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CAPÍTULO VII

ÉTICA, METODOLOGÍA E INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA

1. IMPORTANCIA DE LA ÉTICA EN LA INVESTIGACIÓN

El investigador en psicología pretende alcanzar el conocimiento de procesos


cognitivos, emocionales, factores de personalidad o cualquier otra manifestación de
la conducta. Para conseguirlo, como ha quedado mostrado en los capítulos anterio-
res, formula hipótesis, desarrolla diseños, obtiene datos empíricos y efectúa el análi-
sis con objeto de extraer resultados y conclusiones y, por último, comunica los logros
alcanzados mediante informes de investigación. Pero la investigación psicológica y
sus aplicaciones no deben producir desigualdades, prejuicios o desequilibrios en la
sociedad o en la naturaleza; sino muy al contrario, han de tender a la solución de los
problemas que tiene planteada la especie humana y la naturaleza. La ciencia y la
tecnología presentan problemas complejos cuando se contempla su posible utiliza-
ción “al servicio” del ser humano o del medio natural, ya que sus criterios de apli-
cación varían. Buenos ejemplos de ello los constituyen las polémicas creadas en
torno a la utilización de la energía nuclear o a la aplicación de técnicas de clonación.82

82
Ya que la clonación supone la creación de seres que representan una réplica de otros, la polémica
creada en torno a ella afecta también a la psicología, en cuanto que el “funcionalismo psicológico”
está ligado al “funcionalismo biológico” (no hay conducta sin un organismo). Sin embargo, la con-
ducta humana está también determinada por la educación y el aprendizaje dentro de una cultura, o
culturas, a las que se encuentran ligados los seres humanos (no hay ser humano sin sociedad humana).
Es decir, dos organismos genéticamente equivalentes no tendrían por qué ser iguales psicológicamen-
te, ni en una misma cultura (dada la diversidad de estímulos) y aún mucho menos, si cada uno perte-
nece a culturas distintas o se forma mediante modelos educativos diferentes.
190 La investigación experimental en psicología

Un elemento importante en este contexto es la sensibilización de la sociedad


por el trabajo de los científicos, por los métodos utilizados, por los usos o aplica-
ciones de sus descubrimientos y por los valores culturales y éticos que conlleva la
actividad científica. Por ello, la ciencia en general y la psicología en particular,
aparte de los valores inherentes a todo conocimiento, ha de preocuparse también
por la resolución de los problemas sociales y personales. Además, hay cualidades
humanas positivas que se derivan del ejercicio de la actividad científica, cuyo con-
tenido es conveniente transmitir al conjunto de la sociedad: el desarrollo de la
inteligencia, la capacidad para afrontar retos, la constancia, el rigor, el interés, etc.
Cualidades que dan un valor añadido a los posibles beneficios directos de la inves-
tigación.
Respecto a la actividad científica de los psicólogos, los principales debates
éticos se centran en el trato de los sujetos que participan en la investigación, el
registro, análisis y difusión de datos que afecten a la intimidad y dignidad de las
personas, el trato equitativo a personas y grupos, y los atentados contra la libertad
del individuo. Además, en psicología, la actividad de investigación científica im-
plica también una interacción humana, por ello la ética en la investigación no se
limita al principio genérico de no provocar sufrimiento en las personas o las espe-
cies animales; sino que incorpora también la exigencia de rigor metodológico. Así,
la investigación psicológica ha de establecer unas reglas de trabajo que incluyan,
tanto la objetividad del procedimiento, como su corrección desde el punto de vista
ético. Por ejemplo, una metodología apropiada puede establecer las causas de una
relación entre variables si, y sólo si, el proceso queda claro en todas sus etapas,
incluida la ética, porque cualquier incidencia, omisión o incorporación de nuevas
variables puede tener efectos sobre los resultados.
Pongamos algunos ejemplos: un sujeto que se siente intimidado o perjudica-
do pone de manifiesto unos mecanismos o procesos psicológicos que pueden afec-
tar a las respuestas que registra el psicólogo en la investigación (por ejemplo una
variable de personalidad que está siendo investigada por el procedimiento). Por
otra parte, el hecho de que los sujetos se sientan utilizados perjudica la investiga-
ción en curso y la ciencia en general: no es difícil encontrar personas que sienten
aversión a la ciencia por haber sufrido a causa de ella o haber observado sus efectos
negativos. En definitiva, si pretendemos efectuar experimentos y desarrollar líneas
de investigación que permitan obtener datos sobre variables psicológicas, entonces
la corrección ética forma parte necesaria, aunque no suficiente, de la metodología.
Los principios éticos están presentes en todas las culturas. Por ello, una acti-
vidad humana tan importante como la investigación y conocimiento psicológico
queda afectada por el trato dado a los individuos durante la tarea investigadora. En
psicología se han generalizado las recomendaciones de la APA (1992, 1997) po-
niendo de relieve la responsabilidad del investigador y la ética de los procedimien-
tos, tanto en la práctica investigadora como en el ejercicio profesional. Por ello, en
Ética, metodología e investigación psicológica 191

casos conflictivos, y también para establecer nuevas guías éticas, la APA solicita
las opiniones de expertos, tanto de investigadores como de profesionales de la psi-
cología. A partir de éstas, una comisión elabora las orientaciones sobre el aspecto
polémico que había sido consultado. Estas orientaciones son “guías”, no reglas ni
leyes (Mook, 1982). Por ello, toda comunidad científica, país o institución puede y
debe elaborar normas más específicas (incluso leyes) que completen y adapten a
un ámbito específico las recomendaciones generales.
El debate ético en ciencia interesa también a menudo a instituciones y gru-
pos externos al ámbito científico, pero sensibles a cualquier manipulación de los
seres humanos, el trato inadecuado de los animales o las intervenciones perjudicia-
les para la naturaleza. Por ello, es necesario abrir foros de debate entre expertos en
diferentes ramas del saber y tener en cuenta sus opiniones. Ahora bien, correspon-
de exclusivamente al investigador seguir la lógica interna de sus hipótesis, propo-
niendo los procedimientos más adecuados para su comprobación empírica.
Es función del análisis metodológico la adecuación óptima entre método y
contenido, que como ya hemos visto, incluye necesariamente la corrección ética.
Por ejemplo, si en una situación natural se pueden obtener los datos suficientes
para contrastar una hipótesis, ello será más adecuado que “forzar” la conducta,
puesto que afectaría a los resultados y a la calidad del conocimiento obtenido. Por
consiguiente, apreciamos dos nexos de unión entre metodología y ética: el primero
se refiere al hecho de que la metodología queda afectada negativamente ante la
violación de supuestos éticos, el segundo que, para garantizar éstos a menudo se
debe optimizar el procedimiento de investigación.

2. ASPECTOS GENERALES QUE AFECTAN LA ÉTICA EN LA INVES-


TIGACIÓN

Hemos apuntado anteriormente que una de las funciones de la metodología


consiste en optimizar la aplicación del procedimiento. Ello conduce a que en cual-
quier línea de investigación puedan darse situaciones complejas desde el punto de
vista ético. Por ejemplo, a veces hay riesgo de producir daño a un sujeto. Así,
supongamos que un psicólogo estudia los efectos del estrés en una situación cerra-
da (o claustrofóbica). En algunas de las hipótesis de investigación que someta a
prueba deberá tomar la decisión de crear situaciones realmente claustrofóbicas. En
tal caso (o en otros similares) el sujeto que colabora en la investigación debe tener
la confianza de que el método es riguroso, adecuado y aceptable para que pueda
participar sin temor. El riesgo, pues, tiene que analizarse según una relación coste-
beneficio, en un serio proceso de toma de decisiones. Veamos algunos casos en los
que el procedimiento y los componentes éticos deben equilibrarse para culminar
un proceso investigador con éxito.
192 La investigación experimental en psicología

Un primer aspecto sobre el que se ha discutido mucho es la posible decep-


ción, engaño o fraude de los sujetos sometidos a investigación (Zinser, 1984). Los
experimentos que conllevan “engaño” se pueden efectuar si hay consentimiento
absoluto de todas las partes, garantía de control total de riesgo (en su caso) y valo-
ración del coste-beneficio de la investigación. Ello no se puede confundir con el
hecho de que los sujetos no deban conocer la hipótesis de la investigación. El cono-
cimiento de la hipótesis por parte de los sujetos (y de los investigadores que reali-
zan la recogida de datos) puede tener efectos sobre el registro de la VD, ya que
existe una tendencia a comportarse, y a registrar datos, de manera que se ajusten a
las expectativas del investigador, tendencia que suele coincidir con las prediccio-
nes de la hipótesis. Es decir, el sujeto puede tratar de “adivinar” la hipótesis con
objeto de “agradar” al investigador o de “quedar bien” y ajustar su comportamien-
to a la misma (por este motivo se emplean las técnicas de “doble ciego” y “simple
ciego” descritas en el epígrafe 2 del capítulo III). En tal caso, la ocultación de la
hipótesis, por si mismo, no implica ningún engaño, sino únicamente el control de
posibles fuentes de variación extraña que podría contaminar los datos y que, en su
caso, pueden comentarse posteriormente con el sujeto.
Otra cuestión importante se refiere a la seguridad de los sujetos. Así, por
ejemplo se han de usar adecuadamente la instrumentación eléctrica (o electrónica)
en registros de la actividad electrofisiológica, como electroencefalografía, electro-
miografía o actividad electrodermal. Por ello, se debe evitar la manipulación de
estructuras o circuitos internos de los aparatos, asegurándose de su correcta insta-
lación y recurriendo a técnicos especializados, sobre todo cuando dudamos de su
estado o cuando se desconoce su forma de utilización. Siempre que haya riesgo de
producir daño físico, o haya intervención física directa, hay que disponer de los
profesionales adecuados, control sanitario, supervisión, etc. En casos especiales es
necesario redactar un documento firmado por el sujeto (o tutores) y por el investi-
gador responsable, donde se acuerden las condiciones de la colaboración, aceptan-
do, en su caso, el posible riesgo que en todos sus extremos habrá de conocer el
sujeto.
Afortunadamente los casos de peligro expuestos en el párrafo anterior son
extraordinariamente raros, pero no sucede lo mismo con el daño psíquico. Por
ejemplo, en investigaciones en las que hay programadas un conjunto de tareas es
frecuente que después de realizar la primera haya sujetos que se eliminan y no
pasen a la siguiente. Así, en algunos experimentos psicofísicos es habitual que
parte de la muestra inicial de sujetos se elimine en una primera prueba, por ejemplo
porque tienen un umbral demasiado alto en tiempos de reacción para los propósitos
del experimento. En esos casos el sujeto que ha sido eliminado puede percibir su
exclusión como efecto de alguna discapacidad o falta de idoneidad. Para prevenir
este posible efecto “pernicioso” es necesario explicar siempre al sujeto cuál es la
causa de su eliminación (diferencias individuales en la elaboración de las pruebas,
Ética, metodología e investigación psicológica 193

necesidad de registrar tiempos de reacción equivalentes, etc.). Entonces el sujeto


podrá sentirse diferente pero no incompetente.
La mejor manera de prevenir el riesgo de posibles frustraciones o daños
psíquicos es estimular la colaboración y la confianza del sujeto. Confianza que se
da siempre cuando el investigador proporciona una información adecuada del pro-
cedimiento y crea un clima de profesionalidad. Ello hace sentirse a los participan-
tes sujetos activos e imprescindibles en el proceso de investigación, asumiendo “el
papel” que a cada cual le toca desarrollar a lo largo del proceso.
Un tercer punto se refiere a la privacía y confidencialidad de los datos. Una
regla básica de cualquier investigación será respetar y controlar su confidenciali-
dad. Debido a ello, es recomendable que el investigador permita al sujeto poner un
seudónimo o una clave en las hojas de registro, encuestas, tests, cuestionarios,
archivos informatizados u otros materiales similares, con objeto de evitar su iden-
tificación. Los datos de tipo privado o referidos a la ideología, tendencia política,
conducta sexual, creencias religiosas o situación económica de los sujetos, han de
recibir protección especial para garantizar la más absoluta confidencialidad. En
investigaciones donde se registran datos de este tipo hemos de tener el consenti-
miento del sujeto y estar seguros de que ese consentimiento no se produce “forza-
do” por algún tipo de dependencia respecto al investigador (v.g., subordinado en
una empresa, relación de profesor alumno, relación terapeuta paciente, etc.).
La regulación de la actividad profesional o investigación científica con hu-
manos, en lo que respecta a algunos de los temas que hemos tratado anteriormente,
tiene una larga tradición85. No obstante, en las últimas décadas ha ido creciendo
esta sensibilidad con un objetivo fundamental: procurar que la actuación de los
profesionales e investigadores se ajuste a unos límites, basados generalmente en
criterios de optimización de las relaciones entre grupos, con objeto de que ningún
grupo se sienta perjudicado por otro (v.g. médicos y pacientes, psicoterapeutas y
clientes, etc.). La comunidad científica es un grupo social más, que asume estas
regulaciones por parte de la sociedad y colabora de manera activa en su cumpli-
miento. Los psicólogos en cuanto científicos o profesionales son sensibles a estas
cuestiones y a cualquier aspecto que afecte a la investigación o intervención profe-
sional con seres humanos. Uno de ellos se refiere a la prevención de tratos discri-
minatorios. Esto último implica dos vertientes: las actuaciones del investigador y
las expresiones lingüísticas empleadas en la comunicación científica. A la primera
ya nos referiremos con más detalle en los apartados posteriores, veamos ahora esta
segunda vertiente.

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Éstas han estado siempre presentes en la historia. Tienen un origen conocido en algunos puntos del
código de Hammurabi, y se reflejan en el juramento hipocrático. Aunque ha sido hace pocas décadas
cuando el Derecho ha entrado de una forma clara a tratar los temas relacionados con errores médicos,
o de otros profesionales.
194 La investigación experimental en psicología

En amplias capas de la sociedad occidental, dentro de esta tradición de res-


peto a las culturas, grupos y diferencias individuales en general, se ha desarrollado
una importante sensibilización sobre el trato que recibe la mujer en el campo labo-
ral, legal y económico. En este sentido también hay que incidir en el lenguaje
utilizado en los informes científicos. Un análisis del conjunto de expresiones usa-
das, nos revela dos posibles formas básicas de expresión sexista en esos informes:
una de denominación y otra de evaluación. La primera se produce, por ejemplo, al
emplear el término “hombre” en sentido genérico en vez de “seres humanos” o
“especie humana”; o emplear “machos-hembras” en vez de “hombre”, “mujer”,
“niño”, “niña”, etc., o expresiones como “el psicólogo”, “el terapeuta” o “el médi-
co” en vez de utilizar el femenino o los dos géneros. La segunda cuestión se refiere
a prejuicios que pueden surgir en el proceso de evaluación, como emplear frases
estereotipadas del tipo “la conducta de las niñas era típicamente femenina”. Cuan-
do se redacta un informe es necesario utilizar siempre valoraciones fundamentadas
y denominaciones precisas. Así como evitar palabras o expresiones lingüísticas
que a pesar de ser habituales en el lenguaje cotidiano, implican una designación
incompleta o una valoración negativa en relación a diferencias, como las corres-
pondientes, en este caso, al género de las personas.
Esta norma, por supuesto, se extiende a cualquier diferencia individual o de
grupo (etnias, culturas, diferencias físicas, intelectuales, etc.). En este sentido se-
ñalemos que no es tampoco ético (ni conveniente desde el punto de vista profesio-
nal), dar datos numéricos de los resultados alcanzados a personas no especializa-
das, por ejemplo el valor numérico del CI o el percentil alcanzado en una escala.
En este sentido, es muy común que los no especialistas atribuyan al CI un valor
social diferente de la interpretación científica y profesional del psicólogo, que tan
sólo lo considera como un indicador de algunas aptitudes cognitivas.
Finalmente, un caso especial de investigación con sujetos humanos, im-
portante por la frecuencia en que ocurre en determinadas especialidades psicoló-
gicas (psicología educativa, del desarrollo, etc.), se refiere a la realización de
investigaciones en el ámbito escolar. En este caso es obligatorio pedir permiso al
director del centro para efectuar el registro de datos y contar con el permiso de los
padres, tutores o representantes legales de los alumnos participantes. Incluso es
recomendable que el permiso quede otorgado por escrito. Una excepción a la
norma la constituyen las investigaciones que forman parte del proceso normal de
enseñanza-aprendizaje. Nos referimos, por ejemplo, al estudio del lenguaje basado
en textos escritos por escolares en clase, resolución de problemas, juegos esco-
lares, etc., cuyo estudio es realizado por miembros de la comunidad educativa
(a veces con colaboración universitaria) y en los que no hace falta pedir permiso,
excepto si se presenta una innovación extraña a la convivencia habitual o se
aplican técnicas de “tiempo fuera” u otras formas de control aversivo (Tawney y
Gast, 1984).
Ética, metodología e investigación psicológica 195

Normalmente los niños colaboran en las investigaciones de manera extraor-


dinaria, porque la participación en actividades nuevas, diferentes o novedosas la
consideran como algo lúdico. Pero no se ha de abusar de esta buena predisposición;
al contrario, las labores para recopilar datos se han de incluir siempre de manera
armónica en el conjunto de sus actividades, sin interrumpir el ritmo habitual de las
comidas o de los periodos de descanso. Por ejemplo, en un contexto escolar no es
adecuado que el investigador dedique la hora del recreo a realizar entrevistas, pasar
cuestionarios, etc. Aunque nos hemos referido a los niños, evidentemente esta con-
sideración se extiende a cualquier sujeto, por ejemplo un adulto al que se le solicite
participación en una hora intempestiva (fuera de jornada laboral, época de vacacio-
nes, horario de descanso, etc.). No obstante, todo ello está determinado por el cos-
te-beneficio y la libre disposición del individuo a la participación, incluso en su
tiempo libre.
En resumen, el investigador ha de tomar conciencia de que las consideracio-
nes éticas son una parte importante en la lógica del método científico. No tenerlas
en cuenta podría provocar la intervención de variables extrañas a nuestra hipótesis
y, en consecuencia, la invalidación de los datos. Efectivamente, el “contexto” en el
que se desarrolla el experimento puede generar muchas variables, algunas de las
cuales se han de neutralizar para obtener valores de la VD libres de influencias
ajenas a la hipótesis, pero cuando estas variables extrañas a la hipótesis se produ-
cen por un trato inadecuado a los sujetos, además de un error procedimental se
produce una incorrección ética por el posible daño o perjuicio provocado.

2.1. Trato de los sujetos y reactividad experimental

Un punto básico y común al debate ético es la protección de la integridad, la


dignidad y el respeto por los sujetos, especialmente cuando por necesidades de la
investigación hay peligro de que se produzca algún tipo de daño. Nos referimos,
como hemos indicado anteriormente, a una acepción amplia de este último térmi-
no, que abarca campos como el honor, la confidencialidad de los datos y, por des-
contado, la producción de males físicos o psíquicos comentados en el apartado
anterior. El investigador ha de asegurarse que los sujetos conozcan las razones de
una determinada actuación (pero insistimos, nunca la hipótesis de investigación).
Por ello, el sujeto ha de conocer los contenidos de la investigación que puedan
afectarle; si es posible antes de efectuar el experimento, si no después. Además de
quedar garantizada al máximo la inocuidad de todo el procedimiento, el sujeto ha
de saber que puede abandonar la investigación en cualquier momento y que es
obligación y responsabilidad del investigador neutralizar los posibles efectos ne-
gativos que se hubiesen podido derivar.
Cuando se efectúan experimentos, los sujetos pueden manifestar una reac-
ción “adversa”, debido al contexto artificial en el que se desarrollan las investiga-
196 La investigación experimental en psicología

ciones controladas y de laboratorio (artificialidad de la situación, manipulación y


control de variables, etc.). Todo ello, junto con la conciencia que los sujetos tienen
de ser observados, puede producir conductas ajenas a las variables objeto de es-
tudio, por ejemplo, respuestas en función de las supuestas expectativas del expe-
rimentador, etc. Aunque el tema de la reactividad del sujeto ha sido puesto de
manifiesto por algunos autores (v.g. Chapanis, 1967), hay conductas que no
cambian necesariamente por el hecho de ser observadas en situación de laborato-
rio. El investigador experto ha de estar capacitado para discriminar qué conductas
pueden cambiar por causa de la intervención y prevenirlas mediante procedimien-
tos adecuados.
Otro aspecto se refiere al control ético de las instituciones sobre la actuación
profesional del psicólogo, para lo cual se toma como base la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, concretados en leyes específicas de cada país. Para
velar por ello, los centros de investigación y las universidades deben tener comi-
siones de ética responsables de concretar su aplicación y garantizar una labor in-
vestigadora libre de riesgos y de acuerdo con la legalidad. Por su parte, también los
colegios de psicólogos ejercen una función reguladora del ejercicio de la profesión
y se responsabilizan de ratificar las normas éticas en su ámbito de actuación me-
diante códigos deontológicos. En definitiva, el psicólogo en ejercicio profesional,
el profesor universitario (que tiene una función docente e investigadora) y el psicó-
logo que investiga, han de contribuir al progreso científico, estudiando con rigor
cualquier manifestación psicológica, desarrollando y sometiendo a prueba instru-
mentos de evaluación e intervención cada vez más eficaces; así como, hacer públi-
cos aquellos resultados, que por su utilidad, deban ser conocidos en el ámbito cien-
tífico o social.

2.2. Voluntariedad de la participación

Los sujetos humanos participan siempre voluntariamente en las investiga-


ciones, por lo cual tienen libertad para abandonarlas cuando lo crean oportuno. El
investigador no puede utilizar su influencia, poder o status para conseguir que par-
ticipen o continúen en una investigación, por ejemplo, cuando el investigador es
profesor de los sujetos que intervienen en el experimento.
A veces se otorgan compensaciones económicas por participar, lo que nos
obliga a matizar el concepto de “sujeto voluntario”. La remuneración económica
se usa como compensación por la pérdida de tiempo que le supone al sujeto parti-
cipar en el experimento, pero puede haber razones que “fuercen” a los sujetos, por
ejemplo necesidades de tipo económico. Ello podría producir un sesgo en la elec-
ción de la muestra que afectaría la validez del diseño (Cook y Campbell, 1979).
Para evitarla, la participación de estos sujetos se suele regular mediante bases de
datos que organizan los centros de investigación, en las que se inscriben personas
Ética, metodología e investigación psicológica 197

que están dispuestas a colaborar como sujetos. A partir de ellas, el psicólogo cono-
ce qué variables necesita estudiar y sus niveles. La selección se efectúa consultan-
do las bases de datos, de manera que los sujetos cumplan con los requisitos necesa-
rios para poder contrastar la hipótesis de investigación.
Aunque tampoco se considera ético otorgar créditos académicos a cambio
de participar en una investigación, sí es recomendable que, sin dar créditos, un
profesor motive a sus alumnos a participar en labores de investigación como su-
jetos, experimentadores u observadores, puesto que esta actividad es instructiva
para el alumno y provechosa para la investigación. Éstos no dejan de ser sujetos
voluntarios, pero con un matiz educativo y de formación que puede ser beneficioso
para la actividad científica (formación de futuros investigadores, potenciación
de las clases prácticas de una asignatura, etc.). Por consiguiente, es positivo que
los estudiantes de psicología ejerzan de sujetos en diversas investigaciones, porque
aprenden aspectos nuevos que no aparecen en la docencia ordinaria (por ejemplo,
comprender el cumplimiento riguroso del procedimiento, conocer instrumentos
de medida, etc.). Eso quiere decir que la experimentación crea un contexto acadé-
mico nuevo para el estudio, el aprendizaje y la formación del futuro profesional e
investigador.

3. INVESTIGACIÓN CON ORGANISMOS NO HUMANOS

La investigación en psicología animal puede complementar e ilustrar algu-


nos aspectos de la psicología humana, aunque tiene perfecta independencia y enti-
dad en sí misma. Desde la psicología (y particularmente desde la psicología am-
biental y ecológica), los humanos y el resto de especies son interdependientes en el
contexto natural, e incluso en muchas interacciones sociales. Por eso, cualquier
elemento que altere el medio natural o los seres que viven en él interesa a los
psicólogos (como también a otros científicos y a la sociedad en general). Efectiva-
mente, es imposible ser sensibles a las personas y no a los animales y a la naturale-
za en general. Hay dos grandes maneras de enfocar las investigaciones con espe-
cies no humanas, que son la observación natural y los experimentos de laboratorio.
Entre ambos sistemas hay una amplia gama de técnicas basadas en una mayor o
menor manipulación.
De estas últimas nos encargamos específicamente en el siguiente apartado,
mientras que de las primeras mencionaremos únicamente que han sido habitual-
mente realizadas por etólogos. La etología estudia el comportamiento (sin excluir
el humano) de una forma comparada, desde una perspectiva evolucionista y en
conexión con otras ramas de la biología como la ecología, la fisiología, etc. Ello ha
dado lugar, desde el punto de vista metodológico, al conocimiento y mejora de
modelos de observación, los cuales han enriquecido las técnicas de observación,
198 La investigación experimental en psicología

bien sea en seres humanos bien en cualquier otra especie. Así pues, el modelo de
investigación etológica representa una perspectiva de trabajo en la cual metodolo-
gía y ética están estrechamente unidas84.

3.1. Experimentos de campo y de laboratorio

Cuando se desarrollan investigaciones de laboratorio o se efectúan trabajos


de campo que implican manipulación, es necesario seguir una serie de normas. La
primera es que cualquier trabajo, sobre todo cuando hay manipulación grave, daño
permanente, etc. de los animales, ha de contar con el consentimiento de las comi-
siones de ética de los centros y aproximarse el máximo posible a las recomendacio-
nes de asociaciones para la protección de animales y del medio ecológico. Esta
norma general y básica se puede desglosar en las guías de actuación que desarrolla-
mos en los parágrafos siguientes.
Antes de realizar experimentos que puedan ocasionar daños, es necesario
hacer investigaciones piloto, con objeto de estudiar los efectos producidos por la
manipulación. Por ejemplo, en estudios de campo antes de hacer manipulaciones a
escala mayor (cambios de color en el plumaje, manipulaciones del nido, estudios
sobre territorialidad, etc.), hay que comenzar con estudios a pequeña escala para
evaluar los posibles efectos negativos (prevenir los peligros de depredación provo-
cados por anillas, cambio de color, etc.). También es necesario prever los efectos
sobre otras especies no incluidas en la investigación, pero que pueden ser afecta-
das, porque cualquier manipulación del medio natural puede tener efectos en la
misma o en otras especies, incluido el ser humano.
Poseer esta visión global es muy recomendable desde el punto de vista de la
aplicación del método científico, pero también desde el punto de vista ético, por-
que ya vimos que uno de los primeros objetivos a los que debe ajustarse el compor-
tamiento del investigador, consiste en mejorar el bienestar humano y el equilibrio
ecológico natural. Por otra parte, en los casos en los que el psicólogo desconoce si
su intervención afectará otros niveles (ecológico, fisiológico, etc.), ha de asesorar-
se y recurrir a especialistas (biólogos, veterinarios, etc.) para que efectúen una
valoración de las posibles consecuencias y neutralicen los efectos negativos. Con
ello se reduce al mínimo la posible persistencia de los efectos de la manipulación
(v.g. Cuthill, 1991).
En estudios de laboratorio se han de proporcionar estabularios adecuados y
cuidar de los animales conforme a lo que marca la legislación. Entre otras condi-

84
Como ejemplo práctico, en un nivel de divulgación, recomendamos la lectura de la obra de Fossey
(1988) o, en su defecto, el visionado de la película “Gorilas en la Niebla”, que da una idea de cómo
método y conocimiento sustantivo se combinan; así como, la relevancia de la etología en la investiga-
ción científica y social.
Ética, metodología e investigación psicológica 199

ciones, por ejemplo, es necesaria una dieta adecuada para mantener uniformes sus
condiciones físicas, controlando tanto la cantidad como el equilibrio entre elemen-
tos inorgánicos, proteínas, vitaminas y componentes energéticos. En este mismo
sentido tienen influencia las condiciones ambientales (ruidos, ventilación, tempe-
ratura, iluminación, dimensiones del habitáculo, aislamiento respecto de su espe-
cie, etc.) y los posibles focos de infección (agua, alimentación, etc.). Estas normas
son muchas veces un imperativo legal, pero siempre son un imperativo ético. Una
vez más, ello representa además un requisito metodológico, porque la correcta ali-
mentación, la adecuación del espacio y, otras variables ambientales son factores
relevantes que afectarán a las variables comportamentales estudiadas.

3.2. Elección y conservación de especies y razas de laboratorio

Siempre que sea posible hay que potenciar la tendencia a la observación o


experimentación con animales respetando su hábitat y conducta natural. Cuando
ello no es posible, el estabulario o el nuevo hábitat se habrán de adaptar a las
condiciones ecológicas del animal. Por eso se ha de prestar especial atención a la
elección de especies adecuadas para el trabajo en el laboratorio, lo cual se ha de
extremar si pensamos en las técnicas de manipulación genética85. La investigación
de laboratorio para el estudio del comportamiento mantiene y selecciona razas
mediante técnicas genéticas, como por ejemplo las ratas albinas de los experimen-
tos conductuales. Esas técnicas no son simples, pero tampoco son necesarios cono-
cimientos de genética en gran profundidad para aplicarlas (ver, por ejemplo, las
técnicas que se presentan en The UFAW Handbook on the Care and Management
of Laboratory Animals; UFAW86, 1976).
La especie que se utilizará en una investigación de laboratorio se escoge
atendiendo a dos principios básicos: en primer lugar en función de las variables
consideradas en la hipótesis, y en segundo lugar atendiendo a la facilidad para
adaptarse, vivir y reproducirse en cautividad. Por ello, hay que tener conocimien-
tos sobre la fisiología y comportamiento de la especie y raza con la que se investi-

85
La pujanza actual de la manipulación genética, tiene una fuerte incidencia en los seres humanos a
nivel biológico, psicológico y ético. Actualmente las técnicas sobre manipulación genética se utilizan
de manera habitual para mejorar razas y especies de animales y vegetales, con una creciente comple-
jidad de procedimientos y técnicas. Pero el impacto de la biotecnología proporciona también una
complejidad metodológica y consideraciones éticas cualitativamente diferentes, porque no se trata
solamente de actuar sobre un ser vivo, sino, en ocasiones de su re-programación genética que propor-
ciona o provoca la creación de nuevos organismos. Algunas de estas técnicas son útiles para el control
“natural” de epidemias o en la prevención de futuras enfermedades en el ser humano y en investiga-
ción básica, aunque se ha de procurar que ninguna de estas nuevas especies entre en colisión o com-
petencia directa o indirecta con otras especies necesarias para el equilibrio ecológico.
86
Universities Federation for Animal Welfare (UFAW).
200 La investigación experimental en psicología

ga. La alimentación, traslado, estructura de los estabularios y limpieza de los ani-


males han de ser adecuados, evitando malos tratos. Así, por ejemplo, es necesario
utilizar anestesia en caso de operaciones quirúrgicas y tener cuidado del proceso
postoperatorio. De la misma manera, y dado que el objetivo de la investigación
consiste en llegar a nuevos descubrimientos y producir un avance en el conoci-
miento sobre el ser humano, o sobre cualquier otro ser de la naturaleza, éste debe
estar por encima del lucro económico. Por ello, la adquisición, compra-venta, in-
tercambio o donación de animales para la experimentación han de ajustarse a prin-
cipios legales y éticos.
Cuando la experimentación tiene un sentido instructivo, se han de utilizar
medios alternativos, como el vídeo, los estudios de campo o la simulación por
ordenador. Pero a menudo estas técnicas son complementarias y no reemplazables
de los experimentos de laboratorio (Mitchell y Solley, 1988). En todo caso si es
necesario utilizar animales con finalidades didácticas, se han de observar las mis-
mas normas e incluir la supervisión directa del profesor responsable de la práctica.
Así por ejemplo, no es correcto, desde el punto de vista ético, sacrificar animales
con el objetivo de confeccionar un manual o ilustrar lecturas, y esta norma se ex-
tiende a cualquier aplicación puramente didáctica87.
En definitiva, las normas propuestas y los conceptos tratados sólo pretenden
ser un botón de muestra de la necesidad de atender y desarrollar todo aquello que
es positivo para las diferentes especies. La investigación es una actividad más
que debe ser complementaria con los principios éticos universales y los particu-
lares de cada cultura, ya que no pretende otra cosa que la mejora del medio natural
y social. La “verdad” debería estar unida a la “bondad” que, en este caso, hemos
denominado de una forma complementaria, metodología y principios éticos res-
pectivamente.

87
Acabamos resaltando el hecho de que una serie de asociaciones se han preocupado por crear y
mantener las normas que indicamos. Por ejemplo, las fijadas en 1966 por la American Psychological
Association's Comitee on Precaution and Standards in Animals Experimentations. Otras normativas
complementarias se han desarrollado por algunas instituciones como la American Association for
Accreditation of Laboratory Animal Care, la Federation of American Societies for Experimental
Biology, la National Society for Medical Research y la ya mencionada UFAW.

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