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Ansiedad y depresión

Ansiedad y depresión son dos trastornos emocionales complejos, que implican también
problemas en pensamientos y conductas. Aunque son distintos, presentan ciertas
similitudes que pueden ocasionar confusión al intentar distinguirlos. Pasaremos en primer
lugar a ver en que son diferentes, para luego ver sus aspectos comunes y acabar con una
breve reflexión sobre el tema.

Aspectos diferenciales
La ansiedad es un sistema de alerta que se activa en previsión de un peligro o amenaza
futuro. Como respuesta intensa que es, resulta muy fácil que se asocie a diferentes
estímulos o situaciones. Genera una marcada activación del organismo que sirve para que
se pongan en marcha conductas como el escape, la evitación o la lucha con los elementos
amenazantes. Por lo tanto, cuando se convierte en problemática (por ser desmesurada
respecto al estímulo que la genera, por presentarse repetidamente y/o prolongarse en el
tiempo) se trata enseñando habilidades para reducir esta activación. Además es común
que la actividad fisiológica se manifieste también a nivel psicológico, produciéndose un
mayor número de distracciones, hipervigilancia, aprensión, irritabilidad, inseguridad, etc.
Los pensamientos y evaluaciones están relacionados con la amenaza, la sobrevaloración
del riesgo y la minusvaloración de los propios recursos, etc. La ansiedad, por tanto, se
centra en la prevención respecto al futuro para que no se produzcan ciertas consecuencias
desagradables que se presuponen.

Además en los trastornos de ansiedad hay otra serie de características diferenciales


respecto de la depresión. No hay variación a lo largo del día (salvo en algunos casos con
fuertes componentes anticipatorios, que suelen sentirse peor al despertarse y primeras
horas del día), ni en las diferentes estaciones del año. Por otro lado, la ansiedad no implica
perdida de la capacidad de disfrute y obtención de placer, como sucede en la depresión.

Cada uno de los diferentes trastornos de ansiedad presenta unas características propias y
definitorias que los distinguen de la depresión y de otros trastornos de la ansiedad. De
esta manera en el trastorno obsesivo-compulsivo existen rumiaciones y rituales
específicos. En el trastorno por estrés postraumático hay reexperimentaciones del trauma
(flashbacks). El miedo al miedo es propio del trastorno de pánico. Y el temor a hacer el
ridículo es característico de la fobia social.

El ánimo es una emoción relacionada con el sistema de conservación/regulación de la


energía y la motivación. El estado de ánimo deprimido, o depresión, se activa ante
eventos pasados que implican pérdida, degradación o fallos, produciéndose quietud,
disminución o lentificación de los movimientos, y una tristeza profunda. Si no es excesiva
sirve para dejar que el tiempo cure las heridas, recibir apoyo social que supla las posibles
pérdidas, recargar la energía, y facilitar la resolución de los problemas. Pero si persiste en
exceso, puede ser que los conflictos existentes permanezcan irresueltos, se produzca
aislamiento social, pérdida del sentido de la existencia, mayor abatimiento y la creencia de
que no existe solución para los problemas. La atención y el pensamiento se orientan
preferentemente a pérdidas, fallos o degradaciones imaginadas o reales, que generan
honda tristeza, culpa inapropiada, disminución de la autoestima y, en algunos casos,
ideación suicida.

Resumen de las características definitorias de la Ansiedad

 Sistema de alerta

 Eventos de daño o amenaza

 Pensamientos de daño o amenaza

 Aumento de la activación y conductas de ataque, lucha o huida.

 Tensión

 Aspectos específicos de los trastornos de ansiedad (rituales, flashbacks, miedo al


miedo…)

 El tratamiento reduce la activación y demuestra la no relación entre los estímulos


o situaciones y una amenaza real y altamente probable.

Resumen de las características definitorias de la Depresión

 Sistema conservación/regulación de energía

 Eventos de fallo, pérdida o degradación

 Pensamientos de fallo, pérdida o degradación

 Disminución de la actividad física y social (retraimiento y enlentecimiento de los


movimientos)

 Tristeza y dificultad para sentir placer

 Pérdida del sentido de la existencia

 Culpa inapropiada
 Baja autoestima y sentimientos de inferioridad

 El tratamiento quiere aumentar la actividad y enseñar que hay relación entre


actuar y recibir recompensas.

Coexistencia de manifestaciones de ansiedad y depresión

Estas no siempre se presentan claramente, o simplemente, ambos trastornos se


presentan unidos. De tal modo que en determinadas personas es posible encontrar
depresión con algunos de los rasgos enunciados para la ansiedad, y al inversa, personas
con ansiedad patológica que presentan características propias de la depresión.

Tanto ansiedad como depresión son formas de reaccionar ante eventos externos o
internos. Por lo que en ellas son muy importantes las atribuciones. Si un evento lo vemos
como una amenaza se disparará nuestro sistema de alerta (la ansiedad), si lo
interpretamos como una pérdida o un fallo, seguramente se activará nuestro sistema de
conservación de energía (la depresión).

Las clasificaciones internacionales de los trastornos mentales se han hecho de estas


coincidencias.

La CIE-10, clasificación efectuada por la Organización Mundial de la Salud, incluye


el trastorno mixto ansioso-depresivo donde se dan diferentes posibilidades de
combinación de síntomas propios de la ansiedad y propios de la depresión.

En el DSM-IV, clasificación de la Asociación Psiquiátrica Americana, se propone para


nuevos estudios un trastorno ansioso-depresivo caracterizado por estado de ánimo
disfórico (inquietud, tristeza, ansiedad, preocupación, falta de energía, baja autoestima)
que afecta a diferentes parcelas de la vida de la persona y provoca un malestar
clínicamente significativo. No se diagnostica si se explica mejor por otro trastorno mental,
o si la persona ha padecido ya depresión mayor, trastorno distímico, trastorno por
ansiedad generalizada o trastorno de angustia.

De manera no tan explícita ambas clasificaciones también reflejan la coexistencia entre


ansiedad y depresión, en las reacciones de adaptación (CIE-10) o trastornos adaptativos
(DSM-V). En ambos casos se trata de una respuesta exagerada a una situación estresante
que aparece en los 3 meses siguientes al acontecimiento. Estas reacciones o trastornos se
pueden manifestar con síntomas predominantemente de ansiedad, de depresión, de un
combinación de ambas o de otras emociones o conductas perturbadoras (ira,
preocupación, violencia, etc…).
Aspectos comunes
Un 70% de los trastornos depresivos refieren ansiedad de diferentes grados y tipos. Un
porcentaje todavía mayor de personas que sufren trastornos de ansiedad, terminan por
presentar también sintomatología depresiva de diversa consideración.

Vamos a enunciar algunos aspectos que pueden explicar la confluencia que usualmente se
da entre la ansiedad y la depresión:

 En ocasiones, las situaciones implican amenaza y pérdida a la vez, por lo que llevan
a la activación de los dos sistemas con diferentes posibilidades de combinación.

 Algunos síntomas aparecen por igual en ansiedad y depresión, por ejemplo el


centrar la atención en uno mismo y sus reacciones (autofocalización), las
dificultades de concentración, el insomnio, el vértigo, y las naúseas.

 Pueden llevar a conductas y pensamientos muy similares, aunque con causas y


contenidos diferentes. Así la reclusión en casa se dan en la agorafobia con
trastorno de pánico y en la depresión, pero en la primera se debe al miedo a
experimentar una crisis de pánico y en la segunda a la tristeza y a la falta de
motivación. Sin embargo, como las causas no siempre se pueden dilucidar la
distinción puede ser una ardua tarea.

 En niños es difícil separar ansiedad y depresión, posiblemente porque la depresión


como la conocemos requiere más elaboración cognitiva con lo que en la infancia se
parece más a la ansiedad. Esto se demuestra por que el estado de ánimo en niños
diagnosticados de depresión puede ser de irritabilidad. Aún no se han
especializado suficientemente los sistemas.

 Lo mismo ocurre en la vejez.

 En muchos casos, funcionan los mismos psicofármacos para ambos trastornos, por
lo que es de suponer que participan los mismos sistemas de neurotransmisión. Así,
se postula que en ambos hay déficits de los neurotransmisores serotonina y
noradrenalina. Lo cual explicaría por qué los antidepresivos tricíclicos (que
aumentan la noradrenalina o la serotonina) y los inhibidores selectivos de la
recaptación de la serotonina (que aumentan la cantidad de serotonina en el
espacio entre neuronas o espacio sináptico) son igualmente útiles en ansiedad y en
depresión. Sin embargo, en este tema aparecen aún resultados contradictorios.

 Suelen haber precursores o concomitantes comunes. En ambos trastornos es


corriente encontrar en el inicio o en el transcurso, falta de habilidades para la
resolución de problemas, de habilidades sociales, situaciones estresantes o estrés
continuado, pensamiento desadaptativo y rígido. No obstante, aunque en forma
sean iguales, su contenido (amenaza o pérdida) permite, normalmente, su
distinción.

 Se cree que puede existir una relación genética entre algunos trastornos de
ansiedad y la depresión. Sería el caso del trastorno obsesivo-compulsivo que
guarda más relación con la depresión que con algunos trastornos de la ansiedad, y
el del trastorno de pánico.

De entre los intentos por explicar las relaciones entre ambas, destaca el de Kendall y
Watson. Estos autores usan la Teoría Diferencial de la Emociones de Izard para la que
ansiedad y depresión son emociones complejas que recogen diferentes combinaciones de
emociones básicas. En la primera predomina el temor, y en la segunda la tristeza. Pese a
distinguirse en la emoción básica se asemejan en otras emociones, lo cuál puede llevar a
que se confundan. Para Kendall y Watson tanto ansiedad como depresión se podrían
incluir en una categoría más amplia denominada Afectividad Negativa, formada
básicamente por emociones negativas (con sus correspondientes conductas y
pensamientos negativos). Por esta categoría quedarían explicadas tanto las coincidencias
como las diferencias.

La relación que se pueda dar entre ansiedad y depresión no es fija ni inamovible. Al


contrario, presenta oscilaciones a lo largo de su curso. De manera que, en un cierto
momento, es posible que predomine una u otra sintomatología.

Si se presentan ambos en un mismo paciente es importante intentar esclarecer cuál fue


secundario y cuál primario. Sin embargo el criterio que determinará cuál va a ser tratado
primero será el malestar que cause al paciente y el grado de incapacitación. En caso de
que esto no quede claro, lo más aconsejable es atender primero a la depresión porque
ésta afecta directamente a la motivación, y por tanto, al seguimiento del tratamiento, o
de cualquier otro programa o iniciativa tendente a la recuperación.

Ansiedad y personalidad

Introducción

La personalidad es el patrón de pensamientos, sentimientos y conductas que presenta una


persona y que persiste a lo largo de toda su vida a través de diferentes situaciones. La
personalidad es estable en el tiempo y en las situaciones, esto implica que tendemos a
comportarnos de forma similar en diferentes contextos y en diferentes momentos de la
vida. Los rasgos son los atributos o características de la personalidad. Según las teorías
psicológicas existen muchos de ellos. Además, algunos autores llaman de diferente forma
a características de personalidad que son similares e incluso sinónimas. Los más conocidos
son: extroversión o afecto positivo (positive emotionality or positive affect),
neuroticismo o afecto negativo (negative emotionality or negative affect), psicoticismo,
perfeccionismo, etc.

Una persona extrovertida busca y disfruta de la compañía de los demás, prefiere realizar
actividades en grupo que de forma individual, tiene habilidades sociales, es una persona
activa, con energía, entusiasta. Una persona introvertida (el polo opuesto) prefiere
realizar actividades en solitario o con pocas personas, tiende a ser más inhibida, reflexiva,
cautelosa, etc. Cada uno de los rasgos y sus opuestos se sitúan a lo largo de un continuum,
de modo que las personas nos diferenciamos unas de otras en el grado en que
presentamos más o menos cada rasgo. Las personas con niveles elevados
de neuroticismo(considerado por algunos autores sinónimo de ansiedad rasgo) muestran
tendencia al miedo, la tensión, la preocupación. Son personas inestables a nivel
emocional, que experimentan con frecuencia sentimientos de tristeza, soledad o ira. Las
personas con niveles bajos de neuroticismo tienen estabilidad emocional, son personas
seguras de sí mismas, tranquilas.

Se considera que la personalidad se modela con el paso del tiempo a partir de las
experiencias vividas. Sin embargo, ciertas características de personalidad aparecen ya en
los primeros años de vida. La parte innata de la personalidad se
llama temperamento. Podríamos decir que el temperamento sería el sustrato biológico-
genético de nuestra forma de ser, el equipaje que traen los niños consigo cuando nacen.

Relación entre personalidad y psicopatología

Nuestra conducta viene determinada por la interacción entre factores biológicos, factores
ambientales y nuestra personalidad. El cómo nos comportamos depende de la situación
en que nos hallamos y de cómo somos. Nuestra personalidad determina, al menos en
parte, cómo reaccionamos ante una situación. Veamos un ejemplo: en un bar, un
desconocido se pone a hablar con nosotros. Una persona extrovertida probablemente
entablará una conversación. En cambio, una persona introvertida intentará eludir las
preguntas o mostrar de algún modo que no quiere seguir hablando. Obviamente, las
experiencias vividas influyen en nuestro comportamiento y el aprendizaje de formas de
conducta más adaptativas puede hacer que no siempre nos comportemos del mismo
modo. Siguiendo con el ejemplo, una persona introvertida puede realizar esfuerzos por
comportarse de forma más abierta si ha aprendido que esta actuación le reporta algún
tipo de beneficio (facilitar el contacto social, mejorar su autoestima, etc.).

Además de influir en nuestro comportamiento, se considera que el temperamento y las


características de personalidad influyen en la aparición de problemas psicológicos. Por
ejemplo, el temperamento difícil en niños se ha visto asociado a la aparición de problemas
de comportamiento (agresividad, desafío a los mayores, robos, etc.). Muchos estudios
sugieren que el temperamento difícil del niño (niño irritable, con dificultades para
adaptarse a los cambios, con problemas para establecer una regularidad en sus hábitos de
alimentación, higiene y sueño…) podría interaccionar con la forma en que los padres lo
educan (se muestran autoritarios, le gritan, hacen uso del castigo físico, son inconsistentes
y poco firmes cuando aplican el castigo o incapaces de poner límites), dando como
resultado un problema de comportamiento. Está claro que el temperamento difícil del
niño no conduce de forma invariable a un problema de comportamiento: hace falta que se
den unas circunstancias determinadas en el ambiente (que sus padres lo eduquen de
forma autoritaria, por ejemplo) para que se observe este resultado.

Otros estudios señalan que el neuroticismo está muy relacionado con los trastornos
emocionales. Se ha visto que un buen número de individuos que padecen una depresión
tienen niveles elevados de neuroticismo, y se considera que tener este rasgo de
personalidad podría predisponer a estas personas a presentar este tipo de problemas
psicológicos.

Relación entre personalidad y ansiedad

La relación entre las características de personalidad y la ansiedad ha sido muy estudiada.


En concreto se ha examinado la relación entre:

 Rasgos de personalidad y trastornos de ansiedad: se ha analizado la relación más o


menos específica entre determinadas características de personalidad y diferentes
trastornos de ansiedad, considerando que estos rasgos podrían predisponer a los
individuos que los tienen en niveles elevados a padecer esos trastornos.

 Trastornos de ansiedad y Trastornos de personalidad: se ha estudiado la relación


más o menos específica entre los trastornos de ansiedad y los trastornos de
personalidad, considerando en algunos casos a los primeros como predisponentes
de los segundos.
Rasgos de personalidad y trastornos de ansiedad

En muchos casos las personas que padecen un trastorno de ansiedad son vistas por los
demás como personas muy ansiosas. Esto es diferente a la reacción más o menos
adaptativa que una persona puede tener ante una situación amenazante. En el primer
caso, decimos que ese individuo es ansioso, en el segundo que está ansioso.

Cabe distinguir entre ansiedad rasgo y ansiedad estado. La ansiedad rasgo es una
característica de personalidad relativamente estable (a lo largo del tiempo y en diferentes
situaciones). El rasgo de ansiedad se refiere a la tendencia del individuo a reaccionar de
forma ansiosa. Hace referencia a la disposición del individuo para percibir situaciones
como peligrosas o amenazantes y a la tendencia a responder ante estas situaciones con
ansiedad. Las personas más ansiosas tienen un marcado rasgo de ansiedad, por lo que
tienden a percibir un gran número de situaciones como peligrosas o amenazantes, y a
responder a estas situaciones amenazantes con estados de ansiedad de gran intensidad.
La ansiedad estado hace referencia a un estado emocional transitorio y fluctuante en el
tiempo. El nivel de un estado de ansiedad debería ser alto en circunstancias que sean
percibidas por el individuo como amenazantes y bajo en situaciones no amenazantes, o en
circunstancias en que aún existiendo peligro, éste no es percibido como amenazante.

Ambos conceptos están relacionados. Una persona con un nivel elevado de ansiedad
rasgo presenta, por regla general, una ansiedad estado también elevada. Sin embargo,
una persona con un nivel de ansiedad rasgo bajo puede mostrar de forma puntual
reacciones de ansiedad de elevada intensidad ante situaciones que perciba como
amenazantes (ansiedad estado). Así, por ejemplo, una persona con un nivel de ansiedad
rasgo bajo puede mostrarse ansiosa ante la inminencia de un examen. En cambio, una
persona con un nivel elevado de ansiedad rasgo no sólo se sentirá nerviosa en esa
situación, también en muchas otras.

Según muchos autores, la ansiedad rasgo es la característica de personalidad que subyace


a muchos trastornos de ansiedad. Es decir, muchas personas que padecen un trastorno de
ansiedad podrían tener un nivel elevado de ansiedad rasgo. Se trata de una característica
de personalidad con una importante carga genética y se considera que podría estar
implicada en la mayor vulnerabilidad a padecer trastornos de ansiedad y de depresión que
tienen estas personas. Para algunos autores, la manifestación más pura de un nivel
elevado de ansiedad rasgo es el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).

Los trastornos de ansiedad también tienen en común otro rasgo de personalidad:


la evitación del daño (harm avoidance). Algunos autores relacionan este rasgo con una
característica temperamental que se observa en niños muy pequeños: la inhibición
conductual. Las personas con un nivel alto de inhibición conductual o evitación del daño
suelen evitar y mostrarse inhibidos ante estímulos novedosos o no familiares, suelen
reaccionar con retraimiento (no se acercan al estímulo desconocido, se alejan de él). Se
trata de personas cautelosas, tensas, fácilmente fatigables, tímidas, aprensivas y
pesimistas. Así, por ejemplo, un niño con elevados niveles de inhibición conductual se
muestra temeroso ante desconocidos y suele evitar las situaciones sociales en las que
debe entablar relación con personas que no conoce (o en las que no está presente un
cuidador o persona familiar). Muchos estudios han asociado este rasgo temperamental en
los primeros años de vida con la presencia de Fobia Socia en la infancia, la adolescencia o
la adultez. Como señalábamos en otro punto del documento, presentar este rasgo o
temperamento no conduce invariablemente a padecer una fobia social. Las personas que
presentan este trastorno de ansiedad pueden haber carecido de modelos de conducta
asertiva (por ejemplo, sus padres también son tímidos) o no haber tenido experiencias
que les enseñen a comportarse de otro modo.

La evitación del daño también se ha visto asociada al Trastorno de Pánico. Algunos


estudios sugieren que las personas con ataques de pánico podrían tener unos rasgos
temperamentales comunes que precederían la aparición del trastorno:

 Elevada actividad del sistema nervioso simpático, con síntomas como


palpitaciones, sudor, disnea, etc. Estos síntomas se presentan de forma esporádica
antes de la aparición del primer ataque de pánico;

 Miedo excesivo a padecer una enfermedad;

 Hipersensibilidad a la separación: son personas dependientes, con necesidad de


protección o de proteger a los suyos, muestran una marcada unión con familiares;

 Dificultad para alejarse de lugares conocidos: les cuesta adaptarse a los cambios y
novedades, no suelen establecerse muy lejos de su lugar de origen y de las
personas que conocen;

 Necesidad de seguridad: necesitan que alguien les tranquilice, les asegure que no
va a pasar nada de lo que temen.

Se trata de personas muy preocupadas por la salud y la enfermedad, con una importante
hipervigilancia a las sensaciones corporales.

Además de la evitación del daño, otras características de personalidad podrían actuar


como predisponentes específicos del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Las personas
con este problema suelen ser perfeccionistas, rígidos e inflexibles. Son personas que
dedican mucho tiempo a repetir tareas hasta que éstas alcanzan la perfección, tienen
problemas para adaptarse a los cambios y para adoptar diferentes puntos de vista. Su
estabilidad emocional depende del control, la rutina y el orden.

Algunos autores señalan que estas características de personalidad no necesariamente


preceden la aparición del trastorno. La mayoría de estudios que examinan la relación
entre personalidad y ansiedad son transversales (evalúan las características de
personalidad y la presencia del trastorno en el mismo momento temporal) o utilizan un
diseño retrospectivo (preguntan a personas que presentan el trastorno sobre cómo eran
antes de la aparición del mismo). Los estudios longitudinales examinados (primero miden
la personalidad y luego si aparece o no el trastorno) tampoco informan de resultados
concluyentes. Por este motivo, en estos momentos se desconoce si los rasgos de
personalidad preceden en el tiempo o se dan de forma simultánea a la presencia de un
problema de ansiedad. Incluso algunos autores afirman que alguna de estas características
o rasgos podrían verse afectados por el curso del trastorno. Por ejemplo, las personas con
ataques de pánico pueden volverse más aprensivas e hipervigilantes a los síntomas físicos
a consecuencia de su enfermedad.

Trastornos de ansiedad y trastornos de personalidad

Diversos estudios señalan que un porcentaje elevado de personas que padecen trastornos
de ansiedad presentan también un trastorno de personalidad. Un trastorno de
personalidad se define como un patrón estable e inflexible de comportamiento que
comporta malestar o perjuicios para el sujeto y/o las personas que lo rodean. Podríamos
decir que una persona presenta un trastorno de personalidad cuando presenta
determinadas características de personalidad en un grado muy elevado y debido a ellas
tiene graves problemas en diferentes ámbitos de su vida (familiar, social, laboral, etc.). Los
trastornos de personalidad se diagnostican principalmente en adolescentes y adultos. En
niños no se diagnostican estos problemas porque se considera que la personalidad todavía
no está formada.

Algunos estudios sugieren que los trastornos de personalidad aparecerían con


posterioridad al trastorno de ansiedad. De hecho, algunos autores consideran que los
rasgos y los trastornos de personalidad se situarían en diferentes puntos de un continuo.
Por ejemplo, una persona puede ser tímida e introvertida, puede tener fobia social o
puede presentar un trastorno de personalidad evitativa. Este trastorno de personalidad se
situaría en el extremo más grave e intenso de la introversión. En otros trabajos, en
cambio, se ha descrito que los trastornos de personalidad podrían ser previos e influir
negativamente en la aparición de un trastorno de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad que se han visto asociados con mayor frecuencia a un
trastorno de personalidad son el Trastorno de Ansiedad Generalizada y la Fobia Social.
También las personas con un Trastorno de Angustia (presencia de ataques de pánico) o
con un Trastorno Obsesivo-compulsivo (TOC) pueden presentar comorbilidad con estos
trastornos. En cambio, es muy poco probable que una fobia específica (tener miedo a los
bichos, subir en ascensor o miedo al avión) pueda verse acompañada de un trastorno de
personalidad.

Los trastornos de personalidad más frecuentemente asociados con los trastornos de


ansiedad son: el trastorno de personalidad evitativa, el trastorno de personalidad
obsesivo-compulsivo, el trastorno de personalidad límite o borderline y el trastorno de
personalidad dependiente. Veamos brevemente en qué consiste cada uno de ellos:

 Trastorno de personalidad por evitación: las personas con este trastorno presentan
un nivel muy elevado de inhibición social, sentimientos de incompetencia y mucha
susceptibilidad a la evaluación negativa. Estas personas suelen evitar las relaciones
sociales llegando incluso a no trabajar si esto implica hacerlo en contacto con otras
personas, les preocupa de forma exagerada ser criticadas o rechazadas en
situaciones sociales, se sienten inferior a los demás, incompetentes, tienen mucho
miedo al ridículo. Se trata de un trastorno mucho más grave y crónico que la fobia
social y, por este motivo, más difícil de superar.

 Trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo: las personas con este trastorno


están sumamente preocupadas por el orden, el perfeccionismo y el control.
Intentan mantener la sensación de control con una atención extrema a normas,
reglas, listas, horarios, etc. Por este motivo, se suelen perder en los detalles.
Su perfeccionismo hace que se demoren mucho en finalizar sus tareas. Son
personas rígidas y obstinadas, inflexibles. Pese a que reciben nombres similares, el
trastorno obsesivo-compulsivo se diferencia de este trastorno de personalidad en
que se diagnostica cuando aparecen obsesiones y compulsiones.

 Trastorno de personalidad límite o borderline: se caracteriza por un patrón general


de inestabilidad en las relaciones con los demás y en su estado de ánimo. Estas
personas se esfuerzan por evitar un abandono real o imaginario, sus relaciones
personales suelen ser muy inestables e intensas, oscilando entre la idealización
más extrema y el desprecio. Son personas muy impulsivas (en gastos, sexo, abuso
de sustancias, alimentación, etc.). Suelen ser bastante habituales las amenazas e
intentos de suicidio.
 Trastorno de personalidad por dependencia o dependiente: las personas con este
trastorno tienen una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, se
muestran sumisos y con mucho miedo al rechazo y la separación. Tienen muchas
dificultades para tomar decisiones cotidianas, necesitan constantemente
reafirmación por parte de los otros. No quieren estar solos porque les preocupa
ser incapaces de cuidar de sí mismos.

También algunos trastornos que se suelen dar con mayor frecuencia en la infancia se han
visto asociados en la etapa adulta con un trastorno de personalidad. Algunos autores
sugieren que el Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) podría ser un antecedente
del Trastorno de Personalidad Límite. Se ha visto que algunos niños con TAS durante la
infancia desarrollan este trastorno de personalidad en etapas posteriores de su vida.

¿Tener un trastorno de personalidad obstaculiza la buena marcha del tratamiento de un


trastorno de ansiedad?

Los trabajos sobre el tema no son concluyentes. Algunos indican que el tratamiento de los
trastornos de ansiedad es igual de efectivo aunque el cliente tenga un trastorno de
personalidad. Otros sugieren que la terapia puede ser más lenta. Por ejemplo, algunos
trabajos sobre el Trastorno de Ansiedad Generalizada señalan que los clientes que
presentan asociado un trastorno de personalidad suelen abandonar el tratamiento con
mayor frecuencia. Otros advierten que en los pacientes con TAG o con Fobia Social y un
trastorno de personalidad es menos probable la remisión del problema.

TLP: síntomas, causas, diagnóstico y tratamiento

Categoría: Trastorno límite de la personalidad

El trastorno límite de la personalidad (TLP), o borderline, es una enfermedad caracterizada


por la dificultad en la regulación de las emociones. Esta dificultad provoca cambios
acusados en el estado de ánimo, impulsividad e inestabilidad, problemas de autoimagen, y
relaciones interpersonales inestables. Pueden darse intentos frenéticos para evitar
situaciones de abandono real o imaginario. El resultado combinado de vivir con trastorno
límite puede manifestarse en un comportamiento destructivo, como la autolesión (cortes)
o los intentos de suicidio.

Se estima que el 1,6% de la población adulta tiene TLP, pero puede llegar al 5,9%. Casi un
75% de las personas diagnosticadas con este trastorno son mujeres, pero investigaciones
recientes sugieren que el porcentaje de hombres afectados puede igualar al de las
mujeres. En el pasado, los hombres con trastorno límite de la personalidad eran a menudo
mal diagnosticados con trastorno de estrés postraumático o depresión.

Síntomas

Los síntomas del trastorno límite de la personalidad pueden incluir:

 Esfuerzos frenéticos para evitar ser abandonados por amigos y familiares.

 Relaciones interpersonales inestables que alternan entre la idealización - "¡Estoy


tan enamorado!" - y la devaluación - "la odio". Esto también se conoce como
"escisión".

 Autoimagen distorsionada e inestable, que afecta al estado de ánimo, valores,


opiniones, metas y relaciones.

 Conductas impulsivas que pueden tener resultados peligrosos, tales como gasto
excesivo, sexo no seguro, abuso de sustancias o conducción temeraria.

 Comportamiento suicida y automutilación.

 Períodos de intenso estado de ánimo depresivo, irritabilidad o ansiedad que duran


unas pocas horas o unos pocos días.

 Sentimientos crónicos de aburrimiento o vacío.

 Ira inapropiada, intensa o incontrolable, a menudo seguido de vergüenza y culpa.

 Síntomas disociativos: desconectarse de los pensamientos o sentimiento de


identidad, o tener sensación de estar "fuera del cuerpo", e ideación paranoide
relacionada con el estrés. Los casos graves de estrés también pueden provocar
episodios psicóticos breves.

El trastorno límite de la personalidad se caracteriza en última instancia por la agitación


emocional que provoca. Sienten las emociones intensamente y durante largos períodos de
tiempo, y es más difícil para ellos volver a una base estable después de un episodio
emocionalmente intenso. Las amenazas y los intentos de suicidio son muy comunes en
estas personas. Actos de automutilación, como cortarse o quemarse, también son
comunes.

Causas

Las causas del trastorno límite de la personalidad no se conocen completamente, pero los
científicos coinciden en que es el resultado de una combinación de factores:
 La genética. Si bien no se ha demostrado que ningún gen específico cause
directamente este trastorno, los estudios en gemelos sugieren que esta
enfermedad tiene fuertes vínculos hereditarios. El trastorno límite es
aproximadamente cinco veces más común entre las personas que tienen un
familiar de primer grado con el trastorno.

 Los factores ambientales. Las personas que experimentan acontecimientos


traumáticos en su vida, tales como abuso físico o sexual durante la infancia o
negligencia y separación de los padres, tienen mayor riesgo de desarrollar el
trastorno.

 La función del cerebro. La forma en la que funciona el cerebro es a menudo


diferente en las personas con trastorno limite, lo que sugiere que existe una base
neurológica para algunos de los síntomas. Específicamente, las porciones del
cerebro que controlan las emociones y la toma de decisiones / juicio pueden no
comunicarse bien entre sí.

Diagnóstico

No existe ninguna prueba médica para diagnosticar el TLP, y un diagnóstico no se basa en


un síntoma. Debe ser diagnosticado por un profesional de la salud mental tras una
entrevista psiquiátrica minuciosa, puede incluir hablar con profesionales previos,
evaluaciones médicas y, cuando sea apropiado, entrevistas con amigos y familiares. Para
llegar al diagnosticado se deben cumplir al menos 5 de los 9 síntomas indicados
anteriormente.

Tratamiento

Un plan de tratamiento típico y completo incluye psicoterapia, medicación y apoyo


familiar.

Psicoterapia

La psicoterapia es la piedra angular para el tratamiento. Además de la terapia dialéctica


conductual, que fue creada específicamente para el tratamiento del trastorno límite de la
personalidad, existen otros tipos de psicoterapia que son eficaces.

 La terapia dialéctica conductual (TDC, DBT en inglés) se centra en la enseñanza de


habilidades de afrontamiento para combatir impulsos destructivos, regular las
emociones y mejorar las relaciones mientras añaden validación. Incluyendo trabajo
individual y de grupo, la TDC fomenta la práctica de técnicas de mindfulness. Se ha
demostrado que la TDC es eficaz para reducir el comportamiento suicida, la
hospitalización psiquiátrica, el abandono del tratamiento, el abuso de sustancias,
la ira y las dificultades interpersonales.

 La terapia cognitiva conductual (TCC) ayuda a cambiar el pensamiento negativo y


el comportamiento asociado al TLP. El objetivo de esta terapia es reconocer
pensamientos negativos y enseñar estrategias de afrontamiento.

 La terapia basada en la mentalización (MBT) es un enfoque terapéutico


desarrollado por Fonagy y Bateman. La capacidad de mentalizar es el proceso
mediante el cual entendemos la propia mente y la de los otros, a partir de estados
mentales (intenciones, sentimientos, pensamientos, deseos y creencias) con la
finalidad de dar sentido y anticipar las acciones de cada uno. La mentalización (o
función reflexiva) implica la capacidad de contener, regular, experimentar y dar
sentido a las emociones y sentimientos. La terapia basada en la mentalización
persigue entender mejor las propias emociones y las de los demás. A través de
esta mayor conexión entre sentimientos y pensamientos se consigue un
comportamiento propio más adecuado así como unas relaciones más satisfactorias
con los demás.

Medicación

No existe medicación específica para el tratamiento de síntomas como el vacío, el


abandono y la alteración de la identidad, pero puede ser útil para el tratamiento de otros
síntomas como la ira, la depresión y la ansiedad. Esta medicación puede incluir
estabilizadores del estado de ánimo, antipsicótico, antidepresivo y ansiolítico.

Hospitalización

Cuando la psicoterapia y la medicación no son suficientes, puede ser necesaria la


hospitalización. Un hospital puede proporcionar un ambiente seguro para una persona
con TLP que se autolesiona o tiene pensamientos suicidas.

Comorbilidad

Una persona con trastorno límite de la personalidad puede tener trastornos adicionales
que deben tratarse conjuntamente, como pueden ser:

 Trastornos de ansiedad, como el trastorno por estrés postraumático.

 Trastorno bipolar.

 Depresión.
 Trastornos de la alimentación, especialmente bulimia nerviosa.

 Otros trastornos de la personalidad.

 Abuso de sustancias.

Síntomas ocultos en el trastorno límite de la personalidad

Categoría: Trastorno límite de la personalidad

El trastorno límite de la personalidad (TLP) o borderline es conocido como un cuadro


clínico abigarrado con una gran cantidad de matices sintomáticos que lo convierte en una
de las “bestias negras” de nuestra práctica clínica diaria.

En los últimos años hemos pasado de una casi inexistencia diagnostica del mismo a una
autentica inflación de casos, diagnosticando como tal otras entidades clínicas por no decir
otras situaciones que no son, en si mismas, patológicas como niños consentidos,
maleducados, mal educados, psicópatas que no son trastorno de personalidad y todo
aquella situación que aparece en nuestras consultas y que no sabemos filiar en el concreto
espacio de lo categorial.

Lógicamente que lleguemos a esta situación nos ayuda la falta de un cuerpo teórico que
de una respuesta ecléctica y satisfactoria a todo lo que son los trastornos de personalidad,
ya que nos debatimos ambivalentemente entre una escueta concreción categorial y una
prolija, cuantiosa, diversa y confusa dispersión dimensional, además los instrumentos
diagnósticos, admitiendo su mejora, al ser subsidiarios de una u otra clasificación no
solventan nuestras dudas, siendo sabido por todos que un psicodiagnóstico mediante
cualquiera de los instrumentos existentes o es ininteligible o tiene escasa aplicación
practica o nos da un elenco de posibilidades diagnosticas por medio del cual etiquetamos
al paciente con varios trastornos de personalidad, quedándonos tan tranquilos al decirnos
que hay una gran comorbilidad intra eje II o todavía mas tranquilos, si cabe, adjudicando
al paciente la tranquilizadora (para nosotros) etiqueta de “trastorno de personalidad no
especificado”. Seamos sinceros a mi todo esto no me cuela.

Si nos acogemos, casi por obligación, a la clasificación DSM, tenemos que admitir que esta
ha servido de utilidad como unificadora de criterios, facilita un mismo lenguaje, pero en el
caso de los TP existe poca concreción, hay un gran solapamiento sintomático entre los
diversos TP, genera muchos falsos positivos y además, considero, que es empobrecedor
pues ignora la riqueza psicopatológica que presenta este trastorno, en definitiva resumiría
que si se quiere entender y abordar clínicamente el trastorno límite de la personalidad no
nos podemos quedar en lo categorial.

Existe un lógico y polémico debate entre la biogenia o psicogenia del trastorno límite de la
personalidad, son muy numerosos los estudios que abogan por una u otra opción, de
cualquier manera defender como única la existencia de una u otra es absurdo y además
científicamente insostenible, es evidente que la génesis del trastorno límite es una
aglutinación de diversos factores y circunstancias genéticas, bioquímicas, neurofisiológicas
y también aprendidas, trasmitidas y moduladas de una forma dinámica desde la infancia a
la etapa adulta, no siendo desdeñable una vulnerabilidad en el sujeto que padece
trastorno límite de la personalidad.

En la Tabla 1 diseccionamos los 9 criterios diagnósticos del trastorno límite de


personalidad según el DSM IV-TR en sustrato de predominancia psicosocial o de
predominancia biológica, pudiendo apreciar como hay mas criterios psicosociales que
biológicos, pero en definitiva todos ellos llevan a lo que quizá mas complica la existencia
de un paciente TLP; la complicación o dificultad de relación con los demás e incluso
consigo mismo, que es lo mismo que “un patrón general de inestabilidad en las relaciones
interpersonales, la autoimagen y la afectividad”.

Tabla 1

Sustrato psicosocial

• Esfuerzos en evitar abandono (1)


• Relaciones interpersonales inestables e intensas con alternancia entre idealización y
devaluación (2)
• Alteración identidad. (3)
• Inestabilidad afectiva debido a una gran reactividad. (6)
• Sentimientos crónicos de vacío.(7)
• Ideas paranoides o síntomas disociativos transitorios relacionados con el estrés. (9).

Todos estos criterios dificultan la relación con los demás y consigo mismos.

Sustrato biológico

• Impulsividad. ¿siempre?, ¿por qué lo más habitual es que se presente en su casa o en un


entorno conocido conocido?. (4)
• Conducta o ideación suicida y/o automutilante. (5)
• Ira inapropiada (8)
• Observación: los fármacos antiimpulsívos no actúan cuando estas conductas son
utilizadas como chantaje o manipulación.

Todos estos criterios complican o impiden la relación con los demás o consigo mismos.

Consecuentemente nos podríamos plantear varias dudas: ¿Los criterios diagnósticos del
DSM son los únicos síntomas que presenta un TLP?, ¿El trastorno límite de la personalidad
es un trastorno de las relaciones interpersonales?, ¿podríamos denominar al trastorno
límite de la personalidad "trastorno relacional de la personalidad"?, ¿Con ellos?, ¿Consigo
mismos?. Queda para debate.

Lo cierto es que cuando tenemos delante a un paciente con TLP vemos, notamos y
sentimos que los criterios DSM se nos quedan cortos, el paciente nos desborda con una
autentica catarata de sensaciones y sentimientos mucho mas ricos e ilustrativos que los
criterios diagnósticos, podríamos decir que son unos síntomas que están "escondidos" y
"ocultos", no porque no sepamos que están y existen sino por que no son "oficialea" ya
que no nos aparecen en las clasificaciones y evidentemente el ignorarlos nos condiciona el
abordaje terapéutico del paciente.

Nuestra práctica clínica en la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Servicio de


Psiquiatría del Hospital Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza y los muchos años dedicado a esta
patología nos ha facilitado la realización de un catalogo de síntomas “escondidos” que
presentan los pacientes TLP, su búsqueda y su identificación nos van a aportar una serie
de recursos hacia donde orientar nuestros objetivos terapéuticos, estos síntomas los
agrupamos según creemos que condicionan su relación consigo mismos o con los demás.

Tabla 2

SÍNTOMAS “ESCONDIDOS” CONSIGO MISMOS.

(1) AUTOENGAÑO.
(2) EL MIEDO A SÍ MISMOS.
(3) LA TOMA DE DECISIONES ERRÓNEAS.
(4) LOS MECANISMOS DE DEFENSA.
(5) LA INCAPACIDAD PARA ESCUCHAR.
(6) LA HERIDA NARCISISTA.
(7) EL REMORDIMIENTO Y LA CULPA.
(8) EL SÍNDROME DE ARROGANCIA.
(9) LA SOMATIZACIÓN
En la Tabla 2 enumeramos una serie de situaciones que los pacientes TLP experimentan
habitualmente y que se presentan, agrupadas o no, con mayor o menor intensidad, a lo
largo de toda su vida y que se caracterizan por dificultar lo que podríamos llamar “relación
consigo mismos”, lo que favorece su sentimiento subjetivo de abandono, el deterioro de
su auto estima, el abandono de los tratamientos, justifica su ira inapropiada, la alteración
de su identidad, la necesidad de autolesión, etc.

Si describimos someramente cada uno de los síntomas veremos como el AUTOENGAÑO es


la manera que tienen los pacientes de negar, de no darse cuenta de la situación que viven,
de desplazar el aquí y ahora de pensar que lo que hacen y lo que viven es lo bueno y lo
cierto y que no les perjudica.

EL MIEDO A SI MISMOS es, por el contrario, la percepción que les da la experiencia de


haberse complicado la vida, de haberla arruinado, de preguntarse como será su próxima
reacción impulsiva, de que consecuencias le deparará. Este síntoma es también el
resultado de integrar y vivenciar ese sentimiento crónico de vacío que les atenaza, que les
lleva a no reconocerse, a sentir la angustia vital del “no ser”, a interiorizar con perplejidad
y estupor el “hueco existencial” de la “nada”, la nausea sartriana y el no poder asumir el
“das sein” heideggeriano.

LA TOMA DE DECISIONES ERRÓNEAS es una característica muy frecuente en estos


pacientes y que es la que les lleva a elegir lo peor entre dos opciones, los peores amigos,
el ocio más perjudicial, la peor comunicación, etc, etc.

LOS MECANISMOS DE DEFENSA ya conocidos por estar descritos en múltiples textos y


artículos por muy diversos autores, siendo los mas frecuentes la negación, la proyección y
el desplazamiento que repercuten sobre el paciente de una forma dañina al generar una
falta de conciencia de enfermedad, una responsabilización de la enfermedad hacia otros y
la creencia de que lo que hace es lo idóneo y acertado.

LA INCAPACIDAD PARA ESCUCHAR se caracteriza por esa peculiaridad del paciente TLP en
no “oír” lo que se le dice, en hacer caso omiso de los consejos, pautas terapéuticas,
advertencias y todo aquel mensaje inicialmente positivo que venga del exterior.

LA HERIDA NARCISISTA es la vivencia que tiene el paciente TLP en vivir la más mínima
frustración como una intensa afrenta a su YO, es la vivencia subjetiva de que al “ser
especiales” no se les puede llevar la contraria, están en posesión de la verdad, no cometen
equivocaciones y los errores son siempre de los demás, siendo incapaces de asumir
cualquier error o falta.
Contrariamente a lo que muchas veces se piensa el paciente TLP no es un paciente ego
sintónico, no disfruta siéndolo y es debido a que en su fuero interno, ocasionalmente pero
no infrecuentemente, aparece EL REMORDIMIENTO Y LA CULPA, este síntoma es como
una transitoria vivencia de realidad que repercute de forma negativa en su estado anímico
al hacer un somero balance del estado en que se encuentran y enterarse de las
consecuencias de sus actos, de sus conductas y de sus decisiones.

Denominamos SÍNDROME DE ARROGANCIA a la situación vivencial que, de alguna


manera, justifica el criterio diagnóstico del DSM de ira inapropiada, el paciente TLP
interioriza una especie de soberbia, una estimación excesiva de sí mismo y que no es
exactamente un rasgo narcisista sino la forma defensiva de justificar el rumbo calamitoso
de su vida.

Por último, LA SOMATIZACIÓN es otro de los síntomas escondidos que se presenta con
inusitada frecuencia, los síntomas somatomorfos son de frecuente aparición en la clínica
TLP, la sensación de malestar que padecen les obliga a racionalizarla su angustia, “llenan”
su sentimiento crónico de vacío mediante cefaleas tensionales, alteraciones digestivas,
temblores, insomnio, astenia, taquicardias, dificultad respiratoria, etc.

Tabla 3

SÍNTOMAS “ESCONDIDOS” CON LOS DEMÁS.

(1) LA DISCUSIÓN DEL PEQUEÑO DETALLE.


(2) EL “OTRO” ES UN SUJETO MANIPULABLE.
(3) LA “SEDUCCIÓN” Y EL “ENCANTO” SUPERFICIAL.
(4) EL MIEDO AL COMPROMISO.
(5) NADIE LES ENTIENDE.
(6) EL MUNDO IDEAL.

En la Tabla 3 enumeramos los síntomas ocultos que tienen que ver con su relación con el
entorno que les rodea, con el cómo establecen y efectúan sus relaciones interpersonales,
la aparición de uno o varios de estos síntomas y según la intensidad con la que se
presentan condicionan el ser y el estar en el mundo de estos pacientes, como vivencian a
quien les rodea, a su familia, a sus parejas, su medio laboral, sus relaciones sociales. Estos
síntomas, en definitiva, son los responsables de la “imagen” que el paciente da al exterior
y consecuentemente el exterior “devuelve” e interacciona en función de cómo es esta.

Llamamos DISCUSIÓN DEL PEQUEÑO DETALLE a la continua pérdida de energía que el


paciente TLP malgasta en las discusiones con otras personas, casi siempre sus discusiones
se centran en detalles sin interés, prima lo anecdótico y se desprecia lo trascendente, se
orilla lo importante de la discusión, lo nuclear, para centrarse en lo circunstancial. Esto
hace que el paciente y sus interlocutores inicien una escalada de tensión en su
conversación, que la comunicación se distorsione hasta tal punto que al final se
encuentran discutiendo por una nimiedad colateral y alejada de lo que fue el inicio de la
discusión generando un aumento de la problemática y siendo incapaces de resolver nada.

El paciente TLP tiene integrado de una forma inconsciente que EL “OTRO” ES UN SUJETO
MANIPULABLE, la dinámica que este establece en su relación con los demás pasa por
utilizar las relaciones interpersonales como una forma de explotación, la mayoría de las
veces sin un fin concreto y en muchas ocasiones con un resultado negativo, el paciente,
por su victimismo, hace que los demás estén pendientes de él, los utiliza, pero al no ser
una
manipulación consciente y planificada puede volverse contra él, lo cual hace que su ira
aparezca al no encontrar la atención y los cuidados que pretende obtener que en
definitiva son el fin último de esa conducta manipuladora inconsciente. El resultado
positivo o negativo de esta “manipulación” hacia el otro, influye en que el paciente viva a
los demás como muy buenos o muy malos y esta vivencia es lo que conforma el criterio
diagnostico 2 del DSM, la alternancia extrema entre la idealización y devaluación del otro.

La mayor parte de los pacientes TLP tiene una “SEDUCCIÓN” Y “ENCANTO”, es una
capacidad inconsciente que les sirve para “enganchar” a determinadas personas, es bien
sabido como estas personas tienen una innegable atracción para muchas personas, hasta
bien avanzado el trastorno han dejado en el camino una legión de admiradores a pesar de
haberles hecho sufrir. Este síntoma oculto explicaría la conducta de promiscuidad sexual
que estos pacientes tienen cuando se une a una falta de control de impulsos. La gran
cantidad de excusas, disculpas, etc, que tienen para justificar sus incumplimientos
laborales sociales y personales están bañados de esta seducción, a la cual se acostumbran
y cuando les falla, dada su reiteración y abuso, les provoca una terrible frustración que al
no soportarla les lleva a la ira desproporcionada.

Es característico de los TLP el MIEDO AL COMPROMISO, cuando estas personas ven


aparecer en su horizonte la posibilidad de una continuidad en su proyecto vital, un
trabajo, una pareja estable, la continuidad en sus estudios, etc., hacen esfuerzos
denodados por romper esta dinámica, se les hace imposible, diríamos que les aburre lo
cotidiano, la rutina, lo normal, parece como si se negasen a que la vida les discurriera
bien. Curiosamente esta situación les lleva a que su soledad vaya en aumento y aparecen
los esfuerzos desesperados por no sentirse abandonados.

Una expresión que escuchamos con demasiada frecuencia a los pacientes TLP es la de que
NADIE LES ENTIENDE, justifican sus conductas mas disparatadas argumentándolas como si
fueran tan normales, siendo la falta de comprensión de los que les rodean lo que hace que
esas conductas sean “diferentes”. Este síntoma está cargado de victimismo y justificación,
de falta de empatía ya que, curiosamente, estos pacientes difícilmente entienden o
comprenden las reacciones reprobatorias de los demás hacia ellos, exigen que los demás
entiendan su conducta pero no pueden entender que les censuren a sabiendas de lo
negativo de su acción.

Cuando a un paciente le proponemos que imagine su futuro, en muchas ocasiones,


describe un MUNDO IDEAL y fantasioso ajeno por completo a la realidad, si reflexionamos
con ellos respecto a ese futuro, lógicamente, lo ven inalcanzable. Esta situación vivencial
es la que les hace fracasar ya que se plantean objetivos a largo plazo e imposibles de
conseguir por su falta de constancia, llevándoles seguidamente a pensar que para no
conseguir lo propuesto no merece la pena seguir luchando, favoreciendo el abandono de
las terapias. De ahí que sea trascendental el planificar las terapias con objetivos
fácilmente alcanzables y a corto plazo.

Estos son algunos de los que denominamos síntomas ocultos, es evidente que esta
elucubración, fruto de la observación clínica, no es otra cosa que un modesto borrador
para profundizar en la descripción de la rica sintomatología de estos pacientes, su
identificación nos ayuda a diseñar la terapia para atenuar la intensidad de los mismos, un
descenso de estos síntomas ayudará a estos pacientes a reencontrarse consigo mismos y
mejorar la relación interpersonal con los demás y con su entorno.

El estudio y abordaje de estos síntomas nos facilita el buscar el núcleo comportamental


del paciente que no nos es proporcionado por los criterios diagnósticos categoriales.

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