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Adriano
Marguerite
Yourcenar
Título original: Mémoires d’Hadrien
Memorias de Adriano Marguerite Yourcenar
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Memorias de Adriano Marguerite Yourcenar
Animula vagula,
blandula,
Hospes comesque
corporis,
Quae nunc abibis
in loca
Pallidula, rigida,
nudula,
Nec, ut solis,
dabis iocos...
P. AELIUS
HADRIANUS,
Imp.
VARIUS MULTIPLEX
MULTIFORMIS
Querido Marco:
He ido esta mañana a ver a mi médico
Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa
después de un largo viaje por Asia. El examen debía
hacerse en ayunas; habíamos convenido
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Memorias de Adriano Marguerite Yourcenar
TELLUS STABILITA
SAECVLVM AVREVM
DISCIPLINA AVGVSTA
PATIENTIA
Arriano me escribe:
Conforme a las órdenes recibidas, he terminado
la circunnavegación del Ponto Euxino. Cerramos el
círculo en Sinope, cuyos habitantes te están
profundamente agradecidos por los grandes trabajos
de reconstrucción y ampliación del puerto,
realizados bajo tu vigilancia directa hace unos años...
A propósito, te han erigido una estatua nada
parecida y nada bella; envíales otra, de mármol
blanco... En Sinope, y no sin emoción, contemplé el
Ponto Euxino desde lo alto de las mismas colinas
donde nuestro Jenofonte lo percibió por primera vez,
y donde tú mismo lo has mirado no hace mucho...
Inspeccioné las guarniciones, costaneras; sus
comandantes merecen los mayores elogios por la
excelencia de la disciplina, el empleo de los métodos
más recientes de adiestramiento y la buena calidad
de trabajos de ingeniería. En toda la parte salvaje y
casi desconocida de la costa, he mandado practicar
nuevos sondeos, rectificando allí donde era necesario
las indicaciones de los navegantes precedentes...
Pasamos junto a la Cólquida. Sabiendo cuánto te
interesan los relatos de los poetas antiguos,
Traducción de
Marcelo Zapata
a G.F.
*
Grosería de los que dicen: «Adriano es usted».
Grosería quizás mayor de los que se sorprenden de
que yo haya elegido un tema tan lejano y extraño. El
hechicero que practica una incisión en su pulgar en
el momento de evocar las sombras, sabe que ellas no
sólo obedecerán esa llamada porque van a beber a su
propia sangre. Sabe también, o debería saber, que las
voces que le hablan son más sabias y más dignas de
atención que sus propios gritos.
*
Me di cuenta muy pronto de que estaba
escribiendo la vida de un gran hombre. Por tanto,
más respeto por la verdad, más cuidado, y, en cuanto
a mí, más silencio.
*
De alguna manera, toda vida narrada es ejemplar;
se escribe para atacar o para defender un sistema del
mundo, para definir un método que nos es propio. Y
no es menos cierto que por la idealización o la
destrucción deliberadas, por el detalle exagerado o
prudentemente omitido, se descalifica casi toda
biografía: el hombre así construido sustituye al
hombre comprendido. No perder nunca de vista el
diagrama de una vida humana, que no se compone,
por más que se diga, de una horizontal y de dos
perpendiculares, sino más bien de tres líneas
sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente
próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído
ser, lo que ha querido ser, y lo que fue.
*
Aunque sea obvio decirlo, siempre se erige un
monumento de acuerdo con el gusto de cada uno. Y
no es poco emplear sólo piedras auténticas.
*
Todo ser que haya vivido la aventura humana
vive en mí.
El siglo II me interesa porque fue, durante mucho
tiempo, el de los últimos hombres libres. En lo que a
nosotros concierne, quizás estemos ya bastante lejos
de aquel tiempo.
*
El 26 de diciembre de 1926, en una noche glacial
al borde el Atlántico, en el silencio casi polar de la
isla de los Montes Desiertos, en los Estados Unidos,
traté de revivir el calor, la sofocación de un día de
julio de 138 en Bayas, el peso de su túnica en las
piernas lentas y cansadas, el ruido casi imperceptible
de un mar sin marea que bañaba a un hombre
absorto en los rumores de su propia agonía. Traté de
llegar hasta el último trago de agua, el último
malestar, la última imagen. Al emperador sólo le
quedaba morir.
*
No he dedicado a nadie este libro. Tendría que
habérselo dedicado a G.F. Y lo hubiera hecho si
poner una dedicatoria personal al frente de una obra
en la que yo pretendía pasar inadvertida no hubiera
sido una suerte de indecencia. Pero aun la
dedicatoria más extensa es una manera bastante
*
Lugares en los que se ha elegido vivir, residencias
invisibles que uno se construye al margen del
tiempo. Yo viví en Tíbur, tal vez allí muera, como
Adriano en la Isla de Aquiles.
*
No. He vuelto a visitar la Villa una vez más, con
sus pabellones para la intimidad y el reposo, sus
vestigios de un lujo sin fasto, lo menos imperial
posible, de rico aficionado que se esfuerza por unir
las delicias del arte a los placeres campestres; he
buscado en el Panteón el lugar exacto al que llega un
rayo de sol de la mañana del 21 de abril; he vuelto a
transitar, a lo largo de los corredores del Mausoleo,
la ruta fúnebre tan frecuentada por Chabrias, Celer
y Diótimo, amigos de sus últimos días. Pero he
dejado de sentir a esos seres, su inmediata presencia,
esos hechos, esa actualidad; permanecen cerca de mí,
pero desordenados, ni más ni menos como los
recuerdos de mi propia vida. Nuestro intercambio
con los demás no se produce más que por un cierto
tiempo; se desvanece una vez lograda la satisfacción,
la lección sabida, el servicio obtenido, la obra
acabada. Lo que yo era capaz de decir ya está dicho;
lo que hubiera podido aprender ya está aprendido.
Ocupémonos ahora de otras cosas.
NOTA
1 Lo mismo también es aplicable, naturalmente, a muchas de las obras aquí mencionadas. Nunca
se insistirá lo suficiente en que un libro raro, agotado, existente sólo en los anaqueles de pocas
bibliotecas, o un articulo aparecido en un viejo número de una publicación seria, es para la inmensa
mayoría de los lectores absolutamente inaccesible. En el noventa y nueve por ciento de los casos, el
lector curioso y con afán de instruirse. pero carente de tiempo y de algunas técnicas simples familiares
al erudito de profesión, es tributario a su grado o a su pesar de las obras de difusión elegidas casi al
azar, y que las mejores de ellas, al no reimprimirse siempre, se convierten a su vez en inaccesibles.
Aquello a lo que nosotros llamamos nuestra cultura es, más de lo que se supone, una cultura de
escritorios cerrados.
Libros Tauro
http://www.LibrosTauro.com.ar