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CAPÍTULO VI

GENERACIO DE 1837

La generación de 1837 está constituida por los nacidos de 1800 a


181 4. Su juvenil y ardorosa gestación histórica se desarrolló entre
1830 y 1844 e impuso su vigencia de 1845 h asta 1859. Es una gene.
ración de ruptura, de actividad fuer temente polémica, que modifica
con vehemencia las fonnas de la literatura decididamente apoyada
en las innovaciones del combativo Romanticismo europeo. Pocos
sectores resultan tan activos y creadores como la joven generación
argentina que en los años de su iniciación literaria da a luz una
serie de novelas que vienen a ser las primeras de este período. No le
van a la zaga sin embargo escritores del resto de los países hispano-
americanos.
_Esta generación se caracteriza muy definidamente por el costum-
bnsmo de su literatura, forma de escasa imaginación que adquirió
un rápido y extenso desarrollo en todo el continente. El énfasis
crítico y satírico puesto sobre la presentación de tipos y costumbres
se prestaba espléndidamente para ejercer la función que se atribuía
a la literatura. La práctica del artículo de costumbres, una de las
formas más atractivas del periodismo de este período, fue una exce-
lente escuela para los novelistas de esta generación y podríamos agre-
gar que es también uno de los elementos que inclinan más defini-
damente hacia modalidades pintorescas, de color local, del realismo
en la representación literaria. Estas fueron las mismas para los di-
versos géneros en la literatura de este momento y constituyen una
modificación definida de la forma interior allí donde el género
conservó su linaje dieciochesco. La nueva forma interior impone
dinamismo progresivista a una representación que el narrador il~-
minista estatizó y destemporalizó en ficciones abstractas que con stI·
tuían su modo de representación y su visión de mundo.
El primer género romántico -conocido su rancio sabor die-
ciochesco- que cultivaron los escritores hispanoamericanos fue el
"artículo de costumbres". Inspirados por el prestigioso influjo de
Mariano José de Larra (1809-1837) , coetáneo español de esta gene-
ración hispanoamericana, y también de Mesonero Romanos, los ar-
ticulistas de costumbres se convirtieron en las figuras principales de
GENERACION DE 1837
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la literatura y del })er· a·
. . . 10 1smo en to d os los países hispanoamericanos.
·
El mflu.1~ part~cul ar de Fígaro fue deci sivo y universal, no sólo por
la t~xtm a de sus cu,idros y por la doble variedad de sus artículos
de tipos Y_de costu~bres, sino también por sus ideas literarias, por
su. concepto de la h teratura moderna y progresista, por la función
as 1~-1~ada a las letras entre las instituciones sociales, y por la visión
sa tinca Y la explotación de lo cómico y ridículo de diversos secto-
res sociales.
E1: el ejercicio del artículo de costumbres, los escritores hispano-
americanos, aprendieron el arte de la caracterización pintoresca, el
pormenor de la caracterización física y vestimentaria y la configu-
ración de tipos de representación social o humana inconfundibles.
Hicieron de esta última una forma muy acentuada del género cos-
tumbrista que encontró rápida réplica en la pintura de la época, en
el retrato y en la caricatura.
La misma inclinación al pormenor, a lo pintoresco y al color
local, se puso de manifiesto en forma más desembarazada en la des-
cripción morosa de ambientes y de escenarios. Esta práctica favo-
reció, sin duda alguna, el diseño de las escenas de la novelística
costumbrista; confirió relieve a la descripción del ámbito, de los ·
decorados y muebles, de la distribución de los grupos y del movi- \
miento de una reunión social, de una fiesta, tertulia, juego; dio ------
animación al acontecimiento citadino o rural. Para ello desplegaba
una breve y dinámica curva cuyo sentido era tan sólo proporcionar
vida a las formas de la vida colectiva. La clara determinación es-
pacial de todo cuadro se hace inseparable del énfasis temporal que
asigna validez definitiva al momento particular de la moda ·repre-
sentada.
Las dos formas principales del costumbrismo y las dos discipli-
nas descriptivas que implican, fueron la escuela de la novela cos-
tumbrista de todo el período y el arte introductorio de cada uno
de los narradores, quienes comenzaron su carrera literaria cultiván-
dolo -en un momento de boga extraordinaria y universal del gé-
nero- y que luego lo cultivaron paralelamente a su oficio de nove-
listas.
Esteban Echeverría (1805-1851) fue de los primeros en utilizar
esta forma haciendo de lo que en un principio no parecía ser sino
el proyecto de un cuadro de ambiente, una narración -un cuento-
de estructura paralelística, de alegórica significación espacial a la
que lleva el color local, el pathos y la interpretación de la realidad,
propios del Romanticismo. Se trata de El Matadero (¿1838?).
54 H ISTO RIA DE LA NOVELA H ISPA N OAMERICAN A

El artículo de costumbres q ue d escribe un ambiente, despliega de


ordinario un pequeño acontec imiento que sirve para animar el
cu adro, conferirle unidad formal y concitar la unidad d e atención
en su breve d esarrollo. El Niatadero tien e todo esto, p ero por du-
plicado. Por una parte, se an ima con exceso si lo comparamos con
el artícu lo ele ambiente ordinario y se convierte en un primer
cuento, grotesco, de gran viveza de movim iento, dirigido a un clí-
m ax defin ido con el motivo de la fuga y la caza de u n toro. La
animación de la escena se con sigue además con el pormen or nau-
seabundo y m iserable del lugar en el q ue se q u iere represen tar la
situación política del p aís -el matadero- ; y con el p athos que
desata la cacería del toro q ue a l ser en lazado y tesarse la cuerda
violentamente, cercena la cabeza de un niño. L a caza del tor o y
su sacrificio, encontrarán u n desarrollo paralelo en la aprehensión
de un joven unitario y en su muerte que se desarrollan en la se-
gunda parte o escena del relato. A manos de los carniceros fede-
rales, el joven uni tario va a m orir r eventado d e coraje y de ver-
güenza. Con ello se resuelve la significación apenas disimulada del
cuad ro inicial.
Como primera y representativa incursión en la narrativa román-
tica, el fuerte empleo de los contrastes, la contraposición de dos
fu erzas de signo diverso, lo grotesco y repugnante del medio y de
los aprehensores y la sublimidad del sacrificio del joven mártir li-
bertario, se manifiestan con cierta exageración enfática autorizada
por la legitimación del entusiasmo en literatura y por el ardor po-
lítico que se ponía en el castigo de las formas repulsivas de ]a
dictadura. El humor satírico de que h ace gala Echeverría es de una
acritud dolorosa y violenta.
Echeverría fue el primero en poner de manifiesto los contrarios
concretos que estaban en juego en la política nacional y en con-
vertirlos, con toda la carga de su sentido político, en ley de estn1c-
tura del espacio en una narración.
L a novela de costumbres constituyó en breve la forma que
adoptó la novela hispanoamericana. Su estructura era la de una
novela espacial de configuración más elaborada que la de la ante-
cedente novela picaresca de espacio. Orientada cada vez más clara-
m ente h acia la exposición de un espacio variado y extenso que se
intentaba iluminar en sus más diversos aspectos, fue adoptando la
estructura de mosaico que la alejó, luego, definitivamente de la
disposición lineal que la peregrinación, el vía je, o sus resabios,
dieron a la picaresca. Se podrá ver todavía la utilización del mo-
,C EN ERA CION DE l 83 7 55
tivo del viaje como la gran posibilidad para configurar la novela
espacial, sum ando y atrayendo área a área hasta completar un vasto
esp acio sin 1a p retensión d e h a berlo agotado, dejando siempre la
posibilidad de la ampli ación y de la novela infinita, allí donde el
signo mismo de 1a estru ctu ra es la ampliación d el espacio.
La taracead a config uración en tregaba una serie innumerable
de sectores humanos y sociales, costumbres ele todos los estratos so-
cial es, viaj es o p aseos a todos los lugares pintorescos que el culto
d el color local solicitaba. Cada movimiento de los personajes lle-
naba la necesidad de penetrar en un área nueva que contribuía
por simple adición a configurar la totalidad aproximada de un es-
pano mayor.
Los acontecimientos no tienen en tal estructura espacial otra
función que la de ilustrar las condiciones ele la sociedad, del sector
social que se aborda en cada ca.so. Es significativo, en tal sentido,
que la variedad ele los acontecimientos no sea mucha y que más
se tienda metódicamente a la reiteración de los motivos y de las
1notivaciones. Estas últimas, se encontrarán siempre en las condi-
ciones polí ticas del espacio de que .se trate o en sus limitaciones
sociales, con una firme inclinación por las formas, entonces pres-
tigiosas, del determinismo del milieu.
No será entonces extraño que los motivos ele 'amor imposible'
o de 'amor funesto' se vean ligados a condiciones de precariedad
política o de perversión social, de las cuales no vienen a ser sino
las necesarias consecuencias o efectos.
En cuanto a los caracteres se refiere, éstos aparecen siempre co-
n10 una emanación del medio adquiriendo valor representativo
-típico- de acuerdo a los sectores humanos o sociales de donde se
desprenden. Escasamente, en el momento tardío, del período ro-
mántico, se verá personajes que rompan este fuerte determinismo
y se eleven sobre las condiciones del medio que les ha dado origen.
Cuando ello ocurra será para ohtener de esa manera un mayor
énfasis todavía en la peculiarización de ese medio y las figuras
. aparecerán entonces extraordinariamente valoradas y reveladoras
ele un a condición personal, es decir, excepcional de todo punto.
Atendiendo al color local, una vasta galería de tipos pintorescos
aparece en las novelas de costumbres: rebeldes y reformadores de
apostura byroniana; donceJlas perseguidas y ultrajadas; mujeres fa-
tales y hombres fatales; caciques políticos, gamonales, dictadores,
inquisidores perversos; monstruos de fealdad física y malignidad
moral; ángeles de bondad y belleza; padres tiránicos y viejos ridícu-
56 HISTORIA DE LA NOVELA HISPANOAM
E'R.ICA'NA
los; jóvenes generosos e idealistas; un coro de figuras po
·
ca1npe 1nos, negros, mulatos. pu1are5:

Estos perso~a jes se ordenarán, en caracterizaciones ora individua.


le ora colectivas, en dos sectores que tocan con el angelismo
d emon1. roo enunoado. . I
por Manzon1 y con e progresivismo
Y el
. .
reacc1onansmo e1
señalado por Scott. E sta con f·ormac1.ó n valorativay de
los caracteres delatará la p arcialidad del narrador y permitirá reco.
nacer los voceros de la perspectiva ideológica adoptada para ilus-
trar el espacio político-social. Esta politización de la interpretación
de la realidad alcanzará su elaboración teórica más elevada en esta
generación cuando Sarmiento (1811-1888) enuncie su antítesis de
civilización y barbarie. Su interpretación hará fortuna en la novela
hispanoamericana moderna de este período y del período siguiente.
Esta antítesis convertida en ley de estructura del mundo narra-
tivo, permitirá observar con mayor nitidez la universal aceptación
de esta forma de legalidad en toda la novela del período y sor-
prender que aun en la novela de costumbres Walter Scott impuso
la modalidad prestigiosa de su novela histórica. La explicación de
este hecho toca tan to al prestigio y a la genialidad del novelista
inglés, cuya significación en la historia de la novela moderna no
acaba de señalarse suficientemente, como a la significación secun-
daria que presenta frente a la nueva estructura narrativa la clasi-
ficación de la novela romántica que atiende a las diferencias de
contenido material. Sabemos muy bien que de las formas clasificadas
de la novela romántica: histórica, costumbrista, sentimental y fan-
tástica, no hay una sola, ni las de la última clase, que escape a la
legalidad impuesta al mundo espacial por la novela de Scott.
La apelación a los recursos más singulares renovados por la no-
vela histórica: omnisciencia, anticipación, cumplimiento, etc., se
manifestó igualmente en la novela costumbrista.
El narrador establece regularmente una perspectiva que en su
sentido ideológico y político oi;ganiza antitéticamente y en forma
correlativa líneas de comprensión del mundo que pre enta. Las
oposiciones tocan tanto a un socialismo ihnninador de da es diver-
sas, dramáticamente trabadas, de explotadores y explotados, opre-
sores y oprimidos, perseguidores y perseguido ; como a un genera-
cionismo que distingue entre viejos y jóvene , declinación y pro-
greso, lo viejo Y lo nuevo, y que se abre a una expectación de fu-
turo o a un llamado a la juventud.
Progresivismo y liberalismo pondrán los términos generales en
la perspectiva ideológica de la novela de este momento. La ideo-
GENERACION DE 1837 57
logia operará en el nivel de las motivaciones con el énfasis más
radical en el determinismo del estado político.
Es una vieja teoría, actualizada por Montesquieu y por autores
ingleses del siglo xv111, que las condiciones del estado político -el
disfrute o la carencia de libertad- tienen un efecto determinante
sobre las letras como sobre las instituciones sociales en general. De
las nuevas condiciones políticas originadas en la superación de vie-
jos regímenes despóticos y corruptos, se esperó siempre un renaci-
miento de las letras.
La primera generación romántica vivió una experiencia seme-
jante -como la vivió la generación de la Independencia- y con-
cibió una estrechísima interdependencia entre la forma de gobierno
y las condiciones totales de la vida. Por ello, la motivación de ca-
racterizaciones y acontecimientos adoptó en términos generales la
forma de un determinismo político, un determinismo de la liber-
tad cuyos alcances eran ilimitados. Para la perspectiva ideológica
adoptada, el mundo se iluminaba siempre como un momento de
dos tensiones contrarias: disolución y recomposición social. Mirado
desde la perspectiva progresivista el mundo mostraba una imper-
fección generalizada; un sino fatal marcaba a los personajes; el
amor era necesariamente imposible o funesto; el mundo era abomi-
nable y perverso; la protección que los oprimidos se prestaban mú-
tuamente no era suficiente ni capaz para vencer los designios omi-
nosos de los representantes del poder. El desarrollo considerable-
mente monocorde de las historias de amor funesto tiene en esta
perspectiva su motivación determinista.
Entre los representantes de esta generación se cuentan: los argen-
tinos, Juan María Gutiérrez (1809-1878), Juan Bautista Alberdi
(1810-1884), el venezolano, Antonio Ros de Olano (1802-1887), el
colombiano, Eugenio Díaz (1804-1865) , el autor de Manu ela (1866);
los mexicanos, Manuel Payno (1810-1894), Justo Sierra O'Reilly
(1814-1861); los cubanos, Gertrudis Gómez de -t\.v.ellao.~da (1814-
1873), Cirilo Villaverde (1812-1894), el auto 1/'--✓ (Jeoiliq Valdés
{\"
)

(1839) que estudiamos más adelante. A?_.~~---·_' .


I J~? í ~
1 _j
1 -'
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I ~•-

Manuela del novelista colombiano Eugenl~ \ Dí; z (1804-1865), , es


una de las novelas representativas de est ,0 e9yración. El , nedgra-
nadino es indudablemente un novelista de ci · y.. Jt;éitfr.i}.g;/narra-
tivas, postergado de modo injusto en la considera't-IOll--<;fcfinaria de
58 llf. l'ORli\ DE J,i\ NOVE i.A JJJS l'i\ NOi\MF.RTCi\N¡\

la novcb hi spanoamr ri ca 11 ;1 del periodo. Los r o lomhi ,inos, en ca m.


. parecen haberle IH'<110 ·p1 s11na
b 10, · · . l)/ ,1z · • , ·,c··nc las· d o tes caracterf•, .
· . 1 , . 1rf• ncr,1ció n . Ha desa rrollado
l1c 1s del cscnt or de cosl u111 1n es e e s 11 h .

1 1 . · . . ci6n de a nimada s escena s


un ;-i h:ibilichd cstin1ablc en a e cscrq, - . . •,
• · ' . , · · , lO La ca r;1ct.cnnc1ón <le va-
lk n·1s de o-racq o. hum or Y mm ,m, cn ·
'· " · . . 1 ·d cnriq 11ccc s11 obra con logros
ri:Hlos tipos de pmt orcsco co 1o1 oc, . S . .
•·. los tipos fem eninos. us aptau.
mm· acertados. espec1,11mente ci1 <l .
· .. · ·, colorida ele la naturaleza Y e 1 espli egue
des para 1a e1CS(I qx 1on . 1 fl l B
. · 1 . l - h faun a y a · ora e e ogotá y
del ¡)in toresq u ,smo part1 cu al e e ' ' . . .
. , · l • J)Or la con c1enc1a de la sig-
de J:i . tierras ca hen tes, e tan m atizac as . .
ni fic;1Ción america nista de la natural eza Y el pa isa,1e Y por la reso-
na nn.a n.c:i. va n•ada y sono1osa, . e¡e los nombres
·. de frutos'. plantas,
;iYc. y anímal e. colombianos. En el nov~hsta neogranadmo, hay
con é n fo. is m uy peculiar la clara tendencia a representar las cos-
l um bre. loca le en sus aspectos populares, festivos Y cotidianos,
::iqueJlo que pued en considerarse más coloridos y pintorescos. Pero,
tam bién , con acento humanitario y socialismo de resonancias
proudhonian a y folletinescas a la manera de Eu,g enio Sue -Los
J\t[úterios de París, Los Misterios del pueblo y Matilde son cita-
d as con alg una frecuencia entre las lecturas del personaje prota-
gónico-, se representa la degradación en que viven y trabajan
hombres y mujeres en los trapiches calentanos, la miseria y la ex-
plotación económica y social a que viven sometidos. Este aspecto
ocupa un lugar relevante en la configuración del mundo narrativo
y se ofrece .como contrapartida positiva para el activismo político
y la verbosidad de los ideólogos.
La narración se presenta en forma panorámica con intervención
parca y definida del n arrador, que orienta sobre la marcha de la
historia y de los acontecimientos con específicas apelaciones al
lector. La significación del narrador está neutralizada intencional-
mente por el relieve que en cada capítulo -generalmente <le unidad
<lefin ida- adquiere el modo escénico y en él el diálogo dramático
que deja hablar directamente a los personajes, para exteriorizar su
p en samiento, representar sus característica s sociales y culturales Y
retratar al vivo el modo d e ser y la mentalidad pintorescos de las
hermosas n egras del lugar. El len g uaje coloquial traduce en su in-
med iatez todo el colorido de la lengu a popular, con sus decires, su
variedad léxica y con algunas de las peculiaridades fonéticas que le
confieren precisos contornos locales. Eugenio Díaz luce en ello un
talento verdadero al a nimar las escenas con una vivacidad notable
Y dotar a sus personajes de una gracia verbal fresca y lozana, llena
'
f F;'\ER,\ Cl ON DE J837 59

de picardía Y a la vez de sentimien to. De este modo convierte el


lenguaje en uno de los re ortes caracterizadores más si!mificativos
t")

por su eficacia. La objetividad de la caracterización por esta vía


alcanza relieve poco común y si bien, en ciertos casos -en especial
cuando ele ideas políticas se trata-, la perspectiva política e ideo-
lógica que imprime a la narración le muestra en alguna medida
parcial frente a los acontecimien tos, el lector está siempre en con-
d iciones ele reconocer y juzgar libremente a los personajes caracte-
rizados por sus opiniones en diálogo donde definen posiciones en
forma consecuente. En este entido, no muestra el n arrador ani-
maclversión hacia la parte contraria a su p ersonal visión de la reali-
dad , salvo en el caso del gamonal y tinterillo que tiraniza la pa-
rroq uia -Don T ad eo- y de lo tacleísta , us partidarios, repre:ien-
tantes tod os de la exacción y el abuso, el cu atrerismo y la perse-
cución de las d oncell as. Pero aun allí un a moderación cristiana,
equilibrada y seren a, evita el ardor de la violen cia y confía en la
justicia, sin entregarse por completo a un esqu em atismo rígido. Esto
se logra por la contraposición de lo personajes y ele sus actitudes
y puntos de vista, d e m anera que en ellas se reconocen valores
inequívocos tan to en su deform idad como en su valor ejemplar.
Sobre los perver sos r ecaerá la ju t icia poética h aciéndolos culpables
ele un crimen abominable y objeto d e r epulsión . De esta objetiva
repre:entación, espera obten er lo n arrado su efi cacia verdadera. En
ello, se an ticipa un realismo que debía en ap ariencia andar tod a-
YÍa su camino. Comoquiera que ea, d ebe ver e en Eugen io Díaz
uno d e los adelantados del realismo de e te período.
El narrador posee u n a acusada personalidad y su presencia 5e
hace sentir con humor e ironía en u na multiplicid ad de a p recia-
cione que alcanzan desde la ideología liberal d e Don D emóstenes,
el protagon ista -a q uien iron iza con frecuencia hasta el ridículo
amable, pero n o por ello men os fustigan te-, h asta la tradición lite-
raria en que oper a. L a tonalidad irón ica y h umorística, d esprovista
de acrimonia, pero gran dem ente objetiva p ara a puntar las condi-
ciones perversas y viciosas de la sociedad r ural, se m anifiesta espe-
cialmen te en las dos primeras p artes d e la novela; en el último
tercio, el tono se h ace p aulatinamente lúgubre h asta culminar en
el fin funesto de la n arració n. La modificación d el temple de la
narración acompañ a las modificaciones que experimen ta el clima
social del mundo representado. Así, mientras los términos ordina-
r ios del mundo, incluida su d egradación y las de pred aciones ordi-
narias d el cacique lugareño, perman ecen constan tes. la vida d is-
HISTORIA DE LA NOVELA HISPANOAMERrc,\:,,¡,\
60
triste y alegre, confiada y angustiosa, a
O
curre con su claro cur~, 1 final e despliega en toda su cruct
do hacia e ' eza
la vez. Pero cuan ' d 'sta y la imagen demoníaca del garn
• f de los ta e1 . o-
la in triga m ame_, lo . principales personaJes del lugar, y, en
na l en p ersecucwn de erosos hechos f unestos se prec1p1tan · · el
. n ello, num . . '
conson ancia co ersona jes se llenan de presentimientos y
d .se o cu rece y 1os P . , d 1 f. 1 ,
mun o d, la presen tac10n e in a con su tragico
.. Todo ello gra ua
v1s10nes. . f . le los amores de la hermosa negra Ma-
d esen 1ac e y el tnste m e
1 ersecución d e los aman tes la violencia
,1. Al exacerbarse a P d, d .
nue ª· . y d esata en ellos rebel ias e una 1nten-
irrumpe en los personaJes
sidad insospechada. 1 f.
.• d 1 narrad or intenta moverse en e 1el de una
La perspectiva e . . .
. ., , ·me de los acontec1m1entos y las actitudes po-
cons1deraoon ecuani . . .
,. S · -0, n puede caracterizarse como el concepto tradic10.
1.Joca . u pos1 c1 . . .
nal del bien intencionad o conservadunsm? . cnstiano. ,Desde ella,
repara que las . reformas liberales han prec1p1 tado al pais - del cual
la arroquia es sólo una muestra- a males graves por la precipi-
p .
tada premura con que se hicieron, sin espera~ a evo ~Ct~n ~ asi-
1 1 .' ·
milación lenta de las forma s de Yicla democrática y d e 1nst1tuc10nes
por el pueblo. Critica también la tentativa d e otros de imitar for-
mas extrañas a la realidad del país para a hormarlo mediante mo-
delos extranjeros. Pero más allá de la op ción política partid ista la
ley de estructura del espacio presentado puede reconocerse entre-
gada como constante que se despliega a lo largo de toda la obra
como la antítesis que configura la construcción misma del mundo
en su imagen de totalidad y en sus numerosos momentos parciales:
teoría y práctica. Ni las reformas ni los principios socialistas se
muestran capaces de modificar la realidad precaria de la miseria
Y de ~ª- explotación social en los trapiches norteños. Hay aquí un
esceptios~o- frent~ a los principios reformistas y la convicción de
~ue los vicws sociales requieren de una modificación real y prác-
tica, que es necesario desplazar la retórica política puramente apa-
rente, q~e no impide que un liberal draconiano ~orno don Tadeo,
sea un tirano criminal ' d
la v·d .
1 a social por un rég· Y perverso, y arribar a la transformación e
· . . • · 1·d d
de 1 f , . imen JUsto y equitativo. La superhc1a i a
a es era pohtica qued , d . .
la realid d d ª asi enunciada como mera apariencia;
a e verdad t · · · á
radical a la sol'd 'd d iene exigencias que apelan de modo m s
I an a hum E . 1
donde las desiguald d f ana. s en la esfera económico-socia
crisis la letra mu ta es undamentales se denuncian y donde hacen
. er a y el verbal. D .
sostenida es, a fin d ismo. e esta manera, la perspecuva
., e cuentas pro · • .
a.pe1ac10n enérgica 1 ' . gresivista e ilustrada con una
a a resolución directa de las situaciones d efor·
GENERACION DE 1837 61

mes de la vida nacional. Castiga, así, como apariencias nocivas, por


igual, el revolucionarismo violento de los liberales draconianos y
el idealismo quilíástico, utopista, <le los gólgotas o radicales.
El cura represen ta el punto de vista más próximo a la perspec-
tiva del narrador; Don Demóstenes, el idealismo que aspira a la
realización terrestre <le la 'república cristiana'. Ese idealismo es
ironizado por el cura y castigado en .sus continuas comparaciones
con la perfección de la democracia norteamericana y su superiori-
dad frente a las limitaciones rurales colombianas. Lo que hace ri-
dículas y divertidas las apreciaciones del joven viajero. Don Tadeo
representa las perversiones del régimen liberal draconiano que en
nombre de los ideales que sostiene, expropia abusivamente y p er-
sigue, apoyado en su poder político y su habilidad de tinterillo
enredoso, a los más débiles. Encona de este modo las desiguales
relaciones entre las dos clases que se representan en el país: la clase
<le botas y la de los descalzos. Esta última división denuncia, en
fin de cuentas, que los ideales libertarios de la independencia no
llegaron a realizarse en el plano social prolongando, más acá de la
época colonial y de los prejuicios arraigados en el pasado, la in-
justicia del orden social. Este e el reparo fundamental que desde
un punto de vista político se bacc a la tradición liberal.
Toda esta realidad se ilumina y presenta mediante un motivo
conductor de la narración que es el viaje de don Demóstenes a la
parroquia. E l bogotano o cachaco, como extraño en el mundo, ex-
perimenta la n ovedad exótica y pintore ·ca de la naturaleza, de
los personajes y de las costumbres lugareñas. Su curiosid ad y su
presencia suscitan la reacción variada de los h abitantes del lugar.
Sus actitudes provocan la revelación de las normas de la vida local
su condición sana, incesante y d esconfiad a, frente a la galantería
del señor y frente a la ideología política y sus abstractos principios,
que deben resistir las pruebas de la experiencia y del sentido co-
mún. El viaje permite articular los diversos momentos de la novela.
Estos se ordenan en un encadenamiento de cuadros descritos así
como el viajero avanza y se interioriza de los variados aspectos y
lugares de la región. La disposición se ha hecho más coherente
desde el punto d e vista de su trabazón y de su unidad, pues no está
abandonada al enhilar de múltiples cuadros de costumbres, des-
cripciones de escenas y de tipos rurales, sino que posee la unidad
más estrecha que le comunica un argumento, en el cual se conecta
e influye con su ascendiente personal y su acción don Demóstenes.
El bogotano es iniciado gradualmente en el conocimiento de la
parroquia; en la suerte de las hermosas negras trapicheras explota-
E LA NOVELA H ISPANOAMERICANA
HISTORIAD

62 . deshumanizado y degradadas por


. ele régimen - 1 .
or una inclustna . _1 buso de los senores; en a situa-
das p . , sooal y e a . .
Ia falta de proteccion b . en las festividades.
1 . ostum I es y . .
ción ¡Jolítica, en as c .· cipales los consti tuyen las repetidas
tos lo P1 ll1 . .
Entre estos e1emen .. das O perseguidas y entre estas h1s-
. . heras desgraeta .,
histori as de trapic . funesto de Manuela y Damaso. Este
. te es el amo1 .
toria s la domman . . .•t 1ación ele la parroqu ia y mostrar de
· ctuahza1 1a si l
motiYo perrrute ª - •mposible en medio ele la degradación
1 amor se 11ace i
qué manera e d 1 fin [une to de los amores ele l\ilanuela
do De este mo o, e . .
ele1 mun · . , · ., l'tica del encono secta no ele los liberales
l ex¡Jres10n sooa1 y po i .l d
es ª . · . este motivo se alcanza la tmi( a argumental
draconianos. Me( iante 1 , l•" . 1· . ,
. . 1 esquemas que conooamos en d t1 ac icion
requerida, que supera os , .
, . h. ericana :i\'Ianuela y Damaso son p erseguidos
novchst1c;:1 ispanoam < •
o venganza por el rechazo ele que el gamonal
por (1on T ad eo CºIn , . _ . .
.
es obJeto por e h J. oven nerrra
t> .
La · tropelia
.
del gamonal
\ •
y sus

me-
didas arbitrarias engendran una disputa entre sus particlanos, ta-
deístas, y los de Manuela, manuelistas, que da lugar a una revuelta
pintoresca (Cap. xm), después ele la. cual los jóvenes enamora~os
se disponen a huir para evitar el casugo del gamonal. Este ha sido
encausado por don Demóstenc: judicialmente y anun cia a la pareja
la posibilidad de su retorno. Junto con estable erse un cambio de
fortuna de los personajes y del mundo novelístico se m ezclarán los
momentos de mayor alegría popular, celebración de fiestas típicas
y tradicionales, con notas lúgubre y funestas con algún regusto en
las formas de la belleza triste y belleza de la muerte. Presagios fu-
nestos, presentimientos y acontecimientos aciagos estimulados por
la superstición y la ingenuidad popular se convierten en el clima
de la fiesta matrimonial de Manuela. Cuando ésta se lleva a cabo,
un incendio intencional pone fin a la ceremonia, l\ilanuela sufre un
síncope Y a consecuencias de él muere no sin antes unirse con Dá-
~aso baj~ 1~ _bendición del cura. Con el desastre se completa la
imagen diabohca del régimen tadeísta y también su ruina. Mien-
tras los . 1· óvenes
. perdonan cnstianamente · · a su perseguidor. .
. El v1a1e de paseo Y conocimiento · · -don Demostenes, , es arucu- ·
1
i1stª de co st umbres, hombre ilustrado, naturalista interesado en la
f ora Y fauna de 1 ·
L . . ª parroquia, lector infatigable de Eugenio Sue y
amartme, girondino y · 1· -
l' . . soCia 1sta- y de apenas encubierta campana
po it1ca, se convierte par 'l 1 ., .,
q ue le permite .
purgar en , .
ª e en ecc10n de sensatez y moderacwn
do muest . si mismo las contradicciones que el mun-
ra como signo d d .
ha refiiclo con . e su egradación manifiesta. El neoliberal
su novia ante d d .
las creencias de , t Al h s e eJar Bogotá con intolerancia por
es ª· acerse del archivo de don Tadco descubre
q ue és te h a in terceptado y . d
63
vio1a O SU CO ,
por ella del fiel recu erdo d C 1· n espon dencia y e entera
. d d . e e i a . Cuando d.
a la c1u a está iniciado en h . se 1spon e a regresar
• una uma n1dad ,
las p rue b as ex1gentes que la .d mas consec uen te y en
11
La n o vela deja ver inegu, rea ad pone ª lo princip ios.
ivocamen te su fu . ,
tiga los vicios de la política n . n cw n edificante; cas-
aCion a 1 Y luo-a reña - l
m aciones d e la vida socioecon , . b Y ena a las d efor-
. . om ica como forma l 1 .,
degradación , incompatible . . . e e exp o tac10n y
. 1
con o pnn c1pw libe·1 l 1·b
igualdad, fra ternidad- con q , a e - 1 ertad,
ue e susten to la em · ·, , .
<le las colonia El m d an cipanon poht1ca
· un o repre en ta d r1 · ·
clo los hechos lacerante . a lo pr · . . e ª e ~1en na contraponien-
rasgos con c1d a sit ., I~np10 verbalista . e ilustra ndo sus
' . ~ . ; uac1o n n ana t1 va -de ra go recu rrentes- con
toda caracten zao o n , expresiva u n , . ' .
• l ª Y otra e1e1 espac10 p arroqmal
es (Icur, ( el orden político deforme d · d' f · '
. _ .. , . Y e su 1n 1 erenc1a p or la de-
gra cl.1uon inhum a na d e lo proletario el l ·1 ·
. e trap1c 1e. El len o-uaJe
en q uc estos asp ectos se nfran ti en e clara r e •on an cia d e Pro bd h
I l 1, . . . u on
y e e os e ~s1co~ ·oo ali stas d e la prim era m itad del sig lo x ix. El autor
d~. Los -~ zst_erzos. ~e Paris pre ta a ,·e e los n ombre ele sus perso-
11,IJCs_ p a1a 1denu f1ca r el t ipo del intrigante misera ble. En conso-
n ancia con el progre si vismo rom ~ín tico, p er manece la ensura sobre
las l_imitaci~1~e d el régim en co loni al en di solución, d esd e una pers-
p ectiva positiva d e r ecomposición ocia1 baj o un réo-imen d emocrá-
tic_o auténti cam ente justo e ig uali tario, que oriente el p erfecciona-
miento ele la vida r epublican a.
Su costun1bris1no, que imita el d agu errotipo fi el d e escen as y
persona je típicos, despliega la eg unda fun ción inherente a la lite-
ratura ele este p eríodo y a la novela d e toda la época : una función
cognosci ti, a, que hace de la representación literaria una imagen
adecuad a y fiel a la realidad, acotada y documentalmente fija en
el tie1npo y en el esp acio. Es el año de 1856 entre los meses de
mayo y julio: la primera anotación del diario de don D emóstenes
data del Ó· de mayo, el incendio de la iglesia es el 20 de julio. Es el
tiempo justo y necesario para permitir que los hechos se desenvuel-
van para ilustrar las condiciones de vida del lugar y estimularlos
con la presencia del cachaco forastero; el tiempo conveniente para
que el viajero pueda recorrer el espacio en su totalidad regional
e influir sobre los hechos. El tiempo se p lasma como tiempo de
transforn1 ación y cambio circunstancial: cambio de suerte de los
bandos en pugna y de la fortuna de los personajes. Per? ..en el fondo,
el ·tiempo político social permanece inmoble, a ·~-}_~ntlmente d e-
ten ido sobre la petrificada explotación y la d ~ ·2'u tlclad inhumanas.
Todavía, d eb e advertirse, gravita en 1a nove · -.. :. , _n ti~ _E~- histórico
,,. 1
"'./ r . . ., _ -- •
HISTORIA DE LA NOVELA H ISPANOAMERICANA

que se iden tifica con el mal y en el cual la esperanza de salvación


e · ese ' pticamente asumida desde la ideología d el narrador y de su
vocero en la noyela.
En un sen tido hi tórico concreto, las coordenadas políticas, que-
dan fijadas por las referencia a la revolución del 4 de diciem bre
de 1 5-! y a la derrota del general Melo y del an tiguo partido libe-
ral. El tiempo h istórico que e de ata en la novela corresponde al
reformi mo neoliberal y a un intenso activismo político q ue renue-
'"ª el ímpetu reYolucionario en las ideas y se m uestra en em igo d e
la Yiolencia. La suma de cuadros costumbristas queda traspasada
por el tiempo político, pero la belleza inigualable y portentosa del
pai aje, la gracia y la h ermosura de la n egras trapicheras, n eutra-
lizan y banalizan toda la mi eria de la polí tica. Por otra p arte, esta
última re ulta cruel y mentirosa frente a la degradación en q ue
Yi,·en los calentano merecedores de m ejor destino q u e el que le
brindan caciquillo político y terratenientes inmisericordes.
.A1anuela es u na novela represen ta tiva del costu mbrismo de su
generación que concen tra en í m isma el humanitarismo r omántico
social y la inclinación realista q ue caracterizan matizad am en te las
novelas del p eríodo. Eugenio Díaz de be ser destacado en justicia
junto a los mejores no velistas del romanticismo h ispánico.

El novelista más importante de C u ba en el siglo x1x, y uno de


los más destacados del período rom án tico, fu e Cirilo Villaverde
(1812-1894) . Su novela más represen tativa y la q u e le ha valido la
más larga ~am~ es Cecilia Valdés o L a L oma del A ngel (1839).
Por su f~cha viene ~ ser u na d e las p r imeras novelas del género
costumbnsta e? las liter~~uras hispánicas, a un cuando fu e comple-
vtada y refund ida en ed ioones posteriores de 1879 y 1882
ld, •
e ·1 ·
. eci za
ª ~s tiene, por cier to, las cua lidades del costumbrismo hispano-
amenc~no d e la generación d el 37, esto es: un inequívoco énfasis
proven ien t~ ,de la perspectiva política que el narrador impone a la
rep resen tac10n d e la r ealidad. En este caso, tal énfasis está confi-
g.urado p º,r . Ia v1s10n
· · , d esconforme del narrador frente a las condi-
c10nes
. , d poht1cas
. . reinantes
. ' d e d espotica
, . . . , n y bárbara deforma-
suJec1o
Cion e inst1tuc10nes y costu b
obser va m res, y por el descontento con que
, como una consecuencia d 1O . .
lítica de lo ·, d e antenor, la indiferencia po-
s Jovenes e 1830 E , .
al narrador a cons·d . ste u 1timo h echo, es el que mueve
i erar sus ca usas y ana rizar 1as condiciones po-
ª
GENERACION DE 1837
65
Jfticas del país en los años que' p rmc1palmcnt
. .
es decir, de 1824- a 1831 . e, ªbarca la narración,
De Manzoni y Sir Walter Scott 11 .
estructurales envueltas en la opo . . ª daprcu<lido las posibilidades
SICI6 n e angr r . .
q 'ue en grandes rasgos, fiJ. as los te' . e ismo Y <lemomsmo
. rm1nos de la l'd d
cribíendo una soCiedad degradada rea 1 a mora], des-
.. , . mora 1mente en op .·1 •,
osib1hdades eden1cas y la perfecc·, os c1on a 1as
P . 10n personal que no el ,
timamente tener cabida en ella· y 1 d . , . pue en u 1-
, . ' a Ia1ect1ca contraposición de la
imagen d e un reg1men político en d · 1 • ,
• · iso ucwn Y la recomposición
social baJO un nuevo régimen ele libert el ·1 .,
. d . a e 1 ustrac10n y progreso
Angehsmo y emon1smo -los términos • . ·
manzon1anos- constituyen
momentos plasmados . , de modo dispar en la nove 1a, 1o que hace de
ella la representaoon
. de . un. mundo extremad amen te d egrad ad o y
Perverso descnto. con pes1m1smo · La dialécti·ca progres1v1sta · · no con-
sürue
u
construir los dos momentos ele su tensi'o'n como term1nos , · ac-
tuantes de la realidad. En el cuadro deformado de la sociedad cu-
bana de 1830, se muestra con tintes variados la disolución del ré-
gimen ~olonial y las graves contradicciones sociales y políticas que
lo configuraban. Pero el movimiento de regeneración está ausente
de aquel cuadro. La tensión estructural permanece gracias a la pers-
pectiva del narrador y a la expresa voluntad de representar la pa-
sividad de la joven generación como una consecuencia de la am-
bigüedad política del gobierno colonial y de sus rasgos corruptores.
Esto ennegrece aún más el cuadro social, denuncia el abandono de
la tradición libertaria y la indiferencia política, con decepción y
pesar, como culpables y publica sus efectos sin caer en consignas o
proclamas de edificación política. En todo caso, no hay en Villa-
verde escepticismo alguno. Para el historicismo de su visión de la
realidad el momento escogido tiene las características particulares
de una etapa única, necesaria e irrepetible, cuyo valor ejemplar y
negativo no quiere dejar pasar. Al escoger este mo_m ento de pausa
en las luchas por la liberación de Cuba, el propósito deliberado de
Villaverde, fue hacer "la fiel pintura de su existencia bajo el triple
punto de vista físico, moral y social, antes que su muerte o su exal-
tación a la vida de los pueblos libres, cambiaran enteramente los
rasgos característicos de su anterior fisonomía". Esta visión signi-
ficativa del momento histórico particular es propia del historicismo
romántico en literatura y extremadamente importante para la com-
prensión del mundo representado en la novela de todo el período.
La fidelidad de la representación define los términos del realis-
mo romántico. Por una parte lo conduce a diferenciar 5U novela
de la representación exótica y sentimental de Paul et Virginie o
66 HISTORIA DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA

A tala o René y de su sentido mora 1, ele la novela que ha preferido


hacer próxima a la vicia ordinaria y a la experienci a <le todo el
mundo, la de un pu eblo determinado en un mom ento bien defini-
do "sometido a especiales leyes políticas y civiles, imbuido en cierto
orden ele ideas y rodeado de influencias reales y positivas". Este es
el sentido concreto que toma la vida real para el novelista román-
tico. La representación literaria de esta concepción de las cosas
constituye el realismo romántico, su modo de representación de la
realidad. Este rasgo, que está en los orígenes mismos de la novela
moderna, queda así debidamente peculiarizado: representa seria Y
trágicamente la vida cotidiana de un pueblo determinado. Esto es,
radica en los avatares de la vida social de los estratos medios y
bajos la significación dramática de la existencia humana.
Los determinantes estilísticos de esta representación están dic-
tados por el 'color local', es decir, por la descripción de las particu-
laridades individualizadoras de tipos, escenas y espacios culturales
y naturales que integran el mundo narrativo. Estos intentan captar
y retener en su momentánea realidad los indicios que permitan el
reconocimiento del modelo por fidelidad o adecuación de lo repre-
sentado como formas de la tradición o de la experiencia común. Un
indisimulable movimiento tendiente a hacer de la literatura un do-
minio de fácil acceso a la mayor cantidad de lectores debe verse
ínsito en este modo de la representación novelística romántica. El
popularismo que la orienta no es, ciertamente, un aspecto banal
ni mercantil, tal como el novelista romántico lo formula. En este
popularismo hay indisimuladamente un nacionalismo bien acota-
do, entendido estrictamente en sentido político libertario. El con-
tenido de ese nacionalismo está dictado: por las luchas libertarias
o de emancipación, que son reseñadas por el narrador; por la pre-
sentación del extravío de los designios patrióticos y la degradación
de la realidad social como su consecuencia necesaria; finalmente,
por el régimen esclavista que deforma y corrompe lo humano hasta
extr~mos ~e bajeza y brutalidad inenarrables. Como corresponde a
la dimensión representativa, el mundo narrativo se ofrece como un
con~cimiento de la realidad. La función cognoscitiva en la novela
n~ ignora _su carácter imaginario, pero acentúa su carácter de co-
pia, es decir, de representación fiel a la realidad del modelo. Debe
entenderse que la copia no es una repetic10n ' · e1e 1os d atos
· ·' mecamca
de la realidad
. , sino una imitaci
· · -6n d e sus leyes. Es prev10. aprehen-
der la. legahdad de I0 rea1 en sus vanados
. estratos para config-urar
1o fmalmente represent d 0 '
. f ª a 1a 1uz de una perspectiva construc-
tiva, una orma de la actividad del espíritu o la forma interior de·
GENERACION DE 1837 67
Ja obra . Esta l~galidad estéÍ constituida en esencia por un determi-
ni smo de la libertad en virtud del cual todos los aspectos de la
obra aparecen últimamente configurados.
Al realismo ro1nántico corresponde, junto con el rechazo de la
invención, el riesgo, sien1pre salvado, de la pintura impúdica o gro-
sera. Lejos de la actitud edificante del Clasicismo el narrador ro-
m,ín tico no trepida en representar la corrupción social y la bajeza
de las pasiones hu1nanas, pero dominado por un espíritu sano y
humanitario se resistió regularmente durante todo el período a la
explotación de situaciones innobles reduciéndose a representarlas
para que su simple conocimiento engendrara el rechazo y la re-
pulsión. El acento es documental y verista. El pathos romántico
con tener manifestaciones extremosas no alcanza los rasgos del Na-
turalismo, pero hay indudablemente un venero original en él que
desembocará en la tendencia finisecular.
Cecilia Valdés es una historia de amor funesto de rasgos bastan-
te audaces y originales para el tiempo en que fue escrita. Trata
de los amores de dos hermanos que ignoran su estrecho parentesco
y que llegan a tener <relaciones incestuosas, de la que nace, como
para adelantar nuevos males y perpetuar la fatalidad de esa unión,
una criatura de sexo débil.
La novela está dividida en cuatro partes y una muy sumaria
conclusión que ata todos los cabos. Cada una de las partes posee un
número variable de capítulos. Es característica de los capítulos el
constituir una unidad definida. Cada cual precedido de un epígrafe,
desarrolla un cuadro diferenciado que se enlaza con los acontecimien-
tos por diversas líneas de desarrollo, merced a las relaciones y al
tránsito de distintos personajes. Estos, al desplazarse de un estrato
social a otro o al trasladarse de una región del país a otra, dan
lugar a la imagen de un mundo complejo y al desarrollo de accio-
nes principales y secundarias que crean finalmente una disposición
narrativa y un argumento que supera la simple estructura lineal y
constantemente progresiva de la narración y el encadenamiento de
cuadros por el progreso de un viaje o peregrinación. En esta no-
vela estamos ante una de las primeras expresiones de un mundo
narrativo que se presenta complejo y abigarrado.
La acción se remonta a 1812, ano de nacimiento de Cecilia como
r
68 HISTORIA DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA

en que se une con su hija en una situación que repite el mismo


caso y, madre e hija , se reconocen antes de morir aquélla en el
hospital de Paula . El motivo inicial encierra ya todos los elemen-
tos negativos y culpables ele una siLUación configurada por_ prejui-
cios sociales y raciales fuertemente arraigados. La deformidad de
la situación se hace patente por sus efectos malignos Y tremendos,
como sistemáticamente hará la novela moderna : la madre enloque-
ce, la niña crece en la orfandad, la oscura y espontánea simpatía
de sus hermanas naturales y de su hermano -cuyo origen todos
ignoran menos el padre que combate tales manifest~c!ones _c?n
desesperación culpable-, conducirá al incesto y a la cns1s familiar
cuando lo secreto se adivine y se exterioricen otros factores de re-
sentimiento y distancia en la sociedad habanera.
El azar y un movimiento inconsciente han puesto temprana-
mente en relación a los Gamboa y a Cecilia Valdés hacia 1824.
Por ese tiempo, aparece la muchacha como un tipo de belleza sin-
gular que a muy temprana edad llama la atención general. La
época está precisamente determinada como el tiempo en que quedó
establecido el estado de sitio de la Isla de <Suba bajo el gobierno
del capitán general D. Francisco Dionisia Vives. Este significó la
caída del segundo período constitucional y la imposición de un
régimen de corrupción y violencia seguido de la indiferencia po-
lítica de la juventud y de una relajación general de las costumbres
de que la historia narrada viene a ser una expresión. Esta es la ex-
presa comprensión de la sociedad que el narrador exterioriza y el
fundamento político determinante de todos los extremos de contra-
dicción e iniquidad que se presentan en la realidad.
Cuando los hechos principales se narran corre 1830. En el lapso
de un año se despliega el curso de la historia, aproximadamente
entre septiembre de 1830 y noviembre de 1831. Estas fechas fijan
con rigor histórico la pintura de la sociedad habanera que se traza
con gran exactitud documental y costumbrista y la refieren direc-
tamente a las circunstancias políticas señaladas.
En la primera parte destaca el cuadro de la Casa de Bailes de
los Mulatos o Cuna que se d escribe en varias partes o aspectos con
el espíritu crítico que conviene al costumbrismo romántico. Allí
apar~cen los principales personajes del medio mulato y entre ellos,
concitan~o resentimiento y envidia, Leonardo (Caps. 1v, v, y VI)·
Se describen luego el barrio <le San Francisco los portales de la
PI
ª~ª y·1e1a
. O · '
del Rosario, la Feria, la Iglesia de Santo Angel Cus-
todi~ Y otros aspectos locales que p ermiten formar el cuadro de
la cmdad por aquel tiempo. Esta visión física se complementa con
GENERACION DE 1837 69
la descripción de la casa de Gamboa. La imagen moral ele la ciu-
dad y de la época se da medi an te la narración del cortejo que con-
duce a una mujer a la horca y de la historia de su crimen (Caps.
v1II y 1x) y la caracterización de los cstucli;:intes de Derecho y una
clase del Colegio San Carlos. Luego se muestra a los estudiantes
en La Loma del Angel haciendo burlas y viene.lo pasar a las mu-
chachas. Entre éstas pasa en un carruaje I sabel J]inch eta , enamorada
de Leonardo y muchacha que en situación social corresponde a su
clase.
En este paso, se anticipa una relación que estaba destinada a
culminar en matrimonio, pero no llega a cumplirse al frustrarse el
matrimonio por el asesinato, en la puerta de la iglesia, de Leonardo.
Le da 1nuerte el mulato José Dolores Pimienta, enamorado de
Cecilia . Aquí se prefigura una situación que sólo llegará a desple-
gar sus posibilidades narrativas con la novela modernista. Se trata
del enamorado de dos muj eres: una que conviene por relaciones
familiares tradicionales y por clase y otra que es el · objeto de una
atracción exótica, sensual y misteriosa. La diferencia reside en el
cinismo de Leonardo para quien las muchachas son objeto de una
estimación pasajera y desaprensiva, donjuanesca; irresponsable para
Cecilia por ser de otra cJase y avergonzarle en última instancia,
responsable con Isa bel con temor por la entereza moral y la virtud
de la muchacha. En todo caso, narrativamente, la acción oscila en-
tre dos polos siguiendo los movimientos de Leonardo del ámbito
habanero al cafetal de los Ilincheta; del á1nbito mulato al de los
blancos.
La segunda parte, presenta los escenarios españoles: el baile en
la Sociedad Filarmónica -contrapuesto así al de la Cuna mulata-
y el amor de dos iguales en Isabel y Leonardo; la -casa de Gamboa;
la trata de negros esclavos y las trampas de que se valían los co-
merciantes españoles para legitimar la carga de los barcos negreros;
El Intendente Vives y su cohorte de personeros policiales. El acon-
tecimiento principal es la seducción de Cecilia por Leonardo y el
incesto. Este acontece bajo las sospechas de la abuela de la mu-
chacha que procuraba protejer a Rosario de la recogida de pordio-
seros y locos que había decretado el gobierno. La muchacha ha
creído las mentidas promesas de Leonardo con temor y escándalo
de la abuela. En este punto, el narrador, insiste sobre las caracte-
rísticas de amor imposible que tiene la unión de los jóvenes, debido
a su desigualdad social y racial, por boca de .Josefa (n, c. x1), quien
guarda secretamente el impedimento fundamental.
A partir de este instante, el mundo se deteriora parejamente en
70 HISTORIA DE LA NOVELA HISPANOAM ERI CANA

G.I S~ld e los Gamboa. Doiía R osa ha averiguad o sin quererlo la hi s-


toria d e R osari o y d e la h ija adu1terin a <le su esposo, lo que des-
p ierta en ell a un dol oroso resentimien to que pon e distancia callada
a sus relaciones con don Cán<l i<lo. L a d isp uta famil iar d ará lugar
a la exteriorización de los sentimientos recí procos de españoles Y
crio llos y a la ca ractc rizacicín diferenciad a d e ambos. Como hijo d e
español y criolla, Leonardo, reci be en la caracterización contradic-
toria que de él h ace el narrador, los rasgos contrarios de su ~ere_ncia ,
lo cual -constit uye también una an tici pació n d e caractenzac1ones
h ereditarias del Naturalismo ulterior. En todas las d eterminaciones
etnológicas, que abundan en la novela, se percibe esta inclin ación
a fundar la caracterización en factores raciales de p ersonajes prin-
cipales y secundarios, otorgando rasgos definid os a blancos, criollos
y gente de color.
Por su parte, Cecilia se ve trasformada por su seducció n conv ir-
tiéndose en una muchacha <le celos irracionales y violentos que
reci ben diversos estímulos. En el baile de etiqu eta o de corte de
la gente de color en Casa de Soto, recibe algunas revelaciones sobre
i U origen del negro Dionisia, criado de Gamboa, que la muchacha
no atina a creer a pesar de las coincidencias q u e sorprende con
otras informaciones.
T odo el u niverso habanero parece en tr ar en un estado de cre-
ciente descomposición. Al cumplirse el in cesto se actualizan diversos
vicios y rasgos de la violencia social y las limitaciones de una so-
ciedad •c orrompida p or el régimen tirán ico y esclavista.
L a tercera p arte, d a lugar a una ampliación del espacio al cam-
po cubano con dos aspectos contrapuestos. Por una parte, el idílico
cafetal de los Ilincheta donde reina Isabel como una figura gene-
rosa, human itaria y providente, adorada por sus negros; por otra
p arte, el infernal ingenio de la Tinaja, per teneciente a los Gamboa.
En- éste se r evela la m alignidad de los amos y del joven Leonardo,
la crueldad de la cacería y castigo de negros cimarrones, las injus-
ticias y la miseria del régimen de vida que p adecen los esclavos, la
compasión de la criolla y el empedernido despotismo del traficante
español; el suicidio de negros; la visión infernal de la máquina a
vapor. También se narran aquílas penurias de María de Regla,
nodriza de Cecilia, quien cuenta su historia a la niña Gamboa Y
la historia de Cecilia Valdés. Esta ampliación espacial que el mun-
do narrativo experimenta proyecta en sus aspectos más aberrantes
los rasgos y las •c onsecuencias del régimen esclavista.
La ampliación se verá completada con otro momento, en la
GENERACION DE 1837
71
enarta parte de la novela, <]ue introduce el mundo del hampa y
1,, 1s costumbres

populares de La Habana fI.--.blar p
. •. ~ . . u

opu 1ar y t1 pos
ele costumb1e_s se desc11ben con pintorescos rasgos y vivo color local
en estas págmas.
La historia se redondea con la muerte de la abuela de Cecilia
que da lugar a la descripción de las costumbres funerarias. Al que-
dar sola la m_u chacha, Leonardo pretende ponerle un piso, pero
su padre consigue antes encerrarla en la Casa de Recogidas, de
donde la sacará Leonardo. Cecilia tiene una hija. La situación
llena de vergüenza y desinterés a Leonardo. Su familia encauza el
matrimonio con Isabel Ilincheta. Pero esta no ama a Leonardo en
quien ve un individuo cruel y maligno. Sin embargo sus familias
los casan conforme a sus intereses. El matrimonio no llega a cum-
plirse a causa del asesinato de Leonardo por el joven Pimienta,
quien obedece los propósitos d e venganza de Cecilia.
La conclusión nos habla del destino de Cecilia y de su hija en-
cerradas por complicidad en el crimen en el hospital de Paula
donde Cecilia conocerá a su m adre, que recupera la lucidez poco
antes de morir. Isabel Ilincheta "desengañada de que no encontra-
ría la dicha ni la quietud en la socied ad dentro de la cual le tocó
nacer, se retiró al convento de las monjas Teresas o Carmelitas y
allí profesó al cabo de un año de noviciado".
El narrador se enfrenta al mundo, a la imperfección del mundo,
en la actitud del reformador político y social. Su tarea fundamen-
tal consiste en poner en evidencia las limitaciones políticas de la
dominación española y sus extremas consecuencias sociales. Entre
éstas destaca la esclavitud crudelísima y el empecinado comercio
de los negreros españoles; las afrentosas diferencias sociales deter-
minadas por diferencias de fortuna y de raza y los mecanismos de
movilidad social de los grupos más bajos que importan un relaja-
miento de las costumbres. En variadas ocasiones, este narrador se
comporta con actitud etnológica simplista en una comprensión de
las razas como provistas de valores propios: óptima la europea y
española; blanda la a ·iolla; envilecida en su hibridismo la mulata;
irracional, la negra y esclava. Del mismo modo distingue jerarquías
entre tipos negros: congos, carabalíe5, lucumíes, etc.
En estos términos lo pintoresco de las costumbres cubanas no
alcanza a disimular la condición horrenda, por momentos infernal,
de las pasiones e intereses en juego para someter a cada quien . al
estrato a que su raza le reduce. Desde un punto de vista moral, ,on
infinitamente más los malos que los buenos y sólo Isabel Ilincheta
72
HISTORTA DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA

Y los suyos constituyen figuras de verdadera dignidad. El resto ocul-


t~ <le mejor o peor manera su innoble condición, el convenciona.
hsmo de su caridad, o el egoísmo de su personal pasión o interés.
El aspecto celeste y edénico se reduce a un sector restringido del
mundo: exclusivamente al Alquizar, el Edén donde reina Isabel
amada de sus negros. Isabel es por ello el personaje escogido para
poner de relieve la imperfección del mundo y expresar la concien-
cia de la imposibilidad de la felicidad en la sociedad que le tocó
nacer. Esta apreciación se refiere al acotado ámbi~o históri~o-social
que corresponde a esta historia trágica y a las orcunstanoas . ~ue
la determinan. No es ésta, sin embargo, la única contrapos1c1ón
que permita erigir moralmente el perfil del momento histórico.
El narrador también contrasta la realidad política actual con
]os movimientos revolucionarios anteriores y el progreso de años
ulteriores. Desde este punto de vista reprende a la generación del
.30 su abulia y su desinterés por los problemas de la independencia
patria; fenómeno que considera un efecto de las condiciones de
relajamiento general. Por esto la política libertaria apenas si tiene
lugar en la novela como forma del pasado y lástima de su nulidad
actual.
La conformación del espacio abarca todos los aspectos significa-
tivos de la vida cubana: las instituciones y las áreas más pintores-
cas y típicas de La Habana; los paseos, las ferias, el comercio, la
industria; los bailes de gente de color y los bailes de blancos; las
incursiones de los jóvenes blancos en los bailes de gente de color;
la visión del campo: el •c afetal idílico, el ingenio infernal y la ex-
plotación de los esclavos; el guajiro, los negros; la nueva forma
de la explotación del azúcar, el empleo de la máquina de vapor;
el régimen de vida en los barracones y en las diarias jornadas, el
primitivismo de las labores; el ansia inconmensurable de lucro.
Los personajes están fuertemente determinados por su situación
social dentro de la sociedad colonial y por su origen racial. El na-
rrador otorga valor decisivo a distinciones como español y criollo;
Y encuentra mayor nobleza en los hombres de color que en los
mulatos. Es cierto que estas estimaciones deben tomarse como una
expresión inmediata del espacio. Pero desde la perspectiva del na-
rrador, propiamente tal, el español representativo del régimen co-
lonial, el funcionario, el comerciante, el negrero o el latifundi stª•
constituyen una personalidad de maldad aberrante que se pinta
~on los más impensados rasgos de malignidad, egoísmo y cinismo
mhumanos. Estos rasgos aparecen, pero notoriamente atenuados, en
,._,,:-RACION DE
c f.,,.L
1837
73
Jos cri~llos. Los ~ulatos padec~n el sino de su hibridismo sanguíneo
inclinandose . hana los de_ ~rnba con menosprecio por sus iguales
o los_ de abaJO en su amb1c1ón de asc~nder socialmente. Los negros,
en fm , son seres que padecen el régimen vigente, víctimas del co-
Joní~je y de la venalid~,d de las autoridades españolas, y viven so-
rnet1<los a una explotacion horrorosa y a un régimen sanguinario de
maltratos que rematan en el 'bocabajo' o, en los más nobles, en el
suicidio.
Los procedimientos caracterizadores de Villaverde son bien defi-
nidos. Describe morosamente, en bloque, el retrato físico del per-
sonaje y, con minuciosa precisión, la vestimenta de hombres y mu-
jeres de todas las clases. Recurre directa o indirectamente a otros
personajes para la caracterización colectiva de los grupos étnicos o
estratos sociales señalados
El diálogo es fuertemente caracterizador, ya sea por la vía de la
exhibición de las intenciones aviesas de las palabras de los peno-
najes, ya por los rasgos pintorescos del hablar de estudiantes, de
mulatos, de negros, de hampones, o el hablar del catalán, etc. En
este aspecto, la novela registra peculiaridades fonéticas, léxicas y
sintácticas de diversas modalidades del hablar cultural y socialmen-
te determinado.
Los personajes y sus peculiaridades caracterológicas resultan ser
la expresión de las circunstancias político-sociales. Aparecen diver-
samente condicionados por leyes políticas y civiles, imbuidos de
cierto orden de creencias y rodeados de influencias reales y positi-
vas. Todas ellas, en suma, se muestran como expresiones del despo-
tismo colonial español, de la falta de libertad y de la inhumani-
dad y corrupción del régimen.
Estamos ante una novela típicamente espacial con los rasgos cos-
tumbristas de la literatura de esta generación y la novela del pe-
ríodo romántico. Pero además del modelo costumbrista y del cua-
dro de género hay una habilidad indudable para fabular una his-
toria y llevarla a buen fin sin tropiezos.

BIBLIOGRAFIA

l. EUGENIO DíAz (Colombia, Soacha, 1804-1865, abril l l , Bogotá).


Obra: 1) Una ronda de D. Ventura de Ahumada. Bogotá, Imp. de La
Nación, 1858. 44 págs.; Una ronda de D. Ventura de Ahumada, y otros
cuadros. Bogotá, Ed itorial Minerva, 1936 (Biblioteca Aldeana d e Colom bia,
: ~); 2) Man uela. Bogotá, Imprenta de F. Mantilla, 1866. 278 págs.; Man uela .
CAPÍTULO VII

GENERACION DE 1852

La <Yenera · ' d
n eion e 1852 está formad a por los n aciclos de 1815 a 1829
E s l a Sco-unda G
d ~ ' cnerac1·ó n R omantica
, · .,
cuya gestac10n h.1st6nca
· se.
e arrollo entre 1845 y 18'59 en activa participación con los hom.
bre d e 1a generación anterior. Su vigencia se extendió entre 1860
Y 1874. Es esta una generación eminentemente cumulativa en la
cua_l e prolongan las principales preferencias literarias ele la gene-
ración anterior. Dentro de ellas, sin embargo, se amplía la varie-
d ad de los asuntos y aumenta considerablemente el cultivo de la
novela con una mayor cantidad de novelistas y de obras. Para mu-
chos países del continente a esta generación pertenecen sus prime-
ros novelistas. Junto con señalarse la tardía asunción del género en
algunas partes, debe destacarse la continuidad y la cohesión de la
literatura que a partir de esta generación se alcanza y acentúa.
La característica saliente de esta generación es su Romanticismo
Social. Esta tendencia generacional pone un matiz más agresivo y
exigente en la perspectiva ideológica con que se ve la realidad en
la representación literaria. Los principios liberales se convierten en
el elemento iluminador de la realidad, en una visión del mundo
restrictivamente política que lo representa escindido radicalmente
en dos extremos polarizados. Esta perspectiva ideológica alcanza a
todas las variedades novelísticas que encontramos con máxima uni-
versalidad caracterizando a la novela histórica, que adquiere par-
ticular relieve en esta generación, pero también a la novela de cos-
tumbres o a la novela alegórica.
La novela histórica se mostraba particularmente adecuada para
la tendencia romántico social que pretendía a la vez representar
las condiciones de un mundo cambiante e inducir el progreso o el
perfeccionamiento de las formas de vida republicana. Los modelos
europeos de Sir Walter Scott, Bulwer-Lytton, Alejandro Dumas,
Alejandro Manzoni, favorecieron la consolidación popular del gé-
nero y despertaron una generalizada emulación.
Como expresión romántica, la novela histórica, estaba en la
línea de la inclinación pasatista y nacionalista del romanticismo
europeo. El culto a las formas más remotas de la nacionalidad, en
TERAGI V1 ... UL I U ,J..,
[,f. N ,
77
nsac-fo conclu so como la Fd ·,cl M . ¡·.
11n l · · . J ' u 1·1, n o p odía en ont ra r 11na
/•¡)1
r, 1 ·ca ronscc_
ucnt c en
·
h'·
s litc'i··,ttit·
· ' ;is
111·sp a 110;11ncr ican,1.c;. El pasa-
1,.\ttlO rond nt Ko d e los curo¡>cos y •su<'· ¡>,·<.< . 1. •
• J - , om ,tn ll co- ceo no
p()dL1 . cn r ~n t~·;ir ron:_ SJ>?ll,<! 11 ci;1 c11 111~ rn1111cl o en d ond e 1;i hi sp;-i -
11 ( ,íohi :1. 1.• xcn. ofo b1.1 luutcnH·11t
. .. c· estin-u,J
.· ,·,<1 ·,,, y I·., 1c. p111s1>•{ n por
todo,. )os ;i~pcc tos d . l p ,1s.1cl o po lít ic·o y •soc Í't, I y >or s11s s11 pcrv1- .
1
\·cnria.'- :1c1 ualcs d o•m111aban
.•
viva111e11t • PíJr c·st·, .• ,
r·,zt 1
, . >11 , < C: 11 11 m O·
do genera l Y ma utlic sto, la incJin aci<'m ro rrdn t ic;1 c;1rt1cterfs1ica-
n1c11t r hispa noam ericana fu e de progresivismo y de ,1c1 ivismo bien
definidos.
. .
Lo cu r10so pareoera se r qu e p ese a ell o se esc.:ribi era un a seri e
considera ble de nove las históricas que I ornaron por as un lo el pa-
sado colon ial. El pasado, po r cierto, no fu e compre nd id o en la ori-
gin¡.¡Jidad de su conforma ción, faltaba 1m mínimo de simpatía y
de distanci¡.¡ para qu e así ocurriera, sino q11e se Jo in t rp rctó a la
luz el e Ja ideología libe ral. La representación del p,1sado toma ba
la forma <le una suma d e vicios p olíticos de un vi j o cst;1d o d e co-
sas superado o n ecesit;1do d e su p era cdm cuyas ca rac: teríst icas ge-
nerales se h;1da n palpa bles en la a c.: tuali<lad de los propios narra-
dores romántí os.
Pero esto, q ue impli ca m a n ificstam cnte un a l imi tac i{,n historio-
gráfica, defin e esen cialmente la p ersp ectiva rom;ínti c:1 y el m odo ro-
mántico de representar el tiempo hi stórico sin a uténtica in viven-
cía en ti pa sa do qu e representa. Esta Jimitaciún - en tod a perspec-
ti va hay limitación, estamos caracte riza nd o la perspecti va rom{m-
tíctJ - consti tuye sin emba rgo , la fo rma interior de la novela his-
tórica y a p a rtir d e ella d e toda Ja n o vela roni :'m ti ca. Es uu a ley
de.: csp ,1cia Jidad es qu e ord ena el mundo en una contra posición di a-
Jlctíca q ue cara te rizó Sir W altcr Sc.:oll cotn o esen cial111 cn lc rond n-
tica y q ue el sa íntsimoní smo y el positivismo hicieron suya y con
dJos tod a tendcn cír1 progrcsíví sta h ,tsla nu estros día s. T ra t;íhasc de
la contra po.~ici/rn d e 11n viejo estad o d e ·osas en d csro mposiriún y
d<: la aparíci6n vehemente de un nuevo rég imen qu <' sin d c~plazar
1<>davfa )al) form as jmpues tas dcl;1ta sus vicios y propo11e la rco rga-
niz,Jci/m social. A la ]uz de s 11 id eolog ía reformi sta ('sla r on1 ra po -
1iición <:r<~ah;~ t i impul .i,o ílnÍm ,Hlor d e la 11a1T,H iú11 (·11tera . Esta ley
d<: t .~tnu,1.ur;:1 del mundo n ;1rrativo, ele st·111ido político · id eolc'1gico,
pr ·,;frie uni v •r s;dmcnl.c la rc pr('sc nt :1ric)11 d <'I t·.., pa r io <·11 la uo vela
~ vi<:n · a sati 1ifa c:c.:r pcrfcct:1m <:11t c la s m·c·c·sidad cs íu11c ío11 :d C's qu t· la
1dt ologh1, t n r,uyo contexto se orig i11ab:1 , cifraba t ·11 C"lla . No hubo

tn <lcfinitjva pasat,j smo propiamente tal. El anivi ~mo ideológ ico


78 HISTORIA DE LA NOVELA HlSPANOA~fERICANA

hizo de la representación del pasado un mstrumcn ro para ac tuar


!-obre el presente y para ilustrar m Yicio. tomo originados en las
fo1111as político- iales del pasado que despreciaba .
La non~la hi tórica exigía ocuparse de un ,1 unto hi stórico re-
moto, que hubiese adquirido por la distancia temporal el carácter
de un pa ado absoluto. Lo eña1ado anteriormente no muestra que
e ta condición no e cumplía en la noYela de asunto colonia l, por
cuanto el pasado hi panoco]onial no aparecía des\'incu lado por
completo del pre ente y muy al contrario gravitaba fuertemente en
la YÍYa actualidad desde el punto de Yista liberal. U n p asado abso-
luto era la condición en la noYela histórica - como en la epopeya
anti gua y medie\·al- para la omnisciencia del método n arrativo y
p ara la pre n ·ación del mito. En su asunción de las formas eu-
ropeas el narrador hispanoamericano finge en la estructura n arra-
ti,·a la per pecti,·a mítica de omniscientes anticipaciones y cumpli-
mientos que la per pectiYa ideológica desmiente. En este ideologis-
rno y en el progre i,·i mo que lo caracteriza tan vivamente en con-
tradictoria combinación con la visión mítica debe Yerse la peculia-
ridad original de la novela histórica hispanoamericana que esta ge-
neración cullivó con preferencia m arcada.
Como la forma más prestigiosa de la novela europea a la sazón,
la novela histórica adquiere en Hispanoarr;.érica una boga extra-
ordinaria que se extiende a toda la narrativa del período. Las no-
Yelas de costumbres adoptan las mismas estructuras n arrativas que
caracterizaban la novela histórica y regulan el mundo espacial con
1~ misma forma interior que h emos señalado. D esde el punto de
v1~ta de su estructura la novela histórica y la de costumbres no se
diferencian m ás que por su asunto.
La novela histórica satisfacía además las preferencias n aciona-
listas
. que ponían en 1a evocac10n · ' d e Ios asuntos h1ston· ' ·cos, refe-
n?os al pasado indígena, a las rebeldías durante el p eríodo colo-
rnal
. Y a las· luchas d e eman c1pac1 · 'ón , una d e las exigencias mate-
riales. del american ismo ·· ]Jterano
· · y d e la smgu • lariclad nacional de
1a literatura Sum d . • .
· ª os a 1a v1s16 n d e la naturaleza reg ional y de
1as costum brcs y cara l
. · e eres l oca Ies, mtegraban,
. los tres momentos
f urnl amentales que det · . b· , .
nes d d . crmma an pa ra los romant1cos las condicio-
. e to o nac1onalismo li terario.
A esta generación perten
rino Lastarria (l J. _ ::~n ent~e otros el chileno José Victo-
8 7 1888
chileno· los a . ) nológicam ente el primer n arrador
' rgentmos José Má
Amalia (1865) b . rmo1 (1817-1871) , el autor de
1
' a o ra más impo r t ante d e esta generación, y Vi-
c,ENERACION DE 1852
79
ee
nte Fidel López (1815-1903).
,
el •
oriental Al · d
Cervantes (1825- 189'3) ; el peruano . . cpn ro Magariñm
.;1ici;1clor de la novela en su p·t<ís· el arlosol _Aréstegu i (1826-1869)
l 827 9 e ' co om ) tano José M 1M
·roqufn (l -1 08) ' continuador del 1 . . an ue a-
1 . costu m )rJ smo ele . , 1
nie~icanos Luis G . lnclán (1816-] 87 r,) · . su pa1 s; os
1
Florencia 1\,f. del Castillo (1828-l 8 G;)' ye /ut~r l lc Astucia (1865),
ern,rnc1o Orozco y Be
( 1822-1851,) ; 1osR cu b anos, creadores de 1ª nove 1a ant1esclav1sta
. . rra
An
scln10 Suarez amero (1818-1878) y J é A . ' -
188r,) G l' , os nton10 Echeverria
(lSJ ·S- :J ' y ertruc is Gómez de Avellaneda (1814-1873)' la fa-
mosa poeta, autora de novelas históricas e indianistas.

José Mármol_ ,(Buenos ~ires, 1817-1871) es el principal novelista


de esta generacwn Y Amalza (1855), la única obra verdaderamente
destacada del romanticismo social. Amalia, novela histórica ameri-
cana, toma su asunto de la vida de Buenos Aires bajo la tiranía de
Rosas entre los meses de mayo y octubre de 1840. Es decir, en tiem-
pos de la agudización del período sangriento desatado por la ma-
zorca federal.
La conciencia de las normas del género escogido conduce a
Mármol a dar una Explicación sobre la violencia relativa a las for-
mas de la novela histórica, que es interesante recordar. A pesar de
cierta inconsciente impropiedad del lenguaje, es de importancia
observar su cuidadosa precisión en cuanto se refiere a la proximi-
dad del asunto y a la ficción adoptada para hacer del pasado na-
rrado un pasado distante si bien no absoluto. "La mayor parte de
los personajes históricos de esta novela -escribe- existen aún, y
ocupan la misma posición política o social que en la época en que
ocurrieron los sucesos que van a leerse. Pero, el autor, por una
ficción calculada, supone que escribe su obra con algunas genera-
ciones de por medio entre él y aquéllos. Y es ésta la razón por qué
el lector no hallará nunca en presente los tiempos empleados al
hablar de Rosas, de su familia, de sus ministros, etc.
"El autor ha creído que tal sistema convenía tanto a b ~rnyor
claridad de la narración cuanto al porvenir de la obra, destmada
a ser leída, como todo lo que se escriba, bueno o malo, relati_vo a
la época dramática de la dictadura argentina, por las generac10nes
venideras, con quienes entonces se armonizará perfect~mente el ~is-
tema, aquí adoptado, de describir en forma retrospectiva persona1es
que viven en la actualidad".
En los términos concretos ele la obra, lo que el narrador finge
80 H ISTORIA DE LA NOVELA IIISPANOAM ERICANA

es un pasado absoluto, en circunstancias q ue el asun to contempo-


ráneo, al prolongar hasta el presen te los sucesos <le un pasado re-
ciente, no p ermitiría hacer apreciaciones seguras sobre el curso ul-
terior de los h echos y su desenlace.
Fingiendo un p asado absoluto el narrador legitima su omnis-
ciencia y legitimándola autoriza la anticipación y el cumplim iento)
aspectos de la n arración que consolidan lo maravilloso junto a lo
probable al modo de la novela hi stórica ele Sir W alter Scott. Que-
remos ver ligado lo anterior con la alusión frecuente del narrador
a su propia narración como un 'romance'. A nuestro p arecer la ex-
pre ión debe ser entendida como un claro anglicismo léxico. Lo que
se entiende inmediatamente en la voz romance es algo muy d istinto
a una novela y ya se sabe la dificultad que esto originó para que
en español se denominara 'n ovela' lo que en fran cés roman o ita-
liano romanzo. La expresión inglesa es a su vez un hispanismo que,
modificado en su sentido genérico y depurado, pasó a denominar
en la fórmula historical romance) la mezcla de lo maravilloso y lo
probable, como aspectos propios del romance y de la novela respec-
tivamente. En la obra de Mármol, entroncan con claridad estas dos
dimensiones y se desarrollan con tal acierto y en tan trabada con-
figuración que hacen el encanto y el éxito indudable ele su lectura.
De manera que las previsiones anticipadas, los augurios misteriosos
y fatales vienen a coincidir con la n ecesidad de los hechos y el
apremio de las circunstancias reales.
Por otra parte, el p rincipio de contraste proclamado por Scott
y luego por Manzoni anima la forma interior de la novela y pro-
longa su intención configuradora sobre todos y cada uno de los as-
pectos de la novela.
La figura del narrador está muy abundantemente caracterizada
por su condición de intérprete de la realidad argentina y ameri-
ca~a con f~cetas muy variadas que abarcan desde la visión del pai-
Sa Je con pmtoresquismo y con simbolismo romántico ha sta la com-
p rensión pol 't1· d 1
1 ca e a rea 1·a 1 a d y d e I ·f uturo d e las provmoas
· · del
Plata. Este aspecto ocupa un lugar importante de la novela y no
. ·r· , ·ó
P.uede reducirse su s1·gn1 ·
1cac1 n propia. El narrador presenta tam-
bién rasgos bien acu d •
, sa os por su senec1ad, en algunos casos, por la
socarronen a o la iron1·. a 'ó 1l , .
. . z, c1 n y e nnnor com1co, en otros, con que
d1nge la narración y · t 11 .
. onen a a . ector, particularmente en relación
ª 1os p ersonajes secundarios.
~ictóricamente, el. narrador muestra el contraste entre el esce-
nario sangriento de!~_·.ciudad y la pura e indiferente belleza y mo-
GEN.ERACl ON V.t. i 0:JL.

vimien to de la naturaleza. En fo rmas que evocan la tóp icas mani-


fcstacion e del aman ecer m iwlógico, ada a lborad a :e abre sobre
una ciuc.lacl ensangren tada y encarnizadamen te pcr ·cgu ida. En una
m odifi cación el e la im,igen de la n a turaleza in cli feren te al dolor d el
hombre, el mundo entero, la humanidad, son represen tado en su
indiferencia ante el sacrificio d e los argentinos. Con estos elemen-
tos e caracteriza fuertemente la desolación y el terr or a qu e q u e-
d an en tregad o solos y desamparados los h abitantes d e la ciudad.
En otro m omentos, el narrador, convertido en poético pin tor,
traza cuadros de idílica belleza con exaltación lírica y pin tor esquis-
mo románticos. Pero, en general, es la desarmon ía en tre hombre y
naturaleza lo qu e domin a en la representación, no sólo en los cós-
mico término que enfa tizan el aislamiento y el abandono del pue-
blo bonaeren se a la ferocidad d el tirano, sino en r elación a las po-
sibilidades, desatendida por el hombre, ele una n aturaleza excep-
cionalmente pródiga y prometedora. América se aparece así como
una tierr a d e p r onlisión renovando la mítica visión de la América
virginal d e los h on1bres d e la In d epen dencia y repr esentando en
su juventud una magnífica expectación d e futuro. Alienta en esta
visión clara1nente la an tigua con cepción ele la translatio im p erii.
Desde el punto de vista ideológico, la oposición fundamental,
cuya coherencia p u ede perseguir e en todos los aspectos d e la no-
vela, es la sarmien tina antítesis d e civ ilización y barbarie. Esta opo-
sición dialéctica está identificad a con la forma interior de la no-
vela hispanoamer ican a moderna. Impor ta la visión de un mundo
primitivo y salvaje d esde el punto d e vista de una ideología de
regeneración y d e r eorganización social. M ediante ella se fija el
punto de vista teórico y político de la visión de la realidad y se
intenta comprender el dinamismo interior de la antítesis. A la luz
de este esquem a el n arrador interpreta la realidad argentina y aun
extiende su comprensión al mundo americano y a la historia de la
independencia del poder español. La crisis que se vive nace así d el
desequilibrio entre las nuevas formas de la vida política indepen-
diente y el car ácter primitivo y bárbaro de los instintos populares;
ent~e los h ábitos monárquicos y el nuevo sistema de gobierno que
se impr ovisaba.
El narrador comprende el primitivismo feroz del gaucho y de
las montoneras federales entronizadas en la ciudad. No odia al
g~~~ho, sino que lo mira simpáticamente aunque lamente la con-
d1c1on d b . . , . (U'l l .
ceso e_~ _andona en que vive y su marg1na~J.On u h·zsnto _rro-
de n v1hzación que debe cumplirse. Lo l }trW>f en su i µ 1.m o-
f..uO_ __ _ ·:,.·-'
~
82
HISTORIA DE LJ\ NOVELA HISPANOAMERICANA

s~d~d frente al hombre de la ciudad. Analiza el origen de su pres-


tigio popular sorprendido en la destreza ga ucha, en el man ejo del
caballo, del cuchillo, del lazo. Penetra en el ascendien te de Rosa
como caudillo y como tirano. El jefe es, sin más, el mejor gaucho,
el más diestro; de su superioridad nace su poder. Pero su tiranía
aúna su destreza gaucha con su condición de hombre civil izado que
ha deformado el saber en provecho de su poder absol~to. En el
caso, el mejor gaucho resume !os atributos de la barbar_ie_, el pro-
ducto de la naturaleza salvaje, el resultado instintivo Y vicwso, san-
guinario y grotesco como una encarnación demoníaca.
La ideología reformadora opone a ese mund~ brutal Y _primitivo
la fuerza nueva y vigoro a de la joven generación argentma en la
cual el espíritu regenerador de los hombres de Mayo _repr_esen~a el
sentido de la civilización. Ella determina la comprensión mtehgen-
te y creadora de la bárbara actualidad y de las posibilidades de
cambio y superación. A esta perspectiva no escapan las limitaciones
que ostenta la sociabilidad americana, principalmente, su indivi-
dualismo autárquico; ni la crisis del republicanismo ni el carácter
prematuro de las innovaciones institucionales de los hombres de
Mayo. Castiga el precario sentido de realidad en política y el uto-
pismo. Considera numerosos aspectos jmportantes que a la visión
de la política argentina, de la personalidad de Rosas, suma el pa-
negírico emotivo de la joven generación argentina. Un significativo
sentimiento de la historia y del poder renovador de las generaciones
ponen un sello optimista en la concepción del mundo, por mucho
que la novela se cierre con una catástrofe de peculiar pathos ro-
mántico .
. La regulación establecida por la antítesis de civilización y barba-
rie excede los. términos de una mera tensión política entre dos sec-
tores: unitarios y federales, y llega a caracterizarlos absolutamente,
en to~os s_us asp~ctos, en una correspondencia estricta entre repre-
sentaci_ón ideológica y expresión. Los federales son la bárbara en-
carnación de seres f'1s1camente
· f eos y repulsivos
. y moralmente- mal-
vados, . sanguinarios y b es t'ia les, d e grotesca p erversión. Los jóvenes
argen tmos son en cam b 10 · f,-is1camen
· te hermosos y perfectos y moral-
mente nobles, digno . ., .
E s Y va 1erosos Y de gran perfecc10n mtelectual.
sta caracterización se , .· d
d . extien e sobre el escenario como expresión
e sus respect1 vos ra
. . sgos contrapuestos. El ámbito federal es el de
oscuras y v1eps casonas I . 1 .
vida . . co orna es, suoas y malolientes, donde la
se muestra sm1estra y r 1.
quero vesf • epu siva; casas teñidas de rojo mazor·
' ig10s retardatarios del pasado
en su chata arquitectura.
GENERACION DE 1852 83

El escenario de los jóvenes rebeldes es el d e ha bi tac iones ilumina-


das y ek gantes, decora<las con los colore claros ele la un idad - blan-
co y celeste-; casas y aposentos d e fi no decorado europeo.
Estos dos vastos sectores encon trad os q ueclan descritos colectiva-
men te y personificad os en ciertos tipos rep resen ta tivos de uno y
otro. Considerando el bando uni tario es de in terés destacar la mo-
da lidacl empleada para representar el grupo protagónico. Este se
halla constitu ido por d os parejas: Amalia y Eduardo Belgr ano, Flo-
rencia y Daniel Bello. Todos cua tro son, como corresponde a este
sector humano, buen os y bellos, p ero sus virtudes se distribuyen en
un nuevo j uego d e contraste en la caracterización ele las p areja y
de cada uno de sus integrante . Amalia e una viuda joven, more-
n a, tímida y retraída, muj er de en tereza sin embargo y d e sensi-
bilidad y sentimien to. El ra ·go m ás característico de su p ersonalidad
es el sino fatal q ue la persigue: los ·eres q ue ama suelen morir. Por
ello teme amar a Belgra n o, pero la fa talid ad andará su cam ino.
Frente a ella Floren cia D upasquier es una joven r ubia, va ler osa y
casi temeraria, de vivacidad, ingenio y o adía juveniles. T odo un
contraste con Amalia. Por su parte, lo jóvenes son, Belgrano, el
r ebelde rom ántico, joven, ardi en te e impul sivo, herido p or los se-
etiaces d e R osas, simboliza el cuerpo h erido d e la juventud argen-
tina; Bello, e un joven d e men te fría y calculadora, eminentem ente
pruden te, es el por tavoz ideológico y el e tratega de la joven gene-
ración, el in térprete seguro y p en etran te de la r ealid ad política y
quien h ace consciente que la fuerza renovad ora está menos en la
fa cción unitaria que en la joven gener ación. Bello es también la
figura folletinesca que está en los dos bandos, el superhombre que
vence con ingenio y anticipación todos los obstáculos y que adivina
el final sin poder contenerlo.
Sobre el esquema de p ar ejas contrapuestas caben, pues, diferen-
cias de carácter bien acentuadas que otorgan a los personajes di-
mensiones típicas y simbólicas de rango superior. Amalia es la
mujer fatal, pero no la perversa destructora de hombres, sino la
figura paciente de un sino misterioso que alimenta la vertiente
maravillosa de la novela con lo premonitorio ele ciertos signos -la
rosa blanca caída, los pajarillos que d ejan de cantar, etc.- y el
cumplimiento mortal. Belgrano perseguido y herido es elevado por
el propio Daniel Bello a símbolo de la joven generación argentina
y su figura herida y rebelde atraviesa toda la novela portadora de
esa significación.
En el bando contrario, la imagen de Juan Manuel de Rosas se
A DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA
HJSTº R I
84
la caracterización activa del tirano
ecuaces co1no . .
levanta sobre sus s misma apoyatura simbólica de los
. ario Con 1a
perverso y sanguin · de auua se transform a en m anos d el
. _· es un vaso o
personaJeS anteI ior n un vaso de sa ngre que espanta a
dictador, por efecto de la 1uz, e
sus propios hombres. ·
d 1 unos personaJ es ecunclarios alcanza por
La caracterización e a g. l bl Don Cándido, doña Merce-
. acierto induc a e .
momentos graCia Y_ •radora-, la p intoreuca celestina que
. d - M rcehna -o-ran CI
ditas, ona ª, J º C uz V arela en quien se castiga la afee-
admira la poes1a de uan r
tación neoclásica, etc.
[ te a l a ublimidad de las pro.
Estas caracterizacione co b ran r en
, . d• · , n ele lo o-rotesco, cotidiano y pintoresco, con
tagon1cas, 1a 1mens1 0 . o
. ,
notas d e ne11cu1o Y de gracejo de buena ley.

BIIlLIOGRAFIA

1. JosÉ MÁRMOL (Argentina, Bueno Aire , 2 de diciembre, 1817-1871 , 9 de


agosto, Buenos Aires) .
Obra: l ) Amalia. Novela hi tórica am ericana. Buenos Aires, 1855 . 2 vols.
R eferencias: 1) Fernando Alegría, Hisloria de la nove la, 37-41; 2) Stuart Cuth-
bertson, Th e Poetry of ]ose Af.armol. Boulder, University of Colorado, 1935;
3) Germán García, La novela argentina; 4) Juan Carlos Ghiano, T estimonio
de la novela argentina, 48-53; 5) Roberto F. Giusti, Poetas de América, Buenos
Aires, Losada, 1956. 71-78; 6) Myron I. Lichtblau, The argentine novel, 43-52;
7) M. Suárez Murías, La novela romántica, 7073; 8) David Viñas, Literatura
argentina y realidad política, 125-136.
CAPÍTULO VIII .. -·:

GENERACION DE 1867
,.,-

La generación de 1867 est;í determinada por los nacidos de 1830 a


1844 . Consli tuye la tercera generación Romfmtica. Su gestación se
extendió desde 1860 a 1874 y su vigencia histórica comprende el
lapso que va de 187,5 a 1889. Con ella se cierra y en cierta medida
culmina el Período Romántico pues asume cumulativamente las
características fundamentales que presentan las dos generaciones
anteriores, pero agrega sus propios signos de madurez y plenitud li-
terarias. El sistema de preferencias literarias es el del período, en-
sanchado significativamente por un nuevo énfasis realista que im-
plica una modificación del carácter plano y extenso de la repre-
sentación tradicional, en favor de una profundidad novedosa. Esta
generación recoge además los rasgos inequívocos de un crecimiento
histórico que hace más compleja y variada la realidad literaria de
esta etapa y mayor el número de las obras y figuras destacables, en-
tre las cuales se cuentan algunos de los novelistas más representati-
vo5 del siglo x1x.
La diferencia específica de esta generación es su Realismo. En
la comprensión de esta característica generacional debemos eludir
la vaguedad y equívoco propios de esta categoría -Realismo- en la
literatura para entenderlo en los acotados términos del momento
histórico generacional que nos interesa en esta parte. Se ha seña-
lado ya antes en esta historia el énfasis realista que preside la na-
rrativa romántica en Hispanoamérica desde las primeras manifesta-
ciones costumbristas. Es sobre esas características -que configuran
la disciplina formativa de todos los narradores del período- que
se diferencia la peculiaridad generacional del Realismo de que aquí
hablamos. Es decir, sobre la tradición del costumbrismo hispánico,
vendrá a sumarse en la novela la incitación universal del realismo
francés: la psicología stendhaliana, el documentalismo balzaciano,
el bovarismo de Flaubert. Con estos y otros elementos, se eliminará
el componente mítico o se le reducirá significativamente, castigando
lo probable en favor de lo verdadero.
Más allá de la superficial comprensión política de la sociedad
con su ideologismo esquemático, el realismo hispanoamericano de
blJ - - .. ,u,\M_J:.
· Rrc,q.'11
•, ¡>cnctró en Ja comprensión del tipo d, "
cst ;1 g·cncrac10n . 1· e so .
_' .. lcl .sus. r •·isgos }Jlll t orcscos y a Len< 1endo al col · c1ed;ict
c~c 1:11c<1c11<. , . . _. . •. or 1oca]
. , , ·il1011chndo c11 s11s mor ,v.1< iones y en sus fines 1 , Ptt()
f ; t l l1l ) l l ' l , , .. . . -- 1· 1- t · . , ·,Cesen
. i¡)crí,cnl,dacl y s11 c,1 te ,1< ,1p,1rcntc ron 1. mas.
c;1r:m d o su si · . . ' - a revc]· .
d e Io rea I <le \ ·c,·chd •
)' Jo 1'dt 1111a111c11tc esllmablc y valecl ero. <lC1ón

L:l llO\ · •
·cl·i se convirtió en obra de observación
. .
inm,•u ·_
'- I,tta
• ...1
cu 1u:l< i os.,
.., cJ·iuonción
• •
documental.
.
La prec1s1ón del mo mentoYh·de
, .· • elco-ido se hizo cuesuón relevante para asegurar la h.·
101 H .0
_1~
.-, lStor ·
1 1
.,el cie los más diversos aspectos del mundo. Entonces' un acon tec.- -
<¡•• ,
mi en to histórico contemporáneo y memorable, de fácil re e~-
. . 1 . ., f.. . , conoc1-
m i en to y referenoa universa, suv10 para 1pr 1nequivocam,,
. , . . . _ _ . -...nte la
filiación histonca de acontecun1entos, ;ostumbr ;s,_ vestimentas, ti-
IJO y e cenarios. De este modo, .
se logro una max1ma precisión
. o~
nanlental, arquitectónica e 1ndumentana para cada época. El na-
rrador alcanzó las características que Balzac quería para sí: ser el
albacea de su tiempo y fijar los elementos históricos de la sociedad
con la sensibilidad exacta y refinada de un anticuario.
Todo ello venía a poner términos más exactos y adecuados al na-
cionalismo literario renovado por esta generación y en general a
la representación de la realidad. Incluso es posible advertir esta
tendencia en la novela histórica de asunto colonial, en la novela in-
dianista y en la novela sentimental. En todas estas formas se pro-
duce un desplazamiento de lo mítico o fantástico en favor de lo real
y verdadero.
El narrador alcanza con los rasgos señalados una apreciable es-
tatura personal. Ejerce un dominio muy marcado sobre la narra-
ción, que dirige del modo tradicional con claras apelaciones al lec-
tor y cambios de mirada en el espacio y de un personaje a otro. Es,
sin embargo, notoriamente más discreto y su narración aparece más
objetiva y menos abundante en resúmenes, comentarios o digresio-
nes, que la novela de las generaciones anteriores. Aumenta signifi-
cativamente el conocimiento que el narrador tiene de la interiori-
dad de los personajes. La novela adquiere cierta riqueza psicoló_gica
apoyada en el conocimiento y en el análisis de los estados de ánuno.
La interiorización que la narración alcanza en este momento corres-
ponde al nivel de los pensamientos o razones que los personajes des-
envuelven sobre su comprensión o sentimiento actual de las cosas.
No se representa esto por vía directa sino con la decisiva mediaci~n
del narrador en un modo narrativo indirecto. Este aspecto es sig·
nifi_cativo en cuan_to expresa una opción definida del narrador -!
define su perspectiva de interpretación de la realidad. La esenci
• , . . . ,, '
87
de ésr a se tr;i sbcl;i ·1sf de lo e 1 1 ·
. . , 'o-· . ,. ., c e ern11n antcs cx Lcrnos y el e los
m,,s icl ( olo0 1ros operant es en el rom - l. . . . esque-
. ,tn iri smo socia], para convertir
;1 ;1 q11 e11 os en unos elementos entr • O 1 . •
., · e ros en una compl e1a represen-
t;icwn d el mund o, y rcs:ilt;1r J;i sio-nif" .. ,·' 1 1 · ·
. · .-, ic.tu on ( e os valores hu manos
escn nalrs que forma n ] ;1 i11te rioric.hd el ·l h 1 • .
. . .. . . , . .· , e om )re y permiten d1s-
t m g t111 Ll ,1ur cnL1udac.l de Jo hunnn l 1 r ·
, • < o e e as ormr1 s gregarias que
Jo cn :q enan . ,
La representación de la interioriclacl de lo ·
• , . s persona Jes encuentra
e
la confu maCión
., de sus raso-os
o en las palabras
e e
q u e em1·t en en e1 a·/.
1a-
Jogo. El dial,ogo . erá el gran modo de presentación directa que
cumpla la mas .eficaz función caracterizadora de los personajes, así
de los protagonistas como de las figuras pintorescas y ele los tipos
locale .
Uno de los elementos realistas más determinantes lo constituye
la motivación de caracteres y acontecimientos. Y entre éstos tal vez
el más notable ea la d esidealización de la mujer. Sobre la diviniza-
ción romántica de la mujer o de su tipología contrastada de ángeles
y demonios, queda configurada la caracterización de motivaciones
111orbosas o patológicas o de caracteres psicológicamente bien obser-
vados, que superan la simplista caracterización de las generaciones
románticas anteriores. Los personajes dej an de ser de una sola pieza,
se llenan de sorpresa y se someten ordinariamente a una visión llena
de cambios o de posibilidades de transformación. Caracterizaciones
en relieve y evolutivas desplazan a las antigu as caracterizaciones
planas y sin misterio.
La ambición, la codicia, la pasión, el interés son las nuevas mo-
tivaciones femeninas. La visión de la belleza perfecta es rara y en
su lugar la más pura y hermosa caracterización lleva los atributos
de su belleza manchados por la enfermedad o por una pasión que
la afea. Si aquélla se da aparece en un lugar secundario marginada
del mundo imperfecto. Pero, en general, lo que viene a encontrarse
son caracteres reales dominados por contradicciones o creencias en-
gañosas, movidos por sus prejuicios o sus aspiraciones y sometidos
con variado grado de libertad o sumisión a las condiciones de clase
u origen y a las limitaciones que la sociedad pone, su general, a sus
destinos.
La representación de la sociedad como una realidad compleja
donde juegan múltiples factores y ya no solamente los políticos es
otro de los cambios importantes que experimenta la representación
literaria. Sin embargo, todavía la representación está muy apegada
al color local y el determinismo político gravita significativamente.
88 UJ5TORTA DZ: LA l\OVELA HISPA .
~OAM t ll1c
. . A;-,.¡,\
Pero ya entr;m en juego g rupos socia les dominados por .
. . , .· .· · .·, 1 . intere
or as¡Jirac10ncs qu e dan a l<t 'iswn soo,, Cierta m •¡· ~e, y
P ov1 idad
fcnr>menos J e la m od a, del progreso, del entorno cultural . lo~
. · b · I ,delur¡ ·
tarismo brutal y del el mero, son o ser vat os con precisión ',.
tu ycn el objeto de la crítica, la sátira o la edificación morii consti.
La nu e,·a forma interior d e la novela realista opond 1. ~
riencia a la realidad de verdad. El mundo narrativo irá ra ª apa.
. . ., d. . reveianc1
,.,(Tra dua1mente, baJO la opm10n or mana
, Y 1a . apariencia
. , Ia supen.
0

, ! ·gnidad de lo real verdadero . Pondra de manifiesto un mundo . or


. . orien.
tado por va 1ores aparen tes - d mero, e 1eganc1a, belleza- y llen d
ferencias deformaaoras de lo nacional en favor de lo extran ~ e pre.
. . d. . f. . Jero alle.
ga d 120, postizo y or manamente super 1C1al y vano. Frente a es
d o se enge.
e
I d e una aut éntica
. ca1·d
1 a
d
personal, el mundo d
e mun.
· d d l , , e las
no bl es virtu es e corazon: energia, voluntad, honestidad, val
inteligencia, dignid~d, un porte que no precisa de la elegancia pa~:
revelar su prestancia, una apostura que no está en los signos a a-
rentes de la belleza brillante ni en el prestigio social. En fin, se ~e-
presentará un mundo activado por engaños y desengaños, donde los
acontecimientos nos conducen del parecer al ser de verdad.
Los represen tantes más destacados de esta generación son: el chi-
leno Alberto Blest Gana (1830-1920), el más importante narrador
chileno de la época moderna y una de las más notables figuras del
período en la literatura hispanoamericana; Ignacio Manuel Altami-
rano (1834-1893) la figura más importante y prestigiosa del período
en México y uno de los próceres del nacionalismo de ese país; y
Jorge I saacs (1837-1895) el gran narrador colombiano que por vir-
tud de una sola obra ha extendido su nombre en las letras hispá-
nicas de modo inigualado. Al lado de ellos son también figuras re-
presentativas de diversas modalidades de la novela del período, el
boliviano Nataniel Aguirre (1843-1888), autor de Juan de la Rosa
(1885), " memorias del último soldado de la Independencia": el
peruano Luis Benjamín Cisneros (1837-1904) ; el ecuatoriano Juan
León Mera (1832-1894), autor de Cumandá (1879) , novela en <~~ie
.
1o rea11sta . arranon
y lo legendario no consiguen cuapr en una 11• ' .
valiosa y cuyo valor pierde a la luz de la crítica actual; en Colombia
1836
destacan principalmente en la novela histórica Felipe Pérez ( :
1891) , Eustaquio Palacios (1830-1893), Soledad Acosta de Samp~l
5
(1833-1913), Jesús Silvestre Rozo (1835-1895) ; l\ifanuel de Je us
Galván (1834-1910), autor de Enriquillo (1878) tal vez la novela
hi stórica indianista más representativa de esta generación Y una de
las mejores del período; en Venezuela, Eduardo Blanco (1838-lgIO)
GENERACJON DE ] 867

89
), ·Julio Calcaño (184-0-19 19) . Mé .
. · - · ' en x ico destaca ¡
tórica me11an1sta Iren eo Paz ( 1836 _1 · ' n en a nove]a his-
e
924
1S93) : en la nueva novela ele cost l . ) y ~ligio An cona ( 1836-
.
nurano, . uan
J Dí um 11 es realistas p é .
az Covarrubias ( l 837 _18i . . · , r J~1mo a Alta-
(] 830-1894), Facundo, el autor del .
. .
59
c1c1o de La Lmter
'!'
) ' José 0 mas de Cuéllar
"', .
el folktm csco VICente Riva Pal . ( na lviagica, y
. ac10 1832-1896) Se .
o·c11era c1ón con sus incursiones e 1 · SUmcm a esta
" n a novela algunas f •
o-iosas del ensayo y el pensamiento h . . iguras prest1-
º
;\[:iría de Hostos (1839-190 3)
1spanoamencano com 0 E
. .
·
ugen10
) . ~ , con L a Peregrinación ele Ba oán
(1863) , portornqueno y ciudadano d A , · y
1\1on talvo (1832-1889). e men ea, Y el propio Juan

Alberto Blest
, Gana (San tiago de Chile , 1830-1920) es e1 nove 1·1sta
chileno 1nas destacado de la época moderna y uno de los narradores
más im~or~antes Y acaso :1
más _completo de los novelistas del perío-
do romant1co Y del. realismo hispanoamericano. Es el novelista de
~'oca_ción -revelada de improviso por la lectura de Balzac- que ha
mspirado su obra en una conciencia definida de la literatura y de
las formas de la novela de su tiempo. Esta conciencia, de claro nacio-
nalismo literario, quedó expuesta en dos de sus ensayos literarios:
De los trabajos literarios en Chile (1859) y en sus consideraciones
sobre La Literatura Chilena (1861) . Estas últimas, sobre todo, orien-
tan con precisión sobre su concepto de la novela y las funciones de
conocimiento y edificación que le asignaba. La popularidad del gé-
nero se le aparece como eminentemente útil para extender la civili-
zación hasta las clases m enos cultas de la sociedad. De entre las
formas de la novela romántica que considera ninguna le parece más
adecuada para definir el carácter nacional de una literatura y satis-
facer las funciones que le parecen propias, que la novela de costum-
bres, vigilada por la exactitud de la observación y por el r espeto a
la moralidad.
En la extensa obra de Blest Gana, destaca en particular un grupo
de novelas - las más importantes- que en conjunto configuran un
extenso ciclo de la historia del país y d el des:1 rrollo de las costum-
bres y de la sociedad chilenas. Abarcando un extenso lapso, sus
asuntos comprenden aproximadamente desde_ 1814, con la recon-
quista española, hasta el últir:no cuarto d el, siglo x~x con la repre-
sentación de los hispanoam en canos en Pan s en chsf~ute ~anal d:
una bonanza económica fugaz. Cada novela de este Ciclo fi p el hi-
to histórico a que corresponde con la clara referencia a un aconte-
cimiento histórico de relieve. Este ciclo comprende, fund
.
mente fas novelas Durantr: l a R r:con r¡uz.sla, ' . Ideal de un amentaI·
El
. . , Rw
El /oro l '.s/t:ro) ktm lm.
. n.s) f j l A nlrndzca
. .; . en el amorcalavera,
trnn ,plantrulrH Al marg-e n de estas novelas, Blest Can· Y Los
· •• ' • . · · ' · c1, escrih"(;
1
1111 :i doccn;i de obr:1s de vanaclo mérito y menor cxtensi<'>n >
. · ¡ · . . · _ , ·
m en cwn ~Hlas que rev iste n e 1ve1 Sd 1mport.mc ia dentro del
9 ue .
las
. cons1de-
r:.1 blc yoJumcn de su obr;i . Nuestro novelista fue uno de 1
. os tnás
fec undos n:irr:1dorcs del siglo XIX.
La Aritm ética en el anior (1860) 1narca el comienzo de la
ma-
durez en la novela de Blest Gana con los rasgos definidos de u
1nodo de representación de la realidad que acentúa las motivaci:
ncs del interés codicioso y del dinero en la sociedad. Pero será
1,1art!n R ivas (1862) la obra que desarrol1ará con mayor propie-
dad los rasgos distintivos de la narración blestganiana. Es también la
noYela que le ha valido la mayor popularidad y la única novela chi-
lena que ha alcanzado cosa de treinta ediciones. El interés que esta
obra despertó desde un comienzo no ha decrecido y se ofrece cier-
tamente como un caso de observación para la sociología de la li-
teratura.
A1artín R ivas narra la historia de un joven provinciano que lle-
ga a 1a ca pi tal, a casa de un antiguo conocido de su padre. Despro-
visto de medios de fortuna, Martín, estudia para la profesión de
abogado y ayuda a su protector en la ordenación de sus negocios.
El joven aparece en una primera situación como un extraño en
el mundo que ha de sufrir la burla y el desdén de una sociedad que
viendo en él a un provinciano castiga su falta de elegancia y su
pobreza. Asimilado a las modas dominantes en la sociedad santia-
guina 1a efectividad de este motivo desaparece y queda relegada a
la dimensión interior del personaje, cuyos valores de inteligencia,
dignidad y generosidad, permanecen hasta el final y modifican, en
la mejor tradición del realismo hispanoamericano, la imagen ex-
terior hasta hermoseada y perfeccionar el mundo a su alrededor.
Martín se enamora de la bella hija de su protector. Es un amor
sin esperanzas, un amor imposible si se atiende a las condiciones
de la sociedad para la cual las diferencias sociales y económicas im-
piden la unión de un joven pobre y una doncella rica. El joven
deberá sufrir el desdén de Leonor quien no deja de sorprenderse
-:esentida y turbadoramente conmovida a la vez- por la altiva dig-
nidad del provinciano.
Andando el tiempo la situación se ve alterada. La familia de
don Dámaso Encina, el comerciante que le ha acogido en su casa,
tiene ocasión d e comprobar las 91
virtudes del . ove .
tunidades resolviendo dificultJ des f T J n en vanas opor-
te a su tutor. Esa imagen e d . ami iares Y ayudando eficazmen-
etenora repenf
yoco que obliga al muchacho b m amente por un equí-
. .
tiempo 1nv1erte la situación in· .
ª a andonar la p
ca a. ero al mismo
ic1a1 cuando Le
ra7Ón que e tá enamorada de M , onor nota en su co-
apa ren temen te desdeñada por 1 . art1n y que ade
e: mas, est á celosa y
e Joven.
Entretanto Martín desesperad 0 . .
. por su s1 tuac1ón 1
huestes liberales y p articipa e e enro a en las
1
1851. Derrotada la revolución :u a ahson_adda contra. el gobierno en
·
1os E nona a- donde h a llegado an tye 1 en ° a refugiarse en casa de
es ª carta en que Martín confiesa
su amor a Leonor. El encuentro d l .ó .
e os J venes permite que se de-
el aren su amor. P ero Martín es detenido , d
. y mas tar e condenado a
m u erte. Sin embargo consigue huir d · ·, · · · ·
vamente a Leonor. , e su pns10n y unirse defin1t1-

La novela muestra las características de la ciudad de Santiago y


_d e la sociedad chilena ~e l 850. Esta se representa movida por lo~
intere e de clase Y_ de dinero y animada universalmente por ideales
de moda Y elegancia en el vestir. Estos ideales son imitados por las
,~J.~:e:~~s baj as cuya imitación da lugar a lo que la época llamó
~1ut1co: , cuyos propósitos de elegancia daban lugar a grotescas ma-
n1festaoones de mal gusto. Los acontecimientos se desenvuelven en
dos planos, el de la clase alta y el de la llamada de "medio pelo".
Escen arios, personajes, costumbres animan en ambos planos la vida
de la ciudad y d escriben las tendencias y aproximaciones entre gru-
pos sociales.
Si bien sobre las condiciones sociales triunfa el amor de los pro-
ta~onistas igualados en "las nobles virtudes del corazón", el narrador
no deja de fustigar una sociedad inclinada al culto de las aparien-
cias, ignorante y voluble, ordinariamente transformada en sus prin-
cipios por el interés pecuniario y el dinero.
Con generacionismo romántico, Blest Gana, contrapone viejos
n ecios y jóvenes virtuosos. Pero su caracterización en general tra-
za una tipología local y de un tiempo definido. Exteriormente y de
un modo que es caracterización de la sociedad misma. los perso~a-
jes son re tratados con minuciosa determinación de su aspecto in-
dumentario que precisa las modas d e 1850, en damas y en varones.
En el escenario es interesante observar que igualmente el énfasis
está puesto en una clara determinación de los ámbitos públicos y
privados en donde discurre la vida santiaguina en el medio siglo.
El ¡ deal de un Calavera (1863) presenta un mundo fijado histó-
. .. . de Portales, hecho de gran relieve en la
or el ascsm,1to . . . .
ricamente P · í L n ovela pnnc1p1a por ser en apanen-
. l'tic:1 del Pª s. ª 'l.· d l
historia po 1· ·. ·I· sicológica con el ana 1s1s . e a persa-
. ·ora nove ,l P
cias t1na piornis . . }Jcrsonaje. Pero éste no es sino el expe-
. I I d un d o n ¡uan esc.o .
naltc :H. e · rn-i c¡ue apoya el argu mento en la bio-
. l Ja novela 1110<1e '
diente e e · __ . . La verdad es que la novela posee una
f ·.1 de un pe1 son,1 ,e. . .
gra 1. · · • . · . ¡ y lo que se representa positivamente
r . l· e ·trt1 ctt1ra csp,1c1, 1 - .
de mH •1 5 · . burb·ina y rural de los anos treinta. Es una
es b vid:i urban:1, su ' . d . .
· . rara plenitud, por un anima o movimiento
Yith 111arc:1da poi una . . 1 1 1
· .. d n clima de exaltanón vita p enamente agrado.
aleo-re y festn o, e u . . ., .
~-
E 1a nme 1a 1e
t . ne de interés que su d1spos1c1on . narrativa adop-
.
ta Ja f 011na zn
· extremas res, es decir, la novela comienza . por el epi-
~dio final, para luego retomar el hilo cronol~g1c~ y desarrollar
natura lme nte los an tecedentes hasta cerrar la h1stona una vez uni-
dos los extremos.
Durante la R econquista (1897) es considerada la mejor novela
de Blest Gana. Fue publicada después de treinta años de silencio
del escritor. Se trata de una novela histórica de gran extensión re-
ferida al período que le da título, correspondiente a la recupera-
ción del poder por los españoles después de las primeras batallas de
la independencia. En ese lapso de venganzas crueles y de severo ré-
gimen policial, se narra las relaciones de españoles y criollos y los
ardides de amor que unen a personajes de bandos contrapuestos.
La evocación histórica y la fiel y documentada reconstrucción del
pasado es virtud alcanzada con el rigor del realismo novelístico.
Los aspectos más variados tienen lugar en el mundo de Blest Gana
y las actitudes se matizan en un grado que no se le conoce en su
obra anterior. Lo trágico y lo heroico, dominan con notable elabo-
ración pero hay lugar importante, para lo amable y cortesano, para
el gr~cejo y el humor cómico; para lo brutal y sanguinario, pero
también para el encanto infantil -raro en un novelista en cuyo
mu n tlo regularmente no hay niños-, para el juego y la fiesta. En
Durante la Re · cO nquzs · t
a es d onde meJor . se muestra el lo()"rado ta-
lento narrativo de Bl G b •
est ana, con toda su variedad de matices.
Los tran,.~plantados (1904) narra la vida de los hispanoamerica-
nos en Pan s. Con ·f1t · · d d
la •ct d . s uye un severo cuadro de la inautent1oda e
. v1 a e los criollo. . .
bl · ' s enriquecidos, deseosos de emparentar con no-
es europeos despro . t d ,1
timament d . . vis os e fortuna. Caterva de rastaquoueres u·
e esprec1ados p I · · los
explota. or a misma sociedad que los acoJe Y

El loco Estero (1909) . or la


es su última novela de importancia P
cENERAClüN úl'.. J.OU/
93
f echa de
. su publicación . Es intercsante por su é .
narrauvos pues recurre a una na .ó m todo y disposición
rrac1 n enm
incnsíón para atraer los antecedent . arcac1a de extensa di-
, . es necesarios a 1 h. .
Gana cxp 1oto van as de las posib T 1 d · a istona. Blest
. b I ic a es que la n l
¡ Jroporoona a con originalidad , ., ove a moderna le
, separ,mclose del h1. b.
J1lOl1Ólono en estos aspectos de 1 . ª ito, un tanto
' a narrativa 111·
la época. ' spanoamericana de
Blcst Gana si bien reticente frente 1 N .
· d a aturalismo q ·
cer y casi esaparecer en la historia 1.t . , ue vio na-
1 erana durante su v·d 1
dio pábulo en sus novelas a las crud d a, nunca
. ezas e esa tendencia. Solía d -
tenerse en 1a narraoón para advertir . e
, ·a d 1 que 1O que deJaba de contar
habna s1 o .e gusto de los narradores na t ura¡·,istas del día En El
loco Estero, sin embargo' da lugar a algunas s1tuac10nes · • que· mue
tran
. . de qué manera , el Naturalismo se h ab'1a impuesto· como sensi- ~-
b1~1dad en toda la hne~ y era, por la fecha, iJ).Ci)ff§ge,p-re~nte asu-
nudo por todos los•
escntores.

Sobre esos rasgós·1/ ,...,l ~ V R 1 -,1."··
1/ , c aro esta, a'· novela
de Blest Gana siempre impuso su contenhí6n ')'- <· m ora1. ' 1x:,•
,,~· ·.
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~.........- ~ , - - -~ - - - r .. '

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1

Ignacio Manuel Altamirano (Tixtla, 1~$4~1893).. ~; · el no~elista


mexicano más importante del período y urii "d~·· la,s. figura'~ rectoras
de la literatura de expresión nacional en su piís:-~dh~_gian•' penetra-
• , • / "-":-t7'P- - - !,-"t"'

oon asumio las formas de la novela moderna, sobre la que escribió


páginas excelentes, y atenuó las características vehementes del ro-
manticismo social con el realismo innovador que caracterizó a su
generación.
Dos de sus obras principales destacan por su originalidad y por
la plasmación de un nuevo realismo en la representación de la
realidad en la novela. Clemencia (1869~ y El Zarco (1901) -esta
última publicada póstumamente- son las dos novelas de Altami-
rano.
Clemencia es una narración enmarcada que el médico que asis-
te en sus últimos momentos al protagonista cuenta a un grupo de
sus amigos cuya curiosidad ha sido despertada por dos text_os de
Hoffmann que se reproducen en sendos cuadros en el estud10 del
médico. El método de la narración enmarcada queda entregado a
las peculiaridades narrativas del ocasional narr~dor ~uien engen-
dra su propia ley de exposición y tiene p~r destmatan~s del relato
· d" t del marco a qmenes se remiten las ape-
a l os oyentes 1nme ia os
·
l anones d l d L hiºstoria narrada desde ese marco presenta
e narra or. a
94 HISTORIA DE LA NOVELA HISP
ANOAME:RICANA
un a cstruclllra narrativa muy característica <le la n
, . . ove1a de Al
mirano. Es una hi storia de amor funesto cJesarrollach ta.
• • • < con un
lelismo qu e detcnnman los personaJes prrncipales cont . para.
rapuestos 1
comandantes Enrique Flores y Fernando Valle. Ambos ·' os
. . • · pertenecen
•t la columna del eJército nac10nal que acampa en la ,· <l
• c1u ad d
Guadalajara a fines de 1863, durante la campaña contra la . e
. s tropas
fran cesas invasoras. Valle presenta en casa de su prima Isab 1
· e a su
camarada de armas. En la ocasión Isabel se hace acompañar
Clemenoa,· su amiga
. d e l a l ma, y am b os Jovenes
.' por
serán encantado
por sus hermosas conocidas, contrariando, sin embargo el designi~
interior de dos de ellos. Valle que se ha enamorado de su prima
Isabel es desplazado por Flores y padece, desengañado, lo que el
mismo estima su sino de antipatía. Sin embargo, Clemencia, le ma-
nifiesta gran simpatía a pesar de que diabólicamente le atrae ocul-
tándole sus verdaderos sentimientos. Flores entretanto ha enamo-
rado completamente a Isabel e intenta seducirla, produciendo en
la joven un profundo desengaño. En ese mismo momento, Fernan-
do sorprende a Clemencia que se ha abandonado en los brazos de
Flores. Terriblemente desengañado, reta a duelo a su antiguo ami-
go, pero éste, comenzando a perfilar definitivamente su carácter,
da cuenta a su superioridad de la tentativa de Valle, quien es di-
suadido enérgicamente por su jefe de batirse. Por entonces, el cuer-
po de ejército a que pertenecen debe dejar Guadalajara en direc•
ción a Sayula frente al avance de las tropas francesas y afrancesadas.
El mismo día, 19 de enero de 1864, Enrique es promovido a teniente
coronel. Cuatro días después, abandonan Guadalajara las familias
de Isabel y Clemencia en un carruaje que sufre un accidente en el
camino. Fernando Valle tiene la oportunidad de ayudarles en-
viando un carruaje discretamente, sin revelar su identidad. Las
familias creen recibir el socorro de Flores y le envían presentes de
agradecimiento, con una carta de Clemencia -alter tulit honores-
que mantendrá el quid pro qua hasta el final. Flores pretendiendo
vengarse de Valle le acusa de traición, pero su acusación es respon·
dida por las revelaciones de su propia traición al ejército nacional.
Reconocido como traidor, Flores es encerrado, juzgado y condena·
do ª muerte. Clemencia visita al reo en ca pilla, a quien custodia
Valle, e increpa al comandante, convencida que todo es producto
de su resentimiento, manifestándole su odio y su desprecio. Valle
padece todo esto sin defenderse. lVIás adelante, desengañado del
mun~o. ,Y de la vida, ofrece la fuga a Enrique y ocupa su lugar en
la pnsion. Por este hecho, sedt condenado en reemplazo del fugi-
GENERACION DE 1867
95
tivo. En ton ces arriba el mom ento del d -
Enrique llega su casa a pedir ay 1 esengano para Clemencia
uc a para a· · · ·
ocupada por los franceses. El ci . ingirse a GuadalaJ· ara
. nismo y la c b d, '
ren a Clemencia en lo más hond 11 , o ar ia del traidor hie-
0 evandola a d .
cesado y a conocer el valor excep . esprec1ar al afran-
' . nona 1 de Fer d .
tara salvar sin poder conseguirlo O nan
. tras revela ·
°, a quien inten-
verdadera trama de los último . . nones mostrarán la
s aconteom1ent l .
ción de Valle. El tardío y tra'g· os, Y a digna condi-
1co amor de Cl .
consigue comunicarse llegando . ,e menoa por éste no
ª ver al desd1ch d 0 1
mismo de la ejecución. Valle reci·b·ira, 1a adorac .ª' en' e momento
mencia y de su familia. La mucl1a h fº 1 wn postuma de Cle-
c a ma mente se tº
vento. La noche antes de s re ira a un con-
. . u muerte Fernando llama al médico a
qmen cuenta la desgraoada historia d e su vi.da Y le encarga una
carta
· b sus padres. Las circunstancias f ma1es ponen una cruel
, para
iroma so. re . los acontecimientos. El narr ªd or h ace gala de contras-
.tes .descnb1endo
. el hermoso día con que 1a natura1eza muestra su
md1ferenoa , . ante el sacrificio de Fernando • Mientras en G uad a1ap- ·
ra, el medico
. . entrega al padre, en el día de su cumple anos, - 1a carta
y las not1oas de la muerte del hijo, en el mismo momento en que
las hermanas del comandante son encantadas por el traidor Flores
que desfila por las calles. La casualidad romántica y la expresión
del absurdo de la vida subrayan el fatal destino del héroe des--
preciado.
En una construcción característica de la obra de Al tamirano y,
en su esencia, del realismo hispanoamericano, se confiere profun-
didad y misterio a la realidad mediante la contraposición entre e]
ser y el parecer cuyo dinamismo se superpone al de otras oposicio-
nes más constantes en el período romántico. La apariencia bella y
seductora se rebelará a la larga malvada y siniestra; la apariencia
fea y antipática ocultará valores morales superiores que resplande-
cerán finalmente a la luz del día. Unos, desde su prestancia y apos-
tura inicial serán afeados; otros, desde su desmedrada presencia serán
elevados hasta la belleza heroica. Una ley de conocimiento de la
autenticidad moral preside el realismo novelísti_co: toda la novela
marcha en el sentido de ]a revelación de la realidad de verdad que
~e oculta tras las apariencias engañosas. De ~sta manera también,
sistemáticamente, fustiga los valores de la sooedad en le represen-
tación literaria.
· · d da el personaJ· e más rico y más complejo,
el emenc1a
. ·
es sin u . .
· t ·oso entre los persom1Jes femenmos de Alta-
eº·n t rad 1ctono y mis en , • d
d d. · eJ·or y más profundamente caracteriza os
muano, e or 1nano m
· - - . . ·''-'AM l:'.Rt
96 . CANA
. os Clemencia se 1nuestra con los r
los mascu l Jl1 . . ." . . asgos de
que J " bellc clame sans m erCI , la mu.1cr f.atal dcst lllonfa.
s de a 1 . . ructor
co - . E~ ]a seductora perversa , a mu.1er apasionad· a de
1iomb1es. s • a y sen
. ~xi tos de otras m u.1eres y ca paz de tram ar · suaJ,
celosa de ]os e _ , . . un amor .
_ . •t·mte para p1ovocar los celos o para no <::n.
g -1110s0 e mci ' - <1e1atar 11
' . .
derrota ,t1no
rosa Provoca así y engana a Valle sin amarl
. .
'
o, pero
na
. estos en Flores. Como lsc:1bel, es adoradora de I con
los OJOS pu . . a hellez
_. y de las formas hermosas, pero su ideal amoroso . -a
cxte1wr ., . . . · tiene ras.
erverswn desconocidos en la novela h1spanoamer·
go el e P . . , . , icana del
, do Su personalidad profunda se levanta en contraste .
peno . . . , . con Isa.
bel, la .J . oven rubia pura y virginal. Clemencia es una more
' . . na al.
tiva, una lionn e aristocrática y soberbia, que sueña con un
. " . amor
novelesco en que se f i~u:a querer a un proscr~to perseguido por
todo el mundo, un martir, un hombre que subiera al cadalso por
su fe y por su causa, abandonado de todos, hasta del cielo ... y me
hago la ilusión de arrebatarle de la~ gradas del cadalso, de ser yo
su libertadora y de llevármelo conmigo para hacerle sentir el cielo
'
después de haber pisado los umbrales del infierno". Y más adelan-
te dice: "quiero la desgracia y las d esgracia emanada de un grande
rasgo del corazón" . La novela castiga el bovarismo de esas ambi-
ciones con las instancias d e la vida, que somete a las pruebas de la
realidad la locura de tales ensofiaciones.
En la caracterización de los varones, Flores queda agotado en
su exterior apuesto, en la ligereza de su conducta y de su concien-
cia y en el encantamiento de sus artes seductoras. Gradualmente se
irá descubriendo tras la fachada, al cínico, al cobarde, al traidor
monstruoso y miserable. Fernando Valle, en cambio, es un perso-
naje lleno de interés y casi sorprendente en la novela hispanoaroe·
ricana del período. Es el desplazado, el hombre que tiene del m~n-
do una imagen infernal y lamentable y para quien, desde pequeno,
1~ vida reservó asperezas, desgracias y equívocos dolorosos. Sus ideas
~i~e:ales le obligan a abandonar su casa y el comercio en que le ha
iniciado su padre, para entrar a las filas del ejército, en las que de
soldado raso asoen · d o por sus mentos, . en campana - h as ta coman·
dan te L , · ., d por la
. · ª unICa pas1on amorosa que le dominó fue bur1ª ª d
muJer que la despertó. Por ella se sacrifica finalmente. Abrurnª¿
por sus d · ·rnenta 0
°
. esgracias se entrega a la muerte habiendo expen .•
el ted10 infi · 1 • · , antt 0 Pª
1a que una nito, e cansancio de vivir. Esta caractenzacwn . de
gene . , , f. . un upo
a ·u t d racwn mas tarde comenzará a de mir •
1 s ª 0 perfil pe · · . Jeta 51 00
se la obse simi sta. Pero su comprensión es mcomp de lo
rva en su transformación de afuera hacia adentro,
GENERACION DE 1867 97
exterior en lo interior de manera que la interioridad resplandece
en lo externo. La belleza de su aparición ante el pelotón de fusila-
miento determina con claridad los ténninos ele esta caracterización
y su efectividad en el mundo.
Es fácil ver que este procedimiento caracterizador muestra fren-
te al esque1na que hemos conocido en Amalia de Mármol, un realis-
mo sigular que rompe la necesidad ingenua establecida por el régi-
men de lo sublime entre exterior e interior de los personajes, entre
sus cualidades físicas y 1norales, y hace irrelevante toda apariencia.
Al afincar lo esencial en la interioridad con independencia de toda
exterioridad -porque los feos pueden ser buenos y los bellos malos
y porque de dos bellas una puede ser buena y otra mala y porque,
en definitiva, los seres humanos no son de una pieza-, se afirma la
fuente de un nuevo realismo.
El escenario principal, Guadalajara, capital de Jalisco, es mos-
trado por el narrador en dos momentos iniciales con perspectivismo
extraordinariamente original para la época. Primeramente, la ciu-
dad vista de lejos, lo que p ermite situarla geográficamente y perfi-
lar su ubicación en el llano y su significación social. La descripción
tiene el pormenor documental y la precisión exacta que el realismo
acentuó en la novela. Luego se muestra Guadalajara de cerca. La
simpatía del lugar y de su gente; el localismo sano y vernáculo, el
amor a las cosas propias. El encanto de las mujeres se constata junto
con el desplazamiento del culto del amor por "la idolatría del be-
cerro de oro", signo de los tiempos, en el que se ve consecuencias
funestas. Este es interpretado como un contagio de las costumbres
extranjeras y como una pasión que no puede menos que inhibir
toda moralidad sana. Guadalajara es todavía reducto del amor.
El Zarco obedece a buena parte de las características de la no-
vela de Altamirano que muestra Clemencia. El Zarco narra una
historia de amores funestos que se cruza -en bien definido quias-
mo- con otra de amores puros y felices. El amor funesto arraiga en
las relaciones ocultas que mantienen lVIanuela, la más hermosa jo-
ven de Yautepec, y el Zarco, bandolero, jefe de los plateados, que
tiene aterrorizada a la población. lVIanuela por ambición codiciosa,
que constituye una de las motivaciones realistas, y por novelería
-las heroínas de Altamirano padecen de inclinación bovarista-,
ama en el Zarco la imagen del bandolero galante. Su ilusión y su
ambición la llevan a fugarse con su amante. Manuela no puede so-
portar la mediocridad del mundo en que vive ni el respetuoso ,
JIISTORIA DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA

. N . ol-ís -oven herrero a quien llaman despecti-


. ased 10 <1e te ' ' ·1
sto •
hone · . . .. or el rostro que delata su ancestro indígena
yamcntc "el rndw P , ' . . .
. 1, hiaa secreta de ManueLt con El Zarco, Nicolás
Comprobacl ,t ,t b ~ p
. ·ento encrañoso al e1esengano. ero a su vez, Ma.
)asa del cnamo1 anu b 1· 1 . .
F ll da al reducto de los banc 1c os en Xoch1mancas
Il uela, a penas ega < ' • • • • •'
_. · pacto de la vida miserable, cruel y sangumana de
sufre el atroz un . . .
e deseno·aña con espanto. Al mismo tiempo comien.
los platea d os y s b . ,
.
za a ap1ec1ar a· . 1 imag·en del honesto herrero ele Athhuayan.
. . A partir
de este momento la joven padece graves rtmorchm1ent~s._ Por otra
1

muJ· eres del reducto le van revelando la conchc10n cobar-


parte, 1as . . .
de y cruel ele los bandidos, y en espeoal, del Zarco. Los sent1m1en-
tos de culpa de la muchacha aumentan con la muerte ele la madre
a causa del dolor y la vergüenza que le causara la fuga de la joven.
De esa muerte sabe en medio de un baile que se constituye en or-
gía de pasiones malignas y de vengativos propósitos alimentados en
contra del Zarco por la posesión de Manuela.
Poco después de la fuga de los amantes, llega a Yautepec una
columna militar a la que recurren las autoridades locales y Nicolás
para la persecución de los plateados. La ocasión servirá para mos-
trar el ningún poder de las autoridades ni de la justicia y el abusivo
imperio de los militares -una milicia miserable en número y cali-
dad- que encierran a Nicolás por enrostrarle al jefe militar su
irresponsabilidad. Los militares pretenden asesinar al herrero en
el camino, en previsión de lo cual el ayuntamiento y la justicia
acompañan al jefe militar para evitar un crimen. En Cuautla, adon-
de arriban, recibe el joven la libertad y sanción el jefe militar por
la irregularidad de su conducta.
La prisión de Nicolás, sirve, en el primer momento, para conocer
el amor puro de Pilar, joven amiga de :M anuela, cuyas virtudes sólo
brillan cuando Nicolás saca sus ojos de Manuela. Sólo entonces el
~errero reconoce la real valía de la joven, su gracia y belleza, que
irán ganando con el tiempo así como transcurre la narración. El
amor bueno tendrá la oportunidad ele manifestarse al regreso del
joven a Yautepec.
_Luego de estos acontecimientos los plateados experimentarán su
pnmer contraste a manos e.le 1\!Iartín S:1nch ez Chagoll.-i n " personaje
rigurosamente histórico" . Este era un ranchero ele Ayacapixtla, cerca
de Cuautla en el estado de Morelos, d e unos cincuenta años, quien
para vengar la muerte ele su familia se dedica a perseguir a los ban-
didos. Autorizado por el prefecto del lugar organiza partidas peque-
fías de activa estrategia, destinadas principalmente a hacerse de ar•
GENERACION DE J867 99
mas y caballos. i\tfartín S,inchez encuna m{1s bien una fuerza social
que un personaje pintoresco. Con la ayuda de N icol{ts el erro tan a los
plateados y toman al Zarco en una venta. Entregados los bandidos a
]a. autoridades de Morelos, éstas, corrompicbs y venales, no tardan
en poner en libertad al Zarco, mientras 1\!Iartín Sünchez cuida de sus
heridas y Nicolás prepara su boda con Pilar.
La censurable actitud de las autoridades indigna a Sánchez quien
acude a Benito Juárez, presidente de la república, para organizar
una fuerza más poderosa d estinada a exterminar el bandidaje en el
sur del país. Recibe del presidente facultades extraordinarias que le
permiten ejecutar justicia por su m ano. El encuentro ele las dos fi.
guras tiene para el n arrador un valor emblemático.
El día del matrimonio ele Nicolás y Pilar, los plateados intentan
poner un celada a los novios, p ero Martín Sánchez les da un
albazo y lu ego de dar muerte al Zarco le cuelgan del mismo árbol
en donde antes le cantara el búho en Yautepec. i\tfanuela está pre-
sente a alguna distancia de los jó, enes y al verJos les implora per-
dón para ella y el Zarco. Nicolás intercede por ellos, pero Sánchez
le advierte que la embocad a estaba destinada a matarlos. Manuela
no pudiendo soportar la visión de Pilar amada por :t\'"icolás decide
morir junto al bandido, llena ele despecho y amargura. Al monr el
Zarco enloquece y muere allí mismo.
Como en Clemencia, tenemos el mismo esquema en parejas con-
trapuestas -aquí más firmemente- donde la belleza brillante y se-
ductora se desdora y la modestia y la belleza menor revelan una
oculta perfección. Este proceso es objetivo pero es principalmente
experimentado por los personajes mismos. Manuela empobrece su
belleza a los ojos de Nicolás con la perversidad de su ambición.
:Manuela a su vez, desengañada, verá embellecida la figura del jo-
ven herrero, hasta morir envidiando el destino de la modesta Pilar.
Esta misma, oscurecida al lado de Manuela, en ?1Rfe-J1-?0, ter-
mina por ser "la buena y bella Pilar, la peri drl tie;Sl&.J' P0f su
carácter, por su hermosura y sus virtudes". _¡ e}· --! ,
-.
¡ ' ,<~
3
\
1 -O .
Jorge Isaacs (Cauca, 1837-1895) es el autor ele ~ -eS~R 'q,Jal _!}1aría
(1867). María dista de ser una novela interpre •ee · modo
unívoco y siempre aprobatorio. La crítica le mezquina de ordinario
lo que el público lector de lengua castellana le ha brindado, casi
desde la primera hora, hasta convertirla en una de las obras más
100 HISTORIA DE LA NOVELA HISP \N
' OAMERICA.NA.
leídas y con mayor número ele ediciones en la literat d
lengua. ura e nuestra

,Es, de ~as nove~as decimonónicas, la historia de amor f


mas sugestiva, senuda y llena ele significado. La unesto
. nove1a narr 1
amores de dos Jóvenes adolescentes que clan contc • 1 . ª os
. n1c. a vida a
pnmer amor, pues la muchacha, :María, padece <le e . . su
l d T 1 · · pi 1epsia Y su
en fermec. a se man1 1esta a mismo tiempo que conoce 1 • h' . .
.
e 11npos1·b·1 ·d d en que se halla su amor por Efraín ·r
1 1 a
ª md 1h1c16n
, c1 ra a en
enfermedad, hereditaria e incurable. su
La contención prudente que debe desplegar el J.oven en
.. amorado
y la promesa que debe hacer a su padre, hpn los límites de u
na re-
lación en la que el gesto fugaz o apenas insinuado adquiere relieve
El encantamiento sensual o la vehemencia de la pasión juvenil e~
sub1imada en objetos o manifestaciones diversas del amor por el
otro -flores, guedejas, pañuelos, anillos-; objetos que sellan una
promesa, pagan una culpa o compensan un agravio. Una sensua.
lidad delicada y real se manifiesta en roce de casualidad, presiones
tiernas, besos, visión sorpresiva de la desnudez de hombros, manos
o pies, que son objeto de maravilla constante.
La limitación fundamental provendrá de la decisión del padre
de Efraín de que éste realice sus estudios en Europa, lo cual le
significará una ausencia de cinco años. La separación se carga de
signos funestos que ponen ya la enfermedad y el dolor y que acre-
cientan augurios fatales, en el repetido roce ominoso del ala o de
la sombra del cuervo, hasta coincidir en el cumplimiento fatal.
Para los efectos de la intensificación y la comprensión total del
mundo y de la vida humana se utiliza en la novela, sobre la situa-
ción dominante, la recurrencia del motivo de amor y de separación
funestos en diversos planos. La lectura de A tala de Chateaubriand
proporciona la primera anticipación y una identificación con el
doloroso sino de la protagonista. Las historias se asemejan en ~1?1
1

nos aspectos; así por ejemplo, la irrevocabilidad de una deo ión 5

fatal que en el fondo no ·es tal. Los votos vulnerables de Atala que
la llevan a la muerte creyéndolos inmodificables, son semejantes ª
s
la férrea decisión del padre de Efraín que separa a los enam 0radº '
, 'd amente mas
superad a rap1 , tard e pero mcapaz
· de modificar. su
A tala uene
efecto fatal. El padre del joven cumple el pape I que en lo-
T la co1
el padre Aubry. La situación elegida pone de mani ieStü llí
5
rosa constricción impuesta a la felicidad ele los enamorado , .:1a
ser la not
donde la plenitud de la vida y del mundo parecen ·a in·
vigente. El único y fatal resquebrajamiento brota de la precart
f.EN ERACION DE J867
101
tegr~d;1el ~ e- lo humano, bello, honesto, delicado, pero mortal; de
la s nnpos1c1 ones del deber y d e la incapacidad humana de prever
los efectos d e sus d ecisiones y su verdadero alcance.
L~ his~o1~ia de Nay y Sinar cumple, en su oportunidad, una
función s11n1lar a la lectura de Chateaubriand. Como en A tala
fij_a la triste_condición de la mujer que muere en tierra extranjer~
leJOS de quien ama. El exotismo del episodio amplía y universa-
liza la significación del motivo. Su narración se articula en la no-
vela como evocación del pasado africano de la negra Feliciana y
pone su justa resonancia al motivo central de la separación fu-
nesta. Otras resonancias no originadas por el contexto de la novela
provienen de Paul et Virginie y ordenan un mundo de motivos
que confirma la extensa perduración de la sensibilidad romántica
exotista y sentimental.
La estética del autor del Genio del Cristianismo, obra de dilec-
ción de los amantes, proporciona más de una información definida
sobre la configuración del mundo en la novela y la razón última
del quiebre de la unidad y la plenitud del mundo del amor y la
visión de la naturaleza del Valle del Cauca, el escenario requerido
por la perfección del todo.
La historia no queda así despegada del sentido espacial de la
obra, sino que viene a agregar los signos -enfermedad, muerte-
que manchan la belleza, de otro modo perfecta, del mundo en la
idealizada visión del primer amor: "diálogo de inmortal amor dic-
tado por la esperanza e interrumpido por la muerte".
La acechanza de esa fatalidad encontrará réplica adecuada en la
visión del paisaje en los capítulos en que se narra la navegación
del río Dagua, cuadro de las ominosidades de la naturaleza y pasaje
de pruebas de terror y miedosa prevención para Efraín. Condicio-
nan el clima atemperado al estado de ánimo del joven: selva y no-
che inciertas para los temores y terrores de una carrera contra la
muerte. Esta visión de la naturaleza es precursora de la catedra•
licia visión de Rivera en La Vorágine y de la visión naturalista del
Mundonovismo. Ninguna novela de la tradición decimonónica an•
ticipa más claramente esa exaltación americanista como María.
Esta exaltación es multidimension al en la novela de lsaacs Y está
fuertemente particularizada por la sen sibilid~d rom~intica Y, cha-
teaubriandesca y ajena, por tanto, al naturalismo y a la agonia ro-
mántica de la obra de Rivera.
La dimensión espacial con todo su pintoresquismo del_ color
local, magnificado y teñido sentimentalmente en la evocaoón, se
l iJ~
. to m o·aico que lo, '• ia je: " p a ;eos de Efr:ün <!~--
ar 1e u .1 en u n ' a . ~ · --
b no edad del hwar o el recuerdo d~ ~
1 1 :i. Y t r:1 za n co n • . . ·
·_ d oción inter ior. El ·amor p J tno. a m or a ~- t 0
mo; 1en o::, e conn1 . ..
•. d . d i·e, e, b p nmera emouon al r~.rr t-~ d~ Ef .,j
o re _10n e 1o~ pa -· · · ·
. '- en z., r la n o,·
0 b . L :i b::llez:i. n 2· ira del Cau:2 e:xoo .
·111to on con1 " • .. •
·d ira
. · , er b o~J.t - ll "'Il tP l., emoción d el pa i5-aje. La Yi.ita a la 30 ~
.. .. " .
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~n e m~mdo -c:i.rnpesino en la ciu da o c:t:ictino en e· c:>.m?O-
J re ~e d es::-nn .eh·::-n en h noYe 3.. h 3.y b

cer ·eza poder ~ uc- c.~
or ::l p:i is.1 je cJ. p:iz d e 3. ner a h ombr :: :· a la muj e.r de h ci::d:?.c:.
..\!í lo nnn ifiest:i E frJ.in :i. CJ.rlo:s e n n d o este tcllle que ~br.i.!dc..
b mujer :i. q ue :i.spir:i. . no tolere el c3.m po: ··_\ demis -d;ce Err:ún-.
esta llanuras. estos b osques. estos ·íos. ::son p or Yenrun cos35 que
ella ha Yi:sro: : on p:i.n Yerse y n o 3.111:i.r:sc: ...
Desde Europ:i.. brot:i. en el joYen u n sent im iento n osti lgico que:
es b p rimera m:in ifest:i.ción d el d oloroso desarr:ügo d d su.?lo ~uné'-
rican o en la n oYeb hisp:i.1103.meric"!n :i.. que :surg e como d c:-n""' ,e
paisa je americ:mo en el dest ierro g r is y h cbdo d e b ciud:i.d d~
Londres.
L a claYe ameriCJ.na recibe b:s corresponden ci:i.s sentimf nr:i.les qut
d om inan la Yi:sión nocturn:i. dur:i.nt e · b n:i.Yeg-:i.ción <.frl D:ig u :
" Pronto nos rodeó b noche con tod:i. su pomp:1~ 3.lllé'ricm :t : b ~ 1~~
che d el Ca uca , bs d e Londres, b s p:i.s.., das en :i.lta nur. :?<-w q:tt'
no eran tan m ajestuosam ente trist es como a qudb·· .
Como narrador. Efraín . se au toc uact eri z:1 en :su n :nr:lÓt)tl :i:-i
como eYoca' r-'- 1110non:ic· l·,llnent e :su pnmer . , · · , t , tit
:tlllt)L ~ll S~' lltlllllt n l
ne. _un d esoarro mee1·1t10 que ponckr:1 t' l Y:L l'l. u~,., 1·l ~
c-1 • •
1
. o' y equil1brado
la·0"'11mas como h· mento el e1 tn~t . e fm . de b llt'rnw~1 1<-wen. • · ,,,.ld.l
~:-·
por la muene . en l101.a tcmpr:ma. v de lo~ bellos :nnort':S · · ·e> nik:--
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El poder idealizad c ·' or el e l a eYoe:1nó · .n tiúe b bdlen t.'\l t'·tllC · l t k l h:-
gar,. los de 1iqu io ~· enc,mt,1c . l ore · del ¡)nmer
. amor. b n~on •. · , n, t)n- l t"-
nonzada de 1
, . ª r ·
e igie de ~laría v de b edad juYenil protc:;Jll1.l ·~ . ,
. p<'r ·
e1 reg1men dulce - . . · · .. .·. -11 l• • ·
) se\ e1 o a b Yez. la perfecnon pa u i.ifl ·
GENERACION DE ] 867
103
mundo. La e.m oción lacrimosa pone la novela en la línea senti-
m ental del Ron1anticismo para debtar no sólo la emoción de la
b_elleza , sino tan1bién la nostalgia de la klici(lad perdida, la por-
CIÓn de dolor y n1uerte que yacen en la experiencia temprana de
la vida .
}VIaría es vista, evocada, en imágenes, verdaderos retratos minia-
turizados, en la perfección de su belleza; unas veces, con el encan-
tamiento sensual de sus formas delicadas, como hija de Israel; otras,
con la pureza de la doncella cristiana. Evocada en una serie de
imágenes reminiscentes expresa siempre su delicadeza sensible, su
timidez virginal y su enamorado afán.
El padre ele Efraín es la figura de irrevocables decisiones que
se alza, por 1nomentos, terrible ante María y Efraín. Su carácter
le convierte en detenninante del destino funesto de los amores y
en el involuntario cercenador de la vida de María.
Un coro de personajes pintorescos completa la caracterización
en esta novela. Los campesinos de las haciendas vecinas y los ne-
gros llenan un momento de brillante color local con sus notas ale-
gres, dicharacheras, y su música. Todas estas caracterizaciones res-
ponden al tipicismo edénico del mundo, a la patriarcal perfección
del régimen de la vida, donde la caridad, la piedad, el amor y la
justicia reinan por doquier.
El período romántico y el realismo de esta generación no pue-
den cerrarse mejor, tal vez, que con esta novela que realiza algunos
ideales del americanismo literario en forma inigualada hasta en-
tonces y que anticipa futuros logros de pr~ a--· · Los signos
del período marcarán la visión de la l),~ á ieYa' ctSn ,~ . tributos
animadores que el romanticismo habíJY¿~~ ~- ~---~:~.-l_e~ri\ : >

BIBLIOGRA! \ _i ['' ., - __._' . -.


~u~

l . ALBERTO BLEST GANA


\\ _,
(Chile, Santiago, 16 d ~0 unio;----t830-1920, 9 de noviembre,
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