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Yo pregunto, ¿es esto acaso libertad? ¿Es esta clase de libertad que tanto
ansiamos, en la que nos movemos, acogemos y fundamentamos nuestro diario
accionar?
Al bajar a la “realidad”, sé que a muchos les parecerá esto una soberana pérdida
de tiempo. Soy consciente del nivel de inconsciencia, valga la redundancia, de
la gente en la actualidad en todos los estratos, con sus obvias, contadas y
salvadas excepciones.
Esto no quiere decir de ninguna manera que ese ser se abstraiga del mundo.
Más bien ese ser actuaría en el mundo con más seguridad, más coherencia, más
armonía y con mucha paz y poder. Se haría más fácil y llevadera la vida, uno se
vuelve más eficiente y asertivo, más amoroso y generoso y logra eventualmente
todo lo que quiere, deseos, anhelos y sueños, entre muchas otras consecuencias
y beneficios. Por supuesto esto sólo se logra a través de un arduo trabajo interior,
que implica mucha voluntad, valor, persistencia y paciencia.
La comunicación en sí misma hay que entenderla en sus estamentos más básicos como
una de las necesidades humanas más apremiantes e imprescindibles que ninguna otra,
nacida del gregarismo inherente al hombre en sociedad, y en general al ente humano en
manifestación. No se trata de la mera transmisión mecánica de datos e información la cual,
obviamente también se da y es necesaria en su justo contexto y coyuntura, mas, el ser
humano NECESITA IMPERIOSAMNETE EXPRESAR de una u otra manera, verbal, gestual
o artísticamente, lo haga de manera consciente o inconsciente, voluntaria o involuntaria,
todo aquello que subyace y ebulle intensamente en su interior esperando manifestarse a
través un canal de expresión adecuado en tiempo y espacio en el mundo fenoménico,
mundo interior concebido en ideas, pensamientos, sentimientos, emociones, anhelos,
esperanzas, miedos o temores, gustos y repulsiones, creencias ideológicas, filosóficas y/o
religiosas, etc.