interviene subiendo el caudal de un río
necesario para fecundar los campos). Pero la imagen de la divinidad, las preguntas
fundamentales de la existencia humana que tienen una dimensión religiosa, muchos
elementos de los códigos morales de esas religiones apuntan a un sentido de vida, a una
dimensión de la existencia humana que tienen una profunda riqueza y que no se reduce
ni depende de las cosmologías pre-científicas con las que pretendían explicar la acción
de la divinidad en el mundo. Se trata, entonces, de plantear el desafío de la llevar una
reflexión que aborde la pregunta específicamente religiosa sin desconocer o más bien
contando con la racionalidad científica como un referente necesario.
legislation, Oxford, Claredon Press, 2da ed., 1823, pp. 1-7, 21-23, 29-31, 111-112, 122-124, 171,
14
17
Poulat, E: “France chrétienne, France laïque. Entretiens avec Danièle Masson”, 2009.
18
Cfr. Berger, P., The desecularization of the world, a global overvieuw, en The desecularization
of the world, resurgent religion and world politics, Berger, P. (ed), Eerdmans Publisher, Michigan, 1999,
p. 2.
19
Parker, C., Otra Lógica en América Latina, religión popular y modernización capitalista,
Fondo de Cultura Económica, México, D.F., impreso en Santiago, Chile 1996, p. 112
15
21
Op. cit., p. 15.
22
Émile Poulat: “France chrétienne, France laïque. Entretiens avec Danièle Masson”, 2009.
23
Op.cit, pp. 15-16
24
Op. cit,, p. 112
17
comprobado desde hace mucho tiempo (aunque, los protagonistas de esta cultura
apenas se encuentran en el mundo musulmán)"32. Los giros de Berger y Cox, más los
aportes de D. Martin, la misma postura de Davie, ponen en jaque la teoría de la
secularización que plantea el declive, agonía y muerte de la religión por efecto de la
modernidad.
Hervieu-leger sostiene, por su parte, que hay más interés en los procesos de
descomposición y de recomposición de las creencias que no dependen del dominio de la
verificación y de la experimentación, sino que encuentran su razón de ser en el hecho
de dar un sentido a la experiencia subjetiva de los individuos. Se vuelve a descubrir que
estas creencias están inscritas en prácticas, en lenguajes, gestos, automatismos
espontáneos, que constituyen el "creer" contemporáneo33. El sociólogo francés
introduce un tema muy presente en el ambiente de la filosofía de la religión, teología y
psiquiatría contemporánea: el nexo del sentido de la vida con la propuesta religiosa.
Parker, a su vez, analizando los cambios religiosos hasta el 2008 en América
Latina señala que el crecimiento pentecostal se ha ido reduciendo, se incrementa a ritmo
más lento en Centroamérica y algunos países de América del Sur (en Chile se detuvo y
disminuyó en el segmento entre 15-25 años) y que, incluso en algunos países sea ha
detenido. Rechaza la tesis que nuestro continente se haya “vuelto protestante” e insiste
que hay una mayoría católica que bordea el 70% (de todos modos, la caída es fuerte
comparado con casi el 90% a inicios del s. XX). El sociólogo chileno plantea que el
continente está pasando de uno católico a uno religiosamente pluralista34. Afirma que en
este cambio ha incidido factores como la cultura del consumismo promovida por el
mercado y la nueva economía, los medios de comunicaciones y la revolución de las
comunicaciones digitales, cambios en el campo educativo y la renovación de los
movimientos sociales y éticos. Nos parece que la afirmación requiere matices en cuanto
al pluralismo religioso; ciertamente hay presencia de otras confesiones cristianas y
religiones y su difusión es más abierta, transversal y mediática por efectos de la
globalización y el ciberespacio, y en virtud de la libertad religiosa deben tener una
“ciudadanía” en nuestro continente. Con todo, desde la perspectiva cuantitativa nuestro
continente sigue siendo abrumadoramente cristiano (supera el 80%), siendo el
porcentaje de otras religiones inferior al 10% (en Chile están estabilizada en un 4% de
la población). Por lo mismo, no puede asimilarse al pluralismo religioso de Europa o
América del Norte. Además, no hay que olvidar el crecimiento de los que no tienen
afiliación religiosa y de los no – creyente, como es el caso de Uruguay y Chiles (en
Chile ambos suman cerca del 30% en el segmento 15-25 años). Cualitativamente es
muy importante enfatizar, además, la fuerza cultura que ha tenido y tiene la increencia
en nuestro continente, especialmente a partir del s. XIX.
Por otra parte, si miramos a Europa, en el estudio "teenagers´ perspective of the
role of religion in their lives, school and societies, a european cuantitative study"
(2009) - quizá el mayor estudio cuantitativo hecho a adolescentes Europeos- se
concluía: "La religión está de vuelta en la agenda europea. El paradigma de la
secularización ha perdido su poder explicativo y el término de nuevo cuño "post-
secularismo 'se utiliza para describir la conciencia de que en la transformación social
actual, la religión no puede ser ignorada por más tiempo."
Ahora bien, si acudimos al dato estadístico con respecto a los principios que
sustentan la teoría de la secularización, cabe señalar algunos puntos de interés. Si se
32
Op. cit, p. 9.
33
Op. Cit., p. 16.
34
Parker, C., Pluralismo religioso, educación y ciudadanía, en Sociedad y Estado, Brasilia, v.
23, mayo-Agosto, 2008, pp. 281-353.
19
hace un ranking de países que en la actualidad muestran los mejores índices en calidad
de educación, crecimiento económico y desarrollo científico-tecnológico (puede haber
variaciones en los países, pero no afectan las conclusiones finales) nos encontramos con
que sólo uno llega al 50 % de increencia: Corea del Sur, pero con la salvedad que dicho
increencia va descendiendo por contraposición al crecimiento del catolicismo. Canadá
por su parte tiene un 20% de increencia, pero el 79 % de la población es creyente (la
mayor confesión religiosa es la católica con un 40%). Japón (es muy difícil calcular la
demografía religiosa), por su parte, tiene un 29 % de increencia (15,9% no religioso,
10,2 agnóstico, 2,9 ateo) y un 61% creyente (66,4% budista y sintoísta, 2,1% cristianos,
2,5% otras religiones). Singapur, finalmente, tiene un 86,3 % de creyentes vs un 5% de
no creyentes. Sin embargo, el ejemplo más nítido es el de Estados Unidos, el país
moderno por antonomasia, pero, a la vez, uno de los más religiosos de occidente.
Ateniéndonos al censo del 2010, este arroja 10% de increencia y 80% de creyentes (de
los cuales un 23% es católico). Y aun cuando se prevé que para el censo del 2020 la
increencia habrá crecido, las estimaciones no pasan del 16%, donde una de sus varias
causas es la debilitación de la religión por efectos de la secularización. Por otra parte, es
bastante difícil asociar religión y retraso en el desarrollo en clave de la secularización
que auguraba el fin de la religión, más aún si los seis países más pobres de Europa
provienen de la ex Unión Soviética, en donde junto a un modelo económico específico,
se instituyo ateísmo científico y materialista que buscó eliminar programáticamente
todo huella de la religión. A esto hay que añadir que los cinco países africanos con
economía emergente y desarrollo mantienen sus índices religiosos, altísimos para la
mayor parte de ellos.
De todo esto se puede concluir que la religión no sólo es abrumadoramente
mayoritaria en la actualidad, sino que seguirá creciendo, especialmente el islamismo,
cristianismo e hinduismo. Además, que no hay dato que permita sostener su necesaria
eliminación para el surgimiento de un progreso de las naciones según los parámetros
modernos. A este propósito, no deja de sorprender es fenómeno del monoteísmo35. De
hecho, si para el 2003 el 52% de la población mundial era monoteísta, se calcula que
para el 2025 casi el 58 % lo será y la tendencia al alza se mantendrá pasando el 60% de
la humanidad para el 2050. Son varios los hechos sintomáticos en los que se expresa
este crecimiento: el vigor expansivo del pentecostalismo protestante, el crecimiento del
catolicismo al ritmo de la población mundial, la presencia de la religiosidad popular36 en
América latina (un “colchón religioso-cultural que no pudo demoler la modernidad), el
crecimiento y fuerza cultural del islamismo, el emergente cristianismo en sectores “no
tradicionales”, como África y Asia e, incluso en Estados Unidos (en 1861 era el 1% de
la población de ese país, el 2015 alcanzaba el 26, 5 %). Podríamos decir que el relato
del monoteísmo está en desarrollo, y que va seguir creciendo debido a la naturaleza de
este tipo de religión a salir fuera de sí misma hacia la sociedad y cultura, además de dos
datos no menores: la tasa de natalidad y el porcentaje de población joven. En este
contexto cabe hablar de la “revancha del monoteísmo” (P. Berger): el resurgir y
expansión del discurso religioso monoteísta y su propuesta universalista, es decir la de
existencia de solo Dios-uno que sale a buscar a cada hombre y mujer, para
transformarlos y formar una sola humanidad redimida (manteniendo la identidad propia
35
A este propósito cfr. Anexo estadístico del documento “una idea de religión”.
36
El fenómeno de las peregrinaciones o las fiestas religiosas de los santos es una realidad viva en
Latinoamérica. Pensemos que en Chile, para la fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de Diciembre)
peregrinan anualmente medio millón de personas. No olvidemos, las peregrinaciones a la Virgen de
Andacollo y a la Tirana. Este fenómeno es posible encontrarlo en toda América del Sur.
20
37
No deja de ser sintomático que EWTN (más conocido como el “canal católico” o el “canal de
la Madre Angélica”) llegue actualmente a más de 240 millones de hogares en todo el planeta y se
transmite en 11 redes distintas en múltiples idiomas. Sigue abriendo estaciones, no tiene publicidad y
sigue creciendo en audiencia. Y esto sin contar con los canales de la Iglesia Protestante, los cuales
también tienen alta teleaudiencia. Añadamos a eso la multiplicación la proliferación de radios religiosas.
Por otra parte no hay que olvidar que los sitios religiosos son de los más visitados en la red y crecen los
blogs dedicados exclusivamente a lo religioso o espiritual. Todo esto hubiese sido impensable en la
década de los 70´-80´.
21
liberador que supone excluir a la religión como parte del proyecto emancipador de la
modernidad, a la asociación modernidad y secularización como fin de la religión, en
donde se daba por contado que al 2000 la religión ya estaría en su fase final de
extinción. Señala que la modernidad no lleva necesariamente a un abandono de la fe por
efecto de la secularización, sino a replanteársela en este contexto. Además, abre un
campo de estudio y propuesta interesante: ¿por qué el hombre moderno sigue creyendo’,
¿qué espacio le abre la religión que no le puede ofrecer el proyecto de autonomía de la
modernidad?, ¿Cómo pueden recomponerse la relación religión, modernidad y
secularización entendida como diferenciación?
rudimentarios, o que no hubiera otros más complejos que pudiesen expresar, ni tampoco
la intensidad de los mismos. Tampoco hay evidencia que muestre que los sentimientos
básicos y elementales den origen a la religión: Hume da por supuesto lo que tiene que
demostrar. Tampoco hay evidencia – como ya sabemos- que muestre el paso causal y
necesario del politeísmo al monoteísmo. Más aún el monoteísmo deísta de Hume como
religión histórica jamás ha existido. Finalmente cabe recordar los estudios de A. Lang
que ya mostraron que las concepciones de la divinidad de nuestros ancestros suponen
una complejidad inesperada para aquellos “bárbaros ignorantes”. El punto está que hoy
todavía cunde la idea de que un creyente es alguien atrasado, irracional y miedoso, que
se refugia en la religión para obtener seguridad, esperanza y explicaciones frente a la
incertidumbres, sufrimientos y dureza que trae la vida y el futuro.
Además, no sabemos si el hombre ancestral tenía más o menos sentimientos de
inseguridad que el hombre de hoy (hay que recordar que el gran sociólogo Bauman
describe la sociedad actual como una sociedad del miedo - también en países europeas
con alto nivel de increencia [30%]- y lo que genera no es religión sino violencia). Y ya
sabemos que ni la ciencia ni la razón han amainado la sed de venganza o el miedo a los
enemigos. Y hay que decir además que, por lo menos en el cristianismo-católico- la
experiencia de fe tiene un gran componente de riesgo, audacia, osadía e incertidumbre
frente a la adversidad, lo que la aleja del reducirla erróneamente a un refugio fruto del
temor o miedo.
En definitiva, sabemos que la religión acompaña al ser humano desde sus inicios
como tal, pero sobre el origen de la religión estudiada de la perspectiva científica no se
sabe nada ya que se carece de evidencia (arqueológica o documentada) que permita
formular o corroborar cualquier hipótesis sobre su origen.