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El suelo es un sistema abierto, dinámico, constituido por tres fases.

La fase
sólida está compuesta por los componentes orgánicos e inorgánicos, que a
través de distintos arreglos dan lugar a la estructura del suelo. La forma (tipo),
el tamaño (clase) y la resistencia (grado) constituyen parámetros para clasificar
la estructura de los suelos. Estos arreglos también incluyen el espacio poroso
dentro de los agregados y entre los agregados, que, de acuerdo con el
diámetro de estos, cumplen la función de almacenar agua o de drenaje e
intercambio gaseoso. Por ejemplo, Taboada y Micucci (2002) señalan que el
crecimiento de las raíces de la mayoría de las plantas se limita con menos de
10% del espacio poroso lleno de aire y con una tasa de difusión de oxígeno
menor a 35 µg/m2seg. Una adecuada proporción de poros menores de 10 µm
son necesarios para almacenar agua, mientras que también una proporción de
macroporos mayores de 100 µm (más 10%) son necesarios para la captación
del agua, el desarrollo raíces y el intercambio gaseoso. La Figura 1 representa
un esquema simplificado de las relaciones de fases y los principales
componentes del suelo: materia orgánica (MO) y sus fracciones, fracciones
texturales (arcilla, limo y arena), sistema poroso con características cualitativas
y cuantitativas influenciadas por la textura, MO y estructura.

Las partículas del suelo tienen tamaños muy variables que abarcan desde 25
cm a menores de 1 µm. La textura define la relación porcentual de cada uno de
los grupos de partículas menores de 2 mm de diámetro. Estas se denominan
arena, limo y arcilla y constituyen las fracciones granulométricas, las cuales le
otorgan al suelo alguna de las siguientes características:

• Arena gruesa: macroporosidad alta, permeabilidad alta, compacidad baja,


poca inercia térmica, facilidad de laboreo, energía de retención de agua baja,
almacenamiento de nutrientes bajo.

• Limo: fertilidad física deficiente, riesgo de encostramiento superficial,


velocidad de infiltración baja, inestabilidad estructural alta, permeabilidad media
a baja, erosionabilidad alta, almacenamiento de nutrientes y capacidad de
retención de agua útil media a baja.

• Arcilla: fertilidad química alta según mineralogía, superficie específica muy


alta, capacidad de intercambio catiónico alta y variable con mineralogía,
capacidad de retención de agua útil alta, microporosidad alta, dificultad
penetración raíces.

La reacción del suelo hace referencia al grado de acidez o basicidad de este y


generalmente se expresa por medio de un valor de pH (Porta Casanelas et al.
1999). El pH fue definido por Sorensen (1909) como el logaritmo negativo, en
base 10, de la actividad del protón (H+):

pH = - log aH+ aH+ = actividad del H+

En las soluciones diluidas, la actividad puede reemplazarse por la


concentración sin alterar el resultado por lo tanto podemos expresarlo como:

pH = - log CH+ CH+ = concentración de H+

El significado práctico de la escala logarítmica es que permite visualizar que un


cambio de una unidad de pH implica un cambio de 10 veces en el grado de
acidez o alcalinidad del suelo. La medida se extiende en una escala de 1 a 14,
un pH inferior a 7 es ácido y superior a 7 es alcalino. En sistemas naturales los
valores de pH se hallan generalmente en un intervalo de 4,5 a 10.

El pH es una de las mediciones químicas más importante que se puede hacer


en un suelo. A pesar de su

simplicidad, no sólo indica si el mismo es ácido, neutro o alcalino, sino que


aporta información básica para conocer su potencial agrícola, estimar la
disponibilidad de nutrientes esenciales y la toxicidad de otros elementos.
Permite predecir los cationes dominantes en los coloides del suelo y está
involucrado en la retención de plaguicidas, factor importante al momento de
evaluar contaminación de suelos y aguas y/o persistencia.

Fuentes de acidez y alcalinidad

Los factores que influyen en el valor del pH son diversos, entre los que
podemos numerar:

• El material parental es la roca que dio origen a dicho suelo, si la misma es de


reacción ácida o alcalina aportará al pH de ese suelo.
• Las precipitaciones tienden a acidificar el suelo, por lixiviación de las bases
calcio (Ca2+), magnesio (Mg2+), potasio (K+) y sodio (Na+), disueltas en
solución e intercambio de las bases adsorbidas al complejo de intercambio por
H+ (Vázquez 2006).

El pH influye en las propiedades físicas y químicas del suelo. Las propiedades


físicas resultan más estables a pH neutro. A pH muy ácido hay una intensa
alteración de minerales y la estructura se vuelve inestable. A pH alcalino, las
arcillas se dispersan, se

destruye la estructura y existen malas condiciones desde el punto de vista


físico (Porta Casanellas et al. 1999). La asimilación de nutrientes del suelo es
afectada por el pH, ya que determinados nutrientes no se encuentran
disponibles para las plantas en determinadas condiciones de pH. La mayor
disponibilidad de nutrientes se da a pH entre 6-7,5 pero esto depende de cada
cultivo. Cada planta adquiere mayor vigor y productividad dentro de ciertos
intervalos pH. Esto no implica que el cultivo no pueda vivir fuera del intervalo
indicado dado que el mismo presenta cierta capacidad de adaptación.

un diagnóstico rápido en el campo de la acidez y/o alcalinidad de un suelo.


Alcalinidad • Medida del pH del suelo con pHmetro portátil, en pasta de suelo o
solución.

• Empleo de tiras reactivas de pH, que presentan una coloración característica


luego de su contacto con el suelo. • Reacción con fenolftaleína, un indicador
químico que presenta coloración rosa a pH >8. • Reacción del suelo con HCl,
que en presencia de CO32- libera CO2, este último puede observarse por
formación de pequeñas burbujas. • Gusto del suelo. • Presencia de especies
resistentes (agropiro, pelo de chancho, lotus).

Para diagnóstico de suelos salinos es útil observar: distribución y estado de los


cultivos en explotación (síntomas de toxicidad o deficiencia nutricional),
presencia de una capa superficial blanca, aparición de cristales de sales en un
terrón de suelo.
Para diagnóstico de suelos sódicos considerar: aparición de eflorescencias
negras sobre la superficie (asociado a la dispersión de los coloides orgánicos),
presencia de estructuras columnares (prismas de cabeza redondeada)
(Vázquez 2006).

Acidez

• Medida del pH del suelo con pHmetro portátil, en pasta de suelo o solución.

• Empleo de tiras reactivas de pH, que presentan una coloración característica


luego de su contacto con el suelo.

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