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Resumen
En el presente texto se revisa el concepto de violencia simbólica, como una noción
básica incluida en una estructural conceptual propuesta por Pierre Bourdieu para
estudiar la lógica de las prácticas, y con el propósito de responder la pregunta
cómo es que las relaciones sociales se producen y reproducen en su devenir
histórico. A partir de dicha revisión se postulan siete lineamientos para orientar la
investigación, cuando utilizamos la noción de violencia simbólica, dentro del
registro teórico que le dio origen.
Introducción
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Versión corregida de la conferencia presentada en la sesión del SUIVE el 7 de abril de 2015.
Agradezco la invitación a participar en el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Violencia
Escolar (SUIVE) de la Universidad Nacional Autónoma de México y reflexionar acerca de la noción
de violencia simbólica y su importancia como herramienta analítica en el trabajo de investigación.
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fueron “buenos para nada”; un mandato familiar que dice que hay que estudiar
para “ser alguien en la vida”, y dejar de ser un “nadie” que no ha hecho “nada” en
la vida, dejar de ser en definitiva lo que son sus padres, sus abuelos, o sus tíos;
unas crisis existenciales originadas en la duda si se era bueno o no para el trabajo
escolar, duda que nacía en la comparación con los compañeros de generación,
que venían de escuelas privadas; u originadas en el encuentro con el nivel de
exigencia académico vigente en el “templo del saber” francés o inglés, a los que
se accedieron al obtener “por suerte” una beca; un balance de una trayectoria
académica, que evaluada con el “perfil de la excelencia”, culmina en una pregunta:
“en verdad no sé, si todo esto es un error o una injusticia”.
Me encontré también con un nutrido repertorio de secretos a voces donde
circula una “verdad” de la UNAM, condensada en un repertorio de metáforas
descalificadoras. Por ejemplo, los edificios de la administración universitaria son
“bunkers”; las convocatorias para los concursos de oposición son “retratos
hablados”, los títulos que otorga la universidad son “pasaportes” para el mercado
de trabajo (y un largo etcétera); “verdad” de la UNAM que debe decirse,
preferentemente, “off de record”.
Todas estas prácticas aparecían como pistas recurrentes pero salpicadas
en los relatos de los entrevistados, y más todavía, esas prácticas no eran
advertidas y percibidas por los entrevistados como prácticas violentas. Era yo,
como escucha externa, quien sentía la violencia que habitaba en los relatos. Y
cuando les pregunté cómo vivieron esas situaciones, ninguno de ellos las remitió
directamente a la violencia. En la mirada retrospectiva, y frente a la pregunta, o en
algunos casos, frente a su propio relato, esas vivencias se justificaron aludiendo a
que, en “aquella época” o, en el medio social de origen familiar, las prácticas
violentas relatadas no se concebían como violencia, sino como “algo natural”.
Incluso algunos entrevistados, reconocen que los rudos métodos paternos tuvieron
cierta eficacia, porque de esa forma, finalmente, se hicieron disciplinados; aunque
aclaran que ellos no los repetirían con sus hijos. En el caso de las prácticas y
clasificaciones racistas, se acepta -también en retrospectiva- que ciertamente la
abuela era racista, pero se minimiza que hubieran tenido algún tipo de efecto en la
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Bourdieu centró sus estudios en la economía de las prácticas porque, para él, lo
que se recorta tradicionalmente como campo de la economía “es sólo un caso
particular en un universo de economías”. En este registro, los conceptos atribuidos
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Las notas que siguen se basan en dicho texto; lo que pretendo ahora es
retomar dicho texto para identificar algunos lineamientos que orienta el trabajo de
investigación, cuando utilizamos la noción de violencia simbólica dentro del
registro teórico que le dio origen. En consecuencia, este propósito no invalida que
dicha noción pueda tener otros usos posibles.
Ahora bien, ¿por qué estudiar las prácticas violentas inscritas en las
estrategias de reproducción social? Una respuesta en breve es que el estudio de
las prácticas violentas se realiza indagando las estrategias de reproducción social,
porque dichas estrategias son las líneas de acción que los individuos, las familias,
los grupos operan -en forma continuada- para resolver la tensión que existe entre
sus expectativas (esperanzas subjetivas) y el destino del grupo social al que
pertenecen (probabilidades objetivas).
Y, porque el campo de cultivo de las prácticas violentas se encuentra
justamente en esa tensión, es decir, en la distancia que existe entre las
esperanzas subjetivas y las probabilidades objetivas de alcanzarlas. (Bourdieu;
[1994]2006:49).
Para Bourdieu el ejercicio de la violencia encuentra condiciones de
realización en “todas las limitaciones impuestas a la libertad, a los anhelos, a los
deseos”, que se experimentan como “sufrimiento social” (malestar, resentimiento,
melancolía, angustia, desesperación), porque las condiciones de existencia
cotidiana sufren una “sobrecarga”, que Bourdieu identifica en “las preocupaciones,
decepciones, restricciones, fracasos” (Bourdieu; [1992]2005ª:282).
Las ERS constituyen el repertorio de respuestas activas o de reacciones
prácticas a las coacciones estructurales, que operan en las leyes del mercado, en
las normas y reglamentaciones, así como en los usos y costumbres que rigen
cada campo de actividad. Esas reacciones prácticas son “apuestas” en las que
cada cual se juega la posibilidad de establecer, conservar o transformar la
posición que ocupa en cada campo (en la escuela, en la universidad, en la familia,
etc.)
En dichas apuestas se movilizan las esperanzas subjetivas diferenciales,
que inclinan a los individuos y a los grupos a disputar su posibilidad de llegar a ser
lo que quieren ser, tratando de cumplir o, en su caso, de evitar el “destino”, que
inscrito en las “probabilidades objetivas” (trayectorias modales), se anuncia en las
representaciones del futuro hegemónicas, que el autor concibe como “las
manipulaciones simbólicas del porvenir”, propias de cada época.
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sociales (apellido, título, profesión); las marcas (de ropa, perfumes, vinos,
teléfonos); las instituciones (escolares, científicas, deportivas); los géneros
(literarios, musicales o cinematográficos); los espacios físicos (casas, cubículos,
barrios, restaurantes, playas) se convierten en “marcas distintivas”, ya sea como
signos de distinción o como estigmas sociales, que operan como principios de
distribución diferencial del reconocimiento social, la autoridad, el prestigio, la
reputación, el honor, la gloria, el crédito, la confianza, la fe y la notoriedad.
Al volverse “simbólicamente eficiente”, cada una de estas propiedades
cobra “una verdadera fuerza mágica una especie de acción a distancia, sin
contacto físico”, porque se interiorizan como “expectativas sociales”, un deber ser
establecido socialmente, que “se impone como autoridad que reclama
reconocimiento…” (Bourdieu;[1994]2002:173).
Esa fuerza mágica es la violencia simbólica, una coerción por la cual los
individuos y grupos reconocen el valor impuesto a cada propiedad, pero lo hacen
desconociendo “su verdad de capital”, porque dicho valor es percibido como un
atributo natural de las personas, de las relaciones o de las cosas. Por efecto de la
coerción en la que es producido, el capital simbólico es entonces un capital
negado: es reconocido como legítimo pero desconocido como capital
(Bourdieu;[1978] 2006:190 y Bourdieu;[1980] 2009:187).
En esta lógica, Bourdieu inscribe el ejercicio de la violencia simbólica en
un “modelo de los intercambios simbólicos”, una construcción teórica (“en el
papel), que como tal permite “dar cuenta a la vez de las regularidades observadas
en las prácticas y de la experiencia parcial y deformada que tienen de ellas los que
las padecen y viven” (Bourdieu;[1962]2004:15). En dicho modelo, es donde se
inscriben, entre otras evidencias, el registro del “lenguaje de la denegación”, el
eufemismo, es decir, “lo que permite decirlo todo diciendo lo que no se dice; lo que
permite nombrar lo innombrable” (Bourdieu; [1994]2002: 167). En nuestro medio,
por ejemplo, hablar de “universidades patito” o de “ciencias duras” en
contraposición a “ciencias blandas”, son dos formas de calificar que descalifican.
En consecuencia, indagar las prácticas violentas requiere indagar los
intercambios simbólicos y la relación de fuerza en las que se realizan, así como el
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5- Bourdieu define a la violencia simbólica como aquella que “se ejerce sobre un
agente con su complicidad”. Y propone la controvertida hipótesis de que “los
mismos dominados contribuyen, unas veces sin saberlo y otras a pesar suyo, a su
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necesaria para comprender las prácticas (más razonables que racionales) de los
individuos y grupos que estudia.
Indagar el ejercicio de la violencia simbólica y sus efectos dados en la
obediencia, la sumisión o la adhesión que se otorga a la visión dominante,
requiere entender que la complicidad concebida como adhesión, no pasa por el
consentimiento sino que se otorga “a pesar de uno mismo y como de mala gana” y
se experimenta “a veces en el conflicto interior y el desacuerdo con uno mismo”.
(Bourdieu; [1990]2005: 54-55).
Finalmente y para dar lugar a la reflexión derivada del interés no sólo de estudiar,
sino también de intervenir en la erradicación de las acciones de violencia
simbólica, como una modalidad de las prácticas violentas, quiero recuperar
algunos planteamientos de Bourdieu acerca de si es posible erradicar las acciones
de violencia simbólica.
es menos inocente que el laissez-faire”. Para él, “toda política que no aproveche
plenamente todas las posibilidades, por reducidas que sean, que se ofrecen a la
acción, y que la ciencia puede ayudar a descubrir, puede considerarse de no
asistencia a una persona en peligro” (Bourdieu; [1993]1999b:559).
Conclusiones
Podemos concluir planteando que el aporte que Pierre Bourdieu nos legó para
orientar nuestros estudios sobre la violencia, es precisamente advertir que “la
violencia” no es un objeto de estudio que nos conduzca por buen camino.
Formulado en términos de “la violencia” el fenómeno es inabarcable, puede ser
todo o nada. Para su abordaje empírico resultan esclarecedores dos premisas con
las que trabaja Bourdieu: una, es la necesidad de desplazar el objeto de estudio
desde “la violencia” a la noción de ejercicio de la violencia, que remite entonces a
las prácticas violentas; y otra premisa es postular la existencia de una suerte de
“ley de conservación” de la violencia y de la posibilidad de transformación de una
forma de violencia a otra.
El hablar de prácticas violentas y más precisamente, como señala Leticia
Cufré, de “prácticas sociales violentas” y de “modalidad violenta de las prácticas”
(Cufré; 2007;72-78), nos obliga a tener que centrar de qué prácticas hablamos, y
entre quiénes, cuándo y dónde suceden dichas prácticas; nos obliga a reconocer
que existen formas sutiles e inadvertidas de ejercer la violencia; y nos obliga a
advertir cómo las distintas modalidades de prácticas violentas pueden no
permanecer inmutables a lo largo del tiempo, y convertirse unas en otras.
Pero aquí sería necesario recuperar otro lineamiento derivado del enfoque
relacional que nos propone Bourdieu; el estudio de las prácticas no remite al
registro de un listado de prácticas violentas; ni se agota tampoco en la mera
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descripción de las prácticas que podemos registrar, por ejemplo, en una escuela,
en el seno de la familia, o en la experiencia vivida en el marco de interacciones
personales. El listado o la sola descripción no aportan a comprender dichas
prácticas; y nos puede conducir, aún sin quererlo, a una suerte de “amarillismo
académico”, cuyo efecto práctico no deseado es justamente aportar a
naturalizarlas como un “mal de la época”, o como un efecto perverso de la
globalización o del neoliberalismo.
De ahí la propuesta de Bourdieu de inscribir el estudio del ejercicio de la
violencia en la dimensión de los intercambios simbólicos propios de cada campo
en los que ocurren las interacciones, y más precisamente, en las disputas sociales
que los individuos y grupos libran por establecer, conservar o mejorar su posición
social en los campos de relaciones en los cuales dirimen su existencia. Y en esa
relación de fuerzas es que cobra relevancia advertir esa forma particular de
violencia que es la violencia simbólica. Toda disputa social es también una lucha
simbólica.
Bourdieu ha propuesto unas herramientas muy fecundas para abordar el
trabajo empírico de investigación de esta dimensión de las prácticas sociales. Me
refiero a las nociones de capital simbólico, de poder simbólico y dominación
simbólica; y a las premisas que refieren a cómo se producen y reproducen y qué
función cumplen en la perpetuación del orden social vigente. En estas premisas se
abren líneas de indagación tales como: el trabajo de inculcación de los principios
de visión y división, que representan un arbitrario cultural; la doble arbitrariedad
sobre la que opera dicho trabajo de inculcación; el habitus como “fuerza
durmiente” que se activa frente al ejercicio de la violencia; la obediencia como
complicidad, no como sumisión pasiva o masoquista, sino como efecto práctico de
compartir las estructuras cognitivas con quienes están en el polo dominante de
cada relación social.
Finalmente quisiera destacar el énfasis que Bourdieu pone en la necesidad
de que los investigadores se tomen en serio el trabajo de vigilancia epistemológica
que pasa por el autoanálisis de sus estructuras cognitivas, es decir, de cómo han
interiorizado la dominación, de cómo comparten la adhesión a la dominación con
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los grupos a los que estudia, por más que por cuestiones de oficio tengan ciertas
ventajas sobre ellos, para poder objetivarla.
García Salord S. (2008) “De historias omitidas en la UNAM: acerca del `pretexto
baladí´”. Pp. 79-137. En Suárez Zozaya, H. y Pérez Islas J. M. (Coord.) Jóvenes
Universitarios Latinoamericanos, Hoy. SES/SIJ/UNAM – Consejo Iberoamericano
de Investigación en Juventud - Miguel Ángel Porrúa. México.
García Salord, S. (2010) “El Curriculum Vitae: entre perfiles deseados y
trayectorias negadas” En Revista Iberoamericana de Educación Superior (RIES)
IISUE-UNAM/ UNIVERSIA, vol.1, núm.1, pp.103-119. Revista electrónica.
httpp://ries.universia.net
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